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1.

El Nacimiento
El nacimiento es un reflejo de la creación, afirmamos con el autor del libro en cuestión, lo
cual nos pone frente a un tema que poco se aborda, y es el del nacimiento del hombre,
pues hablamos de la creación de él, pero no de su nacimiento; en la creación, Dios da
cuerpo al hombre, lo mismo que en el vientre se va formando por obra de Dios, pero ante
esto la biblia no busca hacer una narración ni descripción de como se realiza la gestación,
pues lo que acá importa es ver la mano de Dios en la vida y que el es el soplo de vida.
El nacimiento refleja la fragilidad, la igualdad de los hombres, lo cual no diferencia reyes ni
razas, todos venimos de un vientre materno.
Ahora bien, frente a la formación sacerdotal, hemos ya escuchado el que “yo te llamé
desde el vientre materno y te consagré” pues precisamente en el misterio del nacimiento
radica la vocación, el llamado que influye sin duda en la auténtica formación, y que se
formen clérigos para el momento actual en que estamos viviendo, sacerdotes que
venimos de la fragilidad e igualdad de todos los hombres, para entenderlos y caminar con
ellos.
2. Las etapas de la vida
El hombre se va desarrollando, el pueblo Bíblico reconoce en el hombre unas etapas de
vida, lo cual marca el desarrollo en sociedad y por tanto en la fe, durante los primeros
años, el niño depende de su madre, del alimento que ella produce, y depende de su
cuidado o de su nodriza, la dependencia es la descripción grafica del hombre en brazos de
Dios, que no vale por si mismo, sino en Dios.
Ahora bien, cuando avanza la juventud, se presenta a los jovenes jugando, pero con la
supervisión de sus padres, y la instrucción de estos, el padre al hijo y la madre a la hija es
en la juventud cuando se empieza la vida matrimonia, por ende, se exige los conyugues, o
se elige para una misión especial, como samuel o la misma virgen maría, los jovenes no
siempre son vistos de manera positiva, su imagen no agrada a veces a los mayores.
Si se avanza en la edad, llega la vejez, en donde se es consciente de la finitud de la vida, no
es del todo agradable, pues se ve pronta la finitud de la vida, y no se puede vivir ya como
jovenes, es momento de revisar lo que se ha vivido
Ahora bien, si vemos la formación sacerdotal en el siglo xxi, podemos hablar de que es una
elección y formación desde la juventud, es necesario repensar la mirada hacia los jovenes,
pues se necesita una iglesia y un clero abierto a los jovenes, a la juventud, que enamore
con el ejemplo y que se vea como una opción de vida atractiva, sin dejar de lado su
esencia y su centralidad en Dios,
Un sacerdote formado para su tiempo, dependiente de Dios, pero atento a la realidad
actual y al avance de la vida, de las etapas que cada cual vive, pues no es lo mismo una
evangelización infantil, que una juvenil y mucho menos una ara la vejez.

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