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EXPLOTACIÓN INFANTIL

La explotación infantil es la utilización de niños, niñas y adolescentes por parte de


personas adultas, para fines económicos, en actividades que afectan su desarrollo
personal, emocional y el disfrute de sus derechos, siendo éstos el grupo más
vulnerable y susceptible de violaciones a su integridad, por la posición de
indefensa e inocencia en la que se encuentran dentro de la sociedad.

La Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Guatemala, reconoce
los Derechos Humanos de los niños y las niñas, definidos como “todo ser humano
menor de dieciocho años de edad”. Ésta Convención establece que los Estados
Partes, deben asegurar que todos los niños y niñas, sin ningún tipo de
discriminación, se beneficien de una serie de medidas especiales de protección y
asistencia; con el objeto que se desarrollen en las mejores condiciones de vida y
se respeten y garanticen sus derechos fundamentales.

La Constitución Política de la República de Guatemala, establece derechos que


buscan proteger a los niños, niñas y adolescentes, por ejemplo:

a. Proteger la vida humana desde su concepción, así como la integridad y la


seguridad de las personas.
b. El goce de la salud, como fuente integral del desarrollo humano, ya que al
protegerlos de enfermedades, podrán llegar a la vida adulta gozando de
buena salud y así contribuir al desarrollo de la sociedad.
c. La obligación del Estado de proporcionar y facilitar la educación a sus
habitantes sin discriminación alguna. La importancia de la educación en la
infancia radica en que la misma sienta las bases para el desarrollo futuro de
la persona.
d. Garantizar la igualdad en dignidad y derechos, ya que todos deben gozar
de las mismas oportunidades y no deben ser discriminados por razón de
raza, religión, nacionalidad, entre otros.
e. Tienen derecho a ser protegidos contra la explotación económica, esto
incluye dos aspectos muy importantes: 1. los menores de 14 años no
podrán ser ocupados en ninguna clase de trabajo. 2. es prohibido ocupar a
menor en trabajos incompatibles con su capacidad física o que pongan en
peligro su formación moral.

Por lo tanto, toda persona menor de 18 años que desempeñe una actividad laboral
que afecte su desarrollo, que sean sometidos a tareas riesgosas o que sean
obligados a realizar actividades ilegales, son víctimas de la explotación infantil. El
trabajo y la explotación infantil son evidentes manifestaciones de las constantes
violaciones a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, a pesar de las
prohibiciones establecidas en los instrumentos legales creados para la protección
y defensa de este sector poblacional.

Lamentablemente, la pobreza, pobreza extrema, la marginación social y la


orfandad, son situaciones que comúnmente aprovechan las personas adultas y
redes organizadas de explotación infantil. En algunas familias, mayormente en las
rurales, en donde se concentra la pobreza, la niñez se constituye en fuerza de
trabajo necesaria, justificando de esta forma la cantidad de hijos e hijas que
procrean y por tanto, el trabajo infantil forma parte de su vida cotidiana.

El trabajo infantil priva a las niñas y niños el derecho a la salud, la educación y el


pleno desarrollo. Se obliga al menor a trabajar a una edad muy temprana, en
jornadas excesivas, en condiciones de estrés, en ambientes inapropiados, con
exceso de responsabilidad, minando su dignidad y su autoestima, dificultando su
pleno desarrollo social y psicológico, convirtiendo a los niños en víctimas
propiciatorias para la explotación, la humillación y el maltrato.

En la explotación infantil también hay roles de género. El servicio doméstico se


adjudica a las niñas, especialmente de zonas rurales y pobres, cuyos padres las
envían a trabajar a la ciudad para que puedan aportar económicamente al hogar;
mientras que es más común observar en las calles a los niños lustradores de
zapatos o a los niños que limpian los vidrios de los carros en los semáforos.
También podemos observar a niños y niñas trabajando como vendedores
ambulantes, participantes de un sector informal de la economía y en el peor de los
casos, aquellos que son obligados a trabajar en actividades ilícitas como la
prostitución y la producción o venta de drogas o estupefacientes. Los niños de la
calle son especialmente vulnerables a las peores formas de trabajo infantil.

La demanda de mano de obra barata es otro factor causal en la generación del


trabajo infantil, ya que, al ser menores de edad, la paga también es menor o nula.
Las garantías mínimas laborales son ignoradas y violentadas, en la mayoría de los
casos, debido a la deficiencia de los mecanismos legales y a la falta de
Inspectores de Trabajo que garanticen la aplicación de las normas laborales,
especialmente en las fincas e industrias. Los que trabajan en el sector agrícola en
las plantaciones de café y caña de azúcar, en la producción de fuegos
pirotécnicos, en la explotación de minas o picado de piedra, y en la recolección y
clasificación de basura son niños que desde su primera infancia son explotados
laboralmente.

En Guatemala, el trabajo infantil no está permitido. El Código de Trabajo en el


artículo 31, establece que “tienen también capacidad para contratar su trabajo,
para percibir y disponer de la retribución convenida, los menores de edad, de uno
u otro sexo, que tengan catorce años o más (…)” de igual forma, el artículo 148
del mismo cuerpo legal, preceptúa: “se prohíbe el trabajo de los menores de
catorce años.” Los mismos, deben contar con un permiso para trabajar, otorgado
por el Ministerio de Trabajo y Previsión Social.

Asimismo, Guatemala ratificó el Convenio 138 de la Organización Internacional del


Trabajo (OIT) sobre la edad mínima de admisión al empleo, el cual se crea con el
propósito de lograr la abolición del trabajo infantil, estableciéndose en el mismo, la
edad mínima para admitir a un trabajador, con el propósito que sea posible que se
dé un desarrollo físico y mental adecuado de los menores. Sin embargo, deja la
opción a que sus miembros cuya economía y medios de educación sean
insuficientemente desarrollados, podrán especificar una edad mínima de 14 años,
siempre y cuando queden plenamente garantizadas la salud, seguridad y
moralidad de los menores.

También ratificó el Convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo


(OIT) sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción
inmediata para su eliminación, el cual persigue adoptar las medidas necesarias
para erradicar el trabajo infantil, así como liberar y rehabilitar a los niños que han
sido víctimas del mismo e identificar a los niños que se encuentran expuestos a
riesgos de violación a sus derechos.

La legislación guatemalteca también considera como trabajos peligrosos, el


trabajo doméstico en casa de terceros, el trabajo en minas y canteras, el de
transporte, y el de la construcción. Sin embargo, el Convenio 182, establece que
las peores formas de trabajo infantil son las actividades absolutamente prohibidas
que constituyen delitos perseguibles:

(a) Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas, como la venta y la
trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo, el trabajo
forzoso u obligatorio, el reclutamiento obligatorio en conflictos armados;

(b) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución,


producción y actuaciones pornográficas;

(c) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños en actividades ilícitas como la


producción y tráfico de estupefacientes.

El Convenio 29 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre el trabajo


forzoso, también fue ratificado por Guatemala. A los efectos de este Convenio, el
trabajo forzoso u obligatorio es denominado: Como todo trabajo o servicio exigido
a un individuo bajo amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo
no se ofrece voluntariamente.

Guatemala se propuso erradicar progresivamente las peores formas de trabajo


infantil para el año 2015 y erradicar el trabajo infantil en general para el año 2020,
lamentablemente ambas metas no se lograron cumplir, por lo que es importante
que nuestro ordenamiento jurídico junto con los convenios ratificados por
Guatemala logren alcanzar dicho objetivo y así mejorar las condiciones de vida de
todos los niños, niñas y adolescentes.

El 12 de junio de cada año se conmemora el Día mundial contra el trabajo infantil


como un recordatorio de la importancia de visibilizar la problemática para contribuir
con su prevención y erradicación.

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