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Índice
Antecedentes ideológicos
Causas
Estados Generales de 1789
La Asamblea Nacional Constituyente (1789-
1791)
Toma de la Bastilla
El Gran Miedo y la abolición del feudalismo
Pérdida de poder de la Iglesia
Composición de la Asamblea
Camino a la constitución
Desde la Fiesta de la Federación hasta la
Fuga de Varennes
La Asamblea Legislativa y la caída de la
monarquía (1791-1792)
Guerra de Austria y Prusia contra Francia
La «segunda Revolución»: Primera
República francesa
La Convención (1792-1795)
Ejecución del rey y Primera Coalición
contra Francia
El reinado del Terror
El Directorio (1795-1799)
Napoleón y la toma del poder
El Consulado (1799-1804)
La bandera francesa y los símbolos de la
Revolución
La Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano
Las mujeres y la Revolución francesa
Véase también
Notas y referencias
Fuentes
Bibliografía complementaria
Enlaces externos
Antecedentes ideológicos
Los escritores ilustrados del siglo XVIII, filósofos, politólogos, científicos y economistas, denominados
comúnmente philosophes, y a partir de 1751 los enciclopedistas, contribuyeron a minar las bases del derecho
divino de los reyes. La filosofía de la Ilustración ha desempeñado pues un rol significativo en el giro que
tomaron estos eventos históricos pero su influencia debe relatarse de modo más matizado: acordarle demasiada
importancia a los preceptos filosóficos nacidos durante ese siglo se revelaría como una carencia mayúscula de
fidelidad historiográfica.
La corriente de pensamiento vigente en Francia era la Ilustración, cuyos principios se basaban en la razón, la
igualdad y la libertad. La Ilustración había servido de impulso a las Trece Colonias norteamericanas para la
independencia de su metrópolis europea. Tanto la influencia de la Ilustración como el ejemplo de los Estados
Unidos sirvieron de «trampolín» ideológico para el inicio de la revolución en Francia.
Causas
Los historiadores generalmente ven las causas subyacentes de la Revolución Francesa como impulsadas por el
fracaso del Antiguo Régimen para responder a la creciente desigualdad social y económica. El rápido
crecimiento de la población y las restricciones causadas por la incapacidad de financiar adecuadamente la
deuda pública dieron lugar a una depresión económica, desempleo y altos precios de los alimentos4 .
Combinado con un sistema fiscal regresivo y la resistencia a la reforma
de la élite gobernante, el resultado fue una crisis que Luis XVI no pudo
manejar.5 6
El otro gran lastre para la economía fue la deuda estatal. Las visiones tradicionales de la Revolución Francesa
a menudo atribuyen la crisis financiera de la década de 1780 a los grandes gastos de la guerra anglo-francesa
de 1778-1783, pero los estudios económicos modernos muestran que esto es incorrecto. En 1788, la relación
entre la deuda y la renta nacional bruta en Francia era del 55,6%, en comparación con el 181,8% en Gran
Bretaña. Aunque los costos de los préstamos en Francia eran más elevados, el porcentaje de los ingresos
fiscales dedicados al pago de intereses era aproximadamente el mismo en ambos países.10
Sin embargo, estos impuestos los pagaban predominantemente los pobres de las zonas urbanas y rurales, y los
parlamentos regionales que controlaban la política financiera bloquearon los intentos de repartir la carga de
manera más equitativa. El impasse resultante frente a la angustia económica generalizada llevó a la
convocatoria de los Estados Generales, que se radicalizaron por la lucha por el control de las finanzas públicas.
Sin embargo, ni el nivel de la deuda estatal francesa en 1788, ni su historia previa, pueden considerarse una
explicación del estallido de la revolución en 1789.11
Aunque Luis no fue indiferente a la crisis, cuando se enfrentó a la oposición, tendió a retroceder. La corte se
convirtió en el blanco de la ira popular, especialmente la reina María Antonieta, que fue vista como una espía
austríaca derrochadora, y acusada de la destitución de ministros "progresistas" como Jacques Necker. Para sus
oponentes, las ideas de la Ilustración sobre la igualdad y la democracia proporcionaron un marco intelectual
para abordar estos problemas, mientras que la Revolución Americana fue vista como una confirmación de su
aplicación práctica.12
El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran tumulto político, particularmente por la determinación
del sistema de votación. El Parlamento de París propuso que se mantuviera el sistema de votación que se había
usado en 1614, si bien los magistrados no estaban muy seguros acerca de cuál había sido en realidad tal
sistema. Sí se sabía, en cambio, que en dicha asamblea habían estado representados (con el mismo número de
miembros y con un solo voto) el clero (Primer Estado), la nobleza (Segundo Estado) y el resto de la población
(Tercer Estado, principalmente la burguesía y el campesinado). Inmediatamente, un grupo de liberales
parisinos denominado «Comité de los Treinta», compuesto principalmente por gente de la nobleza, comenzó a
protestar y agitar, reclamando que se duplicara el número de asambleístas con derecho a voto del Tercer Estado
(es decir, los «Comunes»). El gobierno aceptó esta propuesta, pero dejó a la Asamblea la labor de determinar
el derecho de voto. Este cabo suelto creó gran tumulto.
El rey Luis XVI y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer Estamento se
autoproclamaron Asamblea Nacional, y se comprometieron a escribir una constitución. Sectores de la
aristocracia confiaban en que estos Estados Generales pudieran servir para recuperar parte del poder perdido,
pero el contexto social ya no era el mismo que en 1614. Ahora existía una élite burguesa que tenía una serie de
reivindicaciones e intereses que chocaban frontalmente con los de la nobleza (y también con los del pueblo,
cosa que se demostraría en los años siguientes).
Toma de la Bastilla
El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores al igual que la
de su hermano, el conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la reconstrucción del Ministerio de
Finanzas. Gran parte del pueblo de París interpretó esta medida como un autogolpe de la realeza, y se lanzó a
la calle en abierta rebelión. Algunos de los militares se mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo.
El 14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor de que las tropas
reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo monárquico, pero también
punto estratégico del plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones apuntaban a los barrios obreros. Tras
cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la prisión, matando a su gobernador, el marqués Bernard de
Launay. Si bien solo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo de todo lo
que resultaba despreciable en el Antiguo Régimen. Retornando al ayuntamiento, la multitud acusó al alcalde
Jacques de Flesselles de traición, quien recibió un balazo que lo mató. Su cabeza fue cortada y exhibida en la
ciudad clavada en una pica, naciendo desde entonces la costumbre de pasear en una pica las cabezas de los
decapitados, lo que se volvió muy común durante la Revolución.
La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose nuevos ayuntamientos que no
reconocían otra autoridad que la Asamblea Nacional Constituyente. La insurrección motivada por el
descontento popular siguió extendiéndose por toda Francia. En las áreas rurales, para protestar contra los
privilegios señoriales, se llevaron a cabo actos de quema de títulos sobre servidumbres, derechos feudales y
propiedad de tierras, y varios castillos y palacios fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce como la
Grande Peur (el Gran Miedo).
La noche del 4 de agosto de 1789, la Asamblea Nacional Constituyente, actuando detrás de los nuevos
acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición del feudalismo), los diezmos y las
justicias señoriales, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante penas y en el acceso a cargos públicos. En
cuestión de horas, los nobles y el clero perdieron sus privilegios. El curso de los acontecimientos estaba ya
marcado, si bien la implantación del nuevo modelo no se hizo efectiva hasta 1793. El rey, junto con sus
seguidores militares, retrocedió al menos por el momento. Lafayette tomó el mando de la Guardia Nacional de
París y Jean-Sylvain Bailly, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, fue nombrado nuevo alcalde
de París. El rey visitó París el 27 de julio y aceptó la escarapela tricolor.
Sin embargo, después de estos actos de violencia, los nobles, no muy seguros del rumbo que tomaría la
reconciliación temporal entre el rey y el pueblo, comenzaron a salir del país, algunos con la intención de
fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas a respaldar al rey. Estos fueron
conocidos como los émigrés (emigrados).
La revolución se enfrentó duramente con la Iglesia católica, que pasó a depender del Estado. En 1790 se
eliminó la autoridad de la Iglesia de imponer impuestos sobre las cosechas, se eliminaron también los
privilegios del clero y se confiscaron sus bienes. Bajo el Antiguo Régimen la Iglesia era el mayor terrateniente
del país. Más tarde se promulgó una legislación que convirtió al clero en empleados del Estado. Estos fueron
unos años de dura represión para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia.
El Concordato de 1801 entre la Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron normas de
convivencia que se mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905, cuando la Tercera República
sentenció la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. El viejo calendario gregoriano, propio de la
religión católica, fue anulado por Billaud-Varenne, en favor de un «calendario republicano» y una nueva era,
que establecía como primer día el 22 de septiembre de 1792.
Composición de la Asamblea
Véanse también: Izquierda y Derecha.
La derecha representaba
a las antiguas clases
privilegiadas. Sus
Honore Gabriel Riqueti, conde de oradores más brillantes
Mirabeau (1749-1791). eran el aristócrata
Cazalès, en
representación de la Maximilien Robespierre (1758-1794),
nobleza, y el abad Jean-Sifrein Maury, en representación
líder revolucionario francés.
del alto clero. Se oponían sistemáticamente a todo tipo de
reformas y buscaban más sembrar la discordia que
proponer medidas.13
En torno al antiguo ministro Jacques Necker se constituyó un partido moderado, poco
numeroso, que abogaba por el establecimiento de un régimen parecido al británico: Jean-
Joseph Mounier, el conde de Lally-Tollendal, el conde de Clermont-Tonnerre y el conde de
Vyrieu, formaron un grupo denominado «demócratas realistas»[cita requerida]. Se les llamó más
tarde «partido monárquico».13
El resto (y mayoría) de la Asamblea conformaba lo que se llamaba el «partido de la nación».
En él se dibujaban dos grandes tendencias, sin que ninguna tuviera homogeneidad
ideológica. Mirabeau, Lafayette y Bailly representaban la alta burguesía, mientras que el
triunvirato compuesto por Barnave, Duport y Lameth encabezaba los que defendían las clases
más populares; los tres procedían del Club Breton y eran portavoces de las sociedades
populares y de los clubes. Representaban la franja más izquierdista de la Asamblea, dado que
aún no se manifestaban los grupos radicales que iban a aparecer más adelante.13
En ese primer periodo constituyente, los líderes indiscutibles de la Asamblea eran Mirabeau y el abad
Sieyès.13
El 27 de agosto de 1789 la Asamblea publicó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
inspirándose en parte en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y estableciendo el principio
de libertad, igualdad y fraternidad. Dicha declaración establecía una declaración de principios que serían la
base ineludible de la futura Constitución.
Camino a la constitución
La Asamblea Nacional Constituyente no era solo un órgano legislativo, sino la encargada de redactar una
nueva constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una asamblea bicameral en donde el
Senado sería escogido por la Corona entre los miembros propuestos por el pueblo. Los nobles, por su parte,
favorecían un Senado compuesto por miembros de la nobleza elegidos por los propios nobles. Prevaleció, sin
embargo, la tesis liberal de que la Asamblea tendría una sola cámara, quedando el rey solo con el poder de
veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero no su total eliminación.
El movimiento de los monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo de París,
compuesto fundamentalmente por mujeres (llamadas despectivamente «las Furias»), que marcharon el 5 de
octubre de 1789 sobre Versalles. Tras varios incidentes, el rey y su familia se vieron obligados a abandonar
Versalles y se trasladaron al palacio de las Tullerías en París.
El período comprendido entre octubre de 1789 y la primavera de 1791 suele considerarse de relativa
tranquilidad, cuando se promulgaron algunas de las reformas legislativas más importantes. Aunque ciertamente
es cierto, muchas áreas provinciales experimentaron conflictos sobre la fuente de autoridad legítima, donde los
oficiales del Antiguo Régimen habían sido barridos, pero aún no se habían establecido nuevas estructuras.
Esto fue menos obvio en París, ya que la formación de la Guardia Nacional la convirtió en la ciudad mejor
vigilada de Europa, pero el creciente desorden en las provincias inevitablemente afectó a los miembros de la
Asamblea{sfn|Scott|1975|pp=861-863}}
La Revolución provocó un cambio masivo de poder de la Iglesia Católica al Estado; aunque se ha cuestionado
el alcance de las creencias religiosas, la eliminación de la tolerancia hacia las minorías religiosas que
significaba que en 1789 eran francesas también significaba ser católicas.14 La iglesia era el terrateniente
individual más grande de Francia, controlando casi el 10% de todas las propiedades y los diezmos recaudados,
efectivamente un impuesto del 10% sobre la renta, recaudado de los campesinos en forma de cultivos. A
cambio, proporcionó un nivel mínimo de apoyo social.15 Los decretos de agosto abolieron los diezmos, y el 2
de noviembre la Asamblea confiscó todas las propiedades de la iglesia, cuyo valor se utilizó para respaldar un
nuevo papel moneda conocido como assignats. A cambio, el estado asumió responsabilidades como pagar al
clero y cuidar a los pobres, los enfermos y los huérfanos. El 13 de febrero de 1790, se disolvieron las órdenes
religiosas y los monasterios, mientras se animaba a los monjes y monjas a volver a la vida privada. La
Constitución Civil del Clero del 12 de julio de 1790 los convirtió en empleados del estado, además de
establecer tarifas de pago y un sistema para elegir sacerdotes y obispos. El Papa Pío VI y muchos católicos
franceses se opusieron a esto porque negaba la autoridad del Papa sobre la Iglesia francesa. En octubre, treinta
obispos redactaron una declaración denunciando la ley, lo que avivó aún más la oposición. 16 17
Cuando se requirió que el clero jurara lealtad a la Constitución Civil en noviembre de 1790, menos del 24% lo
hizo; el resultado fue un cisma con los que se negaron, el "clero que no jura" o el "clero refractario". Esto
endureció la resistencia popular contra la injerencia del Estado, especialmente en áreas tradicionalmente
católicas como Normandía, Bretaña y Vendée, donde solo unos pocos sacerdotes prestaron juramento y la
población civil se volvió contra la revolución. La negativa generalizada dio lugar a nuevas leyes contra el
clero, muchos de los cuales fueron obligados a exiliarse, deportados o ejecutados18 .
A principios de 1791, la Asamblea consideró introducir una legislación contra los franceses que emigraron
durante la Revolución (émigrés). Se pretendía coartar la libertad de salir del país para fomentar desde el
extranjero la creación de ejércitos contrarrevolucionarios, y evitar la fuga de capitales. Mirabeau se opuso
rotundamente a esto. Sin embargo, el 2 de marzo de 1791 Mirabeau fallece, y la Asamblea adopta esta
draconiana medida.
El 20 de junio de 1791, Luis XVI, opuesto al curso que iba tomando la Revolución, huyó junto con su familia
de las Tullerías. Sin embargo, al día siguiente cometió la imprudencia de dejarse ver, fue arrestado en Varennes
por un oficial del pueblo y devuelto a París escoltado por la guardia. A su regreso a París el pueblo se mantuvo
en silencio y, tanto él como su esposa, María Antonieta, sus dos hijos (María Teresa y Luis-Carlos, futuro Luis
XVII) y su hermana (Madame Elizabeth) permanecieron bajo custodia.
El 3 de septiembre de 1791, fue aprobada la
primera constitución de la historia de Francia.
Una nueva organización judicial dio
características temporales a todos los
magistrados y total independencia de la
Corona. Al rey solo le quedó el poder
ejecutivo y el derecho de vetar las leyes
aprobadas por la Asamblea Legislativa. La
Asamblea, por su parte, eliminó todas las
barreras comerciales y suprimió las antiguas
corporaciones mercantiles y los gremios; en Moneda francesa de 1791. En el anverso aparece el rey Luis
adelante, los individuos que quisieran XVI con el epígrafe: «Luis XVI rey de los franceses». El
desarrollar prácticas comerciales necesitarían reverso lleva un haz de lictor con un gorro frigio, símbolos de
la Revolución, y la inscripción «la nación, la ley, el rey».
una licencia, y se abolió[cita requerida] el
derecho a la huelga.
Aun cuando existía una fuerte corriente política que favorecía la monarquía constitucional, al final venció la
tesis de mantener al rey como una figura decorativa. Jacques Pierre Brissot introdujo una petición insistiendo
en que, a los ojos del pueblo, Luis XVI había sido depuesto por el hecho de su huida. Una inmensa multitud
se congregó en el Campo de Marte para firmar dicha petición. Georges-Jacques Danton y Camille Desmoulins
pronunciaron discursos exaltados. La Asamblea pidió a las autoridades municipales guardar el orden. Bajo el
mando de Lafayette, la Guardia Nacional se enfrentó a la multitud. Al principio, tras recibir una oleada de
piedras, los soldados respondieron disparando al aire; dado que la multitud no cedía, Lafayette ordenó disparar
a los manifestantes, ocasionando más de cincuenta muertos.
Tras esta masacre, las autoridades cerraron varios clubes políticos, así como varios periódicos radicales, como
el que editaba Jean-Paul Marat. Danton se fugó a Inglaterra y Desmoulins y Marat permanecieron escondidos.
Mientras tanto, la Asamblea había redactado la Constitución y el rey había sido mantenido en custodia,
aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la Asamblea, que fue acogido con un fuerte aplauso. La
Asamblea Nacional Constituyente cesó en sus funciones el 29 de septiembre de 1791.
El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el palacio de las Tullerías, y la Asamblea Legislativa suspendió
las funciones constitucionales del rey. La Asamblea acabó convocando elecciones con el objetivo de
configurar (por sufragio universal) un nuevo parlamento que recibiría el nombre de Convención. Aumentaba
la tensión política y social en Francia, así como la amenaza militar de las potencias europeas. El conflicto se
planteaba así entre una monarquía constitucional francesa en camino de convertirse en una democracia
republicana, y las monarquías europeas absolutas. El nuevo parlamento elegido ese año abolió la monarquía y
proclamó la república. Creó también un nuevo calendario, según el cual el año 1792 se convertiría en el año 1
de su nueva era.
El gobierno pasó a depender de la Comuna Insurreccional. La Comuna envió grupos de sicarios a las
prisiones, asesinando a 1400 víctimas, y cuando pidió a otras ciudades de Francia que hicieran lo mismo, la
Asamblea no opuso resistencia. Esta situación persistió hasta el 20 de septiembre de 1792, en que se creó un
nuevo cuerpo legislativo denominado Convención, que de hecho se convirtió en el nuevo gobierno de Francia.
La Convención (1792-1795)
El poder legislativo de la nueva República estuvo a cargo de la
Convención Nacional, mientras que el poder ejecutivo recayó sobre el
Comité de Salvación Pública.
El Directorio (1795-1799)
La Convención aprobó una nueva constitución el 17 de agosto de
1795, ratificada el 26 de septiembre en un plebiscito. La nueva
Constitución, llamada Constitución del Año III, confería el poder
ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros llamados
directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea
bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250 miembros) y
el Consejo de los Quinientos. Esta Constitución suprimió el sufragio
universal masculino y restableció el sufragio censitario.
El Consulado (1799-1804)
La Constitución del Año VIII, redactada por Pierre Daunou y
promulgada el 25 de diciembre de 1799, estableció un régimen
autoritario que concentraba el poder en manos de Napoleón
Bonaparte, para supuestamente salvar la república de una posible
restauración monárquica. Contrariamente a las constituciones
anteriores, no incluía ninguna declaración sobre los derechos
fundamentales de los ciudadanos. El poder ejecutivo recaía en tres
cónsules: el primer cónsul, designado por la misma Constitución, era
Napoleón Bonaparte, y los otros dos solo tenían un poder consultivo.
En 1802, Napoleón impuso la aprobación de un senadoconsulto, que
lo convirtió en cónsul vitalicio, con derecho a designar su sucesor.
Otro símbolo de la Revolución francesa es el gorro frigio (también llamado gorro de la libertad), llevado en
particular por los Sans-culottes. Aparece también en los Escudos Nacionales de Francia, Haití, Cuba, El
Salvador, Nicaragua, Colombia, Bolivia, Paraguay y Argentina.
El himno «La Marsellesa», con letra y música de Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de ingenieros de la
guarnición de Estrasburgo, se popularizó a tal punto que el 14 de julio de 1795 fue declarado himno nacional
de Francia; originalmente se llamaba «Chant de guerre pour l'armée du Rhin» («Canto de guerra para el
ejército del Rin»), pero cuando los voluntarios del general François Mireur que salieron de Marsella entraron a
París el 30 de julio de 1792 cantando dicho himno como canción de marcha, los parisinos los acogieron con
gran entusiasmo y bautizaron el cántico como «La Marsellesa».
El lema Liberté, égalité, fraternité («Libertad, igualdad, fraternidad»), que procede del lema no oficial de la
Revolución de 1789 Liberté, égalité ou la mort («Libertad, igualdad o la muerte»), fue adoptado oficialmente
después de la Revolución de 1848 por la Segunda República Francesa.
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Bandera de Francia.
La declaración sin embargo excluyó a las mujeres en su consideración de ciudadanas y se olvidó de las
mujeres en su proyecto igualitario. Dos años más tarde de la redacción de la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano la activista política Olympe de Gouges escribió la Declaración de los Derechos de la
Mujer y la Ciudadana (1793), que se convierte en uno de los primeros documentos históricos que plantea la
equiparación jurídica y legal de las mujeres en relación a los varones.25
Véase también
Cronología de la Revolución francesa
Debate historiográfico sobre la Revolución francesa
Descristianización de Francia durante la Revolución
Estados Generales
Guerras Napoleónicas
Historia de Francia
Ideologías de la Revolución francesa
Irreligión en Francia
Napoleón Bonaparte
Revoluciones burguesas
Anexo:Cronología de Francia
Notas y referencias
1. «Notice bibliographique. [Prise de la Bastille] : [dessin] / Hoüel pinxit» (https://catalogue.bnf.fr/a
rk:/12148/cb40311593n). Catalogue général (en francés). Biblioteca Nacional de Francia.
Consultado el 28 de septiembre de 2019.
2. Michel Vovelle. Introducción a la historia de la Revolución francesa (https://es.scribd.com/doc/1
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4. Sargent, Velde, 1995, pp. 474–518.
5. Baker, 1978, pp. 279–303.
6. Jordan, 2004, pp. 11–12.
7. Jourdan, 2007, p. 187.
8. Blanning, 1997, p. 26.
9. Garrioch, 1994, p. 524.
10. Tilly, 1983, p. 337.
11. Doyle, 2002, pp. 45–49.
12. Doyle, 2002, pp. 73–74.
13. François Mignet, History of the French Revolution from 1789 to 1814, capítulo II, From the Night
of the 4th of August to the 5th and 6th of Octobre, 1789 (De la noche del 4 de agosto a los 5 y 6
de octubre 1789), en línea en historion.net [1] (http://historion.net/history-french-revolution-1789
-1814/chapter-ii-night-4th-august-5th-and-6th-october-1789?page=2&quicktabs_2=1),
consultado el 11/10/2010.
14. Betros, 2010, pp. 16–21.
15. Censer, Hunt, 2001, p. 4.
16. McManners, 1969, p. 27.
17. Shusterman, 2014, pp. 58-87.
18. Censer, Hunt, 2001, p. 61.
19. Georges-Jacques Danton#La revolución
20. Hebertistas#Los hebertistas después del juicio de 1794
21. Enragés#Historia
22. Historia del escudo de París (Histoire du blason de París) (http://jacques.cuny.pagesperso-oran
ge.fr/Pages/PHistoire.htm) Archivado (https://web.archive.org/web/20110721015159/http://jacq
ues.cuny.pagesperso-orange.fr/Pages/PHistoire.htm) el 21 de julio de 2011 en la Wayback
Machine., artículo de Robert Louis, consejero técnico de la Sociedad francesa de heráldica y
sigilografía. En jacques.cuny.pagesperso-orange.fr, consultado el 6/10/2010 (en francés)
23. En la página oficial del Senado francés, senat.fr, consultado el 7/10/2010 [2] (http://www.senat.f
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24. La France maritime (http://books.google.fr/books?id=BY1WAAAAMAAJ&pg=PP5&dq=%22la+fr
ance+maritime%22+%22tome+premier%22#v=onepage&q=%22la%20france%20maritime%2
2%20%22tome%20premier%22&f=false) por Amédée Gréhan, ediciones Postel, 1837, páginas
116-120, consultado el 7/10/2010 (en francés)
25. «Histoire des femmes. Les femmes et la Révolution de 1789 : un espoir pour les femmes.
Luttes et revendications, Militantes et revendications des femmes en 1789. Histoire des
femmes et République, Florence Brissieux, Aurore Rubio» (http://www.thucydide.com/realisatio
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26. Olympe de Gouges. «Pronostic sur Maximilien Robespierre par un animal Amphibie» (http://ww
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27. Valadés, Patricia Galeana de (1 de enero de 2004). Los derechos humanos de las mujeres en
México (https://books.google.es/books?id=WVohBVU4vYYC&pg=PA195&lpg=PA195&dq=Pro
nostic+de+Monsieur+Robespierre+pour+un+animale+amphibie&source=bl&ots=JTcw0UAsAp
&sig=TejBOq_7-O3zz7FaBVBTIXWCQls&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiwipu1spzQAhXE2Bo
KHcItBfsQ6AEISTAH#v=onepage&q=Pronostic%20de%20Monsieur%20Robespierre%20pou
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28. Eduardo Montagut. «El papel de la mujer en la Revolución Francesa» (http://www.nuevatribun
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29. Caine, Barbara; Sluga, Glenda (24 de junio de 2000). Género e historia: mujeres en el cambio
sociocultural europeo, de 1780 a 1920 (https://books.google.es/books?id=owkFKNvhKXgC&pg
=PA39&lpg=PA39&dq=codigo+napoleonico+y+las+mujeres&source=bl&ots=ZtxpSCf9GE&sig
=PPY0uIo90qFZcn2FxlXsyZNs2HI&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwitl7uGtJzQAhVJvRoKHUnlC
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Fuentes
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Bibliografía complementaria
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Enlaces externos
Wikiquote alberga frases célebres sobre la Revolución francesa.
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