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DUELO POR SUICIDIO

CÓMO AYUDAR A
QUIÉN HA
PERDIDO UN SER
QUERIDO POR
SUICIDO

Familiares y acompañantes
Elaborado por: Francisco Huertas Soriano, Ofm. Cap.
Terapeuta Gestalt. Especialista en intervención en crisis.

Revisión y supervisión: Equipo Psicopedagógico de “Naciones de Paz”. Esmeraldas

Quito 2020
SUGERENCIAS PARA ACOMPAÑAR A PERSONAS
QUE HAN PERDIDO UN SER QUERIDO

• No pensar que lo mío es lo mejor y querer que el/la otr@


haga lo que yo haría. No implantar mis propias impresio-
nes.

• Animar a la persona para que hable de lo que le pasa y


siente.

• Identificar y expresar sentimientos.

• Nos centramos en la persona que tenemos delante. Evitar


comparar con familiares, conocidos, etc…

• No hacer juicios sobre lo que es normal o no y menos


sobre el suicido.

• El tiempo no siempre lo cura todo, cada persona necesita


un tiempo diferente.

• Ser una persona abierta a las experiencias de la vida.

• Ser congruente, creer en lo que haces.

• Creer en la dimensión espiritual del ser humano y atrever-


se a compartir la vivencia espiritual con el/la otr@.

• Confiar en la capacidad del ser humano para afrontar y


superar las situaciones difíciles.
¿QUÉ PODEMOS HACER con aquéllos que han sufri-
do el suicidio de alguien cercano?

El día después del suicidio de un familiar o allegado


La pérdida de un ser querido por suicidio es un hecho terrible, doloroso
e inesperado y puede provocar un dolor intenso y prolongado que será
diferente y único en cada persona que lo sufre. Las emocionales como
angustia, desprecio, negación, vergüenza o culpa son reacciones normales
de expresión del sufrimiento. Otras veces, las personas del entorno
tienen actitudes negativas o culpabilizadoras sobre el suicidio que hacen
que los familiares o seres queridos se aíslen y se sientan estigmatizados.
Todo ello lleva a sufrir duelos complicados, depresión e incluso suicidio.

A menudo, los familiares o seres queridos se obsesionan con el motivo


del suicidio y de si podrían haber hecho algo por evitarlo o por ayudar
al ser querido, lo que con frecuencia genera sentimientos de culpa. Otras
veces pueden sentir que son los demás los que les culpan del suicidio y
les lleva a negar lo que pasó o a esconder sus sentimientos.

Lo más sencillo y lo mejor que se puede hacer como amig@ es es-


cuchar lo que los familiares o allegados de la persona que ha consumado
un suicidio nos dicen, sin crítica, prejuicios ni juicios de valor. En
muchas ocasiones suelen ser reticentes a explicar la historia abiertamente
y manifestar sus sentimientos. Para ayudarles, debemos dejar de lado to-
das nuestras creencias preconcebidas sobre el suicidio y las víctimas del
suicidio.

No tengamos miedo en buscar ayuda profesional.


RECOMENDACIONES PARA DAR A QUIEN
ACOMPAÑAMOS

• Date permiso para estar triste. Ahora es el momento de


dolerse y llorar.

• Expresa las emociones. No te hagas el/la fuerte.

• Date tiempo. Cada uno tiene su ritmo. Prevé fechas que


pueden ser difíciles (cumpleaños, aniversarios, navidad,
…) y prepárate para vivirlas.

• Aunque creas que te estás volviendo loc@, no tengas


miedo, eso no va a pasar.

• Date tiempo para tomar decisiones. Los cambios por sí


solos no evitan el dolor.

• Cuida tu salud: alimentación, sueño...

• No te automediques.

• El alcohol y las drogas no ayudan.

• Procura no aislarte. Da oportunidad de que otr@s estén a


tu lado y te acompañen.

• Date permiso para descansar y disfrutar.

• Confía en tus propios recursos para salir adelante y busca


ayuda profesional si la necesitas.
COSAS QUE NO SE DEBEN HACER O DECIR
Decir a la persona “lo estás haciendo muy bien”, sólo cuando no
llora, se muestra valiente, etc..: Debemos dejar que la persona esté
triste, sienta rabia, llore… sin tener la sensación de que nos está
defraudando.

Decirle lo que tiene que hacer.


En el mejor de los casos esto refuerza la sensación de incapacidad de la
persona y en el peor, nuestro consejo puede ser contraproducente.

Decirle “Llámame si necesitas algo”.


Este tipo de ofrecimientos no suelen aceptarse y la persona que ha sufri-
do la pérdida piensa que nuestro deseo real es que no se ponga en
contacto con nosotr@s.

Sugerir que el tiempo cura todas las heridas.


Las heridas de la pérdida no se curan nunca por completo y el trabajo de
duelo es más largo y difícil de lo que sugiere esta frase.

Hacer que sean otros quienes presten la ayuda.


Nuestra presencia y preocupación personal es lo que marca la dife-
rencia.

Decir “sé cómo te sientes”.


Cada persona experimenta su dolor de una manera única. Lo mejor que
podemos hacer es invitar a la persona a que exprese sus sentimien-
tos en lugar de dar por supuesto que los conocemos.

Utilizar tópicos de consuelo como “a rey muerto, rey puesto” o “Dios


lo ha querido así”, “Hay que aceptar la voluntad de Dios”. Esto solo
muestra a la persona que no nos preocupamos lo suficiente por enten-
derla.

Intentar que la persona se de prisa en superar su dolor animándola


a ocupar su tiempo, a regalar las posesiones del/la difunt@, etc… El
proceso de elaboración del duelo requiere tiempo y paciencia.
COSAS QUE SI DEBEMOS HACER O DECIR
Abrir las puertas a la comunicación. Si no sabe qué decir pregunte:
¿Cómo estás hoy? O, he estado pensando en ti, ¿cómo te está yendo?.

Escuchar el 80% del tiempo y hablar el 20%.


Hay muy pocas personas que se tomen el tiempo necesario para escuchar
las preocupaciones más profundas de otra persona. Sea una de
ellas. Tanto usted como la persona que ha sufrido la pérdida pue-
den aprender cosas.
Ofrecer ayudas concretas (acompañarla, hacer alguna tarea de la casa,
….), tomar la iniciativa de llamar a la persona. Si además respeta-
mos la intimidad de la persona, sin agobiarla, esta valorará nuestra
ayuda.
Esperar “momentos difíciles” en el futuro, con intentos fuertes de
afrontar sentimientos y decisiones difíciles durante los meses que
siguen a la pérdida.

“Estar ahí”, acompañando a la persona, a veces desde el silencio. Hay


pocas normas para ayudar, aparte de la autenticidad y el cuidado.

Hablar de nuestras propias pérdidas y de cómo nos adaptamos a


ellas. Aunque es posible que esa persona en concreto tenga un es-
tilo de afrontamiento diferente al nuestro, este tipo de revelaciones
pueden servirle de ayuda.

Establecer un contacto físico adecuado poniendo el brazo sobre el


hombro de la persona o dándole un abrazo cuando fallan las palabras.
Aprenda a sentirse cómod@ con el silencio en lugar de hablar intentando
animar a la persona.
Ser paciente con la historia que nos cuenta y permitirle compartir
sus recuerdos del ser querido. Esto ayuda a ir pensando en un futuro
que ha quedado transformado por la pérdida.

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