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LA MANSIÓN DE LA LOCURA (Fred Behrendt) - 88

Ezekiel Crater en su despacho


LA MANSIÓN DE LA LOCURA (Fred Behrendt) - 92

La Cosa Que Cuelga En El Vacío


AYUDAS DE JUEGO - 100
AYUDAS DE JUEGO - 106
111 - LAS MANSIONES DE LA LOCURA (La Biblioteca de Pnakotos)

Ayuda Psiquiátrico 9
Una carta hallada en la cabaña de Ebenezer
13 de octubre de 1896
Querido Ebenezer,
Dejo esta carta a unos amigos en el puerto y estoy seguro de que la recogerás cuando vuelvas a casa. Probablemente me habré ido para entonces y no sé cuándo
volveré a verte, así que espero que todo te vaya bien.
En este sobre hay un pequeño regalo. Se trata de un amuleto de buena suerte que me entregó uno de aquellos kanakys con los que nos encontramos en las islas.
No sé si está encantado pero siempre lo llevo, especialmente cuando me encontraba en esas islas. Se dice que algunos de los barcos que pasaban por Innsmouth
llevaban algo similar fijado en el casco. Desconozco cuál será mi dirección, pero cuando llegue a Cincinati te escribiré para decírtelo.

Ayuda Mansión 4
Extractos de un diario
Este documento se encuentra en poder de Andrea. Sólo se ofrecen aquellas entradas de interés para los investigadores.
30 de junio de 1916
Querido diario,
No sé cómo escribirlo pero mis sueños han sido tan fuertes las últimas noches que estoy
asustada. Parece que me encontraba en una gran cueva llena de luces brillantes;
entonces escuché una voz. Una voz potente, aunque sólo sonó en mi cabeza. Como si los
pensamientos de alguien más estuviesen allí, correteando por mi cráneo. Casi puedo
escucharla todavía, susurrándome hasta cuando escribo esto. Por alguna razón estoy
asustada. Pero fue, después de todo, sólo un sueño.
28 de agosto de 1916
Querido diario,
Sigo teniendo los sueños de la voz. Dice que quiere enseñarme cosas pero de alguna
forma me da miedo. Quiero contárselo a mi madre pero algo me dice que no lo
entendería.

(Conforme se aproxima el invierno, las entradas referentes al sueño de la voz se vuelven más comunes; pero Josephine
continúa indecisa. Todas las entradas, sin embargo, adoptan un tono más siniestro).
28 de enero de 1917
Querido diario,
Te digo que no puedo quedarme en casa. Las paredes están machacándome. No puedo
sacar los sueños de la voz de mi cabeza e incluso ahora puedo ver aquella cueva
extraña. Odio a mi madre y me gustaría irme a las cálidas tinieblas de la tierra.
(Las entradas conservan este tono todo el invierno y la primavera de 1917. Hay páginas carentes de palabras pero cu-
biertas con intrincadas cruces. Un primer vistazo de los diseños sólo muestra un buen sentido de la textura aunque a
veces se ven caras salir de entre las líneas entrelazadas).
29 de junio de 1917
Los profesores parecen estar asombrados por las cosas que dibujo. Algunos dicen que
poseo un verdadero talento y que debería ir a alguna escuela a aprender a dibujar
mejor. Intenté decirles que únicamente dibujaba aquellas cosas que veía en mis
sueños pero no creo que se lo traguen. Mamá dice que los dibujos no son buenos pero
está equivocada. La voz de mis sueños dice que podría dibujar mejor pero que debo irme
de aquí. Quiero abandonar esta casa tan pronto como me sea posible. El Sr. Matthews
dice que habrá una competición en Pittsburg. El ganador obtendrá una beca para la
Universidad de Boston. Estoy lista para comenzar con un nuevo dibujo y creo que
ganaré.
30 de junio de 1917
La voz volvió anoche mientras soñaba. Me dijo que si le escuchara e hiciera lo que me
dice tendría todo lo que siempre he querido. Mis ojos se abrieron por primera vez y vi a
la voz y lo que era. Estaba tan borroso que no podía ver mucho pero sé que era
espantosamente grande. Me mostró algo que podía dibujar para la competición y me
dijo que si hacía un buen trabajo iba a ganar. Creo que la voz quiere que gane y me
marche a Boston. Espero que eso suceda. No puedo quedarme más con mi madre. Juro
que me vuelve tan loca que a veces pienso que la mataría.
115 - LAS MANSIONES DE LA LOCURA (La Biblioteca de Pnakotos)

Ayuda Mansión 3
Pasajes de Escrituras del valle Riven

“Muchas historias del lugar parecen tener su base en las viejas leyendas
indias relacionadas con un ser que moraba en algún lugar en “la sombría
tierra de las colinas”. Este “dios” podía contactar con aquéllos que él qui-
siera a través de los sueños y darles órdenes. A menudo, aquéllos que so-
ñaban con el ser se volvían locos. Estos desafortunados terminaban siendo
expulsados de sus tribus y forzados a vagar por la jungla. El lugar fue tabú
para las tribus aunque ocasionalmente aquéllos que buscan conocimiento
y sabiduría han dormido, a pesar de los riesgos, en estas oscuras y prohi-
bidas colinas.”

“Una mujer anciana me contó una historia relacionada con un vecino que
en cierta ocasión, tras sufrir con una serie particularmente horrible de pe-
sadillas, masacró a toda su familia con un hacha antes de ahorcarse en la
leñera. Me contó que aquel hombre siempre había sido un buen marido y
padre pero, al parecer, perdió la cabeza. Recuerda a su tío relatándole que
el viejo Martin Garsetti fue un buen hombre hasta que se mudó del pueblo
a la nueva casa que había construido para su familia en la falda de la mon-
taña. Esta casa fue levantada en la zona evitada por los indios locales. La
casa aún se mantiene en pie y actualmente es ocupada por otros miem-
bros de la misma familia, aunque ninguno parece haber sido afectado por
ninguna forma de locura.”

“Los Gunderson fueron algunos de los primeros blancos en habitar en el


área y, a pesar de las advertencias de los indios locales, erigieron una co-
lonia entre aquellas colinas que tan asiduamente rehuían los indios. Aun-
que la colonia pareció prosperar durante el primer año no tardó mucho en
acontecer una tragedia. Supuestamente durante el largo invierno uno de
los colonos perdió la cabeza. Unos visitantes de la cercana Pittsburg des-
cubrieron que todos los mineros y sus familiares habían muerto, aparen-
temente matados por lobos, con sus rostros terriblemente mordidos. Sólo
la muerte de un hombre tuvo otra causa, una herida de bala en la frente
(un claro suicidio). Curiosamente, los lobos del lugar no tocaron este
cuerpo, como hicieron con los otros.”

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