Está en la página 1de 4

Orígenes filosóficos de la Retórica

Almanza Romero Xochitl Lizeth

Introducción

Pues yo trataré, Sócrates de descubrirte


exactamente todo el poder de la retórica. La
retórica por así decir, reúne todos los poderes y
los reúne en sí mismas.

(Platón, Gorgias 456 a.)

La retórica tiene su origen en la Grecia clásica, donde se entendía, como la técnica de


expresarse de manera adecuada para lograr la persuasión del destinatario. La palabra
retórica al parecer fue utilizada por primera vez por Platón en su diálogo intitulado
Gorgias, donde expresaba en su peculiar estilo sus opiniones y críticas sobre la actividad
retórica a la que reducía a una mera forma de adulación política. En la actualidad se
puede afirmar que la retórica es concebida como un arte y a la vez como un ejercicio
práctico de ésta. Por lo tanto, es necesario precisar los aspectos y los factores que han
marcado su evolución y el papel que ésta ha desempeñado según los paradigmas
históricos de cada época.

En este artículo se establecen los diferentes orígenes que tiene la retórica, en cuanto a
esto, se rescatan las ideas principales de la argumentación. Con esta finalidad, se
caracterizan cuáles fueron los momentos sobresalientes de la evolución histórica de la
retórica. Igualmente se mencionarán algunos filósofos para hacer referencia en lo que
pensaban acerca de la retórica, pues emprendieron sus estudios desde diferentes
perspectivas y que contribuyeron a su consolidación.

Desarrollo

Históricamente, la argumentación fue fundamentada por los griegos, más exactamente


por los sofistas, en Sicilia, a mediados del siglo V a.C.; surgió como mecanismo de
defensa para entablar un proceso ante un tribunal, a causa de la expoliación de tierras por
parte de gobernantes tiranos.

Plantin afirma: Se cuenta que en esa época Sicilia estaba gobernada por dos tiranos que
habían expropiado las tierras para distribuirlas a sus soldados. Cuando en el año 467 a.C.
una insurrección derrocó la tiranía, los propietarios expoliados reclamaron sus tierras y se
produjeron como consecuencia infinidad de procesos. En estas circunstancias fue cuando
Corax y Tisias habrían compuesto el primer "método razonado" para hablar ante un
tribunal o, en otros términos, el primer tratado de argumentación. (2001: 5).

Ante este suceso, se pudo comprobar que a través de un discurso se puede regresar a
otro discurso, es decir, las palabras disponen de significados ese es su gran poder que las
caracteriza y van cambiando a partir del lugar donde nos encontremos, y se
contraargumenten a partir de lo que existe.

La retórica es una disciplina que proporciona las herramientas y técnicas para expresarse
de la mejor manera posible, de modo que tanto el lenguaje como el discurso sean los
suficientemente eficaces para deleitar, persuadir o conmover. Para Perelman y Tyteca,
todo lo que se considera, de manera ordinaria, como retórica en el discurso,
especialmente las figuras del estilo, se va a explicar como un caso particular de
argumentación. La ironía es ella misma un argumento. Así, la retórica no es un
avituallamiento exterior de la argumentación, sino que ella pertenece a su estructura
íntima.

Cada una son disciplinas diferentes que, aunque muchos confundan este concepto
retórica y argumentación, es correcto que vienen de la mano pues para persuadir el
objetivo de la retórica se busca una argumentación para el oyente.

Al argumentar se plantea la posibilidad de convencer o persuadir al interlocutor. Sin


embargo, "para Aristóteles el objeto de la retórica no es persuadir, sino ver en cada caso
aquello que es apto para persuadir y que la retórica es semejante a la dialéctica.” La
necesidad de escribir un arte sobre la capacidad del lenguaje para persuadir surgió en
Tisias de las circunstancias socio-políticas del momento en Siracusa. A la caída de la
tiranía sucedió en esta localidad, en el segundo cuarto del siglo V a.J.C., la instauración
de un gobierno democrático que puso en marcha un nuevo sistema de procedimiento
judicial: el de jurados populares elegidos por sorteo ante los que todo litigio habría de
debatirse.
“Para el fenómeno del renacimiento actual de la retórica y, en su seno, para la
recuperación de la «escritura» de Aristóteles, no se puede prescindir de la evidencia de
estas tradiciones interpretativas, a cuyo mejor conocimiento se ha de conceder un papel
de primer orden en la interpretación global de la Retórica. Por lo pronto, como ya he
señalado, su utopía pluralidad descarta que la lectura canónica, preceptista, constituya la
única lectura posible de esta obra aristotélica.” (Retórica de Aristóteles 67 a 347 a. C,
pp16)

Ante esto, se necesita del conocimiento para poder demostrar todo aquello que cree la
gente, mediante la persuasión de cada situación. Todo lo anterior permitirá, en el contexto
del pensamiento aristotélico, soslayar la idea general de que el estudio de la retórica sólo
le es útil al orador para el adorno externo del discurso y la manipulación de las personas,
de tal suerte que resulte sostenible una idea de retórica que, por una parte, sugiera la
necesidad de un estudio independiente de la teoría sobre lo persuasivo y que, por otra
parte, resalte la función de la retórica para el análisis de aspectos de la vida práctica no
susceptibles de demostración científica.

Por su parte, para Platón la retórica está dispersa en toda su obra, están concentradas en
dos diálogos que, como veremos a continuación, son de signo contrario: el Gorgias y el
Fedro. Platón se convierte en un severo crítico de la Retórica y en un encendido defensor
de la Dialéctica.

“Porque todas las demás artes, Sócrates, sólo se ocupan de obras mecánicas, obras de
mano y otras producciones semejantes; mientras que la Retórica no produce ninguna
obra manual, sino que todo su efecto, toda su virtud, está en los discursos. He aquí por
qué digo, que el objeto de la Retórica son los discursos; y sostengo que, al decir esto,
digo verdad.” (Platón. Gorgias 388a.c, pp134)

Si consideramos los distintos momentos del diálogo, veremos que las críticas son llevadas
a cabo por Platón desde distintas perspectivas, de acuerdo al interlocutor, frente al enlace
entre el placer y la palabra por parte de Gorgias. En consecuencia, la retórica que enseña
Gorgias resulta completamente inútil a la hora de influir en quien tenga un conocimiento
certero del asunto abordado. Por otro lado, la retórica supone ser un arte de lo justo y lo
injusto, lo cual no lo es, de cierta manera está disfrazada pues en realidad no se preocupa
por el bien.

Conclusión
Hablar bien es indicio y causa de pensar bien. Pensar bien significa también pensar los
pros y los contras. Esto es, pensar bien es también argumentar y contraargumentar. Y la
argumentación es el instrumento típico de la retórica y de la filosofía. En esta circularidad
reside, reitero, la relación entre filosofía y retórica: argumentar es una operación que tiene
naturaleza puramente retórica y tiene finalidad netamente filosófica. Concuerdo con
algunos de los filósofos al pensar que la retórica es el arte de persuadir, de tener una
argumentación que la respalde y un conocimiento que demuestre que estamos en lo
correcto de pensar y creer. Esto nos proporciona las herramientas y técnicas suficientes
para expresarnos de la mejor manera posible, y así convencer o conmover a las
personas.

Bibliografía

www.cervantesvirtual.com

Smith, R. (2015) Aristotle’s logic. The Stanford Encyclopedia of Philosophy. Disponible en:
[http://plato.stanford.edu/entries/aristotle-logic/ [Consultado el 27/09/2021]

https://epri.ufm.edu/pensamientocritico/aristoteles-la-retorica/

Julio Calonge Ruiz, ed. (1951). Platón. Gorgias. Texto griego, traducción y notas de Julio
Calonge Ruiz. Madrid: Instituto de Estudios Políticos. Disponible en:
[https://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05115.pdf] [Consultado el 27/09/2021]

https://www.eldiario.es/cienciacritica/ciencia-retorica-laguna-sistema-
educativo_132_4388234.html

file:///C:/Users/HOLA1/Downloads/65106-Texto%20del%20art%C3%ADculo-330554-1-10-
20170518.pdf

También podría gustarte