Está en la página 1de 28

DIRECCIÓN EJECUTIVA DE

EDUCACIÓN Y DOCTRINA PNP

ESCUELA DE EDUCACIÓN SUPERIOR TÉCNICO PROFESIONAL PNP


“HÉROE NACIONAL CAPITÁN PNP ALIPIO PONCE VÁSQUEZ”

PUENTE PIEDRA

SÍLABO DESARROLLADO

DE

CODIGO CIVIL

IV PERIODO
PROMOCIÓN 2021 - I
“HEREDEROS DEL BICENTENARIO”

2022

1
OCTAVA SEMANA
SEGUNDA SESIÓN

EL PLAZO

CONCEPTO
El plazo o término indica el momento desde el cual se inicia o finaliza la eficacia
del acto jurídico.
El plazo como modalidad es el evento futuro y cierto de cuyo acaecimiento se
hace depender el nacimiento, la exigibilidad o la finalización de los efectos del
acto jurídico.
El plazo es el lapso desde el cual comienza la existencia o el ejercicio de las
consecuencias del acto y hasta el cual duran esas consecuencias. Al día en que
comienza el plazo se le denomina dies a quo, y al día en que termina se le llana
dies ad quem. El plazo transcurre entre un término inicial y un término final.

CLASES
1.. Plazo Suspensivo y Plazo Resolutorio
a. El plazo suspensivo o inicial o dies a quo es cuando se suspende el
nacimiento o la exigencia de todos o de algunos de los efectos del acto
jurídico hasta la llegada de un determinado momento o fecha. Por ejemplo,
se celebra un contrato de arrendamiento el seis de junio, precisando que el
contrato tendrá efecto a partir del veintiocho de julio. En este caso el contrato
se perfecciona el seis de junio, pero su eficacia se retarda hasta el
veintiocho de julio.
b. El plazo resolutorio o final o extintivo o dies ad quem consiste en una fecha
a partir de la cual los efectos del acto cesan de producirse. Limita en el
tiempo la eficacia del acto; el transcurso del tiempo indicado hace cesar la
eficacia del acto. El acto es eficaz desde que es perfeccionado, pero cesa de
tener efectos una vez llega el término final, razón por la que se le denomina
también resolutorio. Por ejemplo, un contrato de arrendamiento celebrado
por el plazo de dos años, dejará de tener eficacia al vencimiento del segundo
año desde su perfeccionamiento.
El término inicial suspende la eficacia del acto y el término final pone fin a tal
eficacia.

2.. Plazo Cierto y Plazo Incierto


a. Es cierto cuando se sabe con precisión la fecha en que debe ocurrir el
vencimiento del plazo, dies certus an et quando (día cierto que ocurrirá y
cuándo ocurrirá), por ejemplo, la obligación de pagar una cantidad de
dinero el día 28 de julio próximo.
b. El plazo es incierto cuando no se sabe en qué momento ocurrirá el
acontecimiento previsto como límite final. Aquí se habla de dies certus an
incertus quando. Es cierto que el evento puesto como plazo ocurrirá, pero
es incierto el momento en que tendrá lugar, por ejemplo, el día en que
muera Ticio.

3. Plazo Potestativo
El plazo es potestativo cuando su determinación ha quedado a la sola
voluntad del deudor (plazo meramente potestativo) o a un comportamiento
voluntario en el cual el sujeto tenga un cierto interés (plazo potestativo propio).
Si el deudor no fija plazo, lo determinará el juez.
2
4. Plazo convencional. -
Es aquel señalado por las partes, de acuerdo a sus posibilidades y
necesidades. Se origina en la decisión libremente del creador o los creadores
de un acto jurídico.

5. Plazo legal. -
Es el plazo determinado expresamente por Ley, y que se aplica para cumplir la
voluntad de las partes cuando ellas hubieran omitido establecer el plazo.

6. Plazo judicial. -
Es el plazo determinado por el juez, observando lo dispuesto en el Código. La
determinación judicial se requiere cuando se suscita una controversia al
respecto.

BENEFICIO DEL PLAZO


Artículo 179º.- El plazo suspensivo se presume establecido en beneficio del
deudor, a no ser que el tenor del instrumento o de otras circunstancias, resultase
haberse puesto a favor del acreedor o de ambos.

En cuanto al beneficio del plazo suspensivo, el Código Civil conserva el sistema


del Derecho romano, que consagra en este punto el favor debitoris, presumiendo
que el plazo se ha concedido en beneficio de éste, salvo que se pruebe haber
sido establecido del acreedor o de ambos. Si el plazo es en beneficio del deudor,
éste puede pagar antes del cumplimiento del plazo, pero el acreedor no puede
exigirlo sino al vencimiento. Si el plazo se ha estipulado en beneficio del acreedor,
éste puede exigir el cumplimiento de la obligación antes del vencimiento.

Por ejemplo, Pedro conviene con Pablo en el pago de una deuda de cincuenta mil
soles el 10 de setiembre del 2021. Esto no quiere decir que el deudor no tenga la
facultad de pagar antes del10 de setiembre del 2021; este puede hacerlo antes de
que se cumpla el plazo pactado en cualquier fecha. De lo que se concluye que el
plazo se presume en beneficio del deudor.

CADUCIDAD DEL PLAZO


Artículo 181.- El deudor pierde el derecho a utilizar el plazo:
Cuando resulta insolvente después de contraída la obligación, salvo que garantice
la deuda. Se presume la insolvencia del deudor si dentro de los quince días de su
emplazamiento judicial, no garantiza la deuda o no señala bienes libres de
gravamen por valor suficiente para el cumplimiento de su prestación.

Cuando no otorgue al acreedor las garantías a que se hubiese comprometido.


Cuando las garantías disminuyeren por acto propio del deudor, o desaparecieren
por causa no imputable a éste, a menos que sean inmediatamente sustituidas por
otras equivalentes, a satisfacción del acreedor.

La pérdida del derecho al plazo por las causales indicadas en los incisos
precedentes, se declara a petición del interesado y se tramita como proceso
sumarísimo. Son especialmente procedentes las medidas cautelares destinadas a
asegurar la satisfacción del crédito.

3
El acreedor no puede pedir el cumplimiento de la obligación antes de que expire
el plazo, salvo que éste se haya establecido en su favor, o salvo que hayan
sucedido hechos que determinan la caducidad del plazo. Esto último ocurre
cuando el deudor pierde o disminuye considerablemente su patrimonio, que es el
que respalda el crédito, de tal modo que ya no hay la seguridad que cumplirá con
su prestación, razón por la que el art. 181 sale en defensa del derecho del
acreedor, declarando la caducidad del plazo a fin de que pueda exigir la
efectividad de su crédito, sin esperar que el plazo esté vencido.

COMPUTO DEL PLAZO


En el cómputo del plazo debe observarse las siguientes prescripciones señaladas
en el Art. 183 del CC:

En el plazo civil se computa de acuerdo l calendario gregoriano, es decir sin tomar


en cuenta los días hábiles, inhábiles (feriados, festivos, etc.) computándose
indiscriminadamente. Así el plazo para la inscripción de partida de nacimiento es
de 30 día, el último día es el vencimiento.

El plazo señalado, por día se computa por días naturales, de media noche a
media noche y no se cuenta el día de la realización del acto, pero sí el día de su
vencimiento: de esta manera, si se celebra el acto jurídico el primero de enero con
el plazo de cinco días, la obligación será exigible el día seis de enero, de tal modo
que hayan transcurrido cinco días enteros.

Cuando el plazo se señala por meses, se cumple en el mes del vencimiento y en


el día de éste correspondiente a la fecha del mes inicial a la concertación del acto
jurídico: así, por ejemplo, si el acto jurídico se celebra el dos de junio con el plazo
de un mes, el vencimiento tendrá lugar el dos de julio del 2020.

Igual sucede con el plazo señalado por años: si la fecha de celebración del acto
jurídico es el dos de junio de 1992, por el plazo de tres años, la exigibilidad de la
obligación será a partir del dos de junio de 1995.

Cuando el vencimiento del plazo es un día festivo, dicho vencimiento tendrá lugar
el primer día siguiente que no sea festivo.

EL CARGO

CONCEPTO
El modo (del latín modus = medida), cargo, carga o encargo, consiste en una
obligación accesoria que, sólo en los actos gratuitos de liberalidad Ínter vivos o
mortis causa, puede ser impuesta por el disponente a cargo del destinatario de la
liberalidad, consistente en dar hacer o no hacer algo en favor del disponente o de
un tercero o del beneficiario mismo, o de emplear de una determinada manera el
bien objeto de la disposición. (El cargo consiste en el encargo que hace una
persona a otra para que realice algo a cambio de recibir gratuitamente un bien)
La palabra "carga" es utilizada aquí en su sentido vulgar. En su sentido técnico
jurídico, la carga consiste en una obligación vinculada a la titularidad de
determinados bienes (ejemplo la servidumbre).

4
El cargo tiene un carácter doble, por su naturaleza constituye una obligación y,
como tal, su cumplimiento puede ser exigido, incluso coercitivamente, y al mismo
tiempo es una obligación accesoria al derecho que adquiere el destinatario de una
liberalidad; éste no puede adquirir la liberalidad sin asumir la obligación en que
consiste el cargo.

Los sujetos vinculados al acto modal son:


a. El autor de la liberalidad (o disponente), o sea, el que realiza el acto de
disposición a título gratuito (donante, testador);
b. El beneficiario de la liberalidad (donatario, heredero, legatario), obligado a
cumplir el cargo; y
c. El beneficiario del cargo.

El modo solamente deriva de la voluntad del disponente no puede derivar de la


voluntad de otras personas ni de la ley. Siempre es expreso, no puede ser tácito.

TRANSMISIBILIDAD DEL CARGO


Artículo 188.- “La obligación de cumplir los cargos impuestos para la adquisición
de un derecho pasa a los herederos del que fue gravado con ellos, a no ser que
sólo pudiesen ser cumplidos por él, como inherentes a su persona.
En este caso, si el gravado muere sin cumplir los cargos, la adquisición del
derecho queda sin efecto, volviendo los bienes al imponente de los cargos o a
sus herederos”.

La obligación de cumplir el cargo, como toda obligación, se trasmite a los


herederos, excepto cuando se trata de una obligación inherente a la persona del
deudor (intuito personae), lo prohíbe la ley, o se ha pactado lo contrario (art.
188,660 y 218).

Conforme al art. 188, si el beneficiario de la liberalidad fallece antes de haber


cumplido el cargo, sus herederos deben satisfacer la obligación si ella no es
inherente a la persona. Si el cargo consiste en una obligación intuito personae y el
beneficiario muere sin cumplirla, los bienes objeto de la liberalidad revierten al
imponente del cargo o sus herederos.

Por ejemplo, se dona un bien a un abogado con el cargo de que él personalmente


defienda al donante en un proceso judicial; el abogado muere sin haber cumplido
el encargo; sus herederos deben devolver al donante o a sus herederos el bien
materia de la donación.

EXIGIBILIDAD DEL CARGO


Artículo 185.- El cumplimiento del cargo puede ser exigido por el imponente o por
el beneficiario. Cuando el cumplimiento del cargo sea de interés social, su
ejecución puede ser exigida por la entidad a la que concierna.

Del tenor literal del art. 185 del CC, se concluye que el cargo puede exigirse
judicialmente, en ciertos casos por el imponente del cargo quien en un acto de
liberalidad ha dispuesto una prestación en beneficio del gravado u obligado, ya
sea intervivos o mortis causa.

5
En el cargo hay tres personas: el autor de la liberalidad, que es quien impone el
cargo; el beneficiado con la liberalidad, que es el obligado a realizar el cargo; y el
beneficiario, que puede ser el propio autor o un tercero. Los que tienen derecho a
la exigibilidad del cargo pueden ejercer la acción o el sujeto a cuyo favor se
estableció la obligación modal. (ejemplo se dona un predio, imponiendo al
donatario la carga de pagar una pequeña pensión a favor de una persona del
afecto del donante).

CARGO ILÍCITO O IMPOSIBLE


Artículo 189°.- Si el hecho que constituye el cargo es ilícito o imposible, o llega a
serlo, el acto jurídico subsiste sin cargo alguno.

Como sabemos, la relación entre la liberalidad y el modo es de subordinación: el


modo es accesorio respecto de la liberalidad. Aquí es de aplicación el principio
que dice que lo accesorio sigue la suerte de lo principal, pero no al contrario, por
lo que, si la estipulación que contiene el cargo o modo se invalida, esto no afecta
para nada al acto jurídico que permanece como un acto puro. La imposibilidad o
ilicitud del cargo puede ser inicial o sobrevenida, pero en ambos supuestos la
nulidad del cargo no afecta la validez del acto. Por ello, el art. 189 establece que
en caso de que el modo impuesto sea ilícito o imposible, o llegara a serlo, el acto
jurídico subsiste sin cargo alguno.

NOVENA SEMANA
PRIMERA SESIÓN

SIMULACIÓN DEL ACTO JURÍDICO


GENERALIDADES
La palabra simulación proviene del latín simulare, que significa fingir, hacer aparece
una cosa distinta de la realidad. El diccionario de la Lengua Española Real
Academia, define a la simulación como la “alteración aparente de la causa, la
índole o el objeto verdadero de un acto o contrato”. Agrega que simular es
representar una cosa fingiendo o imitando lo que no es.
En la vida diaria, por diversas razones, el ser humano simula, miente. Simula estar
enfermo para no concurrir a una cita o para evitar un castigo; simula tener talento,
carácter, conocimientos con el fin de acceder a un puesto de trabajo; disimula
defectos, fracasos, vicios, enfermedades, etc.

Concepto.
Podemos definir a la simulación como uno de los vicios generados
deliberadamente por la voluntad de las partes que en ella intervienen, y consiste en
aparentar la existencia de un acto jurídico que en realidad no existe o que es de
distinta naturaleza del que aparece o que son distintas las personas en él
interesadas.

Simulación se define también como la “alteración aparente de la causa, la índole o


el objeto verdadero de un acto o contrato”. Agrega que simular es representar una
cosa fingiendo o imitando lo que no es.

6
En el ámbito de los actos jurídicos, la simulación es muy frecuente. Se usa para
engañar a terceros con los más diversos fines: aparentar solvencia o insolvencia
económica, defraudar a los acreedores, engañar a un pariente pedigüeño
(demasiado aficionado a pedir), eludir prohibiciones legales, protegerse contra la
delincuencia, evitar herir susceptibilidades, evitar el pago de impuestos, beneficiar
a unos hijos antes que, a otros, facilitar la realización de ciertos negocios, etc.

CARACTERÍSTICAS DE LA SIMULACIÓN.
1. Disconformidad entre la voluntad interna y la voluntad manifestada. - Es
decir, a sabiendas de la existencia de dos realidades diferentes, ambas
conocidas: la verdadera y la falsamente querida, una de las cuales esta
ordenada a no tener eficacia jurídicamente reconocida.

2. Concierto entre las partes para producir el acto simulado. - .


La simulación no puede realizarse sin la previa disposición de un medio que
preexista o coexista con el negocio simulado: se trata del acuerdo simulatorio.
Este acuerdo es la inteligencia entre los partícipes de la simulación (a veces con
el necesario concurso de terceros) para crear la apariencia, para crear una
estructura negocial valida, pero vacía (total o parcialmente, en más o menos de
Lo declarado) de voluntad de resultado, porque la auto reglamentación de
intereses manifestados de la figura negocial no coincide con los intereses -todos
o parte de ellos finalmente apetecidos.

3. Propósito de engañar a los terceros.


Como la simulación se dirige a producir un acto jurídico aparente, el propósito de
engañar le es inherente aun cuando sea un engaño no reprobado por la ley,
Como los simulantes están concertados el engaño va dirigido a los terceros.

CLASES DE SIMULACIÓN
1. Simulación Absoluta
Un acto jurídico es absolutamente simulado si, existiendo solo en apariencia,
carece de un contenido serio y real. Las partes no quieren el acto, sino tan solo
la ilusión exterior que él mismo produce. Ejemplo: Pedro simula vender su casa
a Juan para evitar un embargo; aquí las partes no quieren realizar la venta, solo
simular para hacer creer que el hecho fue verdadero

2. Simulación Relativa
Se presenta ésta cuando las partes efectivamente concuerdan en un
determinado efecto jurídico a producirse, que sin embargo no aparece, sino que
está oculto detrás del aparentemente expresado.

Por la simulación relativa exteriormente se declara celebrar un determinado


acto que no es más que una apariencia con la cual se oculta su verdadero
carácter, ejemplo, se declara celebrar un contrato de compraventa, cuando
en realidad es una donación.

3. Simulación total y parcial


a. La simulación absoluta es siempre total
Por cuanto afecta al acto en su integridad. No produce ningún efecto entre las
partes.

7
b. La simulación relativa puede ser total o parcial.
1) La simulación relativa total
Afecta a la integridad del acto, por ejemplo, un anticipo de herencia es
ocultado con una compraventa.

2) La simulación relativa parcial


Recae solamente sobre algunas estipulaciones del acto. Esto sucede
cuando el acto contiene unas estipulaciones que son verdaderas y otras
que son falsas, v.gr., cuando se simula fecha (antedatando o postrando el
acto), precios (consignándose uno más bajo o más alto del realmente
pactado), condiciones, plazos, cargos. Las estipulaciones simuladas son
inválidas, pero el acto jurídico es válido y eficaz conforme a la voluntad real
de las partes. Por ejemplo, en una compra venta en la que se ha simulado
un precio menor con el fin de evadir el pago de impuestos, descubierta la
verdad, la compraventa es válida, pero las partes tendrán que ajustarse al
precio real, pagando el impuesto correspondiente.

4. Simulación licita e ilícita


La simulación puede ser utilizada por las partes con fines lícitos o ilícitos. Las
personas tienen derecho de celebrar sus actos jurídicos en la forma que mejor
les parezca, si desean pueden ocultar bajo una apariencia, la verdadera
naturaleza del acto que realizan, pero estos derechos solo pueden ser
reconocido a condición de que el acto no encierre el propósito de causar daños
a terceros o la violación de normas imperativas, el orden público o las buenas
costumbres.
La simulación es lícita, cuando no tiene por fin perjudicar a terceros o transgredir
normas imperativas, el orden público o las buenas costumbres. Se funda en
razones honestas. Ej. La venta simulada del patrimonio, para evitar ser víctima
de la delincuencia o simplemente para aparentar una condición económica
modesta para evitar el acoso o la malsana curiosidad ajena o en su caso la
adquisición simulada de bienes, para aparentar una gran capacidad adquisitiva a
fin de ser admirado o poder acceder a un empleo.

ACTO SIMULADO

En principio son simulables la mayoría de actos jurídicos sobre derechos


patrimoniales disponibles. En general todo contrato es simulable cuando está en
juego solamente los intereses de los contratantes. No son simulables los actos
sobre derechos indisponibles como los derechos de familia, en los que no sólo
están en juego los intereses de los declarantes, sino, además, intereses sociales
de protección del bien común.

La razón por la que la simulación opera con naturalidad en el campo de los actos
patrimoniales, radica en el hecho de que, en estos actos, la autonomía de los
particulares goza de la mayor amplitud de poder; lo que no sucede, en cambio, en
actos jurídicos como los de Derecho de Familia, para los cuales, el ordenamiento
jurídico por razones superiores de interés social, orden público o moral, pone
límites muy precisos a la libertad de los particulares. No son simulables el
matrimonio, el reconocimiento de hijo, la adopción, el divorcio, la separación de
cuerpos, etc.

8
El acto jurídico es simulado cuando las partes, con el fin de engañar a terceros, se
han puesto de acuerdo (acuerdo simulatorio) para crearlo (o modificarlo o
extinguirlo) con un valor exterior aparente, destinado a no producir efectos entre
ellas, ya porque no quieren realizar acto jurídico real alguno, ya porque con la
apariencia quieren ocultar la verdadera naturaleza o contenido del acto que
celebran. Por ejemplo, se simula realizar una compra-venta, pero en realidad es
una donación; se simula donar a Pedro cuando en realidad el donatario es Juan;
se simula vender por 100 cuando el precio efectivo es de 150.

EFECTOS DEL ACTO JURÍDICO SIMULADO


1. Cuando el acto jurídico simulado es lícito puede generar plenos efectos frente a
terceros, mas no así entre las partes. La simulación que tiene como fin engañar
a los terceros o es contrario a las normas imperativas, al orden público o a las
buenas costumbres es reprobado por el derecho, por tanto, su eficacia se verá
oponible, de ello nos ocuparemos a continuación.

2. Efectos de la simulación absoluta entre las partes


Si el acto jurídico ha sido simulado con simulación absoluta, en la que existe
sólo un acto aparente, irreal, que carece de contenido, pues la voluntad de las
partes quedó contenida únicamente en el acuerdo simulatorio convenido
precisamente para no producir un acto verdadero, el acto jurídico así simulado
no produce eficacia alguna.

El acto simulado es un negocio ficticio querido y realizado por las partes para
engañar a terceros, pero no para que produzca efectos entre ellas. Los
otorgantes quieren la declaración, pero su contenido, por lo que no pueden
exigir su cumplimiento. Es decir, el acto simulado no produce ningún efecto entre
las partes, por la razón de que no es efectivamente sino sólo fingidamente
querido.

La carencia de efectos entre las partes del acto simulado es independientemente


de su licitud o ilicitud. Un acto ficticio, desprovisto de contenido, aun cuando sea
lícito, no puede producir efectos para los otorgantes, porque tal fue su común
intención al otorgarlo. Con mayor razón si el acto simulado es ilícito, no produce
los efectos entre las partes, ni para nadie. Si la simulación es lícita sólo podrá
ser invocada por las partes, los terceros quedan desprovistos de la acción por no
tener legitimidad para obrar.

3. Efectos de la simulación relativa entre las partes.


Este negocio simulado tendrá efectos entre las partes, siempre que concurran
los requisitos de validez y no perjudique el derecho del tercero. Así, el negocio
jurídico disimulado (oculto y real) vincula efectivamente a las partes siempre y
cuando concurran sus requisitos de validez. Además, el negocio jurídico
disimulado no debe afectar el derecho del tercero. Aquí se tutela el interés de los
terceros en hacer prevalecer la realidad (negocio disimulado) sobre la apariencia
(negocio simulado). Es irrelevante si el negocio simulado (aparente y fingido) no
reúne los requisitos de validez.

4. Efectos de la simulación parcial entre las partes


Cuando la simulación sea parcial, esto es, cuando las partes no esconden el
carácter total del negocio que realizan bajo la apariencia de otro negocio
diferentes, sino solamente ciertos aspectos mediante estipulaciones o cláusulas
que hacen referencia a datos inexactos, tienen efectos entre ellas los datos
9
exactos, ocultados, por ser los efectivamente queridos, siempre que sean lícitos
y no afecten los derechos de terceros. El que transfiere el derecho sólo se obliga
aparentemente con el interpuesto, pero en la inteligencia de obligarse hacia el
tercero, frente al cual adquiere los derechos y asume las obligaciones
resultantes del acto

5. Efectos entre simulantes y terceros adquirentes del titular aparente


Las relaciones entre simulantes y terceros se basan en el principio de la
oponibilidad de la simulación por los simulantes a los terceros de buena fe. La
simulación, mientras no sea descubierta, es irrelevante para los terceros. Por
principio, el acto simulado es válido y eficaz frente a los terceros. Si la simulación
es relativa, descubierto el acto disimulado será válido éste.

6. Entre los simulantes y el acreedor del simulante enajenante


Los terceros legitimados tienen legitimidad para obrar. En efecto, negocio
simulado es ineficaz respecto de aquellos terceros cuyos derechos son
perjudicados. La norma pretende evitar el daño que se quiere producir a los
terceros. Cuando el negocio simulado disminuya el activo o aumento el pasivo
del deudor, los acreedores están facultados para solicitar la ineficacia del
negocio. De la misma manera, el heredero perjudicado por un negocio simulado
concluido por su causante y el cónyuge perjudicado por un negocio simulado
celebrado por el otro cónyuge, están legitimados para pedir la nulidad.

7. Efectos entre los simulantes y los terceros acreedores del titular aparente
El acto jurídico simulado es válido y eficaz frente a los terceros acreedores del
adquirente (titular aparente). El acreedor de buena fe del simulante adquirente
tiene un interés opuesto al del acreedor del simulante enajenante. Su interés es
el de hacer prevalecer la apariencia sobre la realidad, a fin de poder satisfacer
su crédito con la ejecución forzada del bien que aparentemente ha ingresado
al patrimonio de su deudor.
Los autores de la simulación no pueden oponer ésta a los terceros acreedores
del titular aparente, pero, por el contrario, los terceros acreedores del enajenante
simulado pueden hacer valer la simulación en relación a las partes cuando ella
perjudica sus derechos.

8. Efectos entre acreedores de ambas partes simulantes


Al existir un conflicto entre los acreedores del simulante enajenante y acreedores
del simulante adquirente (titular aparente), se presenta las siguientes
situaciones.

a. Si ambos acreedores en conflicto son de fecha anterior a la simulación, será


preferido al acreedor del enajenante por ser la víctima de la simulación; el
acreedor del adquirente nada pierde, pues, no contaba en el activo de su
deudor con los bienes adquiridos después en forma ficticia.

b. Si ambos acreedores son de fecha posterior a la simulación, será preferido


el acreedor del titular aparente que ya contó en el patrimonio de su deudor
con los bienes ingresados en forma simulada, mientras que el acreedor del
simulante enajenante no contaba ya con esos bienes en el patrimonio de su
deudor.

10
c. Si los acreedores del enajenante son anteriores a la simulación y los del
propietario aparente son posteriores, se da preferencia a las víctimas de la
simulación sobre los acreedores del propietario aparente. Esto aun cuando
hayan iniciado de buena fe la ejecución forzada, sucumben en el conflicto
con los acreedores del simulante enajene, cuyo crédito es anterior al acto
simulado.

NOVENA SEMANA
SEGUNDA
SESIÓN

FRAUDE DEL ACTO JURIDICO


NOCIÓN DE FRAUDE
La palabra "fraude" viene de las locuciones latinas: fraus, fraudis que significan
falsedad, engaño, malicia, abuso de confianza que produce un daño por lo que es
indicativo de mala fe, de conducta ilícita, es decir, no tiene un significado
inequívoco, unas veces indica astucia y artificio, otras el engaño, y en una
acepción más amplia una conducta desleal; en fin, toda acción contraria a la
verdad y a la rectitud; que perjudica a la persona contra quien se comete. Una
conducta fraudulenta persigue frustrar los fines de la ley o perjudicar los derechos
de un tercero.

Concepto
Teófilo Idrogo señala "Por medio del fraude, el deudor realiza actos jurídicos
reales y legales disponiendo u ocultando sus bienes a título oneroso o gratuito
para burlar a la ley o perjudicar los derechos de sus acreedores". Se trata de una
acción voluntaria y con mala fe del deudor para reducir su patrimonio en perjuicio
de sus acreedores o del Estado, transgrediéndose normas imperativas, transfiere
sus bienes porque el dinero es más de ocultar que lo bienes muebles o
inmuebles, que están amenazados por futuras medidas cautelares por parte de
los acreedores.

El fraude es un vicio voluntario del acto jurídico y consiste en la sustracción


maliciosa del deudor al cumplimiento de las normas legales y de sus acreedores,
quedando en estado de insolvencia.
Se trata de una acción voluntaria y con mala fe del deudor para reducir su
patrimonio en perjuicio de sus acreedores o del Estado, transgrediéndose normas
imperativas, transfiere sus bienes porque el dinero es más de ocultar que lo bienes
muebles o inmuebles, que están amenazados por futuras medidas cautelares por
parte de los acreedores.

En términos generales, existe fraude cuando a través de un acto jurídico idóneo y


lícito en virtud de una ley que lo permite o autoriza, se busca eludir el cumplimiento
de otra norma imperativa. El fraude mediante el acto jurídico, o acto jurídico
fraudulento, se da cuando una persona enajena sus bienes a fin de protegerlos de
la ejecución de sus acreedores. En este caso, la enajenación es real, es decir no es
ficticia como sucede cuando está de por medio la simulación. Lo que busca el
deudor es un estado de insolvencia para no pagar la deuda.

11
CLASIFICACIÓN DEL FRAUDE
1. Fraude a la Ley
Por el fraude a la ley se evade la aplicación de una ley (ley defraudada)
amparándose en otra ley (ley de cobertura) que sólo de modo aparente protege
el acto realizado caso en el cual debe aplicarse la ley que se ha tratado de eludir
o si ello no es posible, anular el acto, independientemente de que con este se
haya o no causado daño.
Con el acto realizado en fraude la ley se persigue obtener un resultado similar o
igual al prohibido por una norma imperativa apoyándose en otra norma que no
es prohibitiva.
Nuestro código no contiene un artículo que lo declara expresamente, pero en
todo caso está previsto en el art. V del T.P del C.C. que la letra dice" Es nulo
todo acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o las
buenas costumbres", que puede servir de apoyo textual para declarar la nulidad
de un acto jurídico realizado en fraude de la ley.

2. Fraude de los Acreedores


El fraude a los acreedores hace referencia a los actos celebrados por el deudor
con los cuales renuncie a derechos, o disminuya su patrimonio conocido,
provocando o agravando su estado de insolvencia, en perjuicio de sus
acreedores, presentes o futuros, que se ven impedidos de obtener la
satisfacción total o parcial de sus créditos.
El estado de insolvencia consiste en un desequilibrio patrimonial en el que el
pasivo es mayor que el activo, por tanto, el insolvente, no cuenta con bienes en
su patrimonio para afrontar y cumplir con sus obligaciones (deudas)
Por ejemplo, ha ido regalando o transfiriendo sus fincas a nombre de otra
persona con el objeto de que cuando llegara la fecha del vencimiento de la
deuda no dispusiera de bienes con los que pagar al acreedor. El acreedor
dispone de una acción para declarar fraudulentas tales donaciones, al objeto de
que retornen al patrimonio del deudor los bienes que no deberían haber salido
de él.
La conducta fraudulenta del deudor que deliberadamente persigue eludir el
cumplimiento de sus obligaciones en perjuicio de sus acreedores puede
manifestarse de diversas formas:

a. El acto simulado, es el medio torticero utilizado por el deudor para impedir


que el acreedor cobre.

b. Deudor, Acreedor de un Tercero, Cuando el deudor no ejerce acciones


que le compete contra el acreedor, privando a sus propios acreedores de ver
incorporado ese crédito a su patrimonio. O cuando terceros promueven
acciones contra el deudor y éste no se defiende poniendo, así, en peligro la
integridad de su patrimonio que a la postre perjudicaría a sus acreedores, es
decir, que, con su inacción o pasividad, en el ejercicio o defensa de sus
derechos evita crearse un patrimonio o adquirir nuevos bienes o que su
patrimonio se mantenga en su integridad, con el propósito de que no existan
bienes que puedan ser realizados por su acreedor.

c. El deudor puede enajenar o gravar realmente sus bienes o renunciar a


derechos, frustrando de este modo la posibilidad de cobro de sus
acreedores. El acto jurídico en fraude de la ley adolece de invalides
absoluta, es nulo sin importar sin con él se causó o no daño. En cambio, el
acto jurídico celebrado

12
en fraude de los acreedores, para ser declarado ineficaz vía acción
revocatoria o pauliana es necesario que con él se haya causado perjuicio al
acreedor accionante.
El acto jurídico en fraude a la ley no se encuentra expresamente señalado
en nuestra codificación civil. En cambio, el acto jurídico celebrado en fraude
el acreedor se encuentra codificado en el Artículo 195º del Código Civil.

LA ACCIÓN PAULIANA:

Cuando se produce el fraude al acreedor, por parte del deudor, mediante la


disposición de su patrimonio en perjuicio del primero, es posible que éste plantee la
acción revocatoria o pauliana, o de ineficacia del acto jurídico de disposición.

El acreedor se legitima para impugnar aquellos actos del deudor que son lesivos
de su derecho de crédito. Un requisito indispensable para el planteamiento de la
acción es la prueba del daño, es decir la imposibilidad del cobro. El acreedor debe
probar que el deudor no dispone de otro medio para hacer efectivo el cobro del
crédito.

Para León Barandiarán por la acción revocatoria o pauliana el acreedor obra en


nombre propio y demanda que quede sin efecto el acto realizado por su deudor,
por el que disminuye su patrimonio que lo convierta en insolvente y por lo tanto
carece de medios para pagar la deuda.

Ejemplo Tobías es acreedor de Tirso; este último dona el único bien de que es
propietario a Benigno y de esa manera no tiene como pagar a Tobías. Este,
entonces solicita que se revoque el acto celebrado con Benigno, que es un tercero,
para poder hacerse pago con el bien que debe reingresar o retornar a poder de
Tirso que es el deudor. En la acción revocatoria o pauliana, el demandante es el
acreedor y los demandados son el deudor y el tercero.

Como ya señalamos, el acreedor debe probar, además del daño o imposibilidad


del cobro, la mala fe del deudor y del tercero. De esta manera se protege frente a la
acción revocatoria de los acreedores, a aquellos terceros de buena fe que
contrataron con el deudor.

REQUISITOS:

a. Existencia de un crédito
Todo titular de la acción pauliana debe ser acreedor, es decir, tener una
relación directa con el deudor a fin de que pueda ejercer la acción de ineficacia
de los actos fraudulentos.

b. Perjuicio al acreedor
Esto significa que el patrimonio del acreedor disminuye, por los actos
fraudulentos del deudor, ya sea a título gratuito o a título oneroso.

c. Fraude del deudor


Consiste en la conciencia plena que tiene el deudor de los perjuicios que está
causando a su acreedor, es decir, es la actitud de mala fe del deudor frente a
sus acreedores para causarles daño, al concertar actos jurídicos con terceros,
para quedar sin patrimonio.

13
d. Concurrencia de los requisitos
Para el ejercicio de la acción pauliana los requisitos deben ser concurrentes y estar
necesariamente vinculado el crédito al acto fraudulento, ya sea anterior o posterior al
mismo.

e. Fecha del crédito


El código civil ha establecido que, para hacer uso de la acción pauliana o revocatoria,
cuando se trata de un acto jurídico oneroso, el crédito tiene que ser anterior al acto de
disminución patrimonial, que el tercero haya tenido conocimiento del perjuicio de los
derechos de su acreedor o cuando el deudor y el tercero hubiesen celebrado un acto
jurídico antes del surgimiento del crédito, cuya ineficacia se solicita con el propósito de
perjudicar la satisfacción del crédito del futuro acreedor.

EFECTOS DE LA ACCIÓN PAULIANA


En primer lugar, quienes han participado en el acto fraudulento del deudor o se han
beneficiado directamente con dicho acto deben restituir al patrimonio de aquellos bienes
recibidos, hasta el monto de la acreencia. Asimismo, los intervinientes en dicho fraude
deberán de indemnizar a los acreedores por los daños y perjuicios ocasionados a estos.
Inoponibilidad, es decir, que los terceros sub adquirientes no pueden oponer el acto jurídico
a los acreedores defraudados, para quienes dicho acto, se tiene por no celebrado respecto a
ellos. Por esta razón, se dice que la acción revocatoria o pauliana, es una acción de ineficacia
del acto jurídico.

DECIMA SEMANA
PRIMERA SESION

VICIOS DE LA VOLUNTAD

GENERALIDADES
La voluntad generadora del acto jurídico, que es la voluntad jurídica que definió Aguiar, es
la voluntad sana y manifestada que genera, modifica, transforma y extingue derechos y que
es el resultado de la conjugación de los elementos que dan lugar a la formación de la
voluntad interna (como son el discernimiento, la intención y la libertad) y de su elemento
externo, que viene a ser la manifestación en cualquiera de sus modalidades.

Cuando esta conjunción de elementos se rompe por la presencia de fatores perturbadores o


distorsionadores surge una voluntad viciada, porque no existe ya la necesaria correlación
entre lo que quiere el sujeto y la voluntad que exterioriza. Se presentan, así, los llamados
vicios de la voluntad clasificados, tradicionalmente, como error, dolo, violencia e
intimidación.

Los vicios de la voluntad vienen a ser, pues, los factores perturbadores o distorsionadores
que impiden que la voluntad interna se forme de manera sana. Pueden presentarse en el
sujeto de manera consciente, como en la violencia o en la intimidación, o inconsciente,
como en el error o en el dolo, impidiéndole la necesaria, correlación entre lo que quiere y lo
que manifiesta.

14
Concepto
Los vicios de la voluntad son situaciones que inducen al sujeto a declarar una voluntad que
no corresponde a sus verdaderas intenciones. Lo ideal es que en la celebración de un acto
jurídico exista correspondencia entre lo deseado y lo expresado, entre la voluntad y lo
manifestado. La voluntad o el consentimiento pueden ser viciados por error solo o violencia.

Clasificación
1. El Error
Constituye un desencuentro entre lo que es el objeto materia de conocimiento y
de juicio, y el conocimiento que se adquiere de él. Todo error constituye una
negación de lo que es, o afirmación de lo que no es. Es un factor perturbador
inconsciente que distorsiona el proceso formativo de la voluntad jurídica, ya en el
aspecto relativo a la voluntad interna, en cuyo caso se configura el
denominado error-vicio, o ya en lo que se refiere a la exteriorización de la
voluntad interna, en cuyo caso se configura el denominado error en la
declaración, que el Código Civil legisla claramente diferenciados en el articulado,
pero bajo el título común de Vicios de la voluntad.

La categoría del error comprende dos tipos de errores.


a. El error vicio
Es una condición de ignorancia o de falsa representación de la realidad en la
cual incurre espontáneamente una parte, que se representa mentalmente el
contrato de manera diversa de cómo es en la realidad. Puede ser:
1) Error esencial, cuando de no haber mediado el sujeto no hubiera
celebrado el acto jurídico. Puede ser de hecho y de derecho.
2) El error indiferente, viene a ser, un simple accidente en el acto jurídico
y, por ello, no alcanza a viciarlo para justificar su nulidad, sino que puede
dar lugar, tan solo, a efectos rectificatorios. Al igual que el error esencial,
puede ser de hecho y de derecho.
3) El error de hecho, o error facti consiste en la ausencia de conocimiento
o en el conocimiento equivocado que recae en cualquier clase de
objetos, en su sustancia o en sus cualidades esenciales, así como en las
personas o en sus cualidades de una operación de cálculo o en la
apreciación de una cantidad, o en el motivo mismo que induce a la
celebración del acto jurídico.
4) El error de derecho, es la ausencia de conocimiento o de conocimiento
equivocado referido a una norma jurídica y, por ello, tiene un ámbito de
aplicación especifico que lo diferencia sustancialmente del error de
hecho, según criterio que viene desde el Derecho Romano.
Ejemplo: si una apersona celebra un contrato con un menor de edad
creyendo que negocia con u mayor de edad, comete un error de hecho;
pero si dicha persona, a sabiendas de que está negociando con un
menor de edad, supone que puede pretermitir las formalidades legales
protectoras de los incapaces, incurre en un error de derecho. Otro
ejemplo, quien compra un objeto arqueológico para revenderlo,
ignorando que la ley prohíbe su tráfico, no podrá invocar su ignorancia de
la ley para incorporarlo a su patrimonio per si podrá invocar esa misma
ignorancia para anular el acto de la adquisición.

15
b. El error obstativo
Es un error en la declaración, o cuando la declaración ha sido inexactamente
transmitida. Este error ocasiona una divergencia entre la manifestación del acuerdo y
la voluntad real de la parte, debido a una externalización o transmisión del acuerdo
mismo. El CC equipara el tratamiento jurídico del error obstativo con el error vicio
(artículo 208). Considera:

1) El error en la naturaleza del acto, conocido como error in negotio, se


configura cuando los sujetos que lo celebran manifiestan celebrar un acto jurídico
distinto del que quieren celebrar y para el que han formado su voluntad interna.
Ejemplo de Pothier: “si alguno cree venderme una cosa, y yo creo recibirla título
de préstamo o como regalo, no hay en ese caso ni venta, ni préstamo, ni
donación”.

2) El error en el objeto principal de la declaración, también llamado error


in ipso corpore rei o, simplemente, error in corpore, se configura cuando la
declaración del sujeto que celebrar el acto jurídico no es coincidente con el objeto
al que la dirige, pues su voluntad interna la ha formado respecto de un objeto
distinto y cuya identidad confunde. Ejemplo: como cuando alguien quiere
comprar un caballo y por la declaración la otra parte entiende que lo que quiere
adquirir es un burro.

3) El error en la identificación de la persona, se configura cuando la


declaración se dirige a persona distinta de la persona con la cual se quiere
celebrar el acto, o a la que se le quiere dirigir la declaración si se trata de un acto
unilateral recepticio. No se trata de un error en las cualidades personales, de un
error in personam. Sino de un error sobre la identificación, de un error in
nómine. La doctrina lo reconoce siempre como un error en la declaración.
Ejemplo: si alguien dona una cantidad de dinero a una persona, y esta no es la
persona indicada por el donante, se trata de un error esencial, que es causal de
anulabilidad del acto jurídico, porque ha sido de conocimiento de la otra parte o
se han cumplido cualquiera de los casos previstos en el art.203 del CC.

4) El error en la transmisión de la declaración, se configura cuando la


manifestación de la voluntad es trasmitida inexactamente por la persona
encargada de hacerla. En este error no incurre el manifestante de la voluntad sino
persona distinta. Ejemplo de Stolfi: el error en la transmisión de la declaración
consiste en una equivocación cometida por la persona o el funcionario a los
cuales se ha recurrido para hacer conocer una voluntad propia al otro interesado,
pues el nuncio que debía referir el precio a francos suizos lo ha referido a francos
franceses, o el cartero ha entregado al encargado al médico Ticio la oferta
dirigida a un comerciante del mismo nombre, o se ha encargado transmitir “no
acepto” pero la transmisión se hizo si la primera palabra y el destinatario creyó
en la aceptación al no tomar conocimiento de la inadmisión de la propuesta.

En el caso del error vicio, la declaración es querida, aunque sea en base a una voluntad
distinta a la hipotética, mientras en el caso del error obstativo esta es del

16
todo divergente de la voluntad. El legislador ha conminado a la misma sanción, que es la
anulabilidad del negocio.

En palabras más simples: en el error obstativo se declara mal lo bien querido; en


el error vicio, en cambio; se declara bien lo mal querido (Espinoza Espinoza,
2008, p. 391).
Siguiendo a una doctrina peruana, los tipos de errores esenciales son:
a. Error en la propia esencia o cualidad del objeto del acto (error in negotio)
b. Error en las cualidades personales de la otra parte (error in qualitate personae)
c. Error de derecho (error iuris) (Espinoza, 2008, pp. 396-397).

DECIMA PRIMERA SEMANA


SEGUNDA SESION

2. El Dolo
Es el vicio de la voluntad mediante el cual se provoca deliberadamente el error.
El Dolo es la intencionalidad de engaño en la realización del acto jurídico y debe
ser de tal magnitud que haya tenido como resultado que la otra parte celebre el
acto. Según Fernando Vidal Ramírez, el dolo es también un factor perturbador
inconsciente del proceso formativo de la voluntad jurídica que afecta a la función
cognoscitiva del sujeto y, por tanto, distorsiona su voluntad interna.

Clasificación
Tiene connotaciones propias en el Derecho Civil. Así podemos señalar que para
el Derecho Civil hay algunas clasificaciones del Dolo que se deben considerar
para su interpretación:

a. Dolo principal e incidental: El dolo principal es el engaño o astucia que


determina la voluntad del sujeto al que va dirigido; en cambio el incidental, no
logra determinar la voluntad de la víctima, que igual hubiera celebrado el acto
jurídico, pero lo hace en condiciones más perjudiciales.
b. Dolo directo e indirecto: Es directo cuando el engaño proviene de alguna de
las partes que intervienen en el acto jurídico; y, es indirecto si la astucia
maliciosa proviene de un tercero que no es parte en el acto.
c. Dolo positivo y negativo: El dolo positivo lo constituyen las conductas
efectivas del autor del engaño tendientes a torcer o forzar la voluntad de la
víctima; en cambio el dolo negativo está constituido por las omisiones dolosas
con ocultamientos voluntarios o conscientes que determinen la voluntad de la
otra parte.

3. La Violencia e Intimidación
a. La violencia
Concepto
Para José León Barandiarán, la violencia física representa la fuerza
apabullante utilizada contra el que hace la declaración, de tal suerte que no
hay voluntad alguna de su parte, en vista que no existe el consentimiento
espontáneamente prestado. Se trata en si de un acto físico en virtud del cual
se obliga a una persona hacer lo que no quiere o se impide hacer lo que
quiere.

17
Para Vidal Ramírez, consiste en una fuerza irresistible, apabullante,
incontenible, por la cual, físicamente, se doblega al sujeto de manera tal que,
en realidad, se elimina su voluntad.

Es la coacción ejercida sobre una persona para obligarla a realizar un acto


que no quiere. Se trata de una fuerza física o moral que infunda temor y que
obligue a la realización del acto jurídico.

Según una doctrina nacional, la violencia física es simplemente violencia.


Supone, pues, que mediante el uso de la fuerza se doblegue al sujeto y se
anule su voluntad, como sería el caso de tomar la mano de una persona por
la fuerza y hacerla escribir su nombre y firmar, o estampar sus huellas
digitales, que, por demás, es la única hipótesis posible de obtener una
declaración mediante la violencia absoluta. En este caso, hay una fuerza
irresistible, apabullante, que conduce la mano, lo que no debe confundirse
con los maltratos físicos que se puede infligir a una persona para que suscriba
un documento, o coloque sus huellas digitales, pues ello constituye
intimidación y no violencia física, jurídicamente hablando. (Vidal Ramírez,
2011, pp. 216-217).

La violencia se concibe como aquella fuerza irresistible que elimina la


voluntad del sujeto derecho obligándolo a celebrar un negocio jurídico. La
fuerza irresistible puede provenir de una de las partes del negocio o un
tercero. Asimismo, para algunos doctrinarios al eliminarse la voluntad ya no
se estaría en presencia de un vicio sino de un acto nulo.

b. La intimidación
Concepto
La intimidación consiste en infundir un temor en el sujeto para por ese medio
obtener una manifestación de voluntad forzada, en cuanto es consecuencia
de haber cedido ante la amenaza que le infunde en temor, por eso, constituye
un genuino vicio de la voluntad.

Al contrario de lo que ocurre con la violencia física, que desplaza la voluntad


por lo que el acto “no es” del sujeto, la violencia moral o intimidación infunde
un temor sobre el sujeto quien, cediendo a ese temor, se aviene declarar una
voluntad que no responde a una decisión libre y espontánea. (Vidal Ramírez,
2011, pp. 221).

La intimidación es una conducta antijurídica -acto ilícito-, que consiste en


influir sobre el fuero interno del agente causándole miedo o temor,
amenazándolo con un mal futuro que debe ser inminente y grave. De esta
manera, presionando la voluntad o el ánimo del agente, es decir, el aspecto
psíquico del mismo, se logra que declare algo de una manera distinta a la
querida, o al declarar que quiere, cuando nunca ha querido así ni de otra
manera. (Lohmann Luca de Tena, 1994, p. 506).

Esta amenaza debe ser creíble, o sea debe ser idónea para impresionar al
contratante amenazado. Para ello se debe valorar si la amenaza impresiona a
una persona sensata, pero al mismo tiempo induce a construir el modelo de

18
una persona medianamente sensata teniendo en cuenta una serie de
variables que se asemejen al modelo de la situación de la situación en que
concretamente se halla la misma víctima. (Morales Hervias, 2011, p. 237).

En materia de contratación telefónica, puede ocurrir que la intimidación se


haya producido dentro de la misma conversación (vale decir, que ese temor
respecto del mal inminente y grave que le pueda ocurrir al agente se haya
infundido en la propia conversación telefónica que dio origen al contrato), de
modo tal que todas estas situaciones se produzcan utilizando el medio de
comunicación al cual nos estamos refiriendo. Ello resultaría plenamente
factible, en la medida que para intimidar no resulta necesario que quien
intimida se encuentre frente a frente con su víctima. Bastaría, pues, utilizar la
línea telefónica para infundir el mencionado temor. Es más: nos atrevemos a
decir que, cuando de intimidación se trata, resulta más usual que dicha
situación ilícita se produzca por teléfono, debido a que permite en muchos
casos reservar el anonimato de la persona que intimida. (Castillo Freyre y
Horna, 2003, p. 16).

Por tanto, entendemos por intimidación a aquella amenaza ilícita dirigida a


una de las partes del negocio de sufrir un daño en su patrimonio o entre los
miembros de su familia con el objetivo de celebrar un negocio jurídico. Se
diferenciaría de la violencia en que aquí la voluntad no es anulada, pero si
corrompida por influencia externa.

Elementos de la intimidación
La intimidación para configurarse requiere de los siguientes elementos:
a) amenaza;
b) el mal; y,
c) el temor.
Estos elementos deben conjugarse con las pautas establecidas para que el
juez califique la intimidación, como la edad, el sexo, la condición de la
persona y otras circunstancias atendible señaladas en el propio C.C.

El temoí íeveíencial
El temor reverencial es la “sujeción psicológica de un sujeto hacia otro,
determinada por las respectivas posiciones en el contexto familiar, profesional
o, genéricamente, social. Quien tiene temor reverencial puede ser inducido a
contratar: pero el contrato no merece anulación porque la disciplina de la
violencia afecta una conducta (dolosa o culposa) y no un simple modo de ser
social”. Sería el caso del empleado de oficina que compra un bien a su jefe, a
fin de evitar la situación incómoda de darle una negativa. También se le define
como “el temor que el sujeto alimenta, con prescindencia de amenazas
externas específicas, frente a una persona que se presenta ante él, por las
más vaíiadas íazones, familiaíes y sociales, como gíavemente seveía y
píestante”. (Espinoza Espinoza, 2008, p. 457).

Para autorizada doctrina italiana, el temor es una perturbación del sujeto. Este
puede consistir en un temor en sentido propio, o sea en el temor de un peligro
o también en el temor reverencial. Este debe ser distinto respecto de la
intimidación moral, o sea respecto de la amenaza tácita del sujeto de valerse
de su posición o de sus medios para perjudicar a la víctima en caso del

19
rehusamiento a contratar. La relevancia reconocida de la jurisprudencia a la
intimidación moral se justifica en cuanto tal intimidación constituye también
una forma de violencia que hace inviable la tutela jurídica de quien la ejercita
o se vale de ella. (Bianca, 1987, pp. 622-623).

Por tanto, entendemos por temor reverencial a aquella influencia provocada


en una de las partes del negocio que tiene la condición de débil, inferior o de
menor jerarquía respecto de la otra parte que tiene la condición de fuerte,
superior y de mayor jerarquía. Aquella practica un acto en favor de este
debido a la “sujeción psicológica” que su condición alimenta. Esta situación no
dará lugar a la anulación del acto.

Diferencias entre Simulación y Fraude


1. El fraude supone realización de actos reales, serios, no aparentes; las
partes desean la realización del acto de disposición y la producción de
sus efectos. La acción de simulación presupone un acto aparente que las
partes no quieren que produzca efectos entre ellos.

2. En el fraude no interviene testaferro. En la simulación por lo general se


simula el acto mediante un tercero.

3. En el fraude, el objetivo es perjudicar a un tercero, ya sea evadiendo


astutamente la aplicación de la ley o enajenando los bienes para burlar
las expectativas de los acreedores, en cambio, en la simulación el objetivo
no siempre es causar perjuicio a terceros, menos burlar los efectos de una
ley, haciendo uso de otra.

Diferencias entre Error y Dolo


La doctrina es unánime en conceptuar el dolo como toda maniobra encaminada a
provocar un engañó e inducir a error.
El dolo, al igual que el error, es un vicio de la voluntad que en determinadas
circunstancias puede ser causa de anulación del acto jurídico.

1. El dolo se diferencia del error en que en este último el vicio nace del propio
declarante equivocado sin participación de ningún otro sujeto; en tanto que el
dolo, el vicio es causado por otro sujeto del acto mediante una acción o una
omisión pendiente a inducir al primeros que cometa el error, por eso se dice
que el dolo es un error provocado por uno de los celebrantes o un tercero,
contra el declarante se trata pues de un engaño contra el que manifiesta su
voluntad.

2. Al ser intencional el dolo obliga a indemnizar a la parte engañada, mientras que


el error al ser involuntario puede determinar resarcimiento de daños materiales
pero un ningún caso indemnización.

Diferencias entre Violencia e Intimidación


1. La Violencia es un acto físico sobre el agente mientras que la intimidación es
un acto psicológico sobre el mismo.
2. La violencia es una fuerza irresistible contra la que el agente no puede actuar
mientras que la intimidación puede ser resistida o en algún momento atenuada
por el agente.

20
DECIMA PRIMERA SEMANA PRIMERA SESION

NULIDAD DEL ACTO JURÍDICO


El Código vigente ha seguido a la teoría de la nulidad del acto jurídico sostenida
por distinguidos juristas, cuya doctrina es la más aceptada; en este sentido Teófilo
Idrogo Delgado, sostiene:
“Que un acto jurídico es nulo cuando no puede producir los efectos jurídicos
deseados por las partes, por faltarle algún requisito esencial que señala la ley
privándole de su eficacia. La nulidad de un acto jurídico supone su existencia,
porque no puede anularse lo que no existe. Allí radica la diferencia con un acto
inexistente, además que la nulidad de un acto es más extensa, porque los actos
existentes son muy excepcionales y se encuentran subsumidos en la teoría de la
nulidad.

CAUSALES DE NULIDAD
1. Nulidad por ausencia de manifestación de voluntad del agente.

De conformidad con lo establecido por el inciso 1 del artículo 219 del Código
Civil, el acto jurídico es nulo cuando falta la manifestación de voluntad del
agente.

Sin lugar a dudas, esta causal de nulidad mantiene vigencia absoluta en cuanto
a los diversos medios tecnológicos utilizados en la contratación contemporánea,
dado que ante la ausencia de manifestación de voluntad por parte del agente no
podríamos estar en presencia de acto jurídico ni de contrato alguno (ya que el
contrato es un acto jurídico).

Frente a la ausencia de manifestación de voluntad en cualquiera de los dos


agentes o partes que se encuentran en comunicación inmediata, a través de la
línea telefónica, es evidente que se producirá la nulidad del acto. Los contratos
se celebran por el acuerdo de voluntades, y en la medida que no exista dicho
acuerdo por ausencia de manifestación de voluntad de una parte, o de ambas,
simplemente no habrá contrato.

2. Nulidad por incapacidad absoluta.


Los actos practicados por personas absolutamente incapaces que no tienen
capacidad de ejercicio, son nulos; atales como los actos practicados por los
menores de edad de 16 años, o los que se encuentren privados de
discernimiento, los sordomudos, los ciegos sordos y los ciegos mudos que no
pueden expresar su voluntad de manera indubitable. Estas personas están
privadas de capacidad por mandato del art. 43 del CC.

Es en esta causal de nulidad de los actos jurídicos en donde consideramos que


se presentan serios inconvenientes con relación a los contratos celebrados a
través de medios informáticos.

Así, salvo el tema de la contratación epistolar (que, dicho sea de paso, siempre
ha sido porcentualmente poco significativo), los contratos anteriores a la
aparición del teléfono se celebraban casi en su totalidad entre personas que se
encontraban frente a frente, en un mismo lugar. En tales situaciones, al verse las
caras, ambas

21
podían conocer las características físicas de su contraparte, y de esta manera
saber, por ejemplo, si se trataba de un menor de edad o de un enfermo mental.

En esta medida, no debía resultar muy difícil para una parte saber si se
encontraba tratando con un adulto, con un joven o con un niño; es decir, si la
persona que tenía al frente, de acuerdo con la edad, era o no un sujeto con
capacidad de ejercicio.

En tal sentido, consideramos que cada vez cobra mayor vigencia lo dispuesto
por el artículo 1358° del Código Civil: “Los incapaces no privados de
discernimiento pueden celebrar contratos relacionados con las necesidades
ordinarias de su vida diaria.”

Es necesario precisar que esta norma comprende tanto a los incapaces


absolutos (cuyos actos resultan generalmente nulos) como a los incapaces
relativos (cuyos actos resultan, por lo general, anulables).

Decíamos hace un momento que la contratación tradicional se ha caracterizado


por el hecho de que las partes se veían la cara, por encontrarse una frente a la
otra y en un mismo lugar.

Sabemos que en nuestros días ello no es necesariamente así, y que muchos


actos cada vez más se celebran a través de todos los medios informáticos que
ofrece la tecnología moderna, en los cuales las partes no se ven la cara, en los
cuales la mayoría de veces se contrata a distancia y donde los contratantes ni
siquiera se conocen.

La realidad hace que, frente a este tipo de acto, el Derecho no pueda estar
preguntándose y analizando si alguien es capaz o no. La velocidad de la
sociedad moderna impide que ello sea así, y lo que antes era relevante para
consideraciones jurídicas hoy simplemente no lo es.

3. Nulidad por objeto física o jurídicamente imposible o indeterminable.

De conformidad con el artículo 219 (inciso 3) del Código Civil, el acto jurídico es
nulo cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando es
indeterminable. Consideramos que este punto resulta de meridiana aplicación a
toda la contratación, más allá de los medios que sirvan a efectos de contratar, en
la medida que aquí lo relevante es la imposibilidad jurídica o la
indeterminabilidad del objeto, causales de nulidad cuya presencia es
independiente del medio que se utilice para contratar.

Ejemplos: Vender el planeta mercurio, será físicamente imposible venderla. Será


el acto jurídicamente imposible cuando el objeto del acto no puede llegar a
cumplirse por existir una prohibición legal expresa, tal como la contenida en el
art. 312 CC que dispone que los cónyuges no pueden celebrar contratos entre sí
respecto de los bienes de la sociedad.

22
4. Nulidad por fin ilícito.
Como se recuerda, el artículo 219° (inciso 4) establece que el acto jurídico es
nulo cuando su fin es ilícito. Sobre este punto podríamos formular similares
comentarios a los efectuados con relación al acápite precedente.

En este caso, la nulidad absoluta se refiere a los actos jurídicos contrarios a la


moral y las buenas costumbres, no como causa sino como objetivo; como ocurre
en el fraude donde se aprecia la ilicitud.

5. Nulidad por simulación absoluta.


De conformidad con lo establecido por el artículo 219 (inciso 5), el acto jurídico
es nulo cuando adolece de simulación absoluta. Con relación al tema de la
simulación absoluta, sí habría que decir algunas cosas.

En principio, la simulación debería ser un tema aplicable a la generalidad de


actos jurídicos o contratos; y no estamos diciendo que no lo sea, pues es claro
que sí lo es.

Sin embargo, generalmente ocurre que, cuando aludimos a la simulación, de


común estamos frente a algún documento en el cual las partes que han
disimulado ese acto lo han traducido por escrito, con la finalidad de que el
mismo tenga o surta efectos respecto de terceras personas con las cuales,
quienes han simulado el acto, desean generar determinadas consecuencias.

Es más: prácticamente no imaginamos mayor utilidad en el hecho de recurrir a


simular un acto y que esta simulación solo sea verbal, sin constar en escrito
alguno.

En razón de estas consideraciones, el tema de la simulación no reviste mayor


trascendencia en los contratos celebrados por teléfono.

6. Nulidad por no revestir la forma prescrita bajo sanción de nulidad.


El artículo 219 (inciso 6) prescribe que el acto jurídico es nulo cuando no reviste
la forma prescrita bajo sanción de nulidad.

Cuando los actos jurídicos exigen la observancia de una formalidad, las partes
intervinientes están obligadas a cumplirla.

En principio, la inmensa mayoría de contratos que se celebran en nuestra


sociedad son de carácter consensual; vale decir, que para su celebración
solamente se requiere del consentimiento de las partes. Así, es suficiente que
dicho consentimiento se efectúe de manera verbal para el contrato se haya
celebrado.

Para un número reducido de contratos, la ley sigue estableciendo requisitos de


forma. Ellos son los contratos formales: aquellos para cuya celebración se
requiere, además del consentimiento, el cumplimiento de una formalidad; o,
dicho de una manera más propia, aquellos en los cuales el consentimiento se
expresa a través de una determinada formalidad.

23
7. Nulidad derivada del mandato de la ley.
Conforme al artículo 219 (inciso 7), el acto jurídico es nulo cuando la ley lo
declara nulo.

Evidentemente, esta causal de nulidad no se alterará, y tampoco tendrá


relevancia para tal efecto que el contrato se haya celebrado por algún medio
informático moderno (en el caso que nos ocupa, el teléfono).

8. Nulidad por estar comprendido en el artículo V del Título Preliminar.


De conformidad con lo prescrito por el artículo 219 (inciso 8), el acto jurídico es
nulo en el caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la ley establezca
sanción diversa.

Por su parte, el artículo V del Título Preliminar establece que es nulo el acto
jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas
costumbres.
Ejemplo celebrar un contrato de arrendamiento o para realizar una guerra de
guerrillas. En este caso se está violando normas de orden público porque se
pretende atentar contra el orden legítimamente constituido, en consecuencia, el
acto jurídico es nulo.

EFECTOS DE LA NULIDAD
Una vez que se declara la nulidad absoluta, el acto jurídico realizado no tiene
validez y se retrotrae a su estado anterior, esto es que tiene efectos retroactivos.
En cuanto a los efectos hay que considerar a las partes y la los terceros:

a. Efectos respecto a las partes


Consentida y ejecutoriada una sentencia declarativa de nulidad, le priva de los
efectos jurídicos al acto incurso en la causal o causales, que sancionan la
nulidad.

En este caso de la nulidad absoluta hay que tener en cuenta si el acto ya se ha


ejecutado o todavía no ha tenido ejecución.
- Si se has ejecutado el acto, hace desaparecer todos los efectos
producidos, volviéndose a su estado anterior, con si no se hubiera
practicado el acto jurídico y opera con carácter retroactivo; en
consecuencia, las partes quedan recíprocamente obligadas a restituir lo
que hayan recibido.

- Si el acto jurídico todavía no se ejecutado, una vez que se declara la


nulidad ya no se puede exigirse su cumplimiento.

b. Los terceros
Los actos jurídicos no perjudican los derechos adquiridos a título oneroso y se
buena fe de los terceros adquirientes. Nuestro Código ha sentado su posición
en la simulación y en el fraude.

24
DECIMA PRIMERA SEMANA SEGUNDA
SESION

LA ANULABILIDAD DEL ACTO JURÍDICO.


Consiste en que el acto jurídico puede ser privado de su eficacia por adolecer de
un vicio concerniente a la capacidad del agente, o derivado de las circunstancias
que pudieran influir sobre su voluntad, perturbando su consentimiento; el vicio y las
circunstancias deben ser acreditados a instancia de las partes que han intervenido
en el acto jurídico y que les causó el perjuicio.

CAUSALES DE ANULABILIDAD

1. Anulabilidad por incapacidad relativa del agente.

De acuerdo con lo establecido por el artículo 221° (inciso 1), el acto jurídico es
anulable por incapacidad relativa del agente.

El art. 44 del CC dispone que son relativamente incapaces: Los mayores de


dieciséis años y menores de dieciocho años de edad, los retardados mentales,
los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre voluntad,
los pródigos, los que incurren en mala gestión, los ebrios habituales, los
toxicómanos y los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil.

Evidentemente, a pesar de todas las dificultades contemporáneas, es mucho


más fácil identificar a un niño como menor de edad que hacerlo con relación a un
adolescente. Asimismo, es casi imposible identificar a simple vista o trato
personal a un pródigo, a un mal gestor, a un ebrio habitual (que no esté en
estado de ebriedad o aun estándolo, porque esta situación no implica que sea un
ebrio habitual), a un toxicómano o a alguien que sufra pena que lleve anexa la
interdicción civil.

Demás está decir que, si ello ya resulta casi imposible personalmente, podremos
imaginar cómo aumentarían las dificultades si esta persona se encontrara del
otro lado de la línea telefónica.

2. Anulabilidad por vicio de la voluntad.


Los vicios de la voluntad (error, dolo, violencia, o intimidación), producen
anulabilidad del acto jurídico que se ha practicado en esas condiciones. Art 221
inc 2 del CC)

a. Anulabilidad por error.

Si el error resulta ser una fuente o causa frecuente de anulación de actos


jurídicos por actos celebrados entre personas presentes (es decir, entre
personas que se encuentran en un mismo lugar al momento de la celebración
del acto), será evidente que este vicio de la voluntad se presentará con mayor
asiduidad en los contratos celebrados por teléfono.

En efecto, la contratación por teléfono acentúa de por sí la posibilidad de


incurrir en error, en cualquiera de los supuestos que sobre este vicio de la
voluntad contempla el Código Civil.

25
Con respeto al error in quantitati (es decir, el error sobre la cantidad), sí
tendría relevancia el tema de contratar por teléfono, en la medida que tal vez
el agente que incurre en error vicie su voluntad al no tener la posibilidad de
efectuar una consideración adecuada de la magnitud de los bienes sobre los
cuales está contratando (y no nos referimos naturalmente al simple cálculo o
cómputo que se pudiera hacer sobre los bienes materia del contrato).

En cuanto al error en el motivo, podemos decir que este tema no tiene mayor
relación con la contratación por teléfono; aquí, da exactamente lo mismo el
medio que se emplee para la contratación, pues el motivo será susceptible de
viciarse en cualquiera de ellos.

Mientras menos elementos de juicio se tengan respecto del actuar de la otra


parte, menos posibilidades habrá de considerar que el error ha sido
susceptible de ser conocido por aquel sujeto que no incurrió en error.

Así, el hecho de no ser cognoscible el error trae como correlato que el mismo
tampoco sea esencial; lo cual, a su vez, lleva a que no se den los supuestos
de error vicio contemplados en el artículo 201
del Código Civil y, consecuentemente, que el acto no sea
susceptible de anulación.

b. Anulabilidad por dolo.

El dolo es el error en que una parte incurre inducida por la otra.

Incluso, hemos dicho que el dolo hace muchas veces que un error no esencial
constituya causa de anulabilidad de un acto jurídico. En buena cuenta, los
errores, sean esenciales o no, adquieren relevancia cuando son cometidos
por dolo o engaño de la contraparte.

Para muchas personas resulta fácil engañar o inducir al engaño a otras.

Debemos señalar que a la contratación telefónica resulta plenamente


aplicable lo dispuesto por el artículo 210 del Código Civil. Dicha norma
establece que el dolo es causa de anulación del acto jurídico cuando el
engaño usado por una de las partes haya sido tal que sin él la otra parte no
hubiera celebrado el acto.

c. Anulabilidad por intimidación.

La intimidación como conducta antijurídica influye sobre el agente causándole


miedo o temor, con la amenaza de un mal futuro inminente o grave,
presionando su voluntad o ánimo para declarar algo que no quiere.

Ello resultaría plenamente factible, en la medida que para intimidar no resulta


necesario que quien intimida se encuentre frente a frente con su víctima.

Bastaría, pues, utilizar la línea telefónica para infundir el mencionado temor.


Es más: nos atrevemos a decir que, cuando de intimidación se trata, resulta
más usual que dicha situación ilícita se produzca por teléfono, debido a que
permite en muchos casos reservar el anonimato de la persona que intimida.

26
Es necesario señalar, además que la intimidación puede también ser hecha
por un tercero, con conocimiento del eventual beneficiario del acto celebrado
con este vicio (pues de lo contrario, el acto no sería anulable).

Adicionalmente, podemos decir que el teléfono es un medio idóneo para


intimidar, ya que la intimidación no implica, como sabemos, violencia física,
sino acciones dirigidas contra la mente o el pensamiento de la víctima.

Además, el plazo que la ley peruana otorga a la víctima de un vicio de la


voluntad para intentar la anulación del acto es muy breve; pues, tal como lo
establece el artículo 2001 (inciso 4) del Código Civil, la acción de anulabilidad
prescribe, salvo disposición diversa de la ley, a los dos años (entendidos,
naturalmente, desde el momento de la celebración del acto), término al cual
se llegará en muchos casos de manera inadvertida.

d. Anulabilidad por violencia.

Cualquiera sea el caso, nos lleva a señalar que la violencia tiene,


necesariamente, que implicar contacto personal entre la víctima y el agente
causante de la violencia o de un tercero que actúe en concordancia con dicho
agente; caso contrario nos encontraríamos dentro del ámbito de la
intimidación y no de la violencia.

En tal sentido, podría ocurrir que, antes o coetáneamente al momento en que


la víctima declara su voluntad, esta haya sufrido actos de violencia dirigidos
por su contraparte o un tercero, pero, más allá del contacto físico que implica
la realización de estos actos violentos, la declaración que conduce a celebrar
el contrato se haya producido telefónicamente.

Es obvio que en muchos casos el delincuente que emplea violencia para


hacer celebrar a su víctima un acto jurídico no será quien actúe por si mismo,
sino que en la mayoría de veces se valdrá de terceros para conseguir tales
fines. De este modo, es probable que se obligue a la víctima, inmediatamente
después de haber sufrido daños corporales o al estar sufriéndolos, a llamar
por teléfono al autor intelectual de dichos actos para manifestar su voluntad
de contratar o celebrar aquel negocio perjudicial a sus intereses que
beneficiará al mencionado delincuente.

Vemos, pues, como la violencia física puede jugar un papel de interrelación


con los contratos celebrados por teléfono.

3. Anulabilidad por simulación relativa.

Como se recuerda, en virtud de lo establecido por el inciso 3 del artículo 221, el


acto jurídico es anulable por simulación cuando el acto real que lo contiene
perjudica el derecho de tercero. Esto quiere decir contrario sensu, que si la
simulación no perjudica al derecho de tercero no es causal de anulabilidad.

27
Hemos mencionado, hace un momento, que el tema de la
simulación adquiere relevancia en la medida que dicho acto
conste en un documento que sirva o tenga utilidad para
oponer la simulación frente a los terceros ante quienes se
quiera acreditar algo ficticio como si fuera real.

4. Anulabilidad derivada del mandato de la ley.

Como se recuerda, en virtud de lo prescrito por el inciso 4 del


artículo 221 del Código Civil, el acto jurídico es anulable
cuando la ley así lo declara.

Sobre este particular nos abstenemos de efectuar mayores


comentarios, ya que la citada disposición resulta aplicable
a todos los actos jurídicos, independientemente del medio
que empleen las partes para celebrarlos.

28

También podría gustarte