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Pablo Neruda
Pablo Neruda, de nacimiento Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Parral, 12 de julio
de 1904 – Santiago, 23 de septiembre de 1973), fue un poeta chileno, considerado entre los
mejores y más influyentes artistas de su siglo; «el más grande poeta del siglo XX en
cualquier idioma», según Gabriel García Márquez.1 También fue un destacado activista
político, senador, miembro del Comité Central del Partido Comunista, precandidato a la
presidencia de su país y embajador en Francia. Entre sus múltiples reconocimientos
destacan el Premio Nobel de Literatura en 1971 y un Doctorado Honoris Causa por la
Universidad de Oxford. «Ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite
comparación con él», ha escrito el crítico literario Harold Bloom,2 quien lo considera uno
de los veintiséis autores centrales del canon de la literatura occidental de todos los
tiempos.3
PABLO NERUDA
Poema 1
Poema 2
Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.
Poema 3
Poema 4
Poema 6
Poema 7
Rubén Darío
Canción de otoño en primavera
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
PEGASO
FILOSOFÍA
LEDA
Ramón David Sánchez Palomares (Escuque, Trujillo, 1935), poeta venezolano, Profesor
jubilado de la Escuela de Letras de la ULA, Mérida. Contribuyó a la formación del grupo
Sardio y la revista homónima (1958-1961), conjuntamente con Adriano González, Salvador
Garmendia, Guillermo Sucre y Francisco Pérez Perdomo, entre otros; quienes luego
formarían El techo de la ballena. Ha colaborado también en El Farol, Papel literario,
Poesía de Venezuela y Revista Nacional de Cultura. En 1935 recibió el Premio Municipal
de Poesía por su libro Paisano y en 1974 el Premio Nacional de Literatura.
EL SOL
A Elisa Lerner
UN GAVILÁN
Yo sé dónde se encuentra
dónde está cantando ahora y comiéndose las hormigas
el pájaro que vuela arriba de las nubes
el que sabe andar por los sueños.
Estaba acostado patas arriba en el techo
murmurando que tenía ganas de matar
y espantando los perros que se le venían del cielo
y escupiendo los tigres
y diciendo:
Yo sí que voy a pegarle a los perros que se me vengan
yo sí que no les tengo nadita de miedo.
Y con las enormes alas azules les daba y les enterraba cuchillos
y me llamaba a mí y me decía:
Ayúdame, ayúdame.
Entonces terminó
y se puso a meterse entre todas las nubes
allá, muy lejos, cerca de una laguna.
JUAN LEÓN
-”Juan León:
Acordate cuando estabas por el monte
que cortates hojas de bijao,
que te metites por los zanjones,
ay Juan, te picó la mapanar,
no te pudiste parar más”.
Llevame humo,
llevame ruido de la candela,
llevate a Juan León,
nubecita.
-¿A qué te sabe el caldo?
Me sabe a muy salado, me sabe a piedras y a palo santo,
me sabe como a tierra, como a hoja de ocumo,
a leche de cambur.
Poeta venezolana nacida en Valera (Trujillo). Ha escrito una de las obras más densas y
estimulantes de la poesía venezolana actual. A través de su perfección formal, de la maestría con
la cual usa la métrica y la versificación, lo cual ha sido una constante de su generación, se
vislumbra su búsqueda de pureza, la severidad en el modo en que ha ejecutado su obra, en la
forma como crea a través del lenguaje, en la sólida construcción de sus artificios verbales, todos
henchidos de hondo ritmo melódico. Éstos son los fundamentos de una obra en donde el cuerpo,
la piel, se hace presente de forma bella, suntuosa, teniendo siempre esa melancolía pausada,
pasión retenida, sensualidad serena y noble, ardimiento secreto, al cual se refirió Juan Liscano.
El conjunto de su obra se haya en su Casa de hablas (1991).
Por la mitad azul y en dos mitades la manzana del mito, la ufanía de la rosa de alguno y de la mía erguida en
las eterna humedades del ascenso vital y realidades que son como pisadas a otra vía invicta en el decir y
hacer porfía por más alto prestigio, en las ciudades vividas a la orilla de otros ríos en latitudes de extensión
audible al no saber de otra letal costumbre si no la de amparar lo impredecible.
Partida en dos manzanas, rosa, lumbre; Partida en dos, mitad azul y luego en más altor de llama haber
sosiego
II
Resistirá quietud sin ver la sombra de Grecia por lo alto y golondrina dispuesta a ser punto final y mina de
indagación en tiempo que se nombra y es viaje ineludible sobre alfombra de presagios dichosos donde inclina
un dios coloraturas y divina disposición del rojo; gris asombra en lo extendido, libre, insustituible de ser rostro,
paisaje sosegado conduciendo el impulso, frase, acoso del peso, la medida, vuelo, gozo de romper la equidad
y hacer audible el canto-flecha en medular cercado
III
Cántico breve y levedad sumida en tersuras de linfa y abordaje silenciosa la luz como paisaje contenido y
veraz en propia herida.
Cubren escamas sombra compartida con sedas y descansos, con celaje de aleta y cola en íntimo vendaje
tornasol y también de luz cernida.
Hacer mitades de la fruta sama para sabor dichoso y dividido en inicial encuentro y mar de fondo.
Tenemos algo:
Tercera salida. Luz que enceguece el ramo la parte cocida al final del día; que enceguece
dones; Soy, somos. Tenemos algo.
Empeñamos. Nos conduce al sacrificio.
Obedecemos.
Los Bienes del año:
Se recuerdan despojos, rabias menores, atavíos de menosprecio.
Se consiguen piedras que antes fueron de cortesía, de lluvia
Luz brava, grande, utilizada en meses vivos, echados sobre el sur. Piedra de lluvia: que
curen su mano; prender más al fondo calentar roca, echar
Vuelos de palomas donde crece el día.
Anuncios de niebla bajo el sombrero de uno que sueña que asiste a recibimientos y vierte
agua sobre los bienes del año.