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ANÁLISIS CRÍTICO

En el texto analizado, Varsavsky expone sus cuestionamientos a la forma en que la ciencia


hegemónica se viene desarrollando. El autor señala que el sistema presiona (aunque no obliga) a los
científicos a producir un tipo de ciencia funcional a sus intereses mediante ciertos mecanismos de
presión como son la élite de grupo, la necesidad de fondos, la motivación de los trabajos y prestigio
de la ciencia universal. Así bajo una supuesta “libertad de investigación” (símil de la libertad de
mercado) la actividad científica termina siendo influida por el sistema económico predominante; los
intereses del mercado privilegian la inversión en la investigación y desarrollo científico en ciertos
campos para conseguir mayor productividad, lo que está claramente orientado a perpetuar un
modelo de sociedad consumista.

En un primer momento, Varsavsky plantea que las ciencias básicas (o naturales), en especial la
física, es la que predomina por encima de otras ciencias, al considerarla como la ciencia exitosa por
excelencia, la que no está supeditada a la influencia del sistema. No obstante, el autor señala que las
condiciones económicas sí determinan el tipo de ciencia que se desarrolla. Este análisis resulta
pertinente en tanto pone en cuestión el supuesto carácter universal y neutral de la ciencia, colocando
en evidencia que las condiciones sociales, políticas, económicas e históricas de las sociedades
también influyen en el desarrollo del conocimiento científico. Es acertado afirmar entonces que, el
hecho de que las ciencias básicas hayan primado no es resultado de un proceso natural sino más
bien histórico.

En ese sentido, Varsavsky, también desarrolla la idea de que existe un secreto a voces que consiste
en la hegemonía no solo de un tipo de ciencia, sino de una ciencia que procede de una parte del
mundo, refiriéndose a las “Ciencias del Norte”; entre las principales causas de este liderazgo,
encontramos que: “allí se creó y desarrolló la ciencia más exitosa (Varsavsky, 21)”. De aquí se
desprende que esta ciencia establece un canon científico, de manera que un individuo debe alinearse
con sus requerimientos. Ergo, esta “Ciencia del Norte” influye a cualquier aspirante a las ciencias,
en lo que respecta al tema de su investigación. Así, se hace hincapié en la falsa libertad de estos
aspirantes científicos; ya que, en palabras de Varsavsky: “Elige algunos temas en boga y cree que
eso es tener libertad de investigación, como algunos creen que poder elegir entre media docena de
diarios es libertad de prensa (Varsavsky, 22)”. La anterior aseveración deja entrever que existe una
enorme influencia por parte de un grupo hegemónico (élite) que insta a los otros a alinearse. En
consecuencia, si la creatividad científica está, en su mayoría, supeditada a los lineamientos de este
canon impuesto; resulta una limitación para el progreso de la ciencia en sí y para quienes se dedican
a la investigación.

Como asegura Varsavsky “la libertad investigadora” ha quedado expresamente quebrantada y ahora
existe una desaparición o decadencia de la ciencia, debido a que si los científicos no se ciñen a los
temas sugerentes de la ciencia actual quedarían desplazados. La ciencia está orientada a ser
pragmática y no como una forma de pasar el tiempo, ya que se exige que todo trabajo esté
vinculado a aplicaciones prácticas. Lamentablemente, por eso es difícil proponer “otro tipo de
ciencia”, pues no habría cabida para su desarrollo porque no hay teorías a la medida de lo que se
condiciona. Todo lo mencionado es totalmente antagónico a lo que Varsavsky señala sobre el
progreso científico, ya que, si bien este progreso solo se llevaría a cabo garantizando la 'libertad de
investigación', muchos científicos son sirvientes directos de los mercados y dedican sus
conocimientos a inventar instrumentos que vayan acorde a lo demandado por este pequeño grupo
élite y el sistema económico.

Ahora bien, cuando presenta la premisa de “libertad de investigación” hace mención a que la actitud
actual tomada por los científicos es la no aprobación de esta, es decir existe rechazo, pero siguen
actuando bajo los parámetros del sistema. Empero, lejos de exponer estas actitudes como erradas y
apelar a un análisis de la ética profesional en estos casos, el autor incurre, en alguna medida, a la
victimización de esta comunidad científica. Sin desconocer estos elementos de presión que sostiene
el autor, se presenta a los científicos como víctimas de un contexto que los deja sin agencia para
enfrentarse a esos obstáculos. Se pierde la oportunidad de problematizar si es posible que los
mismos científicos se revelaran ante esta premisa de falsa “libertad de investigación” y si a partir de
ello se desarrollaría un tipo de ciencia diferente. No se ahonda en el rol que los científicos están
desempeñando, en tanto individuos y comunidad, en la construcción de la ciencia y el desarrollo de
esta, por ejemplo, cuáles son sus mecanismos de resistencia, si los hay. En lugar de eso se opta por
exponer una actitud pasiva, que es más bien sumisa ante ese Leviatán que los atemoriza con la
segregación que menciona el texto o la debacle económica.

Por consiguiente, la crítica también debería apuntar su mirada hacia los científicos, dejar de verlos
como agentes pasivos sin herramientas para oponerse a la presión del sistema e imparciales en
cuanto a los intereses que los movilizan, ya que ellos también son producto de la sociedad y pueden
estar aliados con el sistema económico. Los científicos tienen un gran potencial y capacidad para
cuestionar todo ello, para dotar a la ciencia de otras perspectivas más constructivas y
transformadoras de la sociedad, pero qué sucede si el consenso científico no se inclina hacia ello. Si
bien el autor menciona algunas razones por las que los científicos no se preocupan de problemas
sociales más profundos y se objeta ello, la crítica sigue siendo dirigida hacia el sistema que
condiciona. Ni siquiera se cuestiona la visión de que la ética científica solo se limita a actuar
adecuada y estrictamente bajo ciertos protocolos y metodologías a la hora de investigar y hacer
ciencia.

Reforzando lo señalado ante la supuesta libertad de investigación donde se impone a los hombres de
ciencia a dejar temas de investigación que pueden ser realmente de su interés para dedicarse a
temas, métodos o directivas creadas por el sistema déspota con la finalidad de consolidar su
régimen, se menciona que todo ello está claramente avalado por el prestigio de la ciencia universal.
Cabe señalar que, un factor importante para que esto suceda es la función de los medios
propagadores que se encargan de ensalzar estas virtudes de la ciencia, destacando siempre su
infalibilidad universal. A simple vista, es muy fácil notar la relevancia que se dan a esta índoles de
noticias relacionadas al campo científico de la ciencias naturales, noticias que generalmente son de
los llamados países desarrollados, las cuales son miradas con asombro y admiración ya que son
asociadas a la idea de “progreso” y, a comparación de otras cuestiones señaladas previamente, que
son de igual manera importante para dar solución a los verdaderos problemas de fondo de  la
sociedad y ligados a la esfera de las ciencias sociales, son muchas veces relegados o tomados con
mucha superficialidad.

Por otro lado, ya que el texto del autor data de fines de los años 60, es importante señalar que su
crítica sigue teniendo vigencia, aunque con ciertos matices. Por ejemplo, si bien las ciencias
naturales continúan siendo en las que más se invierte y en las que se reconocen mayores avances
prácticos, en las últimas décadas las ciencias sociales han venido desarrollándose y cobrando mayor
relevancia. En relación a esto, el autor critica que a pesar de que la ciencia hegemónica ha sido
efectiva para resolver de manera práctica ciertos problemas y satisfacer muchas necesidades
humanas, no ha logrado resolver problemas sociales más profundos, ni tampoco ha problematizado
y discutido temas como el que aborda en su análisis, en contraposición a las ciencias sociales. Sin
embargo, en esta dicotomía con las ciencias sociales solo se menciona muy someramente las
limitaciones de un estilo descriptivo (heredado de la sociología estadounidense), pero no desarrolla
la influencia del sistema en los resultados de su producción y cómo también se puede
instrumentalizar las ciencias sociales, podría entenderse entonces que estas están exentas de la
influencia del sistema.
Después de todo, aunque se puede reconocer que las ciencias sociales han problematizado acerca de
los impactos y problemas que ha conllevado el avance de la ciencia, la tecnología y además es uno
de los medios bajo los que se viene cuestionando las bases del sistema capitalista, cabría
preguntarse si las ciencias sociales sí han sido efectivas y han logrado resolver los problemas que
las ciencias predominantes no. Es claro que, estas contribuyen a complejizar las discusiones sobre
los problemas de la realidad, pero sin propuestas concretas y prácticas tampoco cumplen con el
objetivo de transformación social y cultural al que parece apuntar el autor en su crítica a las ciencias
actuales.

Por último, Varsavsky también afirma que ni las condiciones políticas ni la ciencia solucionaran los
problemas de la humanidad por sí solas. En coincidencia con ello, creemos que sigue siendo urgente
y necesario apuntar a la promoción de la investigación científica no solo de manera
multidisciplinaria sino también interdisciplinaria, pues en tanto las ciencias no sean capaces de
articularse no se podrá apuntar a formular soluciones más concretas y transversales a los problemas
más trascendentales que nos afectan como sociedad. 

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