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Genealogía de la moral de Nietzsche

Por Almanza Romero Xochitl Lizeth

“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido


por la tribu. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio
de ser uno mismo”

-Nietzsche

Una de las obras más importantes que tiene Nietzsche y quizás de mayor controversia ha
sido la Genealogía de la Moral, pues, aunque a muchos no les gustaría leer, esta obra tiene
objetivos específicos que el mismo autor plantea en su prefacio. Conocer cómo invento el
hombre las apreciaciones del bien y del mal, y, qué valor tienen en sí mismas, si han sido o
no favorables a la humanidad, etc. La obra, a su vez, está dividida en tres apartados: Bueno
y malvado, bueno y malo (primera parte), Culpa, mala conciencia y semejantes (segunda
parte); y: ¿Qué significan los ideales ascéticos? (última parte); sin embargo, el apartado que
tratamos es muy específico y muy importante: Culpa, mala conciencia y semejantes. En
dicho apartado Nietzsche plantea que el origen de la moral occidental se encuentra en
sentimientos reactivos como el deseo de venganza y el resentimiento, mientras que el
Superhombre es aquel que libre de todo sentimiento de culpa, lleva a cabo su instinto y sus
sentimientos activos, de manera que solo él es dueño de sus actos y fundamento de la
moral. En dicho planteamiento tiene razón. Efectivamente, lo primero que pasa por la
cabeza de uno cuando el compañero no responde a su responsabilidad, es el deseo de verlo
pagar por la falta: resentimiento. Cuando los pobres exigen “justicia”: resentimiento. En
todos y cada uno de los casos hay resentimiento, la frustración de los oprimidos e
impotentes, y que, muchos casos, como en el segundo ejemplo, se acude a un Dios que les
haga justicia contra los enemigos, en vez de reconocer el deseo de venganza en uno mismo.
En este sentido cobra fuerza lo argumentado por Nietzsche cuando hace notar que el origen
del concepto culpa proviene del de deuda, y junto con la culpa, la mala conciencia de quien,
por resentimiento, no se atreve a vivir y experimentar la voluntad de poder que posee; a la
par van igualmente los sentimientos de inocencia y justicia. En efecto, según algunos, como
Bert Kerlinger, sostienen que “la culpa como deuda y la inocencia como descarga y
derecho a la reivindicación se hallan al servicio del intercambio...nos hacen sentirnos en
orden, bajo control y buenos” En pocas palabras, Nietzsche propone algo que no es tan
descabellado como podría parecer de principio. Es, pues, claro que queda en la memoria
todos estos sentimientos, y, con ella, se van desarrollando las personas y los pueblos. En
este aspecto, la memoria juega un papel clave en el proceso mencionado por Nietzsche y en
el cual tiene razón: los sentimientos reactivos llevan a querer someter a los “opresores”
pero al mismo tiempo a mantenerse uno como el justo e inocente. Esto es un hecho que los
psicólogos han observado y lo han llamado memoria selectiva. Freud fue el primero el
darse cuenta de cómo se reprimen deseos y recuerdos desagradables, así como la creación
de recuerdos falsos para solapar algo que podría poner en peligro la seguridad interior.
Ayuda, pues, a recordar evidencias que favorezcan los puntos de vista propios y a olvidar
los datos que sean contradictorios para nuestra propia imagen llevando a la constancia
perceptiva. Así, él que llevó a cabo todo este proceso, siempre se sentirá y verá como justo
e inocente aun cuando sea evidente su culpabilidad. ¿Será acaso a lo que se refería
Nietzsche y por ellos lo recriminaba a la sociedad occidental de su tiempo? Parece entonces
que Nietzsche tuvo razón también en este aspecto. Para no ser muy extensivos, con los
pocos datos anteriores podría concluirse que Nietzsche tuvo razón en lo que decía respecto
a cómo se da en muchas ocasiones la supuesta moralidad en algunas personas, grupos y
hasta en sociedades enteras. En efecto, a lo lago de la historia se puede observar como el
oprimido, al alcanzar el poder, se vuelve en opresor. Baste como ejemplo la Iglesia
Católica. De perseguida por los judíos y romanos, a persecutora de judíos, paganos y
herejes. Como ejemplo se puede mencionar la pena de muerte que empezó a aplicarse a los
herejes desde el Edicto de Milán y se continuó propagando con la Santa Inquisición dentro
de una religión que predica el amor y el perdón. Ni mencionar las autoflagelaciones, las
penitencias, los castigos corporales, etc., presentes en las religiones, que dejan entrever lo
que Nietzsche dice acerca de la interiorización del deseo de dolor. Parece, nuevamente, que
Nietzsche tiene razón en todo lo que dice, o al menos en casi todo.

“El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no
de épocas felices” -Nietzsche
En efecto, aunque la experiencia enseña (como en los casos mencionados) que muchas
veces la moralidad y la vida “inocente, justa y recta” (como en la época victoriana) es pura
hipocresía e instinto de poder frustrado, y en ocasiones interiorizado, dichas
manifestaciones están lejos de ser verdaderamente morales. Todo lo contrario, son la
plataforma perfecta para una sociedad hipócrita que se da “golpes de pecho” por sus
pecados, aunque hacen todo por seguir viviendo y desarrollando ese instinto del que
Nietzsche habla. Por eso es totalmente correcto lo que él dice. La naturaleza del conflicto
humano. La inquisición española. todo lo dicho es válido únicamente para la falsa moral, y,
de cualquier manera, no llega al origen de la moral. Lo primero por lo que Nietzsche no
tiene razón es por el hecho de reducir el origen de la moralidad al único hecho de la
voluntad de poder manifestada en el gusto instintivo del provocar dolor ajeno. Puede
cuestionarse uno si es realmente el poder lo que mueve las acciones humanas. De hecho,
Freud dirá que es el lívido lo que mueve toda la existencia del hombre, Adler dirá que es el
errantemente o verse libre de la responsabilidad; Frankl dirá que es la búsqueda de sentido.
Es decir, todos y cada uno de los autores reduce las motivaciones de las acciones humanas
a algunos de los aspectos mencionados, y, por lo tanto, no concluyente, de lo cual se
desprende que no se puede poner el origen de la moralidad únicamente en la voluntad de
poder, ni en un deleite por el dolor, pues no son el único aspecto que posee el ser humano y
mucho menos el que posee mayor peso. La relación acreedor-deudor, por otra parte,
conlleva en el fondo la pregunta sobre el por qué un deudor (sino en dicha relación tiene
origen la moral) tiene que sentirse obligado a pagar, (recordando además que el dolor que
pueda provocar el acreedor no es totalmente condicionante como para mover a respetar el
trato, pues podemos ver como alguien que se lastima, por ejemplo en un deporte, no lo deja
de practicar lo que le gusta por el dolor provocado, es decir, no necesariamente marca) si no
hay de hecho una experiencia de lo moral. Por otro lado, esto deja ver que el nacimiento de
la moralidad va más allá de la realización de una actividad en específico (en este caso, la
relación acreedor-deudor), sino que es un constitutivo de la naturaleza humana en el que
concurren muchos elementos que son intrínsecos a la naturaleza del hombre. Por otro lado,
el superhombre sin moral y que se deja llevar por sus instintos y sentimientos activos en la
vida real es imposible. Primero, porque el hombre no se reduce a la voluntad del poder
(como se hizo notar anteriormente). Segundo, porque donde el hombre ha dejado fluir sus
instintos no se elimina del todo ciertos límites morales. Así, hay un mínimo de moralidad
incluso en los grupos delictivos. Por lo anterior, se puede concluir que el principal error de
Nietzsche es absolutizar un aspecto de la vivencia humana (por estar el mismo sometido al
resentimiento del que habla) y a partir de él, querer desprender el origen de la moralidad, y,
por lo tanto, la posibilidad de una sustitución de los valores morales vigentes, sin
mencionar la falacia genética que usa. Con todo, no dejan de ser ciertas muchas de las
observaciones de las que habla.

Bibliografía

http://www.alcoberro.info/pdf/nietzsche16.pdf

NIETZSCHE, Friedrich. (2015) La genealogía de la moral. Editores Mexicanos Unidos:


Madrid, México

NIETZSCHE, F. “Prefacio”, Genealogía de la Moral: un escrito polémico, no. 3

HELLINGER, B. El centro se distingue por su levedad: Conferencias e historias


terapéuticas. Herder, Barcelona, 20032, p. 27

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