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Los presocráticos
Esta agrupación de hombres se remonta a los siglos VII y VI a.C. Se les atribuye
ese nombre debido a su ubicación temporal, previa al filósofo Sócrates. Fueron
los primeros filósofos griegos y recurrieron al lenguaje racional para explicar el
inicio y fundamento de todo lo existente. Su meta consistía en encontrar el
principio del origen, siendo este identificado con alguno de los elementos
materiales.
Aristóteles llamo “Arjé” a la causa material de todo.
Tales de Mileto (640 – 545 a.C.): El Arjé era el agua. Donde hay agua, hay
vida.
Anaximandro de Mileto (610 – 547 a.C.): El origen era el ápeiron, que era
algo inmortal, indestructible y sin capacidad de envejecer.
Anaxímenes de Mileto (585 -528 a.C.): El principio común de lo múltiple
era el aire, ya que representaba el fuego cuando estaba caliente y el agua
cuando estaba frio.
Heráclito de Éfeso (540 – 480 a.C.): El ser está en constante movimiento,
lo que hace que su origen sea el fuego. El movimiento es cambio.
Venimos y vamos al fuego.
Parménides de Elea (530 o 515 – 470 a.C.): Tenía un pensamiento
abstracto. Se consideraba un filósofo del ser, que sostenía que el ser es,
el no ser no es. El ser es estático, no generado, incorruptible, eterno,
presente, inmutable, perfecto, completo, sin necesidad de nada. Todo
eso, porque el ser es.
Pitágoras de Samos (569 – 475 a.C.): El Arjé de las cosas es la matemática
y sus patrones. El número perfecto es el 10, debido a sus componentes
(1: universo + 2: cuerpo y alma + 3: cielo, tierra e infierno + 4: los cuatro
elementos, tierra, fuego, aire y agua).
Empédocles de Agrigento (495 – 444 a.C.): El origen se da con la
combinación de los 4 elementos, fuego, aire, tierra y agua. Las fuerzas
que congregan o separan algo son las del amor y el odio.
Anaxágoras de Clazomene (500 – 428 a.C.): El universo comenzó a partir
de pequeñas semillas particulares, llamadas homeomerias. Nous =
inteligencia.
Leucipo y Demócrito (Siglo V a.C.): El Arjé son los átomos. Estas son
infinitas partículas indivisibles que conforman todo lo que existe.
Ética y política
La ética o moral de Aristóteles señala que el hombre tiende naturalmente a la
eudaimonia, ósea felicidad. Así, distingue dos virtudes: la virtud ética, que
regula la vida activa; y la virtud dianoética, que rigen la vida contemplativa
superior.
La justicia es la virtud total que consiste en el cumplimiento de las leyes. La
justicia legal muestra que la ética depende de la política y la justicia equitativa,
exponiendo la relación entre ética y política.
La finalidad del Estado no es otra que facilitar a los ciudadanos el logro de una
vida feliz, buena y satisfactoria mediante tres posibles regímenes políticos:
monarquía, corresponde al gobierno de uno y se ve afectada por la tiranía;
aristocracia, que corresponde al gobierno de los mejores y es afectada por la
oligarquía; y la democracia, que es el gobierno del pueblo y tiene como
contraria a la demagogia.
MODULO N°2 – EL EJERCICIO FILOSOFICO EN LA EDAD MEDIA Y LA
IRRUPCIÓN DEL SUJETO EN LA EDAD MODERNA
II.1 – Fe y Razón
San Agustín de Hipona
Durante el medioevo, San Agustín, estudio Retórica. Incursionó el Maniqueísmo
(doctrina religiosa y platónica que afirmaba la existencia de dos principios
supremos: uno de la luz o bien que es Dios y otro de mal o tiniebla), el
Escepticismo (desesperanza de alcanzar la verdad), la Filosofía Neoplatónica y el
Cristianismo, al que se convirtió a los 33 años.
Dedicó su vida a la búsqueda de la verdad, identificándola con Dios, que es la
verdad de su esencia. Proclamaba la supremacía del espíritu sobre la naturaleza
material y de Dios sobre el espíritu del hombre.
Su ideal de vida implicaba una visión de fe religiosa. La razón era la vía para que
el hombre alcance su Fe. Así, Dios es la suma verdad y el fin de toda nuestra
existencia; este conocimiento es adquirido por la Fe. La razón y la Fe se
complementan, siendo una el camino a la otra.
El hombre es un alma que se sirve de su cuerpo. El alma es una substancia
racional completa con todas las potencialidades necesarias para gobernar el
cuerpo y tiene como finalidad última la unión con Dios. El mal no es algo creado
sino que existe por la mala acción humana y declara al “mal moral” como el
peor de los males.
Si los hombres y las sociedades quieren ser felices deberán regirse por una
voluntad ordenada y sujeta a la norma. La paz de la sociedad cristiana es una
sociedad perfectamente ordenada por los hombres que gozan de Dios y se
aman mutuamente. Se distingue así, la ciudad terrena, ordenada por lo
material; y la ciudad de Dios, ordenada por lo espiritual.
Su filosofía fue del “ser”, que buscaba la verdad y analizar el esfuerzo del
hombre por alcanzar el bien. Dio un gran paso con el desarrollo de la
metafísica, la gnoseología y la moral, siendo así el más importante
representante de la edad de oro de la Escolástica. Fue seguidor de
Aristóteles.
Respecto al conocimiento señala distintos órdenes según la capacidad
cognoscitiva de los seres: El animal conoce solo los singulares ya que solo
dispone de los sentidos captando las cosas concretas; el hombre, en
cambio, posee conocimiento abstracto, conceptos universales, ya que
además de los sentidos tiene el entendimiento agente o facultad
intelectiva. Señala un conocimiento superior desconocido para los
animales y el hombre llamado luz de gloria por la que se conoce a Dios.
El hombre es substancia en la que se unen materia y forma, es uno, un ser
en sí que es tanto cuerpo como espíritu. El alma es forma y el cuerpo la
materia. Su capacidad intelectual lo diferencia de los demás seres y por
eso tiene libre albedrio. Este conoce el bien y puede elegirlo o no, siendo
así responsable de sus actos.
Interpretaba la ley natural como la participación en el hombre con la Ley
Divina y la identificaba con la razón humana que ordena hacer el bien y
evitar el mal. Esta ley es racional porque es enunciada y dictada por la
razón y natural porque la propia razón es un rasgo de la naturaleza
humana. Esta ley es la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios.
Es inmutable y es la misma para todos.
La justicia es la virtud moral que tiene como base el bien entendida como
la armonía en el mundo: “habito por el cual el hombre le da a cada uno lo
que es propio mediante una voluntad constante y perpetua. Esta es una
virtud cardinal junto a la templanza, la fortaleza y la prudencia. Distingue
dos tipos: la justicia distributiva (obligación de distribuir los bienes de
acuerdo a la contribución de cada persona) y la justicia conmutativa
(gobierna las relaciones entre las personas y depende de la igualdad
básica de las partes de un acuerdo). El derecho debe ser expresión de la
ley natural, que a su vez, es expresión de la ley eterna.
La felicidad a la que se dirige la actividad del hombre es la contemplación
de la verdad en otra vida. La ética será el regreso de la criatura racional a
Dios. Aquí radica la esencia de la moral tomista. El fin último del hombre
será trascendente. Es la moral del regreso que culmina con la “beatitud”,
fin último del hombre.
La política es una rama de la ética. Existen tres ramas: moral individual;
moral doméstica (hombre en comunidad); y moral política (hombre en
comunidad política). Es la última parte de la ciencia moral, señalándola
como un arte. Se apoya en la naturaleza del hombre, que debe ser
gobernado y donde la manera de hacerlo está en el hombre en el hombre
mismo. La clave de la política reside en el gobierno del hombre en el
marco de la ciudad, la polis “sociedad de sociedades”. Es un cuerpo, un
órgano constituido por el plexo de comunidades.
El fin de la política es que el hombre pueda vivir virtuosamente, el bien
común.
La síntesis Kantiana
Immanuel Kant es considerado el fundador del Idealismo Trascendental.
Después del racionalismo/empirismo, la filosofía necesitaba respuestas
para saber que podemos conocer y que puede ser considerado como
verdadero.
No se puede conocer la realidad en sí misma, sino en fenómenos de la
misma, cayendo en un subjetivismo, ya que se opone al idealismo
absoluto.
Las ideas fundamentales como la de Dios, libertad y alma, no pueden ser
consideradas verdaderas, ya que no tenemos la experiencia sensible de
ellas. Kant recurre a la razón práctica y señala la necesidad de existencia
de estas tres ideas, ya que sin ellas no se puede fundamentar una ética.
La ética Kantiana, es una ética del deber. Es actuar porque se debe. Así,
señala la idea de un “imperativo categórico”, mandato en la conciencia
moral del hombre que lo lleva a obrar con bien.
El idealismo, llego luego a su máxima expresión con G.W.F. Hegel.
II.3 – La Ilustración
Con la Ilustración encontramos una nueva época de conocimiento donde
se busca la independencia de la razón a cualquier autoridad o
dogmatismo. Los ideales que tuvieron con el desarrollo del racionalismo y
el empirismo se hacen realidad.
Uno de sus más grandes representantes fue Immanuel Kant, que explicaba
en “Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?”: La ilustración es la
salida del hombre de su auto culpable minoría de edad. La minoría de
edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la
guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la
causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de
decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro.
El periodo comprendido entre la Revolución Inglesa y la Revolución
Francesa es conocido como “El siglo de las luces”. En este lapso de tiempo,
se produjeron varias modificaciones que transformaron el panorama
filosófico.
Encontramos un pensamiento muy rico en erudición y critica, pero falto de
originalidad, ya que busco poner en práctica lo que se hacía anunciado en
el racionalismo y el empirismo. El hombre pasa a ser el valor supremo del
pensamiento filosófico. Esto trajo la necesidad de plasmar sus derechos.
La idea de “progreso” es otra de las más marcadas en este periodo. Se
buscaba una mayor perfección en la política, artes, etc. pero sin ninguna
visión sobrenatural.
La Fenomenología
Esta corriente filosófica tiene su origen en Alemania en el siglo XX a manos de
Edmund Husserl. El nombre proviene del griego fenómenos, que es “lo que
aparece”, lo que se revela o manifiesta.
Hay una especie de sinceridad entre lo que aparece del ser y el ser mismo, y por
otro lado no se duda de la veracidad de esa manifestación. A partir de Platón,
esta relación “sincera” comienza a ponerse en duda y así se le atribuye al
término “fenómeno” el de “apariencia engañosa”.
Con Aristóteles se vuelve a la significación originaria de apariencia sensible
verdadera.
Con la modernidad, la noción de fenómeno aparece como separado de la cosa
en sí y como único objeto de nuestro conocer.
La fenomenología es una nueva manera de pensar la realidad. Una nueva
posibilidad frente a las dos filosofías en auge en aquella época: el Idealismo y
Positivismo. Se separa del idealismo ya que propone una vuelta a la objetividad
de las cosas alejándose de las construcciones apriorísticas y puramente
mentales; por otro lado, se distancia del positivismo ya que busca el
conocimiento de las esencias de las cosas y no se detiene en las cuestiones de
las ciencias de la naturaleza.
En la modernidad, se produjo un alejamiento de la objetividad hacia un
pensamiento de carácter subjetivo en el que la realidad pasó a un segundo
plano frente al yo que piensa esa realidad.
Se busca una vuelta al conocimiento de la realidad en sí. Con este movimiento
se llega a través de los fenómenos que remiten a esa realidad. Son
manifestaciones de la realidad que en sí pierde el sentido subjetivista que
tenían en Kant y consisten en “lo inmediatamente dado en sí mismo, tal como
se presenta a la conciencia.
El método de investigación, consiste en que la vivencia de la conciencia desvela,
a través del análisis significativo del propio contenido, todas las diversas
modalidades y sentidos que encierra. Es primordial el concepto de “conciencia”
ya que la intencionalidad marca su método. La filosofía debe eliminar todo
supuesto.
En un primer momento se busca la ausencia de prejuicios, eliminar toda clase
de dogmatismos y sugestiones ya sean del lenguaje o de esquemas científicos
que podrían falsear la inmediatez del dato. Esto es llamado époche, la
suspensión del juicio, prescindiendo de sus caracteres individuales e incluso de
su misma existencia real, ya que lo que interesa es la esencia, un contenido de
carácter ideal. Este manifestarse es “en” y “para” la conciencia.
Pretende alcanzar el objeto, la realidad objetiva, aunque permanezcamos en la
conciencia. La conciencia es conciencia de objetos, y por estudiarla nos
acercamos a la realidad objetiva. Es legítimo limitarnos al estudio del fenómeno
ya que la intencionalidad nos lleva a acercarnos a la realidad metafísica pero sin
necesidad de su estudio directo, cuestión que se hace imposible.
En el segundo momento se recurre a la intuición inmediata como capaz de
captar la realidad en toda su pureza. Se realiza una lectura descriptiva del
“fenómeno” antes de realizar una valoración interpretativa para así alcanzar el
ser en cuanto lo que se manifiesta. Se logra la descripción de esencias.
Max Scheler
Este filósofo nació en Múnich en 1874.
Señala en los seres vivos un primer principio que es el impulso afectivo, primer
movimiento hacia el medio que realiza un ser vivo. Tal impulso lo tienen
principalmente los organismos vegetales, aunque podemos encontrarlo
también en los seres superiores. Es un encuentro con la realidad.
El instinto es el segundo grado del ser vivo que no guarda relación con la forma
tradicional de entender el instinto, sino que se interpreta desde una nueva
perspectiva. Lo comprendemos por la observación de los animales.
Al tercer principio, se lo denomina memoria asociativa y consiste en la
capacidad que tiene el ser vivo de repetir aquellas respuestas frente a un
estímulo determinado o problema que haya experimentado.
Finalmente, el cuarto nivel es la inteligencia, compartida por los humanos y
algunas especies animales. Es la forma en que un individuo resuelve una
situación particular no experimentaba antes, con lo que su facultad de elegir y
de preferir debe optar por la mejor solución al problema.
Sigmund Freud
El pensamiento de Sigmund Salomón Freud, nacido en Príbor en el 1856,
pertenecía propiamente al campo de la psiquiatría.
Freud distinguió en la psique del hombre lo consciente y lo inconsciente. Esto
determinaría la conducta ya que el proceso consiste en el paso de lo
inconsciente a lo consciente. Cuando este paso se da de manera fluida, la vida
psiquiátrica transcurre normalmente pero al encontrar resistencias aparecen las
alteraciones patológicas en la persona. La parte consciente al ser está
condicionada por lo externo y no surge de manera espontánea del yo, por lo
que sería en cierta manera artificial. Acá vemos un cierto reclamo de vuelta a un
estado natural superando los consensos o convencionalismos.
En este contexto el inconsciente sería lo verdadero en el hombre y aquello que
determina la conducta, donde los conceptos de libertad y responsabilidad serían
simples quimeras. La desconfianza en lo racional sería el punto fundamental.
Esa dimensión inconsciente se reduce a manifestaciones diversas del verdadero
apetito sexual y toda aspiración humana consiste en una sublimación del
apetito sexual.
En su segunda teoría sobre el aparato psíquico, distingue tres instancias
fundamentales:
El Ello, cuyo contenido es inconsciente y que consiste fundamentalmente en la
expresión psíquica de las pulsiones y deseos del hombre. Está en conflicto con el
Yo y el Superyó.
El Yo es una instancia psíquica actuante y que aparece como mediadora entre
las otras dos intentando conciliar las exigencias normativas y punitivas del
Superyó, junto a las demandas de la realidad, con los intereses del Ello por
satisfacer deseos inconscientes.
El Superyó es la instancia moral enjuiciadora de la actividad yoica. Para Freud
surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo y constituye la
internalización de las reglas, normas y prohibiciones parentales.
Todo su pensamiento está impregnado de un “pansexualismo”. Así señala que
el Superego o Superyó ejerce la función de censura sobre lo erótico en el
hombre. Como consecuencia afirma que las leyes, la cultura y la religión son el
resultado de la sublimación del apetito sexual humano. Dios mismo sería la
sublimación de la figura del padre, un Dios-juez que representa al padre en
cuanto censor del apetito sentido por la madre. Así toda conducta que se guía
por sublimaciones será una constante frustración y la felicidad sólo se alcanza
por la libre satisfacción de los instintos.
El existencialismo
Con este pensamiento se busca cambiar la visión y el objeto del pensamiento a
algo que afecta al ser humano en su existir.
El existencialismo recibe la actitud negativa frente al racionalismo abstracto y
conceptual, reductor de lo individual en la universalidad de la idea, y la
proclamación, en contra, de la existencia humana, siempre singular y concreta,
como ámbito de la auténtica verdad filosófica.
Se señala que la existencia trata de captar el sentido del ser en el existir
concreto. Las cosas son y solo el hombre existe. Se busca abandonar el
racionalismo abstracto.
El planteamiento de base puede ser semejante pero las conclusiones a las que
se arriban son muy diferentes.
Martin Heidegger
Nacido en Messkirch en 1889.
Su pensamiento filosófico afirma que la Metafísica Clásica estudia al “ente” pero
se olvida del ser. Su primera cuestión tratada será el ser como distinto del ente.
El ser no es algo como el ente sino aquello que justamente determina al ente
como tal. La cercanía del objeto de estudio, ya que todos somos, trae la
dificultad de la posible falta de objetividad, por lo que el pensador propone
comenzar su pensamiento por la existencia humana.
El hombre, todo hombre, cualquier hombre, se encuentra siempre y
necesariamente insertado en el mundo de las cosas y de otras personas.
El resto de lo existente tendrá un carácter instrumental en cuanto hace
referencia a aquel que le da sentido, “un para que”. “Ser en el mundo” del
hombre implica una existencia compartida. Para comprender su existencia el
hombre puede tomar como punto de partida a sí mismo o a los demás hombres
y objetos. La primera forma se alcanza una comprensión auténtica mientras que
la segunda lleva a una comprensión inauténtica en la que se fundamenta la
existencia anónima, cayendo en una manera de vida impersonal y poniendo al
hombre al mismo nivel que las cosas del mundo.
La muerte presenta el final acabado de la existencia, que la muerte es una
posibilidad de ser, la más genuina posibilidad, por lo que el hombre es un ser
para la muerte. Esto es lo que aterroriza la existencia y lleva al hombre a
refugiarse en el mundo en la existencia inauténtica. Es esta manera de existir, el
“se”; no permite pensar en la propia muerte sino en el “se muere”.
Al asumir mi existencia hacia la muerte, me encuentro con lo real, con la
posibilidad más real que es la muerte y su nihilidad, es decir, su condición de
nada.
Donde alcanzaríamos realmente la verdad, seria a partir de la angustia, que
libera al hombre del “se”. No es sinónimo de miedo, sino que lo que angustia al
hombre es el reconocimiento de estar en el mundo. La posibilidad de la pura y
simple imposibilidad de la existencia.
Se rescata la contingencia del ser, es decir, que puede ser o no ser, apareciendo
la muerte como lo único necesario. La existencia será un viaje entre “nadas”,
surgimos de nada y estamos abocados a la nada misma. Se dan dos
posibilidades: una existencia inauténtica que consiste en entretenerse con
trivialidades o una existencia auténtica que lleva a abrazar la angustia, la nada y
autoafirmarse ante esto por la acción y la lucha. Al asumir la posibilidad de la
muerte, existo de manera auténtica. La muerte será reveladora de lo auténtico
sin ser paralizante sino que nos arroja al futuro para realizar las posibilidades
que se adelantan a la posibilidad de la muerte.
Jean-Paul Sartre
Nació en Paris en el 1905.
Encontramos un existencialismo activista, realizando una distinción entre el “ser
en si” y el “ser para sí”.
El primero consiste en el que se nos presenta, el ser de lo externo, es decir,
objeto; solo puede ser de esa manera, existe una determinación. El ser en sí es
puro hecho, puro estar ahí, simplemente es, es puro hecho sin razón, absurdo y
contingente. En este, se incluyen las cosas externas como también el pasado del
hombre que no puede ser modificado. La característica de esta existencia en su
contingencia, es decir, la no necesidad de la misma.
En el caso del “ser para sí” es la conciencia, el sujeto, lo que puede llegar a ser
porque carece de determinación a diferencia del “ser en sí”. Este se define
como lo que no es el “en sí”. Se produce una división entre objeto (en sí) y el
sujeto (para sí) que es obrada por la nada.
El hombre es “para sí” o conciencia, sujeto y por lo tanto, libertad absoluta, ya
que carecerá de determinación en el modo de ser a diferencia del “en sí”. Este
es mientras que el “para sí” existe. El hombre no es sino que se hace, es
libertad, existencia en virtud de la nada. En el hombre habita la nada, es hueco y
vacío.
Una idea central de su pensamiento está en que en el caso del hombre, a
diferencia de los objetos (en sí), la existencia precede a su esencia.
La libertad, al no tener ningún fundamento metafísico, no está condicionada. El
hombre es radical contingencia, ausencia de todo ser fundante. Existir será
superar toda situación dada, será proyecto hacia el futuro y posibilidad, y en su
ser “posibilidad” se revela su carencia de ser, de ser en sí. Instalarse en el en sí,
en el pasado, implica no asumir la realidad de la existencia.
En la vida, el hombre debe construirse a sí mismo y al actuar creará su propia
moral. Al ser un proyecto implica la elección de un cuerpo de valores que no se
me imponen sino que yo (sujeto-para sí) los elijo como valores para mí. Estos
valores son tales en cuanto yo los elijo y carecen de justificación externa. Todo
depende de mi libertad que parte de la nada y se dirige a la nada. No existe una
idealidad a la que dirigir mi acción más que mi elección sobre la nada. Al ser
libertad pura puede elegir lo contrario, modificar su proyecto y contradecirme
por lo que surge el sentimiento de nihilidad y abandono al que llamamos
“angustia”. Quien huye de la angustia se escapa de su propia libertad,
engañándose a sí mismo, dejando su responsabilidad en lo ajeno, en normas y
valores externos. En este sentido el hombre está condenado a ser libre y la
existencia humana es un fracaso y absurdo. En palabras del autor: «el hombre
es una pasión inútil».
Con la muerte el “para sí” se reduce al “en sí”, por lo que la existencia humana
será un fracaso. El hombre está condenado a ser libre sin sentido. Algo
comienza para terminar: la aventura no admite añadidos, solo cobra sentido
con su muerte. Hacia esta muerte, que acaso también la mía, me veo arrastrado
irremisiblemente.
El hombre no es responsable sólo de su individualidad sino que es responsable
de todos los hombres. El pensador señalaba que el Existencialismo no buscaba
llevar al hombre a la inactividad sino a asumir la responsabilidad ante su vida y
la construcción de la misma. La vida es una, sin repetición posible ni sanción
ulterior, profiter de la vie.