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Un método para el

discernimiento personal
Ejercicios Espirituales
Salmos para sentir y saborear las cosas internamente
 

El siguiente método para poner en común el discernimiento recoge la experiencia


que en la Provincia Mexicana varios grupos han tenido al compartir su vida
espiritual desde la perspectiva ignaciana. Ha resultado muy rica y provechosa para
los participantes y, sin necesariamente encajonarlos, ha facilitado una puesta en
común de las mociones espirituales de modo organizado y completo.

1. Aclaraciones generales

¿Qué es la puesta en común? Es la comunicación a un grupo de compañeros en


la fe de los diferentes movimientos espirituales internos que he vivido en un
período determinado, en la que presento de manera organizada, abierta,
transparente, y con un cierto método, la manera en que voy intuyendo y
experimentando el paso de Dios en mi vida.

¿Cuál es el sentido de la puesta en común? La puesta en común tiene como


finalidad el que nuestros compañeros nos vayan ayudando a confirmar justamente
ese camino de fe que estamos emprendiendo con Dios en nuestra vida cotidiana.
Nos van confirmando por otra parte en la manera en que vamos haciendo nuestro
discernimiento y los frutos que se van consiguiendo. El discernimiento ocurre
dentro de la comunidad cristiana y en comunión con la comunidad eclesial.

¿Por qué buscamos que la comunidad nos confirme o desconfirme? Hemos


constatado la utilidad de la comunidad para confirmar nuestras intuiciones
espirituales, porque estamos expuestos a subjetivismos y sin mucha dificultad nos
podemos engañar, consciente o inconscientemente. El reconocer la inspiración del
Señor y el saber que estamos expuestos a nuestras inclinaciones, nos llevan a
buscar la verificación objetiva de lo que se está dando en nuestra vida de oración.
Ésta es la responsabilidad del revire o confirmación fraterna.

¿De cuántos miembros es conveniente hacer el grupo? ¿Con qué frecuencia


conviene reunirse? No conviene que el grupo sea muy numeroso. Se recomienda
que puedan reunirse entre 4 y 6 personas. Esto permite una mayor confianza y
una frecuencia de reuniones mayor, que posibilita un mejor seguimiento en medio
de nuestras apretadas agendas. Pero, como es obvio, esto se deja a la libre
elección del grupo y a sus posibilidades.
En cuanto a la frecuencia de reunión, se ha visto que reunirse una vez al mes o
máximo una vez cada dos meses resulta conveniente. Como hemos dicho, las
disponibilidades de tiempo como jesuitas son escasas y no es fácil reunirse con
mayor frecuencia que una vez al mes, al menos que estén comenzando y las
distancias que hay que recorrer para encontrarse sean cortas. No se descarta
tampoco que los grupos estén constituidos por laicos y jesuitas. Pero las
dificultades de coincidir en horarios son prácticamente las mismas.

Dos actitudes importantísimas de la puesta en común:

Sabiendo lo delicado que es el hecho de compartir lo íntimo de nuestra vivencia de


fe, dos condiciones son indispensables a la hora de constituir y hacer durar un
grupo de puesta en común de discernimiento.

a) Tener total libertad y absoluta confianza en y con el grupo. Los integrantes de


los grupos han de pertenecer a ellos libremente y hemos de tener confianza en
cada uno de los miembros. Sólo así se puede comentar ampliamente todo lo que
voy experimentando y discerniendo. Puedo incluso tener la confianza para decir
que tengo un cierto problema, pero que prefiero manejarlo después.

b) Sostener la ley de oro de los grupos de discernimiento: Absoluta y total


discreción.

¿Qué hacer con las confirmaciones o comentarios que me hace el grupo? El que
presenta el discernimiento tiene la libertad de tomar o dejar las observaciones que
se le hacen. El que va a cerrar el discernimiento es él, y nada más: es su vida y su
responsabilidad. Dentro de una actitud que pide honestidad con uno mismo y con
Dios, el que recibe el revire habrá de revisar las observaciones fraternas y ver si
las toma o no, y si las utiliza para revisar su propio discernimiento.

2. Método propuesto para la puesta en común

2.1 Oración pidiéndole al Espíritu que nos acompañe en la puesta en común.

2.2 Presentación del discernimiento personal. Normalmente se presentan cuatro


elementos:

a) Tónica emocional del mes: consolación, desolación o tiempo tranquilo. Es


conveniente no presentar más de un mes, porque de lo contrario la exposición
puede resultar demasiado larga y fatigante (¡aunque nunca es tediosa!)

b) ¿Con qué frecuencia he hecho oración y mi examen de conciencia?


c) Crónica breve de los acontecimientos fundamentales que ha vivido en el lapso
que va a presentar. Esta crónica no ha de incluir todos los acontecimientos que he
vivido durante el tiempo presentado, sino sólo aquéllos que ayuden a comprender
los asuntos que voy a presentar. Es el marco de referencia situacional en el que
se desarrollan los puntos que voy a exponer.

d) Elegir de todo el mes dos o tres asuntos. Esto los amplío con más detalle. Por
supuesto que tienen que ser aquellos asuntos que más piden confirmación de la
comunidad: sea momentos en que siento que algunas mociones se van repitiendo
con frecuencia; sea momentos de crisis y donde necesito claridad; sea puntos
donde estamos más propensos a auto-engañarnos. La presentación no debe durar
más de media hora. En esta exposición conviene señalar: el asunto que trataré,
cómo se fueron presentando (cronológicamente) las mociones y las tretas, con
qué discursos, cómo las fui calificando, cuáles fueron las invitaciones principales
del Señor, por qué estoy tan enfrascado en este asunto, etc.

2.3 Preguntas de aclaración: algunas preguntas del grupo para entender bien lo


que el/la compañero/a presentó. Hay que cuidarse de no hacer preguntas que
tiendan a ser ya “revires”.

2.4 Oración por la persona: cinco minutos de oración para pedirle al Espíritu que
nos ayude a revirar acertadamente al hermano/a. Preparación del propio revire.

2.5 Confrontaciones fraternas de los/las compañeros/as a quien presentó su


discernimiento.

2.6 Oración de acción de gracias al Señor por este momento.

 3. Observaciones para el grupo que escucha el discernimiento

¿Qué es el revire o la confirmación fraterna? Es la confirmación cristiana y


fraternal que me hace el otro sobre mi puesta en común. Siempre tiene que ir en
referencia al Proyecto de Vida, a mi Polo Referencial de fe.

¿Cómo hacer el revire? a) Dar sugerencias sobre el método. Esto no es fácil,


porque el método se encarna de manera peculiar en cada uno de los
participantes. En este punto se trataría de abordar algunos de los siguientes
puntos:

– Señalarle al hermano o hermana la necesidad de registrar sus mociones más


frecuentemente y con mayor correspondencia entre el día del suceso y el día del
registro. Puede suceder que el mismo día en que me toca presentar, me siento a
registrar lo de todo el mes. El resultado: todo lo veré con el ánimo que tenga ese
día, y no seré fiel a la moción real que me llegó en la oración.
– Preguntarle cómo está su fidelidad a la oración, la duración y la frecuencia de
sus oraciones.
– Ayudar a ampliar el marco de reflexión que se plantea mi hermano en su
discernimiento. Es decir, ayudarlo a encontrar las relaciones que las mociones
tienen con el conjunto de su vida y, principalmente, con su Proyecto de Vida o
Polo Referencial de fe.
– Confirmar o desconfirmar la tónica que presenta el/la compañero/a. Si la óptica
está equivocada, el que expuso puede estar leyendo equivocadamente lo que le
pasa. Una lectura desde la tónica correcta permite hacer mejor el discernimiento.
– Ayudarlo a clarificarse sobre la procedencia de las mociones, a modo de
preguntas sobre estas posibles procedencias.

4. Algunas otras observaciones generales

¿Cuál es la función del acompañante en la puesta en común del discernimiento


personal? El acompañante dará su revire como cualquier otro de los miembros del
grupo. Esto favorece la empatia y la horizontalidad del grupo, pero especialmente
ayudará, con su experiencia, a discernir cómo intuye que pueden ir soplando los
espíritus en la persona que está presentando su discernimiento.

 Algunas desviaciones frecuentes en la puesta en común

a) Pasar a lo abstracto y no transitar por lo concreto de la vida y de los


acontecimientos.
b) Quedarse en grandes reflexiones de fe, en elocuentes especulaciones, en
grandes propósitos morales.
c) Presentar sólo mociones y discursos, y no pasar a la interpretación, que es
donde realmente se pueden amarrar estos elementos y tomar la vida en las
propias manos.
d) Decirle a la persona que expuso, en el momento del revire, lo que no nos
atrevemos a decirle personalmente. Esto no está permitido en el grupo de
discernimiento. No hemos de aprovechar el discernimiento para decirle al
compañero en grupo lo que no osamos decirle personalmente.
e) Cuidarse tanto en la presentación, que no se mencionan los asuntos realmente
vitales de la persona. Presentar el discernimiento para cuidar la imagen personal.
f) Hacer dobles revires (la confirmación fraterna). Solamente se puede revirar una
vez. Un doble revire viene cuando ya realicé el mío, pero al escuchar lo que otros
dijeron al hermano, me lanzo a retomar algo que así se mencionó y quiero
reafirmarlo.
g) Hacerle el discernimiento al otro y casi decirle lo que tiene que hacer.
 
Los Ejercicios Espirituales dejan sembrado en nosotros una inspiración profunda
de la fe en la vida y una gran claridad respecto a las actitudes fundamentales que
el Señor pone de mí. Los Ejercicios sirven de trasfondo y de marco de referencia
de nuestra coherencia en nuestro caminar en el seguimiento de Jesús (Principio y
Fundamento, Proyecto de Vida, Polo Referencial). En este sentido, el
discernimiento debe ayudar a mantener, purificar y madurar las orientaciones que
el Señor nos hace palpables en los Ejercicios. Hay que estar entonces alertas en
caso de que el discernimiento se desconecte de esta inspiración.

Es bueno caer en la cuenta de que el discernimiento solo no basta para orientar


nuestra vida. Requerimos de la oración. El discernimiento puede irnos señalando
qué aspectos necesitamos actualizar con nueva inspiración, y en qué materias o
asuntos requiero más meditación. Pero no hay que olvidar que el discernimiento y
la oración nos deben llevar finalmente a la toma de decisiones que se orientan a
nuestra conversión constante. Podemos tener una gran claridad en nuestro
discernimiento sobre lo que Dios me pide, pero podemos ser negligentes o
cobardes a la hora de tomar las decisiones que el discernimiento nos pide.

El discernimiento no sólo se hace para prevenir desviaciones, sino que hay que
mirarlo como algo más creativo que nos abre a nuevas relaciones con el Señor y
con nuestros hermanos. Hay que hacerlo con el gusto de que buscamos otra
orientación para algo mayor, caminando cada quien a su ritmo y de forma muy
personal. 

Por José Sánchez, S.J.

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