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PSICOLOGÍA CLÍNICA DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA II

UNIDAD 1: Clínica de la pregunta: Neurosis. Angustia y síntomas actuales en niños y adolescentes.


Lógica del ser: narcisismo.
Lógica del tener: El niño para que se constituya en sujeto, necesita del Otro (la madre). De acuerdo a ese lazo, hay
algo que perder que es el goce.
¿Qué es la neurosis?
Se sostiene que la clínica de la neurosis tiene forma de pregunta (la angustia nos lleva a plantearla), ya que quién
consulta se pregunta acerca de sí mismo, y esto apela al yo.
Freud propone que la clínica psicoanalítica tiene en su centro al síntoma, que es una posición subjetiva que conduce a
una satisfacción.
Posiciones del sujeto
Al estar el sujeto en falta divido por el lenguaje, el deseo se presenta en un saber enigmático.
 Neurosis histérica: posición subjetiva donde el deseo es insatisfecho.
 Neurosis obsesiva: posición subjetiva donde el deseo es imposible.
 Neurosis fóbica: posición subjetiva donde el deseo es prevenido.
Estructuras clínicas
Histeria y obsesión
¿Cómo se presenta la neurosis histérica?
Tiene una relación especifica con el Amo (castrado). Se dirige al Otro en función de una elaboración de saber, ya que
prefiere saber sobre el deseo, que una realización del mismo.
La estructura histérica interroga el enigma de la femineidad a través de un deseo masculino (fálico). Ejemplo: Conoce
los horarios de su pareja, le avisa, quiere saber. Se queja de ese lugar “no soy tu madre”, posición histérica que la
enlaza con su pareja.
Las formaciones del inconsciente: el síntoma.
Los síntomas típicos de la histeria tienen que ver con la conversión, como pueden ser: asco, afonía y tos (Caso Dora)
modo de servirse de la función del padre. Además, hay una fijación de la pulsión oral.
Caso Dora
Dora era una joven de 18 años que presenta síntomas neuróticos histéricos y acude a Freud en compañía de su padre
para la cura de estos síntomas.
La familia de Dora estaba compuesta por su padre, quien era el objeto de todo su amor y admiración al menos hasta
los 16 años, su hermano mayor a quién admiraba mucho y era su modelo a seguir hasta que se haga una ruptura en la
relación y su madre, quién según Freud sufre de una psicosis de ama de casa, es decir, está tan preocupada por limpiar
y ordenar todo una y mil veces que dificulta el uso cotidiano de las cosas del hogar. En su casa se habían formado dos
bandos, uno compuesto por ella y su padre y otro por su hermano y su madre, esto hace que se quiebre la relación
entre Dora y su hermano.
El apego hacia su padre siempre había sido intenso desde pequeña, sin embargo, se acentuó cuando el padre cayó
enfermo por algunos meses. En esos meses Dora no quería separarse de su padre, con su madre no tenía una buena
relación, ella era una mujer que Freud define como poco inteligente y sin cultura.
En la infancia, ante de los 8 años, Dora había presentado algunos síntomas histéricos (neuróticos hasta ese momento
en la teoría freudiana) presentaba constantes ataques de tos, algunos de los cuales se agravaban, cursando con fiebres y
afonías totales. Estos ataques duran semanas hasta incluso meses, parecían acrecentarse cuando Dora tenía contacto
con alguna situación de difícil elaboración psíquica, por ejemplo, cuando murió su tía tuvo un ataque grave de tos que
duró meses y la dejó completamente sin voz.

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A los 16 años Dora realiza un pasaje al acto escribiendo una carta suicida a sus padres, nunca llega a dárselas ya que
sus padres le encuentran antes, entonces con mucha preocupación acuden a Freud para que éste la encauce en el
camino correcto. Es entonces cuando ella comienza a desentrañar los motivos de su angustia, relata que cuando tenía
14 años fue con sus padres a un lugar que fue denominada como B. Cuando estaban en B sus padres se hicieron
amigos de un matrimonio el señor y la señora K, desde entonces comenzaron a compartir mucho tiempo con ellos. En
este tiempo, el padre de Dora cae enfermo y es la señora K quien se encarga de sus cuidados pese a las sospechas de
que entre ellos comenzará un romance el padre de Dora afirma que son solo buenos amigos. En ese mismo tiempo el
señor K muestra un especial interés por Dora aprovechando cualquier ocasión para hacerle regalos injustificados y
pasar tiempo con ella.
En una ocasión por la misma época el padre de Dora y Dora viajan al lugar L que es una cabaña que el señor y la
señora K tienen en los Alpes Suizos. En esa oportunidad su padre estaría unos pocos días, pero dora se quedaría allí
algunas semanas, cuando llega el momento de la partida del padre Dora le suplica volver con él, no da razones para
ello, sin embargo, su padre accede y vuelven juntos a casa. Al regresar, Dora le cuenta a su madre para que esta le
contara a su padre que había querido volver debido a que hacía unos días en una caminata por la montaña el señor K le
había hecho una propuesta amorosa, esto generó tal impresión en la niña que no quiso quedarse más en ese lugar con
ellos. El padre de Dora increpó al señor K, pero este desmintió el hecho indicando qua Dora tenía una especial interés
por lo sexual y solo leía libros con esos tópicos.
Los síntomas que presenta doras son: una profunda sensación de asco, que luego se traduciría en asco hacia la comida,
un miedo a las fobias frente a situaciones de pareja por lo cual evitaba pasar cerca de una persona que estuviera en
alguna situación amorosa, una alucinación corporal de presión en el pecho y pensamientos hiper intensos que no
lograba detener.
Freud sospechó que hay algo más, otro suceso que se ha significado como trauma psíquico, frente a lo cual Dora ha
desarrollado por obra del desplazamiento, los síntomas, indaga respecto y logra saber, que en cierta ocasión el señor K
había invitado a Dora y a la señora K a su tienda, la cual se encontraba en la plaza central de B para ver un desfile qué
pasaría por allí. Cuando Dora llego, se dio cuenta que el señor K se las había ingeniado para que la señora K no
estuviera presente y él pudiera quedarse solo con Dora. Le pide que lo espere en una puerta mientras él cierra las
cortinas de su tienda, luego de esto en vez de pasar por otra puerta abierta el señor K toma a Dora en sus brazos, la
presiona contra su cuerpo y le da un beso en los labios. Dora huye de la situación corriendo con una profunda
sensación de displacer.
Freud ofrece entonces explicaciones respecto de la situación y la formación de compromiso en los síntomas clínicos
que presenta Dora, el asco hacia la comida proviene del asco hacia la situación y la acción del beso lo cual se relaciona
directamente con la pulsión oral de la alimentación, la fobia hacia las parejas proviene de la impresión que ha dejado
la situación del beso y la alucinación sensorial de presión en el pecho proviene quizás de haber sentido en su pecho el
miembro erecto del señor K en la situación mencionada.
 Dora: lugar de la falta.
 Sr. K: lugar del objeto o signo de su deseo por la Sra. K.
 Sra. K: el lugar del Otro algo tiene.
Ida Bauer (1882-1945)
La desazón y la alteración de carácter, no estaba satisfecha consigo misma ni con los suyos. Enfrentaba hostilmente a
su padre y no entendía a su madre. Evitaba el trato social.
Un día sus padres se horrorizan al hallar sobre el escritorio de ella o en uno de sus cajones una carta en la que se
despedía de ellos porque ya no podía soportar más la vida. Luego de un cambio de palabras entre padre e hija ella
sufre un primer ataque de pérdida de conocimiento, amnesia que determina a pesar de su renuencia la consulta de
tratamiento a Freud.
¿Cómo se presenta el obsesivo clínicamente?
El obsesivo se queda con sus cuestionamientos, por eso es muy difícil trabajar con ellos. La pregunta de este es por la
inconsistencia, por la vida y por la muerte.
Su deseo es imposible, ya que es alguien que nos habla de toda clase de impedimentos, inhibiciones, obstáculos,
temores dudas y prohibiciones y presenta un erotismo temprano.
Síntoma: amor, deseo, goce

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El núcleo de la neurosis obsesiva es la ambivalencia, que se trata de gestos generosos que luego resuelve con
acciones de tinte agresivo (idealización y degradación). El obsesivo hace del Gran Otro el sostén del deseo, al cual
siempre le está pidiendo permiso, así restituye al Otro del que reniega.
Hay una relación permanente con la culpa y la incidencia del superyó, por lo que si le hacen alguna observación se
transforma en muerte.
La relación con el tiempo y la angustia es la procrastinación, que es dejar para mañana, anteponiendo los proyectos
de los otros.
Los fenómenos habituales en el obsesivo son los sentimientos de despersonalización, estar donde nunca pasa nada o
la inadecuación con el tiempo y el lugar.
Hay una relación sintomática ante el deseo, que consiste en hacerlo imposible, apareciendo la idea obsesiva que pone
en tela de juicio el acto.
La duda
La compulsión del obsesivo es la duda, ya que no se trata del “no saber” sino de elegir dudar, síntoma de la
irresolución intrínseca del obsesivo, impedirse. El obsesivo se resiste con sus actitudes retentivas, a entregar el goce de
su síntoma, por eso hay una incidencia del objeto anal.
En la relación transferencial el analista posibilitará restituir un acto de habla antes que un objeto de deseo. En su temor
se enuncia como sujeto del deseo dividido entre pulsión y defensa.
Presentación de un caso
Era docente universitario y podía pasar horas y horas preparando las clases, por lo cual “descuidaba” otros aspectos
“importantes” de su vida. Además, el esfuerzo en su trabajo no estaba relacionado con un proyecto concreto, sino que
encubría el temor que tenía a las intervenciones de los alumnos.
En sus inmensos ratos de estudio calculaba preguntas posibles y anticipadas respuestas que lo tranquilizaban de
antemano. En absoluto podía disfrutar de la tarea de enseñar, oficio que describía como “vivir en una burbuja” que se
rompía cada vez que le tocaba ir a dar su clase. (Lutereau, L., 2014, 76).
Lacan en el Seminario 8 “La transferencia”, expresa: “En el fondo de la experiencia del obsesivo hay siempre lo que
yo llamaría cierto temor a deshincharse, respecto de la inflación fálica”. (Lacan, J. 1960-61, 293).
Ejemplo del discurso de un obsesivo (adolescente de 19 años)
“Hago cosas para que el otro esté bien, quiero quedar bien. Soy perfeccionista”. “No confío en nadie, ni en mí mismo”
“Le veo todo mal a todo”
“Mi padre… es excesivo dando, nos da extensión de tarjeta y después paga él. Es muy exigente. Para mí era
defraudarlo si no rendía bien”. “Me paralizo” “Me deprimo, tengo paranoia, pienso días y días en lo mismo” “Por todo
me fastidio, cuando me desato me vuelvo loco, me rompo la mano contra la pared” “Para mí no hay margen de error”.
“No hago nada en la casa, se excede en bondad mi mamá, somos cinco, vive para la familia”.
“Siempre encuentro un problema” “No puedo hacer nada que le haga mal a otro, me siento re culpable” “Me hago el
bocho, me tiro abajo, soy un parásito en mi casa, no tengo nada mío” “Me fastidia mi papá, porque soy el vivo reflejo
de él. Él es perfecto”
Extracción del objeto a

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Neurosis infantil: Daniel y el artificio de la fobia (Testimonios Clínicos de Marta Gerez Ambertín. Imperativos del
superyó)
Historia que envuelve al niño: Pesadillas.
Daniel es traído hacia el final de sus 4 años por sus jóvenes padres. El motivo de consulta es su preocupación por los
terrores nocturnos de Daniel acompañados de llanto espasmódico, hiperkinesia y una tendencia a romper y tirar todo,
cuando no a romperse él mismo.
A los dos años de Daniel hubo un problema que no se reveló al niño: una pérdida de un bebé de siete meses que
nación ahogado con el cordón umbilical, la madre se reprochaba y explicaba que eso la apegó demasiado al niño de
quien tenía serios obstáculos para “despegarse y andaba siempre corriendo por detrás.” Los padres culpabilizados
preguntan si este accidente pudo influir en el violento cambio subjetivo.
La llegada de Daniel al consultorio (transferencia) estaba caracterizada por corridas, hiperkinesia desmesurada. Correr
tras el niño provocaría los mismos efectos angustiantes que provocaba el apego de su madre.
Un lorito que habitaba en el patio de un vecino que gritaba del otro lado de la tapia, provocó su inusitado interés. Tras
decir que el lorito pretendía hablar con él, traza en el patio un círculo que delimitaba “el espacio para conversar”.
Hubo entradas y salidas interminables de este círculo, y sostuvo la negativa a salir de él mientras durara su tiempo de
sesión que al principio fue variable.
Corría y llevaba cosas: un gato, un osito de felpa, una pelota, sillitas, papeles, lápices de colores, tizas y plastilinas. Al
principio hablaba como lorito hasta que propuso armar en el espacio delimitado una casita a la que rodeó con sillas
para que nadie entrara o saliera.
En ese perímetro rompió todo lo que pudo, interroga “si allí también entrarían” o “si él podía caerse fuera del círculo”.
Temor a que pudieran entrar los “mostroo” (monstruos) que saltaban hacia él en las noches. Relato de una pesadilla
que lo atormentaba (asedio del superyó)
El lugar del “mostroo” que asustaba (niño analista) luego un osito y quienes se asustaban era él y un gatito de felpa
que huían del oso malo (juego de sustitución mínima a su pesadilla).
El juego y sus modificaciones implica una metonimia y la instalación de una metáfora que ponía, en una mínima serie
sustitutiva, que engaña a la pulsión y que lo calmó.
Un dibujo una despedida
Se da una interrupción de las entrevistas, que podía volver cuando le pareciera necesario, para conversar. Se despide
del analista y del lorito del vecino, de quien deja un dibujo muy colorido al que llamó “El picazo” aludiendo al gran
pico del animalito que tanto le atraía la atención.
Daniel retorna 15 meses después. Pide venir porque, aunque su concurrencia al Jardín de Infantes se desarrolla
normalmente, de golpe se instaló en él el miedo a permanecer en el Jardín o a ser expulsado de él. Sus padres están a
la espera de un bebé que nacerá en poco tiempo más. Pidió: “a sus papis que lo traigan porque algo cambió en él.
Ahora soy un chico malo con mi mami… y un poco malo con mi papi.”
De los temores nocturnos, hiperkinesia y golpes, a la construcción de su fobia al Jardín de Infantes, se da un cambio
de posición subjetiva.
En qué consiste ser malo: “le tiro con cosas, la amenazo, le saco la lengua, le digo que me voy a vivir en otra ciudad
con mi padre y cuando ya no tenga miedo volveré y estaré bien con mami y con él”. Miedo a permanecer en el Jardín,
al que liga a su preocupación “ser tan malo con su mamá.”
Miedo al Jardín de Infantes
¿Será que va a nacer? Lo vas a querer más a él que a mí. -Eso no se pregunta, a los chicos que preguntan eso viene un
viejito con bolsas que se lleva a los chicos malos.
“Será que ella me hace cosas, me hace entrar agua en los oídos y en la boca cuando me baña, entonces lloro y le digo
que no voy a comer, y así soy un chico malo”.
Miedo a las agujas

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Algo más: “mami necesita ahora mucha ayuda del papi porque no está bien” “el hermanito que está por venir y su
mamá… se internarán pronto en la clínica para que venga el hermanito…” “en la clínica te ponen vacunas, mi mamá
me dice que me pondrán vacunas en la clínica, yo le tengo miedo a las agujas porque son grandes, pero si mi mamá se
va… él me ayudará a que no tenga miedo como en la pileta cuando voy a nadar con mi papá no tengo miedo.
Las iniciales angustias de devoración materna; son resignificadas por la angustia de castración.
“Bueno no tengo tanto miedo. Mi mamá se pone como loca cuando se enoja, me agarra de los brazos y esas cosas y
está así porque que va a nacer mi hermanito.”
En la primera etapa la pregunta por el DM no encontraba anclaje ni significación, su madre desea su desaparición
como la del bebé “un buen día desapareció y el monstruo lo ahogó”, no era la ausencia de la madre lo que lo
angustiaba sino su exceso de presencia. (podría chuparlo, aspirarlo o devorarlo) Ahora se interroga ¿Qué desea su
madre, cuando desea otra cosa de él?
Angustia de castración
La angustia de castración se sitúa en el niño, en una dimensión fálica. “Los fantasmas de devoración materna (son
una) consecuencia lógica y cronológica del fantasma de castración-flagelación paternal” Braunstein, 1994, p. 162
Se procura un padre real, ese que Lacan resalta en la operación simbólica de la castración: alguien de quien tener
miedo.
Pasaje de una aprehensión imaginaria fálica de la relación a la madre, a una percepción castrada, al conjunto de la
pareja parental, busca como agente de la castración al padre privador: que transfiere al Conserje de la escuela, viejo de
la bolsa que se lleva a los niños que preguntan. Viraje de la castración materna a la propia y a la amenaza de
castración paterna.
Objeto fobígeno: del Jardín de Infantes al Portero.
“Miedo a entrar al Jardín de Infantes, por temor a no poder salir.” Se trata de ligar ese Significante con otros para
hacerlo girar, circular. Daniel logra resolver tras el artificio de la fobia, padre- portero del Jardín, esquivar el conflicto
ambivalente con su padre y logra permutar “un peligro pulsional interior por un peligro de percepción exterior “.
Freud, 1925
La angustia en Freud es un afecto, relacionada con lo traumático, que cuida al sujeto de un mal exterior. El neurótico
sufre de angustia, sobre todo por la pregunta de ¿Qué quiere el otro de mí?
Los sueños, los lapsus, etc, posibilitan enlazar algo del inconsciente que puede ser traumático.
El objeto fóbico tiene un valor simbólico, en el perverso el objeto es un fetiche fijo y de carácter sexual, en este caso
no hay desplazamiento.
CLINICA DEL NIÑO CLINICA DEL ADULTO
La angustia desbordada es la que encamina a los padres En las primeras entrevistas se puede encontrar el
o entorno familiar a buscar un saber. desborde de angustia. También puede hacer obstáculo la
inhibición. Entrada con la formación del síntoma.
“Las enigmáticas fobias de la primera infancia merecen
ser citadas, algunas de ellas: soledad, oscuridad,
personas extrañas. Tales fobias se fijan hasta una época
posterior, se ha puesto en conexión con exigencias
libidinales” (Freud, 1925,157)

Clínica de la angustia
Tanto para Freud como para Lacan, la angustia es ante algo, porque tiene un vínculo con la expectativa, que, en el
caso de la neurosis, estaría relacionada a conocer sobre el deseo del otro (qué quiere el otro de mí)
Los sufrimientos modernos de los adolescentes – Philippe Lacadée
En el marco del siglo XXI el orden simbólico deja a los sujetos adolescentes cada vez más atrapados en lo real de su
propio goce, lo que produce una nueva subjetividad que los puede llevar a una voluntad de gozar a cualquier precio, y
conducirlos a lo peor. Entonces: ¿Por qué seguir hablando? ¿De qué sirve hablar?
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Estas son dos preguntas que escuchamos frecuentemente y a las cuales podemos responder precisamente por el hecho
de hablar, el sujeto puede llegar a encontrar una salida a su destino.
El declive de la función paterna: Para Lacan este declive inaugura la crisis psicológica de la subjetividad. En esta
transformación de la estructura familiar, el adolescente se siente solo, desamparado y tentado de replegarse en un
modo de goce que le otorgue un lugar para existir. La adolescencia es un período sensible donde existe el riesgo de
bascular hacia lo peor.
En la actualidad este declive de la función paterna que humaniza se evidencia en la crisis del lazo social sostenido por
el orden simbólico.
Algunos jóvenes no respetan la autoridad de la función paterna ni su saber, lo cual los empuja a decir todo lo que
piensan al rechazar el saber ofrecido por la palabra del otro. Ya no se hace la apuesta sobre el Otro como soporte de un
ideal. Al sentirse sin destino ni destinatario, eligen articularse con el objeto plus de goce, o con una práctica de goce a
menudo adictiva, que no pasa por la palabra.
Hablando, el sujeto puede trenzar de otra manera las casualidades, los azares de su vida y con ellos construir su propio
destino. En palabras de Lacan: “Creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, más
específicamente nuestra familia, que nos habla”.
Inseguridades, palabreras: insultos, provocación

CASO KARIM -Hablando se puede decir una parte del nombre de su síntoma-

Se tratará de lo que dirá Karim, un joven rapero de las afueras de la ciudad, que vino a verme después de un coloquio en un laboratorio del
CIEN creado en su barrio, denominado “lenguaje y civilización”. Este joven demanda la ayuda de un psicoanalista para poder vivir mejor con
su vergüenza.

En un primer momento la puesta en marcha de un lugar de conversación y de enunciación le ofreció la oportunidad de vivir en acto el hecho de
poder hablar … gracias a la conversación pudo nombrar una parte del nombre de su síntoma y más tarde hacer una demanda de análisis.

Este lugar de conversación se convierte en el lugar donde elaborar con otros de otra manera su plus de goce a condición de haber consentido
separarse del goce de ser un adolescente en un callejón sin salida.

En una sesión, Karim dice: Otra cosa cuando un chico ve todos los días por la mañana que su padre no va al trabajo, eso machaca la cabeza del
chico. Algunos nunca vieron a su padre trabajar, cuando hace quince años que está desocupado… tienen vergüenza. Además, el padre se dice a
sí mismo “no traigo el pan a casa, no soy un hombre”. Y está ahí, apestando a fracaso. ¿Crees que el chico no lo sabe? Él también es humillado,
por medio de otra persona.

Es a partir de la vergüenza que el psicoanalista puede ofrecerse como un sostén al tomar como apoyo lo que hace síntoma para él. Karim da su
versión moderna de la dimisión del padre.

El hijo tiene acceso directo a un padre que no sostiene la función paterna, que se ha convertido en una persona anónima, sin nombre.

La humillación del padre hace que el sujeto se sienta privado de la deuda simbólica correspondiente a la función del padre. El hijo vive su ser
humillado “dejado plantado” en la sociedad moderna.

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CASO SARA -Y los insultos-

El insulto o la provocación lenguajera constituyen modos de surgimiento en lo real de ese instante presente en el que el sujeto es uno con ese
objeto pulsional que lo invade, o con ese significante solo que toma la delantera. ¿Cómo escuchar al sujeto allí?

Sara de 12 años es una pequeña niña con aspecto de marimacho. Su madre “la trae a la fuerza , al menos la primera vez”, dice ella. En sus
encuentros con la analista Francois quien la recibe en las tres entrevistas de admisión, Sarah permanece silenciosa, con la cabeza gacha,
escondiendo su rostro detrás de sus cabellos rojos. Su madre explica que en la escuela, como alumna de 6° SEGPA (en francés, “sección de
enseñanza general y profesional adaptada” destinada a alumnos con dificultades de aprendizaje), Sarah rechaza trabajar y se pelea. “Incluso
esta mañana”.

Fancoise le pregunta a Sarah qué la condujo a pelearse esa mañana. Su madre responde, con todo de evidencia: “¿Usted vio su cabello?”

Francoise hace semblante de no comprender, Sarah dice muy rápido, siempre esondida, “me insulta, me tratan de cabeza de zanahoria”. Desde
jardín marternal le dicen eso, retoma la madre, que insiste en vano para que Sarah le hable a Francoise. ¡No quería venir! Y en la escuela no
hace nada! Sarah SEGPA, no me gusta esa palabra.

El teléfono celular de su madre suena y esta atiende. Francoise muy calma y agradable le propone atenderlo en la sala de espera mientras ella
conversa con su hija. Invita a Sarah a contarle qué es lo que no marcha para ella. Silencio… no sé… no sé nada…

Los varones me tratan de cabeza de zanahoria, por eso pego. “Cabeza de zanahoria” ¿Un insulto? La analista se sorprende . “Cabeza de
zanahoria”, título de una obra. Sarah la mira y nombra dos adolescentes de su clase, un varón y unachica, ambos teñidos de rojo. ¡Somos 3! -Si
la analista marca un corte, que habilitará a Sarah- de la vergüenza a una apertura de nuevas significaciones, del lugar de objeto a lo que puede
sentirse orgullosa.

Síntomas de los niños en tiempo de pandemia


Los más pequeños también se angustian talvez de una manera más particular o circular. Preguntas guías: ¿Qué
respuestas dar ante las preguntas de los más pequeños? ¿Cuáles son sus diferentes formas de representar la
discontinuidad/continuidad de sus relaciones con los otros significativos de su vida?
Debemos tener en cuenta las distintas formas que cada padre, madre e hijo tiene para transitar la angustia al preguntar
o responder a lo incierto o desconocido que trae el aislamiento social en los tiempos de pandemia.
Dimensión temporal y espacial. La relación con el semejante: Lo que irrumpe e interrumpe provoca una
discontinuidad de las relaciones sociales, deja a su vez en la continuidad de lo cotidiano dentro de casa. Lo importante
es no romper la trama de los lazos sociales y de filiación, ya que si se agujerea esta trama puede inscribirse como
traumático (encontrar la forma de escuchar a ese niño para que interrumpa su subjetivación).
Presencia de un real: silencio y angustia
Algunos padres ante las preguntas de sus hijos/as se angustian quedan sin respuestas y los pequeños sienten este
malestar. Lo que convoca para cada madre y padre es diferente a los que convoca para el niño. Lo que deja sin
palabras, lo que nos enmudece ante lo real, ese sin sentido, solo lo podemos rodear dibujando un borde, pero no lo
podemos eliminar.
Casos:
 Sofía de 6 años
Le pregunta a su mamá al verla prepararse para salir a la calle de un modo diferente al acostumbrado. ¿Cuándo se
termina esto mamá? ¡No salgas te vas a enfermar! La mamá le contesta: Ya vuelvo. Voy a comprar alimentos. Sofía le
dice ¡Volvé rápido! Cuando su mamá regresa Sofía le pregunta: esta noche ¿Puedo dormir en la cama con vos?
 Juan de 3 años
Ante el uso del barbijo cuando hay que salir a la calle. Le pregunta a su mamá: ¿Qué pasa mamá? Con angustia en la
voz, le repone: Hay un “bichito” afuera que no se ve, que se llama corona virus del que tenemos que cuidarnos, porque
nos puede enfermar con tos y fiebre.
 Candela de 5 años
Les pregunta a sus papás: ¿Cuándo voy a volver a ver a mis compañeros de la Salita? Los extraño. El padre le
responde: ¿Podes hacer una llamada con video, te presto mi celular? Bueno así puedo jugar con ellos.
 Emi de 8 años
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En la mesa preparada para el trabajo escolar, cuando está haciendo las tareas que la seño le había enviado vía
WhatsApp para la semana, mira a su Mamá y pregunta: ¿Por qué me enseñas vos, si sos mi mamá? Emi no quiere
hacer las tareas, quiere ir a jugar. Las tareas las hago más tarde. No quiero hacer las tareas ahora.
 Thiago de 2 años
Está en casa con su mamá, su papá no convive con él y su madre. Al llamarlo el papá con una video llamada: ¡¡¡Hola
Thiago!!! Thiago se esconde, llora y no quiere hablarle. Los padres quedan en silencio sin saber qué hacer o decir.
Cuando Thiago no desea hablar con su papá por video llamada no se trata de que no lo quiera o no lo extrañe, se hace
presente en él la diferencia entre el abrazo de su papá y la imagen de su papá, eso lo angustia se esconde y llora.
Mientras que Candela acepta muy contenta mirar a sus compañeros de sala por video llamada para jugar. O cuando
Juan pregunta ¿Qué está pasando? Al ver a su mamá colocarse un barbijo para salir.
En ocasiones son los niños los que le recuerdan al adulto, no salgas abuela/o te vas a enfermar no te olvides el barbijo.
Sofía, en sus preguntas expresa miedo y temor ¿Cuándo se termina esto mamá? Como en los cuentos espera un final y
le pide dormir en la cama con ella. Mientras que Emi desea que le enseñe su seño y no su mamá.
Tiempos para representar lo doloroso para cada niño/a
Hay diferentes formas y tiempos en que cada pequeño representa y elabora lo doloroso para él. Pueden expresarse con
síntomas; regresiones de hábitos, por ejemplo, en el control esfinteriano, aumento de los berrinches sin motivo, fobias,
o temores a salir del hogar. Además, puede detenerse la circulación del deseo y precipitar excesos en la alimentación,
en los juegos tecnológicos también desordenar los ritmos del sueño, hábitos del aprendizaje escolar, entre otros.
¿Cómo acompañar sin que se detengan los tiempos de subjetivación? ¿Qué lugar para los padres?
Es necesario, entonces, escuchar los modos de elaboración y representación de cada niño/a durante este aislamiento
social y respetar sus tiempos lógicos como sujeto de constitución, para no quedar atrapados en las propias fantasías o
en forma defensiva como la negación, lo que implica un lenguaje de acompañamiento.
Posiciones del sujeto ante la falta: Histeria, Neurosis Obsesiva y Fobia.
Estructura
Para hablar de las posiciones ante la falta primero debemos hablar de estructura. La estructura es fundamentalmente
un concepto simbólico. No responde a la idea de totalidad como en la teoría gestáltica, sino que nos habla de un
conjunto de elementos articulados entre sí. La estructura nunca está completa, conlleva o entraña el lugar como tal de
una falta o ausencia.
¿Cuál es la falta central en psicoanálisis? La castración. En la obra freudiana todas las estructuras psicopatológicas se
sitúan en relación a la castración. Lo que la castración organiza fundamentalmente, es el deseo del sujeto, es decir, su
posición como deseante y como ha procesado el complejo de castración.
En Lacan encontramos que esa castración se simboliza en la metáfora paterna, que es el resultado de los tres tiempos
en que opera el complejo de Edipo. En la metáfora paterna el significante del nombre del padre viene a sustituir el
deseo de la madre. Ese deseo de la madre es el falo imaginario, el cual encontrará a otro como quien pone límites a ese
deseo y como quien da o priva ese falo. Ese otro es el padre (simbólico).
Histeria
La histeria se presenta primero en Freud, como quien sufre de reminiscencia, quien sufre de sus recuerdos, los cuales
no ha podido elaborar catastróficamente. Esto lo lleva a Freud a plantear la existencia de un acontecimiento al cual le
llama “escena traumática”. Esto no significa que el hecho realmente haya sido traumático (en términos
psicopatológicos como en los trastornos por estrés post traumático) sino en que los hechos se hayan significado como
traumas. Esto es, que hay un aspecto que es censurado o rechazado de la escena traumática, donde se reprimen los
deseos que en ella se despertaron.
El síntoma es entonces una formación de compromiso, ligado por un lado a la censura (instancia represora primera) y
por otro a la escena verdadera, donde se pone en juego lo sexual y que representa al elemento prohibido.
Como en las otras estructuras, en esta también el complejo de castración cumple un papel fundamental: El problema
está dado por la castración y la no castración. Para resolver ese complejo Freud dice que la histeria buscará formas de
equiparación de ese falo. Las dos vías de equiparación son: el falo se equiparará a un hijo, o bien, el falo se equipará al
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cuerpo femenino. Entonces, el hecho de tener un hijo puede “subsanar” esa castración, así como lo hace la belleza del
cuerpo femenino y el cuestionarse acerca de la mujer.
La histeria (o el histérico) se dedica a sostener al padre, esa es su misión, para ello se ofrece a sí misma como castrada,
como la que “no puede”. Esto lo hace para mantener la imagen del Otro completo (no castrado), aunque en el fondo
sabe que por eso es impotente. La histeria es entonces la identificación con un padre impotente, cuyo deseo esta
insatisfecho. Ese padre siempre quiere más, siempre pide más, por eso carece de algo. Sin embargo, la histérica evita
ver al padre como castrado, entonces ella toma su lugar y acepta su propia castración. Luego encontrará vías de
equiparación para conseguir ese falo que no tiene, un hijo o la belleza femenina. En la clínica de la pregunta, la
pregunta a la histérica es la pregunta sobre la mujer.
Neurosis obsesiva
En la neurosis obsesiva el problema retrotrae a la etapa sádico anal, donde se juega en forma disfrazada el conflicto
fálico. Su agresividad acentuada, no es más que una forma de representar, a través de la agresividad, la pelea por quien
posee el falo. De ahí que el obsesivo siempre crea clima de rivalidad, de competencia o disputa. También de ahí
vienen las proezas que el obsesivo imagina realizar (o la fantasea).
En la metáfora paterna es el deseo de Otro (significante nombre del padre) lo que viene a organizar el propio deseo
(pone un límite al deseo de la madre y por ende pone un límite, una ley, al deseo del hijo).
Lo que el neurótico evita por excelencia es descubrir que ese Otro también este castrado. El sueño del neurótico es
mantener al Otro completo. Al igual que la histérica el obsesivo quiere que el padre escape de la castración, sin
embargo, lo hace de un modo distinto. Se identifica con la imagen de un padre muerto, un padre que no tiene deseos.
De esta manera el padre logra escapar de la catástrofe y de su consecuente deseo ante la falta, ya que quien está
muerto no desea.
El problema en el obsesivo es como hacer que un padre sea el dueño de sí mismo, que sea absolutamente amo de sí.
La forma que tiene el obsesivo para asegurarse que ese padre existe y que no le hace falta estar vivo, es obedeciendo
todas sus órdenes. Él quiere obedecer todas sus órdenes para que el Otro no tenga deseo. Le aterra descubrir al Otro
como alguien que desea, por eso cumple todo. No tiene deseo propio.
En la clínica de la pregunta, la pregunta del obsesivo es por la existencia, él está obsesionado con el sentido de la
misma, con el problema de la muerte y el sentido de la vida.
Fobia
Para Lacan la fobia es una estructura de viraje, es decir, algo que se puede producir al inicio de cualquier estructura.
En la fobia el deseo es un deseo prevenido, la prevención surge frente a la mínima señal de deseo del Otro.
Frente a la percepción del deseo del Otro el fóbico utiliza algo que le da miedo (objeto fobígeno) y esto le permite no
angustiarse frente al deseo, ese “algo” que le da miedo Freud lo llama el “objeto fobígeno”. Para Lacan este objeto
fobígeno es un significante comodín, es decir, sirve para todo. Cumple diversos papeles y opera allí donde algo
fracasó, donde no se terminó de instalar el significado del nombre del padre. La fobia es específicamente el miedo que
surge ante un significante y que se produce por el desplazamiento y su reinvestidura en un significante comodín
(objeto fobígeno).
El fóbico esta identificado al padre “antes de caer”, es decir, a un padre potente, castrado, que desea. La fobia es una
respuesta ante la falta del otro.

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