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Título II
Del sacramento de la confirmación
cc. 879-896
• El caso de los infantes y de los equiparados a ellos (cfr. c. 99) por carecer
habitualmente del uso de razón
• En estas palabras del Concilio, que recoge el c. 879, se contiene los efectos
teológico-canónicos del sacramento de la confirmación: es decir, aquello que
se significa y realiza mediante el signo sacramental.
• Para la licitud se requiere además que el fiel haya llegado al uso de razón,
esté adecuadamente preparado, bien dispuesto y en grado de renovar los
compromisos bautismales. c. 889 § 2.
• La norma establece tres requisitos que han de darse simultáneamente en el
candidato a recibir la confirmación:
• Instrucción debida
• Recta disposición
• Capacidad para renovar las promesas del bautismo.
b) que como consecuencia, el tener uso de razón entraba a formar parte de los
requisitos de licitud.
• A tenor del c. 890 de modo explicito sólo se refiere a una serie de deberes
relativos a la preparación y recepción del sacramento de la confirmación
• Esta obligación directamente todos los fieles que se encuentren dentro del
marco legal en que es legítima la administración del sacramento, sobre todo
por lo que se refiere a la edad.
• Están obligados indirectamente, esto es, están obligados a procurar que los
fieles reciban el sacramento en el tiempo oportuno, en primer lugar los
padres y después los pastores de almas, sobre todo los párrocos.
• Exige absoluta de licitud, para recibir el sacramento del orden (c. 1033, cfr.
c. 1050, 3º).
DECRETO
1.- Evitar las Confirmaciones masivas, en las que no haya precedido una
adecuada preparación catequética, en la medida de lo posible.
2.- Preparar a los padres de familia para que cumplan, como educadores en
la fe de sus hijos, por medio de una catequesis adecuada a su edad (c. 843 §
2).
El ministro de la confirmación
• A diferencia del Obispo, en cambio, ningún presbítero, incluidos los que por
derecho se equiparan al Obispo diocesano, administra válidamente la
confirmación en territorio ajeno (c. 887) o fuera de los límites de su
jurisdicción (c. 883, 1.º).
• Los requisitos para ser padrino de la confirmación son los mismos que para
los padrinos de bautismo (cc. 892, 893).
• A través del c. 892 la Iglesia se hace eco de nuevo de esa antigua costumbre,
prescribiendo la presencia de padrinos (o madrinas) tanto en el acto litúrgico
de la confirmación como en la vida del propio confirmado.
• Se trata, en todo caso, de una presencia sumamente aconsejable, pero no
absolutamente necesaria:, en la medida de lo posible, tenga el confirmado
un padrino (o madrina).
• La función del padrino, esto es, el munus que la ley le confía, se realiza en
un doble plano: