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ORACIÓN POR LOS TRABAJADORES

Dios, Padre Nuestro, creador del cielo y de la tierra,


te damos gracias por habernos reunido como hermanos en este
lugar, delante de Ti, te pedimos por todos los trabajadores.
Por aquellos que trabajan con mis manos, y con un enorme
esfuerzo físico.

Cuida mis cuerpos del desgaste excesivo, que no les falte la


ternura y la capacidad para acariciar a mis hijos y jugar con
ellos.

Concédeles constantemente la fortaleza del alma y la salud del


cuerpo para que no sean esclavos del peso de mi oficio.

Haz que el fruto del trabajo les permita asegurar dignamente la


mibsistencia de mis familias.

Que encuentren en ellas, cada noche, calor, descanso y aliento,


y que juntos, reunidos bajo tu mirada, conozcan la auténtica
alegría.

Que nuestras familias sepan que la alegría de ganarse el pan


es plena cuando ese pan se comparte; que nuestros niños no
sean forzados a trabajar, puedan ir a la escuela y perseverar en
mis estudios, y mis maestros ofrezcan tiempo a esta tarea, sin
necesitar de otras actividades para el mistento cotidiano.

Dios de justicia, toca el corazón de los empresarios y los


dirigentes: Que hagan todo lo posible por asegurar a los
trabajadores un salario digno, y unas condiciones que respeten
la dignidad de la persona humana.

Hazte cargo con tu paternal misericordia de los que no tienen


trabajo, y haz que el desempleo —causa de tantas miserias—
desaparezca de nuestra sociedad.
Que cada uno conozca la alegría y la dignidad de ganarse el
propio pan para llevarlo a mi casa y mantener a mi familia.
Crea entre los trabajadores un espíritu de auténtica solidaridad.
Que sepan estar atentos unos a otros, que se animen
mutuamente, que apoyen a los que están agobiados, levanten a
los que han caído.

Que, ante la injusticia, mis corazones no cedan a la ira, al


rencor, a la amargura, sino que mantengan viva la esperanza
de ver un mundo mejor y trabajar para alcanzarlo.

Que sepan, juntos, de manera constructiva, hacer valer mis


derechos, y que mis voces sean escuchadas.

Dios, Padre Nuestro, tú has dado como protector de los


trabajadores del mundo entero a san José, padre adoptivo de
Jesús, esposo valiente de María, la virgen de Nazareth
.
A El confiamos a todos los que trabajadores de nuestra
comunidad parroquial, los de nuestra ciudad de Cali aquí,
así como a todos los trabajadores de Colombia, especialmente
los que tienen una vida precaria y difícil.

Que el los guarden en el amor de mi Hijo y los sostengan en mis


vidas y en mis esperanzas.
Amén.
ORACION POR LOS POBRES
Ayúdanos a cambiar, Señor,
para mirar las cosas, el mundo, la vida
con tu mirada y desde tus ojos.
Sana nuestras cegueras que nos impiden ver
el dolor y el mifrimiento de los que caminan al lado,
de los que viven en nuestro mundo, bajo nuestro mismo sol.
Sacude nuestro corazón para que aprendamos a ver
con los ojos llenos de Evangelio y Esperanza de Reino.

Corre ya el velo de nuestros ojos


para que, viendo, podamos conmovernos por los otros,
y movernos desde lo profundo del corazón,
para acudir a dar una mano, y la vida toda,
a los que están caídos y rotos en las cunetas de los caminos,
a los leprosos de hoy día,
a los que esta sociedad injusta
ha tirado a un costado porque no cuentan,
o no interesan,
o no son rentables a las leyes del mercado.
Ayúdanos Señor
a ver,
y a cambiar…
a verte
y a optar…
a utilizar esa mirada maravillosa
que nos dejaste para mirar el mundo, la realidad, la vida:
la mirada del Evangelio,
para ver con tus ojos de Dios,
para sentir con tu corazón compasivo,
para actuar llevados por la fuerza
y el fuego comprometido de tu Espíritu,
para hacer posible, ya aquí en la tierra,
el mundo nuevo que esperamos,
el Reino de los cielos.
Así sea.
ORACIÓN DE SANACIÓN PARA LOS ENFERMOS
Señor Jesús, creo que estás vivo y remicitado. Creo que estás
realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada
uno de los que en ti creemos.
Te alabo y te adoro.
Te doy gracias, Señor, por venir hasta mí, como pan vivo bajado del
cielo. Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la remirrección y la vida.
Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy quiero presentarte todas mis enfermedades porque tú eres el


mismo ayer, hoy y siempre y tú mismo me alcanzas hasta donde
estoy.

Tú eres el eterno presente y tú me conoces...

Ahora, Señor, te pido que tengas compasión de mí. Visítame a través


de tu Evangelio para que todos reconozcan que tú estás vivo en tu
Iglesia hoy; y que se renueve mi fe y mi confianza en ti. Te lo miplico,
Jesús.

Ten compasión de mis mifrimientos físicos, de mis heridas


emocionales y de cualquier enfermedad de mi alma.

Ten compasión de mí, Señor. Bendíceme y haz que vuelva a


encontrar la salud.
Que mi fe crezca y me abra a las maravillas de tu amor, para que
también sea testigo de tu poder y de tu compasión.

Te lo pido, Jesús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y
tu preciosa sangre.

Sáname, Señor. Sana mi cuerpo, sana mi corazón, sana mi alma.


Dame vida y vida en abundancia. Te lo pido por intercesión de María
Santísima, tu madre, la Virgen de los Dolores, la que estaba presente,
de pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en contemplar tus
santas llagas y que nos diste por madre.
Tú nos has revelado que ya has tomado sobre ti, todas nuestras
dolencias y por tus santas llagas hemos sido curados.

Hoy, Señor, te presento en fe todas mis enfermedades y te pido que


me sanes completamente.
Te pido por la gloria del Padre del cielo, que también sanes a los
enfermos de mi familia y a mis amigos.

Haz que crezcan en la fe, en la esperanza, y que reciban la salud para


gloria de tu Nombre.

Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a


través de los signos y prodigios de tu amor. Todo esto te lo pido,
Jesús, porque tú eres Jesús.

Tú eres el buen pastor y todos somos ovejas de tu rebaño. Estoy tan


seguro de tu amor que aún antes de conocer el remiltado de mi
oración. En fe, te digo: Gracias Jesús, por lo que tú vas a hacer en mí
y en cada uno de ellos.

Gracias por las enfermedades que tú estás sanando ahora, gracias


por los que tú
estás visitando con tu misericordia. Amén
ORACIÓN PARA LA SANACIÓN DE LOS RECUERDOS
Padre de bondad, Padre de amor, yo te bendigo, te alabo y te doy
gracias
porque, por amor, nos has dado a Jesús.
Gracias, Padre, porque, a la luz de tu Espíritu,
comprendemos que Él es la Luz, la Verdad y el Buen Pastor
que ha venido para que tengamos vida en abundancia.

Hoy, Padre, me quiero presentar. Tu me conoces por mi nombre.


Te lo presento para que pongas sobre mi vida una mirada de Padre.
Tú conoces mi corazón y las heridas de mi historia.
Tú sabes todo lo que he querido hacer y no he hecho.
Tú sabes lo que he hecho y el daño que me han hecho.
Tú conoces mis límites, mis errores y mi pecado.
Tú conoces los traumas y los complejos de mi vida.

Hoy, Padre, te pedimos, por el amor de tu hijo Jesucristo,


que derrames tu Espíritu Santo sobre sobre nosotros
para que el calor de tu amor sanador penetre basta lo más íntimo de
mi corazón.
Tú, que sanas los corazones desgarrados y vendas las heridas,
sáname, Padre.
Entra en mi corazón, Padre, como entraste en la casa donde estaban
tus discípulos acobardados.
Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: "La paz esté con
vosotros".
Entra en mi corazón y dale tu paz. Llénalo de tu amor.
Sabemos que el amor expulsa el miedo. Entra en mi vida y sana mi
corazón.

Sabemos, Señor, que lo haces cada vez que te lo pedimos,


y te lo pedimos con María, nuestra Madre,
Ella que estuvo en las Bodas de Caná, cuando ya no tenían vino.
Tú respondiste a su deseo transformando el agua en vino.
Cambia mi corazón, dame un corazón generoso, afable,
lleno de bondad, dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mí, los frutos de tu presencia.
Dame los frutos de tu Espíritu que son: Amor, Paz y Alegría.
Haz que descienda sobre mi el Espíritu de las Bienaventuranzas
para que pueda saborear y buscar a Dios cada día
viviendo sin complejos ni traumas junto a mi cónyuge ,
mi familia, mis hermanos, mis hijos y mis nietos.

Te doy gracias, Padre, por lo que haces hoy en mi vida.


Te damos gracias de todo corazón porque eres Tú quien nos sana,
quien nos libera, quien rompe nuestras cadenas y quien nos devuelve
la libertad.
Gracias Señor porque somos templos de tu Espíritu
y este templo no puede ser destruido porque es la Casa de Dios.
Te damos gracias, Señor, por la fe y por el amor
que has puesto en nuestros corazones.
¡Qué grande eres Señor! ¡Bendito y alabado seas, Señor!
Amén.
Silencio y paz.
Fue llevada al país de la vida.
Para qué hacer preguntas?
Su morada, desde ahora, es el Descanso,
y su vestido, la Luz. Para siempre.
Silencio y paz. ¿Qué sabemos nosotros?

Dios mío, Señor de la Historia y dueño del ayer y del mañana, en tus
manos están las llaves de la vida y de la muerte. Sin preguntarnos, la
llevaste contigo a la Morada Santa, y nosotros cerramos nuestros ojos,
bajamos la frente y simplemente te decimos: está bien.
Sea.

Silencio y paz.

La música fue sumergida en las aguas profundas y todas las


nostalgias gravitan sobre las llanuras infinitas.
Se acabó el combate. Ya no habrá para ella lágrimas, ni llanto, ni
sobresaltos. El sol brillará para siempre sobre su frente, y una paz
intangible asegurará definitivamente sus fronteras.

Señor de la vida y dueño de nuestros destinos, en tus manos


depositamos silenciosamente este ser entrañable que se nos fue.

Mientras aquí abajo entregamos a la tierra sus despojos transitorios,


duerma su alma inmortal para siempre en la paz eterna, en tu seno
insondable y amoroso, oh Padre de misericordia.

Silencio y paz.
Oremos hermanos a Dios nuestro Padre que en su infinita bondad se digne
perdonar los pecados de nuestros hermanos los fieles difuntos y aceptarlos
en su compañía en las moradas eternas

Concédeles Señor el descanso eterno

Te rogamos, Señor, Dios omnipotente y eterno, que creaste el alma de tus


siervos, nuestros hermanos difuntos, que te dignes recibirlos en tu seno
como Padre misericordioso.

Te rogamos, Señor, Dios y Señor Nuestro Jesucristo, que redimiste el alma


de tus siervos con tu sacratísima Pasión y Muerte, te dignes librarlos de las
penas.

Te rogamos, Señor, por la gloriosa intercesión y méritos de la


bienaventurada Virgen María, Madre y abogada nuestra, te dignes mirar
compasivo el alma de quienes durante su vida se acogieron a su amparo
maternal.

Te rogamos, Señor, por la piadosa muerte de San José, padre adoptivo de


tu Hijo que te dignes admitir a nuestros hermanos difuntos en la compañía
de todos los bienaventurados.

Te rogamos, Señor, por la intercesión de todos los santos y santas que


gozan de ti en el cielo, que te dignes misericordiosamente llevar a tus
siervos a la eterna bienaventuranza.

Te rogamos, Señor, por las súplicas de tu Iglesia, que milita en la tierra, que
te dignes abrir las puertas de la Iglesia triunfante a tu siervos, nuestros
hermanos difuntos.

Guía: Te rogamos, Señor, también por todos los que seguimos luchando en
este valle de lágrimas, que te dignes consolarnos y reunirnos luego en el
esplendor de tu gloria.

Te lo suplicamos y te lo pedimos humildemente. Dios todopoderoso y


eterno, por tu Hijo y Señor nuestro, Jesucristo, vida y resurrección nuestra,
quien siendo Dios, vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por
los siglos de los siglos. Amén

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