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México: narcotráfico y gobernabilidad

El mercado ilícito de las drogas en México se puede relacionar con la introducción y ejecución de
las políticas prohibicionistas de Estados Unidos.

El narcotráfico forma parte del crimen empresarial ilegal, ya que lo que se intercambia son bienes
ilegales. La prohibición es una intervención estatal que desestabiliza la esfera de lo ilegal. Esto
hace que se creen mercados ilegales y se abroga de facto la imposición de muchas otras leyes
reglamentarias en esas esferas económicas ilícitas. Además, de repente las políticas
prohibicionistas crean vacíos de poder, condiciones anárquicas y desarrollo de sistemas privados
de justica. En el fondo, las variaciones en la definición sustantiva de lo que constituye un delito y/o
en los niveles de cumplimiento de la ley han dado lugar a importantes incentivos y oportunidades
para la actividad criminal transnacional. Los actos del estado afectan a el comportamiento de
actores criminales y la estabilidad política.

Dimensión transnacional:
El narcotráfico incrementó en México por las políticas prohibicionistas en Estados Unidos. A
medida que los controles se intensificaron, las oportunidades para el contrabando se
multiplicaron. De a poco la demanda de drogas en Estados Unidos hizo que la producción de
drogas en México creciese. Mientras más fiscalización y control ponían, más aumentaba el tráfico
clandestino. El precio de estas sustancias aumentó, por lo que hizo que los empresarios tuviesen
un incentivo a asumir el riesgo de la oportunidad.

Poder político y narcotráfico:


Esteban Cantú fue un político regional y empresario criminal que se tomó el poder de Baja
California Norte. El contrabando de opio era gigante en la década de los 20. De a poco el flujo de
personas que ingresaban a México aumentó al igual que el tráfico. Se creó un lazo entre la clase
política en ascenso con el mercado ilícito, por lo que muchas personas que tenían poder estaban
en altos cargos protegidos.

La prohibición y los cimientos del modelo regulador:


Se empezó a intentar regular y fiscalizar el tráfico de sustancias ilegales. La presión externa e
interna comenzaron a cansar a México. Además, con el paso de los años el incumplimiento de las
leyes era notable. Había mucho arreglo político. El estado comenzó a prohibir el tráfico de heroína,
opio, marihuana, etc. Pero como en el país había una fragmentación política y militar, el tráfico
siguió aumentando. Además, como en Estados Unidos había leyes sumamente duras, se
necesitaba sacar la droga de alguna parte.
La posguerra: a touch of evil
La segunda guerra incrementó el cultivo de amapola en los estados del norte. Debido a las heridas
de guerra, se declaró la marihuana y el opio fundamental para la defensa nacional de EEUU,
incluso se autorizó el cultivo de amapola bajo licencia estatal. Esto hizo que haya una gran
expansión del cultivo de amapola. Además, algunos gringos convencían políticos mexicanos para
admitir el cultivo de amapolas. Se intentaron hacer distintas cosas para que el tráfico ilegal de
sustancias bajase, pero como no había un financiamiento necesario no daba resultado. Esto trajo
que las autoridades sacasen financiamiento desde los mismos narcos, por lo que se formó una
colusión gigante. Además, el crimen comenzó a aumentar. La conjunción de una sostenida
demanda subterránea en EEUU y la presencia de una estructura política parcialmente
criminalizada en México facilitó la expansión de esta economía ilícita.

La guerra fría y el ajuste institucional:


Luego de la guerra fría, México comenzó a rehacerse. Junto a un vecino como Estados Unidos y
nuevos desafíos en el entorno internacional hicieron que este país entrase en un proceso de
reforma institucional. Se crea la Dirección Federal de Seguridad (DFS) con el objetivo de controlar y
regular el narcotráfico. El país empezó a estabilizarse y la federalización de este implicó la
transferencia del control local del narcotráfico a las autoridades centrales. Esto no impidió que los
criminales empresarios no siguieran creciendo, muchos policías estaban bajo el mando de ellos.
Pero la centralización del entramado político en México y la presencia de estas reglas limitaron la
entrada independiente de empresarios criminales a la política. La estabilidad, en este mundo
ilícito, descansó sobre estas reglas y sobre los compromisos y obligaciones contraídos por unos y
otros actores. Al lado de las reglas que buscaron restringir la violencia, encontramos aquéllas que
al depositar en manos de “empresarios” mexicanos el mercado, buscaron impedir el desarrollo del
consumo interno de drogas. Un empresario criminal podía vender su mercancía ilícita en EEUU,
pero mientras dejara ver su anti-americanismo, mantuviera su dinero en el país y no perjudicara a
mexicanos, podía contar con el respaldo de las autoridades competentes. En esta época se veían
relaciones corruptas pero vigiladas por el estado y organizaciones criminales.

La crisis del modelo regulador:


la conjunción del auge del consumo de sustancias ilícitas y el renovado endurecimiento de la
prohibición en EEUU, no sólo alteró de manera importante la estructura de incentivos para la
participación en la industria criminal, sino que incrementó de golpe los requerimientos de
protección, regulación y gestión del mercado. Además, se empezaron a crear más empresarios
criminales que no les importaba las reglas. De a poco hubo un aumento de violencia y en la
corrupción dentro de las agencias de narcóticos. El modelo regulador se desplomó gracias a el
poderío de los carteles y la violencia con la que comandaban. Antes no era tan violento. Los
carteles comenzaron a adueñarse de sectores del país y el estado dejó de tener poder sobre ellos.
El quiebre de esto fue los años 80.
La privatización de la violencia:
La autoridad central debía probar su fuerza y eficacia y ello dependía de su capacidad para
someter y disciplinar a las organizaciones criminales. Aún la solución por la vía de la regulación se
mantuvo como única opción, el problema es que su engranaje había sido destrozado. El
desempleo en México y lo peligroso, hizo que muchos comenzaran a emigrar a EEUU. Ahora las
actividades ilegales eran solo el tráfico de drogas, era los homicidios, el tráfico de personas, los
robos, etc. El año 1985 la DFS se desmanteló, pero se creó la dirección general de investigación y
seguridad nacional y poco después la subsecretaría para la investigación y el combate al
narcotráfico. Estas instituciones fueron poco después reemplazadas por la agencia para la
atención de los delitos contra la salud, el instituto nacional para el combate al narcotráfico, la
oficina especial de la PGR para los delitos contra la salud y la más reciente eliminación de la
subsecretaría para la delincuencia internacional organizada. Todo estaba a manos de los narcos, la
economía, la política, el sector judicial (el narcotráfico habría logrado comprar cerca del 30% del
sistema de cortes penales en el país), la seguridad, etc. Eso sí, las empresas criminales igual
buscaban la protección de las autoridades locales y federales. A medida que la competencia en el
mercado aumentó y que el poder de las organizaciones criminales se acrecentó, la credibilidad del
andamiaje regulador fue puesta en duda. Ya no existía la confianza en México. La cocaína entra al
mercado. Además, los carteles necesitaban defensa debido a la cantidad de competencia que
había. La violencia desatada por estas organizaciones pondría el número de bajas totales en
México, en más de 2000 en 2006, muy cerca del registrado en lugares como Afganistán

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