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Inicios de la

historia del
traje

HISTORIA Y
SOCIOLOGÍA DE
LA MODA
Inicios de la historia del traje
El mundo antiguo
La historia del traje comienza hace miles de años atrás junto con los primeros
registros humanos.

La vida de algunas culturas paleolíticas transcurría en el límite de los glaciares


que ocupaban gran parte de los continentes, por lo cual el acto de cubrirse
resultaba vital.

Ante la incomodidad de poseer la mayor parte del cuerpo cubierto por pieles
animales, comenzó a ser indispensable otorgarle una forma a las mismas.

Se desarrollaron así las primeras técnicas para flexibilizar y suavizar la materia


prima, tales como mascarla, golpearla, humedecerla e incluso frotarla en grasa
de ballena. Se sumó, además, el descubrimiento de los primeros tintes que
provenían de cortezas de árboles, y la fabricación de agujas con marfil de
mamut para poder coser las pieles y ajustarlas al cuerpo (Laver, 1988).

Imagen 8: Culturas paleolíticas

Fuente: Wordpress. En: https://echino.wordpress.com

Durante el Neolítico, período posterior al Paleolítico, se desarrollan los inicios


de la religión y la filosofía a partir de la expansión de mitos que intentaban
otorgarle una explicación a los fenómenos que atravesaba el hombre en su
contexto.

A su vez, los avances técnicos comenzaron a acrecentarse mejorando la calidad


de vida.

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Imagen 9: Culturas neolíticas

Fuente: Wordpress. En: https://wordpress.com/neolitico

Los asentamientos impulsaron la formación de poblaciones, dando lugar a un


sistema de producción cooperativo opuesto al individualismo primitivo.

Estos cambios paulatinos caracterizaron la transición del período Neolítico


hacia sociedades influenciadas por una nueva economía monetaria, que, si bien
era aún rudimentaria, cambió los paradigmas del hombre en sociedad.

La idea de comunidad se acentuó con la formación de estructuras políticas y


religiosas que buscaban agrupar a los individuos bajo un mismo sistema de
valores, pero, a su vez, diferenciándolos socialmente a partir de un status.

De tal manera, el traje abandona su función meramente protectora, para


comenzar a expresar rangos los sociales y culturales de cada región.

Cultura oriental: Egipto y Creta

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En los climas más templados de Asia central se fueron descubriendo las fibras
naturales y vegetales, con las que se desarrollaron superficies a travès del
afieltrado de lanas y el tejido de cortezas.

Tejer a escalas mayores requería de un lugar físico estable, por lo que su


producción avanzó en comunidades sedentarias que impulsaron finalmente el
desarrollo del tejido y, en consecuencia, del traje.

La forma más primitiva de vestimenta propiamente dicha surge de enrollar el


tejido plano en la cintura, naciendo así el denominado sarong que constituyó la
base del traje en múltiples culturas.

El sarong devino posteriormente en túnicas dando lugar al drapeado


como el principal símbolo de civilización (Laver, 1988).

En el Antiguo Egipto, el traje era un privilegio de clase que permaneció inmóvil


a través de un período de casi 3.000 años.

Durante el denominado Imperio Antiguo (anterior al 1.500 a. J.C.), la prenda


esencial era el shenti, una especia de campana tejida que se sujetaba a la
cintura por medio de un cinturón. La misma se almidonaba, plizaba y bordaba
para el uso de los reyes y altos dignatarios.

Imagen 9: Renefer, sacerdote del Imperio Antiguo, con Shenti plizado

Fuente: Egiptologia. En: http://www.egiptologia.com/

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Luego, en el Nuevo Imperio (1.500 a. J.C. - 332 a. J.C), los faraones comenzaron
a llevar túnicas largas con flecos denominadas kalasiris. Se transparentaban
dejando entrever el shenti que iba por debajo.

El Kalasiris estaba tejido en una única pieza y las mujeres lo llevaban ajustado al
cuerpo por debajo de los pechos, sostenido mediante tirantes. Por encima de
los hombros utilizaban una capa corta o grandes collares adornados con piedras
preciosas que destacaban la desnudez del pecho.

Estos trajes estaban compuestos de fibras naturales, ya que los egipcios, a


diferencia de otros pueblos antiguos, consideraban a la lana como una materia
prima impura.

Cabe destacar, además, el refinado nivel de higiene de esta cultura, por lo que
el lino constituyó un tejido esencial al ser ligero y de fácil lavado.

Imagen 9: Karasiris masculino y femenino

Fuente: Egiptologia. En: http://www.egiptologia.com/

Una práctica tradicional era la de afeitarse la cabeza, cubriéndola con un tejido


que se ajustaba a la altura de las sienes y caía en ángulo recto hacia el rostro.
Se complementaba, a su vez, con pelucas, tiaras y coronas durante las
ocasiones ceremoniales.

Tras la conquista de Alejandro magno, rey de Macedonia, el traje egipcio


experimentó modificaciones bajo la influencia occidental, pero su

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conservadurismo extremo los llevó a mantener las antiguas tradiciones durante
ceremonias y galas (Laver, 1988).

Otra cultura imponente fue la de la isla de Creta, la cual poseía un sistema


comercial y ciudadano notablemente desarrollado en comparación al resto de
las comunidades del Antiguo Oriente.

Lograron, a su vez, conformar un original estilo propio, especialmente en el


traje femenino. El mismo evolucionó desde una clásica pampanilla corta hacia
un faldón que, mediante telas superpuestas, llegaba al suelo otorgando un
efecto visual similar a los vestidos modernos del siglo XIX.

Estos faldones se ajustaban a la cintura mediante cinturones metálicos de oro,


plata y bronce repujado, acompañados por un corpiño que finalizaba por
debajo del busto.

En los textiles y accesorios utilizados predominaban los colores vivos como el


rojo, amarillo y púrpura, al igual que los numerosos detalles en piedras
preciosas.

Finalmente, adornaban sus cabezas con complejos tocados considerados los


primeros sombreros "elegantes" de la historia del traje.

Lograron así componer culturalmente una imagen característica que influenció


al clásico traje griego, luego de las invasiones dóricas.

Imagen 10: Reproducción en cerámica del estilo femenino en Creta

Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

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Cultura occidental: Grecia y Roma
La Antigua Grecia abarca una cultura que funcionó como embrión para la
civilización occidental.

Su organización política y social devino de agrupamientos familiares que luego


se aliaron en comunidades independientes, denominadas Polis. Las principales
Polis expresaban el contraste de poder existente, ya que mientras Esparta era
gobernada por reyes, en Atenas el poder era elegido mediante el voto de los
ciudadanos. Un aspecto destacado para la futura concepción de Estado.

Sin embargo, esta fragmentación entra en decadencia con la llegada de


Alejandro Magno como rey de Macedonia, quien instaura un ideal de Imperio
que busca unificar el poder y, a su vez, expandirlo hacia Oriente. Tras su
muerte, quedan sentadas las bases del denominado período helenístico (323 a.
J.C.) como una etapa de importantes intercambios culturales entre la cultura
oriental y occidental.

Estos hechos resultaron imprescindibles para la evolución del traje.

Hasta el siglo XII a. J.C., la vestimenta griega consistía en un rectángulo de tela


sin cortar que simplemente se enrollaba al cuerpo, sosteniéndose desde los
hombros con un broche y ajustándose a la cintura por medio de un cordón. Esta
túnica que recibió el nombre de chitón era llevada hasta las rodillas por los
hombres y hasta los tobillos por las mujeres (Laver, 1989).

Imagen 10: Estructura del Chitón

Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

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A su vez, se distinguían dos tipos esenciales de chitones: el dórico de lana y el
jónico de lino que, gracias a su flexibilidad, permitía una mayor variedad de
plegados.

Posteriormente surgió una versión del chitón con mangas, pero la


ornamentación en los textiles utilizados seguía siendo restringida, limitándose a
guardas bordadas en los bordes.

Los jóvenes utilizaban un manto corto llamado clámide sobre el chitón, o


incluso lo llevaban solo cuando concurrían al gymasium, ya que solían hacer
ejercicios desnudos. Justamente el término proviene de "gym" que significaba
desnudo, teniendo en cuenta que los griegos no se avergonzaban de su cuerpo
sino que, por el contrario, buscaban expresar y valorar su belleza.

En el caso de las mujeres, la clámide se denominaba peplos y llegaba hasta los


pies, constituida por tejidos más refinados como la seda.

Si bien en el traje no se apreciaron importantes variantes durante los primeros


períodos, los peinados sí se modificaron notablemente.

Antes de la victoria griega sobre los persas, tanto hombres como mujeres
llevaban el cabello largo. Más adelante fue una característica reservada para
mujeres y niños, que, al llegar a la pubertad, debían cortarlo y ofrecerlo a los
dioses.

Las mujeres comenzaron a sujetarlo con una cinta finalizando en un moño a la


altura de la nuca, lo cual se transformó en un peinado cónico que se inclinada
hacia atrás. Las clases altas utilizaban tiaras de oro y piedras preciosas, llegando
a conformar complejos peinados con cabellos postizos rizados.

Imagen 10: Variantes de peinados

Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

En el caso de los hombres, los sombreros eran de fieltro con el ala muy ancha y
se utilizaban únicamente en ocasiones de viaje.

Pero un accesorio imprescindible eran las sandalias, que constaban de largas


correas que permitían sujetarlas al tobillo de diversas formas.

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Por otro lado, durante los enfrentamientos, los guerreros griegos se protegían
con placas metálicas que reforzaban las túnicas, junto a un característico casco
que cubría prácticamente toda la cabeza y del cual se desprendía una cimera o
cola de caballo.

Imagen 11: Sandalias y casco griego

Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

Tras la batalla de Corintio, Roma avanza sobre el estado griego constituyendo


un nuevo imperio.

Originalmente, Roma estuvo regida bajo la dinastía de los etruscos, emigrantes


asiáticos que ejercieron importantes influencias sobre el traje.

La pieza central fue una túnica corta semi circular llamada toga que, al ser
adoptada por los romanos, adquirió enormes dimensiones, dificultando su
adaptación al cuerpo e imposibilitando cualquier tipo de actividad física. Debido
a esto, se convirtió en una prenda reservada para las clases altas.

Imagen 12: Representación de la Toga en el arte etrusco

Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

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Los jóvenes patricios romanos llevaban una toga praetexta de bordes púrpuras,
que al llegar a la pubertad la reemplazaban mediante una ceremonia por la
toga blanca virilis.

A partir del siglo 100 d. J.C., la toga se volvió a acortar y se la denominó pallium,
llegando así hasta convertirse en una simple banda de tela llamada stola.

Asimismo, adoptaron el chitón griego como una falda que llegaba hasta las
rodillas. Los patricios la llevaban por debajo de la toga, y los trabajadores como
única prenda. Posteriormente, evolucionó hacia la dalmática que poseía
mangas hasta los codos y fue adoptada como una de las vestimentas
principales de la iglesia cristiana.

Imagen 13: Dalmática romana aplicada a la indumentaria católica

Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

En un principio, los romanos desaprobaban los calzones o pantalones ya que


estaban asociados a los bárbaros, pero los soldados comenzaron a adoptarlos
popularizando su uso.

En el cabello utilizaban un pileus o gorro de fieltro sin ala, al igual que el caculus
que comprendía una capucha a veces unida al manto o como accesorio
independiente. También solían llevar el pelo corto rizado mediante tenazas
calientes (Laver, 1988).

Imagen 14: Gorro Pileus

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Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

La toga femenina era similar a la del hombre, excepto por el strophium o corsé
blando que se llevaba por debajo. Además, era más larga, llegando a los pies
como una especie de vestido de algodón o de seda en el caso de las clases
altas, las cuales, a su vez, destacaban mediante bordados de oro y colores como
rojo, amarillo y azul.

Para salir a la calle solían cubrirse la cabeza con un velo y los hombros con un
manto denominado pella.

Imagen 15: Corsé blando

Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

En las clases altas, el lujo se expresaba mediante el cabello, el cual era asistido
por una ornatrix que dedicaba horas a la realización de peinados cónicos
llamados tutulus.

Los cabellos se usaban claros, por lo que las morenas comenzaron a teñirse e
incluso a utilizar pelucas y rizos postizos, adornados mediante tiaras con
piedras preciosas y camafeos incrustados.

Gracias a la gran cantidad de bustos que se conservan hasta el día de hoy,


existe un basto registro de estas modas. Un detalle interesante es que las
mismas mujeres patricias mandaban a esculpir su cabeza a partir de dos piezas,
de manera que la parte superior pueda ir sustituyéndose según el estilo de
peinado predominante (Laver, 1988).

Imagen 16: Bustos de patricias romanas

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Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com

Hacia el año 300 d. J.C, Constantino se establece como el primer emperador


cristiano de Roma, el cual establece a Bizancio como la nueva capital,
denominándola Constantinopla. Su misión de legitimar el cristianismo y
expandir el Imperio hacia el Oriente facilitó la llegada de múltiples influencias
extranjeras que impactaron particularmente en el traje.

La túnica de Constantino se superponía por una dalmática de anchas mangas,


adornada por una pechera llamada tablion, con incrustaciones de piedras
preciosas.

En la cabeza llevaba una cinta anudada en la nuca, que luego fue reemplazada
por una lujosa corona con hileras de joyas colgantes.

Durante el siglo VI, bajo el reinado de Justiniano, el traje bizantino alcanzó su


máxima expresión de lujo y ornamentación. Con un aspecto eclesiástico, casi
divino, la vestimenta imperial apelaba a exaltar al emperador como un
rey/sacerdote, representante de Cristo en la tierra.

"La sencillez del antiguo traje romano se sustituyó por el colorido


alegre, de franjas, borlas y joyas del Este. La función del traje en
esta época era esconder y oscurecer el cuerpo" (Bradley, 1954, p.
87).

Paralelamente, el traje se constituyó como el principal símbolo jerárquico,


delimitando estrictamente los rangos sociales.

Estos aspectos pueden vislumbrarse claramente en los mosaicos de la iglesia


San Vital de Rávena, en donde se aprecia la figura de Justiniano junto a su
Esposa Teodora.

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Imagen 17: Justiniano y Teodora en los mosaicos de San Vital de Rávena

Fuente: Wordpress. Recuperado de: https://fontehistorica.wordpress.com

Teodora solía llevar una superposición de túnicas adornadas con hilos de oro,
flecos, joyas y un cinturón incrustado de piedras preciosas. Además, cubría sus
hombros con un manto púrpura y su cabeza con una diadema más compleja
incluso que la del emperador.

La misma emperatriz ordenó que sus monjes viajen a China trayendo gusanos
de seda escondidos en cañas de bambú, lo que posibilitó la reproducción y la
hilandería del tejido de seda en Bizancio.

La seda que comenzaron a fabricar los bizantinos se denominaba samite, con


una composición más fuerte. Ésta era similar al brocado utilizado
posteriormente y se correspondía con el estilo de vestir rígido y suntuoso.

Al igual que la seda, comenzaron a utilizarse otros ricos y exóticos textiles que
dieron cuenta de la creciente orientalización del Imperio.

Existía una gran variedad de tejidos como el tafetán, el terciopelo, el algodón y


toda clase de superficies similares a las que se utilizaban en tapicería.

Un rasgo trascendental durante este período fue la gran influencia del


cristianismo en la vestimenta.

El ideal de pureza y modestia indicaba que había que ocultar gran parte del
cuerpo.

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Las mujeres cubrían incluso sus rostros y manos, y los hombres llevaban
pantalones debajo de sus túnicas. Una característica particular era la
superposición de prendas holgadas, lo cual disimulaba la silueta e impedía
distinguir la sexualidad del portante.

Además, los textiles eran bordados con elementos simbólicos que aludían a
escenas religiosas, como portando un testamento.

Este uso moral del vestido tendría una gran influencia posteriormente en las
cortes renacentistas, en especial durante el reinado de Isabel I en Inglaterra
(Cosgrave, 2012).

Imagen 18: Detalle de mosaico en donde se visualizan las profusiones de


símbolos religiosos

Fuente: Wordpress. En: https://fontehistorica.wordpress.com

Este estilo imperial se consolidó de manera tal que al día de hoy en ciertas
ceremonias religiosas aún se conservan trajes que poseen características
similares a la antigua vestimenta bizantina.

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A pesar de la caída de Roma como Imperio Occidental en el año 470 d. J.C,
Constantinopla se mantuvo firme a lo largo de la posterior Edad Media como
un centro natural de comercio con Asia, debido justamente a su ubicación
geográfica. Por lo tanto, la influencia oriental en la cultura bizantina se fue
acrecentando mediante el intercambio de bienes y conocimientos.

La riqueza artesanal se expresaba en el lujo y la majestuosidad de los palacios


con toda clase de excentricidades como alfombras de pétalos de rosas
perfumadas, especialmente diseñadas para que los invitados pisen al entrar.

Pero, a pesar de los avances culturales, las deficientes estrategias militares


debilitaron al Imperio ante los persas.

Además, se sumó el ascenso del sistema feudal que concentraría las riquezas en
pocas familias poderosas, debilitando el poder adquirido.

Aunque, indudablemente, las cruzadas del siglo XI fueron las detonantes del
desmoronamiento de una cultura tan rica e histórica como fue la bizantina.

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Referencias
Arque Historia (s. f.). En: http://arquehistoria.com

Bradley, G. (1954). Western world costume. Nueva York: Appleton Century Croft.

Cosgrave, B. (2012) Historia de la moda. Desde Egipto hasta nuestros días. Barcelona:
Gustavo Gilli.

Fonte Histórica (s. f.). En: https://fontehistorica.wordpress.com/

Laver, J. (1988). Breve historia del traje y la moda. Madrid: Cátedra.

Nicolás Constantino. (s. f.). En: http://www.nicolacostantino.com.ar/peleteria.php

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