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La detección de mentiras.
Cómo valorar una prueba sobre la que el juez no posee conocimientos suficientes.
El estudio de las lesiones cerebrales es realmente eficaz, puede ser utilizado con finalidades de
descargo, como suele ser el caso, pero que también puede convertirse en una prueba de cargo
si se demuestra que el cerebro del sujeto no está afectado por lesión alguna.
La pericia neurocientífica para detectar mentiras, es preciso hacer una prognosis de cómo
habría de tratar este tema el Derecho si, en un futuro, tal pericia puede determinar realmente,
en más o en menos, la sinceridad de una persona, lo que ahora no es realmente posible.
En relación con la pericia neurocientífica de estudio anatómico del cerebro, el reo no presta
realmente “colaboración activa” alguna, sino que solamente debe colocarse en una
determinada posición para que una máquina lo examine.
El cerebro no debe ser explorable con una autorización judicial, salvo en casos de incapacidad
mental del reo.
El cerebro no es que encierre nuestra intimidad, sino que es la intimidad misma. Es toda
nuestra vida, personalidad, ideas, etc.
Es nuestra conciencia en el sentido más propio de la palabra, de la que también forman parte
nuestras patologías mentales.
Sería conveniente no disponer la práctica habitual de estas pruebas – y siempre a instancia del
reo– en el proceso judicial hasta que la evidencia científica sobre sus resultados sea mayor,
como ya se ha indicado durante el trabajo.
El acceso a esta prueba no debiera proceder mediante una autorización judicial, puesto que
dicha autorización, en teoría, puede limitar, pero nunca anular completamente un derecho
fundamental.