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SERIE AUTOAPRENDIZAJE
Competencia de la Unidad IV
1-Muestra dominio de los aspectos teóricos relacionados con la deontología del abogado y
otros auxiliares de la justicia, y los emplea en las defensas de sus clientes y en las relaciones
con sus colegas, jueces y otros auxiliares de la justicia, para un desempeño profesional acorde
con la ética.
Esquema de contenido de la Unidad IV.
1. El jurista.
2. Función científica y técnica.
3. Particularidades deontológicas
4. Conducta individual.
5. Responsabilidad social
6. Trato de la clientela
7. Confraternidad de audiencia
8. Independencia
9. Aspectos culturales
10. Función humana
11. Mediador
12. El abogado litigante
12.1. Características del abogado litigante
12.2. Seguridad y autoestima
12. 3.Vencer la timidez
12. 4.Sentido de crítica y autocrítica
12. 5.No temer cometer errores
12. 6.No ser indeciso
12.7. Ser elocuente
12.8. Habilidad para identificar controversias
12. 9.Tener iniciativa e imaginación
12.10. Ser asertivo sin ser agresivo
12. 11. Ser honesto y tener alto nivel de ética
12. 12. Tener buena presencia
12. 13-Ser puntual y responsable
12. 14-Conocimiento y dominio de la legislación penal
12. 15-Saber escuchar
13. Deberes esenciales del abogado
14.Deberes de la ética profesional frente a clientes.
15-Del secreto profesional.
16-Uso de toga y birrete.
17-El Notario
18-Los alguaciles
19-Los agrimensores.
20-Los médicos legistas.
21-El psicólogo forense.
Deontología jurídica
Ossorio (1981), sostiene que con el término jurista se designa a los estudiosos del derecho en
los más variados aspectos, sinónimo de jurisperito y jurisprudente. Es la persona que profesa
la ciencia del derecho.También al abogado, al licenciado en derecho, al letrado, se le designa
con el nombre de jurista. En verdad que debe serlo. Pero el ser jurista no entraña únicamente
la consagración académica, ni solamente la vocación profesional especializada en alguna de las
ramas del derecho.
Herrera (1968), refiere que Ossorio ha escrito sobre la misión y el sentido del ser jurista,
formulando cimentadas alegaciones sobre la necesidad que tiene el jurista, para serlo de
verdad, debe conocer los ingredientes psicosociológicos del derecho, es decir tener profundo
saber no sólo de las estructuras legales y de los valores jurídicos, sino de profundizar donde
están sus raíces, la ontología jurídica.
Según Ossorio (1981), p. 18, el abogado “es el que ejerce permanentemente la abogacía; es
decir; quien dedica su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los tribunales”
Por su parte Gatón (1998) define al abogado como facultativo que por haber estudiado las
leyes y el derecho, hace de esos conocimientos su profesión para defender regularmente ante
los tribunales el honor, la libertad y los intereses de sus clientes, a los que asesora jurídicamente.
La profesión de abogado es la función social ejercida por los conocedores de las leyes y el
derecho. Esta no es tan sólo el estudio de las leyes, sino también de servirlas con inteligencia,
altura y decoro a la justicia, en continuo contacto con las realidades jurídico-sociales del mundo.
El abogado de manera habitual, postula en los estrados de los tribunales en defensa de asuntos
en los que están en juego los intereses, la libertad y el sosiego de su cliente, interpretando las
leyes y estudiando los procedimientos.
Herrera, antes citado, sostiene que en el jurista deben estar presente la rectitud de la conciencia,
la bondad, firmeza, la prudencia y la pericia, lo cual no se adquiere con diplomas, sino con las
disposiciones psicosociológicas adquiridas en la vida.
El jurista tiene como una de sus principales misiones, la de configurar los perfiles dando rigidez
expresiva, a las formas societarias. Su rol fundamental se orienta hacia la comunidad, toma
luces proyectadas por ésta. Es por eso que el jurista no dispone de una auto orientación, al
jurista lo orienta siempre su colectividad. Se da en él una clara orientación de servicio adscrita
a la estratificación social profesional, elevados niveles de ésta.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
Un papel importante que deben complementar los juristas en las complejas relaciones sociales
que se crean en el proceso de construcción de la nueva sociedad, demandan de una conducta
personal y un desempeño profesional caracterizado por una probada honradez, lealtad a los
principios, comportamiento vertical, ajustando su actuar a los postulados de la Ley y a los
intereses de toda la sociedad, teniendo como divisa los valores que la profesión ha acumulado
a través de la historia patria y que se expresan en la vida y obra de muchos de sus mejores hijos.
El rol de jurista tiende a desarrollar una estructura de carácter dirigido por los otros al tiempo
que autónoma. La característica del jurista, no sólo es la de un adaptado a su sistema societario,
sino inclusive la de un adaptador.
Sostiene Herrera (1968), p. 251, que: “Las relaciones jurídicas, por mucho que tiendan
a humanizarse, tropiezan con el aspecto insalvable de no poder comprender en múltiples
circunstancias, totalitariamente, al hombre integral en forma absoluta. El jurista, llámesele
juez, funcionario, magistrado, legislador, o abogado, ha de contentarse con el enfrentamiento
a determinado aspecto, del ser del hombre”.
El profesional del derecho debe tener una clara visión de la estructura técnica de los negocios
jurídicos y de la vida de relación, además de cierta natural inclinación y habilidad para el trato
de los individuos.
Gatón (1987), señala que el abogado tiene una gran responsabilidad científica, porque de él
depende el avance del derecho, guiado por su responsabilidad académica y la interpretación
que le imponen el honor y la obligación de ajustar su conducta a la tarea orientadora de los
principios civilizados de la sociedad, en apoyo de la salvaguarda de las esencias de la ley y el
respeto del derecho. Al efecto, deben primar medios renovados, distintos a los ya conocidos o
que han predominado, mediante la capacitación, investigación y el poder creativo, para que la
razón y la conciencia digan presentes en las urgencias progresivas de la humanidad.
La evolución del derecho depende en parte de los abogados, porque son ellos quienes primero
tienen el contacto con los clientes, quienes plantean situaciones conflictivas que el derecho
está llamado a resolver.
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Deontología jurídica
En cuanto a la función técnica, el abogado debe aplicar la tecnología moderna a la consulta del
cliente, al estudio de los casos, al manejo de la oratoria, al conocimiento y despacho correcto
de los procedimientos, a la atención de los trabajos accesorios, a la organización de la biblioteca
y al dominio de los estrados.
El abogado trabaja con un sector desconocedor del derecho, por eso se debe tener la
suficiente formación para servir a las personas que demandan de su servicio con la debida
responsabilidad, competencia y discreción posible, porque el cliente busca un servicio cada vez
más profesionalizado y especializado.
Esta labor debe ser ejercida con probidad, inteligencia, ponderación, paciencia y dignidad.
La profesión de abogado tiene un rango de nobleza y le dispensa un lugar de honor la razón
de su importancia social y la abnegación que su ejercicio significa. Un abogado virtuoso es la
mejor garantía de los intereses puestos bajo su cuidado. El abogado puede ser el artífice del
desarrollo moral de una sociedad y puede degradarla si su ejemplo es negativo en el ámbito de
la ética.
Según lo estipulado por los artículos 1-3 del Código de Utica, del Colegio de Abogados de
la República Dominicana, algunos de los deberes esenciales del jurista son: la probidad, la
independencia, la moderación y la confraternidad. El profesional del derecho debe actuar con
irreprochable dignidad no sólo en el ejercicio de la profesión, sino en su vida privada. Este
profesional debe ser leal y veraz y debe actuar de buena fe. Para el profesional del derecho
estará siempre antes que su propio interés, la justicia de la tesis que defiende. Debe cuidar
con todo esmero su honor, eludiendo cuanto pueda afectar su independencia económica,
comprometer su decoro o disminuir, aunque sea en una mínima medida.
4. Conducta individual
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
Afirma Gatón, antes citado, que la conducta personal del abogado debe ser ejemplo de virtud,
honestidad y decoro. El letrado está permanentemente expuesto a la tentación de los actos
ilícitos, ya que constantemente trabaja con conflictos, y a veces maneja intereses tan delicados
como el honor, la fortuna y la propia vida de su cliente. Frente a tan alta responsabilidad, se
levanta a su paso la barrera del honor, que le impide equivocarse y caer en el desprestigio. Por
eso se considera que la profesión de la abogacía, ejercida por el individuo probo y sin tachas,
sublimiza su vida y lo hace respetable.
5. Responsabilidad social
El abogado como todo profesional, tiene un gran compromiso con la sociedad, pues su función
no puede estar desvinculada de los intereses sociales. Esto le impone la obligación de actuar
con la suficiente madurez, profesionalidad, responsabilidad e independencia, para que pueda
defender con gallardía los intereses de su cliente y las cosas que interesan al orden público, es
decir, aquellas que van en interés de la sociedad. De tal modo que no debe hacerse cómplice
de las acciones ilegales e inmorales que se promueven desde la esfera del poder.
Sostiene Gatón, antes citado, que del abogado, la sociedad espera que sea el sostén de sus
instituciones jurídicas, que son el lazo abrasador de las principales actividades sociales. Luego,
el sujeto llamado a salvaguardar tan altos intereses comunes, deben reflejar los rasgos morales
de mayor trascendencia.
El cliente es la persona más importante en cualquier empresa. El abogado debe ver al cliente
desde esa óptica, ya que su oficina es una empresa de servicios, de ahí que siempre se debe
procurar dar un trato adecuado al cliente, respetuoso y con la mayor profesionalidad y
comprensión posible.
Es importante ver el caso del cliente con objetividad y no dejarse impulsar por las pasiones del
cliente, el cual siempre quiere una respuesta rápida y certera, acorde con sus intereses, pero la
respuesta que la ciencia jurídica le da al caso, podría ser diferente a las aspiraciones del cliente.
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Deontología jurídica
No debe el abogado apresurarse y dar una solución ligera al caso que el cliente le plantea,
porque puede llevar al cliente a un camino erróneo o equivocado.
Es deber del abogado buscar los medios conducentes a dejar complacido al cliente, con
el objeto de dejar en él la agradable impresión de haber tratado a una persona de relevante
intelecto, capaz de compenetrarse de su problema y ayudarlo a darle solución, a base de verdad
y decoro.
Debe también mencionarse aquí otro aspecto de la responsabilidad independiente del abogado,
esto es, la protección de la naturaleza confidencial de la relación que mantiene con el cliente.
En cierto sentido, se encuentra en posición de proteger a su cliente contra sí mismo, pues
si éste dice algo destemplado o torpe en el curso de la conferencia con su abogado, puede
estar seguro de que no serán divulgadas. Pero de modo semejante, el abogado se encuentra
protegido, pues se le permite participar de asuntos privados sin comprometerse demasiado,
ya sea respecto de un pronunciamiento sobre la legalidad de la posición del cliente, ya sea en
responsabilidades para con su cliente que vayan a menudo más allá de su relación profesional.
7. Confraternidad de audiencia
En la práctica litigiosa siempre se debe mantener una relación de cordialidad y respeto tanto
con los colegas abogados, como con los magistrados y demás empleados del tribunal. Los
adversarios son los clientes pero los abogados no. Ellos representan intereses diferentes, por
lo que no se deben llevar los casos de los clientes al plano personal, de ahí que se aconseja
siempre mantener la lealtad de los debates. Incluso existe un principio del proceso denominado
lealtad procesal, en el cual los abogados que intervienen en el proceso deben litigar guardando
la debida lealtad para con sus colegas.
De un trato respetuoso a la dignidad del cliente se puede derivar beneficios: 1ero. queda ante
la audiencia como un abogado considerado; 2do. Su contraparte puede mañana ser su cliente;
3ro. Se conquista el respeto de los demás; y 4to. Da notaciones de capacidad técnica en el
manejo de los estrados.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
8. Independencia
En realidad todo profesional debe ser independiente, la independencia para actuar y decidir,
muchas veces está vinculada al nivel de competencia profesional. Si se tiene la suficiente
preparación académica y actualización permanente, se podrá estar en mejores condiciones
para actuar con la debida independencia profesional. De no ser así, siempre se estará pensando
qué se pensará si tomo una dirección en uno u otro sentido. La independencia y autonomía es
la una de la primera regla del abogado.
Sin embargo, cuando el abogado combina su ejercicio profesional con la política partidaria,
probablemente su independencia mengue por el hecho de que las posiciones que fije en
determinados casos, podrían verse influenciadas por su ideología política, particularmente
cuando se trata de casos vinculados al derecho penal, de manera especial en los asuntos que
tienen que ver con la corrupción administrativa.
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Deontología jurídica
9. Aspectos culturales
Para ejercer la profesión de abogado, no basta con tener un basto conocimiento del derecho,
o poseer destrezas de la técnica jurídica y procesal, sino que es necesario tener un amplio
conocimiento de la sociedad y su estructura, y conocer otras áreas como: economía, historia,
sociología, medicina, ingeniería, normas contables y de administración.
Los relieves culturales del abogado deben llenar cualquier vacío que su potencial humano
haya dejado de adquirir en los conocimientos generales impartidos en la enseñanza en el nivel
básico, medio, universitario y estudios de cuarto nivel. Leer, ver, indagar, buscar siempre donde
nadie busca y hallar conocimientos nuevos, es como actualizar la vida. El proceso cultural del
abogado debe ser, quizás, el más acelerado entre los profesionales, por tratarse de su acceso
frecuente a ciertas actividades donde se impone demostración de capacidad y de conocimientos
generales.
El abogado debe ser un gran humanista, esto le hará comprender las preocupaciones de sus
clientes, y de los problemas sociales que padece la sociedad. El abogado no debe mostrarse
indiferente ante las penurias que sufre la gente, debe aportar soluciones para que la sociedad
pueda vivir en armonía.
El abogado actúa sobre las pasiones, las ansias, los apetitos en que se consume la humanidad.
Si su corazón es ajeno a todo ello, no podrá entender la familia arruinada, el hombre a las
puertas del presidio, el matrimonio disociado, la ingratitud del hijo, la lucha social en sus
revelaciones más descarnadas, y el fraude infame de un interés legítimo.
Hay que trabajar con gusto. Logrando acertar con la vocación y viendo en el trabajo no sólo
un modo de ganarse la vida, sino la válvula para la expansión de los anhelos espirituales, el
trabajo es liberación, exaltación, engrandecimiento. De otro modo es insoportable esclavitud.
El rol del abogado es de servicio, defendiendo siempre los preceptos legales concomitantes
con los principios morales; considerando que el mejor abogado es aquel que lo es por vocación,
no por ambición; aquél que actúa con dignidad y trabaja como auxiliar de la justicia.
Si los preceptos legales son injustos, entonces el abogado debe luchar por la justicia, en
consecuencia debe encaminar acciones tendientes a que las leyes injustas sean derogadas
o no sean aplicadas, esto último lo puede lograr por el control difuso o concentrado de la
Constitución.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
11. Mediador.
Normalmente, se cree que la función del abogado es litigar o pleitear. Sin embargo, este
profesional media muchos conflictos y evita que las partes tengan que acudir a la justicia, en
busca de solución a su problema. Es, pues, un mediador.
La tarea de un abogado privado consiste en asesorar a su cliente en relación con una situación
concreta, por lo cual su comprensión de las situaciones en la que se ven implicados los clientes
del tipo con el que mantiene trato es tan importante como su conocimiento del derecho.
Además, su función no se reduce a la comprensión de estas situaciones y a la relación de éstas
con la ley, sino que implica su intervención en ellas de variadas maneras.
Finalmente se recurre a los abogados para que lleven adelante toda una serie de negociaciones
en nombre de sus clientes, algunas veces, con los abogados que representan la parte opuesta,
otras, directamente con personas privadas.
En tal sentido, el aspecto procesal del derecho y el dominio que de éste tenga el abogado,
muestran su importancia. Porque atenerse al procedimiento reduce y define los problemas
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Deontología jurídica
y dispone a que las partes y la opinión pública estén más dispuestas a aceptar una solución
cuando se llega a ésta. El procedimiento, además tiene la importancia de mitigar la tensión a
que está sometido el abogado. El hecho de que el caso pueda juzgarse por un procedimiento
fijo, lo libra en parte de la presión del compromiso por la causa del cliente. Puede sentir que, si
“hace lo mejor de que es capaz” y ha asegurado un juicio justo para el caso de su cliente, está
libre de responsabilidad si se pronuncia un veredicto desfavorable si éste llega.
El litigio ha de ser considerado como un arte, lo que significa que el abogado litigante debe
tener un amplio dominio de este arte. Requiere de ciertas características especiales, como
son el dominio de la oratoria forense, conocimientos profundo de las normas procesales
y constitucionales, tomar los casos de manera objetiva, con la debida responsabilidad y
profesionalidad, lo que impone la obligación de preparar una buena defensa, haciendo las
investigaciones de lugar, de tal modo que los intereses de su cliente queden bien representados.
No es aconsejable llevar el cliente al litigio, si el caso se puede resolver de otra manera. Se debe
ser lo sumamente cuidadoso para sólo utilizar este camino cuando otras vías se hayan cerrado.
Siempre se debe dejar la posibilidad de transar el pleito en cualquier etapa del proceso, ya que
el litigio ha de ser utilizado como una vía excepcional para resolver los conflictos, esto trae
inconformidades para el cliente porque los tribunales tardan mucho para decidir estos casos,
debido al cúmulo de trabajo o los incidentes que se hayan podido presentar en el proceso.
No todo abogado puede ser litigante. Esto no quiere decir que los que no tengan estas
condiciones no sean buenos abogados, ya que el derecho se ejerce por especialidades y un
buen asesor de los negocios jurídicos y de materia comercial o bancaria, no necesariamente
tiene que ser un buen litigante. Un uso inadecuando de una norma de procedimiento puede
hacer perder el pleito, lo que pondría en juego los intereses del cliente.
Aunque existe la expectativa de que el abogado no intentará conscientemente que una persona
que él sabe culpable de un crimen quede en libertad, existe por otra parte la presunción de
que el cliente tiene derecho a un “juicio justo” no sólo en el sentido formal, sino a que su
abogado lo escuche y lo ayude dentro de los límites de la razón y la ética profesional. El
abogado no se escandaliza de la misma manera que el público general; está familiarizado con
las complejidades de la vida humana y se encuentra dispuesto a “dar un respiro” a la persona
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
que se haya complicado en una situación difícil. La presunción de inocencia, no sólo como
canon del procedimiento formal de los juicios, sino como tendencia profundamente arraigada
en el ethos de la profesión, quizás sea el núcleo primario de este rasgo de la institución legal.
Se requiere ser disciplinado, porque si los casos no se estudian o no son llevados con la debida
disciplina, se pone en juego el éxito del caso, y aunque el cliente tenga la razón una falla
procesal, o no saber presentar las pruebas en el momento y lugar oportuno podría hacer
perder el caso.
Preciado (1985), señala que el abogado que interviene como legislador o asesor de legisladores,
como juez, Ministerio Público, o postulante debe saber que para cumplir con su misión en
cada uno de los casos, no es suficiente que conozca lo que se puede hacer legalmente, sino lo
que es justo hacer.
El abogado debe tener confianza en sí mismo, esto es fundamental para actuar con rapidez y
decisión, cuando no hay tiempo para consultar los libros. Los abogados litigantes tienen que
desarrollar habilidad en el análisis de la lógica, para que pueda llegar a conclusiones correctas
de los casos litigiosos.
Respecto del abogado postulante, se le consulta como director; y es claro que deja de serlo, si
se convierte en un simple instrumento técnico al servicio de la voluntad de su cliente, con lo
cual de paso pierde su dignidad.
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Deontología jurídica
Quiñonez (2000), señala que para ser buen abogado litigante primero debe auto conocerse y
trabajar con su personalidad, debe ser una persona segura de sí misma y poseedora de gran
autoestima. No debe angustiarse por cualquier percance que tenga que confrontar. Además,
no debe ofenderse por nada, y debe tener buen sentido del humor.
El abogado litigante no debe ser tímido. Este campo es para personas decididas. La falta de
seguridad, es generalmente consecuencia de la falta de preparación. Un abogado con estas
características, no posee ni refleja la autoridad, confianza y seguridad necesaria para convencer
y persuadir a los jueces respecto de las pretensiones de su cliente.
Debe tener también sentido de la crítica y de la autocrítica, no debe creerse que lo sabe todo,
por el contrario, debe estar abierto a escuchar críticas y consejos de otros abogados.
A menudo la indecisión viene dada por la falta de preparación, de ahí que se debe ser un
estudioso permanente del derecho, ya que esto genera competencia y confianza.
El abogado litigante no puede ser una persona indecisa, por tanto, tiene que estar dispuesto a
tomar decisiones continuamente, muchas de estas, sin duda, muy controversiales. Pero deberá
tomarlas, aunque puedan resultar equivocadas.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
Se necesita tener buena retórica, buen discurso, elocuencia y dominio del lenguaje. Para ampliar
su vocabulario, y así lograr mayor elocuencia, lo más recomendable es hacer de la lectura un
hábito. El buen abogado debe permanecer leyendo todo el tiempo, y no sólo de derecho, sino
de todas las áreas, porque probablemente lo va a necesitar.
Si se tiene un conocimiento profundo del derecho, se puede llegar a conseguir esta habilidad. El
abogado debe desarrollar habilidad para el análisis y la lógica. Poder comprender e identificar la
verdadera naturaleza de un problema o controversia y llegar a conclusiones correctas respecto
a diversas soluciones y alternativas posibles.
Debe ser una persona de muchos recursos, iniciativa e imaginación. No debe dejarse dominar
por convencionalismos, debe ser creativo e innovador.
El abogado litigante debe ser además una persona asertiva sin llegar a ser agresiva. La persona
asertiva está segura de sí misma y sabe lo que desea, comunica lo que siente de forma clara y
directa. Es espontánea y natural. Se enfrenta a los problemas en vez de evadirlos, se expresa
con firmeza pero sin ofender.
Es imprescindible que tenga alto nivel de ética y profesionalismo. Luchar por su causa con
vehemencia y con ahínco, pero de forma honesta, limpia y transparente. No tratar de obtener
éxito por medio del engaño, trampa o la artimaña.
Es muy importante que cultive la buena presencia en todo momento. Tiene que empezar a
presentar una imagen de seriedad y compromiso con lo que usted representa. Gane el respeto,
admiración y simpatía de los demás. Ser considerado, comprensivo y cordial con aquéllos que
perciban las cosas de forma distinta a como usted las percibe.
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Deontología jurídica
En el nuevo sistema oral el abogado litigante debe tener basto conocimiento de la legislación
penal vigente, lo que implica ser un conocedor de los Derechos Humanos y de Derecho
Constitucional, y por supuesto amplio dominio del Derecho Penal y Procesal Penal, lo que
quiere decir que debe ser un conocedor del sistema penal acusatorio, el cual se fundamenta
en la oralidad del proceso, y donde las funciones están delimitadas, el fiscal investiga y acusa,
el abogado defiende y a veces acusa, y el juez juzga conforme a los elementos de pruebas que
hayan sido incorporados al proceso.
La suerte del cliente dependerá mucho de la habilidad que tenga el abogado para la incorporación
de las pruebas, y cómo éstas deben manejarse en las diferentes etapas del proceso.
El Nuevo Código Procesal Penal, supone un abogado que actúe con mucha responsabilidad
y competencia, con agilidad, lógica y con buena preparación en materia de Derecho
Constitucional, Derechos humanos y garantías, y habilidades en las técnicas del interrogatorio.
Una característica que debe tener toda persona es ser buen escucha, esto le permitirá entender a
los demás. Especialmente el abogado litigante, tiene que aprender a escuchar a los demás. Para
poder opinar con corrección y enfrentarse al adversario debe primero escuchar con atención
lo que éste tenga que decir. Si no lo hace, no sabrá lo que tiene que rebatir. Escuche para que
lo escuchen o para que pueda exigir que así lo hagan.
El abogado debe actuar con la debida responsabilidad y honestidad. Nunca debe aconsejar
asuntos que vayan en contra de sus propios principios, la prudencia y la moderación. Siempre
debe actuar con la mayor objetividad posible, aunque su cliente quiera impulsarlo a que actúe
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
de otra manera. Además de los principios que impone el Código de Ética, las normas legales
y sociales, el abogado debe tener sus propios principios, es decir, tener su propia filosofía en
el ejercicio del derecho.
El artículo 1 del Código de Ética de los Abogados, expresa: “Los deberes esenciales que la
profesión de abogado impone a todo profesional del derecho, son la probidad, la independencia,
la moderación y la confraternidad”.
Todo abogado debe actuar con irreprochable dignidad, no sólo en el ejercicio de la profesión,
sino en su vida privada. Su conducta jamás debe infringir las normas del honor y la delicadeza
que caracteriza a todo hombre de bien.251
Conforme al citado artículo el abogado tiene la obligación de manejarse con rectitud, tanto en
su ejercicio como fuera de él. Esto es importante porque da a la sociedad una mayor confianza,
ya que ningún conocimiento debe utilizarse para hacer daño sino para servir a las personas e
instituciones que necesitan de él. Cuando se le da otro uso se desvirtúa los fines perseguidos
por la ciencia y particularmente por el derecho.
El artículo 2 del Código de Ética, es sumamente preciso cuando establece: “El profesional del
derecho debe ser leal y veraz y debe actuar de buena fe, por tanto no aconsejará ningún acto
fraudulento ni hará en sus escritos citas contrarias a la verdad. Para el profesional del derecho
estará siempre antes que su propio interés, la justicia de la tesis que defiende”.252
En toda actuación siempre debe primar la buena fe. Esto engrandece al abogado, contrario a lo
que se quiera pensar, ya que se tiene la falsa creencia que en toda actuación del abogado prima
la mala fe, lo cual no debe ser así. El hecho de que el abogado actúe de buena fe no quiere decir
que está abandonando los intereses de su cliente, lo que le impone el deber de sólo aconsejar
las cosas que tengan por objeto una actuación que responda a la verdad y a lo justo, aunque sea
el mismo cliente que le sugiera la actuación fraudulenta en determinados casos.
El artículo 3 del citado Código de Ética, enfatiza los roles del jurista al establecer que “En su
vida el profesional del derecho debe cuidar con todo esmero de su honor, eludiendo cuanto
pueda afectar su independencia económica, comprometer su decoro o disminuir, aunque
sea en mínima medida, la consideración general que debe siempre merecer. Debe por tanto
conducirse con el máximo de rigor moral. La conducta privada del profesional del derecho se
ajustará a las reglas del honor, la dignidad y el decoro, observando la cortesía y consideración
que imponen los deberes de respeto mutuo entre los profesionales del derecho”.
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Deontología jurídica
Conforme establece el citado artículo, el ejercicio del derecho ha de ser digna. Ser un profesional
que actúe correctamente apegado estrictamente a los principios morales que rige la sociedad.
Con el derecho se aspira a que los hombres y mujeres actúen correctamente. Mal podría el
profesional que ejerce el derecho y que pide justicia, obrar contrario a las aspiraciones de la
sociedad, por lo tanto debe tener una conducta ejemplar digna de imitar.
Es importante que el abogado siempre mantenga el respeto por la autoridad pública, esto lo
enaltece, y debe mostrarse siempre con una actitud de colaboración para la buena marcha de
la administración de la justicia, ya que como auxiliar de la justicia debe estar interesado en que
se aplique la justicia, independientemente de todo.
Es importante mencionar algunos de los deberes morales de los abogados frente a sus clientes,
a saber:
El abogado faltaría a un claro deber de ética profesional si aceptara hacerse cargo de un asunto
para el que no posee la pericia indispensable que ha menester para ser llevado a buen éxito.
Por tanto, el que se prepara para la abogacía debe tomar nota de la importancia de una buena
preparación que lo habrá de capacitar para ejercer su profesión sin este tipo de cortapisas
basadas en una impericia parcial.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
El abogado tiene el deber moral, de ética profesional, de actuar siempre con la verdad. La
veracidad es un requisito sine qua non para todo profesionista digno. El engaño al cliente
equivale a una traición a éste y al propio abogado. La base de este deber está en la actuación
rectilínea del abogado en su actividad profesional. El cliente deberá estar siempre informado,
con estricto apego a la realidad, sin vicios de falta de información, ni de información alterada.
El abogado ha de ser un profesionista diligente para el avance del procedimiento a su cargo, para
que no se produzca el más mínimo daño como consecuencia de un descuido imperdonable. El
esmero, el cuidado, el celo en su actuación son imprescindibles. Los negocios ajenos se cuidan
igual o más que los propios. Ésta última es afirmación que puede ser adoptada como norma
ética de conducta en el ejercicio profesional jurídico.
Varios caminos pueden conducir al arreglo del asunto del cliente. El abogado está obligado a
elegir el que representa menos riesgos para el patrocinado, el menos gravoso económicamente,
el que ofrezca más responsabilidad de éxito y, por supuesto, el más ventajoso para su cliente.
Además nunca deberá utilizar medios ilícitos o antiéticos.
Es aconsejable que el abogado extienda recibos de documentos que le sean entregados por el
cliente y, a su vez, exija recibo en caso de devolución de documentos al cliente. Lo mismo se
recomienda respecto de cantidades de dinero entregadas al abogado o que el abogado entregue
al cliente.
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Deontología jurídica
El abogado ha de abstenerse de realizar gestiones oficiosas que no han sido autorizadas por el
cliente o que no son totalmente imprescindibles en ausencia de éste.
Es de gran importancia destacar que el abogado debe redoblar sus esfuerzos hacia un arreglo
amistoso o extrajudicial de todo negocio que se le plantee. A mayoría de razón no deberá
provocar la iniciación o comunicación de litigios si existen posibilidades de transacción.
Todo juicio implica un riesgo y dado que los resultados siempre llevan un matiz de incertidumbre,
el abogado deberá de omitir asegurar resultados favorables. Por el contrario, deberá advertir de
la existencia de imponderables y de la discutibilidad propia de todo lo jurídico.
El abogado debe ser poseedor de un alto sentido de responsabilidad. Deberá tomar las
precauciones necesarias tendientes a eliminar el error, tan característico de la falibilidad
humana. Su pericia y dedicación serán los guardianes de su alto sentido de responsabilidad.
Somos de la opinión de que no es contrario a la ética profesional que un abogado sea empleado,
o administrador, o dependiente económico de un cliente al que le patrocina juicios diversos,
siempre y cuando mantenga el respeto debido a su investidura de profesional del Derecho.
Desde el punto de vista de la ética profesional, el patrocinio del cliente por el abogado está
sujeto a una mantenida relación de confianza recíproca. Si sobreviniere un deterioro en las
relaciones abogado- cliente que les hiciera perder la adecuada armonía, debe concluir la
intervención del abogado y ceder el puesto a un colega elegido por el cliente.
Siendo que el abogado goza de absoluta libertad, no es contrario a la ética profesional que el
abogado pueda retirarse de un negocio cuando así lo estime conveniente, sin más limitación
que permitir al cliente que designe quien lo sustituya. Dentro del margen de libertad que le
corresponde al abogado, éste puede seleccionar los asuntos que le interesa llevar de aquellos
que le lleve al cliente, sin estar obligado a llevar a todos.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
Delicada es la misión del abogado, si partimos del supuesto que su alta investidura profesional
le exige conciliar su vida profesional con un decoro simultáneo en su vida privada. En cuanto
a ello, el abogado debe exigirse a sí mismo evitar cualquier aspecto negativo que pudiera
macularlo ante la sociedad a la que pertenece. La confianza que deposita el cliente en el
abogado, exige que el abogado sea digno de esa confianza y la imagen del abogado no debe
quedar deteriorada ante el cliente. El respeto que el abogado le merece al cliente está influido
por la conducta aceptable o por el comportamiento objetable del profesional.
El artículo 15 del Código de Ética del Abogado, establece que el secreto profesional constituye
a la vez un deber de cuyo cumplimiento ni ellos mismos pueden eximirse; es un derecho
con respecto a los jueces, pues no podría escuchar expresiones confidenciales si supiese que
podía ser obligado a revelarlas. Y llamado el profesional en derecho a declarar como testigo,
debe concurrir a la citación; pero procediendo con absoluta independencia de criterio, deberá
negarse a contestar aquellas preguntas cuya respuesta, a su juicio, sea susceptible de violar el
secreto profesional.
En el artículo 16 del referido Código, se establece que la obligación del secreto se extiende a
las confidencias efectuadas por terceros al profesional en derecho en razón de su ministerio.
Por eso debe guardar reserva acerca de las conversaciones llevadas a cabo para realizar una
transacción que fracasó, y respecto de los hechos que ha conocido sólo por tal medio. El
secreto cubre también las confidencias intempestivas de los colegas.
El artículo 17 del referido Código establece que la obligación del secreto cede a las necesidades
de la defensa personal del profesional en derecho, cuando es objeto de persecuciones de su
cliente. Puede revelar entonces lo que sea indispensable para su defensa y exhibir, con el
mismo objeto los documentos que aquél le haya confiado.
El artículo 18 del supra indicado Código, establece que el abogado guardará el más riguroso
secreto profesional. Este deber fundamental subsiste íntegramente después de que el abogado
ha dejado de prestarle sus servicios al cliente. El abogado tiene el derecho de negarse a
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Deontología jurídica
testificar contra su cliente y podrá abstenerse de contestar cualquier pregunta que envolviese la
revelación del secreto o la violación de las confidencias que le hiciere su cliente.
El artículo 19 del citado Código, estipula que el deber de guardar el secreto profesional se
extiende a las confidencias hechas por terceros al abogado en razón de su ministerio, y a las
derivadas de las conversaciones necesarias para llegar a un arreglo que no se efectuó. El secreto
debe comprender también las confidencias de los colegas.
El artículo 20 del supra indicado Código, establece que el abogado que fuere acusado
judicialmente por su cliente, estará dispensado de la obligación de guardar el secreto profesional
en los límites necesarios e indispensables para su propia defensa.
El artículo 11 de la Ley No. 821 establece la obligatoriedad del uso de toga y birrete para el
abogado, con la siguientes especificaciones: La toga será de alpaca o seda negra lisa con un
cuello cuadrado en la espalda, de 20 pulgadas de largo por 17 pulgadas de ancho y que se
continúa en la parte delantera de cada lado de la abertura del frente con una franja de 7 pulgadas
de ancho hasta el ruedo y unida al borde de la toga. El cuello y estas franjas serán de tela negra,
lisa, brillantes y forrados. La toga será lisa excepto el paño de atrás que será tachonado a partir
de la cintura. Las mangas serán tachonadas en el hombro y con una bocamanga de 6 pulgadas
de ancho, y de la misma calidad de la tela del cuello y de las franjas.
Para los abogados, la bocamanga será negra. El birrete será hexagonal, de color negro y
confeccionado en el mismo material del cuello de la toga, y deberá llevar una borla blanca.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
17-El Notario
La función del notario está vinculada de manera esencial a la legalización de firmas y huellas y
la instrumentación de actos auténticos. En doctrina se habla de que el notario solo da fe de las
firmas puestas en un acto bajo firma privada, y no de su contenido, y que es responsable del
contenido del acto auténtico. Entiendo que este podría comprometer su responsbildad civil
o penal en el primer caso, cuando asesora a las partes en una negociacion jurídica, y de ahí se
deriva algún tipo de fraude que causa un perjuicio a su cliente, y en el segundo caso, podría
comprometer su responsabilidad civil, si instrumenta de manera inadecuada el acto y luego
pierde su fuerza ejecutoria, y esto acarrea algún tipo de perjuicio para el cliente.
El notario puede comprometer su responsabilidad civil, cuando actúa con negiligencia frente
a su cliente o cuando le causa un daño con intención dolosa, prestándose a fraude o engaño, o
cuando desconoce algunos asuntos elementales de su ejercicio profesional. Todo dependerá de
si el daño producido ha sido con intención o no, porque de ahí dependerá si la responsabilidad
civil es cuasi delictual o delictual. Recordemos que hay actuaciones dolosas de los notarios
que pueden caer en el campo penal, por consiguiente si se determia que este es penalmente
responsable, su responsabilidad civil también podría quedar seriamente comprometida.
De conformida con el artículo 54 de la Ley No. 140 15 del notariado, e incluye el Colegio de
Notarios, los notarios son civilmente responsables de los daños y perjuicios que ocasionen
con motivo del ejercicio de la función notarial, siempre que sean la consecuencia directa e
inmediata de su intervención.
18-Los alguaciles
Los alguaciles son oficiales ministeriales con la facultad para notificar actos judiciales y
extrajudiciales. Los judiciales son los que emanan de los tribunales y los extrajudiciales son los
que emanan de las partes.
Estos auxiliares de la justicia deben hacer su trabajo apegados a la ley y a la ética, por lo que
en las relaciones con sus clientes normalmente asumen una obligación de resultado, donde
comprometen a realizar una actuación en el tiempo y forma requerido. Si no cumplen con esto
sin causa justificada, podrían comprometer su responsabilidad civil.
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Deontología jurídica
A veces afirman haberse trasladado a domicilios que realmente no han visitado, y esto podría
causar perjuicios a su cliente o a terceras personas. La responsabilidad civil en que estos pueden
incurrir es cuasi delictual o delictual, todo depende si han producido el daño con intención o
no. También son pasibles de sanciones disciplinarias por parte del Consejo del Poder Judicial.
El artículo 83 de la Ley No. 821 sobre Organización Judicial dominicana, establece que los
alguaciles no pueden negarse a hacer ningún acto de su competencia sin excusa legal, bajo pena
de destitución.
19-Los agrimensores.
Estos deben manejarse con la debida imparcialidad y discrecionalidad cuando son designados
como peritos por el tribunal, o cuando son contratados por los particulares para realizar
comprobaciones técnicas de áreas.
De conformidad con el artículo 109 la ley No. 821, (Mod. por la Ley No. 46, del 19 de julio
de 1963) antes mencionada, en cada Distrito Judicial habrá médicos legistas que el servicio
requiera, los cuales serán nombrados por el Poder Ejecutivo.
El artículo 111 de la citada ley, prevé que los médicos legistas prestarán juramento por ante
el juzgado de Primera Instancia, y según lo previsto por el artículo 112 están obligados a dar
a las autoridades judiciales los informes facultativos que les pidan en caso de investigación
judicial, así como acudir al llamamiento de la Policía Judicial para las comprobaciones o la
asistencia necesarias en caso de crímenes o delitos, o de accidentes que puedan dar motivo a
persecución judicial.
Los médicos legistas están en el deber de expedir certificados médicos para fines de ser
presentados ante la justicia como medios de pruebas. Estos deben manejarse con la debida
imparcialidad, honestidad y discrecionalidad al momento de emitir su dictamen. No deben
prestarse para emitir certificaciones sin haber examinado o visto al paciente.
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UNIDAD IV. EL ABOGADO Y OTROS AUXILIARES DE LA JUSTICIA
Deben actuar con absoluta independencia, y no actuar por presiones del Ministerio Público
o de cualquier otra autoridad pública o de persona privada para favorecer o perjudicar a otra
persona.
El psicólogo forense es el encargado de recordar al juez que no existen delitos, sino delincuentes,
que no se está juzgando un expediente, sino a un ser humano. El Psicólogo debe cooperar
para recuperar a la persona y puntualizar su calidad humana, evitar que sea sólo un nombre, un
número, un expediente, un artículo del Código Penal. El psicólogo forense es un importante
auxiliar en la justicia, cooperando con el juzgador en la comprensión del acusado.
En el juicio, la parcialidad de las partes no implica la parcialidad de los peritos. El perito está
fuera del duelo judicial, el hecho de ser presentado como perito de la defensa no significa que
sólo actuará sobre los elementos que sirvan para la absolución, o viceversa. Como perito de la
parte acusadora no buscará sólo los elementos acusatorios. El hacer un peritaje parcial debe
considerarse un grave atentado a la ética profesional, que además es sancionado de diversas
maneras, incluyendo la penal.
El psicólogo es consciente de que existe la posibilidad de error judicial, que consiste en condenar
a un inocente o absolver a un culpable. Es desde luego, más grave condenar a un inocente y
someterlo al trauma de condenarlo injustamente, después de la vergüenza de ser acusado en
un proceso y pasar por los interrogatorios, la policía, los periodistas, las fotos, la difamación
pública, los sobrenombres humillantes, etc. Es, pues, enorme responsabilidad del psicólogo
jurídico y forense. El procesado es un hombre con historia con pasado, presente y futuro, que
se está jugando su porvenir, su libertad, sus bienes, su honor, su familia, y en ocasiones hasta
la vida; por lo que no se debería despersonalizarlo, dejarlo como un expediente, en un simple
tipo del Código Penal.
Al psicólogo debe prepararse para ser imparcial, objetivo y profesional, sin perder de vista la
parte humana, que es la materia prima con la que se trabaja, tratando de llegar a un equilibrio
lo más sano posible.
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Deontología jurídica
Es deber del psicólogo forense guarda el secreto profesional. El sujeto en estudio (acusado,
testigo o víctima) debe estar informado de los alcances y objetivos del estudio. La información
resultante sólo se dará a la autoridad solicitante (abogado, ministerio público, juez) y no a la
contraparte y mucho menos a la prensa o a terceros. Utilizar sólo la información que tiene que
ver directamente con el caso. Se debe guardar discreción en todo lo que no sea relevante.
Circunstancias en las que se puede romper el secreto profesional: a) Consentimiento del sujeto.
b) Evitar la comisión de un delito. c) Evitar un daño grave e irreparable a un tercero. d) Por
el bien mayor del mismo sujeto. e) Cuando el psicólogo sea expuesto a un daño grave, de no
revelar el secreto. f) Al consultar por necesidad u obligación a otro especialista.
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Resumen de la Unidad IV
La profesión de abogado es la función social ejercida por los conocedores de las leyes y el
derecho. El abogado, de manera habitual, postula en los estrados de los tribunales en defensa
de asuntos en los que están en juego los intereses, la libertad y el sosiego de su cliente,
interpretando las leyes y estudiando los procedimientos.
El jurista tiene como una de sus principales misiones, la de configurar los perfiles dando
rigidez expresiva, a las formas societarias. Su rol fundamental se orienta hacia la comunidad.
Es por eso que el jurista no dispone de una auto orientación, al jurista lo orienta siempre su
colectividad.
Hay otros auxiliares de la justicia que también deben tener un ejercicio ético frente a sus
clientes, porque manejan asuntos muy delicados como es el caso de los notarios, que como
oficial público debe manejarse acorde con los principios deontológicos que le impone la ley
del notariado; de lo contrario podrían ser juzgados disciplinariamente.
Otros auxiliares no menos importantes son los médicos legistas, y los psicólogos, los cuáles
manejan asuntos muy delicados y confidenciales de los usuarios del sistema de justicia, y que
están llamados a mantener los asuntos de los cuáles ellos llegan a tener conocimiento en
ocasión del servicio que brindan.
RESUMEN
Actividades complementarias Unidad IV
1-V. F. El abogado siempre debe tener una conducta intachable tanto en su ejercicio profesional
como en su vida privada.
2-V. F. La tarea de un abogado privado consiste en asesorar a su cliente en relación con una
situación determinada.
3-V. F. El abogado siempre debe dirigirse al tribunal con respeto y moderación.
4- V. F Los médicos legistas, psicólogos y secretarios tienen facultad para revelar las
informaciones recibidas por ellos en el ejercicio de sus funciones sin el consentimiento del
usuario.
5- V. F. Contraviene la ética el abogado que asume un caso, a sabiendas de que no tiene la
pericia para manejarlo.
3-El buscar la solución al conflicto al margen del litigio, es una función del abogado:
a-Litigante.
b-Asesor de litigio.
c-Consejero del litigio
d-Mediador
4-La puntualidad en el abogado consiste en:
Sus argumentos deben ser siempre amplios
Solo responder a los puntos controvertidos
Responder todos los aspectos aún no guarden relación con el caso concreto.
Solo argumentar los asuntos expuestos por el Ministerio Público.