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EL DISCURSO DE DIVULGACIÓN
CIENTÍFICA
ESPECIALIDAD O ESPECIALIZADO:
[...] este término capta y da cuenta de, por una parte, una amplia
heterogeneidad de textos que circulan en ciertos ámbitos técnico-profesionales
de alta especialización pero, por otra, incluye una serie de discursos que
pueden ubicarse en lo que denominamos divulgación de la ciencia y la
tecnología y acoge hasta aquellos de divulgación más didáctica propiamente
tal. (Parodi, 2005:12)
TEMÁTICAS, el TIPO DE DESPLIEGUE y las partes textuales que se van delimitando con
respecto al mismo.
Por último, en el NIVEL FORMAL- GRAMATICAL, la autora incluye el análisis de
las selecciones lingüísticas y no lingüísticas, como así también el de los aspectos
estrictamente gramaticales, entendiendo estos como los recursos sintácticos y léxicos
que aparecen en la superficie textual.
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Verón precisa el alcance de estos dos términos: “Desde nuestro punto de vista, la
enunciación corresponde a un ‘nivel de análisis’ del funcionamiento discursivo. En
consecuencia, expresiones como ‘enunciación’ y ‘enunciador’ designan ‘objetos abstractos’
integrantes del dispositivo conceptual del analista del discurso, y no entidades o procesos
concretos. A mi juicio es necesario entonces evitar toda perspectiva ‘empirista’ de la
enunciación, como por ejemplo la que aparece en los trabajos de Oswald Ducrot […]. Para
nosotros, en cambio, hablar de ‘enunciador’ implica una modelización abstracta que
permite el ‘anclaje’ de las operaciones discursivas a través de las cuales se construye, en el
discurso, la ‘imagen’ del que habla. Para designar el acontecimiento singular que es la
producción de un enunciado o una sucesión de enunciados, hablaremos de ‘acto de
enunciación’. (Verón, 1987a:16).
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Ese juego de la enunciación al que alude Courtés origina una apertura del
lenguaje, apertura que, sin embargo, se inscribe en el principio mismo de inmanencia
del lenguaje. Esto implica que enunciador y enunciatario están presupuestos en el
enunciado y que, así, tanto enunciación como enunciado se construyen en ese
sistema de representación autónomo que es el discurso, dejando de lado toda
referencialidad externa.
La enunciación se concibe, entonces, como un acto -concretamente como un
hacer- asimilable, por lo tanto, a un PROGRAMA NARRATIVO2 en el que se distinguen
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tres ACTANTES . En primer lugar, el enunciador –el sujeto de ese hacer-; en segundo
lugar, el enunciatario –el sujeto a quien se dirige el hacer del enunciador- y,
finalmente, el enunciado (en sentido restringido) –el objeto del hacer del enunciador,
el objeto de valor que circula entre enunciador y enunciatario. Es importante destacar
que SUJETO y OBJETO se definen relacionalmente, en tanto se instalan
discursivamente como posiciones sintácticas formales, aunque no totalmente
arbitrarias, ya que obedecen a cierta motivación semántica:
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En este marco teórico, el adjetivo “narrativo” es un término semiótico que marca una
progresión, una relación de transformación entre un estado inicial y un estado final, propia
del “hacer” de un sujeto. Las oposiciones entre el estado inicial y el estado final quedan
marcadas discursivamente como consecuencia del hacer transformador del sujeto y, de
acuerdo con Courtés (1997: 101-102), pueden ser de tres tipos: a) oposiciones categoriales,
que no admiten términos medios (verdadero/falso); b) oposiciones graduales: el eje
semántico no se articula únicamente en dos segmentos, sino que se presenta en forma
escalar, con varias posiciones intermedias posibles
(quemante/caliente/tibio/fresco/frío/helado); c) oposiciones privativas: partiendo de dos
unidades comparadas, una comprende un rasgo dado del que la otra está privada
(vida/muerte; dinámico/estático; pertinente/impertinente; animado/inanimado).
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Fontanille destaca que la ambición de una teoría actancial es la de suministrar una
representación general de los actantes necesarios para la puesta en marcha de un proceso.
Asimismo, insiste en la necesidad de que en el recorrido discursivo no se confundan las
identidades de los ACTANTES (asociadas a isotopías predicativas) con las de los ACTORES
(asociadas a isotopías semánticas, ya sea temáticas, figurativas, afectivas, etc.): el actante
que se desplaza es siempre, en cuanto actante, idéntico a sí mismo; mientras que el
recorrido figurativo del actor que lo expresa se amolda estrechamente a las fases del
proceso subyacente. La relación entre esos recorridos y esos roles figurativos, de una parte,
y las fases del proceso subyacente, de otra parte, puede ser considerada como una relación
semiótica, de tipo semisimbólico (…), que autoriza la relectura de todas las fases del
proceso de acuerdo con un modo analógico (Fontanille, 2001: 123-128).
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cualquier objeto de valor. Asimismo, un objeto […] es tal objeto sólo cuando
esté en relación, cuando sea “pretendido” por un sujeto. La función es,
entonces, la condición necesaria de la existencia de los sujetos, así como de los
objetos (Courtés, 1997: 110- 111).
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Así, un “simple” enunciado de estado es, en realidad, un enunciado modal, aunque no se
manifieste expresamente la marca de modalidad. Un enunciado descriptivo como “Degustar
un vino es un arte” presupone un “yo creo” que degustar un vino es un arte. En
consecuencia, todo enunciado es modal, ya que la modalidad o bien se manifiesta
expresamente o bien se infiere por medio de indicios, en términos de Courtés.