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Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y amor, te consagro mi entendimiento, mi corazón, mi voluntad y todo mi

ser, en el tiempo y en la eternidad. 

Que mi entendimiento este siempre sumiso a tus divinas inspiraciones y enseñanzas de la doctrina de la
Iglesia católica que tu guías infaliblemente. 

Que mi corazón se inflame siempre en amor de Dios y del prójimo. 

Que mi voluntad este siempre conforme a tu divina voluntad. 

Que toda mi vida sea fiel imitación de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él, contigo
y el Padre sea dado todo honor y gloria por siempre.

Dios Espíritu Santo, infinito amor del Padre y del Hijo, por las manos purísimas de María, tu esposa
inmaculada, me pongo hoy y todos los días de mi vida sobre tu altar escogido, el Sagrado Corazón de Jesús,
como un sacrificio en tu honor, fuego consumidor, con firme resolución ahora más que nunca de oír tu voz y
cumplir en todas las cosas tu santísima y adorable voluntad.

II

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para
que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi
director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón. 
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas
inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús….

"Ven Espíritu Santo. Libérame, para que no alimente la impaciencia y el desprecio hacia otras personas.  
Toma mi mirada para que pueda mirar a los demás como Jesús, con inmensa paciencia.  
Contemplo a Jesús, tan comprensivo con los pecadores, tan paciente y compasivo con las debilidades de sus
discípulos, tan cercano a todos.  
Quiero aprender de Jesús, paciente y humilde, para encontrar descanso y alivio en mis impaciencias. 
Bendigo a todas las personas que me molestan, que me desagradan, que me cansan, que me perturban, que
me interrumpen.   
Las bendigo para que sean cada día más bellas y santas, para que reflejen tu amor y tu hermosura.  
Pasa tu mano por sus vidas para que sean felices. 
Ven Espíritu Santo a mi vida, penetra en mi interior, acaríciame con tu divina calma.   
Cura las heridas de mi intimidad que me llevan a rechazar a los demás.   
Sana la raíz de mi intolerancia, de mis malas reacciones, y regálame el don de la paciencia. 
Amén.”

El Espíritu Santo también es como una lluvia, agua que penetra la tierra seca. Somos tierra que cruje y que
llora, seca y agrietada. Pero cuando llueve la gracia, nuestro desierto reverdece y se llena de flores, rebosa de
vida.

Nosotros hemos regalado nuestra vida a tantas cosas de este mundo, hemos desgastado nuestras energías
en tantas tonterías que nos han dejado secos por dentro, sin vida, sin amor, sin hermosura.

Invoquemos al Espíritu Santo para que se derrame como lluvia fecunda, para que haga brotar las semillas
buenas que él mismo puso en nosotros.

Él lo ha prometido: "Derramaré agua sobre el suelo sediento y torrentes sobre la tierra seca" (lsaías 44,3).

Pidámosle que riegue, que refresque, que renueve con sus gotas divinas, que nos devuelva la vitalidad y la
energía, que resucite nuestros sueños y nuestra esperanza. Así se cumplirá la promesa del profeta Oseas:

"Seré como rocío para Israel. Él florecerá como el lirio, y hundirá sus raíces como el Líbano. Sus ramas se
desplegarán y su esplendor será como el olivo. Estará perfumado como el Líbano, volverán a sentarse a su
sombra, harán crecer el trigo, florecerán como la vid" (Oseas 14,6-8).
Don de sabiduría
Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas, en
medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones.

Don de inteligencia
Nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe.

Don de consejo
Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la
solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.

Don de fortaleza
Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro
caminar hacia Dios.

Don de ciencia
Nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la
medida en que nos lleve a Él.

Don de piedad
Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre.

Don de temor de Dios


Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar
al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de
ser y de vivir.

ORACION:
Señor concédeme:
-La serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar
-El valor para cambiar aquellas que puedo
-Y la sabiduría para conocer la diferencia.
Oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre:
- lo que debo pensar,
- lo que debo decir, 
- como debo decirlo,
- lo que debo callar, 
- lo que debo escribir,
- como debo de obrar.
Para procurar vuestra Gloria, el bien de las almas y mi propia santificación. Espíritu Santo ilumina mi
entendimiento y fortifica mi voluntad. Señor dame el balance divino en mi vida. Gloria a ti Señor…

FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO..

1. Caridad: El acto de amor de Dios y del prójimo.


2. Gozo espiritual: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.
3. Paz: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.
4. Paciencia: Sufrimiento sin inquietud en las cosas adversas.
5. Longanimidad: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos.
6. Bondad: Dulzura y rectitud del ánimo.
7. Benignidad: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento.
8. Mansedumbre: Refrenar la ira, y tener dulzura en el trato y condición.
9. Fe: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.
10. Modestia: La que modera, regula en el hombre sus acciones y palabras.
11. Continencia: La que modera los deleites de los sentidos.
12. Castidad: La que refrena los deleites y placeres carnales y deseos impuros.

PADRE NUESTRO
Padre Nuestro, que estas en el corazón de mis hermanas, únenos en ti, por la
fuerza de tu Espíritu.
Padre Nuestro, Santificado sea tu nombre; se tú el centro de nuestras vidas, la
norma de nuestra comportamiento.
Padre Nuestro, venga a nosotros reunidos en tu nombre, tú Reino, tu Reino de
amor, paz, de cercanía.
Hágase tu voluntad, Padre Nuestro en lo profundo de nuestros corazones, que
sea tu voluntad la pasión de nuestra vida y el lazo de unión.
Padre Nuestro, que en la tierra de nuestra comunidad te amemos, te alabemos, te
adoremos, como lo hacen los Santos en el Reino de los cielos.
Padre Nuestro, daos el pan cotidiano, dánosle hoy.
Danos en pan de tu Palabra para que nos encontremos en dialogo, danos el pan
de la vida para que nos alimentemos juntas.
Padre Nuestro, perdona nuestros fallos, nuestras miserias y danos un corazón
grande que perdone al hermano.
Danos hoy ser servidores de la paz, de la reconciliación y el perdón.
Padre Nuestro, no nos dejes caer como comunidad, en la tentación.
Danos un corazón abierto a la crisis, en la prueba de cada hermana.
Danos un corazón sensible, capaz de llegar a tiempo en su ayuda.
Y no nos dejes caer en las manos del malo, del diablo, del que divide y dispersa a
la comunidad. AMEN.

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