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No te equivoques estoy sola pero no me siento sola

Valeria Sabater 17 agosto, 2016 en Autoestima 101 compartidos

No te equivoques: estoy sola pero no siento el vacío de la soledad. No te veas entonces en


la obligación de compadecerme, no me pongas etiquetas ni aún menos me busques pareja. Estoy
donde quiero estar. Porque estar sola es mucho más inteligente que compartir vida con la persona
equivocada.

Como podemos ver, la soledad que se busca o se necesita en un momento dado, es un


aspecto muy poco comprendido socialmente. De hecho, incluso Aristóteles solía decir que
únicamente los dioses o las bestias aman estar solos. No obstante, moralistas franceses del siglo
XVIII como el marqués de Vauvenargues, explicaban que la soledad es al alma lo que la dieta al
cuerpo: algo que deberíamos practicar de vez en cuando.

“Te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te “amputo” de mí, sé feliz y no me
busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí”
-Carta de Frida Khalo a Diego Rivera-

Aprender a estar a solas y disfrutar de ello de vez en cuando, es algo que, efectivamente,
todos deberíamos conseguir. De hecho, quien no lo logra, debe encarar a menudo la dura tarea de
llenar espacios, sanar miedos y aliviar inseguridades de la peor manera: ocupando vidas ajenas o
anclándose a la primera persona que pase ante ellos.

Lo que sea con el fin de defenderse de ese demonio llamado soledad o de la incapacidad
de estar con uno mismo. No es lo adecuado. Te proponemos reflexionar sobre ello.

Mujer con cámara de fotos

Estoy sola, pero estoy bien


“Ahora estoy sola, pero estoy muy bien así”. Esta frase, aunque sea cada vez sea más
común, sigue desprendiendo cierta necesidad por tener que justificarnos, por dejar claro que
aunque nos vean viviendo solas, sin parejas o sin nadie a nuestro lado, es una soledad placentera.
Una experiencia elegida de la que disfrutamos, aunque otros no lo entiendan.

Los tiempos cambian, no hay duda. Sin embargo, la imagen de una mujer soltera no se
percibe igual modo que la de un hombre sin pareja. Es como si el tiempo pasara más rápido para
ellas, como si se les apremiara a hacerlo todo lo antes posible para ajustarse a un reloj biológico
impuesto socialmente: hay tener un buen trabajo, encontrar una buena pareja y convertirse, al
poco, en una supermamá.
Ahora bien, como decimos, los tiempos cambian y las mujeres ya no se obsesionan por
buscar. Muchas prefieren ser encontradas. Otras dejan a un lado los relojes biológicos para seguir
sus propias brújulas mentales y emocionales.

Pueden encontrar la plenitud con una pareja, sin duda, pero si esa relación fracasa, son
capaces de seguir sus rumbos. Porque son responsables de sí mismas, porque no temen la
soledad. Es un reencuentro con uno mismo, y eso siempre sana. Siempre reconforta.

Soy ya esa mujer que no necesita demostrar nada a nadie


Soy ya esa mujer que no necesita demostrar nada a nadie
Soy esa mujer que ya no necesita demostrar nada a nadie. Hace tiempo que me cansé de
complacer, de dar explicaciones a oídos sordos.

No estás sola, te rodea la vida


Cuando tenemos a un amigo o a una amiga soltera siempre intentamos buscar la
oportunidad para que conozca a alguien. Le comentamos que no es bueno estar solo, que
enamorarse siempre vale la pena, y que la vida, es mucho más hermosa si se camina de la mano
de alguien.

“La soledad a veces, es adictiva. Cuando te das cuenta de cuánta paz hay en ella, dejas de
querer lidiar con la gente”
-Carl Gustav Jung-

Ahora bien, es muy posible que esa amiga nos diga que “estoy sola y estoy muy bien así” y
que nuestro amigo, nos responda aquello de que “ahora no quiere saber nada de eso”. Unos lo
entenderán y la mayoría lo verán con extrañeza porque generalmente, la soledad nunca se ve
como algo viable sino más bien como un tropiezo desafortunado.

Si pensamos en ello durante un momento nos daremos cuenta de algo: en realidad nunca
estamos solos, nos rodea la vida. Además, la mayoría disponemos de nuestro propio grupo de
pertenencia, familia, amigos, compañeros, etc.. Una pareja no siempre nos salva de la soledad, ni
está ahí para ello. En ocasiones, hasta nos acerca por primera vez al abismo más oscuro de esta
dimensión, como lo es por ejemplo la soledad emocional.

Nadie está solo si aprende a quererse a sí mismo. Porque todos habitamos en nuestras
mentes, porque pensar, soñar, proyectar y sentir, lo es todo menos un acto solitario. Somos
bailarines en nuestros propios mundos interiores. Somos sanadores de heridas, ejecutores del
perdón y artífices de nuestros destinos.
Así que no, no te equivoques, no estoy sola porque me ate la vida, porque se destrocen
mis ilusiones ilusiones. He dejado de tener miedo al miedo, soy una inquilina satisfecha de mis
espacios interiores y atiendo el futuro sin ansiedad, sabiendo aprovechar mi presente.

Todos deberíamos ser capaces de deleitarnos de vez en cuando de estos momentos de


soledad elegida, de ese disfrute donde el silencio y la paz interna maduran los frutos del alma

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