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Las mujeres: historias de

victimización y de
agencia
Mariana de los Angeles Peña Polania

Camilo Linares Gutiérrez

Dimas Martinez Gomez


Un triste hecho
La violencia en colombia es una
marca a lo largo de toda la historia
colombiana y sin duda el que más ha
marcado a los ciudadanos de este
pais es el conflicto armado
CONTEXTO DEL CONFLICTO ARMADO
Según Sierra (2019) hay dos periodos
importantes de análisis del conflicto armado, el
primero es entre 1946-1998 hasta 1998-2016.
Es importante tener en cuenta que en los años
entre 1946 a 1964 se considera la etapa pre
conflicto armado. Se considera que el origen
del Conflicto es en 1948 con el asesinato de
https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.elcolombiano.com%2Fcolombia%2Fpaz-y-derechos- Jorge Eliecer Gaitan, de este modo se puede
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analizar el surgimiento de el ELN y las FARC.
Desde 1956 a 1974 estuvo el frente nacional
que fue un pacto bipartidista entre los partidos
liberal y conservador para alternar el poder del
estado, lo cual se considera antidemocrático
(Mesa, 2009).
El primer periodo, entre 1946-1998 se caracteriza lo la ausencia del
Estado que permite evidenciar los niveles de desigualdad en riqueza y
competitividad entre los sectores productivos. Esto explica la
conformación de los grupos armados. El surgimiento de las guerrillas
contemporáneas primero nace las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) en 1964 como un grupo de defensa campesina con
ideología marxista-leninista. Un año más tarde nace el Ejército de
Liberación Nacional de Colombia (ELN) la cual influenció en la
revolución cubana. El surgimiento de ambas guerrillas marca un
movimiento relacionado con la lucha de clases por medio de la
violencia.
Si bien hay diferentes formas
de analizar las consecuencias
de la violencia. La mejor
forma es analizando la
perspectiva de las victimas. En
este caso el de las mujeres
Hoy en día podemos afirmar que la larga
lucha de las mujeres ha dado frutos para
alcanzar la igualdad de género. Si bien
Colombia ha desarrollado leyes para
alcanzar este objetivo aun es evidente el
escenario machista en el que las mujeres
nos vemos involucradas. Sin embargo, es la
vulnerabilidad e inseguridad que presentan
las mujeres todos los dias por la única razón
de ser mujeres. Siempre ha habido noticias
sobre feminicidios, abusos tanto
psicológicos como psicologicos a las
mujeres por la razón de que son mujeres.
Esto se debe a que la violencia ejercida
contra ellas se ve en diferentes campos, el
abuso sexual, desplazamiento forzado,
secuestros, desapariciones, muerte entre
otras. Todo eso son muestras de la situación
vulnerabilidad que presentan las mujeres lo
que las hace objetos para ser usados como
objetos y blancos de intimidación.
De esta manera la mujer es
usada como un objeto para
la intimidación debido a su
situación de vulnerabilidad
arraigada a la cultura
machista, convirtiendolas
asi en armas de guerra
Si bien la violencia contra las mujeres no es un asunto

nuevo, como tampoco lo es la denuncia individual o

colectiva que hacen las afectadas o las

organizaciones y movimientos de mujeres y feministas,

sí es reciente el tratamiento que este asunto recibe

por parte del Estado colombiano. Por ello, Melo y

Otero (2016) muestran el proceso a través del cual

este tipo de violencia pasa de ser un problema

privado a ser considerado un asunto público que

requiere ser resuelto mediante la intervención estatal.

Los datos que muestran sobre las agresiones contra

las mujeres. De acuerdo con el Instituto de Medicina

Legal y Ciencias Forenses , de las 145.184 víctimas de

violencia interpersonal en Colombia en el 2010, 96.103

fueron varones y 49.081 fueron mujeres.


No obstante, al discriminar los casos por

escenario, de las 21.360 víctimas de violencias en

la vivienda, 9.471 corresponden a varones y 11.889

a mujeres. En cuanto a la violencia sexual, en el

marco del conflicto armado, el estudio reporta

que de las valoraciones médico legales por

presuntos delitos sexuales a 18.129 personas 15.191

eran mujeres. En el mismo periodo, el sector

salud realizó 2.013 valoraciones médico legales

por presuntos delitos sexuales, 1.725 a mujeres.

Paralelo a esta situación, en Colombia se han

promulgado leyes en torno a la violencia familiar,

la violencia sexual, la trata de personas, la

partici-pación de las mujeres en política, entre

otras
El conflicto armado en Colombia tiene cuerpo de
mujer. Los hombres son los dueños de la guerra,
las mujeres y los niños las principales víctimas. En
Colombia, según la cifra del Registro Único de
Víctimas , entre 1985 y marzo de 2013, 2.683.335
mujeres han sido víctimas del conflicto armado.
De acuerdo con organizaciones de mujeres
víctimas del conflicto tales como Ruta pacífica
de las mujeres y Mujeres que crean, la cifra es
aún más elevada y crece día a día. Asi lo explica
Rico (2014).
PANORAMA INTERNACIONAL
La Declaración sobre la Eliminación de todas las formas de

Violencia contra la Mujer, aprobada por la ONU en 1994,

enuncia que las mujeres son especialmente vulnerables en

conflictos armados y en Beijing, en 1995, el tema se instituyó

como una de las dos esferas de preocupación sobre las

cuales generara acciones urgentes. Como ya se ha

planteado, en todos los lugares, en todos los grupos étnicos y

en todas las culturas encontramos similitudes en los rasgos

característicos de la violencia que sufren las mujeres, así

como en lo relativo a sus causas y efectos, pese a que su

magnitud y gravedad difieran de un caso a otro. Muchas

mujeres que han sido objeto de violación u otras formas de

abuso sexual no procuran resarcimiento porque se sienten

intimidadas por ciertas actitudes culturales. Para citar otro

ejemplo, viendo el caso de Sierra Leona, afirman que «la


violación, la esclavitud sexual y otras formas de violencia

sexual a manos de las fuerzas rebeldes se han producido de

forma sistemática y generalizada »


En el abordaje de la violencia contra las mujeres, el sector salud

constituye un elemento clave en la prevención, el tratamiento y la

rehabilitación de la mujer tras haber sufrido una experiencia de

maltrato. En 1993, tras el reconocimiento de la violencia como un

problema de salud pública, el XXXVII Consejo Directivo de la

Organización Panamericana de la Salud instó a los gobiernos a

que adoptaran políticas y planes para la prevención y el control de

este problema. Las mujeres que sufren maltrato son más propensas

a tener peor salud que aquellas que nunca han sido maltratadas.

Además, padecen en mayor proporción problemas de salud

relacionados con trastornos de tipo físico y psicológicos. No

obstante, aún se observan ciertas limitaciones en cuanto al

desarrollo de las intervenciones específicas en torno a este tema.

De acuerdo con las recomendaciones internacionales sobre el

desarrollo de leyes y políticas sobre la violencia contra las mujeres,

las leyes deben contemplar la participación de todos los sectores

para brindar una atención integral a las mujeres en situación de

maltrato.
Pese a que la lucha a sido dura a

nivel internacional se han

alcanzado grandes metas

favoreciendo el panorama en el

que se desarrolla la mujer


Se concedió el derecho al voto, se permitió la inserción de
las mujeres a la educación formal y la posibilidad de
desarrollar un trabajo remunerado, se reconocieron los
Derechos Humanos también como derechos de las mujeres,
sobre todo aquellos de los que antes gozaban los varones,
se empieza a tratar la salud sexual y reproductiva sin
intervención de la Iglesia, así como la discriminación, la
desigualdad, la violencia sexual, el aborto voluntario, entre
otros temas controvertidos. Durante los últimos años, un
número considerable de países aprobaron leyes,

modificaron sus constituciones y códigos penales para


hacer frente a la violencia contra las mujeres. Se crearon
ministerios, oficinas y secretarías de la mujer en América
Latina y se definieron políticas públicas sectoriales, en las
que la academia y las organizaciones sociales participaron
en conjunto con los gobiernos. En el contexto dela
importancia que adquirieron los «asuntos» de las mujeres,
en el siglo XX y lo que lleva del siglo XXI, se resalta la
acogida que cobra el discurso de los Derechos Humanos en
el mundo
De este modo, la violencia contra las mujeres a pesar de ser un asunto

público internacional, requiere atención interna pasa a ser una cuestión

que el Estado delega a la cooperación internacional.


los diferentes estados formularon políticas públicas para su reducción, pero la

apropiación de recursos no ha sido suficiente para atenderla y menos aún para

eliminarla. La acción del Estado en América Latina se da en el marco de la

reivindicación por los Derechos Humanos y la igualdad de las mujeres. Las mujeres

no han estado exentas de sufrir agresiones y de ser victimizadas por los actores

armados legales e ilegales. Existe abundante bibliografía que recopila testimonios

y estadísticas sobre la situación que viven las mujeres de los territorios controlados

por grupos irregulares.

Llama la atención que esas violencias cada vez son mejor documentadas y que las

organizaciones de mujeres participen de estos ejercicios investigativos. Su

denuncia continúa y su constitución como sujetos de derechos en el marco del

conflicto armado ha permitido la formulación y ejecución de las políticas públicas

diferenciadas. Del mismo modo, han sido necesa-rias las presiones de los

organismos internacionales, especialmente, en materia del Derecho internacional

humanitario para que el Estado actúe de forma oportuna.


Pese a todos los esfuerzos intternacionales la situacion

de las mujeres no mejora.


Esto se debe a que la legislación existente se caracteriza principalmente por el predominio de las

intervenciones procedentes de los ámbitos jurídico y policial, en detrimento de otros sectores como el sanitario.

Esta característica es habitual en las leyes en las cuales no se identifica de manera específica a las mujeres

como las principales afectadas de este tipo de violencia, y su situación queda diluida en otros tipos de violencia

que también pueden afectar a otros miembros de la unidad familiar, como la violencia intrafamiliar o violencia

doméstica23,25,26. Las leyes que, sin embargo, hacen más visible la situación de las mujeres con

denominaciones que incluyen los conceptos de violencia contra la mujer o violencia de género parecen tener un

enfoque más integral para abordar este problema17,23. Este aspecto es congruente con nuestros resultados,

puesto que se ha observado un mayor grado de desarrollo de intervenciones específicas del sector salud en las

leyes de México, Colombia, Argentina, El Salvador, España y Filipinas, que ya en su denominación identifican a

las mujeres como principales afectadas por la violencia contra las mujeres. Adicionalmente pueden encontrarse

casos especiales, como es la ley de El Salvador que plantea incluso la necesidad de generar materiales

formativos con contenidos específicos sobre las causas de las desigualdades entre hombres y mujeres, las

causas estructurales de la violencia o las teorías de construcción de identidades masculinas, y sugiere la

necesidad de fomentar entre el personal sanitario el reconocimiento de la violencia contra las mujeres como un

problema de desigualdades de género en salud.


De esta manera nos queda facil
concluir que si bien la lucha contra
la violencia a la mujer en el
panorama internacional a dado
resultados, no han sido los
esperados.
Esto se debe a como se han planteado
las leyes. Además, pese a los esfuerzos
para disminuir el machismo seguimos
en un sistema patrialcal que no termina
de reconocer los derechos de las
mujeres y la violencia que estas sufren
por ser mujeres. Dejando asi en
evidencia su velnerabilidad sin
realmente hacer algo para disminuirla
Panorama Colombiano
Violencia de género

en el marco del conflicto armado


A nivel internacional, Colombia suscribió la

Convención para la eliminación de todas las formas

de discriminación, CEDAW, por medio de la Ley 51 de

1981, que reglamentó el compromiso de los Estados

para reducir la violencia contra las mujeres, lo que

condujo al gobierno a incluir nuevos derechos en la

Carta Magna. Esta Convención es uno de los

primeros compromisos que el Estado adquiere con

las Naciones Unidas para mejorar las condiciones de

las mujeres. Igualmente, en 1994, se acoge la

Convención interamericana para prevenir sancionar

y erradicar la violencia contra la mujer, Convención

Belem Do Pará. Al tiempo que se producen estos

eventos de orden internacional, en el país se

desarrolla una fuerte actividad de las mujeres para

el avance de estos compromisos estatales.


En Colombia, como en la mayoría de

los países del mundo, la violencia de

género es una violencia fundamentada

en una cultura patriarcal en la que los

hombres se suponen con poder sobre

las mujeres, las consideran inferiores y

de su propiedad. En el contexto de la

violencia colombiana, además de sufrir

la intimidación machista y patriarcal de

la cotidianidad son, al igual que los

niños, las principales víctimas de la

guerra. Directas porque son objeto de

tortura, asesinatos, desaparición,

secuestro, desplazamiento forzado y

violencia sexual.
Las victimas del conflicto armado
Como explica Rico (2014) hay que reconocer leyes como la 975

de 2005, conocida como la Ley de Justicia y Paz que brindaron

de manera desproporcionada mayores garantías para los

actores armados en menoscabo de los derechos de las víctimas.

Paralelamente, las víctimas han carecido de protección por

parte del Gobierno a la hora de denunciar o reclamar sus

tierras. «Sólo la Unidad de Víctimas ha recibido 59.352

denuncias de amenazas » . Así mismo, la extradición de líderes

paramilitares ha dejado en el olvido cientos de procesos de

víctimas de asesinatos y desaparición forzada.


Buena parte de las narrativas del conflicto

construidas desde las voces femeninas se

acercan a la narrativa testimonial, desde la

cual se torna importante reconocer algunas

particularidades que subyacen como

género literario. De acuerdo con Elizabeth

Jelin, el testimonio se constituye en un

"género que por medio de la

sistematización de una memoria

autobiográfica contribuye a la

conformación de una memoria social"; su

transmisión implica un "proceso mediante el

cual se construye un conocimiento cultural

compartido, ligado a una visión del

pasado" (en Vélez 2003, 53)


El cuerpo femenino como arma de guerra
Rico (2014) explica que la violencia de género tiene sus bases en

una estructura socioeconómica y política patriarcal en la que

existe una relación de poder del hombre sobre la mujer. Tal

contexto en el que se evidencian los estereotipos del dominio, la

fuerza y el poder masculino sobre el cuerpo femenino

considerado como propiedad, la deshumaniza y la reduce a su

función sexual. Además de esta violencia estructural, el conflicto

armado hace más vulnerable a las mujeres a la agresión, ya que

el uso de las armas genera en el hombre una mayor sensación de

autoridad. Así pues, además de ser violentadas físicamente a

través del acceso carnal violento o la esclavitud sexual, se ven

obligadas a seguir un código de comportamiento impuesto por

el actor armado con mayor poder en su territorio para evitar ser

víctimas de futuros ataques. El no cumplimiento de tales

imposiciones puede acarrear escarnio público, tortura, violencia

sexual, desaparición y hasta el asesinato.


1.LA VIOLENCIA SEXUAL EN EL CONFLICTO COLOMBIANO
En el escenario del conflicto armado, el nuevo Código Penal,

en el título II, tipifica los delitos contra personas y bienes

protegidos por el DIH incluyendo la penalización de distintas

modalidades de violencia sexual. Mientras que para un acto

sexual violento sin un contexto de conflicto armado la pena

mínima en el Código Penal colombiano es de cuatro años y

se puede incrementar según las agravantes, la pena mínima

en el DIH es de diez años. Sin embargo, todo parece indicar

que los progresos normativos no se traducen en una buena

situación de disfrute de los derechos humanos de las mujeres

en el país. Por el contrario, las violaciones a los compromisos

internacionales y nacionales en el tema son una constante, y

las mujeres continúan siendo víctimas de discriminación y

múltiples formas de violencia.


Del mismo modo, Fico. S, (2005) afirma que

la vulnerabilidad de las mujeres frente a la

violencia sexual se potencializa dada la

legitimación que en la guerra se le ha

otorgado a la apropiación de los cuerpos de

las mujeres. Al respecto de la violencia

sexual, la situación se presenta con mayor

gravedad, pues se considera como

inexistente a luz pública, pues se ha tratado

apenas de manera marginal.


2. El desplazamiento forzado
Para todo ser humano, el desplazamiento forzado implica un cambio

de vida inesperado e impuesto. La migración del campo a la ciudad,

despoja a las personas no sólo de su tierra sino de su tradición,

trabajo, cosmovisión y relación con la naturaleza. Iniciar una vida en

entornos citadinos significa el aprendizaje de nuevas rutinas

productivas. La «eliminación» de la figura masculina hace que la

mujer abandone su posición pasiva y adquiera las riendas del hogar

y deba «llevar sobre sus hombros la responsabilidad de conservar y

defender a sus familias, así como de reconstruir el tejido social . »


Rico (2014) resalta que a noviembre de 2010, 97.930 mujeres

desplazadas vivían en Medellín. Cuando llegaron a la ciudad, se

encuentraron en entornos de insalubridad, delincuencia común,

difícil acceso a instituciones educativas y a centros de salud. La

suma de la marginalidad y la difícil capacidad de integración social

se convierten en una nueva causa para que las mujeres sean objeto

de violencia y se hallen en un contexto proclive a la ilegalidad. El

difícil acceso a las tierras es otra de las problemáticas más

evidentes en cuestión de género


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