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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR

DECANATO DE ESTUDIOS PROFESIONALES

COORDINACIÓN DE BIOLOGÍA

Veganismo: riesgos en la nutrición y salud mental del individuo.

RESUMEN
El veganismo ha sido considerado como un sub-movimiento del vegetarianismo, sin
embargo, entre sus diferencias principales se encuentra lo restrictivo de la dieta derivada del estilo
de vida vegano, lo cuál hace que quienes tengan este estilo de vida deban tomar precauciones con
respecto a su alimentación, ya que su salud puede verse afectada por la deficiencia de ciertos
nutrientes encontrados solo en los alimentos de origen animal. Cuando se investiga acerca del
veganismo, la información encontrada resalta principalmente las ventajas de este estilo de vida y lo
enfoca hacia la alimentación, sin tener en consideración las motivaciones originales del veganismo
y las posibles afecciones a la salud, tanto mentales como nutricionales. Por este motivo, se realizó
una recopilación bibliográfica con información científica acerca de los riesgos y precauciones que
se deben tomar antes de cumplir con un régimen alimenticio como el propuesto por el veganismo.
Finalmente se encontró que no es correcto tener como motivación para ser vegano el hecho de
satisfacer propósitos de salud o estéticos. También que la ingesta de suplementos vitamínicos
adicionales debe ser obligatoria para cualquier persona vegana y que en ningún caso es
recomendable la dieta de este estilo de vida para individuos en desarrollo y mujeres en gestación o
lactancia. Además, se encontró que las personas con dietas restrictivas tienden a padecer de
trastornos de la alimentación leves y severos, por lo que ser vegano no solo requiere de asesoría
médica nutricional, sino también de asesoría en cuanto a la salud mental del individuo.

Palabras clave: veganismo, dieta restrictiva, nutrición, salud mental.

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INTRODUCCIÓN

En la última década, el veganismo ha dejado de ser considerado solo como un


movimiento derivado del vegetarianismo, sin embargo, aún puede existir confusión entre
estos estilos de vida, cuya diferencia principal se basa en que en el vegetarianismo se
pueden consumir productos derivados de animales, como huevos y productos lácteos, los
cuales están estrictamente restringidos en una dieta vegana (Piia, Vinnari, & Niva, 2019).
The Vegan Society define al veganismo como “una filosofía y modo de vida que busca
excluir todas las formas de explotación o crueldad hacia los animales para obtener
alimento, vestimenta o cualquier otro producto y, por lo tanto, promueve el desarrollo y uso
de alternativas -animal free- para el beneficio de los animales, humanos y el ambiente. En
términos dietéticos, denota la práctica de prescindir de todos los productos derivados total o
parcialmente de animales” (Vegan Society, 2021).

Así, observamos que el veganismo abarca más allá de la rama de la alimentación, y


de hecho es un estilo de vida que se centra y justifica principalmente en la ética con
respecto a los derechos de los animales. Al ser un estilo de vida que conlleva a restricciones
en la alimentación, no es una dieta recomendada por nutricionistas a partir de las
necesidades del individuo, y por tanto puede presentar variaciones que implican
flexibilidad, haciendo posible un pseudo veganismo que permite el consumo de productos
animales o sus derivados pero en menores cantidades, con el fin de promover o ser parte de
una manera más sustentable de alimentación sin tener que restringir estrictamente ciertos
alimentos (Piia, Vinnari, & Niva, 2019). Estas modificaciones del veganismo son criticadas
por los sectores más puristas del movimiento, sin embargo, coinciden con las
recomendaciones de profesionales de la salud, ya que permiten la obtención de nutrientes
de distintos grupos alimenticios, así sea en menor cantidad que en una dieta que no
restringe alimentos de origen animal.

A pesar de que los estudios en personas veganas aún son limitados,


epidemiológicamente muestran tasas de enfermedad más bajas, como por ejemplo en
cuanto a la incidencia de cáncer o enfermedades cardiovasculares, sin embargo, las tasas de
mortalidad no difieren con respecto a las de los vegetarianos o carnívoros ocasionales

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(Norman & Klaus, 2019). Otra de las ventajas de este estilo de vida es que ha sido
considerado como la opción con una dieta más sustentable y por lo tanto más ecológica,
debido a que se anula el consumo de proteína de origen animal lo cual conlleva a una
reducción del uso de tierras y agua para la producción en masa de los animales
(Aleksandrowicz, Green, Joy, Smith, & Haines, 2016) (Springmann, Wiebe, Sulser,
Rayner, & Scarborough, 2018)

Centrándonos en la salud del individuo y no en lo ético o ecológico, se han


encontrado varias desventajas en cuanto a llevar un estilo de vida vegano, desde el ámbito
psicológico hasta el nutricional, siendo lo estricto de la dieta la razón principal de estas
desventajas, ya que, al solo permitir alimentos provenientes de plantas, se incrementa el
riesgo de padecer de deficiencias de micronutrientes que solo son encontrados de manera
natural en alimentos de origen animal y son necesarios para el funcionamiento del
organismo y (Kim, Fenech, & Kim, 2018). Las dietas veganas no son recomendadas para
niños, ancianos, adolescentes, embarazadas o lactantes ya que no pueden alcanzar los
requerimientos nutricionales asociados a estas etapas. Los nutricionistas permiten estas
dietas solo en adultos bajo supervisión médica, con un plan de alimentación y suministro de
suplementos que deben ser reajustados periódicamente, lo cual hace que se requiera de más
organización previa y también poder adquisitivo para conseguir productos veganos (Baroni,
Goggi, & Battino, 2019). También se ha señalado que la deficiencia de ciertos nutrientes
está asociado a enfermedades neurodegenerativas (Li, Li, & Song, 2017) y que, además,
son muchas las personas con desórdenes alimenticios que deciden basar su alimentación en
dietas estrictas como la vegana, con el fin de obtener resultados rápidos, pero obteniendo a
largo plazo afecciones a su salud mental (Iguacel, Huybrechts, Moreno, & Michels, 2020).

En una época en la que muchas actitudes personales están regidas por las redes
sociales y la opinión pública, las celebridades que respaldan y practican el veganismo
ejercen sin duda una influencia social en la actitud de sus consumidores hacia el
veganismo, y conductualizan la decisión de adoptar este estilo de vida y cambiar los hábitos
de consumo, redirigiéndolos a productos aprobados como veganos que, por supuesto,
muchas veces son sus patrocinadores (Phua, Jin, & Kim, 2019). El aumento de celebridades
que han adoptado este estilo de vida no es inesperado ya que estas personalidades son las

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primeras en adoptar nuevos estilos de vida, relacionados con la apariencia o espiritualidad,
el problema del respaldo de esta tendencia es que, al basarse en “la construcción social
integral de la identidad” no se considera que involucra también la salud del individuo que la
practique, y no es lo común que estas celebridades adviertan o enfaticen en que para tener
este estilo de vida se requiere de varias consideraciones, siendo la primera consultar a un
médico (Doyle, 2016).

Al investigar acerca del veganismo, encontramos principalmente las ventajas de este


estilo de vida. Por este motivo, quisimos conocer si existe información científica acerca de
los riesgos y las precauciones que deben tomarse antes de cumplir con un régimen
alimenticio como el propuesto por el veganismo.

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MARCO TEÓRICO

Los hábitos dietéticos rigen el patrón de alimentación diario de un individuo, y la


composición de este depende de las características de cada individuo y su contexto, tanto
cultural como económico (Sasaki, 2017). La primera definición de la palabra veganismo
(“el principio de la emancipación de los animales de la explotación a que les somete el
hombre”) data de 1949, y fue propuesta por Leslie J. Cross, integrante de la Vegan Society,
la cual fue fundada en 1944 por David Watson en Inglaterra (Coelho, 2020).

En un estudio centrado en cuantificar aspectos sociológicos con respecto al veganismo


se obtuvo que entre las motivaciones que tienen las personas para escoger una dieta vegana
se encuentran principalmente la ética o moral, la salud y el cuidado ambiental (Coelho,
2020). La consciencia ecológica es una nueva razón para ser vegano, más allá de
preocuparse por los animales o por la salud propia, la preocupación por el cambio climático
puede llevar a muchas personas a reconsiderar sus decisiones en cuanto a su alimentación
y, sin duda alguna, el veganismo es una buena opción ya que ha sido ampliamente
estudiado y probado que los alimentos basados en animales tienen una alta huella de
carbono (Kortetmäki & Oksanen, 2020).

Las encuestas del estudio de Coelho fueron realizadas en grupos de Facebook


relacionados con el vegetarianismo y veganismo, y se encontró que, de 8531 participantes,
el 86,4% eran mujeres y, un 95,8% de la totalidad de participantes tenía 12 años o más de
estudios, sin embargo, solo un 17% de las personas encuestadas indicaron haber asistido al
médico antes de empezar este estilo de vida. Además de esto, también se encontró que una
de las barreras para mantener este estilo de vida es convivir con familiares o compañeros
que no sean veganos.

Un patrón dietético se refiere a la variedad, cantidad y combinación de varios alimentos


y su frecuencia de consumo en la dieta de un individuo (Sánchez & Martínez, 2018). Por
supuesto existen patrones dañinos para el individuo, y otros, aunque no sean vistos como
dañinos, pueden estar muy desequilibrados y llevar a deficiencias nutricionales en el
individuo. No existe una dieta ideal estandarizada para cualquier ser humano, y esto se debe

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a distintos factores, desde los socioeconómicos y culturales, hasta los biológicos
relacionados directamente con el estado de salud del individuo. Sin embargo, existe un
patrón dietético aprobado y publicado en el 2020 por el Departamento de Agricultura y el
Departamento de Salud de los Estados Unidos, destinado a ser una guía para estructurar un
plan alimenticio sano y equilibrado. En la Tabla I se muestran las recomendaciones diarias
o semanales de consumo de distintos grupos y subgrupos de alimentos, basados en el
consumo recomendado para una persona cuya dieta sea de 2000 calorías diarias. Este
patrón dietético y otros más específicos según la edad están disponibles en
DietaryGuidelines.gov.

Tabla I. Patrón dietético estandarizado para una dieta de 2000 calorías diarias
(USDA, 2020).
Cantidad recomendada de
Grupo o subgrupo alimenticio
consumo diario o semanal
Vegetales general (tza/d) 2,5
Vegetales verde oscuro (tza/sem) 1,5
Vegetales rojos y naranja (tza/sem) 5,5
Frijoles, guisantes, lentejas (tza/sem) 1,5
Verduras con almidón (tza/sem) 5
Otros vegetales (tza/sem) 4
Frutas (tza/d) 2
Granos (tza/d) 6
Lácteos (tza/d) 3
Proteínas (oz/d) 5,5
Carnes, aves y huevos (oz/sem) 26
Fruto de mar (oz/sem) 8
Nueces, semillas y productos de soya (oz/sem) 5

Al observar la recomendación semanal de consumo de proteínas provenientes de


nueces, semillas y productos derivados de la soya, notamos que es mucho menor a la
cantidad recomendada de consumo de carnes rojas, pollo y huevos. Si consideramos que
diariamente deberíamos consumir 5,5 onzas de alimentos protéicos y, semanalmente la
recomendación de nueces, semillas y productos derivados de la soya es solo de 5 onzas,
según estos datos se imposibilita la opción de obtener la proteína solo de esta fuente.

Esto también es observable en el subgrupo de los vegetales denominado “frijoles,


guisantes, lentejas” (que es considerado también como fuente de proteína en esta

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investigación), para los que se recomienda un consumo semanal de 1,5 tazas, siendo
también el subgrupo para el cual es recomendado un menor consumo. Los datos
presentados en la Tabla I no son valores extremos o máximos de consumo, es decir, no
necesariamente ocurrirá un desequilibrio que pueda ser dañino por consumir una mayor o
menor cantidad de la recomendada o duplicar el consumo de algún subgrupo para eliminar
el consumo de otro subgrupo (como podrían hacer personas veganas al eliminar consumo
de productos animales). Sin embargo, es bien conocido que el consumo de nueces, semillas,
productos derivados de la soya y granos en general, puede ser dañino para cualquier
organismo si su consumo es excesivo, como tendría que serlo para poder suplir el aporte
nutricional que otorgan alimentos como los derivados de animales. Se ha demostrado que
granos como la lenteja pueden acumular arsénico, un metaloide tóxico que está presente en
los suelos y es absorbido por la planta, en concentraciones toxicas para humanos si se
excede su consumo (Zahangeer, Anamul, Jalal, McGee, & Carpenter, 2019).

Una de las opciones más utilizadas para reemplazar el aporte protéico de los
productos animales o sus derivados es la soya, en varias presentaciones como por ejemplo
el tofu. Esto hace que su consumo sea bastante elevado en personas que sigan una dieta
vegana y se ha reportado que el incremento del consumo de productos derivados de la soya
está relacionado con afecciones en funciones tiroideas y de fertilidad asociadas a los
parámetros de calidad del semen en hombres (Yeliosofa & Silverman, 2018) (Chavarro,
Toth, Sadio, & Hauser, 2008).

La cantidad recomendada para el consumo de alimentos derivados de la soya es de


25 g al día, según la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos
(U.S. Soybean Export Council, 2013), sin embargo, en la Tabla II, en donde se comparan
distintas dietas según sus valores nutricionales, observamos que el consumo de soya en
veganos es muy elevado (292.34 gramos por día). Los resultados de este estudio también
indicaron que la ingesta energética es mayor y la de carbohidratos es menor en el grupo de
los omnívoros que en los otros 3 grupos (Rabés, y otros, 2020). Estos datos fueron
obtenidos a partir de un cuestionario que permite saber la frecuencia de consumo alimentos
predeterminados (264 ítems) e incluye fotografías que ayudan en la estimación de la
porción. El contenido nutricional diario obtenido de los alimentos reportados por la

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encuesta fue calculado usando la tabla de composición nutricional de NutriNet-Santé, que
muestra la composición Nutricional de más de 2000 alimentos (NutriNet-Santé, 2013).

En este estudio, el total de la población encuestada fue de n=29210. Los individuos


fueron clasificados en cuatro grupos. Los omnívoros, considerados como aquellos
individuos cuya dieta incluye el consumo de carnes o pescado casi todos los días; los
pesco-vegetarianos no incluyen carnes en su dieta, pero si productos lácteos, huevos,
pescado y otros animales marinos; los vegetarianos no incluyen en su dieta ningún tipo de
carne pero si productos lácteos y huevos; y, finalmente los veganos no incluyen ningún
producto derivado de animales, excluyendo así productos lácteos y huevos.

Tabla II. Consumo de alimentos (gramos/día) de acuerdo al tipo de dieta (Rabés, y otros,
2020).

Omnívoros Pesco-vegetarianos Vegetarianos Veganos


Carne de rumiante 45,57 0,01 0 0
Otras carnes 72,17 0,05 0,01 0
Huevos 11,4 16,14 13,1 0,02
Pescado y frutos del mar 47,34 48,01 0,05 0,01
Productos lácteos 262,23 182,32 139,77 0,03
Frutas y vegetales 723,9 919,23 888,53 1114,17
Productos basados en soya 24,84 123,95 169,26 292,34
Almidones 171,3 180,53 211,82 269,35
Productos integrales 55,25 84,91 79,53 89,86
Aceites 19,69 22,82 21,93 25,98
Mantequillas 6,69 3,38 4,22 2,64
Otras grasas 3,43 3,56 4,45 5,31

Al comparar la ingesta dietética de un grupo de veganos en Alemania con las pautas


dietéticas establecidas por la Sociedad Alemana de Nutrición, se encontró que, de todo el
grupo de participantes veganos, 99% de los individuos presento ingestas menores a las
recomendadas con respecto al yodo y, 95, 76, 48 y 20% con respecto a la cobalamina,
calcio, riboflavina y zinc (Figura 1). En este estudio no se consideraron suplementos
vitamínicos utilizados por los participantes, solo los nutrientes estimados según los
alimentos que consumieron (Waldmann, Koschizke, Leitzmann, & Hahn, 2003).

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Figura 1. Proporción (%) de participantes del estudio (veganos estrictos y veganos moderados) con
una ingesta menor a la recomendada de vitaminas y minerales (Waldmann, Koschizke, Leitzmann,
& Hahn, 2003).

En un estudio realizado a 803 individuos de nacionalidad británica, sexo femenino e


identificados como veganos, también se encontraron niveles inadecuados de ingesta de
nutrientes a partir de su consumo de alimentos, al ser comparados con el de personas con
una dieta omnívora, pesco-vegetariana y vegetariana (Tabla III) (Sobiecki, Appleby,
Bradbury, & Key, 2016). Se encontró que solo el 49,9% de las mujeres consume
suplementos con B12 y el 37.3% toma multivitamínicos, indicando que la mayoría no
obtiene mediante otra fuente los micronutrientes que su dieta no puede aportar.

Tabla III. Prevalencia de ingesta inadecuada de ciertos micronutrientes de acuerdo


al tipo de dieta (Sobiecki, Appleby, Bradbury, & Key, 2016).
Omnívoros (%) Pesco-vegetarianos (%) Vegetarianos (%) Veganos (%)
Proteína 1,2 1,8 6 8,1
Vitamina E 56,1 46,4 47,1 26,8
B12 0,1 0,5 17,2 89
Calcio 2,6 2,2 2,7 13,5
Hierro 0,8 0,8 19,2 12,9
Zinc 1,6 2,9 29,5 55,8
Selenio 14,4 19,5 60,4 48,9
Yodo 4 8,9 28,7 92,5

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Una insuficiencia común que también podemos observar es la de hierro, ya que el
obtenido a partir de vegetales (hierro no hemínico) debe ser transformado para poder ser
absorbido, y su transformación depende de la presencia de otros nutrientes, a diferencia del
hierro hemínico, obtenido a partir de carnes (en especial rojas) cuya absorción y
asimilación es prácticamente inmediata. También es importante la biodisponibilidad de este
nutriente según su origen, se debe tener en cuenta que es mayor en carnes y menor en
vegetales, por lo que se requeriría consumir una mayor cantidad de vegetales que de carnes
rojas para obtener cierta cantidad de hierro (USDA, 2020).

Entre las limitaciones para ser vegano se encuentran las alergias, ya que se genera
una mayor restricción dietética si se padece de alguna, y se limita aún más el consumo de
ciertas fuentes de micro y macronutrientes necesarios para que la dieta sea balanceada. Es
común que algunas personas sean alérgicas o desarrollen alergias a productos que son
fuentes de nutrientes utilizadas en una dieta vegana (nueces, soya, legumbres, aislado de
proteína de trigo, entre otros). De hecho, existen datos que señalan que personas
vegetarianas (con una dieta menos estricta que la vegana) muestran una mayor incidencia
en cuanto a presentar varias enfermedades crónicas entre las cuales se encuentran las
alergias a alimentos, mostrando que un 30.6% de los vegetarianos y un 16.7% de los
omnívoros encuestados presentan alergia (Burkert, Muckenhuber, Großscha, Rasky, &
Freidl, 2014).

Además, estas fuentes de proteína antes mencionadas tienen una menor densidad
nutricional que muchos productos derivados de animales, por lo que sería necesario un
mayor consumo de la fuente de proteína vegana para alcanzar los valores nutricionales que
se alcanzarían con una menor proporción de alimentos animales o sus derivados. Un
ejemplo de esto se observa en la Tabla IV, en donde en la mayoría de los casos la leche de
vaca tiene un mayor contenido nutricional que las otras opciones (Hajirostamloo, 2009).

Tabla IV. Composición nutricional de la leche de soya y leche de vaca


(Hajirostamloo, 2009).

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Grasas (g) Ácidos grasos (gr) Fibras (gr) Proteínas (gr) Carbohidratos (gr) Lactosa (gr) Calcio (mgr) Hierro (mgr) Fósforo (mgr) Calorias (Kcal)
Leche de
4,67 0,52 3,18 6,73 4,43 0 9,8 1,4 120,05 79
soya
Leche de
8,15 5,07 0 8,02 11,37 4,27 290,36 0,12 229,92 150
vaca

Estas deficiencias nutricionales pueden ser solucionadas si se tiene la asesoría


medica correcta con respecto a las necesidades nutricionales de cada individuo, una dieta
vegana no tendría por qué conllevar a ningún problema de salud. En Europa se ha
recomendado que las personas veganas se realicen pruebas de sangre cada 3 meses para
monitorear su estado nutricional, enfocadas en nutrientes específicos que suelen
encontrarse en poca cantidad en esta dieta (Federal Commission for Nutrition, 2018). La
ingesta de suplementos debe ser prácticamente obligatoria para quienes lleven un estilo de
vida vegano, sin embargo, como mencionamos anteriormente, no muchas personas siguen
esta recomendación e incluso se ha reportado que la quimiofobia es, en algunos casos, la
razón por la cual no lo hacen, ya que sienten una aversión, resistencia o prejucio ante
suplementos que sean producidos mediante métodos biotecnológicos (Ropiek, 2015).

Las dietas veganas mal planificadas y que por tanto conllevan a que haya deficiencia en
vitaminas y nutrientes que son esenciales para el individuo, afectan aún más al tratarse de
niños, ya que, al estar en desarrollo, las consecuencias de un desequilibrio nutricional son
más severas que en un adulto (Kaganov, 2015). Además, llegar a un desequilibrio
nutricional en el caso de un niño es más probable, principalmente porque para alcanzar
ciertos niveles nutricionales a partir de alimentos de origen vegetal, se requiere una mayor
ingesta total de estos (de más de un 30% del volumen que consumiría un niño menor a 10
años con una dieta omnívora), lo cual puede representar un reto en la alimentación de niños
pequeños (Kirby & Danner, 2009) (Amit, 2010).

En niños cuyas madres durante el embarazo o lactancia tuvieron bajos niveles de B12,
se han reportado desde síntomas leves como letargo u olvido, hasta síntomas graves como
daño cognitivo, defectos del tubo neural, exceso de adiposidad, resistencia a la insulina,
retraso del crecimiento intrauterino, hipotonía general y perdida de las habilidades
neuromotoras, dependiendo de los niveles de desnutrición (Peker, y otros, 2016)
(Adaikalakoteswari, y otros, 2017) (Bicakci, 2015) (Pawlak, 2013) (Fewtrell, 2017). La
leche materna tiene la cantidad necesaria de B12 que el infante requiere, a menos de que la
madre no tenga los niveles adecuados de esta vitamina, lo cual sucede, por ejemplo, cuando

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la madre sigue una dieta vegana y no toma ningún suplemento vitamínico. La vitamina B12
se encuentra en tejidos animales, es sintetizada en el tracto gastrointestinal de los animales
y transferida a todo el tejido de este, por este motivo, no existen formas de la vitamina B12
en alimentos provenientes de plantas. Entre los síntomas de esta deficiencia en adultos se
encuentra la anemia megaloblástica, entumecimiento de extremidades, alteraciones de la
visión, pérdida de la memoria y demencia; estos síntomas pueden tardar en presentarse en
adultos con reservas adecuadas de la vitamina y presentar menores daños que los generados
en niños.

Se han reportado casos de niños con déficit de atención, dislexia, dispraxia y


características del espectro autista que han presentado también deficiencia en ácidos grasos
como el eicosapentanoico y el docosahexanoico, que no están presentes en ningún alimento
vegano (Schuchardt, 2010). Otro nutriente poco disponible en una dieta vegana es el yodo,
y esta deficiencia se asociada a desordenes neurológicos cuando ocurre en los primeros
años de desarrollo del individuo (Bath & Rayman, 2018).

La deficiencia de yodo es la causa más común de hipotiroidismo adquirido, y una de las


razones de la incidencia de esta deficiencia es el incremento de la práctica de dietas
restrictivas. El yodo obtenido mediante la alimentación es absorbido por el tracto
gastrointestinal y llega a las glándulas tiroideas para ser incorporado a las hormonas
tiroideas, es esencial en el crecimiento y desarrollo y, al no estar en los niveles requeridos,
se reduce la producción de hormonas, pudiendo afectar de manera critica el desarrollo
neuronal del individuo en el útero y en su vida postnatal (Yeliosofa & Silverman, 2018).
Entre las fuentes primarias de yodo se encuentran la leche de vaca, huevos, frutos de mar y
carnes; todos restringidos en una dieta vegana. Por otra parte, el tiocianato contenido en
vegetales crucíferos es un inhibidor competitivo del simportador de sodio/yodo en las
glándulas tiroideas (cuando es consumido en cantidades significantes) y también se ha
encontrado que el consumo de soya podría estar asociado con el hipotiroidismo ya que este
alimento contiene isoflavonoides que pueden inhibir la actividad de la peroxidasa tiroidea,
requerida para la producción hormonal (Leung, LaMar, He, Braverman, & Pearce, 2011).

En un estudio en el que se evaluó a un infante diagnosticado con hipertiroidismo, se


dilucidó que la causa era deficiencia de yodo ocasionada por una dieta vegana (Yeliosofa &

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Silverman, 2018). El individuo presento valores normales de TSH y las hormonas T3 y T4
hasta los 19 meses de edad (Tabla V), momento en el que se detuvo su alimentación con
leche materna, indicando un posible hipotiroidismo adquirido y no congénito. También se
descartó que fuese por un proceso autoinmune ya que el paciente no presento valores
elevados de anticuerpos antitiroideos y al realizar un ultrasonido no se detectó algún
problema anatómico. Sin embargo, si se reportó un historial de alimentación exclusiva con
alimentos veganos, sin el uso de suplementos que normalizaran los niveles de yodo del
paciente. Gracias a que la madre suplementaba su dieta vegana con vitaminas prenatales y a
que el yodo es transferible mediante la leche materna al lactante, el desarrollo inicial del
paciente fue adecuado y, al tratar al paciente con levotiroxina, sal yodada en sus alimentos
y la adición de multivitamínicos con yodo dieta, empezó una normalización de la función
tiroidea y todos los valores asociados. Seis semanas luego de la aplicación del tratamiento,
se pauso el uso de levotiroxina y se observó que algunos valores se desequilibraron
nuevamente y, dada la importancia de las hormonas tiroideas para el desarrollo cerebral en
los primeros 3 años de vida, se decidió reestablecer el uso de la levotiroxina hasta que se
cumpliese esa etapa del desarrollo (Yeliosofa & Silverman, 2018). Se ha recomendado que
mujeres embarazadas o que estén lactando deben consumir vitaminas prenatales que les
aporten diariamente al menos 150 μg de yodo (Public Health Committee of the American
Thyroid Association, 2006).

Tabla V. Función tiroidea y niveles de yodo en el tiempo (Yeliosofa & Silverman,


2018). a: sin lactancia ni suplementos. b: uso de levotiroxina, sal yodada y
multivitamínicos. d: sin levotiroxina.

Anticuerpos peroxidasa
Edad TSH (μlU/mL) T4 (μg/dL) T3 (ng/dL)
tiroidea (IU/mL)
Valores
0,7-5,9 4,5-12 83-230 0-20
normales
19 5,98 4,6 157 -
23 325 <0,5 - -
23a 382 <0,5 59 9,9
23.5b 4,77 7,9 204 -
24.5c 3,31 8,3 - 16
26d 7,51 - - -

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La Sociedad Europea para Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica y la
Sociedad Alemana para la Nutrición han señalado que, aunque una dieta vegana puede
cumplir con los requerimientos nutricionales si es asesorada correctamente y
complementada con nutrientes externos al alimento, el hecho de fallar en el seguimiento de
la suplementación puede causar daños irremediables, por lo que no es recomendada para
infantes, mujeres embarazadas o lactando, e incluso para adolescentes de cualquier edad
(Fewtrell, 2017) (Richter, 2016).

Otro aspecto importante es la salud mental, por ser la base de la salud integral, y
estar relacionada con los desórdenes alimenticios que pueden llevar a daños irremediables
en la salud del individuo. Médicos especializados en trastornos de la conducta alimentaria
han informado que la mayoría de sus pacientes con anorexia nerviosa han expresado el
deseo de seguir una dieta vegana. La anorexia nerviosa es un trastorno caracterizado por la
restricción de la ingesta de alimentos, que da como resultado peso corporal anormalmente
bajo en quienes la padecen (Barthels, Meyer, & Pietrowsky, 2018). El hecho de que la
alimentación en el veganismo este basada en restricciones, hace que sea una dieta atractiva
para quienes padecen este tipo de desórdenes alimenticios, ya que les permite limitar las
opciones de alimentos que pueden consumir o justificar elecciones de alimentos que son
más bajos en calorías y, según su criterio, más sanos.

Existen individuos más vulnerables a desarrollar desórdenes alimenticios, y para


estos individuos, los grandes movimientos y tendencias en redes sociales pueden ser muy
nocivos. Un ejemplo de esto es el “clean eating movement”, que promueve el consumo de
alimentos frescos, no procesados y, sobre todo, que la mayoría sean basados en plantas. Al
ser un movimiento bastante activo en redes sociales, creadores de contenido promueven e
incluso recomiendan seguir ese estilo de alimentación, la mayoría de las veces sin estar
calificados (en cuanto al ámbito de la salud) para hacerlo y por tanto sin tener en cuenta que
pueden conducir a ciertos individuos a desarrollar conductas inadecuadas como la ortorexia
(Fuller, Brown, Rowley, & Elliott-Archer, 2021), una obsesión patológica e irracional por
consumir solo alimentos considerados “sanos” y de “calidad”, siendo el alimento su

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principal preocupación, y por tanto, llegando a confundirse con una alimentación sana
como lo podría ser una dieta vegana bien planificada (Heiss, Coffino, & Hormes, 2016).

Distintos análisis de comportamiento ortorexico han revelado un solapamiento entre


sus características con las de personas vegetarianas y veganas. Barthels, Meyer, &
Pietrowsky, en su estudio del 2018, analizaron si existia un comportamiento alimenticio
ortorexico y restrictivo en veganos, vegetarianos e individuos con otro tipo de dieta. Estos
análisis fueron realizados a partir de la Escala de Ortorexia de Düsseldorfer.

Como se observa en la Figura 2, los vegetarianos y veganos mostraron niveles mas


altos de comportamiento ortorexico que los individuos que consumen carne, tanto
esporadica como regularmente. La media obtenida de la escala de Düsseldorfer para los
grupos veganos y vegetarianos no excede los valores preliminares para considerarse como
un patología, sin embargo, las tasas de prevalencia de ortorexia en estos grupos son mas
altas que en los demas y también mas altas que el valor normal de la población (que es
aproximadamente 3%), lo cual indica que existe un factor de riesgo para que estos grupos
desarrollen ortorexia como un comportamiento patológico. Estos autores tambien indican
que en el caso de los veganos, solo los motivados por la salud estan asociados con el
comportamiento ortorexico, mientras que los motivados por razones eticas no (Barthels,
Meyer, & Pietrowsky, 2018).

Figura 2. Valores promedio de la Escala de Ortorexia de Düsseldorfer (DOS) para veganos,


vegetarianos, individuos con bajo consumo de carne (RMC) e individuos que consumen

15
carne frecuentemente (FMC). *** indica diferencias significativas entre los grupos
(p<0,001) (Barthels, Meyer, & Pietrowsky, 2018).

Más allá del desarrollo de conductas y trastornos en adolescentes y adultos, la


nutrición de mujeres embarazadas influye directamente en la salud del infante (como se
comentó en párrafos anteriores) llegando incluso a incrementar significativamente la
posibilidad del desarrollo de trastornos severos como la bipolaridad. Se ha reportado alta
incidencia de condiciones tiroideas en individuos que padecen de trastorno bipolar,
encontrando que estas condiciones son originadas a partir de la deficiencia hormonal
tiroidea en la etapa prenatal, especialmente bajos niveles de tiroxina están relacionados con
el desarrollo del trastorno (Spann, Cheslack, & Brown, 2019).

En la Tabla VI, se observan los datos de la evaluación de 4181 adultos de 18 a 65


años de edad mediante diagnósticos presenciales llevados a cabo por psicólogos, psiquiatras
y médicos, para detectar posibles trastornos mentales. Se observó un patrón de mayor
presencia de trastornos mentales en los individuos vegetarianos que en los no vegetarianos,
definidos en este estudio como consumidores de productos animales o sus derivados
(Michalak, Zhang, & Jacobi, 2012).

Tabla VI. Tasas de prevalencia de trastornos mentales para vegetarianos y no


vegetarianos.

Trastorno mental Vegetarianos (%) Vegetarianos flexibles (%) No vegetarianos (%)


Trastornos
35,2 25,8 19,1
depresivos
Trastornos de
31,5 22,1 18,4
ansiedad
Trastornos
25,9 25,8 16,9
somatoformos

El tema social tiene también gran importancia, más aún al saber el auge que tiene el
veganismo actualmente, ya que, debido a deformaciones del concepto inicial existe el
16
veganismo como una moda, sin investigación ni asesoría medica previa. El inicio en el
veganismo, como está definido, debe darse a partir de una posición política ante los
derechos de los animales, no debe estar impulsado por motivaciones individuales de
salud. Y es aquí donde radica gran parte del problema: quienes deciden ser veganos
motivados principalmente por su salud están asumiendo automáticamente que este es el
método de alimentación más conveniente para ellos, y por este motivo tienden a no
evaluarse previamente ni mantenerse en control para controlar su estado nutricional
(Piia, Vinnari, & Niva, 2019).

Los veganos “éticos”, que defienden que el veganismo debe ser político y nunca
separarse de la defensa de los derechos de los animales (Greenebaum, 2012), critican y
no consideran como “verdaderos veganos” a celebridades o blogueros que mediante sus
redes comunican o presentan al veganismo única o principalmente mediante el enfoque
de la comida, romantizando este modo de alimentación sin exponer otros datos
importantes o advertir de las precauciones a considerar (Véron, 2016). A pesar del
incremento de personas adoptando un estilo de vida vegano, la cultura de alimentación
dominante sigue siendo la del consumo de alimentos de origen animal (Greenebaum,
2012) que, al igual que los modelos de alimentación más restrictivos, debe ser
monitoreada por quienes la practiquen (Bakker, 2012).

17
CONCLUSIÓN

Ser vegano, según su definición más esencial, no debe basarse en la elección de una
dieta con el fin de satisfacer propósitos de salud o estéticos, sino por razones morales y
principios éticos. Actualmente esto se ha distorsionado y se ha comercializado al
veganismo como una dieta y no como un estilo de vida basado en la ideología de la persona
que lo practique, y al ser considerado una dieta sana, muchas personas pueden seguirla sin
cuestionarse si están obteniendo los nutrientes necesarios para un desarrollo adecuado.

En esta revisión bibliográfica, se encontró evidencia de que la dieta de un estilo de


vida vegano sin la ingesta de suplementos vitamínicos adicionales no cumple con los
requerimientos nutricionales de ningún humano, siendo especialmente riesgoso para
individuos en desarrollo y mujeres en procesos de gestación o lactancia.

También se encontró que las personas veganas tienden a padecer de trastornos de la


alimentación relacionados con la restricción de ingesta de alimentos que, si no son tratados
adecuadamente y a tiempo, pueden desarrollarse y llegar a ser trastornos más severos.

Así, ser vegano de manera segura o adecuada no solo requiere de asesoría médica
nutricional, sino también de asesoría en cuanto a la salud mental del individuo.

18
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