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Capitalismo gore y necropolítica en México contemporáneo, de Sayak Valencia Triana

En su ensayo “Capitalismo gore y necropolítica en México contemporáneo”, Sayak Valencia Triana


propone un modelo teórico basado en la noción de necropolítica de Achille Mbembe (entendida como
un engranaje económico y simbólico que produce otros códigos, gramáticas, narrativas e interacciones
sociales a través de la gestión de la muerte) para analizar la realidad específica de la violencia extrema
que se vive en México dentro del contexto de la guerra contra el narco. Valencia analiza las
interacciones entre el mercado global del capitalismo contemporáneo y la cultura mexicana para
explicar la aparición de prácticas ultraviolentas, que denomina prácticas gore, así como los sujetos
endriagos que las llevan a cabo.

Sayak Valencia entiende por capitalismo gore la forma particular en que los territorios fronterizos y
vulnerabilizados operan bajo el capitalismo tardío. El término es recuperado del cine estadounidense, en
donde gore se refiere a la violencia explícita, gráfica y visceral que caracteriza ciertos subgéneros de
horror, para definir al: “derramamiento de sangre explícito e injustificado, al altísimo porcentaje de
vísceras y desmembramientos, frecuentemente mezclados con la precarización económica, el crimen
organizado, la construcción binaria del género y los usos predatorios de los cuerpos”(Valencia 2). Esto
permite a ciertos sujetos transformar sus situaciones de vulnerabilidad o precariedad y empoderarse,
aunque desde formas distópicas de autoafirmación perversa, al dedicarse a prácticas de violencia que
resultan rentables bajo la lógica del capital, llamadas prácticas gore. Valencia denomina a este proceso
de afirmación mediante prácticas gore necroempoderamiento, relacionándolo con la noción de Achille
Mbembe de necropoder, o la soberanía de decidir sobre la muerte de los demás y el poder que de ella
emana.

Las prácticas gore trastocan el ciclo normal de producción-consumo del capital, generando dinámicas
que modifican al sistema entero. Valencia considera al capitalismo gore un cambio radical del
capitalismo tardío, con orígenes rastreables al período postfordista y la aparición de nuevas tecnologías
que problematizaron la teoría sobre la producción de valor, así como la tendencia a la globalización y a
una economía de tintes neofeudales. En este nuevo panorama global, el capitalismo es más que sólo un
modo de producción; se convierte en una construcción cultural biointegrada, pues se requieren
mecanismos de gestión de los cuerpos que mantendrán el sistema en marcha, lo cual requiere a su vez
una gestión de la violencia, tanto desde medios autorizados (como el Estado) como no-autorizados.

Elaborando sobre la noción del capitalismo como construcción biointegrada, Valencia denomina
biomercado al modo de hiperconsumismo que opera en el capitalismo actual. El biomercado es el
conjunto de estrategias mercantiles que ponen a las formas de la vida misma al servicio del mercado.
Estas estrategias hacen al consumo parte central de la formación identitaria, pues cultivan la vergüenza,
la competencia individualista y la frustración permanente en el sujeto, de modo que cuando éste se
hace preguntas del tipo ¿quién soy? ¿para qué existo? ¿qué lugar ocupo? sólo puede responderlas
mediante actos de consumo “naturalizados” como parte de la experiencia de vida. El consumo se
convierte así en imperativo antropológico. Esto, combinado con la violencia decorativa que domina el
panorama cultural, da a los a las subjetividades endriagas en los espacios del capitalismo gore.
El sujeto endriago es como Valencia llama al ejecutor de las prácticas gore del nuevo capitalismo, quien
conjuga cuatro lógicas entrelazadas: la de la carencia por su posición económicamente marginal, la del
exceso por los deseos hiperconsumistas del mercado, la de la frustración por la imposibilidad de
satisfacción total de estos deseos y la de la heroificación por la trivialización y justificación de la violencia
en las representaciones mediáticas. Puestos en marcha por estas cuatro lógicas, los sujetos endriagos
hacen de la violencia una herramienta de producción que les permite acumular el capital suficiente para
tener presencia en el mercado internacional. De ahí que Valencia califique al capitalismo gore como una
lucha intercontinental de poscolonialimso extremo.

La necropolítica se diferencia sobre todo por el hecho de que es ejercida por sujetos endriagos que
deciden romper su condición de sujetados al estado; así ésta detenta un carácter múltiple; ya que es
igualmente ejercida por los actores ilegítimos como por los “actores legítimos” de la biopolítica (el
gobierno, el estado, el discurso) y se legitima a través de estos.

Tras definir sus conceptos clave, Sayak Valencia hace un análisis histórico de la guerra contra el
narcotráfico en México. El crecimiento del narcotráfico y la fuerte corrupción institucional llevan a una
degeneración del Estado-nación, que Valencia denomina narco-nación. En la narco-nación, Estado y
crimen organizado forman un complejo entramado al punto de volverse inseparables para fines
analíticos. Este fenómeno no es nuevo, aclara Valencia, pues el narcotráfico en México tiene sus raíces
en el siglo XIX. Sin embargo, es a partir de la década de 1970 que el gobierno mexicano se convierte en
una amalgama narco-política por completo. El incremento en la pobreza y las políticas económicas
neoliberales de los 70 a los 90, junto con el abandono de muchas áreas por parte del gobierno, llevaron
a que narcotraficantes entraran para cumplir las tareas que el Estado había dejado de realizar, como la
construcción de escuelas y la protección a comunidades. De esta manera se forman dos Estados alternos
coexistiendo en el territorio mexicano: el legal y uno insurgente.

Valencia es firme en que este “Estado insurgente” de los sujetos endriagos no es una fuerza
revolucionaria, a pesar de su condición de marginalidad. Por el contrario, el sujeto endriago nace de una
adaptación al entorno mediante prácticas distópicas, que explotan las formas más agresivas de
masculinidad e hiperindividualismo para apoderarse del triple monopolio que generalmente
corresponde al Estado: la explotación de recursos, la venta de seguridad y la apropiación de los cuerpos
como trabajadores o consumidores. La guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón resulta entonces
no tanto una cuestión de seguridad nacional y más un ajuste de cuentas entre bandos rivales de machos
alfa. Las declaraciones de Medina Mora al inicio de la guerra, por ejemplo, se enfocan en la idea de
recuperar las facultades del uso legítimo de la fuerza que han sido usurpadas por el narcotráfico.

Para cerrar su ensayo, Sayak Valencia recalca la necesidad de desarrollar nuevas subjetividades para
responder a los embates del capitalismo global, atendiendo siempre a no caer en una simple
reproducción en sentido opuesto de las estructuras de dominación heteropatriarcales. Un posible lugar
desde el cual construir esto son los transfeminismos, pues su énfasis en la deconstrucción del género
binario y sus consecuencias nos otorga una perspectiva importante para el análisis de la violencia.

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