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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ESTE

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES


DESARROLLO DEL PROGRAMA DE ESTUDIO
ÉTICA PROFESIONAL
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Primera clase 04/04/2022
UNIDAD I
ÉTICA PROFESIONAL. NOCIONES GENERALES
Tema 1. La Moral
1. La Moral.
Todo hombre valora sus opciones en términos de “bien” y de “mal”. “¿Qué es justo que yo haga?”
Pero las valoraciones son extremadamente diversificadas o incluso contradictorias.

La palabra Moral deriva del latín MOS, MORIS, que traducido al español sería sinónimo de
COSTUMBRE y definiendo tenemos que es: “Conjunto de reglas, normas de conducta y
convivencia que determinan las obligaciones de los hombres, sus relaciones entre sí y con la
sociedad en conjunto”.

La moral es la conciencia que tiene una persona del bien y del mal por la cual se siente responsable
de sus actos; pertenece a nuestro mundo interior (mientras que la ética únicamente tiene que ver con la
relación que los individuos deben observar con sus semejantes y está marcada por las costumbres y los
usos sociales) No se puede, bajo ningún pretexto, confundir la bella moral, que es fuente de toda
virtud, con la ética. Etimológicamente, parecen ser sinónimos, pero no son.

El Diccionario Académico define a la Moral como: “Dícese de lo que no cae en la jurisdicción de


los sentidos, por ser de la apreciación del entendimiento o de la conciencia, y también de lo que no
concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano.

2. Objeto.
- El objeto material de la moral son las costumbres y la conducta humanas.
- El objeto formal de la moral es el conjunto de leyes que deben informar y orientar la
actividad humana

3. La Moral. Definición.
La Moral es la Suma total del conocimiento que se adquiere sobre lo más alto y noble, y que una
persona respeta en su conducta.
Conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o un grupo social, que
funciona como una gran guía para obrar. Es la que orienta las acerca de qué acciones son correctas
(buenas) o incorrectas (malas).

4. La Moral. Características.
a) La moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que
es el mal.
b) La moral formula los principios generales, porque según sus principios clasifica y juzga todos
los hechos particulares que son propios de su campo.
c) El fundamento de la moral es la razón, ya que los diferentes sistemas morales pueden
establecer distintos principios, como su fundamento. Pero en el fondo de todos ellos se
encuentra la razón que busca configurar y legitimar el respectivo sistema.

5. Moral y Educación.
No puede existir educación sin moral, sin embargo, puede existir moral sin educación, pero la moral
es intrínseca al hombre, nace con él. La Moral proviene del ser humano, esta se puede educar, se puede
moralizar las relaciones humanas a través de la educación, más ello no significa que la moral dependa
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de la educación.
La educación moral inculca los hábitos de pensar y actuar que ayudan a las personas a convivir y
trabajar juntas como familia, amigos, vecinos, comunidades y naciones.
La educación moral es un proceso de aprendizaje que permite comprender, practicar e interesarse
por los valores éticos fundamentales tales como el respeto, la justicia, la virtud cívica y la ciudadanía, y
la responsabilidad por sí mismo y por el prójimo. Sobre tales valores fundamentales, se forman las
actitudes y las acciones que son propias de las comunidades seguras, saludables e informadas que
sirven como los cimientos de nuestra sociedad.

6. Moral y Profesión.
La Profesión es el oficio que desempeña la persona dentro de una sociedad, debe adecuarse a ciertas
reglas, normas morales de tal manera que su conducta se vea direccionada hacia lo bueno, de lo
contrario perjudica a su imagen ante la sociedad. Es por ello que la Moral está estrechamente ligada a
la Profesión ya que el Profesional no solo necesita tener conocimiento acabado de su campo, sino
también actuar acorde a los valores fundamentales.
El profesional no se reduce a su ejercicio laboral con excelentes desempeños, sino en el fondo de la
responsabilidad social subyace la respuesta propositiva de éste en aras de la construcción de una
sociedad no utópica de justicia, libertad, solidaridad, trabajo y sobre todo, que busque la felicidad de
todos.

7. El problema Moral.
El incumplimiento de las normas morales trae consigo el remordimiento, o peso de conciencia. El
Problema Moral son costumbres dictadas a la luz de la razón humana, cuyo cumplimiento acarrea el
remordimiento, conciencia personal.

8. La Ley moral y la conducta humana.


Existen dos tipos de actos, los Actos humanos y los Actos del hombre, ambos son ejecutados por el
hombre, pero poseen ciertas diferencias:
1- Los Actos Humanos. Son ejecutados consciente y libremente, es decir, en un nivel racional.
Son originados en la parte típicamente humana del hombre, es decir, en sus facultades
específicas, como son la inteligencia y la voluntad. Estos son el objeto material de la Ética y
son los que pueden ser juzgados como buenos o malos desde el punto de vista de la Moral.
2- Los Actos del Hombre. Carecen de conciencia o de libertad o de ambas cosas, un ejemplo claro
es por ejemplo la digestión, la respiración, etc. Los actos del hombre sólo pertenecen al hombre
porque él los ha ejecutado, pero no son propiamente humanos porque su origen no está en el
hombre en cuanto a hombre, sino en cuanto a animal. Estos actos carecen de moral (son
amorales) por lo tanto no pueden juzgarse desde el punto de vista moral como buenos o malos si
pueden juzgarse como buenos o malos, pero desde otro punto de vista, como por ejemplo el
fisiológico.
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Cuando se dice que un acto humano tiene un valor moral, se está implicando que este valor moral
puede ser de signo positivo o de signo negativo. Trabajar, por ejemplo, tiene valor moral positivo, pero
asesinar tiene un valor moral negativo. Normalmente hemos designado al valor moral negativo como
"inmoral", pero esta palabra, en su etimología, indica más bien un desligamiento del valor moral y los
únicos actos que están desligados de los valores morales son los actos del hombre, pero estos ya han
sido calificados como "amorales".

Todo acto humano tiene un elemento psíquico que también es motivo de una valoración moral, este
es el "Fin" o "intención" que es el objetivo o finalidad por la cual se realiza un acto humano, por medio
del fin o intención dos actos humanos idénticos pueden diferir notablemente por el autor que realizó
cada acto.

Un acto determinado es bueno o es malo si su objeto, su finalidad y sus circunstancias son buenos o
malos. La conformidad o disconformidad de un acto con la ley moral constituye la bondad o la malicia
material; y en relación a la conciencia, la bondad o la malicia formal. De acuerdo con esto, un acto
puede ser:
a) Material y formalmente bueno: cuando hay conformidad con la ley y la conciencia (por
ejemplo, cuando ayudo al prójimo, ley de la caridad teniendo en la conciencia la certeza de estar
actuando bien).

b) Material y formalmente malo: cuando hay disconformidad con la ley y la conciencia (por
ejemplo, si odio a alguien, oposición a la ley de la caridad sabiendo en conciencia que está
mal).

c) Materialmente bueno y formalmente malo: cuando uno cree mala una acción que la ley no
prohíbe (por ejemplo: comer carne los lunes).

d) Materialmente malo y formalmente bueno: cuando uno cree buena la acción prohibida por la
ley (robar para dar limosna).

9. La esencia de lo moral.
Todos entendemos por moralidad la regulación de los actos humanos de acuerdo con algunos
criterios, normas o leyes. De cualquier acto humano se espera que se ajuste a algún criterio; La
moralidad se refiere siempre a los actos libres del hombre, es algo subjetivo o mejor dicho personal; la
norma próxima, mediata a la moralidad es la conciencia. La esencia de lo moral es apreciar la
conducta humana del hombre desde el fuero interno, teniendo en cuenta sus actuaciones si son
buenas o malas, es decir, correctas o no.

10. Formación de los principios morales.


Los Principios morales ordenan siempre el bien o el mal, si una persona actúa mal, a consecuencia
siente remordimiento; esos principios se forman acorde los valores de la persona.

11. Determinación de la moralidad de un acto.


Los criterios que deben ser observados para determinar si los actos son morales o no, es decir,
buenos o malos son:
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a) El contenido o resultado que trae consigo la acción u omisión; el objeto de ese acto, ya que
los actos se especifican siempre por sus objetos.
b) Las circunstancias que rodean al acto.
c) El fin subjetivo que pretende el que realiza el acto.

a) El Objeto o finalidad objetiva de la acción: Aquello a lo que tiende cualquier acción


humana es la finalidad intrínseca de esa acción, su objeto y en algún sentido su objetivo, el
resultado. El objeto no es la simple realidad física, sino su calificación moral: el objeto del
robo no es la cosa en sí, sino adueñarse de la cosa en cuanto que es ajena, sin permiso del
dueño. El objeto es el primero y principal criterio de la moralidad.

b) Las circunstancias: Es una condición que modifica más o menos gravemente la sustancia del
acto moral, estas han sido clasificadas con relación a términos latinos, y son:
- Quis (quién): se refiere a la calidad del agente. No es lo mismo la mentira de un amigo que la
de un testigo en un proceso.
- Quid (Qué): Designa la calidad o la cantidad del objeto. No es lo mismo falsificar el propio
documento de identidad que un billete de banco
- Ubi (Dónde): Es la especificación del lugar; el robo en una iglesia de un objeto sagrado es,
además de robo, ofensa a la religión y sacrilegio.
- Quipus auxilius (Con qué medios): El apropiarse con engaño de lo ajeno es estafa; con
violencia es robo.
- Cur (Por qué): Expresa el fin extrínseco que se pretende con el acto. Esta se confunde con el
fin del agente.
- Quomodo (Cómo): Indica el modo moral con el que se realiza, no el modo instrumental, ej:
con pasión, por juego, etc.
- Quando (Cuándo): Especificación temporal. No es lo mismo mentir en una charla informal
con el propio abogado que en el desarrollo de un Proceso.

La circunstancia tiene importancia porque pueden modificar e incluso cambiar totalmente


la calidad del acto, en algunos casos disminuye la culpabilidad, en otros, la agrava. Son estas,
eximentes, atenuantes o agravantes, dicho en términos jurídicos.

c) La finalidad del agente: Se entiende con esto la finalidad subjetiva que persigue el agente, o
mejor, los motivos que le llevan a obrar así. El fin del agente modifica la moralidad del acto.
Por ejemplo, un acto indiferente (pasear) puede convertirse en algo bueno si se pretende con
ello acompañar a alguien que lo necesita; es malo si se hace con el objeto de encontrar una
ocasión de robar. El fin pretendido con una acción mala puede disminuir la gravedad (robar
para ayudar a un necesitado), pero nunca convertirse en un acto bueno, ya que, en este caso, el
robo sigue siendo “robo”, a pesar de la buena intención del agente, pues el fin, no justifica los
medios.

12. Condiciones y condicionamientos de los actos humanos.


Como sabemos, los actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad del hombre, esta
expresión es sinónimo de: acto libre, acto voluntario, acto moral, acto imputable. La ética se refiere
sólo a estos actos humanos, excluyendo los actos meramente naturales.
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 Condiciones para que se dé un acto moral: El hombre a diferencia de los animales está
dotado de inteligencia y de voluntad, de libre voluntad; por eso, para que se pueda hablar de
acto moral han de darse esas dos condiciones o requisitos; el conocimiento o advertencia y la
voluntad libre.
Conocimiento o advertencia: El acto moral requiere para serlo que se sepa lo que se hace o lo que se
está haciendo, que haya conocimiento, advertencia.
Impedimento de la advertencia: El principal es la ignorancia o carencia de la ciencia debida (ver pág.
64 y sgts Deontología Jurídica – Rafael Gómez Pérez)

La voluntariedad: Acto voluntario es el que procede de un principio intrínseco, con conocimiento del
fin. El acto voluntario que se realiza con plena advertencia se llama perfecto, e imperfecto si falla en
algún aspecto la advertencia. Esta última, disminuye la responsabilidad moral

 Condicionamiento de los actos humanos: Ordinariamente se justifica la moralidad de algunos


actos recurriendo a expresiones tales como: “presión social”, “condicionamiento externo”,
“ambiente en que se vive”, etc. Otras veces esas justificaciones hacen referencia al
temperamento (introvertido, extrovertido, estable, inestable), a la edad, el sexo, a la herencia,
etc. En los casos normales, estos factores constituyen, a lo más, circunstancias atenuantes de la
moralidad del acto, por falta de advertencia y, más raramente, por falta de voluntariedad. Sin
duda, los condicionamientos pueden hacer más difícil el conocimiento de la ley moral o su
práctica, pero no se convierten los actos en algo desligado de la moralidad.

13. La cooperación al mal.


El principio primario de la ley moral natural, hacer el bien y evitar el mal. No basta obrar
individualmente el bien; es preciso cooperar en el bien ajeno. En general, se entiende por
cooperación al mal cualquier ayuda que se presta al mal de otro. En ese sentido amplio coopera al
mal tanto el mandante como el inductor, el cómplice, el encubridor, el intermediario, etc. En un
sentido restringido, se entiende por cooperación al mal, la acción propia con la que se hace posible
o se facilita la realización de un mal por parte de otra persona, sin que se influya directamente en su
voluntad.

14. Tipos de Cooperación al mal.


a) Cooperación formal: cuando de forma positiva o negativa (por omisión) se coopera en el mal
perpetrado por otro, queriéndolo a la vez, consintiendo en él.

b) Cooperación material. Cuando se coopera en el mal realizado por otro sólo en cuanto a la
acción física, sin quererlo y sin consentir en él.

c) Cooperación directa o inmediata: cuando se concurre a la acción misma del que hace el mal.

d) Cooperación indirecta o mediata: cuando se proporciona un medio que otro utilizará para el
mal, pero que en si no tiene una relación necesaria con el pecado.

15. Diferencias entre Moral y Ética.


La Moral: es el conjunto de principios, costumbres, valores y normas de conducta, adquiridos y
asimilados del medio (hogar, escuela, iglesia, comunidad). Su asimilación y práctica no depende de
una actitud plenamente consciente o racional, sino principalmente, de un sentimiento de respeto a la
autoridad moral de la que provienen.
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La Ética: es el conjunto de principios, valores, costumbres y normas de conducta, adquiridos,


asimilados y practicados de un modo estrictamente racional o consciente. Corresponde al ejercicio
libre y consciente de la razón para justificar nuestros actos desde el punto de vista del bien y del mal.
Podemos decir que la moral es particular y subjetiva, mientras que la ética es universal y objetiva,
porque se basa en principios racionales, que trascienden los hábitos y las costumbres particulares. Por
ello, si bien pueden existir diversas “morales” o costumbres morales (la moral de los costarricenses, de
los chinos, etc.), sólo hay una ética, de la misma manera que una sola es la humanidad y una sola la
razón humana.

Semejanza.
La Moral: es un conjunto de normas de conducta y convivencia íntimamente ligada a la ética.
La Ética: estudia la moral y determina qué es lo bueno y cómo se debe actuar. Es la teoría o ciencia
del comportamiento moral.

16. Juicios Morales.


Son juicios de valor acerca de las actuaciones de los demás, ya sean alabanzas, estimación,
aprobación, etc., así también lo que provocan reproche, a través de esta distinción se ve la diferencia
entre valores morales y valores naturales. El valor moral es Propio de la Persona, es inherente al
hombre y nace con él.
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Segunda clase 18/04/2022
Tema 2. Ética.

1- Ética. Definición.
Ética viene del griego ETHOS que significa costumbre. Con lo que se puede inferir que esta estudia
la costumbre y los hábitos dando ciertos principios.
La Ética estudia actos morales, sus fundamentos y cómo se vincula en la determinación de la
conducta humana. Muchos autores la catalogan como la ciencia de los actos humanos ya que esta más
cercana a la orientación en los actos u obras, otros la llaman ciencia de la voluntad en orden a su fin y
algunos creen también que puede ser denominada como la ciencia de los principios constituidos de la
vida moral.
Estudia el desarrollo de la libre voluntad del hombre sin perjudicar al prójimo. es decir, que esta
va encaminada hacia la realización del hombre, como persona, juega un papel importante, ya que a
diferencia de muchas otras ciencias, esta es mucho más aplicable a nuestras vidas, debido a su
contenido practico-técnico, derivado de nuestras propias costumbres y de cómo nos comportamos,
siendo que esta las perfecciona y nos ayuda a asegurar nuestra realización como personas teniendo en
cuenta que fines vale la pena perseguir y bajo qué condiciones vale la pena perseguirlos.
Debido a que la ética no nos proporciona una lista o un conjunto de reglas a seguir para cada una
de las situaciones que se nos presentan en el transcurrir diario de nuestras vidas, debemos apegarnos
única y exclusivamente a las bases del actuar ético, como son la inteligencia y ser consecuentes de
cómo nuestras actuaciones pueden perjudicar a los demás, o sea, tomar en cuenta los intereses de
terceros
La Ética es la rama de la Filosofía que estudia la bondad o la maldad de los comportamientos. Tiene
como centro de atención las acciones humanas y aquellos aspectos de las mismas que se relacionan con
el bien, la virtud, la felicidad y la vida realizada.
La ética es la Ciencia del deber actuar.
2- Principios que proporciona.
Principio de solidaridad: como seres humanos de naturaleza sociable, tenemos la obligación moral de
promover el bienestar de todos los seres humanos, y no solo del nuestro. Hay que dejar ese
egocentrismo que nos impulsa a sobresalir sin importarme el prójimo; esta aptitud me trunca como
persona y conlleva a estancar mi propia realización.
Principio de Equidad: la única diferencia entre un ser animal y un humano es la inteligencia, por ello
debemos forzarnos a actuar inteligentemente y consecuentemente.
Principio de abstenerse de elegir dañar a un ser humano: existe un viejo adagio que nos dice “no hagas
a los demás, lo que no te gustaría que te hiciesen”, tenemos que tener cierto cuidado en no destruir la
identidad de los demás, aunque no sea posible medir el alcance de nuestros actos y de ninguna manera
debemos elegir conscientemente hacer el mal, hay que diferenciar entre elegir y aceptar.
Principio de eficiencia: muchos hablamos del esfuerzo que realizamos en aras de promover la
realización humana, pero será que si nos estamos esforzando lo suficiente o será que no estamos
utilizando los métodos más eficaces, he ahí el meollo del asunto, hay que esforzarse sí, pero por usar
las herramientas más idóneas.
Principio de la responsabilidad del papel que hay que desempeñar: no somos responsables de todos los
aspectos del bienestar humano, ya que nuestras responsabilidades van ligadas a la capacidad,
compromiso, circunstancias y roles específicos que debemos descubrir y ponerlos al servicio de la
sociedad, esto nos da una responsabilidad prioritaria en nuestras vidas.
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Se diferencia en que la ética es el estudio filosófico y científico de la moral y es teórica mientras que
la moral es práctica.
La ética trata sobre la razón y depende de la filosofía y en cambio la moral es el comportamiento en
el que consiste nuestra vida.
Etimológicamente “ética” y “moral” tienen el mismo significado. “moral” viene de latín “mos” que
significa hábito o costumbre; y “ética” del griego “ethos” que significa lo mismo.
Sin embargo, en la actualidad han pasado a significar cosas distintas y hacen referencia a ámbitos o
niveles diferentes.
La moral tiene que ver con el nivel práctico o de la acción. La ética con el nivel teórico o de la
reflexión. Moral es el conjunto de principios, criterios, normas y valores que dirigen nuestro
comportamiento.
La moral nos hace actuar de una determinada manera y nos permite saber que debemos de hacer en
una situación concreta.
Es como una especie de brújula que nos orienta, nos dice cuál es el camino a seguir, dirige nuestras
acciones en una determina dirección. La brújula nos indica el camino. En la vida hay que intentar no
perder el norte.
Ética es la reflexión teórica sobre la moral. La ética es la encargada de discutir y fundamentar
reflexivamente ese conjunto de principios o normas que constituyen nuestra moral.
Como conclusión: moral y ética se plantean cuestiones distintas.
La moral tiene que ver el nivel práctico de la acción y trata de responder a la pregunta ¿qué debo
hacer?;
La ética con el nivel teórico de la reflexión y trata de responder a preguntas del tipo ¿qué es la
moral?, ¿cómo se aplica la reflexión a la vida cotidiana?

3- Semejanzas y diferencias con Moral.


El uso de la palabra ética y la palabra moral está sujeto a diversos convencionalismos y que cada
autor, época o corriente filosófica las utilizan de diversas maneras. Pero para poder distinguir será
necesario nombrar las características de cada una de estas palabras, así como sus semejanzas y
diferencias.
Características de la moral: La moral es el hecho real que encontramos en todas las sociedades, es un
conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo
del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época
histórica, estas normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad.
Características de la ética: Es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un
conjunto de normas a saber, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una
línea directriz de su propia conducta.
Semejanzas y diferencias entre ética y moral: los puntos en los que confluyen son los siguientes: En
los dos casos se trata de normas, percepciones, debe ser. La moral es un conjunto de normas que una
sociedad se encarga de transmitir de generación en generación y la ética es un conjunto de normas
que un sujeto ha esclarecido y adoptado en su propia mentalidad.
Ética: surge como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su
propia elección.
Moral: conjunto de normas que nacen en el seno de una sociedad y como tal ejerce influencia muy
poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes.
La Moral es un conjunto de normas que la sociedad se encarga de transmitir de generación en
generación.
La Ética es un conjunto de normas que un sujeto ha esclarecido y adoptado en su propia mentalidad.
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4- Ética, Orden Moral y Derecho.
La Ética o disciplina de lo moral se encuentra íntimamente vinculada con el Derecho porque este
contiene en su estructura esencial elementos o ingredientes que son intrínsecamente morales.
Ejemplo: el derecho a la vida.
El derecho contiene elementos morales, y ello es así porque el Derecho como estructura normativa
que regula y valora la conducta de la persona humana en sociedad está destinado únicamente a realizar
la justicia en el campo de la vida práctica.
Como es sabido, la Justicia es un valor jurídico, pero incardinado en el orden moral. Por
consecuencia, el Derecho, que no es moral pertenece al orden moral y se encuentra sujeto al orden ético
que comprende y envuelve.
5- Ética Jurídica y Derecho Natural.
La Ética Jurídica está legitimada para volcar sus estudios, estimaciones y valoraciones respecto
del contenido de cualquier sistema jurídico positivo con la finalidad de determinar si ese contenido se
ajusta o no a las exigencias o aspiraciones de justicia. Y en ello se configura un juicio crítico
valorativo de orden moral.
La crítica de la ética jurídica constituye un juicio valorativo porque a través de ella se enjuicia a la
Ley, a la norma, al Derecho Positivo en su conjunto con la finalidad de establecer su justicia o
injusticia.
Cuando se confirma que el Derecho Positivo, o una parte de él, es bueno o malo, justo o injusto,
moral o inmoral, se emite un juicio crítico valorativo en primer lugar; y un juicio moral, en segundo
lugar, por cuanto que el enjuiciamiento critico se formula siempre por referencia al valor justicia,
como instalado en el orden de lo moral.
El juicio crítico valorativo de orden moral con relación al Derecho Positivo no podría ser
formulado sino únicamente por referencia a un modelo normativo de orden superior que, desde la
antigüedad, ha sido conocido con el nombre tradicional y venerable de DERECHO NATURAL.
Surge así, la figura del Derecho Natural el cual puede ser calificado como uno de los temas más
importantes y polémicos de la historia de la filosofía.
La Ética jurídica: se encarga del estudio de los valores del ser humano, lo bueno y lo malo, de la moral
y el Derecho, y se identifica dentro del ámbito jurídico, siendo una exigencia de los profesionales en
emitir una opinión más, acerca de lo bueno o lo malo; donde se trata de emitir juicios sobre la maldad o
bondad de algo, pero dando siempre la causa o razón de dicho juicio.
El Derecho Natural: es una doctrina ética y jurídica que postula los derechos y la existencia de
derechos fundamentados o determinados en la naturaleza humana. Propugna la existencia de un
conjunto de derechos universales, anteriores, superiores e independientes al derecho escrito, al derecho
positivo y al derecho consuetudinario.
También se denomina derecho natural a una de las fuentes del derecho o de la justicia junto a la
costumbre y el derecho positivo o escrito. El derecho natural se refiere a un conjunto de normas o
preceptos que nacen de la misma naturaleza o conciencia humana.

6- Ética y Deontología Jurídica.


La ética profesional puede definirse como la ciencia normativa que estudia los deberes y los
derechos profesionales de cada profesión. También se le llama Deontología. Al decir profesional no
solo se refiere a que la ética es solo para quienes tienen un cartón o son profesionales, sino que está
en especial va destinada especialmente a las personas que ejercen una profesión u oficio en
particular.
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La ética profesional tiene como objeto crear conciencia de responsabilidad, en todos y cada uno de
los que ejercen una profesión u oficio, esta, parte del postulado de que todo valor está íntimamente
relacionado con la idea de un bien.
La ética profesional se sustenta o toma bases fundamentalmente en la naturaleza racional del
hombre. Esta naturaleza es espiritual y libre, por consiguiente, tiene una voluntad que apetece al bien
moral. Haga el bien y evite el mal.
La profesión es una capacidad cualificada requerida por el bien común, con peculiares
posibilidades económico-sociales. El profesional no tiene el carácter de tal por el simple hecho de
recibir el título que lo certifica o le da la cualidad de profesional, nadie es profesional por el título en
sí, el titulo lo único que expresa es su calidad de ser ya un profesional, mas no que tiene todas las
cualidades éticas para serlo, el título profesional mas allá de ser un ALGUIEN es la manifestación
intrínseca de lo que internamente se lleva , no por la naturaleza de la persona sino por sus cualidades
éticas, como la idoneidad o aptitud que le da un nuevo perfil a su personalidad.
El ser profesionales dignos representa la excelencia, gravedad, decoro que tiene la persona y el
respeto consigo mismo
De nosotros depende nuestra profesión, si queremos ser profesionales integrales capaces de poner
en práctica esta frase “haz lo que quieras“, siendo libres e independientes, racionales y objetivos; si
logramos este objetivo seguro que los usuarios de la información jamás volverán a poner en duda de
cuan éticos somos y gozaremos nuevamente de su confianza general, y volveremos a emitir una real
fe pública.
La Deontología Jurídica comprende las reglas del deber y, como tal, tiene la misión de regular el
proceder correcto y apropiado del abogado en su ejercicio profesional. Esta función la realiza desde
el ámbito de los llamados Códigos Deontológicos que regulan toda la actividad de la Abogacía, los
que a su vez se nutren, indiscutiblemente, de la Moral y la Ética. La deontología no es más que la
ética profesional aplicada, donde sus contenidos normativos son de acatamiento obligatorio para
todos los abogados a los cuales se dirigen. Existen muchos principios rectores de la Deontología
Profesional, entre los más importantes encontramos la justicia, la independencia profesional, la
libertad profesional, la ciencia y conciencia, así como la probidad profesional. Estos principios
brindan contenido y vigencia práctica a la Deontología Jurídica, desde su eminente carácter
preventivo, el cual algunas veces se muestra vulnerado por actuaciones indebidas de los abogados y
surge, irremediablemente, la posibilidad extrema de imponer sanciones disciplinarias a éstos.

7- Deontología y Universidad.
La Ética Académica forma parte de la ética universitaria; en un sentido más amplio, ésta no se
reduce únicamente a las actividades de docencia e investigación, ni solo compete a los estudiantes y
académicos, sino que comprende también las formas adecuadas y respetuosas de interacción y
convivencia personal, las responsabilidades sociales y ambientales, el cuidado de los bienes de la
Universidad o la transparencia en el uso de los recursos destinados a las actividades académicas. El
cumplimiento de los principios, valores y normas de la ética universitaria es resultado de la voluntad
de cada uno, pero se adquiere el compromiso de seguirlos en el momento en que cualquiera de los
universitarios: académicos, estudiantes funcionarios, ingresa en la Universidad.
El Abogado es el profesional de Derecho que aboga por el derecho de terceros, el que ejerce la
abogacía, el que aplica, racional y lógicamente, en la práctica concreta, los conocimientos
suministrados por la ciencia jurídica.

8- Ética de las Profesiones Jurídicas: Ética y decisiones.

La ética estudia el obrar humano consciente, voluntario, libre, desde el punto de vista de su
finalidad y de su orientación por los valores como el bien, la justicia, la libertad, la verdad y la
felicidad.
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9- El Problema Ético y las decisiones.
Si la vida del hombre no tuviera problemas nuestra existencia no sería un reto, una tarea. El lado
positivo de los problemas es que nos sirven para superarnos, para enfrentarnos a ciertos retos,
logrando satisfacciones cuando logramos resolverlos.
La ética, sobre todo se pone en juego con la persona misma, cuando tenga que decidir en lo
concreto que es lo bueno y lo malo (ante una tentación, ante una propuesta indecente o inmoral, ante
un chantaje, etc.), por ello cuanto mejor tenga una persona formada su conciencia recta va a ser más
fácil que ella actúe correctamente. Pero una persona puede saber teóricamente mucho en cuanto de la
moral, pero cuando se ponga su yo comprometido ante un problema ético es cuando ello será puesto
en juego. Por ese motivo algunos denominan a la ética como la ciencia de la elección humana, que
contesta a las preguntas ¿qué debo hacer?, ¿cómo debería vivir? Aristóteles por ello la definía como
“la ciencia de la felicidad”.
Por ello allí hay temas tan importantes en la formación de la capacidad de saber actuar
correctamente como ser: 1) La recta formación de la conciencia moral que permita distinguir
el bien del mal, lo justo de lo injusto, decimos recta porque puede existir una conciencia
moral errada, laxa, que no fue bien orientada y pueda llevar al error de las decisiones. 2) La
correcta información sobre los contenidos del acto (no caer en falacias o engaños sobre dicho acto,
analizar las cosas en la totalidad de sus factores, no parciales), 3) La educación en la voluntad para
poder decidir y obrar en consecuencia, optando por el bien y la virtud (acto bueno habitual), en lugar
del mal y el vicio (acto malo habitual)

10- La Profesión.
Derivado del Latín, Professio, tiene un origen primariamente religioso, relacionado con la
confesión expresa de una fe y la consagración pública a tareas vinculadas con tal creencia. Por ello
las primeras profesiones tuvieron carácter netamente sacerdotal, esos profesionales fueron los jueces,
los médico y sacerdotes, ellas tenían su importancia de consagración pública, al servicio de una
actividad fundamental para el bienestar individual y colectivo, en la que se ponía a Dios mismo como
testigo y garante de la rectitud y del buen hacer. Este compromiso público de entrega perpetua y
absoluta se hacía bajo juramento, cuyo fundamento no era solo producir efectos jurídicos sino
también morales y religiosos. Esto proporcionaba a la profesión un modelo de responsabilidad no
sólo jurídica, sino también ética.
Ante la pregunta ¿Qué es la Profesión? Cualquier persona respondería como lo hizo Max Weber:
“Es la actividad especializada y permanente de una persona humana que, normalmente, constituye
para él una fuente de ingreso, y, por tanto, un fundamento económico seguro de su existencia”. Sin
embargo, la profesión no es sólo un instrumento individual de ingreso económico, sino también una
forma de realización de la propia persona humana y su aporte en el mundo.

11- Principios de Spencer aplicadas a la Profesión.


Herbert Spencer (Derby, 27 de abril de 1820 - Brighton, 8 de diciembre de 1903). Filósofo,
psicólogo y sociólogo británico. Fundador del Darwinismo social en Gran Bretaña y uno de los más
ilustres positivistas de su país. Ingeniero civil y de formación autodidacta, se interesó tanto por la
ciencia como por las letras
Herbert Spencer dejó escrito un libro son el origen de las Profesiones, en una clave evolucionista.
En él presenta el nacimiento de las diferentes profesiones como un paso evolutivo en el crecimiento
de la vida. El médico que cura enfermedades y alivia dolores, aumenta la vida. El historiador y el
hombre de letras elevan el estado mental del hombre. Poetas, actores, escultores, pintores,
arquitectos, docentes, todos aumentan la vida proporcionándole belleza y sentido. A su manera
también aumentan la vida el legislador y el abogado en su función de justicia y de bien.
En cuanto a la contribución Principal de los juristas se sostiene sobre la base de los principios
éticos modernos relacionados con la vida lo siguiente:
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Principio de beneficencia: Un profesional ético es aquel que hace el bien en su profesión haciendo
bien su profesión, no hay nada más moralizador que cada cual haga bien lo que tiene que hacer, lleve
a cabo cada actividad procurando realizar el bien al que esa actividad está intrínsecamente orientada.
Toda ética profesional tiene su núcleo inspirador y su aliciente máximo en los bienes intrínsecos que
se propone realizar. Ej.: Cuidar la salud con arreglo a los conocimientos y técnicas disponibles es el
bien intrínseco de la profesión médica.
Principio de autonomía: El principio de beneficencia lleva consigo una evidente falta de simetría,
uno sabe, el otro desconoce, uno tiene y el otro necesita, uno enseña, el otro aprende. Cuando esa
inicial falta de simetría fomenta y pretende mantenerse una forma de dependencia permanente entre
un profesional y el cliente, se cae en un paternalismo inadecuado e inmoral. Debe tenderse a hacerla
disminuir en lo posible. La falta de simetría se4 traduce en una relación de dependencia que conviene
no prolongar más allá de los debido y tratando de evitar cualquier abuso de poder. Ese es el principio
de autonomía.
Principio de Justicia: La ética Profesional no se agota en las relaciones bilaterales entre los
profesionales y los destinatarios de sus servicios profesionales. Los primeros deberes de justicia
consisten en que cada uno cumpla con su deber, es decir, con lo que se le ha encomendado o con lo
que corresponde. No basta con enseñar bien (beneficencia), y hacer crecer a las personas
(autonomía), sino también dar a cada uno lo que le corresponde, incluso no sólo a nivel personal e
individual, sino también el jurista está llamado a la comprensión de la justicia y la ética social, de la
cual el derecho no puede estar ajeno.

Se puede afirmar que principios básicos de la ética profesional son:


1- Saber ser. Ya que la vocación y la profesión implica una obligación que marca la existencia.
2- Saber hacer. Ya que la profesión indica un grado de excelencia.
3- Saber estar juntos. Ya que la profesión implica un cierto relacionamiento con todos aquellos
que realizan esa profesión, aunque no exista la colegiación obligatoria, y más aún si ella
existe.
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Tercera clase 25/04/2022

Tema 3. La Conciencia.
1. Nociones.
El cogito ergo sum de descartes ha influido en la mente del hombre moderno más de lo que
normalmente se supone. Desde descartes existe la tentación de dar por real lo que la evidencia interior
asegura: “Existo porque pienso” y no es así. La verdad es “pienso porque existo”. La postura cartesiana
pasada al terreno de la ética se explicitaría del siguiente modo: “pienso que está bien, luego se puede
hacer”, “no lo veo claro, pues, entonces, no lo hago”.

Evidentemente eso no es así, primero el ser, luego el entender. En Moral el hombre tiene una posibilidad
de conocerse y conocer sus actos, como consecuencia de que existe y tiene un fin, una ley por la cual
conducir sus actos. Por eso,” la conciencia no es la única voz que puede guiar la actividad humana”, y
su voz se hace tanto más clara y poderosa cuando a ella se une la voz de la Ley de la autoridad legítima.
La voz de la conciencia no es siempre infalible, ni objetivamente es lo supremo.

Pero sí, la conciencia es la capacidad que tiene una persona de conocer el valor moral de una acción;
esto es, si la acción que ha de desarrollar o llevar a la práctica es buena o mala respecto al último
enseñado por Dios. La conciencia puede ser: recta o errónea, según juzgue acertada o
equivocadamente una acción. Tenemos la obligación de formarnos en conciencia recta para que ante
cada caso nos señale el buen proceder, eso es, lo que para ello nos indica las reglas de la moral.

La Conciencia es la Facultad moral que distingue el bien del mal. Es el sentimiento interior por el
cual la persona reconoce sus propias acciones, conocimiento del bien que debe hacer y el mal que
debe evitar.

Siempre ha sido considerada la conciencia lo que técnicamente se llama “norma próxima de


moralidad”. No se entiende aquí la conciencia en el sentido de conciencia psicológica (consciencia), ni
tampoco en un sentido cognoscitivo (tomar conciencia de algo), se entiende en un sentido estrictamente
moral, Conciencia es un juicio o dictamen del entendimiento práctico, que califica la bondad o la
malicia de un acto hecho o por hacer. La Conciencia juzga de acuerdo a la Ley Moral y es considerado,
el supremo grado de dignidad en los hombres: que no por los otros, sino por ellos mismos lleguen a la
realización del bien.

2. Diferencia con conceptos afines: la conciencia moral y la prudencia.


Con la Sindéresis: La sindéresis es el hábito de los primeros principios morales. La
conciencia es un acto que, en forma de juicio, dictamina sobre la bondad o maldad de un caso particular.

Con la Ciencia Moral: Ésta deduce conclusiones objetivas de los principios morales. La Conciencia es
subjetivo, en el sentido de personal (no de subjetivista); su dictamen puede estar de acuerdo o en
desacuerdo con esas conclusiones objetivas. Alguien puede estar dotado de una gran ciencia moral y, sin
embargo, actuar inmoralmente. Y al revés, personas que creen que carece de ciencia moral pueden
actuar moralmente bien.

Con la Prudencia: La Prudencia es la virtud que incluye el hábito de obrar bien, mientras que la
conciencia es un acto. El juicio de la Prudencia coincide con la propia conciencia. Por eso, los actos de
la conciencia recta se facilitan con la virtud de la Prudencia.
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Estas diferencias no significan que la conciencia sea algo separado de la sindéresis, de la ciencia moral y
de la prudencia, al contrario, el ejercicio de la conciencia – aplicación de la sindéresis – lleva a adquirir
el hábito de la prudencia, lo que, a su vez, perfecciona la conciencia. Junto a esto se da, en la medida de
las posibilidades personales, un aumento de la ciencia moral.

3. Formación de la conciencia: necesidad de esta formación.


Es necesaria la formación “Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral” Una
conciencia bien formada es recta y veraz.”. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien
verdadero querido por la sabiduría del Creador. La educación de la conciencia es indispensable a
seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado a preferir su propio juicio
y a rechazar las enseñanzas autorizadas.

La formación ayuda al hombre al conocimiento de la verdad y a la vivencia de su libertad. Esta


afirmación no se refiere a las grandes verdades científicas, filosóficas, etc., sino a la necesidad de
tener criterio sobre cualquier materia ética. En cualquier materia intentamos alcanzar un mayor
conocimiento para ser doctos en aquel saber. Y si no alcanzamos, evitamos hablar del tema por
indoctos. Pero, ¿Sucede lo mismo con los temas relativos a la Fe y la Moral? Muchas veces se
pontifica lo que se ignora, por todo ello, la conciencia tiene necesidad de formación. Una educación
de la conciencia es necesaria, como es necesario para todo hombre ir creciendo interiormente,
puesto que su vida se realiza en un marco exterior demasiado complejo y exigente. “La educación
de la conciencia es tarea de toda la vida… garantiza la libertad y engendra la paz del corazón”.

Por ello, la formación de la conciencia seguirá reglas parecidas a las de toda formación. Sin
embargo, a la hora de aplicarlas, no podemos olvidar un dato importantísimo: lo que pretendemos al
formar la conciencia no es simplemente alcanzar una habilidad o desarrollar una facultad, sino
conseguir nuestro bien en esta vida y nuestro destino eterno.

4. Evolución de la conciencia.
a) La conciencia del niño es una conciencia protegida por el adulto, es una conciencia en
formación, y, por tanto, débil.

b) La conciencia moral del joven es una conciencia contradictoria y difícil para el adulto. Es
idealista, impaciente, orientada hacia el futuro o el presente, sin importar el pasado.

c) La conciencia moral del adulto es, o deberá ser, una integración armónica de todos los
elementos diferenciales: el yo y el mundo, el consciente y el inconsciente, los diferentes
valores, la autocrítica y la hetero crítica. Reposada en el presente vivido con la experiencia
del pasado y abierto al porvenir.

d) La conciencia moral del anciano es una conciencia con tendencia a la amargura, a la


lamentación o el ensimismamiento, si no tiene en su vida una fuente de servicio a los demás.

De una educación recibida en una sociedad de caníbales saldrán casi sin remedio, un caníbal más.
Pero en principio existe siempre la posibilidad de que el individuo reciba con actitud crítica los
juicios de valor de la sociedad y los transforme basado en la sindéresis. Si tal transformación
valorativa no fuera posible no habría de imaginarse el desarrollo sociocultural.
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5. Conciencia verdadera y conciencia errónea.
La obligación central en materia moral se puede resumir así: Hay que juzgar siempre con conciencia
cierta y verdadera (recta), lo que supone el conocimiento de la Ley Moral. La razón es clara, siendo
la conciencia próxima y subjetiva de moralidad, si falla la conciencia, falla el conjunto de la
actuación moral.
Conciencia recta o verdadera: es la que juzga rectamente, la que da con la verdad de los principios
verdaderos, aplicados al caso concreto. Por ejemplo: se actúa con conciencia recta cuando se dictamina
que el homicidio es ilícito; en efecto, está prohibido por la Ley Natural y por la Ley Civil. Es la que
juzga rectamente, es decir, dando con la verdad.

Conciencia errónea, llamada también falsa, es la que de acuerdo con principios falsos (que sin
embargo se estima que son verdaderos) juzga sobre la ilicitud o licitud de algo. A veces se piensa
que actuar rectamente es actuar – de buena fe- aunque se está equivocado.

6. Formación y educación de la conciencia.

Actuar en conciencia y a conciencia es el ideal moral en un planteamiento ético profesional, y, por tanto,
en la ocupación profesional, esto se traduce en actuar con conciencia verdadera (recta) y cierta, es decir,
en actuar con certeza sobre el deber ser concreto, que estará señalado por el dictamen de la conciencia
que conoce la auténtica y verdadera ley moral. Este ideal no es una utopía, esos actos no obedecen a una
simple espontaneidad ética, sino que son resultado de la primera y principal responsabilidad moral:
formación y educación de la conciencia. “Es la responsabilidad por alcanzar una recta conciencia: la luz
de la norma llega a través de la conciencia que descubre la moralidad de la situación personal y señala el
orden objetivo a nuestra conducta subjetiva. No hay otro camino para que se presente obligando a la
norma moral. nadie puede sustituirnos en nuestros juicios de conciencia, no es posible delegar la
responsabilidad moral hasta tal punto: la conciencia es singular, propia, intransferible.

Los principales medios naturales para la formación de la conciencia pueden reducirse a dos: *La
Sinceridad de vida, es decir, la claridad del hombre consigo mismo, el examen atento de sus propias
intenciones, el enjuiciamiento de la rectitud de sus actuaciones.* La Paulatina adquisición de la
Ciencia Ética, la ciencia moral debida para la rectitud de la conciencia comprende, para todo
hombre, el conocimiento de la Ley Natural, para el cristiano, además, el conocimiento de la Ley
Divino Positiva y de los mandamientos de la Iglesia. Por otro lado, la formación de la conciencia no
puede limitarse a la simple adquisición de una ciencia moral, sino que es, en sí misma, una tarea
moral, de adquisición de virtudes. En efecto, la prudencia, que lleva al juicio habitualmente recto y
verdadero de la conciencia, no es posible sin el esfuerzo por adquirir las demás virtudes morales.

La formación y educación de la conciencia, no puede imponerse, porque no hay ética sin libertad,
pero cualquier persona puede darse cuenta de que lo ético se impone por si solo, intrínsecamente,
con la fuerza de la racionalidad y de la libertad.

7. Libertad de la conciencia y libertad de conciencia.


Libertad de la conciencia quiere decir que cada conciencia, al ser personal e intransferible, ha de
decidir por sí misma. El juicio que prefiere la conciencia en su libertad puede ser equivocado, pero
hasta tal punto se trata de algo personal que, si el error no es conocido en cuanto tal, sería inmoral
actuar en contra de ese dictamen.

Ya la libertad de conciencia: conversión de la conciencia en legisladora en materia moral; en este supuesto,


sería verdadero lo que la conciencia decidiese, incluso cuando actuase a sabiendas en contra la Ley Moral.
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Esta libertad de conciencia equivale en la práctica a la negación de la moral, porque, en le limite, cada
hombre sería el creador de su propia moral, y lo haría de manera contingente, efímera, cambiante. Matar a
otro sería bueno hoy y malo mañana, según la situación de “mi conciencia”

8. Remordimiento de conciencia.

El remordimiento de conciencia es la vuelta de la conciencia sobre actos malos cometidos en el pasado con
el dolor por haber obrado de esa manera. No debe confundirse con el sentimiento de culpa de una conciencia
escrupulosa que no distingue adecuadamente el bien del mal y considera malos hechos que en una
conciencia recta no tiene maldad. Por ello, es que a veces los actos malos también se intentan justificar con
intenciones buenas. Y por ello también la importancia en formar la conciencia según las pautas y en su caso
buscar un buen asesoramiento moral, religioso o psicológico

Sin embargo, el remordimiento forma parte del dolor por la falta cometida y puede ser causal de
desesperación (negativa) o de conversión (positiva).

9. Clasificación de la conciencia.
a) con relación al acto:
- Anterior: Es la que antecede al acto
- Simultánea: la que acompaña al acto mientras se realiza
- Posterior: la que vuelve sobre el acto para juzgarlo una vez realizado

b) Desde el punto de vista objetivo


- Recta: cuando está de acuerdo con la verdad
- Errónea: prescribe como verdadero lo que es falso o falso lo que es verdadero, si sus afirmaciones
existen menos que lo que determinan las verdaderas normas de la moral. La errónea puede ser
vencible (si no se ponen todos los medios para salir del error) e invencible (si puestos todos los
medios no se puede salir del error)

c) Desde el punto de vista del asentimiento de un acto:


- Cierta: cuando juzga, sin temor de equivocarse, la moralidad del acto
- Probable: cuando existen posibilidades de que un acto pueda ser juzgado tanto como en un sentido
moral o inmoral.
- Dudosa: si la mente no decide porque no tiene motivos suficientes para actuar, si vacila ante el
enjuiciamiento de un acto.

La objeción de conciencia.

Es el rechazo al cumplimiento de determinadas normas jurídicas por ser éstas contrarias a las creencias
éticas o religiosas de una persona. Puede plantearse ante cualquier tipo de mandato que se derive del
ordenamiento jurídico, como normas médicas u obligaciones tributarias: el supuesto más destacado, no
obstante, es la objeción de conciencia al servicio militar.-

Podemos decir que la objeción de conciencia es la aptitud o creencia de carácter ético filosófico o religioso
que impide a una persona desarrollar una actividad determinada, que se traduce en la decisión personal,
frente a ciertas normas jurídicas específicas, de no acatarlas, sin perjuicio del respeto a la normativa general
que rige a la sociedad de que se trate; podríamos decir también que es el rechazo de someterse a una norma,
una disposición de ley que considera injusta, en cuanto que se opone a la Ley natural, es decir,
fundamentalmente en la vida humana, y percibida como tal en la conciencia.

La objeción de conciencia respeta la virtud leal de las personas a sus convicciones. La primacía de la escala
de valores personal frente a las diversidades que puedan presentarse aún como obligación legal.

Cuarta clase 09/05/2022


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Tema 4. Leyes y las virtudes.

1. La Ley: Nociones.

El término Ley tiene distintos significados, y se emplea en todos los ámbitos humanos: Leyes físicas,
leyes económicas, leyes jurídicas, leyes Morales, Ley divina, etc. Pero el sentido más amplio de la Ley
es el de Ordenación (regulación, regla, mandato u orden). Todas las Leyes referidas al hombre son
también una ordenación, pero no de carácter necesario, sino libre, es decir, principio – regla que señala
el deber ser.

Santo Tomás definía a la ley: Ordenación de la recta razón, dirigida al bien común, promulgada por
aquel que tiene el cuidado de la comunidad. La ordenación al bien común es el requisito general de
cualquier ley, con tal de que se entienda bien común en su sentido más profundo y escalonado: el bien
común del universo es Dios.

Para que exista la Ley, ha de estar suficientemente promulgada:

- La Ley eterna, por Dios. Conocida como Derecho Natural


- La Ley Divino positiva, por la revelación sobrenatural (Ejemplo los 10 Mandamientos de
Moisés)
- La ley humano positiva, por las distintas formas de promulgación

2. Clases de leyes: La ley eterna. La Ley natural moral.


La división clásica de atiende al criterio del autor: Dios y el Hombre.

La Ley Divina que se divide en:

a) Ley Eterna: Es la ordenación de todas las criaturas por Dios hacia su bien último o común, que
es el mismo Dios, Principio y Fin de todo lo creado.

La noción de la Ley eterna ha sido presentada en las más diversas culturas por todos los que han
reconocido la existencia de Dios, creador del mundo y providente. Es conocida la frase de Cicerón:
“Veo que esta fue la enseñanza de los más sabios: que la ley no ha sido excogitada por el ingenio
humano, ni es algo pronunciado por los pueblos, sino algo eterno, que rige a todo el mundo con la
sabiduría del mandar y del prohibir”.

San Agustín definía a la Ley como: La razón y voluntad divinas que mandan conservar, respetar el
orden natural y prohíben perturbarlo.

Santo Tomás de Aquino: Ley es el plan de la sabiduría divina que es la directriz de todas las acciones
y movimientos que se dan en lo creado.

La Ley Eterna se realiza de modo necesario en las criaturas no dotadas de razón, en las criaturas
racionales se ha de cumplir de forma consciente y libre; En ese sentido, le ley eterna es la primera y gran
ley moral.

b) Ley Natural Moral: también llamada participación de la ley eterna en la criatura racional; el
conocimiento que tiene el hombre de la ley eterna a través de su razón.
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Santo Tomás define la Ley natural como la participación de a ley en la criatura racional, con esto la
ley natural adquiere un sentido moral, porque sólo los seres racionales y libres son capaces de esa
participación. La Ley Natural lo es porque comprende preceptos que están en la misma naturaleza del
hombre, y, además, porque puede ser conocida con la sola luz de la razón. En la práctica moral, la ley
natural es un continuo criterio de referencia.

3. Contenido de la Ley Natural. La ley divino – positiva. La ley civil.


Contenido de la ley natural: La dignidad de la persona humana que se funda en el hecho de que ha
sido creada a imagen y semejanza de Dios, es inseparable de la Ley natural. Su espiritualidad
(inteligencia y voluntad libre) hace que el individuo humano sea persona: dueño de sus propios actos,
sujeto de derechos y deberes. Es un ser racional y libre, ordenado a alcanzar su último fin, Dios quiere
que coincida con su felicidad. El contenido de la ley natural es el conjunto de derechos y deberes que
derivan de la naturaleza humana y son, por tanto, comunes a todos los hombres.

Ley divino positiva: también llamada ordenación promulgada en la Revelación sobrenatural


La Ley divino Positiva ha sido promulgada por Dios, no en el orden natural de la creación (como la ley
eterna y la ley natural) sino a través de la Revelación. Según Santo Tomás de Aquino, la Ley divina es
moralmente necesaria, es decir, no con necesidad estricta, por dos razones principales: a) para que el
hombre pueda conocer sin ningún género de duda lo que tiene que hacer y lo que tiene que evitar; b)
porque el hombre ha sido ordenado por Dios a un fin sobrenatural y era necesaria una norma que le
dirigiera adecuadamente hacia ese fin.- Ley divino Positiva es antes que anda, una ley interior, es una
ley de libertad, ya que se basa en la aceptación voluntaria de la fe.

4. Relaciones entre Derecho Natural y Derecho Positivo.

El Derecho natural, llamado así por estar fundado en la naturaleza humana, es el conjunto de
principios intrínsecamente justos, concebidos como fundamento e ideal respecto de las normas positivas
legisladas o consuetudinarias; vale por sí mismo, en cuanto es intrínsecamente justo. Su validez no
depende de elementos exteriores. El Derecho positivo se caracteriza por su valor formal, la validez del
mismo está condicionada por la concurrencia de ciertos requisitos que determinan su vigencia.

El Derecho natural es un orden superior, un ideal hacia el cual el hombre tiende en su permanente
perfeccionamiento. El Derecho Positivo es el sistema de normas jurídicas creadas por el hombre que
rigen o han regido con carácter obligatorio la vida de un pueblo enana época determinada.

La obligatoriedad del orden jurídico positivo: se basa en el principio de derecho natural que obliga al
legislador a promulgar leyes para el bien común y obliga al ciudadano a obedecerlas

En lagunas leyes positivas las exigencias del derecho natural resultan tan claras (leyes que prohíben y
penan el robo, homicidio, etc.), que se puede hablar de derecho natural codificado

La mayoría de las leyes positivas no se refieren directamente en su contenido al derecho natural, pero
sirven a la exigencia general de justicia; por ejemplo, las leyes administrativas.

Aquellas leyes positivas que directa y claramente se opongan a laguna exigencia fundamental de
derecho natural son invalidas, porque son injustas.
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Es relativamente corriente presentar en antítesis el derecho natural y el derecho positivo, sin embargo,
ello no es justo ni adecuado. Uno sirve de fundamento de justicia al otro. Es falsa la oposición derecho
natural – derecho positivo. El derecho Positivo no puede oponerse a las exigencias de justicia en los
principios fundamentales del Derecho natural. Es necesario que el derecho positivo explicite y adopte
esas normas naturales a las concretas circunstancias históricas. Incluso dentro de las Normas positivas
existe la remisión a los principios generales del derecho que constituyen en esencia derecho natural.

5. Normas Morales: noción.


Regla de conducta, criterio o padrón para juzgar algo. La palabra deriva del griego que es escuadra o
modelo a que debe seguirse las operaciones de trabajo ejecutado, formulan imperativamente los deberes
ordenados al bien personal del hombre, que son considerados individualmente y su fin es la perfección
individual del hombre.

6. Las Virtudes Morales: Virtud: concepto.

La Virtud es una cualidad buena, que perfecciona de modo habitual las potencias, inclinando al
hombre a obrar el bien. Las Virtudes más excelentes son las virtudes teologales, que se refieren
directamente a Dios, pero también son importantes las virtudes morales, que perfeccionan el
comportamiento del individuo en los medios que conducen a Dios.

La Virtud no es la honradez y la corrección de un hacer u omitir aislado, virtud más bien


significa que el hombre es verdadero, tanto en el sentido natural como en el sobrenatural.

7. Virtudes Cardinales: Prudencia; Justicia; Fortaleza; Templanza. Otras Virtudes


Humanas.
Las virtudes morales son numerosas: tantas cuantas son nuestras facultades y apetitos naturales.
Pero se pueden reducir a cuatro principales, que son como el fundamento de todas las demás, y por
eso se llaman cardinales (como cardos, alrededor de los cuales giran las demás) que son. Prudencia,
Justicia, fortaleza y Templanza.

El Adjetivo cardinal se deriva del sustantivo latino “cardo”, que significa gozne, bisagra, y se les
llama así por ser virtudes gozne, es decir, sobre ellas dependen las demás virtudes morales. Si un
hombre es realmente prudente, justo, fuerte y templado podemos afirmar que posee también las
otras virtudes morales.

Prudencia: (Sensatez, cordura) La primera virtud cardinal es la prudencia, que es la Facultad de


juzgar rectamente. Una persona temperamentalmente impulsiva, propensa a acciones precipitadas y
sin premeditación y a juicios instantáneos, tendrá por delante la tarea de quitar estas barreras para
que la virtud de la prudencia pueda actuar en él efectivamente. Resulta también evidente que, en
cualquier circunstancia, el conocimiento y la experiencia personales facilitan el ejercicio de esa
virtud.

Justicia: La segunda virtud cardinal es la Justicia, que perfecciona nuestra voluntad (como la
prudencia nuestra inteligencia), y salvaguarda los derechos de nuestros semejantes a la vida, la
libertad, a la santidad del hogar, al buen nombre y el honor, a sus posesiones materiales. Esta virtud
es la clave de la convivencia, es la que nos inclina a dar a Dios y al Prójimo lo que les es debido,
tanto individual como socialmente. La Justicia ordena la voluntad de dar a cada uno lo que le es
debido; ya por estricto derecho entre los particulares, justicia conmutativa, ya que lo que cada uno
debe a la sociedad según las exigencias del bien común determinado por ley, justicia legal, ya lo que
la sociedad debe a cada uno de sus miembros en beneficios y cargos, justicia distributiva.
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Fortaleza: La fortaleza, tercera virtud cardinal, nos dispone para obrar el bien a pesar de las
dificultades. La perfección de la Fortaleza se muestra en los mártires, que dejaron la vida por su fe.
Es la virtud que en medio de las dificultades asegura la firmeza y constancia para practicar el bien,
ordena las pasiones cuando nos retan de aquello que dicta la razón. A ella se refieren otras virtudes
como la paciencia, la mansedumbre y la perseverancia

Templanza: La cuarta virtud cardinal es la Templanza, que nos dispone al dominio de nuestros
deseos, y, en especial, al uso correcto de las cosas que placen a nuestros sentimientos. La templanza
es necesaria especialmente para moderar el uso de los alimentos y bebidas, regular el placer sexual
en el matrimonio. La virtud de la templanza no quita la atracción por el alcohol; por eso, para
algunos, la única templanza verdadera será abstinencia. La Templanza es la virtud que frena el
apetito de los placeres sensibles e impone moderación en el uso de los bienes creados, ordena así
mismo las pasiones cosas contra la regla de la razón o de la Ley de Dios.

Otras Virtudes Humanas.

Además de las cuatro virtudes cardinales, hay otras virtudes morales. Sólo mencionaremos
algunas, y cada cual, si somos sinceros con nosotros mismos descubriremos su obstáculo personal.

Otra puede ser: patriotismo, piedad filial, obediencia, sinceridad, veracidad, libertad, paciencia,
humildad, castidad, amistad, sencillez, lealtad, orden, generosidad, responsabilidad y comprensión.

Está la Piedad Filial, que nos dispone a honrar, amar y respetar a nuestros padres y nuestra patria.
Está la obediencia, que nos dispone a cumplir la voluntad

8. Legalidad y moralidad.
En principio la legalidad debería coincidir con la moralidad, en aquellos aspectos de la moralidad que
son derecho natural. La ley positiva no tiene como fin realizar la moralidad en todas sus dimensiones,
porque los actos internos o estrictamente personales no caen bajo el imperio de la Ley Humana.
La Ley Positiva al ser derecho, connota siempre alteridad, es decir, se refiere a aquellos actos que
tienen trascendencia social. Este derecho positivo tiene que estar basado en el derecho natural.
Actualmente, sin embargo, existe una tendencia a trasladar al ámbito meramente personal, de la ley
moral, acciones antes consideradas con trascendencia social, esto es lo que ha llevado, por ejemplo,
a la despenalización del adulterio, del concubinato, etc. Cuando esos comportamientos son
legalizados no son automáticamente “moralizados”, el adulterio que ya no es delito, sigue siendo
como es lógico una grave actuación inmoral.

La mayoría de estas acciones legislativas inciden claramente en el ámbito del derecho natural,
dándose así una diferencia o margen cada vez mayor entre la legalidad y la moralidad. Esta
diferencia, que es una antítesis hace que aumente el número de las leyes que pueden y deben
denominarse injustas. Ej.: mientras se liberalizan conductas como las que llevan al adulterio, el
divorcio, el aborto, etc., las leyes se hacen más rígidas en materias que en ocasiones son moralmente
menos graves: leyes de tráfico, régimen fiscal, etc.

La situación afecta de modo especial a los profesionales del derecho, pero sus efectos alcanzan a
todas las personas, motivos de seguridad jurídica, de supervivencia, etc., pueden llevar a tolerar una
cooperación material con esas leyes; pero nunca es lícito aprobarlas en el fuero interno, ya que son
inmorales y, por la misma razón, existe la obligación natural de oponer una legítima resistencia a
esos ordenamientos.
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Cuarta clase 16/05/2022
UNIDAD II
ÉTICA DE LAS INSTITUCIONES Y ORGANIZACIONES

Tema 5. Ética de la profesión del Abogado.

1. Deberes del Abogado en general.

El abogado es un auxiliar de la justicia, pero siendo fiel y leal a su cliente cual debe asesorar y
defender. Su posición, por tanto, por naturaleza es parcialista, debe defender los intereses de su cliente,
y desde esa posición colaborar con la justicia de dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde. No puede
ocupar el rol de Juez ni de fiscal, su rol es de “abogado”.

La Abogacía, es una profesión liberal, es decir, con la libertad de tomar o no un caso en conciencia,
incluso, si uno recibe honorarios equiparados a un salario en un estudio jurídico o como asesor jurídico,
ello no debe ir en desmedro de esa libertad. Únicamente si se trata de un abogado Miembro de la
Defensoría Pública no puede negarse a atender ningún caso, en virtud de que su función constituye una
carga pública ineludible, aunque podrían estudiarse casos concretos de objeción de conciencia
eventualmente que podrían ser resueltos por la Defensoría General de este Ministerio.

Se distingue así también la ética del Abogado Civilista y del Penalista, en la primera no puede
atenderse ningún tipo de causa injusta, en la segunda puede defenderse, aunque el criminal haya sido
culpable de un hecho injusto, buscando pena justa o proporcional a su acción. Todo por supuesto
lícitamente.

La Ética del abogado es la ciencia práctica que tiene que estudia y traza el conjunto de los
principios y normas morales que rigen la conducta del abogado, desde el punto de vista del bien común
y de las buenas costumbres. La Ética del Abogado es uno de los factores más prioritarios a considerar
por cada persona antes de seleccionar el abogado que representará ante los tribunales los intereses y
derechos de una persona física o moral. La ética del abogado garantiza el éxito del profesional del
derecho, debido a que el abogado es el profesional inmediato que representa al cliente ante los tribunales
y el público en general. La conducta del abogado debe ser decorosa, virtuosa, y honesta. Es por eso
que la ética aplicada a la abogacía hace del letrado una persona honorable y respetable.

La ética se aplica en la abogacía para trazar las normas, principios y valores moralmente aceptados
como guías de la conducta del profesional del derecho.

2. Decoro y dignidad profesional.

El Abogado debe reunir garantías suficientes de honorabilidad, porque su forma de actuar ha de ser
observada por la sociedad como auxiliar de justicia. Debe combatir por todos los medios lícitos la
conducta moralmente censurable de jueces, colegas y funcionarios públicos, y denunciarlos ante las
autoridades competentes.

La propaganda del abogado no es en modo alguno inmoral en sí, por muy poco recomendable que
por otra parte sea profesionalmente. Mientras se limite a anunciarse como tal abogado, no falta
directamente a la ética, como no falta a ella el comerciante que anuncia su mercancía, siempre que no
mienta sobre sus cualidades, o incluso podrían ser inmorales si fomentan el espíritu litigioso. La auto
propaganda en si no es inmoral, la auto propaganda ostentosa, extraña, aparatosa (letreros luminosos por
ej.) se autocalifica sola.

La compra del pleito también atenta contra el decoro. Consiste en acudir en lugares de desgracia y
ofrecer con promesas los servicios entre los desgraciados sacando provecho, ofreciendo préstamos a
futuro a ser restituidos una vez vencida la causa con intereses. Otros comportamientos indecorosos
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serían: a) Dirigir ofensas o expresiones inconvenientes contra los colegas, la parte contraria o los
magistrados. b) Propalar insinuaciones, calumnias, injurias, etc. Respecto de los mismo; c) Comportarse
irrespetuosamente, haciendo gestos o adoptando actitudes inconvenientes o indecentes, o pronunciando
frases vulgares o bajas; d) Proferir amenazas contra la parte contraria o contra sus letrados.

3. Independencia y Libertad.

El abogado debe guardar independencia frente a su cliente (es un profesional liberal, no un asalariado
que recibe ordenes), la magistratura judicial (no deberá aceptar ningún tipo de presión, acorde a su
investidura y augusta función), los poderes públicos (pudiendo ejercer sana crítica incluso de las
sentencias, políticas de estado y legislaciones); frente a sus colegas (ante los cuales no debe sentirse
obligado ni comprometido con una falsa solidaridad).

El principio de la libertad profesional hace la independencia. Ella incluye también la posibilidad de


libertad de elección del cliente.

La independencia es la garantía frente a las intromisiones de los terceros. La libertad referencia a la


relación del abogado, con respecto a su cliente atemperando las exigencias del interés del asistido desde
la dignidad del abogado. El abogado tiene libertad de aceptar o rechazar, la libertad de palabra en la
defensa en los informes, en los escritos en la organización de su despacho, claro está que la libertad de
defensa y expresión debe ir conforme al principio de buena fe y de forma responsable. Esta libertad
también reside en el cliente, el cliente elige libremente a su abogado, y todo abogado tiene el deber de
facilitar el ejercicio de este derecho.

4. Garantías del Ejercicio Profesional.


Para preservar la autonomía, la libertad y la independencia es necesario dotar a la abogacía de una serie de
garantías. Además de la inmunidad, los principios 16, 17, 18, 21 y 22 del VIII Congreso de Naciones
Unidas sobre Preservación del delito.

Los Gobiernos garantizan que los Abogados:

a) Puedan desempeñar todas las funciones profesionales sin intimidaciones, obstáculos, acosos o
interferencias indebidas.
b) Puedan viajar y comunicarse libremente con sus clientes tanto dentro de su país como en el
exterior.
c) No sufran ni estén expuestos a persecuciones o sanciones administrativas, económicas o de otra
índole a raíz de cualquier medida que hayan adoptado de conformidad con las obligaciones,
reglas.

Cuando la seguridad de los abogados sea amenazada a raíz del ejercicio de sus funciones, recibirán
de las autoridades protección adecuada.

Los abogados no serán identificados con sus clientes ni con las causas de sus clientes como
consecuencia del desempeño de sus funciones., recibirán de las autoridades protección adecuada.

Las autoridades competentes tienen la obligación de velar por que los abogados tengan acceso a la
información, los archivos y documentos pertinentes que estén en su poder o bajo su control con
antelación suficiente para que puedan prestar a sus clientes una asistencia jurídica eficaz. Este acceso se
facilitará lo antes posible.

Los gobiernos reconocerán y respetarán la confidencialidad de todas las comunicaciones y consultas


entre los abogados y sus clientes, en el marco de su relación profesional.
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5. El Secreto Profesional.

Es el deber que tienen los profesionales de no descuidar a terceros los hechos que han conocido en el
ejercicio de su profesión.

El secreto Profesional hace a la esencia de la noble función que cumple el abogado. Es la fe que el
cliente deposita a su consejero legal, y a la conciencia honorabilidad, decoro y dignidad de un abogado
se le confían los destinos de la vida, libertad, honor, los bienes, el futuro de una persona o de una
familia. Todo lo que oye de su cliente en carácter de abogado, bajo ninguna forma, puede divulgarlo. Su
secreto es sagrado. Por esta razón, se ha llegado a decir que después del sigilo sacramental del confesor
sacerdote católico, es el del abogado el que impone en su guarda una obligación más estricta.

Las únicas excepciones a la regla del secreto profesional serían las que hacen a la defensa personal
del abogado, cuando es objeto de acusaciones por su cliente, y en los casos en que el cliente comunica al
abogado que va a cometer un delito, oportunidad en la cual el abogado se encuentra autorizado para
hacer revelaciones necesarias para prevenirlo, o proteger a las personas en peligro. Otros opinan también
que podría levantarse el secreto profesional cuando el cliente lo autorice.

El secreto profesional da al abogado el derecho a oponer este secreto ante cualquier requerimiento
que lo expongan a violarlo.

6. Deberes con la Sociedad.


Salvaguardar los valores de justicia, la libertad, la seguridad y la paz social.

7. Deberes con el Cliente.

El abogado debe realizar plenamente la gestión y la defensa de los intereses de su cliente, sin ningún
temor a la apatía del juzgador ni a la impopularidad en el desempeño de su deber. El abogado es el
primer juez en la causa, ya que, al asumir la defensa de un cliente, éste es el que debe decirle si tiene o
no razón, si su pretensión está o no amparada por ley, y cuáles serían las posibilidades razonables en el
juicio. Los clientes depositan en el abogado su confianza, incluso la del destino de sus bienes y de su
familia.

La misión del abogado debe ser cumplida dentro de los límites de la ley, y debe obedecer a
conciencia, y no a la de su cliente.

A los clientes se debe:

Deber de conocimiento: El abogado debe conocer lo más íntimamente posible todo el trasfondo de la
situación que es objeto del proceso. No es preciso, como lógico, que ese conocimiento alcance a
aspectos personales que nada tienen que ver con el caso; sin embargo, tampoco es suficiente una
relación superficial y genérica. El deber de conocimiento por otro lado, debe ser mutuo, es decir, el
abogado deber darse a conocer tal como es, con sus cualidades esenciales, con su modo especial de
actuar, de forma que el cliente pueda sentirse seguro. Ej.: El abogado considera al cliente ignorante en
derecho (cosa que es cierto) y por tanto ignorante en todo el mundo (lo que es falso). Es el abogado que
exige del cliente una fe ciega, pero se siente siempre dispensado de dar al cliente alguna explicación,
ordinariamente con la excusa de que el derecho es algo técnico.

Deber de fidelidad: Desde el momento que el abogado acepta el encargo se debe al cliente y debe
mantener respecto a él una actitud de fidelidad. En contra de esa fidelidad, está la revelación del secreto
profesional, los acuerdos con la parte contraria, la negativa a prestar al cliente la información debida. La
fidelidad persiste una vez que ha cesado la relación contractual. Es inmoral, por tanto, dejar totalmente
desistido al cliente una vez que ha terminado el caso.

Deber de igualdad de trato: Es corriente que algunos profesionales sin sentido ético, tratar de modo
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desigual los casos de patrocinio gratuito y defensa de oficio, aquellos de poca cuantía y aquellos otros de
los que se pueden obtener importantes honorarios y quizá una relación fija de asesoría al cliente. La
igualdad de trato superando por tanto las tentaciones de discriminación por motivos económicos,
políticos, sociales, religiosos, etc. Se traduce en un deber de diligencia; en realidad, no se puede hablar,
desde el punto de vista ético, de casos de menor y mayor cuantía.

Deber de información: El abogado debe advertir al interesado la probabilidad que su juicio tiene de
ganar el asunto, nunca es lícito engañar al cliente haciéndolo creer que de antemano se sabe que no ha
de resultar.

Deber de buscar la mejor solución: El deber general del abogado es de procurar la mejor solución para
el cliente, debe contemplar siempre la posibilidad de una conciliación. El deber moral del abogado es
hacerse en lo posible innecesario, evitando todo tipo de litigio que no sea razonablemente
imprescindible. Naturalmente sólo puede intentar convencer a su cliente sobre la oportunidad de la
transacción o de la conciliación; si este insiste en su deseo de plantear litigio, el abogado puede hacerlo.

Deber de diligencias en la tramitación: El abogado está obligado a estudiar los asuntos que se le
confiaron con la máxima diligencia y a proceder con la prudencia debida, evitando dilaciones dañosas a
los clientes. Esto es obvio ya que, de la falta de diligencia, de las tardanzas justificadas, se derivan daños
económicos y aun morales en las personas.

8. Deberes con el Magistrado.

El abogado debe evitar ejercer influencias y excesivas familiaridades con los magistrados que
pidieran suscitar suspicacias ante los observadores, ya que todo ello compromete la majestad de la
justicia y la dignidad de la Profesión.

Es deber de los abogados a los magistrados el respeto y la consideración que corresponden a su


función social. Frente a motivos fundados de serias quejas contra un magistrado, es derecho y deber de
los abogados presentar la denuncia o acusación ante las autoridades.

9. Deberes con los Colegas.

Las relaciones entre los abogados deben estar gobernadas por los principios de fraternidad,
cordialidad, confianza, comprensión, lealtad y respeto. Todos estos principios hacen a la dignidad y
al decoro profesional.

10. Los Honorarios Profesionales.

El trabajo del abogado debe tener una justa retribución, por tanto, la misma no puede pecar por eso.
Algunos parámetros de apreciación están en las leyes de honorarios, y podrían ser resumidas en, la
cuantía de la causa, la complejidad del trabajo realizado en ella, y la pericia o fama del abogado.

Existen, no obstante, algunas observaciones referidas a los mismos como ser:

- El Pacto de quota litis : Convenio por el que el abogado se convierte en socio de la causa
del proceso, estimándose en concepto de honorarios una parte de lo que se obtenga. En
virtud del principio de autonomía, de la voluntad es lícito siempre y cuando no exista abuso
de derecho por parte de los abogados (ej.: establecer como única forma de retribución) o
lesión (abusando de la pobreza o necesidad de sus clientes), por ello algunos sistemas
normativos en cuanto a los honorarios lo prohíben o al menos le establecen límites en
cuanto al porcentaje. Lo ideal es que ante las personas necesitadas funcione un sistema de
defensa gratuito, ofreciendo por el estado o por los colegios profesionales, incluso
deducible de impuestos.
- La provisión de fondos: El abogado puede pedir al cliente antes de iniciarse el proceso una
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provisión de fondos, como adelanto. Debe no obstante rendirse cuentas con el fin de evitar
sospechas de inmoralidad, y mantener e principio de lealtad.
- Dicotomía: No es aceptable moralmente el aumento y reparto de honorarios con otras
personas que real o ficticiamente han elaborado en forma innecesaria con el trabajo del
abogado.
- Retención de documentos del cliente. Como garantía del pago de los honorarios es lícita
moralmente, salvo daño grave o irreparable.

11. Mandamientos del Abogado.

ESTUDIA: El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día
un poco menos abogado.

PIENSA: El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

TRABAJA: La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

LUCHA: Tu deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en conflicto el derecho
con la justicia, lucha por la justicia.

SE LEAL: Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es
indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el
juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al derecho,
alguna que otra vez, debe confiar en el que tú invocas.

TOLERA: Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.

TEN PACIENCIA: El tiempo se venga de las cosas que se hacen si su colaboración.

TEN FE: Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la
justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia;
y, sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz.

OLVIDA: La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de
rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan
pronto tu victoria como tu derrota.

AMA TU PROFESION: Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu
hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga
abogado.

12. Las Normas del Decoro Profesional.


El Principio de la dignidad y del decoro profesional puede ser considerado unitariamente, si bien
los conceptos de dignidad y decoro no coinciden entre si. El citado principio tiende a orientar al
abogado en su conducta profesional y privada con el fin de que no resulte dañada su reputación
personal, así como para que no disminuya por reflejo el prestigio de la profesión, considerada
abstractamente y el decoro que de ella se deriva para todos los profesionales inscriptos al registro.

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Quinta clase 23/05/2022

Tema 6. Bios - Ético Jurídicos.

1. La Bioética.
Es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la conducta más apropiada del ser
humano con respecto a la vida, tanto de la vida humana como del resto de seres vivos, así como al
ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la misma. Incluye todos los problemas
éticos que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones
relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales.

2. Bio – Ético Jurídico Teóricamente posible de ser Abogado:


Aristóteles llama a la vida, bíos, ésta es “la unidad de la actividad vital humana; es le energía, la
actualidad del viviente humano en su actividad. El bíos así entendido reviste distintos tipos, y es que
bíos, tal como lo entienden los griegos, es ciertamente una actividad unitaria, pero determinada por una
actitud fundamental, por un ethos que subyace en ella. Y según sean esas actitudes o ethos tendremos
bíos, vidas, diversas”.

En el campo de la profesión de abogados, cabe una distinción entre los bíos o vidas teóricamente
factibles de ser asumidas; la descripción de cada una de ellas debe considerarlas en estado de pureza,
pues en realidad lo habitual es que se presten confusas y mezcladas de manera que normalmente
convienen en el mismo profesional dichos tipos de vida, aunque también es cierto que en la generalidad
de los casos es posible encontrar un matiz predominante, el que en definitiva ejercer la función de
conducir esa concreta bíos.

3. Bios Justos.
Es aquella vida donde la justicia constituye el ansiado camino de la perfección o el medio idóneo
para alcanzar la felicidad. “Vivir bien no es otra cosa que vivir como lo reclaman la probidad y la
justicia”.

Sócrates nos ha revelado, hasta qué punto es posible sentir la necesidad de ajustar la conducta a la
justicia, consciente de que pesa sobre el hombre injusto la peor de las infelicidades.

Sócrates fue un verdadero mártir de la justicia, entendida en términos filosóficos, la amo tanto que le
ofrendó su vida; cuando Cicerón le ofrece fugarse para evitar la muerta, ya que fue Acusado de
impiedad y de corrupción de la juventud, fue condenado a muerte por envenenamiento; Sometido a un
juicio infame y a todas luces injusto, se defendió con rara dignidad, la misma con la que cumplió la pena
después de rechazar ayuda para escapar, éste contestó a Cicerón: “Es preciso examinar ante todo si hay
justicia o injusticia en salir de aquí sin permiso de los atenienses; porque si esto es justo, es preciso
intentarlo, pero si no lo es, es preciso abandonar el proyecto”.

Traslademos al campo del ejercicio de la Profesión, esta concepción socrática de la vida y felicidad,
y así vemos que el abogado debería siempre ante el magistrado, reclamar lo que l e corresponde a cada
uno de la Ley, pues de lo contrario al obtener por ejemplo la absolución de aquel que merecía ser
condenado, en lugar de hacerle un bien se le provoca un mal al evitarle la sanción, y lo que es peor, se
está cometiendo el daño así mismo el defensor, dado que actúa como causa eficiente de la injusticia y
por ese camino se aparta de la perfección y consecuentemente de la felicidad. El Abogado éticamente
socrático es la boca que habla exigiendo exclusiva y desencarnadamente justicia como instrumento de la
felicidad o perfección propia, del cliente y la sociedad. Exigir justicia es reclamar “lo debido”, sea,
sanción o ventaja, y nunca pretender algo que no corresponde o argumentar confundiendo lo suyo de
cada uno. (Pág. 44 y sgts. Ética del Abogado – Rodolfo Luis Vigo).
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El bíos justo desprecia la seguridad jurídica que deriva de la norma general dada, con pretensión
racionalista supone hombres perfectos en el campo del derecho, no sólo a nivel de sujetos de las fuentes
formales, sino también de mero sujeto activo o pasivo de la relación jurídica, en una sociedad de
Sócrates podría llegar a funcionar. Para terminar con este tipo de vida profesional, es necesario
reconocer la altura de la ética de sus posiciones, que nos llegar a tentar como modelo de bíos, y que la
constituye en un norte permanente en todo lo vinculado a la función del abogado.

4. Bios Utilitarios.
En este tipo de vida, la verdad, la justicia y el derecho no existen prescindentes a mi propio interés;
es más, valen en la medida en que me son útiles, medios para algún fin; en definitiva, hay un criterio
técnico para apreciar la ética, pues se la entiende como instrumentos variables y desigualmente aptos
para servir en beneficio personal, y éste puede ser: poder, prestigio o riqueza. Estas opiniones se fundan
en un profundo egoísmo que lleva a emplear todo cuanto contribuye a nuestro éxito, y en ese espíritu de
escepticismo e individualismo ético.

La imagen popular y grotesca del abogado como “ave negra”, picapleitos, encuadra en éste tipo de
bíos, pues la idea del profesional interesado de modo exclusivo en ganar juicios da do su carácter de
fuentes de recursos o prestigio personal, de implementar cuanto medio favorezca al resultado,
marginado todo tipo de consideración ética o de perfección humana, de entender la abogacía como
habilidad tribunalicia distinguiendo una moral profesional y otra general sin puntos de contacto;
constituyen ellas expresiones empobrecedores humanamente, aunque redituable económicamente. El
bíos utilitario parte de la base consciente o inconsciente de que el ejercicio de la profesión es un puro
“hacer”, algo factible y no agible. (Pág. 47 y siguientes. Ética del Abogado – Rodolfo Luis Vigo)

5. Bios Legista.
La actitud de idolatrar el derecho positivo, o más propiamente el derecho legal, es
indudablemente nueva, se impone con la escuela exegética francesa que se inaugura con el
Código napoleónico de 1804, esta, tuvo en la doctrina un predominio incuestionable, abarcó el siglo
XIX, e importantes motivaciones políticas la impulsaron.

Según los abogados orientados por esta forma de vida, a diferencia de las anteriores, donde no hay
respeto a la ley dado que se le niega valor en función de criterios externos a su contenido o a su autor,
como son la justicia y lo útil, aquí lo recomendable y saludable para todos es la subordinación a la letra
conforme lo quiso el legislador. Uno de los más caracterizados consecuentemente con la propuesta de la
exégesis.

En este Bíos profesional, en realidad no hay preocupación ética a nivel personal, sino que el
problema es de índole técnica: conocer la voluntad real o presunta del legislador, aceptarla sin
cuestionamiento ni crítica: el deber ser jurídico, lo que al derecho le corresponde establecer como
“debido” a cada uno, se infiere exclusiva y dogmáticamente de la conducta sancionada por la norma: no
debo matar porque el legislador previó una sanción para dicha conducta. El ethos del bíos legista lo
constituye la seguridad jurídica, a este valor o fin del derecho se sacrifican todos los restantes, lo
fundamental es dilucidar nuestros derechos y obligaciones consagrados en las normas para ejercer
aquellos y cumplir con éstas, ajustarnos estrictamente sin consideraciones estimativas a la distribución
concretada por el legislador. Es decir, que todo el derecho ya está hecho, y esa tarea correspondió al
legislador, y no hay mecanismo válido ni deseable para subrogarse en esa función creadora del derecho.

Mientras en el bíos justo la falta de respeto a la Ley es total y sólo se tiene en cuenta la justicia, en el
utilitario la actitud del profesional es acomodaticia: se acata o atenta contra la ley según lo indique el
interés personal. En el bíos legista el derecho aparece como un fin en si mismo, la sumisión a la ley es
pasiva, la función del abogado es repetirla sin violación, sólo se debe cumplir la dilucidación de “lo
debido” determinada por el legislador, y desde este ángulo es menor egoísta que el utilitario donde el
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criterio de invocación e interpretación lo marca el interés del profesional actuante, al que no se lo
somete a nada externo. Y en el bíos justo el desprendimiento es éticamente total, lo debido lo señalan
exclusivamente regulaciones que trascienden el derecho positivo, no son tenidos en cuenta ni el
legislador ni el beneficio personal.

6. Modo Ético Jurídico Práctico y Posible de ser Abogado: El Bios Prudente:


En los bíos ético jurídico teóricamente posibles hemos visto, las tres opciones que tienen los
Abogados en emplear en el ejercicio de su profesión, así, vimos que al bíos utilitario le interesa
descubrir si el asunto puede llegar a redundar en beneficio personal al margen de toda preocupación
ética; el bíos justo piensa – con Sócrates – que si se evita el castigo a aquel que lo merece, le ocasionan
un daño mayor, y el bíos legista, remite la solución a la voluntad del legislador, y en consecuencia si la
ley lo permite, la moral también.-

Ahora bien, ¿qué es lo que el Bíos Prudente aconseja? Superando la tentación inicial de negar la
posibilidad de defensa dado que el abogado debe ser instrumento de la justicia, o sea, de que se brinde a
cada uno lo suyo. El bíos utilitario, descartando toda posibilidad de recurrir a ella por estar cargada de
egoísmo y materialismo; El bíos legista, lo rescatable y primordial de éste este bíos es que procura que
el abogado cuente con un alto nivel de capacitación técnico – profesional, o sea que se informe sobre el
derecho de fondo y procedimiento, pero debe recordarse que la técnica es indiferente al
perfeccionamiento humano, es que en su implementación y en relación con el fin que sirve aparece su
valor ético, los mismo medios pueden ser utilizados para hacer el bien o el mal. Ya el bíos justo, tiene
como error fundamental el haber olvidado la seguridad jurídica, motivado en una confianza excesiva en
la capacidad de juzgar y de bondad del ser humano, y en desconocer la necesidad de saber que tiene éste
de su esfera de licitud. Este bíos llega a transformar en sinónimos a la ética y la justicia, marginando la
seguridad jurídica y las dificultades que el hombre concreto afronta en las tareas de aprehender la verdad
y cumplir con el bien.

Es necesario encuadrar con sentido realista, la preocupación por la justicia, así como las demás
válidas, para ello es imprescindible recurrir a la olvidada “Prudencia”, asignada por Aristóteles común
“hábito práctico” verdadero, acompañado de razón, con relación a los bienes humanos.

La Prudencia es jurídica en la medida en que orienta al establecimiento de una ordenación de


conductas sociales en términos de justicia; exige que ese obrar voluntario que elabora el derecho se
arraigue en la realidad a la cual a la cual se dirige, en su pasado y su presente, y oriente en términos de
justicia su desarrollo. La conclusión que se plantea es clara, o pensamos que el abogado es un técnico
que conoce de derecho y sabe ganar juicios, o afirmamos que la tarea jurídica que realiza es eso y algo
más, precisamente aquello referido al perfeccionamiento personal, de su cliente y de la sociedad. Si
creemos en la última premisa, es porque atribuimos carácter ético a la actividad profesional, la que se
encomienda a los criterios reguladores y circunstanciados que indica en cada caso la prudencia jurídica.
Concluyamos diciendo que: El abogado es aquella persona física que la sociedad ha habilitado, luego de
lograr conocimientos especiales sobre el derecho, APRA que con prudencia jurídica asesore a las
personas acerca de sus derechos y obligaciones, y reclame de los jueces el reconocimiento de sus
pretensiones, recibiendo un pago equitativo por sus servicios.

7. Eticidad.
Convencidos de que el bíos prudente constituye la respuesta moral apropiada que puede asumir el
abogado, insistamos en la eticidad (del griego éthos: carácter o forma de ser del individuo- es la
educación de valores humanos) constitutiva de todo hombre, por ende del profesional. El individuo o el
pueblo sin moral equivale a carecer de proyecto de vida; si nos preguntásemos el porque la Abogacía se
encuentra en avanzado desprestigio podríamos comprobar que una de las principales causas es la
pérdida de todo sentido ético en el ejercicio profesional, guiándose por el bíos utilitario. Esta falta de
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ética, que no es exclusiva de nuestra sociedad, está exigiendo del abogado, consciente de las poderosas
consecuencias ético social de su profesión, que se impregne de eticidad, o sea, que comience a guiarse
por la prudencia jurídica; Es ésta la ordenadora moral del ejercicio profesional, y conforme a ella
actuaremos conjugando razonablemente la equidad y el interés del cliente en el marco jurídico positivo
respectivo.

8. Justicia.
Santo Tomás de Aquino definía al derecho como el objeto de la virtud justicia. Es decir, que la
norma jurídica positiva es el resultado de la conducta justa, que confiere a cada uno lo suyo. Esa
vinculación del derecho con la justicia implica la doble dimensión de ésta, en cuanto a satisfacer el
interés personal y el bien común, advirtiendo que la abogacía se mueve predominantemente en el campo
del primero. Todos los que vivimos, en, del, para y desde el derecho tenemos la obligación de procurar
su perfección; y esta tarea de perfeccionamiento no es exclusividad de los legisladores o los jueces,
siendo de todos y de modo primordial el abogado por la importante función que ejerce en el campo
jurídico y en relación con fuentes formales.

Decía Aristóteles: la virtud hace bueno el acto, o sea, son virtuosos los que generan con habilidad
actos buenos, y, en consecuencia, si el accionar de los sujetos del mundo jurídico está animado por el
propósito de dar a cada uno lo suyo, es probable un derecho perfeccionado o justo, en términos
humanos.

9. Seguridad Jurídica.
Para que los abogados puedan colaborar con el logro pleno de la seguridad jurídica deben contar con
un conocimiento actualizado, completo y veraz acerca del derecho, y esto implica un llamado a la
permanente lectura y capacitación profesional, pues cuando no se cuenta con ella no se brinda
seguridad, sino que se genera una mayor inseguridad por medio del asesoramiento incorrecto o las
aventuras procesales.

El ensanchamiento permanente y exagerado del derecho positivo requiere del abogado información y
especialización. Los tiempos actuales atentan contra el profesional que “sabe de todo el derecho”, esa
pretensión se torna cada vez más utópica. La seguridad jurídica es un valor compatible y asegurador de
la justicia, de modo que el abogado debe conservar, en principio, el respeto a la ley, y, en el marco de
ésta, intentar la satisfacción equitativa del interés de su mandante. Pero cuando la norma jurídica
positiva resulta irremediable injusta, a los efectos de preservar la razón de ser del derecho y satisfacer la
exigencia constitucional de “afianzar la justicia”, cabe plantear la inconstitucionalidad de aquella.

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Sexta clase 30/05/2022

Tema 7. Función del abogado en el campo jurídico.

En clases anteriores ya hemos la Función del Abogado desde un punto de vista ético – jurídico; ahora
analizaremos las posibilidades que se le ofrece a ese profesional para actuar en el campo jurídico
positivo y las consecuencias de esa actividad. Al respecto podemos distinguir según se relacione al
Abogado con la Norma ya dada, o bien si planteamos la intervención profesional en vista a la creación
normativa.

1. Con relación a la norma positiva dada. Interprete. Critica - Valorativa. Difusor


Intérprete: El Primero que técnicamente y con orientación práctica desentraña el sentido de la norma
una vez promulgada es precisamente el abogado. La norma, como objeto cultural, necesita ser
precisamente en sentido y alcance, pero esa tarea para que sea veraz, armonizada con el resto del
ordenamiento y justa, requiere conocimientos especiales, experiencia y una visión totalizadora del
sistema jurídico. Es decir, que el prudente manejo de los diferentes métodos interpretativos desde el
gramatical, el sistemático, el teleológico, etc , con vista a poner en funcionamiento la disposición en
cuestión, es una de las importantes funciones que cumplen cotidianamente el abogado.

La norma es casi un cuerpo sin vida hasta que es tomada por el abogado, y es éste el que le da un
soplo vital al ponerla en contacto con la realidad; hasta ese momento el derecho tiene tres dimensiones,
es precisamente el abogado el que en gran medida completa el fenómeno jurídico al vincular
prudentemente la norma con la conducta, y para ello debe desentrañar previamente el sentido de aquélla,
o sea, debe interpretarla. En cuanto a la amplitud de significación que puede otorgársele a la norma, la
interpretación es literal cuando se ajusta estrictamente a su palabra, es extensiva cuando se le brinda la
máxima amplitud posible, o también restrictiva en los casos en que la significación se reduce a su
máxima expresión. El Abogado, al interpretar la norma, le brinda tonos o modalidades particulares.

Critica -Valorativa: Además de conocer el derecho positivo, el abogado debe someterlo a una
consideración valorativa o estimativa, tanto desde el punto de vista externo como del contenido. Desde
aquel ángulo se interrogará sobre la validez formal de la norma en cuanto a si fue dictada por el órgano
competente y conforme al procedimiento establecido. En otro punto de vista interesa analizar la
ordenación de conductas contenidas en la norma y averiguar si esa distribución de derechos y
obligaciones se compatibiliza con las normas superiores hasta llegar a la Constitución, y para el caso de
que las contradiga auspiciar la invalidación puede trascender los límites del derecho positivo y
plantearse de qué modo aquella norma satisface los fines propios del derecho; justicia y seguridad
jurídica, procurando, en consecuencia, que la norma no sólo sea legítima, sino también orientada
teleológicamente que el derecho sea aplicado equitativamente.

Difusor: El abogado es puente entre los sujetos de las fuentes formales del derecho y aquellos a los que
se dirigen las normas; pone conexión el mundo jurídicamente profano. Así el profesional da a conocer
las regulaciones contenidas en las normas a sus interesados de un modo que resulte accesible y
procedente judicialmente, despoja al derecho de su pureza técnica y lo traduce con un sentido casuístico
a un nivel de compresión masivo.

Las revistas especializadas o las publicaciones destinadas a difundir las normas satisfacen el requisito
de la publicidad, constitucionalmente exigible. Pero en realidad aquellas no trascienden el ámbito de los
estudios profesionales, y desde éstos se cumple efectivamente la difusión del derecho en un determinado
orden de prioridades. Dado que la objetividad de la transmisión de ciertos temas es prácticamente
imposible, ese derecho que llega al conocimiento de los profanos lo hace normalmente impregnado de
las consideraciones, particularidades o valoración que le ha impuesto, consciente o inconscientemente,
el abogado difusor. La referida función del difusor que cumple el jurisperito contribuye a forjar aquella
doctrina que a nivel crítico
- valorativo expresa la sociedad respecto d las normas que más directamente y
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generalizadamente le llegan.

2. Como Fuente material pre normativa: Jurisprudencia, Actos Jurídicos, Costumbre


Jurídica, Ley.
Se entiende por fuente material del derecho los datos o elementos de naturaleza diversa, jurídica y no
jurídica, que tienen en cuenta los sujetos de las fuentes formales al crear las normas jurídicas. Y estas
fuentes pueden definirse como los distintos modos de formulación de las normas jurídicas; a saber, son
cuatro: ley, costumbre jurídica, jurisprudencia y actos jurídicos; de donde las normas se clasifican en
legales, consuetudinarias, jurisprudenciales y conmutativas, respectivamente. Ej.: la ley que fija la edad
para casarse, el legislador debió consultar a médicos, psicólogos, datos demográficos, derecho
comparado, etc., pues todos estos constituyen las fuentes materiales de aquella norma, que desde el
punto de vista de las fuentes formales es precisamente una ley.

En el derecho el abogado asume un rol dinamizador, y llega a funcionar como un factor posibilitador
o generador de normas jurídicas, resultando ser causa eficiente de estas a las que condicionan en su
contenido. Pero el jurisperito, como fuente material, presenta una característica que lo distingue de las
restantes; efectivamente, mientras éstas cumplen el papel pasivamente, el abogado puede iniciar el
proceso que terminará con la nueva norma; no está forzado a esperar que los sujetos de las fuentes
formales concurran a su análisis o estudio, sino que va hacia ellos exigiendo o sugiriendo, directa o
indirectamente, una creación normativa. Es por eso que interesa ver en particular esa actividad del
abogado en cuanto fuente material, con respecto a cada una de las fuentes formales, y las veremos
conforme al grado de injerencia o participación decisiva que tiene el profesional.

Jurisprudencia: Las decisiones jurisprudenciales existen generalmente como resultado de las demandas
y acciones que promueven los abogados, y los jueces fallan conforme se traba la litis, estándole vedado
ir más allá de ésta supliendo la actividad de las partes. Puede decirse que las normas individualizada por
el Juez está en gran medida atada o predeterminada por lo afirmado o negado en el proceso; de alguna
manera la sentencia ya está hecha por el abogado de una de las partes, y lo que hace el órgano de
aplicación es una opción entre los argumentos y criterios de distribución de derechos y obligaciones
enfrentados en el juicio, ratificando con la nota de su autoridad jurígena el criterio normativo auspiciado
por uno de los profesionales intervinientes. El abogado traduce jurídicamente por ante el órgano de
aplicación del derecho a pretensión de su poderdante, con lo que abre el juego al órgano de aplicación
del derecho, y brinda la oportunidad para que la jurisprudencia actúe y se manifieste como fuente
normal. Los jueces actúan por impulso de los abogados, y puede concluir que, si es verdad que las leyes
dicen lo que los jueces le hacen decir, puede agregarse que los jueces le hacen decir a las leyes aquello
que una de las partes del proceso dijo que la ley decía.

Actos Jurídicos: Las personas con capacidad crean dentro del margen legal, normas jurídicas
conmutativas de alcance individual o general, según se apliquen a un determinado o indeterminado de
casos, ejemplo: un boleto de compra venta o un contrato colectivo de trabajo. Es normal que los sujetos
que realizan el acto jurídico cuenten con asesoramiento profesional antes y durante el mismo, conforme
al grado de complejidad o importancia de los intereses comprometidos, y así el abogado traduce
jurídicamente y respetando las previsiones legales, las pretensiones de las partes; es decir, que el
contenido del acto o los intereses en juego lo suministran los sujetos intervinientes, y la forma jurídica,
el abogado encargado. Además, es habitual que el abogado alcance al contenido mismo del acto,
funcionando varias veces como amigable componedor, culminado con la suscripción de la norma
jurídica conmutativa.
El reconocimiento del carácter de fuentes formales a los actos jurídicos implicó que la teoría jurídica
admita la función de sujetos formales del derecho a las personas de derecho privado, con lo que se
robusteció el rol de fuente material que ejerce el abogado.
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Costumbre Jurídica: La norma jurídica consuetudinaria, en virtud de su característica de no ser escrita


y consistir en la misma conducta que llega a tornarse obligatoria, presenta dificultades,
fundamentalmente en relación con el conocimiento preciso de su contenido, como también en cuanto al
momento en que se ha constituido en verdadera fuente formal. En razón de ello, cuando la
jurisprudencia aplica una norma consuetudinaria ésta, si bien regía como derecho positivo con
anterioridad a esa consagración y al nivel de la ley en el ordenamiento jurídico, gana no tanto entidad
jurídica, sino ciertos aspectos técnicos formales como, por ejemplo: claridad, precisión y publicidad.

Corresponde al abogado lograr que el derecho consuetudinario obtenga esas ventajas técnico formales,
pues él se encarga de invocarlo ante los tribunales en respaldo de sus demandas, y de esa manera el juez
puede llegar a consagrarlo en sus fallos.

Ley: Abarca toda norma jurídica general dictada mediante palabra, sea por el poder específicamente
legislativo o cualquier otro órgano competente. Esta fuente formal cuenta con plena capacidad de
iniciativa, no participando el abogado en su inicio concreto. Es que el Poder Legislativo adopta
decisiones de tipo político más que técnico jurídico, pero aun aquellas requieren, a los fines de su
validez, que se ajusten a la Constitución, y este juicio exige los conocimientos especializados que tiene
aquel profesional.

Con relación a esta fuente destacamos al abogado como forjador de doctrina, pues esta importante
fuente material en sus orientaciones interpretativa, critico valorativa y supletoria es elaborada por
abogados que se preocupan por los aspectos prácticos del derecho positivo, y que influyen en mayor o
menor medida en la formulación o variación de la ley. Concluyamos reafirmando el carácter
inevitablemente ético de la profesión del abogado, y destacando las posibilidades que diariamente se le
ofrece a éste para perfeccionar directa o indirectamente el derecho positivo, correspondiendo en
consecuencia que los que cumplen estas tareas abogadiles las asuman con vocación y conciencia de las
características señaladas.

3. Caracterización de la conducta procesal indebida: Negligente, Dilatoria, Temeraria,


Maliciosa. Irrespetuosa.
Frente a las distintas denominaciones utilizadas por la doctrina al referirse a la institución en
cuestión, preferimos llamarla “conducta procesal indebida”, en virtud de estimarla la más
comprensiva y precisa. En gran medida, varios de los nombres utilizados incurren en el error de
circunscribir la problemática a un tipo de deber procesal determinado o a su violación, por ejemplo:
lealtad, probidad, malicia, temeridad, etc., sin destacar el tema en su género y no sólo en sus
diferentes especies. Los que hablan de abuso de derecho recurren a una institución tomándola en su
máxima amplitud, con lo que prácticamente queda incluido todo acto ilícito o ilegítimo, y dejan de
lado el carácter procesal de las conductas. El nombre más cercano a nuestra elección es el de
“inconducta procesal”, sin embargo y no obstante, el empleo de indebido como sinónimo de
inconducta, creemos que aquella fórmula destaca la existencia de un específico deber y su
consiguiente violación.

Es que el proceso tiene un determinado modo de ser, que exige de los sujetos intervinientes ciertas
conductas y prohíbe otras, para de esa manera posibilitar la dilucidación del caso planteado conforme a
justicia, seguridad jurídica y derecho positivo. Al margen de los derechos y facultades atribuidos, pesan
sobre las partes actuantes en el proceso una serie de cargas y obligaciones fundadas en la ética
profesional y en el derecho; y al respecto conviene señalar que mientras los fines de este son la justicia y
la seguridad, aquella procura el bien del profesional a través del ejercicio de la profesión, con lo que en
el caso particular del abogado sirve a los fines propios del orden jurídico en el marco de la ética en
general. Estudiaremos los diferentes modos que puede asumir la conducta procesal indebida, es decir,
las distintas especies que clasifican los comportamientos de partes y apoderados merecedores de
sanción, a saber, serian cinco en total.
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Negligente: Se trata de ciertos incumplimientos que se establecen como condiciones o requisitos


previos a los fines de concretar al acto procesal pretendido, y que precisamente tiene como sanción la
frustración de éste. En la terminología de Carnelutti, corresponde a la especie del deber denominada
carga, la que se diferencia de las otras especies, o sea, la obligación y la sumisión. Textualmente, el
maestro nos dice: “Carga quiere decir no poder actuar sin hacer alguna cosa; obligación quiere decir, no
poder actuar sin soportar alguna cosa; sumisión quiere, en cambio, decir, no poder actuar; pero integra y
absolutamente, por tanto, no limita, sino que suprime la libertad”, pues en la obligación se subordina un
interés propio, a un interés ajeno, y en la carga aparece un interés propio, subordinado a otro interés
propio.

La negligencia consiste en no satisfacer exigencias definidas por el derecho positivo, y que trae
aparejada la frustración de los actos procesales cuya realización se intentaba. Tales conductas no
trascienden a la contraparte ni le provocan un daño, perjuicio directo lo padece la propia parte
negligente no logrando la concreción de lo pretendido. La ética profesional no aparece desinteresada del
tipo de estos comportamientos dado que existe el abogado que conozca las normas jurídicas y actúe en
consecuencia, y en la medida en que nos encontremos con una capacitación inadecuada o con una
atención indebida a la causa encomendada estaremos frente a una falta a aquella ética.- Las conductas
negligentes produce un triple problema ético; por un lado está en juego la relación del abogado con su
cliente, que le confiara la defensa procesal de su interés por otro, la situación del abogado que carece de
la información normativa jurídica suficiente o que actúa como tal; y finalmente, la relación del abogado
con el juez encargado de la causa, atento a que el orden y seriedad del proceso exige que los
procedimientos respondan a la fundamentación de hecho y derecho aconsejable.

En la conducta negligente no existe un daño a la contraparte, sino que la misma se agota en el acto
cuyo intento de realización no llega a concretarse, y además tampoco hay propiamente dilación del
proceso, y si eventualmente la reiteración de conductas negligentes pudiera llegar a producir aquella., tal
supuesto traería aparejado otro tipo de conducta procesal indebida: dilatoria o maliciosa, según haya o
no intención dilatoria.

Dilatoria: El Proceso debido tiene un cierto ritmo y es necesario que su conclusión resulte oportuna.
Toda conducta que altera ese ritmo, prolongado el proceso más de lo razonable, atenta contra la
seguridad jurídica que genera la sentencia judicial al definir equitativamente los derechos y obligaciones
de las partes, y además provoca una justicia tardía que, por ser tal, puede llegar a ser injusta.

La conducta procesal dilatoria es aquella que aun careciendo de intención termina postergando más
de la cuenta la litis y su solución. Es decir, que sus elementos esenciales son: a) afecta el tiempo del
proceso en una medida significativa de manera que pueda concluirse que la partes ha ocasionado la
dilación del mismo, es por ello que no se trata aquí de una conducta negligente que se agota en la
posibilidad de concretar cierto acto procesal y que no alcanza a prolongar más de lo razonable la causa
judicial, sino que la conducta dilatoria es el resultado de una valoración de la actuación de las partes y es
así que motiva una específica sanción incluida en la sentencia definitiva; b) a diferencia de la conducta
negligente, la dilatoria provoca un daño a la contraparte al ver demorada la definición judicial, y la
consiguiente justicia y seguridad que supone dicha norma jurídica individual, y ese daño corresponde
que en justicia sea reparado, al margen de que además reestablezcan otras sanciones para el litigante
según las características particulares de su proceder; y c) finalmente, la conducta dilatoria carece de la
intención de generar el resultado que efectivamente produce, y esa característica es la que permite
distinguirla de la maliciosa.
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Temeraria: Chiovenda: “El que actúa con el deliberado propósito de hacer daño y con la conciencia de
no tener razón, es litigante temerario”. Farsi sostiene que: El litigante temerario es aquel inconsciente,
desconsiderado, imprudente, arrojado a los peligros sin medir sus consecuencias, carente de
fundamento, razón o motivo. En la misma línea Palacio sostiene que la temeridad consiste en la
conducta de la parte que deduce pretensiones o defensas cuya injusticia o falta de fundamento no puede
ignorar de acuerdo con una mínima pauta de razonabilidad, es la conciencia de la propia sinrazón, y la
temeridad para ese autor requiere el elemento subjetivo de la conciencia de haber “litigado sin razón
verdadera”.

Es temerario, según Morello, el que promueve una pretensión procesal o se pone a ella no obstante
estar convencida de que carece de razón y con la intención de perjudicar o dañar al adversario,
existiendo en consecuencia una responsabilidad civil ex – culpa -. En definitiva, procesalmente es
temerario aquel que afronta una aventura judicial sin haber concretado previamente un análisis y
valoración de sus posibilidades y fundamentos fácticos y jurídicos. Mientras que en la conducta dilatoria
no se pone en duda la razón de ser del proceso, sino su extensión desmedida, en la temeraria no es
problema el tiempo de duración de aquél sino el haber dado a luz una causa que no tenía el suficiente
justificativo, la que hubiese evitado de haberse realizado la debida ponderación de los actos cumplidos.
La conducta temeraria es culposa, al margen de su gravedad, no revela en nuestro entender un animus
dañosos, pero no obstante carecer de propósito de provocar un perjuicio, el mismo acaece al iniciarse
una acción o al contestarla temerariamente, y en consecuencia corresponde la reparación del daño
resultante y la sanción para que la genere poniendo en marcha un proceso que carece de razón de ser
suficiente.

Maliciosa: Colombo señalaba que por malicia puede entenderse la utilización arbitraria de los actos
procesales en su conjunto (inconducta procesal genérica) o aisladamente cuando el cuerpo legal los
conmina con una sanción especial (inconducta procesal específica) y el empleo de las facultades, que la
ley otorga a las partes, en contraposición con los fines del proceso, obstruyendo su curso y en violación
de los deberes de lealtad, probidad y buena fé, con el objeto de dilatar indebidamente el cumplimiento
de las obligaciones o deberes cuya existencia reconoce la sentencia. Por ello decimos, que, es malicioso,
el que litiga convencido de su falta de derecho, o sea por pura perversidad. Pensamos que la conducta
maliciosa se caracteriza por el dolo procesal, o sea aquel que se sirve conscientemente del proceso,
utilizando los medios que el mismo le brinda para ocasionar un daño en la contraparte.

En la malicia hay una explícita intención de emplear procesalmente hechos o derechos falsos con vista a
una sentencia favorable, o para postergar la decisión judicial o para, en definitiva, provocar un daño
económico o moral, aun a costa de perder la causa, es decir, que la intención y el daño aparecen como
los elementos caracterizadores de la conducta maliciosa y ese perjuicio puede consistir en la
prolongación innecesaria y desmedida del proceso, por eso hay una dilación maliciosa, y también puede
consistir en una mentira procesal.

Si el proceso y el Poder Judicial tienen razón de ser en resolver los casos planteados asignando lo suyo a
cada uno, no es coherente admitir la posibilidad y justificar aquellas partes que concurren a la mentira,
es decir, a negar o afirmar hechos o derechos falsamente, dado que, en una célebre expresión de couture:
el derecho no puede ser torcido, a lo que podemos agregar más explícitamente, y menos inmoral, injusto
o inseguro.

Irrespetuosa: La ética profesional lo exige y el derecho positivo generalmente así lo consagra, que el
estilo y forma de las actuaciones procesales satisfaga ciertas condiciones que impliquen garantizar el
debido respeto a la contraparte y al Juez mismo. En las relaciones humanas vale el dicho que no sólo
hay que serlo sino también que aparentarlo. La revalorización de la magistratura y de su trascendente
función sólo será el resultado de una tarea integral en donde no queda marginado el estilo. La
experiencia histórica individual y colectiva, nos confirma que la res jus y los medios que posibilitan son
cosas demasiados seria como para tratarlas ligeramente y sin la debida consideración; Además, la
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conducta procesal irrespetuosa, lejos de favorecer la solución de los problemas, generalmente los agrava
o es fuente de nuevos inconvenientes.-Los deberes procesales incluye el respeto al órgano judicial, que
supone que las partes asuman una conducta compatible con el buen orden del proceso y con la
autoridad, dignidad, decoro de los jueces, y esas transgresiones consisten fundamentalmente en la
utilización en los escritos o audiencias de expresiones ofensivas contra el juez o la otra parte.

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