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ÉTICA DE ARISTÓTELES

Aristóteles: discípulo de Platón, de la época griega. Planteó que el H es una sustancia


compuesto de materia y forma.

➜ Ballesteros habla de que hay una distinción entre filosofía teórica y la filosofía práctica
(que es la ética y la política. Práctica porque no tienen sentido si no son llevadas a la
práctica, son teorías que son pensadas para la acción) – esta distinción es aristotélica

5.1 El fin supremo del hombre: la felicidad.


ÉTICA es el estudio de la conducta o de la finalidad del hombre como individuo.
POLÍTICA es el estudio de la conducta y de la finalidad del hombre como parte de una
sociedad.

TEORÍA
Todas las acciones humanas tienden hacia fines, que constituyen bienes. El conjunto de las
acciones humanas y el conjunto de los fines particulares a los que tienden éstas se hallan
subordinados a un fin último, que es el bien supremo, que todos los hombres coinciden en
llamar felicidad.

➜ Aristóteles (en su texto “Ética Nicómaco” dedicado a su hijo) parte de una hipótesis:
todas las acciones humanas tienen algún tipo de finalidad.
Las conductas y acciones del H son acciones intermedias para otra cosa.
EJEMPLO: nosotros estudiamos ahora con la finalidad aprobar ética, después estudiamos
otras materias, la finalidad más grande es la de recibirse, una vez recibidos hay una
finalidad mayor que es trabajar, luego otras finalidades, etc.
Siempre nos movemos en base a esas finalidades.
Si tendemos a finalidades posteriores, es porque las finalidades intermedias están en el
fondo subordinadas a un fin último que busca el hombre, que es la felicidad. El H quiere ser
feliz, por eso va realizando estas finalidades intermedias.
Aristóteles no da una definición de felicidad, pero nos dice que NO es la felicidad, con que
no hay que confundirla: placer y gozo, honor, y con la riqueza. Aclaración: estas cosas no
son malas en sí mismas, no están mal, pero no son el fin último.

➜ ¿Por qué no lo son?


Placer: porque el placer está asociado solamente con lo sensible. El placer sensible sería
una vida de animales. Siento placer al comer solamente, y mi vida estaría guiada como la
vida de un animal.
TEORÍA: una vida que se agota en el placer es una vida que convierte a los hombres en
semejantes a esclavos y que es sólo digna de los animales.
Honor: tiene que ver con que “honor” en esa época estaba entendido como lo que hoy
conocemos como una persona famosa. En su época, era muy común que los que recibían
honores sean por ejemplos guerreros, y sucedía que (como en todas las polis) no se rendía
honor al mejor guerrero, sino al guerrero más importante de determinada familia. No
podemos dejarnos guiar por ese honor porque ese honor, ese reconocimiento, porque no
necesariamente condice realmente con la persona. No necesariamente el nivel de
reconocimiento tiene que ver con el nivel real de aquello por lo que se me reconoce,
entonces no nos podemos guiar por estas cuestiones.
TEORÍA: el honor es algo extrínseco que en gran medida depende de quien lo confiere. En
cualquier caso, es más valioso aquello por lo cual se merece el honor, que no el honor
mismo, su resultado y consecuencia.
Riqueza: el dinero no es (o no debería ser) un fin en sí mismo, y si lo es, termina siendo
una patología que es la avaricia. No es un fin en si mismo porque sirve justamente para
perseguir otras finalidades. Es necesario porque no sería feliz si no tengo dinero para
comer, por ejemplo. Pero justamente es un “medio para”, no un fin.
TEORÍA: según Aristóteles, la riqueza es la más absurda de las existencias: es una vida
contra natura, porque la riqueza sólo es un medio para conseguir otras cosas y no sirve
como fin en sí mismo.

➜ ¿Qué es lo que nos acerca a la felicidad?

“El bien supremo que puede realizar el hombre —y, por lo tanto, la felicidad— consiste en
perfeccionarse en cuanto hombre, es decir, en aquella actividad que distingue al hombre de
todas las demás cosas. No puede consistir en un simple vivir como tal, porque hasta los
seres vegetativos viven, ni tampoco en la vida sensitiva, que es compartida también con los
animales. Sólo queda, pues, la actividad de la razón. El hombre que quiere vivir bien, debe
vivir de acuerdo con la razón, siempre.”
Es justamente perfeccionarnos como hombres. Perfeccionar aquello que nos distingue
como hombres (la razón), el H tiene un alma racional que contiene el alma vegetativa y la
sensitiva (animales y plantas), pero además la razón, que lo distingue del resto.

➜ ¿Qué debe hacer la razón para conseguir la felicidad? Ayudarnos como seres humanos
a distinguir aquellos actos que nos perfeccionan como H (en Aristóteles se llaman virtudes)
y distinguir a su vez esos actos que no nos ayudan a perfeccionarnos como H (vicios).
Hay algo que es interesante de Aristóteles: entender que tanto las virtudes como los vicios
son hábitos. Es decir, ¿Cómo se adquiere una virtud? A través de la repetición. La única
diferencia entre vicio y virtud es que uno me acerca a la felicidad, otro me aleja. Uno me
perfecciona, el otro no.
Uno tiene hábitos justos adquiridos (ej, a alguien se le cae el monedero y le decimos), lo
tenemos casi incorporado e interiorizado (si hemos adquirido ese hábito, entender que no
es justo quedarme con algo ajeno y el aviso inmediato). A esto se refiere Aristóteles con
hábitos.
También podemos adquirir hábitos viciosos. Vicio es algo que me hace mal. Si yo nazco en
un ambiente donde todos tienen el vicio de comer cosas con gran cantidad de grasa, me va
a traer problemas de salud. Un feto que está dentro de una madre adicta, nace vicioso y hay
que ayudarlo y tratarlo. Ahora, lo adquirió por un hábito ajeno donde él estuvo metido. Lo
mismo con el cigarrillo, yo no me hago fumadora por fumar un cigarrillo en la vida, pero
adquiero el vicio por la repetición.
“Una golondrina no hace verano” = yo no me hago adicto al cigarrillo porque fumé UN
cigarrillo, me hago adicto cuando adquirí el hábito y el vicio.
“Aristóteles”: Como el H tiene razón, llegada determinada edad, no hay un justificativo para
los vicios, porque se supone que yo ya tengo la capacidad de distinguir qué actos son
viciosos y cuáles virtuosos.

5.2 Las virtudes éticas como justo medio o centro entre extremos.

➜ Esta sección habla de que el H es razón, pero como no es solamente razón, también
está dominado por los APETITOS. Y que el dominio de esta parte del alma, que también
está sometida a la razón, los apetitos, es la virtud Ética.
“El hombre es principalmente razón, pero no sólo razón. En el alma hay algo que es ajeno a
la razón y se opone y se resiste a ella, pero que sin embargo participa de la razón. Más
exactamente: «La parte vegetativa no participa en nada de la razón, mientras que la
facultad del deseo y, en general, de los apetitos, participa de ella en cierto modo, en la
medida en que la escucha y la obedece.» El dominio de esta parte del alma y el
sometimiento de ésta a los dictados de la razón es la virtud ética, la virtud de la conducta
práctica.
Este tipo de virtud se adquiere mediante la repetición de una serie de actos sucesivos, esto
es, mediante el hábito.”

Concepto de Aristóteles = las virtudes son el punto medio entre los excesos y los defectos.
“Del mismo modo, llevando a cabo acciones justas nos convertimos en justos. Las virtudes
se convierten así en una especie de costumbres, estados o modo de ser, que nosotros
mismos hemos creado de la manera antes mencionada. Puesto que son numerosos los
impulsos y las tendencias que debe moderar la razón, también son muchas las virtudes
éticas, pero todas tienen en común una característica esencial. Los impulsos, las pasiones y
los sentimientos tienden al exceso o al defecto (demasiado o demasiado poco). Al intervenir
la razón, debe indicar cuál es la justa medida, que es la vía media entre dos excesos.
Aristóteles sostiene con mucha claridad: «La virtud que se refiere a pasiones y acciones, en
las que el exceso y el defecto constituyen errores y son reprobados, mientras que el punto
medio es alabado y constituye la rectitud: estas dos cosas son propias de la virtud. La
virtud, pues, es una especie de intermedio, ya que tiende constantemente hacia el medio.
Además, es posible errar de muchos modos (...), pero obrar rectamente sólo es posible de
un modo (...). Y por tales razones, el exceso y el defecto son propios del vicio, mientras que
el medio es propio de la virtud: se es bueno de un único modo, pero malo, de diversas
maneras.»”
EJEMPLO
Anorexia: defecto – no alimentación

Gula: exceso – alimentación

Punto medio: virtud – alimentación balanceada

➜ Los vicios no contribuyen al perfeccionamiento del H.

5.3 Las virtudes dianoéticas y la perfecta felicidad.


Se plantea que hay dos tipos de virtudes: éticas y dianoéticas.
VIRTUD DIANOÉTICA es la perfección del alma racional en cuanto tal. El alma racional
posee dos aspectos, según se dirija a las cosas cambiantes de la vida del hombre o a las
realidades inmutables y necesarias, las verdades y los principios supremos. En
consecuencia, las virtudes dianoéticas serán fundamentalmente dos: la prudencia (que
consiste en dirigir bien la vida del hombre, esto es, deliberar con corrección acerca de lo
que es el bien o el mal para el hombre) y la sabiduría (que es el conocimiento de aquellas
realidades que están por encima del hombre: la ciencia teórica y la metafísica).
Precisamente en el ejercicio de esta última virtud, que constituye la perfección de la
actividad contemplativa, el hombre alcanza la máxima felicidad y llega a rozar lo divino.
DIANOETICAS difieren de las éticas en donde no es posible realizar esa virtud sin la
intervención de la razón. Ej: señora con el monedero. Yo no pensé eso, es un hábito que lo
repito, pero no estuve deliberando previamente. Ahora la prudencia y la sabiduría, ahí sí
necesariamente se necesita de la razón para ejecutar esa virtud.
De todas las virtudes, la que más nos acerca a la felicidad es la sabiduría (la filosofía),
porque “si aquello que perfecciona al hombre es el uso de la razón, la virtud en la cual se
ejerce más la razón es la filosofía”. ES IMPOSIBLE HACER FILOSOFÍA SIN LA RAZÓN.

Dentro de las VIRTUDES ÉTICAS la más destacada es la justicia:


“Entre todas las virtudes éticas destaca la justicia, que consiste en la justa medida según la
cual se distribuyen los bienes, las ventajas y las ganancias, y sus contrarios. Aristóteles
reafirma el más alto elogio de la justicia: «Se piensa que la justicia es la más importante de
las virtudes y que ni la estrella vespertina ni el lucero del alba son tan dignos de admiración;
y al igual que el proverbio afirmamos: en la justicia están comprendidas todas las virtudes.»”
➜ Interesante del planteo ético de Aristóteles: no da por supuesto de que alguien nace
bueno o malo, los actos humanos son hábitos (en su mayoría), buenos o malos (pero es
una categoría q establecemos nosotros), que funciona como eje estructurador por el cual
decido lo q está bien o mal para el H. Esos hábitos q ayudan al H a ser mejores son difíciles
de conseguir, porque son hábitos, y generalmente los hábitos virtuosos son más difíciles de
adquirir los viciosos.
La virtud es un ejercicio más difícil que el vicio. Es como un ropaje que uno se pone: yo
tengo tal hábito, pero, así como lo tengo, también puede escaparse, por eso hay que
ejercitarlo constantemente. El H no es bueno por nacimiento, sí lo es en la filosofía ética
cristiana. Es una construcción que se va haciendo e implica racionalidad.

5.4 La psicología del acto moral.


“Aristóteles había comprendido perfectamente que una cosa es conocer el bien y otra muy
distinta el hacer el bien. Por lo tanto, trató de determinar cuáles son los procesos psíquicos
que presupone el acto moral. Llamó sobre todo la atención acerca del acto de la elección,
uniéndolo estrechamente con el de deliberación.
Cuando queremos alcanzar determinados fines, mediante la deliberación establecemos
cuántos y cuáles son los medios que hay que poner en práctica para llegar a aquellos fines,
desde los más remotos hasta los más próximos. La elección actúa sobre estos últimos,
poniéndolos en acto. La elección, para Aristóteles, únicamente hace referencia a los
medios, no a los fines; por tanto, nos vuelve responsables, pero no necesariamente buenos
(o malos). El ser buenos depende de los fines, y para Aristóteles los fines no son objeto de
elección sino de volición. La voluntad quiere siempre el bien y sólo el bien o, mejor dicho,
aquello que se nos presenta con apariencia de bien. Para ser bueno, entonces, hay que
querer el verdadero bien, no el aparente, pero el bien verdadero sólo lo sabe reconocer el
hombre virtuoso, esto es, bueno.”
“Lo que Aristóteles busca y aún no logra encontrar, es el libre arbitrio. Aristóteles
comprendió y defendió que «el hombre virtuoso ve lo verdadero en cada cosa, en cuanto
regla y medida de todas las cosas». Sin embargo, no ha explicado cómo y por qué el
hombre se vuelve virtuoso. Por eso no sorprende el hecho de que Aristóteles llegue a
sostener que, una vez que alguien se vuelve vicioso, no puede no serlo, aunque en un
principio hubiese sido posible no convertirse en vicioso.”

➜ Yo persigo determinado fin, pero Aristóteles no habla de los medios con los cuales yo
alcanzo ese fin, si esos medios tienen q ser buenos o malos. Él no lo dice, pero si uno toma
en su conjunto la ética Aristotélica, entiende que Aristóteles no permitiría ejercer medios
equivocados para alcanzar el fin. El fin no justifica los medios en este caso.
ÉTICA DE KANT

Para que lo que está explicado en el artículo sea comprensible, deberíamos explicar
algunos conceptos de la teoría del conocimiento kantiano de La Crítica de la Razón Pura.

Kant dice que las ciencias se manejan con dos tipos de juicios: analíticos y sintéticos.

Los juicios analíticos son aquellos en donde el Predicado está contenido en el Sujeto.

Por ej, “un triángulo tiene 3 lados”.

“Tiene 3 lados” es el predicado y es algo que yo deduzco por el sujeto “triángulo”. Esa
estructura se llama “a priori”. Son universales y necesarios, porque no pueden ser de otra
manera: el triángulo tiene siempre 3 lados. Es juicio verdadero porque no agrega otra
información simplemente está diciendo lo que está en el sujeto.

Los juicios sintéticos son aquellos donde el Predicado NO está contenido en el Sujeto.

Por ej, “la pared es blanca”.

El predicado “es blanco” es algo que proviene de la experiencia, no está contenido en el


sujeto “pared”. Estos juicios son “a posteriori”, en el sentido de que lo que estamos
diciendo proviene de la experiencia. Son concretos y contingentes, la pared puede ser
blanca como puede ser de otro color. Y agrega información a lo que ya tenemos, pero, no
tienen la característica de la universalidad.
Kant plantea que la ciencia se maneja con juicios sintéticos a priori. Es decir, juicios que
provienen de la experiencia y al mismo tiempo son a priori (analíticos). Esto parece una
contradicción.

Kant trata de ver cómo es que son posibles esos juicios sintéticos a prior en la matemática
(estética trascendental), en la física (analítica trascendental), y pensar si esos juicios son
posibles en la metafísica (dialéctica trascendental).

Imaginemos que el cuadrado es el sujeto. El círculo fuera del cuadrado es el objeto.

El objeto, que está fuera del sujeto, lo que hace es enviarle al sujeto distintos tipos de
impresiones (color, sabor, olor, gusto, sensibilidad, todo aquello que puede ser captado por
el sujeto a través de los sentidos).

Ahora, vamos al sujeto (al cuadrado). Donde ingresan esos datos se llama la sensibilidad.
Yo recibo todas las impresiones sensibles de todos los sujetos que me rodean al mismo
tiempo. Si no hubiese algo A PRIORI en el sujeto que ordene todas esas sensibilidades que
al mismo tiempo recibe el sujeto sería un caos de sensaciones. Tiene que haber algo en el
sujeto a priori (es decir, algo que no provenga de la experiencia, sino que ya existe en el
sujeto) que haga posible la ordenación de todas esas impresiones. ¿Qué es eso que el
sujeto ya posee? Son las intuiciones de espacio y tiempo.

Espacio y tiempo son formas a priori de la sensibilidad que ordenan esas impresiones que
ingresan, y gracias a eso yo puedo decir “bueno, este blanco es blanco de la pared, este
blanco también es blanco, pero es de la hoja, este blanco también es blanco, pero de la
servilleta, etc.”

No es algo que recibo como experiencia externa, sino que es una forma a priori que ya está,
ya existe en el sujeto. Es el sujeto que le confiere y ordena la realidad de forma espacial y
temporal.

Por eso hay en Kant una prioridad de sujeto ante el objeto. El sujeto le confiere al mundo su
construcción.

El noúmeno (que quiere decir “la cosa en sí”), y el circulito dentro del sujeto se llama
FENÓMENO. El objeto en sí mismo, lo que el objeto es en sí, independientemente de mí, yo
no lo conozco. Lo que yo conozco es el fenómeno, es decir, aquello que el sujeto formó a
partir de las formas a priori de espacio en tiempo (lo que el sujeto conformó). Acá sigue un
proceso interno del sujeto “tengo este fenómeno del triángulo que yo conformé, y lo que
hace el entendimiento es explicar ese fenómeno a partir de la aplicación de las categorías”.

El noúmeno brinda la información y el sujeto va conformando el fenómeno e interpretándolo,


pero esas líneas se cortan cuando llega la razón, porque la razón trabaja con ideas. Las
ideas más importantes para Kant dentro del plano metafísico son Dios, Alma y el Mundo.

Si yo pongo en el circulito Noúmeno la idea de Dios, esa idea no me brinda ningún dato
sensible (no veo, percibo ni huelo a Dios). Al no percibir ningún dato sensible, la sensibilidad
no puede conformar el fenómeno para poder entenderlo. Lo mismo con el Alma y el Mundo.

Entonces, ¿qué pasa con esos objetos? no los puedo conocer. No quiere decir que no
existan, pero no los puedo conocer, por lo menos no de esta manera de conocimiento. No
de esta forma de entender la metafísica.

APUNTE: “Kant, una ética para la modernidad.”

I. Introducción.

Lo ubica a Kant en un contexto histórico y, por lo tanto, cuáles son las intenciones de Kant,
que no es otro que el de la modernidad.

En un pie de página Kant dice:

“Nuestra época es, de modo especial, la de la crítica. Todo ha de someterse a ella. Pero la
religión y la legislación pretenden de ordinario escapar a la misma. La primera a causa de
su santidad y la segunda a causa de su majestad. Sin embargo, al hacerlo, despiertan
contra sí mismas sospechas justificadas y no pueden exigir un respeto sincero, respeto que
la razón sólo concede a lo que es capaz de resistir un examen público y libre.”

Da perfectamente el contexto de la modernidad que está viviendo Kant que no es otra que
la de la ilustración.

ACLARACIÓN: Lo que más conocemos nosotros de la ilustración es la ilustración francesa


porque es la que lleva a la Revolución Francesa, pero la ilustración alemana tiene algunas
características distintas a la francesa, NO en el uso de la razón (todo tiene que ser pasado
por la razón, todo está sometido a crítica, en eso coinciden), lo que tiene diferente la
alemana es su carácter religioso. La mayoría de los ilustrados alemanes son creyentes
(luteranos, sobre todo), no así la revolución francesa, por eso para Kant va a ser un
problema que Dios no pueda ser conocido como plantea él en la Crítica de la Razón Pura.
Él cree en Dios, ahora eso no quiere decir que la religión no tenga que estar sometida a una
crítica, porque iría contra el espíritu y la legislación de la época.

Kant cree estar viviendo en un mundo en el que los dogmas, los prejuicios, la superstición,
las respuestas ligeras y los saberes aparentes, pronto serían cosa del pasado. En la lectura
que hace de su momento histórico encuentra que la duda, la crítica severa y el pensamiento
riguroso, son signos alentadores de la creciente instauración de la razón en el mundo. El
sueño de una razón que pudiera guiar felizmente a la humanidad a alcanzar los ideales de
libertad, paz y justicia, es el sueño de la Ilustración.

En su texto “Respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración?”, Kant nos dice que la


Ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es
culpable y que su lema es: ¡Sapere aude! (“¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”).

Problema que se le plantea a la modernidad y que Kant se propone resolver: construir una
moral Ilustrada, esto es, una moral para mayores de edad, para seres humanos que sólo
están dispuestos a obedecer los mandatos de su propia razón.

El autor sostiene que hay un núcleo irrenunciable en la ética de Kant, que responde de
manera plausible a los ideales de la modernidad: autonomía, igualdad, dignidad e
imparcialidad. Entonces, plantea el siguiente problema: ¿Tienen vigencia los contenidos
universales de la moral kantiana en la época actual? Y la siguiente hipótesis: El contenido
de los imperativos categóricos kantianos los podemos asumir como mínimos morales de
una sociedad moderna.
IMPORTA EL DESARROLLO PQ AHÍ ESTA LA ETICA KANTIANA

¿Cuál es el problema? Construir una ética para ciudadanos

La ética kantiana pretende responder a dos problemas históricos estrechamente


relacionados, que se le presentan al pensamiento moral y político europeo desde el siglo
XVI: en primer lugar, la pérdida de la fuerza convocante de la moral religiosa (la religión ya
no servía como parámetro moral); y, en segundo lugar, la coexistencia de diversas
comunidades con sus ideales de vida buena diferentes, al interior de un mismo territorio y
con unas instituciones comunes.

La modernidad se caracteriza por su mayor comunicación, ya habitan personas de


diferentes culturas, cómo hacer en esas sociedades mercantiles (con distintas culturas y
demás) para convivir en un mismo lugar político

Hay que tener en cuenta que la moral no debería estar fundamentada en un orden natural,
porque sino lo que tendríamos son distintas morales según las pertenencias religiones (no
una ética para ciudadanos). El problema es ¿cómo fundamentar la moral sin recurrir a algo
trascendental?

Es un problema porque supongamos que tenemos persona A que dice algo y persona B
que dice otra. ¿Quién tiene razón, A o B? Lo que hacemos en una moral natural es
establecer que hay algo por encima de A o B (Dios, o los dioses, o quien fuera según la
religión que pertenece) que establece (y desde dónde yo puedo establecer) que A tiene
razón o que B tiene razón.

Supongamos que A sostenga estar en contra de la pena de muerte y B está a favor. ¿Quién
tiene razón? Bueno, ¿qué dice nuestro contexto de moralidad cristiana? Que A tiene razón
porque matar a otro está mal. Entonces se establece a partir de un tercero, trascendental a
nosotros.

El segundo problema está relacionado con la cohabitación de la pluralidad de


comunidades culturalmente distintas. El problema cuando hay muchas comunidades
distintas que provienen de sectores distintos con ideas distintas es cómo establecer una
moralidad común válida para todos.

3er párrafo pag 184.

Kant se plantea el problema bajo la fórmula ¿qué debo hacer? Pregunta que bien entendida
quiere decir ¿qué debe hacer un ser humano que piensa por cuenta propia ante una
decisión moral?, ¿a qué leyes debe obedecer, si ya no puede recurrir a algo trascendente?,
¿qué debe hacer para que lo que decida subjetivamente tenga también validez tersubjetiva?
¿cómo se justifica para mí y para otros el deber que se expresa en las exigencias morales?
Sin duda, el programa de fundamentación kantiana de la moral constituye el más
extraordinario intento de encontrar una base sólida universal al deber que se expresa en las
obligaciones morales.

Para Kant, existen verdaderas leyes morales que prescriben obligaciones en términos
absolutos, sobre lo que hay y lo que no hay que hacer. Como las obligaciones morales son
absolutas y necesarias, no pueden depender de motivos contingentes o empíricos. Por ello
la tesis de Kant es que las leyes morales se determinan enteramente a priori, lo que
quiere decir que no debemos buscar derivarlas de la experiencia, sino de nuestra propia
razón. De esta forma Kant encuentra una fuente universal de legitimación moral. Si las
obligaciones morales tienen un fundamento a priori, entonces tienen validez con
independencia de condiciones histórico-relativas.

➜ Si Kant quiere hacer una moral valida para todos, esa moral tiene que ser a priori. Es
decir, yo no puedo extraer las leyes morales de la experiencia, porque sería juicios
sintéticos, que son relativos y cambian. Tienen que ser a priori, INDEPENDIENTE de la
experiencia. Problema = ver cómo establezco normas morales independientes de la
experiencia, en dónde las va a fundamentar, porque ya vimos que lo que no proviene de la
experiencia no se puede conocer, entonces ¿de dónde las fundamenta Kant?

Plantear el problema de esa forma trae aparejadas consecuencias decisivas, que sólo
pretendemos señalar.

1- Separarse de la tradición ética anterior a la modernidad que entendía la moral


esencialmente como doctrina de la felicidad, es decir, como determinación reflexiva
de la vida buena. Para Kant, la felicidad, en tanto ligada a la experiencia, carece de
toda universalidad, necesidad y objetividad. En esa medida, la idea de felicidad no
puede asegurar una moral de validez intersubjetiva, por la sencilla razón de que no
disponemos de un horizonte común de vida buena. Las complejas sociedades
modernas en las que vivimos se distinguen por el multiculturalismo y el pluralismo
moral creciente. Por ese motivo, la propuesta moral kantiana no está orientada en
función de la consecución de lo bueno, sino de lo justo. Lo que quiere decir que se
establece una distinción entre normas, que en la medida que sean justas pueden ser
justificadas universalmente para todos; y, valores, que expresan preferencias
particulares referidas a una idea de lo bueno.

➜ La felicidad no es el parámetro para establecer las normas morales, porque la felicidad


es algo externo, algo que se percibe y que proviene de la experiencia.

2- Al plantear la pregunta en primera persona del singular ¿qué debo hacer?, restringe
la justificación moral a un problema individual, cuando lo que más requiere de
justificación es la obligación con respecto a los otros. En otras palabras, en la
concepción de Kant cada individuo se impone unas normas morales y, como la
razón es una sola, se espera que todos los individuos repitan lo mismo y lleguen a lo
mismo. Lo que se critica de esta postura es que la legitimidad de las normas esté
dada por un individuo y no por todos los individuos que se imponen las normas de
manera recíproca.

➜ A Kant se lo critica porque piensa la moralidad desde un sujeto, y por ahí no tiene en
cuenta la intersubjetividad. La tiene en cuenta, como diciendo “tiene que ser a priori para
que valga para todos, pero es el sujeto solo el que termina solucionando el problema, no
con otros”.

3- La ética de Kant está basada en la noción de autonomía. La genial idea de que todo
ser humano se puede dar sus propias leyes. En la medida en que sólo se apela a la
razón de los individuos y no a su idea del bien, podemos decir que la ética de Kant
es una ética para ciudadanos, es decir, para individuos libres e iguales. En el
entendido
moderno de que tomamos a todos los seres humanos como libres e iguales.

II. Libertad y uso práctico de la razón.

Kant reflexiona en su Crítica de la razón pura. En este libro, al preguntarse cómo ha sido
posible la revolución de la ciencia moderna, se terminará mostrando el fundamento a priori
de la ciencia (➜ que es el sujeto el que construye el objeto de conocimiento -el fenómeno-),
remitiendo a una subjetividad trascendental que hace posible la síntesis entre sensibilidad y
entendimiento (➜ esto que veíamos que es esto de que primero la sensibilidad conforma al
fenómeno, y después el entendimiento comprende este fenómeno que construyó la
sensibilidad).

(p. 186) “El único conocimiento posible y verdadero es el de los hechos empíricos; la ética,
en cuanto se ocupa del deber ser, es un discurso carente de sentido.”

➜ Ese parecería ser el resultado. Dijimos que solamente se puede conformar un fenómeno
desde un objeto que brinda impresiones. Como yo no veo normas morales, parecería ser
que yo no podría conocer qué es la moral, y sería ese el resultado que sacaríamos de leer
la Crítica a la Razón Pura.

“Sin embargo, Kant no estaba de acuerdo con esta postura. Su gran tarea consistió en
fundamentar la ciencia moderna -señalando sus límites- (qué es lo que puedo conocer),
pero dejando espacio para una voluntad moral libre.”

Para mostrar cómo la ética de Kant construye una imagen moral del mundo, resulta
obligatorio empezar por la llamada tercera antinomia, esto es, la antinomia entre causalidad
y libertad. En ella se da el primero de dos pasos decisivos en la fundamentación de la
moral.

Partamos de clarificar lo que se entiende por “antinomia”. En un sentido amplio, antinomia


designa un conflicto entre dos ideas, oposiciones o actitudes y sus respectivas
consecuencias, pero en un sentido restringido alude a un conflicto entre leyes producida por
la naturaleza especulativa de la razón. Se trata de un conflicto producido por la misma
naturaleza de la razón. En la Crítica de la razón pura se plantea de la siguiente forma:

“Tesis y antítesis plantean dos supuestos igualmente justificables. La tesis afirma el punto
de vista de quien defiende la libertad o autonomía para poder explicar lo que ocurre en el
mundo. La antítesis representa la posición determinista o naturalista. Pensar a la vez la
tesis y la antítesis genera un conflicto de la razón consigo misma (➜ porque parecería ser
que las dos podrían tener razón, entonces, ¿Cómo lo soluciono?).
➜ TESIS: Es decir, un fenómeno en el mundo no se justifica solamente por necesidad, sino
que necesitamos de la libertad para poder explicarlo.

La antinomia se produce porque podemos respaldar con argumentos cada una de las
posturas encontradas. (yo puedo argumentar la tesis como la antítesis, entonces se genera
un conflicto, la antinomia).

El conflicto de la antinomia radica en la imposibilidad de afirmar la libertad humana, al


tiempo que afirmamos la causalidad natural. En otras palabras, el conflicto expresa la
tensión entre el hombre como ser natural y el hombre como ser libre. La incompatibilidad
conceptual parece arrastrarnos al dilema fatal de afirmar, o bien (➜ una cosa o bien la otra)
la legalidad de la ciencia como única explicación de todo, negando con ello la racionalidad
práctica de los individuos y la posibilidad de dar razón de la acción moralmente en el
mundo.

Pero la contradicción es aparente. La solución que Kant da a la antinomia consiste en


afirmar que tanto la tesis como la síntesis pueden llegar a tener sentido, si se asumen dos
puntos de vista diferentes. La antítesis debe referirse al mundo como se nos da
fenoménicamente (➜ es decir la antítesis es verdad para el mundo de los fenómenos,
aquello que vemos se explica por leyes naturales, no por la libertad), y la tesis al mundo
como lo pensamos, como cosa en sí. Asumiendo dos puntos de vista o dos perspectivas del
mundo la incompatibilidad desaparece. En consecuencia, es posible establecer el doble
carácter del que está revestido el hombre: uno empírico, por el cual sus actos como
fenómenos estarían necesariamente encadenados a otros fenómenos según la ley natural;
otro inteligible (de pensamiento), por el cual sería la causa de sus actos como fenómeno,
aunque al mismo tiempo, no estuviera sometido a las condiciones de la sensibilidad. Esto es
equivalente a decir que el sujeto al obrar no estaría sometido, en cuanto su carácter
inteligible, a las condiciones de las leyes naturales.

➜ Es decir, las leyes naturales sirven para explicar el mundo sensible, pero eso no quiere
decir que la razón humana esté sometida a leyes naturales y que no haya libertad.
Entonces, tanto la tesis como la antítesis tienen sentido según de qué ámbito estoy
hablando.

Será la tarea de la ética saber sobre la libertad, pues, según Kant, la ley moral es la razón
de conocer de la libertad. A su vez, la libertad es la razón esencial de la ley moral, esto
implicará pensar la libertad no sólo en un sentido negativo, entendido como la
independencia de la voluntad con relación a la sujeción a factores sensibles, sino también
en sentido positivo, en cuanto a la capacidad humana de actuar por leyes dadas por sí
mismo, esto es, por autonomía. En tal sentido la libertad se constituye en condición de
posibilidad de la moralidad.

➜ Es decir, uno es un ser moral en tanto y en cuanto exista la libertad.

(p.188) Esto se resume en la siguiente frase: “la moral no es objeto de la ciencia sino de
reflexión filosófica”. A diferencia del uso teórico de la razón que se ocupa del conocimiento
de objetos dados, el uso práctico de la razón tiene que ver con la orientación de la vida
humana a partir de la representación de ideas de la razón, por eso sus leyes no determinan
lo que es, sino lo que debe ser.

(➜ La razón no dice lo que las cosas son, porque eso es las ciencias naturales, sino que en
el ámbito practico es lo que “debería de ser”, lo que nos guía)

(p. 189) ¿No consiste acaso la crisis de la modernidad en el triunfo de una razón positiva e
instrumental que amenaza con colonizar todos los espacios del mundo de la vida?

➜ Hace referencia a que parecería ser que el mundo actual se ha quedado con la tesis
(todo es explicado por leyes naturales), y no le ha dado importancia a la antítesis (la
posibilidad del ser humano de ser un ser racional y autónomo que se da sus propias leyes).
Y parece que todas nuestras conductas son explicadas por cuestiones científicas.

III. Una ética del respeto universal.

La reflexión que hemos hecho nos permite situar el ámbito propio de la moral kantiana en la
dimensión de la racionalidad práctica; ámbito en el cual se orienta la praxis humana por
medio de la representación de ideas, que no tienen un referente empírico, pero que en tanto
ideales o modelos permiten transformar nuestro mundo social. Pero, ¿cómo es posible que
haya leyes de lo que debe ser? ¿cómo son posibles las leyes morales universales y cuáles
serían?

Kant se basa en su texto “la fundamentación de la metafísica de las costumbres.”


El punto de partida es el reconocimiento de que los seres humanos somos seres morales.
Una vez reconocido el hecho de la moralidad, Kant nos previene, sin embargo, de la
imposibilidad de encontrar en la experiencia sensible el fundamento de la ley moral. La tesis
principal de su programa de fundamentación pretende mostrar que existe una razón pura
práctica, suficiente por sí sola para mover la voluntad, sin la ayuda de impulsos sensibles.
Sólo en este caso pueden existir principios morales válidos para todos los hombres sin
excepción, es decir, leyes morales que tengan un valor universal.

➜ ¿Qué tiene que mostrar Kant entonces? Que, si las leyes morales no se fundamentan en
la experiencia, tiene que haber una razón pura (priórica) que pueda validar esas leyes
independientemente de ¿???

Los mandatos de la razón se nos presentan bajo la forma de deberes o mandatos (➜ debes
hacer esto, no debes hacer esto), o como dice Kant, bajo la fórmula de imperativos. Pero no
todo imperativo es un imperativo moral. Los imperativos que nos dicen lo que sería bueno
hacer u omitir son de dos tipos: hipotéticos o categóricos.

Los imperativos hipotéticos determinan la voluntad sólo en el caso de que ésta quiera
alcanzar determinados objetivos. (Dan una orden, pero esa orden está mediada por un
determinado objetivo. Si yo quiero ganar la competencia, tengo que entrenar. Son mandatos
condicionados)

Los imperativos categóricos, en cambio, determinan la voluntad no en vista de obtener un


efecto determinado que se desee. Los imperativos categóricos –y sólo ellos– son
imperativos morales. Se debe hacer algo, punto, y sin condición. El deber no viene dado ni
por códigos, ni por la tradición, ni por la ley del Estado, ni por la ley de Dios, pues en todos
estos casos una voluntad distinta a la del individuo estaría anulando su libertad, sin el que la
moral sería imposible. (➜ yo no debo hacer tal cosa porque me lo dice la religión, ni la ley,
ni nadie porque sino habría algo externo que me está diciendo que hacer y no sería una
ética autónoma, que es lo que pretende Kant).

El imperativo categórico es autónomo, implica que cada uno se debe dictar a sí mismo su
propia ley moral. En eso consiste la autonomía moral.

Pero, ¿cuál es ese imperativo moral que manda categóricamente? (sin tener en cuenta
nada externo)

Kant formuló de diversas maneras el imperativo categórico, aunque consideraba que todas
ellas eran equivalentes; no obstante, en cada una de ellas se destaca un matiz especial de
su concepción moral. De las tres formulaciones básicas de la Fundamentación, en la
primera fórmula sobresale la universalidad; en la segunda la finalidad; en la tercera la
autonomía y la intersubjetividad.

¿Cómo aparecen en la fundamentación de la metafísica de las costumbres?

La primera fórmula dice así: obra sólo según una máxima tal que puedas querer al
mismo tiempo que se torne ley universal (➜ acá hablamos de la universalidad de la ley
moral: no podemos elevar una ley moral que no pueda ser universalizada, porque sino sería
solamente una cuestión subjetiva y lo que buscamos es una ética para ciudadanos
heterogéneos).

Tugendhat explica el imperativo de Kant = No podemos querer que una máxima inmoral se
torne ley universal. ¿Por qué? Por razón de nuestros intereses. Por ejemplo, si no quiero
que otros me hagan daño, no puedo querer que la máxima “hacer daño a otro si me
conviene” se torne ley universal, pues otros, si les conviene, me harían daño. Tugendhat
sostiene que aquí se nombra la verdadera base del imperativo categórico: el
contractualismo (➜ contrato de base: “mirá yo no quiero que vos me hagas mal entonces yo
tampoco te hago mal”)

La segunda formulación es la siguiente: obra de tal modo que uses la humanidad, tanto
en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo
tiempo y nunca solamente como un medio. Esta versión del imperativo se aleja del
formalismo y ofrece un contenido material. Lo que Kant pretende haber encontrado es la
posibilidad de afirmar un fin, no como mero capricho subjetivo o material de un ser racional,
sino un fin objetivo válido para todo ser racional. “Ahora yo digo: el hombre, y en general
todo ser racional, existe como fin en sí mismo” (➜ es decir, obrar como si el hombre fuese
un fin en sí mismo, no un medio para otra cosa. Acá Kant establece algo que es propio de la
modernidad, entender las personas como seres individuales, que tienen un valor absoluto y
una dignidad. Por lo tanto, establecer al hombre como fin y no medio implicaría que yo
nunca podría instrumentalizar a una persona, estaría respetando su absoluta dignidad).

La tercera versión del imperativo es la siguiente: no hacer ninguna acción por otra
máxima que ésta, a saber, que pueda ser tal máxima una ley universal y, por tanto,
que la voluntad, por su máxima, pueda considerarse a sí misma al mismo tiempo
como universalmente legisladora.

Aquí, el imperativo hace radicar la legislación universal en la autonomía de la voluntad, en el


principio de autodeterminación. (➜ esto es posible porque el individuo, gracias hacia las
otras dos fórmulas, se puede legislar a sí mismo).
➜ Lo que está haciendo Kant es una ética moderna, una ética para ciudadanos. Yo no
puedo hacer depender una ética de impresiones externas porque no sería válida para
todos, yo necesito una ética moderna, y que al mismo tiempo sea la razón la que determine
qué es lo que debo hacer.

Ahora, ¿cómo hace la razón para saber lo que debo hacer?

Va a saberlo a través de este imperativo categórico que, formulado de estas 3 formas


distintas, me da la garantía de los valores modernos que Kant busca (lo universal, entender
al sujeto como finalidad en si mismo y no instrumentalizarlo, y que esa ética sea
intersubjetiva -que todos los sujetos la podamos compartir-).

Si todos podemos llegar a la misma conclusión, esa máxima se convierte en intersubjetiva.

ÉTICA DEL DISCURSO

La ética discursiva o ética comunicativa nace en los años setenta de nuestro siglo de la
mano de K.O. APEL Y J. HABERMAS y hoy en día se encuentra ampliamente difundida;
hasta tal punto se trata de una corriente llena de vida, que entre sus mismos creadores se
producen vivas polémicas. En el artículo se intenta, a partir de los trabajos de K. O. APEL,
mostrar en qué medida esta ética discursiva fundamenta filosóficamente una democracia
política y puede precisar los elementos básicos necesarios para la construcción de una ética
universal.

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