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CUARTA PARTE: O TRA D O C U M E N TA C IÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

ma el espíritu. Lo que enuncia la palabra, ria de Santa Teresa de uesús, virgen y


lo siente el corazón. doctora de la Iglesia.

En la sede de la Congregación para el Francis Card. Arinze, Prefecto


Culto Divino y la Disciplina de los Sacra­ Domenico Sorrentino, Arzobispo
mentos, a 15 de octubre del 2004, memo­ Secretario

1620
C U A R TA PARTE

Segceón D
flO
SACRAMENTOS Y SACRAMENTALES

1 Para tal fin se aconseja encarecida­


mente a los Pastores de almas que fijen
C riterios pa ra la con anterioridad los días y las horas más
absolución sacra m en ta l colectiva idóneos para poder oír las confesiones de
los fieles, según la forma ordinaria, y se
comuniquen a los mismos (can. 986, 1).
Conferencia Episcopal Española, Criterios
acordados para la absolución sacramen­ 6255
tal colectiva a tenor del canon 961 § 2, 18
II. Con todo, la Conferencia Episcopal
de noviembre de 1988. Española reconoce que puede darse al­
gún caso excepcional de grave necesidad
NUEVO TEXTO REVISADO CONFORME A según cuanto dice el can. 961, 1, n. 2 y
LAS OBSERVACIONES DE LA CONGRE­ por ello juzga oportuno establecer de co­
mún acuerdo los criterios siguientes como
GACIÓN PARA LOS SACRAMENTOS Y A
ayuda para el discernimiento del Obispo
LC3 ACUERDOS POSTERIORES A LA
Diocesano, en vista a poder autorizar la
ASAMBLEA PLENARIA
absolución general sin previa confesión
individual:
6254
1. Si, a causa de una gran afluencia de
I. La Conferencia Episcopal Española es­
turistas en los lugares de verano, mar o
tima que, en el conjunto de su territorio, montaña, o con motivo de la fiesta patro­
no existen casos generales y previsibles nal o de otra celebración similar, no se
en los que se den los elementos que puede disponer de un suficiente número
constituyen la situación de necesidad gra­ de sacerdotes para oír las confesiones in­
ve en la que se puede recurrir a la absolu- dividuales en un tiempo oportuno de for­
c'ón sacramental general (c. 961, § 1.2.). ma que los fieles participantes, sin culpa
Por consiguiente, la forma ordinaria de re­ de su parte, se vieran privados, durante
conciliación sacramental, que debe facili­ notable tiempo, de la gracia sacramental o
tarse por todos los medios a los fieles, es de la Sagrada Comunión, el Obispo po­
y seguirá siendo la confesión individual en dría autorizar, en cada uno de los casos, el
las dos formas determinadas en el Ritual. uso de la absolución general, siempre que

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C UARTA PARTE: OTRA DO CU M EN TAC IÓ N LITÚRGICA POST-CONCIUAR

amigos, sino que están ahí también como para saber si el bautismo ya recibido fue
representantes de una comunidad de fe, celebrado válidamente. Al investigarlo,
garantes de ía fe y del deseo de comunión habrán de tenerse en cuenta las recomen­
eclesial del candidato. daciones siguientes:
a) No obstante, basándose en el bau­ a) No ofrece duda alguna la validez
tism o común, y a causa de lazos de fami­ del bautismo, tal como se administra en
lia o de amistad, un bautizado pertene­ las diferentes Iglesias Orientales. Basta,
ciente a otra Comunidad eclesial puede pues, establecer el hecho del bautismo.
ser admitido como testigo del bautismo, En estas Iglesias el sacramento de la con­
pero sólo junto con un padrino católico. firmación (crismación) se administra co­
Un católico puede ejercer el mismo papel rrectamente por el sacerdote al mismo
para una persona que va a ser bautizada tiempo que el bautismo; sucede así con
en otra comunidad eclesial. frecuencia que en el testimonio canónico
b) Por razón de la estrecha comunión del bautismo no se hace ninguna mención
existente entre la Iglesia católica y las Igle­ de la confirmación. Pero esto no autoriza
sias orientales ortodoxas, está permitido en modo alguno a dudar de que la confir­
que por una razón justa se admita a un fiel mación haya sido también administrada.
oriental como padrino al mismo tiempo b) Respecto a los cristianos de otras
que un padrino católico (o una madrina Iglesias y Comunidades eclesiales, antes
católica) para el bautismo de un niño o de examinar la validez del bautismo de un
adulto católico, a condición de que se ha­ cristiano habrá que saber si se ha efectua­
ya provisto de modo suficiente a la educa­ do un acuerdo sobre el bautismo (como se
ción del bautizado y que sea reconocida cita más arriba, n° 94) por las Iglesias y las
la idoneidad del padrino. Comunidades eclesiales de las regiones o
No se prohíbe a un católico el papel de localidades de que se trata, y si el bautis­
padrino en un bautismo administrado en mo se administró efectivamente según di­
una Iglesia oriental ortodoxa, si es invitado cho acuerdo. Hay que notar sin embargo
a ello. En tal caso, la obligación de cuidar que la ausencia de un acuerdo formal so­
de la educación cristiana corresponde en bre el bautismo no debe llevar automática­
primer lugar al padrino (o madrina) que es mente a dudar de la validez del mismo.
fiel de la Iglesia en la que el niño es bauti­ c) Respecto a estos cristianos, cuan­
zado. do aportan un testimonio oficial eclesiásti­
co, no hay ninguna razón para dudar de la
8258 validez del bautismo administrado en sus
99. Todo cristiano tiene derecho, por ra­ Iglesias o Comunidades eclesiales, a no
zones de conciencia, a decidir libremente ser que, en un caso particular, un examen
entrar en la plena comunión católica. La mostrara que existe motivo serio de duda
labor de preparar a una persona que de­ sobre la materia, la fórmula utilizada para
sea ser recibida en la plena comunión de el bautismo, la intención del bautizado
la Iglesia católica, es en sí una actividad adulto y el ministro que ha bautizado.
distinta de la actividad ecuménica. El rito d) Si incluso tras cuidadosa averigua­
de Iniciación cristiana de Adultos prevé ción persistiera una duda seria sobre la
una fórmula para recibir a dicnas perso­ correcta administración del bautismo, y se
nas en la plena comunión católica. Sin juzgara necesario bautizar bajo condición,
embargo, en tales casos, igual que en los el ministro católico deberá mostrar su res­
matrimonios mixtos, la autoridad católica peto por la doctrina según la cual el bau­
puede sentir la necesidad de investigar tismo se puede administiar una sola vez,

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2 - DIRECTRICES PARA LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS Y N O R M A S SOBRE EL ECUM ENISM O

explicando a la persona en cuestión por tuales, es decir, a compartir la herencia


qué en ese caso se la bautiza bajo condi­ espiritual que poseen en común, de un
ción, así como la significación de este rito modo y en un grado apropiados a su ac­
del bauúsmo condicional. Además el rito tual estado de división
del bautismo bajo condición debe admi­
nistrarse en privado y no en público. 103. La expresión “compartir actividades
e) Es deseable que los Sínodos de lasy recursos espirituales” abarca realidades
Iglesias orientales católicas y las Conferen­ taies como la oración hecha en común, el
cias episcopales den directrices para la re­ compartir el culto litúrgico en sentido es­
cepción en la plena comunión católica de tricto, según se describe más lejos, en el n°
los cristianos bautizados en otras Iglesias y 116, así como el uso común de lugares y
Comunidades eclesiales, teniendo en de todos los objetos litúrgicos necesarios.
cuenta que no se trata de catecúmenos,
104. Los principios que deberían regir el
así como el grado de conocimiento y prác­
compartir espiritual son los siguientes:
tica de la fe cristiana que puedan tener.
a) A pesar de serias diferencias que
100. Según el rito de iniciación cristiana impiden la plena comunión eclesial, es
de adultos, los que se adhieren a Cristo claro que todos aquellos que por el bau­
por primera vez son bautizados normal­ tismo son incorporados a Cristo compar­
mente durante la Vigilia pascual. Donde la ten muchos elementos de la vida cristia­
celebración de este rito incluye la recep­ na. Existe, pues, entre los cristianos una
ción de quienes, ya bautizados, entran en real comunión que, aunque imperfecta,
la plena comunión, hay que distinguir cla­ puede expresarse de múltiples formas, in­
ramente entre éstos y los que aún no han cluido el compartir la oración y el culto li­
sido bautizados.
túrgico, como se especifica en el párrafo
101. En el actual estado de nuestras rela­ siguiente.
ciones con las Comunidades eclesiales b) Según la fe católica, la Iglesia cató­
surgidas de la Reforma del siglo XVI, aún lica ha sido provista de toda la verdad re­
no se ha llegado a un acuerdo sobre la sig­ velada y de todos los medios de salvación
nificación, ni sobre la naturaleza sacramen­ en un don que no puede perderse. Sin
tal, ni siquiera sobre la administración del embargo, entre los elementos y dones
sacramento de la confirmación. Por consi­ que pertenecen como propios a la Iglesia
guiente, en las circunstancias actuales, católica (por ejemplo, la Palabra de Dios
aquellos que entraran en la plena comu­ escrita, la vida de la gracia, la fe, la espe­
nión de la Iglesia católica viniendo de di­ ranza y la caridad, etc.), algunos pueden
chas Comunidades, deberían recibir el sa­ existir luera de sus límites visibles. Las
cramento de la confirmación según la doc­ Iglesias y Comunidades eclesiales que no
trina y el rito de la Iglesia católica, antes de están en plena comunión con la Iglesia
ser admitidos a la comunión eucarística. católica, no han sido en modo alguno pa­
vadas de significación y de valor en el
B. COMPARTIR ACTIVIDADES Y RECUR­ misterio de la salvación, porque el Espíritu
SOS ESPIRITUALES de Cristo no rehúsa servirse de ellas como
medios de salvación. En formas que va­
Principios generales rían según la condición de cada Iglesia o
Comunidad eclesial, sus celebraciones
3259 pueden alimentar la vida de la gracia en
102. Puede animarse a los cristianos a los miembros que participan en ellas, y
compartir actividades y recursos espiri­ dar acceso a la comunión de la salvación.

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CUARTA PARTE: O TRA D O C U M E N T A C IÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

c) Así pues, el com partir las activida­ 107. Los católicos deben mostrar un sin­
des y recursos espirituales debe reflejar cero respeto hacia la disciplina litúrgica y
este doble hecho: sacramental de las demás Iglesias y Co­
1) la comunión real en la vida del Espí­ munidades eclesiales, y a éstas se les in­
ritu, que ya existe entre los cristianos y vite a que muestren el mismo respeto ha­
que se expresa en su oración y en el culto cia la disciplina católica. Uno de los obje­
litúrgico; tivos de la consulta antedicha debería as­
pirar a una mejor comprensión mutua de
2) el carácter incompleto de esta co­
la disciplina de cada uno, e incluso a un
munión, por razón de las diferencias de fe
acuerdo sobre el modo de regular situa^
y de modos de pensar que son incompati­
ciones en que la disciplina de una Iglesia
bles con el compartir sin restricción los
cuestiona o va contra la de otra.
dones espirituales;
d) la fidelidad a esta realidad compleja
hace necesario establecer normas sobre Oración en común
el compartir espiritual, teniendo en cuenta
6261
la diversidad de situación eclesial existen­
te entre las Iglesias y Comunidades ecle- 108. Donde sea conveniente, debe ani­
siales implicadas en ello, de modo que los marse a los católicos a asociarse, si­
cristianos aprecien sus riquezas espiritua­ guiendo las normas de la Iglesia, para
les comunes y se gocen de ellas, pero orar con cristianos pertenecientes a otras
también se llame su atención sobre la ne­ Iglesias y Comunidades eclesiales. Tales
cesidad de superar las separaciones que oraciones en común son ciertamente un
aún existen; medio eficaz para pedir la gracia de la
unidad y constituyen una expresión au­
e) puesto que la concelebración euca­
téntica de los lazos por los que los católi­
ris tía es una manifestación visible de la
cos están ya unidos a esos otros cristia­
plena comunión de fe, de culto y de co­
nos. La oración común es en sí misma un
munidad de vida de la Iglesia católica, ex­
camino que conduce a la reconciliación
presada por los ministros de esta Iglesia,
espiritual.
no está permitido concelebrar la Eucaris­
tía con ministros de otras Iglesias y Comu­ 109. A los católicos y a los otros cristia­
nidades eclesiales. nos se les recomienda la oración en co­
mún para presentar juntos a Dios las ne­
6260 cesidades y preocupaciones que compar­
105. Tendría que existir cierta “ reciproci­ ten - por ejemplo la paz, las cuestiones
dad” , pues las actividades y recursos es­ sociales, la caridad mutua entre los hom­
pirituales compartidos, incluso en los lími­ bres, la dignidad de la familia, los efectos
tes definidos, contribuyen al crecimiento de la pobreza, el hambre y la videncia,
de la armonía entre cristianos, en espíritu etc.- Semejantes a estos casos son las
de buena voluntad y de caridad. ocasiones en que, según las circunstan­
cias, una nación, una región o una com u­
106. Se recomienda que haya consultas nidad desea dar gracias a Dios com unita­
entre las autoridades católicas competen­ riamente o pedir su ayuda; lo mismo en un
tes y las de las otras Comuniones respec­ día de fiesta nacional, en tiempo de cala­
to al compartir, para tratar de hallar las po­ midad o duelo públicos, en el día fijado
sibilidades de una legítima reciprocidad para celebrar el recuerdo de los muertos
según la doctrina y las tradiciones de las por la patria, etc. Se recomienda también
diferentes Comunidades. esta oración común en las reuniones don­

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2 - DIRECTRICES PAR A LA A PLIC A C IÓ N DE LOS PRINCIPIOS Y N O R M A S SOBRE EL E C U M E N IS M O

de se juntan los cristianos para el estudio d) Al preparar las celebraciones entre


o la acción. católicos y m iem bros de una Iglesia
110. Sin embargo, la oración comúnOriental, hay que considerar atentamente
debería orientarse ante todo al restableci­ la disciplina litúrgica propia de cada Igle­
miento de la unidad de los cristianos. Pue­ sia, según lo que se dice más abajo, en el
de centrarse, por ejemplo, en el misterio n° 115.
de la Iglesia y de su unidad, en el bautis­
6263
mo como vínculo sacramental de unidad,
o también en la renovación de la vida per­ 112. Aunque la iglesia sea el lugar en que
sonal y comunitaria como vía necesaria una comunidad suele celebrar de ordina­
para la unidad perfecta. Se recomienda de rio su propia liturgia, las celebraciones co­
modo especial esta oración común duran­ munes mencionadas pueden tenerse en la
te la “Semana de oración por la unidad de iglesia de una u otra de las comunidades
los cristianos” o durante el período que va implicadas, con el acuerdo de todos los
de la Ascensión a Pentecostés. participantes. Sea cual fuere el lugar utili­
zado, debe agradar a todos, poderse
acondicionar de modo conveniente y fa­
6262
vorecer la devoción.
111. Tal oración debería prepararse, de
común acuerdo, con el concurso de re­ 113. De común acuerdo entre los partici­
presentantes de las Iglesias, Comunida­ pantes, los que ejercen una función en
des eclesiales u otros grupos. Convendría una ceremonia pueden emplear el hábito
determ inar juntos el papel de unos y que corresponda a su rango eclesiástico y
otros, y elegir en común ios temas, las a la naturaleza de la celebración.
lecturas de la Sagrada Escritura, los him­
114. En algunos casos, bajo la dirección
nos y oraciones a emplear.
de personas con una formación y expe­
a) Dicha celebración puede incluir to ­ riencia particulares, puede ser útil el recur­
da lectura, oración o himno que expresen so a compartir espiritualmente en retiros,
lo que es común a todos los cristianos, en ejercicios espirituales, grupos de estudio
relación con la fe o la vida espiritual. Pue­ y de puesta en común de las tradiciones
de comprender una exhortación, una alo­ de espiritualidad, o en forma de asocia­
cución o una meditación bíblica que, be­ ciones más estables para profundizar en
biendo en la común herencia cristiana, una vida espiritual común. Hay que pres­
haga progresar la mutua estima y la uni­ tar siempre una atención seria tanto a lo
dad. que se ha dicho sobre el reconocimiento
b) Habría que procurar que las versio­ de las diferencias reales que existen en la
nes de la Sagrada Escritura que se emple­ doctrina como a la enseñanza y a la disci­
an sean aceptables para todos y sean fie­ plina de la Iglesia católica sobre el com­
les traducciones del texto original. partir los sacramentos.

c) Es deseable que la estructura de 115. Siendo la celebración de la Eucaris­


estas celebraciones tenga en cuenta los tía en el día del Señor el fundamento y
diferentes modelos de oración litúrgica centro de todo el año litúrgico, los católi­
acordes con la renovación litúrgica de mu­ cos, quedando a salvo el derecho de las
chas Iglesias y Comunidades eclesiales, Iglesias Orientales, deben participar en la
aun prestando especial atención a su he­ misa los domingos y días de precepto. Por
rencia común de himnos, de textos saca­ ese motivo se desaconseja organizar cele­
dos de ios leccionarios y de oraciones li­ braciones ecuménicas el domingo, y se re­
túrgicas. cuerda que, incluso cuando los católicos

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C UARTA PARTE: OTRA DO CUM ENTACIÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

participan en celebraciones ecuménicas y bración litúrgica católica, los ministros de


en celebraciones de otias Iglesias y Co­ las otras Iglesias y Comunidades eclesia­
munidades eclesiales, permanece la obli­ les pueden ocupar el lugar y los honores
gación de participar en la misa esos días. litúrgicos que convienen a su rango y al
papel que desempeñan, si se juzga con­
veniente. Los miembros del clero católico
Compartir la liturgia no sacramental
invitados a la celebración de otra Iglesia o
6254 Comunidad eclesial pueden llevar las ves­
tiduras e insignias de su función eclesiás­
116. Se entiende por culto litúrgico el cul­
tica, si agrada a los que les reciben.
to realizado según los libros, normas y
costumbres de una Iglesia o Comunidad 120. Según el juicio prudencial del Ordi­
eclesial y presidido por un ministro o un nario del lugar, puede concederse a los
delegado de esta Iglesia o Comunidad. miembros de una Iglesia o Comunidad
Este culto litúrgico puede tener carácter no eclesial no católica el rito de funerales de
sacramental, o bien ser la celebración de la Iglesia católica, siempre que esto no
uno o varios sacramentos cristianos. Aquí sea contrario a su voluntad que su propio
se trata del culto litúrgico no sacramental. ministro no pueda hacerlo y que no se
opongan a ello las disposiciones genera­
117. En ciertas ocasiones puede preferir­
les del derecho.
se la oración oficial de una Iglesia a cele­
braciones ecuménicas preparadas para la 121. Las bendiciones que se dan de ordi­
ocasión. La participación en celebracio­ nario a los católicos pueden darse igual­
nes como la oración de la mañana o la tar­ mente a otros cristianos que las pidai,
de, en vigilias especiales, etc. permitirá a conforme a la naturaleza y objeto de la
personas de tradiciones litúrgicas diferen­ bendición. Pueden hacerse oraciones pú­
tes - católicos, orientales, anglicanos y blicas por otros cristianos, vivos o difun­
protestantes - comprender mejor la ora­ tos, por las necesidades e intenciones de
ción de las demás comunidades y com ­ las otras Iglesias y Comunidades eclesia­
partir más profundamente tradiciones que les y de sus dirigentes espirituales, duran­
se han desarrollado, a menudo, a partir de te las letanías y otras invocaciones de un
raíces comunes. servicio litúrgico, pero no durante una
Anáfora eucarística. La antigua tradición
118. En las celebraciones litúrgicas que cristiana, en liturgia y en eclesiología, no
tienen lugar en otras Iglesias y Comunida­ permite citar en la Anáfora eucarística
des eclesiales se aconseja a los católicos más que nombres de personas que están
que participen en los salmos, responso- en plena comunión con la Iglesia que ce­
ríos, himnos y gestos comunes de la Igle­ lebra esta eucaristía.
sia que les ha invitado. Pueden leer una
lectura, o predicar, si se lo proponen sus
anfitriones. Compartir la vida sacramenta!, especial­
mente la Eucaristía
119. En cuanto a la asistencia a una cele­
bración litúrgica de esta naturaleza, debe a. Compartir la vida sacramental con los
prestarse especial atención a la sensibili­ miembros de las diferentes Iglesias
dad del clero y de los fieles de todas las orientales
com unidades cristianas implicadas, al
igual que a las costumbres locales que 2235
pueden variar según los tiempos, lugares, 122. Entre la Iglesia católica y las Igle­
personas y circunstancias. En una cele­ sias Orientales que no están en plena co­

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2 - DIRECTRICES PARA LA A PLIC A C IÓ N DE LOS PRINCIPIOS Y N O R M AS SOBRE EL ECUMENISMO

munión con ella existe siempre una co­ los cristianos orientales, debe respetar
munión muy estrecha en el ámbito de la en lo posible la disciplina oriental, y abs­
fe. Además, “ por la celebración de la Eu­ tenerse de tom ar parte en ella si esta
caristía del Señor en cada una de estas Iglesia reserva la comunión sacramental
Iglesias, la Iglesia de Dios se edifica y a sus propios fieles, excluyendo a todos
crece” y “ estas Iglesias, aunque separa­ los demás.
das, tienen verdaderos sacramentos, so­
bre todo - gracias a la sucesión apostóli­ 125. Los ministros católicos pueden líci­
ca -, el sacerdocio y la Eucaristía [...]” . tamente administrar los sacramentos de
Esto, según la concepción de la Iglesia penitencia, Eucaristía y unción de enfer­
católica, proporciona un fundam ento mos a los miembros de las Iglesias orien­
eclesiológico y sacramental para permitir tales que lo pidan espontáneamente y que
y hasta fomentar una cierta comunica­ tengan las disposiciones requeridas. Tam­
ción con estas Iglesias en el terreno del bién en estos casos hay que prestar aten­
culto litúrgico, incluso en la Eucaristía, ción a la disciplina de las Iglesias orienta­
“ en circunstancias favorables y con la les para sus propios fieles y evitar toda
aprobación de la autoridad eclesiástica” . apariencia de proselitismo.
No obstante se reconoce que, por su
propia concepción eclesiológica, las Igle­ 126. Durante una celebración litúrgica
sias orientales pueden tener una discipli­ sacramental en una Iglesia oriental, los
na más restrictiva en la materia, y que los católicos pueden hacer lecturas, si se les
demás deben respetarla. Conviene que invita a ello. Se puede invitar a un cristiano
los pastores instruyan cuidadosamente a oriental a hacer lecturas en celebraciones
los fieles para que tengan un conoci­ semejantes en las iglesias católicas.
miento claro de los motivos particulares
de este com partir en el campo del culto 127. Un ministro católico puede estar
litúrgico, y de las diversas disciplinas que presente y tomar parte en una ceremonia
existen en torno a este asunto. de matrimonio, celebrada según las re­
glas, entre cristianos orientales o entre
123. Cuando lo exige la necesidad o lo
dos personas una de las cuales es católi­
sugiere un verdadero bien espiritual, y con
ca y la otra un cristiano oriental, en una
tal que se evite todo peligro de error o de
iglesia oriental, si ha sido invitado por la
indiferentismo, está permitido a cualquier
autoridad de la Iglesia oriental, y actúa
católico a quien sea física o moralmente
conforme a las normas que se dan más
imposible encontrar un ministro católico el
abajo para los matrimonios mixtos, allí
recibir los sacramentos de penitencia, Eu­
caristía y unción de enfermos de un minis­ donde se apliquen.
tro de la Iglesia oriental.
128. Una persona que pertenece a una
124. Dado que existen usos diferentes Iglesia oriental puede ser testigo de un
sobre la frecuencia de la comunión, la matrimonio en una iglesia católica; igual­
confesión antes de la comunión y el ayu­ mente, una persona perteneciente a la
no eucarístico entre los católicos y los Iglesia católica puede ser testigo de un
cristianos orientales, es necesario que matrimonio, celebrado según las reglas,
los católicos tengan cuidado de no pro­ en una iglesia oriental. En todos los casos
vocar escándalo y desconfianza entre los este modo de actuar debe estar de acuer­
cristianos orientales por no seguir los do con la disciplina general de las dos
usos orientales. Un católico que desea Iglesias sobre la participación en tales
legítimamente recibir la comunión entre matrimonios.

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C UARTA PARTE: OTRA D O C U M E N TA C IÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

b. Compartir la vida sacramental con los 130. En caso de peligro de muerte, los
cristianos de otras Iglesias y Comuni­ ministros católicos pueden adm inistrar
dades eclesiales estos sacramentos en las condiciones
abajo enumeradas (n° 131). En otros ca­
6236 sos, se recomienda vivamente que el
129. El sacramento es una acción de obispo de la diócesis, teniendo en cuenta
Cristo y de la Iglesia por el Espíritu. Su ce­ las normas que hayan podido establecer­
lebración en una comunidad concreta es se en esta materia por la Conterencia
el signo de la realidad de su unidad en la episcopal o por los Sínodos de las Iglesias
fe, el culto y la vida comunitaria. A la par orientales, establezca normas generales
que signos, los sacramentos, y muy espe­ que sirvan para juzgar las situaciones de
cialmente la Eucaristía, son fuentes de necesidad grave o apremiante y para veri­
unidad de la comunidad cristiana y de vi­ ficar las condiciones abajo mencionadas
da espiritual, y medios para desarrollarlas. (n° 131). Conforme al derecho canónico,
En consecuencia, la comunión eucarística estas normas generales no deben esta­
está inseparablemente unida a la plena blecerse sino después de consultar a la
comunión eclesial y a su expresión visible. autoridad competente, al menos local, de
Al mismo tiempo, la Iglesia católica la otra Iglesia o Comunidad eclesial impli­
enseña que por el bautismo los miembros cada. Los ministros católicos juzgarán los
de las demás Iglesias y Comunidades casos particulares y no administrarán este
eclesiales se encuentran en comunión re­ sacramento más que de conformidad con
al, aunque imperfecta, con la Iglesia cató­ estas normas, allí donde existan. En otro
lica y que “el bautismo es el vínculo sa­ caso, juzgarán según las normas del pre­
cramental de unidad que existe entre los sente Directorio.
que han sido regenerados por él [...], se
orienta completamente a la adquisición 131. Las condiciones según las cuales
de la plenitud de la vida de Cristo” . La Eu­ un ministro católico puede adm inistra ios
caristía es para los bautizados un alimen­ sacramentos de la Eucaristía, de la peni­
to espiritual que les hace capaces de su­ tencia y de la unción de enfermos a una
perar el pecado y vivir de la vida misma persona bautizada que se hallare en las
de Cristo, ser más profundamente incor­ circunstancias antes m encionadas (n°
porados a Él y participar con mayor inten­ 130), son que esta persona se halle en la
sidad en toda la economía del misterio de imposibilidad de recurrir a un ministro de
Cristo. su Iglesia o Comunidad eclesial para el
A la luz de estos dos principios bási­ sacramento deseado; que pida este sa­
cos que han de considerarse siempre en cramento por su propio deseo, que mani­
conjunto, la Iglesia católica, de manera fieste la fe católica en este sacramento y
general, da acceso a la comunión eucarís­ que esté debidamente dispuesta.
tica y a los sacramentos de penitencia y
unción de enfermos únicamente a quienes 132. Basándose en la doctrina católica
están en su unidad de fe, de culto y de vi­ sobre los sacramentos y sobre su validez,
da eclesial. Por las mismas razones reco­ un católico, en las circunstancias antes
noce también que en ciertas circunstan­ mencionadas (nn. 130, 131), sólo puede
cias, de modo excepcional y con ciertas pedir estos sacramentos a un ministro de
condiciones, puede autorizarse o incluso una Iglesia cuyos sacramentos sean váli­
recomendarse la admisión de cristianos dos, o a un ministro reconocido como vá­
de otras Iglesias y Comunidades eclesia­ lidamente ordenado, según la doctrina ca­
les a estos sacramentos. tólica de la ordenación.

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2 - DIRECTRICES PARA LA A P LIC A C IÓ N DE LOS PRINCIPIOS Y N O R M A S SOBRE EL E C U M E N IS M O

133. La lectura de la Escritura durante la nes. En circunstancias semejantes puede


celebración eucarística de la Iglesia católi­ permitírseles hacer enterramientos o cele­
ca la hacen miembros de esta Iglesia. En brar oficios en cementerios católicos.
ocasiones excepcionales y por justa cau­
sa el obispo de la diócesis puede permitir 138. Por razón de la evolución social, del
que un miembro de otra Iglesia o Comuni­ rápido aumento de la población y de la ur­
dad eclesial ocupe el puesto de lector. banización, y por m otivos económicos, allí
donde existen buenas relaciones ecumé­
134. En la liturgia eucarística católica, la nicas y comprensión entre las comunida­
homilía, que forma parte de la misma litur­ des, puede resultar de interés práctico la
gia, se reserva al sacerdote o al diácono, posesión o uso común de lugares de culto
pues es la presentación de los misterios durante tiempo prolongado.
de la fe y de las normas de la vida cristia­
na de acuerdo con la enseñanza y tradi­ 139. Cuando el Obispo diocesano ha da­
ción católicas. do autorización para ello, según las nor­
mas de la Conferencia episcopal o de la
135. Para la lectura de la Escritura y la Santa Sede, si existen, habrá que consi­
predicación en celebraciones diferentes derar prudentemente la cuestión de la re­
de la celebración eucarística deben apli­ serva del Santísimo Sacramento, de mo­
carse las normas dadas más arriba (n° do que se resuelva en función de una sana
118). teología sacramental y con todo el respeto
que le es debido, teniendo también en
136. Los miembros de otras Iglesias o cuenta las diferentes sensibilidades de
Comunidades eclesiales pueden ser testi­ quienes utilizarán el edificio; por ejemplo
gos en una celebración de matrimonio en construyendo una habitación separada o
una iglesia católica. También los católicos una capilla.
pueden ser testigos de los matrimonios
correctamente celebrados en otras Igle­ 140. Antes de hacer los planos de un edi­
sias y Comunidades eclesiales. ficio común, las autoridades de las comu­
nidades implicadas deberían llegar prime­
ro a un acuerdo sobre la forma en que se
Compartir otros recursos para la vida y la
respetarán sus d :ferentes disciplinas, es­
actividad espiritual
pecialmente en lo relativo a los sacramen­
tos. Además debería hacerse un acuerdo
6267
escrito que trate clara y adecuadamente
137. Las iglesias católicas son edificios todas las cuestiones que pudieran surgir
consagrados o bendecidos que tienen un en materia de financiación y de obligacio­
importante significado teológico y litúrgico nes ante las leyes eclesiásticas y civiles.
para la comunidad católica. Por consi­
guiente, están .generalmente reservadas al 141. En las escuelas e instituciones cató­
culto católico. Sin embargo, si existen sa­ licas hay que hacer todo lo posible por
cerdotes, ministros o comunidades que respetar la fe y la conciencia de los estu­
no están en plena comunión con la Iglesia diantes o profesores pertenecientes a
católica, que carecen de lugar o material otras Iglesias o Comunidades eclesiales.
necesarios para celebrar dignamente sus De conformidad con sus estatutos pro­
ceremonias religiosas, el Obispo de la dió­ pios y aprobados, las autoridades de las
cesis puede permitirles utilizar una igiesia escuelas e instituciones deberían cuidar
o un edificio católico, así como prestarles de que el clero de las otras comunidades
el material necesario para sus celebracio­ tenga todas las facilidades para ejercer su

1631
CUARTA PARTE: OTRA DO CUM EN TAC IÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

servicio espiritual y sacramental con sus cuando ambos cónyuges pertenecen a la


fieles que frecuentan dichas escuelas o misma comunidad de fe. Además, la ex­
instituciones. En la medida en que lo per­ periencia práctica y las observaciones re­
mitan las circunstancias, con autorización sultantes de los diversos diálogos entre
del Obispo diocesano, pueden ofrecerse los representantes de Iglesias y Comuni­
estas oosibiiidades en los locales que per­ dades eclesiales muestran que los matri­
tenecen a los católicos, incluida la iglesia monios mixtos presentan a menudo difi­
o capilla. cultades para el mantenimiento de la fe y
compromiso cristianos de la pareja misma
142. En los hospitales, residencias de y de sus hijos, y para la armonía de la vida
ancianos e instituciones semejantes, diri­ familiar. Por todos estos motivos el matri­
gidas por católicos, las autoridades deben monio entre personas de la misma comu­
advertir diligentemente a los sacerdotes y nidad eclesial sigue siendo el objetivo que
ministros de las otras comunidades de la se ha de recomendar e impulsar.
presencia de fieles suyos, y darles todas
las facilidades para visitarlos y llevarles la 145. Pero al constatar el número crecien­
ayuda espiritual y sacramenta! en condi­ te de matrimonios mixtos en muchas par­
ciones dignas y respetuosas, que pueden tes del mundo, la viva solicitud pastora! de
comprender el uso de la capilla. la iglesia se extiende a las parejas que se
preparan a contraer dicho matrimonio y a
quienes ya lo han contraído. Estos matri­
C. MATRIMONIOS MIXTOS
monios, aunque tienen sus dificultades
6268 propias, “presentan numerosos elementos
que conviene valorar y desarrollar, ya por
143. Esta sección del Directorio ecumé­
su valor intrínseco, o bien por la contribu­
nico no pretende tratar de modo exhausti­
ción que pueden prestar al movimiento
vo todas las cuestiones pastorales y ca­
ecum énico. Esto sucede en particular
nónicas ligadas a la celebración misma
cuando ambos esposos son fieles a su
del sacramento del matrimonio cristiano o
compromiso religioso. El bautismo común
a la acción pastoral a ejercer con las fami­
y el dinamismo de la gracia proporcionan
lias cristianas, ya que estas cuestiones
a los esposos en estos matrimonios el
forman parte de la acción pastoral general
fundamento y la motivación que les llevan
de todo obispo o de la Conferencia epis­
a expresar su unidad en la esfera de los
copal regional. Lo que sigue subraya las
valores morales y espirituales” .
cuestiones específicas sobre los matrimo­
nios mixtos, y debe entenderse en ese
6269
contexto. El término “ matrimonio m ixto”
se refiere a todo matrimonio entre una 146. Todos, pero en especia! los sacer­
parte católica y cualquier otra oarte cris­ dotes, diáconos y los que les ayudan en el
tiana bautizada que no está en plena co­ ministerio pastoral, tienen la responsabili­
munión con la Iglesia católica. dad permanente de proporcionar una en­
señanza y un apoyo particulares al cónyu­
144. En todo matrimonio la preocupación ge católico en su vida de fe y a las parejas
primera de la Iglesia es mantener la soli­ de los matrimonios mixtos en su prepara­
dez y estabilidad del víncu'o conyugal in­ ción al matrimonio, en la celebración sa­
disoluble y de la vida familiar que de él de­ cramental y en su vida conyugal consi­
riva. La unión perfecta de las personas y la guiente. Este cu:dado pastoral debe tener
comunidad plena de vida que constituyen en cuenta la condición espiritual concreta
el estado matrimonial se aseguran mejor de cada cónyuge, su educación en la fe y

1632
2 - DIRECTRICES PARA LA A P LIC A C IÓ N DE LOS PRINCIPIOS Y NO R M AS SOBRE EL ECUM ENISM O

su práctica de la fe. Hay que respetar al de preparación, el esfuerzo de la pareja


mismo tiempo la situación especial de ca­ por comprender las tradiciones religiosas
da pareja, la conciencia de cada cónyuge y eclesiales de cada uno, y el examen se­
y la santidad del mismo matrimonio sacra­ rio de las diferencias existentes, durante el
mental. Si se juzga útil, los obispos dioce­ período de preparación, pueden conducir
sanos o las Conferencias episcopales po­ a una honestidad, caridad y comprensión
drían establecer directrices más precisas mayores para con estas realidades, y tam ­
para este servicio pastoral. bién para con el matrimonio mismo.

147. Para cumplir con esta responsabili­ 150. Cuando, por causa justa y razona­
dad, cuando lo pide la situación, habría, si ble, se pide permiso para contraer matri­
es posible, que dar los pasos para crear monio mixto, ambas partes deben ser ins­
relaciones con el ministro de la otra Iglesia truidas en los fines y propiedades esen­
o Com unidad eclesial, aunque eso no ciales del matrimonio que no deben ser
siempre resulte fácil. En general, los en­ excluidos por ninguna de las dos partes.
cuentros mucuos de pastores cristianos Además, a la parte católica se le pedirá,
con el fin de sostener a estos matrimonios según la forma establecida por el derecho
y de mantener sus valores, pueden ser un particular de las Iglesias orientales católi­
excelente terreno de colaboración ecumé­ cas o por la Conferencia episcopal, decla­
nica. rar que está dispuesta a apartar los peli­
gros de abandono de la fe y prometes sin­
S2T3 ceramente el hacer lo posible para que to ­
148. Al establecer los programas de la dos los hijos sean bautizados y educados
necesaria preparación al matrimonio, el en la Iglesia católica. Su pareja debe ser
sacerdote o el diácono y quienes les ayu­ informada de dichas promesas y respon­
dan, deberían insistir en los aspectos po­ sabilidades. Al mismo tiem po hay que
sitivos de lo que, como pareja cristiana, constatar que la parte no católica puede
comparten de la vida de gracia, de fe, de experimentar una obligación similar por
esperanza y de amor y de otros dones in­ causa de su propio compromiso cristiano.
teriores del Espíritu Santo. Cada cónyuge, Hay que notar que en el Derecho canóni­
permaneciendo fiel a su compromiso cris­ co no se exige a la otra parte ninguna pro­
tiano y poniéndolo en práctica, debería mesa escrita ni oral.
buscar lo que puede llevar a la unidad y a
En los contactos que se tengan con
la armonía, sin minimizar las diferencias
quienes desean contraer matrimonio m ix­
reales y evitando una actitud de indiferen­
to se sugerirá y favorecerá la discusión, y
cia religiosa.
a se*' posible la decisión previa al matri­
149. Para favorecer una mayor compren­ monio, sobre la cuestión del bautismo y
sión y unidad, cada cónyuge debería la educación católica de los hijos que
aprender a conocer mejor las conviccio­ tengan.
nes ¡eligiosas del otro, y las enseñanzas y El Ordinario del lugar, para valorar la
prácticas religiosas de la Iglesia o Comu­ existencia o no de una “causa justa y ra­
nidad eclesial a la que éste pertenece. Pa­ zonable” para conceder el permiso para
ra ayudar a ambos cónyuges a vivir su he­ este matrimonio mixto, tendrá en cuenta,
rencia cristiana común, hay que recordar­ entre otras cosas, el posible rechazo ex­
les que la oración en común es esencial plícito de la parte no cató'ica.
para su armonía espiritual, y que la lectura
y el estudio de las Sagradas Escrituras 151. En el cumplimiento de su deber de
son muy importantes. Durante el peí iodo transmitir la fe católica a sus hijos, el con­

1633
CUARTA PARTE: OTRA DO CUM ENTACIÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

sorte católico respetará la libertad religio­ teria de vida li.úre'ca y de devoción priva­
sa y la conciencia del otro, y se preocupa­ da pueden servir para animar la oración
rá de la unidad y permanencia del matri­ familiar en lugar de dificultarla.
monio y de conservar la comunión fami­
lia''. Si a pesar de todos los esfuerzos, los 153. El matrimonio entre una persona ca­
hijos no son bautizados ni educados en la tólica y un miembro de una igles:a Oriental
Iglesia católica, el consorte católico no es válido si se ha celebrado según un rito
cae bajo la censura del derecho canónico. religioso por un ministro ordenado, siem­
Sin embargo, no cesa la obligación que pre que se hayan observado las demás re­
tiene de compartir con sus hijos la fe cató­ glas de derecho exigidas para la validez.
lica. Esta exigencia permanece, y puede En tal caso, la forma canónica de celebra­
exigiris, por ejemplo, que juegue un papel ción es requisito para la iicitud. La forma
activo en la contribución a la atmósfera canónica se requiere para la validez de los
cristiana en el hogar; que haga todo lo po­ matrimonios entre católicos y cristianos
sible con su palabra y su ejemplo para de otras Iglesias y Comunidades eclesia-
ayudar a los demás miembros de la familia les.
a apreciar los valores específicos de la
tradición católica; que tome todas las dis­ 154. Quedando a salvo el derecho de las
posiciones necesarias para que, estando iglesias orientales, el Ordinario del lugar
bien informado de su propia fe, pueda ser de la parte católica puede, por graves ra­
capaz de exponerla y discutir sobre ella zones, y tras consultar al Ordinario del lu­
con los demás; que rece con su familia gar en que se celebre el matrimonio, dis­
para pedir la gracia de la unidad de los pensar a la parte católica de la observan­
cristianos, tal como el Señor la quiere. cia de la forma canónica del matrimonio.
Entre los motivos de dispensa pueden
152. Aun teniendo muy presente que considerarse el mantenimiento de la ar­
existen diferencias doctrinales que impi­ monía familiar, la obtención del acuerdo
den la plena comunión sacramental y ca­ de los padres para el matrimonio, el reco­
nónica entre la Iglesia católica y las diver­ nocimiento del compromiso ¡eligioso par­
sas Iglesias orientales, en la pastoral de ticular de la parte no católica, o su lazo de
los matrimonios entre católicos y cristia­ parentesco con un ministro de otra Iglesia
nos orientales hay que prestar especial o Comunidad eclesial. Las Conferencias
atención a la enseñanza correcta y sólida episcopales deberían establecer normas
de la fe que comparten ambos y al hecho para que tal dispensa pueda concederse
de que en las Iglesias orientales hay “ver­ siguiendo una práctica común.
daderos sacramentos, sobre todo, en vir­
tud de la sucesión apostólica, el sacerdo­ 155. La obligación impuesta por ciertas
cio y la Eucaristía, que los unen íntima­ Iglesias o Comunidades eclesiales de ob-
mente a nosotros” . Una verdadera aten­ seivar su propia forma de matrimonio no
ción pastoral para con las personas com ­ es causa de dispensa automática de la
prometidas en estos matrimonios puede forma canónica católica. Las situaciones
ayudarles a comorender mejor cómo se­ particulares de este tipo deben ser objeto
rán iniciados sus hijos en los misterios sa­ de diálogo entre las Iglesias, por lo menos
cramentales de Cristo y cómo serán ali­ a nivel local.
mentados espirituaimente por ellos. Su
formación en la doctrina cristiana auténti­ 156. Cuando el matrimonio se celebra
ca y en la forma de vivir en cristiano debe con d'spensc de la forma canónica, ha de
ser en su mayor parte semejante en cada tenerse muy presente que para la validez
una de las Iglesias. Las diferencias en ma­ se requere una cierta forma pública de

1634
3 - DIRECTORIO PARA LA VID A Y EL MISTERIO DE LOS PRESBÍTEROS

celebración. Para subrayar- la unidad del los otros cristianos, teniendo en cuenta
matrimonio no se permite que se tengan esta situación especia! d.e la recepción del
dos celebraciones religiosas separadas sacramento del matrimonio cristiano por
en las que habría dos intercambios de la dos cristianos bautizados.
expresión del consentimiento, o bien una
celebración en que se realizaran conjunta 160. Aunque los esposos de un matrimo­
o sucesivamente tales intercambios. nio mixto tengan en común los sacramen­
tos del bautismo y del matrimonio, el
¿27 ¡ compartir la Eucaristía sólo puede ser ex­
cepcional, y en cada caso han de obser­
157. Si son invitados, un sacerdote cató­
varse las normas antes mencionadas so­
lico o un diácono pueden, previa autoriza­
bre la admisión de un cristiano no católico
ción del Ordinario del lugar, estar presen­
a la comunión eucarística, así como las re­
tes o participar de algún modo en la cele­
lativas a la participación de un católico en
bración de matrimonios mixtos, cuando
la comunión eucarística en otra Iglesia
se haya concedido la dispensa de la for­
ma canónica. En tal caso sólo puede ha­
ber una ceremonia en la que quien la pre­
side recibe el intercambio del consenti­
miento de los esposos. Si este celebrante
le invita, el sacerdote católico o el diácono D irectorio para la Vida y ©•’ M in isterio
pueden recitar oraciones suplementarias y de tos P resbíteros
apropiadas, leer la Escritura, hacer una
breve exhortación y bendecir a la pareja.
Congregación para el Clero, Directorio pa­
158. Si la pareja lo pide, el Ordinario del ra la Vida y el Ministerio de los Presbíte­
lugar puede permitir que el sacerdote ca­ ros, 31 de enero de 1994.
tólico invite al ministro de la Iglesia o de la
Comunidad eclesial de la parte no católica
C apítulo I
a participar en la celebración del matrimo­
nio, a leer la Escritura, hacer una breve ex­ IDENTIDAD DEL PRESBITERO
hortación y bendecir a la pareja.
6272
159. Como la presencia de testigos o in­
2. Raíz sacramental.
vitados no católicos puede plantear pro­
blemas sobre la participación eucarística, Mediante la ordenación sacramental
un matrimonio mixto celeorado según la hecha por medio de la imposición de las
forma católica se celebra de ordinario fue­ manos y de la oración consacratoria del
ra de la liturgia eucarística. No obstante, y Obispo, se determina en el presbítero «un
por una razón justa, el Obispo de la dióce­ vínculo ontoiógico especifico, que une al
sis puede permitir la celebración de la Eu­ sacerdote con Cristo, Sumo Sacerdote y
caristía. En este último caso, la decisión Buen Pastor»1
de admitií o no a la parte no católica del La identidad del sacerdote, entonces,
matrimonio a la comunión eucarística ha deriva de la participación especifica en el
de tomarse de acuerdo con las normas Sacerdocio de Cristo, por lo que el orde­
generales que existen en la materia, tanto nado se transforma en la Iglesia y para la
para los cristianos orientales como para Iglesia—en imagen real, viva y transparen­

1 JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post-sinodal Pastores dabo vobis, 11 O.C., 675.

1635
CUARTA PARTE: OTRA DOCUM ENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

te de Cristo Sacerdote: «una representa­ fundamente vinculado a la oración, radi­


ción sacramental de Jesucristo Cabeza y cado en la oración ».56
Pastor».2 Por medio de la consagración, el Nacidos como fruto de esta oración,
sacerdote «recibe como don un poder es­ los presbíteros mantendrán vivo su minis­
piritual, que es participación de la autori­ terio con una vida espiritual a la que daián
dad con que Jesús, meoiante su Espíritu, primacía absoluta, evitando descuida! ¡a a
guía a la Iglesia».3 causa de las diversas actividades. Para
Esta identificación sacramental con el desarrollar un ministerio pastoral fructuo­
Sumo y Eterno Sacerdote inserta específi­ so, el sacerdote necesita tener una sinto­
camente al presbítero en el misterio trini­ nía particular y profunda con Cristo, e!
tario y, a través del misterio de Cristo, en Buen Pastor, el único protagonista princi­
la comunión ministerial de la Iglesia para pal de cada acción pastoral.
servir al Pueblo de Dios.4
6274
39. Medios para la vida espiritual
C apítulo I!
Tal vida espiritual debe encarnarse i
ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL la existencia de cada presbítero a través
de la liturgia, la oración personal, el tenor
Estar con Cristo en la oración de vida y la práctica de las virtudes cristia­
nas; todo esto contribuye a la fecundidad
6273 de la acción ministerial. La misma confi­
38. La primacía de la vida espiritual. guración con Cristo exige respirar un cli­
Se podría decir que el presbítero ha si­ ma de amistad y de encuentro personal
do concebido en la larga noche de ora­ con el Señor Jesús y de servicio a la Igle­
ción en la que el Señor Jesús habló al Pa­ sia, su Cuerpo, que el presbítero amará,
dre acerca de sus Apóstoles y, ciertamen­ dándose a ella mediante el servicio minis­
te, de todos aquellos que, a lo largo de los terial a cada uno de los fieles.3
siglos, participarían de su misma misión Por lo tanto, es necesario que el sa­
(Cf. Le 12; ó, Jn 17,15-20). La misma ora­ cerdote organice su vida de oración de
ción de Jesús en el huerto de Getsemaní modo que incluya: la celebración diaria
(Cf. Mt 26, 36-44), dirigida toda ella hacia de la eucaristía7 con una adecuada pre­
el sacrificio sacerdotal del Góloota, mani­ paración y acción de gracias; la confe­
fiesta de modo paradigmático «hasta qué sión frecuente8 y la dirección espiritual ya
punto nuestro sacerdocio debe estar pro­ practicada en el Seminario9; la celebra-

2 Ibid., 15: O.C., 680.


3 Ibid.. 21: O.C., 688; Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 2; 12.
4 Cf. JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post-sinodal Pastores dabo vobis, 12C: O.C., 676.
5 JUAN PABLO II, Carta a los sacerdotes del Jueves Santo (13 de abril de 1987), 10: AAS 79
(1987), 1292.
6 Cf. CDC can. 276 § 2,1-,
7 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyte. orum Ordinis, 5; 18; JUAN PABLO II, Exhort. Ap.
post-sinodal Pastores dabo vobis, 23; 26; 38; 46; 48: O.C., 691-694; 697-700; 720-723; 738-740; 742-745;
CDC, can. 246 5 1; 276 5 2, 2 .
8 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 5; 18; CDC, can. 246 5 4; 276 5 2,
5; JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post-sinodal Pastores dabo vobis, 26; 48: O.C., 697-700; 742-745.
9 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 18; CDC can. 239; JUAN PAB-0
II, Exhort. Ap. pcit-sinodai Pastores dabo vobis, 40, 50, 81: O.C. 724-726; 746-748; 799-800.

1636
3 - DIRECTORIO PARA LA V ID A Y EL MISTERIO DE LOS PRESBÍTEROS

ción íntegra y fervorosa de la liturgia de 3275


las horas10, obligación cotidiana11; el exa­ 40. Imitar a Cristo que ora
men de conciencia12; la oración mental
A causa de las numerosas obligacio­
propiamente dicha13; la lectio d/V/na14;
nes muchas veces procedentes de la ac­
Los ratos prolongados de silencio y de
tividad pastoral, hoy más que nunca, la
diálogo, sobre todo, en ejercicios y reti­
vida de los presbíteros está expuesta a
ros espirituales periódicos15; las p r e c i­
una serie de solicitudes, que lo podrían
sas expresiones de devoción mariana co­
llevar a un creciente activismo exterior,
mo el Rosario16; el Via Crucis y otros ejer­
sometiéndolo a un ritmo a veces frenético
cicios piadosos17; la provechosa lectura
y desolador.
hagiográfica.18
Contra tal tentación no se debe olvidar
Cada año, como un signo del deseo que la primera intención de Jesús fue con­
duradero de fidelidad, los presbíteros re­ vocar en torno a sí a los Apóstoles, sobre
nuevan en la S. Misa de Jueves Santo, de­ todo para que «estuviesen con él» (Me 3,
lante del Obispo y junto con él, las prome­ 14).
sas hechas en la ordenación.19
El mismo Hijo de Dios ha querido de­
El cuidado de la vida espiritual se debe jarnos el testimonio de su oración.
sentir como una exigencia gozosa por De hecho, con mucha frecuencia los
parte de. mismo sacerdote, pero también Evangelios nos presentan a Cristo en ora­
como un derecho de los fieles que buscan ción: cuando el Padre le revela su misión
en él — consciente o inconscientemente (Le 3, 21-22), antes de la llamada de los
— al hombre de Dios, al consejero, al me­ Apóstoles (Le 6, 12), en la acción de gra­
diador de paz, al amigo fiel y prudente y al cias durante la multiplicación de los panes
guía seguro en ouien se pueda confiar en (Mt 14, 19; 15, 36; Me 6, 41; 8, 7; Le 9,16;
los momentos más difíciles de la vida para Jn 6,11), en la transfiguración en el monte
hallar consuelo y firmeza.20 (Le 9, 28-29), cuando sana al sordomudo
(Me 7, 34) y resucita a Lázaro (Jn 11,

10 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 18; CDC, can. 246 § 2; 276 § 2, 3;
JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post-sinodal Pastores Cabo vobis, 26, 72: O.C. 697-700; 783-797.
11 CfrCDC, 1174 § 1.
12 CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 18; JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post­
sinodal Pastores dabo vobis, 26; 37-38; 47; 51; 53; 72: O.C., 697-700; 718-723; 740-742; 748-750; 751-
753; 783 -787.
13 Cf. CDC can. 276 § 2, 5.
14 Cf. CONC. ECUM. VATICANO il, Decr. Presbyterorum Ordinis, 4; 13; 18; JUAN PABl O II, Exhort.
Ap. post-sinodal Pastores dabo vobis, 26; 47; 53; 70; 72: O.C., 697-700; 740-742; 751-753; 778-782; 783-
787.
15 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 18; CDC can. 276 § 2, 4; JUAN
PABLO II, Exhort. Ap. post-sinodal Pastore■; dabo vobis, 80: O.C., 798-300.
16 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyie.orum Ordir. s, 18; CDC can. 246 § 3; 276 § 2, 5;
JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post sinodal Pastores dabo vobis, 36; 38; 45; 82: O.C., 715-718; 720-723; 736-
738; 800-804.
17 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 18 JUAN PABLO II, Exho.t. Ap.
post-sinodal Pastores debo vobis, 26, 37-38; 47; 51; 53; 72: O.C., 697-700; 718-723; 740-742; 748-750;
751-753; 783-787.
18 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presby teroruni Ordinis, 18c.
19 JUAN PABLO II, Carta a los Sacerdotes Novo incipiente con motivo del Jneves Santo 1979, 8
abril 1979, 1: AAS 71 (1979), 394; Exhort. Ap. post-sinodal Pastores cebo vobis, 80: O.C., 798-799.
20 Cf. POSIDONIO, Vita Sancti Aurelii Augustini, 31: PL 32, 63-66.

1637
CUARTA PARTE: OTRA DOCUM EN TAC IÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

41 ss), antes de la confesión de Pedro (Le que lees, enseña lo que crees y haz vida lo
9, 18), cuando enseña a los discípulos a que enseñas. De este modo, mientras da­
orar (Le 11,1), cuando regresan de su mi­ rás alimento al Pueblo de Dios con la doc­
sión (Mt 1 1 ,25ss; Le 10, 21), al bendecir a trina y serás consuelo y apoyo con el buen
los niños (Mt 19, 13) y al rezar por Pedro testimonio de vida, será constructor del
(Le 22, 32). templo de Dios, que es la Iglesia». De mo­
Toda su actividad cotidiana nacía de la do semejante, en cuanto a la celebración
oración. Se retiraba al desierto o al monte de los sacramentos, y en particular de la
a orar (Me 1,35; 6, 46; Le 5,16; Mt 4,1; 14, Eucaristía: «Sé por lo tanto consciente de
23), se levantaba de madrugada (Me 1,35) lo que haces, imita lo que realizas y, ya
y pasaba la noche entera en oración con que celebras el misterio de la muerte y re­
Dios (Mt ,4, 23.25; Me 6, 46.48; Le 6, 12). surrección del Señor, lleva la muerte de
Hasta el final de su vida, en la última Cristo en tu cuerpo y camina en su vida
Cena (Jn 17, 1-26), durante la agonía (Mt nueva». Finalmente, con respecto a la di­
26, 36-44), en la Cruz (Le 23, 34.46; Mt 27, rección pastoral del Pueblo de Dios, a fin
46; Me 15, 34) el div.no Maestro demostró de conducirlo al Padre: «Por esto, no ce­
que la oración animaba su ministerio me- ses nunca de tener la mirada puesta en
siánico y su éxodo pascual. Resucitado Cristo, Pastor bueno, que ha venido no
de la muerte, vive para siempre e interce­ para ser servido, sino para servir y para
de por nosotros (Hebr 7, 25).21 buscar y salvar a los que se han perdi­
do».22
Siguiendo el ejemplo de Cristo, el sa­
cerdote debe saber mantener — vivos y
frecuentes — los ratos de silencio y de 6277
oración, en los que cultiva y profundiza en 42. La Oración como comunión
el traio existencial con la Persona viva de Fortalecido por el especial vinculo con
Nuestro Señor Jesús. el Señor, el presbítero sabrá afrontar los
momentos en que se podría sentir solo
6275 entre los hombres; además, renovará con
41. Imitar a la Iglesia que ora vigor su trato con Jesús, que en la Euca­
Para permanecer fiel al empeño de ristía es su refugio y su mejor descanso.
«estar con Jesús», hace falta que el pres­ Así como Jesús, que, mientras estaba
bítero sepa imitar a la Iglesia que ora. a solas, estaba continuamente con el Pa­
Al difundir la Palabra de Dios, que él dre (Cf. Le 3, 21; Me I, 35), también el
mismo ha recibido con gozo, el sacerdote presbítero debe ser el hombre, que, en la
recuerda la exhortación del evangelio he­ soledad, encuentra la comunión con
cha por el obispo el día de su ordenación: Dios,23 por lo que podrá decir con San
«Por esto, haciendo de la Palabra el obje­ Ambrosio: «Nunca estoy tan poco solo
to continuo de tu reflexión, cree siempre lo como cuando estoy solo».24

21 Cf. Liturgia Horarum Institutio Generalis nn. 3-4.


22 Cf. Pontificale fíomanum - De ordinatione Episcopi Presbyterorum et Diaconorum cap. 11, n.
151, Ed. typica altera 1990, pp. 87-88.
23 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis 18; SINODO DE LOS OBISPOS,
Documento sobre el sacerdocio ministerial; Ultimis temporibus (30 noviembre 1971), II, I, 3: AAS 63 (1971),
913-915; JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post-sinodal Pastores dabo vobis 46-47: O.C., 738-742; Catequesis
en la Audiencia General; del 2 junio 1993, n. 3: «L’Osservatore Romano», 3 junio 1993.
24 «Numquam enim minus solus sum, quam cum solus esse videor»: Epist. 33 (Maur. 49), 1; CSEL
82, 229.

1638
3 - DIRECTORIO PARA LA V ID A Y EL MISTERIO DE LOS PRESBÍTEROS

Junto al Señor, eí presbítero encontra­ ponsabilidad, consciente que se trata de


rá la fuerza y los instrumentos para acer­ una cuestión de suma im portancia en
car a los hombres a Dios, para encender cuanto que pone en juego la vida del
la fe de los demás, para suscitar esfuerzo hombre y el sentido de su existencia.
y coparticipación. Para realizar un fructuoso ministerio
de la Palabra, el sacerdote también tendrá
La predicación de la Palabra en cuenta que el testimonio de su vida
permite descubrir el poder del amor de
£278 Dios y hace persuasiva la palabra del pre­
dicador; la predicación explícita del miste­
45. Fidelidad a la Palabra
rio de Cristo a los creyentes, a los no cre­
Cristo encomendó a los Apóstoles y a yentes y a los no cristianos; la catequesis,
la Iglesia la misión de predicar la Buena que es exposición ordenada y orgánica de
Nueva a todos los hombres. la doctrina de la Iglesia y palabra, que
Transmitir la fe es revelar, anunciar y aplica la verdad revelada a la solución de
profundizar en la vocación cristiana: ¡a lla­ casos concretos.27
mada, que Dios dirige a cada hombre al La conciencia de la absoluta necesi­
manifestarle el misterio de la salvación y, a dad de «permanecer» fiel y anclado en la
la vez, el puesto, que debe ocupar con re­ Palabra de Dios y en la Tradición para ser
ferencia al mismo misterio, como hijo verdaderos discípulos de Cristo y conocer
adoptivo en el Hijo.25 la verdad (Cf. Jn 8, 31-32), siempre ha
Este doble aspecto está expresado acompañado la historia de la espirituali­
sintéticamente en el Símbolo de la Fe, que dad sacerdotal y ha estado respaldada
es la acción con la que la Iglesia responde también con la autoridad del Concilio Ecu­
a la llamada de Dios.26 ménico Vaticano II.28
En el ministerio del presbítero hay dos Para la sociedad contemporánea, sig­
exigencias, que son como las dos caras nada por el materialismo práctico y teóri­
de una moneda. En primer lugar, está el co, por el subjetivismo y el problematicis-
carácter misionero de la transmisión de la mo, es necesario que se presente al Evan­
fe. El ministerio de la Palabra no puede ser gelio como «poder de Dios para salvar a
abstracto o estar apartado de la vida de la aquellos que creen» (Rom 1, 16). Los
gente; por el contrario, debe hacer refe­ presbíteros, recordando que «la fe viene
rencia al sentido de la vida del hombre, de de la predicación, y la predicación de la
cada hombre y, por tanto, deberá entrar palabra de Cristo» (Rom 10,17), empeña­
en las cuestiones más apremiantes, que rán todas sus energías en corresponder a
están delante de la conciencia humana. esta misión, que tiene primacía en su mi­
Por otro lado está la exigencia de au­ nisterio. De hecho, ellos son no solamente
tenticidad, de conformidad con la fe de la los testigos, sino los heraldos y mensaje­
Iglesia, custodia de la verdad acerca de ros de la fe.29
Dios y de la vocación del hombre. Esto se Este ministerio — realizado en la co­
debe hacer con un gran sentido de res­ munión jerárquica — los habilita a enseñar

25 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Const. Dei Verbum, 5; Catecismo de la Iglesia Católica, 1-2,142.
26 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 150-152,185-187.
27 Cf. JUAN PABLO II, Catequesis en la audiencia general, 21 abril 1993, ó: «L’Osservatore Roma­
no» 22 abril 1993.
28 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Const. dogm. Dei Verbum, 25.
29 Cf. CDC. O.C., 757, 762, 776.

1639
CUARTA PARTE: OTRA DOCUM ENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

con autoridad la fe católica y a dar testi­ Para ser eficaz y creíble es importan­
monio oficial de la fe de la Iglesia. El Pue­ te, por esto, que el presbítero — en la
blo de Dios, en efecto, «es congregado perspectiva de la fe y de su ministerio —
sobre todo por medio de la palabra de conozca, con constructivo sentido crítico,
Dios viviente, que todos tienen el derecho las ideologías, el lenguaje, los entramados
de busca" en los labios de los sacerdo­ culturales, las tipologías difundidas pe;
tes».00 los medios de comunicación y que, en
gran parte, condicionan las mentalidades.
Para que la Palabra sea auténtica se
debe transmitir «sin doblez y sin ninguna Estimulado pe. el Apóstol, que excla­
falsificación, sino manifestando con fran­ maba: «¡Ay de mi si no evangelizara!»
queza la verdad delante de Dios» (2Cor 4, (1 Cor 9, 16), él sabrá utilizar todos los me­
2). Con madurez responsable, el sacerdo­ dios de transmisión, que le ofrecen la
te evitará reducir, distorsionar o diluir el ciencia y la tecnología modernas.
contenido del mensaje divino. Su tarea Sin lugar a dudas, no depende todo
consiste en «no enseñar su propia sabidu­ solamente de estos medios o de la caoa-
ría, sino la palabra de Dios e hvitar con in­ cidad humana, ya que la gracia divina
sistencia a todos a la conversión y la san­ puede alcanzar su efecto independiente­
tidad».331
0 mente de! trabajo de los hombres. Sin em­
bargo, en el plan de Dios la predicación de
Por lo tanto, la predicación no se pue­
la Palabra es normalmente el canal privile­
de reducir a la comunicación de pensa­
giado para la transmisión de la fe y para la
mientos propios, experiencias personales,
misión de evangelización.
simples explicaciones de carácter psico­
lógico,32 sociológico o filantrópico y tam­ La exigencia dada por la nueva evan­
poco puede usar excesivamente el encan­ gelización constituye un desafío para el
to de la retórica empleada tanto en los sacerdote. Para los que hoy están fuera o
medios de comunicación social. Se trata lejos del anuncio de Cristo, el presbítero
de anunciar una Palabra de la que no se sentirá particularmente urgente y actual la
puede disponer porque ha sido dada a la angustiosa pregunta: « ¿Cómo creerán sin
iglesia a fin de que la custodie, examine y haber oído de Él? Y ¿cómo oirán si nadie
les predica?» (Rom 10, 14).
transmita fielmente.333 4
Para responder a tales interrogantes,
6k79 él se sentirá personalmente comprometi­
do a conocer particularmente la Sagrada
46. Palabra y vida
Escritura por medio del estudio de una sa­
La conciencia de la misión propia co­ na exégesis, sobre todo patríst’ca; la Pala­
mo heraldo del Evangelio se debe concre­ bra de Dios será materia de su meditación
tar siempre más en la pastoral, de manera — que pi acticará de acuerdo con los di­
que, a la luz de la Palabra de Dios, pueda versos métodos probados por la tradic.ón
dar vida a las muchas situaciones y am­ espiritual de la Iglesia — ; así logrará tener
bientes en que el sacerdote desempeña una comprensión de las Sagradas Escritu­
su minis'.erio. ras animada por el amor. ‘ Con este fin, el

30 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presjyterorum Ordiniz, 4.


31 Ibid; Cí .JUAN PABLO II, EX. Ap. post-sinodal Pastores dado vobis 26: O.C., 697-700.
32 Cf. JUAN FABLO II, Catequesis en la audiencia general, 21 abril 1993: >JOsservatore Romano»,
22 abril 1993.
33 Cf. CGNC. ECUM. VATICANO II, Const. Dogm. De¡ Verbum 10; JUAN PABLO II, Catequesis en la
Audiencia General del 21 abril de 1993: «L’Osser atore Romano», 22 abril de 1993.
34 Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, Summa Th.ologiae, I, q. 43, a. 5.

1640
3 - DIRECTORIO PARA LA V ID A Y EL MISTERIO DE LOS PRESBÍTEROS

presbítero sentirá el deber de preparar — Pondrá especial afán en el cuidado de


tanto remota como próximamente — la la formación inicial y permanente de los
homil'a litúrgica con gran atención a sus catequistas. En la medida de lo posible, el
contenidos y al equilibrio entre parte ex­ sacerdote debe se1' el catequista de los
positiva y práctica, así como a la pedago­ catequistas, formando con ellos una ver­
gía y a la técnica del buen hablar, llegando dadera comunidad de discfpulos del Se­
incluso hasta la buena dicc'ón por respeto ñor, que sirva como punto de referencia
a la dignidad del acto y de los destinata­ para los catequizados.
rios.356
3 M aestro/9 y educador en la fe,40 el sa­
cerdote hará que la catequesis, especial­
6280 mente la de los sacramentos, sea una par­
47. Palabra y catequesis te privilegiada en la educación cristiana de
la familia, en la enseñanza religiosa, en la
La catequesis es una parte destacada formación de movimientos apostólicos,
de esta misión de evangelización porque etc.; y que se dirija a todas las categorías
es un instrumento privilegiado de ense­ de fieles: niños, jóvenes, adolescentes,
ñanza y maduración de la fe.’ ’ adultos y ancianos. Sabrá transmitir la en­
El presbítero, en cuanto colaborador señanza catequética haciendo uso de to­
del Obispo y por mandato del mismo, tie­ das las ayudas, medios didácticos e ins­
ne la responsabilidad de animar, coordinar trumentos de comunicación, que puedan
y dirigir la actividad catequética de la co­ ser eficaces a fin de que los fieles — de un
munidad, que le ha sido encomendaja. modo adecuado a su carácter, capacidad,
Es importante que sepa integrar esta labor edad y conoición de vida — estén en con­
dentro de un proyecto orgánico de evan- diciones de aprender más plenamente la
ge':zación, asegurando por encima de to­ doctrina cristiana y de ponerla en práctica
do, la comunión de la catequesis en la de la manera más conveniente.41
propia comunidad con la persona del Con esta finalidad, el presbítero no de­
Obispo, con la Iglesia particular y con la jará de tener como principal punió de re­
Iglesia universal.37 ferencia el Catecismo de la Iglesia Católi­
ca. De hecho, este texto constituye una
De manera particular, sabrá suscitar la
norma segura y auténtica de la enseñanza
jusía y oportuna colaboración y responsa­
de la Iglesia.42
bilidad con lo referente a 'a catequesis de
los miembros de institutos de vida consa­
grada o sociedades de vida apostólica, El sacramento de la Eucaristía
respetando el carácter del inst ruto a que
C281
pertenecen; y también de los fieles lai­
cos,38 preparados adecuadamente y de­ 48. El misterio eucarístico
mostrándoles agradecimiento y estima Si bien el ministerio de la Palabra es un
pe r su labor catequética. elemento fundamenta! en la labor sacer­

35 Cf. CDC, Can. 769.


36 Cf. JUAN PABLO II, Exhort. Ap. Catechesi Trpdendae, (16 octubre 1979), 18: AAS 71 (1979),
1291-1292.
37 Cf. CDC Can. 768.
38 Cf. CDC can. 776.
39 Cf. CONC. ECU M. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 3.
40 Cf. ibid., 6.
41 Cf. CDC can. 779.
42 Cf. JUAN PABLO 11, Const. Ap. Fioei Depositum (11 octubre 1992), 4.

1641
CUARTA PARTE: OTRA DO CUM EN TAC IÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

dotal, el núcleo y centro vital es, sin duda, 0282


la Eucaristía: presencia real en el tiempo 49. Celebración de ia Eucaristía
del único y eterno sacrificio de Cristo.43
Es necesario recordar el valor incalcu­
La Eucaristía — memorial sacramental lable, que la celebración diaria de la Santa
de la muerte y resurrección de Cristo, re­ Misa tiene para el sacerdote, aún cuando
presentación real y eficaz del único Sacri­ no estuviere presente ningún fiel.47 Él la vi­
ficio reaentor, fuente y cúlmen de la vida virá como el momento central de cada día
cristiana y de toda la evangelización44 — y del ministerio cotidiano, como fruto de
es el medio y el fin del ministerio sacerdo­ un deseo sincero y como ocasión de un
tal, ya que «todos los ministerios eclesiás­ encuentro profundo y eficaz con Cristo.
ticos y obras de apostolado están íntima­ Pondrá cuidadosa atención para celebrar­
mente trabados con la Eucaristía y a ella la con devoción, y participará íntimamente
se ordenan».45 El presbítero, consagrado con la mente y el corazón.
para perpetuar el Santo Sacrificio, mani­ En una sociedad cada vez más sensi­
fiesta así, del modo más evidente, su ble a la comunicación a través de signos e
identidad. imágenes, el sacerdote cuidará adecua­
De hecho, existe una íntima unión en­ damente todo lo que puede aumentar el
tre la primacía de la Eucaristía, la caridad decoro y el aspecto sagrado de la cele­
pastoral y la unidad de vida del presbíte­ bración. Es importante que en la celebra­
ro:46 en ella encuentra las señales decisi­ ción eucarística haya un adecuado cuida­
vas para el itinerario de santidad al que do de la limpieza del lugar, del diseño del
está específicamente llamado. altar y del sagrario,48 de la nobleza de los
vasos sagrados, de los ornamentos,49 del
Si el presbítero presta a Cristo — Su­ canto,50 de la música,51 del silencio sagra­
mo y Eterno Sacerdote — la inteligencia, do,52 etc. Todos estos elementos pueden
la voluntad, la voz y las manos para que contribuir a una mejor participación en el
mediante su propio ministerio pueda ofre­ Sacrificio eucarístico. De hecho, la falta de
cer al Padre el sacrificio sacramental de la atención a estos aspectos simbólicos de
redención, él deberá hacer suyas las dis­ la liturgia y, aun peor, el descuido, la prisa,
posiciones del Maestro y como Él, vivir la superficialidad y el desorden, vacían de
como don para sus hermanos. Conse­ significado y debilitan la función de au­
cuentemente deberá aprender a unirse ín­ mentar la fe.53 El que celebra mal, mani­
timamente a la ofrenda, poniendo sobre el fiesta la debilidad de su fe y no educa a
altar del sacrificio la vida entera como un los demás en la fe. Al contrario, celebrar
signo claro del amor gratuito y providente bien constituye una primera e importante
de Dios. catequesis sobre el Santo Sacrificio.

43 Cf. JUAN PABLO II, Catequesis en la audiencia general, 12 mayo 1993, n. 3: «L’Osservatore Ro­
mano» 14 mayo 1993.
44 Cf. CONO. ECUM. VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 5.
45 Ibid.
46 Cf. ibid 5,13; SAN JUSTINO, Apología I, 67: PG ó, 429-432; SAN AGUSTIN, In lohannis Evange-
lium Tractatus, 26,13-15: COL 36, 266-268.
47 Cf. CDC can. 904.
48 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Const. Sacrosanctum Condiium, 128.
49 Cf. ibid. 122-124.
50 Cf. ibid. 112,114,116.
51 Cf. ibid. 120.
52 Cf. ibid. 30.
53 Cf. CDC, C. 899 § 3.

1642
3 - DIRECTORIO PARA LA V ID A V EL MISTERIO DE LOS PRESBÍTEROS

Ei sacerdote, entonces, al poner todas amor por la Eucaristía hacen imposible


sus capacidades para ayudar a que todos que la presencia de Cristo en el sagrarlo
los fieles participen vivamente en la cele­ permanezca solitaria».56
bración eucarística, debe atenerse al rito La liturgia de las horas puede ser un
establecido en los libros litúrgicos aproba­ momento privilegiado para la adoración
dos por la autoridad competente, sin aña­ eucarística. Esta liturgia es una verdadera
dir, quitar o cambiar nada.54 prolongación, a lo largo de la jornada, del
Todos los Ordinarios, Superiores de los sacrificio de alabanza y acción de gra­
Institutos de vida consagrada, y los Mo­ cias, que tiene en la Santa Misa el centro
deradores de las sociedades de vida y la fuente sacramental. En ella, el sacer­
apostólica, tienen el deber grave no sólo dote unido a Cristo es la voz de la Iglesia
de preceder con el ejemplo, sino de vigilar para el mundo entero. La liturgia de las
para que se cumplan fielmente las normas horas también se celebrará comunitaria­
litúrgicas referentes a la celebración euca­ mente cuando sea posible, y de una ma­
rística en todos los lugares. nera oportuna, para que sea «intérprete y
Los sacerdotes, que celebran o con­ vehículo de la voz universal, que canta la
celebran están obligados al uso de los or­ gloria de Dios y pide la salvación del
namentos sagrados prescritos por las rú­ hombre».57
bricas.55 Ejemplar solemnidad tendrá esta cele­
bración en los Capítulos de canónigos.
8283
Siempre se deberá evitar, tanto en la
50. La adoración eucarística celebración comunitaria como en la indivi­
La centralidad de la Eucaristía se debe dual, reducirla al mero «deber» mecánico
indicar no sólo por la digna y piadosa ce­ de una simple y rápida lectura sin la nece­
lebración del Sacrificio, sino aún más por saria atención al sentido del texto.
la adoración habitual del Sacramento. El
presbítero debe mostrarse modelo de la
Sacramento de la penitencia
grey también en el devoto cuidado del Se­
ñor en el sagrario y en la meditación asi­ 6284
dua que hace — siempre que sea posible
— ante Jesús Sacramentado. Es conve­ 51. Ministro de la reconciliación.
niente que los sacerdotes encargados de El Espíritu Santo para la remisión de
la dirección de una comunidad dediquen los pecados es un don de la resurrección,
espacios largos de tiempo para la adora­ que se da a los Apóstoles: «Recibid el Es­
ción en comunidad, y tributen atenciones píritu Santo; a quien perdonareis los peca­
y honores, mayores que a cualquier otro dos, les serán perdonados; a quienes se
rito, al Santísimo Sacramento del altar, los retuviereis, les serán retenidos» (Jn 20,
también fuera de la Santa Misa. «La fe y el 22-23). Cristo confió la obra de reconcilia­

54 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Const. Sauosanctum Concilium, 22; CDC can. 846 § 1.
55 Cf. CDC can. 929; Missale Romanum Institutio Generalis nn. 81 y 298; S. CONGREGACIÓN PA­
RA EL CULTO DIVINO, Instrucción Liturgicae Instaurationes (5 de septiembre de 1970), 8 c: AAS 62 (1970),
701.
56 JUAN PABLO II, Catequesis en la Audiencia General del 9 junio 1993, n 6, «L’Osservatore Roma­
no», 10 de junio de 1993; Cf. Exhort. Ap. post-sinodal Pastores dabo vobis 48: O.C., 744; S. CONGREGA­
CIÓN DE LOS RITOS, Instr. Eucharisticum Mysterium (25 mayo 1967), 50: AAS 59 (1967), 539-573; Catecis­
mo de la Iglesia Católica 1418.
57 JUAN PABLO II, Catequesis en la Audiencia General del 2 junio 1993, n. 5; «L’Osservatore Ro­
mano», 3 junio 1993; Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Const. Sacrosanctum Concilium 99-100.

1643
CUARTA PARTE: OTRA DO CUM ENTACIÓ N LITÚRGICA POST-CCiMCILIAR

ción del hombre con Dios exclusivamente ordenación sacramental, pues los cristia­
a sus Apóstoles y a aquellos que les suce­ nos — como demuestra la experiencia —
den en la misma misión. Los sacerdotes acuden con gusto a recibir este Sacra­
son, por voluntad de Cristo, los únicos mi­ mento, allí donde saben que hay sacerdo­
nistros del sacramento de la reconcilia­ tes disponibles. Esto se aplica a todas
ción.'8 Como Cristo, son enviados a con­ partes, pero especialmente, a las zonas
vertir a los pecadores y a llevarlos otra vez con las iglesias más frecuentadas y a los
al Padre. santuarios, donde es posible una colabo­
La reconciliación sacramental resta­ ración fraterna y responsable con los sa­
blece la amisiad con Dios Padre y con to­ cerdotes religiosos y los ancianos.
dos sus hijos en su familia, que es la Igle­ Cada sacerdote seguirá la normativa
sia. Por lo tanto, ésta se rejuvenece y se eclesial que defiende y promueve el valor
construye en todas sus dimensiones: uni­ de la confesión individual y la absolución
versal, diocesana y parroquial. personal e íntegra de los pecados en el
coloquio directo con el confesor.626
3La con­
A pesar de la triste realidad de la pér­
fesión y la absolución colectiva se reser­
dida del sentido del pecado muy extendi­
van sólo para casos extraordinarios con­
da en la cultura de nuestro tiempo, el sa­
templados en las disposiciones vigentes y
cerdote debe practicar con gozo y dedi­
con las condiciones requeridas.61 El con­
cación el ministerio de la formación de la
fesor tendrá oportunidad de iluminar la
conciencia, del perdón y de la paz.fq
conciencia del penitente con unas pala­
Conviene que él, en cierto sentido, se­ bras que, aunque breves, serán apropia­
pa identificarse con este sacramento y — das para su situación concreta. Éstas ayu­
asumiendo la actitud de Cristo — se incli­ darán a la renovada orientación personal
ne con misericordia, como buen samarita- hacia la conversión e influirán profunda­
no, sobre la humanidad herida y muestre mente en su camino espiritual, también a
la novedad cristiana de la dimensión me­ través de una satisfacción oportuna.64
dicinal de la Penitencia, que está dirigida a
En cada caso, el presbítero sabrá
sanar y perdonar.5 60
9
5
8
mantener la celebración de la Reconcilia­
ción a nivel sacramental, superando el pe­
6285 ligro de reducirla a una actividad pura­
52. Dedicación al ministerio de la Recon­ mente psicológica o de simple formalidad.
ciliación
Entre otras cosas, esto se manifestará
El presbítero deberá dedicar tiempo y en el cumplimiento fiel de la disciplina vi­
energía para escuchar las confesiones de gente acerca del lugar y la sede para las
los fieles, tanto por su oficio51 como por la confesiones.65

58 Cf. CONC. ECUM. TRIDENT., res. VI, de iustificatione, c. 14; se. XIV, de paenitentia, c. 1,2, 5-7,
can. 10; ses. XXIII, de ordine, c. 1: DS 1542-1543; 1668-1672; 1679-1688; CONC. ECUM. VATICANO II,
Decr. Presuyterorum Ordinis, 2, 5; CDC can. 965.
59 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1443-1445.
60 Cf. CDC can. 966 § 1; 978 § 1; 981; JUAN PABLO II, Discurso a la Penitenciaría Apostólica (27 de
marzo de 1993): L’Osser^atore Remano, 28 marzo 1993.
61 Cf. CDC can. 986.
62 Cf. ibid, can. 960; JUAN PABLO II, Carta ene. Redemptorheminis, 20: AAS 71 (1979) 309-316.
63 Cf. CDC can. 961-963; PABLO VI, Alocución (20 marzo 1978), AAS 70 (1978), 328-332; JUAN
PABLO II, Alocución (30 ene'o 1981): AAS 73 (1981), 201 -204; Exhort. Ap. post-sinodal Reconcili'itio et Pa­
enitentia (2 diciembre 19G4), 33: AAS 77 (1985), 269-271.
64 Cf. CDC can. 978 §1 ; 981.
65 Cf. ibid., can. 964.

1644
3 - DIRECTORIO PARA LA VIDA Y EL MISTERIO DE LOS PRESBÍTEROS

6283 tencia, es un beneficio grande para la igle­


53. La necesidad de confesarse sia en el tiempo presente.686
9La actitud ge­
nerosa y activa de los presbíteros al prac­
Como todo buen fiel, el sacerdote
ticarla constituye también una ocasión im­
también tiene necesidad de confesar sus portante para individualizar y sostener la
propios pecados y debilidades. É1 es el vocación al sacerdocio y a las distintas
primero en saber que la práctica de este formas de vida consagrada.
sacramento lo fortalece en la fe y en la ca­
ridad hacia Dios y los hermanos. Para contiibuir al mejoramiento de su
propia vida espiritual, es necesario que los
Para hallarse en las mejores condicio­
presbíteros practiquen ellos mismos la di­
nes de mostrar con eficacia la belleza de rección espiritual. Al poner la formación
la Penitencia, es esencial que el ministro de sus almas en las manos de un hermano
del sacramento ofrezca un testimonio per­ sabio, madurarán — desde los primeros
sonal precediendo a los demás fieles en pasos de su ministerio — la conciencia de
esta experiencia del perdón. Además, es­ la importancia de no caminar solos por el
to constituye la primera condición para la camino de la vida espiritual y del empeño
revalorización pastoral del sacramento de pastoral. Para el uso de este eficaz medio
la Reconciliación. En este sentido, es una de formación tan experimentado en la
cosa buena que los fieles sepan y vean Iglesia, los presbíteros tendrán plena liber­
que también sus sacerdotes se confiesan tad en la elección de la persona a la que
con regulaildadL5 «Toda la existencia sa­ confiarán la dirección de la propia vida es­
cerdotal sufre un inexorable decaimiento piritual.
si viene a faltarle por negligencia o cual­
quier otro motivo el recurso periódico, ins­
pirado por auténtica fe y devoción, al Sa­ La obediencia
cramento de la Penitencia. En un sacerdo­
te que no se confesara más o se confesa­ 6288
ra mal, su ser sacerdotal y su hacer sacer­ 64. Respeto de las normas litúrgicas
dotal se resentirán muy rápidamente, y Entre varios aspectos del problema,
también la comunidad, de la cual es pas­ hoy mayormente relevantes, merece la
tor, se daría cuenta». pena que se ponga en evidencia el del
respeto convencido de las normas litúrgi­
6287 cas.
5A. La dirección espiritual para sí mismo La liturgia es el ejexicio del sacerdo­
y para los otros cio de Jesucristo,63 «la cumbre hacia la
De manera paralela al Sacramento de cual tiende la acción de la Iglesia y, al mis­
la Reconciliación, el presbítero no dejará mo tiempo, la fL ente de la que mana toda
de ejercer el ministerio de la dirección es­ su fuerza».70 Ella constituye un ámbito en
piritual.6
67 El descuorimiento y la difusión el que el sacerdote debe tener particular
de esta práctica, también en momentos conciencia de ser ministro y de obedecer
distintos de ¡a administración de la Peni­ nelmente a la Ig'esia. «Regular la sagraoa

66 Cf. ibid., can. 27G 5 2, 5; CONC. ECUM. VATICANO II, Decr. Presb/terorum Ordinis 18b.
67 JUAN PABLO II, Exhort. Ap. post-sinodal Reconciliatio et Paenilentie (,2 diciembre 1984), 31:
AAS 77 (1985), 266, Exhort. Ap. post-smodcl Pastores d?bo .obis, 25: O.C., 699.
68 Cf. JUa N PABLO II, Exhort. Ap. pe jt-s¡nodal Reconciliatio et Paeniientia (2 diciembre 1984), 32:
AAS 77 (1985), 267-269.
69 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Const. S .cro'.anctum Concilium, 7.
70 Cf./b/d. 10.

1645
CUARTA PARTE: OTRA DO CUM EN TAC IÓ N LITÚRGICA POST-CONCILIAR

liturgia compete únicamente a la autori­ 1. La victoria de Cristo y el poder de la


dad de la Iglesia, que reside en la Sede Iglesia contra los demonios
Apostólica y, según norma de derecho, en
el Obispo».71 El sacerdote, por tanto, en 6286
tal materia no añadirá, quitará o cambiará 1. La Iglesia cree firmemente que hay un
nada por propia iniciativa.72 solo Dios verdadero, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, un solo principio del universo: cre­
Esto vale de modo especial para los
ador de todas las cosas, visibles e invisi­
sacramentos, que son por excelencia ac­
bles. Dios, con su providencia, cuida y go­
tos de Cristo y de la Iglesia, y que el sa­ bierna todo lo que ha creado*1 (cf. Col 1,
cerdote administra en la persona de Cristo 16) y no ha hecho nada que no sea bue-
y en nombre de la Iglesia, para el bien de nc.2 También “ el diablo y los otros demo­
los fieles.73 Éstos tienen verdadero dere­ nios fueron creados buenos por naturale­
cho a participar en las celebraciones litúr­ za, pero ellos mismos se hicieron malos” .3
gicas tal como las quiere la Iglesia, y no Ellos también serían buenos si hubieran
según los gustos personales de cada mi­ perseverado tal como fueron creados. Pe­
nistro, ni tampoco según particulai ismos ro como usaron mal de su excelencia na­
rituales no aprobados, expresiones de tural y no se mantuvieron en la verdad (cf.
grupos, que tienden a cerrarse a la univer­ Jn 8, 24), no se convirtieron en una sus­
salidad del Pueblo de Dios. tancia contraria, sino que se separaron del
Bien supremo, al que tenían que haberse
adherido.4

6260
4
2. El hombre ha sido creado a imagen de
Dios “en la justicia y la santidad de la ver­
Praenotandos del
dad” (Ef 4, 24) Y su dignidad pide que ac­
“Ritual de les exorcismos”
túe según una elección consciente y
libre.5 Pero, seducido por el maligno, ha
abusado totalmente del don de su liber­
INTRODUCCIÓN GENERAL
tad. Por el pecado de la desobediencia
(Praenotanda)
(cf. Gn 3; Rm 5, 12), ha caído en poder del
diablo y de la muerte, hecho esclavo del
Congregación para el Culto Divino y la pecado.6 Por eso “ la dura lucha contra las
Disciplina de los Sacramentos, Praeno- potestades de las tinieblas (...) invade to­
tandos del “Ritual de los Exorcismos. 22 da la historia de la humanidad. Esta lucha
de noviembre de 1998. comenzó en el principio del mundo y du­

71 CDC can. 838.


72 Cf. CONC. ECUM. VATICANO II, Const. Sacrosanctum Concilium, 22.
73 Cf. CDC can. 846 §1.
1 Concilio Vaticano I, Constitución dogmática Dei Filius sobre la fe católica, c. 1, De rerum omnium
creatore, DS 3003.
2 Cf. San León Magno, Carta Quam laudabiliter ad Turribium, c.6, sobre la naturaleza del diablo,
DS 286.
3 Concilio Laterano IV, c. 1, De fide cathoiica, DS 800.
4 Cf. San León Magno, 1. c.
5 Cf. Conc. Vaticano II, GS 17
6 Cf. Concilio de Trento, sesión V, Decretum depeccato originan, nn. 1-2, DS 1511-1512.

1546
4 - PRAENOTANDOS DEL "R ITUAL DE LOS EXORCISMOS"

rará hasta el intimo d'a, tal como dice el manifiesta en su gloriosa resurrección,
Señor” (cf. Mt 24, 13; 13, 24-30 y 36-43).7 cuando Dios le elevó de entre los muer­
tos y le hizo sentarse a su derecha en el
6291 cielo y lo puso todo bajo sus pies (cf. Ef
3. El Padre omnipotente y misericordio­ 1, 21-22).
so envió al mundo a su Hijo amado para
liberar a los hombres del poder de las ti­ 6294
nieblas y llevarlos a su Reino (cf. Ga 4, 5; 6. En el ejercicio del ministerio, Cristo dio
Col 1, 13). Por eso Cristo, primogénito a los apóstoles y a los otros discípulos el
de toda criatura” , renovando al hombre poder de expulsar los espíritus inmundos
viejo, se revistió de la carne del pecado, (cf. Mt 10, 1.8; Me 3, 14-15; 6, 7.13; Le 9,
“ a fin de destruir por medio de la muerte a 1; 10, 17-20). Les prometió como Aboga­
aquel que tenía el dominio de la muerte, do al Espíritu Santo, que procede del Pa­
esto es, al diablo” (Hb 2, 14) y para cons­ dre por medio del Hijo, para que conven­
tituir en nueva criatura, mediante su pa­ ciera al mundo en el juicio, porque el prín­
sión y resurrección, y con el don del Espí­ cipe de este mundo ya está condenado
ritu Santo, a la naturaleza humana herida (cf. Jn 16, 7-11). Entre los signos que
(cf. 2Co 5, 17). acompañarán a los creyentes, el evange­
lio enumera la expulsión de los demonios
6292 (cf. Me 16,17).
4. En los días de su vida mortal, el Señor
Jesús, vencedor de la tentación en el de­ 6295
sierto (cf. Mt 4,1-11; Me 1,12-13; Le 4 ,1 - 7. Por eso la Iglesia, ya desde el tiempo
13), con su propia autoridad, expulsó a de los apóstoles, ha ejercido el poder que
Satanás y a los otros demonios, impo­ Cristo le dio de expulsar los demonios y
niéndoles su divina voluntad (cf. Mt 12, de rechazar su influencia (cf. Hch 5, 16; 8,
27-29; Le 11, 19-20). “ Haciendo el bien y 7; 16, 19; 19, 12). Así, pues, “en nombre
curando a todos los oprimidos por el dia­ de Jesús” ora continuamente y con con­
blo” (cf. Hch 10, 38), manifestó su obra fianza para ser liberada del Maligno (cf. Mt
salvadora para liberar al hombre del peca­ 6, 13).10 También en este mismo nombre,
do,8 de sus consecuencias y del autor del por la *uerza del Espíritu Santo, conmina a
primer pecado, homicida desde el co­ los demonios a que no se opongan a la
mienzo y padre de la mentira (cf. Jn 8, 44). obra de la evangelización (cf. 1Ts 2,18) y a
que cedan ante el “más Fuerte” (cf. Le 11,
6293 21-22) el dominio sobre todos y cada uno
5. Cuando llegó la hora de las tinieblas, de los hombres. “ Cuando la Iglesia pide
el Señor, “ obediente hasta la muerte” (Flp públicamente y con autoridad, en nombre
2, 8), rechazó el último ataque de Satanás de Jesucristo, que una persona o un obje-
(cf. Le 4, 13; 22, 53) con el poder de la +o sea protegido contra la influencia del
cruz9 y triunfó de la soberbia del antiguo maligno y substraído a su dominio, se tra­
enemigo. Esta victoria de Cristo se hizo ta del exorcismo".11

7 Conc. Vaticano II, GS 37 y 13; 1Jn 5, 19; Catecismo de la Iglesia Católica (=CCE)
401.407.409.1717.
8 Cf. CCE 517.549-550.
9 Cf. Misal Romano, prefacio I de la Pasión.
10 CCE 2850-2854.
11 CCE 1673.

1647
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

2. Los exorcismos en el ministerio de 6297


santificar de la Ig.esia 9. Los fieles, aunque hayan renacido en
Cristo, experimentan, sin embargo, las
6223
tentaciones que hay en el mundo, y por
8. Por antiquísima tradición de la Iglesia, ello han de vigilar orando y llevando una
conservada sin interrupción, el camino de vida sobria, ya que su adversario el dia­
la iniciación cristiana se ordena de tal mo­ blo, “como un león rugiente ronda bus­
do que la lucha espiritual contra el poder cando a quién devorar” (1Pe 5, 8). Le han
del diablo (cf. Ef 8,12) se manifieste clara­ de oponer resistencia, fuertes en la fe,
mente y se haga real desde el comienzo. confortados “en el Señor y en el poder de
Los exorcismos que hay que realizar en su fuerza” (Ef 6, 10) y sostenidos por la
una forma simple sobre los elegidos en Iglesia, que ora para que sus hijos sean
tiempo del catecumenado, o exorcismos “ protegidos de toda perturbación” .18 Con
menores,12 son oraciones de la Iglesia pa­ la gracia de los sacramentos y, sobre to­
ra que estos elegidos, instruidos sobre el do, con la repetida celebración de la peni­
misterio de Cristo que salva del pecado, tencia, reciben fuerzas para llegar a la
sean liberados de las secuelas del pecado plena libertad de los hijos de Dios (cf. Rm
y de la influencia del diablo, reciban fuerza 8 , 21).17
en su camino espiritual y abran el corazón
a los dones de! Salvador.1-1 62£3
Por último, en la celebración del bautis­ 10. Pero se nos hace más difícil entender
mo, los que han de ser bautizados renun­ el misterio de la misericordia divina18
cian a Saianás y a su fuerza y poderes, y le cuando, permitiéndolo Dios, se nos pre­
oponen su propia fe en Dios uno y trino. sentan, a veces, casos de aquella especial
También en el bautismo de niños se dice vejación u obsesión - por parte del diablo
una oración de exorcismo sobre los niños - - de alguna persona que forma parte del
“que habrán de sufrir las seducciones del pueblo de Dios y que ha sido iluminada
mundo y habrán de luchar contra los enga­ por Cristo para que, como hijo de la luz,
ños del diablo” -, a fin de que la gracia de camine hacia la vida eterna. Entonces se
Cristo los fortalezca “en el camino de su vi­ manifiesta claramente (Ef 6,12) el misterio
da” .14 Por el baño de la regeneración, el de la iniquidad que actúa en el mundo (cf.
hombre participa de la victoria de Cristo 2Ts 2, 7), por más que el diablo no pueda
sobre el diablo y el pecado, cuando pasa traspasar los límites puestos por Dios. Es­
“del estado en que nace como hijo del pri­ ta forma del poder del diablo sobre el
mer Adán al estado de gracia y de hijo hombre es diferente de aquella otra que
adoptivo de Dios, por meció del segundo deriva, en el homore, del pecado original,
Adán, Jesucristo”151 , y es liberado de la es­
6 y que es el pecado.19 En estos casos, la
clavitud del pecado, con la libertad con Iglesia invoca a Cristo, Señor y Salvador y,
que C.isto nos liberó (cf. Ga 5,1). confiando en su fuerza, ofrece al vejado o

12 Cf. Ritual Romano de la Iniciación cristiana de adultos, 101; cf. CCE 1673.
13 Cf. ibid. 156.
14 Cf. Ritual del bautismo de niños, nn. 49. 86.115. 221.
15 Concilio de Trento, sesión VI, Decreto sobre la justificación DS 1524.
16 Misal Romano, embolismo después del Padrenuestro.
17 Cf. Ga 5,1; Ritual de la Penitencia n.7.
18 Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostólica Reconciliatío et paenitentia, de 1985, nn. 14-22; y Car­
ta encíclica Dominum et vivificantes, de 1936, n.18.
19 Cf. Concilio de Trento, sesión V, Decretum de peccato originali, nn. 4-5: DS 1514-1515.

1648
4 - PRAENOTANDOS DEL "RITUAL DE LOS EXORCISMOS"

poseso muchos auxilios para liberarlo de a un sacerdote dotado de piedad, ciencia,


la vejación o posesión. prudencia, integridad de vida24 y prepara­
do específicamente para este ministerio.
62£3 El sacerdote al que se haya encargado el
11. Entre estos auxilios sobresale el oficio de exorcista de una manera estable
exorcismo mayor y solemne, llamado o sólo para un acto determinado, llevará a
también grande/0 que es una celebración término esta obra de caridad con confian­
litúrgica. Por eso, el exorcismo, que “pre­ za y humildad bajo la dirección del obispo
tende expulsar los demonios o liberar de diocesano. Cuando en este libro se dice
la influencia demoníaca - y eso por la au­ “exorcista” siempre se ha de entender
toridad espiritual que Jesús ha confiado a “ sacerdote exorcista” .
su Iglesia” - es una súplica301 del género de
2
los sacramentales. Es, pues, un signo sa­ 6302
grado, con el que “ se significan unos 14. El exorcista, en el caso de una su­
efectos, sobre todo de carácter espiritual, puesta intervención diabólica, ante todo
y se obtienen por la oración de la Igle­ procederá con la máxima circunspección
sia” .22 y prudencia. De entrada, no creerá fácil­
mente que alguien esté poseído por el de­
6300 monio porque está afectado de alguna en­
12. En los exorcismos mayores, la Igle­ fermedad, sobre todo de carácter psíqui­
sia, vinculada al Espíritu Santo, pide que co.25 Tampoco cree.á de ninguna manera
éste ayude nuestra debmdad (cf. Rm 8, que hay posesión diabólica cuando, de
26) para impedir que los demonios dañen buenas a primeras, alguien diga que el
a los fieles. La Iglesia, confiando en aquel diablo le tienta de una forma especial, o
soplo con el que el Hijo de Cios, después que se encuentra desolado y vejado, ya
de la resurrección, le infundió el Espíritu, que la im aginaron puede engañarle. Ha
actúa en los exorcismos, no en nombre de tener en cuenta también, para no equi­
propio, sino únicamente en nombre de vocarse, los artificios y fraudes de que se
Dios o de Cristo, el Señor, a quien toda vale el diablo para engañar a una persona,
criatura, hasta el diablo y los demonios, para persuadirle de que no se someta al
ha de obedecer. exorcismo, haciéndole ver que su enfer­
medad es natural y que ha de ser tratada
3. El ministro y las condiciones del exor­ por la ciencia médica. Examinará muy cui­
cismo mayor dadosamente si el que afirma que está
poseído por el diablo lo está de verdad.
630 ■
13. El ministerio de exorcizar endemonia­ 6303
dos se concede con licencia particular y 15. Tiene que distinguir bien el caso de
expresa del Ordinario del lugar, el cual, un ataque diabólico de aquella credulidad
normalmente, será el mismo obispo dio­ en que algunos, incluso fieles cristianos,
cesano.23 Esta licencia sólo se concederá piensan ser víctimas de un maleficio, de

20 Cf. CCE 1673.


21 Cf. ibid.
22 Cf. Conc. Vaticano II, SC 60.
23 Cf. CDC, canon 1172, 1.
24 Cf. ibid., 2.
25 Cf. CCE 1673.

1649
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

un sortilegio o de una maldición que otros de Dios y de todo io que vincula a los fie­
han lanzado sobre ellos, o contra sus ta­ les a la acción salvífica de Dios.
mizares o contra sus cosas. A estos no les
negará la ayuda espiritual, pero no les 3305
exorcizará. Podrá rezar con ellos y por 17. El exorcista, manteniendo siempre el
ellos otras oraciones, para que encuen­ secreto de la confesión, juzgará con pru­
tren la paz de Dios. Tampoco se ha de dencia sobre la necesidad de utilizar el rito
rehusar el auxilio espiritual a los creyentes del exorcismo, después de un examen di­
a los que el Maligno, aún sin tocarlos (cf. ligente y de haber consultado, si es posi­
1Jn 5, 18), les tienta, y sufren por ello, ya ble, a personas expertas en las cosas es­
que quieren ser fieles a Jesús, el Señor, y pirituales y, si hace falta, a médicos y psi­
a su evangelio. Esto lo podrá hacer tam­ quiatras que posean sensibilidad para la
bién un sacerdote que no sea exorcista - y vida espiritual.
hasta un diácono -, sirviéndose de oracio­
nes y súplicas adecuadas. 3303
18. Cuando los casos afecten a personas
6304
no católicas o se presenten muy difíciles,
16. Por tanto, el exorcista no procederá a se recurrirá al obispo de la diócesis, el
la celebración del exorcismo si no tiene la cual, por razones de prudencia, podrá pe­
certeza moral de encontrarse ante una dir el parecer de algunos expertos antes
persona realmente poseída por el demo- de tomar una decisión sobre el exorcismo.
nio^6y, si es posible, con su consentimien­
to. Según una práctica aceptada, son sig­ G3o?
nos de posesión diabólica: decir muchas
19. El exorcismo se hará de tal manera
palabras en lengua desconocida o enten­
que manifieste la fe de la Iglesia y radie
der al que habla así; descubrir la existen­
pueda considerarlo como una acción má­
cia de objetos distantes y escondidos;
gica o supersticiosa. Hay que evitar pre­
mostrar una fuerza superior a la que es
sentarlo como un espectáculo para los
propia de su edad y condición natural. Es­
que lo presencian. Cuando tenga lugar el
tas señales pueden aportar un cierto indi­
exorcismo, no se permitirá la presencia de
cio. Pero, como que no necesariamente
ningún medio de comunicación social, y
han de considerarse provenientes de po­
tanto antes del exorcismo como después,
sesión diabólica, hay que tener en cuenta
ni el exorcista ni los que estén presentes
también otras, sobre todo de carácter mo­
divulgarán su noticia, sino que guardarán
ral y espiritual, que descubren de otro mo­
la debida discreción.
do la posesión diabólica: así, una fuerte
aversión hacia Dios, al Santísimo Nombre
de Jesús, a la Bienaventurada Virgen Ma­ 4. El rito
ría y los santos, a la Iglesia, a la palabra de
Dios, a los objetos y ritos sagrados - so­ 6303
bre todo los sacramentales - y a las imá­ 20. En la celebración del exorcismo, se
genes sagradas. Por último, hay que exa­ pondrá una especial atención, además de
minar con mucho cuidado la relación de las fórmu'as del mismo exorcismo, en los
todas estas señales con la fe y con la lu­ gestos y los ritos que ocupan el primer lu­
cha espiritual en la v'da cristiana, ya que el gar y reciben su sentido de como se reali­
Maligno, por encima de todo, es enemigo zan en el tiempo de la purificación en el

26 Cf. Benedicto XIV, Carta SolliCi:udini, 1 de octubre de 1745, n. 43; cf. CDC de 1917, c. 1152, 2.

1650
4 - PRAENOTANDOS DEL "RITUAL DE LOS EXORCISMOS"

camino catecumenal. Estos gestos son: la 6314


señal de la cruz, la Imposición de las ma­ 26. Después se reza el Símbolo de los
nos, la insuflación y la aspersión con agua Apóstoles, o se renueva la promesa de fe
bendita. bautismal con la renuncia de Satanás. Se
continúa con la oración del Padreni'estro,
63G9 con que imploramos a Dios, nuestro Pa­
21. El rico comienza con la aspersión del dre, que nos libere del Maligno.
agua bendita, con la que, como recuerdo
que es de la purificación recibida en el 6315
bautismo, el afectado recibe fuerza contra 27. Después, el exorcista presenta a la
los ataques del enemigo. El agua se pue­ persona afectada la cruz del Señor, que es
de bendecir antes de celebrar el exorcis­ fuente de toda bendición y de toda gracia,
mo, o mientras se celebra éste, antes de y hace la señal de la cruz sobre ella, con
la aspersión, y, si parece oportuno, con que se significa el poder de Cristo sobre el
mezcla de sal. diablo.

6310 6313
22. Sigue el rezo de las letanías, con que
28. Finalmente, pronuncia la fórmula de­
se invoca la misericordia de Dios sobre el
precativa, con que se invoca a Dios, y la
vejado mediante la intercesión de todos
fórmula imperativa, con que, en nombre
los santos.
de Cristo, se conjura al diablo a que deje
al vejado. No se usará la fórmula imperati­
6311
va sin haber recitado antes la fórmula de­
23. Después de la letanía, el exorcista precativa. Pero la fórmula deprecativa se
puede recitar uno o más salmos de los puede usar sin la imperativa.
que imploran la protección del Altísimo o
ensalzan la victoria de Cristo sobre el Ma­ 6317
ligno. Los salmos se dicen seguidos o en
29. Todo lo que se ha dicho hasta ahora,
forma responsorial. Acabado el salmo, el
en cuanto sea necesario, se podrá repetir,
exorcista puede añadir una oración sobre
sea en la misma celebración - observando
el salmo.
lo que se dice después, en el n. 34 -, sea
en otro momento, hasta que el vejado sea
5312
lioerado totalmente.
24. A continuación se proclama el evan­
gelio, como signo de la presencia de Cris­ 6318
to, el cual, con su palabra, proclamada
30. El rito acaba con un canto de acción
por la Iglesia, cura los males de los hom­
de gracias, la oración y la bendición.
bres.

6313 5. Circunstancias y adaptaciones


25. Seguidamente el exorcista impone
las manos sobre el vejado. Con esto se in­ 5319
voca la fuerza del Espíritu Santo, para que 31. El exorcista, recordando que los de­
salga el diablo de aquel que, por el bautis­ monios no se pueden expulsar sino con la
mo, fue hecho templo de Dios. Al mismo oración y el ayuno, tendrá cuidado de em­
tiempo puede soplar sobre la cara del ve­ plear, sobre todo, estos dos remedios pa­
jado. ra implorar el auxilio divino, siguiendo el

1651
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

ejemplo de los santos Padres, tanto él c) siempre procurará, si es posible,


mismo personalmente como po, medio de que el fiel afectado, durante el exorcismo,
otros, si es posible. se recoja interiormente, se convierta a
Dios y con una fe firme y con mucha hu­
6320 mildad le pida la liberación. Y que cuando
se encuen’re fuertemente vejado, lo so­
32. El fiel afectado, principalmente antes
porte con paciencia, sin desconfiar nunca
de. exorcismo, si le es posible, orará a
del auxilio de Dios a través del ministerio
Dios, se mortificará, renovará a menudo la
de la Iglesia.
fe que profesó en el bautismo, se acerca­
rá con asiduidad al sacramento de la re-
6323
conci'iación y se fortalecerá con la Euca­
ristía. También le pueden ayudar en la ora­ 35. Si parece que es conveniente que
ción los padres, los amigos, el confesor o asistan a la celebración del exorcismo al­
el director espiritual, si le resulta más fácil gunos fieles escogidos, convendrá adver­
la oración acompañado de la caridad y la tirles que oren con interés por el hermano
presencia de los otros fieles. vejado, sea privadamente, sea del modo
como el ritual indica, pero absteniéndose
de pronunciar cualquier fórmula de exor­
6321
cismo, tanto imperativa como deprecati­
33. Si es posible, el exorcismo se hará en va, cosa que sólo puede hacer e' exorcis­
un oratorio u otro lugar conveniente, se­ ta.
parado de la gente, donde destaque una
imagen de Cristo crucificado. También tie­ 6324
ne que haber en el lugar una imagen de la
36. Es bueno que el fiel liberado de la ve­
Virgen María.
jación, solo o acompañado de sus famiHa-
res, dé gracias a Dios per la paz recibida.
€322 Conviene también recomendarle que per­
34. Teniendo bien presentes las condi­ severe en la oración, inspirada, sobre to­
ciones y las circunstancias del afectado, do, en la sagrada Escr.tura, y que frecuen­
el exorcista hará uso, libremente, de las te los sacramentos de la Penitencia y la
diversas facultades que el ritual propo­ Eucaristía y lleve una vida cristiana llena
ne. Por tanto, en la celebración guardará de obras de candad y de amor fraterno
la estructura y escogerá las fórmulas y para con todos.
las oraciones que convengan, adaptán­
dolo todo a las circunstancias de cada 6. Adaptaciones por parte de las Confe­
persona: rencias Ep!sccpales
a) en prime' luga-, tendrá en cuenta el
estado psíquico y psicológico del afecta­ 6325
do y de las posibles variaciones en su es­ 37. Pertenece a las Conferencias Episco­
tado a lo largo del día e incluso de la hora; pales:

b) cuando no está presente ningún a) preparar las traducciones de los


grupo de fieles, ni siquiera pequeño, cosa textos, íntegramente y con fidelidad,
que también la prudencia y la sabiduría de b) adaptar, con el consentimiento de
la fe exigen, el exorcista recordará que él la Santa Sede, los signos y los ges+os del
mismo y el riel vejado ya son iglesia; y es­ rito, si se cree necesario o útil, teniendo en
to también se lo recordará al mismo fiel cuenta la cultura y el carácter de cada
afectado; pueblo.

1652
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

6326 Amado y a: Espíritu Santo para la salva­


33. Además de la traducción de los Pre- ción del mundo y para ’a gloria de su
notandos, que ha de ser íntegra, las Con­ Nombre. Tal es el Misterio de Cristo (cf. Ef
ferencias Episcopales, si lo consideran 3, 4), revelado y realizado en la histoi la se­
oportuno, podrán añadL un Directorio gún un plan, una “disposición” sabiamen­
Pastoral sobre el uso del exorcismo ma­ te ordenada que S. Pablo llama “ la econo­
yor, con el que los exorcistas no sólo en­ mía del Misterio” (Ef 3, 9) y que la tradición
tiendan más profundamente la doctrina de patrística llamará “la Economía del Verbo
los Prenotandos y aprendan mejor la sig­ encarnado” o “la Economía de la salva­
nificación de los ritos, smo que también ción” .
tengan una serie de elementos, sacada de
1067. “Cristo el Señor realizó esta obra
los autores más recomendables, sobre la
de la redención humana y de la perfecta
manera de actuar, de hablar, de preguntar
glorificación de Dios, preparada por las
y de juzgar. Estos Directorios, que se po­
maravillas que Dios hizo en el pueblo de la
drán redactar con la colaboración de sa­
Antigua Alianza, principalmente por el
cerdotes notables por la ciencia y la expe­
misterio pascual de su bienaventurada
riencia madura después de un largo ejer­
cicio en el ministerio del exorcismo dentro pasión, de su resurrección de entre los
de un ámbito regional y cultural, tendrán muertos y de su gloriosa ascensión. Por
que ser reconocidos por la Sede Apostóli­ este misterio, ‘con su muerte destruyó
ca, según las normas del derecho. nuestra muerte y con su resurrección res­
tauró nuestra vida’. Pues del costado de
Cristo dormido en la cruz nació el sacra­
mento admirable de toda la Iglesia” (SC
5). Por eso, en la liturgia, la Iglesia celebra
principalmente el Misterio pascual por el
Catecismo de la Iglesia Católica. que Cristo realizó la obra de nuestra sal­
“La celebración del m isterio em p an o” vación.

1068. Es el Misterio de Cristo lo que la


Catecismo de la Iglesia Católica, 11de oc­ iglesia anuncia y celebra en su liturgia a fin
tubre de 1392,1! Parte: La celebración del de que los fieles vivan de él y den testimo­
misterio cristiano nn. 1066-1690. nio del mismo en el mundo:
En efecto, la liturgia, por medio de la
cus1 “se ejerce la obra de nuestra reden­
SEGUNDA PA ^TE ción” , sobre todo en el divino sacrificio de
la Euca, istia, contribuye mucho a que los
LA C E L E B R A C IÓ N D E L fie'es, en su vida, expresen y manifiesten a
M IS T E R IO C R IS T IA N O los de¡ nás el misterio de Cristo y la natura­
leza gemina de la verdadera Igles.a (SC 2).
Razón de ser de la liturgia
Significación de la palabra “Liturgia”
8329
1066. En el Símbolo de la fe, la Iglesia 1069. La palabra “Liturgia” significa origi-
confiesa el misterio de la Santísima Trini­ nariamen.e “obra o quehacer público” ,
dad y su 'design'O benevolente” (5f 1, 9) servicio de parte de y en favor del pue­
sobre toda la creación: El Radie realiza el blo” . En la tradición cristiana quiere signi­
“misten o de su volumad” dando a su Hijo ficar que el Pueblo de Dios toma parte en

1653
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

“ la obia de Dios” (cf. Jn 17, 4). Por la litur­ precedida por la evangelizaron, la fe y la
gia, Cristo, nuestro Redentor y Sumo Sa­ conversión; sólo así puede da" sus frutos
cerdote, continúa en su Iglesia, con ella y en la vida de los fieles: la Vida nueva según
por ella, la obra de nuestra redención. el Espíritu, el compromiso en la misión de
la Iglesia y el servicio de su unidad.
1070. La palabra “Liturgia” en el Nuevo
Testamento es empleada para designar
Oración y Liturgia
no solamente la celebración del culto divi­
no (cf. Hch 13, 2; Le 1,23), sino también el 1073. La Liturgia es también participa­
anuncio del Evangelio (cf. Rm 15, 16; Flp ción en la oración de Cristo, dirigida al °a-
2, 14-17.30) y la caridad en acto (cf. Rm dre en el Espíritu Santo. En ella toda ora­
15, 27; 2Co 9, 12; Flp 2, 25). En todas es­ ción cristiana encuentra su fuente y su tér­
tas situaciones se trata del servicio de mino. Por la liturgia el hombre interior es
Dios y de los hombres. En la celebración enraizado y fundado (cf. Ef 3,16-17) en “el
litúrgica, la Iglesia es servidora, a imagen gran amor con que el Padre nos amó” (Ef
de su Señor, el único “ Liturgo” (cf. Hb 8, 2 2, 4) en su Hijo Amado. Es la misma “ ma­
y 6), del cual ella participa en su sacerdo­ ravilla de Dios” que es vivida e interioriza­
cio, es decir, en el culto, anuncio y servicio da por toda oración, “en todo tiempo, en
de la caridad: el Espíritu” (Ef 6,18)
Con razón se considera la liturgia co­
mo el ejercicio de la función sacerdotal de Catequesis y Liturgia
Jesucristo en la que, mediante signos
sensibles, se significa y se realiza, según 1074. “La Liturgia es la cumbre a la que
el modo propio de cada uno, la santifica­ tiende la acción de la Iglesia y, al mismo
ción del hombre y, así, el Cuerpo místico tiempo, la fuente de donde mana toda su
de Cristo, esto es, la Cabeza y sus miem­ fuerza” (SC 10). Por tanto, es el lugar privi­
bros, ejerce el culto público. Por ello, toda legiado de la catequesis del Pueblo de
celebración litúrgica, como obra de Cristo Dios. “ La catequesis está intrínsecamente
sacerdote y de su Cuerpo, que es la Igle­ unida a toda la acción litúrgica y sacra­
sia, es acción sagrada por excelencia cu­ mental, porque es en los sacramentos, y
ya eficacia, con el mismo título y en el sobre todo en la Eucaristía, donde Jesu­
mismo grado, no la iguala ninguna otra cristo actúa en plenitud para la transfor­
acción de ¡a Iglesia (SC 7). mación de los hombres” (CT 23).

1075. La catequesis litúrgica pretende in­


La liturgia como fuente de Vida troducir en el Misterio de Cristo (es “ mista-
gogia”), procediendo de lo visible a lo invi­
£33») sible, del signo a lo significado, de los “sa­
1071. La Liturgia, obra de Cristo, es tam­ cramentos” a los “misterios” . Esta modali­
bién una acción de su Iglesia. Realiza y dad de catequesis corresponde hacerla a
manifiesta la Iglesia como signo visible de los catecismos locales y regionales. El pre­
la comunión entre Dios y de los hombres sente catecismo, que quiere ser un servi­
por Cristo. Introduce a los fieles en la Vida cio para toda la Iglesia, en la diversidad de
nueva de la comunidad. Implica una parti­ sus ritos y sus culturas (cf. SC 3-4), enseña
cipación “consciente, activa y fructífera” lo que es fundamental y común a toda la
de todos (SC 11). Iglesia en lo que se refiere a la Liturgia en
cuanto misterio y celebración (primera
1072. "La sagrada liturgia no agota toda sección), y a los siete sacramentos y los
la acción de la Iglesia” (SC 9): debe ser sacramentales (segunda sección).

1654
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓUCA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

PñM E R A SECCIÓN: que nos agració en el Amado” (Ef 1,3-6).

LA ECONOMÍA SACRAMENTAL 1078. Bendecir es una acción divina que


da la vida y cuya fuente es el Padre. Su
bendición es a la vez palabra y don (“£>e-
6331
ne-dictio", “eu-logia”). Aplicado al hom­
1076. Ei día de Pentecostés, por la efu­ bre, este término significa la adoración y
sión del Espíritu Santo, la Iglesia se mani­ la entrega a su Creador en la acción de
fiesta al mundo (cf. SC 6; LG 2). El don del gracias.
Espíritu inaugura un tiempo nuevo en la
“dispensación del Misterio” : el tiempo de 1079. Desde el comienzo y hasta la con­
la Iglesia, durante el cual Cristo manifies­ sumación de los tiempos, toda la obra de
ta, hace presente y comunica su obra de Dios es bendición. Desde el poema litúrgi­
salvación mediante la Lilurgia de su igle­ co de la primera creación hasta los cánti­
sia, “hasta que él venga” (1 Co 11,26). Du­ cos de la Jerusalén celestial, los autores
rante este tiempo de la Iglesia, Cristo vive inspirados anuncian el designio de salva­
y actúa en su Iglesia y con ella ya de una ción como una inmensa bendición divina.
manera nueva, la propia de este tiempo
nuevo. Actúa por los sacramentos; esto 1080. Desde el comienzo, Dios bendice a
es lo que la Tradición común de Oriente y les seres vivos, especialmente al hombre
Occidente llama “ la Economía sacramen­ y la mujer. La alianza con Noé y con todos
tal ; esta consiste en la comunicación (o los seres animados renueva esta bendi­
“dispensación”) de los frutos del Misterio ción de fecundidad, a pesar del pecado
pascual de Cristo en la celebración de la del hombre por el cual la tierra queda
liturgia “sacramental” de la Iglesia. “maldita” . Pero es a partir de Abraham
Por ello es preciso explicar primero es­ cuando la bendición divina penetra en la
ta “dispensación sacramental” (capítulo historia humana, que se encaminaba ha­
primero). Así aparecerán más claramente cia la muerte, para hacerla volver a la vida,
la naturaleza y los aspectos esenciales de a su fuente: por la fe del “padre de los cre­
la celebración litúrgica (capítulo segundo). yentes” que acoge la bendición se inau­
gura la historia de la salvación.

A rtículo 1: 1081. Las bendiciones divinas se mani­


LA LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA fiestan en acontecimientos maravillosos y
TRINIDAD salvadores: el nacimiento de Isaac, la sali­
da de Egipto (Pascua y Éxodo), el don de
I. El Padre, fuente y fin de la liturgia la Tierna prometida, la elección de David,
la Presencia de Dios en el templo, el exilio
1077. "Bendito sea el Dios y Padre de purificador y el retorno de un “ pequeño
nuestro Señor Jesucristo, que nos ha ben­ resto” . La Ley, los Profetas y los Salmos
decido con toda clase de bendiciones es­ que tejen la liturgia del Pueblo elegido re­
pirituales, en los cielos, en Cristo; por cuerdan a la vez estas bendiciones divi­
cuanto nos ha elegido en él antes de la nas y responden a ellas con las bendicio­
creación del mundo, para ser santos e in­ nes de alabanza y de acción de gracias.
maculados en su presencia, en el amor;
eligiéndonos de antemano para ser sus hi­ 1082. En la Liturgia de la Iglesia, la bendi­
jos adoptivos por medio de Jesucristo, ción divina es plenamente revelada y co­
según el beneplácito de su voluntad, para municada: el Padre es reconocido y ado­
alabanza de la gloria de su gracia con la rado como la fuente y el fin de todas las

1655
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

bendiciones de la Creación y de ia Salva­ anunciaba con su enseñanza y anticipaba


ción; en su Verbo, encarnado, muerto y con sus actos el misterio pascual. Cuando
resucitado por nosotros, nos colma de llegó su Hora (cf. Jn 13, 1; 17, 1), vivió el
sus bendiciones y por él derrama en nues­ único acontecimiento de la historia que no
tros corazones el Don que contiene todos pasa: Jesús muere, es sepultado, resucita
'os dones: el Espíritu Santo. de entre los muertos y se sienta a la dere­
cha del Padre “una vez por todas (Rm 6,
1083. Se comprende, por tanto, que en 10; Hb 7, 27; 9, 12). Es un acontecimiento
cuanto respuesta de te y de amor a las real, sucedido en nuestra historia, pero ab­
“bendiciones espirituales” con que el Pa­ solutamente singular: todos los demás
dre nos enriquece, la liturgia cristiana tie­ acontecimientos suceden una vez, y luego
ne una doble dimensión. Por una parte, la pasan y son absorbidos por el pasado. El
Iglesia, unida a su Señor y “bajo la acción misterio pascual de Cristo, por el contrario,
el Espíritu Santo” (i_c 10, 21), bendice al no pueue permanecer solamente en el pa­
Padre “por su Don inefable” (2Co 9, 15) sado, pues por su muerte destruyó a la
mediante la adoración la alabanza y la ac­ muerte, y todo lo que Cristo es y todo io
ción de gracias. Por otra parte, y hasta la que hizo y padeció por los hombres parti­
consumación del designio de Dios, la Igle­ cipa de la eternidad divina y domina así to­
sia no cesa de presentar al Padre “la dos los tiempos y en ellos se mantiene per­
ofrenda de sus propios dones” y de implo­ manentemente presente. El acontecimien­
rar que el Espíritu Santo venga sobre esta to de la Cruz y de la Resurrección perma­
OTrenda, sobre ella misma, sobre los fieles nece y atrae todo hacia la Vida.
y sobre el mundo entero, a fin de que por
la comunión en la muerte y en la resurrec­ ...desde la Iglesia de los Apóstoles...
ción de Cristo-Sacerdote y por el poder
del Espíritu estas bendiciones divinas den 1086. Por esta razón, como Cristo fue
frutos de vida “para alabanza de la gloria enviado por el Padre, él rr:smo envió tam­
bién a los Apóstoles, llenos del Espíritu
de su gracia” (Ef 1,6).
Santo, no sólo para que, al predicar el
Evangelio a toda criatura, anunciaran que
II. La obra de Cristo en la liturgia el Hijo de Dios, con su muerte y resurrec­
ción, nos ha liberado del poder de Sata­
Cristo glorificado... nás y de la muerte y nos ha conducido al
reino del Padre, sino también para que re­
6332 alizaran la obra de salvación que anuncia­
1084. ‘Sentado a la derecha del Padre” y ban mediante el sacrificio y los sacramen­
defam ando el Espíritu Santo sobre su tos en torno a los cuales gira toda la vida
Cuerpo que es la Iglesia, Cristo actúa aho­ litúrgica” (SC 6).
ra por medio de los sacramentos, institui­
dos por él para comunicar su gracia. Los 1087. Así, Cristo resucitado, dando el Es­
sacramentos son signos sensibles (pala­ píritu Santo a los Apósto'es, 'es confía su
bras y acciones), accesibles a nuestra hu­ poder de santificación (cf. Jn 20,21- 23):
manidad actual. Realizan eficazmente la se convierten en signos sacramentales de
gracia que significan en virtud de la acción Cristo. Por el poder del mismo Espíritu
de Cristo y por ei poder del Espíritu Santo. Santo confían este poder a sus sucesores.
Esta “sucesión apostólica” estructura to­
1085. En la Liturg'a de la Iglesia, Cristo da la vida litúrgica de la Iglesia. Ella misn-n
significa y realiza principalmente su miste­ es sacramental, transmitida por el sacra­
rio pascual. Durante su vida terrestre Jesús mento del Orden.

1656
5 - CATEOS' 10 DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

...está presente en la Liturgia terrena... III. El Espíritu Santo y la Iglesia en la


liturg,a
1088. “ Para llevar a cabo una obra tan
grande” -la dispensación o comunicación 5333
de su obra de salvación - “Cristo está
1091. En la Liturgia, el Espíritu Santo es
s'empre presente en su Iglesia, principal­
e1 pedagogo de la fe del Pueblo de Dios,
mente en los actos litúrgicos. Está presen­
e! artífice de '.as “obras maestras de Dios”
te en el sacrificio de la misa, no sólo en la
que son los sacramentos de la Nueva
persona del ministro, ‘ofreciéndose ahora
Alianza. El deseo y la obra del Espíritu en
por ministerio de les sacerdotes el mismo
el corazón de la Iglesia es que vivamos de
que entonces se ofrec;ó en la cruz’, sino
la vida de Cristo resucitado. Cuando en­
también, sobre todo, bajo las especies
cuentra en nosotros la respuesta de fe
euca.rísticas. Está presente ccn su virtud
que él ha suscitado, entonces se realiza
en los sacramentos, de modo que, cuan­
una verdadera cooperación. Por ella, la Li­
do alguien bautiza, es Cristo quien bauti­
turgia viene a ser la obra común del Espí­
za. Está presente en su palabra, pues es
ritu Santo y de la Iglesia.
El mismo el que habla cuando se lee en la
Iglesia la Sagrada Escritura. Está presen­ 1092. En esta dispensación sacramental
te, finalmente, cuando la Iglesia suplica y del misterio de Cristo, el Espíritu Santo
canta salmos, el mismo que prometió: actúa de la misma manera que en los
‘Donde están dos o tres congregados en otros tiempos de la Economía de la salva­
mi nombre, allí estoy yo e,. medio de eilos’ ción: prepara la Iglesia para el encuentro
(Mt 18, 20)” (SC 7). con su Señor, recuerda y manifiesta a
Cristo a la fe de la asamblea; hace presen­
1089. ‘ Realmente, en una obra tan gran­ te y actualiza el misterio de Cristo por su
de por la que Dios es pertectamente glo­ poder transformador; fna'mente, el Espíri­
rificado y los hombres santificados, Cris­ tu de comunión une la Iglesia a la vida y a
to asocia siempre consigo a la Iglesia, su la misión de Cristo.
esposa amadísima, que invoca a su Se­
ñor y por El rinde culto al Padre Eterno”
(SC 7). El Espíritu Santo prepara a recibir a Cristo

£33^
...que participa en la L;turgia celestial
1093. El Espíritu Santo realiza en la eco­
1090. “ En la liturgia terrena pregustamos nomía sacramental las figuras de la Anti­
y participamos en aquella liturgia ce'estial gua Alianza. Puesto que la Iglesia de Cris­
que se celebra en la ciudad santa, Jerusa- to estaba “preparada maravillosamente en
lén, hacia la cual nos diiigimos como pe­ la historia del pueblo de Israel y en la Anti­
regrinos, donde Cristo está sentado a la gua Alianza” (LG 2), la Liturg:a de la Iglesia
derecha del Padre, como ministro del san­ consei ya como una parte integrante e
tuario y de' tabernáculo verdadero; canta­ irremplazab'e, hac;éndo'os suyos, algu­
mos un himno de gloria al Señor con todo nos elementos del cu|+o de la Antigua
el ejército celestial; venerando la memoria Alianza:
de los santos, esperamos participar con
- principalmente la lectura de1Antiguo
ellos y acompañarlos; agualdamos al Sal-
Testamento;
vado»- nuestro Señor Jemcristo, hasta
que se maniueste El, nuestra Vida, y noso­ - la oración de los Salmos;
tros nos manifestamos con El en la gloria” - y sobre todo la memoi ,a de loe acon­
(SC 8; cf. LG 50). tecimientos salvíficos y de las realidaoes

1C57
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

significativas que encontraron su cumpli­ bra de Dios, la respuesta a esta Palabra,


miento en el misterio de Cristo (la Prome­ la adoración de alabanza y de intercesión
sa y la Alianza; el Éxodo y la Pascua, el por los vivos y los difuntos, el recurso a
Reino y el Templo; el Exilio y el Retorno). la misericordia divina, ja liturgia de la
Palabra, en su estructura propia, tiene su
1094. Sobre esta armonía de los dos Tes­ origen en la oración judía. La oración de
tamentos (cf. D V 14-16) se articula la cate- las Horas, y otros textos y formularios li­
quesis pascual del Señor (cf. Le 24, 13- túrgicos tienen sus paralelos también ei,
49), y luego la de los Apóstoles y de los ella, igual que las mismas fórmulas de
Padres de la Iglesia. Esta catequesis pone nuestras oraciones más venerables, por
de manifiesto lo que permanecía oculto ejemplo, el Padre Nuestro. Las plegarias
bajo la letra del Ant’guo Testamento: el eucarísticas se inspiran también en mo­
misterio de Cristo. Es llamada catequesis delos de la tradición judía. La relación
“tipológica”, porque revela la novedad de entre liturgia judía y liturgia cristiana, pe­
Cristo a partir de “figuras” (tipos) que la ro también la diferencia de sus conteni­
anunciaban en los hechos, las palabras y dos, son particularmente visibles en las
los símbolos de la primera Alianza. Poi es­ grandes fiestas del año litúrgico como la
ta relectura en el Espíritu de Verdad a par­ Pascua. Los cristianos y los judíos cele­
tir de Cristo, las figuras son explicadas (cf. bran la Pascua: Pascua de la historia,
2Co 3, 14-16). Así, el diluvio y el arca de orientada hacia el porvenir en los judíos;
Noé prefiguraban la salvación por el Bau­ Pascua realizada en la muerte y la resu­
tismo (cf. 1P 3, 21), y lo mismo la nube, y rrección de Cristo en los cristianos, aun­
el paso del mar Rojo; el agua de la roca que siempre en espera de la consuma­
era la figura de los dones espirituales de ción definitiva.
Cristo (cf. 1Co 10, 1-6); el maná del de­
sierto prefiguraba la Eucaristía “el verda­ 1097. En la Liturgia de la Nueva Alianza,
dero Pan del Cielo” (Jn 6, 32). toda acción litúrgica, especialmente la ce­
lebración de la Eucaristía y de los sacra­
1095. Por eso la Iglesia, especialmente mentos es un encuentro entre Cristo y la
durante los tiempos de Adviento, Cuares­ Iglesia. La asamblea litúrgica recibe su
ma y sobre todo en la noche de Pascua, unidad de la “comunión del Espíritu San­
relee y revive todos estos acontecimien­ to” que reúne a los hijos de Dios en el ú r -
tos de la historia de la salvación en el co Cuerpo de Cristo. Esta reunión desbor­
“hoy” de su Liturgia. Pero esto exige tam­ da las afinidades humanas, raciales, cul­
bién que la catequesis ayude a los fieles a turales y sociales.
abrirse a esta inteligencia “espiritual” de la
Economía de la salvación, tal como la Li­ 1098. La Asamblea debe prepararse pa­
turgia de la Iglesia la manifiesta y nos la ra encontrar a su Señor, debe ser “ un
hace vivir. pueblo bien dispuesto” . Esta preparación
de los corazones es la obra común del
1096. Liturgia judía y liturgia cristiana. Espíritu Santo y de la Asamblea, en parti­
Un mejor conocimiento de la fe y la vida cular de sus ministros. La gracia del Espí­
religiosa del pueblo judío tal como son ritu Santo tiende a suscitar la fe, la con­
profesadas y vividas aún hoy, puede ayu­ versión del corazón y la adhesión a la vo­
dar a comprender mejor ciertos aspectos luntad del Padre. Estas disposiciones
de la Liturgia cristiana. Para los judíos y preceden a la acogida de las otras gra­
para los cristianos la Sagrada Escritura cias ofrecidas en la celebración misma y
es una parte esencial de sus respectivas a los frutos de vida nueva que está llama­
liturgias: para la proclamación de la Pala­ da a producir.

1658
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

El Espíritu Santo recuerda el Misterio de de fe, como consentimiento y compromi­


Cr.sto so, con miras a la Alianza entre Dios y su
pueblo. Es también el Espíritu Santo quien
633*: da la gracia de la fe, la fortalece y la hace
1099. El Espíiitu y la Iglesia cooperan en crecer en la comunidad. La asamblea li­
la manifestación de Cristo y de su obra túrgica es ante todo comunión en la fe.
de salvación en la Liturgia. Principalmen­
te en la Eucaristía, y análogamente en los 1103. La Anámnesis. La celebración litúr­
otros sacramentos, la Liturgia es Memo­ gica se refiere siempre a las intervencio­
rial del Misterio de la salvación. El Espíri­ nes salvíflcas de Dios en la historia. “El
tu Santo es la memoria viva de la Iglesia plan de la revelación se realiza por obras y
(cf. Jn 14,26). palabras intrínsecamente ligadas;... las
palabras proclaman las obras y explican
1100. La Palabra de Dios. El Espíritu San­ su misterio” (DV 2). En la Liturgia de la Pa­
to recuerda primeramente a la asamblea labra, el Espíritu Santo “ recuerda” a la
litúrgica el sentido del acontecimiento de Asamblea todo lo que Cristo ha hecho por
la salvación dando vida a la Palabra de nosotros. Según la naturaleza de las ac­
Dios que es anunciada para ser recibida y ciones litúrgicas y las tradiciones rituales
vivida. de las Iglesias, una celebración “ hace me­
La importancia de la Sagrada Escritura moria” de las maravillas de Dios en una
en la celebración de la liturgia es máxima. Anámnesis más o menos desarrollada. El
En efecto, de ella se toman las lecturas Espíritu Santo, que despierta así la memo­
que luego se explican en la homilía, y los ria de la Iglesia, suscita entonces la acción
salmos que se cantan; las preces, oracio­ de gracias y la alabanza (Doxología).
nes e himnos litúrgicos están impregna­
dos de su aliento y su Inspiración; de ella
El Espíritu Santo actualiza el Misterio de
reciben su significado las acciones y los
Cristo
signos (SC 24).
6333
1101. El Espíritu Santo es quien da a los
lectores y a los oyentes, según las dispo­ 1104. La Liturgia cristiana no sólo recuer­
siciones de sus corazones, la inteligencia da los acontecimientos que nos salvaron,
espiritual de la Palabra de Dios. A través sino que los actualiza, los hace presentes.
de las palabras, las acciones y los símbo­ El Misterio pascual de Cristo se celebra,
los que constituyen la trama de una cele­ no se repite; son las celebraciones las que
bración, el Espíritu Santo pone a los fieles se repiten; en cada una de ellas tiene lugar
y a los ministros en relación viva con Cris­ la efusión del Espíritu Santo que actualiza
to, Palabra e Imagen del Padre, a fin de el único Misterio.
que puedan hacer pasar a su vida el senti­
do ae lo que oyen, contemplan y realizan 1105. La Epíclesis (“invocación sobre”) es
en la celebración. la intercesión mediante la cual el sacerdote
suplica al Padre que envíe el Espíritu santl-
1102. “ La fe se suscita en el corazón de ficador para que las ofrendas se conviertan
los no creyentes y se alimenta en el cora­ en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y para
zón de los creyentes con la palabra de la que los fieles, al recibirlos, se conviertan
salvación. Con la fe empieza y se desarro­ ellos mismos en ofrenda viva para Dios.
lla la comunidad de los creyentes” (PO 4).
El anuncio de la Palabra de Dios no se re­ 1106. Junto con la Anámnesis, la Epícle­
duce a una enseñanza: exige la respuesta sis es el centro de toda celebración sacra­

1659
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

mental, y muy particularmen'.e de la Euca­ Asamblea con el Misterio de Cristo. ‘ La


ristía: gracia de nuestro Señor Jesucristo, el
Preguntas cómo el pan se convierte en amor de Dios Padre y la comunión del Es­
el Cuerpo de Cristo y el vino... en Sangre píritu Santo” (2Co 13, 13) deben perma­
de Cristo. Te respondo: el EsDÍritu Santo necer siempre con nosotros y dar frutos
irrumpe y realiza aquello que sobrepasa más al'á de la celebración eucarística. La
toda palabra y todo pensamiento...Que te Iglesia, por tanto, pide al Padre que envíe
baste oír que es por la acción del Espíritu el Espíritu Santo para que haga de la vida
Santo, de igual modo que gracias a la de los fieles una ofrenda viva a Dios me­
Santísima Virgen y al mismo Espíritu, el diante la transformación espiritual a ima­
Señor, por sí mismo y en sí mismo, asumió gen de Cristo, la preocupación por la uni­
la carne humana (S. Juan Damasceno, dad de la Iglesia y la participación en su
f.o., IV, 13). misión por el testimonio y el servicio de la
caridad.
1107. El poder transformador del Espíritu
Santo en la Liturgia apresura la venida del
Reino y la consumación del Misterio de la RESUMEN
salvación. En la espera y en la esperanza
3338
nos hace realmente anticipar la comunión
plena con la Trinidad Santa. Enviado por el 1110. En la liturgia de la Iglesia, Dios Pa­
Padre, que escucha la epíclesis de la Ig'e- dre es bendecido y adorado como la fuen­
sia, el Espíritu da la vida a los que lo aco­ te de todas las bendiciones de la Creación
gen, y constituye para ellos, ya desde y de la Salvación con las que nos ha ben­
ahora, “las arras” de su herencia (cf. Ef 1, decido en su Hijo para darnos el Espíritu
14; 2Co 1,22). de adopción filial.

La comunión del Espíritu Santo 1111. La obra de Cristo en la Liturgia es


sacramental porque su Misterio de salva­
6337 ción se hace presente en ella por el po­
1108. La finalidad de la misión del Espíri­ der de su Espíritu Santo; porque su Cuer­
tu Santo en toda acción litúrgica es poner po, que es la Iglesia, es como el sacra­
en comunión con Cristo para formar su mento (signo e instrumento) en el cual el
Cuerpo. El Espíritu Santo es como la savia Espíritu Santo dispensa el Misterio de la
de la viña del Padre que da su fruto en los salvación; porque a través de sus accio­
sarmientos (cf. Jn 15, 1-17; Ga 5, 22). En nes litúrgicas, la Iglesia peregrina par'P i­
la Liturgia se realiza la cooperación más pa ya, como en primicias, en la Liturgia
íntima entre el Espíritu Santo y la Iglesia. celestial.
El Espíritu de Comunión permanece inde­
fectiblemente en la Iglesia, y por eso la 1112. La misión del Espíritu Santo en la
Iglesm es el gran sacramento de la comu- Liturgia de 'a Iglesia es la de preparar la
n:ón divina que reúne a los hi¡os de Dios Asamblea para el encuentro con Crispo;
d;spersos. El i.uto del Espíritu en la Litur­ recordar y manifestar a Cristo a la fe de la
gia es inseparablemente comunión con la asamblea de creyentes; hacer presente y
Trinidac Santa y comunión fraterna (cf. actualizar la obra salvífica de Cristo por su
1Jn 1,3-7). poder transfoi mador y hacer fructificar el
don de la comunión en la Iglesia.
1109. La Epíclesis es también oración
por el pleno efecto de la comunión de la

1660
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

Artículo 2 actúa en su Cuerpo que es la Iglesia, son


“las obras maestras de Dios en la nueva
EL MISTERIO PASCUAL EN LOS SACRA­
MENTOS DE LA IGLESIA y eterna Alianza.

5339 II. Los sacramentos de la Iglee'a


1113. Toda la vida litúrgica ae la Iglesia
gravita en torno al Sacrificio eucarístico y 6349
los sacramentos (cf. SC 6). Hay en la Igle­ 1117. Por el Espíritu que la conduce “a la
sia siete sacramentos: Bautismo, Confir­ verdad completa” (Jn 16,13), la Iglesia re­
mación o Crismación, Eucaristía, Peniten­ conoció poco a poco este tesoro recibido
cia, Unción de los enfermos, Orden sacer­ de Cristo y precisó su “dispensación” , tal
dotal y Matrimonio (cf. DS 860; 1310; como lo hizo con el canon de las Sagra­
1601). En este Artículo se trata de lo que das Escrituras y con la doctrina de la fe,
es común a los siete sacramentos de la como fiel dispensadora de los misterios
Iglesia desde el punto de vista doctrinal. de Dios (cf. Mt 13, 52; 1Co 4, 1). Así, la
Lo que les es común bajo el aspecto de la Ig'esia ha precisado a lo largo de los si­
celebración se expondrá en el capítulo I!, glos, que, entre sus celebraciones litúrgi­
y lo que es propio de cada uno de ellos cas, hay siete que son, en el sentido pro­
será objeto de la sección II. pio del término, sacramentos instituidos
por el Señor.
I. Los sacramentos de Cristo
1118. Los sacramentos son “de la Igle­
sia” en el doble sentido de que existen
1114. “Adheridos a la doctrina de las
“ por ella” y “para ella” . Existen “por la
Santas Escrituras, a las tradiciones apos­
tólicas y al sentimiento unánime de los Iglesia” porque ella es el sacramento de ,a
Padres” , profesamos que “los sacramen­ acción de Cristo que actúa en ella gracias
tos de la nueva Ley fueron todos institui­ a la misión del Espíritu Santo. Y existen
dos por nuestro Señor Jesucristo” (DS “para la Iglesia” , porque ellos son “sacra­
1600-1601). mentos que constituyen la iglesia” (S.
Agustín, civ. 22, 17; S. Tomás de Aquino,
1115. Las palabras y las acciones de Je­ s.th. 3, 64, 2 ad 3), manifiestan y comuni­
sús durante su vida oculta y su ministerio can a los hombres, sobre todo en la Euca­
público eran ya salvíficas. Anticipaban la ristía, el misterio de la Comunión del Dios
fuerza de su misterio pascual. Anuncia­ Amor, uno en tres Personas.
ban y preparaban aquello que él daría a la
Iglesia cuando todo tuviese su cumpli­ 1119. Formando con Cristo-Cabeza ‘ co­
miento. Los misterios de la vida de Cristo mo una única persona mística” (Pío XII,
son los fundamentos de lo que en adelan­ ene. “Mystici Corporis”), la Iglesia actúa
te, por los ministros de su Iglesia, Cristo en los sacramentos como “comunidad sa­
dispensa en los sacramentos, porque “lo cerdotal” “orgánicamente estructurada”
que era visible en nuestro Salvndor ha pa­ (LG 11). gracias al Bautismo y la Confir­
sado a sus misterios” (S. León Magno, mación, el pueblo sacerdotal se hace ap.o
serm. 74, 2). para celebrar la Liturgia; por otra parte, al­
gunos fieles “que han recibido el sacra­
1116. Los sacramentos, como “fuerzas mento del orden están instituios en nom­
que brotan” del Cuerpo de Cristo (cf. Le 5, bre de Ciisto para ser los pastores de la
17; 6 , 19; 8, 46) siempre vivo y vivificante, Iglesia con la palabra y 'a gracia de Dios”
y como acciones del Espíritu Santo que (LG 11).

1661
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

1120. El ministerio ordenado o sacerdo­ Palabra de Dios y por la fe que es consen­


cio ministerial (LG 10) está al servicio del timiento a esta Pa'abra:
sacerdocio bautismal. Garantiza que, en El pueblo de Dios se reúne, sobre to­
los sacramentos, sea Cristo quien actúa do, por la palabra de Dios vivo... necesita
por el Espíritu Santo en favor de la Iglesia. la predicación de la palabra para el minis­
Lp misión de salvación confiada por el Pa­ terio de los saci amentos. En efecto, son
dre a su Hijo encarnado es confiada a los sacramentos de la fe que nace y se ali­
Apóstoles y por ellos a sus sucesores: re­ menta de la palabra” (PC 4).
ciben el Espíritu de Jesús para actuar en
su nombre y en su persona (cf. Jn 20, 21- 1123. “ Los sacramentos están ordena­
23; Le 24, 47; Mt 28, 18-20). Así, el minis­ dos a la santificación de los hombres, a la
tro ordenado es el vínculo sacramental edificación del Cuerpo de Cristo y, en de­
que une la acción litúrgica a lo que dijeron finitiva, a dar culto a Dios, pero, como sig­
y realizaron los Apóstoles, y por ellos a lo nos, también tienen un fin instructivo. No
que dijo y realizó Cristo, fuente y funda­ sólo suponen la fe, también la fortalecen,
mento de los sacramentos. la alimentan y la expresan con palabras y
acciones; por eso se llaman sacramentos
1121. Los tres sacramentos del Bautis­ de la fe' (SC 59).
mo, de la Confirmación y del Orden sacer­
dotal confieren, además de la gracia, un 1124. La fe de la Iglesia es anterior a la fe
carácter sacramental o “sello” por el cual del fiel, el cual es invitado a adherirse a
el cristiano participa del sacerdocio de ella. Cuando la Iglesia celebra los sacra­
Cristo y forma parte de la Iglesia según mentos confiesa la fe recibida de los
estados y funciones diversos. Esta confi­ Apóstoles, de ahí el antiguo adagio: “Lex
guración con Cristo y con la Iglesia, reali­ orandi, lex credendr' (“La ley de la oración
zada por el Espíritu, es indeleble (Ce. de es la ley de la fe”) (o: “legem credendi lex
Trento: DS 1609); permanece para siem­ statuat supplicandi' [“ La ley de la oración
pre en el cristiano como disposición posi­ determine la ley de la fe”], según Próspe­
tiva para la gracia, como promesa y ga­ ro de Aquitanla, siglo V, ep. 217). La ley de
rantía de la protección divina y como vo­ la oración es la ley de la fe, la Iglesia cree
cación al culto divino y al servicio de la como ora. La Liturgia es un elemento
Iglesia. Por tanto, estos sacramentos no constitutivo de la Tradición santa y viva
pueden ser reiterados. (cf. DV 8).

1125. Por eso ningún rito sacramental


puede ser modificado o manipulado a vo­
III. Los sacramentos de la fe
luntad del ministro o de la comunidad. In­
cluso la suprema autoridad de la Iglesia
6341
no puede cambiar la liturgia a su arbitrio,
1122. Cristo envió a sus Apóstoles para sino solamente en virtud del servicio de la
que, “en su Nombre, proclamasen a todas fe y en el respeto religioso al misterio de la
las naciones la conversión para el perdón liturgia.
de los pecados” (Le 24, 47). “ De todas las
naciones haced discípulos bautizándolos 1126. Por otra parte, puesto que los sa­
en el nombre del Padre, del Hijo y del Es­ cramentos expresan y desarrollan la co­
píritu Santo” (Mt 28, 19). La misión de munión de fe en la iglesia, la lex orandi es
bautizar, por tanto la misión sacramental uno de los criterios esenciales del diálogo
está implicada en la misión de evangelizar, que intenta restaurar la unidad de los cris­
porque el sacramento es preparado por la tianos (cf. UR 2 y 15).

1662
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

IV. ' .os sacramentos de la salvación ca (cf. 2 P 1, 4) a los fieles uniéndolos vi­
talmente al Hijo único, el Salvador.
5342
1127. Celebiados dignamente en la fe,
V. Los sacramentos de la vida eterna
los sacramentos confieren ia gracia que
significan (cf. Ce. de Trento: DS 1605 y 3343
1606). Son eficaces porque en ellos actúa
1130. La Iglesia celebra el Misterio de su
Cristo mismo; El es quien bautiza, él quien
Señor “hasta que él venga” y “ Dios sea to­
actúa en sus sacramentos con el fin de
do en todos” (1Co 11, 26; 15, 28) Desde
comunicar la gracia que el sacramento
significa. El Padre escucha siempre la ora­ la era apostólica la Liturgia es atraída ha­
ción de la Iglesia de su Hijo que, en la epí- cia su término por el gemido del Espíritu
clesis de cada sacramento, expresa su fe en la Iglesia: “¡Maranatha!” (1Co 16, 22).
en el poder del Espíritu. Como el fuego La liturgia participa así en el deseo de Je­
transforma en sí todo lo que toca, así el sús: “Con ansia he deseado comer esta
Espíritu Santo transforma en Vida divina lo Pascua con vosotros...hasta que halle su
que se somete a su poder. cumplimiento en el Reino de Dios” (Le 22,
15-16). En los sacramentos de Cristo, la
1128. Tal es el sentido de la siguiente Iglesia recibe ya las arras de su herencia,
afirmación de la Iglesia (cf. Ce. de Trento: participa ya en la vida eterna, aunque
DS 1608): los sacramentos obran ex ope­ “aguardando la feliz esperanza y ia mani­
re operato (según las palabras mismas del festación de 'a gloria del Gran Dios y Sal­
Concilio: “por el hecho mismo de que la vador nuest¡o Jesucristo” (Tt 2, 13). “ El
acción es realizada”), es decir, en virtud de Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!... ¡Ven,
la obra salvífica de Cristo, realizada de Señor Jesús!” (Ap 22,17.20).
una vez por todas. De ahí se sigue que “el S. Tomás resume así las diferentes di­
sacramento no actúa en virtud de la justi­ mensiones del signo sacramental: “ Unde
cia del hombre que lo da o que lo recibe, sacramentum est signum rememorativum
sino por el poder de Dios (S. Tomás de eius quod praecessit, scilicet passionis
A., STh 3, 68, 8). En consecuencia, siem­ Christi; et desmonstrativum eius quod ¡n
pre que un sacramento es celebrado con­ nobis efficitu1' per Christi passionem, scili­
forme a la intención de la Iglesia, el poder cet gratiae; et prognosticum, id est, prae-
de Cristo y de su Espíritu actúa en él y por nuntiativum futurae gloriae” (“ Por eso el
él, independientemente de la santidad sacramento es un signo que rememora lo
personal del ministro. Sin embargo, los que sucedió, es decir, la pasión de Cristo;
frutos de los sacramentos dependen tam­ es un signo que demuestra lo que sucedió
bién de las disposiciones del que los reci­ entre nosotros en virtud de la pasión de
be, Cristo, es decir, la gracia; y es un signo
que anticipa, es decir, que preanuncia la
1129. La Iglesia afirma que para ’os cre­
gloria ven Jera” , [STh III, 60, 3].)
yentes los sacramentos de la Nueva Alian­
za son necesarios para la salvación (cf.
Ce. de Trento: DS 1604). La “gracia sacra­ RESUMEN
mental” es la gracia del Espíritu Santo da­
da por Cristo y propia de cada sacramen­ c444
to. El Espíritu cura y transforma a los que 1131. Los sacramentos son signos efica­
lo reciben conformándolos con el Hijo de ces de la gracia, instituidos por Cristo y
Dios. El fruto de la vida sacramental con­ confiados a la Iglesia por los cuales nc~ es
siste en que el Espíritu de adopción deifi­ dispensada la vida di -¡na. Los ritos visibles

1653
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

bajo los cuales 'os sacramentos son cele­ Artículo 1


brados significan y realizan las gracias CELEBRAR LA LITURGIA DE LA IGLESIA
propias de cada sacramento. Dan fruto en
quienes los reciben con las disposiciones I. ¿Quién celebra?
requeridas.
3346
1132. La Iglesia celebra los sacramentos
1136. La Liturgia es “acción' del “Cristo
como comunidad sacerdotal estructurada
total” (Christus totus). Por tanto, quienes
por el sacerdocio bautismal y el de los mi­
celebran esta “acción”, independiente­
nistros ordenados.
mente de la existencia o no de signos sa­
1133. El Espíritu Santo dispone a la re­ cramentales, participan ya de la Liturgia
cepción de los sacramentos por la Palabra del cielo, allí donde la celebración es ente­
de Dios y por la fe que acoge la Palabra en ramente Comunión y Fiesta.
los corazones bien dispuestos. Así los sa­
cramentos fortalecen y expresan la fe. La celebración de la Liturgia celestial
1134. El fruto de la vida sacramental es a 1137. El Apocalipsis de S. Juan, leído en
la vez personal y eclesial. Por una parte, la liturgia de la Iglesia, nos revela primera­
este fruto es para todo fiel la vida para mente que “un trono estaba erigido en el
Dios en Cristo Jesús: por otra parte, es cielo y Uno sentado en el trono' (Ap 4, 2):
para la Iglesia crecimiento en la caridad y “el Señor Dios (Is 6, 1; cf. Ez 1, 26-28).
en su misión de testimonio. Luego revela al Cordero, “inmolado y de
pie (Ap 5, 6; cf. Jn 1,29): Cristo crucifica­
do y resucitado, el único Sumo Sacerdote
CAPÍTULO SEGUNDO
del santuario verdadero (cf. Hb 4, 14-15;
LA CELEBRACIÓN SACRAMENTAL 10, 19-21; etc.), el mismo “que ofrece y
DEL MISTERIO PASCUAL que es ofrecido, que da y que es dado”
(Liturgia de San Juan Crisóstomo, Anáfo­
6345 ra). Y por último, revela el río de Vida que
brota del trono de Dios y del Cordero” (Ap
1135. La catequesis de la Liturgia implica
22,1), uno de los más bellos símbolos del
en primer lugar la inteligencia de la econo­
Espíritu Santo (cf. Jn 10-14; Ap 21,6).
mía sacramental (capítulo primero). A su
luz se revela la novedad de su celebra­ 1138. “ Recapitulados” en Cristo, partici­
ción. Se tratará, pues, en este capítulo de pan en el servicio de la alabanza de Dios y
la celebración de los sacramentos de la en la realización de su designio: las Poten­
Iglesia. A través de la diversidad de las cias celestiales (cf. Ap 4-5; Is 6, 2-3), toda
tradiciones litúrgicas, se presenta lo que la creación (los cuatro Vivientes), los servi­
es común a la celebración de los siete sa­ dores de la Antigua y de la Nueva Alianza
cramentos. Lo que es propio de cada uno (los veinticuatro ancianos), el nuevo Pue­
de ellos, será presentado más adelante. blo de Dios (los ciento cuarenta y cuatro
Esta catequesis fundamental de las cele­ mil, cf. Ap 7, 1-8; 14, 1), en particular los
braciones sacramentales responderá a las mártires “degollados a causa de la Pala­
cuestiones inmediatas que se presentan a bra de Dios” , Ap 6, 9-11), y la Santísima
un fiel al /especio: Madre de Dios (la Mujer, cf. Ap 12, la Es­
- quién celebra posa del Cordero, cf. Ap 21,9), finalmente
- cómo celebrar “una muchedumbre inmensa, que nadie
- cuándo celebrar podría contar, de toda nación, razas, pue­
- dónde celebrar. blos y lenguas” (Ap 7, 9).

1664
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

1139. En esta Liturgia eterna el Espíritu y 1142. Pero “todos los miembros no tie­
la Iglesia nos hacen participar cuando ce­ nen la misma función” (Rm 12,4). Algunos
lebramos el Misterio de la salvación en los son llamados por Dios en y por la Iglesia a
sacramentos. un servicio especial de la comunidad. Es­
tos servidores son escogidos y consagra­
dos por el sacramento oel Orden, por el
Los celebrantes de la liturgia sacramental
cual el Espíritu Santo los hace aptos para
actuar en representación de Cristo-Cabe­
1140. Es toda la comunidad, el Cuerpo
de Cristo unido a su Cabeza quien cele­ za para el servicio de todos los miembros
bra. “Las acciones litúrgicas no son accio­ de la Iglesia (cf. PO 2 y 15). El ministro or­
nes privadas, sino celebraciones de la denado es como el “ icono” de Cristo Sa­
Ig'esia, que es ‘sacramento de unidad’, cerdote. Por ser en la Eucaristía donde se
esto es, pueblo santo, congregado y orde­ manifiesta plenamente el sacramento de
nado bajo la dirección de los obispos. Por la Iglesia, es también en la presidencia de
tanto, pertenecen a todo el Cuerpo de la la Eucaristía donde el ministerio del obis­
Iglesia, influyen en él y lo manifiestan, pe­ po aparece en primer lugar, y en comu­
ro afectan a cada miembro de este Cuer­ nión con él, el de los presbíteros y los diá­
po de manera diferente, según la diversi­ conos.
dad de órdenes, funciones y participación
1143. En orden a ejercer las funciones
actual” (SC 26). Por eso también, “siem­
del sacerdocio comúi, de los fieles existen
pre que los ritos, según la naturaleza nro-
también otros ministerios particulares, no
pia de cada uno, admitan una celebración
común, con asistencia y participación ac­ consagrados por el sacramento del Or­
tiva de los fieles, hay que inculcar que és­ den, y cuyas funciones son determinadas
por los obispos según las tradiciones litúr­
ta debe ser preferida, en cuanto sea posi­
ble, a una celebración individual y casi pri­ gicas y las necesidades pastorales. “ Los
vada” (SC 27). acólitos, lectores, comentadores y los que
pertenecen a la ‘schola cantorum’ desem­
1141. La asamblea que celebra es la co­ peñan un auténtico ministerio litúrgico”
munidad de los bautizados que “ por el (SC 29).
nuevo nacimiento y por la unción del Espí­
ritu Santo, quedan consagrados como ca­ 1144. Así, en la celebración de los sacra­
sa espiritual y sacerdocio santo para que mentos, toda la asamblea es “liturgo” , ca­
ofrezcan a través de todas las obras pro­ da cual según su función, pero en “la uni­
pias del cristiano, sacrificios espirituales” dad del Espíritu” que actúa en todos. En
(LG 10). Este “sacerdocio común” es el de las celebraciones litúrgicas, cada cual, mi­
Cristo, único Sacerdote, participado por nistro o fiel, al desempeñar su oficio, hará
todos sus miembros (cf. LG 10; 34; PO 2): todo y sólo aquello que le corresponde
según la naturaleza de la acción y las nor­
La Madre Iglesia desea ardientemente
mas litúrgicas” (SC 28).
que se lleve a todos los fieles a aquella
paiLcipación plena, consciente y activa
en las celebraciones litúrgicas que exige II. ¿Cómo celebrar?
la naturaleza de la liturgia misma y a la
cual tiene derecho y obligación, en virtud Signos y símbolos
del bautismo, el pueblo cristiano “linaje
escogido, sacerdocio real, nación santa, 6347
pueblo adquirido” (1P 2, 9; cf. 2, 4-5) 11-,5. Ur.a celebración sacramental esta
(SC 14). tejida de signos y de símbolos. Según la

1665
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

pedagogía divina de la salvación, su signi­ 1150. Signos de la Alianza. El pueblo ele­


ficación tiene su raíz en la obra de la crea­ gido recibe de Dos signos y s.mbolos dis­
ción y en la cultura humana, se perfila en tintivos que marcan su vida litúrgica: no
los acontecimientos de la Antigua Alianza son ya solamente celebraciones de ciclos
y se revela en plenitud en la persona y la cósmicos y de acontecimientos sociales,
obra de Cristo. sino signos de la Alianza, símbolos de las
grandes acciones de Dios en favor de su
1146. Signos del mundo de los hombres. pueblo. Entre estos signos litúrgicos de la
En la vida humana, signos y símbolos Antigua Alianza se puede nombrar la cir­
ocupan un lugar importante. El hombre,
cuncisión, la unción y la consagración de
siendo un ser a la vez corporal y espiritual,
reyes y sacerdotes, la imposición de ma­
empresa y percioe las realidades espiritua­
nos, los sacrificios, y sobre todo la pas­
les a través de signos y de símbolos mate­
cua. La Iglesia ve en nstos signos una pre­
riales. Como ser social, el hombre necesi­
figuración de los sacramentos de la Nueva
ta signos y símbolos para comunicarse
Alianza.
con los demás, mediante e1lenguaje, ges­
tos y acciones. Lo mismo sucede en su 1151. Signos asumidos por Cristo. En su
relación con Dios. predicación, el Señor Jesús se sirve con
frecuencia de los signos de la Creación
1147. Dios habla al hombre a través de la
para dar a conocer los misterios el Reino
creación visible. El cosmos material se
presenta a la inteligencia del hombre para de Dios (cf. Le 8,10). Real;za sus curacio­
que vea en él las huellas de su Creador nes o subraya su predicación por medio
(cf. Sb 13, 1; Rm 1,19-20; Hch 14,17). La de signos materiales o gestos simbólicos
luz y la noche, el viento y el fuego, el agua (cf. Jn 9, 6; Me 7, 33-35; 8, 22-25). Da un
y la tierra, el árbol y los frutos hablan de sentiao nuevo a los hechos y a los signos
Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su de la Antigua Alianza, sobre todo al Éxodo
proximidad. y a la Pascua (ct. Le 9, 31; 22, 7-20) por­
que él mismo es el sentido de todos esos
1148. En cuanto creaturas, estas realida­ signos.
des sensibles pueden llegar a ser lugar dQ
expresión de la acción de Dios que santifi­ 1152. Signos sacramentales. Desee Pen­
ca a los hombres, y de la acción de los tecostés, el Espíritu Santo realiza la santi­
hombres que rinden su culto a Dios. Lo ficación a través de los signos sacramen­
mismo sucede con los signos y símbolos tales de su Iglesia. Los sacramentos de la
de la vida social de los hombres: lavar y Iglesia no anulan sino purifican e integran
ungir, partir el pan y compartir la copa toda la riqueza oe los signos y de los sím­
pueden expresar la presencia santificante bolos del cosmos y de la vida social. Aún
da Dios y la gratitud del hombre hacia su más, cumplen los tipos y las figuras de la
Creador. Antiyua Alianza, significan y realizan la
salvación obrada por Cristo, y prefiguran y
1149. Las graneas religiones de la huma­ anticipan la gloria del cielo.
nidad atestiguan, a menudo de forma im­
presionante, este sentido cósmico y sim­
bólico de los ritos religiosos. La liturgia de Pa.abras y acciones
la Iglesia presupone, integra y santifica
elementos de la creación y de la cultura £34£
humana con'iriéndoles la c':gnidad de sig­ 1153. Toda celebración sacramental es
nos de la gracia, de la c eación nueva en un encuentro de los hijos de Dos con su
Jesucristo. Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo,

1666
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

este encuentro se expresa como un diálo­ pirados, con frecuencia acompañados de


go a través ae acciones y de pa'abras. instrumentos musicales, estaban ya estre­
Ciertamente, las acciones sirr,bélicas son chamente ligados a las celebraciones li­
ya un lenguaje, pero es preciso que la Pa­ túrgicas de 'a Antigua Alianza. La Iglesia
labra de Dios y la respuesta de fe acom­ coniinúa y desarrolla esta tradición: ‘ Reci­
pañen y vivifiquen estas acciones, a fin de tad entre vosotros salmos, himnos y cánti­
que la serrina del Reino dé su fruto en la cos inspirados; cantad y salmodiad en
tierra buena. Las acciones litúrgicas signi­ vuestro corazón al Señor” (Ef 5,19; cf. Col
fican lo que expresa la Palabra de Dios: a 3,16-17). “El que canta ora dos veces” (S.
la vez la iniciativa gratuita de Dios y la res­ Agustín, sal. 72,1).
puesta de fe de su pueblo.
1157. El canto y la música cumplen su
1154. La liturgia de la Palabra es parte in­ función de signos de una manera tanto
tegrante de las celebraciones sacramen­ más significativa cuanto “más estrecha­
tales. Para nutrir ia fe de los fieles, los sig­ mente estén vinculadas a la acción litúrgi­
nos de la Palabra de Dios deben ser pues­ ca” (SC 112), según tres criterios principa­
tos de relieve: el libro de la Palabra (lec- les: la belleza expresiva de la oración, la
cionario o evangeliario), su veneración participación unánime de la asamblea en
(procesión, incienso, luz), el lugar de su ¡os momentos previstos y el carácter so­
anuncio (ambón), su lectura audible e inte­ lemne de la celebración. Participan así de
ligible, la homilía del ministro, !a cual pro­ ia finalidad de las palabras y de las accio­
longa su proclamación, y las respuestas nes litúrgicas: la gloria de Dios y la santifi­
de la asamblea (aclamaciones, salmos de cación de los fieles (cf. SC 112):
meditación, letanías, confesión de fe...).
¡Cuánto lloré al oír vuestros himnos y
cánticos, fuertemente conmovido por las
1155. La palabra y la acción litúrgica, in-
voces de vuestra Iglesia, que suavemente
disociables en cuanto signos y enseñan­
cantaba! Entraban aquellas voces en mis
za, lo son también en cuanto que realizan
oídos, y vuestra verdad se derretía en mi
¡o que significan. El Espíritu Santo, al sus­
corazón, y con esto se inflamaba el afecto
citar la fe, no solamente p 'ocura una inte­
de piedad, y corrían las lágrimas, y me iba
ligencia de la Palabra de Dios suscitando
bien con ellas (S. Agustín, Conf. IX, 6,14).
la fe, sino que también mediante los sa­
cramentos realiza las ‘ maravillas” de Dios
1158. La armonía de los signos (canto,
que son anunciadas por la misma Palabra:
música, palabras y acciones) es tanto más
hace presente y comunica ia obra del Pa­
expresiva y fecunda cuanto más se expre­
dre realizada por el Hijo amado.
sa en la riqueza cultural propia del pueblo
de Dios que celebra (cf. SC 119). Por eso
Canto y música “foméntese con empeño el canto religioso
popular, de modo que en los ejercicios
634S piadosos y sagrados y en las mismas ac­
1156. “La tradición musical de la iglesia ciones litúrgicas”, conforme a las normas
universal constituye un tesoro de valor de la Iglesia “resuenen las voces de los
inestimable que sobresale entre las de­ fieles” (SC 118). Pero “los textos destina­
más expresiones artísticas, principalmen­ dos al canto sagrado deben estar de
te porque el canto sagrado, unido a las acuerdo con la doctrina católica; más aún,
palabras, constituye una parte necesaria o deben tomarse principalmente de ia Sa­
integral de la liturgia solemne” (SC 112). grada Escritura y de las fuentes litúrgicas”
La composición y el canto de Salmos ins­ (SC 121).

1667
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Imágenes sagradas sacramental. A través de sus iconos, es el


hombre “a imagen de Dios', finalmente
6350 transfigurado a su semejanza” (cf. Rm 8,
1159. La imagen sagrada, el icono litúrgi­ 29; 1Jn 3, 2), quien se revela a nuestra fe,
co, representa principalmente a Cristo. No e incluso los ángeles, recapitulados tam­
puede representar a Dios invisible e in­ bién en Cristo:
comprensible; la Encarnación del Hijo de Siguiendo la enseñanza divinamente
Dios inauguró una nueva “economía” de inspirada de nuestros santos Padres y la
las imágenes: tradición de la Iglesia católica (pues reco­
En otro tiempo, Dios, que no tenía nocemos ser del Espíritu Santo que habita
cuerpo ni figura no podía de ningún modo en ella), definimos con toda exactitud v
ser representado con una imagen. Pero cuidado que las venerables y santas imá­
ahora que se ha hecho ver en la carne y genes, como también la imagen de la pre­
que ha vivido con los hombres, puedo ha­ ciosa y vivifeante cruz, tanto las paitadas
cer una imagen de lo que he visto de como las de mosaico u otra materia con­
Dios...con el rostro descubierto contem­ veniente, se expongan en las santas igle­
plamos la gloria del Señor (S. Juan Da- sias de Dios, en los vasos sagrados y or­
masceno, imag. 1,16). namentos, en las paredes y en cuadros,
en las casas y en los caminos: tanto las
1160. La iconografía cristiana transcribe imágenes de nuestro Señor Dios y Salva­
mediante la imagen el mensaje evangélico dor Jesucristo, como las de nuestra Seño­
que la Sagrada Escritura transmite me­ ra inmaculada la santa Madre de Dios, de
diante la palabra. Imagen y Palabra se es­ los santos ángeles y de todos los santos y
clarecen mutuamente: justos (Ce. de Nicea II: DS 600).
Para expresar brevemente nuestra
1162. “La belleza y el color de las imáge­
profesión de fe, conservamos todas las
nes estimulan mi oración. Es una fiesta
tradiciones de la Iglesia, escritas o no es­
para mis ojos, del mismo modo que el es­
critas, que nos han sido transmitidas sin
pectáculo del campo estimula mi corazón
alteración. Una de ellas es la representa­
para dar gloria a Dios’ (S. Juan Damasce-
ción pictórica de las imágenes, que está
no, imag. 127). La contemplación de las
de acuerdo con la predicación de la histo­
sagradas imágenes, unida a la meditación
ria evangélica, creyendo que, verdadera­
de la Palabra de Dios y al canto de los
mente y no en apariencia, el Dios Verbo se
himnos litúrgicos, forma parte de la armo­
hizo carne, lo cual es tan útil y provecho­
nía de los signos de la celebración para
so, porque las cosas que se esclarecen
que el misterio celebrado se grabe en la
mutuamente tienen sin duda una significa­
memoria del corazón y se exprese luego
ción recíproca (Ce. de Nicea .I, año 787:
en la vida nueva de los fieles.
COD 111).

1161. Todos ios signos de la celebración III. ¿Cuándo celebrar?


litúrgica hacen eferencia a Cristo: tam­
bién las imágenes sagradas de la Santísi­ El tiempo litúrgico
ma Madre de Dios y de los santos. Signifi­
can, en efecto, a Cristo que es glorificado 035-
en ellos. Manifiestan “la nube de testigos” 1163. “La santa Madre Iglesia considera
(Hb 12, 1) que continúan partió,pando en que es su deber celebrar la obra de salva­
la salvación del mundo y a los que esta­ ción de su divino Esposo con un sagrado
mos unidos, sobre todo en la celebración recuerdo, en días determinados a través

1668
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

del año. Cada semana, en el día que llamó El día del Señor
‘del Señor’, conmemora su resurrección,
que una vez al año celebra también, junto 6352
con su santa pasión, en la máxima solem­ 1166. “ La Iglesia, desde la tradición
nidad de la Pascua. Además, en el círculo apostólica que tiene su origen en el mis­
del año desarrolla todo el misterio de Cris­ mo día de la resurrección ce Cristo, cele­
to... Al conmemorar así los misterios de la bra el misterio pascual cada ocho días, en
redención, abre la riqueza de las virtudes el día que se llama con razón ‘día del Se­
y de los méritos de su Señor, de modo ñor’ o domingo” (SC 106). El día de la Re­
que se los hace presentes en cierto modo, surrección de Cristo es a la vez el “primer
durante todo tiempo, a los fieles para que día de la semana” , memorial de' primer
los alcancen y se llenen de la gracia de la día de la creación, y el “octavo día” en que
salvaron” (SC 102). Cristo, tras su “ ;eposo” del gran Sabbat,
inaugura el Día “que hace el Señor” , el
1164. El pueblo de Dios, desde la ley mo­ “día que no conoce ocaso” (Liturgia bi-
saica, tuvo fiestas fijas a partir de la Pas­ zantma). El “banquete del Señor” es su
cua, para conmemorar las acciones mara­ centro, porque es aquí donde toda la co­
villosas del Dios Salvador, para darle gra­ munidad de los fieles encuentra al Señor
cias por ellas, perpetuar su recuerdo y en­ resucitado que los invita a su banquete
señar a las nuevas generaciones a confor­ (cf. J n 2 1 ,12; Le 24, 30):
mar con ellas su conducta. En el tiempo El día del Señor, el día de ¡a Resu¡ Lec­
de la Iglesia, situado entre la Pascua de ción, el día de los cristianos, es nuestro
Cristo, ya realizada una vez por todas, y día. Por eso es llamado día del Señor: por­
su consumación en el Reino de Dios, la li­ que es en este día cuando el Señor subió
turgia celebrada en días fijos está toda ella victorioso junto al Padre. Si los paganos lo
impregnada por la novedad del Misterio llaman día del sol, también lo hacemos
de Cristo. con gusto; porque hoy ha amanecido la
luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de
1165. Cuando la Iglesia celebra el Miste­ justicia cuyos rayos traen la salvación (S.
rio de Cristo, hay una palab.a que jalona Jerónimo, pasch.).
su oración: ¡Hoy!, como eco de la oración
que le enseñó su Señor (Mt 6, 11) y de la 1167. El domingo es el día por excelencia
llamada del Espíritu Santo (Hb 3, 7-4, 11; de la Asamblea litúrgica, en que los fieles
Sal 95, 7). Este “ hoy” del Dios vivo al que “deben reunirse para, escuchando la pala­
el hombre está llamado a entrar, es la “ Ho­ bra de Dios y participando en la Eucaris­
ra” de la Pascua de Jesús que es eje de tía, recordar la pasión, la resurrección y la
toda la historia humana y la guía: gloria del Señor Jesús y dar gracias a
La vida se ha extendido sobre todos Dios, que los ‘hizo renacer a la esperanza
los seres y todos están llenos de una am­ viva por la resurrección de Jesucristo de
plia :uz: el O: tente de los onentes invade el entre los muertos’” (SC 106):
universo, y el que existía “antes del lucero Cuando meditamos, oh Cristo, las ma-
ce la mañana” y antes de todos los astros, ravi"as que fueron realizadas en este día
inmortal e inmenso, el gran Cristo brilla de. domingo de tu santa Resurrección,
sobre todos los serec más que el sol. Por decimos: Bendito es el día del domingo,
eso, para nosouas que creemos en él, se porque en éi tuvo comienzo la Creación.,
instaura un día de uz, largo, eterno, que .la salvación del mundo...la renovación del
no se extingue: la Pascua mística (S. Hi­ género humano...en él el cielo y la tierra se
pólito, pase. i-2). regocijaron y el universo entero quedó lle-

1669
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIARO

.10 de luz. Bendito es el día del domingo, Iglesias buscan hoy un acuerdo, para lle­
porque en él fueron abiertas las puertas gar de nuevo a celebrar en una fecha co­
del paraíso para que Adán y todos los mún el día de la Resurrección del Señor.
desterrados entraran en él sin temor
(Fanqíth, Oficio siriaco de Antioquia, vol 6, 1171. El año litúrgico es el desarrollo de
1a parte del verano, p.193b). los diversos aspectos dei único misterio
pascual. Esto vale muy particularmente
para el ciclo de las fiestas en torno al Mis­
El año litúrgico terio de la Encarnación (Anunciación, Na­
vidad, Epifanía) que conmemoran el co­
5353
mienzo de nuestra salvación y nos comu­
1168. A partir del “Triduo Pascual” , como nican las primicias del misterio de Pascua.
de su fuente de luz, el tiempo nuevo de la
Resurrección llena todo el año litúrgico
El santoral en el año litúrgico
con su resplandor. De esta fuente, por to­
das partes, el año entero queda transfigu­
6364
rado por la Liturgia. Es realmente “año de
1172. “En la celebración de este círculo
gracia del Señor” (cf. Le 4,19). La Econo­
anual de los misterios de Cristo, la santa
mía de la salvación actúa en el marco del
Iglesia venera con especial amor a la bie­
tiempo, pero desde su cumplimiento en la
naventurada Madre de Dios, la Virgen Ma­
Pascua de Jesús y la efusión del Espíritu
ría, unida con un vínculo indisoluble a la
Santo, el fin de la historia es anticipado,
obra salvadora de su Hijo; en ella mira y
como pregustado, y el Reino de Dios
exalta el fruto excelente de la redención y
irrumpe en el tiempo de la humanidad.
contempla con gozo, como en una ima­
1169. Por ello, la Pascua no es simple­ gen purísima, aquello que ella misma, to­
mente una fiesta entre otras: es la “ Fiesta da entera, desea y espera ser” (SC 103).
de las fiestas", “Solemnidad de las solem­
1173. Cuando la Iglesia, en el ciclo anual,
nidades” , como la Eucaristía es el Sacra­
hace memoria de los mártires y los demás
mento de los sacramentos (el gran sacra­
santos “ proclama el misterio pascual
mento). S. Atanasio la llama “el gran do­
cumplido en ellos, que padecieron con
mingo” (Ep. fest. 329), así como la Sema­
Cristo y han sido glorificados con El; pro­
na santa es llamada en Oriente “la gran
pone a los fieles sus ejemplos, que atraen
semana” . El Misterio de la Resurrección,
a todos por medio de Cristo al Padre, y
en el cual Cristo ha aplastado a la muerte,
por sus méritos implora los beneficios di­
penetra en nuestro viejo tiempo con su
vinos” (SC 104; cf. SC 108 y 111).
poderosa energía, hasta que todo le esté
sometido.
La Liturgia de las Horas
1170. En el Concilio de Nicea (año 325)
todas las Iglesias se pusieron de acuerdo ©355
para que la Pascua cristiana fuese cele­ 1174. El Misterio de Cristo, su Encarna­
brada el domingo que sigue al plenilunio ción y su Pascua, que celebramos en la
(14 del mes de Nisán) después del equi­ Eucaristía, especialmente en la Asamblea
noccio de primavera. Por causa de los di­ dominical, penetra y transfigura el tiempo
versos métodos utilizados para calcular el de cada día mediante la celebración de la
14 del mes de Nisán, en las Iglesias de Liturgia de las Horas, “el Oficio divino” (cf.
Occidente y de Oriente no siempre coinci­ SC IV). Esta celebración, en fidelidad a las
de la fecha de la Pascua. Por eso, dichas recomendaciones apostólicas de “orar sin

1670
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. l A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

cesar (1Ts 5,17; Ef 6,18), “está estructu­ los troparios que le siguen), y, a ciertas
rada de tal manera que la alabanza de Horas, las lecturas de los Padres y maes­
Dios consagra el curso entero del día y de tros espirituales, revelan más profunda­
la noche” (SC 84). Es “la oración pública mente el sentido d d Misterio celebrado,
de la Iglesia” (SC 98) en la cual los fieles ayudan a la inteligencia de los salmos y
(clérigos, religiosos y laicos) ejercen el sa­ preparan para la oración silenciosa. La
cerdocio real de los bautizados. Celebra­ lectio divina, en la que la Palabra de Dios
da “según la forma aprobada” por la Igle­ es leída y meditada para convertirse en
sia, la Liturgia de las Horas “realmente es oración, se enraíza así en la celebración li­
la voz de la misma Esposa la que habla al túrgica.
Esposo; más aún, es la oración de Cristo,
con su mismo Cuerpo, al Padre” (SC 84). 1178. La Liturgia de las Horas, que es
como una prolongación de la celebración
1175. La Liturgia de las Horas está lla­ eucarística, no excluye sino acoge de ma­
mada a ser la oración de todo el Pueblo nera complementaria las diversas devo­
de Dios. En ella, Cristo mismo “sigue ciones del Pueblo de Dios, particularmen­
ejerciendo su función sacerdotal a través te la adoración y el culto del Santísimo Sa­
de su Iglesia” (SC 83); cada uno participa cramento.
en ella según su lugar propio en la Iglesia
y las circunstancias de su vida: los sacer­
dotes en cuanto entregados al ministerio IV. ¿Dónde celebrar?
pastoral, porque son llamados a perma­
6366
necer asiduos en la oración y el servicio
de la Palabra (cf. SC 86 y 96; PO 5); los 1179. El culto “ en espíritu y en verdad”
religiosos y religiosas por el carísma de (Jn 4, 24) de la Nueva Alianza no está liga­
su vida consagrada (cf. SC 98); todos los do a un lugar exclusivo. Toda la tierra es
fieles según sus posibilidades: “ Los pas­ santa y ha sido confiada a los hijos de los
tores de almas debe procurar que las Ho­ hombres. Cuando los fieles se reúnen en
ras principales, sobre todo las Vísperas, un mismo lugar, lo fundamental es que
los domingos y fiestas solemnes, se cele­ ellos son las “piedras vivas: , reunidas pa­
bren en la Iglesia comunitariamente. Se ra “la edificación de un edificio espiritual”
recomienda que también los laicos recen (1P 2, 4-5). El Cuerpo de Cristo resucitado
el Oficio divino, bien con los sacerdotes o es el templo espiritual de donde brota la
reunidos entre sí, e incluso solos” (SC fuente de agua viva. Incorporados a Cristo
100). por el Espíritu Santo, “somos el templo de
Dios vivo” (2Co 6, 16).
1176. Celebrar la Liturgia de las Horas
exige no solamente armonizar la voz con 1180. Cuando el ejercicio de la libertad
el corazón que ora, sino también “adquirir religiosa no es impedido (cf. DH 4), los
una instrucción litúrgica y bíblica más rica cristianos construyen editicios destinados
especialmente sobre los salmos” (SC 90). al culto divino. Estas iglesias visibles no
son simples lugares de reunión, sino que
1177. Los signos y las letanías de la Ora­ significan y manifiesian a la Iglesia que vi­
ción de las Horas insertan la oración de ve en ese lugar, morada de Dios con los
los salmos en el tiempo de la Iglesia, ex­ hombres reconciliados y unidos en Cristo.
presando el simbolismo del momento del
día, del tiempo litú. gico o de la fiesta cele­ 1181. “ En la casa de oración se celebra y
brada. Además, la lectura de la Palabra de se reserva la sagrada Eucaristía, se reúnen
Dios en cada Hora (con los responsorios y los fieles y se venera para ayuda y consue­

1671
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

lo de los fieles la presencia del Hijo de 1185. La reun.ón del pueblo de Dios co­
Dios, nuestro Salvador, ofrecido por noso­ mienza por e1Bautismo; por tanto, el tem­
tros en el altar del sacrificio. Debe ser her­ plo debe tener lugar apropiado para la ce­
mosa y apropiada para la oración y para lebración del Bautismo y favorecer el re­
las celebraciones sagradas” (PO 5; cf. SC cuerdo de las promesas del bautismo
122-127). En esta “casa de Dios”, la ver­ (agua ¿endita).
dad y la armonía de ios signos que la cons­ La renovación de la vida bautismal ex'. ■
tituyen deben manifestar a Cristo que está ge la penitencia. Por tanto el templo debe
presente y actúa en este lugar (cf. SC 7): estar preparado para que se pueda expre­
sar el arrepentinfento y la recepción del
1182. El altar de la Nueva Alianza es la perdón, lo cual exige asimismo un lugar
Cruz del Señor (cf. Hb 13, 10), de la que apropiado.
manan los sacramentos del Misterio pas­
El templo también debe ser un espacio
cual. Sobre el altar, que es el centro de la
que invite al recogimiento y a la oración si­
Iglesia, se hace presente el sacrificio de .'a
lenciosa, que prolonga e interioriza la gran
cruz bajo los signos sacramentales. El al­
plegai ¡a de la Eucaristía.
tar es también la mesa del Señor, a la que
el Pueblo de Dios es invitado (cf. IGMR
1186. Finalmente, el templo tiene una
259). En algunas liturgias orientales, el al­ significación escatológica. Para entrar en
tar es también símbolo del sepulcro (Cris­ la casa de Dios ordinariamente se fran­
to murió y resucitó verdaderamente). quea un umbral, símbolo del paso desde
el mundo herido por el pecado al mundo
1183. El tabernáculo debe estar situado de la vida nueva al que todos los hombres
“dentro de las iglesias en un lugar de los son llamados. La Iglesia visible simboliza
más dignos con el mayor honor” (MF). La la casa paterna hacia la cual el pueblo de
nobleza, la disposición y la seguridad del Dios está en marcha y donde el Padre
tabernáculo eucarístico (SC 128) deben “enjugará toda lágrima de sus ojos” (Ap
favorecer la adoración del Señor realmen­ 21, 4). Por eso también la Iglesia es la ca­
te presente en c1 Santísimo Sacramento sa de todos los hijos de Dios ampliamente
del altar. abierta y acogedora.
El Santo Crisma (Myron), cuya unción
es signo sacramental del sello del don del
Espíritu Santo, es tradicionalmente con­ RESUMEN
servado y vererado en un lugar seguro del 6357
santuario. Se puede colocar junto a él el
1187. La Liturgia es la obra de Cristo to­
óleo de los catecúmenos y el de los enfer­
tal, Cabeza y Cuerpo. Nuestio Si'mo Sa­
mos.
cerdote !a celebra sin cesar en la Liturgia
1184. La sede del obispo (cátedra) o c'el celestial, con la santa Madre de Dios, los
Aoóstolec, todos los santos y la muche­
sacerdote debe significar su oficio de
dumbre de seres humanos que han entra­
presidente de la asamblea y director de la
do ya en el Reino.
oración” (IGMR 271).
El ambón: "La dignidad de la Palabra 1188. En una celebración litúrgica, toda
de Dios exige que en la iglesia ha'a un si­ la asamblea es “liturgo", cada cual según
tio reservado para su anuncio, hacia el cu función. El sacerdocio bautismal es el
que, durante la liturgia de la Palabra, se sacerdocio de todo el Cuerpo de Cristo.
vuelva espontáneamente la atención de Pero algunos fieles son ordenados por el
los fieles” (IGMR 272). sacramento del Orden sacerdotal para r -

1672
5 - CATECISMO DE LA IGLESU CATÓLICA. "LA. CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

presentar a Cristo como Cabeza del de la Encarnación y la Navidad hasta la


Cuerpo. Ascensión, Pentecostés y la expectativa
de la dichosa esperanza y venida del Se­
1189. La celebración litúrgica comprende ñor ' (SC 102).
signos y símbolos que se re. ¡eren a la cre­
ación (luz, agua, fuego), a la vida humana 1195. Haciendo memoria de los santos,
(lavar, ungir, partir el pan) y a la historia de en primer lugar de la santa Madre de Dios,
la salvación (los ritos de la Pascua). Inser­ luego de loo Apóstoles, los mártires y los
tos en el mundo de la fe y asumidos por la otros santos, en días fijos del año litúrgico,
fuerza del Espíritu Santo, estos elementos la Iglesia de la tierra manifiesta que está
cósmicos, estos ritos humanos, estos ges­ unida a la liturgia del cielo; glorifica a Cris­
tos del recuerdo de Dios se hacen porta­ to por haber realizado su salvación en sus
dores de la acción salvífica y santificadora miembros glorificados; su ejemplo la esti­
de Cristo. mula en el camino hacia el Padre.
1190. La Liturgia de la Palabra es una
1196. Los fieles que celebran la Liturgia
parte integrante de la celebración. El sen­
de las Horas se unen a Cristo, nuestro Su­
tido de la celebración es expresado por la
mo Sacerdote, por la oración de los sal­
Palabra de Dios que es anunciada y por el
mos, la mediación de la Palabra de Dios,
compromiso de la fe que responde a ella.
de los cánticos y de las bendiciones, a fin
1191. El canto y la música están en estre­ de ser asociados a su oración incesante y
cha conexión con la acción litúrgica. Crite­ universal que da gloria al Padre e implora
rios para un uso adecuado de ellos son: la el don del Espíritu Santo sobre el mundo
belleza expresiva de la oración, la partici­ entero.
pación unánime de la asamblea, y el ca-
lácter sagrado de la celebración. 1197. Cristo es el verdadero Templo de
Dios, “el lugar donde reside su gloria"; por
1192. Las imágenes sagradas, presentes la grac¡a de Dios los cristianos son tam­
en nuestras iglesias y en nuestras casas, bién templos del Espíritu Santo, piedras
están destinadas a despertar y alimentar vivas con las que se construye la Iglesia.
nuestra fe en el misterio de Cristo. A tra­
vés del icono de Cristo y de sus obras de 1198. En su condición terrena, la Iglesia
salvación, es a él a quien adoramos. A tra­ tiene necesidad de lugares donde la co­
vés de las sagradas imágenes de la Santí­ munidad pueda reunirse: nuestras iglesias
sima Madre de Dios, de los ángeles y de visibles, lugares santos, imágenes de la
los cantos, veneramos a quienes en ellas Ciudad santa, la Jerusalén celestial hacia
son representados. la cual caminamos como pereg.inos.

1193. El domingo, "día del Señor”, es el 1199. En estos templos, la Iglesia cele-
día principal de la celebración de la Euca­ b. a el culto público para gloria de 'a San­
ristía perqué es el día de la Resurrección.
tísima Trinidad; en ellos escucha la Pa'a-
Es el día de la Asamblea litúrgica por ex­
bra de Dios y canta sus alabanzas, eleva
celencia, el día de la lamina cristiana, el día
su oración y ofrece el Sacrificio de Cristo,
del gozo y de descanso del trabajo. El es
sacramentaJmente presente en medio de
fundamento y núcleo de todo e1año litúr­
ia asamblea. Estas iglesias son también
gico” (SC 106).
lugares de recogimiento y de oración per­
1194. La Iglesia, “en el círculo del año sonal.
desarrolla todo el misterio de Cristo, des­

1673
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Artículo 2 latino (principalmente el rito romano, pero


también los ritos de algunas iglesias loca­
DIVERSIDAD LITÚRGICA Y UNIDAD
DEL MISTERIO les como el rito ambrosiano, el rito híspá-
nico-visigótico o los de diversas órdenes
Tradiciones litúrgicas y catolicidad de ia religiosas) y los ritos bizantino, alejandrino
Iglesia o copto, siriaco, armenio, maronita y cal­
deo. “ El sacrosanto Concilio, fiel a la Tra­
6358 dición, declara que la santa Madre Iglesia
1200. Desde la primera comunidad de concede igual derecho y honor a todos los
Jerusalén hasta la Parusía, las Iglesias de ritos legítimamente reconocidos y quiere
Dios, fieles a la fe apostólica, celebran en que en el futuro se conserven y fomenten
todo lugar el mismo .Viisterio pascual. El por todos los medios” (SC 4).
Misterio celebrado en la liturgia es uno,
pero las formas de su celebración son di­ Liturgia y culturas
versas.
F359
1201. La riqueza insondable del Misterio
1204. Por tanto, la celebración de la litur­
de Cristo es tal que ninguna tradición litúr­
gia debe corresponder al genio y a la cul­
gica puede agotar su expresión. La histo­
tura de los diferentes pueblos (cf. SC 37-
ria del nacimiento y del desarrollo de estos
40). Para que el Misterio de Cristo sea
ritos testimonia una maravillosa comple-
“dado a conocer a todos los gentiles para
mentariedad. Cuando las iglesias han vivi­
obediencia de la fe” (Rm 16, 26), debe ser
do estas tradiciones litúrgicas en comu­
anunciado, celebrado y vivido en todas
nión en la fe y en los sacramentos de la fe,
las culturas, de modo que estas no son
se han enriquecido mutuamente y crecen
abolidas sino rescatadas y realizadas por
en la fidelidad a la tradición y a la misión
común a toda la Iglesia (cf. EN 63-64). él (cf. CT 53). La multitud de los hijos de
Dios, mediante su cultura humana propia,
1202. Las diversas tradiciones litúrgicas asumida y transfigurada por Cristo, tiene
nacieron por razón misma de la misión de acceso al Padre, para glorificarlo en un
la Iglesia. Las Iglesias de una misma área solo Espíritu.
geográfica y cultural llegaron a celebrar el
Misterio de Cristo a través de expresiones 1205. “ En la liturgia, sobre todo en ia de
particulares, culturalmente tipificadas: en los sacramentos, existe una parte inmuta­
la tradición del “depósito de la fe” (2Tm 1, ble -por ser de institución divina- de la
14), en el simbolismo litúrgico, en la orga­ que la iglesia es guardiana, y partes sus­
nización de la comunión fraterna, en la in­ ceptibles de cambio, que ella tiene el po­
teligencia teológica de los misterios, y en der, y a veces incluso el deber, de adaptar
tipos de santidad. Así, Cristo, Luz y Salva­ a las culturas de los pueblos recientemen­
ción de todos los pueblos, mediante la vi­ te evangelizados (cf. SC 21)” (Juan Pablo
da litúrgica de una Iglesia, se manifiesta al II, Lit. Ap. “Vicesimus quintus Annus” 16).
pueblo y a la cultura a los cuales es envia­
da y en ios que se enraíza. La Iglesia es 1206. “ La diversidad litúrgica puede ser
católica: puede integrar en su unidad, pu­ fuente de enriquecimiento, puede también
rificándolas, todas las verdaderas rique­ provocar tensiones, incomprensiones re­
zas de las culturas (cf. LG 23; UR 4). cíprocas e incluso cismas. En este campo
es preciso que la diversidad no perjudique
1203. Las tradiciones litúrgicas, o ritos, a la unidad. Sólo puede expresarse en la
actualmente en uso en la Iglesia son el rito fidelidad a la fe común, a los signos sacra­
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

mentales que la Iglesia ha recibido de semejanza entre las etapas de la vida na­
Cristo, y a la comunión jerárquica. La tural y las etapas de la vida espiritual (cf.
adaptación a las culturas exige una con­ S. Tomás de A., s.th. 3, 65, ¡).
versión del corazón, y si es preciso, rup­
turas con hábitos ancestrales Incompati­ 1211. Siguiendo esta analogía se expli­
bles con la fe católica” (ibid). carán en primer lugar los tres sacramen­
tos de la iniciación cristiana (capítulo pri­
mero), luego los sacramentos de la cura­
RESUMEN
ción (capítulo segundo), finalmente, los
63SQ sacramentos que están al servicio de la
comunión y misión de los fieles (capítulo
1207. Conviene que la celebración de la
tercero). Ciertamente este orden no es el
liturgia tienda a expresarse en la cultura
único posible, pero permite ver que los
del pueblo en que se encuentra la Iglesia,
sin someterse a ella. Por otra aparte, la li­ sacramentos forman un organismo en el
turgia misma es generadora y formadora cual cada sacramento particular tiene su
de culturas. lugar vital. En este organismo, la Eucaris­
tía ocupa un lugar único, en cuanto “sa­
1208. Las diversas tradiciones litúrgicas, cramento de los sacramentos” : “todos los
o ritos, legítimamente reconocidas, por otros sacramentos están ordenados a és­
significar y comunicar el mismo Misterio te como a su fin” ($. Tomás de A., sth. 3,
de Cristo, manifiestan la catolicidad de la 65,3).
Iglesia.

1209. El criterio que asegura la unidad en CAPÍTULO PRIMERO


la pluriformidad de las tradiciones litúrgi­
cas es la fidelidad a la Tradición apostóli­ LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN
ca, es decir: la comunión en la fe y los sa­ CRISTIANA
cramentos recibidos de los Apóstoles, co­
munión que está significada y garantizada 6362
por la sucesión apostólica. 1212. Mediante los sacramentos de la
iniciación cristiana, el Bautismo, la Confir­
mación y la Eucaristía, se ponen los fun­
SEGUNDA SECCIÓN: damentos de toda vida cristiana. “ La par­
ticipación en la naturaleza divina que los
LOS SIETE SACRAMENTOS hombres reciben como don mediante la
DE LA IGLESIA gracia de Cristo, tiene cierta analogía con
el origen, el crecimiento y el sustento de la
0061 vida natural. En efecto, los fieles renaci­
1210. Los sacramentos de la Nueva Ley dos en el Bautismo se fortalecen con el
fueron instituidos por Cristo y son siete, a sacramento de la Confirmación y final­
saber, Bautismo, Confirmación, Eucaris­ mente, son alimentados en la Eucaristía
tía, Penitencia, Unción de los enfermos, con el manjar de la vida eterna, y, así por
Orden sacerdotal y Matrimonio. Los siete medio de estos sacramentos de la inicia­
sacramentos corresponden a todas las ción cristiana, reciben cada vez con más
etapas y todos los momentos importantes abundancia los tesoros de la vida divina y
de la vida del cristiano: dan nacimiento y avanzan hacia la perfección de la caridad”
crecimiento, curación y misión a la vida de (Pablo VI, Const. apost. “ Divinae consor-
fe de los cristianos. Hay aquí una cierta tium naturae” ; cf. OICA, praen. 1-2).

1675
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITURGICA POST-CONCILIAR

A rtículo 1 do” (Hb 10, 32), se convierte en hijo de la


luz” (1Ts 5, 5), y en “luz” él mismo (Ef 5, 8):
EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO
El Bautismo es el más bello y magnífi­
£3S3 co de los dones de Dios...lo llamamos
don, gracia, unción, iluminación, vestidura
1213. El santo Bautismo es el fundamen­
de mcorruptibl'idad, baño de regenera­
to de toda la vida cristiana, el pó. tico c'e la
ción, sello y toao lo más precioso que hay.
vida en el espíritu (“vitae spiritualis ¡anua’)
Don, porque es conferido a los que no
y la puerta que abre el acceso a los otros
aportan nada; gracia, porque, es dado in­
sacramentos. Por el Bautismo somos libe­
cluso a culpables; bautismo, porque el pe­
rados del pecado y regenerados como hi­
cado es sepultado en el agua; unción,
jos de Dios, llegamos a ser miembros de
porque es sagrado y real (tales son los
Cristo y somos incorporados a la Iglesia y
que son ungidos); iluminación, porque es
hechos partícipes de su misión (cf. Ce. de
luz resplandeciente; vestidura, porque cu­
Florencia: DS 1314; CDC, can 204,1; 849;
bre nuestra vergüenza; baño, porque lava;
CCE 675, 1): “Baptismus est sacramen-
sello porque nos gua da y es el signo de
tum regenerationis per aquam in verbo”
la soberanía de Dios (S. Gregorio Nacian-
(“ El bautismo es el sacramento del nuevo
ceno, Or. 40, 3-4).
nacimiento por el agua y la palabra” , Cath.
R. 2, 2, 5).
I!. El Bautismo en la economía de la
sal/ación
I. El nombre de este sacramento
Las prefiguraciones del Bautismo en la
1214. Este sacramento recibe el nombre
Antigua Alianza
de Bautismo en razón del carácter del ri­
to cemral mediante el que se celebra: QS34
bautizar (baptizein en griego) significa
1217. En la Liturgia de la Noche Pascual,
“sumergir” , “ introducir dentro del agua” ;
cuando se bendice el agua bautismal, la
la “inmersión” en el agua simboliza el ac­
Iglesia hace solemnemente memoria de
to de sepultar al catecúmeno en la muer­
los grandes acontecimientos de la historia
te de Cristo de donde sale por la resu­ de la salvación que prefiguraban ya el
rrección con El (cf. Rm 6, 3-4; Col 2, 12) misterio del Bautismo:
como “ nueva criatura” (2Co 5, 17; Ga 6,
15). ¡Oh Dios!, que realizas en tus sacra­
mentos obras admirables con tu poder in­
1215. Este sacramento es llamado tam­ visible, y de diversos modos te has servi­
bién ‘‘baño de regenei ación y de renova­ do de tu criatura el agua para significar la
ción del Espirnu Santo” (Tt 3, 5), porque gracia del bautismo (MR, V.gí.ia Pascual,
significa y realiza ese nacimiento del agua bendición del agua bautismal, 42).
y del Espíritu sin el cual “nadie puede en­
1218. Desde el origen del mundo, el
trar en el Reino de Dios” (Jn 3, 5).
agua, criatura humilde y admirable, es la
1216. “ Este baño es llamado iluminación fuente de la vida y de la fecundidad. La
porque quienes reciben esta enseñanza Sagrada Escritura dice que el Espíritu de
(catequética) su espíritu es iluminado...” Dios “se cernía” sobre ella (cf. Gn 1, 2):
(S. Justino, Apol. 1, 61, 12). Habiendo ;e- ¡Oh Dios!, cuvo espíritu, en los oríge­
cibldo en el Bautismo al Verbo, “la luz ver­ nes del mundo, se cernía sobre las aguas,
dadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1, para que ya desde entonces concibieran
9), el bautizado, “ tras haber sido ilumina­ el poder de santificar (MR, ibid).

¡67 6
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

1219. La Iglesia ha visto en el Arca ae yo os he mandado” (Mt 28, 19-20; cf. Me


Noé una prefiguración de la salvación por 16,15-16).
el bautismo. En efecto, por medio de ella
' unos pocos, es dec , ocho personas, fue­ 1224. Nuestro Señor se sometió volunta­
ron salvados a través del agua' (1P 3, 20): riamente al Bautismo de S. Juan, destina­
do a los pecadores, para cumplir toda
¡Oh Dios!, que incluso en las aguas to-
; réndales del diluvio prefiguraste el naci­ justicia” (Mt 3,15). Este gesto de Jesús es
miento de la nueva humanidad, de modo una manifestación de su “anonadamien­
que una misma agua pusiera fin al pecado to” ÍFIp 2, 7). El Espíritu que se cernía so­
y diera origen a la santidad (MR, ibid). bre las aguas de la primera creación des­
ciende entonces sobre Cristo, como pre­
1220. Si el agua de manantial simboliza ludio de la nueva creación, y el Padre ma­
la vida, el agua del mar es un símbolo de nifiesta a Jesús como su “Hijo amado” (Mt
la muerte. Por lo cual, pudo ser símbolo 3,16-17).
del misterio de la Cruz. Por este simbolis­
mo el bautismo significa la comunión con 1225. En su Pascua, Cristo abrió a todos
la muerte de Cristo. los hombres las fuentes del Bautismo. En
efecto, había hablado ya de su pasión que
1221. Sobre todo el paso del Mar Rojo, iba a sufrir en Jerusalén como de un “Bau­
verdadera liberación de Israel de la escla­ tismo" con que debía ser bautizado (Me
vitud de Egipto, es el que anuncia la libe­
10, 38; cf. Le 12, 50). La sangre y el agua
ración obrada por el bautismo:
que brotaron del costado traspasado de
¡Oh Dios!, que hiciste pasar a pie enju­ Jesús crucificado (cf. Jn 19, 34) son figu­
to por el mar Rojo a los hijos de Abraham, ras del Bautismo y de la Eucaristía, sacra­
para que el pueblo liberado de la esclavi­ mentos de la vida nueva (cf. 1Jn 5, 6-8):
tud del faraón fuera imagen de la familia desde entonces, es posible “nacer del
de los bautizados (MR, ibid). agua y del Espíritu” para entrar en el Reino
de Dios (Jn 3, 5). Considera donde eres
1222. Finalmente, el Bautismo es prefi­
bautizado, de donde viene el Bautismo:
gurado en el paso del Jordán, por el que el
de la cruz de Cristo, de la muerte de Cris­
pueblo de Dios rec,oe el don de la tierra
to. Ahí está todo el misterio: El padeció
prometida a 'a descendencia de Abraham,
por ti. En él eres rescatado, en él eres sal­
imagen de la vida eterna. La promesa de
esta herencia bienaventurada se cumple vado. (S. Ambrosio, sacr. 2, 6).
en la nueva Alianza.
El bautismo en la Iglesia
El Bautismo de Cristo
6256
SoSt 1226. Desde el día de Pentecostés la
1223. Todas las orefiguraciones de la An­ Iglesia ha celebrado y administrado el
tigua Alianza culminan en Cristo Jesús. santo Bautismo. En efecto, S. Pedro de­
Comienza su vida púolica después de ha­ clara a la multitud conmovida por su pre­
cerse bautizar por S. Juan el Bautista en el dicación: “Convertios y que cada uno de
Jordán (cf. Mt 3,13), y, después de su Re­ vosotros se haga bautizar en el nombre de
surrección, confiere esta misión a sus Jesucristo, para remisión de vuestros pe­
Apóstoles: “ Id, pues, y haced discípulos a cados; y recibiréis el don del Espíritu San­
todas !as gentes bautizándolas en el nom­ to” (Hch 2, 38). Los Apóstoles y sus cola­
bre del Padre y del H.,o y del Espíritu San­ boradores ofrecen el bautismo a q r ;en
to, y enseñándoles a guardar todo lo que crea en Jesús: judíos, hombres temerosos

1677
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

de Dios paganos (Hch 2, 41; 8,12- i 3; 10, fesión de fe, el Bautismo, la efusión del
8; 16, 15). El Bautismo aparece siempre Espíritu Santo, el acceso a la comi.-'ón
ligado a la fe: “Ten fe en e¡ Señor Jesús y eucarística.
te salvarás tú y tu casa” , declara S. Pablo
a su carcelero en Filipos. El reíalo conti­ 1230. Esta iniciación ha variado mucho a
núa: “el carcelero inmediatamente recibió lo largo ae los siglos y según las circuns­
el bautismo, él y todos los suyos” (Hch 16, tancias. En les primeros siglos de la Igle­
31-33). sia, la iniciación cristiana conoció un gran
desarrollo, con un largo periodo de cate-
1227. Según el apóstol S. Pablo, por el cumenado, y una serie de ritos preparato­
Bautismo el creyente participa en la muer­ rios que jalonaban litúrgicamente el cami­
te de Cristo; es sepultado y resucita con no de la preparación catecumenal y que
él: ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos desembocaban en la celebración de los
bautizados en Cristo Jesús, fuimos bauti­ sacramentos de la iniciación cristiana.
zados en su muerte? Fuimos, pues, con él
sepultados por el bautismo en la muerte, a 1231. Desde que el bautismo de los ni­
fin de que, al igual que Cristo fue resucita­ ños vino a ser la forma habitual de cele­
do de entre los muertos por medio de la bración de este sacramento, ésta se ha
gloria del Padre, así también nosotros vi­ convertido en un acto único que integra
vamos una vida nueva (Rm 6, 3-4; cf. Col de manera muy abreviada las etapas pre­
2, 12). Los bautizados se han “revestido vias a la iniciación cristiana. Por su natura­
de Cristo” (Ga 3,27). Por el Espíritu Santo, leza misma, el Bautismo de niños exige un
el Bautismo es un baño que purifica, san­ catecumenado postbautismal. No se trata
tifica y justifica (cf. 1Co 6,11; 12,13). sólo de la necesidad de una instrucción
posterior al Bautismo, sino del desarrollo
1228. El Bautismo es, pues, un baño de necesario de la gracia bautismal en el cre­
agua en el que la “semilla incorruptible” cimiento de la persona. Es el momento
de la Palabra de Dios produce su efecto propio de la catequesis.
vivificador (cf. 1P 1,23; Ef 5, 26). S. Agus­
tín dirá del Bautismo: “Accedit verbum ad 1232. El Concilio Vaticano II ha restaura­
elementum, et fit sacramentum” (“Se une do para la Iglesia latina, “el catecumenado
la palabra a la materia, y se hace el sacra­ de adultos, dividido en diversos grados”
mento” , ev. lo. 80, 3). (SC 64). Sus ritos se encuentran en el Or­
do initiationis christianae adultorum
(1972). Por otra parte, el Concilio ha per­
III. La celebración del sacramento de! mitido que “en tierras de misión, además
Bautismo de los elementos de iniciación contenidos
en la tradición cristiana, pueden admitirse
La iniciación cristiana también aquellos que se encuentran en
uso en cada pueblo siempre que puedan
6367
acomodarse al rito cristiano” (SC 65; cf.
1229. Desde los tiempos apostólicos, SC 37-40).
para llegar a ser cristiano se sigue un ca­
mino y una iniciación que consta de varias 1233. Hoy, pues, en todos los ritos lati­
etapas. Este camino puede ser recorrido nos y orientales la iniciación cristiana de
rápida o lentamente. Y comprende siem­ adultos comienza con su entrada en el ca­
pre algunos elementos esenciales: el tecumenado, para alcanzar su punto cul­
anuncio de la Palabra, la acogida del minante en una sola celebración de los
Evai .gelio que lleva a la conversión, la pro­ tres sacramentos del Bautismo, de la

1678
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

Confirmación y de la Eucaristía (cf. AG 14; clesís (en el momento mismo o en la no­


CDC can.851, 865, 866). En los ritos che pascual). La Iglesia pide a Dios que,
orientales la iniciación cristiana de los ni­ por medio de su Hijo, el poder del Espíritu
ños comienza con el Bautismo, seguido Santo descienda sobre esta agua, a fin de
inmediatamente por la Confirmación y la que los que sean bautizados con ella
Eucaristía, mientras que en el rito romano “ nazcan del agua y del Espíritu (Jn 3, 5).
se continúa durante unos años de cate-
quesis, para acabar más tarde con la Con­ 1239. Sigue entonces el rito esencial del
firmación y la Eucaristía, cima de su inicia­ sacramento: el Bautismo propiamente di­
ción cristiana (cf. CDC can.851, 2; 868). cho, que significa y realiza la muerte al pe­
cado y la entrada en la vida de la Santísi­
ma Trinidad a través de la configuración
La mistagogia de la celebración
con el Misterio pascual de Cristo. El Bau­
6358 tismo es realizado de la manera más signi­
ficativa mediante la triple inmersión en el
1234. El sentido y la gracia del sacramen­
agua bautismal. Pero desde la antigüedad
to del Bautismo aparece claramente en los
puede ser también conferido derramando
ritos de su celebración. Cuando se partici­
tres veces agua sobre la cabeza del can­
pa atentamente en los gestos y las pala­
didato.
bras de esta celebración, los fieles se ini­
cian en las riquezas que este sacramento 1240. En la Iglesia latina, esta triple infu­
significa y realiza en cada nuevo bautizado. sión va acompañada de las palabras del
ministro: “ N, Yo te bautizo en el nombre
1235. La señal de la cruz, al comienzo de
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” .
la celebración, señala la impronta de Cris­
En las liturgias orientales, estando el cate­
to sobre el que le va a pertenecer y signifi­
cúmeno vuelto hacia el Oriente, el sacer­
ca la gracia de la redención que Cristo nos
dote dice: “El sieuo de Dios, N. es bauti­
ha ddquirido por su cruz.
zado en el nombre del Padre, y del Hijo y
1236. El anuncio de la Palabra de Dios del Espíritu Santo” . Y mientras invoca a
ilumina con la verdad revelada a los candi­ cada persona de la Santísima Trinidad lo
datos y a la asamblea y suscita la res­ sumerge en el agua y lo saca de ella.
puesta de la fe, inseparable del Bautismo.
En efecto, el Bautismo es de un modo 1241. La unción ccn el santo crisma, óleo
particular el sacramento de la fe” por ser perfumado y consagrado por el obispo,
la entrada sacramental en la vida de fe. significa el don del Espíritu Santo al nuevo
bautizado. Ha llegado a ser un cristiano,
1237. Puesto que e' Bautismo significa la es decir, “ungido” por el Espíritu Santo, in­
liberación del pecado y de su instigador, el corporado a Cristo, que es ungido sacer­
diablo, se pronuncian uno o varios exor­ dote, profeta y rey (cf. OBP n° 62).
cismos sobre el candidato. Este es ungido
con el óleo de los catecúmenos o bien el 1242. En la liturgia de las Iglesias de
celebrante le impene la mano y el candi­ Oriente, la unción postbautismal es el sa­
dato renuncia explícitamente a Satanás. cramento de la Crismación (Confirma­
Así preparado, puede confesar la fe de la ción). En la liturgia romana, dicha unción
Iglesia, a la cual será “confiado” por el anuncia una segunda unción del santo
Bautismo (cf. Rm 6,17). crisma que dará el obispo: el sacramento
de la Confirmación que, por así decirlo,
1238. El agua bautismal es entonces “confirma” y da plenitud a la unción bau­
consagrada mediante una oración de epí- tismal.

í 679
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCIUAR

1243. La vestidura blanca simboliza que sus primeros tiempos, el Bautismo de


el bautizado se ha “revestido de Cristo” adultos es la práctica más común. El cate-
(Ga 3, 27): ha resucitado con C.isto. El ci­ cumenado (preparación para el Bautismo)
rio que se enciende en el cirio pascual, ocupa entonces un lugar importante. Ini­
significa que Cristo ha iluminado al neófi­ ciación a ia fe y a la vida cristiana, el caie-
to. En Cristo, los bautizados son “ la luz cumenado debe disponer a rec'bir el don
del mundo” (Mt 5,14; cf. Flp 2,15). de Dios en el Bautismo, la Confirmación y
El nuevo bautizado es ahora hijo de la Eucaristía.
Dios en el Hijo Único. Puede ya decir la
oración de los hijos de Dios: el Padre 1248. El catecumenado, o formación de
Nuestro. los catecúmenos, tiene por finalidad per­
mitir a estos últimos, en respuesta a la ini­
1244. La primera comunión eucarística. ciativa divina y en unión con una comuni­
Hecho hijo de Dios, revestido de la túnica dad eclesial, llevar a madurez su conver­
nupcial, el neófito es admitido “al festín de sión y su fe. Se trata de una “formación y
las bodas del Cordero” y recibe el alimen­ noviciado debidamente prolongado de 'a
to de la vida nueva, el Cuerpo y la Sangre vida cristiana, en que los discípulos se
de Cristo. Las Iglesias orientales conser­ unen con Cristo, su Maestro. Por lo tanto,
van una conciencia viva de la unidad de la hay que iniciar adecuadamente a los cate­
iniciación cristiana por lo que dan la sa­ cúmenos en el misterio de la salvación, en
grada comunión a todos los nuevos bauti­ la práctica de las costumbres evangélicas
zados y confirmados, incluso a los niños y en los ritos sagrados que deben cele­
pequeños, recordando las palabras del brarse en los tiempos sucesivos, e ntro-
Señor: “Dejad que los niños vengan a mí, ducirlos en la vida de fe, la liturgia y la ca­
no se lo impidáis” (Me 10 14). La Iglesia ridad del Pueblo de Dios” (AG 14; cf. OICA
latina, que reserva el acceso a la Sagrada 19 y 98).
Comunión a los que han alcanzado el uso
de razón, expresa cómo el Bautismo intro­ 1249. Los catecúmenos “están ya unidos
duce a la Eucaristía acercando al altar al a la Iglesia, pertenecen ya a la casa de
niño recién bautizado para la oración del Cristo y muchas veces llevan ya una vida
Padre Nuestro. de fe, esperanza y caridad” (AG 14). “La
madre Iglesia los abraza ya con amor to­
1245. La bendición solemne cierra la ce­ mándolos a sus cargo” (LG 14; cf. CDC
lebración del Bautismo. En el Bautismo de can. 206; 788, 3).
recién nacidos, la bendición de la madre
ocupa un lugar especial.
El Bautismo de niños

IV. Quién puede recibir el Bautismo -3376


1250. Puesto que nacen con una natura­
1246. “ Es capaz de recibir el bautismo
leza humana caída y manchada oor el pe­
todo ser humano, aún no bautizado, y so­
cado original, los niños necesitan también
lo él” (CDC, can. 864: CCE, can. 679).
el nuevo nacimiento en el Bautismo (cf.
DS 1514) para ser librados del poder de
El Bautismo de adultos las tinieblas y ser trasladados al dominio
de la libertad de los hijos de Dios (cf. Col
1, 12-14), a la que todos los hombres as-
1247. En los orígenes de la Iglesia, cuan­ tán llamados. La pura gratuidad de la gra­
do el anuncio del evangelio está aún en cia de la salvación se manifiesta particu­

1680
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. " L ^ CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

larmente en el bautismo de niños. Por tan­ 1255. Par? que la gracia ba' 'tismal pueda
to, la Iglesia y los padres privaban al niño desarrollarse es importante la ayuda de
de la gracia inestimable de ser hijo de los padres Ese es también el papel del
Dios si no le administraran el Bautismo padrino o de la madrina, que deben ser
poco después de su nacimiento (cf. CDC creyentes sólidos, capaces y prestos a
can. 867; CCE, can. 681; 686,1). ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto,
en su camino de ia vida cristiana (cb CDC
1251. Los padres cristianos deben reco­ can. 872-874). Su tarea es una verdadera
nocer que esta práctica corresponde tam­ función eclesial (officium\ cf. SC 67). Toda
bién a su misión de alimentar la v,da que la comunidad eclesial participa de la res­
Dios les ha confiado (cf. LG 11; 41; GS 48; ponsabilidad de desarrollar y guardar la
CDC can. 868). gracia recibida en el Bauhsmo.

1252. La práctica de bautizar a los niños


pequeños es una tradición inmemorial de V. Quién puede bautizar
la Iglesia. Está atestiguada explícitamente
desde el siglo I' Sin embargo, es muy po- S372
s.ble que, desde el comienzo de la predi­ 1256. Son ministros ordinarios del Bau­
cación apostólica, cuando “casas” ente­ tismo el obispo y el presbítero y, en la Igle­
ras recibieron el Bautismo (cf. Hch 16, sia latina, también el diácono (cf. CDC,
15.33; 18, 8; 1Co 1, 16), se haya bautiza­ can. 861, § 1; CCE, can. 677,1). En caso
do también a los niños (cf. CDF, instr. cié necesidad, cualquier persona, incluso
“ Pastoralis actio” : AAS 72 [1980] 1137- no bautizada, puede bautizar (Cf. CDC
56). can. 861, § 2) si tiene la intención requeri­
da y utiliza la fórmula bautismal trinitaria.
La intención requerida consiste en querer
Fe y Bautismo
hacer lo que hace la Iglesia al bautizar. La
Iglesia ve la razón de esta posibilidad en la
£371
voluntad salvífica universal de Dios (cf.
1253. El Bautismo es el sacramento de la 1Tm 2, 4) y en la necesidad del Bautismo
fe (cf. Me 16, 16). Pero la fe tiene necesi­ para la salvación (cf. Me 16,16).
dad de la comunidad de creyentes. Sólo
en la fe de la Iglesia puede creer cada uno
de los fieles. La fe que se requiere para el VI. La necesidad del Bautismo
Bautismo no es una fe perfecta y madura,
£37?
sino un comienzo que está llamado a de­
sarrollarse. Al catecúmeno o a su padrino 1257. El Señor mismo afirma que el Bau­
se le pregunta: “ ¿Qué pides a la Iglesia de tismo es necesario para la salvación (cf.
Dios?” y él responde: “ ¡La fe!” . Jn 3, 5). Por ello mandó a sus discípulos a
anunciar el Evangelio y bautizar a todas
1254. En todos los bautizados, niños o las naciones (cf. Mt 28, 19-20; cf. DS
adultos, la fe debe crecer después de' 1618; LG 14; AG 5). El Bautismo es nece-
Bautismo. Por eso, la Iglesia celebra cada sai.o para la salvación en aquellos a los
año en la noche pascual la renovación de que el Evangelio ha sido anunciado y han
las promesas del Bautismo. La piepara- terido la posibilidad de pedir este sacra­
ción al Bau’.ismo sólo conduce al umbral mento (cf. Me 16, 16). La Iglesia no cono­
de la vida nueva. El Bautismo es la fuente ce otro medio que el Bautismo para ase­
de la vida nueva en Cristo, de la cual bro­ gurar la entrada en la bienaventuranza
ta toda la vida cristiana. eterna; por eso está obligada a no descui­

1681
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CCNCILIAR

dar !a nrvsión que ha recibido del Señor de nos permiten confiar en que haya un cami­
hacer “renacer del agua y del espíritu a no de salvación para los niños que muerer.
todos los que pueden ser bautizados. sin Bautismo. Po' esto es más apremiante
Dios ha vinculado la salvación al sacra­ aún la llamada de la Iglesia a no impedir
mento del Bautismo, pero su intervención que los niños pequeños vengan a Cristo
salvifica no queda reducida a los sacra­ por el don del santo bautismo.
mentos.

1258. Desde siempre, la Iglesia posee la Vil. La gracia del Bautismo


firme convicción de que quienes padecen
6374
la muerte por razón de la fe, sin haber re­
cibido el Bautismo, son bautizados por su 1262. Los Distintos efectos del Bautismo
muerte con Cristo y por Cristo. Este Bau­ son significados por los elementos sensi­
tismo de sangre como el deseo del Bautis­ bles del rito sacramental. La inmersión en
mo, produce los frutos del Bautismo sin el agua evoca los simbolismos de la muer­
ser sacramento. te y de la purificación, pero también los de
'a regeneración y de la renovación. Los
1259. A los catecúmenos que mueren dos efectos principales, por tanto, son la
antes de su Bautismo, el deseo explícito purificación de los pecados y el nuevo na­
de recibir el bautismo unido al arrepenti­ cimiento en el Espíritu Santo (cf. Hch 2,
miento de sus pecados y a la caridad, les 38; Jn 3. 5).
asegura la salvación que no han podido
recioir por el sacramento. Para la remisión de los pecados...

1260. “Cristo murió por todos y la voca­ 1263. Po’- el Bautismo, todos los peca­
ción última del hombre en realmente una dos son perdonados, el pecado original y
sola, es decir, la vocación divina. En con­ .odos los pecados personales así como
secuencia, debemos mantener que el Es­ todas 'as penas del pecado (cf. DS 1316).
píritu Santo ofrece a todos la posibilidad En efecto, en los que han sido regenera­
de que, de un modo conocido sólo por dos no permanece nada que les impida
Dios, se asocien a este misterio pascual” entrar en el Reino de Dios, ni el pecado de
(GS 22; cf. LG 16; AG 7) Todo hombre Adán, ni el pecado personal, ni las conse­
que, ignorando el evangelio de Cristo y su cuencias del pecado, la más grave de las
’glesia, busca la verdad y hace la voluntad cuales es la separación de Dios.
de Dios según él la conoce, puede ser sal­
vado. Se puede suponer que semejantes 1264. No obstante, en el bautizado per­
personas habrían deseado explícitamente manecen ciertas consecue' .cias tempora­
el Bautismo si hubiesen conocido su ne­ les del pecado, co. no los sufrimientos, la
cesidad. enfermedad, la muerte o las fragilidades
inherentes a la vida como las debilidades
1261. En cuanto a los n!ños muertos sin de carácter, etc., así como una :nclinación
Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos al pecado que la Tradición llama concu ■
a la misericordia divina, como hace en el piscencia, o “fomes peccati": La concu-
rito de las exequias por ellos. En efecto, la p'scencia, dejada para el combate, no
gran misericordia de Dios, que quiere que puede dañar a los que no la consienten y
tocos los hombres se salven (cf. 1Tm 2, 4) la resisten con coraje por la gracia de Je­
y la ternura de Jesús con los niños, que le sucristo. Antes bien ‘el que legítimamente
hizo decir: 1Dejad que los niños se acer­ luchare, será coronado’ (2Tm 2 5)” (Ce de
quen a mí, no se lo impidáis” (Me 10, 14), Trento: DS 1515).

1682
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

“Una criatura nueva” nación santa, pueblo adquirido, para


anuncia1'las alabanzas de Aquel que os ha
1265. El Bau:.smo no solamente purifica llamado de las tinieblas a su admirable
de todos los pecados, hace también del luz” (1P 2, 9). El Bautismo hace participar
neófito “una nueva creación” (2Co 5, 17), en el sacerdocio común de los fieles.
un hijo adoptivo de Dios (cf. Ga 4, 5-7)
que ha sido hecho “partícipe de la natura­ 1269. Hecho miembro de la Iglesia, el
leza divina” (2P 1, 4), miembro de Cristo bautizado ya no se pertenece a sí nrsmo
(cf. 1Co 6, 15; 12, 27), coheredero con él (1Co 6, 15), sino al que murió y resucitó
(Rm 8, 17) y templo del Espíritu Santo (cf. por nosotros (cf. 2Co 5,15). Por tanto, es­
1Co 6,19). tá llamado a someterse a los demás (Ef 5,
21; 1Co 16, 15-16), a servirles (cf. Jn 13,
1266. La Santísima Trinidad da al bauti- 12-15) en la comunión de la Iglesia, y a ser
zauo la gracia santificante, la gracia de la “obediente y dócil” a los pastores de la
justificación que: Iglesia (Hb 13, 17) y a considerarlos con
- le hace capaz de creer en Dios, de respeto y afecto (cf. 1Ts 5, 12-13). Del
esperar en él y de amarlo mediante las vir­ mismo modo que el Bautismo es la fuente
tudes teologales; de responsabilidades y deberes, el bauti­
- le concede poder vivir y obrar bajo la zado goza también de derechos en el se­
moción del Espíritu Santo mediante los no de la Iglesia: recibir los sacramentos,
dones del Espír.iu Santo; ser alimentado con la palabra de Dios y
- le permite crecer en el bien mediante ser sostenido por los otros auxi'ios espiri­
tuales de la Iglesia (cf. LG 37; CDC can.
¡as virtudes morales.
208-223; CCE, can. 675, 2).
Así todo el organismo de la vida sobre­
natural del cristiano tiene su raíz en el san­ 1270. Los bautizados “por su nuevo na­
to Bautismo. cimiento como hijos de Dios están obliga­
dos a confesar delante de los hombres la
Incorporados a la Iglesia, Cuerpo de Cristo fe que recibieron de Dios por medio de la
Iglesia” (LG 11) y de participar en la activi­
1267. El Bautismo hace de nosotros dad apostólica y misionera del Pueblo de
miembros del Cuerpo de Cristo. “ Por tan­ Dios (cf. LG 17; AG 7, 23).
to...somos miembros los unos de los
otros” (Ef 4, 25). El Bautismo incorpora a
El vínculo sacramental de la unidad de los
la Iglesia. De las fuentes bautismales nace
cristianos
el único pueblo de Dios de la Nueva Alian­
za que trasciende todos los límites natura­
les o humanos de las naciones, las cultu­
ras, las razas y los sexos: “ Porque en un 1271. El Bautismo constituye el funda­
solo Espíritu hemos sido todos bautiza­ mento de la comunión entre todos los
dos, para no formar más que un cuerpo” cristianos, e inc'uso con los que todavía
(1Co 12,13). no están en plena comunión con la Iglesia
católica: “ Los que creen en Cristo y han
1268. Los bautizados vienen a ser “pie­ recibido ritualmente el bautismo están en
dras vivas” para “ edificación de un edificio una cierta comunión, aunque no perfecta,
espiritual, para un sacerdocio santo” (1P con la Iglesia católica... justificados por la
2, 5). Por el Bautismo participan del sacer­ fe en el bautismo, se han incorporado a
docio de Cristo, de su misión profética y Cristo; por tanto, con todo derecho se
real, son “ linaje elegido, sacerdocio real, honran con el nombre de cristianos y son

1683
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCIUAR

reconocidos con razón por los hijos de la RESUMEN


Iglesia Católica como hermanos del Se­
637o
ñor” (UR 3). “Por consiguiente, el bautis­
mo constituye un vinculo sacramental de 1275. La iniciación cristiana se realiza
unidad, vigente entre los que han sido re­ mediante el conjunto de tres sacramentos:
generados por él” (UR 22). el Bautismo, que es el com'enzo de la vida
nueva; la Confirmación que es su afianza­
miento; y la Eucaristía que alimenta al dis­
Un sello espiritual indeleble... cípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo
para ser transformado en El.
1272. Incorporado a Cristo por el Bautis­
mo, el bautizado es configurado con Cris­ 1276. ‘ Id, pues, y haced discípulos a to­
to (cf. Rm 8, 29). El Bautismo imprime en das las gentes, bautizándolas en el nom­
el cristiano un sello espiritual indeleble bre del Padre y del Hijo y del Espíritu San­
(character) de su pertenencia a Cristo. Es­ to, enseñándoles a guardar todo lo que yo
te sello no es borrado por ningún pecado, os he mandado” (Mt 28, 19-20).
aunque el pecado impida al Bautismo dar
1277. El Bautismo constituye el naci­
frutos de salvación (cf. DS 1609-1619). miento a la vida nueva en Cristo. Según la
Dado una vez por todas, el Bautismo no voluntad del Señor, es necesario para la
puede sei reiterado. salvación, como lo es la Iglesia misma, a la
que !ntroduce el Bautismo.
1273. Incorporados a la Iglesia por el
Bautismo, los fieles han recibido el carác­ 1278. El rito esencial del Bautismo con­
ter sacramental que los consagra para el siste en sumergir en el agua al candidato o
culto religioso cristiano (cf. LG 11). El sello derramar agua sobre su cabeza, pronun­
bautismal capacita y compromete a los ciando la invocación de la Santísima Trini­
cristianos a servir a Dios mediante una dad, es decir, del Padre, del Hijo y del Es­
participación viva en la santa Liturgia de la píritu Santo.
Ig.esia y a ejercer su saceroocio oautismal
1279. El fruto del Bautismo, o gracia bau­
por el testimonio de una vida santa y de
tismal, es una rea'idad rica que compren­
una candad eí;caz (cf. LG 10).
de: el perdón del pecado original y de to­
dos los pecados personales; el nacimiento
1274. El "sello del Señor” (Dominicus a la vida nueva, por la cual el hombre es
character: S. Agustín, Ep. 98, 5), es el se­ hecho hijo adoptivo del Padre, miembro
llo con que el Espíritu Samo nos ha mar­ de Ci,sto, templo del Espíritu Santo. Po- la
cado ' para el día de la redención” (Ef 4, acción misma del bautismo, el bautizado
30; cf. Ef 1,13-14; 20o 1,21-22). “ El Bau­ es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de
tismo, en efecto, es el sello de la vida Cristo, y hecho participe del sacerdocio
eterna” (S. Ireneo, Dem., 3). El fiel que de Cristo.
“guarde el sello” hasta el fin, es decir, que
permanezca fiel a las exigencias de su 1280. El Bautismo imprime en el alma un
Bautismo, podrá morir marcado con “ el signo espiritual indeleble, el carácter, que
signo de la fe” (MR, Canon romano, 97), consagra al bautizado al culto de la reli­
con la fe de su Bautismo, en la espera de gión cristiana. Por razón del carácter, el
la visión bienaventurada de Dios -consu­ Bautismo no puede ser reiterado (cf. DS
mación de la fe- y en la esperanza de la 1609 y 1624).
resu.,ección. 1281. Los que padecen la muerte a causa
da la fe, los catecúmenos y todos los

1684
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

hombres que, bajo e! impulso de la gracia, I. La Conf.rmación en la economía


sin conocer la Iglesia, buscan sinceramen­ de la salvación
te a Dios y se esfuerzan por cumplir su vo­
luntad, pueden salvarse aunque no hayan £373
recibido el Bautismo (cf. LG 16). 1288. En el Antiguo Testamento, los pro­
fetas anunciaron que el Espíritu del Señor
1282. Desde los tiempos más antiguos, el reposaría sobre el Mesías esoerado (cf. Is
Bautismo es dado a los niños, porque es 11,2) para realizar su misión salvífica (cf.
una gracia y un don de Dios que no supo­ Le 4,16-22; Is 61,1). El descenso del Es­
nen méhtos humanos; los niños son bauti­ píritu Santo sobre Jesús en su Bautismo
zados en la fe de la Iglesia. La entrada en por Juan fue el signo de que él era el que
la vida cristiana da acceso a la verdadera debía venir, el Mesías, e! Hijo de Dios (Mt
libertad. 3, 13-17; Jn 1, 33- 34). Habiendo sido
concedido por obra del Espíritu Santo, to­
1283. En cuanto a los niños muertos sin
da su vida y toda su misión se realzan en
bautismo, la liturgia de la Iglesia nos invita
una comunión total con el Espíritu Santo
a tener confianza en la misericordia divina
que el Padre le da “sin medida” (Jn 3, 34).
y a orar por su salvación.
1287. Ahora bien, esta plenitud del Espí­
1284. En caso de necesidad, toda perso­
ritu no debía permanecer únicamente en
na puede bautizar, con tal que tenga la in­
el Mesías, sino que debía ser comunicada
tención de hacer lo que hace la Iglesia, y
a todo el pueblo mesiánico (cf. Ez 36, 25-
que derrame agua sobre la cabeza del
27; Jn 3, 1-2). En repetidas ocasiones
candidato diciendo: "Yo te bautizo en el
Cristo prometió esta efusión del Espíritu
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
(cf. Le 12,12; Jn 3, 5-8; 7, 37-39; 16, 7-15;
Santo".
Hch 1, 81, promesa que realizó primero el
dfa de Pascua (Jn 20, 22) y luego, de ma­
A rtículo 2 nera más manifiesta el día de Pentecostés
(cf. Hch 2,1-4). Llenos del Espíritu Santo,
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
los Apóstoles comienzan a proclamar “las
maravillas de Dios” (Hch 2, 11) y Pedro
SÓ77
declara que esta efusión del Espíritu es el
1285. Con el Bautismo y la Eucaristía, el signo de los tiempos mesiánicos (cf. Hch
sacramento de la Confirmación constitu­ 2,17-18). Los que creyeron en la predica­
ye el conjunto de los “sacramentos de la ción apostólica y se hicieron bautiza., reci­
iniciación cristiana” , cuya unidad debe bieron a su vez el don del Espíritu Santo
ser salvaguardada. Es preciso, pues, ex­ (cf. Hch 2, 38).
plica. a los líeles que la recepc'ón de esta
sacramento es necesa.ia para la plenitud 1288. “Desde aquel tiempo, los Apósto­
de la gracia bautismal (cf. OCf., Praeno- les, en cump'miento de la voluntad de
tanda 1). En efecto, a los bautizados “el Cristo, comunicaban a los neófitos, me­
sacramento de la confirmación los une diante la imposición de las manos, el don
más íntimamente a la Iglesia y los enri­ del Espíritu Santo, destinado a completar
quece con una fortaleza especial del Es­ 'a gracia del Bautismo (cf. Hch 8, 15-17;
píritu Santo. De esta forma se comprome­ 19,5-6). Esto explica por qué en la Carta a
ten mucho más, como auténticos testigos los Hebreos se recuerda, entre les prime­
de Cristo, a extender y defender la fe con ros elementos de la formación cristiana, la
sus palabras y sus obras” (LG 11; cf. doctrina del bautismo y de la imposición
OCf., Praenotanda 2): de las manos (cf. Hb 6, 2). Es esta imposi-

1685
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

ción de las manos la ha sido con toda ra­ 1291. Una costumbre de la Iglesia de Ro­
zón considerada por la tradición católica ma facilitó el desarrollo de la práctica oc­
como el punitivo origen del sacramento cidental; había una doble unción con el
de la Confirmación, el cual peipetúa, en santo crisma después del Bautismo: reali­
cierto modo, en la Iglesia, la gracia de zada ya una por el presbítero al neófito al
Pentecostés” (Pablo VI, consi. apost. “ Di- salir del baño bautismal, es completada
vinae consortium naturae”). por una segunda unción hecha por el
obispo en la frente de cada uno de los re­
1289. Muy pronto, para mejor significar cién bautizados (véase S. Hipólito ae Ro­
el don del Espíritu Santo, se añadió a la ma, Trad. Ap. 21). La primera unción con
imposición de las manos una unción con el santo crisma, la que daba el sacerdote,
óleo perfumado (crisma). Esta unción ilus­ quedó unida al rito bautismal; significa la
tra el nombre de “cristiano” que significa participación del bautizado en las funcio­
“ungido” y que tiene su origen en el nom­ nes profética, sacerdotal y real de Cristo.
bre de Cristo, al que “ Dios ungió con el Si el Bautismo es conferido a un adulto,
EspTitu Santo” (Hch 10, 38). Y este rito de sólo hay una unción postbautismal: la de
la unción existe hasta nuestros días tanto la Confirmación.
en Oriente como en Occidente. Por eso en
Oriente, se llama a este sacramento cris- 1292. La práctica de las Iglesias de
mación, unción con el crisma, o myron, Oriente destaca más la unidad de la inicia­
que significa “crisma” . En Occ:dente el ción cristiana. La de la Iglesia latina expre­
nombre de Confirmación sugiere que este sa más netamente la comunión del nuevo
sacramento al mismo tiempo confirma el cristiano con su obispo, garante y servidor
Bautismo y robustece la gracia bautismal. de la unidad de su Iglesia, de su catolici­
dad y su apostolicidad, y por ello, el vín­
culo con los orígenes apostólicos de la
Dos tradiciones: Oriente y Occidente
Iglesia de Cristo.
6079
1290. En los primeros siglos la Confirma­ II. Los signos y el rito de la Confirmación
ción constituye generalmente una única
celebración con el Bautismo, y forma con 6380
éste, según la expresión de S. Cipriano, 1293. En el rito de este sacramento con­
un “sacramento doble. Entre otras razo­ viene considerar el signo de la unción y lo
nes, la multiplicación de los bautismos de que la unción designa e imprime: el sello
niños, durante todo el tiempo del año, y la espiritual.
multiplicación de las parroquias (rurales), La unción, en el simbolismo bíblico y
que agrandaron las diócesis, ya no permi­ antiguo, posee numerosas significacio­
te la presencia del obispo en todas las ce­ nes: el aceite es signo de abundancia (cf.
lebraciones bautismales. En Occidente, Dt 11, 14, etc.) y de alegría (cf. Sal 23, 5;
por el deseo de reservar al obispo el acto 104,15); purifica (unción antes y después
de conferir ía plenitud al Bautismo, se es­ del baño) y da agilidad (la unción de los
tablece la separación temporal de ambos atletas y de los luchadores); es signo de
sacramentos. El Oriente ha conservado curación, pues suaviza las contusiones y
unidos ios dos sacramentos, de modo las heridas (cf. Is 1, 6; Le 10, 34) y el ungi­
que la Confirmación es dada por el presbí­ do irradia belleza, santidad y fuerza.
tero que bautiza. Este, sin embargo, sólo
puede hacerlo con el “myron” consagrado 1294. Todas estas significaciones de la
por un obispo (cf. CCE, can. 695,1; 696,1). unción con aceite se encuentran en la vida

1686
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. ''LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

sacramental. La unción antes del Bautis­ ella, es la consagración de1santo crisma.


mo con el óleo de los catecúmenos signi­ Es el obispo quien, el Jueves Santo, en el
fica purificación y fortaleza; la unción de transcurso de la Misa crismal, consagra el
los enfermos expresa curación y el con­ santo crisma para toda su Diócesis. En las
suelo. La unción del santo crisma des­ Iglesias de Oriente, esta consagración es­
pués del Bautismo, en la Confirmación y tá reservada al Patriarca:
en la Ordenación, es el signo de una con­ La liturgia de Antioquia expresa así la
sagración. Por la Confirmación, los cristia­ epíclesis de la consagración del santo
nos, es decir, los que son ungidos, partici­ crisma (myron): “ (Padre, .envía tu Espíritu
pan más plenamente en la misión de Je­ Santo) sobre nosotros y sobre este aceite
sucristo y en la plenitud del Espíritu Santo que está delante de nosotros y conságra­
que éste posee, a fin de que toda su vida lo, de modo que sea para todos los que
desprenda “el buen olor de Cristo” (cf. sean ungidos y marcados con él, myron
2Co 2,15). santo, myron sacerdotal, myron real, un­
ción de alegría, vestidura de la luz, manto
1295. Por medio de esta unción, el con­
de salvación, don espiritual, santificación
firmando recibe “la marca” , el sello del Es­
de las almas y de los cuerpos, dicha im­
píritu Santo. El sello es el símbolo de la
perecedera, sello indeleble, escudo de la
persona (cf. Gn 38, 18; Ct 8, 9), signo de
fe y casco terrible contra todas las obras
su autoridad (cf. Gn 41, 42), de su propie­
del Adversario”.
dad sobre un objeto (cf. Dt 32, 34) - por
eso se marcaba a los soldados con el se­ 1298. Cuando la Confirmación se celebra
llo de su jefe y a los esclavos con el de su separadamente del Bautismo, como es el
señor -; autentifica un acto jurídico (cf. 1R caso en el rito romano, la liturgia del sa­
21, 8) o un documento (cf. Jn 32, 10) y lo cramento comienza con la renovación de
hace, si es preciso, secreto (cf. Is 29,11). las promesas del Bautismo y la profesión
de fe de los confirmandos. Así aparece
1296. Cristo mismo se declara marcado
claramente que la Confirmación constitu­
con el sello de su Padre (cf. Jn 6, 27). El
ye una prolongación del Bautismo (cf. SC
cristiano también está marcado con un
71). Cuando es bautizado un adulto, reci­
sello: “Y es Dios el que nos conforta junta­
be inmediatamente la Confirmación y par­
mente con vosotros en Cristo y el que nos ticipa en la Eucaristía (cf. CDC can.866).
ungió, y el que nos marcó con su sello y
nos dio en arras el Espíritu en nuestros 1299. En el rito romano, el obispo extien­
corazones” (2Co 1, 22; cf. Ef 1,13; 4, 30). de las manos sobre todos los confirman­
Este sello del Espíritu Santo, marca la per­ dos, gesto que, desde el tiempo de los
tenencia total a Cristo, la puesta a su ser­ apóstoles, es el signo del don del Espíritu.
vicio para siempre, pero indica también la Y el obispo invoca así la efusión del Espí­
promesa de la protección divina en la gran ritu:
prueba escatológica (cf. Ap 7, 2-3; 9, 4; Ez
Dios Todopoderoso, Padre de nuestro
9, 4-6).
Señor Jesucristo, que regeneraste, por el
agua y el Espíritu Santo, a estos siervos
La celebración de la Confirmación tuyos y los libraste del pecado: escucha
nuestra oración y envía sobre ellos el Es­
6381 píritu Santo Parác'ito; llénalos de espíritu
1297. Un momento importante que pre­ de sabiduría y de inteligencia, de espíritu
cede a la celebración de la Confirmación, de consejo y de fortaleza, de espíritu de
pero que, en cierta manera forma parte de ciencia y de piedad; y cólmalos del espíri­

1687
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONClUAR

tu de tu santo temor. Por Jesucristo nues­ - nos concede una fuerza especial del
tro Señor. Espíritu Santo para difundir y defender la
fe metí ante la palabra y las obras como
1300. Sigue el rito esencial del sacra­ verdaderos testigos de Cristo, para confe­
mento. En el rito latino, “el sacramento de sar valientemente el nombre de Cristo y
la confirmación es conferido por la unción para no sentir jamás vergüenza de la cruz
del santo crisma en la frente, hecha impo­ (cf. DS 1319; LG 11,12):
niendo la mano, y con estas palabras:
Recuerda, pues, que has recibido el
“ Recibe por esta señal el don del Espíritu
signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e
Santo” (Paulus VI, Const. Ap. Divinae
inteligencia, el Espíritu de consejo y de
consortium naturae). En las Iglesias orien­
fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de
tales, la unción del myron se hace des­
piedad, el Espíritu de temor santo, y
pués de una oración de epíclesis, sobre
guarda lo que has recibido. Dios Padre te
las partes más significativas del cuerpo:
ha marcado con su signo, Cristo Señor te
la frente, los ojos, la nariz, los oídos, los
ha confirmado y ha cuesto en tu corazón
labios, el pecho, la espalda, las manos y
la prenda del Esp;'itu (S. Ambrosio, Myst.
los pies, y cada unción va acompañada
7, 42).
de la fórmula: “Sello del don que es el Es­
píritu Santo” . 1304. La Confirmación, como el Bautis­
mo del que es la plenitud, sólo se da una
1301. El beso de paz con el que concluye
vez. La Confirmación, en efecto, imprime
el rito del sacramento significa y manifies­
en el alma una marca espiritual indeleble,
ta la comunión eclesial con el obispo y
el “carácter” (cf. DS 1609), que es el signo
con todos los fieles (cf. S. Hipólito, Trad.
de que Jesucristo ha marcado al cristiano
Ap. 21).
con el sello de su Espíritu revistiéndolo de
la fuerza de lo alto para que sea su testigo
III. Los efectos de la Confirmación (cf. Le 24, 43-49).

1305. El ‘ carácter” perfecciona el sacer­


6382
docio común de los *ieles, recibido en el
1302. De la celebración se deduce que el Bautismo, y “el confirmado recibe el po­
et3c:o del sacramento es la efusión espe­ der de confesar la fe de Cristo pública­
cial del Espíritu Santo, como fue concedi­ mente, y como en virtud de un cargo (gua-
da en otro tiempo a los Apóstoles el día de si ex officio)” (S. Tomás de A., s.tn. 3, 72,
Pentecostés. 5, ad 2).

1303. Por este hecho, la Confirmación


confiere crecimiento y profundidad a la IV. Quién puede recibir este sacramento
gracia bautismal:
638”
- nos introduce más profundamente
1306. Todo bautizado, aún no confirma­
en la filiación div na a i 3 nos hac^ dec:~
do, puede y debe recibir el sacramento de
“Abbá, Padre” (Rm 8,15);
la Confirmación (cf. CDC can. 889, 1).
- nos une más firmemente a Cristo; Puesto que Bautismo, Confirmación y Eu­
caristía forman una unidad, de ahí se si­
- aumenta en noso+ms ios dones del
gue que “los fieles tienen la obligación de
Espíritu Santo;
recibir este sacramento er. tiempo oportu­
- hace máo perfecto nuestro vínculo no” (CDC, can. 890), porque sin la Confir­
con la Ig’esia (cf. LG 11); mación y la Eucaristía el sacramento del

16L8
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

Eautismo es ciertamente válido y eficaz, 1310. Para recibir la Confirmación es


pero la inic;ación cristiana queda incom­ pieciso hallarse en estado de gracia.
pleta. Conviene recurrir al sacramento de la Pe­
nitencia para ser purificado en atención
1307. La costumbre latina, desde hace al don del Espíritu Santo. Hay que prepa­
siglos, indica “ la edad del uso de razón” , rarse con una oración más intensa para
como punto de referencia para recibir la recioir con docilidad y disponibilidad la
Confirmación. Sin embargo, en peligro de fuerza y las gracias del Espíritu Santo (cf.
muerte, se debe confirmar a los niños in­ Hch 1,14).
cluso si no han alcanzado todavía la
edad del uso de razón (cf. CDC can. 891; 1311. Para la Confirmación, como para el
893, 3). Bautismo conviene que los candidatos
busquen la ayuda espiritual de un padrino
1308. Si a veces se habla de la Confirma­ o de una madrina. Conviene que sea el
ción como del “sacramento de la madurez mismo que para el Bautismo a fin de su­
cristiana” , es preciso, sin embargo, no brayar la unidad entre los dos sacramen­
confundir la edad adulta de la fe con la tos (cf. OCf.,- Praenotanda 5.6; CDC can.
edad adulta del crecimiento natura1, ni ol­ 893,1.2).
vidar que la gracia bautismal es una gracia
de elección gratuita e inmerecida que no
necesita una “ratificación” para hacerse V. El ministro de la Confirmación
efectiva. Santo Tomás lo recuerda:
6384
La edad del cuerpo no constituye un
1312. El min'stro originario de la Confir­
prejuicio para el alma. Así, incluso en la in­
mación es el obispo (LG 26).
fancia, el hombre puede recibir la perfec­
ción de la edad espiritual de que habla la En Oriente es ordinariamente el pres­
Sabiduría (4, 8): 'la vejez honorable no es bítero que bautiza quien da también inme­
la que dan los muchos días, no se mide diatamente la Confirmación en una sola
por el número de los años’. Así numerosos celebración. Sin embargo, lo hace con el
niños, gracias a la fuerza del EspTitu San­ santo crisma consagrado por el patriarca
to que habían recibido, lucharon valiente­ o el obispo, lo cual expresa la unidad
mente y hasta la sangre por Cristo (s. th. apostólica de la Iglesia cuyos vínculos son
3, 72, 8, ad 2). reforzados por el sacramento de la Confir­
mación. En la Iglesia latina se ap'ica la
1309. La preparación para la Confirma­ misma disciplina en los bautismos de
ción debe tener como meta conduci al adultos y cuando es admitido a la plena
cristiano a una unión más íntima con Cris­ comunión con la Iglesia un bautizado de
to, a una familia ¡dad más viva con el Es- otra comunidad cristiana que no ha recibi­
píritu Santo, su acción, sus dones y sus do válidamente el sacramento de 'a Con­
llamadas, a fin de poder asumir nie'Oí las firmación (cf. CDC can 883, 2).
responsabilidades apostólicas de la vida
cristiana. Por ello, la catequesis de la 1313. En el rito latno, el minisbo c dina­
Confirmación se esforzará por suscitai el no de la Conformación es el obispo (CDC
sentido cié la pertenencia a la Iglesia de can. 882). Aunque el obispo puede, en ca­
Jesuc.isto, tanto a la Iglesia universal co­ so de necesidad, conceder a presbítero.,
mo a la comur' cad parroquial. Esta última la facu'tad de administrar el sacramento
tiene una responsabilidad particular en la de la Confirmación (CDC can. 884, 2 \
prepai ación de !oc confirmandos (cf. OCf., conviene que lo conf era él mismo, sin ol­
Praenotanda 3). vidar que por es.a razón la celebrac c.'i de

1689
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

la Confkmación fue temporalmente sepa­ signo espiritual o carácter indeleble; por


rada del Bautismo. Los obispos son los eso este sacramento sólo se puede recibir
sucesores de los apóstoles y han recibido una vez en la vida.
la plenitud del sacramento del orden. Por
esta razón, la administración de este sa­ 1318. En Oriente, este sacramento es
cramento por ellos nvsmos pone de relie­ administrado inmediatamente después
ve que >a Confirmación tiene como efecto del Bautismo y es seguido de la partici­
unir a los que la reciben más estrecha­ pación en la Eucaristía, tradición que p o ­
mente a la Iglesia, a sus orígenes apostó­ ne de relieve la unidad de los tres sacra­
licos y a su misión de dar testimonio de mentos de la iniciación cristiana. En la
Cristo. Iglesia latina se administra este sacra­
mento cuando se ha alcanzado el uso de
1314. Si un cristiano está en peligro de razón, y su celebración se reserva ordina­
muerte, cualquier presbítero puede darle riamente al obispo, significando así que
la Confirmación (cf. CDC can. 883, 3). En este sacramento robustece el vínculo
efecto, la Iglesia quiere que ninguno de eclesial.
sus hijos, incluso en la más tierna edad,
salga de este mundo sin haber sido per­ 1319. El cañdidato a la Confirmación que
feccionado por el Espíritu Santo con el ya ha alcanzado el uso de razón debe pro­
don de la plenitud de Cristo. fesar la fe, estar en estado de gracia, te­
ner la intención de recibir el sacramento y
estar preparado para asumir su papel de
RESUMEN
discípulo y de testigo de Cristo, en la co­
6385 munidad eclesial y en los asuntos tempo­
rales.
1315. ‘A l enterarse los apóstoles que es­
taban en Jerusalén de que Samaría había
1320. El rito esencial de la Confirmación
aceptado la Palabra de Dios, les enviaron
es la unción con el Santo Crisma en la
a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron
frente del bautizado (y en Oriente, también
por ellos para que recibieran el Espíritu
en los otros órganos de los sentidos), con
Santo; pues todavía no había descendido
la imposición de la mano del ministro y las
sobre ninguno de ellos; únicamente habí­
palabras: “Accipe signaculum doni Spiri-
an sido bautizados en el nombre del Señor
tus Sancti” (‘‘Recibe por esta señal el don
Jesús. Entonces les imponían las manos y
del Espíritu Santo”), en el rito romano;
recibían el Espíritu Santo” (Hch 8, 14-17).
‘‘Signaculum doni Spiritus Sancti" (“Sello
del don del Espíritu Santo”), en el rito bi­
1316. La Confirmación perfecciona la
zantino.
gracia bautismal; es el sacramento que da
el Espíritu Santo para enraizamos más
1321. Cuando la Confirmación se cele­
profundamente en la filiación divina, in­
bra separadamente del Bautismo, su co­
corporarnos más firmemente a Cristo ha­
cer más sólido nuestro víncu'o con la Igle­ nexión con el Bautismo se expresa entre
otras cosas po r la renovación de los
sia, asociarnos todavía más a su misión y
compromisos bautismales. La celebra­
ayudarnos a dar testimonio de la fe cris­
ción de la Confirmación dentro de la Eu­
tiana por la palabra acompañada de las
caristía contribuye a subrayar la unidad
obras.
de los saci amentos de la iniciación cris­
1317. La Confirmación, como el Bautis­ tiana.
mo, imprime en el alma del cristiano un

1690
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

A rtículo 3 1326. Finalmente, la celebración eucaris-


tica nos unimos ya a la liturgia del cielo y
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
anticipamos la vida eterna cuando Dios
será codo en todos (cf. 1Co 15, 28).
6383
1322. La Sagrada Eucaristía culmina la 1327. En resumen, la Eucaristía es el
iniciación cristiana. Los que han sido ele­ compendio y la suma de nuestra fe:
vados a la dignidad del sacerdocio real “Nuestra manera de pensar armoniza con
por el Bautismo y configurados más pro­ la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía con­
fundamente con Cristo por la Confirma­ firma nuestra manera de pensar” (S. Ire-
ción, participan por medio de la Eucaristía neo, haer. 4,18, 5).
con toda la comunidad en el sacrificio
mismo del Señor. II. El nombre de este sacramento

1323. “ Nuestro Salvador, en la última Ce­ 6387


na, la noche en que fue entregado, institu­
1328. La riqueza inagotable de este sa­
yó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y
cramento se expresa mediante los distin­
su sangre para perpetuar por los siglos,
tos nombres que se le da Cada uno de
hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y
estos nombres evoca alguno de sus as­
confiar así a su Esposa amada, la Iglesia,
pectos. Se le llama:
el memorial de su muerte y resurrección,
Eucaristía porque es acción de gracias
sacramento de piedad, signo de unidad,
a Dios. Las palabras “eucharistein” (Le 22,
vínculo de amor, banquete pascual en el
19; 1Co 11, 24) y “eulogein” (Mt 26, 26;
que se recibe a Cristo, el alma se llena de
Me 1h , 22) recuerdan las bendiciones judí­
gracia y se nos da una prenda de la gloria
as que proclaman -sobre todo durante la
futura” (SC 47).
comida - las obras de Dios: la creación, la
redención y la santificación.
!. La Eucaristía, fuente y cumbre de la
vida eclesial 1329. Banquete del Señor (cf. 1Co 11,
20) porque se trata de la Cena que el’Se­
1324. La Eucaristía es “fuente y cima de ñor celebró con sus discípulos la víspera
toda la vida cristiana” (LG 11). “ Los demás de su pasión y de la anticipación del ban­
sacramentos, como también todos los mi­ quete de bodas del Cordero (cf. Ap 19, 9)
nisterios eclesiales y las obras de aposto­ en la Jerusalén celestial.
lado, están unidos a la Eucaristía y a ella Fracción del pan porque este rito, pro­
se ordenan. La sagrada Eucaristía, en pio del banquete judío, fue utilizado por
efecto, contiene todo el bien espiritual de Jesús cuando bendecía y distribuía el pan
la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra como cabeza de familia (cf. Mt 14,19; 15,
Pascua” (PO 5). 36; Me 8, 6.19), sobre todo en la última
Cena (cf. Mt 26, 26; 1Co 11, 24). En este
1325. “La Eucaristía significa y realiza la gesto los discípulos lo reconocerán des­
comunión de vida con Dios y la unidad del pués de su resurrección (Le 24, 13-35), y
Pueblo de Dios por las que la Iglesia es con esta expresión los primeros cristianos
ella misma. En ella se encuentra a la vez la designaron sus asambleas eucarísticas
cumbre de la acción por la que, en Cristo, (cf. Hch 2, 42.46; 20, 7.11). Con él se quie­
Dios santifica al mundo, y del culto que en re significar que todos los que comen de
el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo este único pan, partido, que es Cristo, en­
y por él al Padre” (CdR, inst. “ Eucharisti- tran en comunión con él y forman un solo
cum mystei'ium” 6). cuerpo en él (cf. 1Co 10,16-17).

1691
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Asamblea eucarística (syna>:is), porque III. La Eucaristía en la economía


la Eucaristía es celebrada en la asamblea de la salvación
de los fieles, expresión visible de la Iglesia
(cf. 1Co 11,17-34). Los signos del pan y del vino

6383
1330. Memorial de la pasión y de la resu­
rrección del Señor. 1333. En el corazón de la celebración de
la Eucaristía se encuentran el pan y el vino
Santo Sacrificio, porque actualiza el que, por las palabras de Cristo y por la in­
único sacrificio de Cristo Salvador e inclu­ vocación del Espíritu Santo, se conv.erten
ye la ofrenda de la Iglesia; o también san­ en el Cuerpo y la Sang e de Cristo. Fiel a la
to sacrificio de la misa, “sacrificio de ala­ orden del Seño., la Iglesia continúa ha­
banza” (Hch 13,15; cf. Sal 116,13.17;, sa­ ciendo, en memoria de él, hasta su retorno
crificio espiritual (cf. 1P 2, 5), sacrificio pu­ glorioso, lo que él hizo la víspera de su pa­
ro (cf. Mt 1, 11) y santo, puesto que com­ sión: “Tomó oan...” , “tomó el cáliz heno de
pleta y supera todos los sacrificios de la vino...” . Al convertirse misteriosamente en
Antigua Alianza. el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos
Santa y divina Liturgia, porque toda la del pan y del vino siguen significando tam­
liturgia de la iglesia encuentra su centro bién la bondad de la creación. Así, en el
y su expresión más densa en la celebra­ ofertorio, damos gracias al Creador por el
ción de este sacramento; en el mismo pan y el vino (cf. Sal 104,13-15). fruto “del
sentido se la llama también celebración trabajo del hombre”, pero antes, “fruto de
de los santos misterios. Se habla tam­ la tierra” y “de la vid” , dones de' Creador.
bién del Santísimo Sacramento porque La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec,
es el Sacramento de los Sacramentos. rey y sacerdote, que “ofreció pan y vino”
Con este nombre se designan las espe­ (Gn 14,18) una prefiguración de su propia
cies eucaríst'cas guardadas en el sagra­ ofrenda (cf. MR, Canon Romano £5).
rio.
1334. En la Antigua Alianza, el pan y el vi­
no eran ofrecidos como sacrificio entre las
1331. Comunión, peque por este sacra­
pnmicias de la tierra en señal de reconoci­
mento nos unimos a Cristo que nos hace
miento al Creador. Pero reciben también
partícipes de su Cuerpo y de su Sangre
una nueva significación en el contexto del
para formar un solo cuerpo (cf. 1Co 10,
Éxodo: los panes ácimos que Israel come
16-17); se la llama también las cosas san­
cada año en la Pascua conmemoran la sa­
tas [ia hagla; sancla] (Const. Apost. 8,13,
lida apresurada y liberadora de Egipto. El
12; Didaché 9, 5; 10, 6) - es el sentido pri­
recuerdo del maná del desierto sugerirá
mero de ia comunión de los santos de que
siempre a Israel que vive del pan de la Pa­
habla el Símbolo de los Apóstoles -, pan
labra de Dios (Dt 8, 3). Finalmente, el pan
de ¡os ángeles, pan del cielo, medicina de de cac'a día es el fruto de la Tie..a prome­
inme talidad (S. Ignacio de Ant. Eph 20, 2), tida, prenda de la fidelidad de Dios a sus
viático... promesas. El “cáliz de bendición” (1Co
10, 16), al final del banquete pascual de
1332. Santa Misa porque la liturgia en la los judíos, añade a la alegría festiva del vi­
que se realiza el misteno de salvación se ne una d:mensión escatológica, la de 'a
termina c^n el en-'ío de los rieies (missio) a espera mesiánica cel restablecimiento de
fm de que cumplan la voluntad de Dio-: en Jerusalén. Jesús instituyó su Eucaristía
su vida cotidiana. dando un sentido nuevo y definii.vo a la
bendición del pan y del cáliz.

1692
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA» CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

1335. Los milagros de la multiplicación 1338. Los tres evangelios sinópticos y S.


de los panes, cuando el Señor dijo la ben­ Pablo nos han transmitido el relato de la
dición, partió y distribuyó los panes por instit' *ción de la Eucaristía; por su parte,
medio de sus discípulos para alimentar la S. Juan relata las palabras de Jesús en la
multitud, prefiguran la sobreabundancia sinagoga de Cafarnaúm, palabras que
de este único pan de su Eucaristía (cf. Mt preparan la institución de la Eucaristía:
14, 13-21; 15, 32-29). El signo del agua Cristo se designa a sí mismo como el pan
convertida en vino en Caná (cf. Jn 2, 11) de vida, bajado del cielo (cf. Jn 6).
anuncia ya la Hora de la glorificación de
1339. Jesús escogió el tiempo de la Pas­
Jesús. Manifiesta el cumplimiento del
cua para realizar lo que había anunciado
banquete de las bodas en el Reino del Pa­
en Cafarnaúm: dar a sus discípulos su
dre, donde los fieles beberán el vino nue­
Cuerpo y su Sangre:
vo (cf. Me 14,25) convertido en Sangre de
Cristo. Llegó el día de los Azimos, en el que se
había de inmolar el cordero de Pascua; (Je­
1336. El primer anuncio de la Eucaristía sús) envió a Pedro y a Juan, diciendo: ‘Id y
dividió a los discípulos, igual que el anun­ preparadnos la Pascua para que la coma­
cio de la pasión los escandalizó: “Es duro mos’...fueron... y prepararon la Pascua.
este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?” Llegada la hora, se puso a la mesa con los
(Jn 6, 60). La Eucaristía y la cruz son pie­ apóstoles; y les dijo: 'Con ansia he desea­
dras de tropiezo. Es el mismo misteúo, y do comer esta Pascua con vosotros antes
no cesa de ser ocasión de división. de padecer; porque os digo que ya no la
“ ¿También vosotros queréis marcharos?” comeré más hasta que halle su cumpli­
(Jn 6, 67): esta pregunta del Señor, resue­ miento en el Reino de Dios’...Y tomó pan,
na a través de las edades, invitación de su dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
amor a descubrir que sólo él tiene “pala­ ‘Esto es mi cuerpo que va a ser envegado
bras de vida ete. na” (Jn 6, 68;, y que aco­ por vosotros; haced esto en recuerdo mío’.
ger en la fe el don de su Eucaristía es aco­ De igual modo, después de cenar, el cáliz,
gerlo a él mismo. diciendo: ‘Este cáliz es la Nueva Alianza en
mi sangre, que va a ser derramada por vo­
sotros’ (Le 22, 7-20; cf. Mt 26, 17-29; Me
La institución de la Eucaristía
14,12-25; 1Co 11,23-26).
S389 1340. Al celebrar la última Cena con sus
1337. El Señor, habiendo amado a los apóstoles en el transcurso del banquete
suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que pascual, Jesús dio su sentido definitivo a
había llegado la hora de partir de este la pascua judía. En efecto, el paso de Je­
mundo para retornar a su Padre, en el sús a su Padre por su muerte y su resu­
transcurso de una cena, les lavó los pies y rrección, la Pascua nueva, es anticipada
les dio el mandamiento del amor (Jn 13,1- en la Cena y celebrada en la Eucaristía
17). Para dejarles una prenda de este que da cumplimiento a la pascua judía y
amor, para no alejarse nunca de los suyos anticipa la pascua final de la Iglesia en la
y hacerles partícipes de su Pascua, insti­ gloria del Reino.
tuyó la Eucaristía como memorial de su
muerte y de su resurrección y ordenó a “Haced esto en memoria mía ’
sus apóstoles celebrarlo hasta su etorno,
“constituyéndoles entonces sacerdotes 6390
del Nuevo Testamento” (Ce. de Trento: DS 1341. El mandamiento de Jesús de : epe-
1740). tir sus gestor y sus palabras hasta que

1693
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

venga” (1Co 11, 26), no exige solamente diversidad de tradiciones rituales litúrgi­
acordarse de Jesús y de lo que hizo. Re­ cas. He aquí lo que el san.o escribe, hacia
quiere la celebración litúrg:ca por los el año 155, para explicar al emperador pa­
apóstoles y sus si cesc~es del memorial gano Antonino Pío (138-161) ío que hacen
de Cíisto, de su vida, de su muerte, de su los cristianos:
resurrección y de su intercesión junto al El día que se llama día del sol tiene lu­
Padre. gar la reunión en un mismo sitio de todos
los que habitan en la ciudad o en el cam­
1342. Desde el comienzo la Iglesia fue
po.
fiel a la orden del Señor. De la Iglesia de
Jerusalén se dice: Acudían asiduamente a Se leen las memorias de los Apóstoles
la enseñanza de los apóstoles, fieles a la y los escritos de los profeias, tanto tiempo
como es posible.
comunión fraterna, a la fracción de! pan y
a las oraciones...Acudían al Templo todos Cuando el lector ha terminado, el que
los días con perseverancia y con un mis­ oreside toma la palabra para incitar y ex­
mo espíritu, partían el pan por las casas y hortar a la imitación de tan bellas cosas.
tomaban el alimento con alegría y con Luego nos levantamos todos juntos y
sencillez de corazón (Hch 2, 42.46). oramos por nosotros...y por todos los de­
más donde quiera que estén a fin de que
1343. Era sobre todo “el primer día de la seamos hallados justos en nuestra vida y
semana", es decir, el domingo, el día de la nuestras acciones y seamos fieles a los
resurrección de Jesús, cuando los cristia­ mandamientos para alcanza así la salva­
nos se reunían para “ partir el pan” (Hch ción eterna.
20, 7). Desde entonces hasta nuestros dí­
Cuando termina esta oración nos be­
as la celebración de la Eucaristía se ha
samos unos a otros.
perpetuado, de suerte que hoy la encon­
tramos por todas partes en la Iglesia, con Luego se lleva al que preside a los her­
la misma estructura fundamental. Sigue manos pan y una copa de agua y de vino
siendo el centro de la vida de la Iglesia. mezclados.
El presidente los toma y eleva alaban­
1344. Así, de celebración en celebración, za y gloria al Padre del universo, por el
anunciando el misterio pascual de Jesús nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da
' hasta que venga” (1Co 11, 26), el pueblo gracias (en griego: eucharístian) largamen­
de Dios peregrinante “camina por la sen­ te porque hayamos sido juzgados dignos
da estrecha de la cruz” (AG 1) hacia el de estos dones.
banquete celestial, donde todos los elegi­ Cuando terminan las oraciones y las
dos se sentarán a la mesa del Reino. acciones de gracias todo el pueblo pre­
sente pronuncia una aclamación diciendo:
IV. La celebración litúrgica Amén.
de la Eucaristía Cuando el que preside ha hecho la ac­
ción de gracias y el pueblo le ha respondi­
La misa de todos los siglos do, los que entre nosotros se llaman Diá­
conos distribuyen a todos los que están
6331
presentes pan, vino y agua “eucaristiza-
1345. Desde el siglo II, según el testimo­ dos” y los llevan a los ausen.es (S. Justi­
nio de S. Justino mártir, Leñemos las gran­ no, apol. 1,65; 67).
des líneas del desarrollo de la celebración
eucarística. Estas han permanecido inva­ 1346. La liturgia de la Eucaristía se desa­
riables hasta nuestros días a través de la rrolla conforme a una estructura funda­

1694
5 - CATECISMO DE U IGLESIA CATOLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO

mental que se ha conservado a través de Antiguo Testamento, y “las memcuas de


los siglos hasta nosotros. Comprende tíos los apóstoles”, es decir sus cartas y hs
grandes momentos que forman una uni­ Evangelios; después la homilía que exhor­
dad básica: ta a acoger esta palabra como lo que es
— la reunión, la liturgia de la Pa'abra, verdaderamente, Palabra de Dios (cf. 1Ts
con las lecturas, !a homilía y la oración 2,13), y a ponerla en practica; vienen lue­
universal; go las intercesiones por todos los hom­
bres, según la palabra del Apóstol: “Ante
— la liturgia eucarística, con la presen­
todo, recomiendo que se hagan plegarias,
tación del par. y del vino, la acción de gra­
oraciones, súplicas y acciones de gracias
cias consécrate:ia y la comunión.
por todos los homb.es; por los reyes y por
Liturg'a de la Palabra y Liturgia euca­ todos los constituidos en. autoridad” (1Tm
rística constituyen juntas “un solo acto de 2, 1- 2).
culto” (SC 56); en efecto, la mesa prepara­
da para nosotros en la Eucaristía es a la 1350. La presentación de ¡as ofrendas (el
vez la de la Pa'abra de Dios y la del Cuer­ ofertorio): entonces se lleva al altar, a ve­
po del Señor (cf. DV 21). ces en procesión el pan y el vino que se­
rán ofrecidos por el sacerdote en nombre
1347. He aquí el mismo dinamismo del de Cristo en el sacrific o eucarístico en el
banquete pascual de Jesús resucitado que se convertirán en su Cuerpo y en su
con sus discípulos: en el camino les expli­ Sangre. Es la acción misma de Cristo en ia
caba las Escrituras, luego, sentándose a última Cena, “lomando pan y una copa”.
la mesa con ellos, “tomó el pan, pronunció “Sólo la Iglesia presenta esta oblación,
la bendición, lo partió y se lo dio” (cf. Le pura, al Creador, ofreciéndole con acción
24,13-35). de gracias lo que proviene de su creación
(S. Ireneo, haer. 4, 18, 4; cf. Me 1, 11). La
Ei desarrollo de la celebración presentación de las ofrendas en el altar
hace suyo el gesto de Melquisedec y po­
539k ne los dones del Creador en las manos de
1348. Todos se reúnen. Los cristianos Cristo. El es quien, en su sacrificio, lleva a
acuden a un mismo lugar para la asam­ la perfección todos los intentos humanos
blea eucarística. A su cabeza está Cristo de ofrecer sacrificios.
mismo que es el acto, principal de la Eu­
1351. Desde el principio, junto con el pan
caristía. Ei es si mo sacerdote de la Nueva
y el vino para la Eucaristía, los cristianos
Alianza. El mismo es quien preside invisi­
presentan también sus dones pa'a com­
blemente toda celebración eucarística.
partirlos con los que tienen necesidad.
Ceno representante suye, el obispo o si
Esta costumbre de la colecta (cf. 1Co 16,
presbítero (actuando “in persona Christi
1), siempre actual, se inspira en el ejemplo
capitis”) preside la asamblea, toma la pa­
de Cristo que se hizo pobre para enrique­
labra después de lecturas, recibe las
cernos (cf. 2Co 8, 9):
of-endas y dice la plegaria eucarística. To­
dos tienen parte activa en la celebración, Los que son ricos y lo desean, cada
cada uno a su melera: los lee.ores, los uno según lo que se ha impuesio; lo que
que p.esentan las of¡ endas, los que dan la es recogido es entregado al que preside, y
comunión, y el pueblo en+ero cuyo él atiende a tos huérfanos y viudas, a los
“Amen” manifiesta su pa.ticipación. que 'a enfermedad u otra causa priva de
recursos, los preses, los inmigrantes y, en
1349. La liturgia de la Falabra comprende una palabra, socor. e a todos los que están
“los eco ¡tos de los profetas” , es decir, el en necesidad (S. Justino, apol. 1,67,6V

1695
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

1352. La Anáfora: Con la plegaria euca­ Porque este pan y este vino han sido,
ristía, oración de acción de gracias y de según la expresión antigua “eucaristiza-
consagración llegamos al corazón y a la dos”, “llamamos a este alimento Eucaris­
cumbre de la celebración: tía y nadie puede tomar parte en él si no
en el prefacio la Iglesia da gracias al cree en la verdad de lo que se enseña en­
Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por tre nosotros si no ha recibido el baño pa­
todas sus obras, p e ' la creación, la reden­ ra el perdón de los pecados y el nuevo na­
ción y la santificación. Toda la asamblea se cimiento, y si no vive según los preceptos
une entonces a la alabanza incesante que de Cristo” (S. Justino, apol. 1,86,1-2).
la Iglesia celestial, los ángeles y todos los
santos, cantan al Dios tres veces santo;
V. El sacrificio sacramental:
1353. en la epíclesis, la Iglesia pide al Pa­ acción de gracias, memorial, presencia
dre que envíe su Espíritu Santo (o el poder
de su bendición (cf. MR, canon romano, 6333
90) sobre el pan y el vino, para que se 1356. Si los cristianos celebran la Euca­
conviertan por su poder, en el Cuerpo y la ristía desde los orígenes, y de forma que,
Gangie de Jesucristo, y que quienes to­ en su substancia, no ha cambiado a tra­
man parte en la Eucaristía sean un solo vés de la gran diversidad de épocas y de
cuerpo y un solo espíritu (algunas tradicio­ liturgias, sucede porque sabemos que es­
nes litúrgicas colocan la epíclesis después tamos sujetos al mandato del Señor dado
de la anámnesis) la víspera de su pasión: “haced esto en
en el relato de la insiituclón, la fuerza memoria mía (1 Co 11, 24-25).
de las palabras y de la acción de Cristo y
el poder del Espíritu Santo hacen sacra­ 1357. Cumplimos este mandato del Se­
mentalmente presentes bajo las especies ñor celebrando el memorial de su sacrifi­
de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, cio. Al hacerlo, ofrecemos al Padre lo que
su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez él mismo nos ha dado: los dones de su
para siempre Creación, el pan y el vino, convertidos por
el poder del Espíritu Santo y las palabras
1354. en la anámnesis que sigue, la Igle­ de Cristo, en el Cuerpo y la Sangre del
sia hace memoria de la pasión, de la resu­ mismo Cristo: Así Cristo se hace real y
rrección y del retorno glorioso de Cristo misteriosamente presente.
Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su
hijo que nos reconcilia con él; 1358. Por tanto, debemos considerar la
en las intercesiones, la Iglesia expresa Eucaristía:
que la Eucaristía se celebra en comunión
- como acción de g. ac as y aiabanza
con toda la Iglesia del cielo y de la tierra,
al Padre
de los vivos y de los difuntos, y en comu­
- como memorial del sacrificio de Cr,s-
nión con los pastores de la Iglesia, el Pa­
to y de su Cuerpo,
pa, el obispo de la diócesis, su presbiterio
- como presencia de Cristo oor el po­
y sus diáconos y todos los obispos del
der de su Palabra y de su Espíritu.
mundo entero con sus igles.as.

1355. En la comunión, precedida por la La acción de gracias y la alabanza


oración del Señor y de la fracción del pan, al Padre
los fieles reciben “el pan del cielo” y “el
cáliz de la salvación” , el Cuerpo y la San­ 1359. La Eucaristía, sacramento ue
gre de Cristo que se en+regó “para la vida nuestra salvación realizada por Cristo en
del mundo” (Jn 6, 51): la cruz, es también un sacrificio de ah-

1696
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBF ACIÓN DEL MISTERIO CRISTI/' NO"

banza en acción de gracias por la obra de se hacen, en cierta forma, presentes y ac­
la c.eación. En el sacrificio eucarístico, to­ tuales. De esta manera Israel entiende su
da la creación amada por Dios es presen­ liberación de Egipto: cada vez que es ce­
tada al Padre a través de la muerte y resu­ lebrada la pascua, los acontecimientos
rrección de Cristo. Por Cristo, la Iglesia del Exodo se hacen presentes a la memo­
puede ofrecer el sacrificio de alabanza en ria de los creyentes a fin de que confor­
acción de gracias por todo lo que Dios ha men su vida a estos acontecimientos.
hecho de bueno, de bello y de justo en la
creación y en la humanidad. 1364. El memorial recibe un sentido nue­
vo en el Nuevo Testamento. Cuando la
1360. La Eucaristía es un sacrificio de iglesia celebra la Eucaristía, hace memo­
acción de gracias al Pad'e, una bendición ria de la Pascua de Cristo y esta se hace
por la cual la lgles:a expresa su reconoci­ presente: el sacrificio que Cristo ofreció
miento a Dios por todos sus beneficios, de una vez para siempre en la cruz, per­
por todo lo que ha realizado mediante la manece siempre actual (cf. Hb 7, 25-27):
creación, la redención y la santificación. “ Cuantas veces se renueva en el a'tar el
“ Eucaristía” significa, ante todo, acción de sacrificio de la cruz, en el que Cristo,
gracias. nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la
obra de nuestra redención” (LG 3).
1361. La Eucaristía es también el sacrifi­
cio de alabanza por medio del cual la Igle­ 1365. Por ser memorial de la Pascua de
sia canta la gloria de Dios en nombre de Cristo, la Eucaristía es también un sacrifi­
toda la creación. Este sacrificio de ala­ cio. El carácter sacrificial de la Eucaristía
banza sólo es posible a través de Cristo: se manifiesta en las palabras mismas de
él une los fieles a su persona, a su ala­ la institución: “ Esto es mi Cuerpo que será
banza y a su intercesión, de manera que entregado por vosotros" y “ Esta copa es
el sacrificio de alabanza al Padre es ofre­ la nueva Alianza en mi sangre, que será
cido po r Cristo y con Casto para ser derramada por vosotros” (Le 22, 19-20).
aceptado en él. En la Eucaristía, Cristo da el mismo cuer­
po que por nosotros entregó en la cruz, y
la sangre misma que “derramó por mu­
El memorial sacrificial de Cristo y de su
chos para remisión de los pecados” (Mt
Cuerpo, que es la Iglesia
26, 28).
1362. La Eucaristía es el memorial de la
1366. La Eucaristía es, pues, un sacrificio
Pascua de Cristo, la actualización y la
porque representa (= hace presente) el sa­
ofrenda sacramental de su único sacrifi­
crificio ue la cruz, porque es su memorial y
cio, en la liturgia de la Iglesia que es su
aplica su fruto:
Cuerpo. En todas las plegarias eucarísti-
cas encontramos, tras las palabras de la (Cristo), nuestro Dios y Señor, se ofre­
institución, una oración llamada anámne­ ció a Dios Padre una vez por todas, mu­
sis o memorial. riendo como intercesor sobre el aliar de la
cruz, a fin de realizar para ellos (los hom­
1363. En el sentido empleado por la Sa­ bres) una redención eterna. Sin embargo,
grada Escritura, el memorial no es sola­ como su muerte no debía poner fin a su
mente el recuerdo de los acontecimientos sacerdocio (Hb 7, 24.27), en la última Ce­
del pasado, sino la proclamación de las na, “ la noche en que fue entregado” (1Co
maravillas que Dios ha realizado en favor 11,23), quiso dejar a la Iglesia, su esposa
de los hombres (cf. Ex 13, 3). En la cele­ amada, un sacrificio visible (como lo recla­
bración litúrgica, estos acontecimientos ma la naturaleza humana), donde sería re­

1697
CUARTA PARTE: OTR.-. DOCUMENTACIÓN LITÜRC;CA POST-CONCILIAR

presentado e, sacrificio sangriento que iba ministerio de Pedro en la Iglesia, el Papa


a realizarse una única vez en I? cruz cuya es asociado a toda celebración de la Eu­
memoria se perpetuaría hasta el fin de los caristía en la que es nombrado como sig­
siglos (1 Co 11,23) y cuya virtud saludable no y servidor de la unidad de la Iglesia uni­
se aplicaría a la redención de los pecados versal. El obispo del lugar es siempre res­
que cometemos cada día (Ce. de frento: ponsable de la Eucaristía, incluso cuando
DS 1740). es presidida por un presbítero; el nombre
del obispo se pronuncia en ella para signi­
1367. El sacrificio de Cristo y el sacrificio fica- su presidencia de la Iglesia particular
de la Eucaristía son, pues, un único sacri­ en medio del presbiterio y con la asisten­
ficio: “Es una y la misma víctima, que se cia de los diáconos. La comunidad inter­
ofrece ahora por el ministerio de los sa­ cede también por todos los ministros que,
cerdotes, que se ofreció a sí misma enton­ por ella y con ella, ofrecen el sacrificio eu-
ces sobre la cruz. Sólo difiere la manera car'stico:
de ofrecer” : (Ce. de Trento, Sess. 22a.,
Que sólo sea considerada como legíti­
Doctrina de ss. Missae sacrificio, c. 2: DS
ma la eucaristía que se hace bajo la presi­
1743) “v puesto que en este divino sacrifi­
dencia del obispo o de quien él ha señala­
cio que se realiza en la Misa, se contiene e
do para ello (S. Ignacio de Antioauía,
inmola incruentamente el mismo Cristo
Smyrn. 8,1).
que en el altar de la cruz “se ofreció a sí
mismo una vez de modo cruento” ;...este Por medio del ministerio de los presbí­
sacrificio [es] verdaderamente propiciato­ teros, se realiza a la perfección el sacrifi­
rio” (Ibid). cio espiritual de los fieles en unión con el
sacrificio de Cristo, único Mediador. Este,
1368. La Eucaristía es igualmente el sa­ en nombre de toda la Iglesia, por manos
crificio de la Iglesia. La Iglesia, que es el de los presbíteros, se ofrece incruenta y
Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda sacramenta'.nente en la Eucaristía, hasta
de su Cabeza. Con él, ella se ofrece total­ que el Señor venga (PO 2).
mente. Se une a su intercesión ante el Pa­
dre por todos los hombres. En la Eucaris­ 1370. A la ofrenda de Cristo se unen no
tía, el sacrificio de Cristo es también el sa­ sólo los miembros que están todavía aquí
crificio de los miembros de su Cuerpo. La abajo, sino también los que están ya en la
vida de los fieles, su alabanza, su sufri­ gloria del cielo: La Iglesia ofrece el sacrifi­
miento, su oración y su trabajo se unen a cio eucarístico en comunión con la santí­
los de Cristo y a su total ofrenda, y ad­ sima Virgen María y haciendo memoria de
quieren así un valor nuevo. El sacrificio de ella así como de todos los santos y can­
Cristo, presente sobre el altar, oa a todas tas. En la Eucaristía, la Iglesia, con María,
alas generaciones de cristianos la posibili­ está como al pie de la cruz, unida a la
dad de unirse a su ofrenda. ofrenda y a la intercesión de Cristo.
En las catacumbas, la Iglesia es con
1371. El sacrificio eucaustico es también
frecuencia representada como una mujer
ofrec'do por los fieles difuntos “que han
en oración, los brazos extendidos en acti­
muerto en Cristo y todavía no están plena­
tud de orante. Como Cristo que extendió
mente puriiicados” (Ce. de Trento: DS
los brazos sobre la cruz, por él, con él y en
1743), para que puedan entrar en la luz y
él, la Iglesia se ofrece e intercede por to­
la paz de Cristo:
dos los hombres.
Enterrad este cuerpo en cualquie. par­
1369. Toda la Iglesia se une a la o*i enda y te; no os precc jpe más su cuidado; sola­
a la intercesión de Cristo. Encargado del mente os ruego que, dondequiera que os

1698
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

hallareis, os acordéis de mi ante el altar Iglesia, “allí donde dos o tres estén reuni­
del Señor (S. Mónica, antes de su muerte, dos en mi nombre” (Mt 18, 20), en los po­
a S. Agustín y su hermano, Conf. 9, 9, 27). bres, los enfermos, los presos (Mt 25, 31-
A continuación oramos (en la anáfora) 46), en los sacramentos de los que él es
por los santos padres y obispos difuntos, autor, en el sacrificio de la misa y en la
y en general por todos los que han muerto persona de.' ministro. Pero, “sobre todo,
antes que nosotros, creyendo que será de (está presente) bajo las especies eucarísti-
gran provecho para las almas, en favor de cas” (SC 7).
las cuales es ofrecida la súplica, mientras
se haila presente la santa y adorable vícti­ 1374. El modo de presencia de Cristo
ma...Presentando a Dios nuestras súpli­ bajo las especies eucarísticas es singular.
cas por los que han muerto, aunque fue­ Eleva la eucaristía por encima de todos
sen pecadores,... presentamos a Cristo los sacramentos y hace de ella “como la
inmolado por nuestros pecados, haciendo perfección de la vida espiritual y el fin al
prop'cio para ellos y para nosotros al Dios que tienden todos los sacramentos"' (S.
amigo de los hombres (s. Cirilo de Jerusa- Tomás de A., s.th. 3, 73, 3). En el santísi­
lén, Cateq. mist. 5, 9.10). mo sacramento de la Eucaristía están
“contenidos verdadera, real y substancial­
1372. S. Agustín ha resumido admirable­ mente el Cuerpo y la Sangre junto con el
mente esta doctrina que nos impulsa a alma y la divinidad de nuestro Señor Je­
una participaron cada vez más completa sucristo, y, por consiguiente, Cristo ente­
en el sacrificio de nuestro Redentor que ro (Ce. de Trento: DS 1651). “ Esta pre­
celebramos en la Eucaristía: sencia se denomina 'real’, no a título ex­
Esta ciudad plenamente rescatada, es clusivo, como si las otras presencias no
decir, la asamblea y la sociedad de los fuesen 'reales’, sino por excelencia, por­
santos, es ofrecida a Dios como un sacri­ que es substancial, y por ella Cristo, Dios
ficio universal por el Sumo Sacerdote que, y hombre, se hace totalmente presente”
bajo la forma de esclavo, llegó a ofrecerse (MF 39).
por nosotros en su pasión, para hacer de
nosotros el cuerpo de una tan gran Cabe­ 1375. Mediante la conversión del pan y
za...Tal es el sacrificio de los cristianos: del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se
“siendo muchos, no formamos más que hace presente en este sacramento. Los
un sólo cuerpo en Cristo” (Rm 12,5). Y es­ Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza
te sacrificio, la Iglesia no cesa de reprodu­ la fe de la Iglesia en la eficacia de la Pala­
cirlo en el Sacramento del altar bien cono­ bra de Cristo y de la acción del Espíritu
cido de los fieles, donde se muestra que Santo para obrar esta conversión. Así, S.
en lo que ella ofrece se ofrece a sí misma Juan Crisóstomo declara que:
(civ. 10, 6). No es el hombre quien hace que las
cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y
La presencia de Cristo por el poder de su Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que
Palabra y del Espíritu Santo fue crucificado por nosotros. El sacerdote,
figura de Cristo, pronuncia estas palabras,
0304 pero su eficacia y su gracia provienen de
1373. “Cristo Jesús que murió, resucitó, Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta pala­
que está a la derecha de Dios e intercede bra transforma las cosas ofrecidas (Prod.
por nosotros” (Rm 8, 34), está presente de Jud. 1, 6).
múltiples maneras en su Iglesia (cf. LG Y san Ambrosio dice respecto a esta
48): en su Palabra en la oración de su conversión:

1699
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Estemos bien persuadidos de que es­ mayor cuidado las hostias consagradas,
to no es lo que la naturaleza ha producido, presentándolas a los fieles para que las
sino lo que la bendición ha consagrado, y veneren con solemnidad, llevándolas en
de que la fuerza de la bendición supera a procesión" {MF 56).
la de la naturaleza, porque por la bendi­
ción la naturaleza misma resulta cambia­ 1379. El Sagrario (tabernáculo) estaba
da...La palabra de Cristo, que pudo hacer primeramente destinado a guardar digna­
de la nada lo que no existía, ¿no podría mente la Eucaristía para que pudiera ser
cambiar las cosas existentes en lo que no llevada a los enfermos y ausentes fuera de
eran todavía? Porque no es menos dar a la misa. Por la profundizaron de la fe en la
las cosas su naturaleza primera que cam­ presencia real de Cristo en su Eucaristía,
biársela (myst. 9, 50.52). la Iglesia tomó conciencia del sentido de
la adoración silenciosa del Señor presente
1376. El Concilio de Trento resume la fe bajo las especies eucarísticas. Por eso, el
católica cuando afirma: “Porque Cristo, sagrario debe estar colocado en un lugar
nuestro Redentor, d:jo que lo que ofrecía particularmente digno de la ig'esia; debe
bajo la especie de pan era verdaderamen­ estar construido de tal forma que subraye
te su Cuerpo, se ha mantenido siempre en y manifieste la verdad de la presencia real
la Iglesia esta convicción, que declara de de Cristo en el santo sacramento.
nuevo el Santo Concilio: por la consagra­
ción del pan y del vino se opera el cambio 1380. Es grandemente admirable que
de toda la substancia del pan en la subs­ Cristo haya querido hacerse presente en
tancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor su Iglesia de esta singular manera. Puesto
y de toda la substancia del vino en la que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su
substancia de su sangre; la Iglesia católica forma visible, quiso darnos su presencia
ha llamado justa y apropiadamente a este sacramental' puesto que 10a a ofrecerse
cambio transubstanciación” (DS 1642). en la cruz por muestra salvación, quiso
que tuviéramos el memorial del amor con
1377. La presencia eucarística de Cristo que nos había amado “hasta el fin” (Jn 13,
comienza en el momento de la consagra­ 1), hasta el don de su vida. En efecto, en
ción y dura todo el tiempo que subsistan su presencia eucarística permanece mis­
las especies eucarísticas. Cristo está todo teriosamente en medio de nosotros como
entero presente en cada una de las espe­ quien nos amó y se entregó por nosotros
cies y todo entero en cada una de sus (cf. Ga 2, 20), y se queda bajo los signos
partes, de modo que la fracción del pan que expresan y comunican este amor:
no d'vide a Cristo (cf. Ce. de Trento: DS La Iglesia y el mundo tienen una gran
1641). necesidad del culto eucarístico. Jesús nos
espera en este sacramento del amor. No
1378. El culto de la Eucaristía. En la litir- escatime mos tiempo para ir a encontrarlo
gia de la misa expresamos nuestra fe en la en la adoración, en la contémplac án llena
presencia real de Cristo bajo 'as especies de fe y ab'erta a reparar las faltas graves y
de pan y de vino, entre otras maneras, delitos del mundo. No cese nunca nuestra
arrodillándonos o inclinándonos profun­ adoración. (Juan Pablo II, lit. Dominicae
damente en señal de adoración al Señor. Cer.ae, 3).
' La Iglesia católica ha dado y continua
dando este culto de adoración que se de­ 1381. “La presencia del verdadero Cuer-
be al sacramento de la Eucaristía no sola­ po de Cristo y de la verdadera Sangre de
mente durante la misa, sino también fuera Cristo en este sacramento, "no se conoce
de su celebración: conservando con el por los sentidos, dice S. Tomás, sino solo

1700
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

por la fe, la cual se apoya en la autoridad representa los dos aspectos de un mismo
cíe Dios’. Por ello, comentando e> texto de misterio: el altar del sacrificio y la mesa
S. Lucas 22, 19: 'Esto es mi Cuerpo que del Señor y esto, tanto más cuanto que el
será entregado por vosotros’, S. Cirilo de­ altar cristiano es el símbolo de Cristo mis­
clara: 'No te preguntes si esto es verdad, mo, presente en medio de la asamblea de
sino acoge más bien con fe las palabras sus fieles, a la vez como ia víctima ofreci­
del Señor, porque él, que es la Verdad, no da por nuestra reconciliación y como ali­
miente” (S. Tomás de Aquino, s.th. 3, 75,1, mento celestial que se nos da. “¿Qué es,
citado por Pablo VI, MF 18): en efecto, el altar de Cristo sino la imagen
del Cuerpo de Cristo?” , dice S. Ambrosio
Adoro te devote, latens Deitas, (sacr. 5, 7), y en otro lugar: “ El altar repre­
Quae sub his í:guris vere tatúas: senta el Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo de
Tibi se cor meum totum subjicit, Cristo está sobre el altar” (sacr. 4, 7). La li­
Quia te contemplans totum déficit. turgia expresa esta unidad del sacrificio y
Visus, gustus, tactus in te fallitur, de ia comunión en numerosas oraciones.
Sed auditu solo tuto creditur: Así, la Iglesia de Roma ora en su anáfora:
Credo quidquod dixit Dei Filius: Te pedimos humildemente, Dios todo­
Nil hoc Veritatis verbo verius. poderoso, que esta ofrenda sea llevada a
tu presencia hasta el altar del cielo, por
(Adorote devotamente, oculta Deidad, manos de tu ángel, para que cuantos reci­
que bajo estas sagradas especies te ocul­ bimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al
tas verdaderamente: participar aquí de este altar, seamos col­
A ti mi corazón totalmente se somete, mados de gracia y bendición.
pues al contemplarte, se siente desfalle­
cer por comoleto.
“Tomad y comed todos de él” :
La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces; la comunión
sólo con el oído se llega a tener fe segura.
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios, 1384. El Señor nos dirige una invitación
nada más verdadero que esta palabra de urgente a recibirle en el sacramento de la
Verdad.) Eucaristía: “En verdad en verdad os digo:
si no coméis la carne del Hijo del hombre,
y no bebéis su sangre, no tendréis vida en
V!. El banquete pascual vosotros” (Jn 6, 53).

6393 1385. Para responder a esta invitación,


1382. La misa es, a la vez e inseparable­ debemos preparamos para este momento
mente, el memorial sacrificial en que se tan grande y santo. S. Pablo exhorta a un
perpetúa el sacrificio de la cruz, y el ban­ examen de conciencia: “Quien coma el
quete sagrado de la comunión en el Cuer­ pan o beba el cáliz del Señor indignamen­
po y la Sangre del Señor. Pero la celebra­ te, será reo del Cuerpo y de la Sangre del
ción de1 sacrificio eucarístico está total­ Señor. Examínese, pues, cada cual, y co­
mente orientada hac:a la unión íntima de ma entonces del pan y beba del cáliz.
los fieles con Cristo por medio de la co­ Pues quien come y bebe sin discernir el
munión. Comulgar es recibir a Cristo mis­ Cuerpo, come y bebe su propio castigo”
mo oue se ofrece por nosotros. (1Co 11, 27-29). Quien tiene conciencia
de estar en pecado grave debe recib.' el
1383. El altar, en torno al cual la Iglesia sacramento de la Reconciliación antes de
se reúne en la celebración de la Eucaristía, acercarse a comulgar.

1701
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

1386. Ante la grandeza de este sacra­ 1390. Gracias a la presencia sacramental


mento, el fiel sólo puede repetir humilde­ de Cristo bajo cada una de las especies,
mente y con fe ardiente las palabras del la comunión bajo la sola especie de pan
Centurión (cf. Mt 8, 8): “Señor, no soy dig­ ya hace que se reciba todo el fruto de gra­
no de que entres en mi casa, pero una pa­ cia propio de la Eucaristía. Por razones
labra tuya bastará para sanarme” . En la Li­ pastorales, esta manera de comulgar se
turgia de S. Juan Crisóstomo, los fieles ha establecido legítimamente como la
oran con el mismo espíritu: más habitual en el rito latino. “ La comu­
nión tiene una expresión más plena por
Hazme comulgar hoy en tu cena místi­
razón del signo cuando se hace ba'o las
ca, oh Hijo de Dios. Porque no diré el se­
dos especies. Ya que en esa forma es
creto a tus enemigos ni te daré el beso de
donde más perfectamente se manifiesta el
Judas. Sino que, como el buen ladrón, te
signo del banquete eucarístico” (IGMR
digo: Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino.
240). Es la forma habitual de comulgar en
1387. Para prepararse convenientemente los ritos orientales.
a recibir este sacramento, los fieles deben
observar el ayuno prescrito por la Iglesia Los frutos de la comunión
(cf. CDC can. 919). Por la actitud corporal
(gestos, vestido) se manifiesta el respeto, 65,96
la solemnidad, el gozo de ese momento 1391. La comunión acrecienta nuestra
en que Cristo se hace nuestro huésped. unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en
la comunión da como fruto principal la
1388. Es conforme al sentido mismo de unión íntima con Cristo Jesús. En efecto,
la Eucaristía que los fieles, con las debi­ el Señor dice: “Quien come mi Carne y
das disposiciones (cf. CDC, can. 916), co­ bebe mi Sangre habita en mí y yo en él”
mulguen cuando participan en la misa (cf. (Jn 6, 56). La vida en Cristo encuentra su
CDC, can 917. Los fieles, en el mismo día, fundamento en el banquete eucarístico:
pueden recibir la Santísima Eucaristía sólo “ Lo mismo que me ha enviado el Padre,
una segunda vez: Cf. Pontificia Commis- que vive, y yo vivo por el Padre, también el
sio Codici luris Canonici Authentice Inter­ que me coma vivirá por mí” (Jn 6, 57):
pretando, Responsa ad proposita dubia, Cuando en las fiestas del Señor los fie­
1: AAS 76 (1984) 746): “ Se recomienda es­ les reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman
pecialmente la participación más perfecta unos a otros la Buena Nueva de que se
en la misa, recibiendo los fieles, después dan las arras de la vida, como cuando el
de la comunión del sacerdote, del mismo ángel dijo a María de Magdala: “¡Cristo ha
sacrificio, el cuerpo del Señor” (SC 55). resucitado!” He aquí que ahora también la
vida y la resurrección son comunicadas a
1389. La Iglesia obliga a los fieles a parti­ quien recibe a Cristo (Fanqíth, Oficio siria­
cipar los domingos y días de fiesta en la co de Antioquía, vol. I, Commun, 237 a-b).
divina liturgia (cf. OE 15) y a recibir al me­
nos una vez al año la Eucaristía, si es po­ 1392. Lo que el alimento material produ­
sible en tiempo pascual (cf. CDC, can. ce en nuestra vida corporal, la comunión
920), preparados por el sacramento de la lo realiza de manera admirable en nuestra
Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda vida espiritual. La comunión con la Carne
vivamente a los fieles recibir la santa Eu­ de Cristo resucitado, vivificada por el Es­
caristía los domingos y ios días de fiesta, píritu Santo y vivificante (PO 5), conserva,
o con más frecuencia aún, incluso todos acrecienta y renueva la vida de gracia re­
los días. cibida en el Bautismo. Este crecimiento

1702
5 - CATECISf-10 DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

de la vida cristiana necesita ser alimenta­ para el pecado vivamos para Dios (S. Ful­
do por la comunión eucarística, pan de gencio de Ruspe, Fab. 28, 16-19).
nuestra peregrinación, hasta el momento
de la muerte, cuando nos sea dada como 1395. Por la misma caridad que enciende
viático. en nosotros, la Eucaristía nos preserva de
futuros pecados mortales. Cuanto más
1393. La comunión nos separa del peca­ participamos en la vida de Cristo y más
do. El Cuerpo de Cristo que recibimos en progresamos en su amistad, tanto más di­
la comunión es “entregado por nosotros” , fícil se nos hará romper con él por el peca­
y la Sangre que bebemos es “derramada do mortal. La Eucaristía no está ordenada
por muchos para el perdón de los peca­ al perdón de los pecados mortales. Esto
dos” . Por eso la Eucaristía no puede unir­ es propio del sacramento de la Reconci­
nos a Cristo sin purificarnos al mismo liación. Lo propio de la Eucaristía es ser el
tiempo de los pecados cometidos y pre­ sacramento de los que están en plena co­
servarnos de futuros pecados: munión con la Iglesia.
“Cada vez que lo recibimos, anuncia­
1396. La unidad del Cuerpo místico: La
mos la muerte del Señor” {1Co 11, 26). Si
Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben
anunciamos la muerte del Señor, anuncia­ la Eucaristía se unen más estrechamente
mos también el perdón de los pecados . a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a
Si cada vez que su Sangre es derramada, todos los fieles en un solo cuerpo: la Igle­
lo es para el perdón de los pecados, debo sia. La comunión renueva, fortifica, pro­
recibirle siempre, para que siempre me fundiza esta incorporación a la Iglesia rea­
perdone los pecados. Yo que peco siem­ lizada ya por el Bautismo. En el Bautismo
pre, debo tener siempre un remedio (S. fuimos llamados a no formar más que un
Ambrosio, sacr. 4, 28). solo cuerpo (cf. 1Co 12,13). La Eucaristía
realiza esta llamada: “El cáliz de bendición
1394. Como el alimento corporal sirve
que bendecimos ¿no es acaso comunión
para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eu­
con la sangre de Cristo? y el pan que par­
caristía fortalece la caridad que, en la vida
timos ¿no es comunión con el Cuerpo de
cotidiana, tiende a debilitarse; y esta cari­
Cristo? Porque aun siendo muchos, un
dad vivificada borra los pecados veniales solo pan y un solo cuerpo somos, pues
(cf. Ce. de Trento: DS 1638). Dándose a
todos participamos de un solo pan” (1 Co
nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y 10,16-17):
nos hace capaces de romper los lazos de­
sordenados con las criaturas y de arrai­ Si vosotros mismos sois Cuerpo y
garnos en él: miembros de Cristo, sois el sacramento
que es puesto sobre la mesa del Señor, y
Porque Cristo murió por nuestro amor, recibís este sacramento vuestro. Respon­
cuando hacemos conmemoración de su déis “Amén” (es decir, “sí”, “es verdad”) a
muerte en nuestro sacrificio, pedimos que lo que recibís, con lo que, respondiendo,
venga el Espíritu Santo y nos comunique lo reafirmáis. Oyes decir “el Cuerpo de
el amor; suplicamos fervorosamente que Cristo” , y respondes “amén” . Por lo tanto,
aquel mismo amor que Impulsó a Cristo a se tú verdadero miembro de Cristo para
dejarse crucificar por nosotros sea infun- que tu “amén” sea también verdadero (S.
dido por el Espíritu Santo en nuestro pro­ Agustín, serm. 272).
pios corazones, con objeto de que consi­
deremos al mundo como crucificado para 1397. La Eucaristía entraña un compro­
nosotros, y sepamos vivir crucificados pa­ miso en favor de los pobres: Para recibir
ra el mundo...y, llenos de caridad, muertos en la verdad el Cuerpo y la Sangre de

1703
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Cristo entregados por nosotros debemos con estas comunidades no es posible. S'n
reconocer a Cristo en los más pobres, sus embargo, estas comunidades eclesiales
hermanos (cf. Mt 25,40): “al conmemorar en la Santa Cena la muer­
Has gustado la sangre d-?l Señor y no te y la resurrección del Señor, profesan
reconoces a tu hermano. Deshonras esta que en 'a comunión de Cristo se significa
mesa, no juzgando digno de compartir tu la vida, y esperan su venida gloriosa' (UR
alimento al que ha sido juzgado digno de 22).
participar en esta mesa. Dios te ha libera­
do de todos los pecados y te ha invitado a 1401. Si, a juicio del ordinario, se presen­
ella. Y tú, aún así, no te has hecho más ta una necesidad grave, los ministros ca­
misericordioso (S. Juan Crisóstomo, hom. t ó lo s pueden ad nrrstrar los sacramen­
in 1Co 27,4). tos (eucaristía, penitencia, unción de los
enfermos) a cristianos que no están en
1398. La Eucaristía y la unidad de los plena comunión con la Iglesia católica,
cristianos. Ante la grandeza de esta miste­ pero que piden estos sacramentos con
rio, S. Agustín exclama: “O eacramentum deseo y rectitud: en tal caso se precisa
pietatis! O signum unitatis! O vinculum ca- que profesen la fe católica respecto a es­
ritatis!” (“¡Oh sacramento de piedad, oh tos sacramentos y estén bien dispuestos
signo de unidad, oh vínculo de caridad!” , (cf. CDC, can. 844, 4).
Ev. Jn. 26, 13; cf. SC 47). Cuar.Lo más do­
lorosamente se hacen sentir las divisiones
V!L La Eucaristía, “P.gnus futurae
de la Iglesia que rompen la participación
gloriae”
común en la mesa del Señor, tanto más
apremiantes son las daciones al Señor 6397
para que lleguen los días de la unidad
completa de todos los que creen en él. 1402. En una antigua oración, la iglesia
aclama el misterio de la Eucaristía: “O sa-
1399. Las Iglesias orientales que no es­ crum convivium in quo Christus sumitur.
tán en plena comunión con la Iglesia cató­ Recolitur memoria passionis eius; mens
lica celebran la Eucaristía con gran amor. impletur gratia et futurae gloriae nobis pig-
“Estas Iglesias, aunque separadas, tienen nus datur” (“¡Oh sagrado banquete, en
verdaderos sacramentos, y sobre todo, en que Cristo es nuestra comida; se celebra
virtud de la sucesión apostólica, el sacer­ el memorial de su pasión; el alma se llena
docio y la Eucaristía, con les que se unen de gracia y se nos da la prenda de la glo­
aún más con nosotros con vínculo estre­ ria futui a!”). Si la Eucaristía es el memoria!
chísimo” (UR 15). Una cierta comunión in de la Pascua del Señor y si por nuestra
sacris, por tanto, en la Eucaristía, “no so­ comunión en el altar somos colmados de
lamente es posible, sino que se aconse­ toda bendición celestial y gracia” (MR,
ja...en circunstancias oportunas y apro­ Canon Romano 96: “Supplices te roga-
bándolo la autoridad eclesiástica” (UR 15, mus”), la Eucaristía es también la anticipa­
cf. CDC can. 844, 3). ción de la gloria celestial.

1400. Las comunidades eclesiales naci­ 1403. En la última cena, el Señor mismo
das de la Reforma, separadas de la Iglesia atrajo la atención de sus discípulos hacia
católica, “sobre todo por defecto del sa­ el cumplimento de la Pascua en el reino
cramento de. orden, no har. consejado la de Dios: ‘ Y os digo que desde aho;a no
sustancia genuma e íntegra del Misterio beberé de este fruto de la vid hasta el d;a
eucarístico” (UR 22). Por esto, para la Igle­ en que lo beba con vosotros, ce nuevo, en
sia católica, la intercomunión eucarística el Reino de mi Padre” (Mt 26,29; cf. Le 22,

1704
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

18; Me 14, 25). Cada vez que la Iglesia ce­ 1407. La Eucaristía es el corazón y la
lebra la Eucaristía recuerda esta promesa cumbre de la vida de la Iglesia, pues en
y su mirada se dirige hacia “el que viene” ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus
(Ap 1,4). En su oración, implora su venida: miembros a su sacrificio de alabanza y ac­
“Maranatha' (1Co 16,22), ' Ven, Señor Je­ ción de gracias ofrecido una vez por todas
sús” (Ap 22, 20), “que tu gracia venga y en la cruz a su Padre: por medio de este
que este mundo pase” (Didaché 10, 6). sacrificio derrama las gracias de la salva­
ción sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.
1404. La Iglesia sabe que, ya ahora, el
Señor viene en su Eucaristía y que está 1408. La celebración eucarística com­
ahí en medio de nosotros. Sin embargo, prende siempre: la proclamación de la Pa­
esta presencia está velada. Por eso cele­ labra de Dios, la acción de gracias a Dios
bramos la Eucaristía “expectantes bea- Padre por todos sus beneficios, sobre to­
tam spem et adventum Salvatoris nostri do por el don de su Hijo, la consagración
Jesu Christi” (“ Mientras esperamos la del pan y del vino y la participación en el
gloriosa venida de Nuestro Salvador Je­ banquete litúrgico por la recepción del
sucristo” , Embolismo después del Padre Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos
Nuestro; cf. Tt 2, 13), pidiendo entrar “en elementos constituyen un solo y mismo
tu reino, donde esperamos gozar todos acto de culto.
juntos de la plenitud eterna de tu gloria;
1409. La Eucaristía es el memorial de la
allí enjugarás las lágrimas de nuestros
Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la
ojos, porque, ai contemplarte como tú
salvación realizada por la vida, la muerte y
eres, Dios nuestro, seremos para siempre
la resurrección de Cristo, obra que se ha­
semejantes a ti y cantaremos eternamen­
ce presente por la acción litúrgica.
te tus alabanzas, por Cristo, Señor Nues­
tro” (MR, Plegaria Eucarística 3, 128: ora­ 1410. Es Cristo mismo, sumo sacerdote y
ción por los difuntos). eterno de la nueva Alianza, quien, por el
ministerio de los sacerdotes, ofrece el sa­
1405. De esta gran esperanza, la de los
crificio eucarístico. Y es también el mismo
cielos nuevos y 'a tierra nueva en los que
Cristo, realmente presente bajo las espe­
habitará la justicia (cf. 2P 3, 13), no tene­
cies del pan y del vino, la ofrenda del sa-
mos prenda más segura, signo más mani­
críficio eucarístico.
fiesto que la Eucaristía. En efecto, cada
vez que se celebra este misterio, se reali­ 1411. Sólo los presbíteros válidamente
za la obra de ni:estra redención” (LG 3) y ordenados pueden presidir la Eucaristía y
“ partimos un mismo pan que es remedio consagrar el pan y el vino para que se con­
de inmortalidad, antídoto para no morir, viertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor.
sino para . ivir en Jesuc. isto para siempre”
(3. Ignacio de Antioquía, Eph 20,2). 1412. Los signos esenciales del sacra­
mento eucarístico son pan de trigo y vino
de vid, sobre los cuales es invocada la
RESUMEN bendición del Espíritu Santo y el presbíte­
ro pronuncb las palabras de la consagra­
6338
ción dichas por Jesús en la última cena:
1406. Jesús dijo: “ Yo soy el pan vivo ba­ “Esto es mi Cuerpo entregado por voso­
jado del cielo. Si uno come de este pan, tros... Este es el cáliz oe mi Sangre... ”
vivirá para siempre...el que come mi Carne
y bebe mi Sangre, tiene vida eterna...per­ 1413. Por la consagración se realiza la
manece en mí y yo en él" (Jn 6, 51.54.56). transubstanciación del pan y del vino en el

1705
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las es­ zas a lo largo del peregrinar de esta vida,
pecies consagradas del pan y del vino, nos hace desear la Vida eterna y nos une
Cristo mismo, vivo y glorioso, está presen­ ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la
te de manera verdadera, real y substan­ Santa Virgen María y a todos los santos.
cial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y
su divinidad (cf. Ce. de Trento: DS 1640;
1651). CAPÍTULO SEGUNDO

1414. En cuanto sacrificio, la Eucaristía LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN


es ofrecida también en reparación de los
pecados de los vivos y los difuntos, y para 3389
obtener de Dios beneficios espirituales o 1420. Por los sacramentos de la inicia­
temporales. ción cristiana, el hombre recibe la vida
nueva de Cristo. Ahora bien, esta vida la
1415. El que quiere recibir a Cristo en la
llevamos en “vasos de barro” (2Co 4, 7).
Comunión eucarística debe hallarse en es­
Actualmente está todavía “escondida con
tado de gracia. Si uno tiene conciencia de
Cristo en Dios” (Col 3, 3). Nos hallamos
haber pecado mortalmente no debe acer­
aún en “ nuestra morada terrena” (2Co 5,
carse a la Eucaristía sin haber recibido
1), sometida al sufrimiento, a la enferme­
previamente la absolución en el sacra­
dad y a la muerte. Esta vida nueva de hijo
mento de la Penitencia. :
de Dios puede ser debilitada e incluso
1416. La Sagrada Comunión del Cuerpo perdida por el pecado.
y de la Sangre de Cristo acrecienta la
unión del comulgante con el Señor, le per­ 1421. El Señor Jesucristo, médico de
dona los pecados veniales y lo preserva nuestras almas y de nuestros cuerpos,
de pecados graves. Puesto que los lazos que perdonó los pecados al paralítico y le
de caridad entre el comulgante y Cristo devolvió la salud del cuerpo (cf. Me 2, 1-
son reforzados, la recepción de este sa­ 12), quiso que su Iglesia continuase, en la
cramento fortalece la unidad de la Iglesia, fuerza del Espíritu Santo, su obra de cura­
Cuerpo místico de Cristo. ción y de salvación, incluso en sus pro­
pios miembros. Este es finalidad de los
1417. La Iglesia recomienda vivamente a dos sacramentos de curación: del sacra­
los fieles que reciban la sagrada comunión mento de la Penitencia y de la Unción de
cuando participan en la celebración de la los enfermos.
Eucaristía; y les impone la obligación de
hacerlo al menos una vez al año.
A rtículo 4
1418. Puesto que Cristo mismo está pre­
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
sente en el Sacramento del Altar es preci­
Y DE LA RECONCILIACIÓN
so honrarlo con culto de adoración. ‘‘La vi­
sita al Santísimo Sacramento es una prue­
6400
ba de gratitud, un signo de amor y un de­
ber de adoración hacia Cristo, nuestro Se­ 1422. “ Los que se acercan al sacramento
ñor" (MF). de la penitencia obtienen de la misericor­
dia de Dios el perdón de los pecados co­
1419. Cristo, que pasó de este mundo al metidos contra El y, al mismo tiempo, se
Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de reconcilian con la Iglesia, a la que ofendie­
la gloria que tendremos junto a él: la parti­ ron con sus pecados. Ella les mueve a
cipación en el Santo Sacrificio nos identifi­ conversión con su amor, su ejemplo y sus
ca, con su Corazón, sostiene nuestras fuer­ oraciones” (LG 11).

1706
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

I. El nombre de este sacramento hasta qué punto el pecado es algo que no


cabe en aquél que se ha revestido de
1423. Se le denomina sacramento de Cristo” (Ga 3, 27). Pero el apóstol S. Juan
conversión porque realiza sacramental­ dice también: “Si décimos: 'no tenemos
mente la llamada de Jesús a la conversión pecado’, nos engañamos y la verdad no
(cf. Me 1,15), la vuelta al Padre (cf. Le 15, está en nosotros” (1Jn 1, 8). Y el Señor
18) del que el hombre se había alejado por mismo nos enseñó a orar: “Perdona nues­
el pecado. tras ofensas” (Le 11, 4) uniendo el perdón
Se denomina sacramento de la Peni­ mutuo de nuestras ofensas al perdón que
tencia porque consagra un proceso per­ Dios concederá a nuestros pecados.
sonal y eclesial de conversión, de arre­
pentimiento y de reparación por parte del 1426. La conversión a Cristo, el nuevo
cristiano pecador. nacimiento por el Bautismo, el don del Es­
píritu Santo, el Cuerpo y la Sangre de
1424. Es llamado sacramento de la con­ Cristo recibidos como alimento nos han
fesión porque la declaración o manifesta­ hecho “santos e inmaculados ante él” (Ef
ción, la confesión de los pecados ante el 1, 4), como la Iglesia misma, esposa de
sacerdote, es un elemento esencial de es­ Cristo, es “santa e inmaculada ante él” (Ef
te sacramento. En un sentido profundo 5, 27). Sin embargo, la vida nueva recibida
este sacramento es también una "confe­ en la iniciación cristiana no suprimió la fra­
sión”, reconocimiento y alabanza de la gilidad y la debilidad de la naturaleza hu­
santidad de Dios y de su misericordia pa­ mana, ni la inclinación al pecado que la
ra con el hombre pecador. tradición llama concupiscencia, y que per­
manece en los bautizados a fin de que sir­
Se le llama sacramento del perdón
va de prueba en ellos en el combate de la
porque, por la absolución sacramental del
vida cristiana ayudados por la gracia de
sacerdote, Dios concede al penitente “el
Dios (cf. DS 1515). Esta lucha es la de la
perdón y la paz” (OP, fórmula de la absolu­
conversión con miras a la santidad y la vi­
ción).
da eterna a la que el Señor no cesa de lla­
Se le denomina sacramento de recon­ marnos (cf. DS 1545; LG 40).
ciliación porque otorga al pecador el amor
de Dios que reconcilia: “Dejaos reconciliar
con Dios” (2Co 5, 20). El que vive del amor III. La conversión de los bautizados
misericordioso de Dios está pronto a res­
6402
ponder a la llamada del Señor: “Ve primero
a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5, 24). 1427. Jesús llama a la conversión. Esta
llamada es una parte esencial del anuncio
del Reino: “ El tiempo se ha cumplido y el
II. Por qué un sacramento de la Reino de Dios está cerca; convertios y
reconciliación después del bautismo creed en la Buena Nueva” (Me 1,15). En la
predicación de la Iglesia, esta llamada se
3401 dirige primeramente a los que no conocen
1425. “Habéis sido lavados, habéis sido todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el
santificados, habéis sido justificados en el Bautismo es el lugar principal de la con­
nombre del Señor Jesucristo y por el Espí­ versión primera y fundamental. Por la fe
ritu de nuestro Dios” (1Co 6,11). Es preci­ en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf.
so darse cuenta de la grandeza del don de Hch 2, 38) se renuncia al mal y se alcanza
Dios que se nos hace en los sacramentos la salvación, es decir, la remisión de todos
de la iniciación cristiana para comprender los pecados y el don de la vida nueva.

1707
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

1428. Ahora bien, la llamada de Cristo a 1431. La penitencia interor es una reo­
la conversión sigue resor,ando en la vida rientación radical de toda la ' ,;da, un retor­
de los cristianos. Esta segunda conver­ no, una conversión a Dios con todo nues­
sión es una tarea ininterrumpida para toda tro corazón, una ruptura con el pecado,
la Iglesia que “recibe en su propio seno a una aversión del mal, con repugnancia ha­
los oecadores” y que siendo “santa a. cia las malas acciones que hemos cometi­
mismo tiempo que necesitada de purifica­ do. Al mismo tiempo, comprende el deseo
ción constante, busca sin cesar la peni­ y la resolución de cambiar de vida con la
tencia y la renovación” (LG 8). Este esfuer­ esperanza de la misericordia divina y la
zo de conversión no es sólo una obra hu­ confianza en la ayuda de su gracia. Esta
mana. Es el movimiento del "corazón con­ conversión del corazón va acompañada
trito” (Sal 51, 19), atraído y movido por la de dolor y tristeza saludables que los Pa­
gracia (cf. Jn 6, 44; 12, 32) a responder al dres llamaron animi cruciatus" (aflicción
amor misericordioso de Dios que nos ha del espíritu), “compunctio cordis” (arre­
amado primero (cf. 1Jn 4,10). pentimiento del corazón) (cf. Ce. de Trento:
DS 1676-1678; 1705; Catech. R. 2, 5, 4).
1429. De ello da testimonio la conversión
de S. Pedro tras la tupie negación de su 1432. El corazón del hombre es rudo y
Maestro. La mirada de infinita misericordia endurecido. Es preciso que Dios dé al
de Jesús provoca las lágrimas del arre­ hombre un corazón nuevo (cf. Ez 36, 26-
pentimiento (Le 22, 61) y, tras la resurrec­ 27). La conversión es primeramente una
ción del Señor, la triple afirmación de su obra de la gracia de Dios que hace volver
amor hacia él (cf. Jn 21,15-17). La segun­ a él nuestros corazones: “Conviértenos,
da conversión tiene también una dimen­ Señor, y nos convertiremos” (Le 5, 21).
sión comunitaria. Esto aparece en la lla­ Dios es quien nos da la fuerza para co­
mada del Señor a toda la Iglesia: “¡Arre­ menzar de nuevo. Al descubrir la grande­
piéntete!” (Ap 2, 5.16). za del amor de Dios, nuestro corazón se
S. Ambrosio dice acerca de las dos estremece ante el horror y el peso del pe­
conversiones que, en la Iglesia, “existen cado y comienza a temer ofender a Dios
el agua y las lágrimas: el agua del Bautis­ por el pecado y verse separado de él. El
mo y las lágrimas de la Penitencia” (Ep. corazón humano se convierte mirando al
41,12). que nuestros pecados traspasaron (cf. Jn
19, 37; Za 12,10).
Tengamos los ojos fijos en la sangre
IV. La penitencia interior de Cristo y comprendamos cuán preciosa
es a su Padre, porque, habiendo sido de­
6403
rramada para nuestra salvación, ha con­
1430. Como ya en los profetas, la llama­ seguido para el mundo entero la g; acia del
da de Jesús a la conversión y a la peniten­ arrepentimiento (S. Clem. Rom. Cor 7, 4).
cia no mira, en prime’' lugar, a las obras
exteriores “el saco y la ceniza” , los ayunos 1433. Después de Pascua, el Espíritu San­
y las mortificaciones, sino a la conversión to “convence al mundo en lo refe-ente al
del corazón, la penitencia interior. Sin ella, pecado” (Jn 16, 8-9), a saber, que el mundo
las obras de penitencia permanecen esté­ no ha creído en el que el Padre ha enviado.
riles y engañosas; por el contrario, la con­ Pero este mismo Espíritu, qi e desvela el
versión interior impulsa a la exp.esión de pecado, es el Consolador (cf. Jn 15, 26)
esta actitud por medio de signos visibles, que da al corazón del hombre la gracia del
gestos y obras de penitencia (cf. Jn 2, 12- arrepentimiento y de la co iversión (cf. Hch
13; Is 1, 16-17; Mi 6,1-6.16-18). 2, 36-38; Juan Pablo II, DeV 27-48).

1708
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

V. Diversas formas de penitencia en la Padre Nuestro, todo acto sincero de culto


vida cristiana o de piedad reaviva en nosotros el espíritu
de conversión y de penitencia y contribu­
6434 ye al perdón de nuestros pecados.
1434. La penitencia interior del cristiano
puede tener expresiones muy variadas. La 1438. Los tiempos y los días de peniten­
Escritura y los Padres insisten sobre todo cia a lo largo del año litúrgico (el tiempo
en tres formas: el ayuno, la oración, la li­ de Cuaresma, cada viernes en memoria
mosna (cf. Tb 12, 8; Mt 6, 1-18), que ex­ de la muerte del Señor) son momentos
presan la conversión con relación a sí mis­ fuertes de la práctica penitencial de la
mo con relación a Dios y con relación a Iglesia (cf. SC 109-110; CDC can. 1249-
los demás. Junto a la purificación radical 1253; CCE 880-883). Estos tiempos son
operada por el Bautismo o por el martirio, particularmente apropiados para los ejer­
citan, como medio de obtener el perdón cicios espirituales, las liturgias peniten­
de los pecados, los esfuerzos realizados ciales, las peregrinaciones como signo de
para reconciliarse con el prójimo, las lágri­ penitencia, las privaciones voluntarias co­
mas de penitencia, la preocupación por la mo el ayuno y la limosna, la comunicación
salvación del prójimo (cf. St 5,20), la inter­ cristiana de bienes (obras caritativas y mi­
cesión de los santos y la práctica de la ca­ sioneras).
ridad “que cubre multitud de pecados”
(1P 4, 8). 1439. El proceso de la conversión y de la
penitencia fue descrito maravillosamente
1435. La conversión se realiza en la vida por Jesús en la parábola llamada “del hi­
cotidiana mediante gestos de reconcilia­ jo pródigo” , cuyo centro es “el Padre mi­
ción, la atención a los pobres, el ejercicio sericordioso” (Le 15, 11-24): la fascina­
y la defensa de la justicia y del derecho ción de una libertad ilusoria, el abandono
(Am 5, 24; Is 1,17), por ei reconocimiento de la casa paterna; la miseria extrema en
de nuestras faltas ante los hermanos, la que el hijo se encuentra tras haber dilapi­
corrección fraterna, la revisión de vida, el dado su fortuna; la humillación profunda
examen de conciencia, la dirección espiri­ de verse obligado a apacentar cerdos, y
tual, la aceptación de los sufrimientos, el peor aún, la de desear alimentarse de las
padecer la persecución a causa de la jus­ algarrobas que comían los cerdos; la re­
ticia. Tomar la cruz cada día y seguir a Je­ flexión sobre los bienes perdidos; el arre­
sús es el camino más seguro de la peni­
pentimiento y la decisión de declararse
tencia (cf. Le 9, 23).
culpable ante su padre, el camino del re­
torno; la acogida generosa del padre; la
1436. Eucaristía y Penitencia. La conver­
alegría del padre: todos estos son rasgos
sión y la peniiencia diarias encuentran su
propios del proceso de conversión. El
fuente y su alimento en la Eucaristía, pues
en ella se hace presente el sacrificio de mejor vestido, el anillo y el banquete de
Cristo que nos reconcilió con Dios; por fiesta son símbolos de esta vida nueva,
ella son alimentados y fortificados los que pura, digna, llena de alegría que es la vi­
viven de la vina de Cristo; “es el antídoto da del hombre que vuelve a Dios y al se­
que nos libera de nuestras faltas cotidia­ no de su familia, que es la Iglesia. Sólo el
nas y nos preserva de pecados mortales corazón de Cristo que conoce las profun­
(Ce. de Trento: DS 1633). didades del amor de su Padre, pudo re­
velarnos el abismo de su misericordh de
1437. La lectura de la Sagrada Escritura, una manera tan llena de simplicidad y de
la oración de la Liturgia de las Horas y del belleza.

1709
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

VI. El sacramento de la Penitencia y de Dios, de donde el pecado los había aleja­


la Reconc:iiación do o incluso excluido. Un signo manifiesto
de ello es el hecho de que Jesús admite a
Q4C5 .os pecadores a su mesa, más aún, él mis­
1440. El pecado es, ante todo, ofensa a mo se sienta a su mesa, gesto que expre­
Dios, ruptura de la comunión con él. Al sa de manera conmovedora, a la vez, el
mismo tiempo, atenta contra la comunión perdón de Dios (cf. Le 15) y el retorno al
con la Iglesia. Por eso la conversión impli­ seno del pueblo de Dios (cf. Le 19, 9).
ca a la vez el perdón de Dios y la reconci­
liación con la Iglesia, que es lo que expre­ 1444. Al hacer partícipes a los apóstoles
sa y rea'iza litúrgicamente el sacramento de su propio poder de perdonar los peca­
de la Penitencia y de la Reconciliación (cf. dos, el Señor les da también la autoridad
LG 11). de reconciliar a los pecadores con la Igle­
sia. Esta dimensión eclesial de su tarea se
expresa particularmente en las palabras
Sólo Dios perdona el pecado
solemnes de Cristo a Simón Pedro: "A ti te
1441. Sólo Dios perdona los pecados (cf. daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo
Me 2, 7). Porque Jesús es él Hijo de Dios, que ates en la tierra quedará atado en los
dice de sí mismo: “El Hijo del hombre tie­ cielos, y !o que desates en la tierra queda­
ne poder de perdonar los pecados en la rá desatado en los cielos” (Mt 16,19). “ Es­
tierra” (Me 2,10) y ejerce ese poder divino: tá claro que también el Colegio de los
“Tus pecados están perdonados” (Me 2, Apóstoles, unido a su Cabeza (cf. Mt 18,
5; Le 7, 48). Más aún, en virtud de su au­ 18; 28, 16-20), recibió la función de atar y
toridad divina, Jesús confiere este poder a desatar dada a Pedro (cf. Mt 16, 19)” LG
los hombres (cf. Jn 20, 21-23) para que lo 22).
ejerzan en su nombre.
1445. Las palabras atar y desatar signifi­
1442. Cristo quiso que toda su Iglesia, can: aquel a quien excluyáis de vuestra
tanto en su oración como en su vida y su comunión, será excluido de la comunión
obra, fuera el signo y el instrumento del con Dios; aquel a quien que recibáis de
perdón y de la reconciliación que nos ad­ nuevo en vuestra comunión, Dios lo aco­
quirió al precio de su sangre. Sin embar­ gerá también en la suya. La reconciliación
go, confió el ejercicio del poder de absolu­ con la Iglesia es inseparable de la reconci­
ción al ministerio apostólico, que está en­ liación con Dios.
cargado del “ministerio de la reconcilia­
ción” (2Cor 5, 18). El apóstol es enviado El sacramento del perdón
“en nombre de Cristo” , y “es Dios mismo”
quien, a través de él, exhorta y suplica: 6407
“Dejaos reconciliar con Dios” (2Co 5, 20). 1446. Cristo instituyó el sacramento de la
Penitencia en favor de todos los miem­
Reconciliación con la Iglesia bros pecadores de su Iglesia, ante todo
para los que, después del Bautismo, ha­
6400 yan caído en el pecado grave y así hayan
1443. Durante su vida pública, Jesús no perdido la gracia bautismal y lesionado la
sólo perdonó los pecados, también mani­ comunión eclesial. El sacramento de la
festó el efecto de este perdón: a los peca­ Penitencia ofrece a éstos una nueva posi­
dores que son perdonados los vuelve a in­ bilidad de convertirse y de recuperar la
tegrar en la comunidad del pueblo de gracia de la justificación. Los Padres de la

1710
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

Iglesia preseruan este sacramento como acción del Espíritu Santo, a saber, la con­
“ la segunda tabla (de salvación) después trición, la confesión de los pecados y la
del naufragio que es la pérdida de la gra­ satisfacción; y por otra oarte, la acción de
cia” (Tertuliano, paen. 4, 2; cf. Ce. deTren- Dios por ministerio de la Iglesia. Por medio
to: DS 1542). del obispo y de sus presbíteros, la Iglesia
en nombre de Jesucristo concede el per­
1447. A lo largo de los siglos la forma dón de los pecados, determina la modali­
concreta, según la cual la Iglesia ha ejer­ dad de la satisfacción, ora también por el
cido este poder rec.oido del Señor ha va­ pecador y hace penitencia con él. Así el
riado mucho. Durante los primeros siglos, pecador es curado y restablecido en la
la reconciliac:ón de los cristianos que ha­ comunión eclesial.
bían cometido pecados particularmente
graves después de su Bautismo (por 1449. La fórmula de absolución en uso
ejemplo, idolatría, homicidio o adulterio), en la Iglesia latina expresa el elemento
estaba vinculada a una disciplina muy ri­ esencial de este sacramento: el Padre de
gurosa, según la cual los penitentes debí­ la misericordia es la fuente de todo per­
an hacer penitencia pública por sus peca­ dón. Realiza la reconciliación de los peca­
dos, a menudo, durante largos años, an­ dores por la Pascua de su Hijo y el don de
tes de recibí, la reconciliación. A este “or­ su Espíritu, a través de la oración y el mi­
den de los penitentes (que sólo concer­ nisterio de la Iglesia:
nía a ciertos pecados graves) sólo se era
Dios, Padre misericordioso, que re­
admitido raramente y, en ciertas regiones,
concilió consigo al mundo por la muerte y
una sola vez en la vida. Durante el siglo
la resurrección de su Hijo y derramó el Es­
Vil, los misioneros irlandeses, inspirados
píritu Santo para la remisión de los peca­
en la tradición monástica de Oriente, tra­
dos, te conceda, por el ministerio de la
jeron a Europa continental la práctica
Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuel­
“privada” de la Penitencia, que no exigía
vo de tus pecados en el nombre del Padre
la realización pública y prolongada de
y del Hijo y del Espíritu Santo (OP 102).
obras de penitencia antes de recibir la re­
conciliación con la Iglesia. El sacramento
se realiza desde entonces de una manera Vil. Los actos del penitente
más secreta entre el penitente y el sacer­
dote. Esta nueva práctica preveía la posi­ 64G8
bilidad de la reiteración del sacramento y 1450. “La penitencia mueve al pecador a
abría así el camino a una recepción regu­ sufrir todo voluntariamente; en su cora­
lar del mismo. Permitía integrar en una zón, contrición; en la boca, confesión; en
sola celebración sacramental el perdón 'a obra toda humildad y fructífera satisfac­
de los pecados graves y de los pecados ción” (Catech. R. 2, 5, 21; cf. Ce de Trento:
veniales. A grandes líneas, esta es la for­ DS 1673).
ma de penitencia que la Iglesia practica
hasta nuestros días.
La contrición
1448. A través de los cambios que la dis­
ciplina y la celebración de este sacramen­ 6409
to han experimentado a lo largo de los si­ 1451. Entre los actos del penitente, la
glos, se descubre una misma estructura contrición aparece en primer lugar. Es “ un
fundamental. Comprende dos elementos dolor del alma y una detestación del peca­
igualmente esenciales: por una parte, los do cometido con la resolución de no vol­
actos del hombre que se convierte bajo la ver a pecar” (Ce. de Trento: DS 1676).

1711
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

1452. Cuando brota del amor de Dios Iglesia con el fin de hacer posible un nue­
amado sobre todas las cosas, la contri­ vo futuro.
ción se llama “contrición perfecta”(contri-
ción de caridad). Semejante contrición 1456. La confesión de los pecados he­
perdona las faltas veniales; obtiene tam­ cha al sacerdote constituye una parte
bién el perdón de los pecados mortales si esencial del sacramento de la penitencia:
comprende la firme resolución de recurrir “En la confesión, los penitentes deben
tan pronto sea posible a la confesión sa­ enumerar todos los pecados mortales de
cramental (cf. Ce. de Trento: DS 1677). que tienen conciencia tras haberse exami­
nado seriamente, incluso si estos peca­
1453. La contrición llamada “imperfecta” dos son muy secretos y si han sido come­
(o “atrición”) es también un don de Dios, tidos solamente contra los dos últimos
un impulso del Espíritu Santo. Nace de la mandamientos del Decálogo (cf. Ex 20,
consideración de la fealdad del pecado o 17; Mt 5, 28), pues, a veces, estos peca­
del temor de la condenación eterna y de dos hieren más gravemente el alma y son
las demás penas con que es amenazado más peligrosos que los que han sido co­
el pecador. Tal conmoción de la concien­ metidos a la vista de todos” (Ce. de Tren­
cia puede ser el comienzo de una evolu­ to: DS 1680):
ción interior que culmina, bajo la acción Cuando los fieles de Cristo se esfuer­
de la gracia, en la absolución sacramental. zan por confesar todos los pecados que
Sin embargo, por sí misma la contrición recuerdan, no se puede dudar que están
imperfecta no alcanza el perdón de los presentando ante la misencordia divina
pecados graves, pero dispone a obtenerlo para su perdón todos los pecados que
en el sacramento de la Penitencia (cf. Ce. han cometido. Quienes actúan de otro
de Trento: DS 1678 1705). modo y callan conscientemente algunos
pecados, no están presentando ante !a
1454. Conviene preparar la recepción de bondad divina nada que pueda ser perdo­
este sacramento mediante un examen de nado por mediación del sacerdote. Por­
conciencia hecho a la luz de la Palabra de que 'si el enfermo se avergüenza de des­
Dios. Para esto, los textos más aptos a cubrir su llaga al médico, la medicina no
este respecto se encuentran en el Decálo­ cura lo que ignora’ (S. Jerónimo, Eccl. 10,
go y en la catequesis moral de los evan­ 11) (Ce. de Trento: DS 1680).
gelios y de las caitas de los apóstoles:
Sermón de la montaña y enseñanzas 1457. Según el mandamiento de la Igle­
apostólicas (Rm 12-15; 1Co 12-13; Ga 5; sia “todo fiel llegado a la edad del uso de
Ef 4-6, etc.). razón debe confesar al menos una vez la
año, los pecados graves de que tiene con­
ciencia” (CDC can. 989; cf. DS 1683;
La confesión de los pecados 1708). “Quien tenga conciencia de hallar­
se en pecado grave que no celebre la mi­
8410
sa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin
1455. La confesión de los pecados, in­ acudir antes a la confesión sacramental a
cluso desde un punto de vista simple­ no ser que concurra un motivo grave y no
mente humano, nos libera y facilita nues­ hay=* posibilidad de confesarse; y, en ecte
tra reconciliación con los demás. Por la caso, tenga presente que está obligado a
confesión, el hombre se enfrenta a los hacer un acto de contrición perfecta, que
pecados de que se siente culpable; asu­ incluye el propósito de confesarse cuanto
me su responsabilidad y, por ello, se abre antes” (CDC, can. 916; cf. Ce. de Trenío:
de nuevo a Dios y a la comunión de la DS 1647; 1661; CCE, can. 711). Los niños

1712
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO

deben acceder al sacramento de la peni­ Trento: DS 1712). Liberado del pecado, el


tencia antes de recibir por primera vez 'a pecador debe todavía recobrar la plena
sagrada comunión (CDC can. 914). salud espiritual. Por tanto, debe hacer al­
go más para reparar sus pecados: debe
1458. Sin ser estrictamente necesaria, la “satisfacer” de manera apropiaua o “ex­
confesión de los pecados veniales, sin piar” sus pecados. Esta satisfacción se
embargo, se recomienda vivamente por la llama también “penitencia” .
Iglesia (cf. Ce. de Trento: DS 1680; CDC
988, 2). En efecto, la confesión habitual de 1460. La penitencia que el confesor im­
los pecados veniales ayuda a formar la pone debe tener en cuenta la situación
conciencia, a luchar contra las malas incli­ personal del penitente y buscar su bien
naciones, a dejarse curar por Cristo, a espii itual. Debe corresponder todo lo po­
progresar en la vida del Espíritu. Cuando sible a la gravedad y a la naturaleza de los
se recibe con frecuencia, mediante este pecados cometidos. Puede consistir en la
sacramento, el don de la misericordia del oración, en ofrendas, en obras de miseri­
Padre, el creyente se ve impulsado a ser él cordia, servicios al prójimo, privaciones
también misericordioso (cf. Le 6, 36): voluntarias, sacrificios, y sobre todo, la
aceptación paciente de la cruz que debe­
El que confiesa sus pecados actúa ya
mos llevar. Tales penitencias ayudan a
con Dios. Dios acusa tus pecados, si tú
configurarnos con Cristo que, el Unico
también te acusas, te unes a Dios. El
que expió nuestros pecados (Rm 3, 25;
hombre y el pecado1", son por así decirlo,
1Jn 2,1-2) una vez por todas. Nos permi­
dos realidades: cuando oyes habla, del
ten llegar a ser coherederos de Cristo re­
hombre, es Dios quien lo ha hecho; cuan­
sucitado, “ya que sufrimos con él” (Rm 8,
do oyes hablar del pecador, es el hombre
17; cf. Ce. de Trento: DS 1690):
mismo quien lo ha hecho. Destruye lo que
tú has hecho para que Dios salve !o que él Pero nuestra satisfacción, la que reali­
ha hecho...Cuando comienzas a detestar zamos por nuestros pecados, sólo es po­
lo que has hecho, entonces tus obras sible por medio de Jesucristo: nosotros
buenas comienzan porque reconoces tus que, por nosotros mismos, no podemos
obras malas. El comienzo de las obras nada, con la ayuda “del que nos fortalece,
buenas es la confesión de las obras ma­ lo podemos todo” (Flp 4, 13). Así el hom­
las. Haces la verdad y vienes a la Luz (S. bre no tiene nada de que pueda gloriarse
Agustín, ev. loa. 12,13). sino que toda “nuestra gloria” está en
Cristo...en quien satisfacemos “dando fru­
tos dignos de penitencia” (Le 3, 8) que re­
La satisfacción ciben su fuerza de él, por él son ofrecidos
al Padre y gracias a él son aceptados por
m u
el Padre (Ce. de Trento: DS 1691).
1459. Muchos pecados causan daño al
prójimo. Es preciso hacer lo posible para
repararlo ^por ejemplo, restituir las cosas VIII. El ministro de este sacramento
robadas, restablecer la reputación del que
ha sido calumniado, compensar las heri­ 6412
das). La simple justicia exige esto. Pero 1461. Puesto que Cristo confió a sus
además el pecado hiere y debilita al peca­ apóstoles el ministerio de la reconciliación
dor mismo, así como sus relaciones con (cf. Jn 20, 23; 2Co 5,18), los obispos, sus
Dios y con el prójimo. La absolución quita sucesores, y los presbíteros, colaborado­
el pecado, pero no remedia todos los de­ res de los obispos, continúan ejerciendo
soí denes que el pecado causó (cf. Ce. de este ministerio. En efecto, los obispos y

1713
C IE R T A PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

ios presbíteros, en virtud del sacramento las heridas, del Padre que espera al hüjo
del Orden, tienen el poder de perdonar to­ pródigo y lo acoge a su vuelta, del justo
dos los pecados “en el nombre del Padre Juez que no hace acepción de personas y
y del Hijo y del Espíritu Santo”. cuyo juicio es a la vez justo y mise¡ icordio-
so. En una palabra, el sacerdote es el sig­
1432. El perdón de los pecados reconcilia no y el instrumento del amor misericordio­
con Dios y también con la Iglesia. El obis­ so de Dios con el pecador.
po, cabeza visible de la Iglesia particular,
es considerado, por tanto, con justo título, 1466. El confesor no es cueño, sino el
desde los tiempos antiguos como el que servidor del perdón de Dios. El ministro de
Liene principalmente el poder y el ministe­ este sacramento debe unhse a la inten­
rio de la reconciliación: es el moderador de ción y a ia caridad de Cristo (cf. PO 13).
la disciplina penitencial \LG 26). Los pres­ Debe tener un conocimiento probado del
bíteros, sus colaboradores, lo ejercen en la comportamiento cristiano, experiencia de
medida en que han recibido la tarea de ad­ las cosas humanas, respeto y delicadeza
ministrarlo sea de su obispo (o de un su­ ccn el que ha caído; debe amar la verdad,
perior religioso) sea del Papa, a través del ser fiel al magisterio de la Iglesia y condu­
derecho de la Iglesia (cf. CDC can 844; cir al penitente con paciencia hacia su cu­
967-969, 972; CCE, can. 722, 3-4). ración y su plena madurez. Debe orar v
hacer penitencia por él confiándolo a la
1463. Ciertos pecados particularmente misericordia del Señor.
graves están sancionados con la excomu­
nión, la pena eclesiástica más severa, que 1467. Dada la delicadeza y la grandeza
imoide la recepción de los sacramentos y de este ministerio y el respeto debido a las
t. ejercicio de ciertos actos eclesiásticos personas, la Iglesia declara que todo sa­
(cf. CDC, can. 1331; CCE, can. 1431, cerdote que oye confesiones está obliga­
.4 j 4), y cuya absolución, por consiguien­ do a guardar un secreto absoluto sobre
te, sólo puede ser concedida, según el los pecados que sus penitentes le han
derecho de la Iglesia, al Papa, al obispo confesado, bajo penas muy severas (CDC
del lugar, o a sacerdotes autorizados por can. 1388, 1; CCE, can. 1456). Tampoco
ellos (cf. CDC can. 1354-1357; CCE, can. puede hacer uso de los conocimientos
1420). En caso de peligro de muerte, todo que la confesión le da sobre la vida de los
sacerdote, aun el que carece de la facul­ penitentes. Este secreto, que no admite
tad de oír confesiones, puede absolver de excepción, se llama “sigilo sacramental” ,
cualquier pecado (cf. CDC can. 976; para porque lo que el penitente ha manifestado
la absolución de los pecados, CCE, can. al sacerdote queda “sellado” por el sacra­
725) y de toda excomunión. mento.

1464. Los sacerdotes deben alentar a los


fieles a acceder al sacramento de la peni­ IX. Los efectos de este sacramento
tencia y deben mostrarse disponibles a
3413
celebrar este sacramento cada vez que los
cristianos lo pidan de manera razonable 1468. “Toda la virtud de la penitencia re­
(cf. CDC can. 986; CCE, can 735; PO 13) side en que nos restituye a la gracia de
Dios y nos une con él con profunda amis­
1465. Cuando celebra el sacramento de tad” (Cateen. R. 2, 5,18). El fin y el efecto
la Penitencia, el sacerdote ejerce el minis­ de este sacramento son, pues, la reconci­
terio del Buen Pastor que busca la oveja liación con Dios. En ios que rec.oen el sa­
perdida, el del Buen Sama, .taño que cura cramento de la Penitencia con un corazón

1714
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

contrito y con una disposición relig.osa, 11; Ga 5, 19-21; Ap 22, 15). Convirtiéndo­
“tiene como resultado la paz y la tranquili­ se a Cristo por la penitencia y la fe, el pe­
dad de la conciencia, a las que acompaña cador pas? de la muerte a la vida ' y no in­
un profundo consuelo espiritual” (Ce. de curre en juicio” (Jn 5, 24).
Trento: DS 1674). En efecto, el sacramen­
to de la reconciliación con Dios produce
una verdadera “resurrección espiritual” , X. Las indulgencias
una restitución de la dignidad y de los bie­
3414
nes de la vida de los hijos de Dios, el más
precioso de los cuales es la amistad de 1471. La doctrina y la práctica de las in­
Dios (Le 15, 32). dulgencias en la Iglesia están estrecha­
mente ligadas a los efectos del sacramen­
1469. Este sacramento reconcilia con la to de la Penitencia (Pablo VI, const. Ap.
Iglesia al penitente. El pecado menoscaba “Indulgentiarum doctrina”, normas 1-3).
o rompe la comunión fraterna. El sacra­
mento de la Penitencia la repara o la res­
Qué son las indulgencias
taura. En este sentido, no cura solamente
al que se reintegra en la comunión ecle- 6415
sial, tiene también un efecto vivificante so­
bre la vida de la Iglesia que ha sufrido por “ La indulgencia es la remisión ante
el pecado de uno de sus miembros (cf. Dios de la pena temporal por los pecados,
1Co 12. 26). Restablecido o afirmado en la ya perdonados, en cuanto a la culpa, que
comunión de los santos, el pecador es un fiel dispuesto y cumpliendo determina­
fortalecido por el intercambio de los bie­ das condiciones consigue por mediación
nes espirituales entre todos los miembros de la Iglesia, la cual, como administradora
vivos del Cuerpo de Cristo, estén todavía de la redención, distribuye y aplica con
en situación de peregrinos o que se hallen autoridad el tesoro de las satisfacciones
ya en la patria celestial (cf. LG 48-50): de Cristo y de los santos” .
Pero hay que añadir que tal reconcilia­ “ La indulgencia es parcial o plenaria
ción con Dios tiene como consecuencia, según libere de la pena temporal debida
por así decir, otras reconciliaciones que re­ por los pecados en parte o totalmente” .
paran las rupturas causadas por el peca­ “Todo fiel puede lucrar para sí mismo o
do: el penitente perdonado se reconcilia aplicar por los difuntos, a manera de su­
consigo mismo en el fondo más íntimo de fragio, las indulgencias tanto parciales co­
su propio ser, en el que recupera la propia mo plenarias” (CDC, can. 992-994).
verdad interior; se reconcilia con los her­
manos, agredidos y lesionados por él de
algún modo; se reconcilia con la Iglesia, se Las penas del pecado
reconcilia con toda la creación (RP 31).
6416
1470. En este sacramento, el pecador, 1472. Para entender esta doctrina y esta
confiándose al juicio misericordioso de práctica de la Iglesia es preciso recordar
Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que el pecado tiene una doble conse­
que será sometido al fin de esta vida terre­ cuencia. El pecado grave nos priva de la
na. Porque es al ora, en esta vida, cuando comunión con Dios y por ello nos hace in­
nos es ofrecida la elección entre la vida y capaces de la vida eterna, cuya privación
la muerte, y sólo por el camino de la con­ se llama la “pena eterna” del pecado. Por
versión podemos entrar en el Reino del otra parte, todo pecado, incluso venial,
que el pecado grave nos aparta (cf. 1Co 5, entraña apego desordenado a las criatu­

1715
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

ras que tienen necesidad de purificación, entre quienes ya son bienaventurados co­
sea aquí abajo, sea después de la muerte, mo entre los que expían en el purgatorio o
en el estado que se llama Purgatorio. Esta los que peregrinan todavía en la tierra - un
purificación libera de lo que se llama la constante vínculo de amor y un abundan­
“ pena temporal” del pecado. Estas dos te intercambio de todos los bienes” (Pablo
penas no deben ser concebidas como VI, loid). En este intercambio admirable, la
una especie de venganza, infligida por santidad de uno aprovecha a los otros,
Dios desde el exterior, sino como algo que más allá del daño que el pecado de uno
brota de la naturaleza misma del pecado. pudo causar a los demás. Así, el recurso a
Una conversión que procede de una fer­ la comunión de los santos permite al pe­
viente caridad puede llegar a la total puri­ cador contrito estar antes y más eficaz­
ficación del pecador, de modo que no mente purificado de las penas del pecado.
subsistiría ninguna pena (Ce. de Trento:
DS 1712-13; 1820). 1476. Estos bienes espirituales de la co­
munión de los santos, los llamamos tam­
1473. El perdón del pecaoo y la restaura­ bién el tesoro de la Iglesia, “que no es su­
ción de la comunión con Dios entrañan la ma de bienes, como lo son las riquezas
remisión de las penas eternas del pecado. materiales acumuladas en el transcurso de
Pero las penas temporales del pecado los siglos, sino que es el valor infinito e ina­
permanecen. El cristiano debe esforzarse, gotable que tienen ante Dios las expiacio­
soportando pacientemente los sufrimien­ nes y los méritos de Cristo nuestro Señor,
tos y las pruebas de toda clase y, llegado ofrecidos para que la humanidad quedara
el día, enfrentándose serenamente con la libre del pecado y llegase a la comunión
muerte, por aceptar como una gracia es­ con el Padre. Sólo en Cristo, Rédente-
tas penas temporales del pecado; debe nuestro, se encuentran en abundancia las
aplicarse, tanto mediante las obras de mi­ satisfacciones y los méritos de su reden­
sericordia y de caridad, como mediante la ción (cf. Hb 7, 23-25; 9, 11-28)” (Pablo VI,
oración y las distintas prácticas de peni­ Const. Ap. “Indulgentiarum doctrina”, ibid).
tencia, a despojarse completamente del
“hombre viejo” y a revestirse del “hombre 1477. “Pertenecen igualmente a este te­
nuevo” (cf. Ef 4, 24). soro el precio verdaderamente inmenso,
inconmensurable y siempre nuevo que tie­
nen ante Dios las oraciones y las buenas
En la comunión de los santos
obras de la Bienaventurada Virgen María y
6417 de todos los santos que se santificaron
por la gracia de Cristo, siguiendo sus pa­
1474. El Ciis+;ano que quiere purificarse
sos, y realizaron una obra agradable al Pa­
de su pecado y santificarse con ayuda de
dre, de manera que, trabajando en su pro­
la gracia de Dios no se encuentra sólo. “ La
pia salvación, cooperaron igualmente a la
'rida de cada uno de los hijos de Dios está
sai/ación de sus hermanos en la unidad
ligada de una manera admirable, en Cristo
del Cuerpo místico” (Pablo VI, ibid).
y por Cristo, con ’a vida de todos los otros
hei manos cristianos, en la unidad sobre­
natural del Cuerpo místico de Cristo, como Obtener la indulgencia de Dios por medio
en una persona mística” (Pablo VI, Const. de la Iglesia
Ap. “ indulgen+¡arum doctrina'’, 5).
6418
1475. En la comunión de 'os santos, por 1478. Las indulgencias se obtienen por !a
consiguiente, “existe entre ios fieles -tanto Iglesia que, en virtud del poder de atar y

1716
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL M .'TE R IO CRISTIANO

desata" que le fue concedido por Cristo haga comparecer sin condenaros en su
Jesús, interviene en favor de un cristiano y tem'ble tribunal. El que es bendito por los
le abre el tesoro de los méritos de Cristo y siglos de los s:glos. Amén.” .
de los santos para obtener del Padre de la
misericordia la remisión de las penas tem­ 1482. El sacramento de la penitencia
porales debidas por sus pecadas. Por eso puede también celebrarse en el marco de
la Iglesia no quiere solamente acudir en una c e le t'ación comunitaria, en la que .os
ayuda de este cristiano, sino también im­ penitentes se preparan a la confesión y
pulsarlo a hacer a obras de piedad, de pe­ juntos dan gracias por el perdón recibido.
nitencia y de caridad (cf. Pablo VI, ibid. 8; Así la confesión personal de los pecados y
Ce. de Tremo: DS 1835). la absolución individual están insertadas
en una liturgia de la Palabra de Dios, con
1479. Puesto que los fieles difuntos en lecturas y homilía, examen de conciencia
vía de purificación son también miembros dirigido en común petición comunitaria
de la misma comunión de los santos, po­ del perdón, rezo del Padrenuestro y ac­
demos ayudarles, entre otras formas, ob­ ción de gracias en común. Esta celebra­
teniendo para enos indulgencias, de ma­ ción comunitaria expresa más claramente
nera que se vean libres de las penas tem­ el carácter eclesial de la penitencia. En to­
porales debidas por sus pecados. do caso, cualquiera que sea la manera de
su celebración, el sacramento de la Peni­
tencia es siempre, por su naturaleza mis­
XI. La celebración del sacramento de la ma, una acción litúrgica, por tanto, ecle­
Penitencia sial y públ!ca (cf. SC 26-27).

64-;9 1483. En casos de necesidad grave se


1480. Como todos los sacramentos, la puede recurrí a la celebración comunita­
Penitencia es una acción litúrgica. Ordina­ ria de la reconch,ación con confesión ge­
riamente los elementos de su celebración neral y absolución general. Semejante ne­
son: saludo y bendición del sacerdote, cesidad grave ouede presentarse cuando
lectura de la Palabra de Dios para iluminar hay un peligro inminente de muerte sin
la conciencia y suscitar 'a contrición, y ex­ que el sacerdote o los sacerdotes tengan
hortación al arrepentimiento; la confesión tiempo suuciente para oír la comesión de
que reconoce los pecados y los manifies­ cada penitente. La necesidad grave pue­
ta al sacerdote; la imposición y la acepta­ de existir también cuando, teniendo en
ción de la penitencia; la absolución del sa­ cuenta el número de penkentes, no hay
cerdote; alabanza de acc’ón de gracias y bastantes confesóles para oír debida­
despedida con la bendición del sacerdote. mente las confesiones individuales en un
tiempo razonable, de manera que los oe-
1481. La liturgia bizantina posee expre­ nitentes, sin culpa suya, se verían priva­
siones dNe-sas de absolución, en forma dos durante largo tiempo de la gracia sa­
deprecativa, que expresan adm;rablemen- cramental o de la sagrada comunión. En
te el misterio del perdón: “Que el Dios que este caso, los fieles deben tener, para la
por el profeta Natán perdonó a David validez de la absolución, el propósito de
cuando confesó sus pecados, y a Pedro confesai individualmente sus pecados
cuando I'oró amargamente y a la pecado­ graves en su debido tiempo (CDC can.
ra cuando derramó lágrimas sobre sus 962,1). Al obispo diocesano corresponde
pies, y al publicano, y al pródigo, que este juzgar si exisien las condiciones requeri­
mismo Dios, por medio de mí, pecador, os das para la absolución general (CDC can.
perdone en esta vida y en la otra y cue os 951, 2). Una gian concurrencia de fieles

1717
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

con ocasión de grandes Tiestas o de pere­ mismos, para la Iglesia y para el mundo
grinaciones no constituyen por su natura­ entero.
leza ocasión de la referida necesidad gra­
ve. 1489. Volver a la comunión con Dios,
después de haberla perdido por el peca­
1484. “ La confesión individual e íntegra y do, es un movimiento que nace de la gra­
la absolución coniinúan siendo el único cia de Dios, rico en misericordia y deseoso
modo ordinario para que los fieles se re­ de la salvación de los hombres. Es preciso
concilien con Dios y la Iglesia, a no ser pedir este don precioso para sí mismo y
que una imposibilidad física o moral excu­ para los demás.
se de este modo de confesión” (OP 31). Y
esto se establece así por razones profun­ 1490. El movimiento de retorno a Dios,
das. Cristo actúa en cada uno de los sa­ llamado conversión y arrepentimiento, im­
cramentos. Se dirige personalmente a ca­ plica un dolor y una aversión respecto a los
da uno de los pecadores: “Hijo, tus peca­ pecados cometidos, y el propósito firme
dos están perdonados” (Me 2, 5); es el de no volver a pecar. La conversión, por
médico que se inclina sobre cada uno de tanto, mira al pasado y al futuro; se nutre
los enfermos que tienen necesidad de él de la esperanza en la misericordia divina.
(cf. Me 2,17) para curarlos; los restaura y
los devuelve a la comunión fraterna. Por 1491. El sacramento de la Penitencia es­
tanto, la confesión personal es la forma tá constituido por el conjunto de tres ac­
tos realizados por el penitente, y por la ab­
más significativa de la reconciliación con
solución del sacerdote. Los actos del pe­
Dios y con la Iglesia.
nitente son: el arrepentimiento, la confe­
sión o manifestación de los pecados al sa­
RESUMEN cerdote y el propósito de realizar la repa­
ración y las obras de penitencia.

1485. En la tarde de Pascua, el Señor Je­ 1492. El arrepentimiento (llamado tam­


sús se mostró a sus apóstoles y les dijo: bién contrición) debe estar inspirado en
“iR ecibid el Espíritu Santo. A quienes per­ motivaciones que brotan de la fe. Si el
donéis los pecados, les quedan perdona­ arrepentimiento es concebido por amor
dos; a quienes se los retengáis, les que­ de caridad hacia Dios, se le llama “perfec­
dan retenidos” (Jn 20, 22-23). to”; si está fundado en otros motivos se le
llama ‘imperfecto”.
1486. El perdón de los pecados cometi­
dos después del Bautismo es concedido 1493. El que quiere obtener la reconcilia­
por un sacramento propio llamado sacra­ ción con Dios y con la Iglesia debe confe­
mento de la conversión, de la confesión, sar al sacerdote todos los pecados graves
de la penitencia o de la reconciliación. que no ha confesado aún y de los que se
acuerda tras examinar cuidadosamente su
1487. Quien peca lesiona el honor de conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la
Dios y su amor, su propia dignidad de confesión de las faltas veniales está reco­
hombre llamado a ser hijo de Dios y el bien mendada vivamente por la Iglesia.
espiritual de la Iglesia, de la que cada cris­
tiano debe ser una piedra viva. 1494. El confesor impone al penitente el
cumplimiento de ciertos actos de “satis­
1488. A los ojos de la fe, ningún mal es facción” o de “penitencia", para reparareI
más grave que el pecado y nada tiene pe­ daño causado por el pecado y restablecer
ores consecuencias para los pecadores los hábitos propios del discípulo de Cristo.

1718
5 -C ATE C IS M O DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

1495. Sólo los sacerdotes que han recibi­ I. Fundamentos en la economía de la


do de la autoridad de la Iglesia la facultad salvación
de absolver pueden ordinariamente per­
donar los pecados en nombre de Cristo. La enfermedad en la vida humana

1496. Los efectos espirituales del sacra­ 6422


mento de la Penitencia son: 1500. La enfermedad y el sufrimiento se
han contado siempre entre los problemas
- la reconciliación con Dios por la que
más graves que aquejan la vida humana.
el penitente recupera la gracia;
En la enfermedad, el hombre experimenta
- la reconciliación con la Iglesia; su impotencia, sus límites y su finitud. To­
- la remisión de la pena eterna contraí­ da enfermedad puede hacernos entrever
da por los pecados mortales; la muerte.

- la remisión, al menos en parte, de las 1501. La enfermedad puede conducir a


penas temporales, consecuencia del pe­ la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a
cado; veces incluso a la desesperación y a la re­
- la paz y la serenidad de la concien­ belión contra Dios. Puede también hacera
cia, y el consuelo espiritual; la persona más madura, ayudarla a dis­
cernir en su vida lo que no es esencial pa­
- el acrecentamiento de las fuerzas es­ ra volverse hacia lo que lo es. Con mucha
pirituales para el combate cristiano. frecuencia, la enfermedad empuja a una
búsqueda ae Dios, un retorno a él.
1497. La confesión individual e integra de
los pecados graves seguida de la absolu­
ción es el único medio ordinario para la re­ El enfermo ante Dios
conciliación con Dios y con la Iglesia.
6423

1498. Mediante las indulgencias, los fie­ 1502. El hombre del Antiguo Testamento
les pueden alcanzar para sí mismos y tam­ vive la enfermedad de cara a Dios. Ante
bién para las almas del Purgatorio la remi­ Dios se lamenta por su enfermedad (cf.
sión de las penas temporales, consecuen­ Sal 38) y de él, que es el Señor de la vida
cia de los pecados. y de la muerte, implora la curación (cf. Sal
6, 3; !s 38). La enfermedad se convierte
en camino de conversión (cf. Sal 38, 5;
39, 9.12) y el perdón de Dios inaugura la
A rtículo 5 curación (cf. Sal 32, 5; 107, 20; Me 2, 5-
12). Israel experimenta que la enferme­
LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS dad, de una manera misteriosa, se vincu­
la al pecado y al mal; y que la fidelidad a
6421 Dios, según su Ley, devuelve la vida: “Yo,
1499. “Con la sagrada unción de los en­ el Señor, soy el que te sana” (Ex 15, 26).
fermos y con la oración de los presbíteros, El profeta entreve que el sufrimiento pue­
toda la Iglesia entera encomienda a os en­ de tener también un sentido redentor por
fermos al Señor sufriente y glorificado pa­ los pecados de los demás (cf. Is 53, 11).
ra que los alivie y los salve. Incluso los Finalmente, Isaías anuncia que Dios hará
anima a unirse libremente a la pasión y venir un tiempo para Sión en que perdo­
muerte de Cristo; y contribuir, así, al bien nará toda falta y curará toda enfermedad
del Pueblo de Dios” (LG 11). (cf. Is 33, 24).

1719
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Cristo, médico es sino una consecuencia. Por su pasión y


su muerte en la Cruz, Cristo dio un sent do
6424 nuevo al sufrimiento: desde entonces éste
1503. La compasión de Custo hacia los nos configura con él y nos une a su pasión
enfermos y sus numerosas curac'ones de redentora.
dolientes de toda clase (cf. Mt 4, 24) son
un signo maravilloso de que “Dios ha visi­ “Sanad a ios enfermos...”
tado a su pueblo” (Le 7, 16) y de que el
Reino de Dios está muy cerca. Jesús no 6425
!ene solamente poder para curar, sino 1506. Cristo invita a sus discípulos a se­
tambiéi de perdonar los pecados (cf. Me guirle tomando a su vez su cruz (cf. Mt 10,
2, 5-12): vino a curar al hombre entero, al­ 38). Signándole adquieren una nueva vi­
ma y cuerpo; es el médico que los enfer­ sión sobre la enfermedad y sobre los en­
mos necesitan íMc 2, 17). Su compar ón fermos. Jesús los asocia a su vida pobre y
hacia todos los que sufren llega hasta humilde. Les hace participar de su minis­
identificarse con ellos: “Estuve enfermo y terio de compasión y de curación: “Y, yén­
me visitasteis” (Mt 25, 36). Su amor de dose de aiií, predicaron que se convirtie­
predilección para con los enfermos no ha ran; expulsaban a muchos demonios, y
cesado a lo largo de los siglos, de susci­ ungían con aceite a muchos enfermos y
tar la atención muy particular de los cris­ los curaban” (Me 6, 12-13).
tianos hacia todos los que sufren en su
cueipo y en su alma. Esta atención dio 1507. El Señor resucitado renueva este
origen a infatigables esfuerzos por aliviar a envío (“En mi nombre...impondrán las ma­
los que sufren. nos sobre los enfermos y se pondrán
bien”; Me 16,17-18) y lo confirma con los
1504. A menudo Jesús pido a los enrer- signos que la Iglesia realiza invocando su
mos que crean (cf. Me 5, 34.36; 9, 23). Se nombre (cf. Hch 9, 34; 14, 3). Estos signos
sirve de signos para curar: saliva e imposi­ manifiestan de una manera especial que
ción de manos (cf. Me 7, 32-36; 8, 22-25), Jesús es verdaderamente “Dios que sal­
barro y ablución (cf. Jn 9,6s). Los enfer­ va” (cf. Mt 1,21; Hch 4,12).
mos tratan de tocarlo (cf. Me 1, 41; 3, 10;
6, 56) “pues salía de él una fuerza que los 1508. El Espíritu Santo da a algunos un
curaba a todos” (Le 6, 19). Así, en los sa­ carisma especial de curación (cf. 1Co 12,
cramentos, Cristo continúa “tocándonos” 9.28.30) para manifestar la fuerza de la
para sanarnos. gracia de! Resucitado. Sin embargo, ni si­
quiera las oraciones más fervorosas obtie­
1505. Conmovido por tantos suí imien- nen la curación de todas las enfermeda­
tos, Cristo no sólo se deja tocar por los des. Así S. Pablo aprende de' Señor que
enfermos, sino que hace suyas sus mise­ “mi gracia te basta, que mi fuerza se
rias: “El tomó nuestras flaquezas y cargó muestra perfecta en la flaqueza” (2Co 12,
con nuestras enfermedades (Mt 8,17; cf. 91, y que los sufrmientos que tengo que
's 53, 4). No curó a todos los enfermos. padece**, tienen como sentido lo siguiente:
Sus curaciones eran signos de la venida “completo en mi carne lo que falta a las
del Reino de Dios. Anunciaban una cura­ tribulaciones de Cristo, en favor de su
ción más radical: la victoria sobre el peca­ Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24).
do y la muerte por su Pascua. En la Cruz,
Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal 1509. “¡Sanad a los enfern os!” (Mt 10,
(cf. Is 53, 4-6) y quitó el pecado del mun­ 8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Se­
do ' (Jn 1, 29), del que la enfermedad no ñor e intenta realizarla tanto mediante los

1720
5 -C A TE C IS M O DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

cuidados que proporciona a los enfermos cada vez más exclusivamente, a los que
como por la oración de intercesión con la e'.taban a punto de morir. A causa de es­
que los acompaña. Cree en la presencia to, había recibido el nombre de ‘ Extre­
vivhicante de Cristo, médico de las almas maunción” . A pesar de esta evolución, la
y de los cuerpos. Esta presencia actúa liturgia nunca dejó de orar al Señor a fin
particu,ármente a través de los sacramen­ de que el enfermo pud:era recobrar su sa­
tos, y de manera especial por la Eucaris­ lud s: así convenía a su salvación (cf. DS
tía, pan que da la vida eterna (cf. Jn 6, 1695).
54.58) y cuya conexión con la salud cor­
poral insinúa S. Pablo (cf. 1Co 11,30). 1513. La Constitución apostólica “Sa-
cram Unctionem Infirmorum” del 30 de
1510. No obstante la Iglesia apostólica Noviembre de 1972, de conformidad con
tuvo un rito propio en favor de los enfer­ el Concilio Vaticano II (cf. SC 73) estable­
mos, atestiguado por Santiago: “ ¿Está ció que, en adelante, en el rito romano, se
enfermo alguno de vosotros? Llame a los observara lo que sigue:
presbíteros de la Iglesia, qi s oren sobre él
y le unjan con óleo en el nombre del Se­ El sacramento de la Unción de los en­
ñor. Y la oración de la fe salvará al enfer­ fermos se administra a los gravemente
mo, y el Señor hará que se levante, y si enfermos ungiéndolos en la frente y en las
hubiera cometido pecados, le serán per­ manos con aceite de oliva debidamente
donados” (S t5 ,14-15). La Tradición ha re­ bendecido o, según las mmunstancias,
conocido en este rito uno ue los siete sa­ con otro aceite de plantas, y pronuncian­
cramentos de la Iglesia (cf. DS 216; 1324- do una sola vez estas palabras: 'per istam
1325; 1695-1696; 1716-1717). sanctam unctionem et suam piissimam
misericordiam adiuvet te Dominus gratia
spiritus sancti ut a pecca^'s liberatum te
Un sacramento de los enfermos salvet atque propitius allevet (“Por esta
santa Unción, y por su bondadosa miseri­
342o
cordia te ayude el Señor con la gracia del
1511. La Iglesia cree y confiesa que, en­ Espíritu Santo, para que, libre de tus pe­
tre los siete sacramentos, existe un sacra­ cados, te conceda la salvación y le con­
mento especialmente destinado a recon­ forte en tu enfermedad” , cf. CDC, can.
fortar a los aii ibulados por la enfermedad: 847,1).
la Unción de los enfermos:
Esta unciún santa de los enfermos fue
instituida por Cristo nuestro Señor como II. Quién recioe y quién admimstra ecte
un sacramento del Nuevo Testamento, sacramento-
verdadero y propiamente dicho, insinuado
por Pvic (cf. Me 6, 13), y recomendado a En caso de grave enfermedad...
los fieles y promulgado por Santiago,
6427
apóstol y hermano del Señor [cf. St 5,14-
15] (Ce. deTrento. DS 1695). 1514. La unción de los enfermos “ no es
un sacramento sólo paia aquellos que es­
1512. En la tradición litúrgica, ta.ito en tán a pumo de mc:ir. Por eso, se conside­
Oriente como en Occidente, se poseen ra tiempo oportuno para recibirlo cuando
desde la antigüedad testimonios de un­ el fiel empiezo a estar en peligro de muer­
ciones de enfermos practicadas con acei­ te oor enfermedad o \ejez” (SC 73; cf.
te bendito. En el transcurso de los siglos, CDC, can. 1004,1; 1005; 1007; CCE, can.
la Unción de los enfermos fue conferida, 738).

1721
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

1515. Si un enfermo que recibió la unción caristía debería ser siempre el último sa­
recupera la salud, pueoe, en caso de nue­ cramento de la peregrinación terrenal, el
va enfermedad grave, recibir de nuevo es­ “viático” para el “paso” a la vida eterna.
te sacramento. En el curso de la misma
enfermedad, el sacramento puede ser rei­ 1518. Palabra y sacramento forman un
terado si la enfermedad se agrava. Es todo inseparable. La Liturgia de la Pala­
apropiado recibir la Unción de los enfer­ bra, precedida de un acto de penitencia,
mos antes de una operación importante. abre la celebración. Las palabras de
Y esto mismo puede aplicarse a las perso­ Cristo y el testimonio de los apóstoles
nas de edad avanzada cuyas fuerzas se suscitan la fe del enfermo y de la comuni­
debilitan. dad para pedir al Señor la fuerza de su Es­
píritu.

“...llame a los presbíteros de la Iglesia" 1519. La celebración del sacramento


comprende principalmente estos elemen­
6428 tos: “los presbíteros de la Iglesia” (St 5,
1516. Solo los sacerdotes (obispos y 14) imponen -en silencio - las manos a los
presbíteros) son ministros de la unción de enfermos; oran por los enfermos en la fe
los enfermos (cf. Ce. de Trento: DS 1697; de la Iglesia (cf. St 5, 15); es la epíclesis
1719; CDC, can. 1003; CCE, can. 739,1). propia de este sacramento; luego ungen
Es deber de los pastores instruir a los fie­ al enfermo con óleo bendecido, si es posi­
les sobre los beneficios de este sacra­ ble, por el obispo.
mento. Los fieles deben animar a los en­ Estas acciones litúrgicas indican la
fermos a llamar al sacerdote para recibir gracia que este sacramento confiere a los
este sacramento. Y que los enfermos se enfermos.
preparen para recibirlo en buenas disposi­
ciones, con la ayuda de su pastor y de to­
da la comunidad eclesial a la cual se invita IV. Efectos de la celebración de este
a acompañar muy especialmente a los en­ sacramento
fermos con sus oraciones y sus atencio­
6430
nes fraternas.
1520. Un don particular del Espíritu San­
to. La gracia primera de este sacramento
III. La celebración del sacramento es una gracia de consuelo, de paz y de
ánimo para vencer las dificultades propias
5429
del estado de enfermedad grave o de la
1517. Como en todos los sacramentos, fragilidad de la vejez. Esta gracia es un
la unción de los enfermos se celebra de don del Espíritu Santo que renueva la con­
forma litúrgica y comunitaria (cf. SC 27), fianza y la fe en Dios y fortalece contra las
que tier? lugar en familia, en el hospital o tentaciones del maligno, especialmente
en la iglesia, para un solo er.'ermo o para tentación de desaliento y de angustia ante
un grupo de eniermos. Es muy convenien­ la muerte (cf. Hb 2 , 15). Esta asistencia del
te que se celebre dentro c!e la Eucaristía, Señor por la fuerza de su Espíritu quiere
memorial de la Pascua del Señor. Si las conducir al enfermo a la curación del al­
circunstancias lo permiten, la celebración ma, pero también a la del cuerpo, si tal es
del sacramento puede ir precedida dei sa­ la voluntad de Dios (cf. Ce. de Florencia:
cramento de la Penitencia y seguida del DS 1325). Además, “si hubiera cometido
sacramento de la Eucaristía. En cuanto pecados, le serán perdonados” (St 5, 15;
sacramento de la Pascua de Cristo, la Eu­ cf. Ce. de Trento: DS 1717).

1722
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

1521. La unión a la Pasión de Cristo. Por V. El Viático, último sacramento del


la gracia de este sacramento, el enfermo cristiano
recibe la fuerza y el don de unirse más ín­
timamente a la Pasión de Cristo: en cierta 5431
manera es consagrado para dar fruto por 1524. A los que van a dejar esta vida, la
su configuración con la Pasión redentora Iglesia ofrece, además de la Unción de
del Salvador. El sufrimiento, secuela del los enfermos, la Eucaristía como viático.
pecado original, recibe un sentido nuevo, Recibida en este momento del paso ha­
viene a ser participación en la obra salvífi- cia el Padre, la Comunión del Cuerpo y la
ca de Jesús. Sangre de Cristo tiene una significación y
una importancia particulares. Es semilla
1522. Una gracia eclesial. Los enfermos de vida eterna y poder de resurrección,
que reciben este sacramento, “uniéndose según las palabras del Señor: “ El que co­
libremente a la pasión y muerte de Cristo, me mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
contribuyen al bien del Pueblo de Dios” eterna, y yo le resucitaré el último día” (Jn
(LG 11). Cuando celebra este sacramento, 6, 54). Puesto que es sacramento de
la Iglesia, en la comunión de los santos, Cristo muerto y resucitado, la Eucaristía
intercede por el bien del enfermo. Y el en­ es aquí sacramento del paso de la muer­
te a la vida, de este mundo al Padre (Jn
fermo, a su vez, por la gracia de este sa­
13,1).
cramento, contribuye a la santificación de
la Iglesia y al bien de todos los hombres
1525. Así, como los sacramentos del
por los que la Iglesia sufre y se ofrece, por Bautismo, de la Confirmación y de la Eu­
Cristo, a Dios Padre. caristía constituyen una unidad llamada
“los sacramentos de la iniciación cristia­
1523. Una preparación para el último na” , se puede decir que la Penitencia, la
tránsito. Si el sacramento de la unción de Santa Unción y la Eucaristía, en cuanto
los enfermos es concedido a todos los viático, constituyen, cuando la vida cris­
que sufren enfermedades y dolencias gra­ tiana toca a su fin, “los sacramentos que
ves, lo es con mayor razón “a los que es­ preparan para entrar en la Patria” o los sa­
tán a punto de salir de esta vida” (“in exitu cramentos que cierran la peregrinación.
viae constituti” ; Ce. de Trento: DS 1698),
de manera que se la llamado también “sa-
RESUMEN
cramentum exeuntium” (“sacramento de
los que parten” , ibid.). La Unción de los 6432
enfermos acaba de conformarnos con la
1526. "¿Está enfermo alguno entre voso­
muerte y a la resurrección de Cristo, como
tros? Llame a los presbíteros de la Iglesia,
el Bautismo había comenzado a hacerlo.
que oren sobre él y le unjan con óleo en el
Es la última de las sagradas unciones que
nombre del Señor. Y la oración de la fe sal­
jalonan toda la vida cristiana; la del Bau­
vará al enfermo, y el Señor hará que se le­
tismo había sellado en nosotros la vida vante, y si hubiera cometidos pecados, le
nueva; la de la Confirmación nos había serán perdonados’’ (St 5, 14-15).
fortalecido para el combate de esta vida.
Esta última unción ofrece al término de 1527. El sacramento de la Unción de los
nuestra vida terrena un sólido puente le­ enfermos tiene por fin conferir una gracia
vadizo para entrar en la Casa del Padre especial al cristiano que experimenta las
defendiéndose en los últimos combates dificultades inherentes al estado de enfer­
(cf. ibid.: DS 1694). medad grave o de vejez.

1723
C U A R T PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCIUAR

1528. El tiempo oportuno para recibir la CAPÍTULO TERCERO


Santa Unción llega ciertamente cuando el
LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO DE
fiel comienza a encontrarse en peligro de
LA COMUNIDAD
muerte por causa de enfermedad o de
vejez.
>3433

1529. Cada vez que un cristiano cae gra­ 1533. El Bautismo, la Confirmación y la
vemente enfermo puede recibir la Santa Eucaristía son los sacramentos de la ini­
ciación cristiana. Fundamentan la voca­
Unción y también cuando, después de
ción común de todos los discípulos da
haberla recibido, la enfermedad se agrava.
Cristo, que es vocación a la santidad y a la
misión de evangelizar el mundo. Confieren
1530. Sólo los sacerdotes (presbíteros y
las gracias necesarias para vivir según el
obispos) pueden administrar el sacramen­
Espíritu en esta vida de peregrinos en
to de la Unción de los enfermos; para con­
marcha hacia la patria.
ferirlo emplean óleo bendecido por el
Obispo, o, en caso necesario, por el mis­ 1534. Otros dos sacramentos, el Orden y
mo presbítero que celebra. el Matrimonio, están ordenados a la salva­
ción de los demás. Contribuyen cierta­
1531. Lo esencial de la celebración de mente a la propia salvación, pero esto lo
este sacramento consiste en la unción en hacen mediante el servicio que prestan a
la frente y las manos del enfermo (en el ri­ los demás. Confieren una misión particu­
to romano) o en otras partes del cuerpo lar en la Iglesia y sirven a la edificación del
(en Oriente), unción acompañada de la Pueblo de Dios.
oración litúrgica del sacerdote celebrante
que pide la gracia especial de este sacra­ 1535. En estos sacramentos, los que
mento. fueron ya consagrados por el Baut'smo y
la Coi ifirmación (LG 10) para el sacerdocio
común de todos los fieles, pueden recibir
1532. La gracia especial del sacramento
consagraciones particulares. Los que reci­
de la Unción de los enfermos tiene como
ben el sacramento del orden son consa­
efectos:
grados para “ en e1 nombre de Cristo ser
- la unión del enfermo a la Pasión de los pastores de la Iglesia con la palabra y
Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; con la gracia de Dios” (LG 11). Por su par­
te, “los cónyuges cristianos, son fortifica­
- el consuelo, la paz y el ánimo para dos y como consagrados para los deberes
soportar cristiana nenie los sufrimientos y dignidad de su estado por este sacra­
de la enfermedad o do la vejez; mento especial” (GS 48, 2).
- el perdón de los pecados si el enfer­
mo no ha podido obtenerlo por el sacra­ A rtículo 6
mento oe la penitencia-
EL SACRAMENTO DEL ORDEN
- el restaolecimiento de la sarud cor­
poral, si conviene a la salud espiritual; 64'34
1536. El Orden es el sac¡amento gracias
- la pi cparación para el paso a ia vida al cual la misión confiada por Cristo a sus
eterna. Apóstoles sigue siendo ejercida en la Igle­
sia hasta el ¡.n de los tiempos: es, pues, el
sacramento del ministerio apostólico.

1724
5 - CATECCMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

Comprende tres grados: el episcopado, el II. El sacramento del Orden en la


presbiterado y el diaconado. economía de la salvación
(Sobre la institución y la misión del mi-
El sacerdocio de la Antigua Alianza
nisteiio apostólico por Cristo ya se ha tra­
tado en la primera parte. Aquí sólo se tra­ 6433
ta de la realidad saci amental mediante 'a
1539. El pueblo elegido fue constituyo
que se transmite este ministerio) por Dios como “un reino de sacerdotes y
una nación consagrada” (Ex 19,6; cf. Is
1. El nombre de sacramento del Orden 61,6). Pero dentro del pueblo de Israel,
Dios escogió una de las doce tribus, la de
6435 Leví, para el servicio litúrgico (cf. Nm 1,
48-53); Dios mis mo es la parte de su he­
1537. La palabra Orden designaba, en la
rencia (cf. Jos 13, 33). Un rito propio con­
antigüedad romana, cuerpos constituidos
sagró los orígenes del sacerdocio de la
en sentido civil, sobre todo el cuerpo de
Antigua Alianza (cf. Ex 29, 1-30; Lv 8). En
los que gobiernan. Ordinatio designa la in­
e'la los sacerdotes fueron establecidos
tegración en un ordo. En la Iglesia hay
“para intervenir en favor de los hombres
cuerpos constituidos que la Tradición, no
en lo que se refiere a Dios para ofrecer do­
sin fundamentos en la Sagrada Escritura
nes y sacrificios por los pecados” (Hb 5,
(cf. Hb 5,6; 7,11; Sal 110,4), llama desde
los tiempos antiguos con ei nombre de £a-
1).
xeis (en griego), de ordines (en latín): así la 1540. Instituido para anunciar la palabra
liturgia habla del ordo episcoporum, del de Dios (cf. M: 2, 7-9) y para restablecer la
ordo presbyterorum, del ordo diacono- comunión con Dios mediante los sacrifi­
rum. También reciben este nombre de or­ cios y la oración, este sacerdocio de la
do otros grupos: los catecúmenos, las . ir- Antigua Alianza, sin embargo, era incapaz
genes, los esposos, las viudas... de realizar la salvación, por lo cual tenía
necesidad de repetir sin cesar los sacrifi­
1538. La integración en uno de estos cios, y no podía alcanzar una santificación
cuerpos de la Iglesia so hacía por un rito defin't.va (cf. Hb 5, 3; 7, 27; 10, 1-4), que
llamado ordinatio, acto religioso y litúrgico sólo podría alcanzada por el sacrificio de
que era una consagración, una bendición Cristo.
o un sacramento. Hoy la palabra ordinatio
está reservada al acto sacramental que in­ 1541. No obstante, la liturgia de la Iglesia
corpora al orden de los coispos, de ios ve en el sacerdocio de Aarón y en el servi­
presbíteros y de los diáconos y que va cio de los lev,tas, así como en la institu­
más a'lá de una simple elección, designa­ ción de los setenta ancianos' (c¡. Nm 11,
ción, delegación o institución por la comu­ 24-25), prefiguraciones del ministerio or­
nidad, pues confiere un don del Espíritu denado de la Nueva Alianza. Por ello, an el
Santo que permite ejercer un “poder sa­ rito iat'no la Iglesa se dirige a Dios en la
grado’ (sacra potestad cf. LG 10) que só­ oración consecratoria de la ordenación de
lo puede venir de Cristo, a través de su los obispos de la siguiente manera:
Iglesia. La ordenación también es llamada Dios y Padre de nuestro Señor Jesu­
consecradlo porque es un “ poner a parte” cristo...has establecido las reglas de la
y un “investir por Cristo mismo para su Iglesia: elegiste desde el principio un pue­
Iglesia. La imposición de manos del chis­ blo santo, descendiente de Abraham, y le
po, con la oración consecratorir, constitu­ diste reyes y sacerdotes que cuidaran del
ye el signo visible de esta consagración. serv' '¡o de tu santuario...

1725
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CCNCIUAR

1542. En la oroenación de presbíteros, la es:o se hace presente en el sacrificio eu-


Iglesia ora: ca. istico de la Iglesia. Lo mismo acontece
Señor, Padre Santo...en la Antigua con el único sacerdocio de Cristo: se hace
Alianza se fueron perfeccionando a través p.esente por el sacerdocio ministerial sin
de los signos santos los grados del sacer­ que con ello se quebrante la unicidad del
docio...cuando a los sumos sacerdotes, sacerdocio de Cristo: “Et ideo solus Chris-
elegidos para regir el pueblo, les diste tus est verus sacerdos, alií autem ministri
compañeros de menor orden y dignidad, eius” (“Y Dor eso sólo Cristo es el verda­
para que les ayudaran como colaborado­ dero sacerdote; los demás son ministros
res...multiplicaste el espíritu de Mc:sés, suyos” , S. Tomás de A. Hebr. Vil, 4).
comunicándolo a los setenta varones pru­
dentes con los cuales gobernó fácilmente Dos modos de participar en el único sa­
un pueblo numeroso. Así también trans­ cerdocio de Cristo
mitiste a los hijos de Aarón la abundante
plenitud otorgada a su padre. 6433
1546. Cristo, sumo sacerdote y único
1543. Y en la oración consecratoria para
mediador, ha hecho de la Iglesia “ un Reino
la ordenación de diáconos, la Iglesia con­
de sacerdotes para su Dios y Padre” (Ap
fiesa:
1, 6; cf. Ap 5, 9-10; 1P 2, 5.9). Toda la co­
Dios Todopoderoso...tú haces crecer a munidad de los creyentes es, como tal,
la Iglesia...la edificas como templo de tu sacerdotal. Los fieles ejercen su sacerdo­
gloria...así estableciste que hubiera tres cio bautismal a través de su participación,
órdenes de ministros para tu servicio, del cada uno según su vocación propia, en 'a
mismo modo que en la Antigua Alianza misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y
habías elegido a los hijos de Leví para que Rey. Por los sacramentos del Bautismo y
sirvieran al templo, y, como herenc'a, po­ de la Confirmación los fieles son “consa­
seyeran una bendición eterna. grados para ser...un sacerdocio santo”
(LG 10)
El único sacerdocio de Cristo
1547. El sacerdocio ministerial o jerárqui­
6437 co de los obispos y de los presbíteros, y el
1544. Todas las prefiguraciones del sa­ sacerdocio común de todos los fieles,
cerdocio de la Antigua Alianza encuentran “aunque su d'ferencia es esencial y no sólo
su cumplimiento en Cristo Jesús, “único en grado, están ordenados el uno al otro;
mediador entre Dios y los hombres” (1Tm ambos, en efecto, participan, cada uno a
2, 5). Melquisedec, “sacerdote del Altísi­ su manera, del único sacerdocio de Cristo”
mo” (Gn 14,18), es considerado por ia Tra­ (LG 10). ¿En qué sentido? Mientras el sa­
dición cristiana como una prefiguración del cerdocio común de los fieles se realiza en
sacerdocio de Cristo, único “Sumo Sacer­ el desarrollo de la gracia bautismal (vida de
dote según el orden de Melquisedec” (Hb fe, de esperanza y de caridad, vida según
5,10; 6,20), “santo, inocente, inmaculado” el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al
(Hb 7, 26), que, “mediante una sola obla­ servicio del sacerdocio común, en orden al
ción ha llevado a la perfección para siem­ desarrollo de la gracia bautismal de todos
pre a los santificados” (Hb 10,14), es decir, los cristianos. Es uno de los medios por los
mediante el único sacrificio de su Cruz. cuales Cristo no cesa de construir y de
conducir a su Iglesia. Por esto es transmiti­
1545. El sacrificio redentor de Cristo es do mediante un sacramento propio, el sa­
único, realizado una vez por todas. Y por cramento del Orden.

1726
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLIC.-,. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

ln persona Christi Capitis... rantía es dada de modo que ni siquiera el


pecado del ministro puede imped.rel fruto
C439 de la giacia, existen muchos otros actos
1548. En el servicio eclesial del ministro en que !a condición humana del ministro
ordenado es Cristo mismo quien está pre­ deja huellas que no son siempre el Signo
sente a su Iglesia como Cabeza de su de l? fidelioad al evangelio y que pueden
cuerpo, Pastor de su rebaño, sumo sacer­ dañar por consiguiente a la fecundidad
dote del sacrificio redentor, Maestro de la apostólica de la Iglesia.
Verdad. Es lo que la Iglesia expresa al de­
cir que el sacerdote, en virtud del sacra­ 1551. Es ie sacerdocio es ministerial. “ Es­
mento del Orden, actúa “in persona Chris- ta Función, que el Señor confió a los pas­
ti Capitis” (cf. LG 10; 28; SC 33; CD 11; tores de su pueblo, es un ve dadero servi­
PO 2,6): cio” (LG 24). Está enteramente referido a
Cristo y a los hombres. Depende total­
El m ir stro posee en verdad el papel
mente de Cristo y de su sacerdocio único,
del mismo Sacerdote, Cristo Jesús. Si,
y fue Instituido en favor de los hombres y
ciertamente, aquel es asimilado al Sumo
de la comunidad de la Iglesia. El sacra­
Sacerdote, por la consagración sacerdotal
mento del Orden comunica “un p uder sa­
recibida, goza de la facultad de actuar por
grado”, que no es otro que el de Cristo. El
el poder de Cristo mismo a quien repre­
ejercicio de esta autoridad debe, por tan­
senta (virtute ac persona ipsius Christi)
to, medirse según el modelo de Cristo,
(Pío XI! ene. Mediator Dei)
que por amor se hizo el último y el servi­
“Christus est fons toiius sacerdotii; dor de todos (cf. Me 10, 43-45; 1P 5, 3).
nan sacerdos legalis erat figura ipsius, sa- “El Señor dijo claramente que la atención
cerdos autem novae legis in persona ip­ prestada a su rebaño era prueba de amor
sius operatur” (“Cristo es la fuente de todo a él” (S. Juan Crisóstomo, sac. 2, 4; cf. Jn
sacerdocio, pues el sacerdote de la anti­ 21,15-17).
gua ley era figura de EL, y el sacerdote de
la nueva ley actúa en representación su­
ya” (S. Tomás de A., s.th. 3, 22, 4). “En nombre de toda la Iglesia”

1549. Por el ministerio ordenado, espe­ QHO


cialmente por el de los obispos y los pres­ 1552. El sacerdocio ministerial no tiene
bíteros, la presencia de Cristo como cabe­ solamente por tarea representa' a Cristo
za de la Iglesia se hace visible en medio -Cabeza de la Iglesia- ante la asamblea
de la comunidad de los creyentes. Según de los fieles, actúa también en nombre de
la bella expresión de San Ignacio de An- toda la Iglesia cuando presenta a Dios ia
tioquía, el obispo es ty/aos tou Pairos, es oración de la Iglesia (cf. SC 33) y sobre to­
imagen viva de Dios Padre (Trall. 3, 1; cf. do cuando ofrece el sacrificio eucarístico
Magn. 6,1). (cf. LG 10).

1550. Esta presencia de Cristo en el mi­ 1553. “ En nombre de coda la Iglesia” , ex­
nistro no debe se' entendida como si éste presión que no quiere decir que los sacer­
estuviese exento de todas las flaquezas dotes sean los delegados de la comuni­
humanas, del a'án de poder, de errores, dad. La orac:ón y la ofrenda de la Iglesia
es decir del pecado. No .odos ios actos son inseparables de la oración y la ofren­
del ministro son ga-antizados de la misma da de Cristo, su Cabeza. Se trata siempre
manera por la fuerza del Espíritu Santo. del culto de Cristo en y por su Iglesia. Es
Mientras que en los sacramentos esta ga­ toda la Iglesia, cue.po de Cristo, la que

1727
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

ora y se ofrece, per ¡psum et cum ipso et el ministerio de los obispos que, que a tra­
in ¡oso. en la unidad del Espíritu Santo, a vés de una sucesión que se remonta has­
Dios Padre. Todo el cuerpo, caput et ta el principio, son los transmisores de la
membra, ora y se ofrece, y por eso quie­ semilla apostólica” (LG 20).
nes, en este cuerpo, son específicamente
sus ministros, son llamados ministros no 1556. “ Para realizar estas funciones tan
sólo de Cristo, sino también de la Iglesia. sublimes, los Apóstoles se vieron enrique­
El sacerdocio ministerial puede represen­ cidos por Cristo con la venida especial del
tar a la Iglesia porque representa a Cristo. Espíritu Santo que descendió sobre ellos.
Ellos mismos comunicaron a sus colabo­
radores, mediante la imposición de las
II!. Los tres grados del sacramento del manos, el don espiritual que se ha trans­
Orden mitido hasta nosotros en la consagración
de los obispos” (LG 21).
6441
1554. El ministerio eclesiástico, institui­ 1557. El Concilio Vaticano II “enseña que
do por Dios, está ejercido en diversos ór­ por la consagración episcopal se recibe la
denes que ya desde antiguo reciben los plenitud del sacramento del Orden. De he­
nombres de obispos, presbíteros y diáco­ cho se le llama, tanto en la liturgia de la
nos” (LG 28). La doctrina católica, expre­ Iglesia como en los Santos Padres, ‘sumo
sada en la liturgia, el magisterio y la prácti­ sacerdocio’ o ‘cumbre del ministerio sa­
ca constante de la Iglesia, reconocen que grado’” (ibid).
existen dos grados de participación minis­
terial en el sacerdocio de Cristo: el episco­ 1558. “ La consagración episcopal con­
pado y el presbiterado. El diaconado está fiere, junto con la función de santificar,
destinado a ayudarles y a servirles. Por también las funciones de enseñar y go­
eso, el término “sacerdos" designa, en el bernar... En efecto...por la imposición de
uso actual, a los obispos y a los presbíte­ las manos y por las palabras de la consa­
ros, pero no a los diáconos. Sin embargo, gración se confiere la gracia del Espíritu
la doctrina católica enseña que los grados Santo y queda marcado con el carácter
de participación sacerdotal (episcopado y sagrado. En consecuencia, los obispos,
presbiterado) y el grado de servicio (diaco­ de manera eminente y visible, hacen las
nado) son los tres conferidos por un acto veces del mismo Cristo, Maestro, Castor y
sacramental llamado “ordenación” , es de­ Sacerdote, y actúan en su nombre (in eius
cir, por el sacramento del Orden: persona agant)” (ibid). “El Espíritu Santo
que han recibido ha hecho de los obispos
Que todos reverencien a los diáconos los verdaderos y auténticos maestros de
como a Jesucristo, como también al obis­ la fe, pontífices y pastores” (CD 2).
po, que es imagen del Padre, y a los pres­
bíteros como al senado de Dios y como a 1559. “ Uno queda constituido miembro
la asamblea de los apóstoles: sin ellos no del Colegio episcopal en virtud de la con­
se puede hablar de Iglesia (S. Ignacio de sagración episcopal y por la comunión je­
Antioquía, Trall. 3, 1) rárquica con la Cabeza y con los miem­
bros del Colegio” (LG 22). El carácter y la
La ordenación episcopal, plenitud del sa­ naturaleza colegial del orden episcopal se
cramento del Orden manifiestan, entre otras cosas, en la anti­
gua práctica de la Iglesia que quiere que
1555. “ Entre los diversos ministerios que para la consagración de un nuevo obispo
existen en la Iglesia, ocupa el primer lugar participen va. ios obispos (cf. ibid). Para la

1728
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

ordenación legítima de un obispo se re­ 1563. “ El ministerio de los presbíteros,


quiere hoy una intervención especial del por estar unido al. Orden episcopal, parti­
Obispo de Roma por razón de s r cualidad cipa de la autoridad con la que el propio
de vínculo supremo visible de la comun'ón Cristo construye, santifica y gobierna su
de las Iglesias particulares en la Iglesia Cuerpo. Por eso el sacerdocio de los
una y de garante de libertad de la misma. presbíteros supone ciertamente los sac -a-
mentos de la iniciación cristiana. Se con­
1560. Cada obispo üene, como vicario fiere, sin embargo, por aquel sacramento
de Cristo, el oficio pastoral de la Iglesia peculiar que, mediante la unción del Espí­
particular que le ha sido confiada, pero al ritu Santo, marca a los sacerdotes con un
mismo tiempo tiene colegialmente con to­ carácter especial. Así quedan identifica­
dos sus hermanos en el episcopado la so­ dos con Cristo Sacerdote, de tal manera
licitud de todas las Iglesias: “Mas si todo que puedan actuar como representantes
obispo es propio solamente de la porción de Cristo Cabeza” (PO 2).
de grey confiada a sus cuidados, su cuali­
dad de legítimo sucesor de los apóstoles 1564. “ Los presbíteros, aunque no ten­
por institución divina, le hace solidaria­ gan la plenitud del sacerdocio y dependan
mente responsable de la misión apostóli­ de los obispos en el ejercicio de sus po­
ca de la Iglesia (Pío XII, Ene. Fidei donum, deres, sin embargo están unidos a éstos
11; cf. LG 23; CD 4, 36-37; AG 5.6.38). en el honor del sacerdocio y, en virtud del
sacramento del Orden, quedan consagra­
1561. Todo io que se ha dicho explica dos como verdaderos sacerdotes de la
por qué la Eucaristía celebrada por el Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo
obispo tiene una significación muy espe­ y eterno Sacerdote (Hb 5, 1-10; 7, 24; 9,
cia' como expresión de la 'glesia reunida 11-28), para anunciar el Evangelio a los
en torno al altar bajo la presidencia de fieles, para dirigirlos y para celebrar el cul­
quien representa visiblemente a Cristo, to divino” (LG 28).
Buen Pastor y Cabeza de su Iglesia (cf.
SC 41; LG 26). 1565. En virtud del sacramento del Or­
den, los presbíteros participan de la uni­
versalidad de la misión confiada por Cris­
La ordenación de los presbíteros - coope­ to a los apóstoles. El don espiritual que re­
radores de los obispos cibieron en la ordenación los prepara, no
para una misión limitada y restringida, “si­
6442
no para una misión amplísima y universal
1562. “Cristo, a quien el Padre santificó y de salvación 'hasta los extremos del mun­
enrió al mundo, hizo a los obispos partíci­ do” 1 (PO 10) “dispuestos a predicar el
pes de su misma consagración y misión evangelio poi todas partes” (OT 2C,.
por medio de los Apóstoles de los cuales
son sucesores. Estos han confiado legíti­ 1566. “Su verdadera función sagrada la
mamente la función de su ministerio en di­ ejercen sobre todo en el cu'to o en la co­
versos grados a diversos sujetos en la Ig'e- munión eucarística. En ella, actuando en
sia” (LG 28). “La función ministerial ce los la persona de Cristo y proclamando su
obispos, en grauo subordinado, fue enco­ Misterio, unen la ofrenda de los fieles al
mendada a los presbíteros para que, cons­ sacrificio de su Cabeza; actualizan y apli­
tituidos en el orcen del presbiterado, fue­ can en el sacrificio de la misa, hasta la ve­
ran los colaboradores del Orden episcopal nida del Señor, el único Sacrificio de la
para realizar adecuadamente la misión Nueva Alianza; el de Cristo, que se ofrece
apostólica con.iada por Cristo” (PO 2). al Padre de una vez para siempre como

1729
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITURGICA POST-CONCILIAR

host'a inmaculada” (LG 28). De este sacri­ cando así que el d.ácono está especial­
ficio único, saca su fuerza todo su minis­ mente vinculado al obispo en las tareas de
terio sacerdotal (cf. PO 2). su “Qiacc.iía” (cf. S. Hipólito, trad. Ap. 8).

1567. “ Los presbíteros, como colabora­ 1570. Los diáconos participan de una
dores diligentes de los ob spos y ayuda e manera especial en la misión y la gracia
instrumento suyos, llamados para servir al de Cristo (cf. LG 41; AA 16). El sacramen­
Pueblo de Dios, forman con su obispo un to del Orden los marco con un sello (ca­
único presbiterio, dedicado a diversas ta­ rácter) que nadie puede hacer desapare­
reas. En cada una de las comunidades lo­ cer y que los configura con Cristo que se
cales de fieles hacen presente de alguna hizo “diácono”, es decir, el servidor de to­
manera a su obispo, al que están unidos dos 'cf. Me 10, 45; Le 22, 27; S. Policarpo,
con confianza y magnanimidad; participan Ep 5, 2). Corresponde a los diáconos, en­
en sus funciones y preocupaciones y las tre otras cesas, asistir al obispo y a los
llevan a la práctica cada día” (LG 28). Los presbíteros en la celebración de los divi­
presbíteros sólo pueden ejercer su minis­ nos misterios sobre todo de la Eucaristía y
terio en dependencia del obispo y en co­ en la distribución de la misma, asistir a la
munión con él. La promesa de obediencia celebración del maHmonio y bendecirlo,
que hacen al obispo en el momento de la proclamar el evangelio y predicar, presidir
ordenación y el beso de paz del obispo al las exequias y entregarse a los diversos
fin de la liturgia de la ordenación significa servicios de la caridad (cf. LG 29; cf. SC
que el obispo los considera como sus co­ 35,4; AG 16).
laboradores, sus hijos, sus hermanos y
sus amigos y que a su vez ellos le deben 1571. Desde el Concilio Vaticano II, la
amor y obediencia. Iglesia latina ha restablecido el diaconado
“como un grado particular dentro de la je­
1568. ' Los presbíteros, institu'dos por la rarquía" (LG 29). mientras que las Iglesias
ordenación en el orden del presbiterado, de Oriente lo habían mantenido siempre
están unidos todos entre sí por la íntima Este diaconado permanente, que puede
fraternidad del sacramento. Forman un ser conferido a hombres casados, consti­
único presbiterio especialmente en la dió­ tuye un enriquecimiento importante para
cesis a cuyo servicio se dedican bajo la di­ la misión de la Iglesia. En efecto, es apro­
rección de su obispo” (PO 8). La unidad del piado y útil que hombres que realizan en la
presbiterio encuentra una expresión litúrgi­ Iglesia un ministerio verdaderamente dia­
ca en la costumbre de que los presbíteros conal, ya en la vida litúrgica y pastora1 ya
impongan a su vez las manos, después del en las obras sociales y caritativas, ‘ sean
obispo, durante el rito de la ordenación. fortalezcan por la imposición de las ma­
nos transmitida ya desde los Apóstoles y
se unan más estrechamente al servicio del
La ordenación de los diáconos, “en orden
altar, para que cumplan con mayor efica­
al ministerio”
cia su ministerio por la gracia sacramental
3743
del diaconado” (AG 16).

1569. “ En el grado inferior de la jerarquía


están los diáconos, a los que se les impo­ iV La celebración de este sacramento
nen las manos ‘para real.zar un servicio y
no para ejercer el sacerdocio’ ’ (LG 29; cf. 6444
CD 15). En la ordenación al diaconadc, 1572. La celebración de la ordenación de
sólo el obispo impone las manos, signifi­ un obispo, de presbíteros o de diáconos,

1730
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

por su importancia para la vida de la 'gle- bro de los evangelios al diácono que aca­
sia particu'ar, exige el mayo; concurso po­ ba de rec'bir la misión de anunciar el
sible de fieles. Tendrá lugar preferente­ evangelio de Cristo.
mente el domingo y en la catedral, con
una solemnidad adaptada a las circuns­
tancias. Las tres ordenaciones, del obis­ V. El ministro de este sacramento
po, del presbítero y del diácono, tienen el
6445
mismo dinamismo. El lugar propio de su
celebración es dent.o de la Eucaristía. 1575. Fue Cristo quien eligió a los após­
toles y les hizo partícipes de su misión y
1573. E! rito esencial del sacramento del su autoridad. Elevado a la derecha de! Pa­
Orden está constituido, para los tres gra­ dre, no abandona a su rebaño, sino que lo
dos, por la imposición de manos del obis­ guarda por medio de los apóstoles bajo
po sobre la cabeza del ordenando así co­ su constante protección y lo dirige tam­
mo por una oración consecratoria especí­ bién mediante estos mismos pastores que
fica que pide a Dios la efusión del Espíritu continúan hoy su obra (cf. MR, Prefacio de
Santo y de sus dones apropiados al minis­ Apóstoles). Por tanto, es Cristo “quien da”
terio para el cual el candidato es ordenado a unos el ser apóstoles, a otros pastores
(cf. Pío XII, const. Ap. Sacramentum Ordi- (cf. Ef 4,11). Sigue actuando por medio de
nis, DS 3858). los obispos (cf. LG 21).

1574. Como en todos los sacramentos, 1576. Dado que el sacramento del Orden
ritos complementarios rodean la celebra­ es el sacramento del ministerio apostóli­
ción. Estos varían notablemente en las co, corresponde a los obispos, en cuanto
distintas tradiciones litúrgicas, pero tienen sucesores de los apóstoles, transmitir ‘el
en común la expresión de múltiples as­ don espiritual” (LG 21), “la semilla apostó­
pectos de la gracia sacramental. Así, en el lica” (LG 20). Los obispos válidamente or­
rito latino, los ritos iniciales - la presenta­ denados, es decir, que están en la línea de
ción y elección del ordenando, la alocu­ la sucesión apostólica, confieren válida­
ción del obispo, el interrogatorio del orde­ mente los tres grados del sacramento del
nando, las letanías de los santos - ponen Orden (cf. DS 794 y 802; CDC, can. 1012;
de relieve cue la elección del candidato se CCE, can. 744; 747).
hace conforme al uso de la Iglesia y pre­
paran el acto solemne de la consagración;
después de ésta varios ritos vienen a ex­ VI. Quién puede recibir este sacramento
presar y completar de manera simbólica el
misterio que se ha realizado: para el obis­ 3446
po y el presbítero la unción con el santo 1577. “Sólo el varón (vir) bautizado reci­
crisma, signo de la unción especial del Es­ be válidamente la sagrada ordenación”
píritu Santo q je hace fecundo su ministe­ (CDC, can 1024). El Señor Jesús eligió a
rio; la entrega del libro de los evangelios, hombres (viri) para formar el colegio de los
del anillo, de la mitra y del báculo al obis­ doce apóstoles (cf. Me 3,14-19; Le 6, 12-
po en señal de su misión apostólica de 16), y los apóstoles hicieron lo mismo
anuncio de la palabra de Dios, de su fide­ cuando eligieron a sus colaboradores
lidad a la Iglesia, esposa de Cristo, de su (1Tm 3, 1-13; 2Tm 1, 6; Tt 1, 5-9) que les
cargo de pastor del rebaño del Señor; en­ sucederían en su tarea (S. Clemente Ro­
trega al presbítero de la patena y del cáliz, mano Cor, 42, 4; 44, 3). El colegio de los
“la ofrenda del pueblo santo” que es lla­ obispos, con quienes los presbíteros es­
mado a presentar a Dios; la entrega del li­ tán unidos en el sacerdocio, hace presen­

1731
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

te y actualiza hasta el retomo de Cristo el rosos los presbíteros que lo escogen libre­
colegio de los Doce. La Iglesia se recono­ mente por el Reino de Dios. En Oí tente
ce vinculada por esta decisión del Señor. como en Occidente, quien recibe el sacra­
Esta es la razón por la que 'as mujeres no mento del Orden no puede contraer matri­
rec ben la ordenación (cf. Juan Pablo II, monio.
MD 26-27; CDF deci. “ Inter ¡nsigniores”:
AAs 59 [1977] 98-116).
Vil. Los efectos del sacramento
1578. Nadie tiene derecho a recibir el sa­ del Orden
cramento de! Orden. En efecto, nadie se
El carácter indeleb'e
arroga para sí mismo este oficio. Al sacra­
mento se es llamado por Dios (cf. Hb 5 4). 6747
Quien cree reconocer las señales de la lla­
1581. Este sacramento configura con
mada de Dios al ministerio ordenado, de­
Cristo mediante una gracia especial del
be someter humildemente su deseo a la
Espíritu Santo a fin de servir de instrumen­
autoridad de la Iglesia a la que correspon­
to de Cristo en favor de su Iglesia. Por la
de la responsabilidad y el derecho de lla­
ordenación recibe la capacidad de actuar
mar a recibir este sacramento. Como toda
como representante de Cristo, Cabeza de
gracia, el sacramento sólo puede ser reci­
la Iglesia, en su triple función de sacerdo­
bido como un don inmerecido.
te, profeta y rey.
1579. Todos los ministros ordenados de
1582. Como en el caso del Bautismo y de
la Iglesia latina, exceptuados los diáconos
la Confirmación, esta participación en la
permanentes, son ordinariamente elegi­
misión de Cristo es concedida de una vez
dos entre hombres creyentes que viven
para siempre. El sacramento del Orden
como célibes y que tienen la voluntad de
confiere también un carácter espiritual in­
guardar el celibato “por el Reino de los deleble y no puede ser reiterado ni ser con­
cielos” (Mt 19,12). Llamados a consagrar­ ferido para un tiempo determinado (cf. Ce.
se totalmente al Señor y a sus “cosas” (cf. de Trento: DS 1767; LG 21.28.29; PO 2).
1Co 7, 32), se entregan enteramente a
Dios y a los hombres. El celibato es un 1583. Un sujeto válidamente ordenado
signo de esta vida nueva al servicio de la puede ciertamente, por causas graves,
cual es consagrado el ministro de la Igle­ ser liberado de las obligaciones y las fun­
sia; aceptado con un corazón alegre, ciones vinculadas a la ordenación, o se le
anuncia de modo radiante el Peino de puede impedir ejercerías (cf. CDC, can.
D’os (cf. PO 16). 290-293; 1336, 1, nn 3 y 5; 1338, 2), pero
no puede convertirse de nuevo en la ro en
1580. En las iglesias Orientales, desde sentido estricto (cf. CC. de Trento: DS
hace siglos está en vigor una disciplina 1774) porque el carácter impreso por la
distinta: mientras los obispos son elegi­ ordenación es para siempre. La vocación
dos únicamente eniie los célibes, hom­ y la misión recibidas el día de su ordena­
bres casados pueden ser ordenados diá­ ción, lo marcan de manera permanente.
conos y presbíteros. Esta práctica es con­
siderada como legítima deso a tiempos re­ 1584. Puesto que en último término es
motos; estos presbíteros ejercen un mi­ Cristo quien actúa y realiza la salvación a
nisterio fructuoso er el seno de sus comu­ través del ministro ordenado, la indigni­
nidades (cf. PO 16). Por otra parte, el celi­ dad de éste no impide a Cristo actuar (cf.
bato de los presbíteros goza de gran ho- Ce. de Trento: DS 1612; 1154). S. Agustín
n c' en las Iglesias Orientales, y son nume­ lo dice con firmeza:

1732
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

En cuanto al ministro orgulloso, hay ofreciéndote un perfume agradable por tu


que colocarlo con el diablo. Sin embargo, hijo Jesucristo... (S. Hipólito, Trad. Ap. 3).
el don de Cristo no por ello es profanado:
lo que llega a través de él conserva su pu­ 1587. El don espiritual que confiere la or­
reza, lo que pasa poi él permanece limpio denación presbiteral está expresado en
y llega a la tierra fértil...Er efecto, la virtud esta oración propia del rito bizantino. El
espiritual del sacramento es semejante a obispo, imponiendo la mano, dice:
la luz: los que deben ser iluminados la re­ Señor, llena del don del Espíritu Santo
ciben en su pureza y, si atraviesa seres al que te’ has dignado elevar al grado del
manchados, no se mancha (Ev. loa. 5,15). sacerdocio para que sea digno de presen­
tarse sin reproche ante tu altar, de anun­
La gracia del Espíritu Santo ciar el evangelio de tu Reino, de realizar el
ministerio de tu palabra de verdad, de
6448 ofrecerte dones y sacrificios espirituales,
1585. La gracia del Espíritu Santo propia de renovar tu pueblo mediante el baño de
de este sacramento es la de ser configu­ la regeneración; de manera que vaya al
rado con Cristo Sacerdote, Maestro y encuentro de nuestro gran Dios y Salva­
Pastor, de quien el ordenado es constitui­ dor Jesucristo, tu Hijo único, el día de su
do ministro. segunda venida, y reciba de tu inmensa
bondad la recompensa de una fiel admi­
1586. Para el obispo, es en primer lugar nistración de su crden (Euchologion).
una grac:a de fortaleza (“El Espíritu de so­
beranía” : Oración de consagración del 1588 En cuanto a los diáconos, “fortale­
obispo en el rito latino): la de guiar y de­ cidos, en efecto, con la gracia del sacra­
fender con fuerza y prudencia a su Iglesia mento, en comunión con el obispo y sus
como padre y pastor, con amor grato :o presbíteros, están al servicio del Pueblo
para todos y con predilección por los po­ de Dios en el ministerio de la liturgia, de la
bres, los enfermos y los necesitados (cf. palabra y de la caridad” (LG 29).
CD 13 y 16). Esta gracia le impulsa a
anunciar el evangelio a todos, a ser el mo­ 1589. Ante la grandeza de 'a gracia y del
delo de su rebaño, a precederlo en el ca­ oficio sacerdotales, los santos doctores
mino de la santificación identificándose en sintieron la urgente llamada a la conver­
la Eucaristía con Cristo Sacerdote y Vícf- sión con el fin de corresponder mediante
ma, sin miedo a dar la vida por sus ovejas: toda su vida a aquel de quien el sacra­
mento los constituye ministros. Así S.
Concede, Padre que conoces lo1? co­
Gregorio Nacianceno, siendo joven sacer­
razones, a tu siervo que has elegido para
dote, ®xclama:
el episcopado, que apaciente tu santo re­
baño y que ejerza ante ti el supremo sa­ Es preciso comenzar por purificarse
cerdocio sin reproche sirviéndote noche y antes de purificar a los otros; es preciso
día, que haga sin cesar propicio tu rostro y ser instruido para poder instruir; es preci­
que ofrezca los dones de tu santa lgiesia, so ser luz para ¡luminar, acercarse a Dios
que en virtud de! espíritu del supremo sa­ para ace carie a los demás, ser santi: ca-
cerdocio tenga poder de peroonar los pe­ do para santificar, conducir de la mano ,
cados según tu mandamiento, que distri­ aconsejai con inteligencia (Cr. 2, 71). Sé
buya las tareas siguiendo tu orden y que de quién somos ministros, donde nos en­
cesate de toda atadura en virtud del po­ contramos y adonde nos dirigimos. Co­
der que tú diste a los apóstoles; que te nozco la altura de Dios y la flaqueza del
agrade por su dulzura y su corazón puro, hombre, pero también su fuerza (ibid 74)

1733
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONC1LIAR

(Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es el pueblo de Dios mediante la enseñanza


defensor de la verdad, se sitúa junto a los (munus docendi) el culto divino (munus li-
ángeles glorifica con los arcángeles, hace turgicum) y por el gobierno pastoral (mu­
subir sobre el altar de lo alto las victimas nus regendi).
de los sacrificios, comparte el sacerdocio
de Cristo, restaura la criatura, restablece 1593. Desde los orígenes, el ministerio
(en ella) la imagen (de Dios), la recrea para ordenado fue conferido y ejercido en tres
el mundo de lo alto, y, para decir lo más grados: el de los Obispos, el de los presbí­
grande que hay en él, es divinizado y divi­ teros y el de los diáconos. Los ministerios
niza (ibid 73). conferidos por la ordenación son insusti­
tuibles pam la estructura orgánica de la
Y el santo Cura de Ars dice: “ El sacer­
Iglesia: sin el obispo, los presbíteros y los
dote continua la obra de redención en la
diáconos no se puede hablar de Iglesia (cf.
tierra” ...”Si se comprendiese bien al sa­
S. Ignacio de Antioquía, Trall. 3, 1).
cerdote en la tierra se moriría no de pavor
sino de amor” ...” EI sacerdocio es el amor
1594. El obispo recibe la plenitud del sa­
del corazón de Jesús” .
cramento del Orden que lo incorpora al co­
legio episcopal y hace de él la cabeza visi­
RESUMEN ble de la Iglesia particular que le es confia­
da. Los Obispos, en cuanto, sucesores de
<8445 los apóstoles y miembros del colegio, par­
1590. S. Pablo dice a su discípulo Timo­ ticipan en la responsabilidad apostólica y
teo: “Te recomiendo que reavives el caris- en la misión de toda la Iglesia bajo la auto­
ma de Dios que está en ti por la imposi­ ridad del Papa, sucesor de S. Pedro.
ción de mis manos (2Tm 1, 6), y si algu­
no aspira al cargo de obispo, desea una 1595. Los presbíteros están unidos a los
noble función’’ (TTm 3,1). A Tito decía: “El obispos en la dignidad sacerdotal y al mis­
motivo de haberte dejado en Creta, fue mo tiempo dependen de ellos en el ejerci­
para que acabaras de organizar lo que fal­ cio de sus funciones pastorales; son lla­
taba y establecieras presbíteros en cada mados a ser cooperadores diligentes de
ciudad, como yo te ordené’’ (Tt 1, 5). los obispos; forman en torno a su Obispo
el presbiterio que asume con él la respon­
1591. La Iglesia entera es un pueblo sa­ sabilidad de la Iglesia particular. Reciben
cerdotal. Por el bautismo, todos los fieles del obispo el cuidado de una comunidad
participan del sacerdocio de Cristo. Esta parroquial o de una función eclesial deter­
participación se llama “sacerdocio común minada.
de los fieles”. A partir de este sacerdocio y
al servicio del mismo existe otra participa­ 1596. Los diáconos son ministros orde­
ción en la misión de Cristo: la del ministe­ nados para las tareas de servicio de la
rio conferido por el sacramento del Orden, Iglesia; no reciben el sacerdocio ministe­
cuya tarea es servir en nombre y en la re­ rial, pero la ordenación les confiere funcio­
presentación de Cristo-Cabeza en medio nes importantes en el ministerio de la pa-
de la comunidad. labta, del culto divino, del gobierno pasto­
ral y del servicio de la caridad, tareas que
1592. El sacerdocio ministerial difiere deben cumplir bajo la autoridad pastoral
esencialmente del sacerdocio común de de su Obispo.
los fieles porque confiere un poder sagra­
do para el servicio de los fieles. Los minis­ 1597. El sacramento del Orden es confe­
tros ordenados ejercen su servicio en el rido por la imposición de las manos segui­

1734
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

da de una oración consecratoria solemne 1, 26-27) y se cierra con la visión de las


que pide a Dios para el ordenando las gra­ bodas de! Cordero” (Ap 19, 7.9). De un
cias del Espíritu Santo requeridas para su extremo a otro la Escritura habla del matri­
ministerio. La ordenación imprime un ca­ monio y de su “ misterio” , de su institución
rácter sacramental indeleble. y del sentido que Dios le dio, de su origen
y de su fin, de sus realizaciones diversas a
1598. La Iglesia confiere el sacramento lo largo de la historia de la salvación, de
del Orden únicamente a varones (viris) sus dificultades nacidas del pecado y de
bautizados, cuyas aptitudes para el ejerci­ su renovación “ en el Señor” (1Co 7, 39)
cio del ministerio han sido debidamente todo ello en la perspectiva de la Nueva
reconocidas. A la autoridad de la Iglesia Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,
corresponde la responsabilidad y el dere­ 31-32).
cho de llamar a uno a recibir la ordena­
ción.
El matrimonio en el orden de la creación
1599. En la Iglesia latina, el sacramento
6452
del Orden para el presbiterado sólo es
conferido ordinariamente a candidatos 1603. “ La íntima comunidad de vida y
que están dispuestos a abrazar libremente amor conyugal, fundada por el Creador y
el celibato y que manifiestan públicamente provista de leyes propias, se establece
su voluntad de guardarlo por amor del sobre la alianza del matrimonio... un vín­
Reino de Dios y el servicio de los hom­ culo sagrado... no depende del arbitrio
bres. humano. El mismo Dios es el autor del
matrimonio” (GS 48, 1). La vocación al
1600. Corresponde a los Obispos confe­ matrimonio se inscribe en la naturaleza
rir el sacramento del Orden en los tres misma del hombre y de la mujer, según
grados. salieron de la mano del Creador. El matri­
monio no es una institución puramente
humana a pesar de las numerosas varia­
A rtículo 7
ciones que ha podido sufrir a lo largo de
EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO los siglos en las diferentes culturas, es­
tructuras sociales y actitudes espirituales.
6450 Estas diversidades no deben hacer olvidar
1601. “ La alianza matrimonial, por la que sus rasgos comunes y permanentes. A
el varón y la mujer constituyen entre sí un pesar de que la dignidad de esta institu­
consorcio de toda la vida, ordenado por ción no se trasluzca siempre con la misma
su misma índole natural al bien de los claridad (cf. GS 47, 2), existe en todas las
cónyuges y a la generación y educación culturas un cierto sentido de la grandeza
de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro de la unión matrimonial. “La salvación de
Señor a la dignidad de sacramento entre la persona y de la sociedad humana y
bautizados” (CDC, can. 1055,1) cristiana está estrechamente ligada a la
prosperidad de la comunidad conyugal y
familiar” (GS 47,1).
I. El matrimonio en el plan de Dios
1604. Dios que ha creado al hombre por
©451 amor lo ha llamado también al amor, voca­
1602. La Sagrada Escritura se abre con ción .undamenta! e innata de todo ser hu­
el relato de la creación del hombre y de la mano. Porque el hombre fue creado a
mujer a imagen y semejanza de Dios (Gn imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que

1735
CUARTA PAR Í']: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICh POST-CONCILIAR

es Amor (cf. 1Jn 4, 8.16). Habiéndolos 1607. Según la fe, este desorden que
creado Dios hombre y mujer, el amor mu­ constatamos dolorosamente, no se origi­
tuo entre ellos se convierte en imagen del na en la naturaleza del hombre y de la mu­
amor absoluto e indefectible con que Dios jer, ni en la naturaleza de sus relaciones,
ama al hombre. Este amor es bueno, muy sino en el pecado. El primer pecado, rup­
bueno a 'os ojos del Creador (cf. Gn 1, tura con Dios, tiene como consecuencia
31). Y este amor que Dios bendice es des­ pnmera la ruptura de la comunión original
tinado a ser fecundo y a realizarse en la entre el hombre y la mujer. Sus relaciones
obra comí, i del cuidado de la creación. “Y quedan distorsionadas per agravios recí­
los bendijo Dios y les dijo: ‘ Sed fecundos proco^ (cf. Gn 3, 12); su atractivo mutuo,
y multip'icaos, y llenad la tierra y someted­ don propio de. creador (cf. Gn 2, 22), se
la’” (Gn 1,28). cambia en relaciones de domirno y de
concupiscencia (cf. Gn 3, 16b/, la hermo­
1605. La Sagrada escritura afirma que el sa vocación del hombre y de la mujer de
hombre y la mujer fueron creados el uno ser fecundos, de miltip'icarse y somecer
para el otro: “ No es bueno que el hombre la tierra (cf. Gn 1, 28) queda sometida a
esté solo” . La mujer, ' carne de su carne” , los dolores del parto y los esfuerzos de
su igual, la criatura más semejante al ganar el pan (cf. Gn 3,16-19).
homore mismo, le es dada por Dios como
una auxilio” , representando así a Dios 1608. Sin embargo, el orden de la Crea­
que es nuesYo “auxilio” (cf. Sal 121,2). ción subsiste aunque gravemente pertur­
“Por eso deja el hombre a su padre y a su bado. Para sanar las heridas del pecado,
madre y se une a su mujer, y se hacen una el hombre y la mujer necesitan la ayuda de
sola carne” (cf. Gn 2, 18-25). Que esto la gracia que Dios, en su misericorc'a infi­
significa una unión indefectible de sus dos nita, jamás les ha negado (cf. Gn 3, 21).
vidas, ei Señor mismo lo muestra recor­ Sin esta ayuda, el hombre y la mujer no
dando cuál fue “en el principio” , el plan pueden llegar a realizar la unión de sus vi­
del Creador: “ De manera que ya no son das en orden a la cual Dios los creó “al co­
dos sino una sola carne” (Mt 19, 6). mienzo”.

El matrimonio bajo la esclavitud del pecado El matrimonio bajo la pedag 5gía de la an­
tigua Ley
6^52
1606. Todo hombre, tanto en su entorno 6474
como en su propio corazón, vive la exce­ 1609. En su misericordia, Dios no aban­
de nc:a del mal. Esta c periencia se hace donó al hombre pecador. Las penas que
sentir tannoién en las relaciones entre el son consecuencia del pecado, “los dolo­
hombre y la mujer. En todo tiempo, la res del parto” (Gn 3,16), el trabajo “con el
unión del hombre y !a mujer vive amena­ sude" de tu frente” (Gn 3, 19) constituyen
zada por la discordia, el espíritu de domi­ también remedios que limitan los daños
nio, la infidelidad, los celos y conflictos del pecado. Tras la caída, e! matrimonio
que pueden conducir hasta el odio y la ayuda a vencer el repliegue sobre sí mis­
ruptu a. Este desorden puede manifestar­ mo, el egoísmo, la búsqueda del propio
se de mar era más o menos aguda, y pue­ placer, y a abrirse al otro, a la ay uda mu­
de ser más o menos superado, según las tua, al don de sí.
culturas, las épocas, los individuos, pe.o
siempre aparece como algo de carácter 1610. La conciencia mora! relativa a la
universal. unidad e indisolubilidad del matrimonio se

1736
5 - CATECISMO LE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO”

desarrolló bajo la pedayogía de .a Ley an­ nio y el anuncio de que en adelante el ma­
tigua. La poligamia de los patriarcas y de trimonio será un signo eficaz de la presen­
los reyes no es todavía prohibida de una cia de Cristo.
manera explícita. No obstante, la ,_ey da­
da por Moisés se orienta a protege" a la 1614. En su predicación, Jesús enseñó
mujer contra un dominio arbitrario del sin ambigüedad el sentido original de la
hombre, aunque ella lleve también, según unión del hombre y la mujer, tal como el
la palabra del Señor, las huellas de “la du­ Creador la quiso al comienzo: la autoriza­
reza del corazón” de la persona humana, ción, dada por Moisés, de repudiar a su
razón por la cual Moisés perm.úó el repu­ mujer era una concesión a la dureza del
dio de la mujer (cf. Mt 19, 8; Dt 2¿, 1). corazón (cf. Mt 19, 8); la unión matrimonial
del hombre y la mujer es indisoluble: D.os
1611. Contemplando la Alianza de P!os mismo la estableció: “ lo que Dios unió,
con Israel bajo la imagen de un amor con­ que no lo separe el hombre” (Mt 19, 6).
yugal exclusivo y fiel (cf. Os 1-3; Is 54.62;
Jn 2-3. 31; Ez 16, 62; 23), los profetas fue­ 1615. Esta insistencia, inequívoca, en la
ron preparando la conciencia del Pueblo indisolubilidad del vínculo matrimonial pu­
elegido para una comprensión más pro­ do causar perplejidad y aparecer como
funda de la unidad y de la indisolubilidad una exigencia ii realizable (cf. Mt 19, 10).
del matrimonio (cf. Mal 2, 13-17). Los li­ Sin embt."go, Jesús no impuso a los es­
bros de Rut y de Tobías dan testimonios posos una carga imposible de llevar y de­
conmovedores del sentido hondo del ma­ masiado pesada (cf. Mt 11, 29-30), más
trimonio, de la fidelidad y de la te. nura de pesada que la Ley de Moisés. Viniendo
los esposos. La Tradición ha visto siempre para restablecer el orden inicial de la crea­
en el Cantar de los Cantares una expre­ ción perturbado por el pecado, da la fuer­
sión única del amor humano, en cuanto za y la gracia para vivir el matrimonio en la
que éste es reflejo del amor de Dios, amor dimensión nueva del Reino de Dios. Si­
“fuerte como la muerte” que “ las grandes guiendo a Cristo, renunciando a sí mis­
aguas no pueden anegar” (Ct 8, 6-7). mos, tomando sobre sí sus cruces (cf. Mt
8, 34), los esposos podrán “comprender"
(cf. Mt 19,11) el sentido original del matri­
El matrimonio en el Señor monio y vivirlo con la ayuda de Crisio. Es­
ta gracia del Matrimonio cristiano es un
6455
fruto d^ la Cruz de Cristo, fuente de toda
1612. La alianza nupcial entre Dios v su la vida cristiana.
pueblo Israel hacía preparado la nueva y
eterna alianza mediante la que el Hijo de 1616. Es lo que el apóstol Pablo da a en­
Dios, encarnándose y dando su vi^a, se tender diciendo: 1Maridos, amad a vues­
unió en cierta manera con *oda la humani­ tras mujeres como Crhto amó a la Iglesia
dad salvada oor él ^cf. GS 22), prepamndo y se entregó a sí mismo por ella, para san­
así “las bodas del cordero” (Ap 19 7.9). tificarla” (Ef 5, 25-26), v añadiendo ense­
guida: “ ‘Pe. eso dejará el hombre a su pa­
1613. En el umbral de su vida pública, dre y a su madre y se unirá a su mujer, y
Jesús realiza su primer signo -a petición los dos se harán una sola carne’. Gran
de su Madm - con ocasión de ut. banque­ rrrsterio es éste, lo digo respecto a Cristo
te de boda (cf. Jn 2,1-11). La Iglesia con­ y a la Iglesia” (Ef 5, 31-32).
cede una gran importancia a la presencia
de Jesús en las oodas de Ca.iá. Ve en ella 1617. Toda la vida cristiana está marcada
la confirmación de la bondad del matrimo­ por el amor esponsal de Cristo y de 'a

1737
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

Iglesia. Ya el Bautismo, entrada en el Pue­ Reino de Dios, vienen del Señor mismo.
blo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por Es él quien les da sentido y les concede la
así decirlo, como el baño de bodas (cf. Ef gracia indispensable para vivirlos confor­
5, 26-27) que precede al banquete de bo­ me a su voluntad (cf. Mt 19,3-12). La esti­
das, la Eucaristía. El Matrimonio cristiano ma de la virginidad por el Reino (cf. LG 42;
viene a ser por su parte signe eficaz, sa­ PC 12; OT 10) y el sentido cristiano del
cramento de la alianza de Cristo y de la Matrimonio son inseparables y se apoyan
Iglesia. Puesto que es signo y comunica­ mutuamente:
ción de la gracia, el matrimonio entre bau­ Denigrar el matrimonio es reducir a la
tizados es un verdadero sacramento de la vez la gloria de la virginidad; elogiarlo es
Nueva Alianza (cf. DS 1800; CDC, can. realzar a la vez la admiración que corres­
1055, 2). ponde a la virginidad... (S. Juan Crisósto-
mo, virg. 10,1; cf. FC, 16).
La virginidad por el Reino de Dios

6453 II. La celebración del Matrimonio

1618. Cristo es el centro de toda vida 6457


cristiana. El vínculo con El ocupa el primer
1621. En el rito latino, la celebración del
lugar entre todos los demás vínculos, fa­
matrimonio entre dos fieles católicos tiene
miliares o sociales (cf. Le 14, 26; ÍVic 10,
lugar ordinariamente dentro de la Santa
28-31). Desde los comienzos de la Iglesia
Misa, en virtud del vínculo que tienen to­
ha habido hombres y mujeres que han re­
dos los sacramentos con el Misterio Pas­
nunciado al gran bien del matrimonio para
cual de Cristo (cf. SC 61). En la Eucaristía
seguir al Cordero dondequiera que vaya
se realiza el memorial de la Nueva Alianza,
(cí. Ap 14, 4), para ocuparse de las cosas
en la que Cristo se unió para siempre a la
del Señor, para tratar de agradarle (cf. 1Co
Iglesia, su esposa amada por la que se
7, 32), para ir al encuentro del Esposo que
entregó (cf. LG 6). Es, pues, conveniente
viene (cf. Mt 25 ,6). Cristo mismo invitó a
que los esposos sellen su consentimiento
algunos a seguirle en este modo de vida
en darse el uno al otro mediante la ofrenda
del que El es el modelo:
de sus propias vidas, uniéndose a la
Hay eunucos que nacieron así del se­ ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha
no materno, y hay eunucos hechos por los presente en el sacrificio eucarístico, y reci­
hombres, y hay eunucos que se hicieron biendo la Eucaristía, para que, comulgan­
tales a sí mismos por el Reino de los Cie­ do en el mismo Cuerpo y en la misma
los. Quien pueda entender, que entienda Sangre de Cristo, “formen un solo cuerpo”
(Mt 19,12). en Cristo (cf. 1Co 10,17).

1619. La virginidad por el Reino de los 1622. “En cuanto gesto sacramental de
Cielos es un desarrollo de la gracia bautis­ santificación, la celebración del matrimo­
mal, un signo poderoso de la preeminen­ nio...debe ser por sí misma válida, digna y
cia del vínculo con Cristo, de la ardiente fructuosa” (FC 67). Por tanto, conviene
espera de su retorno, un signo que recuer­ que los futuros esposos se dispongan a la
da también que el matrimonio es una reali­ celebración de su matrimonio recibiendo
dad que manifiesta el carácter pasajero de el sacramento de la penitencia.
este mundo (cf. 1Co 7, 31; Me 12, 25).
1623. Según la tradición latina, los espo­
1620. Estas dos realidades, el sac: amen­ sos, como ministros de la gracia de Cris­
to del Matrimonio y la virginidad por el to, manifestando su consentimiento ante

1738
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

la Iglesia, se confieren mutuamente el sa­ tud en el hecho de que los dos “vienen a
cramento del matrimonio. En las tradicio­ ser una sola carne” (cf. Gn 2, 24; Me 10, 8;
nes de las Iglesias orientales, los sacerdo­ Ef 5, 31).
tes - Obispos o presbíteros - son testigos
del recíproco consentimiento expresado 1628. El consentimiento debe ser un acto
por los esposos (cf. CCE, can. 817), pero de la voluntad de cada uno de los contra­
también su bendición es necesaria para la yentes, libre de violencia o de temor grave
validez del sacramento (cf. CCE, can. externo (cf. CDC, can. 1103). Ningún po­
828). der humano puede reemplazar este con­
sentimiento (CDC, can. 1057,1). Si esta li­
1624. Las diversas liturgias son ricas en bertad falta, el matrimonio es inválido.
oraciones de bendición y de epíclesis pi­
diendo a Dios su gracia y la bendición so­ 1629. Por esta razón (o por otras razones
bre la nueva pareja, especialmente sobre que hacen nulo e inválido el matrimonio;
la esposa. En la epíclesis de este sacra­ cf. CDC, can. 1095-1107), la Iglesia tras
mento los esposos reciben el Espíritu examinar la situación por el tribunal ecle­
Santo como Comunión de amor de Cristo siástico competente, puede declarar “la
y de la Iglesia (cf. Ef 5, 32). El Espíritu San­ nulidad del matrimonio” , es decir, que el
to es el sello de la alianza de los esposos, matrimonio no ha existido. En este caso,
la fuente siempre generosa de su amor, la los contrayentes quedan libres para ca­
fuerza con que se renovará su fidelidad. sarse, aunque deben cumplir las obliga­
ciones naturales nacidas de una unión
precedente (cf. CDC, can. 1071).
III. El consentimiento matrimonial
1630. El sacerdote (o el diácono) que
6458 asiste a la celebración del matrimonio, re­
1625. Los protagonistas de la alianza cibe el consentimiento de los esposos en
matrimonial son un hombre y una mujer nombre de la Iglesia y da la bendición de
bautizados, libres para contraer el matri­ la Iglesia. La presencia del ministro de la
monio y que expresan libremente su con­ Iglesia (y también de los testigos) expresa
sentimiento. “Ser libre” quiere decir: visiblemente que el matrimonio es una
realidad eclesial.
- no obrar por coacción;
- no estar impedido por una ley natural 1631. Por esta razón, la Iglesia exige or­
o eclesiástica. dinariamente para sus fieles la forma ecle­
siástica de la celebración del matrimonio
1626. La Iglesia considera el intercam­ (cf. Ce. de Trento: DS 1813-1816; CDC,
bio de los consentimientos entre los es­ can. 1108). Varias razones concurren para
posos como el elemento indispensable explicar esta determinación:
“que hace el matrimonio” (CDC, can.
- El matrimonio sacramental es un ac­
1057, 1). Si el consentimiento falta, no
to litúrgico. Por tanto, es conveniente que
hay matrimonio.
sea celebrado en la liturgia pública de la
1627. El consentimiento consiste en “ un Iglesia.
acto humano, por el cual los esposos se - El matrimonio introduce en un ordo
dan y se reciben mutuamente” (GS 48, 1; eclesial, crea derechos y deberes en la
cf. CDC, can. 1057,2): “Yo te recibo como Iglesia entre los esposos y para con los
esposa” - “Yo te recibo como esposo” hijos.
(OcM 45). Este consentimiento que une a - Por ser el matrimonio un estado de
los esposos entre sí, encuentra su pleni­ vida en la Iglesia, es preciso que exista

1739
CUARTA PARTE; OTRA DOCUMENTACIÓN LITURGICA POST-CONCILIAR

certeza sobre él (de ahí la obligación oe insuperable para el matrimonio, cuando


tener testigos). llegan a poner en común 'o que cada uno
- El carácter púbi.co del consentimien­ de e”os ha recibido en su comunidad, y a
to protege el “Sí” una vez dado y ayuda a aprender el uno del otro el modo como
permanecer fiel a él. cada uno vive su fidelidad a Cristo. Pero
las dificultades de los matrimonios mixtos
1632. Para que el “Sí” de los esposos no deben tampoco ser subestimadas. Se
sea un acto libre y responsable, y para deben al hecho de que la separación de
que la alianza matrimonial tenga funda­ los cristianos no se ha superado todavía.
mentos humanos y cristianos sól'dos y Los esposos corren el peligro de vivir en el
estables, la preparación para el matrimo­ seno de su hogar el drama de la desunión
nio es de primera importancia: de los cristianos. La disparidad de culto
puede agravar aún más estas dificultades,
El ejemplo y la enseñanza dados por
Divergencias en la fe, en la concepción
los padres y por las familias son el camino
misma del matrimonio, pero también men­
privilegiado de esta preparación.
talidades religiosas distintas pueden
El papel de los pastores y de la comu­ constituir una fuente de tenciones en el
nidad cristiana como “familia de Dios” es matrimonio, principalmente a propósito
indispensable para la transmisión de los de la educación de los hijos. Una tenta­
valores humanos y cristianos del matrimo­ ción que puede presentarse er'-.onces es
nio y de la familia (cf. CDC can. 1063), y la indiferencia religiosa.
esto con mayor razón en nuestra época
en la que muchos jóvenes conocen la ex­ 1635. Según el derecho vigente en la
periencia de hogares rotos que ya no ase­ Iglesia latina, un matrimonio mixto necesi­
guran suficientemente esta iniciación: ta, para su licitud, el permiso expreso de
Los jóvenes deben ser instruidos ade­ la autoridad ec'esiástica (cf. CDC, can.
cuada y oportunamente sobre la dignidad, 1124). En caso de disparidad de culto se
tareas y ejercicio del amor conyugal, so­ requiere una dispensa expresa del impedi­
bre todo en el seno de la misma familia, mento para la validez del matrimonio (cf.
para que, educados en el cultivo de la CDC, can. 1086). Este permiso o esta dis­
castidad, puedan pasar, a la edad conve­ pensa supone que ambas partes conoz­
niente, de un honesto noviazgo vivido al can y no excluyan los fines y las propieda­
matrimonio (GS 49, 3). des esenciales del matrimonio; además,
que la parte cató'ica confirme los compro­
misos -también haciéndolos conocer a la
Matrimonios mixtos y disparidad de culto parte no católica- de conservar la propia
fe y de asegurar el Bautismo y la educa­
6459
ción de los hijos en la Iglesia Católica (cf.
1633. En numerosos prises, la situación CDC, can. 1125;.
del matrimonio mixto (entre católico y
bautizado no católico) se presenta con 1636. En muchas regiones, gracias al
bastante frecuencia. Exige una atención diálogo ecuménico, las comunidades cris­
particular de los cón, uges y de los pasto­ tianas interesaoas han podido llevar a ca­
res. El caso de matrimonios con dispari­ bo una pastoral común para los matrimo­
dad de culto (entre católico y no bautiza­ nios mixtos. Su objetivo es ayudar a estas
do) exige una a i i mayor atención. parejas a vivir su s lüac'ón particular a la
luz de la fe. Debe también ayudarles a su­
1634. La diferencia de confesión entre perar las tensiones entre las o b la cio n e s
los cónyuges no constituye un obstáculo de los cónyuges, el uno con el otro, y con

1740
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

sus comunidades eclesiales. Debe alentar el matrimonio celebrado y consumado en­


el desarroiio de lo que les es común en la tre bautizados no puede ser disuelto ja­
fe, y el respeto de lo que los separa. más. Este vínculo que resulta del acto hu­
mano libre de los esposos y de la consu­
1637. En los matrimonios con disparidad mación del matrimonio es una realidad ya
de culto, el esposo católico tiene una tarea irrevocable y da origen a una alianza ga­
particular: “ Rjes el marido no creyente rantizada por la ndelidad de Dios. La Igle­
queda santificado por su mujer, y la mujer sia no tiene poder para pronunciarse con­
no creyente queda santificada por el mari­ tra esta disposición de la sabiduría cnv.na
do creyente” (1Co 7, 14). Es un gran gozo (cf. CDC, can. 1141).
para el cónyuge cristiano y para '.a Iglesia el
que esta “santificación” conduzca a la con­
versión libre del otro cónyuge a la fe cristia­ La gracia del sacramento del matrimonio
na (cf. 1Co 7,16). El ame conyugal since­
6462
ro, la prác^ca humilde y paciento de las vir­
tudes familiares, y la oración perseverante 1641. ' En su modo y estado de vida, (los
pueden preparar al cónyuge no creyente a cónyuges cristianos) tienen su carisma
recibir la gracia de la conversión. propio en el Pueblo de Dios” (LG 11). Esta
gracia propia del sacramento del matri­
monio está destinada a perfeccionar el
IV. Los efectos del sacramento amor de los cónyuges, a fortalecer su uni­
del Matrimonio dad indisoluble. Por medio de esta gracia
“ se ayudan mutuamente a santificarse
64SC con la vida matrimonial conyugal y en la
1638. ‘ Del matrimonio válido se origina acogida y educación de los hijos” (LG 11;
entre los cónyuges un vínculo perpetuo y cf. LG 41).
exclusivo por su misma naturaleza; ade­
más, en el matrimonio cristiano los cónyu­ 1642. Cristo es la fuente de esta gracia.
ges son forta'ecidos y quedan como con­ “ Pues de la misma manera que Dios en
sagrados por un sacramento peculiar para otro tiempo salió al encuentro de su pue­
los deberes y la dignidad de su estado” blo por una alianza de amor y fidelidad,
(CDC, can. 1134). ahora el Salvador de los hombres y Espo­
so de la Iglesia, mediante el sacramento
del matrimonio, sale al encuentro de los
El vínculo matrimonial
esposos crisiianos” (GS 48, 2). Permane­
6431 ce con e'los, les da la fuerza de seguirle
tomando su cruz, de levantarse después
1639. El consentimiento por el que los
de sus caídas, de perdonarse mutuamen­
esposos se dan y se reciben mutuamente
te, de llevar unos las cargas de los otros
es sellado por el mismo Dios (cf. Me 10,
(cf. Ga 6, 2) de estar “sometidos unos a
9). De su alianza “nace una institución es­
otros en el temor de Cristo” (Ef 5, 21, y de
table por ordenación divina, ..ambién ante
amarse con un amor sobrenatural, delica­
la sociedad” (GS 48, 1). La alianza de los
do y fecundo. En las alegrías de su amor y
esposos está integrada en la alianza de
de su vida familia, les da, ya aquí, un gus­
Dios con los hombres: “el auténtico amor
to anticipado del banquete de las bodas
conyugal es asumido en el amor divino”
del Cordero:
(GS 48, 2).
¿De dónde voy a sacar la fuerza para
1640. Por tanto, el vínculo matrimonial ez describir de manera satisfactoria la dicha
establecido por Dios mismo, de modo que del matrimonio que celebra la Iglesia, que

1741
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITU R G IA . POST-CONCILIh R

confirma la ofrenda, que sella la bendi­ feccionada por la comunión en Jesucristo


ción? Los ángeles lo proclaman, el Padre dada mediante el sacramento del matri­
celesT.al lo ratifica... ¡Qué matrimonio el monio. So profundiza por la vida de la fe
de dos cristianos, unidos por una sola es­ común y por la Eucaristía recibida en co­
peranza, un solo deseo, una sola discipli­ mún.
na, el mismo servicio! Los dos hijos de un
mismo Padre, servidores de un mismo Se­ 1645. “ La unidad del matrimonio aparece
ñor; nada los separa, ni en el espíritu ni en ampliamente confirmada por la igual dig­
la carne; al contrario, son verdaderamente nidad personal que hay que reconocer a la
dos en una sola carne. Donde la carne es mujer y el varón en el mutuo y pleno
una, también es uno el espíritu (Tertu.iar o, amor” (GS 49, 2). La poligamia es contra­
ux. 2, 9; cf. FC 13). ria a esta igual dignidad de uno y otro y al
amor conyugal que es único y exclusivo.

V. Los bienes y las exigencias del amor


La fidelidad del amor conyugal
conyugal
6464
64 B3
1646. El amor conyugal exige de los es­
1643. "El amor conyugal comporta una
posos, por su misma naturaleza, una fide­
totalidad en la que entran todos los ele­
lidad inviolable. Esto es consecuencia del
mentos de la persona -reclamo del cuerpo
don de sí mismos que se hacen mutua­
y del instinto, fuerza del sentimiento y de
mente los esposos. El auténtico amor
la afectividad, aspiración del espíritu y de
tiende por sí mismo a ser algo definitivo,
la voluntad -; mira una unidad profunda­
no algo pasajero. “ Esta íntima unión, en
mente personal que, más allá de la unión cuanto donación mutua de dos personas,
en una sola carne, conduce a no tener como el bien de los hijos exigen la fideli­
más que un corazón y un alma; exige la in­ dad de los cónyuges y urgen su indisolu­
disolubilidad y la fidelidad de la donación ble unidad' (GS 48, 1).
recíproca definitiva; y se abre a fecundi­
dad. En una palabra: se trata de caracte­ 1647. Su motivo más profundo consiste
rísticas normales de todo amor conyugal en la fidelidad de Dios a su alianza, de
natural, pero con un significado nuevo Cristo a su Iglesia. Por el sacramento del
que no sólo las purifica y consolida, sino matrimonio los esposos son capacitados
las eleva hasta el punto de hacer de ellas para representa:' y testimoniar esta fideli­
la expresión de valores propiamente cris­ dad. Por el sacramento, la indisolubilidad
tianos” (FC i 3). Unidad e indisolubilidad del m atrim oro adquiere un sentido nuevo
del matrimonio y más profundo.

1644. El amor de los esposos exige, por 1648. Puede parecer difícil, incluso im­
su misma naturaleza, la unidad y la indiso­ posible, atarse para toda la vida a un ser
lubilidad de la comunidad de personas humano. Por ello es tanto más importante
que abarca la vida entera de los esposos: anunciar la buena nueva de que Dios nos
“De manera que ya no son dos sino una ama con un amor definitivo e irrevocable,
sola carne” (Mt 19, 6; cf. Gn 2, 24). "Están de que los esposos participan de este
llamados a crecer continuamente en su amor, que les conforta y mantiene, y de
comunión a través de la fidelidad cotidia­ que por su fidelidad se convierten en tes­
na a la promesa matrimonial de la recípro­ tigos del amor fiel de Dios. Los esposos
ca donación total” (FC 19). Esta comunión que, con la gracia de Dios, dan este testi­
humana es confirmada, purificada y per­ monio, con frecuencia en condiciones

1742
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

muy difíciles, merecen la gratitud y el apo­ comunidad deben dar prueba de una
yo de la comunidad eclesial (cf. FC 20). sienta solicitud, a fin de aquellos no se
consideren como separados de la Iglesia,
1643. Existen, sin embargo, situaciones de cuya vida pueden y deben participar en
en que la convivencia matrimonial se hace cuanto bautizados:
prácticamente imposible por razones muy
Se 'es exhorte a escuchar la Palabra
diversas. En tales casos, la Iglesia admite
de Dios, a frecuentar el sacrificio de la mi­
la separación física de los esposos y el fin
sa, a perseverar en la oración, a incremen­
de la cohabitación. Los esposos no cesan
tar las obras de caridad y las iniciativas de
de ser marido y mujer deiante de Dios; ni
la comunidad en favor de la justicia, a
son libres para contraer una nueva unión.
educar sus hijos en la fe cristiana, a culti­
En esta situación difícil, la mejor solución
var el espíritu y las obras de penitencia
sería, si es posible, la reconciliación. La
para implorar de este modo, día a día, la
comunidad cristiana está llamada a ayu­ g:acia de Dios (FC 84).
dar a estas personas a vivir cristianamen­
te su situación en la fidelidad al vínculo de
su matrimonio que permanece indisoluble La apertura a la fecundidad
(cf. FC; 83; CDC, can. 1151 -1155).
6465
1650. Hoy son numerosos en muchos 1652. ‘ Por su naturaleza misma, la insti­
países 'os católicos que recurren al divor­ tución misma del matrimonio y el amor
cio según las leyes civiles y que contraen conyugal están ordenados a la procrea­
también civilmente una nueva unión. La ción y a ia educación de la prole y con
Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra ellas son coronados como su culmina­
de Jesucristo (“Quien repudie a su mujer y ción” (GS 48,1):
se case con otra, comete adulterio contra Los hijos son el don más excelente del
aquella; y sí ella repudia a su marido y se matrimonio y contribuyen mucho al bien
casa con otro, comete adulterio”: Me 10, de sus mismos padres. El mismo Dios,
11-12), que no puede reconocer como vá­ que dijo: “ No es bueno que el hombre es­
lida esta nueva unión, si era válido el pri­ té solo (Gn 2,18), y que hizo desde el prin­
mer matrimonio. Si los divorciados se cipio al hombre, varón y mujer” (Mt 19, 4),
vuelven a casar civilmente, se ponen en queriendo comunicarle cierta participa­
una situación que contradice objetiva­ ción especial en su propia obra creadora,
mente a la ley de Dios. Por lo cual no pue­ bendijo al varón y a la mujer diciendo:
den acceder a la comunión eucarística “Creced y multiplicaos” (Gn 1, 28). De ahí
mientras persista esta situación, y por la que el cultivo verdadero del amor conyu­
m'sma razón no pueden ejexer ciertas gal y todo el sistema de vida familiar que
responsabilidades eciesiales. La reconci­ de él procede, sin dejar posponer los
liación mediante el sacramento de la peni­ otros fines del matrimonio, tienden a que
tencia no puede ser concedida más que los esposos estén dispuestos con fortale­
aquellos que se arrepientan de haber vio­ za de ánimo a cooperar con el amor del
lado el signo de la Alianza y de la fidelidad Creador y Salvador, que por medio de
a Cristo y que se comprometan a vivir en ellos aumenta y enriquece su propia fami­
total continencia. lia cada día más (GS 50,1).

1651. Respecto a los cristianos que vi­ 1653. La fecundidad del amor conyugal
ven en esta situación y que con frecuencia se extiende a los frutos de la vida moral,
conservan la fe y desean ecjcar cristiana­ espiritual y sobrenatural que los padres
mente a sus hijos, los sacerdotes y toda la transmiten a sus hijos por medio de la

1743
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCIUAR

educación. Los pacYes son los principales recepción de los sacramentos, en la ora­
y primeros educadores de sus h'jos (cf. ción y en la acción de gracias, con el testi­
GE 3). En este sentido, la tarea fundamen­ monio de una vida santa, con la renuncia y
tal del matrimonio y de la familia es estar el amoi que se traduce en obras” (LG 10).
al servido de le vida (cf. FC 28). El hogar es así la primera escuela de vida
cristiana y “escue'a del más rico humanis­
1654. Sin embargo, los esposos a los mo” (GS 52,1). Aquí se aprende la pacien­
que Dios no ha concedido tener hijos pue­ cia y el gozo del trabajo, el amor fraterno,
den llevar una vida conyugal plena de el perdón generoso, incluso reiterado, y
sentido, humana y cristianamente. Su ma­ sobre todo el culto divino por medio de la
trimonio puede irradiar una fecundidad de oración y la ofrenda de su vida.
caridad, de acogida y de sacrificio.
1658. Es preciso recordar asimismo a un
gran número de personas que permane­
VI. La iglesia doméstica
cen solteras a causa de las concretas
6453 condiciones en que deben vivir, a menudo
sin haberlo querido ellas mismas. Estas
1655. Cristo quiso nacer y crecer en el personas se encuentran particularmente
seno de la Sagrada Familia de José y de cercanas al corazón de Jesús; y, por ello,
María. La Iglesia no es otra cosa que la merecen afecto y solicitud d.„gentes de la
“familia de Dios”. Desde sus orígenes, el Iglesia, particularmente de sus pastores.
núcleo de la Iglesia estaba a menudo Muchas de ellas viven sin familia humana,
constituido por los que, “con toda su ca­ con frecuencia a causa de condiciones de
sa” , habían llegauo a ser creyentes (cf. pobreza. Hay quienes viven su situación
Hch 18, 8). Cuando se convertían desea­ según el espíritu de las bienaventuranzas
ban también que se salvase “toda su ca­ sirviendo a Dios y al prójimo de manera
sa” (cf. Hch 16, 31 y 11,14). Estas familias ejemplar. A todas ellas es preciso abrirles
convertidas eran islotes de vida cristiana las puertas de los hogares, “ iglesias do­
en un mundo no creyente. mésticas” y las puertas de la gran familia
que es la Iglesia. “Nadie se sienta sin fa­
1656. En nuestros días, en un mundo fre­
milia en este mundo: la Iglesia es casa y
cuentemente extraño e incluso hostil a la
fami.ia de todos, especialmente para
fe, las familias creyentes tienen una im­
cuantos están 'fatigados y agobiados’ (Mt
portancia primordial en cuanto, faros de
11, 28)” (FC 85).
una fe viva e irradiadora. Por eso el Conci­
lio Vaticano II llama a la familia, con una
antigua expresión, “Ecclesia domestica” RESUMEN
(LG 11; cf. FC 21). En el seno de la familia,
“los padres han de ser para sus hijos los 6437
primeros anunciadores de la fe con su pa­ 1659. S. Pablo dice: “Maridos, amad a
labra y con su ejemplo, y han de fomentar vuestras mujeres como Cristo amó a la
la vocación personal de cada uno y, con Iglesia...Gran misterio es éste, lo digo con
especial cu’dado, la vocación a la vida respecto a Cristo y la Iglesia (Ef 5, 25.32).
consagrada” (LG 11).
1660. La alianza matrimonial, por la que
1657. Aquí es donae se ejercita de i .lane­ un hombre y una mujer constituyen una ín­
ra privilegiada el sacerdocio bautismal del tima comunidad de vida y de amor, fue
padre de familia, de la madre, de los hijos, fundada y dotada de sus leyes propias por
de todos los miembros de la familia, “en la el Creador. Por su naturaleza está ordena­

1744
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

da s1bien de los cónyuges así como a la Por eso la casa famHiar es llamada justa­
generación y educación de los hijos Entre mente “Iglesia domésiiea” comunidad de
bautizados, el matrimonio ha sido elevado gracia y de oración, escuela de virtudes
por Cristo Señor a la dignidad de sacra­ humanas y de caridad cristiana.
mento (cf. GS 48, 1; CDC, can. 1055, 1).

1661. El sacramento del matrimonio sig­ CAPÍTULO CUARTO


nifica la unión de Cristo con la Iglesia. Da a
los esposos la gracia de amarse con el OTRAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS
amor con que Cristo amó a su Iglesia; la
gracia del sacramento perfecciona así el
Artículo 1
amor humano de los esposos, reafirma su
unidad indisoluble y los santifica en el ca­ LOS SACRAMENTALES
mino de la vida eterna (cf. Ce. de Trento:
DS 1799). 6458
1667. “La saeta Madre Iglesia institu'/ó,
1662. El matrimonio se funda en el con­
además, los sacramentales. Estos son
sentimiento de los contrayentes, es decir
signos sagrados con los que, imitando de
en la voluntad de darse mutua y definitiva­
alguna manera a los sacramentos, se ex­
mente con el fin de vivir una alianza de
presan efectos, sobre todo espirituales,
amor fiel y fecundo.
obtenidos cor la intercesión ae la Iglesia.
1663. Dado que el matrimonio establece Por ellos, los hombres se disponen a reci ­
a los cónyuges en un estado público de vi­ bir el efecto p¡ incipal de los sacramentos
da en la Iglesia, la celebración del m:smo y se santifican las diversas circunstancias
se hace ordinariamente de modo público, de la vida” (SC 60; CDC can 1166; 0 0 can
en el marco de una celebración litúrgica, 867}.
ante el sacerdote (o el testigo cualificado
de la Iglesia), los testigos y la asamblea de Características de los sacramentales
los fieles.
1668. Han sido instituidos por la Iglesia
1664. La unidad, la indisolubilidad, y la
en orden a la santificación de ciertos mi­
apertura a la fecuncidad son esenciales al
nisterios eclesiales, de ciertos estados de
matrimonio. La poligamia es incompatible
vida, de circunstancias muy variadas de la
con la unidad del matrimonio; el divorcio
vida cristiana, así como del uso de cosas
separa lo que Dios ha unido; el rechazo de
útiles al hombre. Según las decisiones
la fecundidad pñva la vida conyugal de su
pastorales de los obispos pueden tam­
"don más eTce.'enfe", el hijo (GS 50, 1).
bién responde a las necesidades, a la
1665. Contraer un nuevo matrimonio por cultura, y a la historia propia del pueblo
parte de los divorciados mientras viven cristiano de una región o de una época.
sus cón) uges legítimos contradice el plan Comprenden siempre una oración, con
y la ley de Dios enseñados por Cristo. Los frecuencia acompañada de un signo de­
que viven en esta situación no están sepa­ terminado, como la imposición de la ma­
rados de la Iglesia pero no pueden acce­ no, la señal de la cuz, la aspersión con
der a la comunión eucarística. Pueden vivir agua bendita (que recuerda el Bautismo).
su vida cristiana sobre todo educando a
1669. Los sacramentales proceden de!
sus hijos en la fe.
sacerdocio bautismal: todo Dautizado es
1666. El hogar cristiai io es el lugar en que llamado a s<=r una bendición” (cf. Gn 12,
los hijos reciben el primer anuncio de la fe. 2) y a bendecir (cf. Le 6,28; Rm 12,14; 1P

1745
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA PO'T-CONCILIAR

3, 9). Por eso los laicos pueden presidir abad o de la abadesa de un monasterio,
ciertas bendiciones (cf. SC 79; CDC can. la consagración de vírgenes y de viudas,
1168); la presidencia de una bendición se el rito de la profesión religiosa y las ben­
eserva al ministerio ordenado (obispos, diciones para ciertos ministerios de la
presbíteros o diáconos, cf. De benedictio- Iglesia (lectores acólitos, catequistas,
nibus, 16, 18), en la medida er. que dicha etc.). Como ejemplo de las que se refie­
bendición afeae más a la vida eclesial y ren a objetos, se puede señalar la dedica­
sacramental. ción o bendición de una iglesia o de un
altar, la bendición de los santos óleos, de
1670. Los sacramentales no confieren la los vasos y ornamentos sagrados, de las
gracia del Espíritu Santo a la manera de campanas, etc.
los sacramentos, pero por la oración de la
Iglesia preparan a recibirla y disponen a 1673. Cuando la Iglesia pide pública­
cooperar con a ella. “ La liturgia de los sa­ mente y con autoridad, en nombre de Je­
cramentos y de los sacramentales hace sucristo, que una persona o un objeto sea
que, en los fieles bien c.spuestos, casi to­ protegido contra las asechanzas del ma­
dos los acontecimientos de la vida sean ligno y sustraída a su dominio, se habla de
santificados por la gracia divina que ema­ exorcismo, u'esús lo practicó (cf. Me 1,
na del misterio pascual de la pasión, 25s; etc.), de él tiene 'a Iglesia el poder y el
muerte y resurrección de Cristo, de quien oficio de exorcizar (cf. Me 3, 15; 6, 7.13;
reciben su poder todos los sacramentos y 16,17' En forma simple, el exorcismo tie­
sacramentales, y que todo uso honesto ne lugar en la celebración del Bautismo. El
de las cosas materiales pueda estar orde­ exorcismo solemne sólo puede ser practi­
nado a la santificación del hombre y a la cado por un sacerdote y con el permiso
alabanza de Dios” (SC 61). del obispo. En estos casos es preciso pro­
ceder con prudencia, observando estric­
tamente las reglas establecidas por la
Diversas formas de sacramentales
Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los
t’4£S demonios o liberar de1 dominio demonía­
co gracias a ia autoridad espiritual que Je­
1671. Entre los sacramentales figuran en
sús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto
primer lugar las bendiciones (de personas,
es el caso de las enfermedades, sobre to­
de la mesa, de objetos, de lugares). Toda
do síquicas, cuyo cuidado pertenece a la
bendición es alabanza de Dios y oración
ciencia médica. Por tanto, es importante,
para obtener sus dones. En Cristo, los
asegurarse, antes de celebrar el exorcis­
c istianos son bendecidos por Dios Padre
mo, de que se traía de un presencia del
“con toda clase de bendiciones espiritua­
Maligno y no de una enfermedad (cf. CDC,
les” (Ef 1,3). Por eso la Iglesia dd la bendi­
can. 1172).
ción invocando el nombre de Jesús y ha­
ciendo habitualmente la señal santa de la
cruz de Cristo. La religiosidad popular

1372. Ciertas bendiciones tienen un al­ 6470


cance permanente: su efecto es consa­ 1671 Además de la liturgia sacramental
grar personas a Dios y reservar para el y de los sacramentales, la catequesis de •
uso litúrgico objetos y lugares. Entre las he tener en cuenta las formas de piedad
que están destinadas a personas - que de los f'elea y de rel'giosidad popu'ar. El
no se han de confundir con la ordenación sentido religioso del pueblo cristiano ha
sacramental -figuran ia bendición del encontrado, en todo uempo, su expresión

1746
5 - CATECISMO DE LA IGLES'A CATÓLICA. "LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO"

en formas variadas de piedad en torno a en la .glesia al Evangelio y cuándo se lo


la ' ‘ida sacramental de la iglesia: tales co­ vacía y asfixia con otros inte: eses (Do­
mo la veneración de las re'iquias, las visi­ cumento de Puebla, 1979, n° 448; cf. EN
tas a santuarios, las peregrinaciones, las 48).
procesiones, el Via crucis, las danzas reli­
giosas, el rosario, las medallas, etc. (cf.
Ce. de Nicea li: DS 601; 603; Ce. de Tren- RESJMEN
to: DS 1822).
6471
1675. Estas expresiones prolongan la vi­ 1677. Se llaman sacramentales los sig­
da litúrgica de la Iglesia, pero no la sustitu­ nos sagrados instituidos por la Iglesia cu­
yen: “Pero conviene que estos ejercicios yo fin es oreparar a los hombres para reci­
se organicen teniendo en cuenta los tiem­ bir el fruto de los sacramentos y santificar
pos litúrgicos para que estén de acuerdo las diversas circunstancias de la vida.
con la sagrada liturgia, deriven en cierto
modo de ella y conduzcan al pueblo a ella, 1678. Entre los sacramentales, las bendi­
ya que la l.turgia, por su naturaleza, está ciones ocupan un lugar importante. Com­
muy por encima de ellos” (SC 13). prenden a la vez la alabanza de Dios por
sus obras y sus dones, y la intercesión de
1676. Se necesita un discernimiento pas­ la Iglesia para que los hombres puedan
toral para sostener y apoyar la re'igiosidad hacer uso de los dones de Dios según el
popular y, llegado el caso, pa'a purificar y espíritu de los evangelios.
rectificar el sentido religioso que subyace
en estas devociones y para hacerlas pro­ 1679. Además de la liturgia, la vida cris­
gresar en el conocimiento del Misterio de tiana se nutre de formas variadas de pie­
Cristo (cf. CT 54). Su ejercicio está some­ dad popular, enraizadas en las distintas
tido al cuidado y al juicio de los obispos y culturas. Esclareciéndolas a la luz de la
a las normas generales de la Iglesia. fe, la Iglesia favorece aquellas formas de
La religiosidad del pueblo, en su nú­ religiosidad popular que expresan mejor
cleo, es un acervo de valores que res­ un sentido evangélico y una sabiduría
ponde con sabiduría cristiana a los gran­ humana, y que enriquecen la vida cris­
des interrogantes de la existencia. La sa­ tiana.
piencia popular católica tiene una capa­
cidad de síntesis vital; así conlleva crea­
doramente lo divino y lo humano; Cristo A rtículo 2
y María, espíritu y cuerpo; comunión e
LAS EXEQUIAS CRISTIANAS
institución; persona y comunidad; fe y
patria, inteligencia y afecto. Esa sabidu­
6472
ría es un humanismo cristiano que afirma
radicalmente la dignidad de toda perso­ 1680. Todos los sacramentos, principal­
na como hijo de Dios, establece una fra­ mente los oe la iniciación cristiana, tienen
ternidad fundamental, enseña a encon­ como fin último la Pascua definitiva del
trar la naturaleza y a comprender el tra­ cristiano, es decir, la que a través de la
bajo y proporciona las razones para la muerte hace entrar al creyente en la vida
alegría y el humor, aun en medio de una del Reino. Entonces se cumple en él lo
vida muy dura. Esa sabiduría es también que la fe y la esperanza han confesado:
para el pueblo un principio de discerni­ “Espero la resurrección de los muertos y
miento, un instinto evangélico por el que la vida del mundo futuro” (Símbolo de Ni-
capta espontáneamente cuándo se sirve cea-Constantinopla).

1747
CUARTA PARTE: OTRA DOCUMENTACIÓN LITÚRGICA POST-CONCILIAR

I. La última Pascua del cristiano cristiana y responden a las situaciones y a


las tradiciones de cada región, aun en lo
647? referente al color litúrgico (cf. SC 81).
1681. El sentido cristiano de la muerte es
revelado a 'a luz del Misterio pascual de la 1686. El Ordo exequiarum (OEx) o Ritual
muerte y de la resurrección de Cristo, en de los funerales de la liturgia romana pro­
quien radica nuestra única esperanza. El pone tres tipos de celebración de las eAe-
cristiano que muere en Cristo Jesús “sale quias, correspondientes a tres lugares de
de este cuerpo para vivir con el Señor” su desarrollo (la casa, la iglesia, el cemen­
(2Co 5, 8). terio), y según la importancia que les pres­
ten la familia, las costumbres locales, !a
1682. El día de la muerte inaugi 'ra para el cultura y la piedad popular. Por otra parte,
cristiano, al término de su vioa sacramen­ este desarrollo es común a todas las tradi­
tal, la plenitud de su nuevo nacimiento co­ ciones litúrgicas y comprende cuatro mo­
menzado en el Bautismo, la “semejanza” mentos principales:
definitiva a “ imagen del Hijo” , conferida
por la Unción del Espíritu Santo y la parti­ 1687. La acogida de la comunidad. El sa­
cipación en el Banquete del Reino antici­ ludo de fe abre la celebración. Los familia­
pado en la Eucaristía, aunque pueda toda­ res del difunto son acogidos con una pa­
vía necesitar últimas purificaciones para labra de ' consolación” (en el sentido del
revestirse de la túnica nupcial. Nuevo Testamento: la fuerza del Espíritu
Santo en la esperanza; cf. 1Ts 4, 18). La
1683. La Iglesia que, como Madre, ha lle­ comunidad orante que se reúne espera
vado samamentalmente en su seno al cris­ también “ las palabras de vida eterna”. La
tiano durante su peregrinación terrena, lo muerte de un miembro de la comunidad (o
acompaña al término de su camrnar para el aniversario, el séptimo o el trigésimo
entregarlo “en las manos de, Pad^e'. La oía) es un acontecimiento que debe hacer
Iglesia ofrece al Padre, en Cristo, al hijo de superar las perspectivas de “este mundo”
su gracia, y deposita en la tierra, con espe­ y atraer a los fieles, a las verdaderas pers­
ranza, el germen del cuerpo que resucitará pectivas de la fe en Cristo resucitado.
en la gloria (cf. 1Co 15, 42-44). Esta ofren­
da es plenamente celebrada en el Sacrifi­ 1688. La Liturgia de la Palabra. La cele­
cio eucarístico; las bendiciones que prece­ bración de la Liturgia de la Palabra en las
den y que siguen son sacramentales. exequias exige una preparación, tanto más
atenta cuanto qup la asamblea allí presente
puede inciuir fieles poco asiduos a la litur­
II. La celebración de las exequias gia y amigos del difunto que no son cristia­
nos. La homilía, en particular, debe “evitar”
6474 el género literario de elogio ^nebre (OEx
1684. Las exequias cristianas son una 41) y debe iluminar el misterio de la muerte
cele oración litúrg.ca de la Iglesia. El minis- crist'ana a la luz de Crisio resucitado.
tei io de la Iglesia pretende expresar tam­
bién aquí la comunión eficaz con el difun­ 1689. El Sacrificio eucarístico. Cuando la
to, hacer participar en esa comunión a la celebración tiene lugar en la Iglesia, la Eu­
asamblea reunida para las exequias y caristía es el corazón de la realidad pas­
anunciare la vida eterna. cua' de la muerte cristiana (cf. OEx 1). La
Iglesia expresa entonces su comunión efi­
1685. Los dife entes ritos de las exequias caz ccn el difunto: ofreciendo al Fadre, en
expresan el carácter pascual de la muerte e' Espíritu Santo, el sacrificio de la muerte

1748
5 - CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. "L A CELEBRACIÓN DEL MISTEPIO CRISTIANO"

y resurrección de Cristo, pide que su hijo 1692. El Símbolo de la fe profesa la gi an-


sea purificado de sus pecados y de sus dezr de los dones de Dios al homb e oor
consecuencias y que sea admitido a ia la obra de su creación, y más aún, por la
plenitud pascual de la mesa del Reino (cf. redención y la santificación. Lo que con­
OEx 57). Así celebrada la Eucaristía, la co­ fiesa la fe, los sacramentos io comunican:
munidad de fieles, especialmente la fami­ por “ los sacramentos que les han hecho
lia de' difunto aprende a vivir en comu­ renacer” , los cristianos han llegado a ser
nión con quien “se durmió en el Señor” , “hijos de Dios” (Jn 1,12; 1 Jn 3,1), “ partí­
comulgando con el Cuerpo de Cristo, de cipes de la naturaleza divina” (2Pe 1, 4).
quien es miembro vivo, y orando luego Los cristianos, reconociendo en la fe su
por él y con él. nueva dignidad, son llamados a llevar en
ade'ante una “vida digna de1 . Evangel'0 de
1690. El adiós (“a Dios ) al difunto es “su Cristo” (Flp 1, 27). Por los sacramentos y
recomendación a Dios” por la Iglesia. Es la oración reciben la gracia de Crsto y los
el “ último adiós por el que la comunidad dones de su Espíritu que les capacitan pa­
crist'ana despide a uno de sus miembros ra ello.
antes que su cuerpo sea llevado a su se­
pulcro' (OEx 10). La tradición bizantina lo 1693. Cnsto Jesús hizo siempre lo que
expresa con el beso de adiós al difunto: agradaba al Padre (cf. Jn 8, 29). Vivió
siempre en perfecta comunión con El. De
Con este saludo í.nal “se canta por su
igual modo sus discípulos son invitados a
partida de esta vida y por su separación,
vivir bajo la mirada del Padre 'que ve en lo
pero también porque existe una comunmn
secreto’ (Mt 6, 6) para ser ‘perfectos como
y una reunión. En efecto, una yez muertos
el Padre celestial es perfecto’ (Mt 5, 48).
no estamos en absoluto separados unos
de otros, pues todos recorremos el mismo
1694. Incorporados a Cristo por el bau­
camino y nos volveremos a encontrar en
tismo (cf. Rm 6, 5), los cristianos están
un mismo lugar. No nos separaremos ja­
‘muertos al pecado y vivos para Dios en
más, porque vivimos para Cristo y ahora
Cristo Jesús’ (Rm 6, 11), parfeipando así
estamos unidos a Cristo, yendo hac a
en la vida del Resucitado (cf. Col 2, 12).
él...estaremos todos juntos en Cristo” (S.
Siguiendo a Cristo y en unión con él (cf.
Simeón de Tesalónicu, De ordine sep).
Jn 15, 5), los cristianos pueden se- ‘imita­
dores de Dios, como hijos queridos y vivir
en el amor’ (Ef 5, 1), conformando sus
TERCEf -A PARTE pensamientos, sus palabras y sus accio­
nes con ‘los sentimientos que tuvo Cristo’
L A Vi D A EN C R iS T O (Flp 2, 5.) y siguiendo sus e'emplos (cf. Jn
13, 12-16).

6475 1695. “Justificados en el nomb:e del Se­


1691. Cristiano, .econoce tu dignidad. ñe' Jesucristo y en el Espíritu de nuestro
Puesto que ahora participas de la natL a- D os (1Co 6, 11.), “santificados y Huma­
leza divina, no degeneres volviendo a la dos a ser santos” (1 Co 1,2.), los cristianos
bajeza de tu vida Hasad'. Recuerda a qué se convierten en ‘el templo de1 Espíritu
Cabeza perteneces y de qué Cuerpo eres Santo' (cf. 1Co 6,19). Este ‘Espíritu del Hi­
m.embro. Acuérdate de que has sido jo’ les enseña a orar al Padre (Ga 4, 6) y.
arrancado del poder de las tinieblas para haciéndese vida en ellos, les hace obrar
ser trasladado a la luz del Remo de Dios” (cf. Ga 5. 25) para dar ios frutos del Espí­
(San León Magno). ritu’ (Ga 5, 22.) por la carid_>d operante.

1749

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