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PRESENTACIÓN DEL CURSO

Como se ha dicho, mucho más importantes que los medios y recursos lo son las
razones para vivir. Sin éstas, aquéllos no valen para nada. Cabe una mirada amplia sobre este
tema, con lo que el aspecto estrictamente teológico queda desbordado. Quien se adentra en
los asuntos de la Escatología descubre un panorama que es a un mismo tiempo profundo y
vastísimo; o sea, íntimamente fundado en anhelos y querencias personales, y a la vez
consolador y estimulante para encarar, tanto la tarea de cada día (en el plano personal), como
la construcción de un mundo más grato, más acogedor y -en definitiva- más humano (en el
plano social y de la comunidad universal). La escatología cristiana es el antídoto contra el
vacío, el absurdo, el sinsentido y la nada. Intenta plantearse y responder cuestiones siempre
abiertas, y su meta es el Reino de Dios, de algún modo ya presente y también de algún modo
siempre "viniendo".

PROGRAMA DE ESCATOLOGÍA

 Vulgarización de un tecnicismo: ¿Qué significa "Escatología"?


 "Escatología" en nuestro mundo. Coincidencias y discrepancias.
 Israel, un caso insólito. Dios en la historia.
 El largo camino hasta la esperanza..
 La gran noticia acerca de la esperanza..
 La esperanza en el creyente cristiano.
 ¿Qué decir del "más allá"? Un discurso difícil.
 Lo penúltimo y lo último.

BREVE BIBLIOGRAFÍA
 BALTAR, Salvador: Hacia el más allá. Paulinas (Madrid 1986)
 BOFF, Leonardo: Hablemos de la otra vida. Sal Terrae (Santander 1979)
 CULLMANN, Oscar: Cristo y el tiempo. Estela (Barcelona 1967)
 DURRWELL, FranÇois-Xavier: El más allá. Miradas cristianas. Sígueme (Salamanca
1997)
 GRESHAKE, Gisbert: Más fuertes que la muerte. Lectura esperanzada de los novísimos.
Sal Terrae (Santander1981)
 KEHL, Medard: Escatología. Sígueme (Salamanca 1992)
 KÜNG, Hans: ¿Vida eterna? Cristiandad (Madrid 1983)
 MOUROUX, Jean: El misterio del tiempo. Estela (Barcelona 1965)
 NOCKE, Franz-Joseph: Escatología. Herder (Barcelona 1984)
 POZO, Cándido: La venida del señor en la gloria. Escatología. Manuales de Teología
Católica vol XXII, Edicep (Valencia 1993)
 RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis: La otra dimensión. Escatología cristiana. Sal Terrae
(Santander 1991)
- La Pascua de la Creación. Escatología. BAC (Madrid 1996)

Escatología

Dentro de la teología católica: 'el rincón de todas las tormentas' (H.U. von Balthasar)
o una de las tres 'dimensiones reencontradas' (C. Dumont); para la teología ortodoxa:
fundamento de toda 'orientación coherente' de su renovación (A. Schmemann); en la teología
protestante: clave de la radicalización de la teología liberal y de la existencialización y
desmitologización. Nada menos que todas estas cosas tienen, entre los cristianos, a la
Escatología como punto de referencia.
Sería desideratum para estas lecciones el que de su importancia nos persuadiera una
convicción íntima, nacida del conocimiento de la materia sobre la que versarán; pero no es
ocioso, entre tanto y a poco que reflexionemos, adoptar ante ella la seriedad propia de
quienes se hacen cargo de ver adjudicadas a esta parte de la teología tan notables funciones
como las que acabamos de enumerar. Que no serían tales, en realidad, si se tratase sólo de
una parte de la teología y no más bien -como de hecho ocurre- de una dimensión o punto de
vista que abarca a ésta en toda su extensión. Hay una perspectiva escatológica para toda la
dogmática, la moral, la historia, el derecho canónico, la sagrada Escritura..., y, por supuesto,
para todo planteamiento acerca del existir humano, con anterioridad e incluso al margen de la
fe. En una palabra: la Escatología concierne a toda la realidad.

Junto a tantos 'pros' algunos inseparables e inevitables 'contras': la complejidad de su


contenido, los peligros de malentendidos (J. Carmignac), la dificultad del entronque de forma
precisa dentro de la Revelación, la utilización de 'escatología' como sinónimo de términos
que designan algunas realidades un tanto crípticas, nebulosas u oscuras, como 'mística',
'mesianismo', 'apocalíptica',...

Ojalá resulte, de esta extraña adición de ventajas e inconvenientes, un vivo deseo de


adentrarnos en esta maraña.

El objetivo general que nos proponemos en este curso de escatología es ofrecer una
exposición orgánica de la doctrina católica.

De forma más específica nuestro curso abarcará -y nos explayaremos en- tres áreas: la
1ª indagará lo más peculiar y 'nuevo' de este campo teológico y su conexión con otros
campos, algunos ajenos incluso a la teología;
2ª se dedica a reflexionar sobre la esperanza;
3ª exponer lo fundamental acerca del más allá, o realidades últimas.

Tema I: VULGARIZACIÓN DE UN TECNICISMO: ¿QUÉ SIGNIFICA


'ESCATOLOGÍA'?

1. Interesa la etimología de 'escatología', en lengua española, por el gran equivocismo que se


da entre las dos realidades que se pueden significar bajo este único vocablo. En cuanto
proveniente del adjetivo griego "ésjatos σχατoς", significa "extremo, último, tratado o saber
acerca de lo último"; en cuanto derivada del sustantivo "skôr σκώρ" (genitivo "skatós
σκατός") significa "excremento, basura, inmundicia, tratado o saber acerca del excremento",
que podrá interesar, por ejemplo, a la medicina. Los idiomas, que al transcribir el alfabeto
griego distinguen entre la sílaba es- y la s- líquida como inicial, y entre la letras 'ji' y 'kappa',
no presentan el problema de tan dispar posible contenido para un único término, por cuanto
usan dos palabras muy distintas (inglés: eschatology y scatology). Obviamente, aquí no nos
interesa más que el primero de los sentidos. "Este término se usa para designar la parte de la
teología sistemática que considera los fines últimos" (E. Mangenot).

2. Siempre ha formado parte de la teología, en cuanto que ésta siempre se ha interesado por
la suerte definitiva del hombre (lo último del hombre, los novísimos, o "el más allá" como se
suele decir). Pero ha recuperado este concepto un sentido muy importante (¡atención!): no
sólo trata del más allá, sino de todo cuanto está sometido a la atracción y el influjo de ese
"más allá", en cuanto que, en él, todo aquello se consuma. Por eso se ha dicho que "la
escatología vuelve a ser, en el pensamiento teológico contemporáneo, lo que es en la
Escritura y lo que fue en los Padres: el sentido mismo del movimiento de la historia, lo que
esclarece todo el misterio de la Iglesia: algo que ejerce su influjo sobre el mismo orden
presente y que no puede ser comprendido más que como término de su movimiento" (Y-M.J.
Congar).

Por razón de ser tan de la entraña del concepto de escatología la dinamicidad, se


comprende que haya quien piensa que debería entreverse en la propia estructura conceptual la
idea de movimiento, de acción, de tensión activa que le es propia. Más que de escatología, se
debería hablar de 'escatologización' (J.M. González Ruiz).

3. Conviene subrayar que este sentido dinámico, fluyente, de orientación y marcha hacia un
término o meta es lo más importante, y tiene por eso la primacía sobre la faceta de ultimidad
(a no ser que se trate de la ultimidad de lo que efectivamente es la mencionada meta). Debe
hacerse un especial hincapié en la reflexión sobre este rasgo de la Escatología. En el texto de
Congar transcrito en el número anterior él hacía notar que aquí residía la novedad aportada
por la teología del s. XX por relación a la que había venido siendo práctica común en los
manuales precedentes.

4. Es decir, que más que de "lo último" la Escatología trata de lo que es "final". Hagámonos
cargo de la diferencia: último es el elemento que, en cualquier orden de cosas, termina una
serie sin que tenga -de suyo- nada profundo que ver con los demás elementos, fuera o más
allá de la pura localización o colocación: es una referencia de tipo material, superficial,
físico, tópico; final por el contrario alude a la causalidad, a la razón de ser, en una palabra a
lo que da sentido a cuanto antecede en relación a una determinada cosa: es referencia
profunda, metafísica. Por ejemplo, entre las personas que forman fila en una cierta oficina
pública, hay una que es primera, otra segunda, tercera, etc., hasta la que es última. El orden
no da lugar a ninguna relación profunda entre ellas. Sí, en cambio, es más importante el que a
todas es común una misma finalidad: hacer efectivo el impuesto sobre el agua, supongamos,
que da sentido a una serie de actos precedentes, entre los cuales está el propio ponerse en fila.

Es verdad que el griego posee una palabra más precisa, exactamente expresiva de este
contenido hondo, causal, metafísico. Sería "telos", y por tanto más lógico hablar de
'teleología' que de 'escatología'. Pero sustituir 'escatología' por 'teleología', presentaría estos
dos graves inconvenientes, por lo menos: 1. estaría usurpando la teología un término que no
debe circunscribirse a un dominio determinado, dada la amplitud y la ubicuidad de su
significación y de su aplicación; 2. no quedaría suficientemente destacado el papel que,
indudablemente y no obstante la referencia a la finalidad, se ha de reconocer a 'lo último', que
en modo alguno debe ser minimizado o preterido..

5. En rigor lo que a la Escatología le es más propio es la reflexión sobre ese encontrarse toda
la realidad inmersa en la dinámica del movimiento y -consiguientemente- de la duración. De
tal manera que lo último interesa, más que como cosa en sí, como meta a la que se dirige y
donde se termina o consuma cuanto ha precedido a lo postrero; donde se consuma también la
temporalidad. Es el fin, y toda la metafísica de la causalidad final, lo que aquí está
concernido. El fin ejerce una atracción irrefrenable en la concepción que de tal causalidad se
ha tenido: "mueve como aquello que se ama", dirá Aristóteles.
6. Desde este punto de vista, nada hay tan opuesto a la Escatología como la negación del
dinamismo en que toda realidad está inmersa, o, aceptado él, la negación de una meta, un
final, un polo o centro de atracción y -por consiguiente- de un sentido de todo ese vasto
mundo en marcha. La negación de sentido, la exclusión de teleología, la instalación de la
nada, del absurdo o del caos en el horizonte en que las cosas están a hacia el que ellas van,
por tanto, es lo único que se encuentra en las antípodas de lo más elemental del sentido
escatológico. Lo que significa su radical negación.

7. El tiempo es la condición propia de los seres que duran (es decir, que permanecen en el
ser) en este orden de cosas en el que nos movemos y que conocemos, totalmente inmerso en
la temporalidad; y es la medida del movimiento, según alguna concepción filosófica;
condición también, por tanto, de cuanto se mueve. Él está articulado en una triple dimensión:
pasado, presente, futuro, concatenadas entre sí sin solución de continuidad y en un imparable
flujo. De estas tres dimensiones, la que contiene "lo último", "lo posterior" y "lo que vendrá"
es la de futuro. Por eso Escatología y Futuro tienen mucho que ver entre sí, como hemos de
ver.

8. De las expresiones entrecomilladas en el número anterior quizá es "lo posterior" la más


expresiva y exacta. En la versión de los Setenta, 'ésjatos' suele traducir el ''ajahr' hebreo, que
significa 'después'. De 'ajahr derivarían ''ajahrón' ('posterior', y -claro está- también 'último'),
''ahahrit' ('posteridad', 'fin') y ''ajahrit haiamim' ('fin de los días' pero también, y sobre todo,
'días posteriores' o sea 'el futuro'). Será bueno que veamos aquí una confirmación más de lo
que decíamos anteriormente. Retengamos que, según esto, la referencia a lo último se incluye
en la referencia relativa a lo posterior, pero no necesariamente a la inversa: puede haber algo
'posterior' que no es definitivamente último. He aquí algo fundamental para hacernos cargo
del panorama de lo escatológico a que nos referiremos a continuación.

9. El panorama de la Escatología cristiana lo constituyen, por tanto:

1º) Las cosas últimas, pero más que consideradas como tales, consideradas como una
consumación histórica, como una meta o punto de llegada de todo un proceso que antecede;

2º) Todo lo que en la historia o en el cosmos, en el hombre individuo o en el género


humano, aun no siendo último dice relación a una consumación final, en solidaridad de
destino con la historia de la salvación inserta ella misma en la historia sin más. Adviértase,
pues, que es errónea la idea de hacer equivalentes de forma precipitada 'escatológico' y
'relativo al más allá'. Todo lo del más acá, en cuanto orientado y en movimiento a un más allá
es también escatológico. Sólo así resulta correcto e inteligible el título del cap. VII de Lumen
Gentium del Vaticano II, que reza así: Índole escatológica de la iglesia peregrinante y su
unión con la iglesia celestial. Es esta iglesia, la iglesia en este mundo, la que es de índole
escatológica, sencillamente porque se halla, en efecto, en imparable marcha hacia la iglesia
del cielo. Conviene observar que es el contenido de peregrinación y movimiento hacia el
cielo lo más enérgicamente destacado en el contenido de dicho capítulo.

10. El carácter finalístico, en el sentido explicado, de la Escatología la constituye en término


del movimiento histórico-temporal del universo. Toda la historia y todo el universo quedan,
así, de alguna manera incorporados a ella.

11. Por consiguiente la Escatología es mucho más que una parte de la Teología. Es toda una
dimensión o aspecto general de la misma (ver Introducción), que proporciona una visión de
toda la obra de la Salvación en su desenvolvimiento temporal, en cuanto ordenada a una
consumación y destino final.
12. El principio o afirmación fundamental de la Escatología cristiana es que el Reino de
Dios, prometido en el Antiguo Testamento para el fin de los tiempos, ha comenzado ya con
la venida de Cristo y con su Encarnación-Muerte-Resurrección. Nos encontramos ya en el
tiempo de la salud: ya hemos atravesado el umbral de la salvación última. Si bien todavía no
ha sido aún consumada la obra de Dios, pues faltan unos acontecimientos que marcarán su
culminación y que ahora son evocados y atraídos.

13. En el número que precede incluimos las dos partes de una frase que en su brevedad y
aparente contradicción resume lo más sólidamente constitutivo de una expresión sintética de
la Escatología. Es el famoso "ya pero todavía no". Esto nos obliga a hacer alusión a los
fundamentales principios estructurales de la teología bíblica de Oscar Culmann, acogidos y
aceptados por la doctrina católica, que serían:

1. La historia de la salvación pertenece a la esencia del mensaje cristiano:

Tanto la naturaleza de la Revelación como el modo en que ella ha sido concebida y


expresada por sus principales actores hacen de la temporalidad uno de los ingredientes
esenciales, y no un componente de naturaleza mítica (como proponía Bultmann, para quien
lo único definitivo es entrar en- y posesionarse del- fin mediante la decisión que supone la fe,
y de quien Cullmann fue discípulo algún tiempo hasta que reaccionó vivamente con
posterioridad). Israel 'historizó' todo relato de su relación con Dios, y lo insertó en su propia
historia. La Revelación es el resultado de dos factores: uno, el hecho, el acontecimiento
histórico; otro, su interpretación. Los dos esenciales e indispensables. Pero si incluso se
pretendiera establecer entre ellos una prioridad, ésta correspondería al 'hecho'. Porque él
prevalece sobre la interpretación, ya que toda interpretación y reinterpretación tiene por
objeto el acontecimiento en el que se trata de discernir el actuar de Dios.

2. Cristo es el centro de la historia de la salvación:

Posteriormente el Nuevo Testamento, dando un paso más, subordinará todo el pasado


y todo el futuro a un único hecho histórico controlable: la muerte y resurrección de Jesús.

Que Cristo es el centro de esa historia significa:


-que él constituye el punto más importante, el que da valor y significado a todos los demás de
tal historia y que todos ellos significan algo por su relación a éste
-que, sin embargo, él no es el final de la historia, como enseñaron otros (Schweitzer,
Dodd, ...), sino que queda algún trayecto por recorrer. Es y marca un acontecimiento único,
decisivo. Pero no es el final: es lo que decide la victoria pero no su plena eclosión ni
celebración. Nuestro tiempo está situado precisamente entre aquel hecho central, y el
plenificador y definitivamente último de la Parusía del Señor. Cullmann, que publica su obra
Cristo y el tiempo en 1946, alude a la no coincidencia entre 'batalla decisiva' y 'Victory Day'.
La muerte de Cristo es la batalla decisiva, en la que el enemigo ha sido vencido; la Parusía
del Señor, su venida gloriosa al final, será como el Día de la Victoria. Entre ambas se
desenvuelve nuestra vida y el tiempo de la Iglesia. Es el tiempo en el que ya pero todavía no.

14. Puesto que Cristo es el acontecimiento culminante de la historia, y puesto que con él los
últimos tiempos han comenzado ya, y ya está el Reino entre nosotros, quiere decirse que el
modo de presencia (ya) de todo eso "escatológico", sometido aún a cierta forma de ausencia
(todavía no) -es decir, la misteriosidad, la ocultación...-, es el propio de lo trascendente (o
sea, como la gracia santificante, por ejemplo).

15. Es "escatológico", podemos afirmar, en virtud de lo hallado hasta aquí, lo que consta, si
cabe hablar así, de un elemento terrestre, temporal, intramundano, a cuyo ámbito pertenece, y
de otro elemento celeste, eterno extramundano, a cuyo ámbito está orientado; o bien, lo que
consta de un elemento celeste, eterno, extramundano, a cuyo estamento pertenece, y de otro
terrestre, intramundano en el que se incoó o tuvo comienzo. Es escatológico lo que viene a
resultar "intermedio" entre lo exclusivamente terrestre o inmanente y lo plenamente celeste o
trascendente. (Ya daría mucho de sí la reflexión sobre si hay algo que pertenezca en
exclusiva a uno y otro de estos campos. Digamos, por cuanto a nuestro propósito aquí toca,
que con esta hipótesis estamos intentando caracterizar y definir "lo" escatológico. Fijamos su
ser por relación a dos extremos, respecto a los cuales es lo intermedio. No nos detenemos
ahora a plantearnos la existencia o no de esos extremos).

16. La razón de ser más profunda de esa composición que es propia de lo que llamamos
escatológico es la divino-humanidad de Jesucristo. O sea, el hecho de que él es punto de
convergencia y de realización de dos claras lineas proféticas que aparecen en el Antiguo
Testamento: una relativa a una venida de Dios en la Historia (una Gran Teofanía), y otra
relativa a la venida de un Hombre Nuevo al fin de los tiempos. Es verdad que una y otra serie
de profecías son rastreables en el Antiguo Testamento, con multitud de oráculos respectivos.
La posible compaginación, pensada desde el judaísmo, preveía dos momentos de
culminación: la aparición del Mesías, durante un cierto tiempo, y la posterior manifestación
final de Dios.

El cristianismo dio solución más sencilla viendo en Jesucristo, en su divinidad y su


humanidad integradas en un único sujeto, Cristo, la posibilidad de un cumplimiento
simultáneo de aquellas trayectorias proféticas. Naturalmente, con su secuela correspondiente
de aplicaciones analógicas.
He aquí un elemental cuadro synóptico que intenta aclarar lo que acabamos de decir:
Línea TEOFÁNICA(escat. Trascendente) Línea MESIÁNICA(escat. temporal)
* DIOS Yavé,creador de cielos nuevos y * Un HOMBRE nuevo,al fin de los tiempos
tierra nuevapermanece en Sión (Is en el paraíso futurodescendiente. de
4,5)reinará en las naciones (Is 2,3) Abraham (Gen 12,3)profeta mayor que
* DIOSaparece en la historia* Moisés (Dt 8,15ss)
ESCATOLOGÍA *Un HOMBREserá suscitado en Israel*
ESCATOLOGÍA

JESUS DE NAZARET: Divino-humanidad de Jesús (Def. dogm. del Conc. de Calcedonia)

(En la columna de la izquierda aparece Dios como protagonista; la de la derecha tiene como
sujeto a un hombre. Cada una de ellas con algunos textos que la caracterizan, y sometidas
una y otra a un "lanzamiento" que las proyectan a lo escatológico, pues se anuncian para
acontecer en los días posteriores. A partir de ahí tienen lugar las dos soluciones que se abren
como posibilidad de explicación).

I. Solución del Judaísmo: Dos momentos:


1. Reino mesiánico
2. Consumación con la venida de Yavé

II. Solución del Cristianismo:


Un único personaje: Jesús, será el que se constituye en punto de convergencia de ambas
lineas proféticas.

La doctrina del Concilio de Calcedonia, por consiguiente, es la respuesta a la cuestión


que la Escatología plantea a la Cristología. Porque es, al mismo tiempo, Dios perfecto y
perfecto hombre, Cristo realiza en sí tanto las profecías que conciernen a la venida
escatológica de Yavé, como las relativas a la venida del Mesías. La unión de las dos
naturalezas permite ver cómo esas lineas se concilian. Y en ellas vienen a resumirse, de
alguna manera, las realizaciones supremas de los aspectos que, como una de sus
consecuencias, tratábamos de conciliar en la "composición" de lo escatológico.

17. En la Introducción podíamos hacernos cargo del complejo terreno que se pretende
delimitar con la expresión 'Escatología'. Ahora podemos entender, me parece, que no se hace
en ella alusión exclusiva a lo definitivamente último, lo trascendente, sino también a lo que
de esa situación y estado nos separa. La conquista, el crecimiento y perfeccionamiento de
este mundo son tareas plenamente escatológicas. Entre lo cristiano y lo escatológico hay una
adecuación y convertibilidad perfectas. De donde se sigue que toda vocación cristiana es
vocación escatológica.

Entre las vocaciones cristianas hay una marcada por la pretensión de, en la medida de
lo posible, hacer más intensa y operante la vivencia y el testimonio acerca de la presencia de
lo ucrónico-trascendente de la Escatología: un mundo de plenitud de realización personal y
comunitaria en el Reino de Dios plenamente manifestado. Es la vocación religiosa, que pone
el acento en lo trascendente de la Escatología.

Y hay otra, más volcada sobre la familiaridad y gestión de cuantas cosas nos separan
de esa etapa última, o sea, lo cronológico-inmanente de esa misma Escatología: un mundo
mejor, más humano, más amable y acogedor. Es la vocación laical o secular, que acentúa la
dimensión inmanente de la escatológico.

Efectivamente es cuestión de acentos. Conjuntamente, sumadas la una a la otra, esas


dimensiones constituyen la única versión cristiana de la Escatología total. Aunque nadie
puede vivir ajeno a ninguna de esas dos facetas, sin embargo es verdad que cada una de esas
vocaciones puede ejercer su peculiar ejemplaridad sobre la otra en aquello que más la
caracteriza.

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