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Teoria 4. Crecimiento Microbiano
Teoria 4. Crecimiento Microbiano
CAPÍTULO 4
CRECIMIENTO MICROBIANO
1. EL CONCEPTO DE CRECIMIENTO MICROBIANO
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Cap. 4. CRECIMIENTO MICROBIANO ______________________________________
proceso complejo y parece estar íntimamente relacionado con sucesos que ocurren durante la
replicación del cromosoma.
DNA
Replicación
Del DNA
Elongación de
la célula
Formación
Una Generación
del septo
Terminación
del
septo con
formación de
paredes bien
diferenciadas
Separación
celular
Figura 4.1. Proceso general de la fisión binaria en un procariota con forma de bacilo. Para
simplificar, el núcleo (ó nucleoide) se representa como un círculo sencillo en verde.
Las proteínas Fts forman en la célula un aparato de división que se llama divisoma, cuya
formación comienza con la unión de moléculas de FtsZ formando un anillo alrededor del cilindro
celular hacia el centro de la célula (Figura 4.2). Esta área define el plano de división celular. Las
moléculas de FtsZ polimerizan hasta formar un anillo continuo que luego atrae a otras proteínas
FtsZ. Se piensa que el divisoma también contiene proteínas implicadas en la síntesis de
peptidoglicano. Las actividades del divisoma con relación a cómo ocurre realmente la división
celular es un área de investigación muy activa. El divisoma parece dirigir la síntesis de nuevos
materiales de membrana y de pared celular en las dos direcciones hasta que la célula alcanza
aproximadamente el doble de su longitud original; a continuación ocurre una constricción para
formar las dos células hijas como se indica en la (Figura 4.2).
La replicación del DNA ocurre antes de que se forme el anillo de FtsZ. El cese de la síntesis
de DNA parece ser la señal para la formación del anillo, y esta estructura aparece precisamente en
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el espacio situado entre los dos nucleoides duplicados. La localización del punto medio real
parece debida a una serie de proteínas llamadas Min, especialmente a MinE, que de algún modo
interacciona con los nucleoides duplicados. En cualquier caso, a medida que progresa la
elongación celular, las dos copias del cromosoma se separan y cada uno termina en una célula
producto. Cuando ocurre la constricción, el anillo de FtsZ comienza a despolimerizarse y se
dispara hacia el interior de esa zona la síntesis de los materiales de la pared celular que
eventualmente llegan a sellar la región de unión de una célula con otra. La proteína FtsZ tiene
actividad enzimática y es capaz de hidrolizar guanosina trifosfato (GTT) liberando energía. Parece
probable que esta energía sea la responsable de la polimerización y despolimerización de FtsZ, y
la formación y destrucción del anillo correspondiente (Figura 4.2).
Por tanto, las proteínas Fts constituyen un engranaje clave en el proceso de división
celular en procariotas. Existe un gran interés en comprender la división celular bacteriana a nivel
molecular, no sólo por motivos de investigación básica sino también porque tal conocimiento
puede conducir al desarrollo de nuevos compuestos dirigidos a puntos específicos del proceso.
Como en el caso de la penicilina, un antibiótico que interfiere la síntesis de la pared celular
bacteriana; o ciertos compuestos capaces de bloquear la división, podrían tener efectos selectivos
sobre bacterias patógenas sin afectar a los humanos o a los animales, que carecen de proteínas
Fts.
Figura 4.2. El anillo FtsZ y la división celular. (a) Corte de un bacilo mostrando el anillo de las
moléculas de FtsZ alrededor del plano de división. (b) Aparición y degradación del anillo FtsZ
durante el ciclo celular de Escherichia coli. Microscopia: fila superior, contraste de fases;
segunda fila, tinción del nucleoide; tercera fila, células teñidas con un reactivo específico para
FtsZ; cuarta fila, tinción combinada del nucleoide y FtsZ. Procesos de división celular: primera
columna, anillo FtsZ aún sin formar; segunda columna, aparición del anillo FtsZ cuando el
nucleoide inicia la segregación; tercera columna, anillo FtsZ completo durante la elongación;
cuarta columna, degradación del anillo FysZ y división celular. La barra en la foto superior
izquierda, 1 μm.
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Aunque las proteínas FtsZ tienen un papel importante en la división, cabe preguntarse
qué factor o factores determinan la forma de una célula procariótica. Durante muchos años se
pensó que el peptidoglicano se sintetizaba de tal modo que definía, o al menos participaba, en el
establecimiento de la morfología celular. Ahora parece claro que en procariotas existen proteínas
específicas implicadas en este proceso. Tales proteínas muestran una homología significativa con
la proteína actina, componente fundamental del citoesqueleto de las células eucarióticas.
Curiosamente, las bacterias con forma de coco carecen de proteínas MreB y de los genes
que las codifican. Esto sugiere que “por defecto” la forma de una bacteria es la esférica y que las
variaciones en la disposición de los filamentos MreB en las células no cocoides determinan la
forma bacilar y otras morfologías celulares típicas de varios procariotas. Por tanto, con FtsZ y
MreB, la célula procariótica posee proteínas estructuralmente similares a la tubulina y a la
actina, respectivamente, que son las proteínas involucradas en la división celular y en el
andamiaje interno de las células eucarióticas. Es notable observar cómo las soluciones biológicas a
estos procesos clave en las células eucarióticas tiene sus raíces evolutivas en las células
procarióticas.
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Figura 4.3. Representación del crecimiento bacteriano, en el cual se duplica con cada
generación de modo exponencial.
En la Figura 4.3 y 4.4 se representa un experimento de crecimiento iniciado con una sola
célula que tiene un tiempo de generación de 30 minutos. Este modelo de incremento de la
población, en el que en cada periodo fijo de tiempo se duplica el número de células, se denomina
crecimiento exponencial. Cuando en un sistema de coordenadas se representa aritméticamente
el número de células de un experimento en función del tiempo transcurrido, se obtiene una curva
cuya pendiente aumenta constantemente (Figura 4.4). Sin embargo, es difícil obtener información
sobre el crecimiento a partir de este tipo de curvas. Si, como en la Figura 4.3 y 4.4, representamos
el número de células en una escala logarítmica (log10) y el tiempo en una escala aritmética
(resultando una gráfica semilogarítmica) obtenemos una línea recta. Esta función lineal es un
indicador inmediato de que las células están creciendo exponencialmente. Además, las gráficas
semilogarítmicas son adecuadas y simples de usar para determinar tiempos de generación a
partir de una serie de resultados. El tiempo de generación puede deducirse directamente de este
tipo de representaciones (Figuras 4.5).
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Figura 4.4. La velocidad de crecimiento de un cultivo microbiano. (a) Datos de una población
que se duplica cada 30 minutos. (b) Datos representados en escala aritmética (ordenada
izquierda) o en escala logarítmica (ordenada derecha).
Pendiente 0,05
Células / ml.
t= 6 h
n= 1
g = t/n = 6
La población se
duplica en 6 hrs.
t= 2 h La población
se duplica en
n= 1 2 hrs.
g = t/n = 2 h
Pendiente
0,15
Células / ml.
Tiempo
14
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Una característica del crecimiento exponencial es que la velocidad del aumento del
número de células es inicialmente lenta, pero se incrementa cada vez más con el tiempo. Esto
determina que en las últimas etapas el aumento del número de células sea realmente explosivo.
Por ejemplo, en el experimento de la Figura 4.4, durante los primeros 30 minutos de crecimiento
la velocidad de producción de células es de una célula cada 30 minutos. Sin embargo, entre las 4 y
4,5 horas de crecimiento, la velocidad de producción de células es considerablemente mayor, 256
células cada 30 minutos (Figura 4.4). Una consecuencia práctica del crecimiento exponencial es
que cuando un producto no estéril, como la leche, se deja en condiciones que permiten el
crecimiento microbiano unas cuantas horas, durante las primeras fases del crecimiento
exponencial el efecto no es muy relevante, mientras que si se deja durante el mismo tiempo en
fase exponencial tardía el resultado es desastroso para el producto.
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Fase de Aceleración. Esta constituye una fase en la cual, las células que están terminando de
adaptarse a las nuevas condiciones físico-químicas del medio de cultivo, la cual se ha dado de
modo asincrónico; estas, mas adelante empiezan a dividirse de forma gradual.
Fase de Crecimiento Exponencial (Fase log). En la fase exponencial o logarítmica las células se
encuentran en un estado de desarrollo equilibrado. Durante este estado la masa y el volumen de
las células aumentan por el mismo factor y de tal manera que la composición promedio de las
células y las concentraciones relativas de los metabolitos se mantienen constantes. Durante este
período de desarrollo en equilibrio la velocidad de aumento se puede expresar por una función
exponencial natural. Las células se dividen a una velocidad constante determinada por la
naturaleza intrínseca del microorganismo y por las condiciones del medio, las células tomadas en
el punto medio del crecimiento exponencial son a menudo las más indicadas para estudios
enzimáticos y estructurales.
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factores menos claros también ejercen un efecto nocivo sobre el cultivo, frecuentemente ocurren
todas estas situaciones. Al producirse esto, la población alcanza la fase estacionaria, que produce
una disminución de la velocidad de crecimiento.
Fase de Muerte. Si la incubación continúa después de que la población haya alcanzado la fase
estacionaria, las células pueden continuar vivas y metabólicamente activas, pero también pueden
morir. Si ocurre esto último, se dice que la población está en fase de muerte. En algunos casos la
muerte se acompaña de una lisis celular real. La Figura 4.6 indica que la fase de muerte de la
curva de crecimiento también es exponencial; no obstante, en la mayoría de los casos la
velocidad de muerte celular es mucho más lenta que la de crecimiento exponencial.
N = Ni. 2n
(1)
g = t/n
(2)
n = t/g
(3)
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N = Ni. 2t / g
(4)
g = ln 2 t
ln N – ln Ni
g = 0,69 t
ln N – ln Ni
(5)
ln N = t ln 2 + ln Ni
g
(6)
Para la fase exponencial de desarrollo la expresión (ln 2)/g es una constante. Por
consiguiente, en la ecuación podemos sustituir “µ”. La ecuación resultante:
ln N = µ t + ln Ni
(7)
µ = ln 2 = ln 0,69
g g
(8)
µ = In N — In Ni
g
(9)
donde el tiempo t es el intervalo t1 – t2, durante el cual la masa bacteriana Ni aumenta hasta
alcanzar el valor de N.
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Uno de los sistemas para cultivo continuo de uso más difundido es el quimiostato (Figura
4.7). Se trata de un aparato de sistema abierto que consiste en un frasco de cultivo en el cual se
mantiene la población de microorganismos en un tamaño constante por medio de una dilución
continua. Esto se logra por el ingreso de medio nutritivo nuevo en el frasco de cultivo a una
velocidad definida y constante, con un egreso simultáneo por desborde de un volumen igual de la
suspensión bacteriana. En el quimiostato el factor más importante que controla el desarrollo de
los microorganismos es la velocidad con la cual el medio nuevo se agrega al cultivo. La relación
de la velocidad a la cual el medio nuevo se agrega al cultivo (f), con el volumen operativo del
cultivo (V), es lo que se denomina “Índice de Dilución” (D).
D = f/V
(10)
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dN = µN - f
dt V
(11)
luego:
dN = µN - DN
dt
(12)
dN = 0
dt
(13)
y que
µ = D
(14)
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d N = µ (c) N – D
dt
(15)
dN = 0
µ (c) = D
(16)
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Temperaturas cardinales
La temperatura ejerce dos tipos de efectos opuestos sobre los organismos vivos. A
medida que se eleva la temperatura, las reacciones químicas y enzimáticas de la célula son más
rápidas y el crecimiento se acelera. Sin embargo, por encima de una cierta temperatura algunas
proteínas particulares pueden sufrir daños irreversibles. En consecuencia, dentro de un cierto
margen, un aumento de temperatura supone un incremento en el crecimiento y en el
metabolismo hasta un punto en que tienen lugar las reacciones de inactivación. Por encima de tal
punto, las reacciones celulares caen rápidamente a cero. Así, para cada organismo existe una
temperatura mínima por debajo de la cual no es posible el crecimiento, una temperatura óptima
a la que se produce el crecimiento más rápido, y una temperatura máxima por encima de la cual
no es posible el crecimiento (Figura 4.8). La temperatura óptima está siempre más cerca de la
máxima que de la mínima. Estas tres temperaturas, que se llaman temperaturas cardinales o
fundamentales, generalmente son características de cada tipo de organismo, pero no son
completamente fijas, pues pueden ser ligeramente modificadas por otros factores del ambiente,
en particular por la composición del medio.
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Si bien existe todo un espectro continuo entre los microorganimos, desde los que tienen
su temperatura óptima a temperaturas muy bajas hasta los que la tienen a temperatura alta, se
pueden distinguir cuatro grupos de microorganismos con relación a su temperatura óptima:
psicrófilos, con temperaturas óptimas bajas; mesófilos, con temperaturas óptimas moderadas;
termófilos, con altas temperaturas óptimas; e hipertermófilos, con temperaturas óptimas muy
elevadas (Figura 4.9). Los mesófilos se encuentran en animales de sangre caliente y en medios
acuáticos y terrestres de latitudes templadas y tropicales. Los psicrófilos y los termófilos se
encuentran en ambientes muy fríos o calientes, respectivamente. Los hipertermófilos son típicos
de ambientes concretos extremadamente calientes como fuentes termales, géisers y fuentes
hidrotermales submarinas.
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Ambientes Fríos
Gran parte de la superficie terrestre experimenta bajas temperaturas. Los océanos, que
representan más de la mitad de la superficie terrestre, tienen una temperatura media de 5°C y las
profundidades marinas tienen temperaturas constantes de 1-3°C. En el Ártico y en el Antártico
hay vastas áreas permanentemente congeladas, o que se descongelan sólo algunas semanas al
año. Estos ambientes fríos raramente son estériles y se encuentran microorganismos vivos
creciendo a cualquier temperatura baja en la que aún exista agua líquida. Incluso en muchos
materiales congelados existen normalmente pequeñas zonas microscópicas agua líquida donde
los microorganismos pueden metabolizar y crecer. Es importante distinguir entre los ambientes
que son fríos a lo largo del año y aquellos que son fríos solamente en el invierno. Los últimos son
característicos de climas continentales templados y pueden tener temperaturas estivales tan altas
como 40°C y temperaturas invernales -20°C o más frías. Tales ambientes altamente variables
mucho menos favorables para los organismos adaptado al frío que los ambientes que están
constantemente fríos, como los que se encuentran en las regiones polares, a elevadas alturas, o
en las profundidades oceánicas.
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Un psicrófilo puede definirse como un organismo que tiene una temperatura óptima
crecimiento de 15°C o inferior, una temperatura máxima de crecimiento por debajo de 20°C y una
temperatura mínima de crecimiento de 0°C o más baja. Los organismos crecen a 0°C pero tienen
temperaturas óptimas de 20-40°C se llaman psicrotolerantes.
Entre los psicrófilos mejor estudiados están las algas, que crecen en masas densas entre o
bajo el hielo de las regiones polares. Las algas psicrófilas se observan a menudo sobre la superficie
de zonas nevadas y glaciares en número tan elevado que prestan un color rojo o verde a la
superficie. El alga de las nieves más común es Chlamydomonas nivalis, cuyas esporas de color
rojo brillante son las responsables de la ocasional tonalidad rojiza de la nieve. Esta alga verde
crece dentro de la nieve como células vegetativas con pigmentación verdosa y luego esporula;
cuando la nieve se derrite, la erosión y la vaporización facilitan que las esporas se concentren en
la superficie. Estas algas se ven más frecuentemente en campos de nieve permanente que se
derriten en el verano y son bastante comunes en áreas soleadas y secas, ya que en zonas más
lluviosas son lavadas de los campos de nieve. Además de las algas de las nieves, se conocen
bacterias psicrófilas quimioorganotrofas, muchas de las cuales proceden del Antártico. Algunas de
éstas tienen la temperatura máxima menor de crecimiento de todos los microorganismos
conocidos.
Los microorganismos psicrotolerantes tienen una distribución mucho más amplia que los
psicrófilos, y se pueden aislar de suelos y aguas en climas templados así como de carnes, leche y
productos derivados, sidra, vegetales y fruta almacenada bajo refrigeración (4°C). Como se ha
señalado, los psicrotolerantes crecen mejor a temperaturas entre 20-40°C. Como los ambientes
templados se calientan en verano, no se pueden desarrollar en ellos los psicrófilos, que son
sensibles al calor, y el calentamiento representa una fuerza selectiva que favorece a las especies
de psicrotolerantes y excluye a las formas psicrófilas. Debe señalarse que aunque los
psicrotolerantes son capaces de crecer a 0°C, no crecen muy bien a esa temperatura y, a veces,
deben esperarse varias semanas antes de que se pueda apreciar el crecimiento de colonias en
medios de cultivo. Varios géneros de Bacteria, hongos, algas y protozoos tienen representantes
que son psicrotolerantes.
Estos grupos microbianos producen enzimas que funcionan óptimamente en frío y que
con frecuencia se desnaturalizan o inactivan incluso a temperaturas muy moderadas. Las bases
moleculares de este hecho no se conocen por completo, pero se ha observado que en general, las
enzimas activas en frío poseen mayor cantidad de hélices-α y menor cantidad de hojas-β en su
estructura secundaria, que las enzimas que son inactivas en frío. La disposición en hoja-β tiende a
ser una estructura más rígida, y la mayor cantidad de hélices-α en las enzimas activas en frío
puede permitir a estas proteínas mayor flexibilidad en esas condiciones. Las enzimas activas en
frío también tienden a tener más aminoácidos polares y menos aminoácidos hidrofóbicos que
las enzimas presentes en mesófilos y termófilos, lo que puede servir igualmente de ayuda para
mantener la proteína flexible y enzimáticamente activa a bajas temperaturas.
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Diversos estudios sobre la composición de las membranas en los psicrófilos han puesto de
manifiesto que tienen un mayor contenido en ácidos grasos no saturados, lo que facilita el
estado semifluido de las membranas a baja temperatura (las membranas compuestas
fundamentalmente de ácidos grasos saturados se vuelven céreas y no funcionales a esas
temperaturas). Los lípidos de algunas bacterias psicrófilas también contienen ácidos grasos
poliinsaturados e hidrocarburos de cadena larga con muchos enlaces dobles. A este respecto, en
los lípidos de algunas bacterias del Antártico se ha identificado un hidrocarburo con nueve dobles
enlaces (C31.9), y la bacteria Psycroflexus contiene ácidos grasos con 4 y 5 dobles enlaces.
Congelación
Otros grupos microbianos crece bien en ambientes con elevada temperatura, incluso en el
agua hirviendo. Por encima de 65°C sólo viven las formas procariótícas de vida, pero en esas
condiciones existe una enorme diversidad de microorganismos pertenecientes a Bacteria y
Archaea. Consideraremos algunos de estos ambientes calientes y sus formas microbianas de vida.
Recordemos que los microorganismos cuya temperatura óptima está por encima de 45°C
se llaman termófilos; y que aquéllos cuya temperatura óptima está por encima de 80°C son los
hipertermófilos. En la naturaleza, temperaturas tan altas sólo se encuentran en algunas áreas
muy restringidas. Por ejemplo, en suelos muy expuestos a la luz solar se alcanzan a mediodía
temperaturas superiores a 50°C, e incluso se puede llegar a los 70°C, aunque en unos pocos
centímetros por debajo de la superficie la temperatura es mucho más baja. Los materiales en
fermentación como los acúmulos de abono y los ensilados, pueden alcanzar fácilmente
temperaturas de 60-65°C. No obstante, en la naturaleza los ambientes extremos más extensos y
con temperaturas más altas están asociados a fenómenos volcánicos.
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Muchas fuentes termales tienen el agua en el punto ebullición a una altitud dada (92-93°C
en Yellowstone, 99-100°C en localidades más próximas al nivel del mar). En fuentes termales en
ebullición, hay una gran variedad de hipertermófilos típicos. El crecimiento de estos organismos
puede estudiarse mediante la inmersión de portaobjetos (para microscopía) en la fuente y su
extracción al cabo de unos días. El examen microscópico de los portaobjetos pone de manifiesto
colonias de procariotas que se desarrollan a partir de bacterias aisladas que se adhieren y crecen
sobre la superficie del vidrio.
Los estudios ecológicos de estos organismos que viven en fuentes termales en ebullición
demuestran que las velocidades de crecimiento son notablemente rápidas y con tiempos de
generación inferiores a 1 hora. Se han obtenido cultivos de muchos de estos procariotas y existen
muchos tipos morfológicos y fisiológicos. Los estudios filogenéticos basados en la secuenciación
del RNA ribosómico han revelado u gran diversidad evolutiva entre estos hipertermófilos, como
varias Bacteria y especialmente Archaea. Algunos de estos hipertermófilos presentan
temperaturas óptimas superiores a 100°C y, por tanto, en el laboratorio se cultivan en cámaras
presurizadas que permiten alcanzar temperaturas superiores al punto de ebullición.
Termófilos
¿Cómo pueden crecer los termófilos y los hipertermofilos a tan altas temperaturas? En primer
lugar, sus enzimas y otras proteínas son mucho más estables a la temperatura que las de los
mesófilos; y el funcionamiento de sus macromoléculas es óptimo a altas temperaturas. ¿Cómo
logran esta estabilidad al calor? Sorprendentemente, los estudios de varias enzimas
termoestables indican que a menudo su secuencia difiere en muy pocos aminoácidos de la de
una enzima que cataliza la misma reacción en un mesófilo. Parece ser que la sustitución de un
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aminoácido crítico en uno o en unos pocos sitios en la enzima, hace que se pliegue de tal modo
que hace que sea termoestable. La termoestabilidad de las proteínas en los hipertermófilos
también se debe a un aumento en el número de pares iónicos presentes (enlaces iónicos entre
las cargas positivas y negativas de varios aminoácidos) y al denso empaquetamiento del interior
altamente hidrofóbico de las proteínas, lo que hace que resistan la desnaturalización en el
ambiente acuoso del citoplasma. Por último, los hipertermófilos producen ciertos solutos en
cantidades significativas, como el di-inositol fosfato, diglicerol fosfato y manosilglicerato, y
ayudan a estabilizar las proteínas evitando su degradación térmica.
Estos grupos microbianos, los termófilos e hipertermófilos son interesantes por algo más
que por razones de biología fundamental. Ellos ofrecen importantes ventajas en procesos
industriales y biotecnológicos, muchos de los cuales funcionan más rápida y más eficazmente a
altas temperaturas. Las enzimas de los termófilos y de los hipertermófilos son capaces de
catalizar reacciones a temperaturas elevadas y, por ser más estables que las de los mesófilos, la
vida media de estas preparaciones enzimáticas es más prolongada. Un ejemplo práctico de
enzima termorresistente y de gran importancia aplicada es la DNA polimerasa aislada del
termófilo Thermus aquaticus. Esta enzima, conocida como “Taq polimerasa”, se usa para la
automatización de los pasos repetitivos que tienen lugar en la reacción en cadena de la
polimerasa (PCR, del inglés Polymerase Chain Reaction), una técnica muy importante para la
amplificación de secuencias específicas de DNA. Se conocen otras utilidades de las enzimas
termorresistentes y de otros productos celulares termoestables que están siendo desarrolladas
para aplicaciones industriales.
pH y CRECIMIENTO MICROBIANO
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Otra situación interesante que se plantea para los alcalófilos, son los problemas
bioenergéticos que plantean al vivir a pH tan alto. Por ejemplo, ¿cómo pueden originar una
fuerza motriz de protones cuando la superficie externa de la membrana es tan alcalina?. Los
estudios realizados con especies alcalófilas de Bacillus ha puesto de manifiesto que, en vez de la
habitual fuerza motriz de protones, es un gradiente de Na+ el que suministra la energía para el
transporte y la movilidad, pero que también se genera una fuerza motriz de protones responsable
de la síntesis respiratoria de ATP. Cómo ocurre exactamente es aún un problema interesante por
resolver en la investigación actual de la alcalifilia.
pH intracelular
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Figura 4.10. La escala de pH. Nótese que aunque algunos microorganismos pueden vivir a pH muy
alto o muy bajo, el pH intracelular permanece próximo a la neutralidad.
Tampones
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debe a que las sustancias disueltas tienen una cierta afinidad por el agua que hace que el agua
asociada a los solutos no esté disponible para los organismos.
El agua difunde desde una región con una alta concentración de agua (baja concentración
de solutos) hasta una región con menor concentración de agua (mayor concentración de solutos)
por el proceso denominado ósmosis. En la mayoría de los casos, el citoplasma de una célula tiene
una concentración de solutos mayor que el medio, por lo que el agua tiende a entrar dentro de
la célula, diciéndose entonces que existe un balance de agua positivo. Sin embargo, cuando una
célula está en un medio con baja actividad de agua, existe una tendencia del agua a salir de la
célula.
En la naturaleza, los efectos osmóticos tienen interés principalmente en hábitat con altas
concentraciones de sales. El agua de mar contiene aproximadamente un 3% de NaCl además de
pequeñas cantidades de otros minerales y elementos. Los microorganismos marinos
generalmente tienen una dependencia específica del ion sodio además de tener un crecimiento
óptimo al valor de actividad de agua propio del agua de mar (Figura 4.11). Tales microorganismos
se llaman halófilos. El crecimiento de los halófilos requiere al menos algo de NaCl, pero el óptimo
varía con el organismo; así, se usan los términos halófilos discretos y halófilos moderados, para
describir a los halófilos con requerimientos bajos (1-6%) y moderados (6-15%) de NaC1,
respectivamente (Figura 4.11).
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Figura 4.11. Efecto de la concentración del ion sodio sobre el crecimiento de microorganismos
con diferentes tolerancias o requerimientos de sal. La concentración de NaCI óptima para
microorganismos marinos como V. fischeri es de alrededor del 3%; para halófilos extremos
está entre el 15 y el 30% dependiendo del organismo.
Solutos compatibles
Los cocos Gram positivos del género Staphylococcus son muy halotolerantes (de hecho,
un procedimiento habitual para aislarlos se basa en usar medios que contienen un 7,5% de NaCl),
y estos organismos utilizan el aminoácido prolina como soluto compatible. La glicina betaína es
un derivado del aminoácido glicina, en el que los protones del grupo amino se han sustituido por
tres grupos metilo; esto deja una carga positiva permanente en el átomo de nitrógeno que
aumenta la solubilidad de la sustancia. La glicina betaína está ampliamente distribuida como
soluto compatible, especialmente entre Bacteria halófilas y cianobacterias. Algunas bacterias
halófilas extremas producen otro soluto compatible llamado ectoína, un derivado cíclico del
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aminoácido aspartato. Las algas marinas producen una gran variedad de glicósidos pero, con
raras excepciones, sólo los acumulan en baja cantidad porque no suelen ser muy halófilas. Las
levaduras xerófilas y las algas verdes halófilas producen principalmente glicerol como soluto
compatible. A continuación se presenta unos solutos compatible cuyas estructuras aparecen en la
Figura 4.12.
Como los humanos tienen necesidad absoluta de oxígeno molecular (02) para vivir, resulta
fácil suponer que todas las formas de vida requieren también 02. Sin embargo, esto no es cierto y
muchos microorganismos pueden (y algunos deben) vivir en ausencia total de 02 (Figura 4.13). El
oxígeno es poco soluble en agua y puede consumirse rápidamente debido a las actividades
respiratorias de los microorganismos en los hábitat acuáticos y húmedos (especialmente cuando
contienen abundancia de materia orgánica). Por ello, existen en nuestro planeta abundantes
hábitat microbianos anóxicos (libres de 02), como los fangos y otros sedimentos, pantanos y
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ciénagas, suelos forestales inundados, tracto intestinal de los animales, sedimentos de las aguas
residuales, zonas profundas de la subcorteza terrestre y muchos otros ambientes. En estos hábitat
anóxicos proliferan microorganismos, particularmente procarióticos (Figura 4.14).
Los microorganismos son muy variados en cuanto a la necesidad o tolerancia del oxígeno
y se pueden dividir en varios grupos dependiendo del efecto del oxígeno. Los aerobios son
especies capaces de crecer a tensiones de oxígeno normales (el 21% del aire es 02) y muchos,
incluso, pueden tolerar concentraciones más elevadas de oxígeno (oxígeno hiperbárico). Los
microaerófilos, por el contrario, son aerobios que pueden usar el 02 sólo cuando está presente a
niveles más bajos que en el aire, normalmente a causa de su limitada capacidad para respirar o
porque contienen alguna molécula sensible al oxígeno, como por ejemplo alguna enzima lábil en
presencia de oxígeno (Figura 4.14). Muchos aerobios son facultativos, lo que significa que en
condiciones nutritivas y de cultivo apropiadas pueden crecer tanto en condiciones aeróbicas
como anaeróbicas.
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Para los organismos que no son demasiado sensibles a pequeñas cantidades de oxígeno,
llenar completamente las botellas o tubos con medio de cultivo hasta arriba y cerrar con tapones
herméticos, permite condiciones anóxicas adecuadas. También es posible añadir un compuesto
químico que sea un agente reductor capaz de reaccionar con el oxígeno y reducirlo a H20. Un
buen ejemplo es el tioglicolato, que se añade a un medio denominado caldo de tioglicolato y
normalmente se usa para ver cuáles son los requerimientos de 02 de un organismo (Figura 4.14).
Después de que el tioglicolato reacciona con el oxígeno a lo largo del tubo, el oxígeno atmosférico
sólo puede penetrar en la parte superior donde el medio contacta con el aire. Los aerobios
estrictos crecerán sólo en la parte superior del tubo. Los organismos facultativos crecerán por
todo el tubo, pero con preferencia en la parte superior. Los microaerófilos lo harán cerca del
extremo superior, pero no precisamente en la superficie del medio (Figura 4.14). Finalmente, los
anaerobios crecerán fundamentalmente cerca del fondo del tubo, donde el oxígeno no puede
penetrar. Es frecuente añadir al medio un colorante indicador redox como la resazurina, que
cambia de color en presencia de oxígeno y por tanto señala el grado de penetración del oxígeno
en el medio (Figura 4.14).
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Para eliminar por completo toda traza de 02 del cultivo de anaerobios, puede colocarse un
gas que reaccione con el 02 en una jarra que a su vez contenga los tubos o las placas. El dispositivo
más sencillo es la jarra de anaerobios, un contenedor con una tapadera que puede sellarse y
dentro del cual se colocan los tubos o las placas que se van a incubar (Figura 4.16). El aire del
recipiente se reemplaza luego por una mezcla de H2 y CO2, y las trazas de 02 que pudieran quedar
en el contenedor o en el medio se consumen por acción de un catalizador químico,
estableciéndose las condiciones anóxicas.
Figura 4.16. Incubación en condiciones anóxicas. Jarra anóxica. Una reacción química
producida por el sobre en el interior genera H2 + CO2. El H2 reacciona con el O2 presente en la
jarra sobre la superficie de un catalizador de paladio para formar H202. La atmósfera final
contiene N2, H2 y CO2.
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Otras formas altamente tóxicas del oxígeno son el anión superóxido O2-, el peróxido de
hidrógeno (H202) y el radical hidroxilo (0H), cada uno de los cuales se produce como un producto
lateral durante la reducción de 02 a H2O en la respiración (Figura 4.18). Además, las
flavoproteínas, quinonas, tioles, y proteínas con hierro y azufre también pueden llevar acabo la
reducción de 02 a 02-. El superóxido es muy reactivo y puede oxidar prácticamente cualquier
compuesto orgánico de la célula, como las macromoléculas. Los peróxidos como el H202 pueden
dañar los componentes celulares, pero generalmente no son tan tóxicos para la célula como el
anión superóxido o los radicales hidroxilo. Estos últimos son los más reactivos de todas las
especies tóxicas del oxígeno y pueden oxidar instantáneamente cualquier sustancia orgánica de la
célula. Sin embargo, en la mayoría de las células, los radicales hidroxilo son sólo formas
transitorias, porque la fuente principal de OH son las radiaciones ionizantes a las que las células
normalmente no se encuentran expuestas. También se pueden formar pequeñas cantidades de
0H. a partir de H202 (Figura 4.18), pero como los peróxidos no se acumulan en la célula (debido a
la acción de la catalasa que consideraremos más tarde) esta fuente de radicales hidroxilo
prácticamente se elimina. Más adelante veremos que algunas células del sistema inmunitario de
los animales pueden producir varias especies tóxicas de oxígeno y utilizarlas para destruir a los
invasores microbianos.
Figura 4.18. Reducción del 02 hasta agua por la adición secuencial de cuatro electrones. Los
intermediarios que se forman son reactivos y tóxicos para la célula.
Con tantas formas tóxicas derivadas del oxígeno, no resulta sorprendente que los
organismos hayan desarrollado enzimas para destruir estos productos tóxicos (Figura 4.19). La
enzima más común de este grupo es la catalasa, que ataca al peróxido de hidrógeno y cuya
actividad se esquematiza en la (Figura 4.19 y 4.20). Otra enzima que destruye el peróxido de
hidrógeno es la peroxidasa (Figura 4.19b); difiere de la catalasa en que requiere un reductor,
normalmente NADH, para originar H20 como producto. El superóxido es destruido por la enzima
superóxido dismutasa (SOD) (Figura 4.19c), que combina dos moléculas de superóxido para
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formar una molécula de peróxido de hidrógeno y una molécula de oxígeno. Por tanto, la función
conjunta de la superóxido dismutasa y de la catalasa puede convertir otra vez el superóxido en
oxígeno (Figura 4.19d).
Figura 4.19. Enzimas que destruyen especies tóxicas del oxígeno. Las catalasas (a) y las
peroxidasas (b) son proteínas que contienen por- firmas, aunque también algunas
flavoproteínas pueden consumir especies tóxicas de oxígeno. (c) Las superóxido dismutasas
son proteínas que contienen metales, fundamentalmente cobre y zinc, manganeso o hierro.
(d) Reacción combinada de la superóxido dismutasa y la catalasa. (e) La superóxido reductasa
cataliza la reducción por un electrón de a H202 utilizando citocromo C reducido como donador
de electrones.
Los aerobios y los aerobios facultativos contienen por lo general tanto superóxido
dismutasa como catalasa, aunque algunos aerobios estrictos carecen de catalasa. La superóxido
dismutasa es imprescindible en las células aeróbicas y su ausencia en los anaerobios estrictos
parece ser la causa por la que el oxígeno sea tóxico para estas células. Algunos anaerobios
aerotolerantes, como las bacterias del ácido láctico, carecen también de la superóxido dismutasa
pero usan complejos no proteicos de Mn2+ libre para lograr la dismutación de 02 a H202 y 02. Tal
reacción puede haber funcionado como una forma primitiva de superóxido dismutasa en los
organismos primigenios. Esta idea se basa en el hecho de que todas las superóxido dismutasas
conocidas contienen un cofactor metálico en sus centros activos, normalmente Mn2+, pero
también Fe2 o Cu2 y Zn2.
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