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EXIGENCIAS DE UN MUNDO GLOBAL A LA ALTA GERENCIA DE

LAS EMPRESAS

Dentro de la organización de la empresa, los altos gerentes juegan un papel de


enorme responsabilidad e impacto; de hecho, aunque no tienen funciones operativas,
son directamente responsables del trabajo realizado y de los resultados obtenidos por
sus colegas y colaboradores. Su función y sus resultados están por tanto ligados no
sólo a su desempeño sino también al de todos los miembros de la división que
encabezan.

El rol de estos gerentes es principalmente coordinar y relacionar los diversos


roles de la empresa. Se trata de una función directiva más que operativa, cuyo
contenido fundamental es recibir y transmitir información a los colaboradores y
compañeros, favoreciendo al mismo tiempo un continuo y productivo intercambio de
información entre ellos, para alcanzar altos estándares de desempeño y
resultados, desarrollando e implementando una estrategia que sea funcional a los
objetivos presentes y futuros de la empresa.

Resulta así evidente que, para las empresas, la planificación (en todos los
niveles) debe ser la zapata sobre la cual construir su futuro, enfrentar los cambios y
anticipar las adversidades. Los altos gerentes son los estrategas de la empresa, como
los generales de los ejércitos que determinan cual objetivo es más provechoso, donde
es más oportuno lanzar un ataque o cuando replegar para fortalecer las posiciones
alcanzadas o crear una barrera defensiva.

En el mercado actual, donde las barreras territoriales, de idioma e ideológicas


son constantemente reducidas por el auge de las modernas tecnologías de la
comunicación y por el proliferar de tratados internacionales, una empresa
contemporánea con gerentes que no planifican (o que lo hacen mal) está destinada a
ver reducidos sus ingresos o llegar a la quiebra.

El mercado global tiene nuevas reglas, dictadas por los precios de las materias
primas y de los combustibles, por la competencia de los países emergentes, que
producen artículos de calidad y a bajo costo y por las migraciones laborales, que
desplazan millones de personas en búsqueda de empleos y mejores condiciones de
vida. En este nuevo mundo las empresas que no supieron adecuarse a los tiempos
mutantes se están enfrentando a una competencia interna y externa despiadada que
desafía sus venerables prácticas de negocios. Así que, para poder sobrevivir, los altos
gerentes tienen que identificar una o varias ventajas competitivas de su organización y
poner en marcha planes para preservarlas, racionalizando las decisiones, buscando la
eficiencia institucional e integrando la filosofía de gestión con los planes estratégicos
funcionales y los operativos.

Los altos gerentes identifican las oportunidades y los peligros que pueden surgir
en el futuro y, combinándolos con otros datos fundamentales, se proporciona la base
para que los directivos tomen las mejores decisiones en el presente: planear significa
diseñar un futuro deseado e identificar las formas para alcanzarlo. De manera que la
planificación realizada por los altos mandos es una necesidad imperiosa para que las
empresas puedan competir o enfrentarse con las competencias existentes. Lo que
obliga a las organizaciones y a sus líderes a buscar la forma de siempre estar en
revisión y supervisión para adaptarse a los cambios que van surgiendo, pero siempre
manteniendo presente la misión, visión y valores de la empresa.

Y así como surgen los cambios en el medio globalizado en el cual la empresa se


desempeña, de tal manera tiene que adaptarse y modificarse la labor realizada por el
gerente: el alto mando no es estático, es un elemento dinámico y mutante que debe
integrar todas las innovaciones que se presenten para adecuarse a la evolución del
entorno de la organización, anticipando los escenarios futuros y las necesidades de los
consumidores. Estas modificaciones, fruto de un mundo interconectado, pueden ser
divididas en dos grandes grupos: las amenazas (un cambio en los gustos de los
clientes, la entrada de nuevos competidores en el mercado, reformas en la legislación
tributaria o medioambiental, …) y las oportunidades (innovaciones tecnológicas para la
reducción de los costos o el incremento de la producción, aperturas de nuevos
mercados, …).
Entonces, la internacionalización es ahora un camino fundamental y estratégico
para las empresas que quieren mejorar y consolidarse en los nuevos escenarios
competitivos caracterizados por la globalización y el consiguiente aumento progresivo
de la competencia. Todos los sectores productivos (incluyendo los servicios) viven una
fase caracterizada por un crecimiento sin precedentes en los procesos de
internacionalización. Por ello, son cada vez más demandados directivos con
competencias tanto jurídicas como económicas, capaces de definir, planificar y apoyar
estrategias adecuadas a los problemas cada vez más complejos que caracterizan al
mercado mundial.

Y a estos aspectos se suman los puramente humanos: el manager global debe


conocer la cultura, tradiciones y valores de sus colaboradores y clientes que, la mayoría
de las veces viven y operan en países más o menos lejanos, desde Colombia hasta
Rusia. El nuevo gerente debe tener la capacidad de administrar las personas a nivel
global, entendiendo las diferencias y sabiendo cuándo aprovecharlas al máximo según
el objetivo. La habilidad del directivo global ya no está solo en saber cómo trabajar
mejor en China, India o los Emiratos Árabes Unidos, sino en administrar de manera
efectiva la estructura y los recursos en todos estos países y más. Esto significa no solo
interactuar de manera efectiva con varios países a la vez, sino también garantizar que
las personas que residen en esos países interactúen entre sí con la misma eficacia. 

Para actuar en este sentido no es necesario ser un superhéroe: un buen punto


de partida es desarrollar una conciencia cultural de 360° para poder interpretar y
adaptar las propias acciones y habilidades de gestión no solo al país individual, sino a
los objetivos y diversidades que el gerente debe enfrentar en un momento dado. Solo
así podrá traer resultados a su empresa, generar satisfacción en sus clientes, mantener
la motivación de sus informes, negociar efectivamente con sus proveedores y crecer
cada vez más personal y profesionalmente.

En síntesis, el gerente globalizado debe ser dinámico e innovador, abierto al


cambio y con habilidades extraordinarias para tomar decisiones en tiempos rápidos y
bajo presión, en escenarios diferentes y mutantes, pero, sobre todo, debe ser una
persona que no esté dispuesta a sacrificar sus valores y los de su empresa con el único
fin de hacer negocios y enriquecerse, con un carisma y un sentir empático hacia sus
colaboradores y clientes, aceptando su diversidad cultural y étnica.

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