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En el presente

informe se
desarrollará los dos
sitios que
corresponden al
estadio inferior de
la barbarie,
Yarumela
En el presente
informe se
desarrollará los dos
sitios que
corresponden al
estadio inferior de
la barbarie,
Yarumela
En el presente
informe se
desarrollará los dos
sitios que
corresponden al
estadio inferior de
la barbarie,
Yarumela y
otro al estado
medio de la
barbarie, Playa de
los muertos Catedrática:
Máster. Elizabeth Zuniga Castro

Alumna:
Nolvia Elizabeth Cruz Sales

Asignatura:
Ética Profesional

Número de cuenta:
201930070019

Lugar y Fecha:
Roatán Islas de la Bahía 27 de Julio 2022

INTRODUCCIÓN

En el siguiente análisis les hablare sobre el módulo VII, aunque creamos que
la ética y la moral son lo mismo pero dicho de manera diferente en el
presente documento conoceremos un poco de la diferencia que existe en los
significados de estas dos palabras. Cuál es la función de cada uno de estos
significados y cómo interpretar un hecho, comprenderemos si un hecho es solo
de la moral o incluye a la ética. Sabemos hasta el momento que la ética estudia
la moral, pero debemos poder comprender que más allá de un estudio la ética
utiliza lo moral para crear normas o patrones que cada individuo debe seguir
mientras se está desenvolviendo.

OBJETIVOS
 Comprender que un n acto moral es aquella acción realizada por un
individuo y que puede ser valorada como buena o mala desde un punto
de vista ético.

 La ética profesional tiene como objetivo determinar los valores que han
de ser puestos en práctica en una determinada profesión. Se trata de
valores que los profesionales han de aplicar de manera individual, pero
que tienen un beneficio colectivo, tanto para su profesión como en el
ámbito social.

 Entender que la ley moral señala el carácter de bondad o maldad de una


acción en general, es decir, su moralidad objetiva; la conciencia, en
cambio, indica la moralidad de una acción personal para el sujeto
humano respectivo concreto, es decir, nos habla de su moralidad
subjetiva.

CUMPLIMIENTO DEL DEBER ÉTICO


Surge la ética dentro de la Filosofía para responder a preguntas tales como:
¿En qué consisten el Deber y la Felicidad?, ¿Existen pautas para guiar la
conducta humana?
Fundamentos de la Ética
La ética discute y juzga las normas morales y jurídicas, siendo las primeras las
que regulan lo que la sociedad aprueba o desaprueba, y las segundas las que
regulan las prohibiciones, castigando el incumplimiento de las mismas.
También en ella se realiza por una parte la crítica y el análisis de la moralidad y
por otra propone normas, escala de valores o ideales que van a primar sobre
otros. La discusión ética se realiza en el plano del "debe ser" y no meramente
"del ser". Cada uno de nosotros consideramos nuestros actos y
comportamiento como buenos o malos, pero en general nos exigimos el obrar
bien como un deber, una obligación. Referida al ámbito laboral, se habla de
ética profesional y que puede aparecer recogida en los códigos deontológicos
que regulan una actividad profesional. La deontología forma parte de lo que se
conoce como ética normativa y presenta una serie de principios y reglas de
cumplimiento obligatorio
La ética profesional:
Es el conjunto de normas de carácter ético aplicadas en el desarrollo de una
actividad laboral. La ética profesional marca pautas de conducta para el
desempeño de las funciones propias de un cargo dentro de un marco ético. En
muchos casos tratan temas de competencia y capacidad profesional, además
de temas específicos propios de cada área.
Se trata de un tema en continuo debate, especialmente cuando existen
conflictos éticos entre el desarrollo de una profesión y la conciencia o ética
personal. En determinadas situaciones se puede optar por la objeción de
conciencia cuando una persona no piensa que está actuando de forma
correcta.
ACTO MORAL-VALOR MORAL
"Moral" vincula directamente la conducta y los actos humanos por su valor, es
decir como buenos o malos. Solo reconocemos como sujeto moral al hombre,
pues solo nosotros tenemos la capacidad de razonar, y es esto básicamente lo
esencial de la moral. Responsabilidad es la dimensión moral del hombre,
sentirse responsable de uno mismo y de los demás nos dice que es mejor que
quien intenta evadir o excusar sus responsabilidades, pero existen
circunstancias y factores que alteran y condicionan la responsabilidad en los
actos morales, dichos factores se pueden dividir en Psicológicos y
Sociológicos. Psicológicos en estos nos referimos a todo lo que puede afectar a
una persona como un único individuo, las emociones que pueda llegar a tener
por causa de una acción, o el cómo esta persona piense. Sociológicos aquí
miramos el actuar del individuo con forme a todo su entorno, la educación que
recibió sea del hogar o de una institución, el entorno en el que vive y se
desenvuelve a diario, etc

CONCIENCIA MORAL
Todo ser humano tiene conciencia de que hay algo que está bien o mal
moralmente hablando, pues posee lo que llamamos sentido moral. Para que un
acto sea bueno deben ser buenos los tres factores fundamentales que los
motivan, esos tres factores son: objeto-contenido, circunstancias, fin. Basta con
que uno de esos factores sea malo, para que todo el acto sea malo, ya que
para los moralistas el fin bueno no justifica los medios malos. La conciencia
moral está integrada por un elemento intelectual, un elemento afectivo y un
elemento volitivo, el intelecto o razón juzga, aprueba o desaprueba el acto, el
elemento afectivo nos da respuesta sobre los sentimientos hacia ese acto, y el
volitivo que tiene una tendencia natural al bien y que lo hace querer el bien
moral. Según Kant si el hombre fuera solo sensibilidad, sus acciones estarían
determinadas por impulsos sensibles, si fuera únicamente racionalidad, serían
determinadas por la razón. Podemos clasificar la conciencia moral como
verdadera o errónea, en cierta, probable, dudosa, perpleja, justa, etc.
LEY MORAL
Desde el punto de vista de un legislador, es una norma dictada por quienes
tienen a su cuidado la comunidad, para su ordenación racional y hacia el bien
común. Las leyes morales establecidas podrían ser las normas de
comportamiento que nos dan para vivir como ciudadanos según las leyes del
estado, aunque también las leyes que nos enseñan desde pequeños sean
porque son las mismas que las dadas por el estado o porque quien nos educo
fue educado bajo esas leyes. Santo Tomas destacaba que la ley no es un
mandato o voluntad del legislador, sino un mandato racional y bueno para el
bien común, pues solo una ley emanada de una voluntad racional y buena es
auténtica y puede obligar a la comunidad a cumplir con ella. Las leyes morales
se distinguen de las leyes positivas porque las primeras surgen en el hombre
de forma natural e interna, mientras que las otras son promulgadas por el
hombre en forma externa y pública. Dentro de las leyes positivas se destacan:
1. Leyes positivo-divinas (dictadas por Dios a los hombres Ej. los
diez mandamientos)
2. Leyes positivo-humanas (dictadas por los hombres entre las que se
distinguen
las:
a) Leyes civiles; del estado
b) Leyes eclesiásticas; de la iglesia).
Pero por encima de todas estas leyes, incluidas las leyes físico-
naturales, hay quienes hablan de la ley eterna. Quienes defienden la existencia
de una ley moral natural, también sostienen que posee dos propiedades
fundamentales que son la Universalidad y la Inmutabilidad.
Para Aristóteles la felicidad no se identifica con el placer sino con el estado de
perfección y reposo que acompaña al logro de nuestras tendencias naturales.
Para Santo Tomas de Aquino la concepción Aristotélica del bien
supremo se identifica con el Dios cristiano. Obrar bien es seguir la propia
conciencia cierta, que en último término siendo ésta creada por Dios, debe
obedecer la ley eterna o plan concebido por El. Epicúreo partió de la evidencia
de que todo animal se mueve por placer, y el hombre no escapa a aquella
evidencia práctica, identificando el placer con el bien moral. Según él, el
hombre debe buscar el placer y la mejor técnica para conseguirlo. Para
Bentham identificar el bien moral con el placer es algo superficial, porque el
bienestar exige muchas veces sacrificios y para él la norma ética suprema será
conseguir la máxima felicidad para el mayor número de personas.
Para J. Stuart Mill lo que importa es la calidad del placer y la felicidad de lo
demás valorada en sí misma y no en la repercusión que tendrá sobre el
individuo en particular. La moral Marxista propugna la toma de conciencia de la
igualdad del hombre, de su capacidad para crear un mundo justo y feliz, él no
cree que la religión que según su opinión es el opio del pueblo, pueda con sus
superestructuras darles ese más allá feliz.
Para cada uno de los filósofos pensadores de la historia la moral se da desde
distintos puntos de vista tomo a bien plasmar cada uno de sus
pensamientos porque, aunque parecen ser iguales existen diferencias en quien
tiene el poder, unos se lo atribuyen a Dios otros no, y es así como cada uno
decide o no cumplir con las normas morales y en caso de hacerlo decidir con
qué fin lo hacen.
FORMACIÓN DE LAS CONCIENCIAS.
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El hombre procura obrar con conciencia recta, ello supone autorreflexión y
consulta a los demás, para ir adquiriendo una conciencia formada y madura.
Cada conciencia es diferente, para unos el actuar de una manera es correcto y
para otros no. Desde el punto de vista cultural para unas culturas
hacer algo supone una desobediencia grande que causa tristeza, para otras
culturas el mismo hecho puede significar un acto malo, pero sin repercusiones,
y en último caso el mismo hecho en otras culturas puede pasar impune a nadie
importarle pues en su cultura eso es aceptado. Entonces según sea
nuestra cultura así iremos formando nuestra conciencia, según sea
nuestro fin así iremos formándonos.
VALORES DEFENDIBLES DESDE EL PUNTO DE VISTA MORAL
Nuestro obrar parte de una norma y un fundamento que es nuestra conciencia
personal. El hombre por naturaleza aspira a obrar bien, y entre los valores
morales que deben defenderse se destacan los derechos individuales, el
derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad privada, derechos que a su vez
tienen fijados sus límites en los derechos de los demás. Como ya decía antes
influye mucho la cultura que se tenga, los valores no son los mismos en todos
los países, pero es importante que si aprendimos algo en un lugar no olvidarlo
porque ese valor moral no se practica en otro luga
En la práctica, la moral, funciona como un obstáculo que dificulta la afirmación
abierta del mal y de la vileza, y nos obliga a evaluar los motivos de nuestra
conducta según criterios de todos. No cualquier individuo inmoral se atrevería a
desear a sus prójimos la realización de las máximas que dirigen su conducta.
Hasta los mentirosos o ladrones empedernidos se preguntan de vez en
cuando: ¿qué sucedería si todo el mundo empezara a pensar y a obrar como
nosotros? Por ejemplo, yo prometo a otra persona algo que de antemano no
puedo cumplir. Desde el punto de vista de mi interés práctico, a veces es útil
mentir para desembarazarme de un lío. Y aunque en ocasiones deseo la
mentira, ¿qué sucedería si todos los demás mintieran como yo? Bastaría tomar
en cuenta esta razón para invalidar la pretensión de mis actos a la norma
universal y no permitir elevar la mentira al grado de ley moral. La gente que
prefiere guardar silencio acerca de los motivos que son contrarios a la
conciencia moral reconoce implícitamente el carácter general de ésta.
A veces nos dicen que existen diferentes morales, pues dependen de la
cultura, el nivel de educación o la época en que se vive, y que no hay moral
absoluta. Pero cuando el hombre se prohíbe a sí mismo el engaño, el robo o la
arbitrariedad, no se trata de una cuestión de puras preferencias que dependa
de su gusto personal; se trata de someterse personalmente a una ley que él
cree que vale, o debe valer, para todos. El verdadero acto moral implica el
respeto a la propia dignidad y a la de todos, y se expresa en el imperativo
categórico "obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo
tiempo que se torne ley universal." (Kant, 1995: 39). Una acción sólo es buena
si el principio al que se somete su motivo (o, en los términos de Kant, su
"máxima") puede valer para todos. Obrar moralmente es actuar de tal forma
que puedas desear, sin contradicción, que todo individuo se someta a los
mismos principios que tú.
La conducta moral tiene lugar ahí donde el hombre se comporta no según sus
impulsos, sino sometiéndose a una voluntad dictada por él mismo. Esto no
quiere decir que el bien generado por el impulso (por ejemplo, la ayuda
prestada por misericordia o compasión) sea considerada como algo
censurable; la bondad y la compasión merecen toda nuestra aprobación; sin
embargo, el respeto a la dignidad del hombre debe ser lo más preciado. El
talante moral no consiste simplemente en desear al prójimo algún bien, sino en
desear que el prójimo mismo se haga digno de su bien o de su felicidad. La
auténtica benevolencia hacia el otro se expresa en una actitud que estimula los
propios esfuerzos del beneficiario para alcanzar sus fines.
La moral no puede ser reducida a lo que en realidad motiva e induce al hombre
en sus actividades. Al contrario, la moral siempre nos prescribe algo, nos exige
algunas cualidades o nos demanda algunas virtudes, no importa cuál sea
nuestra "naturaleza". La moralidad es deber y no sentimiento innato o
inclinación espontánea de nuestro corazón. Suele considerarse que el hombre
para hacer buenas obras también debe tener un alma buena: esto es,
purificarse de sus malas inclinaciones e impulsos egoístas. Bajo la propia
conducta moral se reconoce sólo aquellos actos que derivan de un noble
sentimiento interno. Pero el hombre no debe presumir que solamente en virtud
de sus buenas inclinaciones y sin autor restricción alguna, actuará siempre
moralmente. Al nivel alcanzado por el ser humano en su desarrollo ético le
corresponde "no la Santidad en supuesta posesión de una completa pureza en
las intenciones de la voluntad", sino "la intención moral en lucha" (Ibid.: 150); es
decir, el sometimiento al deber. El ser humano, por noble y bueno que sea, no
es capaz de erradicar la lucha de los motivos en su mundo interno y evitar de
antemano, en virtud de su "santidad espiritual", todas las tentaciones que le
empujen al mal. Pero sí puede y debe suprimirlas por medio de su razón moral
cuando sea necesario.
La moral estimula al hombre a luchar contra sus propios impulsos obligándole a
superar o suprimir, cuando sea necesario, los impactos perniciosos para su
dignidad y para el bienestar de los demás. Por consiguiente, la moral no existe
más que en el momento en que hay un esfuerzo por vencer una inclinación o
superar una seducción. No se trata de erradicar los sentimientos e
inclinaciones, sino de limitarlos y ser dueño de sí mismo. Es ésta la tarea moral
y el objetivo de la responsabilidad del hombre guiado por el deber. ¡Hagamos lo
que debamos hacer, pero que no se nos exija además la santidad interna! Para
estar a la altura de las exigencias del deber es suficiente no dejar que la
inclinación se convierta en acto, si éste contradice a la obligación. El hombre
puede y debe ser moral, incluso teniendo malas predisposiciones, a condición
de que, conociéndolas, no les dé la posibilidad de ser encarnadas en su
conducta real y, por lo tanto, les otorgue la oportunidad de desaparecer por sí
mismas. Todo aquel que logre suprimir las inclinaciones que empujen a
transgredir la ley (aunque lo saquen de un desagradable asunto) tiene pleno
derecho a mirarse en su mundo interno sin despreciarse. Al hombre de deber
(ante cualquier desgracia que sufra) le mantiene siempre firme la conciencia de
haber conservado su dignidad.
Que el hombre haga lo que debe hacer sin exigírsele santidad, pues ésta
significa la conformidad completa de sus deseos con la ley moral sin necesidad
de ninguna constricción de su sensibilidad y, por consiguiente, en la base de la
moralidad yace una obligación que conlleva al dominio de los impulsos
naturales. La presunción de purificar los deseos puede conducir a un cierto tipo
de pretensión: la de cumplir la ley sólo en virtud de una inclinación natural. Los
predicadores de la moral de este tipo aconsejan a sus adeptos purificar su
sensibilidad, sublimar sus deseos, elevarlos al grado de perfección angelical,
escuchar la voz interna de su corazón sin necesidad de someterla a la
disciplina de su deber. Pero tal ideal es inasequible para cualquier ser humano.
Si el hombre trata de convencerse y de convencer a los demás de siempre
cumplir la ley moral con buena gana, sin que haya de por medio ninguna
obligación por parte de su razón o que los impulsos de su corazón estén
siempre en concordancia con esas leyes, correría entonces el riesgo de ser
hipócrita o mentiroso. Desde luego, ocuparse de las necesidades ajenas por
razones de piedad o misericordia es nada desdeñable, y la figura de Jesús
sirve, a ese respecto, como un modelo ideal. Pero estos actos, a pesar de sus
buenas intenciones, pueden engendrar a veces involuntariamente en quienes
las practican un sentimiento de supremacía y hacerlos poco sensible al hecho
de que cada ser humano, por generoso que sea, no es ni puede ser
autosuficiente.

CONCLUCIONES

Existen muchos hechos que son vistos como buenos o malos, a diario estamos
etiquetando todo lo que pasa a nuestro alrededor, muchos pensamos
que los valores morales no son conocidos por todos o dicho de
otra forma no son importantes, son olvidados, pero realmente solo es que
se dejan de practicar. Lo moral se aprende desde que estamos pequeños en
cambio la ética la aprendemos hasta que somos profesionales o nos
preparamos para serlo, como ya quedo claro no son lo mismo, la ética nos da
normas para el obrar profesional y no solo me refiero al desarrollo en un
trabajo, sino que en la vida diaria. Como individuos debemos de saber actuar
bajo las leyes morales impuesta por el estado o por lo moral, por la ética en
nuestro actuar como personas pensantes y consientes.

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