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Defensas que utilizamos al encarar una pérdida.

 Intelectualización. Bloqueamos nuestros sentimientos y solemos decirle: “Ha ido a un lugar


mejor”, “Era lo mejor para él”, “Era lo mejor para él”, “Estaba sufriendo mucho”. Si bien estas
afirmaciones tienen cierta validez, no debemos permitir que encubran nuestras emociones, ya
que necesitamos enfrentar la tristeza, el dolor, el enojo y la culpa pero, sobre todo, debemos
abrirnos paso entre ellas.
 Impotencia o desesperanza. Las utilizamos para encubrir sentimientos de rechazo y
abandono: “Ella murió, se fue; pobre de mí, no tengo a nadie “. “¿Qué va a ser de mí ahora?”
La impotencia es una excusa para evitar la acción y no asumir nuestra responsabilidad.
 Enojo: Cuando alguien muere nos sentimos molestos con la persona fallecida porque, de
alguna forma, nos ha abandonado; en ocasiones, las lágrimas son de enojo. Pero lloramos
más por nosotros mismos que por el difunto, pues nuestra vida será modificada y tenemos el
cambio y a lo desconocido y empezamos a plantearnos: “¿Qué voy a hacer?, “¿Tendré que
conseguir trabajo?”, “¿Qué me depara el futuro?”.
 Hipoactividad. Es la continuación de la reacción inicial de apatía. En ocasiones hace que la
persona llegue a quedarse en cama o pase el día prácticamente en reposo, y resiste cualquier
insinuación de autoayuda.
 Sobreidentificación. Hay quienes llegan a identificarse excesivamente con la forma en la que
era la persona que falleció, adoptando ciertos rasgos de su personalidad, sus hábitos, sus
gestos, sus actividades y aun sus enfermedades.

En un proceso saludable de duelo sentimos dolor y reconocemos la herida pero no hay que
olvidar que podemos llevar con nosotros una parte de ese ser querido a cualquier sitio al que
vayamos, incorporar en nuestra vida los mejores aspectos de su personalidad y así enriquecernos.
Aceptemos que con la muerte de esa persona nuestra vida se ve modificada, pero tenemos la
capacidad para continuar. La vida nos ofrece relaciones y oportunidades para crecer, pero solo si
somos capaces de soltar lo que ya se ha ido.
Técnica 7

 Elija una fotografía de la persona fallecida y obsérvela detenidamente. Trate de hacer un


recuerdo de su vida, desde su niñez hasta el momento de su fallecimiento. Intente simpatizar
con todo lo que vivió tratando de recordar sus alegrías y tristezas. Véala como un ser humano
con virtudes y defectos; no la magnifique ni lo eleve a un estatus irreal.
 Realice un repaso de todas las experiencias y emociones agradables que compartió con ese
ser querido, y simplemente déjese llevar. El objetivo es crear un espacio placentero al que
pueda acudir cuando lo requiera y encontrar la paz y la tranquilidad que le ayuden a soportar
el dolor que le causa la pérdida.
 Una vez reconfortado por esa imagen, intente retomar el control el control de su vida
nuevamente. Haga cambios en su proyección de vida, pero ahora sin la presencia de esa
persona. Reserva los conflictos que su partida le dejó, desde los económicos hasta los
sociales y los afectivos. Aunque no es tarea fácil, vence al miedo de volver a empezar.
 No intente hacer todos los cambios en un solo día, tómese su tiempo, no permita que nadie lo
presione (a menos que tenga que tomar una decisión económica inmediata, en cuyo caso, si
no se siente emocionalmente apto para hacerlo recurra al consejo de alguien competente). Le
ayudará a ser una lista de sus prioridades, catalogadas por su urgencia de resolución. Analice
las opciones que tiene para desahogarlas.
 Cada vez que sienta que no puedes más o que la tristeza lo paraliza, refúgiese en el espacio
que creó en su mente, hasta recuperar la tranquilidad que necesita para continuar.
 Busque el apoyo de parientes y amigos. En poco tiempo verá que no solo el recuerdo de esta
persona ya no le resulta doloroso sino que disfrutará pensar en ella, y que además obtuvo
fortaleza interna para sobrellevar los problemas que debió afrontar después del fallecimiento.
Eso aumentará su confianza en usted mismo y cada vez que tenga que enfrentar un nuevo
reto ya no se paralizará, puesto que si pudo salir airoso de esa experiencia tan dolorosa nada
lo detendrá.
Técnica 8

Determine usted mismo un periodo para resolver su duelo, pero no permita que este lapso se
prolongue. Si esto sucediera, pregúntese lo siguiente:

 “¿Por qué después de este suceso sigo viviendo con temor o ansiedad?”
 “¿Antes del fallecimiento de esta persona mi vida me resultaba estéril y desagrable?”
 “¿Por qué permito que los demás controlen mi vida y mis decisiones?”
 “¿No buscaba inconscientemente un pretexto para que esto sucediera?”
 “Al paralizarme física y emocionalmente, ¿No deseo aprovecharme de los que me rodean?”
 “Si estoy tan deprimido, ¿No estaré anhelando mas comprensión incondicional por todo lo que
hago?”
 “¿Quiero obtener más atención suscitando compasión de los demás?
Reflexione seriamente porque usted mismo se ha puesto la etiqueta de enfermo o
dependiente y analice las ganancias que intenta obtener inconscientemente de los demás. Ya
no tendrá justificación continuar viviendo de esa manera, y deberá aceptar su realidad por
dolorosa que sea para empezar a resolverla de la mejor manera posible.
Técnica 9

En la tranquilidad de un lugar que usted haya seleccionado previamente, coloque dos sillas frente a
frente y tenga a la mano una fotografía de la persona fallecida o algún objeto que le haya
pertenecido, además de una fotografía suya y u n objeto que lo represente a usted.

En esta técnica se le pedirá hablara de lo siguiente, de su dolor y de sus emociones, y siempre que
lo haga deberá estar sentado en la misma silla sosteniendo su fotografía o el objeto; después
póngase en el lugar del fallecido, desde esa perspectiva, exprese lo que cree que él habría dicho;
deberá cambiar de silla sostener la fotografía o el objeto de la persona fallecida.

 Inicie el relato sobre su relación con el difunto y su vida en común, hasta el momento en que
lo vio por última vez o cuando se enteró de su deceso.
 Manifieste todos los reclamos y resentimientos que tengan relación con la/él, y deje fluir los
sentimientos negativos que calló por largo tiempo.
 Después, siéntese en el lugar del fallecido y responda las reclamaciones que anteriormente
usted le hizo y exprese también los asuntos pendientes que tenía con usted.
 Cuando los reclamos terminan, en el papel del difunto usted agradece, perdona y envía un
mensaje positivo a usted misma. Es importante que sean palabras de verdadero aliento y
liberación.
 En esta última fase, cambie de silla y vuelva a ser usted mismo y reconozca las cualidades de
la persona fallecida, los afectos que sentía por ella; sienta la ternura y el agradecimiento así
como el perdón incondicional, para finalmente decirle adiós.

Esta técnica ofrece la oportunidad expresar las emociones y los sentimientos de dolor, enojo, amor,
etcétera, que habían estado reprimidos; es, de alguna manera, cerrar el círculo pendiente con la
persona fallecida.

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