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Pero tampoco la razón puede ser esa fuente, dice Kant. No obstante, el
saber con significación universal y necesaria, el saber cierto, existe. Su
fuente son formas de la sensibilidad y del entendimiento independientes
de la experiencia y anteriores a ella ("apriorísticas").
A su vez, los juicios sintéticos los divide en dos clases. En una clase, el
nexo del predicado con el sujeto se concibe porque ese nexo se
manifiesta en la experiencia. Por ejemplo, el juicio "algunos cisnes son
negros". Kant llama a estos juicios sintéticos a posteriori.
TIPOS DE SABER:
De los tipos de saber le interesan principalmente tres: las matemáticas,
la ciencia natural teórica y la "metafísica" (conocimiento especulativo de
todo lo existente). Por ello plantea en triple forma el problema de los
juicios sintéticos a priori:
1) cómo son posibles estos juicios en las matemáticas;
2) cómo son posibles en la ciencia natural teórica, y
3) si son posibles en la "metafísica".
Kant llama "trascendentales" las investigaciones de los problemas
relacionados con la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en el
saber científico y filosófico, e "idealismo trascendental" a la doctrina
mediante la cual trata de resolver estos problemas.
¿CÓMO CONOCER?
Kant relaciona la solución de los tres problemas arriba indicados con
tres facultades cognoscitivas fundamentales:
1) la sensibilidad,
2) el entendimiento, y
3) la razón.
La sensibilidad es la facultad de sensación; el entendimiento, la facultad
de conceptos y juicios; la razón, la facultad del pensar especulativo que
se eleva hasta las "ideas". Las "ideas" son conceptos de la razón sobre
la unidad absoluta (o incondicionada) de la condición de todos los
fenómenos.
Todos los juicios de las ciencias naturales parten, según Kant, de leyes
universales y necesarias. Por mucho que los objetos de las ciencias
naturales se diferencien entre sí, su conocimiento científico no es
posible sino a condición de que el entendimiento piense los objetos y
los fenómenos de la naturaleza como sometidos a tres leyes:
1) la ley de la conservación de la substancia;
2) la ley de la causalidad; y
3) la ley de la interacción de las substancias.
Aunque son universales y necesarias, estas leyes no pertenecen a la
propia naturaleza, sino exclusivamente a nuestro entendimiento, para el
que son las leyes a priori superiores de todo lo que puede pensar.
Nuestra conciencia construye el objeto, no en el sentido de que lo
engendra o le da ser, sino en el sentido de que comunica al objeto
indagado la forma en la que únicamente puede ser conocido, la forma
de saber universal y necesario.
LA ÉTICA KANTIANA
En cuanto a la antinomia de la necesidad y la libertad, dice Kant que no
lo es verdaderamente: el hombre procede por necesidad en un caso y
por libre voluntad, en otro. Pero ese mismo hombre es también un ser
moral: el sujeto de la conciencia moral. Como ser moral pertenece ya al
mundo de las "cosas en sí" inteligibles. Y en este sentido, el hombre es
libre.