Somos un país con una gran riqueza natural que se ve reflejada en el patrimonio.
Ello ha permitido el desarrollo de
diversos saberes ancestrales que, a veces, sin darnos cuenta, practicamos en familia. A lo largo de la historia, los pueblos desde sus propias culturas y cosmovisiones han conservado, recreado, mejorado y usado la biodiversidad para satisfacer necesidades básicas como la alimentación, la vivienda, la medicina y la vida en comunidad. Estos conocimientos, prácticas y saberes se han conservado a lo largo del tiempo principalmente por medio de la memoria oral de abuelos y abuelas, y que, como una herramienta, forma parte primordial para seguir accionando la convivencia comunitaria, que es característica en las comunidades indígenas y donde los jóvenes han jugado un rol destacable en su transmisión. Pero el enigma en estos tiempos es ¿cómo se puede motivar a los jóvenes y adolescentes a valorar los saberes ancestrales? Para aprender a valorar algo debemos conocerlo, reconocer su importancia en nuestra vida y pensar en que pasaría si dejara de existir; por tanto, se puede motivar a los jóvenes y adolescentes para que valoren los saberes ancestrales por medio de la educación y ¿Qué técnicas de educación se emplearían? Se podrían realizar talleres y charlas virtuales; debido a este contexto de pandemia, en estos espacios se debe resaltar la importancia de los saberes ancestrales en nuestra vida y sus beneficios para la mejora de nuestra vida, la conservación de nuestro patrimonio natural y nuestra identidad; así como el respeto a los mismos. Asimismo, en estos talleres y en las charlas se debe promover y enseñar el uso de prácticas y sistemas de conocimiento indígena para incorporarlos en nuestros conocimientos y seguir enseñándolos en un futuro, a través de iniciativas dirigidas por las autoridades e informes que documentan sus usos e importancia; por ejemplo, se podría enseñar sobre técnicas de cultivo y conservación de semillas; usos y aplicaciones de plantas medicinales propios y permitir que jóvenes y adolescentes se involucren en proyectos que permitan el rescate de conocimientos en salud y medicina tradicional o en la conservación de especies nativas y la recuperación de prácticas de cultivo y comidas tradicionales, que deben seguir un absoluto respeto a la Madre Tierra. Se debe fortalecer y transmitir los conocimientos para hacer un llamado a la conciencia de los jóvenes y adolescentes, convirtiendo el retorno en un símbolo de responsabilidad y cariño al seguir con cada una de nuestras prácticas milenarias, para que no sea solo en un mero discurso, sino en una práctica de respeto y de reciprocidad a nuestros pueblos. Otra alternativa motivadora es crear un programa radial que difunda los mensajes de nuestra cultura ancestral para el desarrollo de la identidad, fortalecer y potenciar los saberes ancestrales y su relación con lo científico. En conclusión, es importante valorar los saberes ancestrales porque a aportan a un proceso de desarrollo sostenible, nutren de conocimientos relacionados con los científicos, ayudan al mantenimiento de la salud y la prevención de enfermedades, constituyen el núcleo de la identidad, la herencia cultural y permiten el aprovechamiento de los bienes naturales; es decir, el patrimonio natural; por ello, jóvenes y adolescentes deben valorar estos saberes, aprender a respetarlos, conocerlos, identificarse con ellos y aportar por el cuidado de la naturaleza.