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LUZ SARAHI PEREDO CORNEJO 5TO A

CONSULTEN EN INTERNET O RECOPILEN POEMAS


DE LOS POETAS MALDITOS, ANALICEN LOS MISMOS
CON LA ORIENTACION DE TU PROFESOR O
PROFESORA

LOS POETAS MALDITOS

Tristan Corbière.
 

Arthur Rimbaud.
 

Stéphane Mallarmé.
 

Marceline Desbordes-Valmore.
 

Auguste Villiers de L'Isle-Adam.


 

Pobre Lelian - Paul Verlaine.

Los 10 mejores versos de Los Poetas Malditos


1. Pájaro Azul, Charles Bukowski
 
Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que está ahí dentro.
hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo,
¿es que quieres montarme un lío?
¿es que quieres mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros en Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.
Luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos 
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre,
pero yo no lloro, ¿lloras tú?
 
2. Separados, Marceline Desborde
 
No me escribas. Estoy triste, desearía morirme.
Los veranos sin ti son como noche sombría.
He cerrado los brazos, que abrazarte no pueden,
invocar mi corazón, es invocar la tumba.
¡No me escribas!
No me escribas. Aprendamos únicamente a morir en nosotros.
Pregunta sólo a Dios…, sólo a ti mismo, ¡cómo te amaba!
Desde tu profunda ausencia, escuchar que me amas
es como oír el cielo sin poder alcanzarlo.
¡No me escribas!
No me escribas. Te temo y temo mis recuerdos;
han guardado tu voz, que me llama a menudo.
No muestres agua viva a quien beberla no puede.
Una caligrafía amada es un retrato vivo.
¡No me escribas!
No me escribas dulces mensajes: no me atrevo a leerlos:
parece que tu voz, en mi corazón, los vierte;
los veo brillar a través de tu sonrisa;
como si un beso, en mi corazón, los estampara.
¡No me escribas!
 
3. Solo, Edgar Allan Poe
 

 
Desde el tiempo de mi niñez, no he sido
como otros eran, no he visto
como otros veían, no pude sacar
mis pasiones desde una común primavera.
De la misma fuente no he tomado
mi pena; no se despertaría
mi corazón a la alegría con el mismo tono;
y todo lo que quise, lo quise solo.
Entonces -en mi niñez- en el amanecer
de una muy tempestuosa vida, se sacó
desde cada profundidad de lo bueno y lo malo el misterio que todavía me
ata:
desde el torrente o la fuente,
desde el rojo peñasco de la montaña,
desde el sol que alrededor de mí giraba
en su otoño teñido de oro,
desde el rayo en el cielo
que pasaba junto a mí volando,
desde el trueno y la tormenta,
y la nube que tomó la forma
(cuando el resto del cielo era azul) de un demonio ante mi vista.
 
4. Annabel Lee, Edgar Allan Poe
 
Fue hace ya muchos, muchos años,
en un reino junto al mar,
habitaba una doncella a quien tal vez conozcan
por el nombre de Annabel Lee;
y esta dama vivía sin otro deseo
que el de amarme, y de ser amada por mí.

Yo era un niño, y ella una niña


en aquel reino junto al mar;
Nos amamos con una pasión más grande que el amor,
Yo y mi Annabel Lee;
con tal ternura, que los alados serafines
lloraban rencor desde las alturas.

Y por esta razón, hace mucho, mucho tiempo,


en aquel reino junto al mar, un viento sopló de una nube,
helando a mi hermosa Annabel Lee;
sombríos ancestros llegaron de pronto,
y la arrastraron muy lejos de mi,
hasta encerrarla en un oscuro sepulcro,
en aquel reino junto al mar.

Los ángeles, a medias felices en el Cielo,


nos envidiaron, a Ella a mí.
Sí, esa fue la razón (como los hombres saben,
en aquel reino junto al mar),
de que el viento soplase desde las nocturnas nubes,
helando y matando a mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era más fuerte, más intenso


que el de todos nuestros ancestros,
más grande que el de todos los sabios.
Y ningún ángel en su bóveda celeste,
ningún demonio debajo del océano,
podrá jamás separar mi alma
de mi hermosa Annabel Lee.
Pues la luna nunca brilla sin traerme el sueño
de mi bella compañera.
Y las estrellas nunca se elevan sin evocar
sus radiantes ojos.

Aún hoy, cuando en la noche danza la marea,


me acuesto junto a mi querida, a mi amada;
a mi vida y mi adorada,
en su sepulcro junto a las olas,
en su tumba junto al rugiente mar.
 
5. Sensación, Arthur Rimbaud
 

 
Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano,
herido por el trigo, a pisar la pradera;
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza.
Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:
pero el amor sin límites me crecerá en el alma.
Me iré lejos, dichoso, como con una chica,
por los campos, tan lejos como el gitano vaga.
 
6. El albatros, por Charles Baudelaire
 

 
A menudo, para divertirse, los hombres de la tripulación
Cazan albatros, vastos pájaros de los mares,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío que se desliza sobre los abismos amargos.
Apenas ellos se depositan sobre las tablas,
Estos reyes del azul, torpes y vergonzosos,
Lastimosamente abaten sus grandes alas blancas
Como de los remos arrastran al costado de ellos.
¡Este viajero alado, como ellos esta torcido y endeble!
¡Hace poco tan hermoso, que él está ahora cómico y feo!
¡Con una pipa uno el pico le ha quemado.
El otro imita, en renquear, al enfermizo que volaba!
El poeta está semejante al príncipe de las nubes
Que frecuenta la tempestad y se ríe entre el arco;
Desterrado en el suelo en medio de los gritos,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
 
 

  
7. A una mujer, Paul Verlaine
 

 
A usted, estos versos, por la consoladora gracia
de sus ojos grandes donde se ríe y llora un dulce sueño;
a su alma pura y buena, a usted
estos versos desde el fondo de mi violenta miseria.

Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla que me visita


no me da tregua y, va, furiosa, loca, celosa,
multiplicándose como un cortejo de lobos
y se cuelga tras mi sino, que ensangrienta. 

Oh, sufro, sufro espantosamente, de tal modo


que el primer gemido del hombre
arrojado del Edén es una égloga al lado del mío.
Y las penas que usted pueda tener son como
las golondrinas que un cielo al mediodía,
querida, en un bello día de septiembre tibio.
 
8. Pobre Muchacho, Tristán Corbière
 

 
El, que altivo silbaba su tonada en falsete,
Se humillaba ante mí: lo veía buscar…
No encontrar…, me gustaba percibir la torpeza
De este héroe que no supo descubrir que me amaba.
Sobre su corazón tempestuoso alcé
Cabrillas. Él miraba… ¿Eso lo consumía?
¡Qué instrumento tan reacio a dejarse pulsar,
Un poeta!… Y pulsé. Yo pulsé y me gustaba.
¿Ha muerto?… Era un muchacho, por lo demás curioso.
¿Tomó excesivamente en serio su papel?
Sin decírmelo… al menos. –Porque ha muerto, ¿de qué?…
¿Acaso se dejó vaciar de poesía?…
¿Moriría de tisis, de beber o de chic?
O quizás, finalmente: de nada…
  O bien de Mí
 
9. A veces, Alejandra Pizarnik
 

 
A veces también se me acaban las sonrisas para ti, a veces también se me
acaban las ganas de escribirte. Pero te amo, ojala lo entiendas, siempre te
amo, pero a veces mis abrazos no tienen calor y mi boca no sabe que
decir… Pero te amo, siempre te amo, cuando no te convengo, cuando no me
soportas, cuando te odio, te amo.
 
10. El deleite del bosque sin senderos, Lord Byron
 

 
El deleite del bosque sin senderos,
hay éxtasis en la costa solitaria,
hay compañía, allí donde nadie se hace presente,
y al lado del mar profundo hay música en su rugido:
no amo menos al hombre sino mas a la naturaleza
a partir de nuestros encuentros, a los que asisto sigiloso
a partir de todo lo que puedo ser, o haber sido antes,
hoy puedo fundirme en el Universo y sentir
lo que no puedo expresar , aunque me sea imposible ocultarlo.
 
ORGANICEN UN FORO DE DEBATE DE
LITERARTURA DE LA REVOLUCION DEL 52
Se estableció un sistema de integración vertical, bajo un sistema
de trabajo esclavo y libre que coexistió en la zona de los valles y tierras bajas.
Conformaron complejas estructuras corporativas y de clases. Otra que también se
destaca, es la cultura aymara quienes desarrollaron de forma más intensa la
cultura ganadera camélida y una religión más localizada. CAPITULO 2La creación
de una sociedad colonialLa creación de la sociedad colonial, estuvo influenciada
tanto por la naturaleza del mismo proceso de conquista americana, como por
antecedentes sociales y la estructura política. A causa de esa inaccesibilidad y sus
variaciones estacionales, estas tierras bajas permanecieron sin explorar ni ser
explotadas hasta tiempos recientes.
 El boliviano Alcides Arguedas (1879 - 1946) es autor de una de las obras
fundacionales de la novelística hispanoamericana contemporánea: Raza de
bronce (1919), novela que constituye un documento esencial sobre el indigenismo.
La narrativa boliviana se centra en los años treinta en la dramática guerra del
Chaco, tratada por Augusto Céspedes(1904 -1997) en el volumen de
relatos Sangre de mestizos (1936). Otro gran escritor es Adolfo Costa du
Rels (1891 - 1980), cuyas novelas, Tierras hechizadas (1931), El embrujo del
oro (1942), Los Andes no creen en Dios (1937), describen el mundo de los
mineros del estaño.
Cabe destacar la influyente figura de Jaime Sáenz (1921 - 1986) que marcó el
devenir literario boliviano de los últimos decenios del siglo XX, los aportes literarios
en narrativa, teatro y novela de Gastón Suárez (1929 - 1984). Además del
importante aporte de Marcelo Quiroga Santa Cruz (1931 - 1980) a
la narrativa contemporánea en Bolivia.
Tras el llamado "Boom Latinoamericano" ha surgido en Bolivia una nueva
generación de narradores cuyos principales representantes son: Ramón Rocha
Monroy, Juan Claudio Lechín, Gary Daher Canedo, Víctor Montoya, Edmundo Paz
Soldán, Gonzalo Lema, Wolfango Montes Vanucci, Giovanna Rivero, Homero
Carvalho, Claudia Peña, Eduardo Scott, Manuel Vargas, entre otros.

LITERATURA DE LA GUERNILLA
La novela es sólo un género literario; la narración un modo de relación del
hombre con el mundo. Ser latinoamericanos no nos pone al margen de esta
verdad, ni nos exime de las responsabilidades que implica. Ser un narrador
exige una enorme capacidad de disponibilidad, de incertidumbre y de
abandono, y esto es válido para todos los narradores, sea cual fuere su
nacionalidad. Todos los narradores viven en la misma patria: la espesa selva
virgen de lo real.

Juan José Saer

Se acerca un nuevo aniversario de la incursión guerrillera de Ernesto Che


Guevara en Bolivia. Se acerca, en realidad, un nuevo aniversario de la muerte
del líder revolucionario. Se cumple medio siglo de este evento que ha dejado
huella en el imaginario nacional boliviano. Declaro esto sin un interés de
manifiesto político. Las ideologías, con sus matices, no son relevantes al final
de cuentas. Queda el hecho, la guerrilla, la propuesta de cambio. Las muertes
en ambos lados. La muerte del Che. Estos acontecimientos han generado
tanto debate, tanta memoria, tanta aceptación o tanto rechazo, que
evidentemente se constituyen en un punto de quiebre interesante en la
concepción del imaginario boliviano.

Siendo la literatura un producto de una sociedad, es posible que rastros de


esta, es decir, de la sociedad, aparezcan en las obras literarias que sus
componentes producen. Esta presencia, empero, no tiene la necesidad de ser
un reflejo, y entre posturas de quienes denuncian abusos y quienes renucian a
compromisos sociales, la realidad aparecerá, expresada en mayor o menor
medida. Los matices y, quizás por ende, la calidad del producto literario,
dependerá del sentido estético que el autor deseé para su escritura.

La historia de la literatura boliviana, hasta los años ochenta, estuvo cargada de


un discurso más social que estético. Esto no quita que hayan existido obras
que sean exquisitas en estética, sin dejar de ser un reflejo social. Quizas
aquellas que discimularon la denuncia en aparatos textuales perfectos sean las
más relevantes. Tal es el caso de “El pozo”, de Augusto Céspedes, parte del
libro Sangre de mestizos. En él hay evidente un reflejo social- histórico (la
Guerra del Chaco, las diferencias entre bolivianos) y plantea la mejor metáfora
para el absurdo de las esa guerra, quizá de todas las guerras: un pozo estéril
que se desea tomar y que se defiende como si fuera un oasis.

Pero bueno, decía que la literatura boliviana tiene una historiografía que la
puede catalogar de acuerdo a momentos histórico-sociales: La colonia, la
república, el indigenismo, el paisajismo, la literatura de la Guerra del Chaco, la
literatura minera, la literatura de las dictaduras, etc. Dentro de toda esa
taxonomía está, evientemente, la literatura de la guerrilla, que tiene dos
novelas fundamentales: Matías, el apostol suplente, de Julio de la Vega y Los
fundadores del alba, de Renato Prada Oropeza. El crítico y poeta Juan Carlos
Orihuela añade a esta selección El ocaso de orión, de Oscar Uzín Fernández.

Acontinuación revisaremos brevemente algunos títulos que se hayan publicado


en estos 50 años, que de alguna manera sigan el rastro de la guerrilla de
Ñancahuazú.

Matías el apostol suplente esta obra, escrita por Julio de La Vega, hace una
apuesta formal y estética digna de resaltar. Toma un tema de alta carga social
y lo despoja de compromisos para mostrarnos, con un humor que ratos lastima,
el absurdo humano, el fracaso cíclico.

La forma de la escritura inova por introducir elementos del teatro (De la Vega
fue un gran dramaturgo), para redondear y presentar a los personajes. Y así
presentarnos dos voces, dos diarios que se cruzan a pesar del los miles de
años que los separan. Uno oral, otro escrito.

El diario oral corresponde a Matías, quien manifiesta sus lamentos en una


cueva llena de ecos, aquel es el registro de su vitácora. Según la narración
bíblica de Hechos de los apóstoles, Matías era un hombre cercano al grupo de
Jesús. Seguía al maestro y a los 12 discípulos donde fueran. Tras el suicidio de
Judas, los apostoles deciden que necesitan un reemplazo, y sortean entre las
personas cercanas quién ocuparía el lugar del traidor. El lugar lo gana Matías.

En el relato, la voz del discipulo que se queda de ser el excluido del grupo por
no ser parte de la docena titular, se cruza con la de un guerrillero parte de un
grupo que tiene características similares al suyo, librando una lucha milenios
más adelante en Bolivia.

De la Vega se adelantó al gobernador Iván Canelas al hacer la comparación


del Che con Jesús. Evidentemente el lider edl grupo de Matías comparte
características con el lider del grupo guerrillero.

Tip: Matías el apostol suplente se encuentra a la venta en la Feria Internacional


del Libro de Cochabamba (FILC), en el stand de la editorial Santillana, a 17
bolivianos.

Los fundadores del alba Renato Prada Oropeza ganó un premio de novela
“Erich Guttentag” con este libro. Grosso modo nos cuenta la historia de la
guerrilla desde una perspectiva bastante humana, y por ello ambigüa, de los
combatientes.

El libro relata la historia de un seminarista que deja su formación eclesial para


reclutarse, junto a otros personajes, en el ejército que combatirá contra las
guerrillas. Javier, el otrora candidato a sacerdote, se enamora de Laura, ella
queda embarazada de él. Javier muere. Sus camaradas continúan la labor
contraguerrillera. La tensión política de los personajes es evidente, pero su
riqueza está en que esta no quita la autonomía ni la ambigüedad de sus
naturalezas. Incluso las hace más evidentes, pues el combate hace aflorar lo
más humano que se lleva.

Tip: Los fundadores del alba se encuentra a la venta en la Feria Internacional


del Libro de Cochabamba (FILC), en el stand de la editorial Los Amigos del
libro, a 15 bolivianos.

El ocaso de orión Esta novela del sacerdote Oscar Unzín fernandes, también
fue ganadora de un premio de novela Erich Guttentag.

Plantea las crisis de pensamiento de personajes religiosos que se enfrentan a


su teología. El paso de la guerrilla no es tan evidente, pero no deja de ser de
interés por la demanda social que el pensamiento cristiano empezaba a tener.

En estos tres casos llama la atención la vinculación de la guerrilla con


temáticas religiosas (directa o indirectamente).

Mamá, cuéntame otra vez En esta novela, que tiene una brecha generacional
más amplia que las primeras, Amalia Decker narra las aventuras del grupo
guerrillero desde la nostalgia de una mujer que recuerda su vinculación
revolucionaria conforme cuenta la historia a su descendencia. El relato se nutre
bastante de la experiencia de Decker, que a los 14 años formó parte del grupo
guerrillero como colaboradora en la ciudad, y acusa de eso, pasó luego un
largo exilio.

Tip: Mamá, cuéntame otra vez se encuentra a la venta en la Feria Internacional


del Libro de Cochabamba (FILC), en el stand de la editorial Kipus, a 60
bolivianos.

Los afectos Esta novela de Rodrigo Hasbúm no habla directamente de la


guerrilla del Che, aunque centra la narración en dos personas que estuvieron
estrechamente vinculadas al guerrillero: Inti Peredo, camarada y mano derecha
del Che, y Mónica Erlt, ciudadana alemana que se embebió de la causa
guerrillera y fue parte del Ejército de Liberación Nacional que luego armó
Peredo para continuar la Guerrilla en Teoponte. Además fue quien mató a Toto
Quintanilla, parte del grupo que acabó con la vida del Che, mientras este se
encontraba e Cónsul en Berlin.
Si bien los afectos se centra en un episodio y personajes históricos, la historia
no es el fin de la novela, sino más bien, presentarnos la intimidad atormentada
y que contagia angustia y alegría, de las mujeres de la familia Erlt. A través de
ellas presentarnos una decadencia del humano ante las ideologías y
sentimientos.

Tip: Los afectos se encuentra a la venta en la Feria Internacional del Libro de


Cochabamba (FILC), en el stand de la editorial El cuervo.

Yapa Otras historias que tocan el tema de la guerrilla son:

La emboscada, de Adolfo Cáceres Romero; Ñancahuazú, sueños cuentos de


Jesús Lara; El gerrillero y la la luna, de Fernando Diez de Medina; Lejos de la
noche, de César verdugez Gómez, Los vulnerables, de Gaby Vallejo; La
oscuridad radiante, de Oscar Unzín Fernández y Tiempo desesperado, de José
Fellamn.
LITERATURA DE LAS GUERRAS DEL ACRE Y DEL CHACO
La guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia se libró desde el 9 de
septiembre de 1932 hasta el 12 de junio de 1935, por el control del Chaco Boreal. Fue la
guerra más importante en Sudamérica durante el siglo XX. En los tres años de duración,
Bolivia movilizó 250.000 soldados y Paraguay 120.000, que se enfrentaron en combates en
los que hubo gran cantidad de bajas (60.000 bolivianos y 30.000 paraguayos) y gran cantidad
de heridos, mutilados y desaparecidos. Los distintos tipos de enfermedades tanto físicas como
psicológicas, la característica hostil del teatro de operaciones y la falta de agua y mala
alimentación produjeron el mayor porcentaje de bajas y afectaron la salud de los soldados
sobrevivientes, a muchos de por vida.
El enfrentamiento consumió ingentes recursos económicos de ambos países, de por sí muy
pobres. Paraguay abasteció a su ejército con gran cantidad de armas y equipos capturados en
distintas batallas a los bolivianos. Terminada la guerra, algunos excedentes los vendió
a España (Decreto-ley 8406, 15 de enero de 1937).
El cese de las hostilidades se acordó el 12 de junio de 1935. Bajo la presión de Estados
Unidos, por un tratado secreto firmado el 9 de julio de 1938, Paraguay renunció a 110.000 km²
ocupados por su ejército al cese de las hostilidades. 8 El Tratado de Paz, Amistad y Límites se
firmó el 21 de julio de 1938 y el 27 de abril de 2009 se estableció el acuerdo de límites
definitivo. La zona en litigio quedó dividida en una cuarta parte bajo soberanía boliviana y tres
cuartas partes bajo soberanía paraguaya. Bolivia recibió una zona a orillas del
alto río Paraguay.

La Guerra del Acre (conocida en Brasil como Revolução Acreana —Revolución Acreana—)


fue una serie de conflictos limítrofes entre Bolivia y Brasil, cuyo desenlace afectó también
territorios en disputa con el Perú. El conflicto en general tuvo dos fases desarrolladas durante
el periodo 1899-1903, en el que se disputó el territorio del Acre, rico en árboles de caucho y
yacimientos auríferos. Concluyó con el Tratado de Petrópolis y la consecuente anexión de los
territorios sobre los que Bolivia reclamaba soberanía.
La región del Acre (actual Estado de Acre) poseía ricos yacimientos auríferos, abundancia de
recursos madereros, principalmente el árbol del caucho que, a finales del Siglo XIX y casi
mediados del Siglo XX, fue muy importante para la industria del automóvil y el transporte, ya
que la goma sintética para la fabricación de llantas o ruedas y otros objetos no fue descubierta
hasta prácticamente la Segunda Guerra Mundial. Por eso, se suele llamar también a esta
guerra como La Guerra del Caucho, ya que uno de los motivos por los cuales se movilizó el
gobernador Torres del Amazonas fue el impuesto que se dio a las exportaciones de caucho.
RECURRAN A UNA FUENTE BIBLIOGRAFICA PARA INVESTIGAR SOBRE
La poesía de protesta y revolucionaria

En la "Introducción" a la antología Poesía mexicana II. 1915-1979, Carlos Monsiváis


señala que la década de los sesenta en la lírica nacional estuvo marcada por la
asimilación de las voces de Pablo Neruda y César Vallejo, así como de la influencia de
Ernesto Cardenal y Nicanor Parra. En el ámbito internacional, el cronista refiere los
nombres de Pound, Eliot, Mallarmé y Ginsberg como autores clásicos que los poetas
mexicanos de los sesenta leen y comentan. Sobre la "poesía comprometida", Monsiváis
afirma: "Los sucesos del realismo socialista, al ver en la poesía el ariete que
derrumbará al imperialismo, sólo magnifican y deforman la consigna de Huidobro ('No
cantes el pueblo, poeta, hazlo llegar al poder') no sin una agitada inmersión en un
machismo estereofónico" (1979: XLV). Líneas más adelante, afirma el autor:

Las proporciones son concretas: que en la poesía aparezca la vida cotidiana, que se
gane en cercanía lo que se pierde en elegancia clásica, que irrumpa (molesto y
divertido y vulgar y efímero) lo cotidiano. Tal revolución no acaba de consumarse,
quedan truncas o inconexas las ideas en torno a esta "factura" del poema, pero dan
origen a otra posición receptiva: que los lectores acudan, no [...] para enaltecerse con
lo inefable o sucumbir de gozo ante el "espejo de la armonía", sino para recuperar
intuiciones comunes, volverlas sutiles, sedimentarlas, conferirle prestigio a la reflexión
sobre lo inmediato, y sin prejuicios reverenciales o monumentos declarados [...]

La poesía se aproxima a la historia cuando la historia empieza a manifestarse con


violencia en el país (XLVI, XLVIII).

¿Estética de lo social disidente? ¿Poesía y representación? Estos binomios irrumpen en


la poesía mexicana de los años sesenta de forma sostenida. La clasificación de poesía
de tema social en el ámbito literario ha causado debates incluso entre los mismos
escritores, quienes con frecuencia rechazan la clasificación porque en algunos de los
casos se puede pensar que se trata de un panfleto. Los lectores y la crítica literaria
también han mostrado sus reservas respecto a la escritura de representación, pues la
arraigada tradición del estructuralismo de los años setenta rechaza toda propuesta que
pretenda leer un texto literario en los márgenes de la semántica discursiva interna. La
estética de la recepción y la sociología de la literatura, por su parte, han posicionado
miradas alrededor del contexto de producción/publicación de la obra, la lectura
biográfica e ideológica del escritor.

Muy a pesar de la discusión añeja en la teoría literaria, la historia de la literatura, al


menos a partir del siglo XX -y particularmente a partir de la Primera Guerra Mundial-,
está llena de ejemplos y etiquetas que forman y forjan sin querer una tradición
temática en donde texto literario (propuesta estética) y contexto político-social se
concatenan. Términos como "novela de la Guerra Civil española", "literatura del exilio",
"narrativa del Holocausto", "novela de la dictadura en Latinoamérica", "poesía de
protesta" o "poesía comprometida" han sido denominaciones que sirven en la historia
literaria para enmarcar una época convulsa que lleva al creador a no posicionarse
desde un tema y estética "escapista" o desarticulada del contexto y discursos
emergentes. El mismo teatro del absurdo, por ejemplo, se posiciona como una estética
que se opone al realismo por parecerle que el horror, las injusticias y la miseria deben
ser nombradas desde la antítesis de la lógica. Frente a la realidad descarnada de la
posguerra, se recurre a la abolición de la razón, pues la guerra y todo lo que implica se
resemantiza desde un arte de la resistencia que obliga a un replanteamiento de las
ideas filosóficas del enciclopedismo y el positivismo como fuentes de razón y progreso
social.

¿Para quién escribe el poeta? ¿Cuál es su auditorio? ¿En momentos convulsos, son los
jóvenes estudiantes, los obreros, campesinos o aquellos grupos organizados para la
resistencia los que leen y se incide en su ideología o comportamiento? Al paso de las
décadas, pareciera que las voces líricas en el ámbito nacional, más allá de sus
propuestas poéticas, a las que hay que estudiar por su factura estética, han quedado
como el testimonio disidente de una utopía en el sentido de que la poesía quizás pueda
servir como un medio de comunicación ideológica en términos artísticos, pero no
incide, al menos de forma decisiva, en los cambios sociales y políticos de las prácticas
sociales. Al lado de la participación activa en las marchas, el poeta contribuye desde la
creación a cuestionar, mostrar o protestar, de forma subjetiva e incluso fragmentaria,
las estructuras dominantes de los grupos hegemónicos respecto de los intereses de las
clases populares.

El nacimiento de la sociología de la literatura en los años setenta del siglo XX (Lotman,


Silbermann, Robin, Goldmann, Cros, entre otros), permitió a ciertos escritores
interesados en el tema de la representación social producir una serie de textos que
valen más allá de su calidad literaria, pues suponen un diálogo contextual e histórico
desde el espacio de la literatura como disciplina que convive con la sociología, la
historia y la antropología. En el caso de Latinoamérica, los escritores Pablo Neruda,
César Vallejo, Ernesto Cardenal, Oliverio Girondo o Mario Benedetti, por mencionar
sólo algunos nombres, tomaron la palabra poética como una forma de resistencia o
solidaridad con los pueblos. En diálogo con estos creadores, en México, las voces del
poeta chiapaneco Juan Bañuelos y la del sonorense Abigael Bohórquez se
corresponden en la medida en que ambos plantean un discurso lírico-político que se
opone al tratamiento mediático de los grandes acontecimientos nacionales e
internacionales que convulsionan no sólo la paz social, sino la condición humana
misma: la guerra de Vietnam, la proliferación de las guerrillas centroamericanas, el
conflicto de los campesinos y luchadores sociales en México, su repudio hacia las
dictaduras en Latinoamérica y el Caribe, así como la función comprometida del poeta
en momentos cruciales en donde los temas de la contemplación interior y el amor
deben combinarse con la solidaridad humana y la protesta. Así, a través de la creación
se evidencia, se protesta y se reflejan los comportamientos políticos y sociales que
lesionan la tranquilidad social, el bienestar colectivo e incluso el derecho a tener una
patria, sobre todo en Latinoamérica, donde los términos "nación" o "país" tienen una
concepción particular desde las independencias nacionales iniciadas en el siglo XIX.

La sociología de la literatura sostiene que hay textos literarios que remiten a un


referente o contexto que puede leerse desde la denotación, en tanto que el hecho
semiótico o literario dentro del texto es lo que permite diferenciar la propuesta literaria
respecto de otros tipos de discursos como el análisis sociológico de una realidad
circundante. La subjetividad literaria en este sentido, a decir de Edmon Cros, se
diferencia de otras prácticas discursivas "que operan en el marco de una sociedad
dada: sermones, cartas pastorales, sínodos, catecismos, rituales, reglamentos,
estatutos de hospitales, normas policiales, testimonios [...] [y] exigen igualmente que
se les examine fuera de la función denotativa (16). Un texto literario difícilmente tiene
una intención aleccionadora o moral, ya que opera principalmente a través de la
realización estética. Lo que sí puede hacer es mostrar una visión de la realidad desde
la recreación y la subjetividad del lenguaje artístico. Así, la propuesta literaria que
propicia una visión de mundo, a pesar de que se trate de un sujeto (en este caso lírico)
que enuncia desde el singular, representa también una conciencia del grupo social con
el que se solidariza ya que, aunque se trata de una abstracción, cuando la clase social
tiene una visión de mundo similar, dicha mirada identifica la voz enunciadora con el
destinatario. De esta relación, la visión de mundo personal se comparte, se hace
"transindividual", en términos de Goldmann.

El arte poético puede, como en los casos aquí estudiados, presentar elementos
ideológicos cuyo estudio adyacente permita conocer la visión, experiencia, episodio
biográfico e incluso la posición del creador dentro y fuera del canon artístico. La
ideología del creador en momentos de contingencia política se manifiesta, ya que de
acuerdo con Henri Lefèbvre, "toda obra de arte contiene elementos ideológicos (las
ideas del autor, de su tiempo, de su clase), mezcladas por otra parte y a menudo con
las ideas de otros tiempos, de otras clases, de otros individuos" (154). Para Lefèbvre,
el verdadero arte es una forma de conocimiento a la vez que se combina con un
elemento de ilusión, ya que al ser presencia es también emoción. Así, para este autor,
las propuestas artísticas forman la superestructura que acompaña las manifestaciones
sociales dentro de un esquema más profundo que es la estructura, tal como lo
entiende la escuela marxista. Como superestructura entenderemos las manifestaciones
culturales, entre ellas el arte, que dan soporte y contribuyen a la manifestación
ideológica del tiempo, espacio y condiciones históricas de vida de los creadores y su
medio.

En el caso del siglo XX, el triunfo de la Revolución rusa en 1917, así como las
revoluciones encaminadas a instaurar regímenes de carácter socialista en países como
Bulgaria, Hungría, Albania, Rumania, Polonia, China, Vietnam del Norte y Corea, se
traducen como una política de la resistencia hacia el imperialismo de corte colonialista
y capitalista. En el caso de Cuba, la revolución iniciada en 1959 significó un paradigma
para las posibilidades de cambio en el Caribe y América Latina, principalmente en
Chile, en donde el triunfo de la Unidad Popular en 1971 contempló los inicios del
socialismo en Latinoamérica, aunque con el derrocamiento de Salvador Allende el
proyecto se vio interrumpido por el inicio de la dictadura.

Juan Bañuelos...

"¡Oh libertad, Tu nombre en mi país / Se dice hambre!

En 1960 y bajo el título colectivo La espiga amotinada, se dan a conocer como grupo
literario e ideológico los jóvenes poetas Juan Bañuelos, Óscar Oliva, Jaime Augusto
Shelley, Eraclio Zepeda y Jaime Labastida. Con la influencia de la poesía moderna,
particularmente la anglosajona, permea en estos poetas la idea de la escritura como
espacio de libertad.
A decir de Octavio Paz, Bañuelos (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 6 de octubre de 1932) es
el Trueno del grupo, en la medida en que su "poesía es poderosa pero su peligro no es
la dispersión sino el ruido: la retórica de la fuerza" (29). A pesar de haberse adscrito al
famoso grupo "La espiga amotinada", Bañuelos ha sido poco estudiado por la crítica
especializada. En 2012, el Fondo de Cultura Económica reunió su obra poética bajo el
título Vivo, eso sucede, en el que agrupa siete libros ya publicados, además de su
primer poemario que permanecía inédito. En la presentación al tomo, el poeta
introduce un texto escrito en 1960 en el que señala la importancia que representa en
el espacio de la poesía tener una actitud revolucionaria, más allá del esnobismo
literario. Poeta al que le tocó vivir lo que él llama "los años del desorden", en alusión a
los conflictos nacionales e internacionales de los años sesenta y setenta, la poesía de
Juan Bañuelos se nutre de una realidad subjetiva que aterriza en el espacio de lo
literario; participa en actos políticos de resistencia, su poética se instaura como la voz
de la hermandad y la solidaridad a través del referente contextual crítico de las
políticas de la desigualdad, el exterminio humano y la pobreza de las clases
trabajadoras. Sobre la labor artística, Bañuelos anota:

Nadie es verdaderamente artista hasta que no se libra de la mediocridad del ambiente,


de la vanidad y del entusiasmo barato. La poesía de hoy debe estar orientada como
una "violencia organizada" en contra del lenguaje poético y el cotidiano, que están al
servicio de una clase en decadencia, la que hace que esos lenguajes sean retóricos y
conservadores. Es una necesidad psicológica y social, y no el gusto exagerado de
perfección o esnobismo, lo que debe obligarnos a saquear el tesoro del idioma, a
buscar la palabra justa (9).

Juan Bañuelos se ocupa en términos generales del amor, el erotismo, la naturaleza


mexicana, particularmente la chiapaneca, pero también sobre la labor del poeta dentro
de la sociedad; las huelgas, los movimientos nacionales e internacionales bélicos, las
guerrillas, la migración de los centroamericanos como resultado de las guerras civiles
en El Salvador y Honduras. Cultiva las formas del soneto, el versículo, el verso libre y
el aforismo. La carrera literaria de Bañuelos es concomitante con su disidencia política
que, a decir de Efrén Ortiz Domínguez, "se ve sometido Juan a partir de la defensa que
hace de la integridad física, política y cultural de los pueblos indoamericanos
contemporáneos, actitud que le ha llevado a confrontar no sólo al poder público del
país, sino a todo un sistema que subraya las diferencias socioculturales" ("Sublime
abyección").

Un aspecto particular y recurrente en los primeros tres libros de Bañuelos es la


confesión lírica de los episodios de pobreza que vive el creador:

Salgo a la calle,

de un manotazo derribo a la noche y en la máquina,

dudando de que acierte, empeño mi reloj en la botica.

¡Qué condición! ¡Qué perra suerte!

¡Rosario se me muere!

—me repito—
y en la calle, la noche, el farol y la gente no escucharán mi grito (24).

De la producción lírica del poeta, en este artículo sólo comentaremos algunos poemas
de la colección Escribo en las paredes (1960), Espejo humeante (1968) y No consta en
actas (1979), que nos permiten trazar un esquema de preocupaciones y
representaciones sociales y políticas de la época en la que Bañuelos se observa como
un trabajador de la palabra al servicio del pueblo, en una suerte de cronista del
ambiente miserable y repulsivo que lee en los diarios, observa en la televisión o vive
en las calles.

En el poema "Profecía inmediata", Bañuelos se pregunta sobre la verdadera función del


poeta y la sinceridad que debe guardar el texto literario en momentos en los que el
horror de lo que sucede escapa a la representación que pudiera hacerse. La poesía no
es suficiente, tampoco el llanto, ni la rabia. El poeta cambia el registro del poema en
papel y opta por escribir en las paredes, quizás con la intención de llegar al pueblo:

No sirve ya el papel.

No sirve el llanto.

Escribo en las paredes (39).

La protesta a través de la poesía es la forma a la que recurre el yo lírico para crear


conciencia social, al menos en sí mismo. Aunque en ocasiones los poemas de Bañuelos
no refieren el acontecimiento que es objeto de denuncia, al hacerlo de forma general
deja para las nuevas generaciones la tarea de actualizar el poema. En el soneto "No
hablo de mí, de todos hablo", el poeta se lamenta por el hambre, la pena y el llanto del
pueblo. Su arma y contribución social es la poesía: "Amo este pueblo y este amor
levanto", dice en el último verso del segundo cuarteto, y en los dos tercetos enfatiza
su relación con la escritura en esos días terribles en donde la protesta es necesaria
porque el poeta advierte la desesperanza.

Se hincha mi pecho y saltan los botones

de mi camisa. Silbo. Doy alarmas.

Y el viento se levanta de los llanos.

Oíd: golpeando puertas y portones

escribo y hablo: son éstas mis armas.

Y ésta es mi patria. Y éstas son mis manos (61).

Juan Bañuelos registra en su poesía acontecimientos como la hambruna de los


pueblos, el asesinato de luchadores sociales, ya sean anónimos o mediáticos, como es
el caso de Ernesto, el Che Guevara, asesinado en Bolivia en 1967 y a quien el poeta
homenajea en "Fusil, hoja que conmueve a todo el árbol". Bañuelos se admite como
parte del pueblo, va a las marchas, se solidariza a través de la escritura con los
obreros, adopta el discurso de la colectividad y lo hace poesía, como en el poema
"Huelga de hambre", poema extenso, dividido en cinco partes que Bañuelos escribe
con motivo de una manifestación permanente afuera de la Academia de San Carlos a
finales de 1959, en donde se pide la libertad de los presos políticos de México. En este
poema se describen las calles del Centro Histórico con su bullicio y mercaderes;
contrasta el anonimato de los manifestantes frente a los ojos de los parroquianos
indiferentes, en cambio, denuncia las miradas vigilantes de la policía hacia todo aquel
que se manifiesta por las calles: obreros, ferrocarrileros, hambrientos y demás
ciudadanos vigilados. Como forma de contraste ante el anonimato, Bañuelos asume su
compromiso con la palabra desde la enunciación del yo de un ciudadano, hijo de una
patria que ha sido sometida a una larga cadena de afrentas. Ante cualquier posible
interrogatorio policial, el poeta se revela a sí mismo:

Las palabras son hijas de la vida.

Sufren, paren; también tienen sus muertos.

Y en la honda capital de la miseria

las armé de fusiles y de verbos

(en esta patria muda, perseguida,

donde hasta el aire mismo va a dolernos).

Yo fui el autor.

Lo que suena a dolor me suena a pueblo.

Nací en el Sur. Mi nombre:

Juan Bañuelos (80).

El poeta registra la rabia, presta su voz al guerrillero fusilado, no escatima palabras


para el odio y la tristeza por los crímenes y miserias a las que son sometidos los más
pobres dentro del aparato económico y político que confina a la masa a la
servidumbre.

Del poemario Espejo humeante, la sección "Espalda tatuada de hábitos terrestres" se


compone de catorce poemas en los que la voz lírica va incluyendo episodios de guerra,
protesta o guerrilla a nivel nacional e internacional. En el primer caso, Bañuelos vuelca
su protesta frente a la memoria por los acontecimientos trágicos de Hiroshima,
ocurridos el 6 de agosto de 1945, con la intención de aniquilar a Japón e instaurar en
el poder colonialista a los Estados Unidos. La bomba atómica es el acontecimiento de la
física nuclear más trágico del siglo XX, ya que agrupó al Estado, a la industria y a los
científicos al servicio de la guerra. La reacción nuclear fue el mecanismo esperado para
debilitar a los países del eje (Japón, Alemania e Italia) y al proyecto socialista de
Rusia; sin embargo, la explosión nuclear en Hiroshima contabilizó al menos setenta mil
muertos de forma inmediata y otros ochenta mil que fallecieron en los siguientes días a
la explosión como efecto de la radiación nuclear. El episodio de Hiroshima y Nagasaki
ha quedado en la historia internacional como una tragedia de lesa humanidad que
pone en evidencia la destrucción del medio ambiente, la deshumanización del hombre,
el poder político y la complicidad de la ciencia al servicio de la destrucción. Bajo el
esquema de un caligrama, Bañuelos recurre a la memoria personal y colectiva para
rememorar la explosión:

Por su parte, el poema "Sala de espera" recurre a la referencia hospitalaria (el poeta
se siente herido) para denunciar la guerra en Vietnam, particularmente el bombardeo
con napalm, ocurrido el 8 de junio de 1972 y que, nuevamente toma como víctimas al
pueblo. Lo mismo da que se trate de un acontecimiento bélico internacional que una
guerra civil en la que el imperio de la dictadura instaura el horror, el crimen y la
represión absoluta frente a cualquier movimiento de protesta, como fue el caso de
República Dominicana en manos del sanguinario Rafael Leónidas Trujillo, quien ocupó
el poder de 1930 a 1938 y de 1942 a 1952. Al poeta le interesa hacer la historia de la
infamia; se solidariza con el dolor, recurre a la memoria histórica y colectiva:

Toda la noche floté como el corcho

de una botella golpeada por ahogados,

tañí un árbol de crines transparentes,

saludé repitiendo los mismos harapos

y fui de sangre en sangre entre los que caían

en Vietnam y en la Dominicana.

En la sala sonaba un órgano de esponjas (105).

Por su parte, en el poemario No consta en actas, Bañuelos se dedica a rememorar lo


ocurrido en Tlatelolco, en octubre de 1968. El poemario, dedicado a Octavio Paz,
dialoga con la historia prehispánica de Tlatelolco como lugar de ceremonia, batallas y
sacrificios. Bañuelos lleva al siglo XX la historia de la infamia de aquello que,
efectivamente, no constó en actas. La manifestación social reprimida y el crimen en la
Plaza de las Tres Culturas se convierten en una "casa de niebla", en un espacio
tenebroso. Los luchadores del pasado han quedado inscritos en piedra, pero en el
presente de la enunciación, Bañuelos registra en papel la represión y el crimen. Así, los
que antes eran guerreros y defensores de una cultura, ahora son víctimas o victimarios
de un sistema que subordina al pueblo y lo enfrenta con los suyos:

¿Qué importan las granadas de gas

al borde del estruendo en las manos rapaces?

Ah, soldados, granaderos, hermanitos inmundos

si fueran distintos en un país distinto

en donde la pobreza

afinada como un instrumento peligroso

no los hiciera doblemente abyectos (221).

En el poema "No consta en actas", Bañuelos va haciendo la crónica poética de la


Marcha del silencio; habla sobre el allanamiento de morada como estrategia para
sembrar el pánico social; también recuerda a las víctimas que se encuentran en los
hospitales, a los que huyen o a los que son enterrados de forma clandestina para
desaparecer las evidencias del crimen.

El poemario de Bañuelos presenta una visión catastrófica del hecho histórico nacional,
pero sobre todo considera que a partir de este acontecimiento, México es un país sin
lengua, una patria avejentada. En "Lienzo de las vejaciones", dice:

(Radiografía)

el 2 de octubre de 1968

envejecimos mil años

aunque todo sucedió

en una sola tarde.

La memoria —vacía desde entonces

se llena a veces

de un vago tiempo humano (232).

En el poemario de Bañuelos, el 2 de octubre de 1968 queda registrado como el inicio


de una época cruenta en México, sobre todo porque vendrá una oleada de represión de
las guerrillas, como en el caso de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, ambos
simpatizantes del Partido de los Pobres y acaecidos, el primero en febrero de 1972 y el
segundo en diciembre de 1974.
Juan Bañuelos presenta su visión sobre la pobreza del pueblo en oposición a la
opulencia de la clase política dirigente. Se trata de un país fragmentado, dolido y
muerto en varios sentidos:

¿Por qué este derroche de fantasmas?

Soy de un país

donde se habla sin lengua

donde se baila

sin piernas,

donde las tumbas marchan

sobre sus propios pies (234).

Abigael Bohórquez... "Ya no estoy para rosas"

El poeta y dramaturgo sonorense Abigael Bohórquez (Caborca, Sonora, 12 de marzo


de 1936, Hermosillo, Sonora, 28 de noviembre de 1995),2 llamado por algunos críticos
como "El poeta del Norte", ha sido dentro del panorama de la poesía y el teatro en
México un autor marginal en el sentido de que su obra ha sido muy poco difundida,
reeditada y estudiada, en gran medida porque no pertenece a generación literaria
alguna, al menos de las más visibles, aquellas que sostuvieron revistas, encuentros o
publicaciones conjuntas en el centro del país.

En el campo literario, que un autor ingrese al canon significa que existe, que tiene un
público lector, un número de críticos literarios y editoriales interesadas en su trabajo y
que, además, es referido en los manuales literarios e incorporado en las antologías. En
el caso particular del poeta sonorense, ninguna de las antologías clásicas de la poesía
mexicana del siglo XX incorpora su producción. En el libro La literatura mexicana del
siglo XX (1995), de José Luis Martínez y Christopher Domínguez Michael, no hay una
sola mención al trabajo literario de Bohórquez. Lo mismo sucede en Poesía en
movimiento (1966), texto antológico preparado por Octavio Paz, Alí Chumacero, José
Emilio Pacheco y Homero Aridjis. Es comprensible la no inclusión de Bohórquez en este
libro debido a que sus mejores poemas estaban por escribirse. Por su parte,
en Ómnibus de la poesía mexicana (1971), compilación de Gabriel Zaid, tampoco se
incluye al poeta, por lo que el nombre de Abigael Bohórquez ha quedado al margen de
los grupos literarios que construyen y definen el canon. Más allá de la no incorporación
del autor en una generación poética, lo mejor será juzgar su producción a la luz de lo
que propone. Conviene entonces detenernos precisamente en sus propuestas literarias
y estudiarlo por lo que sus propios textos significan desde los márgenes de la poesía
mexicana y del diálogo divergente que establece con una tradición.

La obra poética del autor sonorense consta de trece libros. A mi juicio, podemos dividir
su obra en tres momentos: 1). Poesía inicial, que abarca los libros Ensayos
poéticos (1955) y Fe de Bautismo (1960), en donde habla sobre el amor, la naturaleza
mexicana, la tristeza y el desamor. 2). Poesía de tema social y citadina/rural,
compuesta por los libros Acta de confirmación (1966), Canción de amor y muerte por
Rubén Jaramillo y otros poemas civiles (1967), Las amarras terrestres (1969)
y Memoria en la Alta Milpa (1975), en donde se ocupa ampliamente del tema político y
social no sólo de México sino en América Latina, con sus correspondientes escenarios
de represión, abusos y abyección del poder político y económico. La Ciudad de México
también ocupa un lugar privilegiado en cuanto a la representación que hace el poeta
de estos espacios. Es precisamente este segundo momento en el que se observa la
madurez lírica del poeta; no obstante, la crítica literaria y académica ignoró en su
mayoría la contribución del autor sonorense. El tercer momento en su obra lo
componen los libros Digo lo que amo (1976), Desierto mayor (1980), Abigaeles y
poeníñimos (1990), Poesía en limpio. 1979-1988 (1990) y Navegación en
Yoremito (1993), en donde habla sobre el tema homoerótico, tópicos infantiles,
familiares y sobre el paso del tiempo. La obra póstuma consta de los siguientes
títulos: Poesida (1996) y Poesía inédita (2005). En el primero, el autor se ocupa
nuevamente del tema amoroso y sexual entre hombres pero, sobre todo, del homenaje
a todos sus amigos muertos de sida, en tanto que en Poesía inédita, a través de la
jitanjáfora, Bohórquez hace un homenaje a la cantante sinaloense Lola Beltrán, a quien
tanto admiró.

Amén de lo anterior, conviene preguntarnos cuáles son las razones por las cuales se
excluye de manera visible al poeta Abigael Bohórquez y se le impide su paso al
panorama de la poesía mexicana de los años sesenta y setenta, cuando en estas
décadas el autor produjo poemas prodigiosos como "Llanto por la muerte de un perro",
"Menú para el generalísimo", "Acta de confirmación" o "Noche noche", cuatro de los
mejores poemas del autor sonorense.

Es en los temas sociales en los que Bohórquez representa la abyección política, la


miseria humana e incluso en los que hace referencia u homenajea a luchadores
sociales como Rubén Jaramillo, pero también lleva al espacio de la poesía contextos
adversos como las dictaduras en América Latina, Vietnam, Hiroshima y Nagasaki. En
varios poemas, sobre todo en aquellos escritos y publicados en los años sesenta y
setenta, el poeta hace la apología de una época convulsa, llena de injusticias sociales y
de un futuro incierto. Si bien es cierto que autores como José Emilio Pacheco,
Margarita Paz Paredes, Jaime Labastida, Óscar Oliva, Efraín Huerta y Rosario
Castellanos escribieron poemas de tema político, sobre todo a partir de la matanza del
2 de octubre de 1968, el discurso de Bohórquez resulta aún más disidente; su poesía
de puño y rabia se erige como el testimonio de un autor que es parte de los
marginados y grita su dolor y protesta porque experimenta una solidaridad de clase; él
mismo es parte de una colectividad; su función de poeta no reconocido en su momento
lo vuelve vulnerable por excluido.

En la rama del testimonio narrativo Los días y los años (1970), de Luis González de


Alba y La noche de Tlatelolco (1971), de Elena Poniatowska se convirtieron en dos
fuentes imprescindibles para entender el trágico acontecimiento del 68 en México.
Quizás en el terreno de la poesía, la obra de Bohórquez tenga más diálogo con la de
autores como Roque Dalton, Ernesto Cardenal, Alaíde Foppa, Nicanor Parra, e incluso
con las voces de Víctor Jara y Violeta Parra, como cantores y poetas populares. La
poética de Bohórquez vislumbra su compromiso social, ya que constantemente trata
temas como la censura, la libertad de expresión, el circo político, con sus
correspondientes injusticias sociales y los contextos caóticos del periodo de la Guerra
Fría y la escena trágica de Vietnam y el México del 68.
Carlos Monsiváis se pregunta en "Notas sobre la cultura mexicana del siglo XX" si
existe una cultura literaria después del 2 de octubre de 1968. Más allá del libro
testimonial La noche de Tlatelolco de Poniatowska, considera el cronista que "La
matanza de las Tres Culturas y el 68 no han dispuesto de tratamientos perceptivos y
críticos y lo más común ha sido desplegar la tragedia sobre un fondo melodramático, o
— actitud también en el mercado — convertirla en un episodio amarillista, gracias a la
presunción de que el destino de los asesinatos es la nota roja" (2000: 1046).
Monsiváis reconoce tres novelas emblemáticas posteriores al movimiento estudiantil de
1968: Lapsus (1971) de Héctor Manjarrez, Cadáver lleno de mundo (1971), de Jorge
Aguilar Mora y Se está haciendo tarde (1973), de José Agustín. Nosotros insistimos en
que la poesía de Bohórquez, intencionalmente borrada por Monsiváis debido a la
animadversión que éste sentía por el poeta y dramaturgo, constituye una voz disidente
que bien merece atención y requiere un estudio a fondo.3

Evocar a Abigael Bohórquez es necesario desde el presente, pues se trata de hacer una
revisión del concepto de "utopía" en el siglo XX, una época convulsa, llena de derrotas
y muertes incluso ideológicas, marcada por traiciones a nivel nacional y con intereses
imperialistas. La presencia poética de Bohórquez viene a replantear el concepto de
"utopía" en el siglo XX en América Latina. Su posición no fue de izquierda; siempre
actuó de forma autónoma, criticando incluso a esas izquierdas que excluyen de sus
filas a los disidentes sexuales porque se piensa que no son útiles para la revolución. En
su poesía está la figura del hombre que piensa y escribe sobre el hombre, de ahí que
su compromiso con la poesía social sea casi exclusiva en México. Pocos poetas
mexicanos de su tiempo actuaron con tanta responsabilidad social al llevar al terreno
de la poesía las vidas de personajes casi anónimos como Rubén Jaramillo, gran
personaje del periodo posrevolucionario. Abigael Bohórquez hace una disección de la
política y las representaciones sociales en América Latina. Desde esta perspectiva, la
disidencia política de Abigael Bohórquez le hizo pasar por las vicisitudes de su carrera
literaria, además de las económicas; su compromiso con lo social tiene el sello de la
consecuencia que supone utilizar la poesía como una artillería de pensamiento crítico
en el que hace una revisión de las condiciones sociohistóricas del momento.

Bohórquez es de los pocos poetas en México que en su momento habló sobre el


terrorismo de Estado, el imperialismo y la intervención imperialista estadounidense en
Nicaragua, El Salvador, Honduras o Guatemala. De ideología socialista —aunque nunca
fue militante—, el poeta repudia el golpe de Estado y la dictadura de Augusto Pinochet
en Chile, iniciada en 1973, así como la sangrienta dictadura de Jorge Rafael Videla, en
Argentina (1976-1981).

En su libro Genealogía de la soberbia intelectual (2013), Enrique Serna utiliza el


término "intelectuales orgánicos" para hablar sobre los mecanismos que se instauran a
través de las instituciones públicas porque, aduce, resulta imposible hacer una carrera
fuera de ellas. Para estudiar la presencia literaria e incluso mediática de autores como
Fernando Benítez, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Elena Poniatowska y otros más, Serna
contextualiza y explica la relación de los intelectuales orgánicos en México,
particularmente a partir de 1988:

Cuando un crítico pone en duda el valor literario de una vaca sagrada con pensión
vitalicia, no sólo demerita una obra: denuncia un fraude a la nación [...] El intelectual
orgánico puede ser un funcionario público respetable o un cómplice de tropelías
dictatoriales, según la naturaleza del régimen al que sirva [....] cuando la
intelectualidad burocratizada encubre a un estado delincuencial, como sucedía en
México, o cuando respalda a un régimen totalitario, como ocurrió con las dictaduras del
bloque socialista, la élite mimada que disfruta privilegios inmerecidos pierde su bien
más valioso: la credibilidad. Una vez roto ese canal de comunicación, la desconfianza
impide cualquier intento de restablecer el diálogo con el público traicionado (162-163).

En el caso de Abigael Bohórquez, gran parte de sus libros se publicaron en editoriales


de poca circulación. Las preguntas centrales que surgen para entender la poesía y
difusión de tema social son: ¿cuáles son las razones por las que la difusión de la obra
del autor fue en su momento casi nula? ¿El respaldo a un régimen supone la
promoción de los artistas, el reconocimiento e incluso los premios? ¿Cómo funciona,
quién dirige o mandata los postulados estéticos que hacen que un autor sea estudiado
por la academia y la crítica especializada? ¿Qué lugar ocupa la poesía de tema social
dentro de la obra en general de un autor, una época y un contexto?

En el libro Poesía rebelde en Latinoamérica (1978), Saúl Ibargoyen y Jorge Boccanera


señalan que con frecuencia se piensa que este tipo de poesía es rebelde, contestataria,
militante, protestataria o revolucionaria. Los autores antologan textos de autores de
Latinoamérica y el Caribe que durante los años sesenta y setenta quedan unidos por el
sentido de la protesta a través de la poesía.

La poesía de tema social es desde mi punto de vista un testimonio e ideología


disidente que, a través del lenguaje —herramienta de comunicación y diálogo social—
inscribe en el espacio literario un discurso de denuncia de injusticias y conflictos
políticos de orden local, nacional o internacional. La poesía es un arma de resistencia a
través del lenguaje y si bien es cierto que un producto literario no puede cambiar el
sistema de injusticias, sí logra, a partir de ciertos recursos técnicos, retóricos e
ideológicos, comunicar, dialogar con el lector, denunciar o interrogar acontecimientos
sociales. La representación social a través de la poesía materializa la visión del mundo
del yo lírico, así como su concepción de la justicia y la injusticia. El poeta que recurre a
estos temas escribe para sí, pero también para su momento histórico. La noción del
poeta apartado de la sociedad es una idea que se difumina fácilmente cuando el
creador sale a las calles, observa, dialoga y participa. Ejemplos de poetas que trabajan
con la sociedad en Latinoamérica hay muchos, al menos durante el caótico siglo XX:
Roque Dalton, Ernesto Cardenal, Alaíde Foppa, Mario Benedetti, Pablo de Rokha o
Pablo Neruda, por ejemplo. Este último recuerda en su libro de memorias, Confieso
que he vivido, su encuentro con los trabajadores del mercado de la Vega Central, en la
periferia de Santiago de Chile. Al dar una charla un tanto improvisada y al leer poemas
de su libro España en el corazón, Neruda apunta:

La lectura duró más de una hora. Cuando me disponía a retirarme, uno de aquellos
hombres se levantó. Era de los que llevaban el saco anudado alrededor de la cintura.

—Quiero agradecerle en nombre de todos —dijo en alta voz—. Quiero decirle, además,
que nunca nada nos ha impresionado tanto.

Al terminar estas palabras estalló en un sollozo. Otros varios también lloraron. Salí a la
calle entre miradas húmedas y rudos apretones de mano.

¿Puede un poeta ser el mismo después de haber pasado por estas pruebas de frío y
fuego? (2004: 305).
¿Cuál es el compromiso del poeta con el pueblo? ¿La poesía de tema social comunica,
hace más sensibles y críticos a quienes lo escuchan? ¿En qué medida lo hace? A decir
del escritor ecuatoriano Miguel Donoso Pareja,

un poema, por muy revolucionarias que sean las ideas que expresa, no cambia la
realidad. Podría impugnarla, cuestionarla, rechazarla y hasta desacreditarla, pero
jamás cambiarla puesto que toda transformación revolucionaria implica una militancia
política y una acción. Sí podrá, en cambio —aun expresando contenidos reaccionarios—
revolucionar la poesía, si es que, en cuanto poema, se enfrenta a su propia naturaleza
y la transforma (citado en Ibargoyen y Boccanera: 10).

La poesía de tema social en Latinoamérica presenta sus particularidades respecto a las


propuestas estéticas y representaciones políticas y sociales nacionales, pero también
todas estas tendencias están unidas por el tema de la exposición temática, la denuncia
o el homenaje a los personajes que luchan en contra de un régimen que instaura el
poder como recurso para legitimarse. La conexión intertextual de dos o más textos que
se unen por la representación de un mismo tema social se llama "cotexto", según la
nomenclatura usada por Régine Robin para aludir a los referentes intertextuales que
forman un sistema de referentes temáticos que se concatenan y complementan,
continúan o amplían el discurso ideológico en un texto literario.

Poesía y contexto sociopolítico son el resultado de lo que se vive en diferentes lugares


de Latinoamérica durante el siglo XX. El texto poético adquiere un nuevo significante
cuando se lee más allá de los márgenes de la literariedad formalista y desde una
perspectiva sociopolítica, de ahí la importancia de referir los postulados de la sociología
de la literatura como una opción de estudio del texto literario.

La sociología de la literatura propone centrar la atención e indagar más allá del "dentro
del texto". Para estudiosos como Régine Robin, existe un "fuera del texto" que refiere
la temporalidad, el mensaje y el espacio imaginario que está en el extratexto, es decir,
en los márgenes de lo que el lector reconoce fuera de la obra literaria. Esta operación
permite reinscribir dentro de la literatura el discurso social desde una perspectiva
subjetiva que opera inicialmente dentro de los parámetros y permisividades que se da
el creador para no convertir su texto en un panfleto o discurso historiográfico, pues la
intención de un texto literario de tema social no puede ser la de fijar una versión
histórica, ya que desde el primer momento, la mirada, el método de acercamiento al
hecho social y el uso de recursos literarios impiden hablar de objetividad. Bajo esta
perspectiva, el "dentro del texto" al que alude Robin resulta de la apreciación subjetiva
del artista, en tanto que el "fuera del texto" permite sobre todo al lector indagar en los
márgenes, épocas y circunstancias de producción y alusión de un periodo histórico al
que se refiere un hecho literario. En todo caso, la objetividad puede darse cuando se
analiza el "fuera del texto".

La preocupación del tema social en Abigael Bohórquez está presente desde sus
primeras obras. En el caso particular del poema "Retablo indígena...", que pertenece al
poemario Ensayos poéticos (1955), el autor, con plena conciencia de lo que supone el
asunto indígena en México, plantea una visión de la miseria, la pobreza y la orfandad
humana en una geografía calcinada por el abandono. A pesar de que en su madurez
Bohórquez renegó de su primer libro, este poema destaca por los juegos de sinestesia
para referir la tragedia de una mujer indígena y su hijo a punto de morir. La voz lírica
se ubica como un espectador de ese "retablo" que contiene una historia "movible" y
que se corresponde con la realidad indígena nacional. Cito el poema completo debido a
que es casi desconocido:

Con su enagua roja,

trágicamente roja de rencores...

y su poncho negro,

para siempre teñido de tristeza,

trota la indita estéril de alegrías,

mientras indólicamente enmudecido

en sus espaldas,

el vástago,

un átomo paréceme de ausencia

bajo el atardecer de luces que se duermen

en el espejo de las aguas muertas...

Chisporrotea el sol ansiosamente,

y en los pies de la indita

hay un dejo de olvido estrangulante...

una lágrima seca

se prende a las pestañas desgarbadas

cual ave prisionera...

y su mirada

cual lánguido miraje de intenciones,

en sus oblicuos ojos se taladra

cual un ligero vértigo de luna...

Colina arriba

trota la indita...
absorbiendo el paisaje en sus caderas

infantilmente estrechas

y mientras se quiebra el ídolo de piedra

en la bruma del tiempo, que encanece

gruñendo de impotencia,

en la ladera que peina matorrales

se levanta la cruz del misterio

en contraste angustioso...

Fe-esperanza.

Colina abajo

cual un pedazo de bronce acomplejado

trota la indita...

Y cual signos algebraicos

aparecen las estrellas en sus raras ecuaciones

de indolencia...

Mientras mírase abstraído, platicar con la distancia

el ojear del chilpayate...

Y en contraste con el negro firmamento

que se aburre de esmeralda

y quiere llegar a Dios,

se desliza la nativa

por las secas sementeras

que rumiando desprecios vanse quedando muertas

por amnesia de un olvidado ayer...

Ya no se ve la india!
y en las zarzas

se han quedado prendidos los colores

llenos de pesadumbre

de su enagua

trágicamente roja de rencores... (1955: 12)

En 1990 el poeta Abigael Bohórquez, entrevistado por Juana Reyes, refiere que en
medio del contexto adverso nacional, "no pueden los poetas, como todos los artistas,
evadirse, hacer literatura o poesía de ciencia ficción, cerrar los ojos a la realidad;
tienen que derribar la Torre de Marfil y fundirse en la tragedia del hombre común,
participar en la lucha por la desaparición de la injusticia. Creo que el artista verdadero
debe darse a su gran obra, aquella que está hecha con la sangre y los huesos de los
hombres" (10).

El compromiso de Abigael Bohórquez con la poesía, la representación social y la


resistencia a través de la escritura comprometida se da desde 1960, cuando incorpora
su magistral poema "Llanto por la muerte de un perro" en la colección Fe de bautismo.
Después vendrán los libros marcadamente comprometidos respecto al tema social y la
protesta por el acontecer nacional e internacional como Acta de confirmación (1966)
y Canción de amor y muerte por Rubén Jaramillo y otros poemas civiles (1967).4 No
será gratuito que la crítica literaria "autorizada" ignore casi por completo estos libros.

En 1975, Abigael Bohórquez publica Memoria en la Alta Milpa, un texto en donde habla


sobre la geografía rural del Distrito Federal. Se ocupa también del tema homosexual en
buena parte de estos poemas, aunque no olvida el asunto de la representación
contextual del siglo XX, tanto a nivel local, como nacional o internacional. Uno de esos
textos es "Día franco", poema extenso y eminentemente musical en el que en el nivel
fónico-fonológico el poeta construye una gran onomatopeya con énfasis en las sílabas
oxítonas y en el encabalgamiento que da un sentido especial al poema debido a la
forma en que se "juega" con la acentuación de las palabras. Para la construcción del
poema, Bohórquez usa la onomatopeya con acierto para crear rimas alternadas.

"Día franco" posiciona la visión ácida del yo lírico que reacciona en contra de la
tragedia en medio de los intereses mediáticos y políticos que instauran la política del
"aquí no pasa nada" y en cambio mediatizan a través de la cultura del entretenimiento
y la música popular, un fácil Carpe diem basado en el consumo, la felicidad, la fe en el
gobierno y sus instituciones porque sólo así se asegura el progreso personal, familiar y
colectivo. En medio de ese discurso que Bohórquez denuncia desde la parodia,
podemos notar que introduce al menos cuatro voces: la del sonido de un reloj, la del
poeta, la referencia a discursos políticos/ jurídicos y, aquellas referencias con lo
popular, como es el tema de canciones, porras o pensamientos monológicos de la clase
trabajadora. La polifonía de este poema le otorga un carácter teatral que facilita
incluso una posible puesta en escena.

El título "Día franco" alude al lenguaje del descanso en la milicia, instancia que dentro
del poema queda revelada por la vigilancia y control de los ciudadanos. Por su parte, el
sonido del reloj marca el tiempo real que va de las dos a las cinco horas, pero también
marca el tiempo histórico y sus acontecimientos.
En el ámbito internacional, Bohórquez refiere acontecimientos posteriores a la Segunda
Guerra Mundial: la guerra de Biafra, ciudad nigeriana que en 1967 inició una cruenta
guerra civil debido a sus intereses de independizarse de Nigeria, ya que la ciudad es
una de las regiones más importantes en yacimientos petroleros de África. La
desestabilización social cobró en sólo ocho meses la vida de más de dos millones de
personas, porque más allá del conflicto civil, el patrocinio bélico de las compañías
petroleras internacionales fue considerable. Otros acontecimientos de orden
internacional referidos en el poema son el asesinato del Che Guevara en Bolivia en
1967, país que en 1971 es víctima de un golpe de Estado por parte de Hugo Banzer,
quien reprimió todo acto de guerrilla y revolución. La Revolución Cubana de 1959, la
Guerra de Vietnam, el conflicto de los negros en Estados Unidos y la aparición de
empresas transnacionales en diferentes partes del mundo son parte de la política
colonizadora que silencia e instaura regímenes militares y sistemas políticos y
económicos de grandes injusticias sociales e incluso daños ecológicos que son
consecuencia de la guerra nuclear. El nacimiento del grupo guerrillero Tupamaros en
Uruguay durante los años sesenta, o la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado, en
Perú durante 1968-1975, son algunos de los referentes obligados a los que recurre
Bohórquez en un ejercicio de la memoria personal que se vuelve colectiva cuando
existen interlocutores con las mismas preocupaciones. Así, desde el terreno de la
poesía, el artista se pregunta cuál es la función del creador, dónde están los poetas y
su compromiso con lo que sucede más allá de la palabra. La referencia intertextual
paródica del poema "20" de Pablo Neruda, perteneciente a su libro Veinte poemas de
amor y una canción desesperada (1924) tiene la función de desolemnizar a los
imitadores del chileno y no al Premio Nobel de Literatura 1971. 5

Biafra...

qué poca cosa el corazón,

para qué ha de servir,

de qué sirvió el pendejo poema,

protestamos, protestamos, protes

dan

ganas de cagarse en uno mismo,

don

poeta

carajadita irresistible,

inservible

charlatán

dón
destarán

el gran rey don nóbel,

dó los infantes del verso correlón,

qué se fizieron?

din,

Berlín,

dan,

Vietnam,

cantan los merolicos veinte boleros de amor

y otra guaracha desesperebria,

dan las dos también en algún sitio de América

donde Perú o Bolivia

dánlas,

dan,

don (1981: 109)

En el ámbito de lo nacional, el poeta se observa desde su voz impotente en medio de


una mercadotecnia ilusoria del placer y el supuesto bienestar social, pues frente a la
realidad de un país con fuertes conflictos sociales, se impone la famosa expresión de la
porra usada en festividades nacionales, onomásticos y demás motivos, sólo que
Bohórquez se refiere a los tres partidos políticos más importantes del momento en
México y la onomatopeya guarda un cariz bélico ("bang" en lugar de "ban"), a su vez
que la ruptura o separación de palabras ("danlas" por "dan las") en un sentido
fonético, alude a una referencia de entrega sexual. En el siguiente ejemplo
observamos el recurso de la ruptura de una voz (la del poeta) para dar paso al
discurso de la festividad política dominante. El poeta toma como pre-texto la porra del
equipo América, que procede de 1924:

en cuatro patas

la noche ladra;

don,

desearía no estar solo,


llegar

don

desearía estar cerca de alguien como yo,

solo,

siquitubum a la bim bom bam,

siquitibum a la bom bom bam,

a la bio, a la bao, a la bim bom bang,

a la pri, pan, parm,

danlas

dos,

don (108).

En medio de lo ilusorio y pasajero de la festividad política y del espectáculo, el poeta


refiere también a la gente de la clase media que toma el camión para llegar a su
escuela o trabajo, aquellos que ocupan su mente en realizaciones eróticas, mientras
otros, ensimismados, piensan en sus deudas o en ingresar a la academia de policía, en
comprarse ropa nueva, en ir al médico. En medio de las preocupaciones por las
necesidades inmediatas y los sueños, el poeta introduce un verso de la famosa canción
"039", del cantante de música tropical Mike Laure: "039 039 039 se la llevó" (112).
Para mitigar las preocupaciones sobre la pobreza social, el caos nacional e
internacional, existe un aparato cultural popular que entretiene y hace olvidar a la
gente su condición menesterosa.

En este caso, a diferencia de otros poemas más combativos publicados en Acta de


confirmación once años antes, aquí se tiene una visión fatalista de la realidad.
Considera que incluso la poesía y la manifestación resultan insuficientes: "puedo
escribir los versos más tristes esta noche / y tan tan" (112). Su visión es catastrófica,
casi apocalíptica, porque las reglas de las desigualdades sociales han permeado
considerablemente la sociedad, entretenida en el consumo y en los intereses
personalísimos y la subsistencia inmediata e incluso en las aspiraciones frívolas e
innecesarias. El poema cierra con la siguiente estrofa: "Amigos, / son ahora las cinco. /
Sueña. / Todos estamos muertos / de antemano".

Juan Bañuelos y Abigagel Bohórquez son dos poetas que más allá de compartir
amistad e ideología política, son desde mi punto de vista creadores que sostuvieron
una férrea batalla en contra de los postulados e intereses del canon literario que
autoriza, hace o impide la promoción de la obra de otros. A la par que su compromiso
con la estética poética, su voz disidente se sostiene en los discursos emergentes de la
palabra que no se doblegan al poder político y cultural de los "intelectuales orgánicos".
La realidad circundante se convierte en fuente de significación poética, modo de
conocimiento y diálogo con la historia y su larga tradición de infamias e injusticias. Es
quizás su actitud rebelde la que convierte a estos dos poetas en fuentes obligadas para
la revisión de la poesía mexicana de tema social durante el siglo XX.

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LITERATURA DE COMPROMISO SOCIAL


Literatura y literatura traducida: entre compromiso social y (re)creación estética JUAN
ANTONIO ALBALADEJO MARTÍNEZ Universidad de Alicante ja.albaladejo@ua.es Recibido:
15 de abril de 2010 Aceptado: 22 de septiembre de 2010 RESUMEN En el artículo se
analiza, a través del ejemplo de la novela Puerto Limón del costarricense Joaquín Gutiérrez
así como de la versión alemana de la obra, la aparente disyuntiva entre compromiso social
y (re)creación estética del texto literario. El estudio refleja de qué forma el autor y el
traductor, cada uno a su manera, han tratado de conciliar el compromiso social con el
carácter eminentemente estético que todo texto literario debe reunir para ser
considerado como tal. El análisis de la novela, junto con el contraste entre el original y el
texto meta, muestran respectivamente los procedimientos empleados por el autor y el
traductor destinados a superar la posible incompatibilidad de estas dos finalidades
frecuentemente opuestas. Palabras clave: Literatura y compromiso social, creación y
recreación estética, traducción, marcación lingüística Literature and translated literature:
Between social commitment and aesthetic (re)creation ABSTRACT The article analyses the
apparent dilemma between social commitment and aesthetic (re)creation that
characterizes both the novel Puerto Limón, written by the Costa Rican Joaquín Gutiérrez,
as well as its German translation. The study shows how the author and the translator have
tried in their own specific way to reconcile the intended social commitment with the
aesthetics of literature. The analysis of the novel and the contrast with the translation
reflect the procedures that the author and the translator have used in order to overcome
the potential conflict between these two purposes. Key words: Literature and social
commitment, aesthetic creation and recreation, translation, linguistic marking. Estudios de
Traducción 2011, vol. 1, 73-84 73 ISSN: 2174-047X doi: 10.5209/rev_ESTR.2011.v1.5
Sumario: 1. Literatura entre compromiso social y creación estética. 2. Literatura traducida
entre compromiso social y recreación estética. 3. Conclusiones. 1. Literatura entre
compromiso social y creación estética Ciertamente, la literatura no es algo que se asocie
de inmediato con el pequeño país centroamericano de Costa Rica, conocido y famoso en
todo el mundo por su gran riqueza natural. Si bien no cuenta con una gran proyección
internacional no deja de ser una tierra que ha visto crecer a autores importantes –por
ejemplo Aquileo Echeverría (Concherías), Joaquín García Monge (El moto) o Carmen Lyra
(Cuentos de mi Tía Panchita)– cuyos textos merecerían un mayor reconocimiento por
parte de la crítica y del gran público. A pesar de su escasa difusión, Giuseppe Bellini resalta
en su Historia de la literatura hispanoamericana la fecunda aportación de las letras
costarricenses a la literatura en lengua española al afirmar que “Costa Rica es un país
especialmente afortunado por el gran número de excelentes narradores que posee”
(Bellini 1985: 604- 605). Aun contando con esos excelentes narradores, la literatura de los
ticos1 no ha participado del gran boom de la literatura hispanoamericana que se
desencadenó en torno al realismo mágico2 . Sin embargo, durante un prolongado periodo
del siglo XX gozó de una importante recepción en una parte de Europa, en concreto de
Europa del Este. Los motivos que explican el relevante papel que desempeñaron los textos
de autores como Carlos Luis Fallas, Fabián Dobles o Joaquín Gutiérrez en la República
Democrática, en Hungría o en la Unión Soviética radican en el compromiso político y social
que implicaban sus obras. Por tanto, la atención recibida en esos países no siempre
obedecía a razones estrictamente literarias sino más bien a afinidades políticas e
ideológicas. Es decir que la traducción de obras literarias de la misma constelación política
se ponía al servicio del compromiso social de la ideología comunista. Las investigadoras
Margarita Rojas y Flora Ovares describen el tipo de literatura que representan los
mencionados autores y que se escribía a mediados del siglo XX en Costa Rica de la
siguiente manera: [...] en estos años se concede a la literatura un carácter de denuncia de
los problemas sociales y económicos de las clases trabajadoras. Se considera que es
posible conocer las leyes económicas que rigen estos aspectos de la realidad y, por lo
tanto, actuar sobre ésta y cambiarla. El mundo se concibe como el escenario del conflicto
entre los poseedores y los desposeídos y la literatura opta por estos últimos (Rojas; Ovares
1995: 134-135). Juan Antonio Albaladejo Martínez Literatura y literatura traducida 74
Estudios de Traducción 2011, vol. 1, 73-84 1 Gentilicio que se utiliza para los habitantes de
Costa Rica. 2 En la novela Los Peor (1995) del costarricense Fernando Contreras Castro se
hace patente la influencia del realismo mágico. Es posible que este hecho, junto con la
indudable calidad literaria del texto, haya contribuido a su recepción en Alemania a través
de la traducción de Lutz Kliche, publicada en 2002 por la editorial Maro. El hecho de que
escribieran una literatura comprometida con lo político y lo social les acercaba mucho a las
tesis que se defendían en los países comunistas. No es de extrañar, pues, que se
tradujeran a varias lenguas del antiguo Bloque del Este3 . Es el caso del políglota y
polivalente Joaquín Gutiérrez –un excelente ajedrecista, traductor de cuatro obras de
Shakespeare (Hamlet, El rey Lear, Julio César y Macbeth) y de las obras de Mao Tse Tung
(traducidas desde el inglés) así como uno de los escritores más importantes de las letras
centroamericanas– que nació en 1918 en Limón, lugar en el que se desarrolla la historia de
una de sus novelas: la homónima Puerto Limón. La obra de este intelectual y activista de
izquierdas abarca el periodismo, la poesía, el cuento, la novela y la literatura infantil en la
que destaca el cuento Cocorí. La vida del autor se desarrolló en Costa Rica, Estados
Unidos, China, la Unión Soviética y Vietnam. De especial importancia fue su estancia en
Chile que se prolongó durante más de dos décadas y que culminó al frente de la editorial
Quimantú gracias al nombramiento por el entonces presidente Salvador Allende. Como
muchos otros de los destacados escritores costarricenses, en Gutiérrez se mezcla lo
literario con lo político y lo social4 . Literariamente, el autor se inició en el género lírico
para pasar posteriormente a la narrativa, el género que le proporcionaría sus mayores
éxitos. Su primera incursión en el mundo de la novela se produce con Manglar, publicada
en 1947, y tres años más tarde vio la luz Puerto Limón, el texto que analizaremos a
continuación. Gutiérrez pertenece a la llamada generación del cuarenta, un grupo de
escritores costarricenses cuya característica fundamental es precisamente el compromiso
social de su literatura: “En Costa Rica se produce entre 1940 y 1950 una floración de
escritores interesantes. Especial resonancia tuvieron, y la siguen teniendo, Fabián Dobles
(1918) y Joaquín Gutiérrez (1918). Escritores de protesta ambos, dan expresión en sus
obras a las demandas sociales de su país, a los anhelos de justicia” (Bellini 1985: 603). Las
obras de los autores de la generación del cuarenta se insertan dentro de la literatura de
carácter neorrealista, la corriente literaria dominante en esa década, tanto en Costa Rica
como en el resto de Hispanoamérica. En cierta medida, se produce una
instrumentalización de la literatura al ponerla al servicio de la denuncia de los problemas
que azotaban a las clases más desfavorecidas: “La narrativa neorrealista en Costa Rica
tiene en común una idea de la literatura como vehículo para la denuncia política, lo que
implica una aspiración de objetividad” (Rojas; Ovares 1995: 127). A diferencia de lo que
ocurre con otros autores de la generación del cuarenta (por ejemplo Carlos Luis Fallas),
Gutiérrez emplea una fórmula especial a la hora de introducir la temática social dentro de
su literatura. Si bien es verdad que el autor 3 El texto que aquí se analiza constituye en
cierta medida una excepción, pues su traducción fue realizada en la República Federal de
Alemania y, por tanto, no en el estado comunista de la República Democrática de
Alemania. 4 También destacó en el género de la crónica con cuatro diarios de viaje, entre
ellos La URSS tal cual y Vietnam: crónicas de guerra. Juan Antonio Albaladejo Martínez
Literatura y literatura traducida Estudios de Traducción 75 2011, vol. 1, 73-84 reivindica la
funcionalidad de la literatura como potente instrumento para la concienciación social de la
sociedad, no es menos cierto que rechaza el sometimiento del elemento estético al factor
pragmático de la protesta político-social. En una obra literaria, que al fin y al cabo es un
objeto artístico y como tal debe regirse esencialmente por consideraciones estéticas, no
puede predominar una intencionalidad extraliteraria. El propio Gutiérrez lo formula así:
Hagan política los poetas, que tienen en sus manos una arma agudísima para hacerla; pero
no hagan política consciente, que caerían en un panfletismo, bueno para otra cosa, no
para poesía, háganla subconsciente y mezclen con el paisaje la nota del mal salario con
tanta propiedad como el chillido de un violín en las sonatas de J. Ramón. Háganla y
mézclenla con el dolor de los campesinos o los obreros. El dolor producirá poesía de
primer orden y harán al tiempo, política revolucionaria, la única positiva de las políticas
(Gutiérrez 2004: 87). Los escritores de la generación del cuarenta consideran que la
literatura puede desempeñar una función esencial a la hora de impulsar la transformación
de la sociedad. No obstante, el llamamiento que expresa Gutiérrez para que los escritores
introduzcan la problemática social en la literatura va condicionado: el discurso
sociopolítico siempre debe estar supeditado al discurso literario si el autor no quiere fallar
en la esencia misma de la literariedad. El autor no debe adoctrinar sino concienciar de
forma sutil nunca directa u obvia. La novela Puerto Limón es un ejemplo paradigmático de
esa politización subconsciente de la literatura que propone Gutiérrez pues, a nuestro
modo de ver, logra establecer el delicado equilibrio pretendido entre la función
puramente poética y la función extraliteraria de denuncia político-social. Esto se debe a
que el discurso político-social no está monopolizado por el narrador, la instancia más
directamente relacionada con el propio autor y que le permite intervenir de forma más
directa en el desarrollo de la trama y la configuración de los personajes de la novela.
Tampoco quedan indiscutidas las posturas del protagonista, en el cual se reflejan rasgos
autobiográficos de Gutiérrez. La composición polifónica que muestra la novela –gracias a
la constitución de la misma a través del relato del narrador junto con las más diversas
intervenciones de los distintos personajes– contribuye a generar un relato diferenciado
que muestra las contradicciones y tensiones de una sociedad convulsa. En el texto se
desarrollan dos tramas argumentales que se entrelazan armoniosamente: por una parte,
se relata el suceso histórico de la huelga de los peones bananeros costarricenses del
Atlántico que tuvo lugar en 1934 en medio de una grave crisis económica. Ésta venía
causada tanto por factores externos como internos: el crac de la bolsa de Nueva York
(1929) había desencadenado una grave crisis económica a nivel mundial. Países como
Costa Rica, que dependían fuertemente de la exportación de sus productos (básicamente
el café y el plátano), se vieron especialmente afectados por la reducción del comercio
internacional. A esto se sumaban las fatales consecuencias del monocultivo –por ejemplo
las plagas y el agotamiento de los suelos– así como los conflictos laborales, producto de
las pobres condiciones sociales y sanitarias que padecían los trabajadores (Véase Pérez
Brignoli 1997: 112-114). Otro facJuan Antonio Albaladejo Martínez Literatura y literatura
traducida 76 Estudios de Traducción 2011, vol. 1, 73-84 tor que agudizaba los problemas
sociales en las plantaciones bananeras era la política de brutal explotación por parte de la
empresa monopolista United Fruit Company. Ésta suponía un poder transnacional tan
potente que muchos nacionales la identificaban con una fuerza imperialista contra la que
había que luchar. Gutiérrez apunta directamente a esta política practicada por la
mencionada compañía estadounidense: “Nada alrededor parecía indicar que doce mil
peones de las bananeras estuvieran en huelga, en la huelga más importante librada nunca
en la historia de los países del Caribe contra la todopoderosa United Fruit Company”
(Gutiérrez 1978: 17). En la novela de Gutiérrez, al igual que en otras de la época5 , se
percibe ese antiimperialismo que rechaza la dominación extranjera, ya sea en el ámbito
económico o en el político, que representa la United Fruit: “[...] la omnipotente compañía:
compra políticos; moviliza a sus hombres apostados en los puntos clave de la
administración [...] organiza provocaciones dirigidas a empujar a las fuerzas policiales a la
masacre; deja caer sus dólares aquí y allá con parsimoniosa sabiduría” (Gutiérrez 1978:
184). El hecho de que apareciera un tipo de novela para el que se acuñó el término de
novela bananera se debe, en buena medida, a los abusos y maquinaciones de esta
empresa que durante décadas dominó la suerte de países enteros. Por otra parte, en la
novela también se cuenta la historia de Silvano Rojas y la familia de su tío Héctor, una
familia de finqueros, propietarios de una plantación de plátanos, durante el periodo de la
mencionada huelga. Silvano, el protagonista de la novela, acaba de concluir con éxito sus
estudios de bachillerato. Por orden de su tío y en contra de sus deseos tiene que
incorporarse al negocio familiar y trabajar, junto con éste, en la dirección de la plantación.
Un inquietante episodio relacionado con la huelga hace que Silvano se reafirme en su
deseo de dejar atrás la vida que le tiene preparada su tío. Otro elemento de conflicto
entre tío y sobrino es la propia huelga. Mientras que Héctor Rojas rechaza las acciones de
los trabajadores que tantas pérdidas económicas le están ocasionando, Silvano simpatiza
con los peones, pues considera que sus reivindicaciones son justas. Sin embargo, su
carácter titubeante e indeciso y su dependencia económica hacen que no se enfrente de
forma decidida a su tío. El rechazo del más que probable futuro de burgués que le espera
es absoluto, algo que le lleva a planear su huida a bordo de un barco: “Por eso no me pinte
ese camino pavimentado. Si fuera necesario preferiría ser cargador, o marinero, o
terrorista. Pero lo que nunca sería es un buen burgués” (Gutiérrez 1978: 145). Finalmente,
la muerte accidental del tío, de la que Silvano se siente culpable en parte, le permite a éste
librarse de las ataduras e iniciar una nueva vida, algo que sólo se insinúa en un final que
queda abierto. En nuestra opinión, Gutiérrez consigue el difícil equilibrio entre
compromiso social y literaturización del texto. Éste, en ningún momento produce en el
lector la 5 La más importante y conocida es la novela Mamita Yunai, procedente de la
pluma de un compatriota de Gutiérrez: Carlos Luis Fallas. De hecho, el título Mamita Yunai
hace referencia al nombre de la compañía monopolista de Estados Unidos (Yunai es una
deformación fonética de United) y el texto en sí es un alegato contra la política
imperialista de explotación absoluta que ejerce esta empresa con el apoyo y la
connivencia de las autoridades locales así como de las clases dominantes en estos países.
Juan Antonio Albaladejo Martínez Literatura y literatura traducida Estudios de Traducción
77 2011, vol. 1, 73-84 sensación de que se trate de otra cosa que no sea una obra literaria,
una historia ficcional que se sitúa dentro de un contexto histórico real. Gutiérrez pretende
la concienciación social de los lectores al tiempo que busca crear un objeto de valor
profundamente estético en el que no predomine la reivindicación político-social por
encima de la estilización propia de la obra de arte. El relato histórico no sólo sirve de telón
de fondo a la historia familiar sino que cobra una especial significación, sobre todo a
través de los posicionamientos respecto de la huelga por parte del protagonista, el joven
Silvano. Éste considera que la lucha de los peones por mejorar sus condiciones de vida
está plenamente justificada, aunque no necesariamente esté de acuerdo con los métodos
que estos emplean. En el protagonista se reflejan, sin duda, algunos rasgos biográficos del
propio autor: entre ellos, la procedencia geográfica y social así como la sensibilidad ante
los problemas sociales de los grupos más desfavorecidos. Gutiérrez logra introducir los
acontecimientos históricos en el relato ficcional sin caer en lo panfletario, cumpliendo así
la máxima establecida por él mismo para este tipo de literatura. Lo hace introduciendo el
discurso político-social a través de las conversaciones o los pensamientos de los distintos
personajes y, sólo parcialmente, hace pronunciarse al narrador. El siguiente diálogo, que
se desarrolla entre Silvano y su prima Diana, es un buen ejemplo de la estrategia discursiva
adoptada por el autor y destinada a introducir las posturas divergentes: –Y no creés vos –
fue lo que dijo– que los peones pueden tener parte de razón? Ella se enderezó y se quedó
asombrada mirándolo. [...] –¿Pero razón?, ¿por qué van a tener razón? –Bueno, vos has
visto las cosas que piden. No es nada del otro mundo. Que no les paguen con fichas y que
les den suero contra las culebras. –Pero una cosa es que lo pidan como las personas y otra
muy distinta que hagan todo lo que están haciendo. –Pero es que lo pidieron como las
personas y no se lo dieron (Gutiérrez 1978: 69-70). De esta forma, gracias a un relato
polifónico, se articulan las distintas sensibilidades y se evita un discurso simplista de apoyo
a las tesis del propio autor y de rechazo de las posturas opuestas. El mensaje pretendido
por el autor gana así credibilidad al no haber un único e indiscutido punto de vista
respecto de los acontecimientos relacionados con la lucha de los trabajadores: Während
der Fahrt im Schatten der breiten Bananenblätter wunderte sich Silvano über den
Eindruck, den er gewann. Die Stimmung im Bananengebiet war ganz anders, als er sie sich
ausgemalt hatte. Nichts schien darauf hinzudeuten, daß die Arbeiter in Streik getreten
waren, daß von beiden Seiten zahllose Gewalttätigkeiten verübt worden waren, daß in der
grünen Hölle der Bananenpflanzungen ein hinterhältiger Krieg auf Leben und Tod geführt
wurde (Gutiérrez 1963: 19). El narrador no impone al lector una interpretación
determinada, aunque sí se percibe una clara tendencia antiimperialista y anticapitalista.
Así evita Gutiérrez caer en la simple oposición de buenos y malos para relatar el conflicto
social, algo que sí se Juan Antonio Albaladejo Martínez Literatura y literatura traducida 78
Estudios de Traducción 2011, vol. 1, 73-84 observa en otras obras de la época como
Mamita Yunai de Fallas, como bien indican Margarita Rojas y Flora Ovares6 . El espacio, y
en concreto la naturaleza, es otro factor que desempeña una función esencial en la novela
de Gutiérrez. La narrativa costarricense refleja a partir de los años cuarenta un cambio de
escenario: mientras que anteriormente las tramas se desarrollaban en el Valle Central y las
zonas de montaña del centro del país, ahora se produce un desplazamiento hacia las zonas
periféricas: la selva y la costa. Un segundo cambio se refiere a la valoración del espacio
físico: si antes se resaltaba la fertilidad y generosidad de la naturaleza, a partir de esta
época se perciben los peligros que encierra y se hace hincapié en sus incontrolables
fuerzas destructivas: “La naturaleza ya no se presenta desde una perspectiva idealizada
(una naturaleza pródiga, como en los cuadros de Magón); se encuentra más bien una
estilización negativa del espacio, una imagen de la muerte” (Rojas / Ovares 1995: 118). Al
respecto, resulta revelador que el protagonista logre su libertad frente a las ataduras
sociales gracias a las violentas fuerzas de una naturaleza. Las fuertes lluvias y las
consiguientes inundaciones provocan graves daños en las vías de comunicación y llevan a
Héctor Rojas a la muerte. Gracias a la muerte de su tío, Silvano queda libre para perseguir
su propia felicidad. 2. Literatura traducida entre compromiso social y recreación estética
La editorial Stahlberg (Karlsruhe) publicó en 1963 la traducción alemana de Puerto Limón
con el título de Die Glut und ihr Schatten (El tórrido y su sombra), en la versión de Anton
Maria Rotbauer. En relación con la versión alemana de la novela hay varios aspectos que
merecen ser resaltados. En primer lugar, es necesario explicar que la traducción se basa en
una versión revisada y ampliada de la novela, una versión de la que se hace eco Abelardo
Bonilla en su Historia de la literatura costarricense7 . Mientras que la versión española
original (inicial) cuenta con un considerable número de espacios vacíos, por emplear una
terminología propia de la Teoría de la Recepción, la traducción refleja una versión que
explicita muchos de esos “cabos sueltos”. En general, toda traducción tiende a la
eliminación de rasgos del texto que impidan o dificulten la total inteligibilidad y perfecta
comprensión del texto. El hecho de que los traductores realicen, previamente al proceso
traslativo, el proceso 6 Rojas / Ovares 1995: 133: “Como en otras novelas del periodo, se
siente en este aspecto una estética bastante simple: los ‘malos’ se describen como
desagradables, incluso físicamente. También en la forma de estructurar el mundo,
mediante la oposición y la antítesis, se percibe una composición simple y maniqueísta”. 7
No hemos tenido acceso a la versión española revisada por el propio autor sino única y
exclusivamente al texto original inicial, publicado por Gutiérrez en 1950. Del contraste
entre la versión original consultada y la versión meta (basada en el texto modificado por el
autor) se deduce que Gutiérrez introdujo una serie de aclaraciones, completó algunos
huecos significativos para producir un texto, aparentemente, más redondo (al menos más
claro y fácil desde el punto de vista de la comprensión lectora). Juan Antonio Albaladejo
Martínez Literatura y literatura traducida Estudios de Traducción 79 2011, vol. 1, 73-84 de
comprensión –en calidad de protolectores– en una determinada dirección, hace que las
versiones meta plasmen esa recreación concreta y personal del texto (y no otras que
serían posibles). Como bien es sabido, la literatura tiende a la poliinterpretabilidad de su
contenido. Sin embargo, en las traducciones se tiende hacia la monointerpretabilidad: es
decir que cada traductor suele presentar en la correspondiente versión meta su
interpretación particular del texto fruto de su recreación personal de la obra. De esta
forma ya se produce un primer momento de pérdida y cambio de valores estéticos en la
versión traducida al eliminarse una parte del potencial del texto. Y no es el último, pues,
como ya indicaba Levý, “Los traductores tienen el empeño innato de corregir y adornar el
original” (Levý 1969: 71). En el caso concreto de la traducción alemana de Puerto Limón, el
efecto de contraste respecto del original no se debe tanto al traductor sino a los cambios
introducidos por el propio autor a través de su versión revisada del texto. De ahí que la
traducción resulte más lógica y comprensible pero quizá menos enriquecedora desde el
punto de vista literario. El texto español inicial requiere una mayor intervención del lector,
pues el autor deja ciertas tramas y subtramas abiertas, cuya interpretación depende de
cada receptor. Cuenta, por tanto, con un mayor grado de polivalencia que la traducción,
por lo que su lectura posiblemente resulte más gratificante aunque más difícil. La edición
alemana presenta una traducción comercial sin aparato crítico, algo que en un principio
aumenta la dificultad en la recepción del texto por parte del lector, sobre todo si se tienen
en cuenta los contrastes diatópicos, culturales, históricos, económicos y sociales que
separan Costa Rica de Alemania. La traducción conserva algo del “sabor local” mediante
fórmulas de tratamiento como “Don” y numerosos préstamos que, en algunos casos, son
explicitados, por ejemplo, en “zopilotes” (Gutiérrez 1978: 9) que en la versión alemana se
reexpresa con “Zopilotegeier” (Gutiérrez 1963: 9) y donde el traductor añade a la voz
empleada por el autor el hiperónimo “buitre”. Otro ejemplo es “comisariato” (Gutiérrez
1978: 20) que aparece en el texto meta tal cual seguido de una explicación: “Sie gingen
über die breite Brücke zum Comisariato – Schenke und Kaufladen zugleich [...]” (Gutiérrez
1963: 20). Un gran logro de la traducción es que no se ha llevado a cabo la habitual
normalización del texto en relación con la marcación lingüística, algo de lo que adolecen
muchas traslaciones debido a que los traductores generalmente no pueden (por presiones
externas) o no quieren (por cuestiones de gusto estético) preservar determinados rasgos
del original. Esto es especialmente sangrante en las obras en las que el autor recurre a
contrastes intralingüísticos entre distintas variedades o registros de la lengua, como es el
caso en el presente texto, para establecer una estratificación de los personajes mediante
marcas diatópicas, diastráticas o diaculturales. El traductor de la presente novela, sin
embargo, mantiene el registro de coloquialidad propio de la lengua hablada que aparece
en los discursos directos y que se corresponde con la extracción social de algunos
personajes del texto. Para ello emplea no sólo fórmulas léxicas (ya sean palabras o
expresiones idiomáticas) –son las marcas más generalizadas y menos controvertidas entre
los traductores y traductólogos– sino también recursos fónicos –habitualmente
denostados por razones estéticas– que responden a fenómenos articulatorios tan
habituales en las hablas coloJuan Antonio Albaladejo Martínez Literatura y literatura
traducida 80 Estudios de Traducción 2011, vol. 1, 73-84 quiales como la apócope o la
aféresis. En la frase “Ich glaub’, das war der Hurensohn, [...]” (Gutiérrez 1963: 84) se
emplean dos marcas: una léxica (la voz coloquial “Hurensohn”, un insulto cuya
equivalencia en español es “hijo de puta”) y otra fonético-articulatoria (la generalizada
apócope de la desinencia de la primera persona del singular del presente de indicativo). En
la oración “Unsereiner pustet den ganzen beschissenen Tag [...]” (Gutiérrez 1963: 32), el
traductor recurre a una marcación exclusivamente léxica, sobre todo mediante el adjetivo
“beschissen” (literalmente “mierdoso”). Otra elisión, en este caso una aféresis, se emplea
para marcar un cierto grado de coloquialidad que también se ve reforzado mediante la
partícula modal “eben”8 : “Na ja, ‘s war ihm eben so bestimmt” (Gutiérrez 1963: 85). El
pronunciado carácter idiomático del lenguaje, que se observa en la traducción, refuerza el
tono coloquial que imprime el discurso directo al texto tal y como se puede comprobar en
el siguiente fragmento: –Sie haben gar keinen Grund, den Mund so weit aufzureißen! Sie
haben während des ganzen Streiks nicht den Mut gehabt, den Fuß auf ihre Pflanzung zu
setzen. –Immer noch besser, als erst das Maul vollzunehmen und sich nachher zu
blamieren, weil man die Hosen so voll hat, daß man es einfach nicht mehr aushält. Man
soll seine Nase nirgends hineinstecken, wo sie einem weggebissen werden kann (Gutiérrez
1963: 116). Otro aspecto de suma importancia en la novela son los numerosos contrastes
intralingüísticos que se deben a la presencia de la lengua de los costarricenses de raza
negra, un sociolecto que hablan algunos de los personajes del texto. Los miembros de la
comunidad negra llegaron a Costa Rica a finales del siglo XIX, procedentes de Jamaica,
para trabajar en la construcción del ferrocarril en Limón. De ahí que la mayoría de ellos
vivan en esta región del país. El traductor recrea los contrastes intralingüísticos empleando
una serie de marcas léxicas, fonológicas, morfológicas y sintácticas. Así se observa, por
ejemplo, el uso frecuente de préstamos del inglés (la lengua que se habla en Jamaica):
“Nicht, Tom! Du gehen, nicht angreifen mich, oh my Lord, please, let me die, soon, please,
let me die soon, o Gott, lassen Du mich sterben bald” (Gutiérrez 1963: 222). Se emplea
también la doble negación, una marca de agramaticalidad en alemán estándar al igual en
el inglés estándar (a diferencia de lo que ocurre en los dialectos alemanes y las variedades
no estándar del inglés como, por ejemplo, el Black English): “O Ma’am, ich nichts wissen,
Ma’am, niemand nichts Rechtes wissen!” (Gutiérrez 1963: 64). Las marcas sintácticas son
otro recurso posible para indicar la desviación del lenguaje de estos hablantes de la norma
estándar. Se registran, por ejemplo, violaciones del orden sintáctico normativo como en el
siguiente caso: “O no, sie nicht haben gepflegt sie, sie nicht haben gar nicht gepflegt sie”
(Gutiérrez 1963: 65). 8 Este tipo de partículas son habituales en el lenguaje hablado del
alemán y su aumento frecuencial incrementa la sensación de coloquialidad. Juan Antonio
Albaladejo Martínez Literatura y literatura traducida Estudios de Traducción 81 2011, vol.
1, 73-84 La marca más representativa y característica de la que se sirve el traductor en la
presente novela es la simplificación del paradigma verbal, un rasgo habitual tanto en las
lenguas pidgin-criollas (que surgen del contacto entre una lengua dominante y otra
supeditada) como en los sociolectos del “Gastarbeiterdeutsch” (cuyo desarrollo es
similar): “Nein, mich nicht gehen in Krankenhaus, weil mich behalten dort” (Gutiérrez
1963: 130). La ventaja de este recurso de marcación consiste en su sencillez y fácil
aplicabilidad al texto meta y, por otra parte, en su comprensibilidad absoluta. Suele ser
una marca bastante generalizada para indicar el carácter agramatical de un lenguaje.
Partiendo de la impresión general que produce la traducción se observa un rasgo idiolectal
que contrasta en cierta medida con el aspecto de coloquialidad de algunos de los discursos
directos: el traductor emplea, desde la perspectiva actual, en ocasiones voces arcaizantes
y expresiones muy ligadas al ámbito lingüístico-cultural alemán. Así utiliza, por ejemplo, la
palabra “Sommerfrische” (Gutiérrez 1963: 13), un vocablo muy extendido en el siglo XIX y
que en el XX cae en desuso y cuyo significado apunta a unas vacaciones en el campo
durante el periodo estival cuya finalidad es recuperarse de los meses de vida insalubre en
la ciudad. Otro término que utiliza el traductor, y que puede resultar problemático, es
“Kanake” (Gutiérrez 1963: 252). Esta palabra de origen polinesio y que significa “hombre”
(en el sentido de “persona”) se emplea en el texto meta por parte de unos soldados
estadounidenses para referirse de forma peyorativa a los habitantes nativos de Nicaragua.
En alemán la voz es de carácter muy peyorativo y apunta a (trabajadores) de origen
extranjero, especialmente a miembros de la etnia turca. El peligro que encierra es que en
los receptores puede evocar una significación demasiado ligada al propio medio y así
generar valores connotativos no apropiados. Como en todo proceso traslativo, sobre todo
si se trata, como en este caso, de una traducción literaria, la lengua de llegada se ve
enriquecida gracias a la labor del traductor. La necesidad de dar cuenta de objetos reales y
realidades culturales que no existen o que se presentan de forma diferente en la cultura
meta hacen que su transferencia a otro ámbito lingüístico, geográfico y cultural plantee
múltiples retos al traductor, que debe buscar soluciones en cada caso. Además del
procedimiento ya mencionado del préstamo de significantes del español costarricense
también se calcan estructuras y se adaptan expresiones alemanas preexistentes, como
muestran los siguientes ejemplos: “[...] du könntest ihn sogar ins Pfefferland wünschen”
(Gutiérrez 1963: 160), una adaptación del modismo alemán “jmdn. dahin wünschen, wo
der Pfeffer wächst”; “Sohn meiner Seele” (Gutiérrez 1963: 8), un calco de la interjección
“hijo de mi alma”; o la hipérbole “un calor de las once mil vírgenes” (Gutiérrez 1978: 9)
que en la versión alemana se convierte en “eine Hitze von elftausend Teufeln” (Gutiérrez
1963: 9). Este y otros procedimientos similares permiten comprobar a lo largo del texto
meta cómo el traductor trata de mantenerse lo más cerca posible del original, cumpliendo
así la premisa inherente a toda traducción literaria. No sólo se recrean los contrastes
intralingüísticos a través de recursos más o menos equivalentes sino que incluso se
reproducen los fraseologismos mediante fórmulas innovadoras pero transparentes. Con
ello, el traductor logra mantener características esenciales del Juan Antonio Albaladejo
Martínez Literatura y literatura traducida 82 Estudios de Traducción 2011, vol. 1, 73-84
original sin comprometer la comprensibilidad del texto meta. Dado que esos rasgos
formales están estrechamente relacionados con el contenido del texto9 es importante que
la traslación los recupere en la mayor proporción posible. 3. Conclusiones Gracias a su
función de puente entre lenguas, culturas y sociedades, la traducción se convirtió en una
muy valiosa herramienta en el proceso de concienciación social que pretendían los
autores de la generación del cuarenta. La convicción de que la literatura podía contribuir
de forma especial a transformar la sociedad les llevó a escribir unos textos ficcionales
impregnados con la problemática social, tal y como se percibe en el caso de Puerto Limón.
Para escribir su novela, Gutiérrez quería plasmar sus convicciones e ideas sociopolíticas sin
por ello tener que renunciar a las características propias de un texto ficcional. Para lograr
ese objetivo elaboró su texto desde una perspectiva polifónica que no le impone al
receptor una lectura única. Si bien los textos de los autores de la generación del cuarenta
estaban destinados, en un principio, al medio nacional muy pronto, gracias a su recepción
en otras lenguas, sirvieron de apoyo no sólo a la propia causa sino también a reforzar los
ideales de la lucha social y política en otras partes del mundo. El propio Gutiérrez era
consciente de la extraordinaria utilidad que suponía la traducción en calidad de medio
transnacional de difusión de ideas, como demuestra su labor de literato y de traductor. El
hecho de que existan numerosas versiones traducidas a diferentes lenguas del antiguo
Bloque del Este de toda una serie de autores costarricenses que escribían literatura
comprometida se debe sin duda a la intención de reforzar la propia ideología con ejemplos
procedentes de otros ámbitos culturales. La traducción alemana de Puerto Limón consigue
superar las importantes distancias que separan los dos países y acercar la compleja
realidad costarricense al público germano mediante un mensaje universal. El traductor
muestra un grado de fidelidad considerable, tanto en lo que se refiere al contenido como a
la forma. Esto se manifiesta, entre otras cosas, en la preservación del carácter expresivo
del texto y la recreación de los contrastes intralingüísticos. Recurriendo a las palabras del
propio Gutiérrez podríamos afirmar que la traducción Die Glut und ihr Schatten transmite
a través del prisma alemán una obra literaria de primer rango que sin caer en lo
panfletario hace que el lector tome conciencia de la problemática social. El mantenimiento
por parte del traductor de la marcación lingüística y, por tanto, de la estratificación de los
personajes, le permite recrear de forma creíble los con9 La estrecha confluencia de forma
y contenido, una esencial característica del texto literario, explica por qué no es admisible
que en la traducción literaria se establezca la prevalencia del contenido sobre la forma (tal
y como suele ocurrir en los lenguajes especializados). La forma contribuye en gran medida
a la construcción del mensaje literario por lo que el traductor debe dar cuenta no sólo del
contenido sino también de la elaboración estilística. Juan Antonio Albaladejo Martínez
Literatura y literatura traducida Estudios de Traducción 83 2011, vol. 1, 73-84 flictos
sociales que el autor despliega en la novela. Se evita así –gracias a la fidelidad en la
reproducción de los aspectos formales y de contenido– una transformación del carácter
del texto y, en consecuencia, se deja en manos del lector la interpretación y valoración de
la obra. La intervención del traductor, si bien deja su huella personal en algunos aspectos
que hemos mencionado, sin embargo no condiciona la recreación de la obra mediante su
propio posicionamiento estético. Con ello da, por una parte, expresión al compromiso
social pretendido por el autor sin, por otra parte, comprometer el valor estético de la
obra. Referencias bibliográficas Bellini, G., Historia de la literatura hispanoamericana.
Madrid: Castalia 1985. Contreras Castro, F., Los Peor. San José: Norma 1995. Cubillo
Paniagua, R., «El compromiso de Joaquín Gutiérrez con la literatura», Revista Káñina 28
(2004), 85-90. Gutiérrez Mangel, J., «Contesto un sí sostenido a la encuesta planteada
sobre la intromisión de los poetas en la política», en: Cubillo Paniagua, R., op. cit., Revista
Káñina 28 (2004), 85-90. Gutiérrez Mangel, J., Die Glut und ihr Schatten. Karlsruhe:
Stahlberg Verlag 1963. Gutiérrez Mangel, J., Puerto Limón. Ciudad de la Habana: Casa de
las Américas 1978. Levý, J., Die literarische Übersetzung. Theorie einer Kunstgattung.
Frankfurt am Main / Bonn: Athenäum 1969. Pérez Brignoli, H., Breve historia
contemporánea de Costa Rica. México D. F.: Fondo de Cultura Económica 1997. Rojas, M. /
Ovares, F., Cien años de literatura costarricense. San José: Ediciones Farben 1995. Juan
Antonio Albaladejo Martínez Literatura y literatura traducida 84 Estudios de Traducción
2011, vol.
LA NARRATIVA SOCIAL
La novela social es una clase de textos o subgénero propiamente dicho dentro de
la novela en el cual se plantean problemas sociales de la época y la sociedad en que se
publica. Con frecuencia se ubica dentro del naturalismo del siglo XIX o de la literatura
proletaria o el realismo socialista del siglo XX, y, en España, la ejerce una parte de
la Generación del 50 (véase novela social española). Es un género paralelo a la poesía
social y el drama social.

Rasgos
Muchas de estas novelas ostentan protagonista colectivo, no individual (una clase social, un
oficio, una familia, un barrio, un pueblo o una ciudad); si se ejerce el objetivismo o
el neorrealismo, se emplea una técnica descriptiva de tipo conductista o behaviorista y una
estructura narrativa lineal, con un cronotopo reducido, y se utiliza un lenguaje sencillo o
fácilmente comprensible para un destinatario que se pretende general (El Jarama, 1955,
de Rafael Sánchez Ferlosio); abunda el diálogo, en tono coloquial; el narrador, en tercera
persona, no interviene apenas. Pero también puede tratarse de un realismo social-crítico, en
cuyo caso el escritor no solo presenta la realidad, sino que la explica, y denuncia las injusticias
sociales que marginan a determinados grupos sociales (por ejemplo, Las ratas, de Miguel
Delibes)
Algunos de los temas que se exploran son el mundo del trabajo, la pobreza, el caciquismo, el
choque entre los valores campesinos y urbanos, el racismo, el clasismo, la vida y miserias
del proletariado, la explotación laboral, las huelgas, la injusticia, la situación de la mujer,
la alienación, la marginación, la hipocresía burguesa, la corrupción política y social, el lumpen,
la delincuencia...

Novela social no escrita en español


Edición original de Germinal, de Émile Zola (1885).

Aunque ya se encuentra la dimensión social en los personajes de La Comedia


humana de Honoré Balzac, y con el antecedente previo de las primeras novelas de Charles
Dickens, de Sybil, or The Two Nations (1845) del político y novelista inglés Benjamin Disraeli y
de Mary Barton (1848) y Norte y Sur (1855) de Elizabeth Gaskell,1 en Francia toma por vez
primera al proletariado como personaje digno de narración y no de conmiseración el creador
del naturalismo, Émile Zola, quien describe en su ciclo de novelas sobre los Rougon-Macquart
todas los efectos mediatos del ambiente y de las taras sociales deterministas en el linaje de
una familia. Pueden citarse al respecto como sus novelas sociales más prototípicas La
taberna (1876), Germinal (1885), que narra una huelga, y Naná. Otros naturalistas franceses,
en particular Guy de Maupassant, reflejan los problemas sociales de ascenso de la burguesía
(Bel Ami) o critican el militarismo (Bola de sebo). En la actualidad, Michel Houellebecq realiza
también novelas de realismo crítico que analizan y atacan la sociedad contemporánea.
En Alemania puede citarse Bernhard von Brentano y su Theodor Chindler (1936), que ofrece
una panorámica de la descomposición social y moral previa al nazismo. En Italia, tras
el verismo o naturalismo decimonónico surge el neorrealismo con escritores como Vasco
Pratolini (Crónica de los pobres amantes), Elio Vittorini y Cesare Pavese. Primo Levi,
superviviente de un campo de concentración, cultiva la llamada literatura del holocausto con
una obra maestra autobiográfica como Si esto es un hombre. En Rusia el mayor precedente y
modelo es la obra de Máximo Gorki (La madre, por ejemplo), que inspiró el realismo socialista,
una estética defendida arbitrariamente como oficial por Stalin. Otras obras importantes de esta
estética son Cemento, de Fiódor Gladkov (1925) y El Don apacible o Cuentos del
Don de Mijaíl Shólojov.
En Inglaterra Charles Dickens ya se había mostrado muy crítico con la burguesía en Los
papeles del club Pickwick y sus novelas sobre pobres desheredados, algunas de ellas
autobiográficas, como David Copperfield, reflejan claras preocupaciones sociales y morales,
aunque no tintas tan negras como el naturalista Thomas Hardy en sus novelas Jude el
obscuro o Tess, la de los d'Urberville. Ya en el siglo XX vinieron las obras de los Angry Young
Men / Jóvenes airados: autores como John Wain, Kingsley Amis, Thomas Hinde, John
Braine y Alan Sillitoe (La soledad del corredor de fondo). Moderna es Trainspotting (1993)
de Irvine Welsh.
En Estados Unidos Beecher Stowe empieza con La cabaña del tío Tom la narrativa
antiesclavista, que también tiene mucho que ver en Las aventuras de Huckleberry
Finn de Mark Twain, aunque son todavía más impresionantes los ejemplos de autobiografías
de esclavos. Algunos periodistas de investigación llamados muckrakers investigan y
denuncian las situaciones de los trabajadores, como Upton Sinclair en su novela La
jungla (1906). la novela social se presenta en algunos de los protagonistas de la Generación
perdida (Las uvas de la ira, de John Steinbeck; diversos cuentos de Ernest Hemingway) en un
naturalista rezagado como Theodore Dreiser (Una tragedia americana) o en el crítico
implacable del narcisismo de la burguesía estadounidense John Cheever (El nadador). Dalton
Trumbo, asimismo, muestra las consecuencias de la guerra en Johnny cogió su fusil.
Novela social en español
Con el importante precedente de la novela picaresca, que introduce por vez primera en la
narrativa europea al antihéroe, y el género celestinesco, tal vez la primera novela
estrictamente social escrita en español es Los enredos de un lugar (1778-1781), de Fernando
Gutiérrez de Vegas, cuya segunda edición corresponde al año 1800 y que ya trata un tema
tan importante como el caciquismo y la corrupción política y social. Wenceslao Ayguals de
Izco publicaba en 1851 Pobres y ricos. La bruja de Madrid, con el subtítulo de "novela de
costumbres sociales".2 Después de haber criticado el fanatismo y la intolerancia bajo
supuestos krausistas, mucha narrativa social escribe Benito Pérez Galdós, por ejemplo La
desheredada (1881), Miau (1888) y Misericordia (1897), así como sus cuatro novelas sobre el
usurero Francisco Torquemada (1889-1995). Emilia Pardo Bazán describe el caciquismo y la
decadencia de la aristocracia rural gallega en Los pazos de Ulloa (1886), según su propia
versión católica del naturalismo; y en La tribuna (1882) había ya mostrado como protagonista
a una mujer obrera reflejando el ambiente de trabajo en una fábrica de cigarros de La Coruña,
a la que da el nombre literario de Marineda. 3 Es la historia de una huelga y su protagonista es
una joven valiente y resuelta que encabeza las reivindicaciones obreras, una mujer guapa
engañada por un «señorito» que la seduce y la abandona y termina con los gritos populares a
favor de la República al tiempo que ella da a luz a su hijo. 4 Otros autores son más ortodoxos al
respecto, los pertenecientes al denominado naturalismo radical: Alejandro Sawa, por ejemplo,
en su Declaración de un vencido (1887) le pone el subtítulo de "novela social", donde
afirmaba: "Estas páginas pueden servir de pieza de acusación el día, que yo creo próximo, en
que se entable un proceso formal contra la sociedad contemporánea". 5
Todavía en la órbita del naturalismo radical se mueven Felipe Trigo (Jarrapellejos), José
López Pinillos (Doña Mesalina), Vicente Blasco Ibáñez (La barraca, La catedral, El intruso, La
bodega, La horda y, sobre el caciquismo, Entre naranjos) e incluso el mejor estilista de todos
ellos, el cubano Emilio Bobadilla (A fuego lento, 1903). El término novela social aparece como
subtítulo de una de las novelas del socialista Julián Zugazagoitia, El botín (1929), pero lo son
igualmente sus otras obras, como Una vida anónima (1927) y El asalto (1930).6 Incluso Pío
Baroja se aviene al género con su trilogía La lucha por la vida, que describe el mundo obrero
de los arrabales de Madrid. Un subgénero de la novela social es la novela anticlerical, que
practican autores como José Ferrándiz, Joaquín Belda (Los nietos de San Ignacio) o Ramón
Pérez de Ayala (A. M. D. G.). Manuel Ciges Aparicio escribe Las luchas de nuestros días,
formada por Los vencedores (1908) y Los vencidos (1910), que describen las condiciones
sociales en varios distritos mineros españoles: Mieres, Riotinto y Almadén, y varias
novelas: La venganza (1909), La romería (1910) y Villavieja (1914), una novela sobre
el caciquismo que compite con ¡Muera el señorito! (Ni patria ni amor) (1916) de Rafael López
de Haro y Jarrapellejos de Felipe Trigo. Su obra maestra es Los caimanes (1931) y sobre la
corrupción política escribe en 1925 la autobiográfica El juez que perdió la conciencia. También
puede señalarse Campesinos, de Joaquín Arderius
En Hispanoamérica, fuera de los intentos de novela social católica y de derechas del
argentino Manuel Gálvez, por ejemplo en La maestra normal (1914), surgen dos géneros de
fuerte impronta social: la novela de dictador y la novela indigenista. Ejemplos de la primera
son El señor presidente de Miguel Ángel Asturias; El otoño del patriarca, de Gabriel García
Márquez, Yo, el supremo de Augusto Roa Bastos o La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa.
De la segunda Huasipungo (1934), del ecuatoriano Jorge Icaza, Raza de bronce, del
boliviano Alcides Arguedas, y Los ríos profundos, del peruano José María Arguedas. Otros
ejemplos de narrativa social se encuentran en los cuentos de El llano en llamas de Juan
Rulfo o en la novela Los de abajo (1915), donde el escritor Mariano Azuela describe la
revolución mexicana. También hay que mencionar El tungsteno (1931), del peruano César
Vallejo, más reconocido como poeta. En Argentina es típica la literatura gauchesca, de fuerte
componente social.
De ambiente rural hispanoamericano y crítica social son Nuestro pan de Enrique Gil
Gilbert, Marcos Antilla de Luis Felipe Rodríguez, Colombia, S. A. de Antonio
García, Tod de César Uribe Piedrahíta, Quindio y Oro y miseria de Antonio J. Arango, Aguas
estancadas de Juan Modesto Castro, La pampa trágica de Víctor Domingo
Silva, Carnalavaca de Andrés Garafulic, Ully de Mariano Latorre, Sangre ovejera de Franco
Berzovic, Sub-sole de Baldomero Lillo, Dos pesos de agua de Juan
Bosch, Garimpos de Hernin Lima. De ambiente urbano son Tinieblas de Elías
Castelnuovo, Silvano Corujo de Giraldi, Puerto hambre de González Trillo, Puerto Amurica de
Albamonte, Blas Cuba de Machado de Assis, Nacha Regules y Hombres en soledad de
Gilvez, Canal Zone de Aguilera Malta, Hombres sin presente de Osorio
Lizarazo, Baldomera de Alfredo Pareja Díez Canseco, En las calles de Jorge
Icaza, Banca de Ángel F. Rojas, Camarada de Humberto Salvador, El tungsteno de Vallejo, La
viuda del conventillo de Alberto Romero, Angurrientos de Juan Godoy y Los hombres
obscuros de Nicomedes Guzmán. Novelas del presidio son Hombres sin mujer de Carlos
Montenegro, Hombres sin tiempo de Alfredo Pareja Díez Canseco, Más afuera de Eugenio
González, Hombres y rejas de Juan Seoane, Puros hombres de Antonio Arráiz, y la terrible
sátira de la justicia que es Estafen! de Juan Filloy.7
Antes de la Guerra Civil pueden citarse varias obras de César M. Arconada, como La
turbina (1930), Los pobres contra los ricos (1933) y Reparto de tierras (1934). También
destacan en el género Luisa Carnés con Natacha (1930) y Tea Rooms. Mujeres
obreras (1934); Alicio Garcitoral (El crimen de Cuenca, 1932), Andrés Carranque de Ríos (La
vida difícil, (1935) y Cinematógrafo, (1936); Joaquín Arderius, José Díaz Fernández y César
Falcón.8
La censura franquista diluye los contenidos sociales de autores como Juan Antonio
Zunzunegui, Tomás Salvador, Miguel Delibes (Cinco horas con Mario) y Camilo José Cela (La
colmena, 1951). Pero la generación del 50 es el puntal del género en el siglo XX. Juan
Goytisolo en su ensayo El furgón de cola plantea que, a falta de medios de información
veraces en España, la función de la literatura era suplantar la función del periodista para de
este modo corregir el desajuste que existía entre la realidad “real” y la realidad “contada” por
los aparatos de prensa y propaganda de Franco. La literatura había de ser testimonial para
servir de legítima referencia a la historia del futuro. Escriben realismo crítico Jesús López
Pacheco (Central eléctrica) y Antonio Ferres (Los vencidos, La piqueta, esta última sobre
el chabolismo), y el que es quizá el mejor narrador de relatos del momento, Ignacio Aldecoa,
con su novela El fulgor y la sangre. También destaca Los Bravos de Jesús Fernández
Santos, La zanja (1960) de Alfonso Grosso, Tormenta de verano (1961) de Juan García
Hortelano y Dos días de setiembre (1961) de Caballero Bonald, sobre la vendimia andaluza.
El género se consagra con el premio Nadal obtenido por el objetivista Rafael Sánchez
Ferlosio con El Jarama (1955), obra de un realismo casi notarial, por no decir magnetofónico.
Junto a él se suele citar a Luis Romero, quien en 1951 recibió el Nadal por su obra La Noria, y
en 1963, el Planeta por El cacique. Algunos poetas se apuntan asimismo al género
como Enrique Azcoaga con El empleado (1949); Gabriel Celaya con Lázaro calla (1949), Lo
uno y lo otro (1962) y Los buenos negocios (1966); José Suárez Carreño con Las últimas
horas (1950) y, sobre todo, Proceso personal (1955) y Victoriano Crémer con El libro de
Caín (1958). Por otra parte, Ángel María de Lera trata el tema de los obreros emigrados
(Hemos perdido el sol, 1963) y el del bando de los que perdieron la guerra civil (Las últimas
banderas, 1967, mezcla de historia nacional escamoteada y de autobiografía).
El malestar subsiguiente al Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, marca el final de ese
tipo de novela social con una exhibición de técnicas narrativas vanguardistas que acaban
radicalmente con las ambiciones del realismo social anterior (mera variante del costumbrismo,
según Juan Benet y tildada por Carlos Barral de «neoindigenismo revolucionario».910
Aisladas se presentan El día del Watusi de Francisco Casavella, que, publicado en tres
volúmenes entre 2002 y 2003, supuso una visión desmitificadora de la transición a través de
una ciudad, Barcelona, y La voz dormida (2002), de Dulce Chacón. A consecuencia de la Gran
recesión de 2008, el género se revitalizó en España con la obra de Rafael
Chirbes (Crematorio), Isaac Rosa (La mano invisible) y Belén Gopegui (El padre de
Blancanieves, 2007)11 y posteriormente han aparecido Pablo Gutiérrez (Democracia, 2012)
y Juan Francisco Ferré (Karnaval, 2012), Yo, precario (2013) de Javier López Menacho, Made
in Spain (2014) de Javier Mestre y Los besos en el pan (2015) de Almudena Grandes.12
También tiene el sentido de una lograda recuperación la publicación de la censurada La mina,
de Armando López Salinas, escrita en 1959 pero solo publicada y sin expurgar en 2013. Sobre
la problemática relación entre la burguesía y el proletariado escribió Juan Marsé (Esta cara de
la luna, Últimas tardes con Teresa) y Andrés Berlanga (Pólvora mojada).13
En Hispanoamérica cabe mencionar Los mataperros, del argentino Alejandro Frías, que
encuentra en la marginación social el origen de la delincuencia y la violencia.

Algunas novelas sociales españolas


 La espuela (1927), de Joaquín Arderius.
 El blocao (1928), de José Díaz Fernández.
 La venus mecánica (1929), de José Díaz Fernández.
 La turbina (1930), de César Muñoz Arconada.
 Natacha (1930), de Luisa Carnés Caballero.
 Imán (1930) de Ramón J. Sender.
 Campesinos (1931), de Joaquín Arderius.
 El tungsteno (1931) de César Vallejo.
 Siete domingos rojos (1932), de Ramón J. Sender.
 Los pobres contra los ricos (1933) de César Muñoz Arconada.
 Un hombre de treinta años, (1933) de Manuel Domínguez Benavides.
 Crimen (1934) de Joaquín Arderius.
 Uno (1934), de Andrés Carranque de Ríos.
 Viaje a la aldea del crimen. Casas viejas (1934), de Ramón J. Sender.
 Reparto de tierras (1934), de César Muñoz Arconada.
 El último pirata del Mediterráneo (1934), de Manuel Domínguez Benavides.
 La revolución fue así. Octubre rojo y negro (1935), de Manuel Domínguez Benavides.
 Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), de Luisa Carnés Caballero.
 Octubre rojo en Asturias (1935), de José Díaz Fernández.
 La vida difícil (1935) y Cinematógrafo (1936), de Andrés Carranque de Ríos.
 La colmena (1951), de Camilo José Cela.
 La noria (1951) y Los otros (1956), de Luis Romero.
 Pequeño teatro (1954), de Ana María Matute.
 El fulgor y la sangre (1954), Con el viento solano (1956), Gran Sol (1958) y Cuentos
completos (eds. póstumas), de Ignacio Aldecoa.
 El Jarama (1955) de Rafael Sánchez Ferlosio.
 Entre visillos (1957), de Carmen Martín Gaite.
 Central eléctrica (1958), de Jesús López Pacheco.
 La piqueta (1959), de Antonio Ferres.
 La mina (1959), de Armando López Salinas.
 La zanja (1960), de Alfonso Grosso.
 Nuevas amistades (1959) y Tormenta de verano (1961), de Juan García Hortelano.
 Las ratas (1962) de Miguel Delibes.

Bibliografía
 Pablo Gil Casado, La novela social española. Barcelona: Seix-Barral, 1968.
 David Becerra Mayor, El realismo social en España. Historia de un olvido, Quodelibet,
2017.
LITERATURA ECOLOGICA
La literatura ecológica es una rama o género de la literatura que se especializa en tratar
problemas específicamente relacionados con la ecología.1

Descripción del género


Se trata de un género literario que va cobrando aumento en los últimos tiempos, en
donde cada día es mayor el material que se puede encontrar al respecto.
El tema es generalmente desarrollado por científicos, filósofos, estudiosos de
la naturaleza, observadores de
los fenómenos climáticos, meteorólogos, físicos, químicos, biólogos y geólogos; entre otros
tantos especialistas que estudian temas directamente relacionados con el medio ambiente y
los seres que lo integran. Los objetivos perseguidos buscan mejorar
la calidad de subsistencia de nuestro hábitat y sus ocupantes; concienciar sobre el mayor
cuidado que debe poner el hombre respecto al tratamiento de la naturaleza; y advertir sobre el
acelerado proceso de destrucción que -consciente o inconscientemente- se está provocando
sobre la vida en todo su conjunto.

Objetivos fundamentales
A medida que han avanzado los tiempos, el hombre (que ha causado -en ocasiones sin
saberlo- grandes estragos en la naturaleza) está reflexionando sobre los peligros que se
ciernen en torno al futuro de la humanidad y del planeta, por lo tanto busca -escribiendo-
llamar a la meditación del conjunto del género humano, pero más profundamente a las nuevas
generaciones para que no abandonen el estudio de las causales que están generando
aceleradamente el proceso de destrucción del planeta y todo lo que lo habita; con el principal
objetivo de centrar gran parte de su atención, sus criterios, y conocimientos, al desarrollo de
programas y acciones que entren en funcionamiento en forma inmediata para desacelerar la
devastación2de la Tierra.

Formar conciencia
Quienes son profundos conocedores de los serios problemas que se avecinan en un futuro no
tan lejano, buscan formar conciencia entre los más jóvenes -que como es lógico son
susceptibles a dispersarse en otras temáticas, tal vez no tan necesarias como lo es ésta- a fin
de que cada vez más se aboquen al estudio de los temas que abarcan todas las ramas que
tratan sobre la "ecología" en todos sus aspectos abarcables.

Bibliografia
1. ↑ La ecología es el estudio de la relación entre los seres vivos y su ambiente o de la
distribución y abundancia de los seres vivos, y cómo esas propiedades son afectadas por la
interacción entre los organismos y su ambiente. El ambiente incluye las propiedades físicas
que pueden ser descritas como la suma de factores abióticos locales, como el clima y la
geología, y los demás organismos que comparten ese hábitat (factores bióticos) Fuente:
Wikipedia.
2. ↑ Según algunos científicos, las especies animales y vegetales se están extinguiendo más
rápido que nunca desde la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años, al final
del periodo cretácico. Desde 1990, el 12% de los mamíferos y el 11% de las aves de todo el
mundo han pasado a ser considerados especies en peligro de extinción de extinción o
amenazadas. Sólo en los Estados Unidos 1.143 especies se encuentran en peligro de
extinción, y otras 150 están en la lista de especies amenazadas. La pérdida de biodiversidad
tiene numerosas repercusiones aparte de la desaparición de especies individuales, debido a la
necesidad de ésta para mantener los ciclos naturales esenciales para la supervivencia
humana. Por ejemplo, la interacción de las especies de animales y plantas de agua dulce
contribuye de forma decisiva a mantener limpios los ecosistemas que constituyen los
humedales y a su vez estas plantas proporcionan la materia prima necesaria para elaborar el
25% de los fármacos que se venden en los Estados Unidos. Fuente: Enciclopedia Encarta

 Listado de textos sobre "Literatura Ecologista" y "Tratados Internacionales sobre medio


ambiente".

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