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En el presente trabajo expondremos lo concerniente a los estados de excepción, su definición, cómo

están regidos en la República Dominicana, y si durante el período que comprende a los años 2020 al
2022 el Estado dominicano, a través del Poder Ejecutivo, y en las atribuciones conferidas al Estado de
Emergencia por la Constitución, así como en los momentos en que carecía de estás, realizo una labor
y desempeño proporcional al peligro presentado, y conforme a los criterios brindados por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.

Primero tenemos que empezar estableciendo que los Estados de Excepción se encuentran regidos en
primer término por la Constitución, desde los artículos 262 al 266, y por la Ley No. 21-18. El Estado de
Excepción es una situación de hecho que amenaza la estabilidad interna y/o externa de la Nación, sus
instituciones públicas, así como a la población de la misma, la cual puede ser causa del Presidente de
la República de solicitar al Congreso Nacional que le sean conferidos ciertos poderes para actuar frente
a dicha situación. Se reconocen tres modalidades: Estado de Defensa, Estado de Conmoción Interior,
y Estado de Emergencia. El Estado de Emergencia es aquel que tiene como causa una perturbación al
orden económico, social, medioambiental, o que constituya una calamidad pública. Producto de la
pandemia del COVID-19, en el año 2020, fue solicitado al Congreso Nacional la declaratoria del Estado
de Emergencia.

Llegados a este punto tenemos que acotar la finalidad con la que el constituyente establece la figura
de los Estados de Excepción. Hemos dicho las causas que originan los Estados de Excepción y sus
efectos (poderes amplios al Presidente de la República, que no tiene uso de los mismos durante el
transcurso de la normalidad), pero no el por qué. Se establecen para que el Presidente de la República
pueda hacer un uso proporcional y conforme la esencia de los derechos fundamentales para poner
fin a la perturbación sufrida en el territorio nacional o parte del mismo. Por ende, los Estados de
Excepción son una ampliación de los poderes presidenciales, pero únicamente para ser usado en
determinados fines. Para evitar los abusos de poderes y el ejercicio perjudicial de los mismos, la
Constitución y las leyes establecen sus límites y cuales derechos no pueden ser objeto de intervención
de los mismos. En ese sentido, la pandemia del COVID-19 originó un Estado de Emergencia basado en
causas de salud y de calamidad pública, que permitieron al Estado dominicano llevar a cabo planes de
vacunación obligatoria, uso obligatorio de la mascarilla, restricción del derecho al tránsito y de entrada
en ciertos lugares públicos y privados, con la finalidad de socavar los efectos de la pandemia. En cuanto
a este primer aspecto, entendemos que los Gobiernos se manejaron conforme a los criterios de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, y a la esencia de la Constitución y las leyes.

Sin embargo, existe un aspecto que no podemos dejar de lado, que es lo concerniente a la tarjeta de
vacunación. Establecimos la definición del Estado de Emergencia y sus efectos, de aquí podemos
desprender la necesidad que tienen los mandatarios de someter sus actuaciones a un debido control
constitucional y legal, así como a una publicidad hacia la población y de carácter internacional. La
exigencia de portar tarjeta de vacunación para permitir la entrada en lugares públicos y privados
constituía una violación al derecho del debido proceso, y al derecho de tránsito y asociación, ya que,
sin haber cumplido con los requisitos de forma, el Poder Ejecutivo incurrió en un exceso no justificado
ni fundamentado en la Constitución de los poderes que le son otorgados.

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