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Apuntes de moda
desde la Prehistoria
hasta época moderna Amalia Descalzo Lorenzo
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de las diferentes indumentarias que ha ido modo de bragas como nos lo indica el
adoptando el ser humano. La referencia mosaico encontrado en Pompeya. Como
clásica de la primera representación del prenda “de encima”, el manto llamado
traje en España son las pinturas rupestres palla, de gran tamaño y generalmente
de Cogull (Lérida), que muestran con cla- muy vistoso por los colores llamativos que
ridad personajes vestidos con pieles. Sin se utilizaban.
embargo, habrá que esperar al primer Tras el Imperio Romano, en la Península
milenio a. C., cuando, por influencia de las Ibérica, y en general en lo que hoy cono-
colonizaciones fenicia y griega, se desarro- cemos como Europa, se mezclaron la
llan las culturas tartésicas e íbera, para supervivencia del mundo clásico, la
encontrar representaciones detalladas de influencia del imperio oriental, de Bizan-
la indumentaria: túnicas y mantos drapea- cio, y el vestido que en el siglo V trajeron
dos, con flecos y cenefas de adorno, y los pueblos centro europeos que llama-
abundante joyería. Las piezas de cerámica mos bárbaros. El pueblo que llega a la
ibérica y las numerosas esculturas de Península es el que conocemos como visi-
damas oferentes que conservan nuestros godo. De este momento histórico, que
museos reflejan también este atuendo, abarca cronológicamente del siglo VI a ini-
que en lo esencial debió de mantenerse, cios del VIII, el único resto referente a su
junto al uso de la toga latina. indumentaria que ha llegado hasta no-
La civilización romana, que admiró e imitó sotros son las grandes hebillas y fíbulas
en muchos aspectos a la griega, no se limi- con las que ajustaron sus vestidos. No obs-
tó a copiarla, sino que la asimiló y la trans- tante, la documentación gráfica, aunque
formó. El vestido romano tenía como pren- escasa, nos informa de que la túnica que
da básica la túnica, formada por dos piezas veíamos en el mundo clásico sigue siendo
de tela cuadradas o rectangulares, cosidas, el vestido básico de la sociedad visigoda;
que dejan abiertos los espacios para sacar túnicas cortas y largas con decoración de
la cabeza y los brazos, y la cual se ceñía a la clavus continúan en uso en estos siglos.
cintura con un cinturón. Una variedad de la San Isidoro nos habla en sus Etimologías,
túnica fue la llamada laticlavia, decorada de una túnica llamada armilausa, cuyo
Figura 1. Dama oferente. Santuario del Cerro con ribetes o clavus. También encontramos rasgo más distintivo era estar abierta en la
de los Santos (Albacete). Edad de Hierro II. una túnica con manga larga, hasta la muñe- falda. Sobre estas túnicas se ponían los
Museo Arqueológico Nacional. ca, de origen oriental. Sobre estas túnicas mantos, también heredados del mundo
se ponía un manto de hechura rectangular clásico como la clamide y el palium.
llamada pallium. A diferencia de los griegos Ahora bien, lo más novedoso de este
los romanos llevaron prendas interiores. De momento histórico, y que se conservará
forma similar a la túnica, la prenda interior en los años posteriores, son las prendas
confeccionada en lino recibió el nombre de para vestir las piernas. San Isidoro distin-
subucula, y licium, una especie de taparra- gue entre las bragas, femoralias y tubru-
bos que se anudaba alrededor de la cintu- cos. La diferencia entre ellos viene dada
ra. La prenda típicamente romana fue la por el largo. La femoralia fue un pantalón
toga, que, de hecho, solamente la podían que cubría de la cintura hasta por debajo
utilizar aquellos que tenían la categoría de de las rodillas y el tubrucos, un pantalón
ciudadanos romanos. Consistía en una gran que cubría de la cintura hasta los tobillos.
pieza de lana blanca cortada en forma semi- El vestido femenino se resuelve igual-
circular. Su gran tamaño dificultaba su colo- mente con túnicas decoradas con clavus,
cación, y había que ser muy hábil para y como prendas “de encima”, los mantos,
ponérsela, o por el contrario contar con la de entre los que distinguiremos uno com-
ayuda de un sirviente. pletamente cerrado, al modo de un pon-
La indumentaria femenina derivaba en cho actual, más corto por delante, y que ya
parte de la griega, pues su prenda princi- llevaron las mujeres bizantinas.
pal estaba inspirada en el quitón griego. El Estos vestidos sencillos que en la forma
vestido principal recibía el nombre de recuerdan al mundo clásico y en la deco-
stola y, dependiendo de la manera en que ración, al mundo oriental, son los que
disponían los cierres y el cinturón para adoptaron los cristianos del norte de la
ajustar al cuerpo, se creaban diferentes Península. En el siglo VIII llegaron los ára-
tipologías. Ésta se vestía sobre la túnica bes, pueblo poderoso y culto, cuya presen-
íntima, pues también las romanas hicieron cia se hará notar en muchos aspectos de
Figura 2. Figura femenina. Beocia (Grecia), 460-450 uso de prendas interiores, como una cinta nuestra historia y, cómo no, en la indu-
a.C. Museo Arqueológico Nacional. que sujetaba el pecho y una prenda a mentaria, como iremos viendo.
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La sencillez lineal
del vestido románico
Igual que hablamos de un estilo artístico
común a todo el Occidente, dentro de lo
que se entendía por Occidente en el siglo
X, podemos hablar también de un vestido
común. El vestido románico que se de-
sarrolla cronológicamente entre los siglos
X y XII cabría incluirlo en la tipología de
vestidos drapeados. De hechura sencilla,
se cortaban mangas y cuerpo en una pieza.
Camisas, calzas, túnicas y mantos constitu-
ían el guardarropa básico de los hombres
del románico. No existían apenas diferen-
cias entre el vestido de hombre y el de
mujer, salvo en el largo.
En su modalidad más elaborada el vesti-
do de hombre y el de mujer se componí-
an de dos túnicas superpuestas, más larga
la de debajo. El vestido talar, largo, usado
por clérigos y laicos, era propio de perso-
nas de elevada condición social. Cuando
estas túnicas largas eran lujosas en sus teji-
dos y adornos se las llamaba brial, y hom-
bres y mujeres la vestían sobre la camisa.
Con el nombre de “piel” o pelizón fue lla-
mado un traje amplio “de encima” forrado Figura 3. La Anunciación de los Pastores. Panteón de los Reyes. Colegiata de San Isidoro de León.
de piel.
Ahora bien, los primeros pasos hacia la
conquista de lo que más tarde sería el arte
de la sastrería, los comenzamos a ver en
este período que llamamos románico. Las
imágenes que han llegado hasta nosotros
nos informan de unas túnicas más evolu-
cionadas, ajustadas al cuerpo, con man-
gas muy vistosas por su amplitud, con
gran bocamanga. A finales del siglo XII se
pone en marcha un sistema que permiti-
rá ajustar las prendas al cuerpo. Esta inno-
vación, cuyo origen se produce en el
mundo militar, fue revolucionaria e inme-
diatamente copiada por el mundo civil. El
sistema consistía en dejar una abertura en
un costado de la prenda con ojetes a
ambos lados de la misma, por los que se
pasaba una cuerda. En el Códice de San
Andrés del Arroyo, en un dibujo que
representa un guerrero, se nos muestra
este sistema aplicado a la prenda, llama-
da perpunte, que el militar viste sobre la
cota de malla.
Sobre estas prendas, hombres y mujeres
vestían mantos y capas: los primeros, tra-
sunto del pallium romano, y los segun-
dos, de hechura semicircular que solía
anudarse sobre un hombro. De entre los
Figura 4. Códice de San Andrés del
mantos femeninos, siguieron teniendo Arroyo. Miniatura militar.
gran aceptación los cerrados de influencia Cortesía M. Moleiro. Editor. S.A.
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Figura 6. Cantigas de Alfonso X. Cantiga XXIV. Biblioteca del Real Monasterio de Figura 5. Saya encordada de Doña Leonor.
San Lorenzo del Escorial. Patrimonio Nacional. Monasterio de las Huelgas (Burgos).
Patrimonio Nacional.
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hilos de seda de vistosos colores, cuyos ante tan demoledor suceso, se dio mayor
motivos decorativos vienen del mundo importancia al vestido, especialmente por
musulmán, ocuparon un lugar destacado parte de los más poderosos.
en los ajuares femeninos hasta el reinado En el siglo XIV el difícil arte de la sastrería
de los Reyes Católicos. Es cierto que en el está prácticamente conquistado. Personas
siglo XIII en toda Europa aparecen, como especializadas en el corte y la confección de
novedad, los vestidos sin mangas, pero en los vestidos daban respuesta a una clientela
ningún otro lugar sino en la Península se que demandaba las complicadas hechuras
abrieron las sisas de las sayas o de los pello- que surgieron en el siglo XIV. Si durante las
tes tan exageradamente, quizás con la primeras décadas del siglo la moda siguió
intención de mostrar ampliamente las manteniendo los mismos vestidos, con lige-
camisas margomadas. Dentro de la indu- ras variaciones estructurales, que en el siglo
mentaria femenina hemos de destacar tam- anterior, en la segunda mitad del XIV se pro-
bién los tocados con innovadoras formas y dujo un cambio radical. La aparición de
decoraciones, y de complicada ejecución. prendas cortas, como fueron el jubón y la
El armazón se realizaba con pergamino y jaqueta, determinaron la diferenciación
posteriormente se forraba con largas ban- definitiva entre la indumentaria femenina y
das de tela con sus extremos rizados. la masculina. Ambas prendas, de difícil eje-
cución y corte, estaban diseñadas con la
finalidad de modelar el cuerpo, siguiendo
El siglo XIV. Diferencia los dictados estéticos del momento. La cre-
de indumentaria entre sexos ación de estas prendas provocó una trans-
formación sustancial en las calzas, que hasta
En el siglo XIV se produce un suceso de este momento cubrían el pie y la pierna
gran trascendencia: la población europea hasta la mitad del muslo y que ahora se pro-
queda reducida a un tercio por la peste de longan hasta la cintura. Ambas prendas se
Figura 10. Retrato de Carlos V, Tiziano. 1348. Esto afectó a la sociedad y a la moda, originaron primeramente en el ámbito mili-
Museo Nacional del Prado. y, entre las múltiples respuestas humanas tar, para pasar de inmediato al civil, siempre
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El siglo XV. La innovación Figura 11. Adoración de los Reyes Magos (ca. 1530). Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
del vestido femenino
El siglo XV marca el paso de la Edad Media
a la Edad Moderna. Desde el punto de
vista artístico el estilo gótico seguirá vigen-
te en Europa, mientras que en Italia se ini-
cia el Renacimiento. En cuanto a la moda,
dos centros se disputan la hegemonía
como centros creadores: por un lado, la
corte de los Duques de Borgoña, donde
impera moda francesa o franco flamenca y,
por otro, Italia.
Hopalandas, jaquetas y jubones constituí-
an el vestuario básico de la sociedad moder-
na, vestidos sobre las camisas interiores,
bragas y calzas. La cabeza adquiere un cier-
to protagonismo y se pone de moda un
corte de pelo llamado “a la escudilla” que
amplia el límite del rostro al afeitarse las sie-
nes. Esta estética afectó también a las cabe-
zas femeninas. La importancia concedida a
la cabeza, tanto femenina como masculina,
es atestiguada por los cortes de pelo y los
enormes tocados, traducidos en capirotes
para los hombres y tocas de elaborada cons-
trucción con soportes sorprendentes para
las mujeres, algunos de los cuales repiten
los pináculos de las catedrales góticas. Nue-
vamente los dictados estéticos que vemos
en los artes figurativas se traducen en la
moda y la implican. La verticalidad proyec- Figura 12. La Emperatriz María de Austria,
tada en la arquitectura se refleja en la esbel- Antonio Moro. Museo Nacional del Prado.
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y mujeres siguen llevando las prendas esta- que se completaba en la parte superior
blecidas en el anterior y son inapreciables con mimbre, crin y otros materiales para
las modificaciones, siendo la más notable enfatizar las caderas. El guardainfante se
el enorme tamaño que habían alcanzado vestía sobre varias enaguas y sobre él, a su
los cuellos de lechuguilla. Sin embargo, en vez, se ponía la pollera, falda interior reali-
el reinado de Felipe IV se produce un cam- zada con tejidos ricos de vistosos colores
bio radical en el vestido de los españoles: y a veces acolchada con lana para redon-
las abultadas calzas del período anterior se dear las caderas, encima de la cual se colo-
sustituyen por los calzones y el cuello de caba la falda exterior femenina llamada
lechuguilla, por el de la golilla. Este vesti- basquiña.
do masculino, cuyos rasgos más notables Alrededor de la década de los setenta el
fueron el color negro, el cuello de golilla y uso del guardainfante fue relegado a las
su tendencia a la austeridad, estaba forma- ceremonias muy especiales. El sacristán
do por las siguientes prendas: un jubón siguió desempeñando el papel de ahuecar
que se vestía sobre la camisa interior; una las faldas, bajo el reinado del último Aus-
Figura 15. Jubón femenino
ropilla, que se vestía sobre el jubón; y los tria, Carlos II, que en poco tiempo fue
(segunda mitad del siglo XVII). Museo del Traje.
calzones. Como complementos, medias reemplazado por el tontillo, armazón rea-
de punto, también en color negro, y zapa- lizado con aros que se cosían en una falda;
tos. Como prenda “de encima”, la capa se volvía a repetir el sistema de ensambla-
típica llamada ferreruelo. La rígida golilla, je del verdugado.
que todo el mundo identificaba con Espa- Junto a los armazones para ahuecar las
ña, estaba formada por un soporte de car- faldas, el otro elemento que hay que seña-
tón forrado en seda negra sobre el que lar como típico de la moda femenina fue la
descansaba un cuello blanco llamado valo- “cotilla”, prenda armada con ballenas,
na. Este cuello, que obligaba a mantener la determinante de la rigidez y tiesura del
cabeza erguida, se convirtió en símbolo de torso femenino. Se trata de un artilugio
la gravedad y altivez de los españoles. surgido de los ideales de belleza del siglo
Dicho vestido se mantendrá durante el XVI y que se mantuvo durante todo el siglo
siglo XVII y parte del XVIIII. Los cambios XVII. La cotilla se vestía sobre la camisa
de la moda, a lo largo de los años, afecta- interior femenina, y sobre ella, el jubón.
ron principalmente a las mangas, a los cal- Con estas prendas, los cambios más noto-
zones, cada vez más estrechos, y a la rios afectaron a las mangas, escotes y pei-
hechura de la golilla, que se fue adaptan- nados.
do a las melenas, cada vez más largas.
La moda femenina, especialmente bajo
los reinados de Felipe IV y Carlos II, se dis- Bibliografía
tanció notablemente de la corriente euro-
pea. Las españolas no renunciaron al ver- Este artículo se apoya documentalmente
dugado, y sobre él fueron elaborando las en los estudios de Carmen Bernis, histo-
siluetas que precedieron al “guardainfan- riadora y pionera en el estudio de la indu-
te”, que hace su aparición alrededor de los mentaria histórica en España.
años treinta, no sin antes pasar por la crí-
tica de los moralistas y legisladores de la Anderson, R.M., Hispanic costume:
época. En opinión de los contemporáne- 1480-1530, Nueva York, 1979.
os vino de Francia, al parecer por obra de Bernis Madrazo, C., Indumentaria me-
unos cómicos que actuaron en Madrid, dieval española, Madrid, 1956.
cuando ya en ese país había pasado de Bernis Madrazo, C., Indumentaria espa-
moda. Se dio la curiosa circunstancia de ñola en tiempos de Carlos V, Madrid,
que, en contra de lo que solía suceder, no 1962.
apareció primero en el traje de corte para Bernis Madrazo, C., Trajes y modas en la
después generalizarse entre el resto de los España de los Reyes Católicos, Madrid,
estamentos sociales, sino que su aparición 1978-1979.
y divulgación se dio primero fuera del cír- Bernis Madrazo, C., “La moda en los re-
culo cortesano. El modelo francés consis- tratos de Velázquez” en El retrato, Barce-
tía en una plataforma de mimbre a la altu- lona, 2004, p. 251-288.
ra de las caderas, pero las españolas lo Descalzo Lorenzo, A., El retrato y la
convirtieron en un complicado armazón moda en España (1661-1746), Tesis doc-
realizado con aros de madera, alambre o toral. Facultad de Geografía e Historia.
hierro unidos entre sí con cintas o cuerdas Universidad Autónoma de Madrid, 2003.
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