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Marcelo Escalante Mendoza, SDB

NOVENA EN HONOR A DON BOSCO


EDUCADOR
PADRE Y MAESTRO DE LA JUVENTUD

BOGOTÁ, 2013
Diseño de portada:

JORGE ALBERTO VALENCIA, SDB


PRESENTACIÓN

¿Cuál es el objeto del culto a los santos? ¿De qué


sirve hacerles novenas? Estas son preguntas que han
puesto a pensar a más de un católico, gracias a las cuales
muchas discusiones se han armado, especialmente con
los hermanos separados, y no siempre con cristianos
resultados.

Junto con toda la Iglesia nosotros creemos válido y


útil el culto a la memoria de los santos, como
intercesores ante el Trono Altísimo de Dios, pero ante
todo como modelos en el seguimiento de Jesús, el
verdadero y único santo por excelencia. Si bien es
cierto que desde el bautismo todo cristiano es ya
sacerdote y por tanto puede ofrecer sacrificios a Dios,
entre éstos el más común es el de la propia oración, no es
menos cierto que la psicología humana tienda a las
mediaciones para alcanzar los fines que considera
demasiados altos para sus fuerzas, de allí que muchos
vean con esperanza la mediación para alcanzar gracias
divinas de aquéllos que se encuentran ya gozando de la
presencia del Señor.

Pero consideramos que la principal razón del culto a


los santos debe ser la de estimularnos en el seguimiento
del Señor. Nuestra psicología nos lleva a buscar modelos,
allí los santos juegan un papel importantísimo en
nuestra vida de fe. Por otro lado, su ejemplo no sólo nos
muestra que el Evangelio es verdadero, sino que es
posible cumplirlo cabalmente y que en esta tarea el
creyente se va configurando con su maestro, Cristo
Jesús, alcanzando de este modo el sentido pleno de su
existencia. Al ver a hombres y mujeres que padecieron
las mismas tentaciones que nosotros, que vivieron una
vida parecida a la nuestra, compartiendo los mismo
gozos, preocupaciones y esperanzas; o que simplemente
se parecían a nosotros en algunas actitudes; y ver
después el paso de la gracia sobre sus vidas y la eterna
felicidad alcanzada, no podemos menos que
preguntarnos: “si él (o ella) pudo ¿yo por qué no?”. Y al
contemplar sus imágenes, nuestros corazones tendrían
que arder del deseo de imitarlos en su pasión por
alcanzar la unión perfecta de corazón, de mente y de
espíritu con el Señor.

Entonces, podemos ver ya la razón de una novena a


los santos. Más que modos de obtener “milagros
espectaculares”, estamos invitados a realizarla con el fin
de aprender de su vida, de conocer sus inclinaciones,
deslumbrarnos con sus debilidades, contemplar el paso
de Dios por sus vidas y fascinarnos con su gran empeño
en hacer que los proyectos de Dios se conviertan en los
propios. Si es que éste es el sentimiento que acompaña la
realización de nuestra novena, podemos estar seguros de
estar ya ante la presencia de un milagro, pues Dios
mismo se encontrará hablándonos al corazón,
invitándonos a seguirle, como lo hicieron los santos, con
entusiasmo, a pesar de cualquier dificultad, con alegría.

Si conseguimos la realización de este milagro,


habremos comenzado a dar pasos importantes en
nuestra vida de fe, comenzaremos a ver el mundo de un
modo distinto y conseguiremos nuevos milagros, como la
conversión de los que no creen o son indiferentes. Bien
nos dice el Evangelio: “Busca primero el Reino de Dios y
su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura” (Mt
6,33).

Don Bosco es un santo cercano a nosotros, vivió hace


menos de un siglo y medio atrás, en el tiempo en el que
nuestra sociedad comenzaba a tomar el ritmo en el cual
hoy nosotros estamos completamente inmersos. Su vida
fue una respuesta a una problemática nueva y compleja,
que reclamaba más acción y menos discurso. La
respuesta que dio fue práctica, certera y precisa: Educar
Cristianamente a la porción de la sociedad más pobre,
indefensa y vulnerable; a saber, la juventud.

El mérito de Don Bosco se encuentra en haber


apostado por un tipo de educación que no era común,
pues respetaba lo que el joven es y sus inclinaciones a la
fiesta, el derroche de alegría, la bulla, etc. pero que no
quede duda de que en la casa de Don Bosco se educa y se
forma de verdad, con un amor exigente que produjo
efectos maravillosos. De allí que el educador ocupe un
puesto importantísimo en su sistema educativo.

Mientras escribía estas líneas se me ha venido a la


mente recalcar que todos estamos llamados a ser
educadores. Ciertamente no todos estamos en un salón
de clases, o frente a un grupo de muchachos en
catequesis; pero todos formamos parte de una familia,
somos vecinos de un barrio, acudimos a los mercados
para abastecernos de lo necesario para la comida,
subimos al transporte público para trasladarnos… Y esos
son los espacios en los que podemos mostrar que somos
educadores al estilo salesiano, al estilo de Don Bosco.

Al escribir la presente novena me he visto en la


tensión de presentar un trabajo que sea una sana
combinación entre lo devocional y lo instructivo-
pedagógico. Me he esforzado en hacer que este pequeño
folleto no sea visto como unos “apuntes de clase”, pero
que tampoco sea un “catecismo del siglo pasado”. El
devoto que realice la novena será el mejor juez que
determine si se cumplió o no el objetivo.

Dentro del clima de preparación al Bicentenario del


Nacimiento de Don Bosco, el objeto de esta Novena a
Don Bosco EDUCADOR es que, siguiendo su ejemplo,
nuestro corazón arda por el Reino de Dios, por hacer que
Dios Reine en nuestras vidas, en nuestras casas y en
nuestra sociedad. Y con el corazón así ardiendo, todo
nuestro ser se comprometa por hacer presente al Señor
en el mundo, al estilo de Don Bosco.
Marcelo Escalante, SDB
(e-mail: marcelosdb24@gmail.com)

ESQUEMA DE LA NOVENA

I. REZO DEL ÁNGELUS (Pg. 2)

II. REFLEXIÓN CORRESPONDIENTE

A CADA DÍA

III. GOZOS (Pg. 40)


IV. BENDICIÓN DE MARÍA

AUXILIADORA (Pg. 41)


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ÁNGELUS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu


Santo.

a. El ángel del Señor anunció a María


b. Y concibió por obra y gracia del Espíritu
Santo
Dios te salve María…

a. He aquí la esclava del Señor


b. Hágase en mí según tu Palabra
Dios te salve María…

a. Y el Verbo de Dios se hizo hombre


b. Y acampó entre nosotros
Dios te salve María…

Oremos. Derrama Señor tu gracia sobre


nosotros, que por el anuncio del ángel, hemos
conocido la encarnación de tu Hijo, para que
lleguemos, por su pasión y cruz, a la gloria de la
resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN
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DÍA # 1

UNA ACTITUD VIRTUOSA: “PREVENIR, NO REPRIMIR”

“Prevenir, no reprimir” así es


como el más grande
conocedor de la obra
educativa de Don Bosco ha
sintetizado sus largos años de
estudio sobre el pensamiento
pedagógico del santo. El estilo
pedagógico de Don Bosco
tiene como eje fundamental el
prevenir, que es nuestra
respuesta ante la necesidad de educación de la juventud.
Es también la alternativa que ofrecemos ante la
situación de opresión y represión que se vive a distintos
niveles de nuestra sociedad actual. Esta actitud, la
preventiva, puede ser también vista como la virtud
característica de los devotos de San Juan Bosco.

Hablar de prevenir desde el estilo salesiano no es tan


sencillo, ya que es algo mucho más grande que
simplemente hacer algunas acciones de manera
mecánica –que sería algo así como aprenderse un
recetario “mágico”-, por el contrario se puede decir que es
un estilo, una actitud, una virtud e inclusive un espíritu.
Una de las características principales de este espíritu es
la creatividad que no se deja intimidar ante situaciones
nuevas y/o difíciles, sino que las afronta con entusiasmo
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y optimismo, pues los que participan de éste saben que
Dios no abandona a los que en Él confían.

Siendo Don Bosco joven sacerdote bajo la guía de San


José Cafasso, fue a visitar las cárceles de Turín, esta
experiencia fue para él demasiado fuerte. A ese tiempo él
ya sabía que quería dedicarse al trabajo con la juventud,
pero encontrarse con esa realidad le hizo tomar
conciencia de la importancia y urgencia de su misión.
Después de esas visitas llega a afirmar que “aprendió en
seguida a conocer cuán grande es la malicia y la miseria
de los hombres”, él mismo dice haber quedado
“horrorizado” ya que en esos jóvenes veía “el oprobio de
la patria, el deshonor de la familia y la propia infamia”.
Esta fue una experiencia tan impactante que de no haber
sido por el acompañamiento de Don Cafasso, tal vez el
futuro de su apostolado hubiera sido distinto.

Muchos conocían de la situación de esos y de otros


jóvenes, pero a diferencia de ellos, Don Bosco no se quedó
en lamentaciones, sino que quiso hacer algo. “Quien sabe
–se dijo a sí mismo- si estos muchachos tuvieran fuera
un amigo que se preocupase de ellos y los atendiese…
quien sabe si no se mantendrían alejados de su ruina…”
Al poco tiempo ese amigo fue el mismo Don Bosco. Dice el
refrán popular “es mejor prevenir, que lamentar” y él no
sólo cumplió con el refrán sino que lo cargo de un
significado tan amplio que hoy decimos que el prevenir
es para nosotros, devotos de San Juan Bosco, una
actitud, es nuestra virtud.

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Pero, ¿Cómo podemos
nosotros adquirir esta
virtud? Don Bosco la
aprendió en gran medida
de su madre, de las
circunstancias que le
tocó afrontar en su
historia y como fruto de
la experiencia de Dios en
su vida. Mamá
Margarita, la mamá de
Don Bosco, era una
mujer analfabeta pero llena de la sabiduría que tienen
las madres, ella fue la maestra de quien Don Bosco
aprendió lo que significaba prevenir. Pero más aún,
siendo un poco atrevidos podemos afirmar que Don Bosco
aprendió a ser preventivo de Dios mismo, pues el Señor
se comporta de un modo preventivo con nosotros:
constantemente se encuentra a nuestro lado como un
padre que nos ama, nos propone un camino de
realización personal respetando profundamente nuestros
deseos e inclinaciones, todas sus acciones están cargadas
de amor y bondad, etc. En pocas palabras, Dios quiere
mantenernos alejados del mal y nos da todo lo necesario
para que nuestra vida se realice en plenitud y así alcance
su máxima felicidad. Y aunque hayamos caído si
tenemos el deseo de volver a la casa del Padre, el Señor
nos recibe con las puertas abiertas. Así actúa Dios, así
actuó Don Bosco, así estamos también nosotros invitados
a actuar.

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En este primer día de nuestra novena pidamos al Señor y
esforcémonos nosotros en adquirir la actitud, el espíritu,
la virtud de ser preventivos, evitando el mal,
proponiendo caminos y trabajando en lograr el bien. De
este modo seremos sal de la tierra, luz del mundo,
constructores del Reino de Dios, hijos e hijas de Don
Bosco.

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DÍA #2:

UNOS DESTINATARIOS: LOS JÓVENES, ESPECIALMENTE LOS MÁS POBRES Y


DESPROTEGIDOS
Don Bosco decía frases como “yo
por ustedes estudio, por
ustedes trabajo, por ustedes
estoy dispuesto a dar mi
vida”… “cerca o lejos siempre
pienso en ustedes”… “queridos
míos yo los amo con todo el
corazón, y basta que sean
jóvenes para que los ame
mucho y les puedo asegurar
que encontrarán libros
dedicados a ustedes por
personas mucho más virtuosas y sabias que yo, pero
difícilmente encontrarán quien les ame más que yo
en Jesucristo y que desee más su felicidad”… son
apenas una pequeña muestra de toda una vida
consagrada completamente a la educación y a la
evangelización de los jóvenes, especialmente de los más
pobres. Es decir, de una vida dedicada a la salvación de
la juventud.

A Don Bosco sólo lo conoceremos bien en la medida en la


que lo veamos dedicado a los jóvenes. Hoy en día se ven
muchas imágenes del santo, las hay para todos los
gustos, pero las más auténticas y reales serán aquéllas
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en las que se lo vea rodeado de jóvenes. En su vida
estuvo con ellos siempre, siendo joven sacerdote lo vemos
en el patio jugando con ellos, dándoles clase, visitándoles
en sus trabajos, celebrándoles la Eucaristía y
atendiéndoles en la Confesión. De sacerdote maduro le
vemos pendiente de su alimento espiritual y corporal,
hiendo a pedir con mucho sacrificio limosna para llegar
con el pan a casa; preocupado por hacer que otros
participaran de su preocupación por la salvación de la
juventud. De sacerdote anciano, cerca de su muerte con
escasa movilidad, lo contemplamos con el rosario en
mano pidiendo por ellos, o cerca de la ventana para
verlos jugar y para escuchar sus gritos que es la mejor
música a sus cansados oídos. No puede faltar en su lecho
de muerte su preocupación por ellos, de rato en rato se
levantaba exaltado diciendo: “¡corran, corran deprisa a
salvar a aquellos jóvenes!”.

La predilección de Don Bosco por la misión en medio de


los jóvenes se encuentra presente en su vida desde
temprana edad. En el sueño tenido a los 9 años se le
muestra que su campo de acción serían los niños y
jóvenes. Pero además tenía como una inclinación
natural por ellos, siendo niño sufre enormemente cuando
ve que los sacerdotes no son cercanos a los pequeños, por
eso dice: “si yo fuera sacerdote… haría las cosas de un
modo distinto, disfrutaría siendo cercano a los chicos y
conversando con ellos…”. Cuando Don Bosco se ordenó
sacerdote se le presentó la posibilidad de ir a trabajar a
una parroquia, de ser profesor de los hijos de una familia
rica, o continuar formándose para ejercer su ministerio;
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ciertamente la posibilidad de ir de profesor de niños ricos
le hubiera sido más fácil y además hubiera recibido una
buena paga; pero aun sabiendo que el trabajo no sería
fácil decidió dedicar su vida a los más pobres.

Si bien es cierto que


trabajar con jóvenes
llena de juventud, no
es menos cierto que es
un reto que exige un
sacrificio alto. Don
Bosco no estudió
piscología, pero logró comprender en profundidad la
naturaleza juvenil, de allí que es consciente de que una
de las primeras tareas del que aspira a trabajar con ellos
sea la de ganarse la confianza. Don Bosco sabe que lo
que más agrada a la juventud es el derroche de energía,
la música, la fiesta, la diversión, la alegría, etc. y a
diferencia de algunos de sus contemporáneos Don Bosco
no quiere hacer de los jóvenes unos pequeños adultos,
sino que se les deje ser como son, descubriendo en ellos la
semilla de bondad que se encuentra en cada uno de sus
corazones y llevarlos a partir de ésta hacia ideales más
profundos, hasta retos inmensos, hasta la santidad.

Toda persona que se ha dado a la tarea de educar a la


juventud sabe que esta tarea no es sencilla, que los
resultados no se ven de inmediato y que incluso es una
tarea un tanto ingrata, ya que en algunas ocasiones
todos los cuidados y desvelos no son bien correspondidos
e incluso son reprochados. Don Bosco sabía de esa
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situación, pues también le ocurrió a él; de allí que
cuando se dé a la tarea del Oratorio y luego a la de
fundar su congregación la ponga bajo la protección de
San Francisco de Sales. Él mismo afirma: “Este Oratorio
está colocado bajo la protección de San Francisco de
Sales, porque los que pretenden dedicarse a este género
de ocupación deben proponerse a este Santo como
modelo de caridad y buenos modales, que son las
fuentes de las que brotan los frutos que se esperan de la
Obra de los Oratorios”.

San Francisco de Sales es el


santo de la paciencia, bondad y
la dulzura. Virtudes necesarias
para trabajar con la juventud.
Nos hemos acercado un poco al
centro inspirador de la vida y
obra de Don Bosco, su
predilección por la juventud y el
estilo con el cual pretende
hacerles bien. En este segundo
día de nuestra novena
comprometámonos en imitar a
San Francisco de Sales, el
modelo de Don Bosco, que la amabilidad y la dulzura
sean la marca distintiva de nuestra vida, especialmente
en el trabajo que Dios nos ha encomendado.

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DÍA # 3:

UNA ESTRATEGIA FUNDAMENTAL: CUIDAR EL


AMBIENTE

Don Bosco era de una


familia campesina pobre.
Ciertamente ninguno de su
familia tuvo acceso a algún
curso de agronomía, pero la
experiencia del trabajo en el
campo propia y de sus
ancestros, les daba una
lección muy importante:
cuidar el ambiente. Se
podría echar la mejor
semilla, pero si se descuidaba el suelo, la riega, o las
plagas… vano sería el esfuerzo, se perdería el trabajo y
también la semilla. Del mismo modo, aunque la semilla
no sea la mejor, si es que se la cuida en un ambiente
adecuado se puede esperar algún fruto.

Cuando Don Bosco se encontró en el Oratorio de


Valdocco, su experiencia de vida de campo le fue de gran
ayuda. A la pequeña casa alquilada con un patio donde el
santo reunía a sus muchachos, llegaban de toda clase.
Ciertamente habían algunos que llegaban ya educados y
con una cierta vida ejemplar, pero estos eran pocos. Los
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que más frecuentaban el Oratorio eran pequeños
trabajadores pobres, en muchos casos huérfanos y
migrantes. Ya el sólo hecho de pasar la mayor parte del
tiempo en la calle cometiendo fechorías para sobrevivir, o
trabajando en talleres y fábricas en las que recibían
mucha explotación, pero poca educación y casi ningún
respeto; los hacía personas a las que el prevenir se hacía
también sanar. ¿Cómo lograrlo?

Don Bosco les ofrece un ambiente en el que se les respeta


como persona, se les regala la posibilidad de estudiar o
aprender un oficio, un ambiente en el que pueden correr,
saltar, jugar, gritar o hacer cualquier cosa que se les
antoje, siempre y cuando no ofenda a Dios. En pocas
palabras, frente a una sociedad que ve en los jóvenes
mano de lucha y de obra barata y desechable, Don Bosco
ofrece una casa donde se puede construir una familia.
Este es un ambiente en el que todo educa.

Por esta razón, Don Bosco no quería que sus obras sean
vistas de otro modo que no sea como una casa. Es muy
llamativo que al igual que todos nosotros, la primera
referencia de “casa” que Don Bosco tenía era la suya, en
la que vivió su infancia. Y a pesar de que en casa faltaba
el padre, de que había un hermano que era torpe en su
proceder; e incluso de las incomodidades que vienen de la
mano de la pobreza; en la humilde casita de los Bosco,
fue donde Juanito formó la personalidad que lo llevó a
alcanzar metas altísimas y llegó a marcar la vida de
miles de personas.

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Don Bosco quiso reproducir en
su Oratorio lo bueno que él
mismo vivió en su casa. De allí
que en el Oratorio de Don
Bosco, a pesar de que se vivía
una pobreza franciscana, los
muchachos se encontraban en
su pequeño paraíso, pues se
encontraban en un lugar en el
que eran respetados, valorados
y sobre todo amados. Esa fue la
época en la que jóvenes como
Domingo Savio, Miguel Magone o Francisco Besucco
–entre otros- se podían poner al lado de los santos de la
Iglesia.

Ahora bien, construir y cuidar el ambiente no es tarea


fácil. Don Bosco mismo lo sabe, por eso se esfuerza en
que todo eduque. Uno de los primeros recuerdos de
Domingo Savio, hoy santo, en el Oratorio fue el de
encontrarse con un letrero colgado en la pared. Él que a
duras penas sabía un poco de latín, pide que se le ayude
a entender. Ese letrero decía: “Dame almas y llévate lo
demás”. Domingo entendió que en el Oratorio lo que más
importaba no era el dinero, como en otros lados, sino las
almas, las personas. Inmediatamente Domingo se puso a
disposición para ayudar en ese “negocio”. En la casa de
Don Bosco todo educa.

Por eso el santo no soporta y sufre inmensamente cuando


se entera de que corren rumores en contra de los
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superiores o cuando hay gente ocupada en hacer nada.
Entre las virtudes más conocidas de los muchachos de
Don Bosco se encuentran el amor al trabajo, la
obediencia y la pureza. Cuando se trabaja con jóvenes el
peor enemigo de un ambiente educativo sano es el de la
inmoralidad, a este respecto Don Bosco es supremamente
cuidadoso, pues su experiencia le ha enseñado que el
diablo se esfuerza en hacer caer la moralidad,
porque sabe que si lo logra, la salvación de toda la
persona se ve comprometida.

Lamentablemente, hoy en día nos encontramos con


ambientes dañados, incluso con sociedades enteras, en
las que el culto al cuerpo, el afán de consumo, la
búsqueda de placeres inmediatos, etc. parecen ser las
normas supremas de comportamiento, son los nuevos
ídolos que quieren tomar el lugar de Dios. No ayudan
mucho las propagandas comerciales y algún tipo de
música que hacen del erotismo su mayor atracción.
Incluso las mismas relaciones humanas se ven marcadas
por el interés o por el afán de dominación.

Nosotros como devotos de San Juan Bosco, estamos


llamados a ser luz en la tiniebla, a hacer que nuestros
hogares, barrios y sociedades reflejen un ambiente sano.
Haciendo que nuestro trato esté marcado por la caridad,
por la amabilidad, por el respeto, por la sinceridad y
principalmente por la preocupación por las necesidades
de los que más sufren. Que el ejemplo de Jesús, de María
y de Don Bosco sea nuestra motivación e inspiración.

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DÍA # 4:

UNA PASIÓN: LA SALVACIÓN DE LA JUVENTUD. “DAME ALMAS Y LLÉVATE LO DEMÁS”.

Los grandes hombres y


mujeres de todos los tiempos
se han comprometido con una
causa, con un ideal, y en la
realización del mismo han
dado todo de sí, entregándose
con pasión. La palabra
“pasión” tiene su origen en la
palabra latina passio que
quiere decir padecer, sufrir,
tolerar. Y es que no es extraño
que quien busque algo con todas sus fuerzas esté
dispuesto a sacrificarse y a sacrificar cosas, a veces muy
preciosas, pero que a penas y se comparan con lo que se
desea con pasión. Los deportistas sienten pasión por el
juego, los poetas por la prosa, los amantes por el amado,
incluso Dios siente pasión por la humanidad, por ello no
midió esfuerzo para salvarnos dándonos a su propio Hijo.
También Don Bosco tenía una pasión, ésta fue la
salvación de la juventud.

No queda duda de que la opción de Don Bosco por la


juventud en peligro y necesidad era más que una simple
elección, sino la pasión de su vida, y en la búsqueda de
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su salvación no se reservó nada para sí. Prácticamente
tenía claro que si lograba salvar a los jóvenes, él mismo
alcanzaría su propia salvación. Decía que estaba incluso
dispuesto a “quitarse el sombrero ante el demonio” con
tal de salvar un alma. Y más que sus palabras, sus obras
hablan por sí mismas: noches y noches casi sin dormir
con tal de responder a las cartas que le enviaban y así
poder dar un poco de aliento, un consejo o simplemente
reconfortar a quien se lo pedía; cuántas humillaciones
tuvo que sufrir para poder dar a sus jóvenes lo necesario
para que se hicieran buenos cristianos y honestos
ciudadanos; horas y horas pasadas en el confesionario
hasta al punto de no poder contener ya el sueño, con el
único deseo de hacer que sus queridos jóvenes se vieran
libres del poder del pecado y de la muerte; cientos de
libros y folletos escritos para que los más sencillos
pudieran construir poco a poco su cultura y así despertar
el amor a Dios y a los hermanos, etc. Todas estas son
apenas unas cuantas muestras de la pasión de Don
Bosco, la salvación de la juventud, una pasión que
consumió toda su vida, hasta el punto que ya no hubo
nada más que dar pues todo había sido entregado, no en
vano uno de los médicos que lo visitó, cuando el santo era
ya anciano, dijo: “El milagro más grande que hizo es el
de seguir viviendo, este hombre está consumido por el
exceso de trabajo”.

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Don Bosco era un
soñador, muchos de
sus sueños son
considerados
prácticamente como
revelación divina,
ciertamente algunos
los tuvo “con los ojos
abiertos” pero
siempre con el deseo
de contribuir a la salvación de la juventud. De allí que en
cierto sentido sea acertada la afirmación de un
reconocido pastor protestante, gran conocedor de la vida
de los santos, quien refiriéndose a los sueños de Don
Bosco decía que él sólo tuvo un sueño, y éste fue la
salvación de la juventud.

Pero estemos atentos, cuando Don Bosco habla de la


“salvación de la juventud, o del alma”, no se refiere sólo
a la parte espiritual, menos aún quiere hacer una
división entre alma y cuerpo, de ningún modo. Por el
contrario, para Don Bosco, salvar el alma quiere decir
preocuparse por toda la persona, por su espíritu
ciertamente, pero también por su inteligencia, corazón,
por su capacidad de relación, por su fuerza productiva,
etc. En una palabra, por toda la persona.

Don Bosco tenía una frase que inspiraba su vida, la


misma que resume la pasión de su vida y que quiso que
quedara inmortalizada en el escudo de la Congregación
Salesiana: Dame almas y llévate lo demás. Es como
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una oración dirigida a Dios, es su confesión de fe, es la
petición más ardiente de su corazón, es su esperanza
inmortal. Bien la podemos leer como: ¡Dame jóvenes
para salvar y todo lo demás no me interesa! Por ello,
la salvación de la que habla Don Bosco pasa por una
correcta y buena educación cristiana, educar
evangelizando y evangelizar educando, que no deja
de mirar al cielo, pero siempre con los pies puestos en la
tierra. Se preocupa por hacer de los jóvenes hombres de
bien, ciudadanos útiles a su patria, padres de familia
responsables, ellos así van construyendo el Reino de Dios
en la tierra y así van ganando su propia salvación. Por
eso la expresión Uno sólo es mi deseo: que sean felices
en el tiempo y en la eternidad; bien puede resumir lo
que Don Bosco quiere lograr, en que consiste la salvación
de la que habla.

Como devotos de Don Bosco y simpatizantes del carisma


salesiano, al participar de esta novena todos nosotros
estamos invitados –casi
obligados- a tomar las armas
de la fe y trabajar por la
salvación de la juventud, para
que no sean excluidos, ni
explotados; para que tengan
acceso a una educación de
calidad, etc. En esta tarea
obtendremos nuestra propia
salvación.

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DÍA # 5:

UNA META: FORMAR BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS


En los tiempos de Don Bosco,
pero incluso mucho antes y
hasta nuestros días, una de las
críticas más serias que se hacía
a la religión era la de poder
convertirse en una especie de
droga que adormeciera de las
urgencias y necesidades de la
realidad en la que el creyente
vive. Esta crítica no es del todo
desacertada, en nuestro camino
de fe cristiana tenemos todavía mucho que andar y
aprender. En el siglo en el que vivió Don Bosco esta
crítica no era sólo de discurso, sino de acción, por los
movimientos políticos de esa época algunos veían, y
querían hacer ver, a los sacerdotes como una especie de
cáncer de la sociedad, pues –decían ellos- no ayudaban al
desarrollo de la misma.

La respuesta católica no se dejó esperar a distintos


niveles se trataba de demostrar cómo la religión era -¡y
es!- no sólo importante, sino necesaria para la
construcción de una sociedad mejor, es decir más
humana, más justa, más fraterna. Unos lo hacían desde
el discurso en los estrados políticos, otros en las
academias; pero otros como Don Bosco, decían poco
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pero hacían mucho. En los tiempos más gloriosos del
Oratorio de Valdocco se llegó tener casi 800 internos, y
un número mayor de muchachos externos. Todos ellos
recibían una formación cristiana que no se encontraba
separada de una formación humana y técnica. Poco a
poco los “chicos de Don Bosco”, como se los conocían en la
ciudad, eran buscados para trabajar en los talleres y
fábricas, porque era bien conocido que quien los
contratase no sólo tenía un obrero de calidad, sino que
tenía una persona de confianza, un muchacho educado,
un pequeño creyente que a fuerza de su testimonio en
más de una ocasión logró la conversión del empleador y
su familia.

La meta, el objetivo, que perseguía Don


Bosco era el de “formar buenos cristianos
y honrados ciudadanos”. No está demás
recordar que cristiano no es aquél que cree
en unas doctrinas, o que asiste a las
celebraciones litúrgicas, sino el que se
encuentra y mantiene una relación
cercana con una persona, con Jesús; de allí
que las verdades de la fe y la práctica
sacramental se conviertan en un modo de
relacionarse con Cristo. Si vivimos nuestra
fe de este modo, podemos estar seguros de
construir sobre roca el edificio de la propia salvación.
Don Bosco tenía claro esto, por eso una de sus mayores
preocupaciones fue la de hacer que sus muchachos
tuvieran una fe profunda, caracterizada por el amor a
Jesús Sacramentado, a María Santísima y al Papa; pero
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quería también que esta fe no se quedara en lo interior
de cada uno, ni menos sólo dentro de la capilla. Todo lo
contrario, Don Bosco quería a sus jóvenes, y cuánto más
a sus salesianos, trabajadores incansables. Desde muy
pequeño Juanito Bosco ayudaba en los oficios de la casa,
conforme fue creciendo sus responsabilidades en el
sostenimiento del hogar también se acrecentaron, ya que
sabía que para que la familia saliera adelante todos
tenían que trabajar. Siendo joven aprendió diversos
oficios, que después enseñó con gusto a sus muchachos,
para que pudiesen ganarse el pan honradamente. Para
Don Bosco el trabajo nunca fue un castigo, sino una
bendición, se sentía feliz cuando veía a sus salesianos
ocupados en uno y otro trabajo, por el contrario, sufría
cuando veía a alguien ocupado en no hacer nada. A ellos
y también a todos nosotros nos invita a trabajar sin
desfallecer, a no
cansarnos: ¡Ánimo,
descansaremos en el
paraíso!”.

Cuando Don Bosco


habla de formar al
“honrado ciudadano”,
lo hace en medio de
un ambiente difícil en el que muchas de las autoridades
políticas no comulgaban completamente e incluso eran
contrarias a lo que indicaba la Iglesia. A pesar de ello,
Don Bosco no incitó a sus jóvenes a la revolución
armada, para nada, sino a la obediencia y respeto a las
autoridades. Pero eso no fue ni indiferencia, ni mucho
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menos complicidad con la situación, sino que el modo
como expresó su malestar con lo que ocurría fue
trabajando exhaustivamente en la formación de jóvenes
que fieles su a fe cristiana, supieran discernir con
maduro equilibrio la situación y que mediante su trabajo
y testimonio contribuyeran en la construcción de una
sociedad mejor. Hoy nosotros podemos ir incluso un poco
más allá.

Si en los tiempos de Don Bosco la participación en la


decisión política de la clase popular era inconcebible;
hoy, la no participación es inentendible. Como devotos de
San Juan Bosco, todos nosotros estamos ya
comprometidos en la participación activa en pro de una
mejor sociedad, pero también en la formación de la
conciencia crítica y social de los jóvenes, no podemos
escatimar esfuerzos en hacer que ellos mismos se sientan
responsables del presente y futuro de su país. Si
logramos que los líderes de las naciones de hoy y del
mañana realicen sus planes de gobierno teniendo como
principio supremo a la persona, dejándose iluminar por
los valores del Evangelio, habremos conseguido mucho,
podremos estar satisfechos de ayudar a construir el
Reino de Dios y así será grande nuestra esperanza de
recibir el premio prometido por el Señor para los que
pasaron su vida haciendo el bien. Que el ejemplo de Don
Bosco nos ilumine y fortalezca en esta tarea.

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DÍA # 6:

UNA NORMA: “PROCURA HACERTE AMAR, ANTES QUE HACERTE TEMER”

Sabe la sabiduría del pueblo, y


confirman los entendidos en piscología,
que los primeros años de la vida del
ser humano son decisivos en la
formación de la personalidad y en el
sano desarrollo corporal y psicológico.
Pero más aún, todos tenemos
necesidad de amar y de ser amados, si
es que ésta no llega a ser saciada, se
corren altos riesgos de desequilibrio. Si Juanito Bosco,
huérfano de padre desde los dos años, pudo desarrollar
una personalidad sana, madura, profunda y ejemplar, se
debe ante todo a que su madre supo hacer de madre y
padre al mismo tiempo, es decir que supo darle un amor
profundo, atento, delicado, pero también exigente. Don
Bosco reflejó su experiencia de casa en el Oratorio.

Viajemos imaginariamente al Oratorio de Don Bosco en


el que, como recordamos ayer, llegaron a haber unos 800
internos, prácticamente el número de un colegio
relativamente grande de nuestras ciudades modernas.
Don Bosco se encontraba ya entrado en años, pero a
pesar de ello trataba de pasar el mayor tiempo posible
con sus queridos jóvenes, pero sus obras habían
24
comenzado a multiplicarse ampliamente, por lo que
gastaba mucho de su tiempo en viajes, o atendiendo
correspondencia y también tenía que atender los nada
despreciables asuntos de la Congregación Salesiana, que
comenzaba a tener proyecciones internacionales.
Entonces, la responsabilidad directa del Oratorio de
Valdocco recaía sobre los hombros de algunos de sus
colaboradores más cercanos, de los mismos salesianos a
los que él había acompañado siendo niños y jóvenes, que
ahora eran ya sacerdotes.

Don Bosco tenía la intención de que ellos hicieran con los


nuevos muchachos exactamente lo mismo que él había
hecho con ellos cuando eran pequeños, pero la situación
había cambiado. Cuando Don Bosco comenzó su
actividad los chicos no eran tantos, no habían tantos
ambientes que cuidar, ni tantos superiores a quienes
obedecer; además que los que apenas comenzaban tenían
buen corazón pero sus
fuerzas parecían
pocas. Y entonces
comenzaron a hacer
que la disciplina fuera
más importante que la
caridad. Cualquiera
que haya trabajado
con un grupo grande
de jóvenes sabe que
para conseguir orden y
para lograr las metas, se necesita de disciplina. Pero ésta
no tiene que estar reñida con la amabilidad, con la
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bondad, con la dulzura. Y ese era un riesgo que
comenzaba a hacerse muy presente en el Oratorio de
Valdocco, se empezaba a dejar de lado la caridad
cristiana por una disciplina al estilo militar.

Ciertamente para el educador es mucho más sencillo


gritar, castigar e incluso expulsar a algunos para
conseguir la disciplina de todos, pero ese no es el estilo
salesiano. Todo lo contrario, dentro de la preventividad
salesiana, el educador es ante todo un hermano mayor,
un amigo responsable, en el que se puede confiar; al que
se le debe respeto y obediencia, evidentemente, pero más
que por ser educador porque se sabe que busca el bien de
todos y de cada uno. Y esto se sabe porque se dialoga, no
se grita; porque se trata con respeto, nunca se atropella;
porque se dan razones del proceder, no se actúa por
capricho; porque se es un amigo de verdad. ¿No actúa así
Dios con nosotros?

Es más fácil hacerse temer que hacerse amar, pero es


mucho más gratificante hacerse amar que hacerse temer.
Don Bosco mismo recuerda que quienes logran temor de
sus estudiantes, son recordados siempre con amargura, e
incluso hacen mal al estudiante pues éste toma el rumbo
contrario al querido por quien educa, ya que en cuanto se
ve libre de la mano del quien le atemoriza busca hacer
ampliamente todo aquello que se le prohibió de mala
manera. Pero quien logra hacerse amar, guardará
siempre un grato recuerdo en la mente de sus
estudiantes –o hijos- pero más aún, habrá conseguido un
amigo sincero, que a la vez se convertirá en un
26
comunicador de amor.

Don Miguel Rua, uno de los primeros muchachos de Don


Bosco y su primer sucesor, tenía fama de ser muy
estricto, con los Hermanos de las Escuelas Cristianas
recibió una educación rigurosa en muchos aspectos. Por
otro lado, inclusive físicamente era delgado y un poco
alto, tenía un rostro pálido y austero… no es de extrañar
que haya tenido esa fama. Cuando Don Bosco lo nombró
director de una casa salesiana, le regaló una especie de
carta en la que le daba una serie de consejos en la que
encontramos unos que resumen toda la reflexión que
planteamos para el día de hoy: “Procura más bien
hacerte amar que hacerte temer. La caridad y la
paciencia te acompañen constantemente cuando
mandes y cuando corrijas; y obra de tal suerte que
todos saquen por tus hechos y palabras que lo que
buscas es el bien de las almas. Cuando se trate de
impedir el pecado toléralo todo…”

Nosotros por el sólo hecho de ser cristianos y más aún


por ser devotos de San Juan Bosco, estamos llamados a
vivir con los demás un amor exigente, pero que no deja
por ello de ser atento, cercano y amable. Es muy
significativa la frase: “sé suave con los demás, pero duro
contigo mismo”. Que Don Bosco y San Francisco de Sales
nos enseñen a siempre preferir hacernos amar, antes que
hacernos temer.

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DÍA # 7:

UN SISTEMA: “MI SISTEMA SE APOYA POR COMPLETO EN LA


RAZÓN, LA RELIGIÓN Y EL AMOR”

Un sistema es un conjunto de partes


ordenadas de tal suerte que si falla una sola de ellas, se
rompe el equilibro y el conjunto no funciona. Por ejemplo,
si uno solo de los planetas modificara su rumbo en el
sistema solar, esto alteraría profundamente a los demás.
Del mismo modo, que si una pieza que hace parte de un
reloj falla, ciertamente el reloj nunca podrá estar en
hora.

A diferencia de otros grandes educadores, Don Bosco no


nos dejó gruesos volúmenes de lo que él entendía por
educación, o el modo como quería que se realizara, más
que eso nos dejó el testimonio de toda una vida
entregada con generosidad al servicio de los más jóvenes,
especialmente de los más pobres y desprotegidos. Sin
embargo, cuando se le pedía que explique su modo de
educar el afirmaba lo siguiente: “Los amo, eso es todo” o
“Siempre he ido adelante como lo hacía mi madre con
nosotros”; pero también decía: “Mi Sistema se apoya por
completo en la razón, la religión y el amor”.

Don Bosco se esforzó en hacer que su Oratorio sea una


especie de sistema, en el que existiera un equilibrio
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armónico de responsabilidades, de metas, de gustos y
sobre todo de personas. Como en las familias, cada
persona tenía su razón de ser en el Oratorio, el director,
los salesianos, los mismos jóvenes sabían sus
responsabilidades y se esforzaban en cumplirlas. Don
Bosco entendía su Sistema Educativo, su manera de
educar, como una especie de edificio apoyado en tres
pilares fundamentales: la razón, la religión y el amor.
Estos pilares, no son sino el fruto de su experiencia
personal, son el
resultado de una
vida gastada en
medio de los
jóvenes y a favor de
ellos. Parten desde
la naturaleza del
joven, que se sabe
necesita ser
formado en y desde
el sentido común
(razón),
encaminada hacia ideales altísimo en una constante
relación con Dios-Amor (religión) y en el que el
condimento, factor común, de todo sea el del amor.

Recientemente el P. Pascual Chávez, superior mayor de


los salesianos, nos ha invitado a re-descubrir el Sistema
Preventivo, es decir que nos invita a tomar como base la
experiencia educativa de Don Bosco para responder a las
realidades que se nos presentan en nuestros tiempos. En
este afán, el P. Chávez nos recuerda las líneas generales
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de lo que se entiende por:

- Razón, subraya los valores del humanismo


cristiano, como la búsqueda de sentido, el trabajo,
el estudio, la amistad, la alegría, la piedad, la
libertad no exenta de responsabilidad, la armonía
entre sabiduría humana y sabiduría cristiana.
- Religión, significa dejar sitio a la Gracia que salva,
cultivar el deseo de Dios, favorecer el encuentro
con Cristo Señor ya que ofrece un sentido pleno a
la vida y una respuesta a la sed de felicidad,
insertarse progresivamente en la vida y en la
misión de la Iglesia.
- Cariño (Amor), expresa la necesidad de que, para
mantener una relación educativa eficaz, no sólo se
quiera a los jóvenes sino que ellos sientan que se
los quiere; es un estilo especial de relaciones y es
un querer que despierta las energías del corazón
juvenil y las hace madurar hasta la entrega.

Algunos estudiosos del santo y de su pedagogía se


atreven a cambiar el orden que nos dejó Don Bosco, pero
ninguno se atreve a quitar alguno de los pilares, ya que
el edificio no se sostiene sólo en dos de ellos.

Ya dejamos sentado que lo que Don Bosco buscaba antes


que nada era la salvación de la juventud, el que sus
muchachos pudieran ser felices en el tiempo y en la
eternidad, siendo buenos cristianos y honrados
ciudadanos. Para él, el camino por medio del cual podía
realizar este ideal era el de la educación al estilo

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preventivo.

Al participar de esta
novena en honor al
padre y maestro de
la juventud, nosotros
sus devotos debemos
comprometernos a
imitar su estilo de
educación. Aunque
no tengamos unos
“estudiantes”
propiamente dichos,
podemos reflejar el
Sistema Preventivo
en la educación de
nuestros hijos, en el trato con los demás, en la vivencia
de nuestra fe cristiana que nos debe llevar a una
coherencia con nuestras actitudes y a una preocupación
porque no falte la educación, ni la evangelización, a todos
los jóvenes. Si estamos dispuestos a afrontar con fe este
desafío podemos estar seguros de contemplar los
milagros que Dios irá obrando en nuestra vida y en la de
aquellos que se relacionen con nosotros.

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DÍA # 8

UN SUJETO CLAVE: EL EDUCADOR

La pedagogía de Don Bosco confía


ampliamente en el educador, en la
persona mayor, e inclusive en el muchacho que ya lleva
un recorrido en su camino educativo. No es que no se
confíe en el joven, ni mucho menos, por el contrario la
pedagogía salesiana se basa sobre la confianza que se les
da, pero Don Bosco es realista, su experiencia de años le
ha confirmado que los jóvenes, son tales y se encuentran
todavía en la construcción y maduración de su
personalidad, por ello requieren de alguien que los guíe
por el camino del bien.

Para Don Bosco, ese alguien es el educador. Ahora bien,


el Sistema Preventivo da amplia libertad al joven para
gritar, saltar, correr, divertirse… porque exige que el
educador esté siempre con los muchachos, quienes le ven
más que como el superior, como el hermano mayor a
quien le interesa el bien de toda la comunidad. Por eso
Don Bosco insiste tanto en que la presencia del educador
salesiano es la de un amigo, que se expresa con
amabilidad, que es cercano y atento a las necesidades de
los muchachos, que comparte con ellos en los juegos.
Éstas son como “estrategias” de las que se vale el
educador para lograr la confianza de los jóvenes y así
poder luego llevarlos a aquello a lo que no se encuentran
naturalmente inclinados como el orden y la disciplina. El
32
genio educa

tivo de Don Bosco no se equivocó, pues los resultados


fueron evidentes, los muchachos del Oratorio habían
puesto su confianza y sus corazones en las manos del
santo, y él supo llevarlos hasta ideales altísimos, hasta
que pudieron tocar el cielo con sus manos.

No podemos menos que


reconocer en este estilo de
educación, el reflejo de la
atenta mirada de Dios
sobre sus hijos. El Dios de
Jesucristo no deja de
estar presente en nuestra
historia, no de un modo intimidante, ciertamente es
exigente pues pide obediencia a su voluntad, pero no por
ello deja de ser amable y cariñoso. Este Dios se complace
en vernos felices, para eso nos creó, por ello quiere
acompañarnos en todas nuestras experiencias, busca que
evitemos las malas, pero tiene también el remedio frente
a la caída. Lo que hace Dios con cada uno de nosotros, su
comportamiento como Buen Pastor, es lo que Don Bosco
hizo y lo que espera de sus educadores, y por qué no, de
sus devotos, que se esfuercen en ser el reflejo del amor de
Dios.

En su pequeño escrito sobre el Sistema Preventivo, Don


Bosco reconoce que hacer esto no es sencillo, pues es un
camino lleno de renuncias y sacrificios. Pero reconoce
también que “el educador es una persona

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consagrada al bien de sus alumnos; por lo que debe
estar pronto a soportar cualquier molestia o fatiga,
con tal de conseguir el fin que se propone, a saber: la
educación ciudadana, moral y científica de sus
alumnos”. Es decir que Don Bosco tenía claro que educar
no es un trabajo más entre otros, sino que es fruto de una
verdadera vocación, un verdadero llamado, que implica
un compromiso serio ante Dios y ante la sociedad, por
ello afirma que el educador es una persona consagrada
al bien de sus alumnos.

Nosotros como devotos de San Juan Bosco debemos ser


educadores, por ellos nos encontramos frente a una difícil
tarea: ser signos y portadores del amor de Dios. El
camino es difícil, cierto, pero por eso es apasionante, en
su realización encontramos nuestra propia salvación, y
vamos alcanzando nuestra propia santidad. En el
famosísimo sueño que Juanito tuvo a la edad de nueve
años, Jesús da una indicación clara: “No con golpes,
sino con la mansedumbre deberás ganarte a estos tus
compañeros”.

Esa debe ser la marca de todos los que de una u otra


manera nos vemos relacionados con Don Bosco: No a la
fuerza, nunca con violencia, ir en contra de lo que
produce injusticia; siempre con amabilidad y tenacidad,
con paciencia, desde el diálogo, apostando por la
educación con creatividad, actuando con criterio y
sentido común. Como Don Bosco.

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35
DÍA # 9:

UN PREMIO PROMETIDO:
EL PARAISO

La educación no es un trabajo
sencillo. En el sector público, al
menos en la gran mayoría de los
países latinoamericanos, uno de los
empleos peor renumerados es el de
los maestros. Por otro lado, muchas
veces se sufre la incomprensión de
los que se suponen están junto a
nosotros en la tarea de la formación
de la juventud. Incluso, no son pocas
las veces en las que los mismos jóvenes no reconocen el
esfuerzo que realizan sus educadores por brindarles una
formación apropiada, no faltan quienes son indiferentes,
e incluso insolentes, ante ellos… Esta realidad no fue
distinta para Don Bosco.

Como educador formado en el constante contacto con los


jóvenes y con aquéllos que compartían con él la misión de
educar evangelizando y evangelizar educando, Don
Bosco tenía claro que el verdadero premio de la
educación es mucho más amplio que lograr un buen
cristiano y un honrado ciudadano. Cuando un
educador (que no es sólo un maestro de salón, sino que
bien lo son de igual modo los padres de familia, los
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comerciantes, los choferes, las amas de casa, etc.) realiza
su labor con entrega y con amor, con sentido cristiano, va
alcanzando su propia salvación.

La vida de los primeros salesianos era realmente heroica,


eran pocos y las responsabilidades eran demasiadas. El
que era profesor, iba también a la universidad a
estudiar, era encargado de un grupo de muchachos, se
preocupaba por acompañar a los que se encontraban
solos o alejados, colaboraban con los internos haciéndolos
dormir y luego despertar… Por ello se levantaban muy
temprano en la mañana y después de una jornada llena
de afanes, se acostaban tarde por la noche, no era raro
que muchos se quedaran dormidos con las manos en los
cordones de los zapatos que habían intentado quitarse
para descansar. Ese estilo de vida era realmente
sacrificado ¿cómo hacían para poder sobrellevarlo?

Todas las motivaciones que


llevaron a estos jóvenes a actuar
como verdaderos gladiadores,
pueden ser resumidas en dos. La
primera, porque el sentido que
dieron a su vida fue el de hacer
que los jóvenes a ellos confiados
pudieran ser verdaderos hombres
de bien, satisfechos de su vida,
agradecidos por su destino y así
contagien a otros que sigan ese
ejemplo y que se irían convirtiendo en otros
propagadores de la alegría de ser hijos amados de Dios,
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buenos ciudadanos de su patria y cristianos de fe
profunda. La segunda, más amplia y divina, porque ellos
veían que en ese trabajo, paso a paso, gota a gota, iban
ganándose un puesto en la patria celestial, en el Paraíso.
Frente a las dificultades, cuando surge el desaliento y el
cansancio, solemos mirar al suelo y bloquearnos en
nuestra triste suerte; por el contrario Don Bosco, en esos
momentos invitaba a mirar al cielo, y decía con alegría
contagiosa: “¡Ánimo, descansaremos en el paraíso!”,
“¡Ánimo, un pedazo de Cielo lo arregla todo!”, “En los
sufrimientos y en las penas, no hay que olvidar nunca
que nos espera un gran premio en el paraíso”, “Trabaja
por el Señor. El paraíso lo recompensa todo”. etc.

No en vano los que conocían mejor al santo sabían que


cuando más alegre se le veía era porque se encontraba
con mayores preocupaciones. “Pobre Don Bosco, en qué
problema andará metido” decían, cuando lo veían correr,
jugar y reír de un modo inusual. Y es que la esperanza de
que los padecimientos de esta vida son puntos ganados
para nuestra entrada al cielo, ayuda a quien se
encuentre en situación de tristeza y desaliento. Pero no
se trata de quedar esperando el Cielo con los brazos
cruzados, sino con las manos ocupadas, Don Bosco decía
a sus salesianos: “!Trabajo, Trabajo y Trabajo!”

Una de las razones por las cuales hoy se ve tanta


desesperanza en el mundo es que pensamos poco en el
paraíso, en la felicidad eterna que nos ha prometido el
Señor. Y si bien creemos que esta felicidad comienza ya
en nuestra historia, esperamos que llegue el día en el
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que junto al Señor ésta sea completa y eterna. La
pedagogía salesiana es pedagogía de la bondad, de la
alegría, pero sobre todo de la esperanza. Desde nuestra
fe creemos que con nuestro trabajo contribuimos a la
obra de salvación y esperamos que Dios a su debido
tiempo nos dé el premio merecido.

Hoy terminamos nuestra novena. Durante una semana


nos hemos preparado al nacimiento de San Juan Bosco,
conociendo un poco de su vida, de los sentimientos de su
corazón, de los anhelos de su espíritu y de los
pensamientos de su ser educador. Al terminarla no
podemos sino comprometernos a imitarlo, como el imitó a
Jesús en su pasión por la construcción del Reino de Dios.
Esta es la verdadera devoción a los santos, la que se
alimenta de la oración para salir al mundo a imitar con
creatividad el ejemplo de los que nos precedieron. Ahora,
entonces nos corresponde a
nosotros continuar, siempre
adelante, con los pies en la tierra
pero con el pensamiento puesto
en el Paraíso. Un día, se vio a
Don Bosco caminar a toda prisa,
uno que quiso saludarlo, así que
interrumpió su caminar, tomó al
santo del hombre y le pregunto:
“¿Don Bosco, a dónde va?” Y el
santo dijo espontáneamente:
“¡Voy camino al paraíso!”. Sea
esta nuestra mayor aspiración.

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III. GOZOS
Antífona: Ruega Padre por nosotros a María Auxiliadora

Enséñanos la humildad con la que de tu obra educadora en todos


subiste a esa altura donde hoy tu esos tus hijos!
gloria fulgura en eterna claridad.
Y prodiga tu ternura al que sufre y Santo que nunca desoyes...
al que llora buscando la verdad.
De la Virgen bajo el faro colocaste
Santo que nunca desoyes... tus labores; por ti ella da sus
favores
El trabajo y la oración fueron tu
gloria y tu anhelo, siempre A los que lo piden con fe
pensando en el cielo ¡donde abrazadora. ¡Envía al mundo los
estaba tu corazón! ¡Torna de fulgores de esa luz consoladora!
nuestras almas el hielo en hoguera
abrasadora a Cristo de pasión! Santo que nunca desoyes...

Santo que nunca desoyes... De tu obra el fundamento fue la


Santa Eucaristía, pues tu alma
¡Dadme almas! Era el clamor de tu unida vivía al Divino Sacramento.
celo prodigioso. Jesús Ostia Santa te infundía, por
El salvarlas fue tu gozo y llevarlas la juventud, amor grande como el
al Señor era de tu obra redentora firmamento.
el fin poderoso.
Santo que nunca desoyes...
Santo que nunca desoyes...
¡Oh apóstol! ¡Oh padre! ¡Oh
Suave apóstol de los niños, santo! ¡Atiéndenos bondadoso!
protector de su inocencia, en la ¡Cambia nuestro llanto en gozo!
tierna adolescencia colocaste tus Tú que escuchas nuestro canto.
cariños ¡Y cuál brilla la excelencia Santo que nunca desoyes...

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BENDICIÓN DE MARÍA AUXILIADORA
 Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Todos: Que hizo el cielo y la tierra


Dios te salve María….
 Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre
de Dios, no deseches las súplicas que te
dirigimos en nuestras necesidades, antes
bien, líbranos siempre de todo peligro o
siempre Virgen gloriosa y bendita.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

Todos: Para que seamos dignos de


alcanzar las promesas y gracias de nuestro
Señor Jesucristo.

 Señor, escucha nuestra oración

Todos: Y llegue a Ti nuestro clamor

Oremos: Dios todopoderoso y eterno que con la ayuda del


Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de María, la Virgen
Madre, para ser digna morada de tu hijo; al recordarla hoy con
alegría, te pedimos líbranos por su intercesión de los males
presentes y de la muerte eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Todos: Amén

 El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna. (se hace la señal de la cruz)

Todos: Amén

 María Auxiliadora de los cristianos

Todos: Ruega por nosotros

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