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CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN
Directores:
Javier Fernández del Moral
Mariano Cebrián Herreros
Áreas de publicación:
PERIODISMO
COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL
Coordinador: Agustín García Malilla
BIBLIOTECONOMÍA Y DOCUMENTACIÓN
Coordinador: José López Yepes
EXPERIENCIAS E INVESTIGACIÓN
Coordinador: José Luis Piñuel Raigada
ANÁLISIS DOCUMENTAL DE
CONTENIDO
PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN
MARÍA PINTO
CARMEN GÁLVEZ
Uno de los principales nuevos avances en análisis de contenido es la aplicación del aná-
lisis del discurso. Como muestran detalladamente María Pinto y Carmen Gálvez en este
libro, también es relevante para el análisis de los documentos un estudio sistemático de
las estructuras y procesos cognitivos del discurso. De hecho, su “Análisis Documental de
Contenido” proporciona incluso más de lo que su nombre sugiere, ya que las autoras van
más allá del estudio del “contenido” (semántico) y muestran con precisión qué son las
estructuras global y local de los textos, así como su procesamiento mental, lo más
importante para nuestra penetración en el uso de los documentos.
También muestran que el análisis de las estructuras discursivas en sus distintos niveles
no es un mero ejercicio lingüístico. Tales estructuras juegan un papel fundamental en la
producción y en la comprensión y almacenamiento de textos (y su “información”) en la
memoria, esto es, en la mente de sus usuarios. Es ésta también una de las razones por
las que los avances en procesamiento automático (como el resumir) de textos,
mayormente en Inteligencia Artificial, se basan también en detalladas penetraciones en
las altamente complejas estructuras del mismo. Al mismo tiempo, la psicología cognitiva
ha mostrado que la producción o comprensión de textos requiere la incursión en las
estructuras textuales así como en las distintas estructuras y procesos de la mente de los
usuarios. De hecho, estas representaciones y estrategias mentales juegan un papel
fundamental en el recuento de las propias estructuras discursivas: derivar tópicos de un
texto, establecer coherencia local entre proposiciones o comprender presuposiciones y
otra información implícita, son todos ellos procesos que requieren gran cantidad de
conocimiento almacenado en la Memoria a Largo Plazo de los usuarios del lenguaje.
Crucial en este interface entre discurso y mente es la noción de modelos mentales. Estos
modelos representan subjetivamente la situación o suceso sobre los que trata el texto, así
como la información localmente relevante de la situación social (los últimos modelos se
han llamado por consiguiente “modelos contexto”). Comprender un texto significa que
podemos construir un modelo para él. Este proceso de construcción utiliza cuatro tipos de
información: a) el significado tal como es expresado en el texto, b) la información
derivada del modelo contextual (por ejemplo acerca de los objetivos o del grupo social de
los participantes), c) información derivada de nuestro conocimiento general,
socioculturalmente compartido, y d) información derivada de “viejos” modelos, esto es, de
nuestras experiencias previas. Esto implica que los modelos son mucho más ricos en
información que el significado del propio texto. Desde que los modelos pueden también
caracterizar fragmentos de experiencias personales, y porque están conformados como
una función de nuestros objetivos e intereses individuales, esta aproximación también
explica por qué toda interpretación es siempre subjetiva y contextual.
Normalmente los discursos están diseñados de tal modo que los modelos del receptor se
parezcan a los del hablante o escritor tanto como sea posible: queremos que la gente
comprenda un texto tal como sea nuestra intención. Cuando además de la información
factual también son parte del modelo las proposiciones evaluativas (opiniones al mismo
tiempo tenemos una explicación del proceso familiar de persuasión: no sólo queremos
que el receptor conozca lo que nosotros conocemos, sino que también puede que
pretendamos que acepte nuestras opiniones. Por supuesto que la inversa también se da,
por ejemplo en los procesos de manipulación u ocultación, cuando el texto está
precisamente diseñado para que los receptores construyan un “modelo preferente" que
no sea idéntico al del escritor o hablante. De nuevo, como se muestra en los casos
prácticos de este libro, vemos que un análisis del discurso fundamentado cognitivamente
ofrece una forma de análisis de contenido mucho más sofisticada que el simple recuento
de palabras u otras propiedades manifiestas del texto. Toda interpretación, y por tanto
todo análisis documental interesante, debe dar cuenta de este juego entre las estructuras
discursivas y los significados por un lado, y las representaciones mentales como son el
conocimiento general y los modelos específicos, subjetivos, por otra parte.
Menos prominente en este trabajo, pero igualmente crucial en el estudio del discurso y de
los documentos, es su contexto social, local y global. Hemos visto que los usuarios del
lenguaje construyen modelos mentales de tales contextos, y estos modelos de contexto
influyen vitalmente en la producción y en la comprensión. Y así, mientras los modelos de
sucesos forman la base del significado o “contenido" de un texto, los modelos de contexto
proporcionan la información relevante que influencia (o es influenciada por) las formas
variables del texto, por ejemplo, su estilo, figuras retóricas, género, esquemas, ... Esto es,
dependiendo del contexto -o más bien dependiendo de nuestra interpretación subjetiva
del contexto tal como se representa en nuestros modelos de contexto- puede que
digamos “la misma cosa” de modos diferentes, esto es con unidades léxicas diferentes,
diferente orden de palabras, diferente entonación o diferente composición. De hecho,
tales modelos de contexto también explican qué acto de habla o qué género puede ser
escogido para expresar el “contenido" del texto.
En otras palabras, los modelos de contexto proporcionan el interface entre las situaciones
sociales y las estructuras sociales, de un lado, y las estructuras discursivas, de otro: la
pertenencia a un grupo (género, clase, grupo étnico, edad, etc.) o una relación de poder
entre grupos puede incidir en la selección del contenido de modelos de sucesos e influir
especialmente en el estilo u otras formas variables del texto. Al tener en cuenta estos
factores sociales y culturales, el análisis del discurso proporciona la más apropiada
aproximación al documento y al análisis de contenido: este no sólo muestra lo que el
texto significa, o lo que el hablante implica, sino también qué condiciones sociales e
implicaciones definen el continuo acto comunicativo. Es entonces cuando explicamos cuál
es el significado (social) del discurso. Cuando comprendemos o analizamos un texto,
estamos también en condiciones de decir, por ejemplo, que es sexista o racista, o que
trata de negar u obscurecer las diferencias de clase. El análisis en ese caso no solo es
social sino también ideológico. Además del análisis del discurso, tenemos también
entonces los instrumentos de la crítica discursiva.
De cualquier forma, no deberíamos olvidar que tanto las estructuras del discurso como
las estructuras mentales se enclavan en la interacción social y en la estructura social. En
la comunicación social los contextos influencian nuestras mentes y nuestros discursos.
Este libro suministra muchos de los instrumentos teóricos que permiten esta ampliación
significativa del tradicional contenido y análisis documental.
La complejidad de las actividades relacionadas con el análisis del contenido de los docu-
mentos, o Análisis Documental de Contenido (ADC), ha provocado la aparición de
distintas hipótesis vinculadas a otras disciplinas con las que comparte un objeto común.
Como consecuencia los nuevos instrumentos explicativos que pretenden dar cuenta de
los procesos implicados en las tarcas documentales suscitan nuevas cuestiones que
deben resolverse mediante la reformulación de las teorías y métodos ya clásicos en el
sector.
Para explicar esta complejidad de los procesos de ADC hemos empleado distintos enfo-
ques que, a modo de paraguas conceptuales, abren una dimensión de límites
insospechados en pos del estudio de los procesos necesarios para la representación del
conocimiento. Entre ellos destacan los paradigmas del procesamiento de la información y
de la pragmática.
En relación con el documento textual, incuestionable materia prima de ADC, hemos pues-
to de relieve su estructura, la existencia de un plan organizativo integrado en un todo
coherente, el funcionamiento del contexto en la interpretación de los enunciados. El texto
puede contemplarse también desde las perspectivas de su producción y de su
comprensión, es decir, como proceso. Para ello hemos formulado las operaciones
principales de lectura, memoria y comprensión que contribuyen a explicarnos cómo se
codifica, cómo se construye o sintetiza y cómo se transforma la información. En esta línea
de investigación, las teorías mayoritariamente aceptadas proceden de dos conocidos
especialistas en la materia (Teun A. van Dijk y Walter Kintsch) cuyas aportaciones
contribuyen significativamente a nuestro trabajo. La base de estos modelos afines y
complementarios estriba en que el procesamiento textual se realiza cíclica y
secuencialmente, mediante el agrupamiento de las distintas unidades informativas.
En este intento por caracterizar la representación textual hemos otorgado un papel funda-
mental a los conocimientos que el sujeto aporta a la comprensión. Este conocimiento
reduce la complejidad del proceso de representación haciéndolo, cuando menos,
abordable y resoluble. Para ello recurrimos a la teoría del esquema, una perspectiva que
explica de un modo convincente todos los extremos relacionados con el procesamiento
humano de la información. Los esquemas están organizados jerárquicamente y permiten
representar el conocimiento en todos los niveles de abstracción. También introducimos la
noción de estrategia, tipo de conocimiento procedimental de naturaleza flexible y
heurística que permite la asignación de funciones globales a la información documental.
EL DOCUMENTO TEXTUAL
Es objetivo de esta publicación estudiar las operaciones que afectan a los documentos
textuales primarios (prototexto), para obtener sus correspondientes documentos
representativos o derivados, también conocidos como documentos secundarios
(metatexto). Desde este punto de vista se comprende que el nivel de estudio más
apropiado sea aquél que tenga en cuenta no sólo el propio objeto textual sino también
una serie de factores determinantes que forman parte esencial del texto, como son el
autor, el analista y los contextos en que se producen los actos de emisión y recepción.