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Y
REVOLUCIÓN
CAPITALISMO MODERNO
REVOLUCIÓN
M A R X I S TA
ISBN: 978-607-00-0848-1
Introducción
PRIMERA PARTE
EL ESTADO ACTUAL DEL SOCIALISMO Y LA LÓGICA DE HEGEL
capítulo i
Estado actual del socialismo y de la revolución socialista internacional 19
capítulo ii
La Lógica de Hegel 21
capítulo iii
La aplicación por Marx y Engels de la dialéctica hegeliana 35
capítulo iv
La dialéctica del régimen capitalista después de la Comuna de París 39
capítulo v
Esquema de la dialéctica del ser y la esencia del régimen capitalista 43
capítulo vi
El régimen del capitalismo de consumo 49
capítulo vii
La revolución tecnológica en el capitalismo de consumo 59
nota critica
El estalinismo 75
Introducción •7
SEGUNDA PARTE
EL NACIMIENTO DE LA TEORÍA REVOLUCIONARIA
capítulo i
Antecedentes de la teoría revolucionaria 83
capítulo ii
Los primeros planteamientos 131
capitulo iii
Los primeros planteamientos (continuación) 147
capítulo iv
Notas sobre el concepto de esencia natural del ser humano 173
capítulo v
La anulación, degeneración y descomposición de los procesos
psíquicos en el régimen de producción capitalista 193
TERCERA PARTE
EL DESENVOLVIMIENTO DEL CAPITALISMO INTERNACIONAL
Y LA EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA Y EL MOVIMIENTO
REVOLUCIONARIOS
Sección primera
Dialéctica del régimen de producción capitalista
capítulo i
Etapa de la constitución del ser del régimen capitalista 237
capítulo ii
Etapa del desenvolvimiento de la primera fase del régimen capitalista 239
capítulo iii
Etapa de desenvolvimiento de la segunda fase de la esencia
positiva del régimen de producción capitalista 271
Los países de Europa oriental vivieron, a partir de 1989, una acelerada transforma-
ción: los gobiernos llamados socialistas o comunistas que en ellos existían fueron
derrocados y en su lugar se establecieron regímenes que se dedicaron abiertamente
a la conformación de una estructura económica capitalista.
Aunque se presentaba como una floración intempestiva, la vuelta al modelo
capitalista de los países de Europa oriental era el resultado de un largo proceso his-
tórico.
En la Rusia soviética, el socialismo ahí instaurado desde 1917 alcanzó el pun-
to superior de su existencia durante la década de los años cincuenta: la producción
era casi en su totalidad colectiva, la economía, sujeta a una dirección centralizada
mediante un plan único, crecía aceleradamente con base en una pujante industria
pesada y el trabajo era un deber moral que tenía por objeto la satisfacción de las
necesidades de la colectividad.
El socialismo se extendió a todos los países que habían quedado bajo la tutela de
Rusia cuando ésta los liberó de las garras del fascismo. Se formó así un sistema
de países socialistas.
Desde esa alta cima, el socialismo (que correspondía a grandes rasgos al con-
cepto marxista de esta formación económico-social, aunque, como veremos después,
sólo en su aspecto formal) inicia su ineluctable declinación.
La economía y la sociedad soviéticas, ante el empuje de una fuerza inconte-
nible que el mismo socialismo había creado, empezaron a sufrir cambios significati-
vos. El socialismo se había instituido con el propósito de satisfacer las necesidades
individuales de los trabajadores, por lo que se mantuvo vivo en la sociedad socialista
el interés individual como el fin último del desarrollo; este interés fue el elemento di-
solvente del régimen socialista. Aunque en el socialismo soviético se había abolido la
propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción, sin embargo
quedó intangible la propiedad privada del obrero sobre sí mismo.
El propio desenvolvimiento venturoso del socialismo dio lugar al nacimiento
de un grupo social, procedente de la clase de los trabajadores y que incluía a los
dirigentes del Partido y a los técnicos, intelectuales y científicos, que era de hecho el
conductor de la economía y de los procesos sociales; por contrapartida, la gran masa
de los obreros quedó confinada al trabajo físico y al trabajo mental más simple y
Introducción •9
rutinario. Se conformaron de tal suerte dos grupos antagónicos: una burocracia que
comprendía a los cuadros superiores del Partido y a los técnicos, intelectuales y cien-
tíficos de procedencia obrera y una numerosa clase trabajadora que estaba excluida
de la dirección del proceso productivo.
La burocracia naciente intentó de inmediato convertir la administración de la
economía en la propiedad sobre los medios e instrumentos de producción; la cruen-
ta lucha de Stalin tuvo como razón última de ser la defensa de la propiedad colectiva
de los primeros embates de la burocracia obrera.
Para la década del 60, la burocracia soviética era ya de facto propietaria de los
medios e instrumentos de producción y había organizado la descentralización de
las empresas, la propiedad por grupos y la autogestión e introducido de una manera
muy amplia las relaciones mercantiles y el estímulo material. La propiedad colectiva
y la planificación centralizada fueron definitivamente sustituidas por nuevas formas
de propiedad y dirección de la economía.
La clase obrera soviética, por su parte, quedó sujeta a la explotación de esa
nueva clase dominante surgida de su seno. La relación entre la burocracia y la clase
obrera soviética era simple y llanamente la del trabajo asalariado: aquella se nutría del
trabajo excedente extraído a ésta.
La nueva forma de organización económica que se implantó en la URSS ten-
día ardorosamente hacia la restauración plena del capitalismo; sin embargo, como
la base del poder de la burocracia era precisamente esa forma específica de organi-
zación económico-política en la que no había un retorno definitivo a la propiedad
privada sino sólo un estado de transición hacia ésta desde la propiedad colectiva,
entonces la clase poseedora refrenaba por todos los medios a su alcance la fuerza
que movía al régimen soviético hacia el capitalismo pleno.
Dos tendencias contradictorias se instalaron dentro de la clase dominante so-
viética: una, que cuidaba del mantenimiento del estado de cosas existente, si acaso
introduciendo en él modificaciones graduales, y otra que procuraba el apresura-
miento de las medidas liberalizadoras para llevar rápidamente el régimen sovié-
tico hacia el capitalismo, aunque esta última ocultaba sus verdaderas intenciones
escudándose en un supuesto socialismo democrático y humanista, en el que quería
transformar al “socialismo estalinista gris y opresor”. Estas dos fuerzas fueron las
que, asentadas sobre los firmes cimientos de la explotación de trabajo asalariado,
determinaron por décadas la dialéctica del desarrollo del régimen soviético.
Advirtamos que un sector de la clase gobernante soviética defendía algo que
ni por asomo era el socialismo; se trataba, como hemos visto, de una degeneración
de ese régimen social que había adquirido una forma sui géneris del capitalismo y
que tenía un soporte en la explotación de los obreros soviéticos y la acumulación de
capital. El otro sector —que escondía sus apetitos tras la propuesta de la humani-
zación del socialismo mediante la exaltación del individuo, lo que a fin de cuentas
es el verdadero fundamento del régimen burgués— era el abanderado de la rápida
implantación del capitalismo del tipo existente en el mundo occidental.
Los demás países pertenecientes al campo soviético también vivieron el cam-
bio del socialismo a un capitalismo embozado. Las relaciones entre ellos y Moscú
Introducción • 11
forma superior, más democrática; en la disidencia, avanzada del capitalismo occiden-
tal, encontraba los paladines de la democracia socialista, del socialismo humanista
(utopía ésta a la que aspiraban por igual, en las décadas pasadas, la pequeña bur-
guesía de los países capitalistas y la oposición de las naciones antiguamente socia-
listas antes de volverse descaradamente pro-capitalista y que excluía tanto a la gran
burguesía como a la burocracia obrera y preconizaba el reinado del individuo como tal).
Muy pronto, sin embargo, su voz tuvo que enmudecer ante una realidad
abrumadora: por lo que los sublevados bramaban como ciervos sedientos era por la
propiedad privada capitalista.
Otra corriente de pensamiento echó también las campanas al vuelo, aunque
por un motivo diferente. Partiendo del mismo supuesto que la izquierda, es de-
cir, de la reputación del capitalismo encubierto existente en Europa oriental como
una forma determinada del socialismo, pero a la vez comprendiendo exactamente
la naturaleza pro-capitalista de los grupos que encabezaron la rebelión, arribaron al
convencimiento de que el derrumbe de los regímenes “comunistas” o “socialistas”
era la prueba palpable del fracaso del socialismo marxista y estimaron confirmado
su viejo prejuicio del carácter antihumano de este sistema social. La naturaleza hu-
mana, vulnerada por la dictadura socialista, dijeron, se ha sublevado por fin para
demandar a la historia que corrija su terrible desviación y le reintegre los atributos
que le ha expoliado, sobre todo su valiosa libertad individual. El capitalismo clásico,
sazonado con algunos rasgos humanistas, es el que se acomoda perfectamente a la
naturaleza del hombre. Para ellos no quedaba duda alguna de la historia había de-
cretado la muerte del socialismo.
A pesar de todo, los principios del socialismo marxista tienen ahora mayor
actualidad que nunca. Lo que ha concluido su ciclo vital es esa grotesca deforma-
ción, a fin de cuentas una variedad de la ideología burguesa, que los teóricos de
Europa oriental hicieron pasar impunemente, por muchos años, como el socialismo
marxista.
Desde sus escritos de juventud, Marx definió con una precisión meridiana la
esencia del régimen de producción capitalista.
En su trabajo En torno a la crítica de la filosofía del derecho,1 escrito en 1844, Marx
sostiene ya que en la clase de los proletarios del régimen capitalista se da la pérdida
total del hombre, es decir, la negación absoluta de su naturaleza humana, y en ellos
mismos debe surgir la necesidad de su recuperación mediante la actividad práctica
revolucionaria. En un famoso texto posterior, en La Sagrada Familia,2 Marx determi-
nó lo que es la esencia del régimen de producción capitalista: la aniquilación de la
naturaleza humana de la especie en el proletariado moderno y lo que debe ser, con-
forme a la dialéctica del fenómeno, el resultado del movimiento revolucionario: la
recuperación, a través de la lucha de los trabajadores, de esa naturaleza perdida. En
1
Marx, Carlos, En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1844, París. Contenido en: Carlos Marx,
Federico Engels, “La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la época”, traducción del alemán por
Wenceslao Roces, segunda edición, Editorial Grijalbo, S. A., 1967, México, D. F., pp. 3-15.
2
Marx, Carlos, Federico, Engels, La sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la época, traducción del
alemán por Wenceslao Roces, segunda edición, Editorial Grijalbo, S. A., 1967, México, D. F., pp. 100-102.
Introducción • 13
La historia, esa vieja calladamente hacendosa, ha querido hacer las cosas cui-
dadosamente; decidió llevar hasta sus últimas consecuencias la deshumanización de
los trabajadores para después colocarlos frente a esa caricatura de sí mismos en que
han quedado convertidos a través de la explotación directa del capital y de la exal-
tación de sus necesidades individuales; reconociéndose como la encarnación de una
monstruosa degeneración de la especie humana, deberán tomar conciencia de la
necesidad de subvertir el orden actual y establecer, ahora sí definitivamente, el so-
cialismo y el comunismo, en donde primero se recuperará la naturaleza humana del
hombre y luego se dará libre curso a sus enormes potencialidades.
El destino de la revolución que el proletariado actual se verá obligado a rea-
lizar es el establecimiento del socialismo y su posterior evolución hacia el comunis-
mo, tal y como Marx y Engels lo previeron en sus elaboraciones teóricas iniciales.
El comunismo es, para Marx, desde ese temprano esquema de 1844, la supre-
sión de la propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción y la
del obrero sobre sí mismo, la reapropiación de la naturaleza humana de la especie,
la reivindicación de la producción y el consumo colectivos y la abolición de las nece-
sidades individuales como el motor de la producción.
Así, nos dice en los Manuscritos..., en el comunismo, supresión positiva de la
propiedad privada,
• el hombre produce al hombre,
• el objeto es la realización directa de la individualidad del hombre y a la vez la
existencia de otro hombre, es decir, es un objeto social [colectivo]
• el carácter social [colectivo] es el carácter total del movimiento,
• el hombre crea a la sociedad y la sociedad crea al hombre,
• la actividad y el consumo son sociales [colectivos],
• la apropiación de la naturaleza es social [colectiva],
• la existencia natural del hombre se convierte en su existencia humana en la
sociedad [colectividad],
• la naturaleza se convierte en hombre en la sociedad [colectividad],
• la existencia individual es directamente actividad social [colectividad],
• la conciencia individual es directamente conciencia social [colectiva],
• la conciencia social es la forma teórica de la comunidad real
• la apropiación de la esencia natural del hombre se realiza de una manera total
a través de sus relaciones humanas con la realidad: ver, oír, olfatear, gustar,
sentir, pensar, juzgar, percibir; todas las cualidades del ser individual son
órganos directamente sociales [colectivos] que se relacionan de una manera
humana con el objeto,
• se da la emancipación de todos los sentidos y cualidades humanas,
• se realiza la conversión de todos los sentidos en subjetiva y objetivamente
humanos,
• se produce la conversión para el hombre del objeto en objeto humano u hombre
objetivo al convertirse el objeto en objeto social [colectivo],
• el mundo objetivo se hace en todas partes para el hombre en sociedad [colecti-
vidad],
Introducción • 15
Primera parte
La moderna clase obrera internacional está dotada de una conciencia y una organi-
zación burguesas; su actividad política consiste en sacar adelante las reivindicacio-
nes de un sector de la burguesía en contra de otro; no posee una conciencia y una
organización revolucionarias ni despliega una lucha que tenga como finalidad el de-
rrocamiento del régimen burgués y la instauración del socialismo; ella se encuentra
por completo sometida a la dominación ideológica y organizativa de la burguesía.
En el mundo, en los días que corren, no hay un solo partido que sostenga los
principios del marxismo-leninismo, ni que tenga al proletariado moderno como su
base social.
La teoría revolucionaria —el marxismo-leninismo— fue derrotada y desalo-
jada de sus posiciones en el terreno de la lucha de clases.
En los países antiguamente socialistas el capitalismo fue restaurado plena-
mente.
El sistema de países socialistas se transformó en un grupo de naciones total-
mente integradas al sistema mundial del capitalismo.
La revolución socialista mundial fue vencida y regresada a su punto de par-
tida y el capitalismo, bajo una forma u otra, extendió de nuevo su dominación, con
fuerza centuplicada, sobre todo el planeta.
Esta situación descrita cierra toda una fase de existencia de la revolución
mundial, durante la cual el progreso de la teoría y el movimiento revolucionarios
del proletariado, que desembocó en la revolución socialista internacional y en la
formación de un sistema de países socialistas, produjo necesariamente su propia
negación.
La tarea de los revolucionarios es intentar comprender la naturaleza de la
etapa actual de la revolución, para lo cual deben aplicar a su estudio el instrumento
cognoscitivo por excelencia del marxismo-leninismo: la dialéctica materialista.
Con la sorpresiva eclosión del capitalismo en los países del este europeo, la
degradación de la teoría revolucionaria a una colección de ideas burguesas expre-
sadas en un desleído lenguaje marxista, que era la ideología oficial de esas nacio-
nes, fue expulsada de sus antiguos dominios; los partidos comunistas occidentales
se convirtieron, primero, en partidos pequeño burgueses o burgueses de izquierda
que se despojaron sin rubores de su vestimenta revisionista y adoptaron una ideo-
La Lógica de Hegel • 21
22 •
Cuadro 1
La esencia positiva
La Lógica de Hegel • 23
La relación entre el ser determinado y la esencia negativa es, antes que nada,
la de forma y esencia, en donde ésta es un mero sustrato indeterminado y extrínseco
de aquel pero que está destinado a producir el otro que ha de sustituir al ser que
existe actualmente. Después, la relación pasa a ser la que hay entre forma y materia;
la materia es la esencia que no es aún fundamento ni negación del ser determinado,
sino su base indeterminada, pero que ha dejado de ser extrínseca a él: la materia es
tal por mediación de la forma, se niega a sí misma y se convierte en su otro, en la
forma; ésta es ella sólo por mediación con la materia: se niega y viene a ser su otro,
la materia. Forma y materia son el mismo ser determinado que aún no desarrolla su esencia
como fundamento y negación. Sin embargo, la materia del ser actual es la sustancia con
la que ha de construirse el nuevo ser determinado.
La relación forma-materia pasa a la de forma-contenido. La materia deviene
en contenido. Este es la esencia positiva formada por los polos positivo y negativo,
de los cuales el segundo es el germen del otro del ser inmediato determinado. La
esencia negativa está aquí sólo en estado latente. El contenido del ser actual es el que
ha de producir la forma y el contenido del nuevo ser.
La dialéctica entre polo positivo y polo negativo de la esencia positiva (con-
tenido del ser determinado) da lugar a la reflexión del segundo de ellos, es decir,
a la producción por el polo negativo de la forma del otro que ha de sustituir al ser
inmediato actual, pero sólo de la forma, que en este estadio coexiste con el contenido
de aquel. La esencia positiva ha dado a luz la esencia negativa, esto es, los elemen-
tos del otro del ser determinado, pero únicamente como una forma que conserva el
Cuadro 2
La esencia positiva se niega a sí misma y produce la esencia negativa
Cuarto nivel de existencia del ser, la esencia negativa
FORMA
}
a)
Esencia
Polo
positivo
Polo
negativo
del ser inmediato
actual.
CONTENIDO
} Es despla-
zada por la
forma de la
esencialidad
Fundado
positiva Determinación
del ser inmediato negativa.
actual
}
FORMA
De la esencialidad
La esencia positiva
Esencia negativa, de las de-
genera primeramente,
negativa terminaciones del
mediante la reflexión Fundamento
(solo otro hacia el que ha
de su polo negativo, la formal
la forma de evolucionar pero
forma del otro que ha de
del otro) conservando aun
sucederle.
el contenido del ser
actual.
Cuadros 3
Negación de la forma de la esencia negativa
FORMA FUNDADO
b) del ser inmediato (contenido del
Polo Polo actual. ser actual)
Esencia positivo negativo CONTENIDO
positiva Se engendran y
Determinación del se niegan mutua-
ser inmediato actual mente.
FORMA FUNDAMENTO
Esencia De la esencialidad negati- FORMAL
negativa va, de las determinaciones
(solo la del otro hacia el que ha de (fundamento
forma evolucionar pero conser- negativo del ser
del otro) vando aún el contenido del actual)
ser actual.
FORMA ANTERIOR
del ser inmediato
c) actual.
Polo Polo
Esencia positivo negativo CONTENIDO Restaura la for-
positiva Del ser inmediato actual ma anterior del
pero en una fase superior de ser inmediato
su existencia actual.
Anula la forma
FORMA de la esenciali-
Esencia dad negativa.
negativa
(solo la
forma
del otro)
La Lógica de Hegel • 25
de la esencialidad, esto es, del otro que le ha de seguir; lo fundado son las determi-
naciones del ser inmediato presente; el fundamento se niega a sí mismo y engendra
a lo fundado; éste a su vez se niega a sí mismo y produce al fundamento.
El ser determinado inmediato se ha desdoblado en dos: el contenido del ser
determinado inmediato actual que es lo fundado y la forma del ser que ha de sustituirlo,
del otro en que ha de transformarse el ser existente, que es el fundamento.
La esencia ha adquirido así la forma del nuevo ser, pero conserva aún el contenido
del anterior; éste es el paso previo necesario para que ella se establezca como las determi-
naciones específicas del próximo ser inmediato que son la negación del que hoy existe.
Las determinaciones del ser inmediato existente y su forma negativa se dan
un mutuo impulso que resulta en el paso de las primeras a una fase superior de su
existencia; ya investidas con su nueva naturaleza, su acción inicial consiste en la
anulación de la forma de la esencia negativa y la restitución de la forma primitiva.
Cuadro 4
Restauración de la esencia positiva
FORMA
del ser inmediato actual.
d)
Polo Polo CONTENIDO
Esencia positivo negativo Determinaciones del ser inmediato
positiva en su nueva naturaleza; recobraban
su papel de fundamento positivo
de lo que el ser es.
FORMA
del ser inmediato
e) actual.
Polo Polo
CONTENIDO Fundado
Esencia positivo negativo
Determinación del ser
positiva
inmediato actual en una
fase superior de su exis-
}
tencia
CONTENIDO
De la esencialidad nega-
Esencia negativa tiva, de las determinacio-
Fundamento
(contenido del nes del otro hacia el que
real
otro) ha de evolucionar pero
conservando aun el con-
tenido del ser actual.
}
La Lógica de Hegel
• 27
d) Producción por la esencia positiva del contenido de la esencia negativa
El ser determinado inmediato tiene ahora la estructura siguiente: las determinacio-
nes del ser determinado actual que son el contenido de la forma correspondiente y las
determinaciones propias del ser determinado en que el existente ha de trocarse, que
son un contenido distinto del anterior y el cual se dará la nueva forma de la esenciali-
dad negativa mediante la negación de la anterior. Aquellas y su forma específica son
lo fundado y éstas son el fundamento real que al producir su forma característica
será el fundamento integral (real y formal).
Las determinaciones del ser actual, que aquí tienen el carácter de un fundado,
comprenden desde luego las determinaciones de la esencia positiva y por lo tanto
constituyen una relación polar (polo positivo y polo negativo) que se rige por los
principios señalados en la parte correspondiente de este estudio; el resultado final
de esa relación es la gestación de las determinaciones del otro del ser actual.
Como al momento de su surgimiento las determinaciones del otro ser deter-
minado carecen de su carácter negativo, son idénticas a las determinaciones del ser
inmediato que les dieron vida, se continúan en ellas, y al hacerlo fijan una diferencia
entre las mismas, lo que da a lo fundado un doble contenido: unas determinaciones
(polo negativo del ser actual) que son la continuación del fundamento real y que por
tanto son las determinaciones del otro en lo fundado y otras determinaciones (polo
positivo del ser presente) que son extrínsecas tanto a aquellas como al fundamento.
f) La esencia positiva, produce, a través del polo negativo, los polos positivo y
negativo del contenido de la esencia negativa
El contenido de la esencia negativa se ha escindido así en dos: el contenido A, que
es el polo positivo y que representa al ser determinado actual en la esencia negativa,
y el contenido B, que es el polo negativo de la misma que pretende anular al ser
actualmente existente.
Al vincularse el polo negativo y el polo positivo de la esencia negativa en una
relación negativa, se unen también el polo positivo y el polo negativo de la esencia
positiva en una relación de engendramiento de B por A.
}
f)
Forma de ser
inmediato actual
Esencia Fundado
positiva El contenido Doble
Polo Polo del otro en que contenido
positivo negativo el algo se ha
Extrínseco
Contenido A Contenido B de transformar
tanto al polo
negativo como se continua en
fundamento. Contenido las determina-
}
Determinación ciones del ser
Esencia ne- El polo del ser inmedia- inmediato; a
gativa (forma negativo se to actual en una causa de ello, Fundamento
y contenido determina fase superior de el contenido integral
del nuevo ser como el que su existencia de la esencia (real y
pero aún en engendra el positiva se formal)
el seno del contenido escinde en dos un solo
actual.) de la esencia Nueva forma contenidos contenido
negativa De la esenciali- que corres-
dad negativa, de ponden a los
las determina- polos positivo
ciones del otro y negativo.
Cuadro 7
Producción de los polos positivo y negativo del contenido de le esencia negativa
}
g)
Forma del ser inmediato actual
Esencia positiva Fundado
(fundamento positi- Doble contenido
Polo positivo Polo negativo
vo del ser determi- Contenido A Contenido B
nado)
El contenido B (polo negativo) de la esencia positiva genera el contenido del otro; este
contenido adquiere su negatividad e incorpora a su campo el contenido A de la esencia
positiva con el que trataba la lucha que tiene como finalidad aniquilarlo, echarlo de la
existencia para dejar subsistente sólo al nuevo ser inmediato
}
Fundamento inte-
Polo positivo Polo negativo gral
Esencia negativa
Contenido A Contenido B (real y formal)
Un solo contenido
FORMA DEL OTRO
La Lógica de Hegel • 29
El polo negativo de la esencia negativa (contenido B) establece la lucha con
propósitos devastadores contra el polo positivo (contenido A) de la misma; este polo
positivo de la esencia negativa a su vez engendra el polo positivo de la esencia posi-
tiva, el cual produce el polo negativo, que a su tiempo generará el polo negativo de
la esencia negativa.
g) Los dos polos de la esencia positiva engendran a los dos polos del contenido de la
esencia negativa y viceversa.
Al traer el contenido B (polo negativo) de la esencia negativa hacia ésta el contenido
A (polo positivo) de la esencia positiva y vincularse ahí ambos contenidos en una
relación de oposición, dan lugar a la unificación del contenido A (polo positivo) y
el contenido B (polo negativo) de la esencia positiva en una relación de procreación
mutua.
El ser determinado inmediato queda así compuesto de la siguiente forma:
una esencia positiva con dos contenidos (polo positivo y polo negativo) que se ge-
neran recíprocamente y que por la reflexión de su polo negativo da lugar al surgi-
miento del polo negativo de la esencia negativa el cual vincula a sí, trayéndolo a su
dominio, al polo positivo de la esencia positiva, con el cual establece una relación
contenciosa; una esencia negativa integrada por dos contenidos, el polo negativo que
es producto de la reflexión del polo negativo de la esencia positiva y el polo positi-
vo que ha sido traído desde la esencia positiva al terreno de la esencia negativa, en
donde entra en franca lucha con el otro polo y de ahí es lanzado de nuevo al seno de
la esencia positiva.
La dialéctica total que de aquí brota es la siguiente: los polos positivo y nega-
tivo de la esencia positiva se producen uno al otro; este movimiento se traduce en la
reflexión del polo negativo, es decir, en su conversión en el polo negativo de la esen-
cia negativa; este último trae hacia la esencia negativa al polo positivo de la esencia
positiva y entra con él en una relación conflictiva; este polo positivo de la esencia ne-
gativa se transmuta en el polo positivo de la esencia positiva y ahí se reanuda de
nuevo todo el proceso.
Las determinaciones que en el fundamento real constituyen los elementos
del otro en que el algo ha de transformarse y que son uno de sus contenidos (el polo
negativo del mismo), tienen que acreditar su ser negando, con la intención de des-
plazarlas de la existencia, las determinaciones del ser inmediato, del algo existente
que es otro de los contenidos del fundamento (polo positivo).
Las determinaciones extrínsecas e inesenciales que eran uno de los conteni-
dos de lo fundado (su polo positivo) entran, por mediación de la relación fundamen-
tal (es decir, de la vinculación negativa inmediata de los contenidos (polo positivo
y polo negativo) en el fundamento), en relación con el otro contenido de lo fundado
(su polo negativo); esa conexión es positiva, de creación de las determinaciones ne-
gativas de lo fundado.
Queda así perfectamente estructurado el fundamento negativo del ser deter-
minado y bien delimitados los elementos cuya dialéctica ha de llevar a la metamor-
fosis de éste en otro ser determinado.
}
h)
Forma del ser inmediato actual
Esencia positiva Fundado
(fundamento positi- Polo positivo Polo negativo Doble contenido
vo del ser determi- Contenido A Contenido B
nado)
El polo negativo de la esencia negativa trae al terreno de esta al polo positivo de la esencia
positiva; al hacerlo vincula a su vez al polo positivo y al polo negativo de la esencia posi-
tiva. Se completa así la estructura de la esencia en sus dos niveles con dos pares de polos
que en su dialéctica han de llevar al surgimiento del nuevo ser determinado por medio de
la navegación del ser determinado anterior.
}
Polo positivo Polo negativo
Esencia negativa
Contenido A Contenido B Fundamento integral
(real y formal)
Un solo contenido
FORMA DEL OTRO
La Lógica de Hegel • 31
Cuadro 9
Enfrentamiento del polo negativo y el polo positivo en la esencia negativa
i)
Este polo vuelca todo Polo Polo Este polo vacía todo
Esencia
su contenido en el po- positivo negativo su contenido en el
positiva
lo positivo de la esen- CONTE- CONTE- polo negativo de la
(desaparece)
cia negativa. NIDO A NIDO B esencia negativa
Quedan enfrenta-
Polo Polo
Esencia dos en lucha decisi-
positivo positivo
negativa va el polo positivo y
CONTE- CONTE-
el polo negativo de
NIDO A NIDO B
la esencia negativa.
La Lógica de Hegel • 33
34 •
Cuadro 10
Aparición del nuevo ser en la existencia
Momento Momento de la
Polo Positivo
de la cosa cosa inmediata
CONDICIÓN
en sí. esencial.
En los últimos treinta años del siglo diecinueve y los primeros decenios del siglo
veinte, el capitalismo desarrolla en una gran medida su esencia positiva. En la mis-
ma proporción, intensifica la negatividad de sus determinaciones en su papel de ele-
mentos constitutivos del régimen capitalista; es la negación de la naturaleza humana
que se caracteriza por la aniquilación física del sujeto humano a través de la reduc-
ción del salario, la extensión de la jornada, la intensificación del trabajo, la esclavitud
fabril, la insalubridad, las enfermedades y la muerte prematura. La negatividad de
las determinaciones es tan intensa que produce su reflexión, es decir, su tránsito a
elementos de la esencia negativa: el perfeccionamiento de la teoría revolucionaria, la
lucha revolucionaria del proletariado, la conquista del poder político por los traba-
jadores y el establecimiento del socialismo en Rusia, pero todo ello sólo como una forma
(abolición de la propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción
y establecimiento de la propiedad colectiva sobre los mismos) cuyo contenido lo son
todavía las determinaciones del ser, de la esencia positiva del régimen capitalista
(la propiedad privada del obrero sobre sí mismo); tan es así que el proletariado se
ha levantado en armas con el fin de satisfacer sus necesidades elementales y no, ni
mucho menos, para reapropiarse conscientemente su naturaleza humana.
En el período a que nos referimos, el régimen capitalista eleva el carácter ne-
gativo de sus determinaciones de existencia, pero como elementos constitutivos de
ese régimen; la negatividad avanza de tal manera que produce la reflexión de esas
determinaciones, lo que por ahora sólo se traduce en el surgimiento de la forma del
régimen socialista, la cual tiene como contenido las mismas determinaciones de exis-
tencia del capitalismo; quiere esto decir que éstas no han alcanzado la negatividad
superior que lleva necesariamente al surgimiento de otra serie de determinaciones
negativas que son los elementos materiales del nuevo régimen (proletariado cons-
ciente de ser la encarnación de la total anulación de la naturaleza humana y, por
tanto, sujeto de la revolución que debe conducir a la reconstitución de la naturaleza
humana que el capital le ha sustraído).
Después de la revolución rusa se da una relación de mutuo procreamiento y
negación entre el régimen capitalista internacional y la forma del régimen socialista
establecida en aquel país. El capitalismo internacional sigue acrecentando en una
gran medida la negatividad de sus determinaciones de existencia y su reflexión pro-
En las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX, la intelectualidad pequeño
burguesa abordó teóricamente la naturaleza de la “sociedad del bienestar”.
Herbert Marcuse fue quien llevó hasta sus últimas consecuencias, desde el
punto de vista de la pequeña burguesía, la crítica de la “sociedad industrial”.
Marcuse reivindica, frente a la vulneración de la individualidad que la “socie-
dad industrial” perpetra (la “administración total” del individuo por el “aparato de
dominación”), la irrestricta libertad del individuo para determinar sus necesidades
y los satisfactores de las mismas.
La pequeña burguesía, cuyo teórico por excelencia es Marcuse, inicia una ba-
talla en contra de la burguesía con el propósito de derribar los diques que la moral
burguesa impone a la erección definitiva del principio del placer como el contenido
fundamental del mecanismo de determinación y satisfacción de las necesidades del
individuo.
La cibernética
1
Marx, Carlos, El Capital, t. I, Versión del alemán de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica,
México-Buenos Aires, Tercera Edición, 1964, pp. 546-547.
La informática
A la par con la cibernética, e íntimamente ligada con ella, en los últimos tiempos ha
tenido un desarrollo mayúsculo la disciplina denominada informática.
El perfeccionamiento de los sistemas, procesos y máquinas productivas, así
como el establecimiento y mejoramiento constante de métodos y máquinas de con-
trol, comunicación, coordinación, retroalimentación, etcétera, han requerido la uti-
lización de cantidades muy voluminosas de datos referentes a los elementos de que
cada uno de ellos está constituido.
Lo primero con lo que nos encontramos es con la generación masiva de datos
acerca de la naturaleza, comportamiento, relación mutua, etcétera de cada uno de
esos elementos. Estos datos deben ser tomados de su fuente, concentrados, almace-
nados, clasificados, organizados, etcétera.
Posteriormente, estos datos tienen que ser gestionados, es decir, solicitados
y enviados al solicitante, en donde serán utilizados para el funcionamiento, con-
trol, coordinación, retroalimentación, etcétera de sistemas, procesos y máquinas; por
último, son remitidos, con la connotación que el proceso les haya dado, de nuevo al
punto de almacenamiento.
La comunicación
2
Ver: National Science Board. 2004. Science and Engineering Indicators 2004. Two volumes. Arlington,
VA: National Science Foundation (volume 1, NSB 04-1; volume 2, NSB 04-1A). http://www.nsf.gov/
statistics/seind04/c6/c6s5.htm
La caída del “socialismo real” fue el último resultado de un largo proceso histó-
rico.
Al finalizar la segunda guerra mundial, con la liberación de varios países de
Europa oriental por el ejército rojo y la conjunción de insurrecciones proletarias en
esos países, se formó el sistema de países socialistas.
La teoría marxista tiene, en esta etapa, como núcleo, una concepción dual de la na-
turaleza humana.
Por una parte se encuentra el trabajador socializado por la producción, que
ha perdido su individualidad en el trabajo capitalista y que está apto por tanto para
la propiedad y el trabajo colectivos que son el contenido del socialismo marxista
que se propugna. La revolución socialista debería entonces llevar hasta sus últimas
consecuencias la formación de un verdadero obrero colectivo en la órbita de la pro-
ducción.
Fuera de ésta, el trabajador tiene, como individuo, una vida familiar, social,
etcétera, que el capitalismo vulnera sistemáticamente. La teoría marxista reivindica
entonces la reconstitución, defensa y enriquecimiento de la vida familiar e individual
de los trabajadores. Su bienestar es el propósito fundamental del régimen socialista.
La naturaleza humana que el socialismo marxista pretende recobrar con la re-
volución proletaria es, en consecuencia, la siguiente: una naturaleza completamente
colectiva de los trabajadores en el ámbito de la producción, lo que implica su ab-
soluta desindividuación, la total anulación de su individualidad, y una naturaleza
individual fuera de la órbita de la producción, en los lugares que realiza las restantes
actividades vitales, lo que se traduce en el impulso al individuo como tal.
La consideración del socialismo que existió en Europa del este a partir de 1917 como
una forma con un contenido capitalista, nos da la pauta para comprender con más exac-
titud la naturaleza de ese período particularmente controvertido de la historia del
régimen soviético que fue la etapa de gobierno de José Stalin.
En el cuerpo principal de este trabajo hemos sostenido la tesis de que el so-
cialismo surgió inicialmente como una forma que conservaba un contenido capita-
lista; en efecto, de un capitalismo que vivía los inicios de su existencia en donde la
explotación se manifestaba concentradamente en la no-satisfacción de las necesida-
des individuales de los trabajadores (la situación de los obreros y campesinos rusos
sólo constituía una forma especialmente agravada de las condiciones generales de
existencia del proletariado internacional) brotó una primitiva aparición del socialis-
mo. El régimen soviético empezó así su camino ascensional, en cada una de cuyas
fases cumplió con los postulados de la teoría del marxismo-leninismo, hasta llegar
al punto de superior de su existencia, en donde logró, a través de la dictadura del
proletariado, la aniquilación de la burguesía y la pequeña burguesía, la conversión
de una parte sustancial de los medios e instrumentos de producción en propiedad
colectiva, la colectivización casi total de la producción y del consumo y la abolición
del interés individual como el incentivo de la actividad de los trabajadores. Estas
características alcanzadas por el socialismo en la cumbre de su primigenia apari-
ción histórica —comprendida aproximadamente entre el fin de la segunda guerra
mundial y la realización del XX Congreso del PCUS— correspondían por completo
al concepto que de ese régimen social había forjado el marxismo-leninismo en su
proceso de vida teórico-práctica.
Sin embargo, el socialismo marxista-leninista instaurado en Rusia recibió en
herencia, conservó y desarrolló un contenido capitalista. El proletariado ruso vivía,
en el período previo a la revolución, en un estado de insatisfacción creciente de sus
necesidades elementales; la clase obrera estaba formada por individuos, es decir
personas que son propietarios privados de su corporeidad y que, por tanto, tienden
a llenar plenamente esa naturaleza suya —la individuación de los seres humanos,
tan cara a Hegel que la hace el fin último de la historia humana, es un proceso que
se inicia la disolverse la comunidad primitiva y que culmina en el régimen de pro-
ducción capitalista—. El empobrecimiento creciente de los trabajadores hace surgir
1. Antecedentes Filosóficos
1
Marx, Carlos, y Federico Engels, La Sagrada Familia. y otros escritores filosóficos de la época, versión al
español de Wenceslao Roces, Segunda Edición, 1967, México, Editorial Grijalbo, pp. 191-200.
El materialismo
El materialismo mecanicista
La física de Descartes sirve de base al materialismo cartesiano.
En su física, Descartes había conferido a la materia fuerza autocreadora y concebido el
movimiento mecánico como obra de su vida... Dentro de su física, la única sustancia,
el fundamento único del ser y del conocimiento es la materia.3
2
Marx, Carlos, y Federico Engels, op. cit., pp. 191-192.
3
Ibíd., p. 192.
4
Ibídem.
El materialismo inglés
La metafísica de Descartes, cuyo postulado fundamental era la existencia de ideas
innatas en la conciencia del hombre, genera como contrapartida otra forma de mate-
rialismo representada por Gassendi y los ingleses Bacon, Hobbes y Locke. Este ma-
terialismo pone el acento en el problema del origen de las ideas, de su proceso de
formación; frente a las ideas “innatas” de la metafísica cartesiana se desarrollan las
tesis de que las ideas que se forma el hombre acerca del mundo exterior son el pro-
ducto de un proceso que parte de las sensaciones (la relación directa del hombre con
la naturaleza a través de los sentidos) y se eleva hasta el pensamiento. Los sentidos
son los que para este materialismo suministran todos los conocimientos: Nihil est in
intellectum quod non fuerit in sensu.
El materialismo francés
Los materialistas franceses (la “Ilustración francesa”, los llama Hegel) son los conti-
nuadores directos de los ingleses y los que
dotaron al materialismo inglés de espíritu, de carne y de sangre, de elocuencia. Le
infundieron el temperamento y la gracia que aún no tenía. Lo civilizaron... Helvétius
(Helvecio) concibe inmediatamente el materialismo con referencia a la vida social.5
Los franceses consideraron, como los ingleses, que la totalidad de las ideas del hom-
bre son sensaciones transformadas; pero no se quedaron en eso y, refiriendo esta tesis
a las relaciones sociales, sostuvieron que todas las concepciones y sentimientos del
hombre son el resultado de la influencia del medio ambiente social; a su vez, el medio
ambiente social dependía del tipo de legislación y de las formas de gobierno. El
Estado, cuyas leyes responden a las exigencias de la razón, puede crear las condi-
ciones necesarias para asegurar una vida moral y hacer que el hombre sea ilustrado.
La ilustración francesa llevó el materialismo hacia un punto superior de su
desarrollo. El materialismo cartesiano había establecido el principio general de la
primacía de la materia, último fundamento del ser y del conocer; los ingleses, par-
tiendo de este principio, lo enriquecieron postulando que las ideas del hombre te-
nían su origen en la experiencia sensible, en la relación directa del hombre con el
mundo exterior a través de sus sentidos y, por último, los franceses lo perfecciona-
ron estableciendo la tesis de que es el ser social el que determina la conciencia social.
Los filósofos materialistas franceses pensaban que el medio ambiente social
era el que determinaba las opiniones de los individuos (es decir, sus ideas, senti-
5
Ibíd., p. 196.
El socialismo crítico-utópico
El propio capitalismo crea, en la época posterior a la revolución francesa, los ele-
mentos de una primitiva negación de su naturaleza; la situación a que es llevado el
proletariado naciente a causa del crecimiento de la riqueza capitalista provoca
el surgimiento, a partir del materialismo francés, de una primigenia doctrina socia-
lista y comunista (Owen, Fourier, Cabet, Saint Simon, Dezamy, Gay, etcétera) que
se propone acabar con los males surgidos del desarrollo de la sociedad moderna
estableciendo una forma de organización social acorde con la naturaleza humana
y cuyos lineamientos generales son formulados sacándolos de las cabezas de sus
epígonos por medio de la razón pura; el socialismo crítico-utópico, como fue llama-
do por Marx y Engels, constituye el germen de la negación teórica del régimen de
producción capitalista y es la base del movimiento práctico del proletariado de esa
época. Los razonamientos de los socialistas crítico-utópicos (la crítica de la sociedad
burguesa y los atisbos de la sociedad del futuro) tienen su punto de apoyo en los ar-
La historia política
Después de la revolución francesa, en plena época de la Restauración, un grupo de
escritores políticos (Guizot, Thierry y Mignet) sometieron a un concienzudo estudio
el movimiento que acababan de presenciar. De sus análisis extrajeron la conclusión
de que la sociedad se desarrolla regida por leyes intrínsecas y que sus cambios no
obedecen a la voluntad de tal o cual persona, a los efectos de la legislación, a las
determinaciones estatales o a los dictados de la “razón”, sino a las condiciones ma-
teriales que forman la base de su desarrollo, a la organización de la sociedad civil, a
la lucha de clases; descubrieron que la “sociedad civil” es la que determina la legis-
lación y el Estado.
“Ha sido por el estudio de las instituciones políticas, dice Guizot, que han procurado
conocer el estado de la sociedad, el grado o el género de su civilización. Habría sido
más atinado estudiar primeramente la sociedad misma para conocer y comprender
sus instituciones políticas. Antes de convertirse en una causa, las instituciones son
un efecto; la sociedad las produce antes de ser a su vez modificada por ellas; y en vez
de buscar en el sistema o en las formas de gobierno el estado del pueblo es menester
examinar ante todo el estado del pueblo para saber cuál ha sido y cual ha podido
ser el gobierno... la sociedad, su composición, el modo de ser de los individuos de
acuerdo a su situación social, las relaciones de las diversas clases de individuos,
el estado de las personas, en fin, esta es sin duda, la primera cuestión que llama la
atención del historiador que quiere observar la vida de los pueblos y del publicista
que quiere saber cómo han sido gobernados.”Ensayos sobre la historia de Francia, 10º
ed. pp. 73-74, París, 1860 (la primera edición de estos Ensayos apareció en 1822).6
Las ideas críticas de los historiadores posteriores a la revolución francesa son la con-
tinuación y superación de los materialistas franceses; establecen teóricamente la re-
lación exacta entre la “sociedad civil” y la legislación y el estado, la cual había sido
considerada inversamente por la Ilustración Francesa, y descubren el motor de la
historia moderna de los pueblos: la lucha de clases.
Estos avances teóricos se realizan bajo la influencia del régimen capitalista y
son elementos de su propio desarrollo; pero al mismo tiempo contienen en forma
embrionaria los de la teoría revolucionaria.
6
Plejanov, Jorge, La concepción materialista de la historia de Carlos Marx, versión al español de Ediciones
en Lenguas Extranjeras, Moscú, URSS, Ediciones Roca, S.A.., Primera Edición, 1974, pp. 37 y 38.
La filosofía hegeliana
El conocimiento (la conciencia, la idea) bajo la forma del “espíritu” es una sustancia
con vida propia que en su movimiento genera a la materia, la naturaleza y la socie-
dad humana.
7
Marx, Carlos, y Federico Engels, op. cit., p. 25.
8
Ídem.
9
Ídem.
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ediciones de Cultura Popular, 1977, México, D.F.,
10
pp. 144-176.
11
Ídem.
(b) Para Hegel, el pensamiento puede penetrar y penetra hasta la inasequible “cosa
en sí” de los kantianos. La realidad es cognoscible y lo es hasta su estructura más
íntima y sus movimientos más complicados. La lógica no es sino el compendio de
las leyes conforme a las cuales el pensamiento se apropia el objeto de la manera
más completa: aprehende primero lo superficial y accidental, es decir, la apa-
riencia del fenómeno, lo que Hegel llama las determinaciones del ser; después
encuentra las características del otro que existe germinalmente en el interior del
ser, es decir, las determinaciones de la esencia; con estos elementos construye el
concepto subjetivo que es la unidad en la oposición de las determinaciones del
ser y la esencia; con el concepto como hipótesis de la naturaleza del objeto, va
hacia éste para su verificación, resultando de ello la elaboración de la idea como
la forma de pensamiento en la cual el concepto, es decir, la hipótesis y el objeto
coinciden plenamente. La “idea absoluta” es el reflejo superior de la realidad
en la conciencia, es la aprehensión nuevamente del ser pero con una riqueza de
determinaciones formando su contenido como resultado de todo el proceso.
La lógica de Hegel es, aunque en una forma invertida, la formulación más exacta, no
superada hasta ahora, de las leyes del movimiento de la materia y del pensamiento;
puesta sobre los pies, como dice Marx, constituye una parte integrante de la doctrina
del marxismo con el mismo derecho que los propios textos de Marx, Engels y Lenin, y con
mucho mayor razón porque los clásicos únicamente aplicaron ampliamente el mé-
todo hegeliano en todo su trabajo teórico, pero no desarrollaron algo que pudiera
considerarse como una “lógica marxista”. Marx y Engels utilizaron en todos sus
trabajos teóricos el método que se contiene en la lógica hegeliana, pero no como algo
externo y accidental, sino como aquello que permite penetrar a la esencia del objeto
y que por tanto se convierte en parte integrante de su reflejo mental: El Capital, la
obra cumbre de Marx, es, de la A a la Z, una aplicación de la Lógica de Hegel al
estudio de la economía política; de igual manera, las tesis clásicas de la explotación
y depauperación del proletariado y del establecimiento del socialismo constituyen
una versión de la doctrina hegeliana de la esencia en el terreno de la historia de la
sociedad humana.
Como dejamos dicho, el revisionismo, aunque virtualmente extinto, es lo que
pasa hoy en todas partes como la forma más refinada de la teoría marxista; de ahí
entonces que para la reivindicación de esta última, para dar de nuevo vigencia a las
tesis marxistas, para poner de relieve lo esencial de los planteamientos de Marx y de
Engels, sea legítimo y necesario apoyarse en lo que fue el método utilizado por ellos
para forjar la teoría de la revolución; y no sólo eso, sino que en virtud de que con la
derrota del socialismo y la anulación de la teoría marxista se presenta una situación
inédita para la que no hay respuesta en ninguno de los textos clásicos, sea igual-
mente legítimo y necesario acudir al método en el que abrevaron Marx y Engels. El
El concepto
En la actividad productiva enajenada y, por lo que hace al régimen capitalista, en la
industria, se establece la relación directa entre el hombre y su objeto. Esta actividad
productiva consiste en la aplicación de una serie de conocimientos preexistentes,
producto de la práctica humana anterior, materializados en determinados instru-
mentos de producción, capacidades humanas, procesos productivos y característi-
La ciencia recibe sólo imágenes mentales elaboradas que constituyen su materia pri-
ma; con ellas trabaja tratando de integrarlas en una síntesis superior, en una imagen
mental más amplia, más completa y más sistematizada; el producto de su función
está constituido también por imágenes mentales como hipótesis, teorías, etcétera
con las que forma la imagen mental más adecuada del sector de la realidad corres-
pondiente. La materia prima de su actividad no le es proporcionada directa y explí-
citamente por la industria ni sus productos van a ella en la misma forma; sólo por
un proceso indirecto de sublimación en un caso y decantación en el otro se establece
la comunicación entre la ciencia y la industria. La ciencia se satisface encerrada en sí
misma: produce pensamientos sin que su fin remoto ni próximo sea la acción sobre
la realidad en ningún sentido.
En suma, la ciencia utiliza como materia prima y produce imágenes mentales
que integra en un cuerpo de pensamientos sobre un sector de la realidad; para ella,
lo que realmente existe, puesto que es con lo que trabaja y el resultado de su trabajo,
es el pensamiento; de ahí que se refuerce la mistificación del pensamiento en esta
área específica de su acción: (1) se robustece su pretensión de ser la realidad más
íntima de los objetos, (2) igualmente se hace más fuerte la creencia de que es una
sustancia que puede conocer la realidad en virtud de una mística facultad que posee,
sin necesidad de pasar por el proceso productivo y (3) su resultado real es producir
y perfeccionar un cuerpo de pensamientos, una sustancia espiritual.
De la imagen mental desarrollada por la ciencia se desprende hacia abajo
conocimientos que, al llegar a la actividad práctica industrial, comprueban o no su
validez y la de la hipótesis de donde parten; a su vez, de la prosaica realidad, de
la producción, brota una serie de conocimientos que se van elevando hasta llegar a la
ciencia en donde sirven de base a nuevas hipótesis, teorías, etcétera.
La enajenación no es, para Hegel, el hecho real de que el hombre objetive sus fuer-
zas esenciales en oposición a sí mismo, en forma no humana; es, por el contrario, el
hecho de que objetive las entidades espirituales, que son el reflejo de esas fuerzas
esenciales enajenadas, en oposición al pensamiento abstracto, a la autoconciencia.
Puesto que para Hegel todas las fuerzas esenciales enajenadas del ser huma-
no son sólo entidades espirituales y, puesto que también para él la naturaleza esen-
cial del hombre es el espíritu —la autoconciencia—, la revocación de la enajenación,
la apropiación de las fuerzas esenciales enajenadas del hombre, es una apropiación
que se da en el pensamiento puro —en la autoconciencia—, es la apropiación de esos
objetos como pensamientos —como entidades espirituales, como fases del espíri-
tu— y por la vía del pensamiento —de la autoconciencia—.
Pese a su idealismo, la filosofía de Hegel tiene un núcleo racional, que es el
punto de partida de la teoría marxista: la concepción de la constitución y de la rea-
lización de la esencia natural humana como el proceso de autogeneración, enajena-
ción y revocación de esa enajenación de las potencias esenciales del hombre; si bien
Hegel considera la esencia natural humana como constituida por la autoconciencia
—la conciencia consciente de sí misma—, las potencias humanas como las entidades
12
Marx, Carlos, op. cit., p. 152.
Engels, Federico, Dialéctica de la Naturaleza, traducción directa del alemán por Wenceslao Roces, Editorial
13
14
Engels, Federico, Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana. en: Carlos Marx, Federico
Engels, Obras Escogidas, T. VII, Editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, Argentina, 1973, pp. 376-
378.
15
Engels, Federico, Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, en Carlos Marx, Federico Engels, Obras
Escogidas, T. VII, Editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, Argentina, 1973, pp. 301-304.
18
Marx, Carlos, La dialéctica y la filosofía hegelianas, en La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de
la primera época, traducción del alemán por Wenceslao Roces, segunda edición, Editorial Grijalbo,
S.A., México, 1967, pp. 55-56.
19
Ibídem, p. 64.
El pseudomarxismo y la dialéctica
Una corriente de pensamiento supuestamente marxista pretende que hay una dia-
léctica de Marx distinta de la dialéctica de Hegel y que toda la rica y exhaustiva
exposición de la ley general del movimiento que está comprendida en la Lógica de
Hegel (la dialéctica del ser y de la esencia) es sólo idealismo y misticismo.
Ya hemos visto que Marx y Engels reconocen explícitamente que es la dia-
léctica hegeliana, despojada de su envoltura idealista, la que utilizan en sus trabajos
teóricos (ver las citas arriba transcritas); pero para ciertos “marxistas”, el contenido
racional que Marx dice conservar de la dialéctica hegeliana es el que expresa en
una frase suya: “en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe abriga a
la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque crítica y revo-
lucionaria por esencia, enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin
omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada.” Al
interpretar oficiosamente a Marx, el revisionismo castra la doctrina marxista: por
un lado, propone que lo verdaderamente revolucionario del marxismo, su principio
fundamental, es el concepto del devenir heraclitiano, con lo cual hace retroceder al
marxismo, en filosofía, más de 20 siglos; por otro, desecha la dialéctica hegeliana
con todas sus abundantes determinaciones de la realidad al considerar que aplicarla
al conocimiento del objeto es misticismo y dogmatismo porque se lleva al proceso
cognoscitivo un prejuicio que impide que aquel sea visto en su estado puro, fáctico;
Feuerbach.
En su historia, que comprende desde las ideas materialistas de los griegos hasta los
postulados de Feuerbach, el materialismo estableció una serie de principios, de los
cuales en seguida hacemos un breve resumen.
Todo lo que existe es materia en movimiento. Esta totalidad —el universo—
es infinita en el tiempo y en el espacio. La materia en movimiento se transforma
constantemente mediante procesos materiales (mecánicos, fiscos, químicos, biológi-
cos, etcétera) que son producidos por la fuerza y la energía propios de la materia. No
existe nada fuera de la materia en movimiento (no una sustancia espiritual, ni algo
20
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ediciones de Cultura Popular, 1977, México,
D.F., p. 148.
Marx, Carlos, Tesis sobre Feuerbach, en: Carlos Marx, Federico Engels, Obras Escogidas, tomo IV, Editorial
21
2. La Economía Política
En “La Sagrada Familia” (Capítulo IV, apartado 4, Glosa marginal No. 1),22 Marx y
Engels hacen un esbozo de la crítica de la economía política (llamada por ellos en ese
tiempo todavía “economía social”), labor que habrían de continuar hasta rematar en
“El Capital”. Sus tesis fundamentales son las siguientes:
La economía política clásica considera a la propiedad privada como el funda-
mento inatacable de la sociedad moderna. Acepta las condiciones de la propiedad
privada como condiciones “humanas y sociales”. En realidad, esas apariencias se
contradicen con los hechos económicos. Entonces, la economía política estima que
esos hechos encuentran su explicación en una forma determinada de la propiedad
privada, a la que hay que suprimir o modificar. Dentro de esta contradicción se
mueven sin poder salir de ella.
La labor teórica de la economía política —Adam Smith y David Ricardo, prin-
cipalmente— produce los elementos necesarios para el conocimiento del régimen de
producción capitalista en función de su conservación y perfeccionamiento; aunque
va más lejos que la economía vulgar —la cual se detiene en la apariencia más super-
ficial del fenómeno— sin embargo no puede ni quiere llegar a la esencia del mismo.
Estos elementos constitutivos del régimen de producción capitalista son germinal-
mente elementos de su negación, es decir, elementos de la teoría económica marxista
(tal es el caso, principalmente, de la teoría del valor desarrollada por los economistas
clásicos).
Proudhon, en su obra ¿Qué es la propiedad?, inicia la crítica de la economía
política en el terreno mismo de la economía política. Opone la “apariencia humana”
de las relaciones económicas a su realidad y en ellas las disuelve; establece que los
supuestos falseamientos de la “apariencia humana” de las relaciones económicas
son el resultado necesario de la existencia de la propiedad privada, fundamento de
la sociedad burguesa y que, por tanto, la inhumanidad de las relaciones económicas
burguesas tiene su origen en la propiedad privada en general y no en una forma
determinada de la misma.
Las tesis de Proudhon son la negación teórica de la economía política bur-
guesa que no pasa de los linderos de ésta; al mismo tiempo, constituyen el punto
de partida para el desarrollo de la economía política marxista, la cual es la negación
teórica de la economía burguesa y, con ello, del régimen de producción capitalista.
Marx, Carlos, y Federico Engels, La Sagrada Familia. y otros escritores filosóficos de la época, versión al español
22
de Wenceslao Roces, Segunda Edición, 1967, México, Editorial Grijalbo, pp. 96-99.
El primer trabajo teórico de Marx, realizado en 1843, fue una revisión crítica de la
filosofía del derecho. En él llega a la conclusión fundamental de que tanto las rela-
ciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas
ni por la llamada evolución general del espíritu humano sino por las condiciones
materiales de vida, la llamada sociedad civil, y la anatomía de la sociedad civil había
que buscarla en la economía política. Así lo dice Marx expresamente en el Prólogo a
la Crítica de la Economía Política.2
En este primer planteamiento de Marx encontramos la herencia de Feuer-
bach, quien había establecido que la filosofía, entre cuyas ramas se encuentra la fi-
losofía del Estado y del Derecho, no era otra cosa que el conocimiento enajenado. El
espíritu, conforme a Feuerbach, no tiene vida propia sino derivada de la base huma-
na que es su fundamento. En suma, aplicado por Marx a la crítica de la Filosofía del
Derecho y del Estado, el postulado de Feuerbach se transforma en el principio de
que no es la evolución del espíritu humano (espíritu absoluto de Hegel) lo que explica la
naturaleza del derecho y del Estado, sino que estos encuentran su explicación en
la sociedad civil, la que a su vez la tiene en la economía política.
También se manifiesta la influencia de los historiadores franceses, continua-
dores de los materialistas de esa misma nacionalidad, quienes se explicaban la natu-
raleza del Estado y del derecho en la sociedad civil y la de ésta en la lucha de clases.
Con base en este principio fundamental, Marx desarrolla posteriormente los
elementos esenciales del materialismo histórico.
A la par con el establecimiento de los principios fundamentales del materia-
lismo histórico, Marx hace, en el trabajo que comentamos, una aplicación de ellos al
análisis del régimen de producción capitalista.
1
Marx, Carlos, En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1844, París, contenida en. Carlos Marx,
Federico Engels, “La Sagrada Familia y otros escritores filosóficos de la época”, traducción del alemán por
Wenceslao Roces, Segunda Edición, Editorial Grijalbo, S.A., 1967, México, D.F., pp. 3-15.
2
Marx, Carlos, Crítica de la Economía Política, Editora Nacional, 1973, México, D. F., pp. 6-7.
Este primitivo planteamiento de Marx constituye la primera negación teórica del régi-
men de producción capitalista que llega a la esencia del mismo. Se basa, como ya vimos,
en todos los elementos negatorios desarrollados por el propio régimen capitalista,
puestos de pie y sistematizados por Marx.
3
Marx, Carlos, Sobre la Cuestión Judía, 1843, Zurich, contenida en: Carlos Marx, Federico Engels, “La
Sagrada Familia y otros escritores filosóficos de la época”, traducción del alemán por Wenceslao Roces,
Segunda Edición, Editorial Grijalbo, S.A... 1967, México, D.F., pp. 16-44.
En la primavera de 1845, cuando Engels se reunió con Marx en Bruselas, juntos rea-
lizaron un trabajo teórico con la finalidad de
“despejar el contraste de nuestra manera de ver con la ideología de la filosofía
alemana, respecto de ponernos en regla con nuestra conciencia de antaño...”5
Conclusiones
1.— En la primera parte de este trabajo, Marx y Engels establecen los conceptos fun-
damentales del materialismo histórico:
Modo de producción: una forma de organización de los individuos humanos
provistos de una organización corpórea específica apta para la producción de sus
medios de vida.
Relaciones de producción: el intercambio que se establece entre los individuos,
el cual está determinado por la producción.
Fuerzas productivas, cuyo desarrollo está determinado por la división del tra-
bajo (separación del trabajo comercial e industrial del trabajo agrícola, esto es, del
campo y de la ciudad, separación del trabajo industrial del comercial y separación
en el interior de estas ramas en diversos sectores).
El nivel de las fuerzas productivas determina la estructura interna de una nación.
A cada fase de la división del trabajo corresponde una fase determinada de
la propiedad.
La propiedad es la relación de los individuos con respecto al material, el ins-
trumento y el producto del trabajo.
Formas de propiedad: tribual, antigua comunal y estatal que tiene como centro
a la ciudad y la feudal o por estamentos.
Superestructura social y política. Relaciones sociales y políticas que contraen
entre sí los individuos.
Superestructura ideológica. Conciencia. Ideas, representaciones y pensamien-
tos de los individuos humanos que primero se presentan como emanaciones de su
4
Marx, Carlos, Federico Engels, La Ideología Alemana, Ediciones de Cultura Popular, S. A., México, D.
F., 1974 (Primera edición en español: Ediciones Pueblos Unidos, S. A., Montevideo, Uruguay, 1958. Se
utiliza, por autorización expresa, la traducción directa del alemán de Wenceslao Roces.)
5
Marx, Carlos, Crítica de la Economía Política, edición citada, p. 9.
Con la división social del trabajo se distribuyen desigualmente el trabajo y sus pro-
ductos, esto es, la propiedad (privada).
La primera forma de propiedad es la esclavitud.
La división del trabajo implica la contradicción entre el interés individual y
el interés común.
Con la división del trabajo los actos y los productos del hombre se erigen en un poder
ajeno y hostil al individuo, que se sustraen a su control y lo sojuzgan.
La vida individual es precaria frente a la consolidación de los productos en
un poder material ajeno y hostil.
El interés común cobra vida propia e independiente en el Estado; este interés
es ajeno al interés de los individuos.
Las luchas en el Estado son luchas de clases.
La clase que quiere implantar su dominación debe conquistar el poder polí-
tico.
El poder social, la fuerza de producción multiplicada que tiene su origen en
la cooperación de los diferentes individuos bajo la acción de la división del trabajo,
es un poder ajeno a ellos, que no pueden dominar, independiente de los actos de los
hombres y que incluso dirige esta voluntad y estos actos.
Para acabar con esta “enajenación” es necesario:
— que este poder sea insoportable y
— que engendre una masa de la humanidad como desposeídos en contradicción con
un mundo de riqueza y cultura (que es aquella fuerza de producción multiplicada
y sus productos que existen como propiedad privada),
La única relación que esta mayoría de individuos tiene con las fuerzas productivas
y su propia existencia es el trabajo; en la industria maquinizada el trabajo ha perdi-
do toda apariencia de actividad propia y sólo conserva la vida de los trabajadores
empequeñeciéndola.
En el régimen capitalista:
— el individuo trabajador sólo puede crear su vida material a través del trabajo,
— su propia actividad (actividad como individuo colectivo) no se pone en funcio-
namiento en el trabajo.
El comunismo es el movimiento real por medio del cual los proletarios se apropian
de la totalidad de las fuerzas productivas.
El comunismo derruye las relaciones de producción y de intercambio ante-
riores, somete las fuerzas productivas a los hombres asociados y desarrolla las con-
diciones de esta asociación.
6
Marx, Carlos, Op. cit.
Los sujetos de la evolución histórica son, para Marx, los modos de producción.
Un modo de producción lo constituyen las fuerzas productivas, que son la
fuerza humana de trabajo y los medios e instrumentos de producción (una extensión
de aquella), las relaciones de producción, que son las que contraen los hombres en
el proceso de producción, es decir, las relaciones de propiedad y la conciencia social
que sobre este fundamento se levanta (superestructura ideológica en las sociedades
en donde existe la propiedad privada).
El modo de producción es la forma de organización social mediante la cual el
hombre desarrolla su esencia natural.
La esencia natural del ser humano es el trabajo.
El trabajo es la actividad vital consciente, es decir, la actividad consciente a
través de la cual el hombre satisface sus necesidades vitales mediante la transforma-
ción de la naturaleza.
Esta actividad es la manifestación de las capacidades físicas y mentales del
ser humano, quien las ejerce actuando sobre la naturaleza con la finalidad de produ-
cir los medios necesarios para reconstituirlas.
Lo característico de la actividad productiva es que se realiza conscientemen-
te, es decir, representando en la conciencia del hombre todos los elementos y las
fases de la actividad productiva como prerrequisito para la acción.
El modo de producción tiene como fundamento las fuerzas productivas y las
relaciones de producción.
Ambas constituyen los dos polos de una contradicción.
Las fuerzas productivas —medios e instrumentos de producción y fuerza de
trabajo— son la materialización de las facultades y las capacidades humanas. El pro-
ceso productivo es el ejercicio de esas facultades.
Las relaciones de producción son las que contraen entre sí los hombres en el
proceso productivo, relaciones de propiedad.
Las fuerzas productivas, que expresan un cierto grado de desarrollo de las
facultades y capacidades humanas, engendran las relaciones de producción (de pro-
piedad) que les corresponden.
En su movimiento, las fuerzas productivas procrean en su seno los elemen-
tos de una forma superior que, a su vez, produce los de unas nuevas y más altas
relaciones de producción (propiedad). Las viejas relaciones de producción, de ser el
vehículo para el desarrollo de las fuerzas productivas, se transforman en una traba
para el mismo: se abre una época de revolución social.
7
Ibid, pp. 7-8.
En este trabajo, Marx y Engels aplican las tesis desarrolladas en sus escritos anterio-
res a la lucha teórica en contra de los seguidores de la filosofía hegeliana, quienes
continuaban sus campañas especulativas contra la filosofía de la religión de Hegel.
En esta polémica enriquecen y perfeccionan sus ideas expresadas en los tra-
bajos anteriores.
Marx y Engels parten de los resultados obtenidos por Proudhon: el recono-
cimiento de que la miseria tiene su origen en la existencia y desenvolvimiento de la
propiedad privada. De ahí en adelante establecen las leyes que rigen el desarrollo
de esta antinomia.
El proletariado y la propiedad privada son antinómicos y constituyen un
todo; son dos formas del mundo de la propiedad privada.
La esencia negativa de la propiedad privada radica en que en ella se hace ajena
al hombre su naturaleza específica.
La propiedad privada capitalista es la forma superior que adopta este tipo de
propiedad.
La clase burguesa y la clase proletaria están sujetas al mismo estado de des-
posesión; es decir,
que ambas han perdido las características naturales de la especie humana.
Fase de mutua complementación.
8
Marx, Carlos, Federico Engels, La Sagrada Familia y otros escritores filosóficos de la época,
traducción del alemán por Wenceslao Roces, Segunda Edición, Editorial Grijalbo, S.A... 1967,
México, D. F., pp. 99-103.
Cambio revolucionario
El proletariado está entonces obligado a trabajar por su supresión y por la de la
propiedad privada.
Aquí Marx y Engels llegan de primera intención a lo que es la esencia negativa del
régimen de producción capitalista: la anulación de la naturaleza humana en el pro-
letariado moderno y a lo que debe ser, conforme a la dialéctica del fenómeno, el
resultado del movimiento revolucionario: la recuperación, a través de la lucha revo-
lucionaria del proletariado, de esa naturaleza perdida.
En un escrito posterior (Manuscritos económico-filosóficos) Marx y Engels
desarrollan el concepto de “naturaleza humana”, que ellos llaman “esencia natural
humana”, y lo que son los procesos de pérdida y recuperación de la misma.
Lo que importa subrayar es que en estos primeros trabajos Marx y Engels tra-
zan los rasgos esenciales de la teoría y el movimiento revolucionarios, los cuales serán
desarrollados al detalle más tarde.
La esencia de la explotación capitalista la asocian Marx y Engels incondi-
cionalmente a la forma en que se manifiesta primitivamente. En su desarrollo, la
esencia del capitalismo evoluciona en un sentido ascendente (perfeccionándose) y al
mismo tiempo cambia la forma en que se manifiesta.
A. Introducción
El revisionismo moderno realizó cabalmente su labor de revisar la teoría revolucio-
naria y sustituirla por una forma embozada de la ideología burguesa.
En esta tarea llegó hasta el núcleo mismo de las concepciones revolucionarias,
la noción de la esencia de la explotación capitalista, a la que reemplazó con las ideas que
una parte de la burguesía y la pequeña burguesía sostienen acerca de las formas
primitivas o imperfectas a través de las cuales dicha esencia se exterioriza.
En sus elaboraciones más acabadas, el revisionismo emplea un lenguaje y con-
ceptos típicamente marxistas cuando revisa las tesis revolucionarias sobre esta materia.
En sus manifestaciones más descaradas, el revisionismo hace suyos ciertos
conceptos burgueses referentes a la naturaleza del régimen capitalista que obtiene
directamente del arsenal de la ideología burguesa (de la parte de ella que corres-
ponde al sector “liberal” de la burguesía) y pequeño burguesa; tales conceptos reco-
nocen su origen en los economistas clásicos, quienes lograron determinar al detalle
algunas formas de la explotación capitalista, a las que confundieron por necesidad
con su esencia, ante la cual se detuvo impotente su análisis.
De igual manera, el revisionismo oculta y sustituye por su formulación bur-
guesa las tesis revolucionarias referentes al Partido y proceso necesarios para la
conquista del poder por el proletariado y a la naturaleza del socialismo y el comu-
nismo.
Para el revisionismo, el socialismo es un régimen en el cual se anulan las for-
mas primitivas e imperfectas de la explotación capitalista, pero se mantienen vivas
y en ascenso su esencia y la forma perfecta que le corresponde. En efecto, el “socia-
lismo humanista y democrático”, cuya instauración ha sido el sueño dorado del re-
visionismo, estaría constituido por una diluida base de organización colectiva de las
funciones más generales de la sociedad, un nivel superior de organización en grupos
sociales (universidades, “colectivos”, etcétera) en los que existiría la “propiedad por
1
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ediciones de Cultura Popular, S.A., 1977. México,
D.F.
B. Primer manuscrito
En este primer manuscrito hace Marx un resumen de los economistas clásicos res-
pecto del salario, la ganancia, la acumulación de capital y las relaciones entre todos
esos conceptos; organiza, sistematiza y lleva hasta sus últimas consecuencias las
proposiciones de los clásicos, pero sin transgredir los límites del régimen capitalista.
Las fluctuaciones del mercado afectan menos a la renta del suelo y a la ganancia
industrial que al salario del obrero.
Si el capitalista mantiene el precio de sus mercancías por arriba de su precio
natural obtiene un provecho adicional, pero el obrero que trabaja en su fábrica no
recibe ninguna ventaja de ello.
El precio del trabajo es mucho más constante que el precio de las subsistencias y fre-
cuentemente se encuentran en relación inversa.
2
Ibídem, p. 14.
Según Adam Smith, una sociedad no es dichosa si la mayor parte de sus miembros
padecen; el estado de mayor riqueza obliga a la mayoría a padecer; en consecuencia
la economía política procura la desventura de la sociedad.
La comparación que hace el economista entre lo que teóricamente es el obrero
y lo que es en la práctica se enlista en el cuadro de la página siguiente.
Teóricamente Prácticamente
El producto íntegro del trabajo pertenece al El obrero sólo recibe la parte menor y estrictamente
obrero. indispensable del producto; sólo lo necesario para
subsistir, no como hombre, sino como esclavo
y para perpetuar, no la especie humana, sino la
clase esclava de los obreros.
Todo se compra con trabajo. El capital es trabajo El obrero se ve obligado a venderse él mismo, su
acumulado. propia humanidad.
La renta del terrateniente es, en la mayor parte la 3ª. El salario del obrero sólo alcanza para evitar, en
Parte de la renta del suelo; la ganancia del capitalista el mejor de los casos que se le mueran 2 de cada
industrial es el doble del interés del dinero 4 hijos.
Conforme a la economía política el trabajo se presenta sólo como actividad para ob-
tener salarios.
Wilhelm Schulz:
Salario mayor para las ocupaciones que suponen talentos específicos o repa-
ración más prolongada; salario menor para las actividades mecánicas, monótonas en
las que una persona puede entrenarse fácil y rápidamente. Esta clase de trabajo es el
que abunda en el estado actual de organización del trabajo.
El promedio encubre las diferencias salariales.
El cálculo del monto del salario también debe de considerar la seguridad de su
permanencia.
Esta disminuye constantemente.
Igualmente el cálculo del salario debe tomar en cuenta las horas trabajadas
antes y ahora. En general ha aumentado en los últimos 25 años.
Si aumentan el salario puede ser, sin embargo, que las necesidades sociales
hayan aumentado en mucho mayor proporción por lo que en realidad el salario ha-
brá disminuido relativamente.
Pero la economía política ve al obrero sólo como un animal de trabajo; como
una bestia estrictamente reducida a sus necesidades corporales.
La productividad del trabajo crece enormemente con las nuevas maquinarias
más modernas.
EL TRABAJO ENAJENADO
En esta parte de los Manuscritos Marx se da a la labor de descubrir la esencia de la
relación trabajo asalariado-capital.
Partiendo de las premisas de la economía política, con sus propias palabras,
se ha demostrado que:
(a) El obrero degenera en mercancía y se convierte en la más miserable de las mer-
cancías;
(b) la miseria y el envilecimiento del obrero están en razón inversa al poderío y
magnitud de su producción;
(c) el resultado de la competencia y de la acumulación del capital es la restauración
del monopolio;
(d) la sociedad se divide en dos clases fundamentales; la de los propietarios y la de
los obreros no propietarios.
3
Ibídem, p. 36.
En consecuencia:
• El objeto, el producto del trabajo es el propio trabajo que se ha fijado en un objeto,
que se ha hecho cosa.
• Su propio trabajo se enfrenta al obrero como un ser extraño, como un poder
independiente.
• La objetivación del trabajo es su realización.
• La realización del trabajo es la desrealización del trabajador. En la expresión más
rotunda de esta contradicción el obrero es desrealizado hasta llegar a la muerte
por inanición.
• La objetivación del trabajo es la pérdida del objeto y servidumbre a él. Hasta tal
punto lo es que el obrero no solo es despojado de los objetos más necesarios para su
vida sino que su trabajo mismo se convierte en un objeto del que solo se apodera con
grandes esfuerzos.
• La apropiación es el extrañamiento, la enajenación. Esto se manifiesta en el hecho
de que mientras más objetos produce el obrero menos puede poseer y más cae
bajo el dominio de lo que produce: del capital.
• El mayor desgaste del obrero se traduce en un mundo objetivo extraño más
poderoso que él crea frente a sí; mientras más grande es ese mundo objetivo
más pobre es el obrero y menos le pertenece como suyo.
• El trabajador pone su vida en el objeto pero desde ese momento su vida no le
pertenece sino al objeto.
Todo esto tiene su origen en el hecho de que el obrero está relacionado con el pro-
ducto de su trabajo como objeto extraño. El trabajo del obrero existe fuera de él como
algo extraño a él que se convierte en poder en sí mismo, que se le opone como algo
hostil y ajeno.
Al hacer ajena al hombre su esencia humana hace ajeno al hombre respecto del hom-
bre porque la esencia humana sólo se realiza en la comunidad; al enajenar aquella
del hombre disuelve la comunidad: hace ajeno al hombre del hombre mismo.
Si el producto y la actividad productiva son ajenos al hombre, ¿a quién perte-
necen? Desde luego, pertenecen a otros hombres.
Si el producto y la actividad productiva son ajenos al obrero pertenecen a otro
hombre que no es obrero.
Si la actividad del obrero constituye un tormento para él es fuente de placer
para el no obrero. Si el obrero se relaciona con el objeto de su trabajo como con un
objeto poderoso, independiente, hostil y extraño se está relacionando con él de for-
ma que otro hombre independiente de él, poderoso, hostil, extraño a él es el dueño
de este objeto.
Si el obrero se relaciona con su actividad como una actividad que lo sojuzga
se está relacionando con ella como la actividad al servicio de otro, bajo las órdenes,
la compulsión y el yugo de otro.
Mediante el trabajo enajenado, el hombre:
• Produce su relación con el objeto como un objeto extraño y hostil.
• Produce su relación con el acto de la propia producción como un acto extraño
y hostil.
• Produce la relación en que los otros hombres se encuentran con su producto
(apropiación).
• Produce la relación en la que está con estos otros hombres y
• Al enajenarse de su propia actividad posesiona al extraño de la actividad que
no le es propia.
• En suma: el trabajo enajenado crea la relación del trabajo con el patrono o capi-
talista, un hombre que está fuera del trabajo y le es extraño, produce la propiedad
privada.
C. Segundo Manuscrito
Con base en el concepto de “esencia natural humana” Marx analiza ahora la relación
trabajo asalariado-capital.
D. Tercer Manuscrito
Marx desarrolla aquí la idea de que el comunismo es el desenlace necesario del des-
envolvimiento de la contradicción; propiedad privada-trabajo.
4
Ibídem, pp. 85 y 87.
5
Ibídem, p. 92.
6
Ibídem, p. 93.
Toda la historia es, por tanto, el hecho real de su génesis (el del origen de su existen-
cia empírica) como su conciencia racional: es el proceso aprehendido y conocido de
su devenir...10
El movimiento revolucionario [el proceso por el cual la relación trabajo asa-
lariado-capital desemboca en el comunismo] encuentra su base empírica y científica
en el desarrollo de la propiedad privada, más exactamente en el de la economía.
La propiedad privada material es el reflejo sensorial de la vida humana ena-
jenada [Es la propia esencia humana enajenada]. El desarrollo de la propiedad pri-
vada (producción y consumo) es el reflejo sensorial del proceso de enajenación del
hombre. La religión, la familia, el Estado, la ley, la moralidad, el arte, la ciencia,
etcétera, son modos particulares de producción y, por tanto, formas particulares de
la enajenación humana. La supresión positiva de la propiedad privada como la apro-
piación de la vida humana es la supresión positiva de toda enajenación; la supresión
positiva de la propiedad privada es la supresión de la enajenación económica en pri-
mer lugar, y como consecuencia, de todas las demás formas de enajenación humana.
9
Ibídem, p. 102.
10
Ídem.
11
Ibídem, p. 104.
(Controversia entre los economistas: una escuela recomienda el lujo y execra del
ahorro; otra recomienda el ahorro y execra del lujo. La primera admite que es nece-
sario el lujo para producir trabajo (es decir, ahorro absoluto); el segundo recomienda
el ahorro para producir riqueza (es decir, lujo).
La falta de necesidad (su anulación) como fundamento de la economía políti-
ca se refleja contundentemente en su teoría de la población. Hay demasiada gente. Aún
la existencia de los obreros es puro lujo...
[La economía política tiene como fundamentos:
(a) La prostitución de las necesidades (mediante su desarrollo desorbitado) en las
clases poseedoras y
(b) La anulación de toda necesidad en la clase de los trabajadores] La producción
para el rico es refinada, velada, ambigua, apariencia.
14
Ibídem, p. 135.
15
Ibídem, p. 137.
1
Darwin, Charles, El origen del hombre y la selección en relación al sexo, Editorial Diana, S. A., México,
1971
2
Engels, Federico, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, en Carlos Marx/
Federico Engels, Obras escogidas, tomo VII, editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, Argentina,
1973.
1. Base material
El régimen de producción capitalista está constituido por una masa de medios e
instrumentos de producción y bienes de consumo cuya propiedad está fraccionada
entre cierto número de individuos que forman una exigua minoría de la sociedad,
por una multitud de individuos que carecen de propiedad sobre los medios e instru-
mentos de producción y únicamente la tienen sobre su fuerza de trabajo, por la re-
lación que entre ambos grupos sociales se establece en la esfera de la producción, es
decir, la exacción a los trabajadores de trabajo excedente y su acumulación crecien-
te como capital en manos de los capitalistas, por la determinación de los productos
como mercancías, por la naturaleza de los instrumentos de producción como máqui-
nas complejas que realizan funciones físicas y mentales y por el carácter del trabajo
de los obreros que es totalmente abstracto, sin contenido alguno.
3. Proceso de trabajo
El proceso de trabajo tiene, en el régimen de producción capitalista, las siguientes
instancias:
• El obrero es un ser apremiado por sus necesidades vitales individuales, autó-
nomas y sustantivadas. El motor de su actividad es la satisfacción individual
de esas necesidades. La fuerza individual de trabajo es sustantivada, tiene
vida propia, es decir, no es parte indiferenciada de una fuerza colectiva de
trabajo que satisface las necesidades sociales de la especie. La conciencia del
individuo, igualmente, no es una parte indiferenciada de la conciencia colectiva
que se representa las necesidades sociales, sino una conciencia individual que
se representa las necesidades individuales como punto de partida y finalidad
de su actividad.
• Las fuerzas y capacidades individuales del trabajador son un medio para
satisfacer sus necesidades individuales sustantivadas. No constituyen una
porción indiferenciada de las fuerzas y capacidades sociales de la especie que
actúa orgánicamente fundida con los demás trabajadores para la realización
del trabajo colectivo y la satisfacción de las necesidades sociales. La conciencia
individual del obrero se representa esas fuerzas y capacidades individuales
como de su propiedad y al servicio de sus necesidades individuales.
• Los medios e instrumentos de producción fraccionados entre los propietarios
privados son una propiedad ajena al obrero con la que tiene que relacionarse
diariamente para obtener los medios de subsistencia necesarios. No son un
El capitalista organiza y dirige el proceso de trabajo que se realiza con los elementos
productivos de su propiedad. La base de esta actividad del capitalista es, por necesi-
dad, la férrea violencia física y moral ejercida sobre los obreros individuales.
• Otros elementos más del proceso capitalista del trabajo son:
La organización y dirección de la actividad práctica de la comunidad de los
capitalistas privados y la acción práctica de la comunidad, a través del Estado, para
mantener y desarrollar las condiciones generales de existencia del régimen de pro-
ducción capitalista.
Las fuerzas individuales disueltas en la fuerza colectiva de trabajo han perdido las
características de “individualidad” con las que las había dotado el régimen capitalis-
ta; en este sentido, la vida y la organización colectivas características del comunismo
tienen su base en la previa anulación de la individualidad como tal. Esto es posible en
virtud de que en este régimen social las necesidades individuales son satisfechas
precondicionadamente por la sociedad, evitándose así su desarrollo antinatural.
Esta forma de organización colectiva es el presupuesto y el resultado del tra-
bajo y de la constitución biológica del ser humano en el comunismo y, por tanto,
1
Freud, Sigmund, “Esquema del Psicoanálisis”, (escrito en 1910), en: Obras Completas, volumen II, traducción
directa del alemán, Editorial Biblioteca nueva, Madrid, 1986.
Historia
2
Ibídem, p. 101.
Los fenómenos hipnóticos presentaban una gran similitud con las manifestaciones
de algunas neurosis.
El hipnotismo sirvió para penetrar más profundamente en el estudio de las
neurosis y principalmente en las histerias.
Charcot supuso que ciertas parálisis surgidas después de un trauma (acciden-
te), eran de carácter histérico; por medio del hipnotismo produjo en sus pacientes este
tipo de traumas, provocando directamente los síntomas histéricos correspondientes.
Janet demostró por medio del hipnotismo que las manifestaciones patológicas
de la histeria dependían estrictamente de ciertas ideas inconscientes (ideas fijas).
...Janet caracterizó la histeria por una supuesta incapacidad constitucional de man-
tener en conexión los procesos psíquicos, de la cual resultaba una disociación de la
vida anímica...5
3
Ídem.
4
Ídem.
5
Ibídem, p. 102.
En este punto termina la colaboración de Breuer y Freud y éste sigue adelante por
su cuenta.
6
Ibídem, pp. 102-103.
7
Ibídem, p. 103.
8
Idem.
9
Ibídem, p. 104.
Freud descubrió el magno papel que desempeñan en la vida anímica los impulsos
optativos sexuales.
El estudió la evolución del instinto sexual, llegando a formular una teoría
sexual. Puntos fundamentales de dicha teoría:
a) La teoría partió de la observación de que
“...las vivencias y los conflictos de los primeros años infantiles desempeñan un
papel insospechadamente importante en la evolución del individuo y dejan tras de
sí disposiciones imborrables para la edad adulta...”11
Así fue como nació el psicoanálisis a partir del estudio de las neurosis, principal-
mente de la histeria.
Síntesis que hace Freud acerca del psicoanálisis de las neurosis:
10
Idem.
11
Idem.
1) Los resultados del estudio de los procesos anímicos patológicos (el psicoanálisis)
fueron aplicados a una serie de fenómenos anímicos de las personas normales
como los actos fallidos (olvidos y equivocaciones orales y escritas, etcétera) y los
sueños.
Actos fallidos:
2) Se encontró que los actos fallidos tenían un sentido y nacían a consecuencia de la
perturbación de una intención consciente por otra, retenida y a veces directamente in-
consciente.
Se comprobó una vez más la existencia de procesos anímicos que, no siendo cons-
cientes, son sin embargo, eficaces y se procuran una exteriorización por lo menos como
inhibiciones y modificaciones de otros actos intencionales.
Sueños:
3) En el análisis de los sueños, Freud llegó a la conclusión de que detrás del contenido
manifiesto de los mismos se escondía una idea latente.
4) La idea latente del sueño es siempre un impulso optativo (deseo), que es repre-
sentado como cumplido en el presente.
12
Ibídem, pp. 104-105.
13
Ibídem, p. 105.
El estudio de las acciones recíprocas entre estas dos fuerzas ha podido explicar una
gran cantidad de procesos anímicos normales y patológicos.
Se estableció, con base en el concepto de la libido, la diferencia entre las “neu-
rosis de transferencia” y las afecciones narcisistas.
Es cierto que la teoría psicoanalítica de la libido no está aún acabada ni aclarada aún
en relación con una teoría de los instintos...15
14
Ibídem, p. 106.
15
Ibídem, p. 108.
16
Ibídem, p. 110.
Como vemos, el régimen capitalista determina necesariamente, a través de los procesos psí-
quicos, un proceso acelerado de desgaste, degeneración y descomposición de todos los órga-
nos, funciones, sentidos, sensaciones, etcétera del organismo humano.
Freud considera que el “hombre normal” no es aquél que tiene “apetitos”,
sino el que teniéndolos, y en proporción creciente, sabe dominarlos y los reduce a
las proporciones prescritas por la ética y la estética.
4. En la explicación de los mitos, la literatura y la psicología del artista.
Hemos visto que en una parte de la actividad mental humana está dedicada al
dominio del mundo exterior real. A esto añade el psicoanálisis que otra parte,
singularmente estimada, de la creación psíquica se halla consagrada al cumplimiento
de deseos, a la satisfacción sustitutiva de aquellos deseos reprimidos que desde los
años infantiles viven insatisfechos en el alma de cada cual...
A estas creaciones, cuya conexión con un inconsciente inaprensible fue siempre
sospechada, pertenecen los mitos, la poesía y el arte; la labor de los psicoanalistas ha arrojado
realmente viva luz sobre los dominios de la mitología, la literatura y la psicología del artista.
Tal ha sido principalmente la obra meritoria de Otto Rank. Se ha demostrado
que los mitos y fábulas son, como los sueños, susceptibles de interpretación: se han
seguido los intrincados caminos que conducen desde el impulso del deseo inconsciente hasta
la realización de la obra de arte; se ha aprendido a comprender la acción efectiva de la obra de
arte sobre el sujeto receptor; se ha explicado la afinidad interior del artista con el neurótico
y sus diferencias y se ha indicado la relación entre su disposición, sus vivencias casuales y
su obra. La valoración de las dotes artísticas de la obra de arte y la explicación de las
dotes artísticas son problemas ajenos al psicoanálisis. Más parece que el psicoanálisis
está en situación de decir la palabra decisiva en todos los problemas relativos a la vida
imaginativa del hombre.17
17
Idem.
Freud señala una característica fundamental de los deseos reprimidos durante la in-
fancia: siguen viviendo dentro del sujeto adulto, aunque en una forma inconsciente, exigien-
do su satisfacción. La energía mental que consumen las dos tendencias contradictorias
(deseo y represión) se sigue gastando continuamente, aunque ahora la lucha entre
ellos se produce en el inconsciente de las personas. Es evidente que el cerebro del
hombre capitalista “normal” está sobrecargado, en su subconsciente, de una gran canti-
dad de “pares de contrarios” que consumen un enorme volumen de energía mental,
con resultados desastrosos para la estructura y funcionamiento del sistema nervio-
so. La regeneración del cerebro humano —órgano que bajo el régimen capitalista de
producción sufre una acelerada degeneración progresiva— requiere de la abolición
de esa lucha enconada entre los “pares de contrarios” anímicos, lo cual, a su vez,
supone la abolición de esos mismos “contrarios”; la “reivindicación” revolucionaria
en esta materia es: abolición de las necesidades individuales como el fundamento de la
vida social a través de su satisfacción consciente precondicionada por la colectividad.
5. En la explicación del papel del complejo de Edipo como generador de las instituciones de
la religión, el derecho, la ética y todas las formas estatales.
Pero, además, el psicoanálisis no ha descubierto, para nuestro asombro, cuán ingente
papel desempeña en la vida anímica del hombre el llamado Complejo de Edipo; esto
es, la relación afectiva del niño con sus padres. Tal asombro se mitiga cuando
averiguamos que el complejo de Edipo es la correlación psíquica de dos hechos
biológicos fundamentales: de la prolongada dependencia infantil de los hombres y
de la forma singular en que su vida sexual alcanza, entre los tres y los cinco años,
una primera culminación, pasando luego por el período de latencia y renovándose al
iniciarse la pubertad. Ulteriormente se nos reveló que en un tercer trozo, altamente
serio, de la actividad mental humana, aquel que ha creado las magnas instituciones
de la religión, del derecho, la ética y todas las formas estatales, apunta en el fondo a
facilitar al individuo el vencimiento de su complejo de Edipo y a derivar su libido,
desde sus vinculaciones infantiles a las vinculaciones sociales definitivamente
deseables. Las aplicaciones del psicoanálisis a la ciencia de las religiones y a la
sociología (Freud, Th. Reik y Opfister) que han conducido a este resultado, se hallan
aún en sus comienzos y son insuficientemente estimadas, pero es indudable que
estudios ulteriores ratificarán la exactitud de sus conclusiones.18
El Doctor Freud resbala aquí por una pendiente peligrosa. Nuestro psicólogo es un
Júpiter Tonante en cuando se reduce a analizar los fenómenos psíquicos del hombre de
la sociedad burguesa, pero desbarra y desciende a la categoría de un simple aficiona-
do cuando pretende extenderse hasta el estudio de las formas de pensamiento en
18
Idem.
2) SISTEMÁTICA
Esto nos revela de qué manera los “pares de contrarios” psíquicos se encuentran
en un estado de constante tensión, en lucha continua, consumiendo cantidades gi-
gantescas de energía psíquica mientras permanecen en el inconsciente del individuo; la
fuerza de los deseos reprimidos se manifiesta en la vida cotidiana como la tendencia
hacia su exteriorización; irrumpen en la vida consciente bajo la forma de equivoca-
ciones, olvidos, errores, tics, etcétera, aparentemente casuales. En el inconsciente
del hombre normal se produce una lucha tremenda, destructora del sistema nervioso
en general, entre cada uno de una multitud de pares de contrarios psíquicos, cuya
cantidad aumenta conforme es más rica la vida anímica del individuo, vale decir, en
tanto más desarrollada se encuentra la sociedad burguesa. No sólo se trata aquí de
los deseos reprimidos desde las épocas de la infancia y la pubertad, sino de todos y
cada uno de la enorme multitud de “deseos insatisfechos” (reprimidos) que la pro-
pia sociedad burguesa genera durante la vida diaria del individuo “normal”; como el ser
humano es en la sociedad burguesa un ser individualizado al máximo, entonces toda
su actividad debe darse a través de la concepción de propósitos (deseos) que chocan
con la actividad de los demás individuos, por lo que son necesariamente moderados
hasta el punto en que las relaciones de poder existentes lo imponen. Esta cotidiana
contienda de opuestos, como de suyo se comprende, recarga de trabajo al sistema
nervioso del individuo y da lugar a su degeneración progresiva. Es propio de la
estulticia burguesa considerar esta actividad psíquica característica del hombre de
la sociedad burguesa como la actividad psíquica típicamente humana, precisamente
porque considera al hombre burgués como el tipo humano por excelencia. Es evi-
dente que el prejuicio burgués confunde aquí la forma con el contenido: en cualquier
tipo de sociedad el hombre habrá de representar sus necesidades como propósito
de su actividad, pero sólo en la sociedad burguesa esos propósitos chocarán con la
realidad provocando la represión. Y esto es así necesariamente ahí en donde las ne-
cesidades son llevadas más allá de sus límites naturales y en donde la satisfacción in-
cluso de las necesidades elementales es dejada a cargo del individuo como tal, quien
debe entrar en competencia con los demás individuos para lograrlo. En la sociedad
comunista debe desaparecer esta cotidiana “lucha de contrarios” al ser reducidas las
27
Idem.
28
Ibídem, p. 115.
a) El instinto sexual —la libido—, está integrado por una serie de instintos
parciales.
b) Esos instintos parciales tienen primero una existencia independiente y sólo
posteriormente, de una forma paulatina, van uniéndose para formar deter-
minadas organizaciones.
29
Ibídem, p. 116.
30
Ibídem, p. 117.
Para que la familia burguesa pueda realizar cabalmente la tarea que la sociedad le ha
encomendado, los hijos les son entregados en propiedad privada.
Nos encontramos aquí con que el ser humano, en cuanto viene al mundo, se
ve sometido a la acción destructiva que el régimen capitalista ejerce a través de la
familia al subvertir necesariamente las funciones fundamentales del organismo del
infante, convirtiéndolas de funciones naturales en fuentes de placer, iniciándose así
desde esa temprana época el proceso de desgaste antinatural, degeneración y descompo-
sición de los órganos y procesos fundamentales del ser humano.
Como vemos, la necesidad sexual adopta, a causa de la estructura económica del ré-
gimen de producción capitalista, características específicas que obran sobre su natu-
raleza biológica, modificándola: (a) revive y se incorpora procesos de producción de
placer procedentes de otros órganos y funciones del organismo; por lo tanto, deter-
mina que las sensaciones que brotan de todos los órganos y procesos del organismo
readquieran su forma exacerbada de manifestarse y reafirma el carácter antinatural
de dichas sensaciones, las cuales no sólo se independizan de sus funciones específi-
cas sino que pasan a servir a órganos y procesos completamente ajenos a los de su
origen, en donde son exaltados desmesuradamente; (b) las sensaciones provenientes
de la excitación de los genitales, características de la función reproductiva del hom-
bre, son convertidas al principio del placer, con lo que se independizan de su función
natural; (c) establece al complemento sexual como un objeto de placer, con lo que se
ponen las bases para la indeterminación absoluta de ese objeto; (d) hace inevitable la
represión de los procesos (a), (b) y (c), con lo cual proporciona un mayor impulso al
desenvolvimiento de los mismos.
Freud concibe ese desarrollo de los que él llama “instintos sexuales parciales”,
del “instinto sexual genital” y de la apropiación indeterminada del objeto, como ma-
nifestaciones biológicas de la función reproductiva humana que deben ser contenidas
dentro de ciertos límites en aras de la “civilización” (eufemismo empleado para de-
signar a la sociedad burguesa), cuando no son sino degeneraciones de las funciones
naturales del ser humano impuestas por el régimen capitalista de producción.
Las consecuencias de los procesos descritos en relación con la constitución
orgánica del ser humano, son las siguientes: (a) en primer término, sobreviene un
desgaste acelerado de los órganos en los que radican las sensaciones, los cuales fun-
cionan mucho más allá de sus límites naturales bajo la égida del principio del placer;
(b) los mecanismos nerviosos a través de los cuales se producen las sensaciones pla-
centeras con una intensidad creciente, sufren también un proceso de desgaste; (c) el
cerebro, centro nervioso en donde se reflejan con potencia creciente los procesos de
producción de placer, se desgasta igualmente a una velocidad vertiginosa; todos los
órganos, mecanismos, funciones y procesos del ser humano se ven sometidos a una
degeneración absoluta en relación con su naturaleza biológica, la cual ha sido lograda
a través de millones de años de labor paciente de la naturaleza y que se ve en peligro
Todos los enumerados son casos extremos; entre ellos existe un infinito número de
variaciones posibles.
La familia es la célula de la sociedad; en ella se produce y reproduce a los ele-
mentos personales del régimen de producción, que en los polos de la estratificación
social son los obreros y los propietarios de los medios e instrumentos de producción.
La familia se integra por una pareja y sus hijos; las parejas se forman con base en
la atracción sexual y se establece como relación fundamental el intercambio sexual
entre sus componentes. A la par que esta relación se dan otras que se refieren espe-
cíficamente a la función económica de los individuos: en la pareja proletaria se inter-
cambia la protección económica del varón por los servicios personales de la mujer,
los cuales comprenden también la procreación de los hijos, futuros proletarios; en la
pareja de propietarios se intercambian la manutención de la mujer por la dirección
La relación sexual tiene como eje absoluto a la necesidad exacerbada del individuo;
la satisfacción placentera es lo primordial y el objeto con que esto se logra es secun-
dario. De ahí que la necesidad sexual sea en principio indeterminada y que, por
tanto, admita teóricamente como objeto al mismo cuerpo del individuo, al de un
individuo del sexo opuesto, al de un individuo del mismo sexo, al de un pariente
consanguíneo, al de un niño, al de un adolescente, al de un adulto, al de un an-
ciano, etcétera, aunque la realidad le imponga límites a esos deseos acuciantes y
solo permita que se realicen de acuerdo con ciertas reglas, la violación de las cuales
constituye toda la gama de las llamadas conductas sexuales desviadas; igualmente,
la necesidad sexual es insaciable por definición, por lo que, por un lado incorpora
cada vez a más órganos y procesos orgánicos al binomio displacer-placer y por el
otro pronto agota el objeto sobre el que actúa y tiende inmediatamente a desplazarse
a otro objeto, primero mentalmente y luego de facto.
El individuo de la sociedad en donde impera la propiedad privada se apropia
realmente de su objeto sexual y al mismo tiempo se encuentra haciendo una evalua-
ción, una apropiación teórica de otros objetos, hacia los que eventualmente puede
dirigir su acción, abandonando momentánea o definitivamente al objeto primitivo.
La infidelidad teórica o real es una consecuencia necesaria de la forma que adquiere la
sexualidad en el régimen de la propiedad privada. La fidelidad tiene a su otro, a
la infidelidad en sí mismo; cuando las relaciones económicas y sociales hacen im-
posible la trasmigración real del individuo de un objeto a otro, entonces, mientras
realmente se efectúa la apropiación sexual del objeto primitivo, idealmente se está
tomando a otro objeto distinto.
En las sociedades en donde impera la propiedad privada —el régimen capita-
lista tiene como fundamento la propiedad privada llevada hasta sus últimas conse-
cuencias— la necesidad sexual y su satisfacción tienen la característica fundamental
de ser antinaturales y no-humanas; lo que ahora se nos impone como necesario es
31
Lawrence, D. H., El amante de lady Chatterley, Seix Barral, Colección Summa Literaria, Barcelona,
1986, p. 208.
32
Sigmund Freud, op. cit., pp. 117-118.
33
Ibídem, p. 118.
34
Ibídem, pp. 122-123.
35
Ibidem pp. 122-123.
Ya dejamos establecido que Freud toma como sujeto de estudio al hombre medio
capitalista, sea cual fuere la clase social a la que pertenece; partiendo de ese mismo
punto hemos demostrado que el régimen capitalista produce necesariamente la de-
generación y descomposición de los órganos y procesos psíquicos de todos los indi-
viduos y que lo hace precisamente a través de lo que Freud considera la estructura
psíquica del “hombre normal”.
36
Ibídem, p. 123.
37
Ídem.
Sección primera
Dialéctica del régimen de producción capitalista
capítulo i
ETAPA DE LA CONSTITUCIÓN
DEL SER DEL RÉGIMEN CAPITALISTA
En el seno del régimen feudal se gestan los elementos de su negación (esencia) que
a la vez lo son de la constitución del régimen económico-político que habrá de su-
cederlo. La burguesía y el proletariado nacen y se desarrollan en la entraña misma
del feudalismo; como esencia negativa de este régimen económico-social, bajo la
conducción de una de ellas, de la burguesía, lo niegan y llevan al nuevo modo de
producción, al capitalismo, a hacer su aparición en la existencia. Surge así el ser del
régimen capitalista.
El capitalismo aparece primero como una mera forma que tiene como con-
tenido a los mismos elementos materiales constitutivos del feudalismo. Se trata de
una fase en la cual se generalizan e intensifican las relaciones mercantiles, cuando
surge y se desarrolla ampliamente el capital mercantil, pero sin alterar la estructura
interna del régimen feudal.
Esta primitiva forma del capitalismo se interna en sí misma y produce los
elementos de su esencia positiva: burguesía y proletariado, que son al mismo tiempo
los de la esencia negativa del feudalismo; éstos se enfrentan abiertamente a los ele-
mentos positivos del régimen feudal, los derrotan y devienen a la existencia como la
forma y el contenido del régimen capitalista, el ser del mismo.
El ser del régimen capitalista es en sí mismo su otro, incorpora al otro a sí
mismo y pasa a ser otro sin dejar de ser él mismo. El régimen capitalista está consti-
tuido por dos elementos fundamentales: burguesía y proletariado. La primera es el
elemento positivo del fenómeno y el segundo, el negativo. La burguesía, al desarro-
llarse, engendra a su otro, al proletariado y lo incorpora al régimen de producción
capitalista. El proletariado, a su vez, niega a la burguesía y la hace pasar a una etapa
superior de su existencia: la lleva a ser lo que no es pero debe ser de acuerdo con
su naturaleza. El ser del régimen capitalista se convierte en otra forma de sí mismo.
Estas transformaciones progresivas del ser del capitalismo sin dejar de ser
él mismo se producen a partir de su nacimiento del seno del régimen feudal, hasta
llegar a su plena maduración en la época del capitalismo monopolista.
En El capital, Marx describe el proceso de nacimiento del capitalismo del in-
terior del régimen feudal.
El hecho que expresa la disolución del régimen feudal y al mismo tiempo la
transformación de sus elementos en la materia constitutiva del régimen capitalista,
Quedan así, al final del período, formados los dos sectores fundamentales del
régimen capitalista recién nacido:
— el sector integrado por los capitalistas provenientes de los pequeños productores
de mercancías y
— el que forman aquellos que tienen su origen en los terratenientes feudales (o, en
general, en la aristocracia feudal).
1
Marx, Carlos, La Compañía de las Indias Orientales, su historia y resultados, en Carlos Marx y Federico
Engels, “Acerca del Colonialismo”, Editorial Progreso, Moscú, s/f, p. 52.
2
Bettelheim, Charles, Las luchas de clases en la URSS, primer período (1917-1923), Siglo XXI Editores, México,
1977.
De esta manera se cerró una primera etapa de existencia del régimen socia-
lista que era, también, la primera negación profunda, esencial, del régimen de pro-
ducción capitalista.
En todas estas etapas y fases del desarrollo ascendente del capitalismo, éste,
como lo hemos subrayado anteriormente, se ha perfeccionado como el régimen de
explotación que es en su esencia; al alcanzar su forma más perfeccionada fortaleció
también la explotación y depauperación del proletariado hasta sus últimas conse-
cuencias en las formas que Marx delineaba ya en la época infantil de este régimen
de opresión. Se ha perfeccionado, centuplicándose, la explotación y depauperación
del proletariado.
Este desarrollo del capitalismo ha creado y perfeccionado en todas partes (es
decir, en metrópolis y neocolonias), las premisas objetivas, materiales, de la revolu-
ción socialista.
Al lado de este proceso de vida del régimen capitalista han evolucionado el
movimiento y la teoría revolucionarios, pasando por una serie de fases ascendentes
que van desde la revolución en 1848 en Francia y la aparición del Manifiesto Comu-
nista, hasta la revolución socialista rusa, la constitución del sistema socialista y los
aportes teóricos de Lenin, Stalin y la IIIa. Internacional; de tal manera, al final de
todo este movimiento histórico el proletariado internacional ha formado la mayor
parte de los instrumentos teóricos y prácticos necesarios para realizar la revolución
socialista a escala internacional. Para que la teoría revolucionaria esté completa, sólo
falta reivindicar el núcleo fundamental de la misma, hoy desvirtuado por el revisio-
nismo, e integrar a ella los nuevos aspectos que ha adquirido el capitalismo interna-
cional en su nueva época (capitalismo de consumo y neocolonialismo).
Así, al final del proceso las premisas intelectuales de la revolución proletaria
(entendidas éstas como la existencia de la teoría revolucionaria debidamente estruc-
turada en todos sus aspectos fundamentales) se habrán perfeccionado, quedando
listas para entrar en acción en todo el sistema capitalista.
El régimen capitalista, en su camino ascendente, habrá forjado definitivamen-
te los elementos que deben derrocarlo. ¡La hora de la liberación sonará entonces!
Frecuentemente hablan los revisionistas de todo tipo acerca de la “nueva eta-
pa” del régimen capitalista o del “viraje” que éste ha dado después de la segunda
guerra mundial, argumentos con los que tratan de justificar su traición al marxismo-
leninismo. Cierto es que el capitalismo ha entrado, en la época a que se refieren
los revisionistas y oportunistas, a una nueva fase de su desarrollo; pero esta etapa
superior de su existencia es aquella en la que sus leyes fundamentales, con las que
vino al mundo hace ya mucho tiempo, han cobrado su forma más acabada y, en
5
Jruschov, N. S., Informe del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética ante el XX Congreso
del Partido, Ediciones en Lenguas Extranjeras, México, 1956, pp. 12-26.
6
Kruschev, N. S., Report of the central committee of the communist party of the Soviet Union to the 22nd party
congress.
7
Programa del Partido Comunista de la Unión Soviética, aprobado por el XXII Congreso del PCUS el 31 de
octubre de 1961. Oficina de prensa de la Embajada de la URSS. Impreso en México, Librería Madero, S.A.
pp. 31-34.
La coexistencia pacífica
Los países del socialismo pequeño burgués, al trazar la línea táctica del movimiento
comunista internacional, pretendían encaminar la lucha del proletariado interna-
cional hacia la tarea de crear una situación pacífica en la que se perfeccionase el
régimen capitalista en ambos sistemas y se acelerase en consecuencia el proceso de
depauperación de la clase obrera.
La causa última de la posición soviética se encuentra precisamente en la na-
turaleza del régimen económico que ahí existía y en sus intereses de nación imperia-
lista; para el oso ruso era de vital importancia, en el logro de sus fines de expansión
imperialista, poner un freno al crecimiento del poder militar de occidente, a la vez
que fortalecía su propio aparato de guerra; es por ello que estimulaba a la oposi-
ción legal existente dentro del sistema del capitalismo desarrollado, la que tenía su
base social en un sector de la burguesía imperialista cuyos intereses económicos y
políticos eran contrapuestos a los del sector burgués propietario del complejo mo-
nopólico industrial-militar y que veía en la guerra, llevada por su hermana mayor
más allá de sus límites “racionales”, una grave amenaza para su propio desarrollo,
la estimulaba, decimos, para que exigiera que se pusiera fin a la carrera armamen-
tista y se evitasen las aventuras bélicas. Los soviéticos empleaban como instrumento
para poner en marcha ese proceso anti-militarista —que era, al fin de cuentas, una
necesidad de una fracción de la burguesía imperialista, y a través de ella del régimen
capitalista como un todo, para poder conservarse y ascender a una escala superior—
a la clase de los trabajadores. Como se ve, el imperialismo ruso, además de explotar a
sus propios obreros y a los de sus “satélites”, también empleaba a los obreros del
mundo occidental (en la pequeña medida en que ejercía una real influencia sobre
ellos) como instrumento para conseguir sus fines imperialistas.
La emulación económica
Según los neorevisionistas, la tarea principal de los países socialistas consistía en
vencer al capitalismo en el terreno económico mediante la elevación de la produc-
ción hasta alcanzar y sobrepasar la de los países capitalistas; la emulación debía
también extenderse hacia el terreno de los países “subdesarrollados”, en donde, en
competencia pacífica con el imperialismo burgués, mediante la ayuda económica,
técnica y científica, habrían de llevarlos hacia mejores condiciones de vida, auxilián-
dolos en la construcción de su industria moderna.
La “emulación económica pacífica” era la fórmula de que se valía el imperia-
lismo ruso para justificar su propósito de mantener e incrementar la explotación de
los obreros soviéticos y formar su propio sistema de explotación colonial.
Esta que hemos esbozado aquí fue la situación que realmente existió en los
países llamados “socialistas”, el socialismo real, en los 30 años posteriores a la muer-
te de Stalin. Nosotros no hemos inventado nada; todas y cada una de las caracterís-
ticas que les hemos atribuido no eran sino la realización de principios que lanzaban
a los cuatro vientos como la concepción de un “socialismo más humano, más demo-
crático”.
Para nosotros, que sabemos qué se oculta tras esa frase hueca del “socialismo
humanista y democrático”, es evidente que el régimen económico-político existente
en los países de Europa oriental —llamados países socialistas— era una degenera-
ción del régimen socialista de producción en un socialismo pequeño burgués. La
clase social dirigente era la pequeña burguesía, la cual ejercía el poder a través de sus
representantes más conspicuos: los intelectuales, los técnicos, etcétera. El proletaria-
do era una clase explotada que no participaba en el poder y si lo hacía era en función
de los intereses de la pequeña burguesía y no de los propios trabajadores. Las carac-
terísticas principales de ese régimen social son: la vuelta hacia instituciones y formas
económicas del capitalismo —aunque sin llegar a la restauración de la propiedad
de la burguesía sobre los medios e instrumentos de producción— como el estímulo
material, la producción para el mercado, la descentralización de las empresas, la
propiedad por grupos, la autogestión, etcétera y una política contrarrevolucionaria
(apoyo velado o abierto al imperialismo y sabotaje a la revolución mundial).
Para quienes el desarrollo de la sociedad corresponde a un esquema fijo de
etapas sucesivas sin errores o retrocesos posibles resultará difícil comprender por
qué el proletariado pasó, en los países del socialismo pequeño burgués, a ser, de
una clase dominante, una clase explotada y sojuzgada. De la misma manera, quie-
nes conciben el proceso revolucionario como un acto de voluntad independiente de
las condiciones económicas y políticas, nunca podrán entender la complejidad del
fenómeno enunciado.
Trataremos de desentrañar las causas del mismo partiendo del hecho incon-
trovertible de que el régimen económico-político que existió en esos países durante
sus últimos 30 años de vida fue el socialismo pequeño burgués puro y simple, y no
alguna variedad “creadora” del viejo socialismo, como lo pretendían los revisionis-
tas modernos.
La dirección del proceso por el cual el proletariado conquista el poder y co-
mienza la construcción del socialismo no puede recaer sino en la fracción de la in-
telectualidad pequeño burguesa que se radicaliza —es decir, se proletariza— hasta
el punto de hacer suyos los intereses y objetivos de la clase obrera. Esta fracción,
después de la conquista del poder, debe guiar al proletariado hacia dos objetivos
fundamentales: a) la incorporación de la clase obrera a la dirección de la actividad
del Estado y de la producción, promoviendo para ello la educación técnica y cien-
tífica de las capas de vanguardia de la clase obrera y b) la sujeción de las restantes
capas de la pequeña burguesía (pequeños comerciantes, pequeños productores e
El socialismo “humanista”
Esta teoría de los intelectuales pequeños burgueses no es nada nuevo; ya los yugos-
lavos se habían encargado, con mucha antelación, de perfeccionarla y llevarla a la
práctica. Estudiaremos a grandes rasgos los principios fundamentales del socialis-
mo “humanista” que fueron expuestos detalladamente en ese monumento al revi-
sionismo moderno que es el Programa de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia
adoptado por el VII Congreso de la Liga de los Comunistas Yugoslavos que se cele-
bró del 22 al 26 de abril de 1958, en Lubljana; el revisionismo moderno no es sino el
ejecutor de las disposiciones emanadas de ese congreso.
Primera etapa del desarrollo socialista de Yugoslavia.8
8
Esta síntesis de los puntos fundamentales del “camino italiano“ hacia el socialismo ha sido tomado
de: Chung-Kuo Kung Ch’an Tang, Una vez más sobre las discrepancias entre el camarada Togliatti y nosotros.
Algunos problemas importantes del leninismo en el mundo contemporáneo. Por la Redacción de la revista
Hangqi. Publicado en el número 3-4, 1963. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekin, 1963, pp. 66-100.
9
El camino Yugoslavo; Programa de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia adoptado por el III Congreso,
celebrado del 22 al 26 de abril de 1958 en Lubljana. Prensa Latinoamericana, S.A., Santiago, Chile, pp.
137-193.
a) El revisionismo albanés
En la década de los ochenta apareció, con la pretensión de ser la reivindicación de
la teoría revolucionaria, una nueva versión del revisionismo. Nos referimos a los
postulados del partido comunista albanés y de su dirigente, Enver Hoxha.
Albania fue uno de los países en donde se estableció el socialismo al término
de la segunda guerra mundial; cuando en el sistema de países socialistas se produjo
la restauración capitalista, sólo Albania continuó sosteniendo la forma de organiza-
ción socialista.
Ya hemos visto que el socialismo implantado en Europa oriental correspon-
día a una primera fase del desarrollo de ese régimen económico-social a escala uni-
versal y que por tanto era imperfecto y llevaba su negación en sí mismo; es por eso
que si bien en Albania no se produjo la regresión hacia el capitalismo, sí se mantuvo
en ese país la forma primitiva del socialismo que ya había agotado todas sus posibi-
lidades de desarrollo histórico-universal; convertida en un verdadero anacronismo,
aferrada a un socialismo ya superado por la historia, no podía ser ni el abanderado
teórico ni el promotor práctico de la nueva fase de existencia de la teoría y el movi-
miento revolucionarios que debe llevar a la implantación universal del socialismo en
su forma superior; por el contrario, intentó encabezar a escala mundial un proceso
de restauración de aquella forma primitiva del socialismo, empeño en el que obtuvo
el más estrepitoso fracaso y en el que por necesidad hizo suyos los postulados del
revisionismo, al que supuestamente combatía.
En su obra principal, El imperialismo y la revolución,10 Enver Hoxha sigue al
pie de la letra las tesis del revisionismo soviético que en páginas anteriores hemos
transcrito y comentado:
10
Hoxha, Enver, El imperialismo y la revolución, Casa Editora “8 Nentori”, Tirana, 1979.
11
Ibídem, pp. 12-14.
12
Ibídem, pp. 135-136
13
Ibídem, pp. 146-148.
14
Ibídem, pp. 157-158.
15
Ibídem, p. 164.
16
Ibídem, p. 208.
17
Ibídem, p. 212.
18
Ibídem, pp. 214-215.
19
Ibídem, p. 223.
20
Ibídem, p. 233.
c) El revisionismo cubano
La revolución cubana fue un movimiento de la pequeña burguesía urbana, dirigida,
como decía Marx a propósito de un acontecimiento similar, por unos cuantos “locos
sueltos”; esta clase se fabrica una base social en la exigua pequeña burguesía agra-
ria y tiene como meta la realización de todas las aspiraciones de las diversas clases
opuestas a la débil plutocracia nativa.
La pequeña burguesía cubana da forma a una teoría acorde con la naturaleza
de su movimiento.
En primer lugar, hace suyos, aplicándolos extralógicamente, principios toma-
dos del arsenal de la teoría del marxismo-leninismo: la lucha armada como medio
de acceder al poder, la dictadura de la clase insurrecta para conservarlo, la despo-
sesión de los medios e instrumentos de producción a los propietarios privados y su
concentración bajo la potestad del estado (en este caso se trata de una agroindustria)
y la creación (pues no existía) por el estado de una industria que es de propiedad
colectiva.
Después, tras esa apariencia revolucionaria, introduce las revisiones al mar-
xismo-leninismo que la caracterizan: no es necesario un partido que organice y guíe
al movimiento revolucionario, pues éste puede ser planeado, dirigido y ejecutado
por un puñado de héroes, míticos superhombres, que con base en su voluntad in-
doblegable y su intelecto poderoso inciten, con el ejemplo, a las masas a la lucha;
la clase destinada a realizar la revolución no es el proletariado, sino una pequeña
burguesía (urbana y rural) sin formación teórica ni experiencia política previa (las
cuales, se pretende, las adquirirán durante el desarrollo de la lucha armada); el pro-
letariado urbano y los jornaleros agrícolas son clases minoritarias que no pueden
darle contenido al proceso revolucionario y, por tanto, son pequeños grupos sociales
que la pequeña burguesía incorpora como sus aliados y actúan bajo su dirección;
la nacionalización y concentración en manos del estado de una agroindustria y la
creación de una industria típica son el contenido de la colectivización socialista de
los medios e instrumentos de producción, etcétera.
El régimen cubano, después de más de 50 años de existencia, sólo puede con-
tabilizar como sus logros la estatización y desarrollo de la rama agroindustrial pre-
ponderante, el establecimiento, también por el estado “socialista”, de la industria
turística, íntimamente ligada con la prostitución y otras actividades ilegales, y un
El dogmatismo cubano
En seguida pasamos analizar de una manera más sistemática el revisionismo (dog-
matismo) cubano.
Ya hemos establecido cómo el desarrollo ascendente del capitalismo moder-
no genera la super-explotación intensiva del proletariado neocolonial. Esa explota-
21
Engels, Federico, en la “Introducción” a la obra de Carlos Marx, La Guerra Civil en Francia, contenidos
en: Carlos Marx y Federico Engels, Obras Escogidas en dos tomos, t. I, Ediciones en Lenguas Extranjeras,
Moscú, p. 501.
22
Debray, Regis, ¿Revolución en la Revolución?, Política, año VII, No. 163, 1-14 de febrero de 1997.
23
Marx, Carlos, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte en: Carlos Marx, Federico Engels, Obras escogidas
en dos tomos, tomo I, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, pp. 253-54.
Los comunistas deben guiar al proletariado, según las circunstancias del caso,
desde las formas más modestas de lucha hasta las más radicales, desde las etapas
inferiores del movimiento hasta la cúspide del mismo.
Para realizar las tareas planteadas, los comunistas deben aplicar creadora-
mente las tesis leninistas sobre la materia, las cuales, como hemos visto, tienen plena
vigencia en la fase actual del capitalismo internacional.
Las bases sobre las que hacen descansar esas desviaciones, son las siguientes:
La necesidad de la existencia del Partido y del desarrollo de la lucha ideológi-
ca y organizativa previamente a la conquista del poder no responde a la esencia del
régimen capitalista, sino a características accidentales de Asia o Europa; en América
hay condiciones distintas (geográficas, económicas y políticas) que hacen posible y
necesaria la vía distinta propugnada.
Existen los prerrequisitos de la revolución de tal suerte que se da la condición
indispensable para que funcione el fenómeno de la catálisis, es decir, que es posible
crear las condiciones subjetivas por medios del ejemplo (focos).
Bibliografía
Bettelheim, Charles, Las luchas de clases en la U.R.S.S. primer período (1917-1923), Siglo
XXI Editores, México, 1977.