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DESARROLLO ESTABILIZADOR MEXICANO

Introducción.

Este ensayo versa sobre uno de los mayores logros económicos de México, el desarrollo
estabilizador es un tipo de lección para todos los mexicanos que nos dice que trabajando
conjuntamente en unas metas con constancia se puede llegar a algo concreto presentado aquí una
pequeña reseña de los logros alcanzados por el Desarrollo Estabilizador.

El desarrollo estabilizador.

El llamado "desarrollo estabilizador" -que se extiende de 1958 a 1970- fue una época de veras
sobresaliente en la historia económica de México. El producto interno creció a una tasa real mayor al
6% anual con crecimiento también rápido y sostenido de los salarios reales. El análisis de esos
logros no sólo puede ser materia de interés para el historiador anticuario; el estudio de la política
económica de esa época es de gran importancia para el presente y el futuro, en especial para los
individuos de acción y para los responsables de conducir las políticas públicas. De él se desprende
un recetario de estrategias para avanzar en objetivos que todos compartimos hoy: elevar los salarios,
aumentar los ingresos de la población, en especial de la población rural; crear mayor empleo y lograr
que la producción avance con mayor rapidez que la explosión demográfica.

¿Cómo se procedió para que la economía nacional tuviese en ese periodo un desempeño tan
notable? ¿Quién fue el principal promotor de esos éxitos y en qué fincó su actuación? Y más
importante: ¿qué enseñanzas pueden derivarse del desarrollo estabilizador para fines de diseño y
aplicación de las políticas económicas actuales y del futuro? El principal artífice de ese "milagro
mexicano" fue Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda en los sexenios de Adolfo López Mateos y
Gustavo Díaz Ordaz. Hábil, laborioso, buen político, magnífico administrador y negociador,
economista, financiero y abogado muy conocedor de las leyes y del derecho, todo eso fue Antonio
Ortiz Mena. Sus principales méritos pueden resumirse como sigue:

1) Eligió y recomendó las políticas adecuadas para cumplir con el mandato que se le asignó al iniciar
su encomienda: crecimiento del producto por arriba de la tasa de expansión demográfica e
incremento continuo de los salarios reales.

2) Supo persuadir a los presidentes a quienes sirvió -López Mateos y Díaz Ordaz- de que sólo con
esas políticas podía lograrse que el auge fuese perdurable.
3) Fue un operador político muy diestro y sagaz, y un instrumentador muy eficaz de las medidas que,
muchas veces, él mismo sugirió.

Se imagina tarea fácil discurrir y recomendar las políticas "apropiadas"; no lo era tanto en esa época
de tan intensa efervescencia doctrinal y hasta ideológica. Al igual que Rodrigo Gómez -director del
Banco de México de 1952 a 1970-, Ortiz Mena nunca se dejó marear por las modas intelectuales y
por las falsas "nuevas teorías" que anunciaban el descubrimiento de panaceas económicas
milagrosas.

Contrario a lo que han pretendido algunos de sus críticos, Ortiz Mena nunca estuvo obsedido por la
idea de la estabilidad monetaria y cambiaria. Nunca consideró al control de la inflación y a la fijeza
del tipo de cambio como objetivos per-se. Más bien los consideró como lo que son: objetivos
intermedios para conseguir las metas últimas: procurar un crecimiento sostenido y sostenible del
producto per cápita y del salario real.

Ortiz Mena sabía que no existe la disyuntiva entre crecer sin inflación y crecer con inflación. Tolerar
políticas conducentes a la inflación o practicarlas deliberadamente lleva tarde o temprano al
estancamiento y a la crisis. De hecho, eso fue lo que sucedió durante la "docena trágica" de 1970 a
1982. De 1983 a la fecha todo ha sido un intento por restaurar la perdida estabilidad sin conseguirlo
plenamente. Así de difícil es estabilizar una economía cuando se sale de ese estado.

Ortiz Mena habla de dos precondiciones para evitar la inflación: primera, mantener finanzas públicas
sanas; segundas, procurar una actuación congruente con ese fin por parte del banco central. Por sus
consecuencias directas sobre la inflación, a lo que más temió Ortiz Mena fue al financiamiento del
déficit público mediante el crédito primario del banco central.

La finalidad última del desarrollo estabilizador fue estimular la inversión productiva y el empleo. Parte
de ese esfuerzo se manifestó en el esmero con el que se cuidó la confianza. El fenómeno
económico, solía decir Daniel Cosío Villegas, depende de las reacciones individuales de millones de
consumidores y de productores. Carece de sentido empujar esas reacciones en un sentido
desestabilizador, si las políticas que se proponen no son viables.

En fin, el cuidado de la estabilidad monetaria, de la estabilidad cambiaria y de la confianza vino


acompañado de políticas compatibles en materia de salarios, de promoción de las exportaciones, de
estímulo al ahorro y al desarrollo del sistema financiero, de reforma fiscal, de promoción del sector
agrícola -ya que en ese tiempo el grueso de los ingresos de divisas provenía de las exportaciones de
ese sector-, del turismo y del desarrollo de las fronteras. De muy particular relevancia fueron los
esfuerzos para alentar el surgimiento de empresarios mexicanos y de empresas mexicanas.

La del desarrollo estabilizador es una historia de éxito en un campo -el económico- en el que desde
hace casi dos decenios México no ha podido salir de un hoyo. La posteridad y la distancia han
venido a validar las ideas económicas de Ortiz Mena y la pertinencia de las políticas económicas que
se aplicaron -con la salvedad de la política comercial proteccionista que se heredó de los regímenes
precedentes- durante su gestión como secretario de Hacienda.

En el legado del desarrollo estabilizador está el catálogo de las políticas económicas a seguir para
que una economía crezca con rapidez y ese crecimiento pueda sostenerse. En este último punto
reside la diferencia fundamental con las políticas expansionistas que se aplicaron en los siguientes
dos sexenios. Aparte de lo ya dicho, en ese legado destaca la importancia de propugnar para que el
Estado actúe más como promotor que como propietario o empresario, de vigilar con rigor la
asignación de los escasos recursos invertibles -ya sean de origen nacional o externo- hacia fines
productivos. Muy consciente estuvo siempre Ortiz Mena de decir no al desperdicio y a la
dilapidación, algo que no se escuchó durante los doce años posteriores.
A todo lo anterior se refiere el libro de Antonio Ortiz Mena de reciente publicación. Aunque la obra
tiene sus defectos -una estructura demasiado rígida, lenguaje árido tipo memorándum, algunas
contradicciones e imprecisiones-, el pormenor de lo ocurrido en el desarrollo estabilizador se recoge
ahí con acierto. Vale la pena leerlo y conservarlo no sólo como un doloroso recuerdo de lo que fue y
no pudo continuar, sino como el catálogo de las políticas que pueden ofrecerle a los mexicanos un
futuro más halagüeño.

El banco de México y sus Artífices.

En 1952, toma las riendas del Banco de México un hombre que habría de prestar servicios de
inestimable valor a México y que habría de dar lustre y prestigio a las finanzas mexicanas: Rodrigo
Gómez. Don Rodrigo --como se le conoció en vida-- estuvo a la cabeza del Banco hasta su muerte,
durante 18 largos años, habiéndose manifestado a lo largo de su gestión, tanto en hechos como en
pensamiento, como un enemigo acérrimo de la inflación. En alguna célebre ocasión señaló que si "la
disyuntiva fuera entre progresar velozmente o tener una moneda estable, no habría duda sobre la
elección". Pero el punto es que la inflación no sólo tiene efectos negativos sobre la distribución del
ingreso, sino que acaba por frenar la inversión y el crecimiento económico.
Junto con Antonio Ortiz Mena, quien lo acompañó durante dos sexenios al frente de la Secretaría de
Hacienda, Don Rodrigo Gómez fue uno de los artífices de un envidiable periodo de progreso y
estabilidad que se extendió de 1954 a 1970, y que se conoce como el "desarrollo estabilizador". La
era se inició después del ya mencionado ajuste cambiario de 1954, el cual puede ser considerado
como la culminación de una etapa de crecimiento con inestabilidad que se extendió por más de tres
lustros.

En el lapso 1954-1970, el producto real creció a un ritmo muy superior al de la población, lo cual hizo
posible que también crecieran ininterrumpidamente tanto el ingreso per-cápita como los salarios
reales. En particular, el sector financiero experimentó un progreso formidable. Todo ello fue, en
buena medida, resultado de la aplicación, por parte del Banco de México, de una política monetaria
prudente, la cual coadyuvó a obtener una estabilidad de precios semejante a la de Estados Unidos
en igual periodo. De ahí que también pudiese conservarse un tipo de cambio fijo (12.50 por dólar)
dentro un régimen de irrestricta libertad carnbiaria, y que la reserva monetaria mostrase una
tendencia creciente a lo largo del periodo.

A la vez, durante el "desarrollo estabilizador" el Banco de México coadyuvó al progreso de la


economía nacional, brindando apoyo a otras estrategias de promoción mediante un manejo juicioso
de la política de encaje legal. Con ello no sólo se colaboró a proporcionar crédito no inflacionario a
actividades prioritarias, sino también a compensar las fluctuaciones de la economía mundial que
afectaron durante esos años a la balanza de pagos. En 1958, a fin de darle mayor fuerza a ese
instrumento de regulación, se decidió incorporar a las sociedades financieras al régimen del encaje
legal.

Conclusiones.

Desarrollo Estabilizador es uno de los mejores ejemplos que tenemos los mexicanos de que
haciendo las cosas bien y esforzándonos podemos llegar a tener una economía estable y no solo un
crecimiento económico sino también un desarrollo económico.

México es una nación con los suficientes recursos naturales como para llegar a ser una nación
desarrollada con prosperidad. Para llegar a ello solo tenemos que poner nuestro mayor esfuerzo y
encausarlo bien.
Bibliografía.

El desarrollo estabilizador: reflexiones sobre una época, FCE, 1998

Diccionario Enciclopédico Quillet, tomo V, 1987

Espadas Ancona, et al. Estructuras socioeconómicas de México, Nueva imagen, México, 1999.

ANA SILVIA MADONADO GARCIA


GRUPO: 149Z
MATRICULA: 19075167
MATERIA: HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN

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