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PUENTE PIEDRA
SÍLABO DESARROLLADO
DE
CODIGO CIVIL
IV PERIODO
PROMOCIÓN 2021 - I
“HEREDEROS DEL BICENTENARIO”
2022
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OCTAVA SEMANA
SEGUNDA SESIÓN
EL PLAZO
CONCEPTO
El plazo o término indica el momento desde el cual se inicia o finaliza la eficacia
del acto jurídico.
El plazo como modalidad es el evento futuro y cierto de cuyo acaecimiento se
hace depender el nacimiento, la exigibilidad o la finalización de los efectos del
acto jurídico.
El plazo es el lapso desde el cual comienza la existencia o el ejercicio de las
consecuencias del acto y hasta el cual duran esas consecuencias. Al día en que
comienza el plazo se le denomina dies a quo, y al día en que termina se le llana
dies ad quem. El plazo transcurre entre un término inicial y un término final.
CLASES
1.. Plazo Suspensivo y Plazo Resolutorio
a. El plazo suspensivo o inicial o dies a quo es cuando se suspende el
nacimiento o la exigencia de todos o de algunos de los efectos del acto
jurídico hasta la llegada de un determinado momento o fecha. Por ejemplo,
se celebra un contrato de arrendamiento el seis de junio, precisando que el
contrato tendrá efecto a partir del veintiocho de julio. En este caso el contrato
se perfecciona el seis de junio, pero su eficacia se retarda hasta el
veintiocho de julio.
b. El plazo resolutorio o final o extintivo o dies ad quem consiste en una fecha
a partir de la cual los efectos del acto cesan de producirse. Limita en el
tiempo la eficacia del acto; el transcurso del tiempo indicado hace cesar la
eficacia del acto. El acto es eficaz desde que es perfeccionado, pero cesa de
tener efectos una vez llega el término final, razón por la que se le denomina
también resolutorio. Por ejemplo, un contrato de arrendamiento celebrado
por el plazo de dos años, dejará de tener eficacia al vencimiento del segundo
año desde su perfeccionamiento.
El término inicial suspende la eficacia del acto y el término final pone fin a tal
eficacia.
3. Plazo Potestativo
El plazo es potestativo cuando su determinación ha quedado a la sola
voluntad del deudor (plazo meramente potestativo) o a un comportamiento
voluntario en el cual el sujeto tenga un cierto interés (plazo potestativo propio).
Si el deudor no fija plazo, lo determinará el juez.
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4. Plazo convencional. -
Es aquel señalado por las partes, de acuerdo a sus posibilidades y
necesidades. Se origina en la decisión libremente del creador o los creadores
de un acto jurídico.
5. Plazo legal. -
Es el plazo determinado expresamente por Ley, y que se aplica para cumplir la
voluntad de las partes cuando ellas hubieran omitido establecer el plazo.
6. Plazo judicial. -
Es el plazo determinado por el juez, observando lo dispuesto en el Código. La
determinación judicial se requiere cuando se suscita una controversia al
respecto.
Por ejemplo, Pedro conviene con Pablo en el pago de una deuda de cincuenta mil
soles el 10 de setiembre del 2021. Esto no quiere decir que el deudor no tenga la
facultad de pagar antes del10 de setiembre del 2021; este puede hacerlo antes de
que se cumpla el plazo pactado en cualquier fecha. De lo que se concluye que el
plazo se presume en beneficio del deudor.
La pérdida del derecho al plazo por las causales indicadas en los incisos
precedentes, se declara a petición del interesado y se tramita como proceso
sumarísimo. Son especialmente procedentes las medidas cautelares destinadas a
asegurar la satisfacción del crédito.
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El acreedor no puede pedir el cumplimiento de la obligación antes de que expire
el plazo, salvo que éste se haya establecido en su favor, o salvo que hayan
sucedido hechos que determinan la caducidad del plazo. Esto último ocurre
cuando el deudor pierde o disminuye considerablemente su patrimonio, que es el
que respalda el crédito, de tal modo que ya no hay la seguridad que cumplirá con
su prestación, razón por la que el art. 181 sale en defensa del derecho del
acreedor, declarando la caducidad del plazo a fin de que pueda exigir la
efectividad de su crédito, sin esperar que el plazo esté vencido.
El plazo señalado, por día se computa por días naturales, de media noche a
media noche y no se cuenta el día de la realización del acto, pero sí el día de su
vencimiento: de esta manera, si se celebra el acto jurídico el primero de enero con
el plazo de cinco días, la obligación será exigible el día seis de enero, de tal modo
que hayan transcurrido cinco días enteros.
Igual sucede con el plazo señalado por años: si la fecha de celebración del acto
jurídico es el dos de junio de 1992, por el plazo de tres años, la exigibilidad de la
obligación será a partir del dos de junio de 1995.
Cuando el vencimiento del plazo es un día festivo, dicho vencimiento tendrá lugar
el primer día siguiente que no sea festivo.
EL CARGO
CONCEPTO
El modo (del latín modus = medida), cargo, carga o encargo, consiste en una
obligación accesoria que, sólo en los actos gratuitos de liberalidad Ínter vivos o
mortis causa, puede ser impuesta por el disponente a cargo del destinatario de la
liberalidad, consistente en dar hacer o no hacer algo en favor del disponente o de
un tercero o del beneficiario mismo, o de emplear de una determinada manera el
bien objeto de la disposición. (El cargo consiste en el encargo que hace una
persona a otra para que realice algo a cambio de recibir gratuitamente un bien)
La palabra "carga" es utilizada aquí en su sentido vulgar. En su sentido técnico
jurídico, la carga consiste en una obligación vinculada a la titularidad de
determinados bienes (ejemplo la servidumbre).
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El cargo tiene un carácter doble, por su naturaleza constituye una obligación y,
como tal, su cumplimiento puede ser exigido, incluso coercitivamente, y al mismo
tiempo es una obligación accesoria al derecho que adquiere el destinatario de una
liberalidad; éste no puede adquirir la liberalidad sin asumir la obligación en que
consiste el cargo.
Del tenor literal del art. 185 del CC, se concluye que el cargo puede exigirse
judicialmente, en ciertos casos por el imponente del cargo quien en un acto de
liberalidad ha dispuesto una prestación en beneficio del gravado u obligado, ya
sea intervivos o mortis causa.
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En el cargo hay tres personas: el autor de la liberalidad, que es quien impone el
cargo; el beneficiado con la liberalidad, que es el obligado a realizar el cargo; y el
beneficiario, que puede ser el propio autor o un tercero. Los que tienen derecho a
la exigibilidad del cargo pueden ejercer la acción o el sujeto a cuyo favor se
estableció la obligación modal. (ejemplo se dona un predio, imponiendo al
donatario la carga de pagar una pequeña pensión a favor de una persona del
afecto del donante).
NOVENA SEMANA
PRIMERA SESIÓN
Concepto.
Podemos definir a la simulación como uno de los vicios generados
deliberadamente por la voluntad de las partes que en ella intervienen, y consiste en
aparentar la existencia de un acto jurídico que en realidad no existe o que es de
distinta naturaleza del que aparece o que son distintas las personas en él
interesadas.
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En el ámbito de los actos jurídicos, la simulación es muy frecuente. Se usa para
engañar a terceros con los más diversos fines: aparentar solvencia o insolvencia
económica, defraudar a los acreedores, engañar a un pariente pedigüeño
(demasiado aficionado a pedir), eludir prohibiciones legales, protegerse contra la
delincuencia, evitar herir susceptibilidades, evitar el pago de impuestos, beneficiar
a unos hijos antes que, a otros, facilitar la realización de ciertos negocios, etc.
CARACTERÍSTICAS DE LA SIMULACIÓN.
1. Disconformidad entre la voluntad interna y la voluntad manifestada. - Es
decir, a sabiendas de la existencia de dos realidades diferentes, ambas
conocidas: la verdadera y la falsamente querida, una de las cuales esta
ordenada a no tener eficacia jurídicamente reconocida.
CLASES DE SIMULACIÓN
1. Simulación Absoluta
Un acto jurídico es absolutamente simulado si, existiendo solo en apariencia,
carece de un contenido serio y real. Las partes no quieren el acto, sino tan solo
la ilusión exterior que él mismo produce. Ejemplo: Pedro simula vender su casa
a Juan para evitar un embargo; aquí las partes no quieren realizar la venta, solo
simular para hacer creer que el hecho fue verdadero
2. Simulación Relativa
Se presenta ésta cuando las partes efectivamente concuerdan en un
determinado efecto jurídico a producirse, que sin embargo no aparece, sino que
está oculto detrás del aparentemente expresado.
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b. La simulación relativa puede ser total o parcial.
1) La simulación relativa total
Afecta a la integridad del acto, por ejemplo, un anticipo de herencia es
ocultado con una compraventa.
ACTO SIMULADO
La razón por la que la simulación opera con naturalidad en el campo de los actos
patrimoniales, radica en el hecho de que, en estos actos, la autonomía de los
particulares goza de la mayor amplitud de poder; lo que no sucede, en cambio, en
actos jurídicos como los de Derecho de Familia, para los cuales, el ordenamiento
jurídico por razones superiores de interés social, orden público o moral, pone
límites muy precisos a la libertad de los particulares. No son simulables el
matrimonio, el reconocimiento de hijo, la adopción, el divorcio, la separación de
cuerpos, etc.
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El acto jurídico es simulado cuando las partes, con el fin de engañar a terceros, se
han puesto de acuerdo (acuerdo simulatorio) para crearlo (o modificarlo o
extinguirlo) con un valor exterior aparente, destinado a no producir efectos entre
ellas, ya porque no quieren realizar acto jurídico real alguno, ya porque con la
apariencia quieren ocultar la verdadera naturaleza o contenido del acto que
celebran. Por ejemplo, se simula realizar una compra-venta, pero en realidad es
una donación; se simula donar a Pedro cuando en realidad el donatario es Juan;
se simula vender por 100 cuando el precio efectivo es de 150.
El acto simulado es un negocio ficticio querido y realizado por las partes para
engañar a terceros, pero no para que produzca efectos entre ellas. Los
otorgantes quieren la declaración, pero su contenido, por lo que no pueden
exigir su cumplimiento. Es decir, el acto simulado no produce ningún efecto entre
las partes, por la razón de que no es efectivamente sino sólo fingidamente
querido.
7. Efectos entre los simulantes y los terceros acreedores del titular aparente
El acto jurídico simulado es válido y eficaz frente a los terceros acreedores del
adquirente (titular aparente). El acreedor de buena fe del simulante adquirente
tiene un interés opuesto al del acreedor del simulante enajenante. Su interés es
el de hacer prevalecer la apariencia sobre la realidad, a fin de poder satisfacer
su crédito con la ejecución forzada del bien que aparentemente ha ingresado
al patrimonio de su deudor.
Los autores de la simulación no pueden oponer ésta a los terceros acreedores
del titular aparente, pero, por el contrario, los terceros acreedores del enajenante
simulado pueden hacer valer la simulación en relación a las partes cuando ella
perjudica sus derechos.
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c. Si los acreedores del enajenante son anteriores a la simulación y los del
propietario aparente son posteriores, se da preferencia a las víctimas de la
simulación sobre los acreedores del propietario aparente. Esto aun cuando
hayan iniciado de buena fe la ejecución forzada, sucumben en el conflicto
con los acreedores del simulante enajene, cuyo crédito es anterior al acto
simulado.
NOVENA SEMANA
SEGUNDA
SESIÓN
Concepto
Teófilo Idrogo señala "Por medio del fraude, el deudor realiza actos jurídicos
reales y legales disponiendo u ocultando sus bienes a título oneroso o gratuito
para burlar a la ley o perjudicar los derechos de sus acreedores". Se trata de una
acción voluntaria y con mala fe del deudor para reducir su patrimonio en perjuicio
de sus acreedores o del Estado, transgrediéndose normas imperativas, transfiere
sus bienes porque el dinero es más de ocultar que lo bienes muebles o
inmuebles, que están amenazados por futuras medidas cautelares por parte de
los acreedores.
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CLASIFICACIÓN DEL FRAUDE
1. Fraude a la Ley
Por el fraude a la ley se evade la aplicación de una ley (ley defraudada)
amparándose en otra ley (ley de cobertura) que sólo de modo aparente protege
el acto realizado caso en el cual debe aplicarse la ley que se ha tratado de eludir
o si ello no es posible, anular el acto, independientemente de que con este se
haya o no causado daño.
Con el acto realizado en fraude la ley se persigue obtener un resultado similar o
igual al prohibido por una norma imperativa apoyándose en otra norma que no
es prohibitiva.
Nuestro código no contiene un artículo que lo declara expresamente, pero en
todo caso está previsto en el art. V del T.P del C.C. que la letra dice" Es nulo
todo acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o las
buenas costumbres", que puede servir de apoyo textual para declarar la nulidad
de un acto jurídico realizado en fraude de la ley.
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en fraude de los acreedores, para ser declarado ineficaz vía acción
revocatoria o pauliana es necesario que con él se haya causado perjuicio al
acreedor accionante.
El acto jurídico en fraude a la ley no se encuentra expresamente señalado
en nuestra codificación civil. En cambio, el acto jurídico celebrado en fraude
el acreedor se encuentra codificado en el Artículo 195º del Código Civil.
LA ACCIÓN PAULIANA:
El acreedor se legitima para impugnar aquellos actos del deudor que son lesivos
de su derecho de crédito. Un requisito indispensable para el planteamiento de la
acción es la prueba del daño, es decir la imposibilidad del cobro. El acreedor debe
probar que el deudor no dispone de otro medio para hacer efectivo el cobro del
crédito.
Ejemplo Tobías es acreedor de Tirso; este último dona el único bien de que es
propietario a Benigno y de esa manera no tiene como pagar a Tobías. Este,
entonces solicita que se revoque el acto celebrado con Benigno, que es un tercero,
para poder hacerse pago con el bien que debe reingresar o retornar a poder de
Tirso que es el deudor. En la acción revocatoria o pauliana, el demandante es el
acreedor y los demandados son el deudor y el tercero.
REQUISITOS:
a. Existencia de un crédito
Todo titular de la acción pauliana debe ser acreedor, es decir, tener una
relación directa con el deudor a fin de que pueda ejercer la acción de ineficacia
de los actos fraudulentos.
b. Perjuicio al acreedor
Esto significa que el patrimonio del acreedor disminuye, por los actos
fraudulentos del deudor, ya sea a título gratuito o a título oneroso.
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d. Concurrencia de los requisitos
Para el ejercicio de la acción pauliana los requisitos deben ser concurrentes y estar
necesariamente vinculado el crédito al acto fraudulento, ya sea anterior o posterior al
mismo.
DECIMA SEMANA
PRIMERA SESION
VICIOS DE LA VOLUNTAD
GENERALIDADES
La voluntad generadora del acto jurídico, que es la voluntad jurídica que definió Aguiar, es
la voluntad sana y manifestada que genera, modifica, transforma y extingue derechos y que
es el resultado de la conjugación de los elementos que dan lugar a la formación de la
voluntad interna (como son el discernimiento, la intención y la libertad) y de su elemento
externo, que viene a ser la manifestación en cualquiera de sus modalidades.
Los vicios de la voluntad vienen a ser, pues, los factores perturbadores o distorsionadores
que impiden que la voluntad interna se forme de manera sana. Pueden presentarse en el
sujeto de manera consciente, como en la violencia o en la intimidación, o inconsciente,
como en el error o en el dolo, impidiéndole la necesaria, correlación entre lo que quiere y lo
que manifiesta.
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Concepto
Los vicios de la voluntad son situaciones que inducen al sujeto a declarar una voluntad que
no corresponde a sus verdaderas intenciones. Lo ideal es que en la celebración de un acto
jurídico exista correspondencia entre lo deseado y lo expresado, entre la voluntad y lo
manifestado. La voluntad o el consentimiento pueden ser viciados por error solo o violencia.
Clasificación
1. El Error
Constituye un desencuentro entre lo que es el objeto materia de conocimiento y
de juicio, y el conocimiento que se adquiere de él. Todo error constituye una
negación de lo que es, o afirmación de lo que no es. Es un factor perturbador
inconsciente que distorsiona el proceso formativo de la voluntad jurídica, ya en el
aspecto relativo a la voluntad interna, en cuyo caso se configura el
denominado error-vicio, o ya en lo que se refiere a la exteriorización de la
voluntad interna, en cuyo caso se configura el denominado error en la
declaración, que el Código Civil legisla claramente diferenciados en el articulado,
pero bajo el título común de Vicios de la voluntad.
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b. El error obstativo
Es un error en la declaración, o cuando la declaración ha sido inexactamente
transmitida. Este error ocasiona una divergencia entre la manifestación del acuerdo y
la voluntad real de la parte, debido a una externalización o transmisión del acuerdo
mismo. El CC equipara el tratamiento jurídico del error obstativo con el error vicio
(artículo 208). Considera:
En el caso del error vicio, la declaración es querida, aunque sea en base a una voluntad
distinta a la hipotética, mientras en el caso del error obstativo esta es del
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todo divergente de la voluntad. El legislador ha conminado a la misma sanción, que es la
anulabilidad del negocio.
2. El Dolo
Es el vicio de la voluntad mediante el cual se provoca deliberadamente el error.
El Dolo es la intencionalidad de engaño en la realización del acto jurídico y debe
ser de tal magnitud que haya tenido como resultado que la otra parte celebre el
acto. Según Fernando Vidal Ramírez, el dolo es también un factor perturbador
inconsciente del proceso formativo de la voluntad jurídica que afecta a la función
cognoscitiva del sujeto y, por tanto, distorsiona su voluntad interna.
Clasificación
Tiene connotaciones propias en el Derecho Civil. Así podemos señalar que para
el Derecho Civil hay algunas clasificaciones del Dolo que se deben considerar
para su interpretación:
3. La Violencia e Intimidación
a. La violencia
Concepto
Para José León Barandiarán, la violencia física representa la fuerza
apabullante utilizada contra el que hace la declaración, de tal suerte que no
hay voluntad alguna de su parte, en vista que no existe el consentimiento
espontáneamente prestado. Se trata en si de un acto físico en virtud del cual
se obliga a una persona hacer lo que no quiere o se impide hacer lo que
quiere.
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Para Vidal Ramírez, consiste en una fuerza irresistible, apabullante,
incontenible, por la cual, físicamente, se doblega al sujeto de manera tal que,
en realidad, se elimina su voluntad.
b. La intimidación
Concepto
La intimidación consiste en infundir un temor en el sujeto para por ese medio
obtener una manifestación de voluntad forzada, en cuanto es consecuencia
de haber cedido ante la amenaza que le infunde en temor, por eso, constituye
un genuino vicio de la voluntad.
Esta amenaza debe ser creíble, o sea debe ser idónea para impresionar al
contratante amenazado. Para ello se debe valorar si la amenaza impresiona a
una persona sensata, pero al mismo tiempo induce a construir el modelo de
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una persona medianamente sensata teniendo en cuenta una serie de
variables que se asemejen al modelo de la situación de la situación en que
concretamente se halla la misma víctima. (Morales Hervias, 2011, p. 237).
Elementos de la intimidación
La intimidación para configurarse requiere de los siguientes elementos:
a) amenaza;
b) el mal; y,
c) el temor.
Estos elementos deben conjugarse con las pautas establecidas para que el
juez califique la intimidación, como la edad, el sexo, la condición de la
persona y otras circunstancias atendible señaladas en el propio C.C.
El temoí íeveíencial
El temor reverencial es la “sujeción psicológica de un sujeto hacia otro,
determinada por las respectivas posiciones en el contexto familiar, profesional
o, genéricamente, social. Quien tiene temor reverencial puede ser inducido a
contratar: pero el contrato no merece anulación porque la disciplina de la
violencia afecta una conducta (dolosa o culposa) y no un simple modo de ser
social”. Sería el caso del empleado de oficina que compra un bien a su jefe, a
fin de evitar la situación incómoda de darle una negativa. También se le define
como “el temor que el sujeto alimenta, con prescindencia de amenazas
externas específicas, frente a una persona que se presenta ante él, por las
más vaíiadas íazones, familiaíes y sociales, como gíavemente seveía y
píestante”. (Espinoza Espinoza, 2008, p. 457).
Para autorizada doctrina italiana, el temor es una perturbación del sujeto. Este
puede consistir en un temor en sentido propio, o sea en el temor de un peligro
o también en el temor reverencial. Este debe ser distinto respecto de la
intimidación moral, o sea respecto de la amenaza tácita del sujeto de valerse
de su posición o de sus medios para perjudicar a la víctima en caso del
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rehusamiento a contratar. La relevancia reconocida de la jurisprudencia a la
intimidación moral se justifica en cuanto tal intimidación constituye también
una forma de violencia que hace inviable la tutela jurídica de quien la ejercita
o se vale de ella. (Bianca, 1987, pp. 622-623).
1. El dolo se diferencia del error en que en este último el vicio nace del propio
declarante equivocado sin participación de ningún otro sujeto; en tanto que el
dolo, el vicio es causado por otro sujeto del acto mediante una acción o una
omisión pendiente a inducir al primeros que cometa el error, por eso se dice
que el dolo es un error provocado por uno de los celebrantes o un tercero,
contra el declarante se trata pues de un engaño contra el que manifiesta su
voluntad.
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DECIMA PRIMERA SEMANA PRIMERA SESION
CAUSALES DE NULIDAD
1. Nulidad por ausencia de manifestación de voluntad del agente.
De conformidad con lo establecido por el inciso 1 del artículo 219 del Código
Civil, el acto jurídico es nulo cuando falta la manifestación de voluntad del
agente.
Sin lugar a dudas, esta causal de nulidad mantiene vigencia absoluta en cuanto
a los diversos medios tecnológicos utilizados en la contratación contemporánea,
dado que ante la ausencia de manifestación de voluntad por parte del agente no
podríamos estar en presencia de acto jurídico ni de contrato alguno (ya que el
contrato es un acto jurídico).
Así, salvo el tema de la contratación epistolar (que, dicho sea de paso, siempre
ha sido porcentualmente poco significativo), los contratos anteriores a la
aparición del teléfono se celebraban casi en su totalidad entre personas que se
encontraban frente a frente, en un mismo lugar. En tales situaciones, al verse las
caras, ambas
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podían conocer las características físicas de su contraparte, y de esta manera
saber, por ejemplo, si se trataba de un menor de edad o de un enfermo mental.
En esta medida, no debía resultar muy difícil para una parte saber si se
encontraba tratando con un adulto, con un joven o con un niño; es decir, si la
persona que tenía al frente, de acuerdo con la edad, era o no un sujeto con
capacidad de ejercicio.
En tal sentido, consideramos que cada vez cobra mayor vigencia lo dispuesto
por el artículo 1358° del Código Civil: “Los incapaces no privados de
discernimiento pueden celebrar contratos relacionados con las necesidades
ordinarias de su vida diaria.”
La realidad hace que, frente a este tipo de acto, el Derecho no pueda estar
preguntándose y analizando si alguien es capaz o no. La velocidad de la
sociedad moderna impide que ello sea así, y lo que antes era relevante para
consideraciones jurídicas hoy simplemente no lo es.
De conformidad con el artículo 219 (inciso 3) del Código Civil, el acto jurídico es
nulo cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando es
indeterminable. Consideramos que este punto resulta de meridiana aplicación a
toda la contratación, más allá de los medios que sirvan a efectos de contratar, en
la medida que aquí lo relevante es la imposibilidad jurídica o la
indeterminabilidad del objeto, causales de nulidad cuya presencia es
independiente del medio que se utilice para contratar.
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4. Nulidad por fin ilícito.
Como se recuerda, el artículo 219° (inciso 4) establece que el acto jurídico es
nulo cuando su fin es ilícito. Sobre este punto podríamos formular similares
comentarios a los efectuados con relación al acápite precedente.
Cuando los actos jurídicos exigen la observancia de una formalidad, las partes
intervinientes están obligadas a cumplirla.
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7. Nulidad derivada del mandato de la ley.
Conforme al artículo 219 (inciso 7), el acto jurídico es nulo cuando la ley lo
declara nulo.
Por su parte, el artículo V del Título Preliminar establece que es nulo el acto
jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas
costumbres.
Ejemplo celebrar un contrato de arrendamiento o para realizar una guerra de
guerrillas. En este caso se está violando normas de orden público porque se
pretende atentar contra el orden legítimamente constituido, en consecuencia, el
acto jurídico es nulo.
EFECTOS DE LA NULIDAD
Una vez que se declara la nulidad absoluta, el acto jurídico realizado no tiene
validez y se retrotrae a su estado anterior, esto es que tiene efectos retroactivos.
En cuanto a los efectos hay que considerar a las partes y la los terceros:
b. Los terceros
Los actos jurídicos no perjudican los derechos adquiridos a título oneroso y se
buena fe de los terceros adquirientes. Nuestro Código ha sentado su posición
en la simulación y en el fraude.
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DECIMA PRIMERA SEMANA SEGUNDA
SESION
CAUSALES DE ANULABILIDAD
De acuerdo con lo establecido por el artículo 221° (inciso 1), el acto jurídico es
anulable por incapacidad relativa del agente.
Demás está decir que, si ello ya resulta casi imposible personalmente, podremos
imaginar cómo aumentarían las dificultades si esta persona se encontrara del
otro lado de la línea telefónica.
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Con respeto al error in quantitati (es decir, el error sobre la cantidad), sí
tendría relevancia el tema de contratar por teléfono, en la medida que tal vez
el agente que incurre en error vicie su voluntad al no tener la posibilidad de
efectuar una consideración adecuada de la magnitud de los bienes sobre los
cuales está contratando (y no nos referimos naturalmente al simple cálculo o
cómputo que se pudiera hacer sobre los bienes materia del contrato).
En cuanto al error en el motivo, podemos decir que este tema no tiene mayor
relación con la contratación por teléfono; aquí, da exactamente lo mismo el
medio que se emplee para la contratación, pues el motivo será susceptible de
viciarse en cualquiera de ellos.
Así, el hecho de no ser cognoscible el error trae como correlato que el mismo
tampoco sea esencial; lo cual, a su vez, lleva a que no se den los supuestos
de error vicio contemplados en el artículo 201
del Código Civil y, consecuentemente, que el acto no sea
susceptible de anulación.
Incluso, hemos dicho que el dolo hace muchas veces que un error no esencial
constituya causa de anulabilidad de un acto jurídico. En buena cuenta, los
errores, sean esenciales o no, adquieren relevancia cuando son cometidos
por dolo o engaño de la contraparte.
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Es necesario señalar, además que la intimidación puede también ser hecha
por un tercero, con conocimiento del eventual beneficiario del acto celebrado
con este vicio (pues de lo contrario, el acto no sería anulable).
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Hemos mencionado, hace un momento, que el tema de la
simulación adquiere relevancia en la medida que dicho acto
conste en un documento que sirva o tenga utilidad para
oponer la simulación frente a los terceros ante quienes se
quiera acreditar algo ficticio como si fuera real.
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