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Biografía de Rafael Sanzio

Nació el 6 de abril de 1483, también conocido como Rafael de Urbino o


simplemente Rafael, Rafael Sanzio fue un pintor y arquitecto representativo del
Alto Renacimiento.
Nació en una pequeña ciudad de Italia central, llamada Urbino, localidad
importante desde el punto de vista artístico. Su padre, Giovanni Santi, era pintor,
lo que le permitió a Rafael aprender el oficio. Fue considerado un niño
prodigio pues mostró gran habilidad a muy temprana edad.
Con tan sólo 11 años, quedó huérfano. A esa edad, Rafael ya había dado muestra
de su talento, según Giorgio Vasari, había sido “una gran ayuda para su padre”. Un
brillante autorretrato de su adolescencia confirma su precoz talento. Según Vasari,
su padre lo colocó en el taller del maestro de Umbria Pietro Perugino como
aprendiz.
Existen varias teorías sobre la formación como artista de Rafael Sanzio. Sin
embargo, los historiadores modernos están de acuerdo en que Rafael trabajó al
menos como ayudante de Perugino desde 1500; la influencia de Perugino en sus
primeras obras es muy evidente. El taller de Perugino estaba activo tanto
en Perugia como en Florencia, quizá con dos sucursales permanentes. Se
considera que en 1501 Rafael era un Maestro de Pleno Derecho, completamente
formado.
Su primera obra documentada fue el Retablo Baronci. Durante los siguientes años
pintó obras para otras iglesias, incluyendo la Crucifixión Mond (1503), y Los
desposorios de la Virgen de la Pinacoteca di Brera, así como obras para Perugia,
como el Retablo Oddi, La anunciación, La Adoración de los Magos y La coronación de la
Virgen (1501-1503).
En estos años también pintó
muchas pequeñas y exquisitas pinturas de caballete, la mayor parte
probablemente para amantes de la pintura de la corte de Urbino, como Las
Gracias, El sueño del caballero o San Miguel, y empezó a pintar Virgen con el Niño
entronizados y santos.
En el año de 1502 fue a Siena por invitación de otro discípulo de Perugino,
Pinturicchio, allí colaboró en una serie de frescos en la Biblioteca Piccolomini de la
Catedral de Siena. Es evidente que en esta etapa temprana de su carrera ya era
un artista solicitado.
Rafael llevó una vida de nómada, trabajando en distintos lugares del norte de
Italia, pero pasando una buena parte de su tiempo en Florencia, quizás desde el
año 1504. Así, aunque se habla de su “período florentino” entre 1504 y 1508, cabe
mencionar que nunca residió ahí de forma continua.
Como anteriormente con Perugino y otros, fue capaz de asimilar la influencia del
arte florentino, respetando la evolución de su propio estilo. Pero la influencia más
asombrosa en este período fue la de Leonardo da Vinci, quien volvió a la ciudad
entre 1500 y 1506. Las figuras de Rafael comenzaron a tomar posiciones
más complejas y dinámicas, y aunque todavía los temas eran mayoritariamente
“reposados”. Comenzó a hacer bocetos de hombres desnudos luchando, una de
sus mayores obsesiones de este período florentino.
A finales de 1508 se trasladó a Roma, donde entró al servicio del papa Julio II,
probablemente gracias a la recomendación de su arquitecto Donato Bramante,
quien por entonces trabajaba en la Basílica de San Pedro, era natural de Urbino y
tenía alguna relación con Rafael. A diferencia de Miguel Ángel, que no realizó
trabajo artístico alguno durante cierto tiempo en Roma antes de recibir los
primeros encargos, Rafael recibió rápidamente el encargo de decorar al fresco la
que habría de ser la biblioteca privada del pontífice en el Vaticano. Era un
proyecto mucho más importante y extenso que cualquiera en el que hubiera
trabajado hasta ese momento, pues hasta la fecha no había pasado de hacer
algún retablo en Florencia.
Los proyectos en el Vaticano ocuparon la mayor parte de su tiempo, pero aun así
pintó algunos retratos, incluyendo los de los papas Julio II y León X, el primero de
los cuales es considerado como uno de sus mejores retratos. Otros retratos fueron
los de sus amigos, como Castiglione, o de personajes del círculo de los papas.
Algunos gobernantes lo presionaron con hacer sus respectivos encargos, como a
Francisco I de Francia que le fueron enviados dos pinturas como presente
diplomático del papado.
Para Agostino Chigi,
pintó La Galatea, diseñó frescos decorativos para su Villa Farnesina y pintó dos
capillas en las iglesias de Santa Maria della Pace y Santa María del
Popolo. También diseñó parte de la decoración de la Villa Madama, sin embargo,
la obra de ambas villas fue realizada por su taller.
Uno de los encargos papales más importantes fue la serie de los Cartones de
Rafael (actualmente en el Victoria and Albert Museum), una serie de 10 cartones
para tapices, de los cuales han sobrevivido 7, y que representan escenas de las
vidas de San Pablo y San Pedro, hechas para la Capilla Sixtina. Es posible que
Rafael viera la serie completa terminada antes de su muerte. Probablemente
fueron terminados en 1520.
Pintó también ciertos retablos importantes, como por ejemplo el Éxtasis de Santa
Cecilia y la Madonna Sixtina. Su última obra, en la que estuvo trabajando hasta la
muerte, fue La Transfiguración, que en compañía de El Pasmo de Sicilia muestra la
dirección que había tomado su arte en las postrimerías de su vida: un estilo
más proto-barroco que manierista.
Hay poca información sobre
el taller que Rafael manejaba y sobre su organización interna. Vasari dice que
llegó a tener cincuenta pupilos y ayudantes, muchos de los cuales llegarían a ser
después importantes artistas por esfuerzo propio.
Tras la muerte de Rafael, la actividad del taller continuó, sin embargo, muchas de sus pinturas
quedaron incompletas, así como algunas de sus posesiones. Vasari da mucha importancia al
hecho de que Rafael logró un armonioso y eficiente taller, y al igual su habilidad y paciencia en la
resolución de los conflictos o disputas entre los clientes y sus ayudantes, algo que carecía Miguel
Ángel con ambos colectivos.
En cuanto a sus dibujos, el bosquejo preparatorio para la obra de La resurrección
de Cristo, es quizá su primera obra oficial.
Se le
considera uno de los dibujantes más finos en la historia del arte occidental y uno de
los que usó ampliamente el dibujo para planear sus composiciones. Según
Armerina, experta en la vida del artista, cuenta, que cuando éste empezaba a
planear una composición, extendía en el suelo un gran número de dibujos que
conservaba archivados, y comenzaba rápidamente a dibujar, utilizando figuras de
aquí y de allá.
Hizo muchos dibujos para perfilar las posturas y las composiciones,
aparentemente en cantidad superior a la de otros pintores. Es así como el mismo
Rafael, que tenía tanta riqueza inventiva, solía trabajar, siempre partiendo
de cuatro o seis maneras diferentes de exponer la escena, cada una de ellas diferente
al resto, y todas ellas llenas de gracia y finura.
Cuando estaba satisfecho con una composición a menudo la trasladaba a cartón
a escala real, que posteriormente perforaba con un punzón, dejando agujeros por
donde dejaba pasar un poco de hollín, de modo que quedaban líneas en la
superficie final como guía.
En las últimas obras pintadas por el taller, los dibujos son a menudo mucho mejores
que la pintura. La mayor parte de sus dibujos son bastante detallados, incluso los
bocetos iniciales con figuras desnudas están cuidadosamente hechos, y los
posteriores dibujos de preparación tienen un alto nivel de acabado,
con sombreados y, a veces,zonas iluminadas en blanco.
Fue uno de los últimos artistas en utilizar de manera habitual un dispositivo
metálico, aunque también supo hacer un soberbio uso de la técnica más libre
del carbón rojo o negro. En sus últimos años fue uno de los primeros artistas en usar
modelos femeninos para dibujos preparatorios, aunque cabe mencionar que
habitualmente se usaban hombres para estudio de ambos sexos.
Rafael nació y murió en Viernes Santo. Su funeral fue grandioso y acudió una gran
multitud

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