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OLAYA CUESTA PÉREZ

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Sociología General

1º Doble Grado en Ciencias Políticas y Filosofía

Facultad de Filosofía
Universidad Complutense de Madrid

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Sociología general
Prof.: Joaquín Pedro López Novo
Curso 2019/2020
TEMA 1. LA EMERGENCIA DE UNA “NUEVA SOCIEDAD” A FINALES DEL
SIGLO XX Y PRINCIPIOS DEL XX

1. Las sociedades antes de la primera gran transformación

- Economías agrarias, producción artesanal y capitalismo


Las sociedades tradicionales eran sociedades con una economía agraria en la que la mayor
parte de la población estaba ocupada en la agricultura y residía en núcleos rurales y urbanos de
tamaño pequeño. Más allá de la agricultura, la producción de bienes era artesanal, y eran escasos los
establecimientos productivos de gran tamaño. El capitalismo era fundamentalmente comercial y por
veía el comercio de bienes en la larga distancia y en la localidad. Las infraestructuras de transportes y
comunicaciones estaban poco desarrolladas y, por tanto, los mercados eran locales y regionales. No
había un mercado nacional.

- Estabilidad social y dinamismo económico y demográfico


Las economías tradicionales eran poco dinámicas (estancamiento secular) y tenían una
capacidad limitada para sostener el crecimiento de la población. Aunque las tasas de natalidad de la
población eran altas, también lo eran las tasas de mortalidad (sobre todo la infantil). Lo que
determinaba el crecimiento lento de la población. Las jerarquías sociales eran muy estables, pues los
estratos superiores gozaban de la deferencia de los inferiores y estaban conectadas a ellos por
relaciones de patronazgo.

- Centralidad de la religión
La religión era el troquel de la cultura y de la moralidad y la gran mayoría de la población
eran creyentes y practicantes. El escepticismo religioso sólo se daba entre las élites, y no de manera
generalizada. Sólo una minoría era educada y la mayoría de las gentes vivían en un horizonte local.
Las migraciones, por lo general, eran movimientos de baja intensidad y de corta distancia. Tenían la
forma de un goteo y no de corrientes migratorias fuertes, y solían tener lugar en el marco de la región,
no entre regiones.

- Ritmo de cambio lento


Los ritmos de la vida social eran lentos y las formas sociales y culturales se transmitían de
generación a generación, lo que acentuaba el sentido de la continuidad histórica. Las comunidades
tradicionales exhibían en grado elevado lo que Durkheim denominó solidaridad mecánica y
Aristóteles homonoia: comunalidad. Pero esta comunalidad no se extendía mucho más allá de la
comunidad de pertenencia de las gentes, pues los contactos directos con el mundo más lejano eran
infrecuentes, y la información era escasa y circulaba con lentitud. Podemos decir que las sociedades
de antes de la gran transformación todavía eran naciones en estado de embrionario, aunque ya
tuviesen una historia larga.

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- Movilidad social baja
Como las jerarquías sociales eran estables y tendían a ser adscriptivas, y la economía era poco
dinámica, las oportunidades de movilidad social eran bastante limitadas. La movilidad social
ascendente, sobre todo la de largo recorrido, era algo muy poco frecuente, porque no era nada fácil
acumular una fortuna en el arco temporal de una sola generación. Las elites tradicionales solían llevar
una vida ociosa, su riqueza era heredada y se limitaban a preservarla.

- Un estado con capacidades limitadas


El estado de la sociedad previa a la gran transformación era un estado centralizado pero con
poca capacidad de penetración en la sociedad y de extracción de recursos. El estado organizaba la
administración de la justicia, el ejército, el mantenimiento del orden público (guardias de ámbito
estatal), la política exterior y la de defensa, y la política comercial, pues el comercio era la base
principal de la imposición fiscal, ya que mediante las aduanas los gobiernos podían controlar los
movimientos comerciales. El estado no tenía capacidad fiscal para llevar a cabo grandes obras de
infraestructura (carreteras, puentes, presas, etc.). La educación estaba mayoritariamente en manos de
las congregaciones religiosas, y el segmento público del sistema educativo estaba poco desarrollado.
No había una política educativa nacional.

- La política como asunto exclusivo de las élites


La política era un asunto exclusivo de las élites, bien porque no se organizaba sobre la base de
la representación política o bien porque la participación política estaba limitada a la franja de la
población que pagaba impuestos directos (sufragio censitario). Los partidos políticos eran cliques de
elites que ligaban la capital con las provincias. La educación superior tenía también un alcance
limitado, interesaba fundamentalmente a las élites y se limitaba al estudio de las humanidades. Por lo
general, el estatus social de origen y las influencias sociales derivadas del estatus eran tan o más
importantes que la educación formal.

- Esfera pública y con baja capacidad de penetración social


La información de lo que ocurría más allá de la localidad o la región era escasa, porque los
medios de comunicación eran pocos y su alcance muy limitado. La inexistencia de una esfera pública
de medios de comunicación de alcance nacional, que permitiese ejercer influencia directa sobre los
públicos a escala nacional, hizo que las élites políticas del centro dependiesen de las elites
provincianas para organizar el voto en las provincias, lo que favoreció la política clientelista. La
ausencia de una esfera pública de medios de comunicación de alcance nacional era otro factor que
contribuía a la baja integración sistémica.

- En resumen…
Las sociedades tradicionales exhibían una alta integración social, porque en ellas:
➔ La cultura (modelada por la religión) era uniforme y las gentes compartían las
mismas creencias y valores. La continuidad entre generaciones cristalizaba
mentalidades estables.
➔ La vida social discurría en el marco de comunidades relativamente pequeñas en las
que la sociabilidad era intensa y el control social comunitario fuerte.
➔ Muchas posiciones sociales eran adscriptivas y se transmitían de padres a hijos; y …

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➔ Las jerarquías sociales eran estables, porque las posiciones sociales superiores
también solían ser adscriptivas y gozaban de un aura de superioridad social.

Pero las sociedades tradicionales acusaban una baja integración sistémica, porque:
➔ La economía estaba poco diferenciada y el mercado nacional era, en el mejor de los
casos, una realidad embrionaria.
➔ La clase demográficamente mayoritaria era el campesinado, y la producción
campesina se orientaba a la autosuficiencia y no al mercado.
➔ La movilidad social y geográfica de la población era de baja intensidad y se orientaba
a la corta distancia.
➔ El estado, aunque podía ser un estado autoritario, tenía una capacidad escasa de
penetración en la sociedad.
Las sociedades tradicionales carecían de un sistema educativo de alcance nacional (un sistema
educativo público dirigido por el estado), y las identidades regionales eran fuertes. No había una
esfera pública de medios de comunicación que conectase al centro con la periferia, esto es: a las elites
gubernamentales con los votantes dispersos en el territorio. La baja integración sistémica de las
sociedades tradicionales determinaba que éstas tendieran a la segmentación: tenían la forma de una
colección de segmentos que coexistían los unos al lado de los otros pero con poco contacto recíproco.

2. Caracteres de la nueva sociedad


La gran transformación de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, fue el resultado de
varios procesos de cambio que se concatenaron y se reforzaron recíprocamente:
➔ La revolución de los transportes y las comunicaciones
➔ La segunda ola de industrialización capitalista, que fraguó el capitalismo de gran
empresa y la aparición de industrias intensivas en capital y en tecnología
(ferrocarriles, siderurgia, industria química y farmacéutica, industria de la
electricidad, industria automovilística, etc.).
➔ La intensificación de las migraciones nacionales (del campo a la ciudad) e
internacionales (por la revolución de los transportes).
➔ La urbanización de la población
➔ La secularización de la cultura
➔ La entrada de las masas en la política

- La revolución de los transportes y las comunicaciones


La introducción del ferrocarril y de la navegación a vapor, hicieron que el transporte de
personas y mercancías dentro de las naciones y entre países, se volviese más rápido, seguro, regular y
económico. La navegación a vapor en buques de acero, permitió la emigración masiva transoceánica a
otros continentes y potenció el comercio internacional. La aparición del automóvil a finales del siglo
XIX, y de la industria de producción en masa de automóviles (Ford) a principios del siglo XX, hizo
posible la motorización de la sociedad y la supresión del transporte de tracción animal. Esta
revolución de los transportes creó los mercados nacionales y dio un impulso decisivo a la
urbanización de la población.

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- Industrialización y urbanización
En la nueva sociedad la ocupación se desplazó de la agricultura a la industria y los servicios.
La producción industrial tenía lugar con frecuencia en grandes establecimientos productivos, que
empleaban a masas de trabajadores asalariados que operaban sistemas de producción mecanizados. La
mecanización de la producción aumentó la productividad del trabajo. La gran empresa capitalista
industrial era una organización compleja y de gran tamaño que empleaba a gestores profesionales y
técnicos, especializados en las funciones de coordinación y control. La innovación tecnológica se
aceleró y afectó a todos los sectores de la sociedad.

3. Las élites de la nueva sociedad

- El imperativo de la modernización
La emergencia de esta nueva sociedad obligó a las élites (económicas, políticas, culturales y
religiosas) a asumir un papel activo en la construcción del orden social de la nueva sociedad,
diseñando su cultura y sus instituciones. A finales del siglo XIX, las élites tomaron conciencia de que
la nueva sociedad planteaba problemas de integración social y de gobernanza política que no iban a
resolverse mediante los automatismos del mercado y la espontaneidad de los procesos sociales. Era
necesario que el estado actuase como un agente activo de la construcción del orden social, para
ajustarlo a las demandas del capitalismo industrial, a la política de masas y a los ritmos acelerados de
la sociedad urbana.

- La reinvención de la política
Para responder al imperativo de la modernización, aparecieron nuevas corrientes políticas
que asumieron agendas de reformas de las instituciones. Dos de ellas fueron:
➔ El liberalismo progresista: El liberalismo progresista asumió una agenda de reformas
sociales y políticas que buscan fortalecer la democracia y domesticar el capitalismo.
➔ La socialdemocracia: El movimiento socialdemócrata asumió una estrategia de
reformas democráticas para realizar la transición pacífica y gradual al socialismo.

- El liberalismo político se vuelve progresista…


A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el liberalismo político dejó atrás el dogma
de “laissez faire, laissez passer” y abrazó la agenda de las reformas sociales y políticas volviéndose
progresista (intervencionista). Había que desarrollar nuevos mecanismos de control que suplantasen a
los mecanismos de control social de la sociedad tradicional: el prestigio social de los estratos
superiores, la religión y el control social de las comunidades locales. Había que incorporar a las masas
a la política, para lo cual la política tenía que ser democratizada, extendiendo el derecho de voto a
toda la población (al menos a la masculina). Había que buscar nuevos fundamentos que diesen
legitimidad al nuevo orden social emergente y a sus instituciones.

- … y el socialismo se vuelve reformista y socialdemócrata


Al tiempo que el liberalismo se modernizaba volviéndose progresista, una parte del
movimiento socialista abandonó la estrategia revolucionaria y asumió una orientación democrática y
reformista. La nueva socialdemocracia abrazó una estrategia reformista que contemplaba la transición
gradual al socialismo mediante la reforma democrática de las instituciones del capitalismo. La
socialdemocracia floreció en todos los países europeos y en los EE UU (los Fabianos en GB, el

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partido socialdemócrata alemán, los mencheviques, etc.) Esta estrategia tenía puntos de coincidencia
con el reformismo del nuevo liberalismo progresista. El triunfo del comunismo en la revolución de
octubre hizo que la izquierda se dividiese en dos corrientes: la comunista (revolucionaria) y a
socialdemócrata (reformista).

- Seis desafíos que tuvieron que afrontar las élites


1. Si el estado tenía que jugar un papel más activo en la sociedad, el primer desafío era
la modernización del estado. El estado tenía que modernizar sus aparatos
administrativos y desarrollar nuevas capacidades organizativas para intervenir en la
sociedad.
2. El segundo desafío era la reconstrucción de las jerarquías sociales sobre nuevas bases
que reforzasen su legitimidad.
3. El tercero era la búsqueda de mecanismos para estabilizar la economía y evitar o
suavizar las crisis del capitalismo y sus efectos disruptivos en la sociedad (desempleo
y pobreza). El cuarto era la reforma de la gobernanza política, para integrar a las
masas en el sistema político (democratización), pero sin comprometer la continuidad
del orden social capitalista y manteniendo a raya los movimientos de contestación al
sistema.
4. El quinto era condicionar el debate político y la participación política de las masas,
para que ésta fuese encauzada en la dirección de la preservación del capitalismo y del
sistema político democrático.
5. El sexto era socializar a la población en nuevas actitudes y comportamientos, para
adaptarla a las exigencias y al dinamismo de la nueva sociedad, combinando libertad
y control (o el control por la libertad).

La búsqueda de respuestas eficaces a estos desafíos fue un proceso largo, difícil, costoso, y
podemos decir que todavía sigue abierta.

4. Las respuestas de las élites a los desafíos de la nueva sociedad

1. Profesionalización de la administración pública


Para que el estado pudiese desempeñar un papel más activo y directivo en la sociedad,
muchos países llevaron a cabo reformas de la administración pública que contemplaban dos tipos de
medidas:

1. La profesionalización del cuadro de funcionarios, creando cuerpos de funcionarios de


alto nivel, especializados en la conducción de los grandes ministerios, reclutados con
el criterio de la competencia técnica, y que ejercían su cargo con continuidad con
independencia de los cambios en el gobierno. Estos cuerpos de funcionarios eran
servidores del gobierno y no de los partidos que ocupaban los gobiernos
(despolitización de la administración del estado). La función pública se convirtió en
una carrera profesional.
2. La penetración de la administración estatal en el territorio de la nación, con la
creación de una estructura capilar de delegaciones y agencias estatales.

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El objetivo de estas reformas administrativas era dotar a la administración estatal de
estabilidad frente a los giros y los vaivenes de la política y aumentar las capacidades del estado de
monitorización de la sociedad. Entre los instrumentos de monitorización destacaron los censos de
población y los catastros, que se institucionalizaron y pasaron a ser hechos con regularidad.

Otra novedad fue la creación de Bancos Centrales para supervisar el sistema bancario,
controlar la emisión de moneda y ejecutar la política monetaria. En 1913 se creó la Reserva Federal en
los EE UU (un banco privado cuyo presidente es nombrado por el Presidente del país), y en 1921 el
Banco de España fue reformado y convertido en un banco de bancos. Siguiendo el ejemplo de
Bismark en Alemania, los estados también comenzaron a planificar la organización de sistemas de
previsión social para administrar las pensiones, aunque el desarrollo de estos sistemas llevará tiempo.

Los gobiernos se volvieron más activos en la promoción del desarrollo de la economía,


poniendo en marcha iniciativas que comprendían:

➔ La mejora de las infraestructuras de transportes y comunicaciones (carreteras,


ferrocarriles, puertos, etc.),
➔ La protección de los mercados nacionales con aranceles a las importaciones, para
favorecer a las industrias nacionales (giro proteccionista),
➔ El desarrollo del sistema educativo para escolarizar a la población, unificar la cultura
nacional y crear capital humano,
Pero la escalada militarista de principios del siglo XX, obligó a los gobiernos a invertir buena
parte de sus recursos en la modernización de sus aparatos militares: el dilema de “cañones o
mantequilla”.

La expansión del estado va a ser un proceso lento, especialmente en el plano de la política


social (educación, atención sanitaria, subsidios y pensiones, negociación colectiva, etc.) y sólo va a
dar un salto después de la segunda guerra mundial. Pero la idea de que el estado debía jugar un papel
activo en la promoción del desarrollo económico y en la amortiguación de los conflictos sociales, se
mantuvo hasta la década de 1980. En esa década, el neoliberalismo la cuestionó y predicó que el
estado debía retirarse de la gestión directa de la economía y de la sociedad, para asumir un rol
regulador que dejase un amplio espacio a las fuerzas espontáneas de los mercados y de la sociedad
civil.

2. El rearme moral de las masas


La respuesta conservadora a los problemas de la urbanización y a la pérdida de raíces y de
referentes de identidad de las nuevas masas urbanas, fue una movilización para remoralizar a las
masas, resocializándolas en los valores y las creencias de la tradición religiosa. Esta iniciativa fue
protagonizada por las iglesias (la católica y las confesiones protestantes), que, a finales del siglo XIX,
se movilizaron para responder a los problemas sociales que había traído la industrialización y la
urbanización. Las iglesias desarrollaron un nuevo activismo social, con la creación de redes extensas
de organizaciones orientadas a atender las necesidades sociales y religiosas de las nuevas masas
urbanas.

La cultura de la Inglaterra Victoriana fue una tentativa bastante exitosa de re-moralización de


la sociedad, en respuesta a la crisis social y moral que había precipitado la industrialización temprana
del país. En los EE UU, la industrialización y la llegada masiva de inmigrantes a finales del siglo

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XIX, suscitó un movimiento social reformista de inspiración religiosa que dio un giro a la política del
país en las primeras dos décadas del siglo XX (La Era Progresista). En la década 1920, este
movimiento auspició la aprobación de la Ley Seca. En Europa, floreció el activismo social católico (la
Acción Católica), orientado a la educación de las clases populares (salesianos), a la creación de
sindicatos católicos y a la incorporación de las nuevas masas urbanas en la vida de la iglesia.

Estos movimientos sociales de inspiración religiosa buscaban construir comunidades en el


nuevo escenario urbano creado por la industrialización y las migraciones masivas a las ciudades.
Perseguían, de un aparte, revigorizar la religión y la moralidad, erigiendo una barrera que frenase el
avance de las fuerzas secularizadoras, y, de otra parte, crear instituciones agregativas que pusiesen
freno al impacto disgregador del capitalismo industrial y la urbanización. Esta respuesta de las elites
religiosas tuvo un éxito relativo en todas partes y restableció la influencia social de las iglesias en las
masas urbanas. Pero, con el paso del tiempo, acabó perdiendo fuerza.

- Darwinismo social y eugenesia


El activismo social de inspiración religiosa combatía otra ideología elitista influyente a finales
del siglo XIX y principios del XX: el darwinismo social. El darwinismo social pregonaba que la vida
social era una competición por la supervivencia en la que triunfaban los mejores adaptados. Por tanto,
la pobreza y la marginación social eran síntomas de la inferioridad de quienes la sufrían. El
darwinismo social fue fuerte en los EE UU, que, gracias a la inmigración masiva, las grandes ciudades
se habían convertido en sociedades multirraciales y multiétnicas. El darwinismo social alentaba el
pensamiento racista y el movimiento de la eugenesia, que preconizaba la esterilización de los grupos
sociales mal adaptados.

3. La eficiencia como principio de organización y legitimación de las jerarquías


sociales

- El descubrimiento de la eficiencia
Otra respuesta a la crisis de las instituciones del mundo tradicional y a la pérdida de prestigio
de las élites tradicionales, fue la apuesta por la eficiencia como principio de organización y de
legitimación de las jerarquías económicas y sociales de la nueva sociedad. La idea de la eficiencia
provenía de la ingeniería y, de ésta, pasó a la ciencia económica (el óptimo de Pareto). El capitalismo
industrial de gran empresa tuvo que afrontar muy pronto el problema de cómo diseñar los procesos
complejos de la producción y la gestión de la empresa para mejorar su eficiencia.

- La vía para alcanzar la eficiencia es el conocimiento experto


La respuesta a este problema fue la aplicación de conocimiento experto y el primer prototipo
de experto fue el ingeniero industrial. Las jerarquías institucionales de la nueva sociedad no podían
basarse en la tradición ni en la cultura de la superioridad social de las élites, sino que tenían que ser
diseñadas y dirigidas por expertos dotados de la formación adecuada. A principios del siglo XX, la
figura del experto (el ingeniero, el economista, el gestor profesional, etc.) y la idea del gobierno de los

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expertos (tecnocracia) adquirieron la relevancia pública que todavía mantienen hoy. Los expertos
eran los problem solvers a los que había que confiar la búsqueda de soluciones a los problemas
complejos que afrontaba la nueva sociedad.

- El Taylorismo
El movimiento taylorista (Frederick Winslow Taylor: 1856-1915) de principios del siglo XX,
fue el primer exponente de este enfoque de reforma, centrado en la idea de la aplicación del
conocimiento experto como medio para alcanzar la eficiencia. La doctrina de Taylor afirmaba que,
para alcanzar la eficiencia, las empresas tenían que ser gestionadas aplicando métodos científicos
(scientific management), y correspondía a los ingenieros aportar esos métodos. Para Taylor, el
capitalismo de finales del siglo XIX no era todavía un capitalismo plenamente moderno, y tenía que
ser modernizado profesionalizando (esto es: tecnificando) la organización de la empresa y la gestión
empresarial.
La propuesta de Taylor conllevaba la reorganización radical del trabajo en el capitalismo. El
trabajo tenía que ser rediseñado para aumentar su productividad, y esto exigía someterlo a estándares
de desempeño fijados por los ingenieros, que privaban a los trabajadores de autonomía de ejecución y
les imponían ritmos y metas de producción. Bajo el impulso de Taylor y Ford, el trabajo industrial fue
simplificado, se aceleró su ritmo y aumentó la disciplina en el puesto de trabajo. La cadena de
montaje de Henry Ford, que producía en masa un producto complejo como el automóvil, a precios
asequibles para las masas, fue el epítome de este nuevo capitalismo eficiente y modernizado.

- Los métodos de la producción en masa extienden el consumo


Los nuevos métodos de la producción en masa hicieron posible la fabricación de productos
estandarizados en grandes series y a bajo coste. Esta innovación sentó las bases para la extensión del
consumo a las masas y, de esta manera, para la formación de una sociedad de consumidores. Sin
embargo, la difusión de la producción en masa fuera de los EE UU sólo tuvo lugar después de la
segunda guerra mundial, de tal manera que, en Europa, la sociedad de consumo sólo comenzó a
hacerse visible en la década de 1960.

- La eficiencia como principio de legitimación del capitalismo


La eficiencia no sólo era un método para mejorar la producción, era también un principio de
legitimación del capitalismo y de sus jerarquías institucionales. A partir de principios del siglo XX,
los defensores del capitalismo van a apelar a su eficiencia superior como el valor que lo legitima:
aunque el capitalismo genera más desigualdades que el socialismo, lo supera en eficiencia, y, por
tanto, genera más riqueza y bienestar. En principio, la eficiencia no es un valor moral, pero acabó por
ser tratada como si lo fuese, e incluso como el valor superior.

- Consecuencias del credo de la eficiencia


El credo de la eficiencia acarreó tres consecuencias:

1. La primera fue el aumento de la disciplina en el trabajo y en la vida social en general.


Una disciplina temporal que gravitaba sobre la programación y el el control de los
tiempos, y la economización del tiempo.
2. La segunda fue la desmoralización (y, por tanto, la despolitización) de la vida
económica, porque el principio de la eficiencia era indiferente a los juicios morales y

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se justificaba como un bien en sí mismo. La eficiencia aumentaba el output
productivo y, por tanto, era intrínsecamente buena y debía dársele prioridad.
3. La tercera consecuencia fue el fomento de una nueva mentalidad materialista (el
productivismo) que mide las cosas por su valor monetario y concede la máxima
prioridad al crecimiento material. Ahora, la eficiencia era la vía para aumentar
continuamente la producción económica de las empresas y los países (el PIB), y este
objetivo de crecimiento material se convirtió en el nuevo rasero de medida del
desarrollo y del bienestar de las sociedades. Este nuevo materialismo productivista
era ciego con respecto a los costes sociales y ambientales del crecimiento material.

4. Meritocracia, profesionalismo y radicalización

- Meritocracia
La persecución de la eficiencia en las instituciones obligaba a perfeccionar la división técnica
del trabajo y a asignar los puestos de trabajo con el criterio de la competencia técnica, la cual tenía
que ser adquirida en el sistema educativo. El reclutamiento para los puestos de especialistas y, sobre
todo, los puestos de mando tenía que hacerse con un criterio meritocrático, seleccionando a los más
capacitados. La nueva sociedad tenía, por tanto, que ser una sociedad más abierta y meritocrática que
la sociedad tradicional, y con más movilidad social, porque el sistema educativo iba a proveer una
escalera para el ascenso social.

- El sistema educativo deviene una pilar central de la arquitectura institucional de la


nueva sociedad
En la nueva sociedad, la educación adquirió una importancia crucial por tres razones:

- La primera es que va a ser el mecanismo de adoctrinamiento de las masas en la nueva cultura


cientifista y materialista que rompe con la tradición y promueve una mentalidad positivista y
escéptica (la existencia no tiene ningún sentido último).
- De esta manera, el sistema educativo pasó a operar como un mecanismo de secularización de
la cultura.
- La segunda es que el sistema educativo provee las competencias técnicas necesarias para el
funcionamiento de las jerarquías institucionales del capitalismo industrial.
- La tercera es que el sistema educativo promueve la conciencia nacional, superando el
parroquialismo de la mentalidad tradicional.
- En la nueva sociedad, toda la población ha de ser escolarizada al menos hasta cierta edad, y
las universidades proveen los especialistas que coordinan y dirigen las jerarquías
institucionales.
- Mucho antes de que se inventase la noción del “capital humano”, la construcción de un
sistema educativo nacional que imparte contenidos formativos uniformes a la población se
convirtió en una prioridad para los estados.

- Profesionalismo y profesionalización
El uso de la ciencia para fines sociales, exigía la profesionalización de las ocupaciones
intensivas en conocimiento (medicina, ingeniería, abogacía), el cultivo de las nuevas ciencias sociales
(economía, sociología, ciencia política, psicología) y la mejora del profesionalismo en todas las

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ocupaciones .Para ello, era necesario reformar la universidad, ampliando su contenido disciplinar más
allá de las humanidades, para incluir las ingenierías y las ciencias sociales. La universidad debía
orientarse no solo a transmitir la tradición cultural del pasado, sino que sobre todo tenía que ser una
factoría de producción de conocimientos (universidad de investigación).

- Racionalización
La aplicación de la ciencia para la reforma de las instituciones, el profesionalismo y la
estandarización de las prácticas, son tres aspectos de lo que Max Weber denominó el proceso de
racionalización de la sociedad. Una actividad se racionaliza cuando es reconstruida (o se la diseña ex
novo) de acuerdo con un plan racional (un esquema de medios/fines). Las organizaciones complejas
modernas han sido los sujetos que han impulsado la racionalización de las actividades en todos los
ámbitos de la sociedad.

Las sociedades del siglo XX serán sociedades de organizaciones, en las que abundan las
organizaciones complejas (en la economía, la sociedad y la política) que actúan como agentes de la
racionalización de la vida. Los procesos de racionalización suplantaron a las tradiciones heredadas del
pasado con nuevas formas de organización de las prácticas sociales (jerarquías gerenciales,
mercados, comunidades profesionales, etc.).

- Estandarización y control temporal


Dos herramientas fundamentales para racionalizar las actividades fueron la estandarización de
las actividades y la programación de sus tiempos. La estandarización consiste en someter las
actividades a un estándar prediseñado y su consecuencia es la uniformización de las prácticas sociales
(laborales, de ocio, de consumo) acabando con su variabilidad en el espacio. La programación
temporal de las actividades adquirió una importancia fundamental como mecanismo de coordinación
y control en la nueva sociedad. La disciplina temporal (tiempos, horarios, calendarios) se convirtió en
un mecanismo fundamental del control social en la nueva sociedad.

5. Centralización y burocratización

- Tendencia a la centralización
En la nueva sociedad el poder tiende a la centralizarse, porque el desarrollo del capitalismo
industrial favorece la formación de grandes grupos empresariales con una dirección centralizada, y
porque el estado también se vuelve más complejo y acrecienta su poder sobre la sociedad. La
centralización del poder (en la economía, el estado y la sociedad) fue propiciada por la creencia de
que la eficiencia de las organizaciones depende de su tamaño. Las organizaciones de gran tamaño y
complejidad eran vistas como más poderosas y eficientes que las de pequeño tamaño, y más
adecuadas para resolver problemas complejos.

- ... y a burocratización
La creencia en la superioridad de la organización burocrática de gran tamaño, se basaba en el
supuesto de que estas organizaciones disponían de más recursos para: 1) incorporar conocimiento
experto, 2) planificar sus actividades a largo plazo, y 3) operar sistemas técnicos sofisticados. Esta
creencia en la superioridad de la burocracia de gran tamaño fue cuestionada por el neoliberalismo en
el último tercio del siglo XX, que lanzó una cruzada contra la burocracia y volvió a proponer la idea
de la superioridad de los mercados frente a las jerarquías burocráticas. Pero, hasta entonces, las élites

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rindieron culto al tamaño y la complejidad de las organizaciones, lo que impulsó la de burocratización
de las sociedades.

- Mediación creciente de las relaciones sociales por el estado


Con la centralización del poder, el estado va intervenir cada vez más en la sociedad con
políticas regulativas, asignativas y distributivas. Las relaciones sociales van a ser cada vez más
mediatizadas por regulaciones legales: educación de los hijos, matrimonio y divorcio, salud e higiene
pública, competencia en el mercado, acceso a las profesiones, negociación colectiva, planificación del
espacio urbano (zonificación), etc. De esta manera, el estado va a intervenir cada vez más, no sólo en
los asuntos públicos, sino también en la vida privada de los ciudadanos. La nueva sociedad va a ser
una sociedad crecientemente administrada por el estado.

6. Manufactura del consenso y tecnocracia

- Democratización
En la primera década del siglo XX, los países europeos llevaron a cabo reformas electorales
para extender el sufragio a toda la población masculina. El voto de las mujeres tuvo que esperar
todavía algún tiempo, no tanto por la resistencia de las fuerzas conservadoras, sino por la resistencia
de la izquierda que consideraba que el voto femenino era más conservador que el masculino y
favorecía a los partidos de derechas. Con la democratización, las masas entraron en la política
electoral y ésta se volvió más imprevisible. ¿Cómo evitar que las masas usaran el poder que se les
había concedido para apoyar partidos que eran hostiles a la democracia? Esto es lo que ocurrirá en
Italia en la década de 1920 y en Alemania en la década de 1930.

- Esfera pública y propaganda: la manufactura del consenso


El control de la participación de las masas en la política, va a recaer en la esfera pública de los
medios de comunicación de masas (prensa, radio, cine, TV.), cada vez más densa y con más capacidad
de penetración en el tejido social. En la esfera pública tiene lugar la deliberación sobre los asuntos
públicos y la formación de una opinión pública (opinión publicada) que persigue influir en el
gobierno. La opinión publicada opera como un mecanismo de control (seguimiento, vigilancia y
crítica) del gobierno y de las instituciones, y es un foro en el que éstas han de rendir cuentas. Los
gobiernos no pueden ignorarla, pero van a tratar de influirla.

Los medios de comunicación de masas modernos también operan como canales de


propaganda: herramientas de la comunicación de “arriba a abajo”, que manufactura una opinión
publicada que consiente y justifica la acción del gobierno. En la nueva sociedad, la propaganda y la
manufactura del consenso mediante la conformación de la opinión pública, adquieren una importancia
crucial como mecanismos de gobernanza política. El siglo XX va a ser el siglo de la propaganda y de
las relaciones públicas (que es otra forma de propaganda).

La propaganda se va a beneficiar de la aportación de la psicología profunda, que desvela las


motivaciones psicológicas subconscientes de las gentes y su reactividad a símbolos y mensajes que
resuenan en el subconsciente de manera subliminal. No fue una casualidad que el inventor de las
relaciones públicas fuese Edward Bernays: un sobrino de Sigmund Freud emigrado a Nueva York. La
propaganda es anterior al siglo XX, pero su capacidad de impacto era muy limitada antes de la
aparición de los medios de comunicación de masas modernos (radio, cine y TV).

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- La democracia será representativa pero elitista (tecnocrática)
El gobierno ha de planificar sus actividades con un horizonte de medio y largo plazo, y esta
planificación ha de ser realizada por expertos. La función del gobernante es elegir a los expertos que
diseñan las políticas públicas y vender esas políticas al público de los electores. La democracia es
representativa, pero la gobernanza es elitista. El público se limita a votar periódicamente para elegir a
los gobernantes, pero carece de la competencia para juzgar la complejidad de los asuntos del
gobierno, que tienen que ser llevados por los expertos en cada campo (concepción elitista de la
democracia).

A lo largo del siglo XX, el tema del gobierno tecnocrático va ser una corriente que va a surgir,
sumergirse y resurgir. La tecnocracia es un correlato de la centralización: cuanto más centralizada es
la gobernanza, más tecnocrática es. El globalismo es tecnocrático, pues la gobernanza política
centralizada de alcance transnacional es necesariamente tecnocrática, como también lo es la
integración política supranacional (Unión Europea).

Glosario de conceptos

Aceleración Estandarización Nuevas clases sociales


Anomia Estructura de clases Profesionalismo y
Democracia elitista Industrialización profesionalización

Centralización Integración sistémica Propaganda

Conflicto industrial Integración social Racionalización

Destradicionalización Manufactura del consenso Sociedad industrial

División social y técnica del Meritocracia Sociedad tradicional


trabajo Movilidad social Tecnocracia
Esfera pública Nueva sociedad Urbanización

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Sociología General

1º Doble Grado en Ciencias Políticas y Filosofía

Facultad de Filosofía
Universidad Complutense de Madrid

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TEMA 2. LA RECONSTRUCCIÓN DE LAS SOCIEDADES OCCIDENTALES EN LA
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

1. Las turbulencias económicas y políticas del periodo de entreguerras

- Las turbulencias económicas y políticas del período de entreguerras


En la primera mitad del siglo XX, las élites no lograron encontrar la fórmula para estabilizar
el capitalismo y asegurar el crecimiento económico sostenido y el pleno empleo. En este período se
sucedieron dos guerras mundiales y entre ellas la Gran Depresión económica de 1929. La ortodoxia
económica predicaba el equilibrio de las cuentas del estado (no gastar más de lo que se recaudaba) y
la recaudación fiscal de los estados era todavía de poca entidad. Sólo el régimen nazi en Alemania, en
la segunda mitad de la década de 1930, logró llevar a cabo una política económica expansiva exitosa
que acabó con el desempleo, reactivó el crecimiento económico e hizo posible el rearme del país.

Las élites tampoco consiguieron estabilizar la política de las sociedades europeas, que fueron
pasto de la polarización política y del derrumbe de la democracia liberal en muchos países. La primera
guerra mundial destruyó el continente europeo, y la gran depresión de 1929 vino a rematar los
desastres de la guerra, activando una depresión económica prolongada que destruyó masivamente
empleo y se prolongó hasta la guerra. La revolución bolchevique de 1917, instauró un régimen
comunista y alteró la escena geopolítica mundial, con la aparición de una alternativa colectivista al
capitalismo y a la democracia liberal. El fascismo italiano y el nazismo alemán también rivalizaron
con la democracia liberal, ofreciendo un modelo alternativo de capitalismo estatista e ideológico.

- Polarización social e inestabilidad política


El giro proteccionista que emprendieron los gobiernos después de la 1ºGM, hizo que cayese el
comercio internacional lo cual ralentizó el crecimiento de las economías nacionales. En el período de
entreguerras, las tensiones sociales y políticas, no sólo no menguaron, sino que se intensificaron,
porque la Gran Depresión de 1929 desestabilizó las economías nacionales cuando todavía no se
habían recuperado del desastre de la guerra. La primera guerra mundial no resolvió los conflictos
geopolíticos que la habían desencadenado, y el trato injusto que las potencias vencedoras impusieron
a Alemania tras la guerra (Tratado de Versalles), precipitó la hiperinflación de la República de
Weimar y el ascenso del partido Nazi al poder en 1933. La ideologización de la política, la fuerza de
los movimientos políticos de masas y la crisis económica, restaron credibilidad al proyecto de
gobierno tecnocrático de la nueva sociedad.

- De la guerra civil larvada a la guerra total


En el período de entreguerras (1917-1940), las sociedades europeas vivieron en un estado de
guerra civil larvada (guerra civil abierta en España de 1936 a 1939). En la década de 1930, tras el
ascenso del partido nazi al poder en Alemania, tanto el capitalismo como la democracia liberal fueron
puestos en entredicho, porque ni el capitalismo era capaz de crear prosperidad para todos, ni la
democracia liberal era capaz de crear estabilidad política. Una parte de las élites occidentales veían el
fascismo italiano y la Alemania nazi con admiración. Y el comunismo soviético también contaba con
apoyos sociales en los electorados y con los partidos comunistas nacionales que obedecían las órdenes
de Moscú. El ascenso de los nazis al poder volvió a azuzar el clima de guerra en Europa, y, después de
la guerra civil española, el anschluss alemán la hizo inevitable.

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Aunque el en período de entreguerras se inició el proceso de la reconstrucción de las
jerarquías sociales con las ideologías de la eficiencia y el profesionalismo, y los estados se volvieron
más intervencionistas, la crisis económica de 1929 bloqueó la difusión de la producción en masa y la
expansión del consumo. La década de 1930 se caracterizó por el alto desempleo, las tensiones sociales
y la polarización política, que alentó las estrategias de los frentes populares (España y Francia) para
aislar a las fuerzas de la derecha.La guerra civil española de 1936-39 (una guerra internacionalizada)
fue el preludio de la segunda guerra mundial (1940-45).

2. La reconstrucción de las sociedades europeas en la segunda postguerra

- Un nuevo inicio: nuevas estrategias para estabilizar la economía y la sociedad


Después de dos guerras mundiales, las cosas no podían volver al status quo ante, y la división
del mundo en dos bloques obligaba a las élites occidentales a emprender el camino de las reformas,
que había estado bloqueado en el período de entreguerras. La segunda postguerra trajo innovaciones
en la gestión de la economía, la integración de la sociedad y el manejo de los conflictos
internacionales. Tras la guerra, los gobiernos occidentales se convirtieron al keynesianismo, al tiempo
que en Breton Woods (1943) restablecieron el patrón oro para fomentar el comercio internacional.

Las élites democristianas y socialdemócratas se pusieron manos a la obra para edificar un


sistema de protecciones sociales (el estado de bienestar), para fomentar la integración social y la
estabilidad política de las sociedades que habían sido devastadas por la guerra. Los EE UU asumieron
el papel de potencia hegemónica del bloque capitalista, relegando a Gran Bretaña a un segundo plano,
y asumiendo la defensa de Europa occidental frente a la amenaza soviética (NATO). Se iniciaron los
procesos de descolonización, que pusieron fin a los imperios coloniales, y se instituyó la organización
de las Naciones Unidas como foro para la gestión de los conflictos entre naciones.

- Restauración de la democracia liberal y guerra fría


El triunfo de las potencias aliadas en la segunda guerra mundial (EEUU, Gran Bretaña,
Francia y la URSS) frente a las potencias del Eje (Alemania, Italia, Japón), conllevó la restauración de
la democracia liberal en los países de Europa occidental y en Japón. Desapareció de la escena el
fascismo, como alternativa a la democracia liberal, con la excepción de los regímenes de Franco y
Caetano Salazar (que eran más corporativistas que fascistas), a los que se dejó sobrevivir, porque el
clima de la guerra fría no era propicio a experimentos democratizadores de resultados inciertos. Pero
no desapareció el peligro del comunismo, sino que se se intensificó y se convirtió en “la nueva gran
amenaza”, con la división de Europa en dos bloques: el atlántico, bajo el paraguas defensivo de los EE
UU, y el del “telón de acero”, bajo el control de la Unión Soviética.

Durante la guerra fría, la política estuvo dominada por la dialéctica de la confrontación entre
dos modelos alternativos de sociedad industrial: (1) La liberal democrática: con su combinación de
democracia parlamentaria, libertades civiles y políticas, y economía de mercado. (2) La comunista:
con un régimen de partido único, sin libertades y con una economía colectivista que operaba bajo el
comando centralizado de una maquinaria de planificación. La dialéctica entre estos dos modelos de
economía y sociedad se prolongó hasta la caída del comunismo soviético a finales del siglo XX.

- La estrategia keynesiana de estabilización de la economía


Tras la segunda guerra mundial, el problema de la estabilización del capitalismo adquirió la
máxima prioridad para las élites: Había que evitar que se volviese a producir una crisis como la de

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1929, que había desestabilizado las democracias en el período de entreguerras. La respuesta que se dio
a este problema vino de la teoría económica que John Maynard Keynes había propuesto en la década
de 1930. El keynesianismo predicaba que el gobierno debía intervenir en la gestión de la economía,
para corregir su comportamiento cíclico, con la palanca de la política fiscal: la política de gasto
público. Cuando la economía entraba en recesión, el gobierno debía incrementar el gasto público para
aumentar la demanda agregada de bienes y servicios y relanzar el crecimiento de la economía y del
empleo.

En las fases depresivas del ciclo económico, el gobierno debía invertir en la construcción de
infraestructuras y de obra pública para crear empleo y que esas inversiones empujasen el crecimiento
de la economía. El gobierno podría elevar temporalmente el déficit público (gastando más de lo que
ingresaba) para estimular el crecimiento de la economía y mantener el nivel de empleo. Esta
intervención del gobierno aumentaba la inflación, pero mantenía el empleo (había que elegir entre
desempleo e inflación). Una vez superada la recesión, el gobierno retornaría a una política de gasto
más austera, para contener el crecimiento de la inflación.

Esta estrategia de estabilización de la economía funcionó hasta la segunda mitad de la década


de la década 1970. Las economías europeas que habían participado en la guerra y cuyas
infraestructuras habían sido diezmadas y necesitaban ser reconstruidas, respondieron al estímulo de la
inversión pública y privada, y aprovecharon la reconstrucción para modernizar sus infraestructuras.
Por otra parte, el relanzamiento del comercio internacional bajo el “patrón oro”, también estimuló el
crecimiento de las economías occidentales. Estos dos factores (reconstrucción y apertura al comercio
internacional) generaron un ciclo largo de crecimiento sostenido que se prolongó durante treinta años
(los “treinta gloriosos”: de 1945 a 1973).

- El pacto social para estabilizar las sociedades: el Estado de bienestar


Tras la segunda guerra mundial, los estados europeos se comprometieron en la construcción
de un estado de bienestar que proveía pensiones, educación y servicios de salud a la población y
redistribuía parte de la riqueza creada por la economía de mercado, para asistir a las capas
desfavorecidas por el mercado (subsidios de desempleo, subsidios para los inactivos con necesidades,
etc.). El estado de bienestar proveía una red de seguridad (pensiones, subsidios, ayudas) para impedir
que se creasen bolsas de pobreza persistente y amortiguar el impacto social de las crisis económicas.

El desarrollo del estado de bienestar contribuyó a la expansión del empleo público y del peso
de sector público en la economía. El estado de bienestar era la expresión de un pacto social
interclasista por el que el estado se comprometía a fomentar la mejora del bienestar de la comunidad
nacional en aras de la integración social (domesticación del capitalismo). El estado de bienestar era
una cesión de las clases dominantes para compensar a las clases subalternas las masacres y las
penalidades de las dos guerras mundiales de la primer mitad del siglo XX.

- La expansión del consumo


El largo ciclo de crecimiento económico sostenido de la segunda postguerra, no sólo
posibilitó la rápida recuperación de las economías europeas, sino que también elevó el nivel de vida
de las masas con la expansión del consumo a todas las capas de la población. La apertura progresiva
de las economías a las importaciones y la difusión de los métodos de producción en masa (fordismo),
abarataron los precios de los productos de consumo y extendieron el consumo a las clases subalternas.
Ahora, los trabajadores ya no sólo eran productores sino también consumidores, y el crecimiento de

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las retribuciones salariales les permitía acceder al consumo de bienes que antes les habían estaban
vedados.

El consumo disparó la demanda de bienes y servicios y, de esta manera, promovió el


crecimiento de la economía (círculo virtuoso). Apareció así una sociedad de consumidores, que eran
estimulados a consumir por los medios de comunicación de masas y que disfrutaban de vacaciones
pagadas. La negociación colectiva centralizada impedía que los niveles salariales se diferenciasen
mucho entre las empresas de un mismo sector. El desarrollo de la radio, el cine y la televisión
expandieron la capacidad de influir las preferencias y las actitudes de las masas.

- Despolarización social: Integración de la clase obrera y florecimiento de las clases


medias
La difusión del consumo y la elevación del nivel de vida de los trabajadores, atenuó las
desigualdades socioeconómicas con respecto a la primera mitad del siglo XX y rebajó la tensión
política. Al tiempo que la clase obrera se integraba en el sistema, por la vía del consumo y el empleo,
florecieron las clases medias de empleados y de pequeños empresarios, y este cambio transformó la
estructura de clases. Simplificando: se pasó de una estructura social polarizada con la forma de 20/80
a otra más equilibrada con la forma 20/60/20.

- Triunfo del centrismo político


Por primera vez en el siglo XX, las fuerzas políticas dominantes en las democracias
occidentales concordaban en el modelo de sociedad que querían: una sociedad con un régimen de
democracia liberal, economía de mercado abierta al comercio internacional y un estado de bienestar
que promovía la justicia social y el pleno empleo. Los movimientos radicales de la derecha y de la
izquierda perdieron peso en el electorado, que se escoró a las posiciones centristas de conservadores
y socialdemócratas. La dinámica de la competición electoral escoraba a los partidos a posiciones
centristas.

- Relanzamiento del proyecto de integración europea


En la década de 1950, se creó la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, para evitar
que se volviese a producir en Europa un conflicto por el control de estas industrias. En 1960, nació en
Roma el Mercado Común Europeo, un acuerdo de integración comercial y de unificación de la
política agraria de los seis países fundadores. Este primer proyecto de integración europea fue
promovido por los líderes de las Democracias Cristianas italiana (Alcide de Gasperi), francesa (Robert
Schuman) y alemana (Conrad Adenauer). En este proyecto, el papel de las instituciones europeas era
subsidiario con respecto a los estados nacionales, y debían proteger y reforzar las identidades
nacionales. Treinta años después, tras la caída del comunismo soviético, el proyecto de integración
europea registrará un giro en la dirección de la creación de una entidad supranacional, superimpuesta
a los estados: la Unión Europea.

En resumen, en los treinta años que siguieron al fin de la segunda guerra mundial, las elites
lograron conseguir lo que no habían logrado en el período de entreguerras:

- Estabilizar la economía y crear prosperidad.


- Incorporar a la clase obrera al sistema, con el pleno empleo, la institucionalización de la
negociación colectiva y el acceso al consumo.

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- Despolarizar la sociedad, con la formación de una estructura de clases más equilibrada.
- Despolitizar a las masas, ahora más preocupadas por disfrutar del bienestar que les
proporcionaba el consumo, las oportunidades de movilidad social y los medios de ocio y
entretenimiento.

Pero todo esto con el telón de fondo del temor al comunismo y a una posible invasión de
Europa desde los países del telón de acero.

- La guerra fría y el miedo a un holocausto nuclear


Las relaciones internacionales cristalizaron en la división del mundo en dos bloques que
competían por extender su esfera de influencia en el mundo. Pero la aparición del armamento nuclear
(y el peligro de destrucción del planeta que conllevaría su uso), actuaba como un mecanismo de
disuasión (deterrance): las armas nucleares no podían ser usadas con un propósito ofensivo. Los
conflictos entre los dos bloques se libraban ahora en los países recién independizados, que tenían que
elegir el bloque con el que iban a alinearse.

- Dominum sin imperium


Los procesos de descolonización que se emprendieron después de la segunda guerra mundial,
plantearon a las potencias el problema de cómo ejercer el dominio en ausencia de imperio. La
solución a este problema fue la organización de aparatos de inteligencia (CIA, KGB, MI6, Mossad)
que operaban en secreto para influir las políticas de los estados recién independizados. La CIA y la
KGB se dedicaron a desestabilizar a los gobiernos que veían como hostiles y a organizar golpes de
estado en los países que pretendían imponer su independencia (golpe de estado contra el presidente
Mossadegh en Irán en 1953, el asesinato de Enrico Mattei en Italia, 1962). Sudamérica, se convirtió
en el patio trasero de los EE UU, y las guerras de Corea y de Vietnam mantuvieron viva la llama de la
guerra en las tres décadas que siguieron a fin de la 2GM.

En los treinta años que siguieron al fin de la segunda guerra mundial, las élites consiguieron
estabilizar el capitalismo y activar un ciclo largo de crecimiento económico sostenido, y aumentar la
integración social de las sociedades nacionales con las políticas de bienestar y la difusión del
consumo. Pero no lograron estabilizar las relaciones internacionales, excepto con el efecto disuasorio
de las armas nucleares, que siguieron siendo una esfera de conflictos al tiempo que los conflictos
bélicos entre potencias se trasladaron a los países del Tercer Mundo.

3. Reemergencia de las turbulencias en las décadas de 1970 y 1980

- El fin de los treinta gloriosos


La crisis del petróleo de 1973 puso fin al largo ciclo de crecimiento sostenido de las
economías capitalistas en la segunda postguerra y obligó a reestructurar las industrias de los países
desarrollados, que hasta entonces se habían beneficiado de un suministro energético a precios muy
baratos. La entrada en escena de nuevos países industrializados (primero Japón y después los “tigres”
de extremo oriente) intensificó la competencia en los mercados internacionales, y obligó a las
empresas de los países más desarrollados a abandonar las actividades intensivas en mano de obra y en
energía. A finales de la década de 1960, la economías desarrolladas habían entrado en un escenario de
pleno empleo y los sindicatos aprovecharon la coyuntura favorable para obtener aumentos salariales
que recortaban los beneficios del capital.

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- Se inicia el declive demográfico
En las primeras dos décadas de la postguerra, la población de los países desarrollados había
continuando creciendo (el baby boom de la posguerra), aunque con tasas de crecimiento cada vez más
bajas. Pero en la década de 1970 muchos países comenzaron a registrar tasas de natalidad por debajo
de la tasa de reemplazo y esta tendencia se acentuó en las décadas siguientes. Este hecho es de la
mayor importancia, porque el crecimiento demográfico es, a largo plazo, el principal determinante del
crecimiento económico: sin crecimiento demográfico no hay crecimiento sostenido de la economía. El
crecimiento de la población es el principal mecanismo de la expansión de la demanda de bienes y
servicios, y, por tanto, la fuerza de arrastre del crecimiento de la economía.

- Las dos crisis de las décadas de los 70 y los 80


El declive demográfico de los países desarrollados acarreaba una mayor rigidez en el mercado
de trabajo, pues la oferta de trabajo endógena ya no sólo no crecía sino que era declinante. Para
contrarrestar las rigideces del mercado de trabajo, era necesario incorporar a las mujeres al empleo e
importar trabajadores extranjeros. Así, en la segunda mitad de la década de 1970, se combinaron dos
crisis: la crisis precipitada por el reajuste de los precios del petróleo (crisis del lado de la oferta) y la
crisis activada por la caída de la natalidad (crisis del lado de la demanda). Esta doble crisis precipitó el
estancamiento de las economías desarrolladas, que dejaron de crecer y de crear empleo como lo
habían hecho en los treinta años anteriores.

- Reaparece la inflación
El crecimiento de los salarios y del gasto público, para atender los costes crecientes del estado
de bienestar, precipitaron la reaparición de la inflación en las economías de los países occidentales en
la segunda mitad de la década de 1970. Esta inflación se producía en un contexto de estancamiento
económico (estanflación) e indujo la indexación de los salarios en muchos países, lo que
retroalimentaba la inflación. La inflación es un síntoma del bloqueo del conflicto distributivo: es una
manera de ganar tiempo, posponiendo al futuro la solución de problemas que no son susceptibles de
ser resueltos en el presente.

- La izquierda se fractura: la aparición de la nueva izquierda


A finales de la década de 1960, en el contexto de las revueltas estudiantiles (Mayo de 1968),
apareció en la escena política el movimiento de la nueva izquierda. Justo cuando la izquierda
comunista se estaba integrando en el sistema y renunciaba a la estrategia revolucionaria (el
eurocomunismo), la nueva izquierda retomó la retórica del anticapitalismo y abrazó nuevas causas
como la liberación sexual y el ecologismo (posmaterialismo). Esta nueva izquierda era inicialmente
sólo un movimiento en los márgenes del sistema político, y en algunos países (Alemania e Italia)
acabó generando movimientos terroristas (Baader Meinhoff, Brigate Rose). Pero la nueva izquierda
expresaba el cambio de valores que se estaba dando en las nuevas generaciones (postmaterialismo) y,
con el paso del tiempo, acabaría alterando el discurso político y fagocitando a la vieja izquierda.

4. La respuesta de la elites a la crisis del capitalismo keynesiano y las turbulencias de


las décadas de 19870 y 1980

- La élites toman la iniciativa para dar un giro a la gestión del capitalismo y al bloqueo
del conflicto de clases

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En 1953, por iniciativa de David Rockefeller, se fundó el Club Bilderberg, un foro elitista que
reunía a élites norteamericanas y europeas para tratar los asuntos de la gobernanza de los países del
bloque atlántico. A finales de los 60, David Rockefeller propuso ampliar el Club Bilderberg para
incluir en sus filas a representantes de Japón, pero su propuesta fue rechazada. Ante esta negativa,
Rockefeller creó la Comisión Trilateral en 1971, como foro que incluía a representantes de los EE
UU, Europa occidental y Japón. En 1974, Samuel Huntington, Michel Crozier y Jöji Watanuki
presentaron a la Comisión Trilateral un informe con el título “The Crisis of Democracy: A repport on
the governability of democracies” (1975)

- El diagnóstico de las élites: un exceso de democracia


En su Repport, Huntington, Crozier y Watanuki argüían que la causa de la crisis que
atravesaban los países occidentales era un exceso de democracia, que había precipitado a las
sociedades occidentales en una crisis de gobernabilidad. Esta crisis de gobernabilidad se derivaba de
un exceso de participación política, que generaba la sobrecarga (overload) de demandas a los
gobiernos, que deterioraba su capacidad de gobernar de manera efectiva y debilitaba la autoridad de
las instituciones públicas. Las sociedades occidentales eran cada vez menos gobernables, la
democracia perdía efectividad (pues no disponía de capacidades para satisfacer todas las demandas) y
la autoridad de las instituciones públicas se resquebrajaba.

- La solución a la crisis: la reforma oligárquica de la gobernanza democrática


Había que reformar la gobernanza democrática para contener la marea de demandas que las
sociedades proyectaban en los gobiernos y mermaban la gobernabilidad. Era necesario retrazar las
fronteras entre el estado y la sociedad, para contener las demandas sociales y fortalecer la autoridad y
las capacidades de gobierno de los estados. Había que acabar con el espíritu de dependencia del
estado y con la expectativa de que el estado era una mater nutricia con capacidades ilimitadas y capaz
de satisfacer todas las demandas sociales. El estado tenía que reducir su campo de acción y dejar que
los mercados tuvieran un mayor protagonismo en la asignación de los recursos y que la sociedad civil
desempeñase un papel más activo en la gobernanza.

- La crítica conservadora al Estado de bienestar


En las décadas de 1970 y 1980, el estado de bienestar fue objeto de críticas desde las filas del
conservadurismo político, sobre todo en los EE UU, donde esa tradición era más fuerte. Esta crítica
sostenía que los subsidios sociales del estado de bienestar no sólo planteaban un problema de costes,
sino que también eran disfuncionales para la integración social. Estos críticos alegaban que el estado
de bienestar había alimentado una actitud de dependencia del estado que había erosionado el sentido
de la responsabilidad personal, precipitado la crisis de la familia y la desintegración de las
comunidades étnicas más dependientes de los subsidios sociales.
Así, en los EE UU, los subsidios sociales para las madres solteras, habían desestructurado las
comunidades urbanas afroamericanas, induciendo a los hombres a desentenderse de la responsabilidad
del sostén económico y de la crianza de sus hijos, lo que había precipitado una crisis de la familia en
estas comunidades, que era la raíz de su desintegración social: altas tasas de delincuencia y
homicidios, crecimiento exponencial de los hijos concebidos fuera del matrimonio, altas tasas de
fracaso escolar, desempleo crónico, etc.

- Crisis de sostenibilidad del Estado de bienestar como consecuencia de la


transformación de la demografía de las sociedades occidentales.

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La transformación de la demografía de las sociedades occidentales, como consecuencia del
envejecimiento de la población y de la caída de la natalidad, hizo tomar conciencia del problema de la
viabilidad a largo plazo del estado de bienestar. El envejecimiento de la población propulsaba el
crecimiento del gasto social en pensiones y asistencia sanitaria, mientras que la caída de la natalidad y
del empleo recortaban la base de contribuyentes activos sobre los que recaía la carga de sostener a la
población dependiente. Se hacía, por tanto, necesario reformar el estado de bienestar para asegurar su
viabilidad a largo plazo.
- El retorno del liberalismo
Después de la segunda guerra mundial, el liberalismo económico había sobrevivido a duras
penas como una corriente minoritaria en el océano de la hegemonía keynesiana. El pensador liberal
más destacado del liberalismo del siglo XX fue el economista de origen austríaco Frederick Hayeck
(1899-1992), un discípulo de Ludwig Von Misses y de la escuela austríaca de economía. Hayeck dotó
al liberalismo económico de una fundamentación teórica sofisticada sobre los fundamentos
institucionales de un orden social fundado en la libertad. El argumento de Hayeck es que la libertad
sólo puede florecer en órdenes espontáneos regulados por reglas emergentes que condensan
aprendizajes colectivos.

- La arquitectura de los órdenes espontáneos


Las reglas que sostienen a los órdenes espontáneos son reglas de conducta genéricas (de
justicia conmutativa), que no discriminan a las personas y les permiten desplegar su iniciativa
económica haciendo uso de sus conocimientos. Los órdenes espontáneos no son diseñados por nadie:
son órdenes que emergen de los ajustes recíprocos que las gentes tienen que realizar para actuar con
eficacia en una esfera de la vida. Para Hayeck, el mercado (catalaxia) es el orden espontáneo más
complejo y su complejidad desafía las capacidades de compresión de la inteligencia.
El mercado es un orden en continua evolución y no puede ser controlado sin destruirlo. Si se
busca controlarlo e interferir en su funcionamiento, no sólo se destruye su capacidad de crear riqueza
(limitando e inhibiendo la iniciaitiva empresarial) sino que también se destruye la libertad de los
individuos y el potencial de creatividad y dinamismo que le es inherente. Las políticas que
distorsionan el orden espontáneo de los mercados, destruyen la libertad individual y la prosperidad
colectiva, produciendo servidumbre, inhibiendo la creación de riqueza y generando desigualdades
económicas que no son naturales sino artificiales (derivadas de la distorsión de los mercados).

- El monetarismo de Milton Friedman

La teoría de Hayeck sobre un orden de libertad, inspiró el pensamiento político libertario de


derechas (Robert Nozik) y la escuela de economía de Public Choice (James Buchanan y Gordon
Tullok), que llamó la atención sobre cómo la acción del estado crea sectores parasitarios que se
apropian rentas dependientes de la acción estatal (rent seeking). Pero la teoría hayeckiana del mercado
como un orden espontáneo en evolución, no aportaba una receta para la gestión del capitalismo. Esta
receta fue aportada por Milton Friedman (1912-2006), un economista de la Universidad de Chicago
(cuyo departamento de economía era el el baluarte de la economía liberal), que era un seguidor de
Hayeck.

- El monetarismo y la supply-side economics


La doctrina monetarista de Friedman afirmaba que la gestión económica del capitalismo no
podía orientarse a la gestión de la demanda agregada (con la palanca de la política fiscal), sino que

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tenía que fundarse en la política monetaria: en el control de la oferta de dinero circulante en la
economía. Para estabilizar la economía, la política monetaria tenía que perseguir el objetivo de la
estabilidad monetaria, lo que requería mantener la inflación bajo control. Una vez logrado el objetivo
de controlar la inflación, había que dejar que los mercados se autorregulasen y equilibrasen la oferta y
la demanda.
Desde este planteamiento, los bancos centrales eran la institución sobre la que recaía la
responsabilidad de la gobernanza de la economía. Y, para poder desempeñar esta responsabilidad con
efectividad, era necesario que los bancos centrales fuesen independientes de los gobiernos, para que
condujesen la política monetaria con criterios técnicos y no políticos (tecnocracia). Este enfoque de la
gestión del capitalismo fue bautizado como la política económica por el lado de la oferta (supply-side
economics), en contraste con la política keynesiana de la gestión de la demanda agregada (demand
side economics).
La supply-side economics no buscaba estimular la demanda agregada con inversiones
públicas, sino hacer que los mercados fuesen más competitivos, con políticas de reforma estructural
que liberalizaban los mercados, reduciendo las barreras a la competencia, e incentivando la iniciativa
empresarial. Esto aumentaba las opciones de los consumidores (“Free to Choose”) y abarataba los
precios. En este nuevo enfoque de la política económica, el gobierno pasaba a asumir el papel de
“perro guardián” (watch dog) de la libre competencia en los mercados: estado regulador.

- De Pinochet a Margaret Thatcher y Ronald Reagan


Las ideas de Friedman fueron aplicadas por primera vez en el Chile de Augusto Pinochet, tras
el golpe militar que derrocó a Salvador Allende (1973). Tras el golpe, Pinochet confió la gestión de la
economía chilena a un equipo de economistas formados en la universidad de Chicago (los Chicago
boys), que aplicaron las ideas monetaristas en un plan de estabilización y liberalización económica,
que logró eliminar la inflación y reactivar el crecimiento de la economía del país. A principios de la
década de 1980, Margaret Thatcher (en Gran Bretaña) y Ronald Reagan (en los EE UU) aplicaron las
ideas del monetarismo en sus países. Había nacido el neoliberalismo.

- La estrategia neoliberal de gestión de la economía


La estrategia neoliberal de gestión de la economía comprendía un paquete de medidas:
1) Una política monetaria que buscaba mantener la inflación controlada.
2) La liberalización de los mercados, muy especialmente el mercado de trabajo, que tenía que ser
flexibilizado para que las empresas recobrasen competitividad.
3) La descentralización de la negociación colectiva y el abandono del objetivo del pleno empleo,
porque el desempleo es ahora visto como funcional para el correcto funcionamiento del mercado de
trabajo.
4) La desregulación de los mercados financieros, para que pudiesen asignar los recursos financieros
eficiencia (se asumía que los mercados financieros liberalizados eran eficientes).
5) El recorte de la carga fiscal de los ricos, para incentivar la inversión privada en la economía.
6) La reforma del estado de bienestar, para racionalizar y contener el gasto social del estado.
7) La privatización de las empresas públicas, cuya gestión era ineficiente porque no estaban expuestas
a los incentivos y las penalizaciones de los mercados, y eran baluartes del poder sindical.

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8) La provisión privada de servicios públicos, para desburocratizar y aumentar la eficiencia de su
provisión.

- Una nueva arma de la guerra ideológica: los think tanks


En la década de 1990, el neoliberalismo se convirtió en la nueva ortodoxia de la gestión del
capitalismo, y muchos gobiernos aplicaron la receta neoliberal para reformar sus economías
(liberalización y desregulación) y reestructurar el sector público estatal (privatizaciones y recorte del
gasto social). El ascenso del neoliberalismo no fue, sin embargo, un proceso espontáneo, sino que fue
el producto de una cruzada ideológica en la que las élites pusieron en juego una nueva institución para
la difusión de las ideas: el think tank. El think tank es una institución privada especializada en la
difusión de ideas o credos ideológicos en la esfera pública, en el mundo académico y en los círculos
de policy-makers.

Los think tanks son herramientas para el combate intelectual, que emplean a académicos,
analistas políticos y periodistas de prestigio para difundir ideas y propuestas políticas en los círculos
de poder (academia, medios de comunicación, poder legislativo, ejecutivo y judicatura). Los think
tanks son tanques de conocimiento experto al margen de la universidad, que buscan influir el discurso
sobre los asuntos públicos y proponer propuestas de políticas públicas. Entre los think tanks que
promovieron el giro neoliberal hay que mencionar: la Mount Perelin Society, el Cato institute, el
Acton Institute, el Misses Institute, el American Enterprise Institute, la Liberty Foundation, etc.

- Del capitalismo keynesiano al capitalismo hayeckiano


El triunfo del neoliberalismo en la década de 1990 puso fin al capitalismo keynesiano de la
segunda postguerra, y dio paso a un capitalismo hayeckiano en el que los mercados (sobre todo los
financieros) tienen mucho más protagonismo en la asignación de los recursos y el estado deviene un
estado regulador que vigila la competencia en los mercados. El alcance de esta transformación, sin
embargo, ha sido desigual. Fue más rotundo en los países anglosajones que en los países europeos y
asiáticos. Y aunque el peso del sector público en la economía ha disminuido en todas partes, todavía
sigue siendo muy alto: en ninguna parte el estado ha devenido el estado mínimo que deseaban los
padres del neoliberalismo.

- El impacto del neoliberalismo en la sociedad y en la cultura


El neoliberalismo se diferencia del liberalismo clásico en que persigue activamente cincelar la
sociedad para que ésta se ajuste a las exigencias de los mercados. Podríamos decir que el proyecto
neoliberal busca no sólo reformar la sociedad sino también reformar el individuo, para ajustarlo a las
exigencias de flexibilidad y de cambio continuo que le plantea la vida en una sociedad líquida (que es
lo que es una sociedad dominada por los mercados). Busca hacer del individuo un sujeto lábil que es
capaz de navegar los flujos de los mercados, fluyendo él mismo en esos flujos: reinventándose,
desdoblándose en múltiples yoes, conectándose y reconectándose a redes.

- Énfasis en la empresarialidad del individuo


En la sociedad líquida que ha traído el neoliberalismo, la empresarialidad deviene un estilo
cultural genérico: todos tenemos que ser, de algún modo y en alguna medida, empresarios; como
mínimo empresarios de nosotros mismos. El empresario deviene una figura de culto, sobre todo los
empresarios de la nueva economía (las empresas dot.com que han proliferado en torno a las TICs), en
la que las barreras de capital son bajas y la creatividad del individuo emprendedor es altamente

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recompensada por los mercados. En la era del neoliberalismo, la vieja economía industrial
(burocrática, rígida y contaminante) ha sido devaluada, mientras que la nueva economía (empresarial,
flexible y limpia) es ensalzada e hipervalorada por los mercados.

- Neoliberalismo y nueva economía


El ascenso del neoliberalismo coincidió con la emergencia y la consolidación de una nueva
economía surgida al abrigo de las nuevas tecnologías electrónicas de la información y la
comunicación. Esta nueva economía era una economía empresarial de empresarios hechos a sí
mismos y regulada por los mercados, y era un ejemplo del dinamismo de los mercados cuando se les
dejaba operar sin interferencias. El desarrollo de la nueva economía contribuyó a legitimar el proyecto
neoliberal de reorganización del capitalismo. Con el paso del tiempo, sin embargo, la nueva economía
se ha oligarquizado tanto o más que la vieja economía; además, la nueva economía no se hubiera
desarrollado sin el apoyo que recibió del estado (el complejo militar-industrial).

- Y énfasis en la sociedad civil


Por otra parte, el neoliberalismo recuperó la vieja idea hegeliana y tocquevilliana de la
sociedad civil: la esfera de las asociaciones voluntarias y las organizaciones filantrópicas que, aunque
pertenecen a la esfera privada, se orientan a la esfera pública y promueven causas que van en el
interés del público. En la ideología neoliberal, el estado no puede arrogarse el monopolio de la
definición del interés público, sino que ha de compartir esta tarea con las organizaciones de la
sociedad civil, cooperando con ellas y delegando en ellas la realización de funciones para las que éstas
están mejor dotadas que el estado. La revalorización de la sociedad civil conlleva la exaltación del
voluntariado y de la filantropía de los ricos.

- La cruzada neoliberal contra la burocracia


Mientras que las élites de principios del siglo XX habían apostado por la burocracia como la
forma organizativa privilegiada en la organización del capitalismo y del estado (burocratización), el
neoliberalismo lanzó una cruzada contra la burocracia, a la que consideraba la causa de la esclerosis
de las sociedades occidentales. Había que desmantelar las grandes burocracias públicas y privadas,
que sofocaban la iniciativa privada y regimentaban la economía y la sociedad, y dejar que los
mercados (los empresarios) y las redes se ocupase de la asignación descentralizada de los recursos y
de la coordinación de la acción económica. La nueva economía era una economía no de burocracias
sino de redes empresariales. Las redes eran la forma organizativa que dominaría la sociedad de la
información (Manuel Castells).

- Pero el neoliberalismo ha potenciado la gobernanza transnacional centralizada

Pero la desburocratización de la economía y del estado no puso fin a la tendencia a la


centralización del poder, porque la liberalización de los mercados exigía la institución de mecanismos
de gobernanza centralizada der alcance transnacional. Porque los mercados requieren reglas e
instituciones que vigilen y sancionen su incumplimiento. Por tanto, la liberalización de los mercados
conllevó el fortalecimiento de la función reguladora del estado (estado regulador) y la institución de
mecanismos de gobernanza centralizados de alcance transnacional: la Organización Mundial de
Comercio, el FMI, el Banco Mundial, los Acuerdos Comerciales Transnacionales, etc.

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5. Las dos últimas piezas del puzle de la transformación del capitalismo: globalización
económica y financiarización de la economía
- La globalización económica entra en escena
La reformas económicas neoliberales no bastaban para resolver el problema que estaba en la
raíz del estancamiento de las economías desarrolladas: el problema del declive demográfico, el
envejecimiento progresivo de la población y la tendencia a la caída de la demanda. La nueva
economía engendró una burbuja financiera que acabó estallando en la crisis de las empresas dot.com
de 2001. La solución que se forjó para hacer frente a este problema fue aumentar la demanda por la
vía del consumismo: que las poblaciones de los países desarrollados consumiesen mucho más de lo
que antes consumían.
Para estimular el consumismo, las elites pusieron en práctica dos nuevas estrategias: La
primera fue la externalización de la producción a los países en vías de desarrollo, para beneficiarse de
su oferta ilimitada de mano de obra a un coste muy inferior al de los países desarrollados (aumento de
la eficiencia). En vez de producir en casa, pagando salarios altos e impuestos, se iba a producir en
países en los que los costes laborales eran una fracción mínima, los trabajadores carecían de
protecciones sindicales y las industrias estaban exentas de regulaciones medioambientales exigentes.
De esta manera, las élites mataban dos pájaros de un tiro: se enriquecían y se apuntaban al carro
ecologista de la defensa del medio ambiente.
Pero la otra cara de la externalización de la producción off shore era la destrucción masiva de
puestos de trabajo industriales en los países desarrollados, que habían sido la base de la prosperidad
de la posguerra. La desindustrialización de las economías avanzadas conllevaba la expansión de los
servicios, pero en estos la productividad del trabajo suele ser menor y, por lo general, sus
retribuciones son más bajas. Se planteó, por tanto, el problema de ¿cómo estimular el consumo
cuando las rentas salariales estaban estancadas e incluso decrecían? La respuesta que se dio a este
problema fue la de estimular el consumo favoreciendo el endeudamiento de la población, rebajando el
coste del crédito y facilitando su acceso a las masas. De esta manera, la globalización de las cadenas
de suministro procedió pari passu con la financierización de la economía.

- La externacionalización de la producción y sus consecuencias


En la segunda mitad de la década de 1980, las empresas occidentales (sobre todo las
norteamericanas) comenzaron a externalizar su producción a los países en vías de desarrollo, para lo
cual se liberalizó el comercio de mercancías entre países y la circulación de capitales (para favorecer
las inversiones directas en el exterior). La externalización de la producción fue también favorecida por
las nuevas TICs y por la comunicación transoceánica por cables de banda ancha, que aceleraron el
tráfico de la información en el mundo, conectando en tiempo real a las empresas con sus redes de
suministro localizadas en otros continentes.

- La globalización dio el gran salto adelante con la incorporación de China a la


economía internacional
Para sostener la estrategia de externalización de la producción, en 1980 se incorporó la China
comunista al comercio mundial (entrada en la WTO), como plataforma productiva y sede de cadenas
de suministro. China era un gigante demográfico, que no sólo ofrecía una reserva de trabajo ilimitada,
sino también la perspectiva de un mercado virgen de un tamaño descomunal. Así, en las décadas de

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1990 y del 2000, las empresas occidentales deslocalizaron sus cadenas de producción a China y otros
países en vías de desarrollo (Méjico, Malasia, etc.)

- La globalización hizo posible la modernización acelerada de China


Bajo el liderazgo de Deng Xiao Ping (un reformista pragmático), China dejó atrás la
ideologización de la era de Mao y adoptó el modelo de “un país y dos sistemas”, e inició el despegue
de su economía. Gracias a la tecnología y al capital extranjeros, en pocas décadas, China ha sido
capaz de salir del subdesarrollo y acceder al estatus de potencia económica (por su tamaño
demográfico, porque por renta per cápita sigue siendo un middle income country). La deslocalización
industrial a China ha acabado generando una dependencia peligrosa para los países occidentales,
como ha puesto de manifiesto la crisis actual del Coronavirus, que ha paralizado las cadenas de
suministro y amenaza con dejar desabastecidas a las empresas occidentales.

- La expansión del crédito: keynesianismo privado


La segunda estrategia para promover el consumismo fue la expansión del crédito. A partir de
la década de 1990, la desregulación de los mercados financieros y la liberalización de la circulación
de capitales entre países, aceleraron la circulación del capital y la afluencia de capitales de los países
emergentes a los países avanzados. De esta manera, los mercados financieros dispusieron de un
surplus de capital que tenían que rentabilizar de algún modo, y como ya no se podía rentabilizar en
inversiones en producción industrial fue rentabilizado en la forma de crédito al consumo y a la
vivienda.
En vez de ser los gobiernos los que inyectaban inversiones en la economía para aumentar la
producción, ahora eran los mercados financieros los que inyectaban crédito para fomentar el consumo.
De acuerdo con la teoría de la eficiencia de los mercados financieros, estos asignaban los recursos de
manera eficiente y no se podían equivocar. Al mismo tiempo, la caída de la retribución del ahorro,
obligó a los ahorradores a invertir en productos financieros de riesgo que les ofrecían una mayor
rentabilidad. De esta manera, los ahorradores se convirtieron en inversores: había surgido un
capitalismo popular. El crédito barato activó burbujas inmobiliarias en muchos países, que acabarían
estallando en la crisis financiera de 2007.

- La crisis financiera de 2007 y el fin del sueño de un capitalismo popular


La crisis financiera de 2007 fue producida por esta orgía de crédito barato, especialmente por
el estallido del mercado del crédito hipotecario de alto riesgo (hipotecas basura) en los EE UU, una
vez que la burbuja inmobiliaria comenzó a dar síntomas de agotamiento. La crisis financiera acabó
con el mito del capitalismo popular, produjo una crisis bancaria en los países occidentales y una
depresión económica que en España se prolongó casi 10 años.

- La financiarización del capitalismo


La liberalización de los mercados financieros y de la circulación de capitales entre países en
la década de 1990, impulsó la financiarización de las economías capitalistas. Por financiarización ha
de entenderse:
1) El crecimiento del peso del sector financiero en la economía.
2) El desplazamiento del ahorro remunerado de cuentas con interés fijo a productos de renta variable
(productos de riesgo).

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3) La multiplicación de productos financieros (derivados y shadow banking) que no están sometidos
a regulación.
4) La orientación de la gestión de las empresas a maximizar el retorno para los accionistas.
Con la externalización de las actividades de producción, las empresas se comportan cada vez
más con la lógica del inversor financiero, que busca rentabilizar sus inversiones cambiando su
portfolio inversor…
La financiarización del capitalismo fue tanto una causa como una consecuencia de la
globalización. Una causa, porque la financiarización aceleró el movimiento de capitales en el mundo
en busca de oportunidades de inversión rentable, y promovió la externalización de las actividades de
producción off shore. Y una consecuencia, porque, a medida que las empresas se desprendían de sus
actividades industriales, adoptaron estrategias de gestión orientadas a maximizar el valor generado
para los accionistas

Glosario de conceptos

Crisis de la democracia liberal Inflación como bloqueo del Neoliberalismo


Estado de bienestar conflicto social Nueva izquierda
Estabilización de la economía Integración de la clase obrera Polarización social
Globalismo Keynesianismo Privatizaciones
Gobernanza centralizada Liberalización Refundación de la Unión
Guerra civil larvada Libre circulación de capitales Europea

Indexación salarial Mecanismos de gobernanza Sociedad de consumo


centralizada Treinta gloriosos
Monetarismo

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Sociología General

1º Doble Grado en Ciencias Políticas y Filosofía

Facultad de Filosofía
Universidad Complutense de Madrid

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TEMA 3. CONSECUENCIAS DE LA GLOBALIZACIÓN Y EL GLOBALISMO

1. Clarificación de conceptos e historia.

- Globalización y globalismo
Entendida en un sentido genérico, la globalización es el proceso de integración creciente de
las sociedades del planeta, con la intensificación de los flujos de capital, mercancías, comunicaciones
y personas. Este proceso tiene una historia larga y ha dado un salto adelante en las tres últimas
décadas tras la caída del comunismo soviético y con la revolución de las TIC. El globalismo es el
movimiento que ha diseñado y promovido la globalización en el siglo XX, y que ha orientado su curso
más reciente. El globalismo es un movimiento político, pero el sujeto social que lo sostiene es la clase
capitalista transnacional, muy especialmente su fracción financiera.

- Globalización económica y la política de la globalización


Es conveniente distinguir entre globalización económica y la política de la globalización.
Cuando hablamos de globalización económica, nos referimos a los cambios en la organización y el
funcionamiento del capitalismo que son el resultado de la globalización: la nueva división
internacional del trabajo. La política de la globalización es el juego político de agentes y estructuras
que está en el trasfondo de la globalización, orientándola y resistiéndola. La política de la
globalización no sólo responde a intereses económicos sino también a intereses geopolíticos y
culturales.

- ¿Es el globalismo un movimiento unitario?


No. Es un movimiento dividido en corrientes que tanto se pueden aliar como combatirse.
Dentro del globalismo coexisten corrientes que difieren en su prioridades y en la visión del orden
global que auspician. Los globalistas difieren en el papel que deben jugar los EE UU en el orden
global y los nuevos países emergentes (especialmente China). Los globalistas también difieren en el
papel que ha de jugar Israel en el nuevo orden mundial, y en el papel que ha de jugar el Islam.

- Las raíces británicas del globalismo


El globalismo actual se originó en Inglaterra a principios del siglo XX, y fue la reacción de
una parte de las élites británicas al declive del imperio británico. El ocaso del imperio colonial
británico (que comenzó con la guerra de independencia de las colonias norteamericanas) y la
emergencia de Alemania como potencia industrial rival, indujo a una parte de las élites del país a
buscar una alternativa para mantener su influencia en el mundo, promoviendo una asociación
estrecha entre los países que había pertenecido al imperio (la Commonwealth). Los iniciadores de este
movimiento fueron Cecil Rhodes (1853-1902) (el magnate de la minería de los diamantes en
Sudáfrica y fundador de Rhodesia) y el político Lord Alfred Milner (1854-1925).
El proyecto inicial era crear un movimiento de élites en los países que habían pertenecido al
imperio británico, orientado a fortalecer la hegemonía anglosajona en el mundo. Se trataba, por así
decir, de mantener vivo el espíritu y la potencia del imperio después de la disolución del imperio. Para
ello, era necesario reforzar la cooperación entre las elites británicas y las norteamericanas (el
Anglo-American Establishment), pues los EE UU iban a ser la potencia sucesora de Inglaterra en el
siglo XX.
Desde sus inicios, este grupo de pioneros globalistas se orientó a reclutar élites y a influir la
opinión de las élites, valiéndose del control de medios de comunicación como The Times y The

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Economist, enclaves universitarios (el All Souls College de la Universidad de Oxford), editoriales,
becas para reclutar a jóvenes promesas (las becas Rhodes), etc. El globalismo siempre ha sido un
movimiento de élites y para las élites, porque el globalismo no es democrático: es elitista y
tecnocrático.
A principios de la década de 1920, los globalistas fundaron el Royal Institute of International
Affairs (Chatman House) en Londres, y el Council of Foreing Relations en NY: los dos pilares
institucionales de la primera etapa del globalismo. Desde sus inicios, el globalismo ha sido
antinacionalista, esto es: hostil a los nacionalismo y a la ambición de potencia de las naciones rivales
de los países anglosajones. En el período de entreguerras, los globalistas promovieron la creación la
Liga de Naciones, y, después de la segunda guerra mundial, la de las Naciones Unidas.
En la década de 1930, algunos escritores ingleses relacionados con estos círculos globalistas,
produjeron obras de ficción utópica que expresaban las ideas de estos círculos globalistas sobre la
sociedad del futuro. Las obras más importantes de esta corriente fueron: G. H. Wells, The Shape of
Things to Come, Aldoux Husley, Brave New World, George Orwell, 1984. Estas obras literarias
anticiparon desarrollos que están teniendo lugar en la actualidad, y pueden ser vistas como ejercicios
de predicción.
La división del mundo en dos bloques antagónicos después de la segunda guerra mundial,
obstáculizó los planes de los globalistas. En las tres décadas que siguieron a la segunda guerra
mundial, los globalistas centraron sus esfuerzos en: (1) La construcción de redes de coordinación
transnacionales (el Club Bilderberg, la Comisión Trllateral, el Club de Roma, El Foro de Davos, etc.).
(2) El proyecto de la integración europea (sobre todo a partir del Tratado de Mastrich) de 1993. (3)
Tras la muerte de Mao Tse Tung (1976), y el acceso al poder en China de Deng Xiao Ping, en la
incorporación de China a la economía internacional (Henri Kissinger).

- La hora del globalismo llegó en la década de 1990


El tiempo del globalismo llegó a principios de la década de 1990, con el colapso de la Unión
soviética, la desintegración del bloque del telón de acero y las reformas económicas que llevó a cabo
Deng Xiao Ping en China. En 1993, el proyecto de integración europea dio un salto cualitativo con la
fundación de la Unión Europea, que dejó de ser era un área comercial (un mercado común), para
constituirse como una entidad política supranacional (con una moneda propia, un banco central y una
corte de justicia). La masacre de la rebelión de Tiananmen en junio de 1989, puso fin a la expectativa
de la evolución del régimen comunista chino hacia una democracia. Pero esto no perturbó a los
globalistas, que siguieron adelante con su plan de incorporar a China al orden internacional.

- La agenda globalista
El globalismo contemporáneo es por tanto la respuesta que dieron las élites angloamericanas
y europeas a la ventana de oportunidad histórica que se presentó tras la caída de la URSS y el giro
pro-capitalista de China tras la muerte de Mao Tse-Tung. Sintetizando, la agenda globalista persigue:
(1) La difusión del capitalismo neoliberal urbi et orbi. (2) La apertura de las fronteras a los flujos de
capitales, mercancías y personas. (3) La difusión de una cultura cosmopolita hostil a la tradición y a
las identidades nacionales. (4) La creación instituciones tecnocráticas de gobernanza centralizada bajo
el control de la elites globalistas.
El globalismo no busca crear un gobierno mundial unitario que ejerza un dominio directo
sobre todos los países del planeta (al menos por ahora). El globalismo busca establecer estructuras de
gobernanza supranacional controladas por las élites, que incorporen al mayor número de países, y con

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capacidad de imponer decisiones imperativas a los estados. Para este fin, el globalismo ha promovido
cuatro tipos de estructuras de gobernanza transnacional:
1) Organizaciones Gubernamentales Transnacionales como la ONU, FMI, el Banco Mundial,
la WTO, la OMS, la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático, etc., a las que los estados se
adhieren voluntariamente, y que elaboran políticas comunes para los estados. Dentro de esta
instituciones hay que mencionar, el Banco Internacional de Pagos de Basilea, que es el centro
neurálgico desde el que se dirigen y coordinan las políticas de los bancos centrales.
2) Organizaciones No Gubernamentales Transnacionales (ONGs), que colaboran
estrechamente con las primeras y presionan a los estados para ejecutar la agenda globalista.
3) Acuerdos de Integración Comercial de alcance regional, que unifican los mercados de los
países que los suscriben: el Mercosur, el Trans Pacific Parternship, etc., y
4) La refundación de la Unión Europea en el tratado de Mastritch (1992), como experimento
piloto de integración supranacional y como escaparate para el mundo del modelo globalista de
integración y gobernanza supranacional.

2. La reforma de las finanzas públicas.

- El control financiero de los estados por los mercados


El globalismo ha alterado la relación entre los estados y los mercados financieros, mediante la
reforma del modo de financiación de los estados. Con la independización de los Bancos Centrales de
los gobiernos, la financiación de los gobiernos ha pasado a depender enteramente de los mercados
financieros (aunque no en todos los países). Así, por ejemplo, la Banca Central Europea no puede
adquirir deuda pública de los estados miembros, que han de financiarse en el mercado de deuda
pagando la tasa de interés que fija el mercado (prima de riesgo). Este hecho limita severamente la
capacidad de los gobiernos europeos de llevar a cabo políticas de estímulo de la economía.

- La emergencia del estado consolidado


Esta reforma de las finanzas públicas dio lugar a la emergencia del estado consolidado. Un
estado consolidado es un estado que da la máxima prioridad a satisfacer las obligaciones con sus
acreedores y para ello mantiene una disciplina fiscal estricta, alineado el gasto público con los
ingresos fiscales y minimizando el déficit público. El estado consolidado persigue mantener las
finanzas públicas equilibradas, y, si lo logra, los mercados financieros lo premian con tasas de interés
bajas. La estrategia de consolidación fiscal fue iniciada por Bill Clinton en los USA en la primera
mitad de los 90, y el Tratado de Maastricht (1993) la impuso en los países de la UE (topes del 60%
para la deuda pública acumulada y del 3% para el déficit público).

- Consecuencias del estado consolidado: políticas de austeridad y reformas


estructurales
La consecuencia del estado consolidado es que, en los períodos de crisis económica, los
gobiernos no pueden estimular el crecimiento de la economía y promover la creación de empleo
aumentando el déficit público (no pueden seguir políticas keynesianas), sino que tienen que aplicar
políticas de austeridad, recortando el gasto público para ajustarlo a la caída de la recaudación fiscal.
Las políticas de austeridad también conllevan reformas estructurales cuyo objetivo es expandir los
mercados mediante privatizaciones y desregulación. Tras la crisis financiera de 2007, la lógica del
estado consolidado ha tenido consecuencias dramáticas en los países del Sur de Europa (España,

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Portugal, Italia y Grecia), pues estos países se han visto forzados a aplicar medidas de austeridad en
un momento en que el desempleo se disparaba y el PIB caía en picado.

- ¿Cómo disciplinan los mercados financieros a los gobiernos?: la prima de riesgo


El estado consolidado ha alterado la relación entre los estados y los mercados financieros.
Antes, los mercados financieros estaban contenidos en los estados, que los regulaban y les imponían
disciplina. Ahora, son los estados los que están contenidos en los mercados financieros, que
disciplinan a los gobiernos con la prima de riesgo. La prima de riesgo grava la deuda de los estados
que no cumplen con la norma de mantener las cuentas públicas equilibradas y tiende a dispararse en
los períodos recesivos, que es cuando los gobiernos han de hacer frente a un aumento del gasto social
(desempleo). La prima de riesgo es una función del rating crediticio de los estados que elaboran las
Agencias privadas de Rating (Standards & Poor, Moody’s, Fitch, etc.) En suma, el estado consolidado
es un estado cuyas finanzas están sometidas al control de los mercados financieros internacionales.

- La crisis financiera de 2007


El origen de la crisis fue el colapso del mercado de crédito hipotecario en los EE UU (las
hipotecas basura), que había crecido desmesuradamente como resultado de la burbuja inmobiliaria de
principios de este siglo. Cuando a mediados de la primera década de este siglo la burbuja inmobiliaria
explotó, y las gentes comenzaron a devolver a los bancos la llaves de sus viviendas, los bancos
entraron pánico porque de repente se dieron cuenta de que no podían evaluar el alcance real de los
riesgos que habían contraído. En este contexto, los bancos comenzaron a desconfiar los unos de los
otros, y el mercado interbancario se colapsó. Imposibilitado de operar sin el crédito procedente el
mercado interbancario, Lehman Brothers se declaró en bancarrota, precipitando una crisis bancaria
internacional.
Los gobiernos de muchos países tuvieron que intervenir con planes de rescates para salvar a
los bancos afectados por la crisis, disparando el nivel de endeudamiento de los estados y forzando
políticas de austeridad con grandes costes sociales. La crisis afectó con especial virulencia a los países
del Sur de Europa (Portugal, España, Italia y Grecia) y a Irlanda (que fueron denominados
despectivamente PIGS). Portugal y Grecia fueron intervenidos por la Troika, y España necesitó un
crédito de 100.000 millones de Euros para salvar a Bankia.
La crisis hizo que los tipos de interés de la deuda de estos países (la prima de riesgo) se
disparasen, y bajo la presión de los mercados financieros, los PIGS se vieron obligados a realizar
reformas estructurales que empobrecieron a sus poblaciones. En los países del Sur de Europa, el ajuste
a la crisis, además de destruir masivamente empleo (en España el desempleo llegó a alcanzar el 25%
de la población activa), requirió la deflación salarial: el recorte de los salarios.

- ¿Cómo se salió de la crisis?: la política de QE de los Bancos Centrales


Los Bancos Centrales (la FED y el BCE) respondieron a la crisis inundando los mercados
financieros con liquidez (lo que se conoce como Quantitative Easying). Estas inyecciones de liquidez
fueron a parar a los bancos, que las usaron para especular en lo mercados financieros e invertir en las
economías emergentes, y no para relanzar el crecimiento de la economía productiva en los países en
crisis. Estas inyecciones de dinero barato (a cero interés) son una suerte de almuerzo gratis para el
sistema financiero, que se recuperó pronto de la crisis, y han impulsado todavía más la
financiarización de la economía. El resultado ha sido la explosión de la deuda a nivel global

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- El efecto asimétrico de la deuda en las élites y en las masas
Las políticas de Expansión Cuantitativa del Crédito (QE) que han llevado a cabo los bancos
centrales después de la crisis de 2007, han beneficiado sobre todo a las elites (al 1%), que han podido
endeudarse para realizar inversiones en bienes raíces y valores financieros, que no sólo generan
retornos sino que se aprecian con el paso del tiempo y aumentan sus patrimonios. Para las élites el
crédito barato supone una oportunidad de enriquecimiento. Las masas, en cambio, no utilizan la deuda
para la inversión, sino para el consumo (adquisición de vivienda, compra de automóviles, estudios,
vacaciones, etc.). Esta deuda encadena a las masas que han de hacer frente a lo largo de años y años a
pagos que merman sus rentas laborales.

3. El cambio de la luchas de clase: la clase dominante toma la iniciativa y los


trabajadores se baten en retirada.

- La lucha de clases en la era del capitalismo keynesiano


La globalización ha alterado la balanza de poder entre la clase capitalista y las clases
trabajadoras y los modos en que se libran las luchas de clases. Durante la época del capitalismo
gestionado (keynesiano), la clase obrera había conseguido organizarse y movilizarse en defensa de la
mejora de los salarios, favorecida por un entorno de pleno empleo, y por la capacidad de presión de
los sindicatos en la industria. Los trabajadores de las grandes empresas industriales eran el bastión del
poder sindical y las políticas keynesianas, para ser efectivas, requerían la cooperación de los
sindicatos, lo que les daba poder político. Los gobiernos tenían que contar con las organizaciones
sindicales, pues necesitaban de su cooperación para que la política fiscal (gasto) alcanzase sus
objetivos y no fuese devorada por la inflación.

- La caída de la ocupación industrial ha debilitado a los sindicatos


La globalización ha impulsado la externalización de la producción a los países en vías de
desarrollo y, por tanto, la desindustrialización de los países desarrollados. La ocupación en la industria
se ha reducido drásticamente, y con ella el poder de los sindicatos. Porque los servicios son mucho
más heterogéneos que la industria y más difíciles de organizar por los sindicatos. A diferencia de la
política keynesiana, la política económica neoliberal (inspirada en el monetarismo), no requiere la
colaboración de los sindicatos, porque ya no utiliza la política fiscal como palanca de gestión de la
economía sino la monetaria. Todos estos cambios han disminuido el poder de los sindicatos.

- La acción sindical se volvió defensiva y el mercado de trabajo se segmentó


De liderar la ofensiva por el aumento de las retribuciones salariales y la mejora de las
condiciones laborales, los sindicatos fueron forzados a asumir una estrategia reactiva y defensiva,
orientada a la contención del recorte de las plantillas y del cierre de plantas de producción, aceptando
sacrificios salariales para mantener el empleo. Con la liberalización del mercado de trabajo y de la
negociación colectiva, los trabajadores perdieron la garantía del empleo y creció el trabajo temporal.
Así, el mercado de trabajo se segmentó con la división entre trabajadores fijos y temporales.

- El imperativo de la competitividad de las economías nacionales y la lucha de clases

La globalización ha hecho que la competición capitalista ya no sea sólo entre empresas sino
también entre países. Para atraer las inversiones de capital extranjero, las economías nacionales han de
ser competitivas. Esto significa que han de mantener los costes salariales alineados con los de las

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economías con las que compiten directamente. De lo contrario, el capital internacional no invierte en
el país, y el que ya está, se marcha. Esto significa que, en la globalización, los trabajadores de las
economías desarrolladas tienen que competir con los de los países en vías de desarrollo, cuyas
retribuciones salariales son muy inferiores. Esta competencia desigual obliga a los trabajadores de las
economías desarrolladas a limitar sus demandas salariales y a aceptar condiciones laborales (horarios,
contratos, etc.) que en otro tiempo no hubiesen aceptado.

- El recorte de la carga fiscal del capital


La competición entre países no solo afecta a los salarios, también afecta a la fiscalidad del
capital. Para atraer las inversiones extranjeras directas que crean empleo, los gobiernos se ven
inducidos a recortar los impuestos que gravan el capital. Algunos países europeos (Irlanda) se han
convertido en plataformas de las multinacionales norteamericanas en Europa, reduciendo al mínimo
los impuestos al capital. Pero el recorte de la carga impositiva del capital, cercena la capacidad
recaudatoria de los gobiernos y con ella la capacidad para llevar a cabo políticas redistributivas.

- El recorte de la fiscalidad de las rentas altas


La ideología neoliberal es hostil a la fiscalidad progresiva, a la que considera injusta e
ineficiente, pues penaliza el logro personal y alimenta la maquinaria de la burocracia pública, a la que
considera ineficiente y parasitaria. Por tanto, la ortodoxia neoliberal predica la conveniencia de
recortar los impuestos a los ricos para incentivar la iniciativa empresarial y el crecimiento económico:
la idea es que gravando menos las rentas altas se recauda más. De esta manera, en las últimas décadas,
los ricos han conseguido rebajas de los tipos impositivos por la vía de los recortes de las rentas del
capital y de la renta personal, lo que hace que la carga fiscal recaiga cada vez más sobre las clases
medias.

En resumen, la globalización ha alterado el escenario y la forma de las luchas de clases en el


capitalismo. Los trabajadores están ahora expuestos a la presión competitiva de los trabajadores de los
países en vías de desarrollo, que empuja las retribuciones salariales a la baja. Y los ricos se han
podido beneficiar de una fiscalidad favorable, al tiempo que las oportunidades de negocio
transnacionales han hecho favorecido la oligarquización de la riqueza.

4. Intensificación de las desigualdades económicas

- Intensificación de las desigualdades económicas


La globalización y la financiarización de la economía han intensificado las desigualdades
económicas en los países capitalistas occidentales. Los estratos superiores han aumentando su
participación en la distribución de la renta y la riqueza. Esta concentración de la renta y la riqueza en
la cúspide de la pirámide socioeconómica ha oligarquizado las economías capitalistas y ha
incrementado el poder de la clase capitalista transnacional. La otra cara de esta concentración de la
renta y la riqueza es la formación de un precariado en la base de la pirámide social, que sobrevive
como puede, y el declive de las clases medias, cada vez más endeudadas.

5. Crecimiento de las Interdependencias sistémicas y vulnerabilidad a los shocks

- Dependencias que crean vulnerabilidad


La descentralización de la producción de los países desarrollados a los países en vías de
desarrollo, que ha traído la globalización, ha creado una nueva división internacional del trabajo que

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abarata los costes de producción, pero también ha creado dependencias sistémicas que vuelven
vulnerables a los países cuyas empresas dependen de cadenas de suministros exteriores que se pueden
ver afectadas por shocks. La crisis del Corona Virus 19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de
los países desarrollados a los schocks que perturban las cadenas de suministro internacionales.
La vulnerabilidad de las cadenas de suministro internacionales es agravada por el hecho de
que esas cadenas ha sido estructuradas con la lógica de la producción ajustada (lean production):
no se acumulan stocks ni de materiales ni de productos. Estas cadenas son muy eficientes en lo que
concierne a la reducción de costes, pero cuando una cadena de suministro de estas características sufre
una disrupción en las partes iniciales o intermedias del ciclo de producción, el sistema colapsa. La
crisis del Coronavirus ha puesto de manifiesto que de eficiencia también se puede morir, y ha puesto
en cuestión la filosofía de la gestión que ha orientado la globalización económica.

Una cadena de suministro internacional no puede ser reorganizada de la noche a la


mañana, pues requiere realizar inversiones directas para crear proveedores alternativos en otros
países y la puesta a punto de sistemas operativos y de control que hagan que esos nuevos proveedores
realicen su tarea con eficacia. Por otra parte, cuando se descentralizada la producción al extranjero, el
país que deja de producir pierde el capital humano y el know how que había hecho posible el
desarrollo de esa industria. Este stock de capital humano y de habilidades prácticas no es recuperable
a corto e incluso a medio plazo. En muchas ocasiones, se pierde para siempre.

Los sistemas que buscan maximizar la eficiencia (el abaratamiento de los costes), tienen que
ser sistemas de acoplamientos bien ajustados que eliminen las redundancias y las fricciones entre
sus partes, pero estos sistemas son muy vulnerables a cualquier disrupción que se produzca en una de
las partes, pues las interdependencias bien ajustadas generan efectos de dominó. La globalización
económica ha traído más inestabilidad económica.

6. Concentración del poder económico

- El estudio del Instituto Politécnico de Zurich sobre la red corporativa que controla la
economía global
En el año 2011, tres investigadores del Instituto Politécnico de Zurich (Stefania Vitale, James
Glattfelder y Stefano Battiston) , publicaron un estudio sobre la élite que controla las corporaciones
transnacionales del mundo, con el título: “The network of global corporate control”. Estos tres
investigadores utilizaron una base de datos (ORBIS) que contiene información sobre 30 millones de
actores económicos. De esta base de datos extrajeron información sobre 43.060 Empresas
Transnacionales (prácticamente la totalidad de la existentes en el planeta en ese momento, 2007)

Identificaron la red de participaciones en el capital de cada una de las empresas


transnacionales. Y aplicando las técnicas del análisis de redes con la ayuda de un superordenador
identificaron 600.508 nodos y 1.006.987 vínculos de propiedad (directos e indirectos). Analizando la
red de participaciones en el capital de las empresas, lo actores detectaron un Componente
Fuertemente Conectado que comprendía 1.318 nodos y 12.191 vínculos propietarios.

Las empresas que forman parte de este CFC están conectadas las unas a las otras por
participaciones cruzadas en sus respectivos capitales, de tal manera que 3/4 de la propiedad del capital
de estas empresas están en manos de las empresas que pertenecen a este CFC. Esto significa que estas
empresas son de hecho un grupo propietario y que son invulnerables a adquisiciones hostiles.

Los autores también encontraron que sólo 738 nodos propietarios acumulan el control del
80% de valor de todas las empresas transnacionales incluidas en el estudio. Los autores del

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estudio denominaron a este grupo de empresas que dominan la economía global la “Superentidad”.
No se sabe sin los miembros de esta Superentidad actúan en concierto al servicio de sus intereses,
pero lo cierto es que si quisieran podrían hacerlo, porque poseen la capacidad de coordinarse para
actuar en concierto.

El estudio muestra que los actores que se sitúan en el vértice de la estructura de control de la
red global de empresas transnacionales son en ¾ partes entidades financieras. Si nos fijamos en las 50
más importantes, tenemos que 24 son norteamericanas y 8 Británicas; 12 son europeas y sólo 5 son
asiáticas (4 japonesas y 1 china). Estas empresas son gigantes de las finanzas (bancos, aseguradoras,
fondos de inversión y fondos de pensiones), lo que demuestra el dominio del capitalismo financiero en
la economía global. Este estudio aporta evidencia empírica que valida la hipótesis de la existencia de
una clase capitalista transnacional y del dominio que en ella ejerce el capital financiero.

üLa estrecha interconexión entre los miembros del core financiero que controla la red global
de empresas trasnacionales puede hacer que en los momentos de bonanza económica todo vaya
relativamente bien, pero en los momentos de crisis financiera puede incrementar el riesgo de contagio
y de catástrofe (como ocurrió en la crisis financiera del 2007). Lo que llama la atención es el pequeño
tamaño de este core (unas pocas centenas de personas) que es una suerte de super élite de la CCT.
Los miembros de este core de la CCT cualifican como miembros de pleno derecho de la elite
globalista.

7. Consecuencias culturales

El proyecto globalista no sólo es económico, es también cultural, pues necesita reconstruir


la cultura de las sociedades occidentales para que ésta sea consistente con el proyecto globalista de
gobernanza centralizada. El proyecto globalista de reforma de la cultura se orienta en varias
direcciones:

1) La instauración de una nueva antropología (una nueva concepción del ser humano) que
exalta la libertad de elección de estilos de vida y la fluidez de las identidades personales. El
individuo es libre de autoconstruirse y es incitado a experimentar nuevos estilos de vida y a
reconstruir su identidad tantas veces como quiera. En este sentido, la cultura globalista
promueve un individualismo extremo.

Pero, de otra parte, esta nueva antropología caracteriza al ser humano como un animal más,
privado de valores trascendentes, y, por tanto, obligado a plegarse a los dictados del interés
colectivo. En este sentido, la cultura globalista es colectivista y este colectivismo es el
fundamento que sostiene el proyecto globalista de gobernanza centralizada.

2) Hedonismo: la incitación a la realización inmediata de los deseos y la sedación con el


entretenimiento, las drogas y los fármacos, para combatir el tedio y el vacío de una existencia
carente de sentido último.

3) El rechazo de la moralidad tradicional, que es vista como opresiva, debilitante y causa de


patologías (la crítica de la represión del freudo-marxismo de la escuela de Frankfurt).

4) El cientifismo: el interés colectivo es dictado por la ciencia y, por tanto, son los expertos
los que dictaminan el bien común (tecnocracia).

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5) El rechazo de las grandes tradiciones culturales, que proponen una distinción nítida
entre el bien y el mal, y una jerarquía de valores en cuya cúspide hay valores absolutos que
son imperativos (las grandes religiones).

6) El rechazo de las identidades y las tradiciones nacionales, que son vistas como un
atavismo que obstaculiza el proyecto globalista y que tiene que ser superado.

7) La conversión de los individuos en market players, que valorizan sus recursos


(económicos, sociales y culturales) en el mercado y están obligados a navegar los flujos de los
mercados.

8) Énfasis en el cambio continuo: en un mundo sin valores trascendentes y sin referentes de


la tradición, el cambio deviene un imperativo cotidiano, pues es la única manera de
sobreponerse al tedio de la existencia.

Por otra parte, el flujo de los mercados, con su secuela de crisis periódicas, obliga a las gentes
a ajustarse a los cambios de la coyuntura económica (búsqueda de nuevos empleos). Por lo general, se
trata de cambios superficiales (de máscaras o estilos y de relaciones), y son una respuesta a la
compulsión a llenar el vacío de la existencia con nuevas sensaciones. La orientación al cambio
incesante induce a las personas a centrarse en sí mismas (en su autorrealización personal) y fragiliza
las relaciones personales (sobre todo las íntimas).

- El uso de las migraciones como herramienta de ingeniería social


Las migraciones, sobre todo si son masivas, son procesos sociales que transforman las
sociedades. En el pasado, las migraciones del campo a las ciudades jugaron un papel fundamental en
el proceso de la construcción de las nuevas naciones. En la actualidad, las elites globalistas continúan
usando las migraciones como un instrumento para la reingeniería social de las sociedades.
Alterando la composición étnica de la población, las sociedades se segmentan, las clases
subordinadas se dividen a lo largo de líneas étnicas, y las élites pueden usar estas divisiones para
imponer su dominio y desactivar la resistencia de los dominados (la vieja fórmula del divide et
impera).

8. La crisis del modelo de globalización económica que estamos viviendo no es el fin


del globalismo

No hay que confundir la crisis actual del modelo de globalización económica que se inició en
la década de 1990 con el fin del globalismo como estrategia de construcción de una gobernanza
centralizada de alcance mundial. El modelo de globalización económica comenzó a resquebrajarse
con el ascenso de Donald Trump a la presidencia de los EE UU (2016) con una agenda de
nacionalismo económico (Make America Great Again). Continuó rompiéndose con el Brexit. Y ha
recibido un golpe de gracia con la crisis del Coronavirus que ha perturbado las cadenas de suministro
descentralizadas a China y ha puesto la economía mundial contra las cuerdas.

Pero esta crisis del modelo de globalización económica puesto en práctica tras la caída del
comunismo soviético no es el fin del globalismo. Porque el globalismo no es sólo un proyecto de
globalización económica; es un proyecto de construcción de una gobernanza centralizada y este
proyecto va a proseguir. Las elites globalistas llevan un siglo planificando este proyecto y no va a dar
marcha atrás. En el momento presente, la estrategia de las élites globalistas gravita sobre el control del

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cambio climático, como oportunidad para introducir mecanismos de gobernanza centralizada que
impongan mencanismos de control imperativo (las Conferencias sobre el Cambio del Clima) que
limiten la soberanía de los estados (la Agenda 2030).

La otra medida que van a implantar los globalistas es la sustitución del dólar como moneda
del comercio internacional con una “moneda cesta” que surgirá de la combinación de varias monedas
(dólar, euro, yen, yuan y rublo). El objetivo de este cambio monetario es disminuir el poder
económico que los EE UU extraen del dominio económico del dólar y compartir ese poder con los
BRICS, para atraerlos al proyecto globalista de un Nuevo Orden Mundial.

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