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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Alumna: Almanza Romero Xochitl Lizeth

Profesor: Enrique Villareal

Materia: Construcción Histórica en México en el Mundo ll

Fecha de entrega: 30/04/2022

INVESTIGACIÓN DE ANTONIO ORTIZ MENA


Antonio Ortiz Mena (Parral, Chihuahua; 16 de abril de 1907) fue un abogado y

economista mexicano. Estudió la primaria en el Colegio Alemán y en el Colegio

Franco-inglés; posteriormente cursó sus estudios de secundaria y el bachillerato en

la Escuela Nacional Preparatoria, de donde pasó a estudiar la carrera de Derecho

en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, la que concluyó en 1928. En ambos

planteles fue alumno de los "Siete Sabios". También realizó estudios de economía

y de filosofía en la UNAM.

Ortiz Mena fue el principal artífice de la política económica que ha sido conocida

como “el desarrollo estabilizador”, a la que definió de la siguiente manera (El

desarrollo Estabilizador, Reflexiones sobre una época): “el esquema de crecimiento

que conjuga la creación de un ahorro voluntario creciente y la adecuada asignación

de los recursos de inversión con el fin de reforzar los efectos estabilizadores de la

expansión económica en vez de los desestabilizadores que conducen a ciclos

recurrentes de inflación-devaluación.” Conforme a esa política se formuló que “el

Estado tiene la responsabilidad, conforme a las leyes básicas de la nación, de

promover y encauzar el desarrollo económico”, con el propósito de “aumentar los

salarios reales” y “mejorar la participación de los asalariados en el ingreso nacional

disponible.”

Luego de un paso exitoso por el ejercicio privado del derecho, Ortiz Mena dio inicio

a una larga trayectoria de servidor público que se volvió exclusiva a fines de esa

década, cuando cerró su despacho. Fue asesor en el Departamento del Distrito

Federal (DDF) entre 1930 y 1932; luego pasó a jefe del Departamento Jurídico del
propio DDF, asesor legal del Procurador General de la República y primer director

de profesiones de la Secretaría de Educación Pública.

Otros puestos públicos que ocupó fueron Director del Banco Nacional Hipotecario

Urbano y de Obras Públicas entre 1946 y 1952; en el siguiente periodo presidencial

1952-1958 fue director general del Instituto Mexicano del Seguro Social; durante su

administración aplicó al Seguro Social los principios de descentralización,

subsidiariedad y autogestión; amplió la cobertura del Instituto en todo el país a

través de unidades médicas independientes que actuaban como cooperativas

autónomas y así cuidaban rigurosamente sus recursos humanos y materiales; erigió

unidades de vivienda popular pensadas como espacios generadores de convivencia

y creatividad; aseguró el equilibrio financiero mediante la reorganización

administrativa y la creación de un plan de inversiones que permitió poner en marcha

la construcción de grandes unidades hospitalarias y habitacionales para los

trabajadores; también fomentó el desarrollo institucional por medio de clínicas

urbanas y rurales, casas de la asegurada (cuyo objetivo era vigilar la salud física, la

recreación y la economía doméstica de las familias afiliadas) y misiones médico

sociales. Dio comienzo, en el Distrito Federal, al sistema de Médico Familiar, en el

que se auxiliaba a los doctores familiares con programas de capacitación e

investigación y con personal de apoyo: trabajadoras sociales, enfermeras,

especialistas en pediatría y similares. Asimismo, inició la construcción de un parque

deportivo para trabajadores y promovió el teatro popular. Fue también presidente

del Comité Permanente de Seguridad Social Interamericano


Durante la Segunda Guerra Mundial participó en el Comité para la Defensa Política

del Continente Americano; también fue jefe del Departamento para la

Nacionalización de Propiedades, en la Oficina de la Procuraduría General de la

República entre 1940 y 1945.

El desarrollo estabilizador fue una política fiscal y de estabilización monetaria que

se presentó de 1954 a 1970, se considera un periodo de crecimiento económico

siendo conocido como la época del milagro mexicano; no obstante, después del

maravilloso ascenso se presentó un brusco descenso en el desarrollo económico

ante la dependencia del capital extranjero y el aumento de la deuda.

Algo que definió el modelo de desarrollo estabilizador que instrumentó el entonces

secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena fue el fortalecimiento de la moneda

nacional, lo que garantizó el valor del peso mexicano ante la devaluación. Asimismo,

con la implementación de tal proyecto se llevaron a cabo notables reformas al

sistema fiscal para el manejo cauteloso de los recursos, quedando incluido por

primera vez las estimaciones de gastos e ingresos de los principales organismos

descentralizados y empresas del Estado.

Sobre las inversiones de aquellos años se puede mencionar que la inversión pública

federal se concentró en el fomento de la industria, seguido por el tema de las

comunicaciones y transportes, dejando hasta el final el fomento agropecuario. Con

respecto al asunto de la inversión privada, México se mostró más complaciente al

capital extranjero buscando una relación económica más estrecha con los Estados

Unidos, pues tal como mencionó Ortiz Mena en sus memorias: durante el periodo

de desarrollo estabilizador se buscó la inversión de la iniciativa privada dando pie a


una política de bienvenida de capital extranjero con algunos beneficios como la

reducción de impuesto a la importación, asegurando que el capital nacional gozaba

de los mismos beneficios.

En su obra El Desarrollo Estabilizador: Reflexiones de una Época, el dos veces

secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena (1958 – 1970) da testimonio de las

políticas económicas que él impulso y que generaron un crecimiento elevado. El

plan económico de Ortiz Mena se gestó antes de entrar en funciones el presidente

Adolfo López Mateos, cuando Ortiz Mena era director del IMSS y un personaje muy

influyente en el secretario de Hacienda Antonio Carrillo Flores. La economía

mexicana sufría de problemas de alta inflación, devaluación cambiaria y la caída de

la demanda de sus productos, como resultado de la vuelta a la normalidad

económica una vez concluida la Segunda Guerra Mundial. De hecho, México había

alcanzado niveles altos de crecimiento después de la Gran Depresión y durante la

guerra mundial, pero con altas inflaciones. Un objetivo claro era el de que el país

creciera, pero sin inflación. Específicamente, en agosto de 1958 Ortiz Mena preparó

un documento denominado Política Económica Nacional en el que se detalló el

contexto que vivía el país y las acciones necesarias para afrontar estos retos. El

Plan tenía ocho objetivos principales: 1) elevar el nivel de vida de la población,

especialmente en el sector campesino y obrero; 2) incrementar el ingreso nacional;

3) diversificar las actividades productivas del país; 4) continuar con el proceso de

industrialización con especial atención en la industria básica; 5) generar un

desarrollo regional equilibrado; 6) aumentar la productividad de todos los factores

de la producción; 7) aprovechar los recursos financieros del país por medio de la


coordinación de la política 2 monetaria, fiscal y de crédito con el objeto de ofrecer

mayores fuentes de financiamiento; y 8) garantizar la paz interna a través del uso

de la Constitución y el fortalecimiento de la democracia. Ya como secretario de

Hacienda, Ortiz Mena puso en marcha su proyecto económico nombrado por él

mismo como el “Desarrollo Estabilizador”. El proyecto consistió en seis objetivos

centrales: 1) lograr finanzas públicas sanas bajo una política monetaria restrictiva,

es decir no financiar al gobierno con emisión de dinero; 2) aumentar la disponibilidad

de reservas del Banco de México, para poder mantener el tipo de cambio fijo; 3)

incentivar el ahorro y la inversión ; 4) atraer recursos financieros extranjeros para

financiar inversión; y 6) lograr la convergencia de los niveles de inflación entre

México y EUA, lo que también permitió fijar el tipo de cambio.

De acuerdo con el propio Ortiz Mena, él mismo acordó con el presidente López

Mateos fungir como un vicepresidente económico con facultades para alinear los

objetivos de la Secretaría de Hacienda con las de otras dependencias como las

secretarias de Patrimonio, Comercio y Presidencia de la República, así como la

banca de desarrollo y el propio Banco de México. En su opinión, mantener la

centralidad en la toma de decisiones económicas y la confianza total del presidente

fue clave para alcanzar los objetivos planteados. Ortiz Mena decía que, para lograr

el éxito de un programa económico, éste requiere de un diseño claro y de generar

un consenso político sólido. Sin embargo, el Desarrollo Estabilizador se basó en

una división del trabajo entre el gobierno, los empresarios, los obreros, la burocracia

y los campesinos. Los empresarios se comprometían a invertir y a cambio de ello

obtuvieron importantes beneficios de parte del gobierno, que incluían subsidios. En


general, las utilidades de las empresas y los dividendos de los accionistas se

gravaban poco. Eso incluía excepciones fiscales a la inversión y deducciones de

préstamos para inversión.

El gobierno hacía lo posible para que la estabilidad política y el crecimiento

económico se apoyaran mutuamente. Se mejoraba la situación de todas las clases

sociales, aunque se mantenían las desigualdades en términos de ingreso. Carlos

Tello establece que esto fue 4 posible gracias a que en esa época la tradición y el

arte político no estuvieron meramente al servicio de la clase dominante, por el

contrario, promovieron con gran eficacia los intereses de ésta. El objetivo, en

palabras de Ortiz Mena, era abatir la pobreza por medio de la incorporación de la

población de menores recursos a la clase media. El gobierno ofreció a los agentes

económicos reglas claras y la capacidad de construir consensos para negociar y

llegar a acuerdos. La política fiscal, la monetaria, la crediticia, la de precios, la de

salarios, la de subsidios y muchas otras más eran claras, coordinadas,

complementarias y se movían en la misma dirección. En caso de un conflicto en la

interacción de estas políticas, éste lo resolvía la Secretaría de Hacienda o en última

instancia el presidente.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, el entorno económico internacional

deterioró a México porque los países desarrollados reorientaron sus economías a

la reconstrucción interna y la demanda de productos mexicanos disminuyó, pero la

paridad entre el valor del dólar y el peso se mantenía a 4.85 pesos por dólar.6

México empezaba a entrar en recesión, pese al panorama internacional se quería


mantener una estabilidad, pero no se logró aplicar una política económica que

pudiera hacer eso. Para 1948 las reservas internacionales de México eran 70%

inferiores a las que había tenido en 1945. Por lo que en ese mismo año hubo la

necesidad de utilizar los lineamientos de estabilidad dictados por el FMI. Se buscó

fijar de nuevo la paridad del peso y el dólar, el FMI propuso la paridad de 10 pesos

por dólar, pero el gobierno mexicano se negó debido a que esa depreciación

provocaría fuertes presiones en precios y salarios. El FMI aceptó los argumentos de

México y se fijó la paridad en 8.65 pesos por dólar. En el contexto internacional, en

1950 inició la guerra de Corea, por lo que nuevamente hubo una demanda externa

en los productos mexicanos, aunque sólo que fue por poco tiempo. En 1952 durante

la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, se mantuvo un bajo crecimiento en la

economía y la inflación permaneció a un nivel moderado. Si analizamos el contexto

internacional, su tiempo en la Secretaría de Hacienda correspondió a los áfidos más

álgidos de la Guerra Fría; donde la Guerra de Corea y el conflicto en Indochina

ponían de manifiesto la pugna entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, así

como el impacto que la misma podía tener en cualquier punto del planeta. Cada

superpotencia se había propuesto crear un cinturón de seguridad lo bastante amplio

para poder defender y proyectar sus intereses. En este caso, nuestro país debía de

fraguar una política interna y externa lo más sólida posible que le evitara verse

convertido en un instrumento de poder de alguna de las dos potencias mundiales.

Para ello, la política económica del país jugaba un papel vital. Al respecto, se llevó

a cabo un esfuerzo sobresaliente por mantener buenas relaciones con los

principales centros financieros del mundo, se enriquecieron relaciones con los

países del 11 Aguilar y Meyer, Op. cit., pág. 200. 206 José Ramírez Sauceda sur y
se diseñó una política exterior, con base en la económica, lo bastante representativa

e incluyente. Desde la Secretaría de Hacienda se planeó la forma de alcanzar una

mayor independencia de los Estados Unidos, debido a la influencia que este país

tiene por su vecindad con el nuestro. Desde allí se pensó en un posible país

candidato con quien acordar créditos que impulsaran el desarrollo de infraestructura

en el país. Por cuestiones e intereses compartidos, se halló la forma de negociar

con el general Charles De Gaulle. Para 1962 México recibe la visita del ministro de

economía francés, Valéry Giscard d'Estaing, y al año siguiente se firma el primer

crédito por 150 millones de dólares, siendo los intereses relativamente bajos. Con

esto se logró la edificación de ingenios, se inicia la construcción del Estadio Azteca

para 110.000 aficionados, y años después la misma línea de crédito permitiría el

financiamiento del metro de la ciudad de México. Con respecto a la influencia que

pudiera ejercer la Unión Soviética, la ejecución de una política económica con

importante contenido de desarrollo social permitió reducir las tensiones políticas y

sociales en el país. Ello fo1taleció la soberanía de México y redujo su vulnerabilidad

frente a intervenciones desestabilizadoras provenientes del exterior; aunque esto

no eliminó las alteraciones obreras, sí favoreció la consecución de acuerdos.

Para 1954 las autoridades hacendarias de México observaron que la economía

nacional volvería entrar en recesión, aunque el tipo de cambio con el dólar

permanecía estable. Es así como el equipo de trabajo de la secretaria de Hacienda

trató de fortalecer la macroeconomía haciendo una devaluación. Para el sexenio de

Adolfo López Mateos él encargó al entonces director general del IMSS Antonio Ortiz
Mena, quien después sería el secretario de hacienda, que diseñara un programa

para estabilizar la economía nacional.

El objetivo del gobierno fue hacer crecer la macroeconomía, pero no lo haría si

primero no se reestructuraban los medios para esta meta y aquí fue donde surgió el

desarrollo estabilizador. Esa fue la razón por la que se fue diversificando y

fortaleciendo cada sector productivo, además de la macroeconomía el desarrollo

estabilizador también se hizo con el fin de que acabara con los ciclos de inflación-

devaluación. En la opinión de Ortiz Mena, López Mateos puso las bases de una

economía institucionalizada y Díaz Ordaz la reforzó. El resultado fue la estabilidad

económica y política. ¿Qué fue lo que mantuvo el desarrollo estabilizador o cuál fue

el éxito de dicho programa? El fortalecimiento y las mejoras que se fueron dando a

los diversos sectores productivos, cuyos resultados se vieron en una

macroeconomía alta, la estabilidad de la paridad dólar peso y del PIB en el 6%. En

contraposición del discurso de Ortiz Mena, Fernando Carmona explica que las

estadísticas del crecimiento de la macroeconomía en el milagro mexicano, se

consideran altas porque se tomaron como referencias estadísticas bajas de los

sexenios anteriores.

Otro elemento es que durante el desarrollo estabilizador se afirmaba que México

estaba pasando de ser un país subdesarrollado a uno desarrollado. Sin embargo,

haciendo la comparación de los niveles de vida de las sociedades desarrolladas con

la mexicana en cuanto a producción, integración, diversificación y productividad, hay

una diferencia muy marcada, pues en ese momento con sólo salir de los centros

industriales del país se notaban las desigualdades entre el campo y la ciudad.


La otra cara de la verdad, a finales de la década de los años sesenta, era distinta,

diferente a la que se imaginaban los círculos de poder económico: junto con la

solidez monetaria, el crecimiento económico y la aparente estabilidad, estaban la

creciente concentración de la riqueza, los rezagos en la atención de los servicios

sociales, la concentración de la propiedad de los medios de producción, la

penetración del capital extranjero (incluyendo la adquisición de empresas ya

establecidas), la insuficiencia agropecuaria, la ineficiencia industrial, el creciente

subempleo, el debilitamiento del sector público y la insuficiente práctica

democrática. El Desarrollo Estabilizador fue, en realidad, desestabilizador.

Se presentó como candidato a la Presidencia de la República por el Partido

Revolucionario Institucional, obteniendo la presidencia de la República con un total

del 90 % de los votos. Su presidencia se destacó, entre varios ámbitos, por una

serie de reformas que renovaron totalmente el sistema gubernamental mexicano,

que significó la separación de los poderes de la Unión, siendo el nacimiento del

actual estado de derecho mexicano. Su reformismo fue tal que incluso su partido, el

Revolucionario Institucional, fue alcanzado por el mismo, modificándose el método

de elección de sus candidatos y su estructura organizacional. La economía llego a

niveles superiores de crecimiento en tan sólo en tres años. En asuntos exteriores,

se promovió el ideal de balancear las relaciones bilaterales con los Estados Unidos

y Latinoamérica, reconociendo a algunos gobiernos militares de la época.

Los defensores de la política de Ortiz Mena consideran que el chihuahuense

cumplió lo que ofreció en medio de los años que le tocaron estar a cargo de una

secretaría tan compleja como lo es Hacienda. Manuel Camacho Solís comenta que
para 1970 pudo pronunciar un memorable discurso en el que racionalizó la obra real

izada, y señala: "entonces en la Escuela de Economía se le juzgaba con desprecio.

En un ambiente donde se creía que sólo el socialismo, mediante la planificación

centralizada, permitiría crecer y reducir las desigualdades, era un conservador. Era

el defensor del statu qua". Y agrega: "Con la perspectiva de los años, se puede

afirmar que Ortiz Mena fue un funcionario ejemplar. Un servidor público nacionalista

y con sensibilidad social. Un abogado con visión amplia y capacidad de realización.

Su pragmatismo responsable lo habría llevado a hacer las correcciones que se

necesitaban para que México siguiera creciendo sin sobresaltos. De haberlo

logrado, hoy tendríamos un nivel de vida como el de Corea, y una economía mayor

que la India y cercana a China". Para Krauze, Ortiz Mena hubiera sido el candidato

idóneo para ocupar la presidencia de la República en 1970. "Si Díaz Ordaz hubiera

optado por Or1iz Mena en lugar de Echeverría (para quien la economía estaba en

sánscrito), las cosas habrían sido distintas, acaso no tan exitosas como su gestión

en Hacienda. pero seguramente mejores de como, por desgracia, ocurrieron ''.

Como cualquier otra política del campo público, la implementada por Ortiz Mena ha

recibido numerosas críticas negativas; asimismo, ha sido adjetivada con errores y

limitaciones; el mismo Enrique Krauze comenta: "Al reflexionar con nostalgia sobre

aquel fugaz milagro, sólo advierto una limitación, si bien grave: Ortiz Mena no fue lo

suficientemente visionario como para modificar el proteccionismo industrial y

empujar al país hacia unas aguas en las que ya estaba preparado para nadar: las

de una apertura -paulatina y selectiva, si se quiere- a la competencia internacional


Tras su salida de la presidencia, se desarrolló como presidente del BID entre 1977

y 1988 cargo con el que lideró y respaldó los esfuerzos del Banco para modificar las

actas de constitución respecto a los 12 países "desarrollados", firmando la

Declaración de Madrid de 1978 según la cual se permitía la incorporación de países

de fuera del hemisferio occidental, lo que supuso un incremento significativo de los

recursos financieros de la institución.

El movimiento estudiantil mexicano de 1968 fue político, social y cultural. Su

herencia es múltiple y diversa. Su impacto se registra en muchas cosas, pero sobre

todo en las instituciones políticas. No es de extrañar que en la década de los años

setenta, que siguió a la de los años del Desarrollo Estabilizador, fueran años de

insurgencia obrera (entre otras, la Tendencia Democrática de los electricistas), de

la organización de los sindicatos universitarios, de la movilización campesina y la

toma de tierras y el despertar democrático, sobre todo el de la población urbana y

el de ciertas organizaciones campesinas.

En el sexenio de Adolfo López Mateos, en concreto, la política macroeconómica fue

esbozada en algunos de sus aspectos fundamentales, entre los que la estabilidad

de precios tenía un peso importante. Ortiz Mena consideraba este factor como una

manera muy efectiva de lograr en poco tiempo una mejoría generalizada en el poder

adquisitivo de la población, y un aumento en el bienestar social facilitaría la

generación de consensos políticos, a su vez necesarios para sostener la estabilidad

y el crecimiento económicos.

Ortiz Mena lideró y respaldó los esfuerzos de los gobernadores del Banco

Interamericano de Desarrollo (BID) en 1971 para modificar las actas de constitución


respecto a los 12 países "desarrollados", firmando la Declaración de Madrid de 1974

según la cual se permitía la incorporación de países de fuera del hemisferio

occidental, lo que supuso un incremento significativo de los recursos financieros de

la institución. A su regreso a México en 1987 lanzó una fuerte declaración: En

México, el poder del presidente es absoluto y se corre el riesgo de que, por falta de

contrapesos, como deberían ser el Congreso y el Poder Judicial, un mandatario

descontrolado puede llevar al país a la ruina. Fue director general del Banco

Nacional de México (Banamex) en la etapa previa a su reprivatización.

Ortiz Mena recibió honores y premios de diversos gobiernos, incluyendo Alemania,

Bélgica, Brasil, Chile, Francia, Italia y los Países Bajos. Fue también presidente del

Comité Permanente de Seguridad Social Interamericano.

No obstante, aunque en otros países se reconoce y se recuerda el genio del

licenciado Ortiz Mena, el gobierno mexicano se ha olvidado de su legado y durante

los últimos sexenios se ha hecho cada vez más evidente la descomposición del

sistema tributario por la irresponsabilidad con que se ha manejado. Por los méritos

que acumuló el licenciado Ortiz Mena en su vida, y porque estamos convencidos de

que una sociedad se enriquece cuando reconoce, identifica y respeta a sus

personajes más sobresalientes, hace tiempo que tenemos el propósito de escribir

una semblanza de su biografía, y hasta ahora no hemos cumplido con ello debido a

que nos reclaman otras tareas que vienen desde mucho tiempo atrás; sin embargo,

en esta ocasión vamos a recurrir a algunas de nuestras fuentes con el fin de

compartir con nuestros lectores algunos avances de lo que puede ser en el futuro la

semblanza de este ilustre y ejemplar chihuahuense.


El licenciado hizo todas las gestiones y consiguió los recursos necesarios; el

presidente municipal se encargó de coordinar los trabajos, contrató a los ingenieros,

a los constructores y demás trabajadores, y cuando finalmente se inauguró aquella

avenida, en la periferia de la ciudad, la dieron a conocer con el pomposo nombre

francés de “Boulevard” (adaptación de la palabra “bulevar”, que se refiere a una

gran avenida con un paseo o camellón en medio), no obstante que dicha obra

apenas alcanzó la categoría de una simple calleja de pueblo, sin camellón y con

muchos tramos fruncidos donde apenas pueden circular dos automóviles


Bibliografía

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Carmona, Fernando (1980). “La situación económica” varios autores, El milagro

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https://enriquekrauze.com.mx/antonio-ortiz-mena-presidente-fue/

https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/OMA07.html

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