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Análisis de caso

¿Empresa o familia?

En Pisté, Yucatán, a solo tres kilómetros de las ruinas de Chichen Itzá, vive la
familia Axtle Limón. Juan (32) y Adela (28) tienen tres hijos: Juan Alberto (5),
Adelina (4) y Santiago (1). Ellos, al igual que muchas familias del pueblo, se
dedican a la venta de artesanías y tienen un pequeño local sobre la avenida
principal del pueblo. Juan, además, trabaja como guía de turistas. Aprendió
los idiomas, inglés y alemán lo suficientemente bien como para poder guiar a
personas que lo soliciten y esta ventaja le ha resultado de gran beneficio.
Adela lleva la administración del negocio y suele atender a los clientes
durante las mañanas. Su madre, doña Rosario (56) trabaja con ellos por las
tardes, para que Adela pueda ir a casa con los niños. Juan se encarga de las
compras en el negocio, y ha logrado diferenciarse de los demás comercios
por haber introducido productos artesanales de otras comunidades de la
región. Con el dinero ahorrado en los últimos años y con un préstamo que
han solicitado, el matrimonio aprovechó una estupenda oportunidad hace un
año, y compró el terreno contiguo a la tienda para ampliar su negocio. No
solo venderían artesanías, sino que contarían con un centro cultural, una
pequeña biblioteca y una cafetería. La idea es que sus clientes puedan vivir
una experiencia en su local, más que únicamente adquirir un producto
artesanal, y tienen la seguridad de que sería una excelente oportunidad.

Ellos tienen gran ilusión de emprender este proyecto, pero no tienen claro si
deben echarlo a andar antes de cumplir con el sueño de cuando se casaron y
que han estado postergando: construir su casa.

Los padres de Juan les ofrecieron techo al lado de ellos cuando se


desposaron. De esta manera podrían disponer del dinero que tenían para
invertir en su tienda de artesanías. Dudaron en utilizarlos para construir una
casa sobre el terreno donde hoy tienen su tienda, pero se decidieron por
invertir en su negocio, dejando para después la construcción de su hogar.
Pensaron que podrían vivir un par de años con los padres de Juan, en lo que
el negocio daba lo suficiente como para ser independientes, pero ya han
pasado seis años y siguen con ellos, aunque eso les ha permitido consolidar
su patrimonio.

Desde que lo crearon en el año 2005, el negocio ha estado creciendo


gradualmente, y a raíz del reconocimiento de Chichen Itzá como maravilla del
mundo, la afluencia de turistas ha sido mayor. Sin embargo, han aparecido
más competidores que hacen que las ventas en el pueblo se diluyan entre
más compradores y por ello podría ser muy interesante diferenciarse de ellos
con este nuevo modelo de negocio.

Dilema

Adela piensa que ya es el momento de dejar el techo de sus suegros y de


construir su casa. Ambos tienen la sensación de que si no hacen esta
inversión ahora que pueden, pasarán muchos años antes de concretarla. Los
niños van creciendo y demandando más espacio y las molestias que les
causan a los abuelos cada vez son mayores. Por otro lado, la relación entre
suegra y nuera se ha deteriorado últimamente, incluso ya han tenido
conflictos personales que han afectado la armonía y unión de la familia.

Adela quiere su casa, pero también tiene una gran ilusión de desarrollar esta
nueva idea de negocio, que podría ponerlos en poco tiempo en una situación
de mayor solvencia, pero que postergaría una vez más la posibilidad de
construir su hogar. Han pensado también en decisiones intermedias como
rentar una casa para ser más independientes y al mismo tiempo invertir en el
negocio o bien en su casa, pero esto comprometería su flujo, por lo que las
han rechazado.
Preguntas

1.- ¿Deben Juan y Adela invertir en la construcción de su casa o en la


ampliación de su negocio?

2.- ¿Existen otras alternativas que valdría la pena que ellos consideraran?

3.- ¿Adela y su suegra podrán arreglar sus diferencias?

4.- ¿Es importante tener una buena relación familiar? ¿Porqué?

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