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CORPUS
PAULINUM
2. METODOLOGÍA
3. EVALUACIÓN DE LA ASIGNATURA
En cuanto a la Bibliografía
1
SAN JUAN CRISÓSTOMO, Panegírico, 7,3.
2
Homilía del Papa Benedicto XVI, el 28 de junio de 2008, al inaugurar el año santo paulino.
3
«En los Hechos de los Apóstoles Pablo desempeña el papel principal en la misión de difusión del evangelio:
desde Antioquía de Siria (cf. Hch 13,1) hasta Roma (cf. Hch 28,31). Su theologia crucis reverbera en el
evangelio de Marcos, que es el más antiguo (entre el 65 y el 70 d.C.), y su visión de la salvación o de la
soteriología influye, sustancialmente, aquella del evangelio de Lucas. La primera carta de Pedro retoma, en
varias partes, la trama y las diversas temáticas del epistolario paulino, como la salvación en Cristo, la
comprensión del Espíritu y la generación de los creyentes por la palabra. En la segunda carta de Pedro […] el
autor toma partido a favor de Pablo contra cuantos instrumentalizan su mensaje (cf. 2Pe 3,15-16)» (A. PITTA,
L’evangelo di Paolo, 12).
4
«Ciertamente, después de Jesús, él es el personaje de los orígenes del que más estamos informados. De
hecho, no sólo contamos con la narración que hace de él Lucas en los Hechos de los Apóstoles, sino también
de un grupo de cartas que provienen directamente de su mano y que sin intermediarios nos revelan su
personalidad y pensamiento» (BENEDICTO XVI, Audiencia General, 25 de octubre de 2006).
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¿Dónde se encuentra el origen de esta lectura? «Un número creciente de gentiles, a quienes Pablo había
dirigido su mensaje en los términos en los que ellos podían entenderle, adaptando así su pensamiento a las
categorías con las que ellos estaban familiarizados, terminaron por olvidar e incluso rechazar los componentes
específicamente judíos del mensaje paulino dado que, con el paso del tiempo, a causa de la desfavorable
situación de los judíos en el Imperio Romano a partir del año 70 (lo que les llevó a hacer todo lo posible por
evitar ser identificados con ellos) y de su propia necesidad de proveerse de una nueva identidad religiosa
desligada de todo factor étnico, tales componentes les resultaron cada vez más prescindibles y alejados de su
mentalidad» (C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 82).
6
Un artículo que vale la pena leer para conocer este nuevo modo de acercarse a la figura de San Pablo es
C.A. SEGOVIA, «Pablo de Tarso, Israel y los gentiles. El nuevo enfoque radical sobre Pablo y el cariz judío de
su mensaje», Bandue 7 (2013) 181-205.
7
C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 11.
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A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 14.
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BENEDICTO XVI, Audiencia General, 2 de julio de 2008.
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Introducción al Corpus Paulinum 11
Los romanos heredaron de los griegos su interés por el modelo urbano. En tiempos
de Pablo la realidad rural contaba poco, pues todo estaba centrado en las ciudades. La
élite urbana controlaba el poder y la riqueza, mientras que los campesinos,
artesanos rurales, jornaleros no especializados, eran obligados a vivir en
situaciones de gran pobreza; apenas contaban con lo mínimo necesario para
subsistir. Realidades como el cobro de impuestos y tasas a los campesinos y la
apropiación de tierras del entorno de la ciudad, por parte de las clases adineradas
de las urbes, empeoraban el panorama de quienes vivían en el campo. A esto
hay que sumar que los ricos solían hacer préstamos a los campesinos en
dificultades económicas, lo que desembocaba, generalmente, en embargos o en
compras a muy bajos precios de las propiedades de los deudores.
El Imperio Romano se caracterizó también por la división, legalmente
institucionalizada, entre esclavos y libres. Para los romanos un esclavo era un
objeto que se podía comprar, vender, heredar o regalar. El dueño disponía de él
como quisiera, pues no existía ley alguna que reglamentara esto o que
defendiera los derechos de los esclavos. En definitiva, alguien privado de su
libertad no era considerado persona.
La célula fundamental de la sociedad romana era la familia patriarcal10. Los
habitantes del Imperio solían vivir dentro de un grupo familiar. Quienes
carecían de dicho grupo eran vistos como anormales, gente marginal.
El ya mencionado interés por las ciudades llevó a los romanos a construir un
excelente sistema de comunicaciones terrestres entre ellas y a fortalecer la
existente red de comunicaciones marítimas, creada por los griegos. Todo
esto favoreció la movilidad de los individuos por todo el territorio
controlado por Roma.
No cabe duda de que los griegos han pasado a la historia como los grandes
filósofos de la antigüedad. En época de Pablo, la filosofía ya no era considerada
una actividad casi exclusivamente reservada a las élites intelectuales griegas,
sino que se veía como búsqueda y práctica de la mejor forma de vida posible
para el hombre, búsqueda y práctica que podía ser emprendida y alcanzada por
cualquier persona.
10
«La familia patriarcal antigua puede definirse como el grupo de solidaridad que crea un varón (el padre o
cabeza de familia) a partir de individuos que él mismo engendra y cuya crianza y educación controla. Se basa
en el poder que el contexto social otorga a algunos varones para que disfruten de acceso sexual exclusivo a una
o varias mujeres, que se convierten así en sus esposas legítimas. Los hijos nacidos de estas uniones son hijos
legítimos, a los que se reconoce el derecho a utilizar el nombre y los bienes de su padre, y a heredar sus
propiedades cuando él muera. Los poderes públicos reconocen la autoridad del padre sobre todos sus
dependientes y le otorgan una gran autonomía en la gestión de sus recursos y en la organización de la vida
familiar. En el Imperio Romano, solo los varones libres tenían derecho a crear una familia. Los esclavos estaban
incluidos en la familia de sus amos, bien como miembros de segunda categoría, sin otro derecho que la
manutención, bien como una parte más de la propiedad» (ESTHER MIQUEL PERICÁS, «El contexto histórico y
sociocultural», en: R. AGUIRRE MONASTERIO – ED., Así empezó el cristianismo, 67).
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Una de las filosofías más influyentes en esta época fue el platonismo, nacido
en el siglo I a.C., y cuyos principales representantes fueron Plutarco (siglos I-II
d.C.) y Plotino (siglo III d.C.). Esta escuela utilizaba los escritos de Platón para
el conocimiento de la divinidad, el origen del cosmos, la naturaleza del hombre
y el destino final de su alma. Otras escuelas también muy influyentes fueron el
estoicismo, fundado en Atenas, hacia el 300 a.C., por Zenón de Citio, y el
epicureísmo, iniciado por Epicuro de Samos, que se trasladó a Atenas a finales
del siglo IV y allí, en el huerto de su casa, enseñó su doctrina, de donde el
nombre de «Jardín», que recibió la escuela.
¿Qué podemos decir del aspecto religioso? En el s. IV a.C., gracias a los
filósofos, se había difundido en Grecia la idea de que el rey gozaba de una
personalidad superior y estaba dotado de dones especiales provenientes de los
dioses. Esta idea abonó el terreno para que Alejandro Magno fuera considerado
un ser divino y, a partir de él, lo mismo sucedió con sus sucedores.
El culto a los reyes se expresaba en edificación de imágenes suyas en muchos
lugares del Imperio, consagración de templos, institución de sacrificios y
conmemoraciones. Además, los soberanos acostumbraban a darse títulos como
Euergetes, “bienhechor”, Epífanes, “manifestación de la divinidad” o Soter,
“salvador”, lo que contribuía a reforzar aún más la idea de su origen divino.
Esta manera griega de vivir la dimensión religiosa fue asumida por los
romanos. Varios emperadores se autoproclamaron dioses y exigieron de los
habitantes del Imperio un culto especial. Calígula, por ejemplo, intentó poner
una estatua suya en el templo de Jerusalén, en el año 40 d.C. Domiciano (81-96
d.C.) se hacía llamar siempre Dominus ac Deus noster.
Dentro de esta descripción del aspecto religioso no podemos dejar de
mencionar la llamada “paz de los dioses”. Esta expresión hace referencia al
sincretismo religioso que se vivía en el mundo greco-romano en épocas de Pablo.
La conquista griega, y más tarde la romana, no trató de imponer sus creencias y
cultos en los territorios sometidos. Esto llevó a que se diera una mezcla de dioses
griegos-romanos y orientales, con sus correspondientes tradiciones religiosas.
Todos los dioses, oficiales y personales, podían convivir pacíficamente.
No obstante este ambiente de tolerancia religiosa, muchos habitantes del
Imperio no se sentían a gusto con el culto oficial, o sea, con el reconocimiento
del emperador como dios y con las prácticas devocionales relacionadas con los
dioses tradicionales. Todo esto se había convertido en algo meramente
convencional, en un simple y frío ritualismo, vacío de contenido. Al respecto, el
Papa Benedicto XVI afirma:
«En tiempos de San Pablo había una crisis de la religión tradicional, al menos en sus
aspectos mitológicos e incluso cívicos. Después de que Lucrecio, un siglo antes,
sentenciara polémicamente: “La religión ha llevado a muchos delitos” (De rerum natura,
1,101), un filósofo como Séneca, superando todo ritualismo exterior, enseñaba que “Dios
está cerca de ti, está contigo, está dentro de ti” (Cartas a Lucilio, 41,1)»11.
Esto llevó a que el fenómeno religioso se empezara a vivir de un modo
diferente: más individualista y menos inclinado a lo colectivo o comunitario. Es
así como los denominados cultos mistéricos recobraron fuerza y se
difundieron grandemente por todo el Imperio. Aunque mucho se ha escrito
acerca de estos cultos, especialmente de su relación con el cristianismo
naciente, es necesario reconocer que la escasez de fuentes documentales hace
que se tenga una información vaga de los mismos12. El reducido número de
epígrafes conservados, los dispersos restos arqueológicos, la ausencia ⸻
salvo excepciones ⸻ de una “literatura mistérica” (ante el silencio exigido a
los fieles como obligación ritual para impedir la profanación) y la inexistencia
de corpora teológicos o doctrinales que permitan acceder a los distintos
niveles religiosos, lleva a que todo lo que digamos acerca de estos cultos esté
enmarcado dentro de la más grande prudencia.
Hay que añadir que la reconstrucción de los rituales y de la organización de los
cultos mistéricos no en pocas ocasiones ha estado viciada por el deseo, a veces
excesivo, de demostrar que las creencias y los ritos del cristianismo de los orígenes
derivan de las antiguas religiones de los misterios. Para alcanzar este fin, muchos
estudios subrayan las similitudes y atenúan las diferencias.
No obstante lo apenas dicho, podemos sostener que estos cultos antiquísmos
tenían un carácter iniciático y esotérico. En ellos a sus practicantes se les iban
desvelando, por medio de determinados rituales y ceremoniales, los grandes
secretos o misterios de las divinidades. Estos cultos poseían, además, un
componente soteriológico ⸻ los dioses ofrecían la salvación del individuo
después de la muerte ⸻ y emotivo muy fuerte, de ahí su gran éxito y difusión.
No podemos dejar de mencionar que la práctica de estos cultos estuvo
acompañada por la actividad de taumaturgos y “hombres divinos”, supuestos
hacedores de milagros. Se dio también la multiplicación de magos y de prácticas
mágicas y encantamientos, así como un gran crecimiento de la astrología.
Adentrémonos ahora en la manera cómo se expresaban las ideas en el mundo
greco romano. Aquí tenemos que hablar, de una parte, de la epistolografía, y de
otra, de la retórica. No ahondaremos en estas cuestiones pues serám desarrolladas
más adelante. Lo único que podemos aseverar aquí es que, en todas las ciudades
del Imperio Romano, tal y como sucedía en el Imperio Helenístico, era común
11
BENEDICTO XVI, Audiencia General, 2 de julio de 2008.
12
En este párrafo y en los dos que vienen seguimos muy de cerca a C. MARTÍNEZ MAZA – J. ALVAR,
«Transferencias entre los misterios y el cristianismo: problemas y tendencias», Antigüedades Cristianas 14
(1997) 47-59.
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13
BENEDICTO XVI, Audiencia General, 2 de julio de 2008.
14
«Hay que destacar que la penetración del helenismo en Palestina era notable y no se limitaba a la franja
costera, desde siempre mayoritariamente pagana, sino que llegaba al corazón mismo de Galilea, donde había
dos importantes ciudades grecorromanas (Séforis y Tiberias) […] En Jerusalén había un grupo amplio de judíos
helenistas, de cultura helenista y habla griega, muchos de ellos procedentes de la diáspora, que habían realizado
su sueño de poder asentarse, al fin, en Jerusalén, la ciudad de sus amores. Había en Jerusalén, al menos, una
sinagoga en que se celebraba el culto en griego y, por tanto, se leía la Biblia griega de los LXX» (R. AGUIRRE,
«Los orígenes del cristianismo y la inculturación de la fe», 122).
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15
«Judaísmo sadoquita: nombre comúnmente otorgado a una de las principales corrientes religiosas en que
se dividió el judaísmo del periodo del Segundo Templo, representada por los sacerdotes de estirpe sadoquita
que controlaron el templo de Jerusalén desde el regreso del exilio babilónico hasta la época macabea; sus
sucesores fueron los saduceos» (C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 102).
16
«Judaísmo henóquico: nombre otorgado por algunos investigadores contemporáneos, a partir del título
por el que es hoy conocido su principal cuerpo de escritos (1Henoc), a una de las principales corrientes religiosas
en que se dividió el judaísmo del periodo del Segundo Templo; sus textos reflejan una ideología marcadamente
apocalíptica» (Ibid).
17
«1Henoc: corpus apócrifo formado por siete libros independientes; se trata de la obra más extensa e importante de la
apocalíptica judía, probablemente compuesta por sacerdotes levíticos disidentes entre los siglos IV a.C. y I d.C. [La
estructura de esta obra es la siguiente:] 1Hen 1–36: Libro de los Vigilantes; 1Hen 37–71: Libro de las Parábolas; 1Hen 72–
82: Libro de la Astronomía; 1Hen 83–90: Libro de los Sueños; 1Hen 91–105: Epístola de Henoc; 1Hen 106–7: Nacimiento
de Noé; 1Hen 108: opúsculo a modo de epílogo» (Ibid. 40.101).
18
«Judaísmo rabínico: modalidad del judaísmo que se impuso con posterioridad al periodo del Segundo
Templo, cuya gestación comprendió varios siglos (aproximadamente, desde el siglo I hasta siglo VI d.C.) y del
que son herederos el judaísmo medieval y el judaísmo moderno; sus principales textos son la Mishna y el
Talmud» (Ibid).
19
«Sadoquitas: principal familia sacerdotal postexílica; sus miembros afirmaban ser descendientes de
Sadoc, sumo sacerdote de época salomónica, y, por medio de éste, vía Fineas y Eleazar, de Aarón, por lo que
creían formar la verdadera élite de los levitas, a quienes marginaron tras hacerse con el control del sacerdocio
en el postexilio» (Ibid. 104).
20
«Levitas: nombre dado a los descendientes de Leví, tercer hijo de Jacob y Lea y patriarca de una de las
tribus de Israel; la Biblia hebrea les confiere en exclusiva la dignidad sacerdotal, pero tras el ascenso de los
sadoquitas en el postexilio fueron depuestos de sus cargos» (Ibid. 102).
21
«Apocalíptica: género literario, desarrollado inicialmente en Israel durante el periodo del Segundo Templo
y a partir de ahí en otros varios lugares, periodos y contextos, cuyas obras contienen una o sucesivas
revelaciones, de carácter visionario, acerca del sentido de la historia y de su culminación en el fin de los tiempos,
comunicadas por un ángel u otras figuras similares de naturaleza celeste; se discute la posibilidad de que,
además de un género literario, la apocalíptica fuera una corriente ideológica del judaísmo antiguo, surgida en
ciertos círculos sacerdotales disidentes, caracterizada por una fuerte tensión escatológica y opuesta, al menos
en parte, a los principios del judaísmo sadoquita» (Ibid. 100).
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A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 45.
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celestes, sostenidas por grandes columnas. Sobre las esferas están los cielos,
destacándose de entre ellos el cielo de los cielos, la morada de Dios y de sus
ángeles. Entre los cielos y la Tierra están los astros (sol, luna, estrellas),
gobernados por delegados de Dios.
Este modo judío de concebir el universo coincide en parte con la cosmovisión
griega, que también conoció Pablo.
Aunque para los griegos el cielo y la tierra existen desde siempre — la materia es eterna
— el primero es como la mitad de una esfera, sólida. Este «cuenco» celeste cubre una
tierra que es plana. La parte del espacio entre la tierra y el cielo hasta las nubes contiene
aire o éter. Bajo la tierra, y hacia abajo, hay un espacio amplio, en cuyo final hunde sus
raíces el Tártaro. La tierra está circundada por un río inmenso, el Océano23.
Hay que añadir que, en tiempos de Pablo, entre los judíos estaba muy
difundida una concepción apocalíptica del universo, es decir, se creía, de una
parte, que todo, excepto Dios, estaba sometido a una ley divina, y de otra, que
la historia avanzaba en línea recta, desde la creación hasta la consumación final.
En los orígenes todo era bueno, pero, a causa del pecado del hombre, el
desorden se impuso en el mundo. Sin embargo, al final Dios volverá a hacer
que, en el universo por él creado, reinen nueva y definitivamente la bondad y la
perfección y los hombres puedan disfrutar de felicidad permanente.
A lo largo de este curso iremos constatando cómo Pablo fue realmente un
hombre de su tiempo: conoció muy bien las virtudes de su mundo, así como los
peligros o desventajas que este le presentaba. No es razonable sacar al apóstol
de su contexto vital para trasladarlo a nuestros conceptos. A Saulo Pablo hay
que entenderlo como un hombre del s. I, habitante del Imperio Romano.
23
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 48.
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algo muy sencillo, como lo es tu doble nombre. Muchos creen que, antes de tu
encuentro con Jesucristo en la vía que conduce a Damasco, te llamabas Saulo
y que después de dicho encuentro te empezaste a llamar Pablo. ¿Qué podrías
decirnos acerca de esto?
P/. «Gracia y paz a ustedes, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo» (Rm 1,7b). Soy yo quien les agradece por querer conocer al «último de
los apóstoles» (1Cor 15,9). Si bien es cierto que en las distintas cartas que he escrito
a mis comunidades suelo presentarme como «Pablo»24, realmente mi nombre
completo es Saulo Pablo25. En esta época es común que los varones llevemos dos
nombres. Seguramente has escuchado hablar de Silas y de Marcos, dos conocidos
míos. Pues bien, el primero se llama Silas Silvano (cf. Silvano 1Ts 1,1; Silas Hch
16,29; 17,4) y el segundo Juan Marcos (cf. Hch 12,25; 15,37). Generalmente,
el primer nombre que llevamos es de origen hebreo, o sea, propio de nuestra
raza. El segundo, de origen latino, debido a la gran influencia del Imperio
Romano en nuestras ciudades, pueblos y aldeas.
Hablemos de mi primer nombre: Saulo, o pueden decirme también Saúl, es
lo mismo. Algo que siempre me ha parecido significativo es que mi nombre
es un participio 26 pasivo, procedente del verbo שָׁ אַ ל, (šā֨ al), que traduce
«pedir, rogar». Siendo, por tanto, un participio mi nombre podría significar
«pedido o rogado». ¿Pedido o rogado a quién? Obviamente, al Bendito por
los siglos, el Señor, el Dios de Israel. Mis padres me pusieron este nombre en
honor a Saúl, el primer rey de Israel (cf. 1Sa 10), el descendiente más célebre
de la tribu de Benjamín, de la cual provengo yo (cf. Rm 11,1; Flp 3,5).
Mi segundo nombre, Pablo, es de origen latino y muy difundido en el
Imperio. He escuchado muchas explicaciones de este nombre; a mí me gusta la
de «pequeño» — no tanto por mi aspecto físico27 — sino porque «con sumo
gusto me glorío sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de
Cristo. Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en
24
Rm 1,1; 1Cor 1,1.12.13(x2); 3,4.5.22; 16,21; 2Cor 1,1; 10,1; Ga 1,1; 5,2; Flp 1,1; 1Ts 1,1; 2,18; Flm
1,1.9.19. Ver también: Ef 1,1; 3,1; Col 1,1.23; 4,18; 2Ts 1,1; 3,17; 1Tm 1,1; 2Tm 1,1; Tit 1,1.
25
«Es oportuno precisar que el doble nombre no se debe al paso del “Saulo judío” al “Pablo cristiano”, sino
que le fue dado desde su nacimiento. Sin embargo, en sus cartas prefiere presentarse solamente con el nombre
de origen latino: Páulos» (cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 17).
26
«El participio es un adjetivo verbal que describe una persona o una cosa en el ejercicio continuo de alguna
actividad. Sirve para prolongar la acción del verbo» (P.E. EICKMANN ‒ T.P. NASS, Hebreo para principiantes,
69). Algunos participios en español se forman con los sufijos: -ante, -ente o -iente (ejemplos: “perseverante”,
“orante”); -ador, - edor o -idor (ejemplos: “luchador”, “perdedor”); -sor (“invasor”, “revisor”); -ado (rogado);
-ido (pedido); etc.
27
En un apócrifo cristiano, datado del s. II d.C., denominado Hechos de Pablo y Tecla encontramos la
descripción más antigua del aspecto físico del apóstol: «Era un hombre de baja estatura, la cabeza calva, las
piernas en forma de arco, el cuerpo vigoroso, cejas pobladas, nariz algo saliente, lleno de amabilidad; en efecto,
a veces tenía las semblanzas de un hombre, a veces el aspecto de un ángel» (Hechos de Pablo y Tecla, 2-3).
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las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil,
entonces es cuando soy fuerte» (cf. 2Cor 12,9-10).
P/. ¡Claro que sí! Lo primero que les comparto es que, cuando nací28, Jesús,
el Mesías, tenía entre diez a quince años de edad. Conforme a las tradiciones de
mi pueblo (cf. Gn 17,12; Lv 12,3) me circuncidaron29 a los ocho días de nacer
(Flp 3,5).
Mis padres eran judíos y habitaban fuera de Jerusalén, o sea, en la diáspora30.
Tenían la ciudadanía romana, privilegio que de ellos heredé (cf. Hch 16,37;
22,25; 23,27)31.
El lugar de mi nacimiento
fue Tarso de Cilicia32 (cf. Hch
22,3), una ilustre ciudad del
Asia Menor. Seguramente,
ustedes saben que Tarso es
famosa por sus escuelas de
retórica y porque sus
habitantes aman y cultivan
las letras y las artes.
Fue en esa ciudad donde
transcurrieron mis años de
28
La inmensa mayoría de estudios acepta que Saulo Pablo nació entre los años 5 – 10 d.C.
29
«La circuncisión es el signo somático o corporal de la alianza. Abraham habría recibido la orden de
circuncidarse a la edad de 99 años (cf. Gn 17,1-12). La tradición posterior sitúa la circuncisión de Abraham el
día del Kippur. Esta asociación confiere un valor de expiación al rito. El origen de la circuncisión es oscuro:
rito de pubertad o de iniciación al matrimonio, o incluso símbolo de la ofrenda de las primicias del recién
nacido. Muchas sociedades la han practicado sin explicarla. El judaísmo le dio y mantiene una hermenéutica:
uno se inscribe en el orden genealógico sólo por una referencia a algo distinto de la genealogía, porque la
filiación no consiste sólo en ocupar un lugar en la cadena biológica» (F. MANNS, Le Judaïsme. Milieu et
Mémoire du Nouveau Testament, 89).
30
Pablo es un judío de la diáspora. Es importante recordar aquí cómo en épocas del Imperio Griego el
judaísmo se expandió por muchos lugares, hasta el punto de que, en época del apóstol, eran más los judíos que
habitaban fuera de Palestina, que los residentes allí.
31
«Pablo no dice en ningún lugar de sus cartas que fuera ciudadano romano, pero sí lo sostiene Hch […] y
ciertamente se podía ser tarsiota y ciudadano romano a la vez. Hay autores modernos que tampoco se fían de
esta afirmación lucana, puesto que Pablo sufrió muchos castigos durante su vida (cárceles, azotes,
apedreamientos: 2Cor 11,24ss), que hubiera podido evitar manifestando que él era ciudadano romano (cf. Hch
22,25ss). La razón principal para defender que Pablo lo fuera es su apelación al César (Hch 25,10-12). Pero, se
argumenta, cualquier habitante libre del Imperio podía apelar al emperador. Ahora bien, si se demostraba que
la atribución a sí mismo de la ciudadanía romana era falsa, podía ser ejecutado. Por tanto, podría aceptarse el
dato de Hch, aunque con algunas dudas» (A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 30; véase también:
J.D. CROSSAN – J.L. REED, En busca de Pablo, 19-20).
32
Al sur de la actual Turquía.
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Introducción al Corpus Paulinum 20
E/. ¿Y de tu juventud?
P/. De mi juventud quizá lo que mejor recuerdo, pues eso me emocionó bastante,
fue mi ingreso a la ( יְ ִׁשיבָ הyešîbah)40 más famosa de Jerusalén, donde se formaban
33
«Según una regla rabínica, “el hombre tiene el deber de enseñar a su hijo un oficio. Quien no enseña a su
hijo un oficio lo invita a volverse un ladrón”. El trabajo que Pablo realizó durante su vida era común en la
región: Cilicia, de la cual Tarso era la capital, tenía numerosos rebaños de cabras, cuyas ásperas pieles eran
usadas en la fabricación de sólidos tejidos» (G. PEREGO, Atlante Bíblico, 94).
34
En el s. I d.C. los fabricantes de tiendas no se situaban entre los ricos, aunque tampoco entre los
pobres. «Más bien formarían parte de la “clase media”, en la que entraban los artesanos por cuenta propia»
(S. LÉGASSE, Pablo apóstol, 58).
35
S. LÉGASSE, Pablo apóstol, 56.
36
La sinagoga es, ante todo, lugar de lectura y estudio de las Escrituras Sagradas y de oración. Un problema
siempre discutido entre los arqueólogos es el del origen de este lugar. En algo que todos coinciden es en la
aceptación de su existencia en Palestina en el periodo del Nuevo Testamento. No son pocos los textos bíblicos
y extrabíblicos que confirman este dato (cf. Mt 13,54; Jn 6,59; Hch 9,2; 13,15; 14,1; 17,1.16-17; 18,4-8.19-20;
19,8; Flavio Josefo en Vita 277; Antigüedades 19,300; Guerra 2,285; Filón de Alejandría en Legatio ad Gaium
132,156,311; in Flaccum 47). Para profundizar en lo expuesto en esta nota: F. MANNS, La Preghiera d’Israele
al tempo di Gesù, 116-120.
37
Aunque los pasajes aquí citados dicen solamente hebreo nada nos puede llevar a dudar del conocimiento
del arameo por parte del apóstol; hay que recordar que los helenos ⸻ el autor de Hechos es de cultura griega
⸻ no distinguían bien entre el hebreo y el arameo, dos lenguas muy parecidas.
38
Posiblemente, Pablo conocía el latín, aunque no a profundidad.
39
Tampoco el evangelista Lucas en el segundo volumen de su obra, Hechos de los Apóstoles, ofrece datos
de la infancia de Saulo Pablo.
40
Esta palabra designa la escuela rabínica, donde los discípulos se sientan a los pies del maestro para
escucharlo y aprender de él.
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Introducción al Corpus Paulinum 21
los fariseos41. Hacía poco, yo había cumplido la mayoría de edad — trece años42
— convirtiéndome en bar mitzwah43 (“hijo del precepto”). No veía la hora de ir a
la ciudad sagrada, con el fin de formarme más profundamente en la ley de Moisés.
Dicha escuela era dirigida por Rabban Gamaliel44, hombre de grande
equilibrio y sabiduría (cf. Hch 5,33-40). A sus pies me hice fariseo45 (cf. Hch
41
Para comprender a Saulo Pablo es importante tener una justa mirada sobre el fariseísmo de su época.
Desafortunadamente, nuestra concepción de este grupo depende de la manera como lo entienden y presentan
los evangelios (especialmente, Mateo y Juan). Estos escritos surgen en un ambiente de polémica entre el
movimiento de Jesús y los fariseos y por ello la imagen que nos ofrecen del fariseísmo es negativa. Pero hay
que decir que los fariseos se caracterizaban por su dedicación al estudio de la ley, como expresión de la voluntad
de Dios, y por su esfuerzo por vivirla a cabalidad. A diferencia de lo que presentan los evangelios, los fariseos
se caracterizaban por tener una actitud de apertura para con quienes no pertenecían a su grupo.
42
La mayoría de los textos talmúdicos pone a la edad de 13 años la madurez física y la responsabilidad.
Otros textos a los 12. Se cree que a esa edad los jóvenes son capaces de dominar el mal. Cf. F. MANNS, Gesù
Figlio di Davide, 51. «El Talmud es la colección de los antiguos escritos rabínicos sobre la ley y las tradiciones
judías. Está compuesto por la Mishná y la Gemará ⸻ comentario explicativo de las leyes de la Mishná ⸻ , y
constituye el fundamento religioso del judaísmo ortodoxo» (J.-N. ALETTI, − al., Vocabulario razonado, 123).
El Talmud está datado del s. V d.C. «La Mishná es la colección escrita de las tradiciones y explicaciones orales
judías de la Torah, consignada según la tradición por rabí Yehudá ha-Nasí (lit. Judá el Príncipe) hacia el 200
d.C.» (Ibid. 121).
43
«Con la ceremonia del bar mitzwah la persona adquiere los derechos y responsabilidades de un adulto.
Desde ese momento es responsable por el seguimiento de los mandamientos de la Toráh y de ponerse los Tefilin
[ — «estuches de cuero que contienen los textos del Éxodo 13,1-10; 11-16; Deuteronomio 6,4-9; 11,13-21.
Estos estuches se amarran en el brazo izquierdo y en la frente, según la prescripción de Deuteronomio 6,8»—]
todos los días. La costumbre es que después de haber recibido la instrucción religiosa y haber comenzado a
colocarse los tefilín en las oraciones matutinas, el joven es llamado a la Toráh el Shabbat posterior a la fecha
de su cumpleaños. El joven leerá la parashá, es decir, los rollos sagrados de ese día, o por lo menos pronunciará
las bendiciones de la lectura de la Toráh. A continuación, el padre, parado junto a su hijo, declarará con orgullo
y emoción: “Bendito sea quien me ha liberado de la responsabilidad por este hijo”» G. LANCASTER-JONES
CAMPERO, El mundo en que vivió Jesús, 26. La nota entre corchetes: F. MANNS, Gesù Figlio di Davide, 242.
Para F. Manns la descripción de la ceremonia del bar mitzwah aparece en textos tardíos, posteriores a la época
de Pablo. Esto no significa que dicho rito no pudiera ya existir en tiempos del apóstol. El texto más famoso que
hace referencia a este momento tan importante en la vida de un varón judío se encuentra en la Mishná Avot: «A
los cinco años la Biblia, a los diez la Mishná, a los trece la práctica de los mandamientos, a los quince el Talmud,
a los dieciocho las bodas». Cf. F. MANNS, Maria e la nascita di Gesù, 107.
44
Gamaliel, conocido como el Viejo, fue jefe de la escuela de los fariseos, en Jerusalén, en la primera mitad
del s. I d.C. Se opuso a la persecución de los apóstoles (cf. Hch 5,33-40). Era nieto de Hillel, principal
representante de la escuela farisaica “liberal”: tal corriente era particularmente abierta tanto en el
concebir las relaciones con el mundo griego, como en el exigir la observancia de las distintas
prescripciones de la ley. La tradición rabínica atribuye a Gamaliel el título de Rabban, mostrando así
una particular estima hacia él. Cf. G. PEREGO, Atlante Bíblico, 94.
45
Actualmente se discute bastante si Saulo Pablo fue fariseo y si se formó en Jerusalén, a los pies de
Gamaliel. Para A. Pitta el fariseísmo se caracterizaba por la fe en la resurrección, la exigencia de adaptar
la ley de Moisés a las diversas situaciones de la vida religiosa y política, la tendencia a interpretar la
Escritura más allá de la letra y la comprensión de la vida como culto. Todos estos elementos estuvieron
presentes en la predicación de Saulo Pablo (cf. Rm 12,1-12; Flp 3,3), lo cual nos permite afirmar que, en
verdad, él incursionó en dicho movimiento. Cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 21. En cambio, para otros
estudiosos «el texto de Ga 1,22-23 […] es contundente, decisivo y negativo en lo que respecta a una estadía
prolongada del apóstol en Jerusalén […] Y si se discute fuertemente la estadía paulina en Jerusalén, se pone en
duda la formación farisea estricta de Pablo, salvo que hubiera pasado — cosa que tampoco sabemos — mucho
tiempo en Damasco y hubiera recibido allí formación de este tipo. Otros investigadores defienden que es
sumamente improbable que un fariseo auténtico hubiera utilizado en su argumentación una Biblia no hebrea,
sino su versión griega, aunque sus lectores fueran gentiles que no sabían la lengua sagrada. Lo lógico sería que,
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 22
P/. Bien saben ustedes que soy hebreo de nacimiento y de religión. En Tarso
aprendí a expresarme en la lengua y en las formas del helenismo. Además, soy
ciudadano romano y conozco muy bien la organización político-administrativa
del Imperio. Por todo esto, creo que no se equivocan los que me llaman «hombre
de tres culturas». Me parece un poco raro ese título, pero lo acepto.
En relación con mis orígenes judíos, recuerdo lo que escribí a los corintios,
en la última de las misivas que les envié (con estas palabras quise hacer frente
a mis adversarios que negaban mi autoridad apostólica): «¿Ellos son hebreos?
habiéndose formado en el fariseísmo utilizando siempre la Biblia hebrea, empleara en hebreo los textos bíblicos
que traduciría al griego él mismo. Pero no es así; Pablo utiliza directamente una versión parecida a los LXX
[…] [En conclusión, al autodenominarse “fariseo”] Pablo habría utilizado este término de un modo distinto,
amplio, más como defensor de las ideas fariseas que como experto en razonamientos “rabínicos”. Y para ello
no habría sido preciso que hubiera pasado años de su juventud a los pies de ningún maestro famoso en Jerusalén.
Habrían bastado su despierta inteligencia y su espíritu celoso de la ley para asimilar lo principal del fariseísmo,
sobre todo a partir de las disquisiciones sinagogales, quizás en Tarso o en Damasco» (A. PIÑERO, Guía para
entender a Pablo de Tarso, 34-37).
46
«El término “Torah” puede usarse de diferentes modos en textos y tradiciones judías, por lo cual puede
traducirse por diversos términos en español. El equivalente más usado en español es “ley” […] Y, ciertamente,
la “ley” es un elemento importante de la Torah. [Sin embargo,] el mejor modo de captar la gama de sentidos
que la palabra “Torah” tiene en español es entenderla como enseñanza o instrucción, es decir, instrucción de
Dios. De hecho, desde el Génesis hasta el Deuteronomio encontramos más relatos que mandamientos, y los
relatos eran considerados como una fuente de instrucción divina exactamente igual que las partes legales.
Además, si bien la Torah se refiere al texto (o conjunto de textos), también indica el modo de vida que vincula
al pueblo judío con Dios. La expresión “guardar” la Torah significa mucho más que la simple conservación de
los textos en su forma material; significa estudiarla y enseñarla diligentemente, vivir de acuerdo con sus
principios y usarla en la resolución de las controversias dentro de la comunidad. Para expresarlo sucintamente,
la Torah es más que un texto escrito; es un modo de relacionarse con Dios […] La Torah constituye la alianza
entre Dios y el pueblo. No solo el pueblo tiene obligaciones con respecto a Dios, sino que también Dios hace
promesas que son sus obligaciones con respecto al pueblo» (P. EISENBAUM, Pablo no fue cristiano. El mensaje
original de un apóstol mal entendido, 126-127).
47
Para el desarrollo de esta pregunta seguimos de cerca a S.N. BRODEUR, Il cuore di Paolo è il cuore di
Cristo, I, 67-72.
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Introducción al Corpus Paulinum 23
48
«Es significativo, en este sentido, que cuando Pablo alude a su condición judía lo haga: a) en presente, no
en pasado (cf. Rm 11,1; 2Cor 11,22; Ga 2,15; Flp 3,3-6); y b) en términos no sólo étnicos, sino también y ante
todo religiosos, contraponiendo la expresión “judíos de nacimiento” a la expresión “gentiles pecadores” (cf.
2,15), así como el hecho de que él mismo nos informe de que estaba — como cualquier otro judío, cabe inferir
— sujeto a las normas dictaminadas por las autoridades judías (cf. 2Cor 11,24)» (C.A. SEGOVIA, Por una
interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 80).
49
R. PENNA, «Paolo di Tarso, l’imprevisto», 146. «Los lectores modernos de Pablo tienden a suponer que
los fariseos y otros judíos considerarían que Pablo era un apóstata, un hereje, que ya no formaba parte de la
comunidad judía por su fe en Jesús, y que, por consiguiente, no era realmente judío. Sin embargo, en el
contexto del siglo I, el hecho de que Pablo creyera en Jesús no lo hacía menos judío. La fe en un salvador
mesiánico es una idea propiamente judía, como puede demostrarse por una analogía histórica. Solo medio
siglo después de que Pablo escribiera sus cartas, rabí Aquiba, uno de los más venerados de todos los rabinos
de la antigüedad, creía que el Mesías había llegado en su época, únicamente que su nombre no era Jesús, sino
Bar Kochba. No todos los judíos pensaban entonces que Bar Kochba fuese el Mesías, y, después de que este
fracasara en su rebelión contra los romanos y muriese, quedó claro que rabí Aquiba se había equivocado.
Pero nunca se ha calificado a rabí Aquiba de hereje, y sus enseñanzas siguen gozando de autoridad hasta el
presente, pues se conservaron en la Mishná y en el Talmud. Por consiguiente, la fe de Pablo en Jesús no lo
habría tildado de hereje (un incordio [molesto], tal vez) pero no un hereje» (P. EISENBAUM, Pablo no fue
cristiano. El mensaje original de un apóstol mal entendido, 25-26).
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Introducción al Corpus Paulinum 24
50
Saulo Pablo usa el griego con gran propiedad. Esto lo vemos en la utilización de verbos con una o más
preposiciones. En Rm 5,20 leemos: νόμος δὲ παρεισῆλθεν, ἵνα πλεονάσῃ τὸ παράπτωμα· οὗ δὲ ἐπλεόνασεν ἡ
ἁμαρτία, ὑπερεπερίσσευσεν ἡ χάρις, «La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde
abundó el pecado, sobreabundó la gracia». Hemos subrayado dos formas verbales: la primera de ellas es
παρεισῆλθεν, que proviene del verbo παρεισέρχομαι, que significa «introducirse», compuesto por la
preposición παρά y el verbo εἰσέρχομαι, «entrar, llegar hasta». El verbo παρεισέρχομαι es usado en el Nuevo
Testamento únicamente por Pablo (cf. Rm 5,20; Ga 2,4). La segunda forma verbal subrayada es
ὑπερεπερίσσευσεν, que proviene del verbo ὑπερπερισσεύω, que significa «sobreabundar, desbordar»,
compuesto por la preposición ὑπέρ y el verbo περισσεύω, «abundar, sobrar, tener de sobra, crecer, desbordarse».
El verbo ὑπερπερισσεύω es usado en el Nuevo Testamento únicamente por Pablo (cf. Rm 5,20; 2Cor 7,4). Otros
ejemplos del uso paulino de verbos con una o más preposiciones los encontramos en Rm 8,26; 2Cor 7,4. Entre
los verbos con preposiciones se destacan los formados con σύν, «con». Éstos los utiliza Pablo para referirse,
principalmente, a la participación de los creyentes en la muerte, resurrección y gloria de Jesucristo. En Rm 6,4
leemos: συνετάφημεν οὖν αὐτῷ διὰ τοῦ βαπτίσματος εἰς τὸν θάνατον, ἵνα ὥσπερ ἠγέρθη Χριστὸς ἐκ νεκρῶν
διὰ τῆς δόξης τοῦ πατρός, οὕτως καὶ ἡμεῖς ἐν καινότητι ζωῆς περιπατήσωμεν. «Fuimos, pues, con él sepultados
por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de
la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva». Hemos subrayado la forma verbal
συνετάφημεν, que procede del verbo συνθάπτω, «sepultar junto con», compuesto por la preposición σύν y el
verbo θάπτω «enterrar, sepultar, dar sepultura». El verbo συνθάπτω en el Nuevo Testamento aparece
únicamente en el Corpus Paulinum (cf. Rm 6,4; Col 2,12). Otros ejemplos del uso paulino de verbos con la
preposición σύν los encontramos en 8,17 (συμπάσχω, «sufrir juntamente»; συνδοξάζω, «glorificar junto con»);
Ga 2,19 (συσταυρόω, «crucificar junto con»); Flp 3,10 (συμμορφίζω, «hacerse conforme, semejante»). Véase
también: Ef 2,6; Col 2,12; 3,1ss. Además, no son raros los casos en los cuales Pablo usa algunos vocablos con
significados nuevos, distintos a los dados por sus contemporáneos. Él transforma semánticamente vocablos
tales como σάρξ (carne), δικαιοσύνη (justicia), ἐλευθερία (libertad), entre otros.
51
Sin duda, el trasfondo cultural más importante en Pablo es la Tanak o Escrituras Sagradas de Israel. Al
analizar las referencias al Antiguo Testamento que aparecen en sus cartas podemos deducir que el apóstol seguía
principalmente (no exclusivamente) el texto griego conocido como la Septuaginta o los LXX (o una versión
muy parecida a esta), obviamente sin desconocer o ignorar el texto hebreo. Hay que añadir que Pablo no citaba
siempre de memoria las Escrituras, sino que tenía ante sus ojos un texto escrito. No sabemos si poseía la Tanak
completa (algo muy raro en la época) o solo florilegios o colecciones de haftarot, de las secciones que se leían
en las sinagogas, sobre todo de la Ley, los Salmos y los Profetas. Cf. A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo
de Tarso, 32-33.
52
Actualmente, la inmensa mayoría de estudiosos acepta que las cartas auténticas de Pablo, a las que se les
da el nombre de protopaulinas, son siete: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1Tesalonicenses y
Filemón. Además de las protopaulinas, el apóstol escribió otras misivas que no se han conservado. Tenemos
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Introducción al Corpus Paulinum 25
noticias de dos de ellas. En 1Cor 5,9-11 Pablo se refiere a una carta que redactó antes de la que nosotros
llamamos “Primera Corintios”. Dicha carta, que contenía una serie de prohibiciones de cara al trato con los
hermanos inmorales, se extravió. La otra carta es mencionada en 2Cor 2,4; 7,8-9. Dicha misiva, conocida como
“la carta de las muchas lágrimas”, también se extravió.
53
«Pablo no es, pues, ni un judío teñido de helenismo ni un griego teñido de judaísmo. Es, con la máxima
fuerza posible, totalmente judío y totalmente griego» (J. SÁNCHEZ BOSCH, Nacido a tiempo, 24).
54
«En sus cartas solo se hallan máximas o lugares comunes de la sabiduría popular y de los filósofos y
dramaturgos popularizados. Incluso cuando parece citar a Menandro (Tais,218 = 1Cor 15,33), probablemente
no hace otra cosa que repetir un tópico literario convertido ya en refrán (se puede citar el dicho “La religión es
el opio del pueblo” sin haber leído El Capital de Karl Marx)» (A. PIÑERO, Guía para entender el Nuevo
Testamento, 257).
55
Escritores antiguos testimonian violaciones a la ley que prohibía azotar a los ciudadanos romanos, no
obstante las severas penas con las que se castigaba a los transgresores de dicha ley. Al respecto, Flavio Josefo
relata: «Detuvieron a muchas personas pacíficas y las condujeron ante Floro, que, tras mandar azotarlas, las crucificó.
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Introducción al Corpus Paulinum 26
E/. Antes de conocer y aceptar a Jesús como el Mesías perseguías a los que
pertenecen a «el Camino»56 (así es como tu amigo Lucas llama a los que creen en
Jesús). Cuéntanos un poco de aquella experiencia. ¿Por qué lo hacías? ¿Qué te
molestaba de estas personas?
P/. Como ya les dije cuando les hablé de mi juventud, fui formado como
fariseo en Jerusalén. Esta formación me llevó a una observancia fiel de la
Torah, que, sinceramente, rayaba en el fanatismo 57. Esto hizo que viera con
malos ojos todo aquello que pudiera oponerse a nuestra fe judía (cf. 1Cor 15,9;
Ga 1,22-23; Flp 3,6). Aunque no conocí personalmente al Señor Jesús sí había
escuchado que no pocos judíos en Jerusalén y en Judea estaban predicando que
Aquel que había sido crucificado por manos romanas ahora estaba vivo. Estos
Unos tres mil seiscientos fue el número total de los que murieron aquel día, contando a las mujeres y a los niños, pues
ni siquiera se respetó a los recién nacidos. Lo que empeoró esta desgracia fue el hecho de que los romanos obraran
con una crueldad hasta entonces desconocida. Puesto que Floro se atrevió a lo que antes nadie había hecho, a saber,
azotar delante de su tribuna y crucificar a ciudadanos de la orden ecuestre, que, a pesar de ser judíos, gozaban también
de la dignidad romana» (La Guerra de los judíos, libro II, 305-308).
56
El título ἡ ὁδός para referirse a los seguidores de Jesús es exclusivamente lucano (cf. Hch 9,2; 19,9.23; 22,4;
24,14.22). ¿De dónde lo tomó el evangelista? ¿Es creación suya o lo aprendió de alguna comunidad creyente? Realmente
resulta difícil dar respuesta a estos interrogantes. Probablemente, este título servía para contrarrestar el de “secta” dado
por los judíos a los cristianos (cf. (J.A. FITZMYER, Los Hechos de los Apóstoles, II, 20-21).
57
BENEDICTO XVI, Audiencia general, 8 de noviembre de 2006.
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Introducción al Corpus Paulinum 27
E/. Querido Saulo Pablo, háblanos, por favor, de aquel acontecimiento que
cambió para siempre tu vida61. Me refiero a lo que te sucedió en la vía que
conduce a Damasco.
58
BENEDICTO XVI, Audiencia general, 27 de agosto de 2008.
59
En Hch 9,2 Lucas emplea la forma verbal δεδεμένους (Participio perfecto pasivo acusativo masculino plural del
verbo δέω, que significa “atar, amarrar, envolver”). Siendo un participio perfecto podemos comprender que la
persecución de Saulo Pablo contra los seguidores de Jesús fue una acción repetitiva, permanente.
60
En Hch 7,58 aparece el sustantivo νεανίας, «joven», que hace referencia a una persona cuya edad oscila entre
los 20 y los 40 años.
61
La liturgia católica llama a este evento “la conversión de Pablo”, festejándolo el 25 de enero. Sin embargo,
“conversión” no es el vocablo más apropiado para describir esta experiencia paulina. Saulo Pablo «en ningún
momento menciona la existencia de dos “religiones”, la judía y la cristiana; tampoco señala que se haya
“convertido” de una a otra; ni siquiera que abandonara el judaísmo tras sentirse llamado para predicar a Cristo
entre los gentiles. Uno puede llevar un tipo de vida u otro en el marco de una religión sin salir de ella, y cambiar
de tipo de vida en el marco de una religión no significa renunciar a ella para convertirse a otra» (C.A. SEGOVIA,
Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 80). No podemos tampoco hablar de una “conversión
moral”, pues el mismo Pablo se describe así: κατὰ δικαιοσύνην τὴν ἐν νόμῳ γενόμενος ἄμεμπτος (Flp 3,6b).
K. Stendahl se refiere a este evento como «llamada», al estilo de Isaías y Jeremías (cf. ID., Paul among Jews
and Gentiles, 7-23.
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Introducción al Corpus Paulinum 28
62
La expresión «amenazas y muertes» es una endíadis (o hendíadis), cuya intención es dejar claro que en
verdad Saulo Pablo perseguía sin tregua a la Iglesia de Jesús.
63
Desconocemos de cuál sumo sacerdote se habla aquí. «Puede haber sido Caifás, sumo sacerdote entre el
18-36 d.C., o Jonatán, hijo de Ananus, que fue sumo sacerdote por poco tiempo, durante el 36-37 d.C.» (J.A.
FITZMYER, Los Hechos de los Apóstoles, II, 19).
64
Teniendo en cuenta que el sumo sacerdote, residente en Jerusalén, no ejercía ningún tipo de autoridad
sobre los judíos de la diáspora, la expresión «pedir cartas» no debe ser entendida como si Pablo hubiera obtenido
de la máxima figura religiosa de la ciudad sagrada la autorización de arrestar a los cristianos residentes en Siria,
sino más bien como cartas de recomendación expedidas por el Sanedrín y dirigidas a los jefes de las sinagogas
de Damasco, con el fin de advertir sobre la peligrosidad de los seguidores de Jesús y la importancia de tomar
medidas disciplinares para detener su propagación. Cf. J. ROLOFF, Hechos de los Apóstoles, 202.
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Introducción al Corpus Paulinum 29
65
Obviamente, se trata de una comprensión parcial o inicial, puesto que la comprensión plena tanto de la
Persona de Jesucristo, así como de su íntima relación con sus discípulos requiere de un tiempo prolongado de
oración y formación. En el caso de Saulo Pablo, las comunidades cristianas ya existentes jugaron un papel
fundamental.
66
San Agustín llamará a esta comunión el Christus totus (cf. In Ioh XXI,8).
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Introducción al Corpus Paulinum 30
P/. Pocos días después «me fui a Arabia67» (Ga 1,17), donde pude adentrarme
aún más en aquello que vi y escuché en la vía a Damasco. Fue un tiempo de
oración intensa y profunda contemplación. De Arabia nuevamente volví a
Damasco. (Ga 1,17). Allí me puse a predicar a Jesús en las sinagogas, demostrando
a todos que él es el Hijo de Dios. Recuerdo que quienes me oían quedaban atónitos
y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que
invocan ese nombre, y ha venido aquí con el objeto de llevárselos encadenados a los
sumos sacerdotes?». Pero yo me fortalecía cada vez más y confundía a los judíos
que vivían en aquella ciudad demostrándoles que Jesús es el Mesías (cf. Hch 9,20-
22). «Luego, después de tres años, subí a Jerusalén a visitar a Cefas, y permanecí
con él quince días» (Ga 1,18). Mi objetivo era hablar con aquel que había
conocido más de cerca a Jesús. «Después fui a las regiones de Siria y de
Cilicia», también allí prediqué el Evangelio, consciente de que anunciar a Cristo
«no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe.
Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!» (1Cor 9,16).
No puedo dejar de mencionar aquí algo que me parece de vital importancia:
el acompañamiento que algunas comunidades creyentes me brindaron en mis
primeros pasos dentro del seguimiento de Jesucristo 68. Resalto y agradezco la
ayuda que me brindó la iglesia de Antioquia de Siria. En esta comunidad
creció y se fortaleció mi adhesión al Mesías. Estos hermanos apoyaron mis
viajes misioneros con sus oraciones y sus aportes económicos. Antioquía de
Siria llegó a ser mi segundo hogar, el punto de partida y de llegada de mis
67
Al hablar de «Arabia», Pablo no se refiere a la Península Arábiga, sino al reino árabe de los nabateos,
ubicado entre el Mar Muerto y el Éufrates (desde el sureste de Jerusalén hacia el norte). Llegó a incluir por
algún tiempo a Damasco.
68
Joseph A. Fitzmyer nos ofrece un interesante comentario acerca de la importancia que para Pablo tuvieron
las comunidades cristianas en su comprensión del misterio de Cristo: «Él no fue el iniciador de ese movimiento,
sino que se unió a él después que habían comenzado sus esfuerzos misioneros. Cabe, pues, afirmar a priori que
Pablo heredó de la tradición primera de la Iglesia algunas ideas al menos sobre Cristo […] Existen de hecho
indicios claros de su dependencia de la tradición apostólica de la primitiva Iglesia: de su kerigma, su liturgia,
sus himnos, sus fórmulas de confesión, su terminología teológica y su parenesis. En las cartas de Pablo podemos
encontrar fragmentos del kerigma primitivo (1Ts 1,10; Ga l,3‐4; 1Cor 15,2‐7; Rm 1,2‐4; 2,16; 8,34; 10,8‐9).
Pablo incorporó elementos de la primitiva liturgia, por ejemplo, la fórmula eucarística (¿de origen antioqueno?;
1Cor 11,23‐25); plegarias, como «Amén» (1Ts 3,13; Ga 6,18; cf. 1Cor 14,16; 2Cor 1,20), «Maranatha» (1Cor
16,22), «Abbá, Padre» (Ga 4,6; Rm 8,15); doxologías (Ga 1,5; Flp 4,20; Rm 11,36; ¿16,27?; Ef 3,21), e himnos
(Flp 2,6‐11; Col 1,15‐20; Ef 5,14 [cf. 1Tm 3,16]). Sus fórmulas de confesión son un eco de las que se hacían
en la primitiva Iglesia: «Jesús es el Señor» (1Cor 12,13; Rm 10,9), «Jesús es el Cristo» (1Cor 3,11). También
recibió en herencia cierto número de términos teológicos, como el título de Kyrios, «Hijo de Dios»; la palabra
«apóstol»; la expresión baptizo eis, «Iglesia de Dios», etc. Por último, ciertas partes exhortativas de sus cartas
dan a entender, por la terminología que emplea, que Pablo está haciendo suyo un material, parenético o
catequético, extraído del uso corriente (1Ts 4,1‐12; 1Cor 6,9‐10; Ga 5,19‐21; Ef 5,5‐21). Además, se dan casos
en que Pablo llama la atención explícitamente sobre el hecho de estar transmitiendo lo que él «ha recibido»
(paralambano). Cf. 1Cor 11,2.23; 2Ts 2,15; 3,6; 1Cor 15,1.3; 1Ts 2,13; Ga l,9.12; Flp 4,9; Rm 6,17) […] Apela
a las costumbres de las iglesias (cf. 1Cor 11,16) Y recomienda fidelidad a la Tradición (1Cor 11,2; 15,2; 2Ts
2,15) […]» (J.A. FITZMYER, Teología de San Pablo, 15 - versión digital).
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Introducción al Corpus Paulinum 31
grandes correrías evangelizadoras 69. Además, fue allí donde aprendió a vivir
la “comunión de mesa” con los no judíos, cosa que para los de mi raza y religión
no es tan fácil70.
E/. Saulo, ahora queremos pedirte que centremos la atención en tus viajes
misioneros. Dinos, por favor: ¿Qué te movió a visitar tantos lugares del Asia
Menor y de Europa?
P/. Tres han sido mis largos desplazamientos misioneros. Alrededor de diez años
prediqué el Evangelio en Asia Menor y Grecia, y fundé algunas comunidades71 que
tienen «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos,
que está sobre todos, por todos y en todos» (Ef 4,5-6). A varias de estas comunidades
pude volver a visitarlas y así fortalecerlas en el Señor. Siempre me he preocupado por
mantener comunicación con todas ellas. Por esta razón, de una parte, organicé algo
así como una red de comunicadores, o sea, creyentes de las distintas comunidades que
hacen las veces de puente entre ellas y yo72. Debo destacar aquí la presencia de las
mujeres en dicha red; constituyen la mayoría. Y, de otra parte, envié varias cartas a
algunas comunidades, con la esperanza de que fueran leídas en público (1Ts 5,27) y
compartidas con otras iglesias (Col 4,16).
¿Saben algo? Mi traslado a esta ciudad73 podría ser considerado también un viaje
misionero, el cuarto, pues tanto en el barco que nos traía a Roma, como a lo largo de
estos años de permanencia en esta metrópoli no he dejado de anunciar el evangelio a
quienes han entrado en contacto conmigo. Recuerdo que, apenas llegué a Roma,
me dieron la oportunidad de estar en una casa, bajo vigilancia, en espera de que
se resolviera mi situación. En dicha casa, cuyo alquiler debía pagar yo — aquí
tengo que agradecer a los creyentes de esta ciudad porque, con gran
generosidad, han proveído a todas mis necesidades — tuve la oportunidad de
recibir a quienes acudían a mí en busca de consejo, consuelo, oración; a todos
predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda
valentía, sin estorbo alguno (cf. Hch 28,30-31).
69
En su primer viaje misionero, narrado por Lucas en Hch 13,1‒14,28, San Pablo llegó a Chipre y a varias
ciudades del Asia Menor (aprox. 46-49 d.C.). El segundo viaje (aprox. 50-54 d.C.) lo llevó nuevamente a Asia
Menor y a algunos lugares de Europa, entre ellos, Corinto (cf. Hch 15,36‒18,22). En su tercera correría
misionera (aprox. 54-58 d.C.) el apóstol predicó en Éfeso, Ancira, Macedonia, entre otros (cf. Hch 18,23‒
21,16). El último viaje lo realizó a Roma (cf. Hch 27‒28), pero esta vez en calidad de prisionero (cf. Hch 21,26-
36). Allí fue martirizado, bajo el gobierno de Nerón.
70
Las comunidades cristianas de Antioquía eran mixtas, o sea, judíos y paganos juntos.
71
Desconocemos cuánto tiempo duró el apóstol en cada lugar que visitó.
72
En las cartas de Pablo se mencionan más de cincuenta nombres de personas que colaboran. Ejemplo de
esto lo encontramos en Rm 16,1-15.21-23.
73
Roma, donde se encuentra preso.
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Introducción al Corpus Paulinum 32
Como podrán darse cuenta en la descripción que les haré de mis travesías
evangelizadoras, los paganos o gentiles han ocupado siempre un puesto significativo.
Al igual que Jesús, el Mesías, he hecho mío el anhelo del Eterno: «que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tm 2,4). Como
Jeremías, Isaías y otros elegidos por el Señor, yo también he querido contribuir a la
plena realización de la promesa hecha por el Bendito a nuestro padre Abraham74,
promesa que consta de tres partes: 1. El patriarca, a pesar de su vejez, tendría un
hijo. Y, a través de este hijo, Dios le daría una descendencia tan numerosa como
las estrellas del cielo y como las arenas del mar. 2. El Señor le daría una tierra
que manaría leche y miel. 3. Dios lo haría padre de numerosos pueblos. Las
naciones serían bendecidas por medio de él (cf. Gn 12,3; 18,18).
Esta promesa no se ha cumplido en su totalidad. Aunque la descendencia de
Abraham es numerosa (en todo el territorio del Imperio Romano estamos
presentes los judíos) y el Señor nos ha dado una tierra que mana leche y miel,
aun así, falta que Abraham sea el padre de pueblos. Varios profetas de nuestro
pueblo han anunciado que, al final de los tiempos, se cumplirá plenamente la promesa
(cf. Is 2,2-4; 11,10; 19,24-25; 25,6-8; 56,3.6-7; 60–62; 66,18-21; Miq 4,1-4; Zac 8,20-
23). No les miento: ¡ya estamos en esos últimos tiempos! El Mesías está por venir. Su
regreso es inminente (cf. 1Cor 7,29). Esto es lo que me ha movido a trabajar sin
descanso, buscando que los gentiles conozcan y acepten cuanto antes al Mesías y así,
por medio de él, sean hijos de Abraham. El número exacto de paganos que deben
recibir este anuncio no lo sé, solo lo sabe mi Dios, pero cuando ese número se
complete, ¡muy pronto!, el Reino de Dios se establecerá definitivamente en este
mundo, el Mesías dominará sobre todos y podremos estar con él para siempre.
¡Pero atención! Cuando hablo aquí de los gentiles como hijos de Abraham,
no quiero que piensen en la circuncisión, necesaria para hacerse judío. ¡De
ninguna manera! Piensen más bien en la aceptación de Jesús como el Mesías.
Este es el nuevo y definitivo modo de pertenecer al Israel de Dios, amado y
elegido por Él. Esta es la verdadera circuncisión (cf. Flp 3,3). Recuerdo que en
una de mis cartas escribí estas palabras: «¿Que fue uno llamado siendo
circunciso? No rehaga su prepucio. ¿Que fue llamado siendo incircunciso? No se
circuncide». (1Cor 7,18). Mi convicción es que los paganos no deben convertirse a
mi religión. Y no obstante esto, ellos recibirán la misma recompensa que nos está
reservada a nosotros los judíos. No habrá ninguna diferencia al momento de la
recompensa eterna. Si bien es cierto que nosotros somos los «hijos naturales de
Dios» y los paganos son «sus hijos adoptivos», en el juicio final seremos tratados de
la misma manera. Quizá resulte iluminador aquello que sucede en el Imperio
74
La promesa completa se encuentra en el libro del Génesis 12–18.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 33
Romano, en relación con los hijos adoptivos, que gozan de los mismos privilegios
que los hijos naturales.
P/. Empecemos por el primer viaje (cf. Hch 13‒14), encomendado a un gran
maestro y amigo, el chipriota Bernabé. Juntos partimos de Antioquía (cf. Hch 13,1-
3). Nuestro primer destino fue la hermosa isla de Chipre. Recuerdo que antes de
partir de este lugar, mientras estábamos en Pafos, el Señor tocó el corazón del
procónsul Sergio Paulo, hombre prudente (Hch 13,7), que aceptó el Evangelio
por nosotros predicado (Hch 13,12).
De Chipre llegamos
a las costas del sur de
Anatolia76, pasando
por las ciudades de
Atalía, Perge de
Panfilia, Antioquía de
Pisidia, Iconio, Listra
y Derbe, desde donde
regresamos al punto
de partida. Este primer
viaje misionero duró
poco más de tres
años77.
Al llegar a Antioquía de Siria, Bernabé y yo reunimos a los hermanos y les
contamos todo cuanto Dios, a través de nosotros, había hecho en las ciudades que
recorrimos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe (cf. Hch 14,27).
Realmente estábamos felices, y no era para menos, pues los paganos habían
aceptado a Jesucristo en sus corazones.
Desafortunadamente, cuando los hermanos de Jerusalén se enteraron de
nuestra labor evangelizadora en tierras paganas empezaron a discutir en torno a
estas cuestiones: ¿Tenían que circuncidarse los gentiles convertidos? ¿Estaban
obligados a observar la ley de Moisés? ¿Habían de atenerse a las
prescripciones farisaicas en materia de alimentos? Fueron días de tensión no
solo en Jerusalén, también en nuestra comunidad. Como si fuera poco, a
75
La descripción de los viajes de San Pablo está basada en: BENEDICTO XVI, Audiencia general, 27 de
agosto de 2008.
76
Hoy Turquía
77
Entre los años 45/46 – 49 d.C.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 34
E/ Querido Saulo Pablo, perdón por interrumpir tu relato acerca de los viajes
misioneros. Tengo entendido que después de esa asamblea en Jerusalén, en la que el
apóstol Pedro apoyó tu ministerio entre los paganos, tuviste un altercado con él. ¿Es
verdad? ¿Qué pasó?
78
El problema que describe Pablo no es una simple cuestión teológica, tiene también connotaciones
políticas, pues está relacionado con el nacionalismo tan fuerte de los judíos. El apóstol quiere convencer a los
judíos que superen este nacionalismo y acojan a los gentiles sin exigirles la observancia de algunos ritos o
costumbres. Lo que en verdad cuenta es la adhesión a Jesucristo: «ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre;
ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Ga 3,28). Este modo de pensar de Pablo
encontró una fortísima oposición entre los judíos.
79
Posiblemente, se trata del viaje que Pablo menciona en Gálatas 2,1: « Luego, al cabo de catorce años, subí
nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito».
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 35
de toda la comunidad. Recuerdo que le dije: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y
no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?» (Ga 2,14). Después de este
episodio mi relación con Pedro fue la misma de antes: gran respeto y admiración por
aquel a quien el Mesías llamó al inició de su ministerio público.
E/. Después de esta interrupción, te pido que nos sigas relatando tus viajes
evangelizadores.
80
Esto se deduce del hecho de que, al narrar Lucas en su segundo volumen la visita a esta ciudad, lo hace
en primera persona plural (“nosotros”). Esta forma se encuentra también en Hch 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18 y
27,1–28,16. Podría decirse — aunque muchos estudiosos se oponen a esto — que el autor estuvo presente en
los sucesos aquí narrados.
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Introducción al Corpus Paulinum 36
«que era de la región del Ponto81», y a su esposa Prisca o Priscila (Hch 18,2-3)
que, al igual que muchos de mi raza fueron expulsados de Roma por un edicto
del emperador Claudio82. Durante nuestra estancia en esta ciudad, que se
prolongó por año y medio — si mis cálculos no me fallan, entre los años 50 y
52 — numerosos judíos y griegos aceptaron el Evangelio por nosotros
predicado, naciendo así una vigorosa iglesia. Fue en esta época donde el
Bendito por los siglos me permitió escribir la primera de mis cartas, dirigida a
la amada comunidad de los tesalonicenses. Una comunidad que estaba siendo
perseguida violentamente por mis hermanos judíos y que, al mismo tiempo, se
cuestionaba en torno al destino de quienes eran cruelmente martirizados.
Desde Corinto, pasando por Cencreas, puerto oriental de la ciudad, nos dirigimos
hacia Palestina, llegando a Cesarea Marítima, desde donde subimos a Jerusalén para
regresar después a nuestra apreciada Antioquía. Este segundo viaje duró también poco
más de tres años83.
Nuestro tercer viaje (cf. Hch 18,23‒21,16) comenzó, como siempre, en la
ciudad de Antioquía. Desde allí partimos hacia Éfeso, capital de la provincia
de Asia, donde permanecimos cerca de tres años (cf. Hch 20,31). Esta ciudad
llegó a convertirse en nuestro centro de operaciones misioneras. Diariamente,
por dos años, prediqué en la escuela de un neocreyente, de nombre Tirano
(cf. Hch 19,9). Muchos habitantes de Asia pudieron oír la Palabra del Señor
(cf. Hch 19,10) y reconocer a Jesús como el Mesías y el Salvador.
Quiero que sepan algo
importante para mí. En
este tercer viaje
evangelizador el Señor,
Dios de Israel, me
permitió escribir varias
cartas. Estando en Éfeso
tuve un intercambio
epistolar con la amada —
aunque no fácil —
comunidad de Corinto. La primera misiva84 que les envié tenía como objetivo
pedirles que no mantuvieran trato con quienes, llamándose hermanos, eran
impuros, avaros, idólatras, difamadores, borrachos o ladrones. Con ésos ¡ni
comer! (cf. 1Cor 5,9-11). Poco tiempo después de haberles enviado esta
81
Región ubicada al norte del Asia Menor.
82
Claudio fue emperador entre los años 41 al 54 d.C. El decreto, por el que ordenaba que los judíos fueran
expulsados de Roma, puede datarse del año 49 d.C.
83
49/50 – 52/53 d.C.
84
Esta carta se perdió.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 37
85
Corresponde a la actual Primera Corintios.
86
Esta carta también se perdió.
87
Cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 193.
88
El templo dedicado a Artemisia, en Éfeso, el Artemision, era una de las siete maravillas del mundo antiguo.
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Introducción al Corpus Paulinum 38
En esta ciudad pude escribir dos cartas: la primera dirigida a las iglesias de los
gálatas. Y la segunda con destino a las iglesias de Roma. Esta última es para mí
la más importante de todas las misivas que el Eterno me ha permitido escribir.
Dediqué largas jornadas a reflexionar sobre su contenido. Esto la hace diferente
a las demás, caracterizadas por la rapidez con que tuve que redactarlas y
enviarlas, debido a las problemáticas e interrogantes que iban surgiendo en las
comunidades por nosotros fundadas.
De Corinto regresamos a Macedonia, llegamos en barco a Tróade y, después,
tocando apenas las islas de Mitilene, Quíos y Samos, llegamos a Mileto, donde
tuvimos un encuentro muy emotivo con los ancianos de la Iglesia de Éfeso. A ellos
les hablé claramente de las cualidades del auténtico pastor de la Iglesia (cf. Hch 20).
Desde allí volvimos a zarpar en un barco de vela hacia Tiro; llegamos a
Cesarea Marítima y subimos una vez más a Jerusalén. En la ciudad sagrada fui
arrestado, a causa del malentendido del que ya les hablé: algunos judíos habían
confundido con paganos a otros judíos de origen griego, introducidos por mí en el
área del templo reservada a los israelitas.
No puedo concluir la narración de este tercer viaje, que duró poco más de cuatro
años89, sin mencionarles la colecta que promovimos entre los creyentes en favor de
nuestros hermanos de Judea, gravemente afectados por el hambre, que aún sigue
devastando varios lugares del Imperio. Recuerdo con inmensa gratitud cómo las
iglesias de Galacia, Macedonia y Acaya (cf. 1Cor 16,1; Rm 15,25‐26) participaron
con generosidad y alegría en esta colecta, la cual fue entregada a Santiago y a los
presbíteros (cf. Hch 21,18), en Jerusalén, para que la distribuyera entre los creyentes.
El cuarto y último viaje me
condujo a esta ciudad. Sé que
es el último porque estoy
seguro de que aquí derramaré
mi sangre por Aquel que la
derramó en la cruz por la
humanidad. Antes de llegar al
corazón del Imperio, tocamos
las islas mediterráneas de
Creta y Malta, y después las
ciudades de Siracusa, Reggio Calabria y Pozzuoli.
Estos son algunos de los lugares que el Bendito por los siglos me ha permito
visitar y evangelizar. Sin descanso he anunciado en todos ellos que Jesús es el
Mesías judío y el Rey Resucitado de todas las naciones. Para ser parte de su
reino lo único que se nos pide es confiar en él y seguir sus enseñanzas.
89
53/54 – 57/58 d.C.
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Introducción al Corpus Paulinum 39
Aunque te suene extraño, cada vez que llegaba a una ciudad empezaba a
predicar en la sinagoga. Quería que mis hermanos de raza y religión
reconocieran que el Mesías ya había venido y había entregado su vida por todos
en la cruz90. Tristemente, la mayoría de los judíos asumió una actitud de rechazo
de cara a mi Evangelio.
Les comparto un precioso fruto de mis viajes: Mi predicación suscitó varias
iglesias. Los que aceptaban el Evangelio se congregaban para orar, para celebrar
la Eucaristía, para estudiar las enseñanzas de los apóstoles y para vivir la
caridad. Ellos comprendían muy bien que la fe en Jesús se vive en comunidad.
Estas comunidades son abiertas a todos: judíos y paganos, ricos y pobres,
esclavos y libres, pues «no hay acepción de personas en Dios» (Rm 2,11).
Una de mis preocupaciones fue dejar al frente de cada comunidad un líder
que, con la sabiduría y la fortaleza del Espíritu Santo, guiara a los hermanos, en
fidelidad a mis enseñanzas. Sabiendo que «Dios no es un Dios de confusión,
sino de paz» (1Cor 14,33), nunca permití que las iglesias nacientes fueran
acéfalas. Si bien es cierto que el Mesías es la cabeza de la Iglesia (cf. Ef 5,23),
no es menos cierto el que Él siempre elige a algunos hermanos para ponerlos al
frente de su comunidad (cf. 1Cor 12,28).
E/. Supongo que estos viajes misioneros no fueron fáciles. Habrás tenido
muchos sufrimientos, tal y como te lo hizo saber el Señor por boca de Ananías.
P/. «Cinco veces he recibido de los judíos los cuarenta azotes menos uno.
Tres veces he sido azotado con varas; una vez lapidado; tres veces
naufragué; un día y una noche pasé en alta mar […] Tuve que afrontar
peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros
de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblado; peligros por
mar; peligros entre falsos hermanos; trabajos y fatigas; noches sin dormir,
muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez»
(2Cor 11,24-27)91. No en pocos lugares fui acusado de rebelión contra el
Imperio. Pero, al arrestarme e interrogarme, las autoridades se daban cuenta
de que ni mi persona ni mi mensaje representaban una amenaza para Roma.
No puedo negarles que me aflige muchísimo el hecho de que mis primeros
inculpadores hayan sido siempre mis propios hermanos de linaje y de culto: los
judíos. Una de las razones que los ha llevado a despreciarme es la táctica usada por
90
La insistencia de Pablo en su predicación en las sinagogas era Jesús como Mesías. Muy seguramente, en
relación con la divinidad del Cristo, el apóstol se mostró muy prudente, sabiendo que podía ser declarado
idólatra. Si los rabinos le permitieron hablar abiertamente en las sinagogas fue porque no vieron en su discurso
un peligro para su fe monoteísta. En el s. I nadie podía predicar en una sinagoga la divinización de una persona.
91
Véase también 2Cor 6,3-10.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 40
E/. Querido Saulo Pablo, para concluir esta entrevista ¿podrías decirnos
en qué consiste tu evangelio? ¿Cuál es el mensaje que predicas con tanta
pasión en distintos lugares del Imperio?
celador extremo de la ley de Moisés; sus largas horas de oración en el Templo eran proverbiales y combinaba un
judaísmo irreprochable con la firme creencia de que Jesús era el Mesías» (A. PIÑERO, Guía para entender el Nuevo
Testamento, 260).
95
«En ambiente judío se transmite una antigua palabra que data aproximadamente del año 200 a.C.,
anterior unos tres siglos a la constitución de nuestro Nuevo Testamento. Esta palabra se encuentra al inicio
de un pequeño tratado llamado Pirqé Avot, perteneciente a la Mishná (una voluminosa compilación rabínica
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 42
de las tradiciones orales, realizada por Judas el Príncipe, hacia finales del s. II d.C.). En boca de Simeón el
Justo, sumo sacerdote de Jerusalén, a finales del s. III a.C., aparecen estas palabras: “El mundo está
cimentado sobre tres columnas: el estudio de la Torah, la ʻavodà (el servicio del culto, la oración) y las obras
de misericordia”» (B. STANDAERT, Paolo e le tre colonne, 12).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 43
96
En griego se usa ἱερουργοῦντα: se trata de un participio presente del verbo ἱερουργέω, que traduce
«ejercer un ministerio sacerdotal».
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Introducción al Corpus Paulinum 44
buenas acciones que estos realizan (cf. Rm 11,6; 2Tm 1,9; Tt 3,5). Somos salvos
por la iniciativa misericordiosa y gratuita de Dios (cf. 2Cor 4,1; Rm 3,24;
9,15.18.23; Ef 2,5b) y esta salvación ha de llevarnos a vivir la caridad en todo
tiempo y circunstancia (cf. 1Cor 13,1-13). Yo, por ejemplo, encontré un modo
concreto de hacerlo: colaborando en la gran colecta a favor de la comunidad de
Jerusalén (cf. Rm 15,25-29; 1Cor 16,1; 2Cor 8‒9). «Este servicio no solamente
suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de
gracias a Dios» (2Cor 9,12).
E/. Muy amado Saulo Pablo, te damos gracias por habernos regalado este
inolvidable momento para dialogar contigo. Esperamos que no te canses de
orar por nosotros.
P/. Gracias a Ustedes. Y que «el Señor Jesucristo derrame su gracia sobre
ustedes» (Flp 4,23).
97
Digamos algo acerca del canon neotestamentario, puesto que no es un orden que nos permita comprender
bien las cosas. Aparecen, en primer lugar, los evangelios, seguidos de Hechos. Vienen luego las cartas de Pablo,
con Romanos ⸻ uno de los últimos escritos paulinos ⸻ a la cabeza. Este orden ha llevado a muchos a
desconocer que el primero que escribió acerca de Jesucristo fue Saulo Pablo. El apóstol escribió entre 20 a 25
años antes de Marcos. Por lo tanto, la literatura paulina debería ser para quien esté interesado en conocer a Jesús
la puerta de acceso. Hay que aclarar, empero, que entre las cartas de Pablo solo hay siete de las que tenemos
certeza que fueron escritas o dictadas por el mismo apóstol: Primera de Tesalonicenses (1Ts), Gálatas (Ga),
Primera y Segunda de Corintios (1Cor – 2Cor), Filipenses (Flp), Filemón (Fm) y Romanos (Rm). Las demás
son de sus discípulos.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 45
paulinas unidos entre sí. Quedaron reducidas luego a siete, porque desde la época del
exilio babilónico, e incluso antes, el siete era el número de la plenitud, como se ve
claramente en el Apocalipsis. El que Col, Ef y 2 Tes se añadieran en el siglo II al incipiente
corpus paulino no quiere decir que fueran escritas en ese momento. Probablemente son
anteriores (hacia el año 80/90), pero se consolidaron como paulinas solo con el paso del
tiempo y en circunstancias que desconocemos. Con este añadido fueron diez las epístolas
paulinas. Un poco después — no sabemos exactamente cuándo, quizá hacia mediados del
siglo II —, se efectuó otro añadido, las tres Epístolas Pastorales: 1 y 2Tm y Tt, también
compuestas anteriormente (la mayoría de los investigadores supone que después de Col,
Ef y 2 Ts). Con esto eran ya trece las cartas «de Pablo». Para lograr el número catorce
(dos veces siete) se incluyó la Epístola a los Hebreos en la lista de cartas paulinas, ya en
época tardía, probablemente en el siglo III. Lo sabemos con cierta seguridad porque Ireneo
de Lyon, en su obra Contra las herejías, conoce y admite como sagradas trece epístolas
de Pablo (incluidas las Cartas Pastorales), pero nada sabe de Hebreos. Probablemente esta
«epístola» no es ni siquiera eso, sino una homilía bautismal, pasada a texto escrito, a la
que se le añadió una conclusión epistolar secundaria: «Os ruego, hermanos, que aceptéis
mi discurso de exhortación, pues os he enviado un breve mensaje. Sabed que nuestro
hermano Timoteo ha sido liberado. Si viene pronto, iré con él a veros. Saludad a todos
vuestros dirigentes y a todos los santos. Os saludan los de Italia. La gracia sea con todos
vosotros. Amén» (Hb 13,22-25). Este lento proceso de recogida, edición y aumento del
canon paulino causó una transformación de lo que pudo ser el corpus original de las cartas
de Pablo en el caso de que se hubieran recogido tal cual en el momento de su muerte. Se
produjo: 1. Una nueva configuración de las cartas originales, con cierta pérdida de
material primigenio. 2. Una atribución a Pablo de ideas teológicas no suyas, sino de sus
discípulos. Estas nuevas ideas pudieron en algunos casos complementar las auténticas
(¿caso de Col y Ef?); en otros distorsionar el pensamiento de Pablo en ciertos campos (2Ts
y Pastorales), o bien introducir añadidos ajenos a sus ideas, como Hebreos. 3. Se favoreció
la creación de pequeñas o grandes glosas a las cartas auténticas cuando estas eran
editadas..., aunque esos añadidos pueden ser interesantes para ver qué pensaban en
realidad los discípulos de Pablo98.
Estas cartas constituyen el primer y más importante testimonio para conocer la
vida y el pensamiento del apóstol tarsiota. «El apóstol de las gentes no ha escrito
poesías o novelas, o diálogos filosóficos; él ha dictado, por el contrario, cartas
personales a sus comunidades, con el fin de confirmar y reforzar su fe en el
Señor Jesucristo»99.
Otra fuente está constituida por los Hechos de los Apóstoles, el segundo
volumen de la obra lucana100. La personalidad de Pablo y su actividad misionera
ocupan alrededor de las tres cuartas partes de este libro. Su redacción se remonta
98
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 23-24.
99
S.N. BRODEUR, Il cuore di Paolo è il cuore di Cristo, I, 15.
100
Hoy se discute entre los estudiosos cuándo fue escrito el segundo volumen de la Obra Lucana.
Tradicionalmente se ha afirmado que la redacción se dio en la década de los 80. Sin embargo, algunos
investigadores contemporáneos la han retrasado, con argumentos muy sólidos, hasta el primer tercio del siglo
II (cf. R.I. PERVO, Dating Acts. Between the Evangelists and the Apologists. J.B. TYSON, Marcion and Luke-
Acts: A Defining Struggle.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 46
a unos treinta años después de las primeras cartas de Pablo. Esta fuente es la
que más ha influido en Occidente al momento de entender a Pablo. Este libro
se escribió años después de la muerte del apóstol. Los destinatarios de esta obra
son personas que tienen un buen concepto del tarsiota: para ellos el apóstol es
un héroe. Él ha sido el fundador de las comunidades a las que pertenecen. Esto
nos lleva a entender por qué Lucas presenta una imagen idealizada del gran
misionero. Decir “imagen idealizada” no significa que el evangelista haya
inventado la información que nos suministra. En realidad, él posee buena
información, conoce muchas cosas acerca de Saulo Pablo. Esto nos lleva a
afirmar que esta fuente no debe ser despreciada o minusvalorada.
101
«No parece posible que un historiador que escribe sobre uno de sus héroes principales, de treinta a
cincuenta años después de su muerte, ignore por completo una actividad tan fundamental, pues sabemos además
que se hacían copias de sus cartas para enviar a otras iglesias» (A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de
Tarso, 19).
102
J.L. SICRE, El Cuadrante, I, 215.
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R.E. Brown103 nos ofrece un cuadro que permite observar mejor las
diferencias entre la obra lucana y la obra paulina, en relación con los
acontecimientos de la vida de Saulo Pablo.
103
R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, II , 560-561.
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Introducción al Corpus Paulinum 48
judaizantes, su lucha contra las divisiones comunitarias en Corinto o las dificultades que
surgieron en Tesalónica. Lucas no habría estado en compañía de Pablo cuando éste se
esforzaba por formular la esencia de su concepción teológica o por captar el verdadero
significado del evangelio. Así se explicaría la enorme diferencia entre el Pablo descrito en
el libro de los Hechos de los Apóstoles y el Pablo que revelan sus propias cartas […] Por
otra parte, no tenemos ningún dato fidedigno que nos permita afirmar que Lucas llegó a
leer alguna carta de Pablo […] Si Lucas no escribió su obra completa hasta unos diez o
veinte años después del arresto domiciliario — o incluso de la muerte — de Pablo en
Roma, ¿no hay motivos más que suficientes para esperar que haya notables diferencias
entre la teología de Pablo y el «paulinismo» de Lucas? Si Lucas no estaba entre los
colaboradores de Pablo durante aquellos años cruciales en los que el apóstol se enfrentó
con los judaizantes, y si, además, no tuvo ocasión de leer las cartas de Pablo, ¿no cabría
esperar que la imagen que él guardaba de su maestro — tan idílica [idealizada] en muchos
sentidos — fuera sensiblemente distinta de la que nos dan los escritos del propio Pablo?104.
Otros estudiosos, en cambio, no se sienten seguros transitando por los Hechos
de los Apóstoles y creen que el segundo volumen de la obra lucana presenta a
un Pablo que muy poco tiene que ver con el de las cartas105.
A pesar de estas divergencias, hay algo que nadie puede negar y es que los
Hechos de los Apóstoles es la única historia de la Iglesia en sus inicios de la
que disponemos. Esto hace que, al momento de hablar del apóstol de las gentes,
se convierte en una obra de ineludible consulta.
104
J.A. FITZMYER, El evangelio según Lucas, I, 93.97.
105
Cf. A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 20.
106
Cf. S.N. BRODEUR, Il cuore di Paolo è il cuore di Cristo, I, 83-85.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 50
107
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 21.
108
En este y en el siguiente numeral seguimos de cerca a R. FABRIS, Para leer a San Pablo, 6-9.
109
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 20.
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Introducción al Corpus Paulinum 51
que afirman las fuentes canónicas acerca del apóstol. Encontramos también las
Homilías atribuidas a Clemente romano y las Recognitiones (Reconocimientos)
del s. IV. Son fuentes que reflejan la dura polémica antipaulina madurada en los
ambientes judeo-cristianos desde el s. II.
Todos estos textos confirman el impacto que tuvo la personalidad de Pablo
en las primeras generaciones cristianas.
Otros escritos apócrifos todavía menos importantes son las cartas que circulan
bajo el nombre de Pablo, como las enviadas a la iglesia de Corinto, a los laodicenses,
a los alejandrinos y a los colosenses, que pertenecen, todas ellas, a los siglos III y
IV. También la correspondencia epistolar entre Pablo y el filósofo Séneca, que
abarca catorce escritos, de los cuales ocho son cartas enviadas por Séneca y seis son
breves respuestas de Pablo (s. IV). Hay que añadir la Oración de Pablo, hallada en
Egipto en la biblioteca gnóstica de Nag Hammadi.
110
R. Penna ofrece la siguiente explicación de la inscripción: «Como se ve […] Galión es claramente
calificado como “procónsul” y “amigo” de Claudio. Sin embargo, lo que más nos interesa es poder datar
el texto. A este propósito, la indicación más precisa […] es la que se refiere a la 26 a aclamación de
Claudio como “emperador” (autokrátōr). Una inscripción griega encontrada en Caria (cf. BullCorr
Hell 11,1887, 306-308) la hace coincidir con la 12 o renovación de su potestad tribunicia; ésta, además,
como se ve en una inscripción latina en el acueducto del Acqua Claudia en la Porta Maggiore di Roma
(cf. CIL VI 1526) y según una noticia de Frontino (De aquaeductu urbis Romae 13s), corresponde al año
que va desde enero-febrero del 52 a enero-febrero del 53. Pero, porque la citada inscripción latina
(comparada con el texto de Frontino) habla ya de la 27 a aclamación en el mes de agosto del 52, se
sobreentiende que la 26a debe colocarse en el breve periodo que va desde enero-febrero a agosto del año
52. Justamente, en el espacio de estos meses va datado el rescripto de Claudio y el ejercicio del
proconsulado de Galión en Acaya. Esta función duraba un año, con inicio en abril (cf. Dione Cassio
60,17,3). Por lo tanto, habría que preguntarse si Galión, mencionado por Claudio, estaba al inicio de su
mandato (= año 51-52) o más probablemente hacia el final (= año 52-53). De todos modos, la estadía de
Pablo en Corinto, que duró un año y medio (Hch 18,11), coincide, en efecto, con la función proconsular de
Galión y verosímilmente va datada de finales del año 50 a inicios del 52» (ID., L’ambiente storico-culturale,
234-235).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 53
La carta de Claudio, enviada desde Roma entre los meses de abril y julio
del año 52 d.C. y en la que se menciona a Lucio Anneo Galión, con los títulos
de «amigo mío» y «procónsul», constituyó la respuesta imperial al informe
presentado por el mismo Galión, hacia el final de su mandato, acerca de los
problemas demográficos de la ciudad-santuario de Delfos.
Hoy, gracias a los estudios de la arqueología y de la sociología, sabemos
que el oficio de procónsul, en aquel entonces, duraba un año. Esto quiere
decir que Galión, con toda probabilidad, estuvo en Corinto desde la primavera-
verano del 51 hasta la primavera del 52 d.C. Pablo habría comparecido ante él
(cf. Hch 18,12-16) a finales del año 51 o inicios del 52. Con base en estos
datos podemos afirmar que el arribo del apóstol a la capital de Acaya, o sea,
Corinto, pudo haber tenido lugar en el año 50 d.C. 111.
111
Cf. R. FABRIS – S. ROMANELLO, Introduzione, 10-11.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 54
112
Me parece enriquecedor trascribir aquí las palabras de Joseph A. Fitzmyer acerca de la relación de Saulo
Pablo con el Jesús histórico: «Pablo no da prueba alguna de haber conocido personalmente a Jesús en su
ministerio terrestre (ni siquiera 2Cor 5,16 implica que le hubiera conocido). Tampoco podemos imaginar que a
Pablo se le concediera, en el momento de su conversión, una visión cinematográfica de ese ministerio de Jesús.
Es digna de notar la escasez de conocimientos que tenía sobre Jesús, el rabí de Galilea, o sobre lo que se había
escrito en los evangelios acerca de él. Una razón de ello es la fecha tan temprana de las cartas de Pablo (casi
todas fueron escritas antes de que los evangelios tomaran la forma actual que conocemos). Pero una razón
mucho más importante está en el énfasis que Pablo pone, sin haber sido testigo ocular, en los efectos salvíficos
de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que trascienden los datos meramente históricos. Su interés radica
más en estos acontecimientos clave de la vida de Jesús que en detalles acerca de su modo de vida, su ministerio
y su personalidad, o incluso de su mensaje. Es verdad que ocasionalmente alude a Jesús o cita algún dicho de
Jesús (1Ts 4,2.15; 1Cor 7,10 [cf. 25]; 9,14; 13,2; Rm 12,14; 13,9; 16,19); tales citas revelan que algunos dichos
de Jesús habían entrado ya a formar parte del kerigma. No obstante, Pablo presenta con frecuencia estos dichos
como palabras «del Señor» (Kyrios), título que manifiesta la dimensión trascendente que les concedió Pablo.
Él no se interesa por el Jesús histórico como maestro, profeta o fuente cronológica y primer eslabón de la cadena
de tal transmisión. Lo que le preocupa es el Señor exaltado, que es el verdadero agente de toda la tradición que
se desarrolla en el seno de la Iglesia apostólica […] Pablo hace referencia a muy pocos detalles de la vida de
Cristo: Jesús nació de una mujer bajo la ley (Ga 4,4), fue traicionado (1Cor 11,23), instituyó la eucaristía (1Cor
11,23), sufrió el tormento de la cruz (Ga 2,20; 3,1; Flp 2,5; 1Cor 2,2.8), murió (1Cor 15,3), fue sepultado (1Cor
15,4), resucitó de entre los muertos (1Cor 15,4) y subió a los cielos (Ef 4,9). (1 Tim 6,13 hace alusión al
testimonio que da Jesús ante Pilato). Además, estos escasos acontecimientos no están narrados de un modo
directo o a la manera de los evangelistas, sino consignados en contextos de carácter peculiarmente teológico o
kerigmático» (J.A. FITZMYER, Teología de San Pablo, 16 - versión digital).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 57
transmití» (1Cor 11,23; cf. 15,3). Estas palabras no hacen alusión a una
revelación privada de Jesús, sino a la Tradición viva de la Iglesia, que ha
conservada las enseñanzas y acciones de Jesús.
A este punto cabe otra pregunta: ¿Pablo cita algún dicho de Jesús en sus
cartas? Además de las palabras eucarísticas, en 1Cor 11,24-25, encontramos en
1Ts 5,2 una alusión a las enseñanzas de Jesús acerca del día del Señor:
«Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como
un ladrón en la noche» (1Ts 5,2). Jesús, en efecto, había dicho: «Entendedlo
bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón,
estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también
vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo
del hombre» (Mt 24,43-44; cf. Lc 12,39-40).
En 1Cor 7,10-11 Pablo hace referencia a las palabras de Jesús sobre el
divorcio: «En cuanto a los casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer
no se separe del marido, mas en el caso de separarse, que no vuelva a casarse,
o que se reconcilie con su marido, y que el marido no se divorcie de su mujer».
Jesús había dicho: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete
adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete
adulterio» (Mc 10,11-12; cf. Mt 19,9; Lc 16,18).
En 1Cor 9,14, en el contexto de las enseñanzas acerca del derecho que tiene
el obrero a su salario, Pablo dice: «Del mismo modo, también el Señor ha
ordenado que los que predican el evangelio vivan del evangelio» (1Cor 9,14).
Estas palabras remiten a estas de Jesús: «el obrero merece su sustento»
(Mt 10,10b; cf. Lc 10,7; 1Tm 5,18).
Algunos estudios tienden a ampliar el número de los dichos de Jesús en las
cartas paulinas, pero es necesario reconocer que son pocos, aunque de
importancia notable. En realidad, a Pablo no le interesa tanto la predicación o
los milagros de Jesús, sino el evento central de su muerte y resurrección, con
las implicaciones que este evento conlleva para su vida personal y para las
comunidades de todos los tiempos.
113
«La fecha de la muerte varía ya en las fuentes antiguas, que la sitúan entre la persecución desencadenada
por Nerón mismo tras el incendio de Roma en julio del año 64 y el último año de su reinado, es decir, el 68»
(BENEDICTO XVI, Audiencia General, 4 de febrero de 2009).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 58
114
«En el texto de san Clemente hemos escuchado que san Pablo habría llegado “hasta el extremo de
Occidente”. Se discute si esto alude a un viaje a España que san Pablo habría realizado. No existe certeza sobre
esto, pero es verdad que san Pablo en su carta a los Romanos expresa su intención de ir a España
(cf. Rm 15,24)» (BENEDICTO XVI, Audiencia General, 4 de febrero de 2009).
115
R. FABRIS, Para leer a San Pablo, 112.
116
«Los “trofeos” son los monumentos sepulcrales, y se trata de las mismas sepulturas de san Pedro y de
san Pablo que aún hoy veneramos, tras dos milenios, en los mismos lugares: aquí, en el Vaticano, por lo que
respecta a san Pedro; y en la basílica de San Pablo extramuros, en la vía Ostiense, por lo que atañe al apóstol
de los gentiles» (BENEDICTO XVI, Audiencia General, 4 de febrero de 2009).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 59
la obra plantada por Pedro y la que plantó Pablo, la de los romanos y la de los corintios.
Pues ambos, una vez que plantaron en nuestra Corinto, los dos nos instruyeron, y, tras
enseñar en Italia en el mismo lugar, ambos fueron martirizados a la vez». Sea esto también
una confirmación de lo que hemos mencionado (Hist. eccl. II,25,1-8).
117
R. FABRIS, Para leer a San Pablo, 33.
118
Cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 18.
119
R. FABRIS, Para leer a San Pablo, 33. «La hipótesis de que Pablo estuviera casado antes de la experiencia
de Damasco se basa en el hecho de que era normal para un hebreo el casarse a determinada edad. Según la
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 60
mujer cristiana, como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?», y en
9,12: «nunca hemos hecho uso de estos derechos. Al contrario, todo lo soportamos
para no crear obstáculos al evangelio de Cristo», estaría a favor de lo apenas dicho en
torno a la segunda hipótesis120.
¿Qué decir de cara a estas dos hipótesis? Sencillamente que es muy difícil optar
por una de ellas, debido a que ni Pablo ni Lucas, ni ningún otro escritor
neotestamentario, afirma directamente lo uno o lo otro. Se ha escrito un sinnúmero de
artículos en torno a este asunto, sin embargo, lo único cierto es que todo lo que se diga
al respecto quedará siempre en el campo de las conjeturas.
repartición ideal de los tiempos de la vida humana […] un joven debería casarse a los dieciocho años (Pirqé Avot,
V,21). Para un judío observante de orientación farisea como se presenta Pablo, se puede considerar la opción de
casarse en la edad prevista como obvia. Solamente los rabinos ordenados retardan el matrimonio hasta la
conclusión de los estudios» (Ibíd., 34). En los Pirqé Avot leemos: «A los cinco años la Biblia, a los diez la Mishná,
a los trece la práctica de los mandamientos, a los quince el Talmud, a los dieciocho las bodas» (V,21). «Pirqé Avot
o Sentencias de los Padres (recopilación hecha en el s. II d.C.) intenta demostrar la continuidad de la tradición
desde Moisés y formular los principios que deben seguir los doctores y los jueces. Es una fuente esencial para la
historia del fariseísmo antiguo» (E. COTHENET, Saint Paul en son Temps, CB 26, 10). «En tiempos de Pablo,
como siempre en Israel, era imprescriptible el deber de fundar una familia, pues procede de la Torá (Gn 1,28;
véase también 38,8-10; Dt 25,5-10), y es de esperar que un judío tan ferviente como Pablo se apresurara a
cumplirlo. Se señalan, no obstante, algunas excepciones no condenadas. Jeremías recibe incluso de Dios la
orden de no casarse ni procrear, a fin de ser un signo de desgracia para su pueblo (Jr 16,1-4). Más tarde, tenemos
el caso, bien complejo por lo demás, de los esenios, de Jesús y, en el siglo II, de Simon ben Azzaí, que se quedó
soltero por amor a la Torá. Por otra parte, la edad de los desposorios anda lejos de corresponder, como regla
general, a la enumeración citada más arriba. Flavio Josefo esperó a la treintena para casarse y lo hizo, además,
por orden de Vespasiano. Según Filón, el sabio toma mujer a los cuarenta años. La moral de los Testamentos
de los doce patriarcas (s. II a.C.) da consejos similares alegando los ejemplos de Leví, casado a los veintiocho
años, y de Isacar, casado a los treinta y cinco» (S. LÉGASSE, Pablo apóstol, 62-63).
120
«Esta determinación de Pablo de renunciar al vínculo esponsal para dedicarse completamente al anuncio
del evangelio corresponde a la imagen de los filósofos y predicadores itinerantes del ambiente griego,
particularmente el estoico. Son raros los casos de maestros hebreos que, como Johanán ben Zakkai, renuncian
al matrimonio para dedicarse exclusivamente al estudio de la Toráh. En cambio, es más conocido el celibato de
los miembros de las comunidades hebreas de orientación esenia, como aquella que vivía a orilla del mar Muerto
en la localidad denominada actualmente Qumrán» (R. FABRIS, Para leer a San Pablo, 34).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Segunda parte
121
Cf. R. PENNA, Paolo Scriba, 27-28.
122
Cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 36.
123
Cf. R. PENNA, Paolo Scriba, 28.
124
«Analizando rigurosamente las cartas podemos afirmar que Pablo no las escribe con su proprio
puño y letra, sino que se sirve de la colaboración de secretarios que las redactan bajo dictado.
Desafortunadamente, conocemos solamente el secretario de la Carta los Romanos: un cierto Tercio que,
en Rm 16,22, envía saludos de los corintios a los cristianos de Roma, especificando que él había escrito
la carta» (A. P ITTA, L’evangelo di Paolo, 40).
125
Cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 36.
hacer una reflexión sistemática acerca de unos temas doctrinales, sino más bien
dar respuesta a las problemáticas surgidas en sus iglesias, teniendo siempre en
su mente, de una parte, el regreso del Señor Jesús que, según él, estaba ya cerca;
y de otra, la incorporación de los paganos a Israel.
Otra característica de las cartas paulinas es su carácter comunitario pues, de
un lado, además del secretario, tenemos noticias de otras personas que habrían
acompañado al apóstol en su tarea de redactar las cartas: co-remitentes y
colaboradores (cf. 1Ts 1,1; Flp 1,1; 2Cor 1,1; Fm 1)126, algunos de los cuales
habrían desempeñado el papel de carteros y de lectores127; de otro lado, Pablo
siempre tuvo en mente una comunidad lectora-oyente128. Esto último nos lleva
a reconocer que la oralidad constituyó el primer y último nivel de las cartas
paulinas, porque «son dictadas para ser escritas y escritas para ser leídas, no en
ámbito privado, sino comunitario y eclesial»129. Conviene añadir aquí que, al
escribir, Pablo tenía en mente sobre todo a lectores paganos convertidos a la fe
en Jesús, el Mesías.
Una característica más: aunque pareciera algo obvio, vale la pena
explicitarlo. Las cartas paulinas son escritos judíos y deben ser leídas como
tales. P. Eisenbaum escribe al respecto:
[…] los paganos del mundo romano que no sabían nada de Jesús […] considerarían las
cartas paulinas como cartas judías, porque estaban escritas por un judío y porque contienen
un vocabulario, unas imágenes y unos asuntos judíos. Si un centurión romano hubiera
interceptado la Carta a los Romanos, inmediatamente la habría catalogado de judía.
Piénsese en cómo comienza el escrito: Pablo dice que está al servicio de alguien llamado
Jesús, que es la forma griega del nombre hebreo Joshua, y que este Jesús es descendiente
de la dinastía davídica, la más gloriosa de las antiguas monarquías de Israel. Y si las
primeras pocas líneas no hubieran sido suficientes para que se enterara el centurión, al ver
los términos «judío» y «pagano» ⸻ que Pablo usa una y otra vez en Romanos (y en otros
lugares) ⸻, el centurión se hubiera percatado de que esta carta reflejaba una perspectiva
judía sobre el mundo. Pues ¿quién más dividía el mundo en su totalidad en estos dos tipos
de personas, judíos y paganos, los que son judíos y los que no lo son? Ciertamente, no era
el modo en que los romanos lo hacían, pues, según sus categorías operativas, el mundo
estaba dividido entre romanos y bárbaros. Además, las cartas paulinas serían consideradas
126
J. Murphy-O’Connor afirma que Pablo no concebía sus cartas en total soledad, como lo presenta
una difundida y muy romántica imagen del apóstol, sino que, con toda probabilidad, él las discutía con
algunos colaboradores y juntos elaboraban su contenido. Claro está que el texto definitivo era decidido
por Pablo. Cf. ID., Paul et l'art épistolaire, 58. Véase, también: S. BYRSKOG, «Co-Senders», 235.249-250.
127
Dado que los textos antiguos no poseían una puntuación ni tampoco una acentuación que permitieran una fácil
lectura en público, se hacía necesario que la persona que debía realizar dicha lectura conociera muy bien tanto la
intencionalidad del autor como el contenido del escrito. Es por esto por lo que Pablo, con toda probabilidad, envió
sus cartas por medio de quienes estuvieron a su lado en la redacción de las mismas. Esto permitiría, además, que, en
caso de dudas por parte de los oyentes, el lector pudiera dar una respuesta correcta y convincente, coherente con
el pensamiento de Pablo. Cf. B. WITHERINGTON III, New Testament Rhetoric, 105-106.
128
Cf. B. WITHERINGTON III, New Testament Rhetoric, 8.97.130; A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 41-42.
129
A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 44.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 64
judías por otros judíos de su tiempo, incluidos los fariseos […] Aunque nunca hubieran
conocido personalmente [a Pablo], los demás judíos del siglo I habrían reconocido que el
autor de estas cartas era uno de los suyos, debido a las numerosas marcas de índole judía
que aparecen en ellas130.
En este acercamiento a las cartas paulinas no podemos dejar de mencionar
que el testimonio más antiguo que conservamos de estas misivas ⸻ no de todas
⸻ es el papiro 46, parte del cual está en la Biblioteca de la Universidad de
Michigan, y otra parte del cual se encuentra en la Biblioteca Chester Beatty, en
Dublín (Irlanda). Una característica de este papiro es que está escrito en lo que
se denomina scriptio continua131. Esta interesante característica nos permite
afirmar que todo Pablo es una interpretación 132. Nosotros no nos acercamos
directamente al apóstol, sino a las interpretaciones que se han hecho de su
persona y de su mensaje. Como suele decirse en la filosofía contemporánea:
«No hay hechos, sino interpretaciones». Además, en este manuscrito aparece,
entre las cartas de Pablo, la llamada carta a los Hebreos. Esto nos lleva a pensar
que a Pablo no solo se le atribuyeron algunas cartas que no eran suyas, sino
también ciertas ideas que él nunca formuló.
No cabe duda de que las cartas de Pablo no son fácilmente entendibles en una
primera lectura; es necesario releerlas, pausadamente. Algo que las hace
difíciles para nuestra comprensión es el hecho de que no sabemos lo que el
apóstol haya dicho a sus comunidades en cada visita.
Presumiblemente, en muchos casos, el apóstol pasó largo tiempo con sus adeptos ocupado
en resolver las dudas suscitadas por sus propuestas teológicas y en aclarar casos
aparentemente anómalos de su propio comportamiento como apóstol conforme a su principio
de adaptabilidad a las circunstancias (1Cor 9,19-23: «Hacerse todo a todos...»). Las soluciones
de Pablo se plasmaron luego sintéticamente en diversas sentencias de sus cartas, pero su
significado completo se nos escapa a menudo al desconocer qué había explicado Pablo
oralmente a sus conversos […] Por tanto, nuestra comprensión de lo que vamos a leer, la
correspondencia unilateral de un personaje a sus lectores se ve oscurecida porque entendemos
las palabras y frases, pero no podemos escoger con seguridad de entre sus posibles
significados cuál es el más apropiado. Partiendo, pues, del punto de vista de que no conocemos
el trasfondo o los códigos culturales entre los dos corresponsales, necesarios para delimitar
130
P. EISENBAUM, Pablo no fue cristiano. El mensaje original de un apóstol mal entendido, 24-25.
131
Texto sin divisiones o espacios entre palabras. No se usa ningún tipo de puntuación.
132
«El lector contemporáneo encuentra el texto de las cartas de Pablo dividido en versículos, capítulos […]
Pero los manuscritos más antiguos no contienen esas divisiones, ni puntuación alguna, ni siquiera la separación
hoy habitual entre unas frases y otras y entre las palabras de una misma frase. Lo que quiere decir que cuando
leemos hoy a Pablo — ya sea que nos asomemos al texto griego original o que consultemos alguna traducción
del mismo — lo que leemos es siempre ya una determinada interpretación […] Y el problema es, como ya he
adelantado, que la interpretación tradicional de Pablo se forjó en medios cada vez más alejados del contexto en
el cual vivió Pablo» (C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 82).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 65
con exactitud el pensamiento de Pablo, debemos aceptar que nunca estaremos absolutamente
seguros de alcanzar la plena verdad sobre tal o cual concepto133.
139
Cf. C. PELLEGRINO, Paolo, servo di Cristo, 29.
140
Cf. A. KUEN, Introduction au Nouveau Testament, 55. El estudioso afirma que las misivas paulinas se
acercan más a lo que en la literatura judía se conoce con el nombre de «official letters» (un ejemplo de esto lo
encontramos en Jer 29,4-28 y Hch 15,23-29), que a las cartas del mundo greco-romano. Sin embargo, el apóstol
también va más allá de de dichas cartas oficiales del judaísmo. Por esto, en opinión suya, es mejor decir que
Pablo inauguró con sus escritos un nuevo género literario que podría denominarse «ensayo teológico con forma
epistolar». Cf. Ibid. Véase también R. PENNA, Paolo Scriba, 30.
141
Cf. C. PELLEGRINO, Paolo, servo di Cristo, 30. B. Witherington señala que la acción de gracias sirve a
Pablo para introducir a los destinatarios en los distintos temas que abordará en la misiva. Por ejemplo, en 1Cor
1,4-9 el apóstol agradece a Dios por los dones espirituales y el conocimiento que ha concedido a los corintios.
Estos dos elementos, conocimiento y dones, aparecerán más adelante: en 1−4 el primero, en 12−14 el segundo.
Otro ejemplo se encuentra en Rm 1,8-17. Cf. ID., New Testament Rhetoric, 112-113.
142
Cf. R. FABRIS – S. ROMANELLO, Introduzione, 111. Hablar de originalidad no puede llevarnos a olvidar
que Pablo hizo uso de elementos tradicionales, ya conocidos en las comunidades creyentes, como, por ejemplo,
confesiones de fe (cf. 1Cor 11,23-26; 15,3-11), catálogos de virtudes y vicios (cf. Ga 5,19-26; Rm 1,29-31;
13,13), himnos litúrgicos (Flp 2,6-11), entre otros. Cf. B. WITHERINGTON III, New Testament Rhetoric, 114.
143
Cf. L.T. JOHNSON − M.M. MITCHELL − D.P. MOESSNER, ed., Contested Issues, 318.
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Introducción al Corpus Paulinum 67
144
«In particolare, che la lettera rappresenti il mittente e sia sostituto della sua presenza fisica, è così vero
che a volte ciò viene dichiarato esplicitamente. Si potrebbe al proposito citare uno scritto giudaico di pochi anni
posteriore a Paolo, nel quale una lettera si chiude con le parole: “Ricordatevi di me per mezzo di questa lettera,
come anch’io mi ricordo di voi, in essa e sempre” […] La comunicazione epistolare è per lui (Paolo) in qualche
modo equivalente alla sua presenza fisica: “…Quel tale sappia che, quali noi siamo con le parole di una lettera,
tali saremo anche con i fatti della presenza fisica” (2Cor 10,11); “Per questo vi scrivo queste cose da lontano,
per non dovere poi, presente fisicamente, agire con severidad con il potere che il Signore mi ha dato per edificare
e non per distruggere” (2Cor 13,10)» G. BIGUZZI, Paolo, comunicatore, 53-54.
145
«La lettera Greco-romana aveva tre scopi principali: 1) la filofro,nesij, cioè l’intento di stabilire o
mantenere una relazione di amicizia tra due persone; 2) la parousi,a, per rendere presente il mittente, fisicamente
distante; 3) la o`mili,a, un dialogo scritto che funge da conversazione a distanza» (C. PELLEGRINO, Paolo, servo
di Cristo, 23).
146
Cf. R. BARTHES, «L’ancienne rhétorique», 173.
147
La gradatio consiste en una disposición progresiva o gradual de frases, en escalera, en la que la palabra
clave de una frase se recoge o repite en la frase sucesiva. Cf. E.W. BULLINGER, Figures of Speech, 256;
R. JEWETT, Romans, 31.
148
En griego cw/la y co,mmata. Estos términos hacen referencia a la división del discurso en frases breves
con sentido completo. Cf. J.R. HARRIS, «Stichometry», 92-93.
149
Cf. T. DUNCAN, «The Style and Language», 132.143; F. HUGHES, Early Christian Rhetoric, 19-20.
150
La historia de la retórica se remonta al siglo V a.C., a la época de los sicilianos Gelón y Gerón, los cuales
expropiaron numerosas tierras a ciudadanos de Siracusa en favor de los mercenarios que formaban su ejército
personal. Los perjudicados se sublevaron y quisieron volver al statu quo anterior, lo cual produjo numerosos
procesos legales con los cuales se buscaba demostrar quiénes eran los verdaderos propietarios de las tierras de
Siracusa. Ello creó la necesidad de personas que fueran elocuentes, es decir que supiesen hablar bien ante la
asamblea de jueces, para poder defender los derechos de los antiguos dueños de dichas tierras. Rápidamente
esa elocuencia se constituyó en materia de enseñanza. Los primeros maestros que se dedicaron a la difusión de
esta nueva disciplina fueron Empédocles de Agrigento, Córax de Siracusa y Tisias. Cf. R. BARTHES,
«L’ancienne rhétorique», 175.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 68
151
A. Ortega afirma que la predicación cristiana ⎯ Pablo fue el más grande exponente de dicha predicación
⎯ surgió como esencialmente persuasiva. Cf. ID., Retórica, 15.
152
Aristóteles definía la retórica como la facultad de descubrir los posibles medios de persuasión en
referencia a cualquier tema, dicho de otro modo, ver los medios que hay en cada caso para persuadir. Cf. Rhet
A, 1355b. A la luz de esta definición, Ch. Perelman y L. Olbrechts-Tyteca afirman que la retórica es «l' étude
des moyens d'argumentation, autres que ceux relevant de la logique formelle, qui permettent d'obtenir ou
d'accroître l'adhésion d'autrui aux thèses qu'on propose à son assentiment» (ID., «Logique et rhétorique», 63).
En este orden de ideas, es claro que las cartas de Pablo pueden ser catalogas como verdaderas obras retóricas,
ya que el apóstol buscó, a través de ellas, persuadir a sus oyentes acerca de diversos temas que para él eran
cruciales.
153
Cf. R. FABRIS – S. ROMANELLO, Introduzione, 113-114. Hasta mediados del s. XX los estudios de Pablo
eran confesionales, es decir, cada Iglesia o denominación cristiana buscaba en los textos paulinos los
argumentos necesarios para defender sus propias doctrinas o principios. M.J. Borg y J.D. Crossan nos ofrecen
un interesante ejemplo de ello al hablarnos del «Pablo católico» y del «Pablo protestante». Cf. ID., The First
Paul, 5-8. En la década de los setenta y principios de los ochenta dos acontecimientos cambiaron este modo de
estudiar a Pablo. En primer lugar, la obra de Hans Dieter Betz, su comentario a la carta a los Gálatas: Der
Galaterbrief: ein Kommentar zum Brief des Apostels Paulus an die Gemeinden in Galatien; en segundo lugar,
el trabajo de George A. Kennedy acerca del uso de la retórica greco-romana en el Nuevo Testamento: New
Testament Interpretation through Rhetorical Criticism. Ambos autores demostraron la profunda relación entre
el Corpus Paulinum y la retórica antigua. Es imposible comprender los escritos del apóstol desconociendo el
fuerte influjo que los métodos persuasivos del s. I de nuestra era tuvieron en ellos. Cf. B. WITHERINGTON III,
New Testament Rhetoric, 123. Para una mejor comprensión de la retórica greco-romana: G.A. KENNEDY, The
Art of Rhetoric, 428-486; ID., Classical Rhetoric, 98-126. 137-182; P.A. MEADOR, «Quintilian and the Institutio
oratoria»; R.R. DYER, «Rhetoric and Intention». Para una más amplia bibliografía del tema: D.F. WATSON,
«The New Testament and Greco-Roman Rhetoric». En cuanto al influjo de la retórica en la literatura paulina,
véase: G.A. KENNEDY, New Testament Interpretation, 86-96; B. STANDAERT, «La Rhétorique ancienne dans
Saint Paul»; H.D. BETZ, «The Problem of Rhetoric and Theology»; D.F. WATSON, «A Rhetorical Analysis of
Philippians»; ID., «1Corinthians 10,23−11,1»; C.C. BLACK, «Rhetorical Criticism»; J. LAMBRECHT, «Rhetorical
Criticism»; B.L. MACK, Rhetoric and the New Testament, 56-73; J.-N. ALETTI, «La présence d’un modèle»;
ID., «La dispositio rhétorique»; ID., «La rhétorique paulinienne»; A. PITTA, «Come si persuade un uomo?»; ID.,
«Così “inesperto nell’arte retorica?”»; J. M. GARCÍA GONZÁLEZ, «Aproximación retórica».
154
Cf. R. FABRIS – S. ROMANELLO, Introduzione, 113.
155
Cf. B. WITHERINGTON III, New Testament Rhetoric, 1.3.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 69
156
Estas partes fundamentales del discurso fueron fijadas, originalmente, por Córax de Siracusa.
157
Quien debía hablar ante un grupo de personas tenía que observar, fundamentalmente, tres pasos:
1) eu]resij o inventio, invenire quid dicas, o sea, encontrar qué cosa decir. Consiste en la recolección de
argumentos o temáticas a tratar. La inventio no es tanto inventar argumentos, sino más bien descubrirlos. En
este primer elemento el orador debe tener en cuenta que su discurso deberá convencer (fidem facere) y conmover
(animos impellere) a los oyentes. 2) τάξις o dispositio, inventa disponere, es decir, poner en orden aquello que
ha sido encontrado o descubierto. El orador debe dar a su discurso este orden: exordium, narratio, argumentatio
y peroratio. El primero y el último de los pasos del discurso miran a los sentimientos; el segundo y tercero a la
razón. R. Barthes propone este esquema de la dispositio:
Dimostrativo
1 2 3 4
esordio narratio confirmatio epilogo
Passionale
3) le,xij o elocutio, ornare verbis, esto es adornar el discurso con figuras y ejemplos que puedan seducir al
auditorio. Cf. R. BARTHES, «L’ancienne rhétorique», 197-223; B. WITHERINGTON III, New Testament Rhetoric,
7.15-16. Al momento de realizar el discurso, el orador debía tener en cuenta dos elementos: 1) ὑπόκρισις o
actio, agere et pronuntiare, o sea recitar el discurso como un actor, con gestos adecuados y óptima dicción. La
presentación personal también influye en la adquisión del objetivo. 5) μνήμη o memoria, memoriae mandare,
recurrir a la memoria, o sea, no olvidar ni el orden específico del discurso ni tampoco los puntos centrales o
principales del mismo. Cf. R. BARTHES, «L’ancienne rhétorique», 197.
158
«[Paolo usa] molte delle cosiddette figure retoriche, dalla litote (Rm 1,16) alla paronomasia (1Cor 5,3a),
dalla preterizione (1Ts 4,9) all’enallage (Rm 7,9-10), dalla ripetizione (Flp 2,17b-18) all’iperbole (1Cor 8,13),
dal sorite (Rm 5,2-5) all’ironia (Ga 5,15), dall’entimema (2Cor 5,14b) all’isocolìa (1Cor 13)» (R. PENNA, Paolo
Scriba, 34). R. Fabris y S. Romanello creen que Pablo conoció la cultura griega, con todo lo que ella implicaba
(incluida, obviamente, la retórica), en tres ambientes: «Nella capitale della Cilicia, negli scambi commerciali,
nell’amministrazione e ovviamente nelle scuole e nei circoli culturali […] Nelle sinagoghe di Gerusalemme,
frequentate dai Giudei della diaspora, si legge la Bibbia in greco. E nella predicazione successiva alla lettura,
si fa giocoforza ricorso ad alcuni espedienti retorici, connaturati alla cultura espressa da tale lingua […] Ma è
soprattutto nei suoi viaggi attraverso le città della Grecia e delle province orientali dell’Impero che Paolo ha
potuto assimilare la lingua e la cultura greca» (ID., Introduzione, 33). A favor de la formación griega de Pablo
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Introducción al Corpus Paulinum 70
Antes de concluir vale la pena añadir que lo dicho en este numeral no nos
puede llevar a pensar que la preocupación primera del apóstol haya sido el
elaborar elegantes discursos orales y/o escritos, sino más bien dar a conocer su
Evangelio y convencer a sus oyentes de la importancia y la necesidad de
aceptarlo y vivirlo para ser salvos.
en Jerusalén, B. Witherington nos recuerda que, gracias a Herodes el Grande, este lugar se convirtió en una
ciudad cosmopolita, con gran influencia griega; en efecto, existían en ella un hipódromo y un teatro griegos. Es
revelador, en opinión del estudioso, que de las inscripciones de la Jerusalén de la época paulina el 33% estén
en griego y un 7% sean bilingües. Cf. ID., New Testament Rhetoric, 100. Otros autores que sostienen la
formación retorica de Pablo en Tarso son: M. HENGEL, The “Hellenization”, 55-56; J.L. KINNEAVY, Greek
Rhetorical Origins, 20-21.24-25.143-150; C.J. CLASSEN, Rhetorical Criticism, 29-30.
159
«Se dice que un escrito es auténtico cuando el que lo firma o lo publica es verdaderamente su autor. En
caso contrario se habla de inautenticidad o de pseudoepigrafía. Así, para muchos exegetas, Col, Ef y las
Pastorales no son auténticas, pues su autor, que se hace pasar por Pablo, no es el apóstol, sino uno de sus
colaboradores o de sus discípulos» (J.-N. ALETTI, − al., Vocabulario razonado, 115).
160
A. PIÑERO, Guía para entender el Nuevo Testamento, 253-254.
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Introducción al Corpus Paulinum 71
161
«Los exegetas llaman protopaulinas a las cartas reconocidas como propias de Pablo y, por tanto,
consideradas como auténticas» (J.-N. ALETTI, − al., Vocabulario razonado, 116).
162
«Se llaman homologúmena (del griego homo, “igual”, y logúmena, “lo que se dice”) a las cartas de las
que se está seguro que fueron escritas por Pablo» (J.-N. ALETTI, − al., Vocabulario razonado, 116).
163
Cuando se habla de «orden canónico» se refiere al orden en el que encontramos los libros en las Biblias
impresas. Dicho orden sigue aparentemente un criterio de extensión en número de palabras, de mayor a menor,
y no de cronología de escritura, aunque esto no se cumple en el caso de la Carta a los Gálatas y la Carta a los
Efesios. Además, los textos se distribuyen como en tres bloques: en primer lugar, se encuentran las cartas
dirigidas a iglesias; después, las dirigidas a personas individuales; por último, está la Carta a los Hebreos.
164
«Se llaman deuteropaulinas (en griego deutero, “segundo”) a las cartas a los Colosenses, a los Efesios y
la segunda a los Tesalonicenses, porque su autenticidad es discutida, y porque para numerosos exegetas Pablo
no sería su autor. Pero pertenecen a la tradición paulina, por lo que se ha convenido en llamarlas
deuteropaulinas» (J.-N. ALETTI, − al., Vocabulario razonado, 115).
165
«Se llaman antilegómena (del griego anti, “contra”, y legómena “lo que se dice”) las cartas de Pablo
cuya autenticidad es contestada y discutida por los exegetas. Estas cartas cuya paternidad es discutida son
Colosenses, Efesios, la segunda a los Tesalonicenses y las Cartas Pastorales (1 y 2 Timoteo, Tito).
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Introducción al Corpus Paulinum 72
• Segunda Tesalonicenses
166
«Las tritopaulinas (en griego trito, “tres”) son las Cartas pastorales, dicho de otra manera, 1 y 2 Timoteo
y Tito. Muchos piensan que no son del propio Pablo […] y, como retoman y prolongan manifiestamente la
tradición paulina, siendo mucho más recientes que las deuteropaulinas, se les llama tritopaulinas»
(J.-N. ALETTI, − al., Vocabulario razonado, 117).
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Introducción al Corpus Paulinum 73
167
«de tal forma que se ha hecho público en todo el Pretorio y entre todos los demás, que me hallo en
cadenas por Cristo».
168
«Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo».
169
«Yo querría retenerle conmigo, para que me sirviera en tu lugar, en estas cadenas por el evangelio».
170
«El saludo va de mi mano, Pablo. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros».
171
«Por lo cual yo, Pablo, el prisionero de Cristo por vosotros los gentiles».
172
«Os exhorto, pues, yo, prisionero por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que
habéis sido llamados».
173
«El hecho de que el apóstol fuera arrastrado ante Galión, el procónsul de Acaya (Hch 18,12) ha sido
utilizado como punto fijo de la cronología paulina, pues una inscripción (NJBC 79,9) sitúa a este personaje
como procónsul en Corinto en el año duodécimo del reino de Claudio (41-54), que comenzó el 25 de enero del
52. Parece que Galión abandonó Corinto a finales de este año. Estos límites sugieren una fecha para la estancia
de Pablo en Corinto: hacia el 50/51-52» (BROWN, R.E., Introducción al Nuevo Testamento, II, 571-572).
174
Cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 64.
175
Cf. A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 64-65.
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II. LAS CARTAS PROTOPAULINAS
1 Tesalonicenses
1 Corintios
2 Corintios
Gálatas
Romanos
Filemón
Filipenses
La lectura tanto del libro de J.L. Caballero como de cada carta protopaulina,
irá acompañada de un video, tomado de la serie: Proyecto Biblia, en YouTube.
297
Pablo habla varias veces de este tema a lo largo de la carta: Sus destinatarios lo han imitado (1,6; 4,1);
imitando al apóstol, los tesalonicenses se han convertido en modelo para otros creyentes (1,7); los tesalonicenses
han imitado también a las iglesias de Dios que están en Judea (2,14). Para Pablo los tesalonicenses son
«imitadores del Señor», porque a causa del evangelio han sufrido diversas pruebas, las cuales los han unido aún
más a Él. No cabe duda de que el apóstol ha sido para ellos punto de referencia: viendo a Pablo cómo sufre y
trabaja por Cristo, los tesalonicenses han aprendido a hacer lo mismo y, a su vez, se han convertido en ejemplo
para otros. Todo esto puede ser denominado la «mímesis del sufrimiento», la imitación del modo como se deben
afrontar las dificultades surgidas a causa del evangelio.
298
Para el desarrollo de este tema seguiremos muy de cerca a S.N. BRODEUR, Il cuore di Paolo è il cuore de
Cristo, I, 120-122.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 77
Nace así una nueva comunidad que busca vivir el evangelio predicado por el
apóstol (cf. 1Ts 2,13).
Desafortunadamente, la reacción de la mayoría de los judíos de cara a la obra
de Pablo es negativa: «[los judíos] llenos de envidia, reunieron a gente maleante
de la calle, armaron tumultos y alborotaron la ciudad. Se presentaron en casa de
Jasón buscándolos para llevarlos ante el pueblo» (Hch 17,5). Este Jasón era un
judío simpatizante del evangelio, en cuya casa se alojaba el apóstol con sus
acompañantes. La persecución de estos judíos obliga al equipo misionero a
trasladarse a Berea (Hch 17,10). La repentina partida de Pablo y sus compañeros
tiene, sin duda, un impacto dramático y chocante en la comunidad que,
inesperadamente, se encontró sola y afrontando «persecuciones y sufrimientos»
que ponen a prueba su fe y su perseverancia con gran severidad (2Ts 1:4;
cf. 1Ts 3:3)299.
Desafortunadamente, la persecución no termina con la huida a Berea:
Cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que también en Berea había predicado
Pablo la palabra de Dios, fueron también allá, y agitaron y alborotaron a la gente. Los
hermanos entonces hicieron marchar a toda prisa a Pablo hasta el mar; Silas y Timoteo se
quedaron allí. Los que conducían a Pablo le llevaron hasta Atenas y se volvieron con una
orden para Timoteo y Silas de que fueran adonde él lo antes posible (Hch 17,13-15).
Más tarde, Silas Silvano y Timoteo se reúnen con Pablo en Atenas. El apóstol
les expresa su gran deseo de volver a Tesalónica. Pero ante la imposibilidad de
hacerlo, decide enviar a Timoteo (cf. 1Ts 2,17‒3,3). Mientras tanto, Pablo viaja
a Corinto, a donde poco tiempo después llega Timoteo (cf. Hch 18,5), trayendo
consigo buenas noticias acerca de la situación general de la iglesia de los
tesalonicenses. Timoteo, empero, advierte al apóstol que los creyentes de
Tesalónica se sienten turbados en relación con el destino de los cristianos, más
concretamente de sus familiares y amigos, ya difuntos: ¿en qué modo aquellos
que ya han muerto se encontrarán con aquellos que aún viven, cuando suceda
la segunda venida o parusía de Cristo? ¿Cómo se debe entender la participación
de todos los creyentes en la resurrección de Cristo? ¿Aquellos que
permanecerán vivos serán privilegiados respecto a aquellos que «duermen»?
El informe que Timoteo presenta a Pablo constituye la ocasión de 1Ts300. La
inmensa mayoría de biblistas acepta que esta carta se escribe inmediatamente
299
M. HOLMES, 1 y 2 Tesalonicenses, NVI, 20.
300
Saulo Pablo busca dar esperanza a esta comunidad. Precisamente, la esperanza es uno de los temas
favoritos del apóstol en esta misiva. En 1Ts 1,3 Pablo agradece a Dios, recordando la fe operosa, el amor
fatigoso y la esperanza perseverante que los destinatarios han puesto en Cristo Jesús. Hacia el final de la carta
regresa la tríada con la metáfora de la armadura o de la panoplía: los creyentes afrontan su batalla espiritual con
la coraza de la fe y del amor y con el casco de la esperanza (5,8). Es de subrayarse cómo en los dos textos
apenas mencionados la esperanza viene acompañada de otras virtudes: la fe y la caridad. Las tres están en
recíproca relación, no se da una sin las otras dos (cf. Ga 5,6; 1Cor 12,7). Para Pablo la esperanza de los creyentes
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 78
después de la llegada de Timoteo a Corinto (cf. 1Ts 3,6). Esto nos lleva a afirmar
que, entre la evangelización de Tesalónica realizada por Pablo y la escritura de
1Ts, hay un breve intervalo de tiempo. La carta se puede datar del año 51 d.C.
es, antes que nada, un don fundado en la fidelidad de Dios y en todo lo que Él ha hecho en Cristo su Hijo. Para
el apóstol Dios es «el Dios de la esperanza»: una esperanza que el Espíritu Santo hace crecer en la vida de los
creyentes (cf. Rm 15,13). Es en virtud de esta esperanza que los creyentes no tienen miedo de afrontar los
sufrimientos y la muerte. Es interesante que Pablo, con base en la esperanza, no habla tanto de «difuntos» o de
«muertos» sino de «aquellos que duermen» (1Ts 4,14-15), en espera de ser despertados como y con Cristo, del
sueño de la muerte. La esperanza cristiana tiene como meta al mismo Cristo Jesús, él es en verdad nuestra
esperanza. El creyente aguarda a estar siempre con él. La esperanza debe caracterizar la vida cotidiana de los
creyentes; ella ha de diferenciarlos de aquellos que no poseen esta virtud (cf. 1Ts 4,13). Es la esperanza la que
hace que el creyente no viva en la ignorancia o en el miedo de cara al futuro. Es la esperanza la guía a los
creyentes, en medio del éxodo de este mundo, al encuentro con el Señor que viene.
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Introducción al Corpus Paulinum 79
301
S.N. BRODEUR, Il cuore di Cristo, 70-71.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 80
302
Las cinco cartas serían:
A. 2,13; 7,2-4
B. 10−13: la carta de las muchas lágrimas
C. 1,1−2,13; 7,5-16: la carta de la reconciliación
D. 8,1-24: primera carta sobre la colecta para Jerusalén
E. 9,1-15: segunda carta sobre la colecta
6,14−7,1 constituye un añadido no paulino.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 82
«carta polémica» y que va de 10,1 a 13,13. Estamos en la primavera del año 56,
en la fase conclusiva del tercer viaje misionero.
¿Qué decir de esta hipótesis de las dos cartas reunidas en una sola?
Como siempre, las opiniones entre los estudiosos están divididas. Por
ejemplo, G. Lorusso afirma:
C’è carenza di argomenti decisivi a favore delle ipotesi formulate, tanto più che a
favore dell’unità abbiamo la compattezza della tradizione manoscritta. L’ipotesi
della scomposizione dei capitoli si basa, infatti, solo sulla critica interna alla lettera.
La frattura tra i cap. 1−9 e 10−13 può essere spiegata a partire del modo tipico di
argomentare di Paolo, a rischio di sembrare incoerente e inconsistente: parte dalla
soluzione per affrontare un problema e scrive per risolvere le questioni riguardanti
le comunità, non per il piacere di scrivere o di comunicare303.
S. Brodeur a favor de una única carta escribe:
Molti biblisti sostengo, a buon diritto, l’unità e l’integrità della Seconda Corinzi.
Probabilmente, la stesura ha subito un’interruzione nel tempo, ma medesima è la
mano. Spesso nelle lettere di Paolo si incontra la composizione concentrica
(schema ternario o concentrico: ABA’), con la quale l’Apostolo interrompe la
sezione narrativa o quella argomentativa. A sostegno dell’integrità della lettera
notiamo soprattutto che la tematica dell’apostolato di Paolo, sostenuto in 2Cor
2,14−7,4 e in 2Cor 10,1−13,10 coagula tutta la lettera.
A. Pitta, en cambio, presenta diversas razones para apoyar la hipótesis de las
dos cartas en una.
L’ipotesi su due lettere confluite nella 2Cor canonica è confermata da ulteriori dati. A
proposito degli avversari, nei cap. 1−9 si accenna soltanto all’offensore della
comunità, mentre nei cap. 10−13 subentrano oppositori esteri non meglio identificati
(11,3-5). Anche le accuse sono differenti: in 2Cor 1−9 Paolo è accusato di essere
incostante e di mercanteggiare la Parola di Dio; in 2Cor 10−13 di essere aggressivo
per lettera e disprezzabile quando è presente a Corinto (10,10), di non essere all’altezza
di quelli che denomina «superapostoli» (11,5-6) e di strumentalizzare la colletta a
proprio tornaconto (12,17-18). Un’analisi approfondita permette di rilevare che
anche i generi retorico-letteraria diversificano le due lettere: mentre nei cap. 1−9
domina l’apologia o la difesa di Paolo in vista della definitiva riconciliazione, nei
cap. 10−13 subentra una mordace «categoria» o accusa con cui polemizza con gli
oppositori esterni alla comunità e con i corinzi304.
Más allá de las discusiones si son dos o más cartas en una sola, o bien, si se
trata de una única carta, lo cierto es que estamos de cara a un texto inspirado:
303
G. LORUSSO, La seconda Lettera ai Corinzi, 26.
304
A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 152.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 83
2Cor pertenece al canon del NT y a nosotros ha llegado como una única carta,
escrita por Pablo.
En cuanto al lugar y fecha de composición, en 2,12; 7,5ss; 8,1-3; 9,2 se habla
de Macedonia como lugar donde se escribió esta carta. Cabe añadir que
Hch 20,1-3 nos habla de la estadía de Pablo en Macedonia.
Como fecha de composición, se puede pensar al final del verano o inicio del
otoño del 57 (según la cronología tradicional). Para la cronología revisionista
se debe pensar a una fecha entre el 54 y el 56 (por ejemplo, el 54 según
J. Lambrecht y A. Sacchi; la primavera del 55 según T.D. Stegman; el invierno
del 55 o el verano del 56 según A. Pitta; el otoño del 56 según M.J. Harris).
1.4 Gálatas
En Ga 4,12-20 leemos que Pablo llegó a la región de la Galacia «a causa de
una enfermedad» (v. 13). No sabemos cuál enfermedad. Los gálatas lo
acogieron con alegría, como un ángel enviado por Dios (v. 14) y se adhirieron
a su evangelio.
Tiempo después a esta visita, el apóstol envió una carta, no a una específica
o determinada iglesia, sino a «las Iglesias de Galacia» (1,2), es decir, a las
comunidades cristianas de una entera región. Esta zona fue evangelizada por
Pablo, por primera vez, durante el segundo viaje misionero (49-52 d.C.).
Con ocasión del tercer viaje misionero (54-58 d.C.) mientras se encontraba en
Corinto o en Éfeso, Pablo recibe informaciones preocupantes acerca de los gálatas:
se han dejado seducir o engañar de algunos adversarios anónimos del apóstol (cf. Ga
1,6-9; 3,1-2), que exigen la sumisión a la ley de Moisés y a la circuncisión para
mejorar la adhesión a Cristo. Mientras tanto también las iglesias de Acaya (Corinto,
Cencreas) atraviesan situaciones de conflicto con Pablo, sobre la credibilidad de su
ministerio (cf. cartas a los Corintios). En un clima así difícil, y sin poder volver
inmediatamente a Galacia, decide enviar a los gálatas esta carta con el fin de frenar su
adhesión a la circuncisión y a la ley de Moisés.
1.5 Romanos
No cabe duda de que estamos de cara a la carta más importante del epistolario
paulino. Para el estudio de esta carta podemos seguir la introducción que
ofrece R. PENNA, Carta a los Romanos. Introducción, versión y comentario,
Verbo Divino, 23-82.
Esta lectura, sin embargo, no nos impide destacar algunos puntos. En primer
lugar, que esta importantísima misiva paulina tiene como primeros destinatarios
a los gentiles de Roma, «a los miembros gentiles de las asambleas cristianas
integradas en las sinagogas de la capital romana» 305.
1.6 Filemón
La carta más breve y personal del epistolario paulino es aquella enviada a
Filemón. En 25 versículos, dictados desde la cárcel306, Pablo escribe para
defender la causa de Onésimo, esclavo de Filemón. En el v. 9 Pablo se declara
anciano, al momento de dictar esta carta. Es oportuno precisar que en el mundo
antiguo el estado de ancianidad se colocaba entre los 50 y 60 años de edad.
Quizá la enseñanza más importante en esta carta gira en torno a la relación
patrón – esclavos. Para comprender bien la enseñanza en torno a esta cuestión
es importante precisar que en época antigua la institución de la esclavitud estaba
ampliamente en el Imperio Romano: enteras poblaciones eran reducidas a la
esclavitud y trasladadas a las ciudades italianas para ser utilizadas en labores
manuales. El esclavo era considerado un «objeto a disposición del patrón»,
quien podía servirse de él como quisiera, sin consecuencia penal alguna.
La libertad del esclavo dependía únicamente del patrón. No era vista jamás
como un derecho. Sin embargo, la libertad concedida no era sinónimo de
«adquisición de todos los derechos». Muchas veces el recién liberado se veía
obligado a vivir entre los estratos más indigentes de la sociedad. El hecho de
haber sido esclavo lo marcaba para siempre. Muchas puertas le seguían cerradas
en la sociedad. Por esta razón, muchos esclavos, después de recobrar su libertad,
seguían sirviendo a sus patrones.
La mayoría de los esclavos era analfabeta, sin embargo, no faltaban esclavos
instruidos, como el filósofo Epicteto, que ejercían funciones pedagógicas para
los hijos de los patrones.
A causa de los abusos sufridos, se multiplicaban los casos de fuga. Una vez
capturado por las autoridades imperiales, el esclavo era entregado al patrón, que
podía decidir cuál pena darle: desde servicios aún más bajos hasta la condena a
muerte. La pena capital reservada a los esclavos era la crucifixión.
Con el nacimiento del movimiento cristiano en las ciudades imperiales,
muchos esclavos empezaron a frecuentar las Iglesias domésticas de sus
patrones. Sin embargo, porque se trata de un movimiento clandestino y no
305
C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 11.
306
Aquí surge una pregunta: ¿De cuál prisión se trata? Hay dos posibilidades: la carta fue escrita durante la
prisión de Pablo en Éfeso; la carta fue escrita durante la prisión de Pablo en Roma. Si fue en Éfeso, la carta
tendría que ser datada de mitad de los años 50. Si fue en Roma, a inicios de los 60.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 86
reconocido por las autoridades imperiales, no era «un derecho» que el patrón
pudiera imponer esta «nueva religión» a sus súbditos.
En Ga 3,28 Pablo enseña que todos los seres humanos son uno en Cristo.
Estas palabras de Pablo niegan las distinciones entre esclavos y libres; sin
embargo, no pretenden cancelar la estructura civil imperial. Por esta razón, en
las asambleas cristianas tomaban parte esclavos y libres, sintiéndose hermanos
y hermanas en la fe, sin que por ello la esclavitud fuera abolida.
1.7 Filipenses
La última de las protopaulinas es llamada el «Testamento de Pablo». Esta
carta la escribe el apóstol estando en la cárcel, poco antes de su martirio. Allí
tiene la oportunidad de recorrer/recordar su existencia: desde el nacimiento
hasta este momento, pasando por su encuentro con Cristo Jesús.
Pablo sabe muy bien que está cerca la hora de su muerte. ¿Qué podrá dejar
en herencia a sus discípulos? ¿Cómo animarlos de cara a la adversidad que
encontrarán en las autoridades civiles?
Es interesante que, a pesar de las dolorosas circunstancias que ahora afronta
Pablo, toda la carta habla del gozo, entendido, no como sentimiento, sino como
condición que ni siquiera la pena capital puede turbar.
Como ya fue dicho pocas líneas atrás, Saulo Pablo se encuentra en prisión, a
causa del evangelio que ha predicado. No tenemos plena certeza ni del lugar ni
de la fecha. Los estudiosos proponen tres posibilidades: Éfeso (entre los años
53 y 56), Cesarea Marítima (entre los años 58 y 61) y Roma, después del año
61. De las tres posibilidades, la más aceptada es Roma. Esta hipótesis fue
defendida por un buen número de Padres de la Iglesia.
En algunos manuscritos de esta misiva se encuentran añadidos como estos:
«A los Filipenses fue escrita desde Roma» (códigos B1, 6); «A los Filipenses
fue escrita desde Roma por medio de Epafrodito» (códigos 075, 1739, 1881).
Si esta hipótesis es verdadera, tenemos que ubicar la redacción de esta carta
entre los años 61 y 62, durante el arresto domiciliario mencionado en
Hch 28,28-31. Estamos en época del emperador Nerón.
Los destinatarios de este «Testamento» son los creyentes que viven en la
ciudad de Filipos. En el s. I d.C. esta ciudad era conocida con el nombre de
Colonia Iulia Augusta Philippensis, título conferido por el emperador Octavio.
El nombre «Filipos» se le debe a Filipo, padre Alejandro Magno; este la
fortificó y construyó en ella un teatro en el año 356 a.C.
En época del apóstol Pablo la ciudad contaba con unos diez mil habitantes.
Gozaba del privilegio del ius italicum, que permitía que los ciudadanos libres
realizaran intercambios comerciales autónomos (in iure cessio) y que no fueran
molestados por impuestos imperiales.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 87
Al igual que en las demás ciudades del Imperio, sus habitantes daban culto a
dioses paganos. En Filipos los cultos más famosos eran los de Diana/Artemisa,
Fortuna, Victoria, Silvano, Dionisio, Magna Mater, Cibeles. De todos ellos se
han encontrado inscripciones.
Detengámonos muy brevemente en la iglesia de Filipos. Es la primera
comunidad cristiana fundada por Pablo (finales de los años 40 e inicio de los
50). Incluso antes de la comunidad de Tesalónica, a la que dirige su primera
carta. Estamos en el marco del segundo viaje misionero. El apóstol ha recorrido
el interior de Asia Menor, desde Cilicia, al sudeste de la península, hasta Troas
al noreste. En Troas, acompañado de Silas, Timoteo y seguramente también de
Lucas, embarcó Pablo rumbo a Neápolis, puerto del norte de Grecia. De allí se
dirigió a Filipos, donde no se detuvo mucho tiempo, aunque sí el suficiente para
fundar una iglesia, la primera nacida en suelo europeo. Esta comunidad cristiana
estaba formada en su mayor parte por personas que habían pasado del
paganismo al judaísmo (por ejemplo, Lidia de Tiatira, Hch 16,14-15), las cuales
se reunían para el culto «fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la
oración» (Hch 16,13).
A la luz de 2Cor 8,1-5 podemos afirmar que los cristianos de Filipos eran de
estrato social no elevado. No obstante su pobreza, los filipenses se mostraron
generosos en la colecta para los pobres de Jerusalén y en las ayudas para Pablo
(cf. Flp 1,5; 4,16).
Las relaciones de Pablo con esta comunidad fueron especialmente cordiales
(cf. Flp 1,3-8; 4,1). Aunque Pablo tenía como principio anunciar el evangelio
gratuitamente (cf. 1Cor 9,12-18), aceptó con gratitud la ayuda de los filipenses
(cf. Flp 4,10-18). Precisamente, uno de los motivos de esta carta fue el dar
gracias a esta comunidad por el donativo que le habían enviado por medio de
Epafrodito (Flp 4,18). Para Pablo, prisionero por Cristo, este gesto de
solidaridad era especialmente significativo.
En un contexto de prisión para el apóstol y de adversidad civil-religiosa para
los destinatarios, Pablo envía esta carta para animar a los filipenses a seguir con
él en la carrera y en la lucha por el evangelio, sin dejarse engañar o desanimar
o vencer por los adversarios.
307
Para el desarrollo de este primer tema seguimos muy de cerca a J.A. FITZMYER, Teología de San Pablo,
14-15 (Versión digital).
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Introducción al Corpus Paulinum 91
308
Para el desarrollo de este punto transcribo literalmente lo expuesto por A. PIÑERO, Guía para entender a
Pablo de Tarso, 51-53.
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Introducción al Corpus Paulinum 93
medio del Mesías. Pablo está convencido de estar viviendo en los últimos días
del mundo, de que la historia llegaba a su final en su generación. Su distinto
ambiente intelectual como judío de la diáspora lo llevó a pensar no en un reino
de Dios solo en la tierra de Israel, sino en uno universalista, supramundano,
celestial. Toda la creación habrá de participar de la gloria de este reino, pues el
universo se verá por fin libre de la corrupción.
Entre estos temas generales, tanto de la apocalíptica judía como paulina,
destaca la doctrina de los dos eones, o etapas de la historia del universo. El
primero va desde la creación hasta la venida del Mesías e incluye la plenitud de
los tiempos con su llegada y muerte. El acto conciliador de Dios en la cruz
significa para Pablo, teológicamente, el final del eón antiguo, pero no
temporalmente, porque ese eón continuará existiendo hasta la eclosión
[manifestación] plena del eón nuevo con la parusía del Mesías Jesús. Para Pablo
este eón nuevo ha comenzado ya desde la cruz y resurrección del Mesías. Por
tanto, el eón viejo y el nuevo conviven hasta la segunda venida del Mesías. Los
eventos de la cruz y la resurrección han abierto a los que viven en el Mesías en
la plenitud de los tiempos la dinámica de un mundo que camina
indefectiblemente hacia su renovación y su plenitud.
El segundo tramo, o eón nuevo en el que vive Pablo durará poco tiempo,
hasta la parusía definitiva de este, el juicio final y el paraíso renovado dentro de
una nueva creación. Así pues, según el apóstol, el nuevo eón ha comenzado ya,
pero su compleción está aún en el futuro. El nuevo eón concluirá cuando
Satanás, el antagonista de Dios y el antimesías, junto con sus adláteres
[acompañantes] el Pecado y Muerte, sea derribado para siempre por el Mesías,
y puesto bajo los pies de los creyentes (Rm 16,20). El final del universo será
como el principio: todo en consonancia con el designio divino, sin desviaciones
generadas por el Pecado, que no existirá más. Pablo no emplea la expresión
«nuevos cielos y nueva tierra», pero su mentalidad en este ámbito es
relativamente similar a la del autor del Apocalipsis, aunque quizás sin fase
terrena alguna, o mínima, del reino de Dios. La comunidad de los fieles al
Mesías está sumida ya en una lucha final en la que tiene asegurado el triunfo si
se comporta correctamente. Esta concepción temporal del apóstol denota, como
en Qumrán, un distanciamiento del mundo en el que vive y la esperanza de una
victoria segura sobre él, que conduce hacia la renovación del hombre y de la
creación cuando Dios sea todo en todas las cosas.
309
Para el desarrollo de este punto transcribo literalmente lo expuesto por A. PIÑERO, Guía para entender a
Pablo de Tarso, 57-67.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 95
incluidas las perdidas después de la conquista de Samaría (Reino del Norte) por
las tropas de Salmanasar en el 721 a.C., y hará que sean felices tras su retorno
(IVEsd 12,34 y 13,40-50). Isaías, aunque no el único, es el profeta por
excelencia de esta teología. En 52,7-10 nombra expresamente el profeta Isaías
la restauración de Israel, y de modo parecido en 62,6-7.
En ese momento del final, Israel reinará sobre todos los pueblos. A los
gentiles no les quedará más opción que convertirse a Yahvé o ser aniquilados;
en todo caso, podrán mantenerse apartados, a distancia de los elegidos,
mostrando hacia Israel deferencia y máximo respeto (cf. Is 52,1-2; 63,1-6).
Esto es cierto. Pero hay otros pasajes del mismo Isaías que hablan de que, al
final de los tiempos, ciertos gentiles se convertirán a Yahvé y este los acogerá.
Algunos llegarán incluso a ser sacerdotes y levitas. Así Is 56,3-7 e igualmente
Is 66,18-21 junto con Zac 2,11-12 (14-15).
Otros textos parecidos son Is 19,18-25, que indica que al final de los tiempos,
gentiles que habían sido enemigos de Israel por antonomasia, como los egipcios
y los asirios, estarán con el pueblo israelita en un mundo feliz en pie de igualdad.
Ciertamente se habrán convertido a Yahvé, pero no tienen que hacerse judíos.
Otros textos por el estilo, pero más ambiguos son Is 25, 6-10 y Zac 8,20-23. En
Is 2,2-4 se sostiene que los gentiles reciben «instrucción» (hebr. toráh, «ley»)
de Yahvé mismo, con lo que se acercan al estado de prosélitos. Isaías 54,15
LXX da un paso adelante y afirma expresamente que los gentiles que se
incorporan a Israel serán «prosélitos», convertidos plenamente. Y Miq 4,1-2 se
fija especialmente en el imperio de la ley sobre muchas naciones.
El Libro de Tobías expone también esta teología que piensa en los gentiles
en los momentos finales, cuando escribe que Yahvé azota a un Israel infiel, pero
luego se compadece y lo reúne de entre todas las naciones por donde lo ha
dispersado (13,5). Vendrán a ti de lejos muchos pueblos trayendo en sus manos
dones (13,13). Jerusalén será reconstruida con piedras y metales preciosos
(13,16-18). En 14,5-7 se afirma: «Entonces... edificarán una Jerusalén
maravillosa y construirán en ella la Casa de Dios, como lo anunciaron los
profetas de Israel. Todas las naciones del universo se volverán a Dios en verdad
y lo temerán; abandonarán los ídolos que los extraviaron en la mentira de sus
errores y bendecirán al Dios de los siglos en justicia».
Otros textos judíos de la época del Segundo Templo310, como Test. de Leví
18,9; Test. de Neftalí 3,2 y Oráculos Sibilinos 3,719 sostienen que los gentiles
al final de los tiempos observarán la Torá.
Pablo debió de entender que estos y otros pasajes de la Biblia hebrea, junto
con sus resonancias en libros piadosos que quizás conociera, iban a cumplirse
310
Va del s. VI a.C. a I d.C.
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Introducción al Corpus Paulinum 96
celos, aceptaría a Jesús y se salvaría (Rm 11,13-16; ll,26s [«así se salvará todo
Israel»]).
El plan de Rm 8,29-11,36 parece demostrar más allá de toda duda el contexto
escatológico y de restauración de Israel del pensamiento de Pablo, puesto que
defiende que al final «Todo Israel se salvará» (Rm 11,26). Se impone, sin
embargo, una observación importante: Pablo omite, en su teología de la
restauración, todo el componente guerrero y de dominio político de Israel que
es mayoritario en las profecías sobre este tema. En este sentido les da la vuelta
por completo. El apóstol tiene los pies en el Imperio Grecorromano, ámbito
complejo compuesto de muchos pueblos, y se muestra mucho más de acuerdo
con Miqueas 4,1-5, notablemente pacifista: «Afluirán al templo de Yahvé
pueblos, naciones numerosas [...] forjarán de sus espadas azadones y de sus
lanzas, hoces [...] cada cual se sentará bajo su parra y su higuera sin que nadie
le moleste».
Por una lógica ley del mínimo esfuerzo, para proceder del modo más rápido
posible y lograr la conversión del número de gentiles que había de formar parte
del Israel completo al fin de los tiempos, Pablo se dirigió primero con su
mensaje sobre Jesús Mesías a los «temerosos de Dios», que encontraba en buen
número en el entorno de las sinagogas, y que, al no haberse circuncidado, eran
estrictamente gentiles que admiraban y aceptaban el monoteísmo judío y su
sistema ético, pero a los que les costaba mucho convertirse totalmente al
judaísmo. Entre otras obligaciones, los varones no podían aceptar la
circuncisión, sobre todo por motivos sociales relacionados con la desnudez en
los gimnasios y baños públicos. Tampoco les era fácil admitir las leyes
alimentarias y de pureza que los segregaban de fado del sistema social-religioso
del Imperio en el que vivían. Si se les solucionaban estas cuestiones, estarían
totalmente dispuestos a entrar de lleno en el nuevo sistema judío. En el
competitivo «mercado» religioso del siglo I d.C. en el Mediterráneo oriental, en
el que pululaban como laboriosas hormigas una cantidad asombrosa de
predicadores de religiones orientales, el esfuerzo de Pablo por convencer para
su fe a estos temerosos de Dios puede compararse al de un buen vendedor que
intenta colocar su producto en un mercado nada fácil. Comenzaba naturalmente
por proclamar que Jesús era el Salvador universal enviado por un Dios único,
que no admitía la competencia de falsos dioses, y luego que la divinidad había
revelado que, al final de los tiempos, los gentiles, y con más facilidad los
temerosos de Dios que estaban muy cerca del judaísmo, estaban en pie de
igualdad absoluta con los judíos (¡gran novedad!) en el tema de la salvación.
En ese mercado religioso del Mediterráneo oriental del siglo I a.C. había
también otras personas, aparte de estos «temerosos», que podían ser
especialmente interesantes para Pablo como oyentes potencialmente bien
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Introducción al Corpus Paulinum 99
de Noé», basadas en la alianza que Dios había hecho con este patriarca y su
descendencia (Gn 9,3-13). Estos mandamientos eran siete: no blasfemar; no
adorar a los falsos ídolos; tener magistrados justos; no cometer pecados
sexuales, sobre todo incesto; no matar; no robar; no ingerir la carne con su alma,
es decir, con su sangre. El capítulo 15 de Hch es el documento que nos revela
la existencia de este modo de pensar respecto a la admisión de los gentiles en el
grupo judeocristiano, que se consideraba el verdadero Israel (esta expresión
como tal no aparece en Hch ni anteriormente en Pablo, sino que su acuñador
fue Justino Mártir, Diálogo con Trifón 135). Es posible que esta postura
estuviera bastante cerca de lo que pensaba Pedro por entonces, y que más tarde
provocó el altercado de Antioquía de Ga 2,11-14: los judíos debían estar
sometidos a la Ley; los paganos no circuncisos también bajo la Ley, aunque
solo la de los preceptos de Noé. Y sin mezclarse: los salvados se dividirían en
dos comunidades distintas, pero al final de los tiempos se harían una sola. (Y
también es posible que Pedro cambiara de mentalidad con el tiempo, ya que en
Corinto había gentiles [¿ ?] conversos a Jesús Mesías que manifestaban haber
sido adoctrinados por Pedro: 1Cor 1,12).
3. Pero había un tercer sistema, el de Pablo. Según Dios le había revelado, el
nuevo plan divino era facilitar al máximo — en los últimos momentos, la época
mesiánica que transcurría entre la muerte del Mesías Jesús y su venida como
juez universal — que los gentiles formaran parte del Israel renovado con una
salvación de primera clase. Desde la época del Sinaí hasta que Jesús había
aparecido sobre la tierra, la salvación había procedido de dos maneras: para los
judíos: por la observancia completa de la ley de Moisés; para los paganos: por
el reconocimiento de la existencia del Dios único y por el cumplimiento de los
preceptos de la ley natural, contenida en la ley de Moisés.
Pero después de la venida de Jesús a este mundo, y tras su muerte expiatoria,
la revelación de Dios a Pablo afirmaba que había más fáciles condiciones para
la salvación:
a) La circuncisión no era ya una exigencia necesaria para los paganos que se
convertían al Mesías, sencillamente porque no necesitaban hacerse judíos, sino
que se hacían seguidores del Mesías como gentiles. La tradición judía, que se
retrotraía hasta Moisés (Ex 4,24-26), manifestaba la necesidad de circuncidarse
como condición indispensable para entrar a formar parte de la alianza con Dios
y ser miembro del pueblo elegido, el único que se salvaba plenamente. Pablo
afirmaba, por el contrario, que esa alianza primera era solo para los judíos. Pero
ahora había una alianza «nueva», que no suprimía en absoluto la antigua, pero
que la completaba, y que admitía en su seno a gentiles en cuanto tales, pero
creyentes en el Mesías de Israel tal como debían serlo también los judíos
miembros de la alianza primera. Además, ¡ellos, los gentiles se salvarían
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Introducción al Corpus Paulinum 101
311
Las demás referencias tienen que ver principalmente con el espíritu humano. En otros textos no es tan
fácil distinguir a quién o a qué cosa se refiere el apóstol con la palabra πνεῦμα (cf. Flp 2,1; 3,3; 1Cor 14,2; 2Cor
6,6; Rm 8,10; Ga 6,1; Ef 4,3-4). Las traducciones modernas no coinciden en las elecciones que realizan.
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Introducción al Corpus Paulinum 104
312
«There is no elaborate doctrine of the Trinity in the NT, unlike the creeds created at Nicea and Chalcedon,
but the implicit stuff of later developments is here» (Cf. B. WITHERINGTON III, Conflict and Community, 167).
313
G.D. Fee, sostiene que 1Cor 12,4-6 es la primera clara afirmación trinitaria del Nuevo Testamento. Una
afirmación, sin embargo, todavía tímida y poco profunda, ya que nada se dice de la relación entre las Personas
divinas, ni del modo como ellas, aún actuando de modos diversos, constituyen una unidad. A veces se percibe
una especie de subordinación del Hijo y del Espíritu Santo en relación con el Padre. Cf. ID., First Corinthians,
588. Al comentar estos versículos, C.K. Barrett usa una frase que sorprende y que no es del todo exacta: «The
Trinitarian formula is the more impressive because it seems to be artless and unconscious» (ID., The First
Epistle, 284). ¿En verdad se puede decir que Pablo habla aquí de la Trinidad ingenua e inconscientemente? ¿El
apóstol no entiende lo que está diciendo? Al repecto, D.A. Carson, rechazando la afirmación de Barrett, dice
que los autores del Nuevo Testamento que hablan de la Trinidad lo hacen de manera consciente y no ingenua.
Ellos no dudan en aceptar que el Hijo y el Espíritu Santo sean también Personas Divinas. Cf. ID., Showing the
Spirit, 33-34.
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Introducción al Corpus Paulinum 105
1. Jesús es el Señor316
Pablo llama a Jesús Κύριος (Kyrios). Para el apóstol este es el título
cristológico por excelencia. Como dijimos anteriormente, el sustantivo Κύριος
es usado 274 veces en el epistolario paulino, de las cuales 217 se refieren a
Jesucristo317. Muy posiblemente, Saulo Pablo heredó este título de la tradición
litúrgica de la Iglesia primitiva de Palestina.
Existen testimonios del empleo absoluto de este título en el mundo del Imperio
Romano. Kyrios era un título de soberanía que se aplicaba al emperador romano.
Aunque denotaba primariamente su superioridad política y jurídica, también
comportaba el matiz de su divinidad, sobre todo en la región oriental del
Mediterráneo. En los textos religiosos orientales de Asia Menor, Siria y Egipto se
da el nombre de kyrios o kyria a dioses y diosas como Isis, Osiris y Serapis.
314
D. Guthrie y R. P. Martin afirman que existen tres tipos diversos de pasajes en los que Pablo hace
referencia a la Trinidad. En primer lugar, los que tienen una clara forma triádica, que podrían denominarse
fórmulas trinitarias. Estos son: 1Cor 12,3-7; Ef 1,3-14; 2,18; 4,4-6. El más importante en este primer grupo es,
sin lugar a dudas, 2Cor 13,13. El segundo tipo consiste en pasajes en los que se mencionan en conjunto las tres
personas, pero sin ninguna estructura triádica clara; estos son: Ga 4:4-6, Rm 8:1-4; 2Ts 2,13-14; Tt 3,4-6. La
estrecha vinculación de Padre, Hijo y Espíritu en estos pasajes no puede ser considerado como accidental. En
tercer lugar, textos en los que las acciones que normalmente se atribuyen a Dios, aquí vienen atribuidas a Cristo
(por ejemplo, la creación, cf. Col 1,15-20; 1Cor 8,6) o al Espíritu Santo (por ejemplo, actos de poder, cf. Rm
8,5- 11). Cf. ID., «God», 366-367.
315
Un interesante estudio de esta fórmula, que aparece al inicio de la celebración de la Misa, lo encontramos
en R. PENNA, L’Evangelo come criterio di vita, 41-48. Allí R. Penna llama la atención sobre el hecho de que al
primer puesto venga nombrado el Hijo y no el Padre. «Proprio egli, aprendo il saluto, conferisce senso e valore
alle altre due parti. Implicitamente si afferma anche qui ciò che sta alla base di tutto il Nuovo Testamento, e
cioè che ogni discorso cristiano su Dio e sullo Spirito è possibile solo a partire da Gesù Cristo; egli rappresenta
ormai la clave per introdurci in ogni discorso teologico, conformemente a ciò che dice Ef 2,18: “mediante lui
abbiamo accesso al Padre” (cf. anche Mt 11,27; Jn 1,18; Hb 10,19-20)» (Ibid., 42).
316
Cf. J.A. FITZMYER, Teología de San Pablo, 24-25 (versión digital).
317
El sustantivo κύριος es usado unas 20 veces en el Corpus Paulinum para hablar del Padre, la mayoría de
las cuales aparecen en el contexto de una citación veterotestamentaria (cf. 1Cor 3,20; 4,17.19; 10,26; 11,11;
14,21; 2Cor 6,17-18; 10,18; Rm 4,8; 9,28.29; 10,16; 11,3.34; 12,11.19; Col 3,22). A veces no es tan fácil
distinguir de quién habla el apóstol, si del Padre o del Hijo o de ambos (cf. 1Cor 1,31; 2,16; 7,17.32-35; 2Cor
3,17.18; 5,11; 8,19.21; 10,8.17; Rm 14,4.11; Col 3,20; Ef 5,17.19; 6,4.9-10). Finalmente, el sustantivo κύριος
es utilizado 5 veces para referirse a personas distintas del Padre y del Cristo. Veamos: en 1Cor 8,5 Pablo afirma
que hay muchos que se autodenominan señores y dioses. En Ga 4,1 el apóstol habla del heredero cuando es
niño, sin autonomía, aunque es señor de todo, se parece al esclavo. Col 3,22a; 4,1 y Ef 6,5 usan este sustantivo
para hablar de los señores o amos de los cristianos esclavos.
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Introducción al Corpus Paulinum 106
Saulo Pablo, buen conocedor del mundo que lo rodeaba, sabiendo bien cómo
era usado el sustantivo que ahora nos ocupa, afirma con toda claridad: «Aunque
haya muchos “señores”, para nosotros no hay más que un solo Señor:
Jesucristo» (cf. 1Cor 8,5‐6).
De entre todos los textos paulinos donde Jesús es llamado Kύριος, bien vale
la pena subrayar cuatro: las fórmulas de fe de Rm 10,9 y 1Cor 12,3, el himno
cristológico de Flp 2,6‐11 (donde declara que, gracias al Misterio Pascual, Jesús
ha recibido del Padre el nombre sobre todo nombre) y la exclamación aramea
μαράνα θά, en 1Cor 16,22, que traduce: «¡Ven, Señor nuestro!» Esta
exclamación se empleaba probablemente en las reuniones eucarísticas
litúrgicas, que los cristianos consideraban como una pregustación de la parusía
(cf. 1Cor 11,26).
¿Pero qué sentido tiene llamar a Jesús Kύριος? Empecemos recordando que,
entre los judíos, el nombre sagrado e impronunciable de Dios, representado por
las consonantes hebreas יהוהera reemplazado con el término Adonay, que
traduce «mi Señor», o más literalmente, «mis Señores» (plural mayestático). Al
traducirse la Tanak al griego, s. II a.C., se empezó a usar el término Kύριος para
traducir el Tetragrama Divino.
Así pues, cuando Pablo llama Kyrios a Jesús está expresando, de una parte,
su divinidad, y de otra, su igualdad con el Padre. Por ser Señor, Jesús tiene el
dominio sobre todo lo creado y el derecho a ser adorado por toda la creación.
Flp 2,10, que es un eco de Is 45,23, contiene esta misma idea; lo que Isaías dijo
de Yahveh se aplica ahora a Cristo: «Ante mí se doblará toda rodilla; toda
lengua jurará por mí».
De cara a Cristo como Señor, el apóstol se considera un δοῦλος, es decir, un
«esclavo» (cf. Ga l,10; Rm 1,1; 1Cor 7,22). Pero esta relación no es despótica ni
tiránica; es más bien el gran fundamento paulino de la «libertad»: ligado a Jesús, el
Kyrios, el hombre se libera de sí mismo y permanece libre para los demás.
318
W. GRUNDMANN, «Gli enunciati su Cristo», 939.
319
Cf. C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 66-72.
320
Diversos son los textos bíblicos que hablan de este personaje: 2Sa 7; Gn 49; Nm 24,15-9; Am 9,11; Miq
5,2-5; Is 11,1-9; Jr 23,5-6; Zac 9,9-10; 11–13. En el Nuevo Testamento hay numerosas referencias a Jesús como
Mesías davídico: Mt 1,6; 2,1-6; 9,27; 12,22-23; 21,9.15; Mc 10,47-48; 11,1-10; 12,35-37; Lc 1,32-33.69; 2,4-
5; 3,31; 19,38; Jn 7,42; 12,13; Hch 2,30; 13,16-41; 15,16; Rm 1,3-4; 2Tm 2,8; Ap 3,7; 5,5; 22,16. También
encontramos textos extrabíblicos que hacen alusión a este tipo de mesianismo: Salmos de Salomón (SalSl) 17;
Targum Pseudo-Jonatán a Gn 49,11; 4Esd 12,32 y 2Bar 72,2–73,1. Son varios los manuscritos del Mar Muerto
que van en esa misma línea: 1QM, 1QS, 1QSa, 1QSb, 4QpIs, 4Q174–5, 4Q252, 4Q285.
321
Otros textos que se refieren a él son: Zac 4,12; 6,11; Dn 9,25-26; Sir 45,6-22; 50,1; TLeví 14,3; 1Hen
86,1.3; 90,21.
322
Cf. 4Q174; 1Q175; 4Q521; 1QpHab. Además, son numerosos los textos evangélicos que presentan a
Jesús como maestro: Mt 5–7; 10; 13; Mc 4,38; 9,17.38; 10,17.20.35; 12,14.19.32; 13,1; Lc 7,40; 8,24; 9,33.38;
10,25; 11,45; 12,13; 18,18; 19,39; 20,21.28-29; 21,7; Jn 1,38.49; 3,2.26; 4,31; 6,25; 9,2; 11,8.
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Introducción al Corpus Paulinum 108
323
Otros textos: 1Hen 85–90; 4Esd 6–7; 11–3. Conviene recordar aquí cómo Jesús viene llamado
frecuentemente “hijo del hombre” en los evangelios sinópticos.
324
Para entender esta clase de mesianismo es obligado citar el Libro de las Parábolas (1Hen 37–71) y una
serie de fragmentos noáquicos extraídos de 1Hen 106–7 y otros textos afines.
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Introducción al Corpus Paulinum 109
pudiera ser el Mesías de Israel: ¡un verdadero escándalo! (1Cor 1,23; cf. Dt
21,23)325. Sin embargo, este escándalo llegó a ser uno de los pilares de su
predicación (cf. 1Cor 2,2). Pablo comprendió que al Crucificado Dios mismo
lo había acreditado como Mesías, resucitándolo de la muerte (cf. Rm 1,3-4). Por
el misterio pascual, Jesús, el Cristo, se convirtió en Señor de vivos y muertos
(cf. Rm 14,9), fuente de vida nueva (cf. 1Cor 5,7) y liberación para todos (1Cor
6,20; 7,23; Ga 3,13; 4,5).
El vocablo Χριστός dejó de ser para Pablo tan solo un sustantivo, usado para
referirse al personaje esperado por Israel, y se convirtió en un nombre propio:
Χριστός era Jesús326. Para él Cristo llegó a ser el centro de su vida (cf. Ga 2,20).
En él veía la imagen de Dios (cf. 2Cor 4,4), el resplandor del Padre (cf. 2Cor
4,6; 5,17). Cristo era el contenido del evangelio que él predicaba «τὸ εὐαγγέλιον
τοῦ Χριστοῦ», «el evangelio de Cristo» (cf. 1Ts 3,2; Flp 1,27; 1Cor 9,12; 2Cor
2,12; 9,13; 10,14; Rm 1,16; 15,19; Ga 1,7). ¡Cristo! y este crucificado (cf. Flp
3,18; 1Cor 1,17.23; 2,2; Ga 6,12).
Hay, sin embargo, una novedad en Pablo, al hablar de Jesús como Mesías.
C.A. Segovia la explica así: «lo que Pablo aporta al mesianismo es, sobre todo,
la idea de que el Mesías habría retrasado su llegada para dar así oportunidad al
arrepentimiento de judíos y gentiles por igual»327. Piñero se refiere a dicha
novedad con estas palabras:
Además de la expiación (Rm 3,25) y reconciliación (2Cor 5,18-19; Rm 5,9-11), la muerte
del Mesías cumplió otros cometidos. Significó su renuncia a actuar de inmediato como Mesías,
pues aceptó un retraso, a saber, no implantar de momento el reino de Dios sobre la tierra, donde
habría de actuar como juez. Ello permitió que hubiera más tiempo antes del juicio final divino
sobre Israel y la humanidad (cf. Rm 15,1-5), y que se proporcionara la ocasión para que los
gentiles se incorporaran al pueblo elegido de Dios, que se renueva de ese modo, y para que la
mayoría de los judíos repensara su posición y acabara pasando de su infidelidad al Mesías — al
325
«Como puede observarse en la carta a los Gálatas (3,13), Pablo se daba cuenta de que, como para gran
parte de los judíos, la muerte en cruz de Jesús no era un acto de autorrevelación de Dios, porque ⸻ tomando
textualmente la ley de Moisés ⸻ significaba la muerte de uno que había recibido la maldición de Dios […] Por
esta razón, para la milenaria espera de los judíos, Jesús tenía que haber descendido milagrosamente de la cruz,
demostrando así de ser “el Cristo de Dios” (cf. Lc 23,35), o sea, el Mesías de Israel (cf. Jn 1,41). De otra parte,
para los griegos, o sea, para los cultos atenienses y los cristianos “gnósticos” de Corinto […] ¿qué sentido habría
podido tener creer en un Dios ajusticiado con el servile supplicium (Tácito, 55-117 d.C., Storie IV,11,3), o sea,
el suplicio de los esclavos rebeldes o de los terroristas? ¡Ninguno! El pensamiento metafísico y el imaginario
mitológico de la cultura helenista rechazaba la idea de un Dios tan débil que pudiera haber sido sometido por
simples hombres con la mors turpissima crucis (Orígenes, Commento a Matteo 27,22). Y, a pesar de ello, Pablo
funda la iglesia de Corinto predicando, sin elegancia de palabra, a Jesús, el Mesías, y “éste crucificado” (1Cor
2,2)» (F. MANZI, Paolo, 27).
326
«Fuera de Palestina, donde no se entendía el significado de este vocablo, Χριστός fue agregado al nombre
propio “Jesús” o usado en lugar de él» (W. GRUNDMANN, «Gli enunciati su Cristo», 974).
327
C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 77.
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Introducción al Corpus Paulinum 110
que no reconocen — a la fidelidad a él, y no quedara excluido del nuevo pueblo y de la nueva
creación, que están ya en marcha (cf. Ga 6,15; 2Cor 5,17)328.
Stanley Stowers es un poco más amplio en su explicación:
Pablo pensaba que Dios había designado a Jesús, por su estirpe davídica, para ser su
Mesías. Jesús había sido enviado, así pues, para poner fin al dominio del mal en el mundo
que los justos padecían y para restaurar a Israel castigando a los judíos infieles y a los
opresores romanos. Dios había investido a Jesucristo con su espíritu y con los poderes
necesarios para cumplir esa tarea, esto es, para ejercer su justicia, sancionar a los perversos
y premiar a sus fieles […] Pero, por fidelidad a su misión, Jesús decidió no ejercer los
poderes que Dios le había confiado porque, de lo contrario, muchos judíos y casi todos los
gentiles habrían sido entregados a la perdición. Jesús murió y retrasó así el juicio de Dios
por compasión hacia los pecadores. Por fidelidad al plan divino y a las promesas de Dios,
y pensando que Dios le vindicaría y le permitiría cumplir su misión mesiánica en el futuro,
Jesús rehusó ejercer sus poderes hasta el punto de evitar huir y de aceptar ser ejecutado
por los romanos. Al renunciar de ese modo a sus prerrogativas mesiánicas, Jesús dio a los
judíos y a los gentiles oportunidad de arrepentirse, confiando en que Dios retrasaría su
misión hasta el momento en que su justicia pudiera hacerse verdaderamente efectiva. El
rechazo de Jesús a tomar el camino más fácil equivalía, por lo tanto, a un acto de fidelidad
hacia la misión que le había sido encomendada y hacia los propósitos de Dios. Jesús optó
por morir por los demás. Dios le vindicó resucitándolo y haciendo de él el pionero de la
renovación del mundo. Al igual que Abraham, Jesús no era simplemente un objeto pasivo
de fe, sino alguien cuya fidelidad hacía efectiva la justicia misericordiosa que Dios tenía
intención de mostrar al mundo329.
328
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 533-534.
329
S.K. STOWERS, A Rereading of Romans: Justice, Jews and Gentiles, 213-214.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
VI. UN MESÍAS CRUCIFICADO
330
BENEDICTO XVI, Audiencia General, 29 de octubre de 2008.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 112
331
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 533-534.
332
BENEDICTO XVI, Audiencia General, 29 de octubre de 2008.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 113
333
Ibid.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 114
334
Para el desarrollo de este punto seguimos muy de cerca a A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de
Tarso, 159-187.536-538.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 116
335
En Ga se encuentran las afirmaciones más negativas respecto a la Ley. No deben entenderse como ataques
a la ley en general. En realidad, se trata de pasajes dirigidos contra la pretensión de los oponentes de Pablo,
quienes desean convencer a los gentiles, convertidos por él o su equipo, para que — aun como creyentes en
Jesús Mesías— se hagan totalmente judíos. Hay que recordar que las cartas fueron escritas en unas
circunstancias determinadas, dirigidas a unos destinatarios determinados en relación con una serie de
cuestiones determinadas y cuyo autor hace uso de determinadas estrategias retóricas que impiden verlas como
depositarias de un conjunto de verdades absolutas. De allí que, al analizar cada frase paulina acerca de la ley,
se deba tener muy en cuenta su contexto, no solo literario, sino también vital. Al respecto, C.A. Segovia ofrece
este ejemplo: «En cuanto a Rm 3,20, se trata de una afirmación relativa a los gentiles y sólo a ellos: el contacto
con la ley judía hace patente su impiedad incrementando sus faltas a ojos de Dios, por lo que el camino para
que ellos alcancen la salvación ha de ser otro [...] Y lo mismo es aplicable a Ga 3,10-13» (ID., Por una
interpretación no cristiana de Pablo de Tarso, 85).
observancia de esta ley no está pensada por Dios para ingresar en la Alianza — el
pueblo elegido lo es por nacimiento —, sino para mantenerse en ella.
Es temporal por dos motivos: a) Porque en época mesiánica, aunque el judío tiene
que seguir cumpliéndola, ha de hacerlo según la interpretación del Mesías; b) Porque
en época mesiánica un gentil convertido a Cristo puede salvarse en igualdad de
condiciones que los judíos, e incluso estar injertado en Israel, sin necesidad de
cumplirla. Antes de la llegada del Mesías no se sabía esto, según Pablo.
336
Esto lo vemos claramente en textos posteriores a Pablo, influenciados por el apóstol: Mc 2,27-28; 7,17-
20; Mt 5,21-28; Jn 6,1-71, etc.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 118
337
«La justificación del cristiano es otra de las formas con que Pablo expresa los efectos de la acción
salvífica de Cristo. “Jesús ... resucitó para nuestra justificación” (Rm 4,25). Este efecto del acontecimiento
Cristo no es en realidad tan importante en la teología de san Pablo como se creyó en las controversias de la
Reforma y en la interpretación agustiniana. No constituye la clave de la teología paulina ni sintetiza para el
apóstol la experiencia cristiana A. Schweitzer alude a la justificación como “un cráter secundario”» (J.A.
FITZMYER, Teología de San Pablo, 34 - versión digital).
338
Un vistazo al vocabulario paulino concerniente a la justificación nos permite comprender la importancia
que tuvo esta cuestión para el apóstol de las gentes. a) Sustantivos: δικαιοσύνη justicia, rectitud, generosidad,
voluntad de perdón, actitud grata a Dios (58 veces): Rm 1,17; 3,5.21.22.25.26; 4,3.5.6.9.11.13.22; 5,17.21;
6,13.16.18.19.20; 8,10; 9,30.31; 10,3.4.5.6.10; 14,17; 1Cor 1,30; 2Cor 3,9; 5,21; 6,7.14; 9,9.10; 11,15; Ga 2,21;
3,6.21; 5,5; Ef 4,24; 5,9; 6,14; Flp 1,11; 3,6.9; 1Tm 6,11; 2Tm 2,22;3,16; 4,8; Tt 3,5. δικαίωμα mandato,
prescripción, justificación, perdón, inocencia, justo juicio, buena acción (5 veces): Rm 1,32; 2,26; 5,16.18; 8,4.
δικαίωσις justificación, perdón (2 veces): Rm 4,25; 5,18. ἐκδίκησις venganza, castigo, hacer justicia (3 veces):
Rm 12,19; 2Cor 7,11; 2Ts 1,8. δίκη castigo; Justicia (1 vez): 2Ts 1,9. ἀδικία iniquidad, mala fe, injusticia, mala
acción (12 veces): Rm 1,18.29; 2,8; 3,5; 6,13; 9,14; 1Cor 13,6; 2Cor 12,13; 2Ts 2,10.12; 2Tm 2,19. δικαιοκρισία
justo juicio (1 vez): Rm 2,5. b) Verbos: δικαιόω justificar, hacer justo, declarar justo, perdonar, poner a paz y
salvo, hacer grato (a Dios), dar la razón (27 veces): Rm 2,13; 3,4.20.24.26.28.30; 4,2.5; 5,1.9; 6,7; 8,30.33;
1Cor 4,4; 6,11; Ga 2,16.17; 3,8.11.24; 5,4; 1Tm 3,16; Tt 3,7. ἀδικέω hacer injusticia, daño, causar perjuicio (9
veces): 1Cor 6,7.8; 2Cor 7,2.12; Ga 4,12; Col 3,25; Fm 18. ἐκδικέω hacer justicia, vengar, castigar (2 veces):
Rm 12,19; 2Cor 10,6. c) Adjetivos: ἔνδικος justo (1 vez): Rm 3,8. ἔκδικος que hace justicia, castiga (2 veces):
Rm 13,4; 1Ts 4,6. δίκαιος justo, honrado, recto, bueno, inocente (17 veces): Rm 1,17; 2,13; 3,10.26; 5,7.19;
7,12; Ga 3,11; Ef 6,1; Flp 1,7; 4,8; Col 4,1; 2Ts 1,5.6; 1Tm 1,9; 2Tm 4,8; Tt 1,8. d) Adverbios: δικαίως
justamente, con justicia, bien (3 veces): 1Cor 15,34; 1Ts 2,10; Tt 2,12. Las palabras con la raíz δικ no bastan.
Es necesario también tener en cuenta otras afines, es decir, que pertenecen al campo jurídico: no,moj, bh/ma,
krith,j/kri,nein, evgkalei/n, parakalei/n, katakri,nein, avpo,dwsij/avpodi,dwmi, etc., y que encontramos
frecuentemente en Gálatas y Romanos.
Es la concesión del estado de justo que Dios otorga al ser humano. Es el acto en el tribunal
de Dios en el que el pecador es absuelto de sus transgresiones: Dios lo declara «justo», no
pecador. Ello supone la posibilidad, concedida por la justicia de Dios, de participar de sus
planes salvadores contenidos en la triple Promesa a Abrahán [pueblo/tierra/padre de
multitud de naciones]339.
En definitiva, por la justificación el hombre es libre de pecado, reintegrado en la
amistad con la divinidad, y hecho apto para formar parte del nuevo pueblo de Dios
(Rm 3,25). Consecuentemente, se le otorga la garantía de la salvación futura.
Los judíos siempre se han preocupado por comprender cómo el hombre
puede y debe ser encontrado justo ante Dios. Para Saulo Pablo este “cómo” halla
su respuesta en la fe, esto quiere decir que el ser humano no la adquiere de
manera automática por la observancia de las leyes, sino por gracia divina, o sea,
por un acto de fe/confianza en la acción salvadora de Dios.
La «fe» es de igual modo para Pablo un concepto dinámico porque incluye no solo la
creencia (pasiva), sino también la confianza, la fidelidad y la obediencia a Dios (activas)
manifestadas en la comisión de obras concordes con la fe. La fe es la primera respuesta a
la acción de Dios en Jesús; la fe acepta la proclamación de que Jesús es en verdad el
Mesías de Israel y que este obedeció a Dios y aceptó la cruz. Luego el creyente será fiel a
las exigencias de esa fe […] La vida de fe en el Mesías, según Pablo, es — aparte de la
aceptación del evangelio con confianza plena — la participación en Cristo, la comunión
con él, por medio del Espíritu otorgado al creyente, y la unión del grupo entre sí y con el
Mesías en su cuerpo místico por medio del amor340.
Es necesario subrayar al final de este apartado ⸻ contra la interpretación del
judaísmo como religión legalista y mecanicista 341 ⸻ que tanto Pablo como sus
connacionales judíos tenían como principio claro e inmutable que la salvación
era un acto divino de pura gracia. Para ellos observar fielmente la ley no tenía
por sí mismo un valor salvífico mecánico o automático. Un dato que no puede
ignorarse aquí es que, en tiempos de Pablo ⸻ época del judaísmo prerrabínico
⸻ no pocos judíos tenían sus reservas ante el papel que la ley jugaba en los
designios de Dios (esto se puede ver en obras tanto bíblicas como extrabíblicas,
por ejemplo: Job, Eclesiástico, Baruc, 1Henoc, el Documento arameo de Leví,
los Himnos de Qumrán y 4Esdras342). Para ellos no era un papel ilimitado.
339
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 187.
340
Ibid., 179.197.
341
No podemos desconocer que también en la época de Pablo había algunos judíos puntillosos y fanáticos
en la defensa de la observancia de la ley que daban la impresión de que tal observancia les garantizaba un
derecho inalienable ante Dios de recibir por sus propios méritos la salvación.
342
«1Henoc ignora la ley mosaica, seguramente por considerarla inoperativa, y centra más bien su atención
en la necesidad de una intervención divina en la historia capaz de enderezar su curso. Por su parte, el Documento
arameo de Leví cuestiona las normas sacerdotales asociadas a la ley y a sus representantes, hacia los que tanto
1Henoc como el Testamento de Leví muestran asimismo sus reservas. El libro de Job parodia a su vez la idea
de que las buenas obras son siempre premiadas, criticando de ese modo la aparente ingenuidad inherente a todo
paradigma retributivo. 2Samuel 7 y otros textos bíblicos afines sostienen que, por encima de la ley, e incluso
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 121
1. Justificación y pecado
Hay una realidad estrechamente relacionada con la justificación: la ἁμαρτία,
o sea, el «pecado». En las cartas paulinas coexisten dos nociones de pecado:
una expresada gramaticalmente al plural. Aquí el pecado consiste en un
singular acto deliberado de transgresión de la ley como norma moral, repetido
y repetible. La otra noción se expresa gramaticalmente al singular (cf. Rm 7,7-
25). En este caso, el pecado designa una potencia personificada que esclaviza al
hombre, deteniéndolo bajo su poder, y obligándolo a prescindir de su propia
voluntad. La primera noción — al plural — tiene su raíz en el judaísmo oficial, tanto
saduceo como fariseo, que preveía una serie de medios de expiación (sacrificios,
ayunos, sufrimientos, y sobre todo arrepentimiento), que servían para obtener la
absolución divina. La segunda noción — al singular — se explica con base en la
tradición esénica. En el apócrifo Enoch Etiópico se dice que el mundo depende de
un pecado primordial (no de Adán, sino de los ángeles), que ha corrompido la
humanidad entera y también el cosmos. En este caso los medios tradicionales de
justificación (sacrificios, ayunos, etc.) tienen poca importancia y eficacia, y la
redención depende únicamente de la gratuita elección divina.
El concepto paulino de justificación tiene que ver con ambas nociones de
pecado: en relación con la primera, al plural, la justificación es la absolución
de la impureza adquirida por las múltiples transgresiones de la ley, con base en
las cuales el pecador es merecedor de una sentencia de condena. Esta absolución
se da gracias al sacrificio de Cristo «por los pecados» (cf. Rm 3,25; 4,25). En
relación con la segunda noción, al singular, la justificación es la superación o
exterminio del «Pecado». Esta realidad (el Pecado), siendo “pre-dada” (o sea,
anterior a nosotros) y, consecuentemente, independiente de la voluntad del
individuo no puede ser cancelada ni por los sacrificios ni por el arrepentimiento
de los hombres. La única vía para liberarse de la ἁμαρτία es muriendo
totalmente a ella. Esto sucede única y exclusivamente mediante la asociación a
la muerte de Cristo (cf. Rm 6,1-14); solo así se verifica el paso de propiedad de
un señorío a otro (cf. Rm 7,1-6). La justificación en este sentido significaría ser
de la alianza, están la misericordia y la gracia de Dios, cuyos favores son poco menos que incondicionales.
4Esdras retoma esta última idea y atestigua de su importancia en un momento crítico. Paralelamente, Ben Sirá
y el autor del libro de Baruc apelan a la misericordia de Dios, mientras que ciertos Salmos canónicos y apócrifos
y, de manera especialmente conmovedora, los Himnos de Qumrán, insisten en la idea de que la justicia de Dios
y el arrepentimiento del hombre van de la mano» (C.A. SEGOVIA, Por una interpretación no cristiana de Pablo
de Tarso, 46-47).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 122
343
J.A. FITZMYER, Teología de San Pablo, 35 (versión digital).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 123
3. La justificación en 1Corintios
El lenguaje de la justificación aparece por primera vez en 1Corintios (6,9-11):
9
¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni
los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,
10
ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces
heredarán el Reino de Dios. 11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido
lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
Esta perícopa está organizada así:
• v. 9a: declaración general de tipo propositio
• vv. 9b-10: lista, ilustrando y precisando qué se entiende por ἄδικοι
• v. 11: aplicación a los creyentes, a partir de una oposición entre pasado
(eran ἄδικοι) y presente (no son más ἄδικοι, porque fueron purificados,
santificados y justificados)
Detengámonos un momento en el v. 11. Allí aparece la forma verbal
ἐδικαιώθητε, un aoristo pasivo de δικαιόω. Esta forma viene precedida por otras
dos acciones: ἀπελούσασθε y ἡγιάσθητε «lavados y santificados». La primera
de estas denota la purificación, la limpieza. Y una vez “limpia la habitación”
ἄδικοι ἐδικαιώθητε
Lista de injustos Lista de dones recibidos
= 10 vicios
4. La justificación en Gálatas344
La carta a los Gálatas puede ser llamada «el manifiesto de la libertad en
Cristo». Entre las llamadas «cuatro grandes cartas» paulinas (1-2 Corintios,
Gálatas y Romanos) es la más breve y, al mismo tiempo, la más densa y tajante
de todas las misivas de Pablo contra aquellos que se oponen a su evangelio de
la libertad. Pablo habla duramente a los cristianos de Galacia.
Algunos llaman a esta carta el borrador o el «proyecto» de Romanos. Sin
embargo, tenemos que reconocer que las dos cartas dejan ver situaciones
eclesiales muy diferentes. Además, desde el punto de vista del contenido,
algunos párrafos de Gálatas son originales y encuentran pocos puntos de
contacto con Romanos. Por ejemplo, la sección autobiográfica de Ga 1,13−2,14;
las demostraciones acerca de los tipos de filiación abrahámica en Ga 4,21−5,1;
la sección ética de Ga 5,13 − 6,10.
la adquisición del trigo de los gentiles (la primera norma) hasta los matrimonios
considerados ilegales entre los sacerdotes y el pueblo (la vigésima). Por tanto,
entre las maʽasé ha-torah de las que habla Qumran y las ἔργα νόμου tratadas
por Pablo hay plena correspondencia. Sin embargo, mientras que en Qumran
las maʽasé ha-torah son consideradas positivamente y son recomendadas para
el destinatario de la carta, en Gálatas y en Romanos las ἔργα νόμου asumen
siempre una connotación negativa. Pablo subraya que la justificación no se
realiza «mediante las obras de la Ley», sino únicamente «por medio de la fe en
Jesucristo» (Ga 2,16; Rm 3,22.27).
Para Pablo «las obras de la Ley» (o sea las acciones fundadas en la Ley,
acciones que dejan de lado el verdadero sentido de la Ley) son siempre
negativas, mientras que la ley o Torah tiene aspectos positivos: tiene su plenitud
en el amor (5,14), no se opone a la vida según el Espíritu (5,23) y llega a ser
«de Cristo» gracias al amor ⎯ entendido como llevar los pesos los unos de los
otros ⎯ (6,2).
En práctica las «obras de la Ley» son aquellas normas que no se encuentran
en sentido estrecho en la Torah, sino que pertenecen a las diversas tradiciones
judías que cada corriente o movimiento propone a sus seguidores.
En Ga 2,15−3,14 vemos algunos ejemplos de esto. Uno de ellos tiene que ver
con la pureza alimenticia en ocasión de la comunión de mesa entre los creyentes
de origen judío y los gentiles. La ley no prohíbe que un judío comparta la mesa
con un gentil. Sin embargo, una tradición judía, más concretamente farisea,
establece que, para evitar la contaminación, se deba excluir la comunión de
mesa con los gentiles.
versículo en clave eclesiológica en 2Cor 6,18: «Yo seré para vosotros padre, y
vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso».
Hay que reconocer, sin embargo, que la institución jurídica de la adopción no es
propia de la jurisprudencia judía, sino que es propia de aquella greco-romana. He
aquí las palabras del jurista Gayo (s. II d.C.): «Nosotros hemos apenas establecido
las normas con las cuales nuestros hijos reales entran en posesión. Esto vale también
para aquellos que adoptamos. La adopción puede ser realizada en dos modos: o
mediante la autoridad de la persona (adrogatio), o mediante la jurisdicción de un
magistrado, por ejemplo, un pretor» Institutiones 1,97.
La institución de la adopción es fundamental para comprender las
dimensiones de la filiación del Mesías/los judíos y la filiación de los paganos
en él, porque, de una parte, Cristo, al igual que los judíos, son hijos naturales de
Dios ⸻ obviamente, Pablo reconoce la superioridad y singularidad de la
filiación de Jesucristo ⸻; y de otra, los gentiles se convierten en hijos adoptivos
de Dios mediante el ser en Cristo y el don del Espíritu (Ga 4,4-7). Gracias a la
filiación en Cristo, los gentiles, al igual que los judíos, pueden invocar a Dios
como «Abbá» (4,6).
En todo esto el Espíritu Santo juega un papel muy importante. Para Pablo es
claro que sin el Espíritu no son posibles ni la justificación ni la filiación divina
(4,4.6). El Espíritu Santo hace presente la justificación y la filiación divina.
5. La justicia de Dios
En la principal de las cartas del Corpus Paulinum el sintagma δικαιοσύνη
θεοῦ aparece ocho veces (cf. Rm 1,17; 3,5.21.22.25.26; 10,3(2x); una sola vez
en 2Cor 5,21). ¿Cómo entender este sintagma que, sin duda alguna, es clave
para la comprensión de la justificación paulina?345
Para entender el ya mencionado sintagma es importante partir de la distinción
entre dos procedimientos jurídicos en el Antiguo Testamento. El primero, y
quizá el más usado, es el llamado rîb o «litigio, pleito, controversia». Este
procedimiento presupone una crisis de las relaciones interpersonales y busca
esencialmente el pleno restablecimiento de éstas (cf. Gn 31,26-28.43-54: Labán
y Jacob; Jc 8,1-3: Gedeón y los efraimitas; 2Sa 3,6-11: Abner e Isbaal; Gn
32,22-32: Jacob y Dios).
En la época bíblica un pleito podía resolverse de una de estas tres maneras:
1. Mediante el recurso al tribunal. 2. Mediante un combate físico, como, por
ejemplo, una guerra, que termina con la derrota o el rendimiento de una de las
dos partes. 3. Mediante la reconciliación de los contrincantes. Esta última
345
R. PENNA, «Il tema della giustificazione in Paolo. Uno status quaestionis», en: G. ANCONA, La
Giustificazione. Atti convegno, 27-36.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 128
1. El bautismo
Este sacramento no fue inventado por el apóstol, él lo heredó de las
comunidades que adoraban a Jesús antes que él. De ellas aprendió también las
fórmulas que emplea en algunas de sus misivas para explicarlo 346. Para Pablo
no se trata de un simple rito de iniciación o de purificación, sino que es el sello
que confirma que el creyente ha sido justificado por la fe, pertenece a Cristo y
hace parte de su cuerpo, la Iglesia (cf. 1Cor 12,12-13). En el bautismo el
creyente se identifica con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.
«Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que
Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también
nosotros vivamos una vida nueva. Porque si nos hemos injertado en él por una muerte
semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección semejante» (Rm 6,4-5)347.
346
Cf. J.A. FITZMYER, Teología de San Pablo, 45-46 (versión digital).
347
Quiero transcribir aquí una preciosa y, al mismo tiempo, sencilla exégesis de Benedicto XVI de este texto
paulino, tan importante para la comprensión del bautismo: «Naturalmente, en esta catequesis no puedo entrar
en una interpretación detallada de este texto no fácil. Sólo quiero notar brevemente tres datos. El primero:
“Hemos sido bautizados” es voz pasiva. Nadie puede bautizarse a sí mismo, necesita a otro. Nadie puede hacerse
cristiano por sí mismo. Llegar a ser cristianos es un proceso pasivo. Sólo otro nos puede hacer cristianos. Y este
“otro” que nos hace cristianos, que nos da el don de la fe, es en primera instancia la comunidad de los creyentes,
la Iglesia. De la Iglesia recibimos la fe, el bautismo. Si no nos dejamos formar por esta comunidad, no llegamos
a ser cristianos. Un cristianismo autónomo, auto-producido, es una contradicción en sí mismo. Como acabo de
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 130
2. La Eucaristía
Saulo Pablo cree firmemente en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.
Él sabe muy bien que aquello que los paganos ignorantemente profesan acerca
de los cultos de misterio (a saber, que en dichos cultos pueden comer a sus
decir, en primera instancia, este “otro” es la comunidad de los creyentes, la Iglesia; pero en segunda instancia,
esta comunidad tampoco actúa por sí misma, no actúa según sus propias ideas y deseos. También la comunidad
vive en el mismo proceso pasivo: sólo Cristo puede constituir a la Iglesia. Cristo es el verdadero donante de los
sacramentos. Este es el primer punto: nadie se bautiza a sí mismo; nadie se hace a sí mismo cristiano. Cristianos
se llega a ser. El segundo dato es este: el bautismo es algo más que un baño. Es muerte y resurrección. San
Pablo mismo, en la carta a los Gálatas, hablando del viraje de su vida que se produjo en el encuentro con Cristo
resucitado, lo describe con la palabra: “estoy muerto”. En ese momento comienza realmente una nueva vida.
Llegar a ser cristianos es algo más que una operación cosmética, que añadiría algo de belleza a una existencia
ya más o menos completa. Es un nuevo inicio, es volver a nacer: muerte y resurrección. Obviamente, en la
resurrección vuelve a emerger lo que había de bueno en la existencia anterior. El tercer dato es: la materia forma
parte del sacramento. El cristianismo no es una realidad puramente espiritual. Implica el cuerpo. Implica el
cosmos. Se extiende hacia la nueva tierra y los nuevos cielos. Volvamos a las últimas palabras del texto de san
Pablo: así — dice — “podemos caminar en una vida nueva”. Se trata de un punto de examen de conciencia para
todos nosotros: caminar en una vida nueva. Esto por el bautismo» (BENEDICTO XVI, Audiencia General, 10 de
diciembre de 2008).
348
A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 539.
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Introducción al Corpus Paulinum 131
349
Divinidad greco-egipcia; dios de la curación.
350
Uno de los dioses olímpicos; dios del vino y de la fertilidad.
351
Diosa de Egipto.
352
Cf. R. SCHNACKENBURG, Die Kirche im Neuen Testament, 150-151; U. VANNI, L’ebbrezza, 54-56; R. PENNA,
«La Chiesa come corpo di Cristo», 256-257; R. FABRIS, «Chiesa», 47; U. SCHNELLE, Apostle Paul, 563-564; R. FABRIS
− S. ROMANELLO, Introduzione, 228; A. PITTA, L’evangelo di Paolo, 137; S.N. BRODEUR, Il cuore di Cristo, 352.
353
«La comune partecipazione all’unico pane eucaristico e quindi “al corpo di Cristo” opera l’unità della
comunità» (M. BRUNINI, Lettura Pastorale, 258).
354
BENEDICTO XVI, Audiencia General, 10 de diciembre de 2008.
355
La idea de asambleas o reuniones generales de todos los creyentes no es tan fácilmente aceptada. Si
llegaron a celebrarse fue de manera esporádica (cf. Rm 16,23; 1Cor 14,23). Lo normal era la reunión en
pequeños grupos.
356
J. Murphy-O’Connor, con base en los resultados de las excavaciones que sacaron a la luz una casa que,
probablemente, era de tiempos del apóstol Pablo, conocida hoy como The Villa at Anaploga, nos proporciona
una interesante descripción de cómo estaban organizadas las viviendas en las que se congregaban los primeros
cristianos de Corinto. La casa encontrada tenía una superficie construida de 41,25 m2; el triclinium medía 5.5 x
7.5 metros, de los cuales una parte venía ocupada con los sofás puestos alrededor de las paredes. El triclinium
podía alojar, cómodamente, unas nueve personas. El atrio, situado a las afueras de la casa, medía 5 x 6 metros,
de los cuales una novena parte estaba ocupada por el impluvium, una piscina que se usaba para recoger el agua.
El techo del atrio tenía un gran agujero llamado compluvium, utilizado con una doble finalidad: en primer lugar,
permitir el paso del agua para rellenar el impluvium; en segundo lugar, iluminar toda aquella zona. En el atrio
podrían caber entre 30 a 40 personas. Con toda probabilidad, fue este el lugar escogido para la reunión de los
creyentes. Sin embargo, los más cercanos al anfitrión, adinerados como él ⎯ sólo los que poseían abundantes
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Introducción al Corpus Paulinum 132
comidas357, que tenían lugar el domingo (cf. 1Cor 16,2)358, constituían una
ocasión propicia para que los participantes expresaran la comunión de fe359, a
través de la oración, la lectura y meditación de las Escrituras, el compartir del
pan y del vino eucarísticos, la ejercitación de los carismas y ministerios y la
ayuda a los más necesitados de la comunidad. Sin embargo, en Corinto, no
todos los que participaban en dichas asambleas lograban entender el
verdadero sentido de las mismas. No faltaban quienes veían en ellas una
especie de clubes, parecidos a los existentes en su ciudad y, por esta razón,
buscaban la manera de introducir allí algunos comportamientos propios de
los encuentros paganos (cf. 1Cor 11,20) 360.
Estas anomalías llevaron a Pablo a exponer a los corintios el verdadero
sentido del banquete eucarístico. Lo primero que hace el apóstol es recordar
que en el origen de esta celebración está el mismo Jesús. Es él el autor de
este sacramento admirable.
Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que
fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que
se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío». Asimismo, también la copa después de
bienes materiales tenían casas amplias capaces de acoger a un buen número de personas ⎯ se reunían en el
triclinium. Esta división habría motivado al apóstol a hacer una fuerte crítica contra las asambleas de los
corintios (cf. 1Cor 11,17-34). La afirmación del v. 21: «uno tiene hambre, mientras que otro se emborracha»,
sugiere que las tensiones entre los asistentes a las reuniones, no sólo se debían a la inconformidad por la
diferencia de lugares, triclinium-atrio, sino también por la falta de igualdad en lo relacionado con los alimentos
que se consumían. Cabe recordar que los romanos tenían la costumbre de servir diferentes tipos de alimentos,
dependiendo del estrato social de los participantes. Todo parece indicar que esta costumbre se introdujo en las
asambleas cristianas. Los amigos del anfitrión, que por su condición social podían permitirse tantos momentos
de ocio al día, llegaban temprano, antes de empezar el encuentro de los creyentes, y disfrutaban de suculentos
banquetes, mientras que los más pobres, esto es, los ubicados en el atrio, que no disponían de tanto tiempo, a
causa de sus trabajos, debían comer algo mucho más sencillo durante la reunión. Cf. ID., St. Paul’s Corinth,
153-161; B. WITHERINGTON III, Conflict and Community, 29; B.M. METZGER, «The Development of
Institutional Organization», 16. Para A. Pitta el hecho de celebrar las asambleas en las casas de los cristianos
pudientes, trajo como consecuencia la exclusión de las casas y zonas donde habitaban los más pobres y los
esclavos: «Con l’uso contemporaneo dell’atrium o dello spazio d’ingresso e del triclinium o della sala da
pranzo, le singole comunità si radunavano nella domus dei credenti più agiati, con la consequenziale esclusione
delle insulae, dove abitavano i più poveri e gli schiavi (humiliores)» (ID., Sinossi, 250).
357
P. Coutsoumpos sostiene que en época de Pablo existían dos tipos de comidas greco-romanas privadas:
«aquellas para las cuales el costo era compartido entre los participantes (eranos) y las que eran gratuitas para
los invitados». Las asambleas cristianas eran del primer tipo, o sea, e;ranoi. Cf. ID., Comunidad, 34-45.
358
Cf. J. SÁNCHEZ BOSCH, Nacido a tiempo, 137-138.
359
Cf. B.M. METZGER, «The Development of Institutional Organization», 15.
360
Cf. B. WITHERINGTON III, Conflict and Community, 32; J.W. THOMPSON, The Church, 222.
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Introducción al Corpus Paulinum 133
cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre 361. Cuantas veces la
bebiereis, hacedlo en recuerdo mío» (1Cor 11,23-25362).
La Eucaristía es para Pablo, ante todo, la «Cena del Señor» (cf. 1Cor 11,20),
la comida en que el nuevo pueblo de Dios — los bautizados — come su
«alimento espiritual» y bebe su «bebida espiritual» (cf. 1Cor 10,3‐4). En este
acto, el pueblo se manifiesta como la comunidad de la «nueva alianza» (1Cor
11,25; cf. Jr 31,31; Ex 24,8).
Esta cena no fue instituida para dividir, sino para unir. Hay tres aspectos que
hacen de la Eucaristía la fuente de la unidad cristiana363: en primer lugar, es el
acto ritual y sacramental por el que se concreta la presencia de Cristo en medio
de su pueblo. En segundo lugar, la Eucaristía como memorial y proclamación
de la muerte sacrificial de Cristo es punto de reunión. «Cuantas veces comáis
este pan y bebáis este cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él venga»
(cf. 1Cor 11,26). Por esta razón, la comunidad creyente tiene que «hacer esto
en memoria» de él (11,24). La repetición de este acto litúrgico, en el que se
hacen presentes el Cuerpo y la Sangre del Señor para alimentar a su pueblo,
constituye una «proclamación» solemne y comunitaria del acontecimiento
mismo de la salvación. Se trata de la «muerte del Señor por vosotros». La
Eucaristía anuncia aquella muerte salvadora a los que participan del banquete
sacramental. En tercer lugar, en la Eucaristía existe un aspecto escatológico, ya
que el anuncio de la muerte del Señor debe continuar «hasta que venga». Cristo,
con su cuerpo glorioso y resucitado, es el único que realiza plenamente la
salvación de los que participan de la mesa del Señor.
361
«San Pablo transmite las palabras del Señor sobre el cáliz así: este cáliz es “la nueva alianza en mi
sangre”. En estas palabras se esconde una alusión a dos textos fundamentales del Antiguo Testamento. En
primer lugar, se alude a la promesa de una nueva alianza en el libro del profeta Jeremías. Jesús dice a los
discípulos y nos dice a nosotros: ahora, en esta hora, conmigo y con mi muerte se realiza la nueva alianza; con
mi sangre comienza en el mundo esta nueva historia de la humanidad. Pero en esas palabras también se
encuentra una alusión al momento de la alianza del Sinaí, donde Moisés dijo: “Esta es la sangre de la alianza
que el Señor ha hecho con vosotros, según todas estas palabras” (Ex 24,8). Allí se trataba de sangre de animales.
La sangre de animales sólo podía ser expresión de un deseo, espera del verdadero sacrificio, del verdadero culto.
Con el don del cáliz el Señor nos da el verdadero sacrificio. El único sacrificio verdadero es el amor del Hijo.
Con el don de este amor, un amor eterno, el mundo entra en la nueva alianza. Celebrar la Eucaristía significa
que Cristo se nos da a sí mismo, nos da su amor, para conformarnos a sí mismo y para crear así el mundo
nuevo» (BENEDICTO XVI, Audiencia General, 10 de diciembre de 2008).
362
Este es el relato más antiguo sobre la institución de la Eucaristía en el Nuevo Testamento. Es un
testimonio que proviene probablemente de la iglesia antioquena.
363
Cf. J.A. FITZMYER, Teología de San Pablo, 49 (versión digital).
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X. EL ESPÍRITU SANTO364
364
AA.VV. Vocabulario de las Epístolas Paulinas, CB 88, 28-30; R. FABRIS – S. ROMANELLO, Introduzione
alla lettura di Paolo, 194-198.
365
Las demás referencias tienen que ver principalmente con el espíritu humano. En otros textos no es tan
fácil distinguir a quién o a qué cosa se refiere el apóstol con la palabra πνεῦμα (cf. Flp 2,1; 3,3; 1Cor 14,2; 2Cor
6,6; Rm 8,10; Ga 6,1; Ef 4,3-4). Las traducciones modernas no coinciden en las elecciones que realizan.
366
No todos aceptan que el término Kyrios aquí se refiere a Jesús.
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Introducción al Corpus Paulinum 135
aniquilados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a
fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Esta fuerza extraordinaria es precisamente el Espíritu Santo. Es él quien
permite penetrar en el misterio de la cruz para hacerlo propio, misterio
impactante y paradójico, que escapa a toda lógica humana; misterio que
caracteriza al verdadero apóstol y lo diferencia de aquellos que, como sucedía
en Corinto, buscaban solamente su gloria y su bienestar aprovechándose del
anuncio del evangelio.
El Espíritu Santo estructura la identidad y el actuar del creyente. Cuando
este se deja guiar por el Espíritu se convierte en un hombre πνευματικός
(1Cor 2,15). En Rm capítulo 8, llamado por muchos «el evangelio del
Espíritu», Pablo explica en qué consiste la vida en el Espíritu, qué
caracteriza al hombre espiritual.
Gracias al Espíritu el creyente tiene aquellas disposiciones existenciales
profundas que son conformes al proyecto de Dios; disposiciones que se
contraponen a la «carne», o sea, a la existencia egoísta, encerrada en sí misma.
Este mismo Espíritu es quien hace entrar el amor de Dios en los corazones de
los creyentes, un amor que se convierte en amor fraterno (cf. Rm 5,5; Ga 5,22).
Es el Espíritu Santo el que suscita en el hombre espiritual las mismas
actitudes de confianza filial presentes en el Hijo en relación con el Padre y por
las cuales puede decir con gran confianza: «¡Abbá, Padre!» (cf. Rm 8,15; Ga
4,6). Este mismo Espíritu es quien inspira y alimenta la oración de los
seguidores de Jesús:
Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no
sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración
del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios (Rm 8,26-27).
Partiendo de lo que creen sus hermanos de raza y religión — que los ángeles
y los patriarcas son intercesores ante Dios — Saulo Pablo atribuye al Espíritu
la función de intercesor. Pero esta intercesión no la hace con base en los méritos
de los creyentes, sino que hace suyos los gemidos de ellos, de modo que es él
mismo quien se presenta ante el Padre llevando sus súplicas.
Un elemento que no puede dejar de ser mencionado es la dimensión
comunitaria del actuar del Espíritu. El hombre espiritual no es un ser aislado y
su experiencia no es algo intimista. «Porque en un solo Espíritu hemos sido
todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos
y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu» (1Cor 12,13). El Espíritu
que es dado a los creyentes, en el bautismo, hace de ellos comunidad. El motor
que anima e impulsa siempre a esta comunidad es el mismo Espíritu, que actúa
367
Para responder a este interrogante que nos propone J-N Aletti seguiremos aquí una de sus más recientes
obras acerca de iglesia en la literatura paulina. Cf. ID., Eclesiología de las cartas de San Pablo, 35-38. Nos
ayudará también un interesante artículo de P.T. O’Brien. Cf. ID., «Church», 123-126).
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 138
368
A 1Ts corresponden varios primados: no sólo es la primera carta enviada por Pablo a sus comunidades,
sino que, además, es el primer escrito del Nuevo Testamento (50-51 d.C. aproximadamente). También, 1Ts
desarrolla por vez primera la cuestión del encuentro final con el Señor Jesucristo, cuestión que será desarrollada
en las cartas sucesivas. Finalmente, es el primer escrito que propone la mímesis (que va más allá de una simple
imitación) como ideal en el seguimiento de Cristo. Hasta ahora el modelo era el del «discipulado». Cf. A. PITTA,
L’evangelo di Paolo, 73.
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Introducción al Corpus Paulinum 139
enseñanzas (cf. 1Ts 5,26-27; 1Cor 11−14). Algunas veces lo usa en sentido
general, es decir, sin nombrar un lugar concreto o una comunidad determinada
(cf. 1Cor 7,17; 10,32; 11,16; 14,33; 2Cor 8,19.23; 11,28; 12,13; Rm 16,4.16).
J.-N. Aletti afirma que en 1Cor 12,28 el sintagma «ἐν τῇ ἐκκλησίᾳ», «en la
iglesia», designa a la iglesia entera, porque la función apostólica puede estar
limitada a una iglesia local; añade, además, que en los tres pasajes en los que
dice haber perseguido a la iglesia (cf. Flp 3,6; 1Cor 15,9; Ga 1,13), Pablo está
aludiendo a todos los cristianos y no a una iglesia en paticular369.
Una expresión que encontramos varias veces en Pablo es «ἐκκλησία τοῦ
θεοῦ», «Iglesia de Dios» (1Ts 2,14; 2Ts 1,4; 1Cor 1,2; 10,32; 11,16.22; 15,9;
2Cor 1,1; Ga 1,13;) con la cual él busca subrayar la dimensión divina de las
iglesias cristianas. No es únicamente Israel la propiedad del Señor, no son los
judíos los únicos que tienen acceso a la salvación. Las comunidades cristianas
también pertenecen a Dios y esta pertenencia las hace abiertas a todos,
universales, no circunscritas a ningún lugar o nación.
Es importante observar que casi siempre la palabra «Iglesia» aparece con el añadido de la
calificación «de Dios»: no es una asociación humana, nacida de ideas o intereses comunes,
sino de una convocación de Dios. Él la ha convocado y por eso es una en todas sus
realizaciones. La unidad de Dios crea la unidad de la Iglesia en todos los lugares donde se
encuentra370.
Al respecto, Giuseppe Barbaglio afirma:
La Iglesia es comunidad de personas que existe en Christô-i, unidos por él en virtud de su
muerte experimentada por los creyentes en el bautismo, y no un lugar de encuentro de
clubs regidos por el patronazgo espiritual o cultural de esta o aquella personalidad
religiosa cautivadora. Al recalcar la fórmula tradicional (“Cristo murió por nosotros”), el
apóstol se centra específicamente en el valor de la crucifixión. La dimensión
“staurológica” del evangelio […] caracteriza así su concepción de la Iglesia, en el sentido
de que ella nace del evento de la cruz. Se podría entonces hablar de ecclesiologia crucis371.
Varias son las imágenes que usa Pablo para referirse a la Iglesia, algunas
tomadas del Antiguo Testamento, otras del mundo grecorromano: Morada o
templo de Dios (cf. 1Cor 3,9.16-17; 2Cor 6,16; Ef 2,22), esposa de Cristo (cf.
2Cor 11,2; Ef 5,25-27), casa y familia (cf. 1Tm 3,15), pueblo de Dios (cf. Rm
9,24-26; 2Cor 6,16; Ga 4,22-31), campo de Dios (cf. 1Cor 3,9).
La Iglesia es […] «templo de Dios» (cf. 1Cor 3,9.16). Esta designación es particularmente
interesante, porque atribuye a un tejido de relaciones interpersonales un término que
comúnmente servía para indicar un lugar físico, considerado sagrado. La relación entre
Iglesia y templo asume, por tanto, dos dimensiones complementarias: por una parte, se aplica
369
Cf. J-N ALETTI, Eclesiología de las cartas de San Pablo, 76-77.
370
BENEDICTO XVI, Audiencia General, 15 de octubre de 2008.
371
G. BARBAGLIO, La Teología de San Pablo, 62.
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Introducción al Corpus Paulinum 140
1. 1Cor 12,27-31a
27ὑμεῖς δέ ἐστε σῶμα Χριστοῦ
καὶ μέλη ἐκ μέρους
Vosotros, pues, sois cuerpo de Cristo
y miembros suyos, cada uno por su parte.
372
Ibíd.
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Introducción al Corpus Paulinum 141
Este primer versículo, propositio del texto a analizar, sin bien es cierto que
continúa la idea que el apóstol ha venido desarrollando en los versículos
anteriores, a saber, que la Iglesia es un cuerpo y funciona como tal, marca,
gracias al uso del pronombre personal ὑμεῖς, el inicio de un nuevo paso o
segmento dentro de la unidad 12−14. Estamos de cara a la aplicación de la
metáfora del cuerpo (cf. vv. 12-26) a la comunidad corintia.
Aquí Pablo conjuga, magistralmente, diversos aspectos esenciales de la
Iglesia: pluralidad, ὑμεῖς δέ ἐστε σῶμα Χριστοῦ, y singularidad, καὶ μέλη ἐκ
μέρους373; unidad ⎯ se habla de un sólo cuerpo ⎯ y diversidad ⎯ se afirma
que cada uno tiene una función en el cuerpo374⎯; unidad en la multiplicidad
(cf. v. 27a) y multiplicidad en la unidad (cf. v. 27b)375. Pablo centra su atención
no tanto en el hacer, sino en el ser de la Iglesia 376. C. Hodge377 y U. Schnelle378
creen que el apóstol, lejos de interesarse por señalar a los creyentes un
determinado comportamiento que les permita llegar a ser un día el cuerpo de
Cristo, lo que pretende con este versículo es llevar a sus destinatarios a tomar
conciencia de que ellos ya son, realmente, dicho cuerpo 379. Su posterior
conducta, como es obvio, tendrá que ajustarse a esta gran verdad.
σῶμα Χριστοῦ. Esta afirmación no deja de causar admiración. Es, sin lugar
a dudas, una de las más importantes definiciones de Iglesia en el Corpus
paulinum380. Impacta el hecho de que, a pesar de los comportamientos
negativos de los corintios, que Pablo ha venido afrontando a lo largo de la
epístola, la comunidad venga presentada como cuerpo de Cristo 381.
Pablo busca, con la imagen del σῶμα, que los corintios comprendan el
indisoluble vínculo que existe entre ellos y Cristo. Este se hace presente en ellos
y, por medio de ellos, sigue actuando en un mundo concreto y en un momento
histórico determinado, en el hoy de los creyentes. Cristo y los miembros de su
cuerpo forman, en definitiva, lo que Agustín solía llamar el Christus totus
(cf. In Ioh XXI,8).
373
Cf. A.C. THISELTON, The First Epistle, 1012.
374
Cf. T. WIESER, «Community», 91-92; G. BARBAGLIO, La Prima Lettera ai Corinzi, 678.
375
Cf. S.J. KISTEMAKER, Exposition, 440.
376
Cf. R.E. OSTER, 1 Corinthians, 296. P. Vang cree que en el v. 27 Pablo, yendo más allá de la metáfora,
se expresa en términos ontológicos, es decir, pone de manifiesto aquello que la Iglesia es, su esencia. Cf. ID., 1
Corinthians, 178.
377
Cf. C. HODGE, A Commentary, 284.
378
Cf. U. SCHNELLE, Apostle Paul, 219-220.
379
M. Barth se expresa de otro modo: «They are Christ’s body, but only as they live as Christ’s body». El
estudioso ve en las palabras de Pablo no una descripción de lo que los corintios son, sino una exhortación a vivir de
un determinado modo para llegar a ser en verdad cuerpo de Cristo. Cf. ID., «A Chapter on the Church», 147.
380
Cf. D.B. CAPES – R. REEVES – E.R. RICHARDS, Rediscovering Paul, 219.
381
Cf. T.C. EDWARDS, A Commentary, 332; S.J. KISTEMAKER, Exposition, 440.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 142
Con la imagen del cuerpo el apóstol enseña también a los corintios que ellos
son una comunidad que, no obstante la pluralidad de dones, ministerios y
actividades que Dios ha suscitado en su interior, está llamada a vivir la unidad
en la diversidad y la diversidad en la unidad382. Así como «el cuerpo es uno, y
tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos,
son un sólo cuerpo» (1Cor 12,12) así también debe ser la iglesia corintia.
El segundo elemento del sintagma es el sustantivo Χριστοῦ, que se encuentra
al genitivo. Pero ¿de qué tipo de genitivo se trata? De cara al abanico de
posibilidades de interpretación del genitivo empleado por Pablo ⎯ epexegético,
de pertenencia, sacramental, cualificación ⎯ no es fácil optar por una sola de
ellas. Podríamos decir que cada una de las interpretaciones aporta un valioso
elemento a la comprensión de la Iglesia como cuerpo: Cristo y su comunidad se
identifican, pues están estrechamente unidos (genitivo epexegético), ella le
pertenece (genitivo de posesión) y, al mismo tiempo, lo hace presente en este
mundo (genitivo sacramental). Es el obrar constante de Cristo en ella lo que la
hace una realidad distinta, más no superior ni opuesta, a otros cuerpos sociales
(genitivo de cualificación).
καὶ μέλη ἐκ μέρους. La entera proposición, en opinión de muchos
exégetas, hace referencia no sólo a la importancia de cada uno de los
miembros de la comunidad 383, sino también a su participación activa para
la edificación de la Iglesia 384. Todos los creyentes han recibido diversidad
de dones de gracia para el bien del cuerpo eclesial 385.
28Καὶ οὓς μὲν ἔθετο ὁ θεὸς ἐν τῇ ἐκκλησίᾳ
πρῶτον ἀποστόλους,
δεύτερον προφήτας,
τρίτον διδασκάλους,
ἔπειτα δυνάμεις,
ἔπειτα χαρίσματα ἰαμάτων, ἀντιλήμψεις, κυβερνήσεις, γένη γλωσσῶν.
382
Cf. I. SICHKARYK, Corpo, 367-372.
383
Cf. R.S. NASH, 1 Corinthians, 364.
384
Citando nuestro texto, Ireneo de Lyon compara a quienes no participan activamente en la edificación
del cuerpo de Cristo con unos hombres que, en lugar de nutrirse con los alimentos maternos, prefieren beber
agua pútrida, mezclada con lodo, en cisternas rotas. Para este Padre de la Iglesia la participación en la vida
de la Iglesia es el mejor alimento del creyente. Cf. Adv haer 3,24,1.
385
Cf. C.F. K LING, First Corinthians, 257; F.F. BRUCE, 1 and 2 Corinthians, 122; R.D. H ARDIN, «The
“Year of the Laity”», 675; M.L. SOARDS, 1 Corinthians, 266; A.C. T HISELTON, The First Epistle, 1012;
P. NAYLOR, A Study Commentary, 321-322; U. SCHNELLE, Apostle Paul, 219.563-564; J.D.G. DUNN, Unity and
Diversity, 119. Para Y.S. Kim la diversidad no es simplemente el respeto por las diferencias culturales o
ideológicas que existen en la comunidad. La diversidad implica que todos los miembros de la Iglesia
asumen en su vida actitudes fundamentales como el diálogo sincero, la apertura de corazón, el espíritu
autocrítico y la comprensión mutua. Estas actitudes tienen como meta la edificación de la Iglesia. Cf.
I D., Christ’s Body, 99.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 143
386
El verbo τίθημι tiene un doble significado: local, «llevar a un lugar, poner o colocar, establecer», y
metafórico, «determinar la cualidad de la cosa o de la persona puesta en un lugar». Cf. C. MAURER, «τίθημι»,
1225. Los LXX usan repetidamente este verbo para mostrar que Dios es quien ha establecido y determinado
todas las cosas. En efecto, fue él quien fijó el orden de la creación (cf. Gn 1,17; Jb 38,10; Sal 32,7) y
determinó los eventos de la historia de la salvación; él estableció, también, la suerte de Abraham, Jacob,
David y los profetas de Israel (cf. Gn 17,5ss; 32,13; Sal 88,28.30; 109,1; Jer 1,5; Is 49,2). Además, la
salvación y la condenación de cada persona y de todo el pueblo han sido establecidas por él (cf. Sal 11,6;
20,10; 65,9; 89,8; Ez 37,14; Am 8,10; Miq 1,7; 4,7). Cf. T. SCHRAMM, «τίθημι», 1624.
387
Cf. S.J. KISTEMAKER, Exposition, 441; R. FABRIS, Prima lettera ai Corinzi, 174. Lucas, seguramente
siguiendo a Pablo, usa la forma verbal ἔθετο para expresar el origen divino del ministerio de custodiar y
apacentar a la Iglesia del Señor (cf. Hch 20,28). Cf. J.A. BEET , A Commentary, 248.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 144
corintia, sino más bien ilustrativo, es decir, que su contenido es apenas una
muestra de todo cuanto el Señor es capaz de suscitar entre los creyentes para
edificación o crecimiento de la comunidad 388. El catálogo de 12,28 se abre con
la mención de tres ministros. Estos personajes estaban unidos entre sí gracias al
ministerio de la Palabra389. Es Cristo mismo, muerto y resucitado, la Palabra
que el Padre dirige a los hombres de todos los tiempos390 y que los ministros de
la Iglesia han de proclamar incansablemente.
Apóstoles, profetas y maestros gozaron de un puesto destacado en la Iglesia,
por encima de los demás ministerios y carismas, y su palabra tuvo carácter
normativo para los creyentes. Los componentes de la tríada fueron, además, los
encargados de dirigir y organizar las comunidades 391. Habría que agregar que
los apóstoles encabezaban la tríada a razón de su visión del Resucitado y de su
rol de fundadores de iglesias locales. Esto los hacía poseedores de una autoridad
superior incluso a la de los profetas y maestros392.
ἔπειτα δυνάμεις. Con el adverbio ἔπειτα Pablo da comienzo a la enumeración
de los cinco carismas. Se deja a un lado la mención de personas portadoras de
ministerios para abordar el tema de algunos dones que Dios ha dado a la Iglesia
para su edificación393. Estos dones hacían parte de la vida cotidiana de la
comunidad corintia394. ¿Cómo entender este cambio de personas a dones? A
diferencia de la tríada, los carismas que ahora aborda Pablo no estuvieron
estrechamente asociados a determinadas personas395. Se trata de manifestaciones
espontáneas de Dios en la iglesia de Corinto, que tenían lugar en determinados
momentos, a través de diversas personas. Así pues, en una circunstancia específica
el Señor podía valerse de un miembro de la congregación para curar a un enfermo o
388
Cf. B. WITHERINGTON III, Conflict and Community, 261; M.L. SOARDS, 1 Corinthians, 266; R.F. COLLINS,
First Corinthians, 468; U. S CHNELLE, Apostle Paul, 354. 569; D.E. GARLAND, 1 Corinthians, 598.
389
Cf. A. VON HARNACK, The Constitution and Law, 24.
390
Cf. R. FABRIS, «Chiesa», 38.49; G. LORUSSO, Chiesa, 59.
391
En opinión de C.S. Keener, aunque es verdad que Pablo insiste en la importancia que tienen todos los
dones que Dios concede a los creyentes, no excluye la necesidad del liderazgo de algunas personas sobre todas
las iglesias. Los apóstoles, profetas y maestros serían estos líderes que tendrían la tarea de supervisar el correcto
funcionamiento de las comunidades. Cf. ID., 1–2 Corinthians, 104.
392
Cf. C.F. KLING, First Corinthians, 257; A.T. ROBERTSON – A. PLUMMER, A Critical and Exegetical
Commentary, 279; C.W. CARTER, «1 Corinthians», 203; J.D.G. DUNN, Jesus and the Spirit, 273-274; W.A. ELWELL,
«Apostle», 133; J. KNIGHT, 2Peter, 67; R. FABRIS, Prima lettera ai Corinzi, 174; ID., «Chiesa», 49; D.B. CAPES – R.
REEVES – E.R. RICHARDS, Rediscovering Paul, 157; A. VANHOYE, I carismi, 126.
393
Diversos estudiosos creen que la diferencia fundamental entre la tríada y los carismas, que ahora
menciona Pablo, radica en la relación con el anuncio de la Palabra; mientras que la tríada tiene un nexo directo
con dicho anuncio ⎯ apóstoles, profetas y maestros son los responsables de la transmisión de la Palabra ⎯ los
cinco carismas se relacionan indirectamente, es decir, sirven para apoyar o confirmar o ilustrar el anuncio
evangélico. Cf. W.F. ORR − J.A. WALTHER, 1 Corinthians, 288; L. MORRIS, 1 Corinthians, 173; C. PERROT,
«Ministeri», 847.
394
Cf. A. VANHOYE, I carismi, 129.
395
Cf. T.C. E DWARDS, A Commentary, 334-335; C.K. BARRETT , The First Epistle, 295; P.
E LLINGWORTH − H.A. HATTON, A Translator’s Handbook, 288; P.H. D AVIDS, «Corinthians», 519.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 145
expulsar demonios. En otro momento, en cambio, podía elegir a otros creyentes para
realizar estas u otras acciones en favor de los hermanos396. En consecuencia, ningún
corintio podía considerarse poseedor estable o permanente de uno de estos cinco
carismas, ni la entera comunidad autoproclamarse como la más rica en dones.
29-30 μὴ
πάντες ἀπόστολοι; μὴ πάντες προφῆται;
μὴ πάντες διδάσκαλοι; μὴ πάντες δυνάμεις;
μὴ πάντες χαρίσματα ἔχουσιν ἰαμάτων;
μὴ πάντες γλώσσαις λαλοῦσιν; μὴ πάντες διερμηνεύουσιν;
¿Son todos apóstoles? ¿Todos profetas?
¿Todos maestros? ¿Todos hacen milagros?
¿Todos tienen carismas de sanaciones?
¿Todos hablan en lenguas? ¿Todos las interpretan?
396
Cf. G.L. LOCKWOOD, 1 Corinthians, 453.
397
Cf. U. VANNI, «La Prima Lettera ai Corinti», 95; T. WIESER, «Community», 91; W.C. VAN UNNIK, «The
Meaning», 156-159.
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XII. EL APOSTOLADO
398
Cf. J.-A. BÜHNER, «ἀπόστολος», 386; P.W. BARNETT, «Apostle», 46.
399
Cf. R. SCHNACKENBURG, «Apostles Before and During», 301.
400
Cf. D. MÜLLER, «Apóstol», 146; D.A. CARSON, Showing the Spirit, 88.
401
Cf. J.D.G. DUNN, Unity and Diversity, 121.
402
Cf. W.A. MEEKS, Los primeros cristianos, 218; R.E. BROWN, Responses, 117.
403
J.-A. Bühner sostiene que fue en el contexto de la misión judeocristiana de Palestina donde empezó a
emplearse el sustantivo ἀπόστολος para referirse a los predicadores del evangelio. Cf. ID., «ἀπόστολος», 386.
404
Cf. U. SCHNELLE, Apostle Paul, 570.
405
Cf. C. G ORE , The Church, 214; J.D.G. D UNN , Jesus and the Spirit, 273-274; B. W ITHERINGTON
III, Conflict and Community, 261; R.E. C IAMPA − B.S. R OSNER , The First Letter, 610. Para D. Prior
el hecho de fundar una Iglesia, unido a la visión del Resucitado, constituía el elemento esencial para
conferir a alguien el título de ἀπόστολος. En opinión del biblista, las más antiguas iglesias cristianas
fueron fundadas por los apóstoles. Cf. I D., The Message, 217.
406
Cf. J.-A. BÜHNER, «ἀπόστολος», 386.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 147
aceptación de los creyentes, pues eran las comunidades las que, en definitiva,
afirmaban la autenticidad de un apóstol (cf. 1Cor 9,2; 2Cor 3,1-2)407.
Veamos, con base en lo que Pablo afirma de su propia vocación-misión de
apóstol, la manera como él concibió el apostolado. Para él el ἀπόστολος era
alguien llamado y enviado por Dios y por Cristo, no por los hombres (cf. Rm
1,5; 1Cor 1,1; 2Cor 1,1; Ga 1,1). Esto le permitió ver el apostolado no como
cuestión de estatus o de superioridad, sino como un servicio. Es por ello que,
frecuentemente, se autodenominaba siervo, trabajador, asistente,
mayordomo408.
La principal tarea del ἀπόστολος era la predicación ⎯ no el conferir el bautismo
(cf. 1Cor 1,17) ⎯ especialmente a los gentiles (cf. Rm 11,13; Ga 2,8),
acompañada, muchas veces, de milagros y signos especiales (cf. Rm 15,19; 2Cor
12,12), así como de sufrimientos y persecuciones (cf. 1Cor 4,9ss; 15,30ss; 2Cor
4,7ss; 11,23ss).
Es importante añadir que Pablo nunca usó la expresión «doce apóstoles». Aunque
gracias a 1Cor 15,5 sabemos que él conoció la existencia del grupo de los doce ⎯
de los cuales en sus cartas sólo menciona los nombres de dos de ellos: Pedro (cf.
1Cor 1,12; 3,22; 9,5; 15,5; Ga 1,18; 2,9.11.14) y Juan (cf. Ga 2,9) ⎯ nunca se
refirió a dicho grupo con el título de apóstoles.
Pablo aplicó el vocablo ἀπόστολος a algunos miembros de las comunidades
por él fundadas: a Bernabé (Ga 2,1.9.13; cf. Hch 14,14), a Andrónico, a Junias
(cf. Rm 16,7). Él mismo se consideró ἀπόστολος Χριστοῦ Ἰησοῦ (cf. Rm 1,1),
este fue su título preferido409. En el praescriptum de sus cartas, excepto Flp, 1Ts
y 2Ts, él se autodenomina apóstol (cf. Rm 1,1; 1Cor 1,1; 2Cor 1,1; Ga 1,1;
Ef 1,1; Col 1,1; 1Tm 1,1; 2Tm 1,1; Tt 1,1); aunque no sólo en la
introducción, también en el corpus de algunas de ellas (cf. Rm 11,13; 1Cor
9,1-10; 15,9; 1Tm 2,7).
Es quizá 2Cor la epístola donde Pablo más habla acerca del apostolado. El
ministerio de Pablo es definido de varias maneras a lo largo de la carta. Es, ante
todo, «ministerio del Espíritu» (3,8), puesto que tiene su origen en el Espíritu
del Dio viviente (cf. 3,3). Es, también, «ministerio de la reconciliación». Pablo
compara su apostolado con la función de los embajadores imperiales enviados
a las provincias romanas con el fin de difundir en ellas un edicto: en el caso de
Pablo el edicto que tiene que difundir es el de la reconciliación divina en Cristo
(5,20). Es, además, «ministerio de la justicia», pues anuncia la justificación
407
Cf. U. SCHNELLE, Apostle Paul, 570-571; W.A. MEEKS, Los primeros cristianos, 218. Acerca del
reconocimiento por parte de las comunidades, véase: A. VON HARNACK, The Constitution and Law, 24-25.
408
Cf. P. VANG, 1 Corinthians, 174.
409
Cf. C.G. KRUSE, «Ministry», 605.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 148
La concepción del ser humano que tiene Saulo Pablo está influenciada
principalmente por el judaísmo. La idea fundamental en esta concepción es la
unidad. Si bien es cierto que el apóstol unas veces distingue entre cuerpo, alma
y espíritu, no tiene en mente la manera como hoy muchos siguen
comprendiendo al hombre: “la suma de dos o más partes diferentes”. Al usar
aquellos términos (cuerpo, alma y espíritu) el apóstol sencillamente describe al
ser humano desde sus diversas facetas o aspectos.
1. Σῶμα – cuerpo
Saulo Pablo usa este término de diversos modos. A veces este vocablo es
utilizado con un sentido positivo, como algo destinado a la santificación (1Cor
7,34) y a la resurrección (cf. 1Cor 6,14; Rm 8,11), como propiedad de Cristo
(1Cor 6,15) y con lo cual el cristiano puede glorificar a Dios (1Cor 6,20) y a
Cristo (Flp 1,20). Incluso el cuerpo puede llegar a ser «un sacrificio vivo, santo
y agradable a Dios» (Rm 12,1). Otras veces, en cambio, el vocablo σῶμα es
empleado con un sentido negativo, como una realidad miserable, de allí que
venga llamado τὸ σῶμα τῆς ἁμαρτίας (Rm 6,6) o σῶμα τοῦ θανάτου (Rm 7,24).
El mismo apóstol reconoce que en algunas ocasiones trató su cuerpo con dureza:
«golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido
heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado» (1Cor 9,27). I. Sichkaryk
cree que estas maneras de ver el cuerpo dependen de dos elementos: en primer
lugar, del carácter ocasional de las cartas paulinas; en ellas no hay una
elaboración sistemática de los conceptos o un léxico teológico completamente
definido, de allí que una misma palabra pueda ser usada con diversos sentidos
según las circunstancias que motivan la intervención del apóstol. En segundo
lugar, de la doble influencia, griega y judía, en la mentalidad de Pablo. El
apóstol era hijo de ambas culturas y esto influía en su modo de entender el
cuerpo410. Los griegos veían el σῶμα como opuesto al alma. Era la parte más
baja, despreciable y negativa de la persona. Los judíos, en cambio, no tenían un
único concepto para expresar lo que significaba el cuerpo para ellos. Se referían
a él de muchas maneras411. Sichkaryk considera, sin embargo, que no podemos
detenernos en los usos particulares que Pablo hace del vocablo σῶμα, sino que
debemos tratar de llegar al significado original que este tenía para el apóstol; un
significado que iba más allá de las circunstancias que lo movieron a escribir a
las comunidades412. U. Vanni cree que Pablo logró elaborar un concepto propio
de σῶμα, que superó el dualismo griego, de estilo platónico, y la pobreza
terminológica de los judíos. Σῶμα, para el apóstol, era la totalidad del hombre,
situado en el tiempo y en el espacio, con la capacidad de relacionarse con la
realidad que lo circunda, con los demás hombres, con Dios y con Cristo. Vanni
resume todo esto en una expresión: «concretezza relazionale della persona»413.
A este concepto tenemos que agregar otros dos elementos importantes: el
primero de ellos, que tiene que ver con 1Cor 12,27-31a, es la diversidad en la
unidad, puesto que hablar de cuerpo es hacer referencia a una realidad
compuesta por muchos miembros, órganos, tejidos, etc., cada uno de los cuales
tiene su propia función para el bien del conjunto. Esto es lo que expresa
magistralmente el apóstol con el símil del cuerpo (1Cor 12,12-26), donde
describe a la Iglesia de Corinto como un organismo compuesto por muchos
miembros que son diferentes entre sí, pero que se necesitan mutuamente. El
segundo elemento es la idea de desarrollo. Pablo nunca consideró el σῶμα como
algo perfecto, sino más bien como una realidad en camino hacia la perfección.
En 1Cor 15 el apóstol enseña que el cuerpo está abierto al futuro escatológico,
es decir, se dirige hacia el cuerpo espiritual. El σῶμα ψυχικόν (cuerpo terreno)
se trasformará en σῶμα πνευματικόν (cuerpo espiritual), que es semejante al
cuerpo del Resucitado414.
410
Cf. I. SICHKARYK, Corpo, 345.
411
«Nell’ambiente giudaico, si può dire, che il corpo c’è e non c’è, perché di solito si parla di carne ()בָ ָשר,
che non è esattamente il corpo. Negli scritti aramaici invece ricorre ּגּופָ ה, ma questo termine ha un uso
abbastanza circoscritto e non così determinante e vasto come nell’ambiente greco» (I. SICHKARYK, Corpo, 344).
412
Cf. I. SICHKARYK, Corpo, 343-344.
413
Cf. U. VANNI, «Due città nella formazione di Paolo», 28.
414
Cf. I. SICHKARYK, Corpo, 411.
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Introducción al Corpus Paulinum 152
aunque el lenguaje sea griego. Un caso típico es 1Cor 15,45: «En efecto, así es
como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente»415.
Cuando Saulo Pablo habla de espíritu, referido al hombre, tiene en su
mente la dimensión carismática, es decir, los dones y carismas con los que
el Espíritu de Dios ha enriquecido a los seres humanos para edificación
personal y social. Las cualidades, habilidades, destrezas, etc. hacen parte de
esta dimensión del hombre, mediante la cual el ser humano se hace partícipe
de la vida divina, celestial.
3. ἐλευθερία – libertad
Un concepto que no podemos ignorar al momento de abordar la antropología
paulina es de la libertad416.
En 1Cor el apóstol nos permite comprender cómo era concebida la libertad
entre los creyentes de la capital de Acaya. La libertad era vista como
desvinculación de todo límite y norma (cf. 1Cor 6,12; 10,23). De cara a esta
realidad, Saulo Pablo presenta la libertad como un servicio del creyente que está
sometido a la soberanía de Cristo y como un ejercicio de la propia
autodeterminación de amar a Dios y al prójimo con miras al recíproco servicio
(cf. Ga 5,13). En cuanto el bautizado pertenece a Cristo Señor y vive por él y
para él (cf. 1Cor 3,21-23; 6,19; Rm 14,7-8), su libertad va más allá de un simple
abstenerse de pecar. Es libertad para amar, para servir, para buscar la realización
no solo de los propios proyectos, sino también los de los demás.
Vale la pena añadir que la comprensión paulina de la libertad no significa
ignorar o rechazar los mandamientos morales, cimentados todos ellos en el
ejercicio del amor (cf. Rm 13,8-10).
415
Cf. A. PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso, 134-135.
El sustantivo ἐλευθερία aparece en Rm 8,21; 1Cor 10,29; 2Cor 3,17; Ga 2,4; 5,1.13; el adjetivo ἐλεύθερος
416
en Rm 6,20; 7,3; 1Cor 7,21.39; 9,1.19; 12,13; Ga 4,22.23.26.30; Ef 6,8; Col 3,11; y el verbo ἐλευθερόω en
Rm 6,18.22; 8,2.21; Ga 5,1.
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XIV. EL REGRESO DEL SEÑOR
permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe, a fin de que
tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús, cuando yo
vuelva a estar entre vosotros» (Flp 1,21-26).
San Pablo no tiene miedo a la muerte; al contrario: de hecho, la muerte indica
el completo estar con Cristo. Pero san Pablo participa también de los
sentimientos de Cristo, el cual no vivió para sí mismo, sino para nosotros. Vivir
para los demás se convierte en el programa de su vida y por ello muestra su
perfecta disponibilidad a la voluntad de Dios, a lo que Dios decida. Sobre todo,
está disponible, también en el futuro, a vivir en esta tierra para los demás, a vivir
para Cristo, a vivir para su presencia viva y así para la renovación del mundo.
Vemos que este estar con Cristo crea a san Pablo una gran libertad interior:
libertad ante la amenaza de la muerte, pero también libertad ante todas las tareas
y los sufrimientos de la vida. Está sencillamente disponible para Dios y es
realmente libre.
1. 1Ts 4,13-18
El texto que ahora estudiamos nos permite adentrarnos en la escatología
paulina. ¿Qué piensa el apóstol acerca de la venida del Señor? No podemos
olvidar que, al momento de escribir esta misiva, Saulo Pablo está convencido
de que este acontecimiento sucederá muy pronto. Poco a poco — así nos lo
muestran las cartas posteriores — él entenderá que el regreso del Señor no será
tan rápido como él creía y deseaba.
13 Οὐ θέλομεν δὲ ὑμᾶς ἀγνοεῖν, ἀδελφοί,
περὶ τῶν κοιμωμένων,
ἵνα μὴ λυπῆσθε καθὼς καὶ οἱ λοιποὶ
οἱ μὴ ἔχοντες ἐλπίδα.
No queremos que estéis en la ignorancia, hermanos,
acerca de los durmientes,
para que no estéis tristes como los demás
los cuales no tienen esperanza.
de esta carta. En 4,9 y en 5,1 también aparece περὶ τῶν: allí el apóstol aborda
otras cuestiones, también importantes. Aparece aquí la forma verbal
κοιμωμένων417. El verbo κοιμάομαι significa «dormir». Pablo usa un participio
que indica «duración», o sea, «están durmiendo»; sin embargo, este dormir es
una muerte aparente, ya que se despertarán. Podríamos decir que «están
durmiendo en espera de despertarse». Comparar a la muerte con el sueño no es
novedad. Se trata de una tradición bíblica: 2Sa 7,12; 1Re 2,10; 11,34; 22,50;
Jb 14,12; Sal 13,3; (Mt 9,24; Hch 7,60; 1Cor 15,51). La novedad de Pablo —
en relación con el Antiguo Testamento — está en que para él es claro que los
difuntos resucitarán.
ἵνα es una conjunción subordinante que presenta la finalidad de la enseñanza
de Pablo. El apóstol quiere que sus destinatarios se diferencien de los que no
tienen esperanza. La diferencia está en el hecho de que los creyentes tienen su
esperanza puesta en la vida resucitada inaugurada por Jesús.
ἐλπίδα: La esperanza (ἐλπίς) es para Pablo una virtud muy importante. Ella
da a los creyentes la confianza necesaria para vivir los problemas y los desafíos
del presente con paciencia, serenidad y gozo. Para Pablo la esperanza es
confianza en la acción de Dios; es reconocerse dependiente de las promesas
divinas. Pareciera que uno de los problemas de los tesalonicenses fuera la falta
de esperanza. Esto fue uno de los motivos que llevó a Pablo a escribir esta carta.
14 εἰγὰρ πιστεύομεν ὅτι Ἰησοῦς ἀπέθανεν καὶ ἀνέστη,
οὕτως καὶ ὁ θεὸς τοὺς κοιμηθέντας
διὰ τοῦ Ἰησοῦ
ἄξει σὺν αὐτῷ.
Si, en efecto, creemos que Jesús murió y resucitó,
así también Dios a los durmientes,
por medio de Jesús,
los conducirá con él.
417
κοιμωμένων, verbo participio presente deponente genitivo masculino plural de κοιμάομαι (dormir/se).
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Introducción al Corpus Paulinum 156
Con la expresión διὰ τοῦ Ἰησοῦ Pablo subraya la mediación de Cristo Jesús
en la resurrección de los creyentes.
15 Τοῦτο γὰρ ὑμῖν λέγομεν
ἐν λόγῳ κυρίου,
ὅτι ἡμεῖς οἱ ζῶντες
οἱ περιλειπόμενοι εἰς τὴν παρουσίαν τοῦ κυρίου
οὐ μὴ φθάσωμεν τοὺς κοιμηθέντας.
Esto, en efecto, os decimos
en el Verbo del Señor / como Palabra del Señor
que nosotros los vivientes,
los restantes hasta la parusía del Señor
no precederemos a los que se durmieron.
418
Verbo indicativo futuro medio 3ª. singular de καταβαίνω «bajar, descender, caer». Se trata de un futuro
sigmático, conserva el valor desiderativo; al ser «medio» hace referencia a una acción que se realiza en la esfera
del sujeto, o sea, hay una intensa participación del sujeto en la acción.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 158
El Señor descenderá desde la parte más alta que mente humana haya podido
concebir: ἀπ᾽ οὐρανοῦ.
ἀναστήσονται: por segunda vez en esta perícopa aparece el verbo ἀνίστημι
«levantar, suscitar, resucitar, levantarse, surgir» (la primera vez en el v. 14
hablando de Cristo). Esta vez se usa para hablar de los muertos, que resucitarán
cuando Cristo Resucitado venga. La Iglesia vive entre el «ya de la resurrección
de Cristo» y el «todavía no de la resurrección de los muertos». Nótese que ἐν
Χριστῷ acompaña a οἱ νεκροὶ: el Ungido de Dios, el Vencedor de la muerte,
comparte su vida inmortal con los difuntos. ¡Esto es la resurrección!
Pablo retoma aquí el argumento del v. 15 para confirmar que en el Día del
Señor los vivos no gozarán de ninguna preferencia en relación con los que ya
murieron: todos por igual, todos listos para el místico rapto final.
Pablo y los vivientes y los nuevos resucitados, todos, seremos raptados
juntos. ἅμα y σὺν subrayan la simultaneidad de la acción y la estrecha unión.
Con la misma velocidad con la que los muertos han resucitado, así todos,
muertos y vivos, serán raptados, llevados al cielo. El «rapto» del que habla
Pablo hace referencia a un viaje celeste para los creyentes.
La finalidad primera de la resurrección y del «rapto» es el encuentro con el
Señor. Esto sucederá en el aire, es decir, en el elemento interpuesto entre la
tierra y el cielo, entre la morada de los hombres y la morada de Dios. El aire es
el espacio intermedio entre lo humano y lo divino, en el cual el Señor Jesús (el
Mediador por excelencia entre Dios y los seres humanos) encuentra a los suyos.
Aquí se habla de ἀπάντησιν, «encuentro»: la parusía del Señor no será un
acontecimiento frío o lejano, sino un encuentro personal y gozoso entre el
Redentor y los redimidos.
Nuestro versículo marca el final de esta gigantesca, imponente y
espectacular escena apocalíptica, que expresa la esperanza de todos los
creyentes: estar siempre con el Señor. Pablo usa πάντοτε que significa
«siempre» y «totalidad»: estaremos con el Señor por la eternidad y
completamente. Nosotros, los vivos y los resucitados, tomaremos nuestros
puestos junto a Cristo Jesús en su gloria para siempre.
18 Ὥστε παρακαλεῖτε ἀλλήλους
ἐν τοῖς λόγοις τούτοις.
Consuélense, pues, mutuamente
con estas palabras.
Este versículo sirve para concluir todo de modo parenético. El punto esencial
de la doctrina de Pablo es la consolación mutua entre los hermanos. El verbo
παρακαλέω aparece 8 veces en 1Ts. Aquí viene usado para exhortar a los
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 160
424
Cf. H. SCHLIER, Der Brief an die Epheser, 15; R. SCHNACKENBURG, Epheser, 24; R. PENNA, Lettera
agli Efesini, 60.
425
Para J.-N. Aletti en Efesios no se percibe en ningún momento una actitud de rechazo contra el pueblo
de Israel. Antes bien, se reconocen los orígenes judíos de la Iglesia. «Que serait une Église dont la
composante d’origine juive manquerait? Voilà pourquoi les arguments de ceux pour qui Ef ne verrait pas les
chrétiens issus du judaïsme comme les garants de la promesse et de la fidélité divine ne semblent pas
pertinents» (ID., Essai sur l'Ecclésiologie, 184).
426
Cf. F.F. BRUCE, A New Presentation, 13-14.
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 163
427
A M.Y. MacDonald no deja de sorprender el hecho de que, a pesar de que el tema de la misión
universal de la Iglesia sea tan importante en la carta a los Efesios, esta muestre poco interés por el
tema del diálogo entre creyentes y no creyentes. Cf. I D., Colossians and Ephesians, 21.
428
Cf. F.F. BRUCE, The Epistles, 231.
429
Cf. M. BARTH, Ephesians, I, 33.
430
Cf. C.R. HOLLADAY, A Critical Introduction, 582.
431
«Les apôtres ne sont plus seulement ceux qui annoncent l’Évangile, ils sont à leur tour annoncés et font
partie de la structure de l’Église» (J.-N. ALETTI, Essai sur l'Ecclésiologie, 184).
432
Cf. S. ROMANELLO, Lettera agli Efesini, 17; C.H. TALBERT, Ephesians, 10; J.-N. ALETTI, Essai sur
l'Ecclésiologie, 183. Aunque comparte la idea de que Efesios se centra fundamentalmente en la Iglesia universal, F.F.
Bruce aclara que en las protopaulinas podemos encontrar algunas referencias a la universalidad de la Iglesia. Por
ejemplo, en 1Cor 1,2 el apóstol habla de «todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor
Jesucristo». En 1Cor 12 se presentan diversos ministerios y carismas que han sido dados por Dios a toda la Iglesia, no
sólo a una determinada comunidad. Esto nos debe llevar a no hacer demasiado énfasis en esta diferencia, pues también
Pablo se expresa, aunque no tan seguido como Efesios, con un lenguaje universal. Cf. ID., The Epistles, 237.
433
Por cosmos se entiende la creación de Dios (cf. Ef 3,9), es decir, el universo material, los seres humanos
y los poderes sobrenaturales (cf. Ef 1,21; 2,2; 3,10; 6,12), algunos de los cuales pueden ser totalmente opuestos
a Dios. Cf. E. BEST, Ephesians, 48.
434
Cf. M. BARTH, Ephesians, I, 33. C.H. Talbert recuerda que en el s. I de nuestra era estaba bastante
difundida la idea de que César Augusto había logrado instaurar la paz en todo el mundo mediterráneo, pax
romana. Esto hacía de él alguien superior a cualquier otro ser de este mundo y del mundo celestial (cf. Horacio,
Odas 1,12). Para Efesios es claro que es Cristo quien, verdaderamente, ha unificado todas las cosas y ha
SEMINARIO MAYOR VILLA PAÚL - 2021
Introducción al Corpus Paulinum 164
cabeza435 no sólo de la Iglesia, sino también de todo cuanto existe (cf. 1,22)436.
Su dominio se extiende incluso sobre los enemigos de su pueblo, es decir, el
diablo (cf. 4,27), «el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera
en los hijos de desobediencia» (2,2) y los seres del mal que habitan «en las
regiones celestes» (6,12)437. Esta función cósmica no aparece en las
protopaulinas; la encontramos sólo en Colosenses438.
En Efesios, a diferencia de las misivas escritas por Pablo, hay una escasa
referencia a la cruz y a la sangre del Redentor (cf. 1,7; 2,13-16; 5,2). En cambio,
la resurrección, la exaltación y el señorío de Cristo ocupan en ella un puesto
destacado (cf. 1,20-22; 2,5-6; 4,8-10)439.
c) La escatología de nuestra epístola se caracteriza por el énfasis que hace su
autor en el tema de la salvación ya presente y operante en los creyentes (cf.
2,5b.8). Esto contrasta claramente con las cartas indubitablemente paulinas.
Mientras que en Rm 6,5.8 la resurrección del cristiano es un evento del futuro
escatológico, en Ef 2,5-6 se nos dice: «aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente
con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
Cristo Jesús». La salvación se ha realizado y completado ya para los creyentes,
ellos pueden disfrutar ahora del perdón (cf. Ef 1,7) y del acceso a Dios (cf. Ef
2,18; 3,12); no deben esperar una redención ulterior440. Es claro que, si la cabeza
ha sido ya resucitada y glorificada, lo mismo ha sucedido con el cuerpo 441.
E. Best se pregunta si esta escatología efesina es del todo coherente o, por el
contrario, tiene contradicciones. ¿Cómo entender el hecho de que la carta, por
un lado, afirma que los creyentes están ya en el cielo con Cristo y, por otro,
advierte que ellos deben tener cuidado de no volver a su pasado pagano (cf.
2,1ss)? Además, si los poderes sobrenaturales ya están sujetos a Cristo, pues él
instaurado la paz (cf. 1,10; 2,14-15), por eso él está por encima de todo, incluso del mismo emperador. Cf. ID.,
Ephesians, 18. Para J.G. Bird la relación de Efesios con el sistema imperial romano es un elemento clave para
la correcta interpretación de la carta. En opinión de la estudiosa, el autor de Efesios buscó aplicar a Cristo y a
la Iglesia todas las prerrogativas dadas tanto al emperador como al Imperio. A lo largo de la carta el lector se
encuentra con diversas expresiones que se relacionan con la vida del Imperio Romano (cf. 1,13; 2,20-22; 3,15;
el código doméstico 5,22−6,9). Esto hace de Efesios una especie de propaganda política a favor de un nuevo
Emperador, Cristo, que gobierna por medio de su nuevo Imperio, la Iglesia, en el cual todos los miembros tienen
que vivir la plena sumisión o subordinación. Este Emperador, junto con su Imperio, sobrepasan en todo al
Imperio Romano, cuyo poder es completamente limitado. Cf. ID., «The Letter», 266-278.
435
Una novedad de Efesios, en relación con los escritos de Pablo, la encontramos en el título κεφαλὴ τῆς
ἐκκλησίας aplicado a Cristo (cf. 1,22; 4,15; 5,23).
436
E. Best llama a este tipo de reflexión Cristología cósmica. Cf. ID., Ephesians, 50.
437
Cf. C.H. TALBERT, Ephesians, 10.
438
Cf. R. PENNA, Lettera agli Efesini, 33.
439
Cf. M. B ARTH , Ephesians, I, 43-44; R. S C HNA CK ENB UR G , Epheser, 23; A.T. L INC OLN ,
Ephesians, LXIV.
440
Cf. M. BARTH, Ephesians, I, 34; A.T. LINCOLN, Ephesians, LXIII.
441
Cf. J.-N. ALETTI, Essai sur l'Ecclésiologie, 184.
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Introducción al Corpus Paulinum 165
442
Cf. E. BEST, Ephesians, 53-54.
443
Cf. F.F. BRUCE, The Epistles, 233-234.
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Introducción al Corpus Paulinum 166
444
Cf. M. BARTH, Ephesians, I, 42; R. SCHNACKENBURG, Epheser, 23.
445
Aunque es verdad que Pablo en sus escritos se refiere a las obras buenas (cf. Rm 13,3; 2Cor 9,8; Ga 6,10; Flp
1,6), no lo hace con la misma fuerza con que lo realiza el autor de Efesios. En las cartas pastorales también
encontramos un énfasis grande en el tema de las buenas obras (cf. 1Tm 2,10; 5,10; 2Tm 2,21; 3,17; Tt 1,16;
3,1). Cf. R. PENNA, Lettera agli Efesini, 34-35.
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