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La novena en honor del Espíritu Santo es la más antigua de todas las novenas ya
que fue la primera novena hecha, bajo el mandato del mismo Señor, cuando les dijo
a sus apóstoles que permanecieran en Jerusalén en espera de la venida del Espíritu
Santo, en el primer Pentecostés. Es, aún hoy, la única novena oficialmente prescrita
por la Iglesia. Dirigida a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es una
plegaria poderosa para alcanzar la luz, la fortaleza y el amor de los que cada
cristiano está tan necesitado. Nuestra Santísima Madre en Medjugorje nos dijo el 2
de junio de1984: “Queridos hijos, deseo decirles en esta tarde que en los días de
esta novena oren para que el Espíritu Santo se derrame sobre todas sus familias y
sobre la parroquia. Oren y ustedes no se arrepentirán. Dios les dará los dones y
ustedes lo glorificarán hasta el fin de sus vidas. Gracias por haber respondido a mi
llamado”.
San Ambrosio dice: “Recuerda, pues, que has recibido el sello del Espíritu, espíritu
de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia
y de piedad, espíritu del santo temor, y conserva lo que has recibido. Dios Padre te
ha sellado, Cristo el Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón, como prenda
suya, el Espíritu Santo, como te enseña el Apóstol.”
Tratado sobre los misterios, 29 – 30
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NOVENA AL ESPÍRITU SANTO
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados, y, así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
me los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y
me darás gracia para enmendarme, y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta
el fin de mi vida. Amén.
ORACIÓN INICIAL
V: Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu
Santo, haz que guiados por este mismo Espíritu gustemos la dulzura del bien y
gocemos siempre de sus divinos consuelos. Te lo pedimos por Cristo Nuestro
Señor.
R: Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración absoluta de todo mi ser, que te hago en
este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi
vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y todo el
amor de mi Corazón.
Me abandono sin reservas a tus divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a
tus santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dígnate formarme con María y en María, según el modelo de tu
amado Jesús.
Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo
Santificador. Amén.
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ORACIÓN POR LOS 7 DONES DEL ESPÍRITU SANTO
Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu
Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate
concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de
tu gracia y de tu amor. Concédeme el espíritu de sabiduría para que pueda
despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son
eternas, el espíritu de entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina
verdad, el espíritu de consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro
para agradar a Dios y ganar el Cielo, el espíritu de fortaleza para que pueda llevar
mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi
salvación, el espíritu de conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme
a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos, el espíritu de piedad
para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable, y el espíritu de temor
de Dios para que pueda ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en
cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos
discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de
tu amor. Oh, Dios, que con la luz del Espíritu Santo iluminas los corazones de tus
fieles, concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, disfrutemos de lo que es
recto y nos gocemos con su consuelo celestial.
1.- Ven, Espíritu Santo, por tu Don de Sabiduría, concédenos la gracia de apreciar
y estimar los bienes del cielo y muéstranos los medios para alcanzarlos. Gloria.
2.- Ven, Espíritu Santo, por tu Don de Entendimiento, ilumina nuestras mentes
respecto a los misterios de la salvación, para que podamos comprenderlos
perfectamente y abrazarlos con fervor. Gloria.
3.- Ven, Espíritu Santo, por tu Don de Consejo, inclina nuestros corazones a actuar
con rectitud y justicia para beneficio de nosotros mismos y de nuestros semejantes.
Gloria.
4.- Ven, Espíritu Santo, por tu Don de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra
los enemigos de nuestra alma, para que podamos obtener la corona de la victoria.
Gloria.
5.- Ven, Espíritu Santo, por tu Don de Ciencia, enséñanos a vivir entre las cosas
terrenas para así no perder las eternas. Gloria.
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6.- Ven, Espíritu Santo, por tu Don de Piedad, inspíranos a vivir sobria, justa, y
piadosamente en esta vida, para alcanzar el cielo en la otra vida. Gloria.
7.- Ven, Espíritu Santo, por tu Don de Temor de Dios, hiere nuestros cuerpos con
tu temor para así trabajar por la salvación de nuestras almas. Gloria.
ROSARIO
V. Gloria al Padre…
R. Como era en un principio…
SECUENCIA DE PENTECOSTÉS
Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en
los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor
de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte
tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo
su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén
Primer Misterio
Jesús es concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María.
(Lc 1,30-35)
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas
a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá
fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo
de Dios."
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Padre Nuestro. Ave María…
V. ¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina
Misericordia. Amén.
ORACIÓN
Envía Padre los dones del Espíritu Santo. Eterno Padre, en nombre de Jesucristo y
por la intercesión de la Siempre Virgen María, envía a mi corazón al Espíritu Santo.
Segundo Misterio
Jesús es consagrado Mesías en el Jordán por el Espíritu Santo. ( Lc 3,21-22)
"Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús
y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma
corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he
engendrado.»"
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V. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. (7 veces)
R. Y enciende en ellos el fuego de tu Amor.
V. ¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina
Misericordia. Amén.
ORACIÓN
Tercer Misterio
Jesús muere en la cruz para quitar el pecado y dona el Espíritu Santo.
(Jn 19,28-30)
"Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se
cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena de vinagre.
Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la
acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E
inclinando la cabeza entregó el espíritu."
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V. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. (7 veces)
R. Y enciende en ellos el fuego de tu Amor.
V. ¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina
Misericordia. Amén.
ORACIÓN
Cuarto Misterio
Jesús dona el Espíritu Santo a los apóstoles para remisión de los pecados.
(Jn 20,19-22)
"Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a
los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó
Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró
las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo
otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo."
V. ¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina
Misericordia. Amén.
ORACIÓN
¡Oh Purísima Virgen María!, que en tu inmaculada concepción fuiste hecha por el
Espíritu Santo.
Tabernáculo escogido de la Divinidad, ¡ruega por nosotros! ¡Y haz que el Divino
Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra! ¡Oh Purísima Virgen María, que
en el misterio de la encarnación fuiste hecha por el Espíritu Santo ¡verdadera Madre
de Dios, ruega por nosotros! ¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar
la faz de la tierra! ¡Oh Purísima Virgen María, que estando en oración con los
Apóstoles, en el Cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros!
¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra! Ven,
Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor. Envía tu Espíritu y será una nueva creación. Y renovarás la faz de la tierra.
Quinto Misterio
El Padre y Jesús, en Pentecostés, derraman el Espíritu Santo: la Iglesia, constituida
en poder, se abre a la misión en el mundo. (Hch 2,1-13)
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hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.» Todos estaban estupefactos y
perplejos y se decían unos a otros: «¿Qué significa esto?» Otros, en cambio, decían
en son de burla: «Están borrachos».
V. ¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina
Misericordia. Amén.
ORACIÓN
Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fíeles y llena de la divina gracia los
corazones, que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador, don de Dios
Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la mano de Dios; Tú, el
prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y,
con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne, aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía, y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo. Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que, en
Ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al Hijo
que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén.
Sexto Misterio
El Espíritu Santo desciende por primera vez sobre los paganos. (Hch 10, 34.48)
V. ¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina
Misericordia. Amén.
ORACIÓN
Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz. Ven, padre de los pobres,
ven, dador de gracias, ven luz de los corazones. Consolador magnífico, dulce
huésped del alma, su dulce refrigerio. Descanso en la fatiga, brisa en el estío,
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consuelo en el llanto. ¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus
fieles. Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno. Lava lo que está
manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido. Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está frío, endereza lo que está extraviado. Concede a tus fieles, que
en Ti confían tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto
de la salvación, dales la felicidad eterna.
Séptimo Misterio
El Espíritu Santo guía a la Iglesia de todos los tiempos, dándole sus dones y
carismas. (Rm 8,26-27)
"Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros
no sabemos cómo pedir para orar como conviene; más el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es
la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios."
V. ¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina
Misericordia. Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas
operaciones, y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.
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¡Oh Santo Espíritu! Dígnate formarme con María y en María, según el modelo de tu
amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu
Santo Santificador. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre; Virgen Purísima antes del
Parto; en tus manos, Señora, ponemos nuestra Fe, para que la alumbres, llena eres
de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, Madre de Dios hijo; Virgen Purísima en el Parto;
en tus manos, Señora, ponemos nuestra Esperanza para que la alientes, llena eres
de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo; Virgen Purísima
después del Parto en tus manos, Señora, ponemos nuestra Caridad, para que la
inflames, llena eres de gracia, el Señor es contigo bendita eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa
del Espíritu Santo; Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad; Virgen concebida
sin pecado original. Amén.
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V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
Espíritu del Padre y del Hijo y amor infinito del uno y del otro, santifícanos.
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A cada uno respondemos: ¡Te rogamos, óyenos!
De todo mal,
De toda impureza de alma y cuerpo,
De toda gula y sensualidad,
De todo afecto a los bienes terrenos,
De todo afecto a cosas y a criaturas,
De toda hipocresía y fingimiento,
De toda imperfección y faltas deliberadas,
Del amor propio y juicio propio,
De la propia voluntad,
De la murmuración,
De la doblez a nuestros prójimos,
De nuestras pasiones y apetitos desordenados,
De no estar atentos a tu inspiración Santa,
Del desprecio a las cosas pequeñas,
De la glotonería y malicia,
De todo regalo y comodidad,
De querer buscar o desear algo que no seas Tú,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las
fecundaste,
Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas.
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Espíritu que das testimonio de Cristo.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María.
Espíritu del Señor que llena todo el orbe.
Espíritu de Dios que habita en nosotros.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento.
Espíritu de consejo y de fortaleza.
Espíritu de ciencia y de piedad.
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia.
Espíritu de fuerza, de benevolencia y de sobriedad.
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz.
Espíritu de humildad y de castidad.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre.
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.
Espíritu en el cual renacemos.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste.
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres.
OREMOS
Oh Dios que, con la luz del Espíritu Santo, enseñaste a los fieles la verdad,
concédenos conocerla en el mismo Espíritu y gozar siempre de sus consuelos
celestiales, por Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.
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CONSAGRACIÓN
ORACIÓN FINAL
Oh Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que
los que han renacido por el agua del bautismo, tengan la misma fe en sus corazones
y la misma piedad en sus acciones.
Oh Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus
fieles para que gocen de la verdadera paz, quienes, por tu gracia, han recibido el
don de la verdadera fe. Te suplicamos, oh Dios, que tu Santo Espíritu encienda en
nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente
fuera encendida.
Inflama, oh Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te
sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón. Enriquece, Señor, nuestros
corazones derramando con plenitud tu Santo Espíritu por cuya sabiduría fuimos
creados y por cuya providencia somos gobernados.
Te pedimos, Señor, que, según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al
conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
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ORACIONES DE CADA DÍA
¡Espíritu Santo! ¡Señor de Luz! ¡Danos, desde tu clara altura celestial, tu puro
radiante esplendor!
EL ESPÍRITU SANTO
Sólo una cosa es importante: la salvación eterna. Por lo tanto, sólo una cosa hay
que temer: el pecado. El pecado es el resultado de la ignorancia, debilidad e
indiferencia. El Espíritu Santo es el Espíritu de Luz, de Fuerza y de Amor. Con sus
siete dones ilumina la mente, fortalece la voluntad, e inflama el corazón con el amor
de Dios. Para asegurarnos la salvación debemos invocar al Divino Espíritu
diariamente, porque “el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros
no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede
por nosotros” (Rom 8,26).
ORACIÓN
Omnipotente y eterno Dios, que has condescendido para regenerarnos con el agua
y el Espíritu Santo, y nos has dado el perdón de todos los pecados, permite enviar
del cielo sobre nosotros los siete dones de tu Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de
Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y
de Piedad, y llénanos con el Espíritu del Santo Temor de Dios. Amén.
¡Ven, Padre de los pobres! ¡Ven, a darnos tus dones! ¡Ven, a darnos tu luz!
El don del Santo Temor de Dios nos llena con un soberano respeto por Dios, y nos
hace que a nada temamos más que a ofenderlo por el pecado. Es un temor que se
eleva, no desde el pensamiento del infierno, sino del sentimiento de reverencia y
filial sumisión a nuestro Padre Celestial. Es el temor principio de la sabiduría, que
nos aparta de los placeres mundanos que podrían de algún modo separarnos de
Dios. “Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se
humillan” (Ecl 2,17).
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ORACIÓN
EL DON DE PIEDAD
El don de Piedad suscita en nuestros corazones una filial afección por Dios como
nuestro amorosísimo Padre. Nos inspira, por amor a Él, a amar y respetar a las
personas y cosas a Él consagradas, así como aquellos que están investidos con su
autoridad, su Santísima Madre y los Santos, la Iglesia y su cabeza visible, nuestros
padres y superiores, nuestro país y sus gobernantes. Quien está lleno del don de
Piedad no encuentra la práctica de la religión como deber pesado sino como
deleitante servicio. Donde hay amor no hay trabajo.
ORACIÓN
EL DON DE FORTALEZA
Por el don de Fortaleza el alma se fortalece ante el miedo natural y soporta hasta el
final el desempeño de una obligación. La fortaleza le imparte a la voluntad un
impulso y energía que la mueve a llevar a cabo, sin dudarlo, las tareas más arduas,
a enfrentar los peligros, a estar por encima del respeto humano, y a soportar sin
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quejarse el lento martirio de la tribulación aún de toda una vida. “El que persevere
hasta el fin, ese se salvará” (Mt 24,13).
ORACIÓN
¡Luz inmortal! ¡Divina Luz! ¡Visita estos corazones tuyos y llena nuestro más íntimo
ser!
El don del Conocimiento permite al alma darles a las cosas creadas su verdadero
valor en su relación con Dios. El conocimiento desenmascara la simulación de las
creaturas, revela su vacuidad y hace notar sus verdaderos propósitos como
instrumentos al servicio de Dios. Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en
la adversidad, y nos lleva a glorificarlo en cada circunstancia de la vida. Guiados por
su luz damos prioridad a las cosas que deben tenerla y apreciamos la amistad de
Dios por encima de todo. “El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo
posee” (Prov 16,22).
ORACIÓN
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EL DON DEL ENTENDIMIENTO
El Entendimiento, como don del Santo Espíritu, nos ayuda a aferrar el significado
de las verdades de nuestra santa religión. Por la fe las conocemos, pero por el
entendimiento aprendemos a apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar el
profundo significado de las verdades reveladas y, a través de ellas, avivar la
novedad de la vida. Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva e inspira un modo de
vida que da elocuente testimonio de la fe que hay en nosotros. Comenzamos a
“caminar dignos de Dios en todas las cosas complaciendo y creciendo en el
conocimiento de Dios”.
ORACIÓN
Sana nuestras heridas, renueva nuestra fuerza. En nuestra aridez derrama tu rocío.
Lava las manchas de la culpa.
EL DON DE CONSEJO
ORACIÓN
Ven, Oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis caminos para que
siempre haga tu Santa Voluntad. Inclina mi corazón a aquello que es bueno,
apártame de todo lo que es malo y dirígeme por el sendero recto de tus
Mandamientos a la meta de la vida eterna que yo anhelo. Amén.
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ORACIONES DEL OCTAVO DÍA
Dobla la voluntad y el corazón obstinado, funde lo que está helado, calienta lo que
está frío. ¡Guía los pasos que se han desviado!
EL DON DE SABIDURÍA
Abarcando a todos los otros dones, como la caridad abraza a todas las otras
virtudes, la Sabiduría es el más perfecto de los dones. De la Sabiduría está escrito:
“todo lo bueno vino a mí con Ella, y riquezas innumerables me llegaron a través de
sus manos”. Es el don de la Sabiduría el que fortalece nuestra fe, fortifica la
esperanza, perfecciona la caridad y promueve la práctica de la virtud en el más alto
grado. La Sabiduría ilumina la mente para discernir y apreciar las cosas de Dios,
ante las cuales los gozos de la tierra pierden su sabor, mientras la Cruz de Cristo
produce una divina dulzura, de acuerdo a las palabras del Salvador: “Toma tu cruz
y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera”.
ORACIÓN
Tú, en tus siete dones desciende, en aquellos que más te confiesan y te adoran
siempre. Dales alivio en la muerte. Dales vida Contigo en las alturas. Dale los gozos
que no tienen fin. Amén.
Los dones del Espíritu Santo perfeccionan las virtudes sobrenaturales al permitirnos
practicarlas con mayor docilidad a la divina inspiración. A medida que crecemos en
el conocimiento y en el amor de Dios, bajo la dirección del Santo Espíritu, nuestro
servicio se torna más sincero y generoso y la práctica de las virtudes más perfecta.
Tales actos de virtudes dejan el corazón lleno de alegría y consolación y son
conocidos como frutos del Espíritu Santo. Estos frutos, a su vez, hacen la práctica
de las virtudes más activa y se vuelven un poderoso incentivo para esfuerzos aún
mayores en el servicio de Dios.
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ORACIÓN
Ven, Oh Divino Espíritu, llena mi corazón con tus frutos celestiales: caridad, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Que nunca esté
yo cansado en el servicio de Dios, sino que, por continua y fiel sumisión a tu
inspiración, merezca estar eternamente unido Contigo, en el amor del Padre y del
Hijo. Amén.
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ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles llena con tu divina gracia, los
corazones que creaste. Tú, a quien llamamos Paráclito, don de Dios Altísimo, fuente
viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre; que inspiras nuestras
palabras. Ilumina nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con
tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro cuerpo. Aleja de nosotros al
enemigo, danos pronto la paz, sé nuestro director y nuestro guía, para que evitemos
todo mal. Por ti conozcamos al Padre, al Hijo revélanos también; Creamos en ti, su
Espíritu, por los siglos de los siglos.
Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos
de los siglos. Amén.
Oración: Oh Dios, que has instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu
Santo, concédenos según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar
siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven,
dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor
de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte
tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo
su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
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¡Oh, Espíritu Santo! amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre, lo que debo
pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, lo que debo hacer,
cómo debo actuar, para Gloria de Dios, bien de las almas y mi propia santificación.
Oh, Espíritu Santo, dame agudeza para entender, capacidad para retener, método
y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar, dirección al progresar, y perfección al acabar.
DE SAN JOSEMARÍA
Padre celestial: hoy vengo a ti, en unión de tu amadísimo Hijo, a pedirte por su
intercesión, que derrames sobre mí la efusión de tu Espíritu Santo, para que
consagre a tu servicio todo cuanto tengo, todo cuanto soy, colme mi vida con su
transformante presencia, como lo hizo con Cristo y con la Santísima Virgen María,
y que toda mi existencia proclame este anhelo eficaz: “Que viva y reine el Espíritu
Santo y todo el mundo le sea consagrado” Amén.
Espíritu Santo, tú que me aclaras todo, que iluminas todos los caminos para que yo
alcance mi ideal. Tú que me das el don Divino de perdonar y olvidar el mal que me
hacen y que en todos los instantes de mi vida estás conmigo. Quiero en este corto
diálogo agradecerte por todo y confirmar que nunca quiero separarme de ti, por
mayor que sea la ilusión material. Deseo estar contigo y todos mis seres queridos
en la gloria perpetua. Gracias por tu misericordia para conmigo y los míos. Gracias
Dios mío.
Oh Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo, Inspírame siempre lo que debo
pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas y mi propia Santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y
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facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar. Dame
acierto al empezar dirección al progresar y perfección al acabar. Amén.
Oremos. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del
Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de
su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
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