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15.2. Saint-Denis, 1141-1144. Planta de la iglesia, con indicación de las nuevas torres de la fachada occidental y el
presbiterio de Suger; la adición de Suger es la que está representada con los muros rellenos de negro, la antigua iglesia
carolingia aparece grafiada con los muros sin rellenar y la última nave gótica está representada con una trama de
puntos. (Nota: el extremo oriental del siglo XIX no está representado en su integridad, para clarificar el dibujo de la
proyección de los nervios del presbiterio de Suger).
zón, en especial el de la iglesia abacial, que Así, cuando –en medio de mi delectación en la belle-
se había quedado demasiado pequeña para za de la casa de Dios– la hermosura de las gemas
multicolores [de los relicarios del nuevo altar] me ha
la cantidad de gente de la ciudad que acudía
distraído de mis preocupaciones externas, y la valio-
a ella los días festivos. En 1135-1140, Suger sa meditación me ha inducido a reflexionar sobre las
edificó la nueva fachada oeste de la iglesia, virtudes sagradas, transfiriendo lo que es material a
con un nártex de tres crujías rematado por lo inmaterial; entonces, me parece estar viviendo,
dos altas torres [15.1]. Podemos destacar tres por así decirlo, en alguna remota región del universo,
que ni pertenece totalmente al lodazal de la tierra,
innovaciones en la nueva fachada. En primer ni tampoco enteramente a la pureza del cielo; y que,
lugar, se distingue un claro esquema com- por la gracia de Dios, puedo ser transportado místi-
positivo geométrico que, según escribió el camente desde este mundo inferior a aquél mundo
propio Suger, fue diseñado “por medio de superior.3
instrumentos geométricos y matemáticos” y
que rige la ubicación de los volúmenes de la El nuevo coro de Saint-Denis debía estar ba-
torre y la agrupación de las aberturas de las ñado por una radiación divina, la luz terre-
ventanas.2 En segundo término, la creación nal filtrada a través de las imágenes sagradas
de un gran rosetón entre las dos torres, para de los vitrales polícromos. Como escribe
iluminar la antigua nave de la iglesia, que se- Suger: “Radiante es el noble edificio invadi-
ría el primero de los que tanto iban a dis- do por la nueva luz”.4 Alrededor de los ci-
tinguir posteriormente a las iglesias góticas. mientos del antiguo coro carolingio y
Y en tercer lugar, las tres puertas de entrada doblando sobradamente su antigua capaci-
de la nueva fachada oeste están retranquea- dad, se construye un deambulatorio doble
das tras una serie de sucesivas jambas y ar- [15.2, 15.3]. Del deambulatorio exterior
quivoltas concéntricas, todas ellas recubiertas arrancan siete capillas radiales, cada una de
de esculturas cuidadosamente organizadas ellas dotada de dos grandes vitrales que de-
con motivos relativos a los reyes y reinas bí- jan reducido el macizo a las estrechas ban-
blicos y, por extensión, a los reyes de Francia. das verticales de los contrafuertes. Suger las
Por desgracia, la mayor parte de esas escul- describe como “una sarta circular de capi-
turas fue eliminada deliberadamente a lo lar- llas, en virtud de la cual el conjunto [de la
go de los siglos. iglesia] brillará con la maravillosa y conti-
Sin embargo, el cambio más importante nua luz de los más luminosos vitrales, satu-
fue el nuevo coro, construido por Suger en rando la belleza interior”.5 El deambulatorio
1141-1144. En la biblioteca de Saint-Denis, interno y las capillas del deambulatorio ex-
a la sazón una de las mayores de Francia, ha- terno se cubren con bóvedas articuladas por
bía unos antiguos documentos atribuidos a nervios en forma de arcos apuntados. Para
san Dionisio el Areopagita, confundido erró- situar la clave de los nervios apuntados jus-
neamente con el propio san Dionisio, primer to sobre el centro geométrico de la bóveda,
obispo de París. En esos escritos místicos se la proyección horizontal de los nervios (es
fusionaba la doctrina cristiana con lo que decir, la vista en planta de los mismos) no
Erwin Panofsky ha descrito como la “unidad pudo ser una recta, sino una línea quebrada.
fundamental y la viveza luminosa del mun- La seguridad en la resolución de las fuerzas
do”. A través de los escritos de Dionisio el estructurales es tal, que las bóvedas se apoyan
Areopagita, se describe a Dios como la “ Luz sobre las doce columnas más esbeltas (que,
Supraesencial” o el “Padre de las Luces”, y a según escribe Suger, representan a los doce
Cristo como la “Primera Radiación”. Tales apóstoles), confiriendo una ligereza al inte-
pasajes sugieren que esta pura radiación ce- rior que produce una impresión de que las
lestial podría ser asimilada, a través de una bóvedas quisieran ascender y sólo su unión
analogía, a la luz terrenal. Para Suger, los hu- a las columnas les impidiera hacerlo; un efec-
manos no tienen por qué avergonzarse de sus to, por otra parte, radicalmente opuesto a la
percepciones sensoriales ni de su imagina- sensación de pesadez y de gravedad que
ción controlada por los sentidos; antes bien, transmiten las bóvedas románicas. Lo que ha-
en lugar de rechazar la realidad física sen- bía sido, valga la comparación, el sombrío
sorial, pueden aspirar a trascenderla, ensal- salmo fúnebre de la arquitectura románica,
zándola. Escribe Suger: de pronto se convierte aquí en el himno de
alabanza de la liviana arquitectura gótica.