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A los 16 años Dora realiza un pasaje al acto escribiendo una carta suicida a sus padres, nunca llega a dárselas ya que
sus padres le encuentran antes, entonces con mucha preocupación acuden a Freud para que éste la encauce en el
camino correcto. Es entonces cuando ella comienza a desentrañar los motivos de su angustia, relata que cuando tenía
14 años fue con sus padres a un lugar que fue denominada como B. Cuando estaban en B sus padres se hicieron
amigos de un matrimonio el señor y la señora K, desde entonces comenzaron a compartir mucho tiempo con ellos. En
este tiempo, el padre de Dora cae enfermo y es la señora K quien se encarga de sus cuidados pese a las sospechas de
que entre ellos comenzará un romance el padre de Dora afirma que son solo buenos amigos. En ese mismo tiempo el
señor K muestra un especial interés por Dora aprovechando cualquier ocasión para hacerle regalos injustificados y
pasar tiempo con ella.
En una ocasión por la misma época el padre de Dora y Dora viajan al lugar L que es una cabaña que el señor y la
señora K tienen en los Alpes Suizos. En esa oportunidad su padre estaría unos pocos días, pero dora se quedaría allí
algunas semanas, cuando llega el momento de la partida del padre Dora le suplica volver con él, no da razones para
ello, sin embargo, su padre accede y vuelven juntos a casa. Al regresar, Dora le cuenta a su madre para que esta le
contara a su padre que había querido volver debido a que hacía unos días en una caminata por la montaña el señor K le
había hecho una propuesta amorosa, esto generó tal impresión en la niña que no quiso quedarse más en ese lugar con
ellos. El padre de Dora increpó al señor K, pero este desmintió el hecho indicando qua Dora tenía una especial interés
por lo sexual y solo leía libros con esos tópicos.
Los síntomas que presenta doras son: una profunda sensación de asco, que luego se traduciría en asco hacia la comida,
un miedo a las fobias frente a situaciones de pareja por lo cual evitaba pasar cerca de una persona que estuviera en
alguna situación amorosa, una alucinación corporal de presión en el pecho y pensamientos hiper intensos que no
lograba detener.
Freud sospechó que hay algo más, otro suceso que se ha significado como trauma psíquico, frente a lo cual Dora ha
desarrollado por obra del desplazamiento, los síntomas, indaga respecto y logra saber, que en cierta ocasión el señor K
había invitado a Dora y a la señora K a su tienda, la cual se encontraba en la plaza central de B para ver un desfile qué
pasaría por allí. Cuando Dora llego, se dio cuenta que el señor K se las había ingeniado para que la señora K no
estuviera presente y él pudiera quedarse solo con Dora. Le pide que lo espere en una puerta mientras él cierra las
cortinas de su tienda, luego de esto en vez de pasar por otra puerta abierta el señor K toma a Dora en sus brazos, la
presiona contra su cuerpo y le da un beso en los labios. Dora huye de la situación corriendo con una profunda
sensación de displacer.
Freud ofrece entonces explicaciones respecto de la situación y la formación de compromiso en los síntomas clínicos
que presenta Dora, el asco hacia la comida proviene del asco hacia la situación y la acción del beso lo cual se relaciona
directamente con la pulsión oral de la alimentación, la fobia hacia las parejas proviene de la impresión que ha dejado
la situación del beso y la alucinación sensorial de presión en el pecho proviene quizás de haber sentido en su pecho el
miembro erecto del señor K en la situación mencionada.
Dora: lugar de la falta.
Sr. K: lugar del objeto o signo de su deseo por la Sra. K.
Sra. K: el lugar del Otro algo tiene.
Ida Bauer (1882-1945)
La desazón y la alteración de carácter, no estaba satisfecha consigo misma ni con los suyos. Enfrentaba hostilmente a
su padre y no entendía a su madre. Evitaba el trato social.
Un día sus padres se horrorizan al hallar sobre el escritorio de ella o en uno de sus cajones una carta en la que se
despedía de ellos porque ya no podía soportar más la vida. Luego de un cambio de palabras entre padre e hija ella
sufre un primer ataque de pérdida de conocimiento, amnesia que determina a pesar de su renuencia la consulta de
tratamiento a Freud.
¿Cómo se presenta el obsesivo clínicamente?
El obsesivo se queda con sus cuestionamientos, por eso es muy difícil trabajar con ellos. La pregunta de este es por la
inconsistencia, por la vida y por la muerte.
Su deseo es imposible, ya que es alguien que nos habla de toda clase de impedimentos, inhibiciones, obstáculos,
temores dudas y prohibiciones y presenta un erotismo temprano.
Síntoma: amor, deseo, goce
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El núcleo de la neurosis obsesiva es la ambivalencia, que se trata de gestos generosos que luego resuelve con
acciones de tinte agresivo (idealización y degradación). El obsesivo hace del Gran Otro el sostén del deseo, al cual
siempre le está pidiendo permiso, así restituye al Otro del que reniega.
Hay una relación permanente con la culpa y la incidencia del superyó, por lo que si le hacen alguna observación se
transforma en muerte.
La relación con el tiempo y la angustia es la procrastinación, que es dejar para mañana, anteponiendo los proyectos
de los otros.
Los fenómenos habituales en el obsesivo son los sentimientos de despersonalización, estar donde nunca pasa nada o
la inadecuación con el tiempo y el lugar.
Hay una relación sintomática ante el deseo, que consiste en hacerlo imposible, apareciendo la idea obsesiva que pone
en tela de juicio el acto.
La duda
La compulsión del obsesivo es la duda, ya que no se trata del “no saber” sino de elegir dudar, síntoma de la
irresolución intrínseca del obsesivo, impedirse. El obsesivo se resiste con sus actitudes retentivas, a entregar el goce de
su síntoma, por eso hay una incidencia del objeto anal.
En la relación transferencial el analista posibilitará restituir un acto de habla antes que un objeto de deseo. En su temor
se enuncia como sujeto del deseo dividido entre pulsión y defensa.
Presentación de un caso
Era docente universitario y podía pasar horas y horas preparando las clases, por lo cual “descuidaba” otros aspectos
“importantes” de su vida. Además, el esfuerzo en su trabajo no estaba relacionado con un proyecto concreto, sino que
encubría el temor que tenía a las intervenciones de los alumnos.
En sus inmensos ratos de estudio calculaba preguntas posibles y anticipadas respuestas que lo tranquilizaban de
antemano. En absoluto podía disfrutar de la tarea de enseñar, oficio que describía como “vivir en una burbuja” que se
rompía cada vez que le tocaba ir a dar su clase. (Lutereau, L., 2014, 76).
Lacan en el Seminario 8 “La transferencia”, expresa: “En el fondo de la experiencia del obsesivo hay siempre lo que
yo llamaría cierto temor a deshincharse, respecto de la inflación fálica”. (Lacan, J. 1960-61, 293).
Ejemplo del discurso de un obsesivo (adolescente de 19 años)
“Hago cosas para que el otro esté bien, quiero quedar bien. Soy perfeccionista”. “No confío en nadie, ni en mí mismo”
“Le veo todo mal a todo”
“Mi padre… es excesivo dando, nos da extensión de tarjeta y después paga él. Es muy exigente. Para mí era
defraudarlo si no rendía bien”. “Me paralizo” “Me deprimo, tengo paranoia, pienso días y días en lo mismo” “Por todo
me fastidio, cuando me desato me vuelvo loco, me rompo la mano contra la pared” “Para mí no hay margen de error”.
“No hago nada en la casa, se excede en bondad mi mamá, somos cinco, vive para la familia”.
“Siempre encuentro un problema” “No puedo hacer nada que le haga mal a otro, me siento re culpable” “Me hago el
bocho, me tiro abajo, soy un parásito en mi casa, no tengo nada mío” “Me fastidia mi papá, porque soy el vivo reflejo
de él. Él es perfecto”
Extracción del objeto a
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Neurosis infantil: Daniel y el artificio de la fobia (Testimonios Clínicos de Marta Gerez Ambertín. Imperativos del
superyó)
Historia que envuelve al niño: Pesadillas.
Daniel es traído hacia el final de sus 4 años por sus jóvenes padres. El motivo de consulta es su preocupación por los
terrores nocturnos de Daniel acompañados de llanto espasmódico, hiperkinesia y una tendencia a romper y tirar todo,
cuando no a romperse él mismo.
A los dos años de Daniel hubo un problema que no se reveló al niño: una pérdida de un bebé de siete meses que
nación ahogado con el cordón umbilical, la madre se reprochaba y explicaba que eso la apegó demasiado al niño de
quien tenía serios obstáculos para “despegarse y andaba siempre corriendo por detrás.” Los padres culpabilizados
preguntan si este accidente pudo influir en el violento cambio subjetivo.
La llegada de Daniel al consultorio (transferencia) estaba caracterizada por corridas, hiperkinesia desmesurada. Correr
tras el niño provocaría los mismos efectos angustiantes que provocaba el apego de su madre.
Un lorito que habitaba en el patio de un vecino que gritaba del otro lado de la tapia, provocó su inusitado interés. Tras
decir que el lorito pretendía hablar con él, traza en el patio un círculo que delimitaba “el espacio para conversar”.
Hubo entradas y salidas interminables de este círculo, y sostuvo la negativa a salir de él mientras durara su tiempo de
sesión que al principio fue variable.
Corría y llevaba cosas: un gato, un osito de felpa, una pelota, sillitas, papeles, lápices de colores, tizas y plastilinas. Al
principio hablaba como lorito hasta que propuso armar en el espacio delimitado una casita a la que rodeó con sillas
para que nadie entrara o saliera.
En ese perímetro rompió todo lo que pudo, interroga “si allí también entrarían” o “si él podía caerse fuera del círculo”.
Temor a que pudieran entrar los “mostroo” (monstruos) que saltaban hacia él en las noches. Relato de una pesadilla
que lo atormentaba (asedio del superyó)
El lugar del “mostroo” que asustaba (niño analista) luego un osito y quienes se asustaban era él y un gatito de felpa
que huían del oso malo (juego de sustitución mínima a su pesadilla).
El juego y sus modificaciones implica una metonimia y la instalación de una metáfora que ponía, en una mínima serie
sustitutiva, que engaña a la pulsión y que lo calmó.
Un dibujo una despedida
Se da una interrupción de las entrevistas, que podía volver cuando le pareciera necesario, para conversar. Se despide
del analista y del lorito del vecino, de quien deja un dibujo muy colorido al que llamó “El picazo” aludiendo al gran
pico del animalito que tanto le atraía la atención.
Daniel retorna 15 meses después. Pide venir porque, aunque su concurrencia al Jardín de Infantes se desarrolla
normalmente, de golpe se instaló en él el miedo a permanecer en el Jardín o a ser expulsado de él. Sus padres están a
la espera de un bebé que nacerá en poco tiempo más. Pidió: “a sus papis que lo traigan porque algo cambió en él.
Ahora soy un chico malo con mi mami… y un poco malo con mi papi.”
De los temores nocturnos, hiperkinesia y golpes, a la construcción de su fobia al Jardín de Infantes, se da un cambio
de posición subjetiva.
En qué consiste ser malo: “le tiro con cosas, la amenazo, le saco la lengua, le digo que me voy a vivir en otra ciudad
con mi padre y cuando ya no tenga miedo volveré y estaré bien con mami y con él”. Miedo a permanecer en el Jardín,
al que liga a su preocupación “ser tan malo con su mamá.”
Miedo al Jardín de Infantes
¿Será que va a nacer? Lo vas a querer más a él que a mí. -Eso no se pregunta, a los chicos que preguntan eso viene un
viejito con bolsas que se lleva a los chicos malos.
“Será que ella me hace cosas, me hace entrar agua en los oídos y en la boca cuando me baña, entonces lloro y le digo
que no voy a comer, y así soy un chico malo”.
Miedo a las agujas
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Algo más: “mami necesita ahora mucha ayuda del papi porque no está bien” “el hermanito que está por venir y su
mamá… se internarán pronto en la clínica para que venga el hermanito…” “en la clínica te ponen vacunas, mi mamá
me dice que me pondrán vacunas en la clínica, yo le tengo miedo a las agujas porque son grandes, pero si mi mamá se
va… él me ayudará a que no tenga miedo como en la pileta cuando voy a nadar con mi papá no tengo miedo.
Las iniciales angustias de devoración materna; son resignificadas por la angustia de castración.
“Bueno no tengo tanto miedo. Mi mamá se pone como loca cuando se enoja, me agarra de los brazos y esas cosas y
está así porque que va a nacer mi hermanito.”
En la primera etapa la pregunta por el DM no encontraba anclaje ni significación, su madre desea su desaparición
como la del bebé “un buen día desapareció y el monstruo lo ahogó”, no era la ausencia de la madre lo que lo
angustiaba sino su exceso de presencia. (podría chuparlo, aspirarlo o devorarlo) Ahora se interroga ¿Qué desea su
madre, cuando desea otra cosa de él?
Angustia de castración
La angustia de castración se sitúa en el niño, en una dimensión fálica. “Los fantasmas de devoración materna (son
una) consecuencia lógica y cronológica del fantasma de castración-flagelación paternal” Braunstein, 1994, p. 162
Se procura un padre real, ese que Lacan resalta en la operación simbólica de la castración: alguien de quien tener
miedo.
Pasaje de una aprehensión imaginaria fálica de la relación a la madre, a una percepción castrada, al conjunto de la
pareja parental, busca como agente de la castración al padre privador: que transfiere al Conserje de la escuela, viejo de
la bolsa que se lleva a los niños que preguntan. Viraje de la castración materna a la propia y a la amenaza de
castración paterna.
Objeto fobígeno: del Jardín de Infantes al Portero.
“Miedo a entrar al Jardín de Infantes, por temor a no poder salir.” Se trata de ligar ese Significante con otros para
hacerlo girar, circular. Daniel logra resolver tras el artificio de la fobia, padre- portero del Jardín, esquivar el conflicto
ambivalente con su padre y logra permutar “un peligro pulsional interior por un peligro de percepción exterior “.
Freud, 1925
La angustia en Freud es un afecto, relacionada con lo traumático, que cuida al sujeto de un mal exterior. El neurótico
sufre de angustia, sobre todo por la pregunta de ¿Qué quiere el otro de mí?
Los sueños, los lapsus, etc, posibilitan enlazar algo del inconsciente que puede ser traumático.
El objeto fóbico tiene un valor simbólico, en el perverso el objeto es un fetiche fijo y de carácter sexual, en este caso
no hay desplazamiento.
CLINICA DEL NIÑO CLINICA DEL ADULTO
La angustia desbordada es la que encamina a los padres En las primeras entrevistas se puede encontrar el
o entorno familiar a buscar un saber. desborde de angustia. También puede hacer obstáculo la
inhibición. Entrada con la formación del síntoma.
“Las enigmáticas fobias de la primera infancia merecen
ser citadas, algunas de ellas: soledad, oscuridad,
personas extrañas. Tales fobias se fijan hasta una época
posterior, se ha puesto en conexión con exigencias
libidinales” (Freud, 1925,157)
Clínica de la angustia
Tanto para Freud como para Lacan, la angustia es ante algo, porque tiene un vínculo con la expectativa, que, en el
caso de la neurosis, estaría relacionada a conocer sobre el deseo del otro (qué quiere el otro de mí)
Los sufrimientos modernos de los adolescentes – Philippe Lacadée
En el marco del siglo XXI el orden simbólico deja a los sujetos adolescentes cada vez más atrapados en lo real de su
propio goce, lo que produce una nueva subjetividad que los puede llevar a una voluntad de gozar a cualquier precio, y
conducirlos a lo peor. Entonces: ¿Por qué seguir hablando? ¿De qué sirve hablar?
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Estas son dos preguntas que escuchamos frecuentemente y a las cuales podemos responder precisamente por el hecho
de hablar, el sujeto puede llegar a encontrar una salida a su destino.
El declive de la función paterna: Para Lacan este declive inaugura la crisis psicológica de la subjetividad. En esta
transformación de la estructura familiar, el adolescente se siente solo, desamparado y tentado de replegarse en un
modo de goce que le otorgue un lugar para existir. La adolescencia es un período sensible donde existe el riesgo de
bascular hacia lo peor.
En la actualidad este declive de la función paterna que humaniza se evidencia en la crisis del lazo social sostenido por
el orden simbólico.
Algunos jóvenes no respetan la autoridad de la función paterna ni su saber, lo cual los empuja a decir todo lo que
piensan al rechazar el saber ofrecido por la palabra del otro. Ya no se hace la apuesta sobre el Otro como soporte de un
ideal. Al sentirse sin destino ni destinatario, eligen articularse con el objeto plus de goce, o con una práctica de goce a
menudo adictiva, que no pasa por la palabra.
Hablando, el sujeto puede trenzar de otra manera las casualidades, los azares de su vida y con ellos construir su propio
destino. En palabras de Lacan: “Creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, más
específicamente nuestra familia, que nos habla”.
Inseguridades, palabreras: insultos, provocación
CASO KARIM -Hablando se puede decir una parte del nombre de su síntoma-
Se tratará de lo que dirá Karim, un joven rapero de las afueras de la ciudad, que vino a verme después de un coloquio en un laboratorio del
CIEN creado en su barrio, denominado “lenguaje y civilización”. Este joven demanda la ayuda de un psicoanalista para poder vivir mejor con
su vergüenza.
En un primer momento la puesta en marcha de un lugar de conversación y de enunciación le ofreció la oportunidad de vivir en acto el hecho de
poder hablar … gracias a la conversación pudo nombrar una parte del nombre de su síntoma y más tarde hacer una demanda de análisis.
Este lugar de conversación se convierte en el lugar donde elaborar con otros de otra manera su plus de goce a condición de haber consentido
separarse del goce de ser un adolescente en un callejón sin salida.
En una sesión, Karim dice: Otra cosa cuando un chico ve todos los días por la mañana que su padre no va al trabajo, eso machaca la cabeza del
chico. Algunos nunca vieron a su padre trabajar, cuando hace quince años que está desocupado… tienen vergüenza. Además, el padre se dice a
sí mismo “no traigo el pan a casa, no soy un hombre”. Y está ahí, apestando a fracaso. ¿Crees que el chico no lo sabe? Él también es humillado,
por medio de otra persona.
Es a partir de la vergüenza que el psicoanalista puede ofrecerse como un sostén al tomar como apoyo lo que hace síntoma para él. Karim da su
versión moderna de la dimisión del padre.
El hijo tiene acceso directo a un padre que no sostiene la función paterna, que se ha convertido en una persona anónima, sin nombre.
La humillación del padre hace que el sujeto se sienta privado de la deuda simbólica correspondiente a la función del padre. El hijo vive su ser
humillado “dejado plantado” en la sociedad moderna.
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CASO SARA -Y los insultos-
El insulto o la provocación lenguajera constituyen modos de surgimiento en lo real de ese instante presente en el que el sujeto es uno con ese
objeto pulsional que lo invade, o con ese significante solo que toma la delantera. ¿Cómo escuchar al sujeto allí?
Sara de 12 años es una pequeña niña con aspecto de marimacho. Su madre “la trae a la fuerza , al menos la primera vez”, dice ella. En sus
encuentros con la analista Francois quien la recibe en las tres entrevistas de admisión, Sarah permanece silenciosa, con la cabeza gacha,
escondiendo su rostro detrás de sus cabellos rojos. Su madre explica que en la escuela, como alumna de 6° SEGPA (en francés, “sección de
enseñanza general y profesional adaptada” destinada a alumnos con dificultades de aprendizaje), Sarah rechaza trabajar y se pelea. “Incluso
esta mañana”.
Fancoise le pregunta a Sarah qué la condujo a pelearse esa mañana. Su madre responde, con todo de evidencia: “¿Usted vio su cabello?”
Francoise hace semblante de no comprender, Sarah dice muy rápido, siempre esondida, “me insulta, me tratan de cabeza de zanahoria”. Desde
jardín marternal le dicen eso, retoma la madre, que insiste en vano para que Sarah le hable a Francoise. ¡No quería venir! Y en la escuela no
hace nada! Sarah SEGPA, no me gusta esa palabra.
El teléfono celular de su madre suena y esta atiende. Francoise muy calma y agradable le propone atenderlo en la sala de espera mientras ella
conversa con su hija. Invita a Sarah a contarle qué es lo que no marcha para ella. Silencio… no sé… no sé nada…
Los varones me tratan de cabeza de zanahoria, por eso pego. “Cabeza de zanahoria” ¿Un insulto? La analista se sorprende . “Cabeza de
zanahoria”, título de una obra. Sarah la mira y nombra dos adolescentes de su clase, un varón y unachica, ambos teñidos de rojo. ¡Somos 3! -Si
la analista marca un corte, que habilitará a Sarah- de la vergüenza a una apertura de nuevas significaciones, del lugar de objeto a lo que puede
sentirse orgullosa.