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Modelo de Chall.

Modelo de Chall. El modelo de desarrollo de la eficiencia lectora propuesto por


Chall, aunque en sus primeras etapas es semejante al de Frith, es más
comprensivo ya que contempla una progresión que abarca desde el momento cero
en el desarrollo de la lectura hasta llegar al punto máximo de esta habilidad.

En concreto Jeanne Chall distingue las siguientes fases:


Fase 0. Prelectura (0-6 años): Abarca el período que va desde el nacimiento
hasta el final de la educación infantil durante el cual el niño aprende el lenguaje
oral, adquiere una serie de conocimientos sobre el mundo que le rodea, toma
consciencia de que el propósito del lenguaje escrito es la comunicación y
desarrolla las habilidades visuales, visomotoras, perceptivo-auditivas, lingüísticas,
necesarias para iniciar el aprendizaje formal de la lectoescritura.
Fase 1. Lectura inicial o decodificación. (6-7 años): Abarca los dos primeros
años de escolaridad obligatoria, durante los cuales la principal empresa educativa
consiste en la adquisición del código alfabético que es la llave para poder acceder
a otros muchos aprendizajes. En esta etapa, los niños aprenden a usar las letras
como señales del sonido. Por lo tanto es una etapa en que se trabajan las
correspondencias grafema-fonema, empezando por las vocales y consonantes,
seguidas por las combinaciones silábicas y los grupos consonánticos.
Fase 2. Consolidación y fluidez de la decodificación (7-8 años): En esta etapa,
los niños pasan de una utilización consciente y laboriosa del código a un uso
automatizado, a través de la práctica intensiva. Significa una consolidación de lo
que aprendieron en la etapa anterior. Combinan el uso de las diferentes señales
del texto, adquiriendo paulatinamente mayor fluidez en la decodificación con el
resultado de un incremento en la velocidad lectora. El vocabulario lector se amplía,
aumentando de forma espectacular el número de palabras que pueden reconocer
de modo global.
Para Chall, con esta fase se completa el dominio de los mecanismos básicos de la
lectura de palabras. No obstante hay que resaltar que el aprendizaje de la
decodificación no se sitúa al final del ciclo inicial, como tiende a pensar el
profesorado, sino en torno a tercer curso que es cuando se consolida el
reconocimiento de palabras que contienen grupos consonánticos (pr, bl, etc), la
lectura de palabras largas o con combinaciones silábicas complejas y el uso de las
reglas dependientes del contexto.
Las siguientes tres fases que establece Chall, están más relacionadas con el otro
gran componente de la lectura, la comprensión lectora.
Fase 3. Leer para aprender lo nuevo (9-13 años): En esta fase se pueden
distinguir dos subfases, una que llega hasta el final de la educación primaria y otra
que abarca los dos primeros cursos de educación secundaria.
Acabado el aprendizaje de los mecanismos básicos, la lectura se convierte en un
instrumento para aprender a partir de la utilización de textos y viene a
complementar los modos de aprendizaje utilizados hasta entonces por los niños,
principalmente escuchar y mirar. Es un período en el que se debe prestar especial
atención a la adquisición de las estrategias cognitivas y metacognitivas
características de la comprensión lectora, que se irán afianzando a lo largo de
toda la etapa.
Fase 4. Múltiples puntos de vista. (14-18 años): La característica de esta etapa
es una lectura altamente eficaz, que permite leer todo tipo de materiales y
contemplar más de un punto de vista. Significa la culminación del desarrollo lector
como la lectura de textos que versan sobre diferentes materias y temas y de otros
materiales (libros, revistas, periódicos).
Fase 5. Construcción y reconstrucción (18 años en adelante): En este período
la lectura ya se utiliza según las necesidades del lector, implicando una
reconstrucción del significado de los textos en función de los propios propósitos.
En esta etapa, la lectura está al servicio del desarrollo personal y profesional del
lector.

Estas etapas ponen de manifiesto que las demandas de la lectura cambian y que
se producen cambios de naturaleza cuantitativa y cualitativa a lo largo de su
desarrollo, aspectos que deben tenerse en cuenta en la evaluación de las
dificultades y en el diseño de la intervención.

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